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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-842

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A medida que el ser humano crece y madura, la densidad ósea
aumenta continuamente y alcanza un punto máximo entre los
25 y 35 años de edad. En la madurez, la actividad de los osteo-
clastos comienza a exceder a la de los osteoblastos, y la densi-
dad ósea empieza a sufrir una lenta declinación natural. Cierta
pérdida de densidad ósea es natural, pero en la gente con os-
teoporosis (término que significa literalmente “huesos poro-
sos”; FIGURA E39-2a), la pérdida es tan severa que debilita los
huesos y los hace vulnerables a las fracturas y deformaciones.
En muchos casos, las vértebras de las personas con osteoporo-
sis se comprimen y confieren una apariencia jorobada (FIGURA
E39-2b). En casos extremos, actividades tan sencillas como le-
vantar una bolsa con provisiones, abrir una ventana o incluso es-
tornudar pueden romper un hueso. Casi una tercera parte de las
mujeres que llegan a los 85 años sufren la fractura de la cadera
debido al debilitamiento óseo causado por la osteoporosis. 
Los huesos de las mujeres son menos masivos que los de los
hombres; y de acuerdo con la Fundación Nacional de Osteopo-
rosis, las mujeres son cuatro veces más proclives a padecer es-
ta enfermedad. Otro factor que hace la diferencia entre los
hombres y las mujeres es que, hasta la menopausia, las mujeres
tienen altos niveles de la hormona estrógeno, la cual estimula
los osteoblastos y ayuda a mantener la densidad ósea. Después
de la menopausia, la producción de estrógeno desciende en
forma drástica, y las mujeres pueden perder del 3 al 5 por cien-
to de su masa ósea anualmente durante varios años. Se estima
que casi la mitad de las mujeres de más de 65 años tienen den-
sidad ósea insuficiente y, por lo tanto, están en riesgo de pade-
cer osteoporosis. El alcoholismo y el tabaquismo también
contribuyen a la pérdida de masa ósea.
Los huesos se mantienen saludables bajo una tensión mode-
rada, pero la gente mayor tiende a ser menos activa. La falta de
actividad (o permanecer en un estado de ingravidez, como en
el caso de los astronautas) da como resultado una rápida pérdi-
da de los minerales de los huesos. Aun en los ancianos, el ejer-
cicio ligero como caminar o bailar puede detener la pérdida
ósea y, en algunos casos, incluso contribuye a aumentar la ma-
sa de los huesos. 
Algunas mujeres que padecen de osteoporosis, cuando con-
sultan a su médico, eligen someterse a una terapia hormonal
para conservar su densidad ósea. La hormona calcitonina, ad-
ministrada como aerosol nasal, inhibe la actividad de los osteo-
clastos y produce efectos benéficos en los huesos. Un fármaco
que simula los efectos del estrógeno en el sistema óseo tam-
bién está disponible para combatir la osteoporosis. En la actua-
lidad se realiza investigación sobre varios fármacos que
intervienen en los diversos aspectos de la formación y desinte-
gración ósea. Algún día los astronautas en sus viajes espaciales,
así como las mujeres que padecen osteoporosis, solamente
tendrán que dedicar de 10 a 20 minutos cada día para ponerse
de pie sobre una base vibratoria. Los estudios realizados en va-
rios tipos de animales informaron acerca del impresionante re-
forzamiento de los huesos como resultado de la aplicación de
vibraciones inducidas que fueron casi imperceptibles para las
personas que se ofrecieron como voluntarias. Los estudios pre-
liminares con mujeres que han pasado por la menopausia su-
gieren que esta nueva terapia reduce la pérdida ósea. Los
investigadores sostienen la hipótesis de que las diminutas ten-
siones causadas por las vibraciones pueden activar la formación
de hueso tal como lo hacen las tensiones diarias originadas por
las contracciones musculares.
Aunque la intervención médica puede revertir parcialmente
la osteoporosis y retardar su progreso, en la actualidad no hay
cura para ella. Por fortuna, es posible reducir el dolor, la disca-
pacidad y los gastos causados por las fracturas debido a la os-
teoporosis. La mejor forma de evitar este padecimiento es
combinar el ejercicio regular con una ingesta adecuada de cal-
cio y vitamina D (la cual es esencial para que se deposite el calcio
en los huesos). Estas medidas, si se inician en una etapa tem-
prana de la vida y se continúan indefinidamente, ayudarán a
conservar la masa ósea antes que se inicie la pérdida natural de-
rivada del envejecimiento.
Osteoporosis: Cuando los huesos se vuelven quebradizosGUARDIÁN DE LA SALUD
FIGURA E39-2 Osteoporosis
a) Corte transversal de un hue-
so normal (izquierda) compara-
do con un hueso de una mujer
con osteoporosis (derecha). b)
Los efectos devastadores de la
osteoporosis van más allá de un
aspecto jorobado; quienes la
padecen corren un alto riesgo
de sufrir fracturas. a) Corte de hueso normal Osteoporosis b) Víctima de osteoporosis
O T R O V I S TA Z O A L E S T U D I O D E C A S O
R I E S G O S O C U LT O S D E L O S V I A J E S E S PA C I A L E S
Para evitar la pérdida de masa
muscular durante los vuelos es-
paciales, los astronautas a bordo
de la Estación Espacial Interna-
cional hacen ejercicio durante dos horas dia-
riamente en una bicicleta fija y en una
caminadora. Sin embargo, la pérdida de
hueso es más difícil de controlar. Los investi-
gadores sostienen la hipótesis de que la 
ingravidez favorece (en formas aún descono-
cidas) la actividad de los osteoclastos que
disuelven el hueso, anulando las acciones de
los osteoblastos que refuerzan el sistema es-
quelético. Además de reducir la resistencia
ósea, hay otros riesgos latentes. Un hueso
que no se usa se disuelve y libera calcio en
el torrente sanguíneo; con el tiempo, ese
calcio se acumula en los riñones, donde for-
ma cálculos renales. Como las condiciones
de ingravidez son una realidad cotidiana pa-
ra los viajeros espaciales, los científicos es-
tán tratando de determinar si la producción
ósea puede estimularse por medios quími-
cos, quizá reforzando las proteínas mensaje-
ras que favorecen la producción y la
actividad de los osteoblastos. Recientemen-
te, los científicos descubrieron y clonaron el
gen de una proteína que conserva al hueso
llamada osteoprotegerina (OPG), la cual in-
hibe la actividad de los osteoclastos. En un
experimento se aplicó una inyección de
OPG a unos ratones; luego, se les envió al
espacio durante 12 días, junto con otros ra-

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