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A medida que el ser humano crece y madura, la densidad ósea aumenta continuamente y alcanza un punto máximo entre los 25 y 35 años de edad. En la madurez, la actividad de los osteo- clastos comienza a exceder a la de los osteoblastos, y la densi- dad ósea empieza a sufrir una lenta declinación natural. Cierta pérdida de densidad ósea es natural, pero en la gente con os- teoporosis (término que significa literalmente “huesos poro- sos”; FIGURA E39-2a), la pérdida es tan severa que debilita los huesos y los hace vulnerables a las fracturas y deformaciones. En muchos casos, las vértebras de las personas con osteoporo- sis se comprimen y confieren una apariencia jorobada (FIGURA E39-2b). En casos extremos, actividades tan sencillas como le- vantar una bolsa con provisiones, abrir una ventana o incluso es- tornudar pueden romper un hueso. Casi una tercera parte de las mujeres que llegan a los 85 años sufren la fractura de la cadera debido al debilitamiento óseo causado por la osteoporosis. Los huesos de las mujeres son menos masivos que los de los hombres; y de acuerdo con la Fundación Nacional de Osteopo- rosis, las mujeres son cuatro veces más proclives a padecer es- ta enfermedad. Otro factor que hace la diferencia entre los hombres y las mujeres es que, hasta la menopausia, las mujeres tienen altos niveles de la hormona estrógeno, la cual estimula los osteoblastos y ayuda a mantener la densidad ósea. Después de la menopausia, la producción de estrógeno desciende en forma drástica, y las mujeres pueden perder del 3 al 5 por cien- to de su masa ósea anualmente durante varios años. Se estima que casi la mitad de las mujeres de más de 65 años tienen den- sidad ósea insuficiente y, por lo tanto, están en riesgo de pade- cer osteoporosis. El alcoholismo y el tabaquismo también contribuyen a la pérdida de masa ósea. Los huesos se mantienen saludables bajo una tensión mode- rada, pero la gente mayor tiende a ser menos activa. La falta de actividad (o permanecer en un estado de ingravidez, como en el caso de los astronautas) da como resultado una rápida pérdi- da de los minerales de los huesos. Aun en los ancianos, el ejer- cicio ligero como caminar o bailar puede detener la pérdida ósea y, en algunos casos, incluso contribuye a aumentar la ma- sa de los huesos. Algunas mujeres que padecen de osteoporosis, cuando con- sultan a su médico, eligen someterse a una terapia hormonal para conservar su densidad ósea. La hormona calcitonina, ad- ministrada como aerosol nasal, inhibe la actividad de los osteo- clastos y produce efectos benéficos en los huesos. Un fármaco que simula los efectos del estrógeno en el sistema óseo tam- bién está disponible para combatir la osteoporosis. En la actua- lidad se realiza investigación sobre varios fármacos que intervienen en los diversos aspectos de la formación y desinte- gración ósea. Algún día los astronautas en sus viajes espaciales, así como las mujeres que padecen osteoporosis, solamente tendrán que dedicar de 10 a 20 minutos cada día para ponerse de pie sobre una base vibratoria. Los estudios realizados en va- rios tipos de animales informaron acerca del impresionante re- forzamiento de los huesos como resultado de la aplicación de vibraciones inducidas que fueron casi imperceptibles para las personas que se ofrecieron como voluntarias. Los estudios pre- liminares con mujeres que han pasado por la menopausia su- gieren que esta nueva terapia reduce la pérdida ósea. Los investigadores sostienen la hipótesis de que las diminutas ten- siones causadas por las vibraciones pueden activar la formación de hueso tal como lo hacen las tensiones diarias originadas por las contracciones musculares. Aunque la intervención médica puede revertir parcialmente la osteoporosis y retardar su progreso, en la actualidad no hay cura para ella. Por fortuna, es posible reducir el dolor, la disca- pacidad y los gastos causados por las fracturas debido a la os- teoporosis. La mejor forma de evitar este padecimiento es combinar el ejercicio regular con una ingesta adecuada de cal- cio y vitamina D (la cual es esencial para que se deposite el calcio en los huesos). Estas medidas, si se inician en una etapa tem- prana de la vida y se continúan indefinidamente, ayudarán a conservar la masa ósea antes que se inicie la pérdida natural de- rivada del envejecimiento. Osteoporosis: Cuando los huesos se vuelven quebradizosGUARDIÁN DE LA SALUD FIGURA E39-2 Osteoporosis a) Corte transversal de un hue- so normal (izquierda) compara- do con un hueso de una mujer con osteoporosis (derecha). b) Los efectos devastadores de la osteoporosis van más allá de un aspecto jorobado; quienes la padecen corren un alto riesgo de sufrir fracturas. a) Corte de hueso normal Osteoporosis b) Víctima de osteoporosis O T R O V I S TA Z O A L E S T U D I O D E C A S O R I E S G O S O C U LT O S D E L O S V I A J E S E S PA C I A L E S Para evitar la pérdida de masa muscular durante los vuelos es- paciales, los astronautas a bordo de la Estación Espacial Interna- cional hacen ejercicio durante dos horas dia- riamente en una bicicleta fija y en una caminadora. Sin embargo, la pérdida de hueso es más difícil de controlar. Los investi- gadores sostienen la hipótesis de que la ingravidez favorece (en formas aún descono- cidas) la actividad de los osteoclastos que disuelven el hueso, anulando las acciones de los osteoblastos que refuerzan el sistema es- quelético. Además de reducir la resistencia ósea, hay otros riesgos latentes. Un hueso que no se usa se disuelve y libera calcio en el torrente sanguíneo; con el tiempo, ese calcio se acumula en los riñones, donde for- ma cálculos renales. Como las condiciones de ingravidez son una realidad cotidiana pa- ra los viajeros espaciales, los científicos es- tán tratando de determinar si la producción ósea puede estimularse por medios quími- cos, quizá reforzando las proteínas mensaje- ras que favorecen la producción y la actividad de los osteoblastos. Recientemen- te, los científicos descubrieron y clonaron el gen de una proteína que conserva al hueso llamada osteoprotegerina (OPG), la cual in- hibe la actividad de los osteoclastos. En un experimento se aplicó una inyección de OPG a unos ratones; luego, se les envió al espacio durante 12 días, junto con otros ra-
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