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¿CÓMO SE DESARROLLAN LOS SERES HUMANOS? 851 da desempeña un papel importante en la secreción de sustan- cias que indican que ya está listo para nacer. Esas sustancias desencadenan una cascada de sucesos que hacen que el útero tenga aún más probabilidad de contraerse. Cuando la combi- nación de hormonas y estiramiento activa al útero más allá de cierto punto crítico, comienzan las contracciones fuertes que indican el inicio del trabajo de parto. A medida que siguen las contracciones, la cabeza del bebé empuja contra el cérvix de la madre, lo que causa que su diámetro se expanda (se dilate). Los receptores de dilatación de las paredes del cérvix envían señales al hipotálamo y provocan la liberación de oxitocina. Bajo el doble estímulo de la prostaglandina y la oxitocina, el útero se contrae todavía con mayor fuerza. Este ciclo de re- troalimentación positiva finalmente cesa cuando el bebé sale de la vagina, o canal de parto. La cabeza del infante es tan grande que apenas puede pa- sar por la pelvis de la madre. El cráneo se comprime hasta ad- quirir una forma ligeramente cónica a medida que pasa a través de la vagina. No sabemos si el alumbramiento resulta doloroso para el bebé, pero sin duda lo es para la madre (véa- se “Enlaces con la vida: ¿Por qué el parto es tan difícil?”). Al infante le espera un despertar rudo. La matriz es suave, tibia y acolchonada con líquido. De repente, el bebé tiene que res- pirar por sí solo, regular su temperatura corporal y succionar para obtener alimento. Luego de un breve descanso después del parto, el útero reanuda sus contracciones y se encoge considerablemente. Durante estas contracciones la placenta se desprende de la pared uterina y es expelida a través de la vagina (lo que se co- noce como secundinas). El cordón umbilical ahora libera prostaglandinas que provocan la contracción de los músculos que rodean los vasos sanguíneos fetales para detener el flujo de sangre. Aunque ligar el cordón umbilical es una práctica común, en realidad no es necesaria; si lo fuera, otros mamífe- ros no sobrevivirían después de nacer. Las hormonas del embarazo estimulan la secreción de leche rimenta la madre en las glándulas mamarias la preparan para que continúe alimentando al bebé después de nacido. Cuan- do ocurre el embarazo, grandes cantidades de estrógeno y de progesterona (las cuales actúan junto con otras hormonas) es- timulan a las glándulas mamarias —que producen leche ma- terna— y hacen que las mamas aumenten de volumen y desarrollen la capacidad para secretar la leche necesaria para alimentar al infante. Las glándulas mamarias están dispuestas en círculos alrededor del pezón, y cada glándula cuenta con un conducto lactífero que termina en el pezón, el cual es una proyección del tejido epitelial (FIGURA 41-16). La secreción real de leche, llamada lactancia, se activa por medio de la hor- mona hipofisiaria llamada prolactina. El nivel de prolactina se eleva de manera uniforme desde aproximadamente la quinta semana de embarazo y llega a su El bebé gira para colocarse de nuevo hacia un lado mientras sus hombros van saliendo. La cabeza del bebé está saliendo. 3 4La cabeza del bebé está orientada hacia abajo, con la cara hacia uno de los costados de la madre. El cérvix se empieza a adelgazar y a dilatarse (es decir, expande su diámetro). El cérvix está completamente dilatado (10 cm) y la cabeza del bebé entra en la vagina o canal del parto. El bebé se voltea hacia la espalda de la madre. 1 2 FIGURA 41-15 El parto músculo ligamentos de suspensión pezón conducto lactífero glándulas mamarias grasa FIGURA 41-16 Estructura de las glándulas mamarias Durante el embarazo, el tejido adiposo, las glándulas que secretan leche y los conductos lactíferos aumentan de tamaño.
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