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415 CAPÍTULO © 2017. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Enfermedad tromboembólica venosa: prevención y tratamiento PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA La incidencia estimada de la enfermedad tromboembólica venosa (ETV), es decir, de la trombosis venosa profunda (TVP) o del tromboembolismo pulmonar (TEP) en la población general es de un acontecimiento por cada 1.000 personas y año. Sin embargo, la ETV está infradiagnosticada, como lo prueba el hecho de que casi dos de cada tres fallecimientos por un TEP se diagnostican en la necropsia, sin que se hubieran sos- pechado previamente. Según los datos del Registro informatizado de la enfermedad tromboembólica venosa (RIETE) la mortalidad global por un TEP sintomático varía, aproximadamente, entre un 15 y un 18% y la mayor parte de las muertes se produce por la comorbilidad que se encuentra asociada, especialmente las neoplasias. La mortalidad causada directamente por el TEP oscila alrededor de un 3% y suele ocurrir durante los primeros días, mientras que la originada por una hemorragia grave, debida a un tratamiento anticoagulante o fibrinolítico, varía entre el 1 y el 1,5%. Ante esta situación la mejor estrategia para reducir la morta- lidad del TEP es la profilaxis. No obstante, no conviene olvidar el objetivo de evitar que la TVP y el TEP se desarrollen plena- mente porque, a largo plazo, a pesar del tratamiento, ambos trastornos llegan a provocar, hasta en un 3% de las ocasiones, una hipertensión pulmonar tromboembólica crónica y, has- ta un 30% de las veces, un síndrome postrombótico de las extremidades inferiores. Factores de riesgo y su estratificación Los factores de riesgo de la ETV se refieren a las condiciones del paciente o a las circunstancias clínicas transitorias o perma- nentes que se asocian, en ambos casos, con un aumento en la incidencia de esa enfermedad. Sin embargo, la cuantificación del riesgo de cada factor es compleja, de tal manera que algunos de estos factores son independientes, por lo que, por sí solos, justifican la puesta en marcha de una profilaxis (cuadro 50.1). Por el contrario, hay otros que, aisladamente considerados, no la precisan, pero sí si aparecen en determinadas combina- ciones. En tal caso pueden aumentar el riesgo de una ETV y, al asociarse con un factor independiente, incrementarlo aún más, incluso de modo exponencial (cuadro 50.2). Las circunstancias que más predisponen al desarrollo de una TVP son la cirugía y la inmovilización, especialmente las intervenciones ortopédicas de la cadera y la rodilla, las fracturas de cadera, las operaciones abdominales por un cáncer, los traumatismos graves, las lesiones agudas de la médula espinal y los ingresos por una enfermedad médica importante, sobre todo una insuficiencia cardíaca conges- tiva o una insuficiencia respiratoria. Todo ello, aún más, si el individuo tiene algún otro factor de riesgo, como una edad superior a los 75 años o una historia previa de ETV, o es obeso, sigue un tratamiento hormonal, tiene varices o padece algún tipo de neoplasia. La estratificación del riesgo en los pacientes quirúrgicos se realiza en función de la incidencia de la ETV y del TEP fatal sin profilaxis y atendiendo al tipo de intervención quirúrgica, a la edad y a la presencia de otros factores protrombóticos (tabla 50.1). En lo que se refiere a los individuos con enfer- medades médicas cabe señalar que los ensayos y estudios que se han efectuado hasta la fecha son escasos, por lo que las evidencias que se han conseguido hasta años recientes son poco consistentes. No obstante, la Sociedad Andaluza de Medicina Interna, con la colaboración y el aval de otras socie- dades científicas, ha elaborado una guía, basada en un método estricto, llamada Pretemed. Esta guía es, en esencia, una escala de puntuación útil en la ponderación del riesgo y que se basa para ello en el cálculo del riesgo ajustado. Esta puntuación o índice se obtiene a partir de la suma de los «pesos» de los dis- tintos procesos médicos y por la adición posterior de la suma de los «pesos» de otros elementos de riesgo. Métodos preventivos Los métodos útiles en la prevención de la ETV pueden ser mecánicos o farmacológicos (cuadro 50.3). Hoy en día la movilización precoz es un objetivo primordial en la mayoría 50 Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 416 TABLA 50.1 Niveles de riesgo para la enfermedad tromboembólica venosa en los pacientes quirúrgicos sin tratamiento profiláctico Nivel de riesgo Procedimiento Incidencia sin profilaxis (%) TVP distal TVP proximal TEP sintomático TEP mortal Bajo Cirugía menor en individuos menores de 40 años de edad sin factores de riesgo 2 0,4 0,2 0,002 Moderado Cirugía menor con factores de riesgo Cirugía menor en individuos entre los 40 y los 60 años de edad Cirugía mayor en individuos menores de 40 años de edad sin factores de riesgo 10-20 2-4 1-2 0,1-0,4 Alto Cirugía menor en individuos mayores de 60 años de edad Cirugía mayor en individuos menores de 40 años de edad Cirugía mayor con factores de riesgo 20-40 4-8 2-4 0,4-1,0 Muy alto Cirugía mayor en individuos mayores de 40 años de edad Enfermedad tromboembólica venosa previa, neoplasia, trombofilia, prótesis o fractura de cadera o rodilla, lesión de la médula espinal o traumatismo grave 40-80 10-20 4-10 1-5 TEP, tromboembolismo pulmonar; TVP, trombosis venosa profunda. Cuadro 50.1 FACTORES DE RIESGO INDEPENDIENTES EN LA APARICIÓN DE UNA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Intervenciones quirúrgicas: ● Prótesis o fracturas de cadera o de rodilla ● Cirugía visceral mayor, sobre todo por una neoplasia ● Cirugía menor con factores de riesgo adicionales Traumatismos: ● Politraumatismo grave ● Traumatismo medular con un déficit motor en las extremidades inferiores ● Fractura e inmovilización con una férula de las extremidades inferiores Inmovilizaciones: ● Enfermedades médicas agudas hospitalizadas: ● Insuficiencia cardíaca ● Enfermedad pulmonar obstructiva crónica agudizada ● Accidente cerebrovascular agudo isquémico con un déficit motor en las extremidades inferiores ● Infección aguda grave ● Enfermedad inflamatoria intestinal ● Síndrome nefrótico ● Infarto agudo de miocardio (no anticoagulado) ● Hospitalización padeciendo una neoplasia ● Encamamiento con factores de riesgo adicionales ● Encamamiento en una persona mayor de 50 años durante más de 4 días por una enfermedad médica aguda Cuadro 50.2 FACTORES DE RIESGO ADICIONALES EN LA APARICIÓN DE UNA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Enfermedad tromboembólica venosa previa Trombofilia Edad avanzada Neoplasia Viajes en avión de más de 6-8 horas de duración Parálisis crónica de las extremidades inferiores Embarazo, puerperio Anticonceptivos hormonales o terapia hormonal sustitutiva Inhibidores de la aromatasa Tratamientos con tamoxifeno o raloxifeno Tratamientos con fármacos antidepresivos o antipsicóticos Cateterismo venoso central Traumatismos de las extremidades inferiores sin fractura Síndrome metabólico, obesidad o diabetes mellitus Vasculitis Varices Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 50 Enfermedad tromboembólica venosa: prevención y tratamiento 417 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de las intervenciones quirúrgicas, lo que ayuda a cumplir la primera norma básica en la prevención de la ETV. Los métodos mecánicos, en la profilaxis primaria, están más implantados enEstados Unidos que en Europa y se emplean, como pro- cedimiento único, en los individuos en los que existen con- traindicaciones para la anticoagulación en dosis profilácticas. También se indican en combinación con las medidas farmaco- lógicas en las personas que tienen un riesgo trombótico muy alto. No obstante, tienen contraindicaciones en los sujetos que padecen una enfermedad arterial isquémica, una neuropatía periférica o una dermopatía de las extremidades inferiores. Las principales técnicas profilácticas de la ETV se describen a continuación. COMPRESIÓN NEUMÁTICA INTERMITENTE Se realiza mediante polainas hinchables, que provocan ciclos de compresión de 10 segundos cada minuto, a una presión de entre 30 y 40 mm Hg. Con ello trata de evitarse la estasis del flujo venoso y se estimula la fibrinólisis fisiológica. Esta técnica ha demostrado su eficacia en las intervenciones quirúrgicas abdominales, cerebrales y ortopédicas, incluso sin recurrir al apoyo farmacológico. MEDIAS DE COMPRESIÓN GRADUAL Su mecanismo de acción se basa en la compresión decreciente de las extremidades inferiores. De este modo, la presión, que en los tobillos debe ser de unos 20 a 40 mm Hg, ha de disminuir progresivamente a medida que se asciende en el miembro infe- rior, para ser de unos 8 a 10 mm Hg en el muslo. Actualmente se comercializan modelos para usar por debajo o por encima de la rodilla. En las intervenciones abdominales, estas medias aumentan la eficacia de los fármacos anticoagulantes. Como método preventivo único los resultados son más pobres, sobre todo en el caso de la cirugía ortopédica. HEPARINAS DE BAJO PESO MOLECULAR Son los fármacos que más se utilizan. Proceden del fracciona- miento de la heparina entera o no fraccionada (HNF), lo que se hace por procedimientos químicos o enzimáticos, mediante los que se obtienen mezclas más homogéneas, de unos 1.000 a unos 10.000 Da. Las heparinas de bajo peso molecular (HBPM) poseen una elevada acción antifactor Xa de la coagulación, con una relación entre el antifactor Xa y el antifactor IIa superior a la que tiene la HNF, que es de 1:1. Tienen una vida media pro- longada y una biodisponibilidad por vía subcutánea superior al 90%. Producen menos trombopenias y menos trombosis hepa- rinodependientes que la HNF, con lo que se reduce de manera significativa la incidencia de la ETV. Su eficacia y su seguridad en la profilaxis primaria son similares, independientemente de la HBPM de que se trate. Sin embargo, sus dosis y la manera en las que estas dosis se expresan son distintas (tabla 50.2). En los pacientes con procesos médicos o no quirúrgicos, las dosis denominadas clásicamente de riesgo moderado han caído en desuso por su ineficacia. En situaciones especiales, como la obesidad mórbida, se emplean dosis superiores a las de alto riesgo. En el embarazo y en el puerperio de muy alto riesgo se usan dosis intermedias, que se corresponden con la mitad de la dosis terapéutica. Cuadro 50.3 MÉTODOS MECÁNICOS Y TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS ÚTILES PARA LA PREVENCIÓN DE UNA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Métodos mecánicos: ● Compresión neumática intermitente ● Medias de compresión gradual Tratamientos farmacológicos: ● Heparinas de bajo peso molecular: ● Bemiparina ● Dalteparina ● Enoxaparina ● Fraxiparina ● Tinzaparina ● Heparina no fraccionada ● Pentasacáridos: ● Fondaparinux ● Sustancias antivitamina K: ● Acenocumarol ● Warfarina Nuevos tratamientos farmacológicos: ● Inhibidores de la actividad del factor Xa: ● Rivaroxabán ● Apixabán ● Inhibidores directos de la trombina: ● Dabigatrán TABLA 50.2 Dosis de las heparinas de bajo peso molecular y del pentasacárido disponibles en la profilaxis primaria de la enfermedad tromboembólica venosa Riesgo quirúrgico alto y enfermos no quirúrgicos Riesgo quirúrgico moderado, peso muy bajo o riesgo hemorrágico Riesgo quirúrgico elevado u obesidad mórbida Bemiparina 3.500 UI/día 2.500 UI/día Individualizar Enoxaparina 40 mg/día 20 mg/día Individualizar Dalteparina 5.000 UI/día 2.500 UI/día Individualizar Fraxiparina (< 70 kg de peso) 0,4 mL/día 0,3 mL/día Individualizar (> 70 kg de peso) 0,6 mL/día 0,4 mL/día Individualizar Tinzaparina (60-90 kg de peso) 4.500 UI/día 3.500 UI/día Individualizar Fondaparinux 2,5 mg/día Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 418 HEPARINA NO FRACCIONADA Es una mezcla heterogénea de cadenas de polisacáridos de diversa longitud y de peso molecular que oscila entre unos 3.000 y unos 30.000 Da. Se obtiene, principalmente, de la mucosa intestinal porcina. En las últimas décadas ha sido sus- tituida por las HBPM. No obstante, en dosis de 5.000 UI/8-12 horas por vía subcutánea, según cuál sea el riesgo trombótico, es eficaz y segura. FONDAPARINUX Es un pentasacárido sintético formado por unidades de cinco sacáridos. Tiene una acción selectiva inhibidora indirecta del factor Xa y una biodisponibilidad por vía subcutánea próxima al 100%. Es de eliminación renal y tiene una dosificación fija en la profilaxis primaria, que se ha establecido en 2,5 mg/día para un peso corporal que varíe entre 50 y 100 kg. Se desaconseja su prescripción en los pacientes que tienen un aclaramiento de creatinina inferior a 20 mL/minuto. Si dicho aclaramiento está entre 20 y 30 mL/minuto y el peso del individuo es inferior a 50 kg, se recomienda disminuir la dosis a 1,5 mg/día. Es el fármaco más eficaz en la fractura de cadera. Sin embargo, como su administración debe iniciarse en el postoperatorio, cuando la intervención quirúrgica se retrasa más allá de las primeras 24 horas tras el ingreso, se requiere que en los días de espera hasta la cirugía se recurra, como alternativa, a una HBPM. ANTIVITAMINAS K Son derivados del dicumarol. Interfieren competitivamente en el metabolismo de la vitamina K, impidiendo que las proteínas dependientes de esta vitamina —los factores II, VII, IX y X y las proteínas C, S y Z— participen en el proceso fisiológico de la coagulación. El acenocumarol tiene una vida media más corta que la de la warfarina y su aclaramiento metabólico es, por el contrario, más rápido. El control de su acción terapéutica requiere una monitorización estrecha, que se expresa bajo la forma de razón normalizada internacional (INR). No se emplean en Europa en la profilaxis primaria de la ETV. INHIBIDORES DIRECTOS DEL FACTOR XA O DE LA TROMBINA Son fármacos anticoagulantes nuevos, que se administran por vía oral. Por el momento se usan en la profilaxis primaria de la ETV y solo en la intervención quirúrgica electiva del recambio de cadera o de rodilla. Hasta la fecha, la European Medicines Agency (EMA) ha autorizado, como anticoagulantes orales, el rivaroxabán, el apixabán y el dabigatrán. Los dos primeros son inhibidores directos del factor Xa, mientras que el dabigatrán es un inhibidor directo de la trombina. Deben comenzar a darse una vez realizada la intervención quirúrgica. En los estudios pivotales efectuados, basados en enfermos sometidos a una cirugía ortopédica de cadera o de rodilla, ha podido demos- trarse su eficacia y su seguridad, así como su no inferioridad en comparación con la enoxaparina (40 mg/día). OTROS FÁRMACOS La hirudina, inhibidor directo de la trombina, no se emplea en la profilaxis primaria por las reacciones adversas que pro- duce. El ácido acetilsalicílico debe quedar reservado para casos excepcionales, como última opción, en las personas con un alto riesgo hemorrágico, en las que existe alguna contraindicación para las HBPM en las dosis propias de la profilaxis primaria y en las que no puede recurrirse a las medias de compresión gradual o a la compresión neumática intermitente. Inicio y cambios relacionadoscon la anestesia o la analgesia neuroaxial Existen varios protocolos respecto al momento en el que debe iniciarse la profilaxis con las HBPM en los pacientes quirúr- gicos. Desde 12 horas antes de la cirugía hasta 12 horas des- pués, pero existen incluso los que la empiezan en el intervalo perioperatorio. No existen evidencias contundentes a favor de uno u otro procedimiento en función del balance existente entre el riesgo trombótico y el hemorrágico. La práctica más habitual en Europa es la de poner en marcha el tratamiento al inicio del período preoperatorio. De hecho, el comienzo post- operatorio no se contempla en las fichas técnicas de la mayoría de las HBPM. Cuando la primera dosis se da tras la cirugía, a las 4-6 horas, suele administrarse una dosis más baja, compatible con un riesgo moderado, que se continúa al día siguiente con una dosis más alta, que se corresponde con un riesgo elevado. En los últimos años se ha generalizado la anestesia y la anal- gesia neuroaxial, lo que ha dado lugar a cambios y a normas más estrictas sobre el momento en el que debe comenzarse el tratamiento con las HBPM. En la actualidad, aproximadamente el 50% de las intervenciones quirúrgicas ortopédicas de la cadera y de la rodilla se realizan con esta técnica anestésica, lo que reduce el riesgo de una ETV. A cambio, se incrementa el de que aparezca un hematoma perirraquídeo, que, aunque muy poco frecuente, tiene graves consecuencias. Ello ha hecho que distintas agencias, administraciones sanitarias y sociedades científicas hayan elaborado, por consenso, recomendaciones en cuanto a los tiempos de seguridad que deben existir entre la administración de los fármacos antitrombóticos y la técnica anestésica. Básicamente, los intervalos suelen consistir en una duración doble al de la vida media del fármaco. Así, en los pacientes que reciben una HBPM en dosis profilácticas en el preoperatorio, el tiempo recomendado entre la última dosis y la punción neuroaxial y la colocación o la retirada de un catéter es de 12 horas. Y entre cualquiera de estas maniobras y la siguiente dosis, un mínimo de 6 horas. En el caso del fondaparinux, en los individuos que se intervienen con anes- tesia general, debe empezarse el tratamiento en el postopera- torio, 6 horas después de que haya finalizado la intervención quirúrgica. Si se coloca un catéter para conseguir una analgesia postoperatoria, se aconseja un intervalo de 36 horas entre su retirada y la última dosis, si la hubiera, y de 12 horas hasta la siguiente dosis. Esto supone, en la práctica, saltarse una dosis del fármaco. Profilaxis en los enfermos con procesos quirúrgicos En los últimos años, el desarrollo de la cirugía y de las técni- cas anestésicas ha hecho que surjan matizaciones y sugeren- cias nuevas en cuanto a la profilaxis primaria de la ETV. Muchas veces estos cambios se adoptan con escasa evidencia, Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 50 Enfermedad tromboembólica venosa: prevención y tratamiento 419 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. al faltar trabajos específicos para cada situación. Las normativas más consistentes provienen del análisis de los estudios que, bajo métodos rigurosos, han seguido las sucesivas guías del American College of Chest Physicians (ACCP) y de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). En tér- minos generales se mantiene la recomendación de realizar una profilaxis, en el caso de la cirugía mayor, cuando el sujeto tiene una edad superior a los 40 años y, en el supuesto de la cirugía menor, cuando el paciente tiene factores de riesgo adicionales. No se aconseja una profilaxis sistemática, más allá de la movilización precoz, en la cirugía general o ginecológica menor ni en las personas con una edad inferior a los 40 años. Tampoco en los procedimientos transuretrales ni en la cirugía laparos- cópica o artroscópica de la rodilla o de la columna, siempre que no se asocie algún factor de riesgo adicional. En ocasiones, la valoración de estos factores no es concluyente, por lo que se hace necesario, en tal caso, tomar una decisión individualizada. La neurocirugía es una situación especial por el riesgo hemo- rrágico específico vital que conllevan muchas de las interven- ciones que se hacen en este ámbito. En términos generales, en las operaciones mayores no intracraneales se recomienda una HBPM o un método mecánico y, en las intracraneales, en el postoperatorio inmediato, son preferibles, preferentemente, los procedimientos mecánicos. Profilaxis en los enfermos con procesos médicos En la actualidad, más de la mitad de los episodios sintomá- ticos de la ETV y de las muertes debidas a un TEP se dan en individuos que padecen algún proceso médico. Estos aconte- cimientos se asocian incluso con más recurrencias y con más complicaciones hemorrágicas por el tratamiento que las que suceden en los casos quirúrgicos. Se ha demostrado que la profilaxis primaria es eficaz y segura en los pacientes hospita- lizados. Para los que se tratan en su domicilio, aun en circuns- tancias similares a las que se emplean en los hospitalizados, se carece de normativas por faltar estudios específicos al respecto. Las enfermedades que obligan a un ingreso hospitalario y en las que la profilaxis es incuestionable son la insuficiencia cardíaca congestiva y la enfermedad respiratoria grave. También lo es en las personas encamadas que tienen más de 75 años de edad o una historia previa de una ETV, una sepsis, una alteración neurológica aguda o una enfermedad inflamatoria intestinal. En los sujetos ingresados por una neoplasia, la reco- mendación de la American Cancer Society es la de que debe considerarse la profilaxis en todos los casos. En los enfermos ambulatorios que padecen un cáncer no parece justificarse la profilaxis primaria, aunque estén recibiendo una pauta qui- mioterápica o sean portadores de un dispositivo para el acceso venoso central. Duración de la profilaxis La duración del tratamiento profiláctico está en función del riesgo trombótico existente, de la alteración o intervención qui- rúrgica de que se trate y del fármaco que se utilice. De manera general, la prevención debe hacerse durante todo el ingreso, hasta que se produzca la movilización activa y persistente del individuo. Más allá del alta hospitalaria es eficaz, por lo que se recomienda mantenerla, en los pacientes sometidos a una cirugía ortopédica mayor y, entonces, hasta completar los 35 días si el fármaco administrado es una HBPM. Si se trata del fondaparinux, se aconsejan 24 días adicionales, aunque para este compuesto solo se dispone de estudios referentes a los primeros 9 días en el caso de la fractura de cadera. También parece conveniente prolongar la profilaxis hasta completar 28 días en las personas sometidas a una intervención quirúrgica abdominal mayor por una enfermedad maligna. En los sujetos que padecen procesos médicos el balance entre el riesgo de una ETV y el de una hemorragia no parece favorable a una prolongación de la profilaxis, por lo que no se estima conveniente continuar este tratamiento tras el alta hospitalaria. Tampoco se recomienda en los pacientes con enfermedades crónicas que siguen un régimen de inmoviliza- ción en su domicilio. Profilaxis en situaciones especiales Desde el punto de vista de la prevención de la ETV pueden considerarse situaciones especiales las que se describen a con- tinuación. LESIONES AISLADAS DE LAS EXTREMIDADES INFERIORES La frecuencia de las inmovilizaciones de las extremidades infe- riores con férulas por fracturas óseas aisladas o por lesiones ligamentosas es muy elevada en todas las edades. Parece que la incidencia de la TVP aumenta enlas fracturas, sobre todo en las proximales a la rodilla. Por ello, por consenso se aconseja la profilaxis antitrombótica en las fracturas o en los individuos que tienen factores de riesgo añadidos, aunque se desconoce cuál debe ser el tiempo en el que debe hacerse esta profilaxis. Suele señalarse que es prudente mantenerla en torno a unos 10 días, hasta la retirada de la férula o hasta que se produzca una movilización suficiente de la extremidad lesionada. LESIONES MEDULARES AGUDAS Estas lesiones se acompañan, en el momento agudo, de un elevado riesgo de ETV, riesgo que puede prolongarse durante los primeros 3 meses. La duración de la profilaxis no se ha esta- blecido aún de forma adecuada, aunque se recomienda que se lleve a cabo desde un mínimo de 10 días hasta un máximo de 3 meses, según existan o no otros factores de riesgo adicionales. No se ha demostrado su utilidad más allá de los 3 meses. EMBARAZO Y PUERPERIO La incidencia global de la ETV en las mujeres embarazadas es baja. El riesgo aumenta al final de la gestación y durante el puerperio. La indicación de la prevención debe sentarse por el antecedente de una ETV previa —bien durante un embarazo anterior o bien en otras circunstancias—, por la presencia de factores de riesgo transitorios o idiopáticos, por la existencia o no de una trombofilia, con ponderación de las posibles consecuencias para cada uno de estos trastornos, y por la con- currencia de otros motivos de riesgo adicionales. En función de la combinación de estas variables diversas sociedades científicas Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 420 han publicado distintos documentos de consenso. En ellos se hace referencia a las recomendaciones sobre la prevención antitrombótica que han de seguirse en estos casos y que van desde la simple vigilancia durante la gestación, con solo una profilaxis durante 6 semanas tras el parto, hasta la prevención con dosis intermedias durante todo el embarazo y el puerperio. Parece aconsejable la vigilancia coordinada de estas mujeres por médicos especialistas en el campo de la hematología y de la obstetricia. VIAJES PROLONGADOS El término síndrome de la clase turista se acuñó en 1977 al detec- tarse en varias personas la aparición de una ETV tras realizar un viaje en avión en clase turista. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la realidad de este síndrome en el año 2008 y lo definió como un problema de salud. La probabilidad de una ETV es mayor cuanto mayor es la duración del vuelo, aunque suele aparecer a partir de las 6 u 8 horas de viaje en un avión. Se ha especulado mucho sobre los mecanismos que favorecen esta ETV en estos casos. Los más aceptados hacen referencia a la escasa movilidad del individuo y a la angulación prolongada en la que, durante horas, se mantienen las extre- midades inferiores, como consecuencia del reducido espacio existente entre los asientos, lo que impide su estiramiento de manera adecuada. La incidencia global del síndrome de la clase turista es baja, pero aumenta hasta el 3 o el 5% en las personas que tienen algún factor de riesgo adicional, lo que justifica que en estos individuos se instaure alguna medida profiláctica. Con carácter general se recomienda, en todos los casos, la movilización, la contracción periódica de las piernas y la hidratación. En los sujetos con factores de riesgo, las medias de compresión fuerte, entre 15 y 30 mm Hg, por debajo de la rodilla son eficaces, ya que disminuyen el edema de las piernas y previenen la TVP. Excepcionalmente estaría indicada, cuando haya circunstancias que se asocien con una probabilidad trombótica muy alta, una profilaxis adicional con alguna HBPM, en dosis única, unas horas antes de iniciarse el viaje. TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA En el 60-80% de los pacientes con un TEP sintomático existe una TVP que, en más de la mitad de las ocasiones, es asin- tomática. A su vez, aproximadamente en el 50% de las TVP sintomáticas se produce un TEP asintomático. Por otra parte, con la utilización generalizada de la angiografía por tomografía computarizada (angio-TC) torácica basada en multidetectores, se identifican casos de TEP y de TVP que aparecen como un hallazgo radiológico casual, sobre todo en los enfermos que tienen una neoplasia. En la mayoría de todos estos supuestos el tratamiento es el mismo, tanto en la fase aguda como en lo que respecta a la profilaxis secundaria. La secuencia de las decisiones terapéuticas que han de tomarse debe ser inmediata y ordenada (fig. 50.1). Salvo que exista un riesgo hemorrágico alto, es aconsejable iniciar el tratamiento de manera precoz, incluso ante la simple sospecha clínica, a la espera de que puedan realizarse las pruebas que sirvan para confirmar el diagnóstico. La anticoagulación inicial con dosis terapéuticas correctas influye en la eficacia del tratamiento a corto y a largo plazo. En los individuos estables desde un punto de vista hemodinámico el fármaco de elección es una HBPM, aunque también son eficaces la HNF intravenosa administrada en infusión continua, la HNF subcutánea y el fondaparinux. El tratamiento de la fase aguda debe tener una duración mínima, sea cual sea la heparina que se utilice, de 5 días, sin límite máximo. En los ensayos pivotales efectuados hasta la fecha con los nuevos anticoagulantes orales (rivaroxabán y apixabán) se ha demos- trado que estos compuestos son tan eficaces una HBPM. La continuación terapéutica con un agente antivitamina K requiere de un período de solapamiento de ambos tipos de anticoagulantes, que debe durar alrededor de 4 días. Por ello, puede comenzarse con una antivitamina K a partir del primer o segundo día del diagnóstico. No debe reducirse la dosis ni suspender la heparina mientras no se haya alcanzado una INR que esté entre 2 y 3. Deben tenerse en cuenta la opción de los fibrinolíticos y de los filtros de la vena cava para las situaciones en las que estas medidas puedan estar indicadas. En casos excep- cionales, también cabe pensar en otros procedimientos locales que se llevan a cabo por vía percutánea con un catéter e incluso en la trombectomía. Valoración de la gravedad y del riesgo hemorrágico El objetivo a corto plazo del tratamiento del TEP es evitar la muerte y la aparición de recurrencias. Por ello, siempre es imprescindible efectuar una rápida valoración inicial de la gravedad, al objeto de estratificar el riesgo. La hipotensión FIGURA 50.1 Algoritmo terapéutico de la enfermedad tromboembólica venosa. En los enfermos normotensos con marcadores de gravedad debe individualizarse la indicación de la trombólisis o del tratamiento con una heparina de bajo peso molecular. HBPM, heparina de bajo peso molecular; HNF, heparina no fraccionada; INR, razón internacional normalizada. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 50 Enfermedad tromboembólica venosa: prevención y tratamiento 421 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. arterial define el shock y el compromiso hemodinámico indica que existe una posibilidad real de muerte, lo que debe llevar a la indicación de un tratamiento trombolítico. En los enfermos estables desde un punto de vista hemodi- námico la afectación clínica y, en consecuencia, la probabilidad de muerte son variables. Existe un subgrupo de pacientes en los que la tensión arterial se mantiene, pero que en los que se produce una clara disfunción del ventrículo derecho. Su riesgode muerte es intermedio, por lo que deben ser objeto de una atención clínica cuidadosa. El tratamiento de estos individuos es aún motivo de controversia. En el momento actual no se recomienda la fibrinólisis, salvo en casos concretos con un riesgo hemorrágico bajo. Este subgrupo de sujetos puede iden- tificarse si se realizan distintas pruebas de forma simultánea y combinada, como la determinación de los niveles de ciertos marcadores biológicos, la angio-TC torácica y el ecocardio- grama transtorácico. La troponina T y el péptido natriurético cerebral parecen ser buenos o aceptables predictores del TEP de pronóstico fatal. El aumento del diámetro del ventrículo derecho respecto al del izquierdo, la inversión del septo en la angio-TC torácica o la hipertensión pulmonar y la hipocinesia del ventrículo derecho en el ecocardiograma transtorácico ayudan, asimismo, a predecir la aparición de acontecimientos adversos a corto plazo. Un porcentaje significativo de los enfermos que se mantie- nen hemodinámicamente estables tiene un riesgo de muerte bajo, como también lo tiene de cualquier acontecimiento adverso a corto plazo. A estos individuos puede acortárse- les el tiempo de tratamiento hospitalario y en ellos pueden plantearse incluso protocolos terapéuticos domiciliarios. El mejor procedimiento para identificar a estos sujetos se basa en el empleo de la escala clínica denominada Pulmonary embo- lism severity index (PESI), que tiene una versión simplificada (cuadro 50.4). En ambas escalas —completa y simplificada— se emplean datos clínicos, como la edad, la eventual exis- tencia de una neoplasia y la presencia de una comorbilidad significativa. El riesgo hemorrágico ha de considerarse y valorarse antes de iniciar cualquier tratamiento anticoagulante. Se estima que la incidencia de hemorragias graves durante los primeros 3 meses de una anticoagulación se sitúa entre el 2 y el 3%. Los fibrinolíticos aumentan la probabilidad de sangrado entre 1,5 y 2 veces la de las heparinas. No obstante, el tratamiento anticoa- gulante solo debe evitarse cuando existe una contraindicación absoluta, esto es, una hemorragia interna activa o una hemo- rragia intracraneal reciente. En estos pacientes ha de optarse por la colocación de un filtro en la vena cava. Existen diversas escalas para medir el riesgo hemorrágico (tabla 50.3). También deben tenerse en cuenta otras variables asociadas, como la comorbilidad, la edad superior a los 70 años, la intensidad de la anticoagulación que va a ponerse en marcha y la disfun- ción hepática. En cualquier caso, en el balance entre el riesgo vital que conlleva el TEP y la hemorragia, el primero define la necesidad de instaurar un tratamiento anticoagulante. Debe tenerse siempre presente que incluso en los ancianos, en los que el riesgo hemorrágico es mayor, la probabilidad de fallecer por un TEP es de cuatro a cinco veces superior a la de morir por una hemorragia relacionada con el tratamiento. Cuadro 50.4 ESCALA PESI (PULMONARY EMBOLISM SEVERITY INDEX) UTILIZABLE PARA IDENTIFICAR A LOS ENFERMOS CON UN TROMBOEMBOLISMO PULMONAR EN LOS QUE EL RIESGO DE QUE SE PRODUZCAN ACONTECIMIENTOS ADVERSOS ES BAJO Variables: ● Edad superior a los 80 años ● Existencia de una neoplasia ● Enfermedad cardiopulmonar crónica ● Frecuencia cardíaca superior a 110 latidos/minuto ● Tensión arterial sistólica inferior a 100 mm Hg ● Saturación de oxígeno inferior al 90% Estratificación del riesgo: ● Riesgo bajo: 0 puntos ● Riesgo alto: 1 o más puntos TABLA 50.3 Diferentes escalas para medir el riesgo hemorrágico Escala de Wells Puntos Escala del RIETE Puntos Edad > 65 años 1 Hemorragia mayor reciente 2 Hemorragia digestiva previa 1 Creatinina sérica > 1,2 mg/dL 1,5 Antecedente de accidente vascular cerebral 1 Hemoglobina Uno o más de lo siguiente 1 ● < 13 g/dL en los hombres 1,5 ● Hematocrito < 30% ● < 12 g/dL en las mujeres 1 ● Creatinina sérica > 1,5 mg/dL Neoplasia 1 ● Diabetes mellitus Tromboembolismo pulmonar sintomático 1 ● Infarto agudo de miocardio reciente Edad > 75 años 1 Riesgo Puntos Riesgo Puntos Bajo 0 Bajo 0 Moderado 1 o 2 Intermedio 1-4 Alto ≥ 3 Alto > 4 RIETE, Registro informatizado de la enfermedad tromboembólica venosa. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 422 Reposo o movilización Hoy en día existe suficiente evidencia como para afirmar que la deambulación precoz en la TVP no aumenta el riesgo de recidiva ni el peligro de desencadenar un TEP. En cambio, sí puede minimizar la probabilidad de un síndrome pos- trombótico de las extremidades inferiores. Por este motivo es muy conveniente aconsejar el uso de medias de compresión fuerte durante, al menos, 2 años y mientras persistan las manifestaciones clínicas del síndrome postrombótico. Sin embargo, en el TEP la movilización y el esfuerzo físico, aunque sea limitado, pueden provocar la claudicación del ventrículo derecho. Por ello, la indicación de mantener un reposo adecuado y la de su persistencia en el tiempo deben tomarse en función de la gravedad del TEP, que ha de definirse por la repercusión hemodinámica y por los signos de disfunción del ventrículo derecho que aparezcan. En general, en estos enfermos el reposo suele mantenerse durante 48 a 72 horas. Fármacos que pueden utilizarse durante el período agudo Los fármacos que pueden emplearse en el tratamiento de la ETV son muchos y cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes, tal y como se describe a continuación. HEPARINAS DE BAJO PESO MOLECULAR Las dosis terapéuticas varían según el tipo de HBPM que se utilice (cuadro 50.5). Se administran tanto cada 12 como cada 24 horas, en una dosis que ha de ajustarse al peso del individuo. Habitualmente no se necesita una monitorización analítica de la actividad antifactor Xa, salvo en los individuos que tienen una insuficiencia renal o una obesidad mórbida. También parece aconsejable la monitorización en el caso de una recidiva o de complicaciones hemorrágicas. Las HBPM alcanzan una concentración plasmática eficaz en alrededor de 1 hora y una tasa máxima a las 4 horas. La monitorización se realiza mediante la medición de la actividad antifactor Xa a las 4 horas de su administración. El intervalo terapéutico se encuentra entre 0,6 y 1 UI/mL, cuando se pauta cada 12 horas, y entre 1 y 2 UI/mL si se inyecta cada 24 horas. Las HBPM son los fármacos de elección en los TEP que no cursan con ines- tabilidad hemodinámica. HEPARINA NO FRACCIONADA Durante décadas, la HNF ha sido el fármaco de elección en el tratamiento inmediato de la ETV aguda. Ejerce su acción anticoagulante uniéndose a la antitrombina y potenciándo- la en la inactivación de diversos factores de la coagulación activados, principalmente de la trombina. Habitualmente se emplea la heparina sódica intravenosa. Se comienza con una dosis (bolus) de 80 UI/kg de peso o de 5.000 UI, seguida de una perfusión continua de 18 UI/kg de peso/hora o de 1.300 UI/hora. También puede usarse por vía subcutánea cada 12 horas, comenzando con 17.500 UI o con 250 UI/kg de peso/12 horas. El efecto del tratamiento tiene que vigilarse periódicamente. El efecto terapéutico se consigue bien cuando el tiempo parcial de tromboplastina activado se prolonga de 1,5 a 2,5 veces el valor del control o bien cuando la heparine- mia se sitúa entre 0,3 y 0,7 UI/mL de actividad antifactor Xa. La HNF es el fármaco de elección en los sujetos que tienen una insuficiencia renal grave y, por su corta vida media, en los pacientes con un riesgo hemorrágico elevado. FÁRMACOS TROMBOLÍTICOS Los fármacos trombolíticos potencian la fibrinólisis fisiológica al activar el plasminógeno e incrementar la formación de plas- mina. De esta manera lisan, con gran rapidez,los trombos recientes. Existe suficiente evidencia como para afirmar que los agentes trombolíticos son más eficaces que la HNF en las primeras 24 horas en lo que se refiere a la mejoría, tanto de los datos hemodinámicos como del flujo arterial pulmonar. Esta diferencia se reduce progresivamente hasta igualarse a los pocos días. Sin embargo, los trombolíticos se asocian con un riesgo hemorrágico 1,5 a 2 veces superior al de las HBPM o al de la HNF. Por ello solo hay acuerdo respecto a su indicación en el TEP que cursa con inestabilidad hemodinámica. También pueden considerarse algunos casos muy seleccionados de TVP iliofemoral en los que el tiempo transcurrido con síntomas es inferior a los 14 días y tienen un bajo riesgo de sangrado. En cuanto a las sustancias trombolíticas disponibles, es preferible la infusión en un período corto de tiempo y su administra- ción periférica intravenosa a la local mediante un cateterismo (cuadro 50.6). NUEVOS FÁRMACOS El fondaparinux es el primer pentasacárido sintético, inhibidor indirecto del factor Xa, de cuya eficacia en el tratamiento inme- diato de la ETV aguda se tiene clara evidencia. Esta sustancia se usa en una dosis única diaria de 7,5 mg/24 horas en los Cuadro 50.6 DOSIS DE LOS FÁRMACOS TROMBOLÍTICOS EN EL TRATAMIENTO DEL TROMBOEMBOLISMO PULMONAR HEMODINÁMICAMENTE INESTABLE Activador tisular del plasminógeno recombinante: 100 mg en 2 horas Urocinasa: 3 millones UI en 2 horas Estreptocinasa: 1,5 millones UI en 2 horas Cuadro 50.5 DOSIS TERAPÉUTICAS DE LAS HEPARINAS DE BAJO PESO MOLECULAR Y DEL FONDAPARINUX EN EL TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Bemiparina: 115 UI/kg/24 horas Dalteparina: 100 UI/kg/12 horas o 200 UI/kg/24 horas Enoxaparina: 1 mg/kg/12 horas o 1,5 mg/kg/24 horas Fraxiparina: 85,5 UI/kg/12 horas o 171 UI/kg/24 horas Tinzaparina: 175 UI/kg/24 horas Fondaparinux: 7,5 mg/24 horas entre 50 y 100 kg de peso Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org CAPÍTULO 50 Enfermedad tromboembólica venosa: prevención y tratamiento 423 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. individuos que pesan entre 50 y 100 kg, y de 5 o de 10 mg/24 horas en los sujetos con un peso inferior a los 50 kg o superior a los 100 kg, respectivamente. El pico máximo de concentración se alcanza entre 1 y 3 horas después de su administración. El rivaroxabán y el apixabán son dos nuevos anticoagulantes orales. Ambos son inhibidores directos y selectivos del factor Xa. En los ensayos clínicos pivotales disponibles, tanto el rivaro- xabán como el apixabán han demostrado tener una eficacia no inferior a la del tratamiento convencional con una HBPM, si bien su perfil de seguridad es superior. El rivaroxabán se administra por vía oral, en dosis de 15 mg/12 horas, durante los primeros 21 días, pauta que debe continuarse con una dosis de 20 mg/día durante los siguientes meses. La dosis de apixabán es de 10 mg/12 horas durante los primeros 7 días, transcurri- dos los cuales debe pasar a ser de 5 mg/12 horas durante los siguientes 6 meses. El dabigatrán es otro anticoagulante oral, inhibidor directo de la trombina, cuya indicación en los pri- meros 10 días del tratamiento agudo aún no se ha ensayado. Filtros de la vena cava Las indicaciones de los filtros de la vena cava no se han modi- ficado en los últimos años. Siguen siendo las mismas: a) con- traindicación absoluta para instaurar una anticoagulación, y b) presencia de una hemorragia mayor no controlada durante el tratamiento. La eficacia de los filtros para evitar un TEP se ve contrarrestada porque a medio y a largo plazo son un elemento de riesgo para la recidiva de una TVP. No obstante, actualmente se está imponiendo el uso de los filtros recuperables, es decir, de dispositivos que pueden rescatarse en unos plazos cada vez más largos y que, además, pueden quedarse como definitivos si la situación clínica lo aconseja. Si hubiera que dejar el filtro definitivamente instalado y, en cualquier caso, una vez que ha cesado la situación aguda que motivó su indicación, es preciso poner en marcha un tratamiento anticoagulante para evitar las recidivas de la TVP y minimizar el riesgo de un síndrome postrombótico. Duración de la profilaxis secundaria El objetivo de la profilaxis secundaria se dirige a evitar las recidivas y las posibles secuelas de la ETV, en concreto la hiper- tensión arterial pulmonar y el síndrome postrombótico de las extremidades inferiores. En la mayoría de los TEP y de las TVP que se relacionan con un factor de riesgo transitorio, sin que existan otros factores añadidos, la duración del tratamiento anticoagulante oral se ha establecido en un mínimo de 3 meses. También se considera que el tratamiento debe mantenerse 3 meses en la TVP aislada del territorio distal que no se asocia con factores de riesgo. En las formas idiopáticas, en las que las circunstancias desencadenantes no son claras y la posibilidad de recidiva es más elevada, la duración de la anticoagulación oral aún no se ha establecido de manera adecuada. Oscila entre un mínimo de 3 meses y un máximo indefinido. La duración del tratamiento anticoagulante en los pacientes con una ETV idiopática ha de fijarse efectuando un balance periódico indi- vidualizado entre el riesgo de una recidiva y el de una hemo- rragia. En los enfermos con un cáncer, el tratamiento ha de continuarse mientras la enfermedad esté activa. La ETV idiopática recidiva más del doble de lo que recurre la ETV que se asocia con factores de riesgo bien identificados. No obstante, el concepto de ETV idiopática aún no se ha defi- nido bien. Hay acuerdo general en utilizar este término ante la ausencia de factores de riesgo, tanto independientes como desencadenantes de naturaleza conocida. En los enfermos con una ETV idiopática ha de tenerse en cuenta que, tras suspender la anticoagulación, la probabilidad de una recidiva es muy alta. Así se ha observado en pacientes que se han seguido durante 10 años, en los que la incidencia acumulada de las recurrencias alcanzaba hasta un 30 o un 40% de los casos. En efecto, parece claro que la anticoagulación solo evita estas recidivas mientras se mantiene. Por otra parte, las complicaciones hemorrágicas mayores, sobrepasados los 3 a 6 primeros meses, se sitúan en torno a un 3% al año, al menos en los primeros 4 años de seguimiento. En la valoración individual del riesgo de recidiva debe tener- se en cuenta la forma de presentación del episodio agudo, puesto que en los individuos en los que el primer episodio fue un TEP la probabilidad de que la recaída sea de nuevo un TEP triplica a la de que sea una TVP. Ello hace que la posibilidad de muerte sea más elevada. Entre los factores de riesgo de recidiva también debe considerarse la existencia de una trombofilia o de una trombosis venosa residual, así como las características propias del individuo. El dímero D sérico parece tener, en determinados pacientes, un papel importante como elemento predictor de las recidivas. Por otra parte, en el TEP es imprescindible la monitorización funcional al menos durante los 2 primeros años. Esta moni- torización debe hacerse mediante ecocardiogramas para que, ante una sospecha clínica, pueda detectarse la hipertensión pulmonar que se asocia con el TEP crónico. La aparición de esta complicación implica que el tratamiento anticoagulante oral se mantenga durante un tiempo que hoy en día se estima como indefinido. La importancia de la trombofilia hereditaria como factor de riesgo independiente para la recurrencia de la ETV es con- trovertida. La prevalencia relativamente baja de los déficits de antitrombina, de proteína C o de proteína S en sujetos no seleccionados que han sufrido una ETVdificulta el reconoci- miento de evidencias. No obstante, existe acuerdo general en considerar estos tres déficits (las mutaciones homocigóticas del factor V Leiden o del factor II G20210A, y las alteraciones combinadas, incluidas la de la mutación del factor V Leiden y del factor II heterocigótico) como de riesgo elevado para la recidiva. La incidencia de las recurrencias se reduce en un 80% si se mantiene la anticoagulación oral. En las mujeres embarazadas las mutaciones heterocigóticas del factor II o del factor V Leiden se asocian con un aumento del riesgo de padecer una ETV y, luego, de sufrir una recidiva. La persistencia parcial, en el tiempo, de un trombo organi- zado y adherido a la pared venosa es lo que se cataloga como una trombosis venosa residual. Con el paso de meses o de años el tamaño de este trombo residual puede disminuir. La ecografía venosa se normaliza a los 2 o 3 años en tres de cada cuatro casos de TVP sintomática tratados con anticoagulantes durante 3 meses. La trombosis venosa residual puede favorecer la estasis venosa y comportarse como un factor de riesgo para la recidiva de la ETV. El mayor problema se encuentra al tratar Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org SECCIÓN VI Patología pulmonar vascular 424 de estandarizar el diagnóstico de esta situación mediante una ecografía. Se considera que el estudio es positivo cuando el diámetro transverso, tras una compresión máxima, de la vena poplítea, la femoral común o la unión del cayado de la safena con la femoral es superior a 2-5 mm. El dímero D sérico se utiliza en la ETV por su elevado valor predictivo negativo, sobre todo si se combina con una estimación de la probabilidad clínica. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que también tiene, si se determina al mes de haber suspendido el tratamiento anticoagulante oral, un valor predictivo de la recidiva en la ETV idiopática. Otros factores de riesgo de recurrencia son la edad avanzada, el sexo masculino, la obesidad, el síndrome postrombótico de las extremidades inferiores secundario a una TVP concomitante con un TEP, el consumo de algunos fármacos antipsicóticos y la existencia de ciertas enfermedades crónicas, como la enfer- medad inflamatoria intestinal. En definitiva, la duración de la anticoagulación oral debe individualizarse en la mayoría de las ocasiones. Al respecto, deben tenerse en cuenta, a los 3 a 6 meses, en la ETV idiopá- tica, los factores de riesgo de recidiva y el riesgo hemorrágico existentes (cuadro 50.7). Además, la preferencia del paciente también tiene un valor añadido. Se ha comprobado que el riesgo anual de muerte por recidiva de un TEP fatal es, tras 4,5 años de seguimiento, superior al de muerte por una hemorragia relacionada con el tratamiento anticoagulante oral, aunque las diferencias no son, en términos absolutos, demasiado grandes. Los fármacos de elección para la profilaxis secundaria son los agentes antivitamina K, es decir, el acenocumarol y la war- farina (que consiguen una INR entre 2 y 3). El riesgo de san- grado se relaciona con la presencia de una INR superior a 4 o 5. También se asocia con la toma de otros fármacos, como los antiagregantes plaquetarios y los antiinflamatorios no esteroi- deos, así como con las características del sujeto (antecedentes hemorrágicos o comorbilidad con riesgo de sangrado). En los enfermos con un cáncer son más eficaces las HBPM que los fármacos antivitamina K, al menos durante los primeros 3 a 6 meses tras el episodio agudo. Así lo han señalado recientemen- te varias sociedades científicas de prestigio y así lo ha recogido, asimismo, la American Society of Clinical Oncology. Para continuar el tratamiento más allá de los 3 a 6 primeros meses, la EMA ya ha aprobado la indicación del rivaroxabán, en una dosis única diaria de 20 mg, sin que, si se usa, se precise realizar monitorización analítica alguna por el laboratorio. Se encuentran en fase de evaluación, para su eventual apro- bación en el tratamiento prolongado de la ETV, el apixabán y el dabigatrán. El ácido acetilsalicílico, en una dosis de 100 mg/24 horas, podría administrarse, según los últimos ensayos clínicos publi- cados, en casos seleccionados por su riesgo hemorrágico, en los que estuviera indicada la anticoagulación indefinida y se hubieran completado, al menos, 3-6 meses de tratamiento anticoagulante convencional. Parece que con ello se disminuye en un 30% la probabilidad de una recidiva. Bibliografía Duhl AJ, Paidas MJ, Ural SH, Branch W, Casele H, Cox-Gill J, et al. Antithrombotic therapy and pregnancy: consensus report and recommendations for prevention and treatment of venous thrombo embolism and adverse pregnancy outcomes. Am J Obstet Gynecol 2007;197(457):e1-e21. Guyatt GH, Eikelboom JW, Gould MK, Garcia DA, Crowther M, Murad H, et al. Approach to outcome measurement in the prevention of thrombosis in surgical and medical patients. Chest 2012;141: 185S-94S. Kaufman JA, Kinney TB, Streiff MB, Sing RF, Proctor MC, Becker D, et al. Guidelines for the use of retrievable and convertible vena cava filters: report from the Society of Interventional Radiology multi- disciplinary consensus conference. J Vasc Interv Radiol 2006;17: 449-59. Kearon C, Akl EA, Comerota AJ, Prandoni P, Bounameaux H, Goldhaber SZ, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease. Chest 2012;141:419S-94S. Medrano Ortega FJ, Navarro Puerto A, Vidal Serrano S, Alonso Ortiz del Río C, Gutiérrez Tous R, Marín León I, et al. Guía Pretemed 2007 sobre prevención de la enfermedad tromboembólica venosa en patología médica. Córdoba: Editorial Sademi. 2008. National Institute for Health and Clinical Excellence. Venous throm- boembolic diseases: the management of venous thromboembolic diseases and the role of thrombophilia testing. En: NICE clinical guidelines 2012. Disponible en: www.nice.org.uk/guidance/cg. Consultado en febrero de 2014. Otero R, Grau E, Jiménez D, Uresandi F, López JL, Calderón E, et al. Profilaxis de la enfermedad tromboembólica venosa. Arch Bron- coneumol 2008;44:160-9. Uresandi F, Monreal M, García-Bragado F, Domenech P, Lecumberri R, Escribano P, et al. Consenso nacional sobre el diagnóstico, estratifi- cación de riesgo y tratamiento de los pacientes con tromboembolia pulmonar. Arch Bronconeumol 2013;49:534-47. Cuadro 50.7 DURACIÓN DEL TRATAMIENTO ANTICOAGULANTE EN LA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA Episodio con factores de riesgo transitorios: 3 meses Episodio idiopático: 3-6 meses o largo plazo* Episodio idiopático de repetición: largo plazo o indefinido Presencia de una neoplasia activa: largo plazo o indefinido *Largo plazo: el tiempo que debe durar el tratamiento anticoagulante ha de establecerse evaluando periódicamente el balance existente entre el riesgo de una recidiva y el riesgo de una hemorragia. Descargado de ClinicalKey.es desde Universidad Nacional Autonoma de Mexico diciembre 14, 2016. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2016. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. http://booksmedicos.org Botón1:
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