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28 EPIDEMIOLOGÍA Y ALGORITMOS DE TRATAMIENTO ■ Principios de la terapia antihipertensiva DIURÉTICOS ■ Benzotiadiazinas y compuestos relacionados ■ Otros agentes antihipertensivos diuréticos ■ Diuréticos ahorradores de K+ ■ Interacciones de fármacos asociados a diuréticos AGENTES SIMPATOLÍTICOS ■ β bloqueadores ■ Bloqueadores α1 ■ Bloqueadores α1 y β combinados ■ Medicamentos simpaticolíticos de acción central BLOQUEADORES DEL CANAL Ca2+ INHIBIDORES DEL SISTEMA RENINA-ANGIOTENSINA ■ Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina ■ Antagonistas de receptores AT1 ■ Inhibidores directos de la renina VASODILATADORES ■ Hidralazina ■ Activadores canales KATP: minoxidil ■ Nitroprusiato sódico ■ Diazóxido TERAPIA NO FARMACOLÓGICA DE LA HIPERTENSIÓN SELECCIÓN DE FÁRMACOS ANTIHIPERTENSIVOS EN PACIENTES INDIVIDUALES TRATAMIENTO ANTIHIPERTENSIVO AGUDO HIPERTENSIÓN RESISTENTE Capítulo Tratamiento de la hipertensión Epidemiología y algoritmos de tratamiento La hipertensión es la enfermedad cardiovascular más común. La presión arterial elevada causa hipertrofia del ventrículo izquierdo y cambios pa- tológicos en la vasculatura. Como consecuencia, la hipertensión es la cau- sa principal del accidente cerebrovascular; un importante factor de riesgo para CAD y sus complicaciones concomitantes, infarto de miocardio y muerte súbita cardiaca y un importante contribuyente a la insuficiencia cardiaca, insuficiencia renal y el aneurisma disecante de la aorta. La pre- valencia de hipertensión aumenta con la edad; por ejemplo, alrededor del 50% de las personas entre 60 y 69 años padecen hipertensión y la pre- valencia aumenta más luego de los 70 años. De acuerdo a una encuesta realizada recientemente en Estados Unidos, 81.5% de las personas con hipertensión saben que la tiene, 74.9% están siendo tratados, pero sólo 52.5% se consideran controlados (Go et al., 2014). El éxito de los progra- mas de tratamiento de hipertensión, como uno organizado en un gran sistema integrado de atención de salud en Estados Unidos (Jaffe et al., 2013), muestra que estas cifras pueden mejorarse sustancialmente me- diante registros electrónicos de hipertensión que monitorean las tasas de control de la hipertensión, retroalimentación regular a proveedores, de- sarrollo y actualización frecuente de una guía de tratamiento basada en la evidencia, promoción de terapias combinadas de una sola píldora y con- troles de seguimiento de la presión arterial. Entre 2001 y 2009, este programa aumentó el número de los pacientes con un diagnóstico de hipertensión en un 78%, así como la proporción de sujetos que alcanza- ron los blancos de presión arterial del 44% a más del 84% (Jaffe et al., 2013). La hipertensión se define como un aumento sostenido de la presión ar- terial de 140/90 mm Hg o más, un criterio que caracteriza a un grupo de pacientes cuyo riesgo de enfermedad cardiovascular relacionada con la hi- pertensión es lo suficientemente alto como para merecer atención médica. En realidad, el riesgo de enfermedad cardiovascular tanto mortal como no mortal en adultos es más bajo con presiones sistólicas menores de 120 mm Hg y presiones arteriales diastólicas menores de 80 mm Hg; estos riesgos aumentan gradualmente a medida que aumentan las presiones arteriales sistólica y diastólica. El reconocimiento del aumento continuo del riesgo impide una definición simple de hipertensión (Go et al., 2014) (tabla 28-1). Aunque muchos de los ensayos clínicos clasificaron la gravedad de la hi- pertensión por la presión diastólica, las elevaciones progresivas de la pre- sión sistólica son igualmente predecibles de los eventos cardiovasculares adversos; en todos los niveles de presión diastólica, los riesgos son mayores con niveles más altos de presión arterial sistólica. De hecho, en pacientes mayores de 50 años, las presiones arteriales sistólicas predicen resultados adversos mejor que las presiones diastólicas. La presión de pulso, definida como la diferencia entre presión sistólica y diastólica puede agregar valor predictivo adicional (Pastor-Barriuso et al., 2003). Esto puede deberse, al menos en parte, a una presión de pulso superior a la normal que indica una remodelación adversa de los vasos sanguíneos, que representa una dismi- nución acelerada de la distensibilidad de los vasos sanguíneos normalmen- te asociada con el envejecimiento y la aterosclerosis. La hipertensión sistólica aislada (a veces definida como presión arterial sistólica mayor de 140-160 mm Hg con presión arterial diastólica menor de 90 mm Hg) se li- mita en gran medida a personas mayores de 60 años. La presencia de cambios patológicos en ciertos órganos blancos tiene un peor pronóstico que el mismo nivel de presión sanguínea en un pa- ciente que carece de estos hallazgos. Por ejemplo, las hemorragias retinia- nas, los exudados y el papiledema en los ojos indican un pronóstico mucho peor a corto plazo para un determinado nivel de presión arterial. La hipertrofia ventricular izquierda definida por electrocardiograma, o más sensiblemente por ecocardiografía o por resonancia magnética car- diaca, se asocia con un resultado a largo plazo sustancialmente peor que incluye un mayor riesgo de muerte súbita cardiaca. El riesgo de enferme- dad cardiovascular, discapacidad y muerte en pacientes hipertensos tam- bién aumenta notablemente por el consumo concomitante de cigarrillos, diabetes o niveles elevados de LDL; la coexistencia de hipertensión con estos factores de riesgo aumenta la morbilidad y la mortalidad cardiovas- cular de forma incrementada por cada factor de riesgo adicional. El objetivo del tratamiento de la hipertensión es disminuir el riesgo car- diovascular; por tanto, pueden requerirse otras intervenciones dietéticas y farmacológicas para tratar estos factores de riesgo adicionales. El trata- miento farmacológico eficaz para los hipertensos disminuye la morbilidad y la mortalidad por enfermedad cardiovascular, reduciendo el riesgo de accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardiaca y CAD (Rosendorff et al., 2015). La reducción del riesgo de MI puede ser menos significativa. https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 508 Tratam ien to d e la h ip erten sión CA PÍTU LO 28 Tabla 28-1 ■ Criterios de la asociación americana del Corazón para la hipertensión en adultos ClaSIFICaCIÓN PRESIÓN aRTERIal (mm Hg) SISTÓlICa DIaSTÓlICa Normal <120 y <80 Prehipertensión 120-139 o 80-89 Hipertensión, etapa 1 140-159 o 90-99 Hipertensión, etapa 2 ≥160 o ≥100 Crisis hipertensiva >180 o >110 Abreviaturas ACE: (angiotensin-converting enzyme) Enzima convertidora de angiotensina ACEI: (angiotensin-converting enzyme inhibitor) Inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina Aldo:(aldosterone) Aldosterona AngII: (angiotensin II) Angiotensina II ANP: (atrial natriuretic peptide) Péptido natriurético auricular ARB: (angiotensin receptor blocker) Antagonista del receptor de angiotensina AT1: (type 1 receptor for angiotensin II) Receptor de la angiotensina II tipo 1 ATPasa: (adenosine triphosphatase) Trifosfato de adenosina AV: (atrioventricular) Atrioventricular BB: (β blocker) Bloqueador β adrenérgico Blocker β: (β andrenergic receptor antagonist) Antagonista del receptor β adrenérgico BNP: (brain natriuretic peptide) Péptido natriurético cerebral BP: (blood pressure) Presión arterial CAD: (coronary artery disease) Enfermedad de la arteria coronaria CCB: (Ca2+ channel blocker) Bloqueador del canal de Ca2+ CNS: (central nervous system) Sistema nervioso central COX-2: (cyclooxygenase 2) Ciclooxigenasa 2 DOPA: (3,4-dihydroxyphenylalanine) 3.4-dihidroxifenilalanina DRI: (direct renin inhibitor) Inhibidor directo de la renina ENaC: (epithelial Na+ channel) Canal de Na+ epitelial ESC: (European Society of Cardiology) Sociedad Europea de Cardiología GI: (gastrointestinal) Gastrointestinal GFR: (glomerural filtration rate) Tasa de filtración glomerular HDL: (high-density lipoprotein) Lipoproteínade alta densidad HF: (heart failure) Insuficiencia cardiaca HTN: (hypertension) Hipertensión arterial ISA: (intrinsic symphathomimetic activity) Actividad simpaticomimética intrínseca ISDN:(isosorbide dinitrate) Dinitrato de isosorbida JNC8: (Eighth Joint National Committee) Octavo Comité Nacional Conjunto MI: (myocardial infarction) Infarto de miocardio MRA: (mineralocorticoid receptor antagonist) Antagonista del receptor mineralocorticoide NCC: (NaCl cotransporter) Cotransportador de NaCl NE: (norepinephrine) Norepinefrina NO: (nitric oxide) Óxido nítrico NSAID: (nonsteroidal anti-inflamatory drug) Medicamento antiinflamatorio no esteroideo RAAS: (renin-angiotensin-aldosterone system) Sistema de renina-angiotensina-aldosterona RAS: (renin-angiotensin system) Sistema de renina-angiotensina SA: (sinoatrial) Sinoatrial SNS: (sympathetic nervous system) Sistema nervioso simpático VMAT2: (vesicular cathecholamine transporter 2) Transportador vesicular de catecolaminas tipo 2 Principios de la terapia antihipertensiva La terapia no farmacológica o cambios relacionados con el estilo de vida es un componente importante del tratamiento de los pacientes con hiper- tensión (James et al., 2014; Mancia et al., 2013). En algunos hipertensos de grado 1 (figura 28-1), la presión arterial puede controlarse adecuada- mente mediante una combinación de pérdida de peso (en individuos con sobrepeso), restringir la ingesta de sodio (a 5-6 g/d), aumentar el ejercicio aeróbico (>30 min/d), moderando el consumo de alcohol (etanol/día ≤20- 30 g en hombres [dos bebidas], ≤10-20 g en mujeres [un trago]), dejar de fumar, aumentar el consumo de frutas, vegetales y productos lácteos ba- jos en grasa. La mayoría de los pacientes requieren terapia con medicamentos para un control adecuado de la presión arterial (figura 28-1). Los objetivos óp- timos de la presión arterial para la terapia con medicamentos todavía se debaten, y las pautas actuales de las sociedades cardiovasculares difieren ligeramente (James et al., 2014). Recientemente, un gran estudio compa- rativo en pacientes no diabéticos con riesgo cardiovascular aumentado se interrumpió prematuramente porque el grupo de pacientes tratados con antihipertensivos a un blanco de presión arterial sistólica de 120 mm Hg, con un promedio de 2.8 fármacos, experimentó una tasa de enfermeda- des cardiovasculares de 25% menos y mortalidad en comparación con el grupo dirigido al blanco objetivo estándar actual de 140 mm Hg (SPRINT Research Group, 2015). La tasa de efectos adversos, como la hipotensión y el empeoramiento de la función renal, fue mayor en el grupo de tratamiento intensificado, sin embargo, esto no se tradujo en una señal de daño real. Es probable que los datos conduzcan a una nueva evaluación de los actuales objetivos de presión arterial recomendados por la guía. La presión arterial es el producto del gasto cardiaco y la resistencia vascular periférica (figura 28-2). Los medicamentos reducen la presión arterial mediante acciones sobre la resistencia periférica, el gasto cardia- co o ambos. Los medicamentos pueden disminuir el gasto cardiaco al inhibir la contractilidad del miocardio o al disminuir la presión de llena- do ventricular. La reducción de la presión de llenado ventricular se puede lograr mediante acciones sobre el tono venoso o sobre el volumen sanguí- neo a través de los efectos renales. Los fármacos pueden disminuir la re- sistencia periférica al actuar sobre el músculo liso para provocar la relajación de los vasos de resistencia o al interferir con la actividad de los sistemas que producen la constricción de los vasos de resistencia (p. ej., el sistema nervioso simpático, el RAS). En pacientes con hipertensión sistólica aislada, la compleja hemodinámica en un sistema arterial rígido contribuye al aumento de la presión sanguínea; los efectos de los medica- mentos pueden estar mediados no sólo por los cambios en la resistencia periférica sino también por los efectos sobre la rigidez de las arterias grandes (Franklin, 2000). Los fármacos antihipertensivos se pueden clasificar según sus lugares o mecanismos de acción (tabla 28-2, figura 28-2). Las consecuencias he- modinámicas del tratamiento a largo plazo con agentes antihipertensivos (tabla 28-3) brindan una justificación para los posibles efectos comple- mentarios del tratamiento concurrente con dos o más fármacos. El uso concurrente de medicamentos de diferentes clases es una estrategia para lograr un control efectivo de la presión arterial mientras se minimizan los efectos adversos relacionados con la dosis. Por lo general, no es posible predecir las respuestas de las personas con hipertensión a ningún fármaco específico. Por ejemplo, para algunos medicamentos antihipertensivos, aproximadamente dos tercios de los pacientes tendrán una respuesta clínica significativa, mientras que cerca de un tercio de los pacientes no responderán al mismo medicamento. El origen racial y la edad pueden tener una modesta influencia sobre la pro- babilidad de una respuesta favorable a una clase particular de fármacos. Se han identificado polimorfismos en genes implicados en el metabolis- mo de fármacos antihipertensivos en los CYP (metabolismo de fase I) y en el metabolismo de fase II, como la catecol-O-metiltransferasa (véanse capítulos 6 y 7). Si bien estos polimorfismos pueden cambiar la farmaco- cinética de fármacos específicos de manera bastante marcada (p. ej., concentraciones plasmáticas cinco veces mayores de metoprolol en metabolizadores lentos del CYP2D6), las diferencias en la eficacia son menores (Rau et al., 2009) y de relevancia clínica desconocida. Tam- bién se han identificado polimorfismos que influyen en las respuestas farmacodinámicas a los fármacos antihipertensivos, incluidos los inhibi- dores de la ACE y los diuréticos, pero la evidencia de diferencias clínica- mente significativas en la respuesta al fármaco es escasa. La exploración ampliada del genoma ha identificado varias variantes genéticas asociadas con la hipertensión, pero los tamaños del efecto son mucho más pequeños que los factores de riesgo clínicamente establecidos, como el sobrepeso. Diuréticos Una estrategia temprana para el manejo de la hipertensión fue alterar el equilibrio de Na+ mediante la restricción de la sal en la dieta. La altera- ción farmacológica del equilibrio de Na+ se volvió práctica con el desarro- llo de los diuréticos tiazídicos activos por vía oral (véase capítulo 25). https://booksmedicos.org 509 M od ulación d e la fun ción p ulm on ar, ren al y card iovascular SECCIÓ N III Sistólica >160 o diastólica >100 (Hipertensión etapa 2) Modificaciones en el estilo de vida y Tiazida y ACEI, ARB o CCB O considere ACEI más CCB • Tiazida para la mayoría de los pacientes o ACEI, ARB, CCB o combinación • Si actualmente está en medicación(es) de BP, ajuste la dosis y/o agregue medicamentos de diferente clase • Promueva el automonitoreo y la adherencia a los medicamentos • Aconseje al paciente consultar si nota elevación de la BP o efectos secundarios • Continúe con las consultas según lo más clínicamente apropiado Considere la remisión al especialista en HTN Vuelva a verificar y revise las mediciones en 3 meses Vuelva a verificar y revise las mediciones en 2-4 semanas Vuelva a verificar y revise las mediciones en 2-4 semanas SíNo No Sí • Optimice la dosis o agregue medicamentos • Evalúe la adherencia, asesore sobre la automonitorización y solicite mediciones desde el hogar y otros escenarios • Considere causas secundarias ¿BP en el blanco? • • • • • Sistólica 140-159 o diastólica 90-99 (Hipertensión etapa 1) Probar modificaciones en el estilo de vida Considere agregar tiazida ¿BP en el blanco? Estos y otros agentes diuréticos relacionados tienen efectos antihiperten- sivos cuando se usan solos, y mejoran la eficacia de prácticamente todos los demás fármacos virtualmente antihipertensivos. Por tanto, estaclase de medicamentos sigue siendo importante en el tratamiento de la hipertensión. El mecanismo exacto para la reducción de la presión arterial mediante diuréticos no es claro. La acción inicial de los diuréticos tiazídicos dismi- nuye el volumen extracelular al interactuar con un NCC sensible a tiazi- das (SLC12A3) expresado en el túbulo contorneado distal en el riñón, que mejora la excreción de Na+ en la orina y conduce a una disminución del gasto cardiaco. Sin embargo, el efecto hipotensor se mantiene durante la terapia a largo plazo debido a la disminución de la resistencia vascular; el gasto cardiaco vuelve a los valores de pretratamiento y el volumen extra- celular vuelve a ser casi normal debido a respuestas compensatorias tales como la activación del RAS. La explicación de la vasodilatación a largo plazo inducida por los diuréticos tiazídicos es desconocida. La hidrocloro- tiazida puede abrir canales de K+ activados por Ca2+, lo que conduce a una hiperpolarización de las células del músculo liso vascular, lo que a su vez provoca el cierre de los canales de Ca2+ tipo L y una menor probabilidad de apertura, resultando en una disminución de la entrada de Ca2+ y vaso- constricción reducida. La hidroclorotiazida también inhibe la anhidrasa carbónica vascular, lo que, hipotéticamente, podría alterar el pH de las células musculares lisas y, por tanto, causar la apertura de los canales de K+ activados con Ca2+ con las consecuencias indicadas previamente. La relevancia de estos hallazgos, ampliamente evaluados in vitro, para los efectos antihipertensivos observados de las tiazidas es especulativa. La acción principal de estos fármacos sobre SLC12A3, expresada predomi- nantemente en los túbulos contorneados distales y no en el músculo liso vascular o el corazón, sugiere que estos fármacos disminuyen la resisten- cia periférica como un efecto indirecto del equilibrio negativo de Na+. Que las tiazidas pierden eficacia en el tratamiento de la hipertensión en pacientes con insuficiencia renal coexistente es compatible con esta hipó- tesis. Además, los portadores de mutaciones funcionales raras en SL- C12A3 que disminuyen la reabsorción renal de Na+ tienen una presión sanguínea menor que los controles apropiados (Ji et al., 2008); en cierto sentido, éste es un experimento de la naturaleza que puede imitar el efec- to terapéutico de las tiazidas. benzotiadiazinas y compuestos relacionados Las benzotiadiazinas (“tiazidas”) y los diuréticos relacionados son los fár- macos antihipertensivos de uso más frecuente en Estados Unidos. Tras el descubrimiento de la clorotiazida, se desarrollaron varios diuréticos orales que tienen una estructura de arilsulfonamida y bloquean el NCC. Algu- nos de éstos no son benzotiadiazinas, pero tienen características estruc- turales y funciones moleculares que resultan ser muy similares a los compuestos originales de benzotiadiazina; consecuentemente, se desig- nan como miembros de la clase de diuréticos tiazídicos. Por ejemplo, la clortalidona, una de las no-benzotiadiazinas, es ampliamente utilizada en el tratamiento de la hipertensión, como lo es la indapamida. Régimen para la administración de los diuréticos de clase tiazida en la hipertensión Debido a que los miembros de la clase de tiazida tienen efectos farmaco- lógicos similares, en general se han considerado intercambiables con el Figura 28-1 Algoritmo de tratamiento para adultos con hipertensión. El algoritmo se basa en las recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Cardiología (Go et al., 2013). https://booksmedicos.org 510 Tratam ien to d e la h ip erten sión CA PÍTU LO 28 Fármacos simpaticolíticos centrales � bloqueadores Inhibidores de neprilisina CCB ARB Bloqueadores α1 Hidralazina Minoxidilo ANP/BNP IG: ingesta de sal y agua Resistencia periférica (arteriolas) Riñones: excreción de sal y agua Ang II Aldo Ang ll SNS NE NE RASS Corazón: gasto cardiaco ACEI ARB MRA Diuréticos ajuste apropiado de la dosis (véase capítulo 25). Sin embargo, la farmaco- cinética y la farmacodinámica de estos medicamentos difieren, por lo que no necesariamente tienen la misma eficacia clínica en el tratamiento de la hipertensión. En una comparación directa, la eficacia antihipertensiva de la clortalidona fue mayor que la de la hidroclorotiazida, particular- mente durante la noche (Ernst et al., 2006), lo que sugiere una t1/2 mucho más prolongada de clortalidona (>24 h) en comparación con la hidroclo- rotiazida (varias horas) que dio reducciones más estables de la presión arterial. A la luz de los considerables datos arrojados por ensayos clínicos que respaldan la capacidad de la clortalidona para disminuir los eventos cardiovasculares adversos, en comparación con la disponible para dosis bajas de hidroclorotiazida, actualmente utilizadas, existe una creciente preocupación de que la clortalidona pueda ser un fármaco subutilizado en pacientes hipertensos que requieren un diurético. Los efectos antihipertensivos se pueden lograr en muchos pacientes con tan sólo 12.5 mg al día de clortalidona o hidroclorotiazida. Además, cuando se usa como monoterapia, la dosis diaria máxima de diuréticos de clase tiazida generalmente no debe superar los 25 mg de hidroclorotiazi- da o clortalidona (o equivalente). Aunque se puede lograr una mayor diu- resis con dosis más altas, algunas evidencias sugieren que las dosis más altas no son generalmente más eficaces para reducir la presión arterial en pacientes con función renal normal. Dosis bajas de cualquiera de las tia- zidas reducen el riesgo de efectos adversos, como la pérdida de K+ y la inhibición de la excreción de ácido úrico, lo que indica una relación ries- go-beneficio mejorada a dosis bajas de una tiazida. Sin embargo, otros estudios sugirieron que las dosis bajas de hidroclorotiazida tienen efectos inadecuados sobre la presión sanguínea cuando se monitorizan de mane- ra detallada (Lacourciere et al., 1995). Los ensayos clínicos de terapia antihipertensiva en los ancianos de- mostraron los mejores resultados para la morbilidad y mortalidad cardio- vascular cuando 25 mg de hidroclorotiazida o clortalidona fue la dosis máxima administrada; si esta dosis no alcanzó la reducción de la presión arterial objetivo, se inició un segundo fármaco (Dahlof et al., 1991). Un estudio de casos y controles encontró un aumento dependiente de la do- sis en la ocurrencia de muerte súbita a dosis de hidroclorotiazida mayo- res a 25 mg al día (Siscovick et al., 1994), lo que apoya la hipótesis de que dosis de diuréticos más altas se asocian con un aumento de la mortalidad cardiovascular siempre que la hipocalemia no se corrija. Por tanto, si no se logra una reducción adecuada de la presión arterial con la dosis diaria de 25 mg de hidroclorotiazida o clortalidona, se indica la adición de un segundo fármaco en lugar de un aumento en la dosis de diurético. La pérdida urinaria de K+ puede ser un problema con las tiazidas. Los inhibidores de la ACE y los ARB atenuarán la pérdida de K+ inducida por diuréticos, y esto es una consideración si se necesita un segundo fármaco para lograr una mayor reducción de la presión arterial más allá de la al- canzada con el diurético solo. Debido a que los efectos diuréticos e hipo- tensores de estos fármacos aumentan mucho cuando se administran en combinación, se debe tener cuidado de iniciar la terapia de combinación con dosis bajas de cada uno de estos medicamentos (Vlasses et al., 1983). La administración de inhibidores de la ACE o ARB junto con otros agen- tes ahorradores de K+ o con suplementos de K+ requiere mucha precau- ción; la combinación de agentes ahorradores de K+ entre sí o con Figura 28-2 Principios de regulación de la presión arterial y su modificación por fármacos. El gasto cardiaco y la resistencia arteriolar periférica, los principales determi- nantes de la presión arterial, están regulados por innumerables mecanismos, incluidoel SNS (neurotransmisor periférico principal NE), el equilibrio entre la ingesta de sal por el intestino (GI) y la excreción de sal por los riñones, el RAAS (agonistas principales AngII y Aldo) y péptidos natriuréticos producidos en el corazón (ANP y BNP). Los sensores (círculos verdes) proporcionan información aferente sobre la presión en el corazón y los grandes vasos y sobre las concen- traciones de sal en el riñón. Tenga en cuenta la retroalimentación positiva entre el SNS y RAAS a través de la liberación de renina estimulada por β1 y la libe- ración de NE estimulada por AngII. Los tipos de medicamentos se indican en negrita en su sitio de acción principal. Las flechas indican efectos de aumento de la presión sanguínea (rojo) y de disminución (verde). Los inhibidores de neprilisina (p. ej., sacubitril) están en ensayos clínicos para la hipertensión y se han aprobado para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca (en combinación con un ARB). https://booksmedicos.org 511 M od ulación d e la fun ción p ulm on ar, ren al y card iovascular SECCIÓ N III Tabla 28-2 ■ Clases de medicamentos antihipertensivos Diuréticos (véase capítulo 25) • �Tiazidas y agentes relacionados: clorotiazida, clortalidona, hidroclorotia- zida, indapamida • Diuréticos de asa: bumetanida, furosemida, torsemida • �Diuréticos ahorradores de K+: amilorida, triamtereno, MRA como espironolactona Simpaticolíticos (capítulo 12) • �β bloqueadores: atenolol, bisoprolol, esmolol, metoprolol, nadolol, nebivolol, propranolol, timolol • �Bloqueadores α: prazosina, terazosina, doxazosina, fenoxibenzamina • α/β bloqueadores mixtos: labetalol, carvedilol • �Agentes simpaticolíticos de acción central: clonidina, guanabenz, guanfacina, metildopa, moxonidina, reserpina Bloqueadores de los canales Ca2+ (capítulo 27): amlodipina, clevidi- pina, diltiazem, felodipina, isradipina, lercanidipina, nicardipina, nifedipina,a nisoldipina, verapamilo Antagonistas de la renina-angiotensina (capítulo 26) • �Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina: benazepril, cap- topril, enalapril, fosinopril, lisinopril, moexipril, perindopril, qui- napril, ramipril, trandolapril • �Bloqueadores del receptor AngII: candesartán, eprosartán, irbesartán, losartán, olmesartán, telmisartán, valsartán • Inhibidor directo de la renina: aliskireno Vasodilatadores (capítulos 27 y 28) • Arterial: diazóxido, fenoldopam, hidralazina, minoxidil • Arterial y venoso: nitroprusiato a Sólo la nifedipina de liberación prolongada está aprobada para la hipertensión. Tabla 28-3 ■ los efectos hemodinámicos de la administración a largo plazo de agentes antihipertensivos FRECUENCIa CaRDIaCa GaSTO CaRDIaCO RESISTENCIa TOTal PERIFéRICa VOlUMEN PlaSMÁTICO aCTIVIDaD DE RENINa PlaSMÁTICa Diuréticos ↔ ↔ ↓ –↓ ↑ Agentes simpatolíticos Actuando centralmente – ↓ –↓ ↓ – ↑ –↓ Bloqueadores α1 –↑ –↑ ↓ –↑ ↔ β bloqueadores No ISA ↓ ↓ –↓ –↑ ↓ ISAa ↓↑ ↔ ↓ –↑ –↓ Vasodilatores arteriolares ↑ ↑ ↓ ↑ ↑ Bloqueadores del canal Ca2+ ↓ o ↑ ↓ o ↑ ↓ –↑ –↑ ACEI ↔ ↔ ↓ ↔ ↑ Antagonistas del receptor de angiotensina II ↔ ↔ ↓ ↔ ↑ Inhibidor de renina ↔ ↔ ↓ ↔ ↓ (pero renina ↑) ↑: aumentado; ↓: disminuido; –↑: aumentado o sin cambio; –↓: disminuido o sin cambio; ↔: sin cambio. a La frecuencia cardiaca puede aumentar en reposo y disminuir durante el ejercicio como resultado de ISA. En reposo, ISA puede aumentar el ritmo cardiaco en descanso; durante el ejercicio, el antagonismo adrenérgico β predomina, atenuando la aceleración de la frecuencia cardiaca mediante NE. so simpático o los fármacos vasodilatadores porque estos fármacos en- gendran un estado en el que la presión arterial depende en gran medida del volumen. Por tanto, es apropiado considerar el uso de diuréticos de clase tiazida en dosis de 50 mg de hidroclorotiazida equivalente cuando el tratamiento con combinaciones apropiadas y dosis de tres o más fár- macos no produzca un control adecuado de la presión arterial. Alternati- vamente, puede ser necesario utilizar diuréticos de mayor capacidad como furosemida, especialmente si la función renal no es normal. La efectividad de las tiazidas como diuréticos o antihipertensivos disminuye progresivamente cuando la tasa de filtración glomerular cae por debajo de 30 mL/min. Una excepción es la metolazona, que conserva la eficacia en pacientes con este grado de insuficiencia renal. La mayoría de los pa- cientes responderán a los diuréticos tiazídicos con una reducción de la presión arterial dentro de aproximadamente 4-6 semanas. Por tanto, las dosis no se deben aumentar más a menudo que cada 4-6 semanas. No hay forma de predecir la respuesta antihipertensiva a partir de la dura- ción o la gravedad de la hipertensión en un paciente determinado, aun- que es poco probable que los diuréticos sean eficaces como única terapia en pacientes con hipertensión en estadio 2 (tabla 28-1). Debido a que el efecto de los diuréticos tiazídicos es aditivo con el de otros fármacos antihipertensivos, los regímenes de combinación que in- cluyen estos diuréticos son comunes y racionales. Para este fin se comer- cializa una amplia gama de productos de combinación a dosis fijas que contienen una tiazida. Los diuréticos también tienen la ventaja de mini- mizar la retención de sal y agua comúnmente causada por los vasodilatado- res y algunos fármacos simpaticolíticos. Omitir o subutilizar un diurético es una causa frecuente de “hipertensión resistente”. Efectos adversos y precauciones Los efectos adversos de los diuréticos se analizan en el capítulo 25. Algu- nos de éstos determinan si un paciente puede tolerar y seguir un trata- miento diurético. La depleción de K+ producida por los diuréticos de la clase tiazida depende de la dosis y es variable entre los individuos, de modo que un subconjunto de pacientes puede volverse sustancialmente carente de K+ con el uso de diuréticos. Ofrecidos de manera crónica, in- cluso pequeñas dosis conducen a un poco de depleción de K+, que es un factor de riesgo bien conocido para las arritmias ventriculares al reducir la reserva de la repolarización cardiaca. La última ha sido utilizada recientemente para explicar que alteracio- nes en una corriente de repolarización particular no necesariamente re- sultan en la prolongación del intervalo QT, la principal medida clínica de la repolarización (véase capítulo 30). La hipocalemia reduce directamen- te la reserva de repolarización al disminuir varias corrientes de K+ (recti- ficadora de entrada IK1, rectificadora retardada IKr y la corriente transitoria de salida) y aumenta la unión de fármacos inhibidores de IKr, como la dofetilida (Yang y Roden, 1996). La hipocalemia también reduce la activi- dad de la ATPasa-Na+,K+ (el bombeo de Na+), causando la acumulación suplementos de K+ puede causar hipercaliemia potencialmente peligrosa en algunos pacientes. En contraste con la limitación de la dosis de diuréticos de clase tiazida utilizada como monoterapia, el tratamiento de la hipertensión grave que no responde a tres o más fármacos puede requerir dosis mayores de los diuréticos de clase tiazida. De hecho, los pacientes hipertensos pueden volverse refractarios a los medicamentos que bloquean el sistema nervio- https://booksmedicos.org 512 Tratam ien to d e la h ip erten sión CA PÍTU LO 28 intracelular de Na+ y Ca2+, aumentando aún más el riesgo de posdespo- larizaciones (Pezhouman et al., 2015). En consecuencia, la hipocalemia aumenta el riesgo de taquicardia ventricular polimórfica inducida por fármacos (véase capítulo 30) y el riesgo de fibrilación ventricular isquémi- ca, la principal causa de muerte súbita cardiaca y un importante contri- buyente a la mortalidad cardiovascular en pacientes hipertensos tratados. Existe una correlación positiva entre la dosis de diuréticos y la muerte súbita cardiaca y una correlación inversa entre el uso de agentes ahorra- dores de K+ complementarios y la muerte súbita cardiaca (Siscovick et al.,1994). Por tanto, la hipocalemia debe evitarse, por ejemplo, combinando una tiazida con inhibidores del RAS o con un diurético ahorrador de K+. Las tiazidas tienen actividad inhibidora de la anhidrasa carbónica resi- dual, lo que reduce la reabsorción de Na+ en el túbulo proximal. La incre- mentada presentación de Na+ en la mácula densa reduce la tasa de filtración glomerular a través de retroalimentación tubuloglomerular. Si bien este efecto es clínicamente poco significativo en pacientes con fun- ción renal normal, se sabe que reduce la eficacia diurética y puede ganar importancia en pacientes con función renal reducida. Los inhibidores de RAS y los bloqueadores de los canales de Ca2+ interfieren con la retroali- mentación tubuloglomerular, proporcionando una explicación para el efecto sinérgico sobre la presión sanguínea. La disfunción eréctil es un efecto adverso problemático de los diuréticos de clase tiazida, y los médicos deben preguntar específicamente sobre su aparición durante el tratamiento con estos medicamentos. La gota puede ser una consecuen- cia de la hiperuricemia inducida por estos diuréticos. La aparición de cualquiera de estos efectos adversos es una razón para considerar enfo- ques alternativos a la terapia. Sin embargo, la precipitación de la gota agu- da es relativamente poco frecuente con dosis bajas de diuréticos. La hidroclorotiazida puede causar hiponatremia grave que se desarrolla rápi- damente en algunos pacientes. Las tiazidas inhiben la excreción renal de Ca2+, lo que ocasionalmente conduce a hipercalcemia; aunque general- mente es leve, esto puede ser más grave en pacientes en riesgo de hiper- calcemia, como en los individuos con hiperparatiroidismo primario. La disminución de la excreción de Ca2+ inducida por la tiazida se puede usar terapéuticamente en pacientes con osteoporosis o hipercalciuria. Los diuréticos tiazídicos también se han asociado con cambios en los lípidos plasmáticos y tolerancia a la glucosa que han causado cierta preo- cupación. La importancia clínica de los cambios ha sido discutida debido a que los estudios clínicos demostraron una eficacia de la tiazida diuréti- ca clortalidona en la reducción del riesgo cardiovascular (ALLHAT Offi- cers, 2002). Todos los fármacos similares a las tiazidas cruzan la placenta. Si bien no tienen efectos adversos directos en el feto, la administración de una tiazida durante el embarazo aumenta el riesgo de disminución transitoria de volumen que puede provocar hipoperfusión placentaria. Debido a que las tiazidas aparecen en la leche materna, las madres que amamantan de- ben evitarlas. Otros agentes antihipertensivos diuréticos Los diuréticos tiazídicos son agentes antihipertensivos más eficaces que los diuréticos de asa como la furosemida y la bumetanida, en pacientes que tienen una función renal normal. Este efecto diferencial probable- mente esté relacionado con la corta duración de la acción de los diuréti- cos de asa. De hecho, una sola dosis diaria de diuréticos de asa no causa una pérdida neta significativa de Na+ durante un periodo completo de 24 h porque el fuerte efecto diurético inicial es seguido por un rebote me- diado por la activación del RAS. Desafortunadamente, los diuréticos de asa se recetan con frecuencia y de manera inapropiada como un medica- mento que se toma una vez al día en el tratamiento no sólo de la hiper- tensión, sino también de la insuficiencia cardiaca congestiva y la ascitis. La alta eficacia de los diuréticos de asa para producir una natriuresis rá- pida y profunda puede ser perjudicial para el tratamiento de la hiperten- sión. Cuando se administra un diurético de asa dos veces al día, la diuresis aguda puede ser excesiva y provocar más efectos secundarios que los que se producen con un diurético tipo tiazida más suave y de ac- ción más lenta. Los diuréticos de asa pueden ser particularmente útiles en pacientes con azotemia o con edema grave asociado a un vasodilata- dor como el minoxidil. Diuréticos ahorradores de K+ La amilorida y el triamtereno son diuréticos ahorradores de K+ que tie- nen poco valor como monoterapia antihipertensiva, pero son importan- tes en combinación con tiazidas para antagonizar la pérdida urinaria de K+ y el riesgo concomitante de arritmias ventriculares. Actúan inhibien- do reversiblemente el ENaC en la membrana del túbulo distal, el trans- portador responsable de la reabsorción de Na+ en intercambio con K+. La importancia de ENaC para la hipertensión se ilustra por el hecho de que una forma hereditaria de hipertensión, el síndrome de Liddle, se debe a la hiperactividad de ENaC. La expresión génica de ENaC es sensible a mineralocorticoides, lo que explica el efecto antihipertensivo y ahorrador de K+ de otra clase de diuréticos ahorradores de K+, los MRA espironolac- tona y eplerenona. En contraste con la inhibición inmediata y de corto plazo de ENaC por la amilorida y el triamtereno, la acción de los MRA se retrasa durante aproximadamente 3 días y es de larga duración porque los MRA regulan la densidad de la proteína del canal en la membrana del túbulo. Los MRA tienen un papel particular en la hipertensión y la insuficien- cia cardiaca (véase capítulo 27) porque las dosis pequeñas de espironolac- tona a menudo son altamente efectivas en pacientes con “hipertensión resistente”. Descrito por primera vez hace décadas (Ramsay et al., 1980), el concepto recientemente se validó en un ensayo prospectivo controlado con placebo que comparó espironolactona (25-50 mg) con bisoprolol o doxazosina como complementos en pacientes con hipertensión no con- trolada a pesar del tratamiento antihipertensivo estándar triple (Williams et al., 2015). La espironolactona tuvo un efecto reductor de la presión ar- terial aproximadamente dos veces mayor (8.7 frente a 4.8 y 4 mm Hg, respectivamente). La eficacia del MRA espironolactona en la hiperten- sión resistente apoya un papel principal de la retención de Na+ en esta condición. Parte del efecto puede estar relacionado con el llamado fenó- meno de escape de aldosterona, o un retorno a los niveles previos al inhi- bidor de RAS de la aldosterona en plasma con el tratamiento de largo tiempo, observado bajo tratamiento con inhibidores de RAS. El hiperal- dosteronismo primario se produce en una fracción significativa de pa- cientes con hipertensión resistente (Calhoun et al., 2002). La espironolactona tiene algunos efectos adversos significativos, espe- cialmente en hombres (p. ej., disfunción eréctil, ginecomastia, hiperpla- sia prostática benigna). La eplerenona es MRA más específico, aunque menos potente, con efectos secundarios reducidos. Todos los diuréticos ahorradores de K+ deben usarse con precaución, con mediciones frecuentes de las concentraciones plasmáticas de K+ en pacientes predispuestos a hipercaliemia. Se debe advertir a los pacientes sobre la posibilidad de que el uso simultáneo de sustitutos de sal que con- tengan K+ pueda producir hipercaliemia. La insuficiencia renal es una contraindicación relativa para el uso de diuréticos ahorradores de K+. El uso concomitante de un inhibidor de la ACE o un ARB aumenta el riesgo de hipercaliemia con estos agentes. Interacciones de fármacos asociados a diuréticos Debido a que los efectos antihipertensivos de los diuréticos son aditivos con los de otros agentes antihipertensivos, comúnmente se usa un diuré- tico en combinación con otros fármacos. Las depleciones de K+ y Mg2+ causadas por las tiazidas y los diuréticos de asa pueden potenciar las arritmias que surgen de la toxicidad de la digital. Los corticosteroides pueden amplificar la hipocalemia producida por los diuréticos. Los NSAID (véase capítulo 38) que inhiben la síntesis de prostaglandinas re- ducen los efectos antihipertensivos de los diuréticos y de todos los otros antihipertensivos. Los efectos renales de los inhibidores selectivos de la COX-2 son similares a los de los NSAID tradicionales. Los NSAID y los inhibidores de RAS reducen las concentracionesplasmáticas de aldoste- rona y pueden potenciar los efectos hipercaliémicos de un diurético aho- rrador de K+. Todos los diuréticos pueden disminuir la depuración de Li+, lo que resulta en un aumento de las concentraciones plasmáticas de Li+ y de su potencial toxicidad. Agentes simpaticolíticos Con la demostración, en 1940, de que la escisión bilateral de la cadena simpática torácica podía reducir la presión arterial, se buscó la eficacia de agentes simpaticolíticos químicos. Muchos de los primeros fármacos sim- paticolíticos fueron mal tolerados y tuvieron efectos secundarios adversos limitantes, particularmente en el estado de ánimo. Actualmente, se usan varios agentes simpaticolíticos (tabla 28-2). Los antagonistas de los recep- tores adrenérgicos α y β han sido los pilares de la terapia antihipertensiva. β bloqueadores No se esperaba que los antagonistas del receptor adrenérgico β (β blo- queadores) tuvieran efectos antihipertensivos cuando se investigaron por primera vez en pacientes con angina, su indicación principal. Sin embar- go, se descubrió que el pronetalol, un fármaco que nunca se comerciali- zó, reducia la presión arterial en pacientes hipertensos con angina de pecho. Este efecto antihipertensivo se demostró posteriormente para el https://booksmedicos.org 513 M od ulación d e la fun ción p ulm on ar, ren al y card iovascular SECCIÓ N III propranolol y todos los otros β bloqueadores. La farmacología básica de estos medicamentos se analiza en el capítulo 12; las características rele- vantes para su uso en la hipertensión se describen aquí. Mecanismo de acción El antagonismo de los receptores adrenérgicos β afecta la regulación de la circulación a través de una serie de mecanismos, que incluyen una reduc- ción en la contractilidad miocárdica y la frecuencia cardiaca (es decir, gasto cardiaco, véase figura 27-1). El antagonismo de los receptores β1 del complejo yuxtaglomerular reduce la secreción de renina y la actividad de RAS. Esta acción probablemente contribuya a la acción antihipertensiva. Algunos miembros de esta clase de fármacos amplia y heterogénea tie- nen efectos adicionales no relacionados con su capacidad de unirse a los receptores adrenérgicos β. Por ejemplo, el labetalol y el carvedilol tam- bién son bloqueadores α1, y el nebivolol promueve la vasodilatación de- pendiente de células endoteliales a través de la activación de la producción de NO (Pedersen y Cockcroft, 2006) (véase figura 12-4). Diferencias farmacodinámicas Los β bloqueadores varían en su selectividad para el subtipo de recep- tor β1, la presencia de actividad agonista parcial o simpaticomimética intrínseca y la capacidad vasodilatadora. Mientras que todos los β bloqueadores son efectivos como agentes antihipertensivos, estas dife- rencias influyen en la farmacología clínica y en el espectro de los efectos adversos de los diversos fármacos. El efecto antihipertensivo reside en el antagonismo del receptor β1, mientras que los efectos no deseados prin- cipales resultan del antagonismo de los receptores β2 (p. ej., vasoconstric- ción periférica, broncoconstricción, hipoglucemia). Las terapias estándar son bloqueadores β1 sin actividad simpaticomimética intrínseca (p. ej., atenolol, bisoprolol, metoprolol). Ellos producen una reducción inicial en el gasto cardiaco (principalmente β1) y un aumento reflejo de la resisten- cia periférica, con poco o ningún cambio agudo en la presión arterial. En pacientes que responden con una reducción en la presión arterial, la re- sistencia periférica regresa gradualmente a los valores de pretratamiento o menores. Generalmente, la reducción persistente del gasto cardiaco y la posible disminución de la resistencia periférica explican la reducción de la presión arterial. Los β bloqueadores no selectivos (p. ej., proprano- lol) tienen efectos adversos más fuertes sobre la resistencia vascular peri- férica bloqueando también los receptores β2 que normalmente median la vasodilatación. Los β bloqueadores vasodilatadores (p. ej., carvedilol, ne- bivolol) pueden ser preferidos en pacientes con enfermedad arterial peri- férica. Los fármacos con actividad simpaticomimética intrínseca (p. ej., pindolol, xamoterol) no se recomiendan para el tratamiento de la hiper- tensión o cualquier otra enfermedad cardiovascular porque realmente aumentan la frecuencia cardiaca media nocturna debido a su actividad agonística parcial directa. Diferencias farmacocinéticas Los β bloqueadores lipofílicos (metoprolol, bisoprolol, carvedilol, propra- nolol) parecen tener una mayor eficacia antiarrítmica que los compuestos hidrófilos (atenolol, nadolol, labetalol), posiblemente relacionados con un modo central de acción. Muchos β bloqueadores tienen vidas medias plasmáticas relativamente cortas y requieren más de una dosis diaria (metoprolol, propranolol, carvedilol) una desventaja significativa en el tratamiento de la hipertensión. Por lo general, deben recetarse en formas de liberación sostenida. El bisoprolol y el nebivolol tienen valores de t1/2 de 10-12 h y, por tanto, alcanzan niveles mínimos suficientes con dosis de una vez al día. El metabolismo hepático de metoprolol, carvedilol y nebi- volol depende de CYP2D6. La relevancia es probablemente mayor en el caso del metoprolol, para el cual los metabolizadores lentos del CYP2D6 (∼7% de la población caucásica) muestran una exposición al fármaco cin- co veces mayor y disminuciones de la frecuencia cardiaca dos veces ma- yores que la mayoría de los metabolizadores extensos (Rau et al., 2009). Eficacia en la hipertensión Los metaanálisis han sugerido que los β bloqueadores reducen la in- cidencia de MI similar a otros antihipertensivos, pero sólo son apro- ximadamente la mitad de efectivos en la prevención del accidente cerebrovascular (Lindholm et al., 2005). Esto ha llevado a la degradación de esta clase de medicamentos en ciertas guías nacionales (p. ej., normas U.K.); sin embargo, muchos de los estudios que respaldan esta conclu- sión se llevaron a cabo con atenolol, que puede no ser el bloqueador β ideal. El atenolol puede no reducir la presión arterial central (aórtica) tan efectivamente como aparece cuando se mide convencionalmente en la arteria braquial usando un manguito estándar para el brazo (Williams et al., 2006). De hecho, el atenolol, a diferencia del bisoprolol, carvedilol, metoprolol o nebivolol, no se ha evaluado positivamente en ensayos de insuficiencia cardiaca. Los estudios prospectivos de agentes hipertensi- vos no han comparado diferentes β bloqueadores de frente a frente; por tanto, la relevancia clínica de las diferencias farmacológicas en esta clase de fármacos heterogéneos sigue sin estar clara. Los resultados de un me- taanálisis detallado de 147 ensayos aleatorios de reducción de la presión arterial mostraron que, independientemente de la presión arterial antes del tratamiento, la reducción de la presión arterial sistólica en 10 mm Hg o la presión arterial diastólica en 5 mm Hg con cualquiera de las princi- pales clases de fármacos antihipertensivos redujo significativamente eventos coronarios y accidentes cerebrovasculares sin aumento de la mortalidad no vascular (Law et al., 2009). Efectos adversos y precauciones Los efectos adversos de los β bloqueadores se analizan en el capítulo 12. Estos fármacos deben evitarse en pacientes con enfermedad reactiva de las vías respiratorias (p. ej., asma) o con disfunción nodal SA o AV o en combinación con otros fármacos que inhiben la conducción AV como el verapamilo. El riesgo de reacciones hipoglucémicas puede aumentar en los diabéticos que toman insulina, pero la diabetes tipo 2 no es una con- traindicación. Los β bloqueadores aumentan las concentraciones de tri- glicéridos en el plasma y disminuyen las del colesterol HDL sin cambiar las concentraciones de colesterol total. Las consecuencias a largo plazo de estos efectos son desconocidas. La interrupción repentina de los β blo- queadores puedeproducir un síndrome de abstinencia que probable- mente se deba a la regulación al alza de los receptores β durante el bloqueo, lo que provoca una mayor sensibilidad tisular a las catecolami- nas endógenas, lo que puede exacerbar los síntomas de CAD. El resulta- do, especialmente en pacientes activos, puede ser hipertensión de rebote. Por tanto, los β bloqueadores no deben suspenderse bruscamente, excep- to bajo una atenta observación; la dosis debe reducirse gradualmente du- rante 10 a 14 días antes de la interrupción. La epinefrina puede producir hipertensión extrema y bradicardia cuan- do está presente un β bloqueador no selectivo. La hipertensión se debe a la estimulación no opuesta de los receptores α adrenérgicos cuando los receptores β2 vasculares están bloqueados. La bradicardia es el resultado de la estimulación vagal refleja. Tales respuestas hipertensivas paradóji- cas a los β bloqueadores se han observado en pacientes con hipoglucemia o feocromocitoma, durante la retirada de clonidina, después de la admi- nistración de epinefrina como agente terapéutico, o en asociación con el uso ilícito de cocaína. Usos terapéuticos Los β bloqueadores proporcionan una terapia eficaz para todos los grados de hipertensión. Las diferencias marcadas en sus propiedades farmacoci- néticas deben ser consideradas; se prefiere la dosificación una vez al día para un mejor cumplimiento. Las poblaciones que tienden a tener una menor respuesta antihipertensiva a los β bloqueadores incluyen a los an- cianos y los afroamericanos. Sin embargo, las diferencias intraindividua- les en la eficacia antihipertensiva son en general mucho mayores que la evidencia estadística de diferencias entre grupos raciales o relacionados con la edad. En consecuencia, estas observaciones no deben desalentar el uso de estos medicamentos en pacientes individuales de aquellos grupos en los que se reportan menores respuestas. Los β bloqueadores usualmen- te no causan la retención de sal y agua, y la administración de un diurético no es necesaria para evitar el edema o el desarrollo de tolerancia. Sin em- bargo, los diuréticos tienen efectos antihipertensivos aditivos cuando se combinan con β bloqueadores. La combinación de un β bloqueador, un diurético y un vasodilatador es efectiva para pacientes que requieren un tercer fármaco antihipertensivo. Los β bloqueadores (es decir, bisoprolol, carvedilol, metoprolol o nebivolol) son fármacos muy preferidos para pa- cientes hipertensos con afecciones como infarto de miocardio, cardiopatía isquémica o insuficiencia cardiaca congestiva, y pueden ser preferidos para pacientes más jóvenes con signos de aumento de la capacidad simpática. Sin embargo, para otros pacientes hipertensos, particularmente pacientes mayores con un alto riesgo de accidente cerebrovascular, el entusiasmo por su uso temprano en el tratamiento ha disminuido. bloqueadores α1 La disponibilidad de fármacos que bloquean selectivamente los recepto- res α1 adrenérgicos sin afectar los receptores α2 adrenérgicos agrega otro grupo de agentes antihipertensivos. La farmacología de estos fármacos se trata en detalle en el capítulo 12. La prazosina, terazosina y doxazosina son los agentes disponibles para el tratamiento de la hipertensión. La fe- noxibenzamina, un bloqueador α irreversible (α1 > α2), se usa en el trata- miento de tumores productores de catecolaminas (feocromocitoma). Efectos farmacológicos Inicialmente, los bloqueadores α1 reducen la resistencia arteriolar y au- mentan la capacitancia venosa; esto provoca un incremento del reflejo mediado simpáticamente en la frecuencia cardiaca y la actividad de la https://booksmedicos.org 514 Tratam ien to d e la h ip erten sión CA PÍTU LO 28 renina plasmática. Durante la terapia a largo plazo, la vasodilatación per- siste, pero el gasto cardiaco, la frecuencia cardiaca y la actividad de la renina plasmática vuelven a la normalidad. El flujo sanguíneo renal no cambia durante la terapia con un bloqueador α1. Los bloqueadores α1 causan una cantidad variable de hipotensión postural, dependiendo del volumen plasmático. La retención de sal y agua ocurre en muchos pa- cientes durante la administración continua, y esto atenúa la hipotensión postural. Los bloqueadores α1 reducen las concentraciones plasmáticas de triglicéridos y el colesterol LDL total y aumentan el colesterol HDL. Estos efectos potencialmente favorables sobre los lípidos persisten cuan- do se administra un diurético de tipo tiazida al mismo tiempo. Se descono- cen las consecuencias a largo plazo de estos pequeños cambios inducidos por fármacos en los lípidos. Usos terapéuticos Los bloqueadores α1 no se recomiendan como monoterapia para pacien- tes hipertensos, principalmente como consecuencia del estudio ALLHAT (véase análisis adicional). En consecuencia, se usan principalmente junto con diuréticos, β bloqueadores y otros agentes antihipertensivos. Los β bloqueadores mejoran la eficacia de los bloqueadores α1. Los bloqueado- res α1 no son los fármacos de elección en pacientes con feocromocitoma debido a que una respuesta vasoconstrictora a la epinefrina puede seguir siendo el resultado de la activación de los receptores α2 adrenérgicos vas- culares no bloqueados. Los bloqueadores α1 son fármacos atractivos para pacientes hipertensos con hiperplasia prostática benigna porque tam- bién mejoran los síntomas urinarios. Efectos adversos El uso de doxazosina como monoterapia para la hipertensión aumenta el riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca congestiva (ALLHAT Offi- cers, 2002). Esto puede ser un efecto de clase que representa un efecto adverso de todos los bloqueadores α1 y ha llevado a recomendaciones de no usar esta clase de medicamentos en pacientes con insuficiencia car- diaca. La interpretación del resultado del estudio ALLHAT es controvertida, pero la creencia generalizada de que la mayor tasa de desarrollo de insu- ficiencia cardiaca aparente en los grupos de pacientes tratados con un no diurético fue causada por la retirada de diuréticos preestudio no se ha corroborado (Davis et al., 2006). Una precaución importante con respecto al uso de los bloqueadores α1 para la hipertensión es el llamado fenómeno de primera dosis, en el cual la hipotensión ortostática sintomática ocurre dentro de 30-90 minutos (o más) de la dosis inicial del medicamento o después de un aumento de la dosis. Este efecto puede ocurrir en hasta 50% de los pacientes, especial- mente en pacientes que ya están recibiendo un diurético. Después de las primeras dosis, los pacientes desarrollan una tolerancia a esta marcada respuesta hipotensora. bloqueadores α1 y β combinados El carvedilol (véase capítulo 12) es un bloqueador β no selectivo con acti- vidad antagonista α1. El carvedilol está aprobado para el tratamiento de la hipertensión y la insuficiencia cardiaca sintomática. La relación de po- tencia antagonista α1 a β para el carvedilol es aproximadamente 1:10. La droga se disocia lentamente de su receptor, explicando por qué la dura- ción de la acción es más larga que la corta t1/2 (2.2 h) y por qué su efecto difícilmente puede ser superado por las catecolaminas. El carvedilol sufre metabolismo oxidativo y glucuronidación en el hígado; el metabolismo oxidativo se produce a través de CYP2D6. Al igual que con el labetalol, la eficacia a largo plazo y los efectos secundarios del carvedilol en la hiper- tensión son predecibles en función de sus propiedades como bloqueador α1 y β. El carvedilol reduce la mortalidad en pacientes con insuficiencia cardiaca congestiva (véase capítulo 29). Debido al efecto vasodilatador, es un bloqueador β de elección en pacientes con enfermedad arterial pe- riférica. El labetalol (véase capítulo 12) es una mezcla equimolar de cuatro es- tereoisómeros. Un isómero es un bloqueador α1, otro es un β bloqueador no selectivo con actividad agonista parcial, y los otros dos isómeros están inactivos. El labetalol tiene eficacia y efectos adversosque se esperarían con cualquier combinación de un bloqueador α1 y un β bloqueador. Tiene las desventajas que son inherentes a los productos de combinación de dosis fijas: la extensión del bloqueo α1-β es algo impredecible y varía de paciente a paciente. El labetalol está aprobado por la FDA para la eclamp- sia, la preeclampsia, la hipertensión y las emergencias hipertensivas. La principal indicación de labetalol es la hipertensión en el embarazo, para la cual es uno de los pocos compuestos que se sabe que es seguro (Magee et al., 2016). Medicamentos simpaticolíticos de acción central Metildopa La metildopa, un agente antihipertensivo de acción central, es un profár- maco que ejerce su acción antihipertensiva a través de un metabolito ac- tivo. Aunque se usó con frecuencia como un agente antihipertensivo en el pasado, el perfil de efectos adversos de la metildopa limita su uso ac- tual principalmente al tratamiento de la hipertensión en el embarazo, donde tiene un registro de seguridad. Metildopa (α-metil-3,4-dihidroxi-l-fenilalanina), un análogo de DOPA, es metabolizado por la descarboxilasa de aminoácidos l-aromáticos en neuronas adrenérgicas a la α-metildopamina, que luego se convierte en α-metilnorepinefrina, el metabolito farmacológicamente activo. La α-metilnorepinefrina se almacena en las vesículas secretoras de las neuro- nas adrenérgicas, sustituyendo NE, de modo que la neurona adrenérgica estimulada ahora descarga α-metilnorepinefrina en lugar de NE. La α-metilnorepinefrina actúa en el CNS para inhibir el flujo neuronal adre- nérgico del tronco encefálico, probablemente actuando como agonista de los receptores α2 adrenérgicos presinápticos en el tronco encefálico, ate- nuando la liberación de NE y reduciendo así la producción de señales adre- nérgicas vasoconstrictoras al sistema nervioso simpático periférico. ADME (absorción, distribución, metabolismo, excreción). Debido a que la metildopa es un profármaco que se metaboliza en el cerebro a la forma activa, su Cp tiene menos relevancia para sus efectos que para muchos otros medicamentos. El Cpmáx ocurre 2-3 h después de una dosis oral. El medicamento se elimina con una t1/2 de aproximadamente 2 h. La metil- dopa se excreta en la orina principalmente como el conjugado de sulfato (50-70%) y como fármaco original (25%). Otros metabolitos menores in- cluyen metildopamina, metilnorepinefrina y sus productos metilados-O. La t1/2 de metildopa se prolonga a 4-6 h en pacientes con insuficiencia renal. A pesar de su rápida absorción y corta t1/2, el efecto máximo de me- tildopa se retrasa durante 6-8 h, incluso después de la administración in- travenosa, y la duración de acción de una dosis única es generalmente de aproximadamente 24 h; esto permite una dosificación de una o dos veces al día. La discrepancia entre los efectos de la metildopa y las concentracio- nes medidas del fármaco en el plasma probablemente se relaciona con el tiempo requerido para el transporte al CNS, la conversión al metabolito activo de almacenamiento de α-metilo NE, y su posterior liberación en las proximidades de receptores α2 relevantes en el CNS. La metil- dopa es un buen ejemplo de una relación compleja entre la farmacoci- nética de un fármaco y su farmacodinamia. Los pacientes con insuficiencia renal son más sensibles al efecto antihipertensivo de la metildopa, pero no se sabe si esto se debe a la alteración en la excreción del fármaco o a un au- mento en el transporte al CNS. Usos terapéuticos. La metildopa es un fármaco preferido para el trata- miento de la hipertensión durante el embarazo en función de su efectivi- dad y seguridad tanto para la madre como para el feto (Magee et al., 2016). La dosis inicial habitual de metildopa es de 250 mg dos veces al día; hay poco efecto adicional con dosis mayores a 2 g/d. La administra- ción de una sola dosis diaria de metildopa a la hora de acostarse minimi- za los efectos sedantes, pero se requiere la administración dos veces al día para algunos pacientes. Efectos adversos y precauciones. La metildopa produce sedación que es en gran medida transitoria. Una disminución en la energía psíquica pue- de persistir en algunos pacientes, y la depresión ocurre ocasionalmente. La metildopa puede producir sequedad en la boca. Otros efectos adver- sos incluyen disminución de la libido, signos parkinsonianos e hiperpro- lactinemia que pueden ser lo suficientemente pronunciados como para causar ginecomastia y galactorrea. La metildopa puede precipitar bradi- cardia intensa y paro sinusal. La metildopa también produce algunos efectos adversos que no están relacionados con su acción terapéutica en el CNS. La hepatotoxicidad, a veces asociada con fiebre, es un efecto tóxico poco frecuente pero potencialmente grave de la metildopa. Al menos 20% de los pacientes que reciben metildopa durante un año desarrollan una prueba de Coombs positiva (prueba de antiglobulina) que se debe a au- toanticuerpos dirigidos contra el antígeno Rh en los eritrocitos. El desa- rrollo de una prueba de Coombs positiva no es necesariamente una indicación para detener el tratamiento con metildopa; sin embargo, 1-5% de estos pacientes desarrollarán una anemia hemolítica que requiere la interrupción inmediata del medicamento. La prueba de Coombs puede permanecer positiva durante un año después de la interrupción de la me- tildopa, pero la anemia hemolítica generalmente se resuelve en cuestión de semanas. La hemólisis grave puede atenuarse mediante el tratamiento con glucocorticoides. Los efectos adversos que son incluso más raros in- cluyen leucopenia, trombocitopenia, aplasia de glóbulos rojos, síndrome tipo lupus eritematoso, erupciones liquenoides y granulomatosas de la https://booksmedicos.org 515 M od ulación d e la fun ción p ulm on ar, ren al y card iovascular SECCIÓ N III piel, miocarditis, fibrosis retroperitoneal, pancreatitis, diarrea y malab- sorción. Clonidina y moxonidina La farmacología detallada de los agonistas adrenérgicos α2, clonidina y moxonidina, se analiza en el capítulo 12. Estos fármacos estimulan los receptores α2A adrenérgicos en el tronco encefálico, lo que produce una reducción del flujo simpático del CNS (MacMillan et al., 1996). El efecto hipotensor se correlaciona directamente con la disminución de las con- centraciones plasmáticas de NE. Los pacientes que han tenido una sec- ción transversal de la médula espinal por encima del nivel de los tractos simpáticos de salida no muestran una respuesta hipotensora a la clonidi- na. A dosis superiores a las requeridas para estimular los receptores α2A centrales, estos fármacos pueden activar los receptores α2B en las células musculares lisas vasculares (MacMillan et al., 1996). Este efecto explica la vasoconstricción inicial que se aprecia cuando se toman sobredosis de estos medicamentos y pueden ser responsables de la pérdida del efecto terapéutico que se observa con dosis altas. Una limitación importante en el uso de estos medicamentos es la escasez de información sobre su efica- cia para reducir el riesgo de consecuencias cardiovasculares de la hiper- tensión. Efectos farmacológicos. Los agonistas adrenérgicos α2 reducen la pre- sión arterial por los efectos sobre el gasto cardiaco y la resistencia perifé- rica. En la posición supina, cuando el tono simpático de la vasculatura es bajo, el efecto principal es una reducción en la frecuencia cardiaca y el volumen sistólico; sin embargo, en la posición vertical, cuando el flujo simpático hacia la vasculatura normalmente aumenta, estos medicamen- tos reducen la resistencia vascular. Esta acción puede conducir a hipoten- sión postural. La disminución en el tono simpático cardiaco conduce a una reducción en la contractilidad del miocardio y la frecuencia cardiaca que podría promover la insuficiencia cardiaca congestiva en pacientes susceptibles. Usos terapéuticos. Los efectos sobre el CNS son tales que esta clase de medicamentos no es una opción líder parala monoterapia de la hiperten- sión. De hecho, no existe un lugar fijo para estos medicamentos en el tratamiento de la hipertensión. Reducen eficazmente la presión arterial en algunos pacientes que no han respondido adecuadamente a las com- binaciones de otros agentes. La mayor experiencia clínica existe con la clonidina. Un estudio reciente con moxonidina en pacientes con hiper- tensión y fibrilación auricular paroxística indicó que el fármaco reducía la incidencia de fibrilación auricular (Giannopoulos et al., 2014). La clonidi- na puede ser efectiva para reducir la hipertensión en las primeras horas de la mañana en pacientes tratados con antihipertensivos estándar. En general, el entusiasmo por los antagonistas del receptor α2 se ve dismi- nuido por la relativa ausencia de evidencia que demuestre una reducción en el riesgo de eventos adversos cardiovasculares. La clonidina se ha utilizado en pacientes hipertensos para el diagnós- tico de feocromocitoma. El hecho de que la clonidina no suprima la con- centración plasmática de NE a menos de 500 pg/mL 3 h después de una dosis oral de 0.3 mg de clonidina sugiere la presencia de dicho tumor. Una modificación de esta prueba, en la que se mide la excreción urinaria nocturna de NE y epinefrina después de la administración de una dosis de 0.3 mg de clonidina al acostarse, puede ser útil cuando los resultados basados en las concentraciones de NE en plasma son equívocos. Efectos adversos y precauciones. Muchos pacientes experimentan efec- tos adversos persistentes y a veces intolerables con estos medicamentos. La sedación y la xerostomía son efectos adversos prominentes. La xe- rostomía puede ir acompañada de mucosa nasal seca, ojos secos e hin- chazón y dolor de la glándula parótida. La hipotensión postural y la disfunción eréctil pueden ser prominentes en algunos pacientes. La clo- nidina puede producir una menor incidencia de sequedad bucal y seda- ción cuando se administra por vía transdérmica, tal vez porque se evitan altas concentraciones de pico. La moxonidina tiene actividad adicional en los receptores centrales de imidazolina y puede producir menos seda- ción que la clonidina, pero faltan comparaciones directas. Los efectos secundarios del CNS menos comunes incluyen trastornos del sueño con sueños vívidos o pesadillas, inquietud y depresión. Los efectos cardiacos relacionados con la acción simpaticolítica de estos fármacos incluyen bra- dicardia sintomática y paro sinusal en pacientes con disfunción del nódu- lo SA y bloqueo AV en pacientes con enfermedad del nodo AV o en pacientes que toman otros fármacos que deprimen la conducción AV. Entre el 15-20% de los pacientes que reciben clonidina transdérmica pue- den desarrollar dermatitis de contacto. La interrupción repentina de la clonidina y los agonistas adrenérgicos α2 relacionados pueden causar un síndrome de abstinencia que consiste en dolor de cabeza, aprensión, temblores, dolor abdominal, sudoración y taquicardia. La presión sanguínea arterial puede elevarse a niveles supe- riores a los presentes antes del tratamiento, pero el síndrome de absti- nencia puede ocurrir en ausencia de un aumento en la presión. Los síntomas generalmente ocurren 18-36 h después de que se suspende el fármaco y se asocian con un aumento de la descarga simpática, como lo demuestran las concentraciones de plasma y orina de catecolaminas y metabolitos elevándolos. Se desconoce la frecuencia de ocurrencia del síndrome de abstinencia, pero los síntomas de abstinencia probablemen- te estén relacionados con la dosis y sean más peligrosos en pacientes con hipertensión mal controlada. La hipertensión de rebote también se ha observado después de la interrupción de la administración transdérmica de clonidina (Metz et al., 1987). El tratamiento del síndrome de abstinencia depende de la urgencia de reducir la presión arterial. En ausencia de daño a órganos diana que pon- ga en peligro la vida, los pacientes pueden tratarse restaurando el uso de clonidina. Si se requiere un efecto más rápido, es apropiado el nitropru- siato de sodio o una combinación de un bloqueador α y un β bloqueador. Los β bloqueadores no deben usarse solos en este contexto porque pue- den acentuar la hipertensión al permitir la vasoconstricción α adrenérgi- ca sin oposición causada por la activación del sistema nervioso simpático y las catecolaminas circulantes elevadas. Debido a que la hipertensión perioperatoria se ha descrito en pacientes en quienes se retiró la clonidina la noche anterior a la cirugía, los pacien- tes quirúrgicos que están siendo tratados con un agonista adrenérgico α2 deben cambiarse a otro medicamento antes de la cirugía electiva o deben recibir su dosis matutina o clonidina transdérmica antes del procedi- miento. Todos los pacientes que reciben uno de estos medicamentos de- ben ser advertidos del peligro potencial de discontinuar el fármaco abruptamente, y los pacientes sospechosos de no cumplir con los medi- camentos no deben recibir agonistas adrenérgicos α2 para la hiperten- sión. Las interacciones medicamentosas adversas con los agonistas adrenérgicos α2 son raras. Los diuréticos potencian el efecto hipotensor de estos fármacos. Los antidepresivos tricíclicos pueden inhibir el efecto antihipertensivo de la clonidina, pero se desconoce el mecanismo de esta interacción. Reserpina La reserpina es un alcaloide extraído de la raíz de Rauwolfia serpentina, un arbusto trepador originario de la India. Las antiguas escrituras ayur- védicas hindúes describen los usos medicinales de la planta; Sen y Bose describieron su uso en la literatura biomédica india. Sin embargo, los al- caloides de la rauwolfia no se usaron en la medicina occidental hasta me- diados de la década de 1950. La reserpina fue la primera droga que se encontró que interfería con la función del sistema nervioso simpático en los humanos, y su uso comenzó la era moderna de la farmacoterapia efec- tiva de la hipertensión. Mecanismo de acción. La reserpina se une fuertemente a las vesículas de almacenamiento adrenérgico en las neuronas adrenérgicas centrales y periféricas y permanece unida durante periodos prolongados. La interac- ción inhibe el transportador de catecolamina vesicular VMAT2, de modo que las terminaciones nerviosas pierden su capacidad de concentrar y almacenar NE y dopamina. Las catecolaminas se filtran al citoplasma, donde se metabolizan. En consecuencia, poco o nada de transmisor acti- vo se libera de las terminaciones nerviosas, lo que resulta en una simpa- tectomía farmacológica. La recuperación de la función simpática requiere la síntesis de nuevas vesículas de almacenamiento, lo que lleva días o se- manas después de la interrupción del medicamento. Debido a que la reserpina reduce las aminas tanto en el CNS como en la neurona adrenérgica periférica, es probable que sus efectos antihipertensivos estén relacionados con acciones tanto centrales como periféricas. Efectos farmacológicos. Tanto el gasto cardiaco como la resistencia vas- cular periférica se reducen durante el tratamiento a largo plazo con reser- pina. ADME. Pocos datos están disponibles sobre las propiedades farmacociné- ticas de la reserpina debido a la falta de un ensayo capaz de detectar bajas concentraciones del fármaco o sus metabolitos. La reserpina que está unida a las vesículas de almacenamiento aisladas no puede eliminarse por diálisis, lo que indica que la unión no está en equilibrio con el medio circundante. Debido a la naturaleza irreversible de la unión de reserpina, es improbable que la cantidad de fármaco en el plasma tenga una rela- ción constante con la concentración del fármaco en el sitio de acción. La reserpina libre se metaboliza por completo; por tanto, ninguno de los medicamentos originales se excreta sin cambios. Toxicidad y precauciones. La mayoría de los efectos adversos de la reser- pina se deben a su efecto sobre el CNS. La sedación y la incapacidad para https://booksmedicos.org 516Tratam ien to d e la h ip erten sión CA PÍTU LO 28 concentrarse o realizar tareas complejas son los efectos adversos más co- munes. Más grave es la depresión psicótica ocasional que puede conducir al suicidio. La depresión generalmente aparece de manera insidiosa du- rante muchas semanas o meses y no puede atribuirse a la droga debido a la aparición retardada y gradual de los síntomas. La reserpina debe sus- penderse al primer signo de depresión. La depresión inducida por reser- pina puede durar varios meses después de suspender el medicamento. El riesgo de depresión probablemente esté relacionado con la dosis. La de- presión es poco común, pero no desconocida, con dosis de 0.25 mg/d o menos. El medicamento nunca debe administrarse a pacientes con ante- cedentes de depresión. Otros efectos adversos incluyen la congestión na- sal y la exacerbación de la úlcera péptica, que es poco común con dosis orales pequeñas. Usos terapéuticos. La reserpina en dosis bajas, en combinación con diu- réticos, es efectiva en el tratamiento de la hipertensión, especialmente en los ancianos. Se necesitan varias semanas para lograr el máximo efecto. En pacientes ancianos con hipertensión sistólica aislada, se usó reserpina (a 0.05 mg/d) como alternativa al atenolol junto con un diurético (Perry et al., 2000; SHEP Cooperative Research Group, 1991). Sin embargo, con la disponibilidad de nuevos medicamentos que han demostrado tener efectos de prolongación de la vida y son bien tolerados, el uso de reserpina ha disminuido en gran medida y ya no se recomienda para el tratamiento de la hipertensión (Mancia et al., 2013). bloqueadores del canal de Ca2+ Los agentes bloqueadores del canal de Ca2+ son un grupo importante de medicamentos para el tratamiento de la hipertensión. La farmacología general de estos fármacos se presenta en el capítulo 27. La base de su uso en la hipertensión proviene del entendimiento de que la hipertensión ge- neralmente es el resultado de una mayor resistencia vascular periférica. Porque la contracción del músculo liso vascular depende de la concentra- ción intracelular libre de Ca2+, la inhibición del movimiento transmem- brana de Ca2+ a través de los canales de Ca2+ sensibles al voltaje puede disminuir la cantidad total de Ca2+ que alcanza los sitios intracelulares. De hecho, todos los bloqueadores de los canales de Ca2+ reducen la pre- sión sanguínea al relajar el músculo liso arteriolar y disminuir la resisten- cia vascular periférica. Como consecuencia de una disminución de la resistencia vascular periférica, los bloqueadores de los canales de Ca2+ provocan una descarga simpática mediada por un reflejo barorreceptor. En el caso de las dihidropiridinas, puede producirse taquicardia a partir de la estimulación adrenérgica del nodo SA; esta respuesta es general- mente bastante modesta excepto cuando el medicamento se administra rápidamente. La taquicardia es típicamente mínima o inexistente con ve- rapamilo y diltiazem debido al efecto cronotrópico negativo directo de estos dos fármacos. De hecho, el uso concomitante de un β bloqueador puede aumentar los efectos cronotrópicos negativos de estos fármacos o causar bloqueo cardiaco en pacientes susceptibles. En consecuencia, de- be evitarse el uso concurrente de β bloqueadores con verapamilo o dil- tiazem. Los bloqueadores de los canales de Ca2+ se encuentran entre los fár- macos preferidos para el tratamiento de la hipertensión, tanto en mono- terapia como en combinación con otros antihipertensivos, porque tienen un efecto bien documentado sobre los desenlaces cardiovasculares y la mortalidad total. La combinación de amlodipino y el inhibidor de la ACE perindopril demostró ser superior a la combinación del bloqueador β ate- nolol e hidroclorotiazida (Dahlof et al., 2005), y el amlodipino fue supe- rior a la hidroclorotiazida como pareja en la combinación con benazepril ACEI (Jamerson et al., 2008). Los bloqueadores de los canales de Ca2+ más estudiados y utilizados para el tratamiento de la hipertensión son las dihidropiridinas de acción prolongada con suficiente eficacia de 24 horas a la dosis diaria única (p. ej., amilodipina, felodipina, lercanidipina y formulaciones de liberación sostenida de otras). El edema periférico (edema del tobillo) son los prin- cipales efectos no deseados. Menos pacientes parecen experimentar este efecto secundario inofensivo, pero posiblemente perturbador, con com- puestos más nuevos como lercanidipina (Makarounas-Kirchmann et al., 2009), pero la combinación comúnmente utilizada con inhibidores del RAS tiene el mismo efecto (Messerli et al., 2000). La nifedipina de libera- ción inmediata y otras dihidropiridinas de acción corta no tienen cabida en el tratamiento de la hipertensión. El verapamilo y el diltiazem también tienen vidas medias cortas, más efectos secundarios cardiacos y un alto potencial de interacción con medicamentos (verapamilo>diltiazem) y, por tanto, no son antihipertensivos de primera línea. En comparación con otras clases de agentes antihipertensivos, puede haber una mayor frecuencia de lograr el control de la presión arterial con bloqueadores de los canales de Ca2+ como monoterapia en sujetos ancianos y en afroame- ricanos, grupos de población en los que el estado de renina baja es más prevalente. Sin embargo, la variabilidad intrasujeto es más importante que las diferencias relativamente pequeñas entre los grupos de pobla- ción. Los bloqueadores de los canales de Ca2+ son eficaces para disminuir la presión arterial y disminuir los eventos cardiovasculares en los ancia- nos con hipertensión sistólica aislada (Staessen et al., 1997) y pueden ser un tratamiento preferido en estos pacientes. Inhibidores del sistema renina-angiotensina La angiotensina II es un importante regulador de la función cardiovascu- lar (véase capítulo 26). La capacidad de reducir los efectos de AngII con agentes farmacológicos ha sido un avance importante en el tratamiento de la hipertensión y sus secuelas. El capítulo 26 presenta la fisiología bá- sica del RAS y la farmacología de los inhibidores del RAS. La tabla 26-2 resume los efectos de una variedad de agentes antihipertensivos sobre los componentes del RAS y merece un estudio cuidadoso. Inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina La capacidad de reducir los niveles de AngII con inhibidores de la ACE eficaces por vía oral representa un avance importante en el tratamiento de la hipertensión. El captopril fue el primer agente de este tipo desarro- llado para el tratamiento de la hipertensión. Desde entonces, enalapril, lisinopril, quinapril, ramipril, benazepril, moexipril, fosinopril, trando- lapril y perindopril están disponibles. Estos fármacos son útiles para el tratamiento de la hipertensión debido a su eficacia y a un perfil favorable de efectos adversos que mejora la adherencia del paciente. El capítulo 26 presenta la farmacología de los inhibidores de la ACE en detalle. Los inhibidores de la ACE parecen conferir una ventaja especial en el tratamiento de pacientes con diabetes, enlenteciendo el desarrollo y la progresión de la glomerulopatía diabética. También son efectivos para desacelerar la progresión de otras formas de enfermedad renal crónica, como la glomeruloesclerosis, que coexiste con la hipertensión en muchos pacientes. Un inhibidor de la ACE es el agente inicial preferido en estos pacientes. Los pacientes con hipertensión y cardiopatía isquémica son candidatos para el tratamiento con inhibidores de la ACE. Se ha demos- trado que la administración de inhibidores de la ACE en el periodo inme- diato posterior al IM mejora la función ventricular y reduce la morbilidad y la mortalidad (véase capítulo 27). Las consecuencias endocrinas de la inhibición de la biosíntesis de la AngII son importantes en una serie de facetas del tratamiento de la hi- pertensión. Debido a que los inhibidores de la ACE detienen el aumento de las concentraciones de aldosterona en respuesta