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Hipertensión arterial
(Hipertensión)
Por George L. Bakris , MD, University of Chicago School of Medicine
Última revisión completa mar. 2021
La hipertensión arterial se define como una elevación continuada de la presión en las arterias.
A menudo no es posible identificar la causa de la hipertensión, pero algunas veces se produce a
consecuencia de una enfermedad renal subyacente o de un trastorno hormonal.
La obesidad, un estilo de vida sedentario, fumar, un consumo abusivo de alcohol o un exceso de sodio
(sal) en la dieta son factores que pueden desempeñar un papel activo en el desarrollo de la
hipertensión en personas que tienen una tendencia hereditaria al desarrollo de dicha enfermedad.
En la mayoría de los afectados la hipertensión arterial no causa síntomas.
Los médicos establecen el diagnóstico después de medir la presión arterial dos o más veces.
Se aconseja perder peso, dejar de fumar y reducir la cantidad de sodio y de grasas presentes en la
dieta.
Se prescribe un tratamiento con medicamentos antihipertensores.
Mucha gente asocia la palabra hipertensión con tensión excesiva, nerviosismo o estrés. En términos
médicos, la hipertensión se refiere a la presión arterial elevada de forma permanente, independientemente
de la causa. Dado que no suele causar síntomas durante muchos años, hasta que un órgano vital resulta
dañado, la hipertensión se conoce como «el asesino silencioso». La hipertensión arterial no controlada
aumenta el riesgo de trastornos como accidentes cerebrovasculares, aneurismas, insuficiencia cardíaca,
infarto de miocardio y enfermedad renal crónica.
Se estima que en Estados Unidos hay alrededor de 75 millones de personas con hipertensión. En Estados
Unidos, la hipertensión es más frecuente en personas de ascendencia africana (un 41% de los adultos de
dicha ascendencia sufren hipertensión, en comparación con el 28% de los de otras ascendencias). También
se presenta con mucha frecuencia en personas cuyos antepasados provienen de China, Japón y otras zonas
del este de Asia o del Pacífico (como los coreanos, tailandeses, polinesios, micronesios, filipinos y maorís).
Las consecuencias de la hipertensión son peores para las personas de ascendencia africana y asiática.
Estudios estadísticos realizados en Estados Unidos indican que la hipertensión es más frecuente en
personas de edad avanzada, aproximadamente en las dos terceras partes de las personas de 65 años o
más, mientras que tan solo afecta a aproximadamente una cuarta parte de las personas entre 20 y 74 años
de edad. Las personas con presión arterial normal a los 55 años de edad tienen un riesgo del 90% de
desarrollar hipertensión en algún momento de su vida. La hipertensión es dos veces más frecuente entre las
personas obesas que entre las que no lo son.
El número de personas que padecen este trastorno es más elevado de lo que muestran las estadísticas, por
ejemplo en Estados Unidos se estima que solo el 81% de las personas afectadas reciben un diagnóstico de
hipertensión. Entre las personas con diagnóstico de hipertensión, alrededor del 73% reciben tratamiento
farmacológico y apenas el 51% de estas últimas reciben un tratamiento adecuado.
Edad y salud:
hipertensión arterial
Los cambios debidos al envejecimiento pueden
contribuir a la hipertensión arterial sin causa
conocida (hipertensión primaria). Cuando las
personas envejecen, las grandes arterias se
endurecen gradualmente y las arteriolas pueden
llegar a bloquearse parcialmente. Algunos
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Cuando se toma la presión arterial, se registran dos valores el valor más alto refleja la mayor presión en las
arterias, que se alcanza cuando el corazón se contrae (durante la sístole). El valor más bajo refleja la menor
presión en las arterias, que se alcanza justo antes de que el corazón comience a contraerse de nuevo
(durante la diástole). La tensión arterial se expresa como presión sistólica/presión diastólica, por ejemplo
120/80 mm Hg (milímetros de mercurio). Este resultado se leería como « 120 y 80 ».
Clasificación de la presión arterial
En adultos, la presión arterial se clasifica como presión arterial normal, presión arterial elevada
(hipertensión arterial) en fase 1 (leve) o presión arterial elevada (hipertensión arterial) en fase 2.
Sin embargo, cuanto más elevada es la presión arterial, mayor es el riesgo de complicaciones, incluso dentro
de niveles normales, de modo que estos límites son algo arbitrarios.
Una urgencia hipertensiva leve se produce cuando la tensión arterial supera los 120 mm Hg, pero aún no
ha causado ningún daño orgánico evidente para el afectado o sus médicos. Una urgencia hipertensiva leve
no suele dar síntomas.
Una urgencia hipertensiva grave es una forma de hipertensión especialmente peligrosa. La tensión
arterial es como mínimo 120 mm Hg y existen signos de daño progresivo en uno o más órganos vitales
(normalmente cerebro, corazón y riñones) acompañado, a menudo, por una diversidad de síntomas. Sin
embargo, las urgencias hipertensivas graves son muy poco frecuentes, aunque se dan mucho más en
personas de ascendencia africana que en personas de ascendencia caucásica, en hombres que en mujeres y
en personas de bajo nivel socioeconómico que en personas de alto nivel socioeconómico. Si no se trata, una
urgencia hipertensiva grave puede ser mortal.
Control de la presión arterial por parte del organismo
El organismo posee muchos mecanismos para controlar la presión arterial. El cuerpo puede cambiar
La cantidad de sangre bombeada por el corazón
El diámetro de las arterias
El volumen de sangre en el torrente sanguíneo
El corazón puede bombear mayor cantidad de sangre al hacerlo de forma más enérgica o más rápida, con el
fin de aumentar la presión arterial. Las arteriolas pueden estrecharse (constricción), forzando a la sangre
que proviene de cada latido cardíaco a pasar por un espacio más estrecho de lo normal. Dado que el
espacio en las arterias es más estrecho, el paso de la misma cantidad de sangre por ellas aumenta la
presión arterial. Las venas se pueden contraer para reducir su capacidad de retener sangre, lo cual fuerza la
entrada de mayor cantidad de sangre en las arterias. Como consecuencia, se produce un aumento de la
presión arterial. También se puede agregar líquido al torrente sanguíneo para incrementar el volumen de
sangre y aumentar así la presión arterial.
llegar a bloquearse parcialmente. Algunos
expertos piensan que esta rigidez combinada
con el estrechamiento de las arteriolas puede
explicar en parte por qué la presión arterial
aumenta con la edad.
  
  
Vasos sanguíneos
Para disminuir la presión arterial, el corazón puede bombear con menos potencia o rapidez, las arteriolas y
las venas pueden ensancharse (dilatarse) y se puede eliminar líquido del torrente sanguíneo.
Estos mecanismos están regidos por la rama simpática del sistema nervioso autónomo (la parte del sistema
nervioso que regula los procesos internos del organismo que no requieren esfuerzo consciente) y por los
riñones. La rama simpática emplea diferentes medios para aumentar temporalmente la presión arterial
durante la respuesta de lucha o huida (la reacción física del organismo frente a una amenaza).
La rama simpática estimula las glándulas suprarrenales para que liberen las hormonas epinefrina
(adrenalina) y norepinefrina (noradrenalina). Estas hormonas estimulan el corazón para que lata más
rápido y másenérgicamente, además de estimular la contracción de la mayoría de las arteriolas y la
dilatación de algunas de ellas. Las arteriolas que se dilatan son las que están situadas en las zonas
donde se necesita una mayor irrigación sanguínea (como en los músculos esqueléticos, controlados
por el esfuerzo consciente).
La rama simpática también estimula los riñones para que disminuya la excreción de sodio y agua, de
modo que aumente el volumen sanguíneo. El organismo controla la transferencia de sodio entre el
interior y el exterior de las células, para evitar un exceso de sodio en el interior de éstas. Una cantidad
excesiva de sodio en el interior de las células puede hacer que el organismo se vuelva demasiado
sensible a la estimulación por la división simpática.
Los riñones también responden de forma directa a los cambios en la presión arterial. Si la presión arterial
aumenta, los riñones incrementan la eliminación de sodio y agua, de modo que el volumen sanguíneo
disminuye y así la presión arterial retorna a sus valores normales. Del mismo modo, si la presión arterial
disminuye, los riñones reducen la eliminación de sodio y agua, de modo que el volumen sanguíneo aumenta
y así la presión arterial retorna a sus valores normales. Los riñones pueden incrementar la presión arterial
mediante la secreción de una enzima denominada renina, que finalmente estimula la producción de la
hormona angiotensina II.
La angiotensina II contribuye a aumentar la presión arterial al
Provocar la contracción de las arteriolas
Desencadenar la división simpática del sistema nervioso autónomo
Desencadenando la liberación de otras dos hormonas, la aldosterona y la vasopresina (también
denominada hormona antidiurética), que hacen que los riñones incrementen la retención de sodio y
de agua.
Los riñones suelen producir sustancias que provocan la dilatación de las arteriolas que hay en su interior.
Esto último contribuye a equilibrar los efectos de las hormonas que provocan la constricción de las
arteriolas.
La presión arterial varía de modo natural a lo largo de la vida de una persona. Los lactantes y los niños
suelen tener una presión arterial mucho más baja que los adultos. En casi todas las personas que viven en
países industrializados, la presión arterial aumenta con la edad. La presión sistólica aumenta hasta la edad
de 80 años por lo menos y la presión diastólica aumenta hasta la edad de 55 a 60 años, luego se estabiliza o
incluso disminuye. Sin embargo, en el caso de personas que viven en algunos países en vías de desarrollo, ni
la presión sistólica ni la diastólica aumentan con el envejecimiento, y la hipertensión es prácticamente
inexistente, posiblemente porque el consumo de sodio es bajo y el nivel de actividad física es mayor.
VIDEO
Hipertensión arterial
VIDEO
Regulación de la presión arterial: sistema renina-angiotensina-aldosterona
El sistema renina-angiotensina-aldosterona consiste en una secuencia de reacciones diseñadas para
ayudar a regular la presión arterial.
1. Cuando la presión arterial disminuye (para la sistólica, a 100 mm Hg o menos), los riñones liberan
la enzima renina en el torrente sanguíneo.
2 La renina escinde el angiotensinógeno una proteína grande que circula por el torrente
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La actividad afecta a la presión arterial temporalmente, ya que la presión es mayor cuando la persona está
activa y menor cuando descansa. La presión arterial también varía según la hora del día: es más alta por la
mañana y más baja por la noche durante el sueño. Estas variaciones son normales. Cuando una alteración
provoca una elevación transitoria de la presión arterial, se desencadena alguno de los mecanismos de
compensación del organismo con el fin de neutralizar dicho cambio y mantener la presión arterial en niveles
normales. Por ejemplo, un incremento del volumen de sangre bombeada por el corazón, que tiende a
aumentar la presión arterial, provoca que los vasos sanguíneos se dilaten y que los riñones aumenten la
eliminación de sal y agua, lo que tiende a reducir la presión arterial.
Causas de la hipertensión arterial
La presión arterial alta puede ser
Primaria
Secundaria
Hipertensión primaria
La hipertensión arterial de causa desconocida se denomina hipertensión primaria (anteriormente se
denominaba hipertensión esencial). Entre el 85 y el 95% de las personas con hipertensión sufren
hipertensión primaria. Probablemente, la elevación de la presión arterial se debe a una combinación de
diversas alteraciones producidas en el corazón y en los vasos sanguíneos. Por ejemplo, la cantidad de
2. La renina escinde el angiotensinógeno, una proteína grande que circula por el torrente
sanguíneo, en dos fragmentos. El primer fragmento es la angiotensina I.
3. La angiotensina I, que es relativamente inactiva, es dividida a su vez en fragmentos por la enzima
convertidora de la angiotensina (ECA). El segundo fragmento es la angiotensina II, una hormona
muy activa.
4. La angiotensina II provoca la constricción de las paredes musculares de las arteriolas,
aumentando la presión arterial. La angiotensina II también desencadena la liberación de la
hormona aldosterona por parte de las glándulas suprarrenales y de la vasopresina (hormona
antidiurética) por parte de la hipófisis (glándula pituitaria).
5. La aldosterona y la vasopresina (hormona antidiurética) provocan la retención de sodio por parte
de los riñones. La aldosterona también provoca que los riñones retengan potasio. El incremento
de los niveles de sodio provoca retención de agua, aumentando así el volumen de sangre y la
presión arterial.
  
diversas alteraciones producidas en el corazón y en los vasos sanguíneos. Por ejemplo, la cantidad de
sangre bombeada por minuto (gasto cardíaco) puede aumentar, y la resistencia al flujo sanguíneo también
puede incrementarse porque los vasos sanguíneos estén contraídos. También puede aumentar el volumen
sanguíneo. Las razones de estas alteraciones no se conocen por completo, pero al parecer implican una
anomalía hereditaria que afecta a la constricción de las arteriolas, que ayudan a controlar la presión arterial.
Otros cambios, como la acumulación excesiva de sodio en el interior de las células y un descenso en la
producción de sustancias que dilatan las arteriolas, pueden contribuir a aumentar la presión arterial.
Hipertensión secundaria
Cuando existe una causa conocida, la afección se denomina hipertensión secundaria. Entre el 5 y el 15% de
las personas con hipertensión arterial tienen hipertensión secundaria.
En muchas de estas personas, la hipertensión es consecuencia de
Un trastorno renal
Muchos trastornos renales pueden provocar hipertensión arterial, ya que el papel de los riñones es
importante para controlar la presión arterial. Por ejemplo, una lesión renal por inflamación o por otros
trastornos puede alterar la capacidad de los riñones para eliminar suficiente sodio y agua del organismo,
con lo que aumenta el volumen sanguíneo y la presión arterial. Otra de las dolencias renales que provocan
hipertensión es la estenosis de la arteria renal (un estrechamiento de la arteria que irriga uno de los
riñones), que puede ser debida a ateroesclerosis, infección renal (pielonefritis), glomerulonefritis, tumores
renales, enfermedad renal poliquística, lesión en un riñón y radioterapia que afecta un riñón.
En algunos pacientes, la hipertensión secundaria se debe a otro trastorno, como
Trastornos hormonales
Uso de ciertos fármacos
Los trastornos hormonales que causan hipertensión arterial incluyen: el hiperaldosteronismo
(sobreproducción de aldosterona, a menudo como consecuencia de un tumor en una de las glándulas
suprarrenales), el síndrome de Cushing (un trastorno caracterizado por altas concentraciones de cortisol), el
hipertiroidismo (hiperactividad de la glándula tiroidea) y, en raras ocasiones, un feocromocitoma (un tumor
localizado en una glándula suprarrenal y que produce las hormonasepinefrina y norepinefrina).
Los fármacos y sustancias que pueden causar o empeorar la presión arterial elevada incluyen el alcohol
(su consumo excesivo), la cocaína, los corticoesteroides, los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos
(AINE), los anticonceptivos orales (píldoras anticonceptivas) y los simpaticomiméticos (ciertos
descongestionantes que se encuentran en remedios para el resfriado, como la pseudoefedrina y la
fenilefrina).
La arterioesclerosis afecta al control corporal de la presión arterial y aumenta el riesgo de hipertensión. En
la arterioesclerosis las arterias se vuelven rígidas, lo que impide su dilatación, que permitiría que la presión
arterial volviera a niveles normales.
Otros trastornos que pueden causar hipertensión son la coartación de la aorta, la preeclampsia, la porfiria
intermitente aguda y el envenenamiento por plomo agudo.
Factores agravantes
La obesidad, la diabetes, un estilo de vida sedentario, fumar, el abuso del alcohol o el exceso de sodio en la
dieta son factores que pueden desempeñar un papel activo en el desarrollo de la hipertensión en personas
con tendencia hereditaria al desarrollo de dicha enfermedad. Además, la apnea del sueño puede contribuir
al desarrollo de la hipertensión, o agravarla si ya está presente.
El estrés suele provocar el aumento temporal de la presión arterial pero, por lo general, esta vuelve a la
normalidad cuando el estrés desaparece. Un ejemplo es la «hipertensión de bata blanca», en la cual el
estrés ocasionado por la visita al médico produce un aumento suficiente de la presión arterial como para
indicar un diagnóstico de hipertensión en alguien que, en otras circunstancias, tendría una presión arterial
normal. Las personas con "hipertensión de bata blanca" parecen tener un riesgo ligeramente mayor de
desarrollar presión arterial elevada permanente, pero es probable que no necesiten tratamiento a menos
que su presión arterial en la consulta del médico sea muy elevada.
Síntomas de la hipertensión arterial
En la mayoría de las personas, la hipertensión arterial es asintomática, a pesar de la coincidencia de ciertos
síntomas que son amplia pero erróneamente atribuidos a la hipertensión arterial: dolor de cabeza,
hemorragias nasales mareo rubor facial y cansancio Aunque las personas con hipertensión pueden
  
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hemorragias nasales, mareo, rubor facial y cansancio. Aunque las personas con hipertensión pueden
presentar estos síntomas, ocurren con la misma frecuencia en individuos con una presión arterial normal.
La hipertensión arterial grave o de larga duración no tratada puede producir síntomas porque puede causar
daños en el cerebro, los ojos, el corazón y los riñones. Los síntomas son: dolor de cabeza, cansancio,
náuseas, vómitos, ahogo e inquietud. A veces, una hipertensión arterial grave provoca la hinchazón del
cerebro (edema), lo cual tiene como resultado náuseas, vómitos, empeoramiento del dolor de cabeza,
sopor, confusión, convulsiones, somnolencia e incluso coma. Este trastorno se denomina encefalopatía
hipertensiva.
La hipertensión arterial grave aumenta la carga de trabajo del corazón y puede causar dolor torácico y/o
ahogo. Una presión arterial muy alta puede provocar el desgarro de la gran arteria que transporta la sangre
desde el corazón (la aorta), produciéndose dolor torácico o abdominal. Si una persona presenta estos
síntomas sufre hipertensión grave y, por lo tanto, requiere tratamiento de urgencia.
Si la hipertensión es debida a un feocromocitoma, los síntomas pueden incluir cefalea intensa, ansiedad,
sensación de pulso rápido o irregular (palpitaciones), sudor excesivo, temblor y palidez. Estos síntomas son
consecuencia de las concentraciones elevadas de las hormonas epinefrina y norepinefrina, segregadas por
el feocromocitoma.
Complicaciones de la hipertensión arterial.
La hipertensión arterial de larga duración puede dañar el corazón y los vasos sanguíneos, y aumentar el
riesgo de
Infarto de miocardio
insuficiencia cardíaca
Insuficiencia renal
Accidente cerebrovascular (ictus)
Demencia vascular
Cuando la hipertensión arterial es persistente, el corazón aumenta de tamaño y sus paredes se engrosan
porque tiene que trabajar con más fuerza para bombear la sangre. Las paredes engrosadas son más rígidas
que las normales. Consiguientemente, las cavidades del corazón no se expanden de forma normal y es más
difícil que se llenen de sangre, lo que ocasiona un aumento adicional de la carga del corazón. Estas
alteraciones del corazón pueden provocar arritmias o insuficiencia cardíaca.
La hipertensión provoca el aumento del grosor de las paredes de los vasos sanguíneos y también los hace
más propensos a desarrollar endurecimiento de las arterias (ateroesclerosis). Las personas cuyos vasos
sanguíneos tienen las paredes engrosadas y que sufren ateroesclerosis, presentan un riesgo mayor de sufrir
un accidente cerebrovascular, un infarto de miocardio, una demencia vascular o una insuficiencia renal. El
accidente cerebrovascular y el infarto de miocardio se consideran enfermedades cardiovasculares
ateroescleróticas (ECVAE).
Diagnostico de la hipertensión arterial
Medición de la presión arterial
Para las lecturas más precisas, aquellas que se utilizan para establecer el diagnóstico de hipertensión
arterial en lugar de un control casual, la presión arterial debe medirse siguiendo un procedimiento
específico (véase Medición de la presión arterial). La presión arterial se mide después de que la persona
¿Sabías que...?
Ciertos síntomas, como dolores
de cabeza, hemorragias nasales,
mareos, rubor facial y fatiga, se
suelen atribuir a la hipertensión,
pero en realidad se producen con
la misma frecuencia en las
personas que no tienen la presión
arterial alta.
  
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haya permanecido sentada durante 5 minutos. La persona no debe haber practicado ejercicio, tomado
cafeína o fumado durante al menos 30 minutos antes de la medición. Una lectura de 130/80 mm Hg o más
se considera alta, pero el diagnóstico no se puede basar en una sola medición. A veces, ni varias lecturas
elevadas son suficientes para establecer el diagnóstico, debido a que, por ejemplo, las lecturas pueden
variar demasiado entre ellas. Cuando se registra una lectura inicial elevada, la presión arterial debe
determinarse de nuevo en la misma consulta y luego dos veces al día por lo menos durante dos días más,
para asegurarse de que persiste la hipertensión.
Medición de la presión arterial
Varios instrumentos pueden medir la presión arterial rápidamente y con pocas molestias. Por regla
general se utiliza un tensiómetro (o esfigmomanómetro). Este dispositivo consiste en un manguito
hinchable de caucho blando conectado a una pera también de caucho que sirve para inflar el manguito
y un medidor que registra la tensión del manguito. El medidor puede ser un dial o bien una columna de
vidrio llena de mercurio. La tensión arterial se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) dado que el
primer instrumento que se utilizó para medirla fue una columna de mercurio.
Cuando se utiliza un esfigmomanómetro, la persona se sienta con las piernas sin cruzar y la espalda
apoyada. Tiene un brazo descubierto (si la camisa o la blusa está remangada, hay que cerciorarse de
que no se oprime el brazo), que se mantiene doblado y descansado sobre una mesa de modo que esté
más o menos al nivel del corazón. El manguito se coloca alrededor del brazo. Es importante utilizar un
manguito que se adapte al tamaño del brazo. Si el manguito queda demasiado apretado, la lectura de
la presión será demasiado alta. Si el manguito queda demasiado suelto, la lectura será demasiado baja.
El médico, mientras ausculta con el fonendoscopio (estetoscopio) colocado sobre la arteria por debajo
del manguito, aprieta la perilla para hincharlo hasta que comprime la arteria lo suficiente como para
detener temporalmente el flujo de sangre, por lo general hasta una presión que es unos 30 mm Hg
más alta que la presión sistólica habitual de la persona (la presión ejercida cuando el corazón late).
Luego se deshincha poco a poco el manguito. La presión a la cual el médico comienza a escuchar un
pulso en la arteria es la tensión sistólica. El manguito continúa deshinchándose y, en un momento
dado, deja de escucharse el sonido de la sangre que fluye. La presión en este punto es la presión
diastólica (la presión ejercida cuando el corazón se relaja, entre dos latidos cardíacos).
Algunos instrumentos miden la presión automáticamente, sin utilizar un tensiómetro o una pera de
caucho. Estos dispositivos se ajustan alrededor de la parte superior del brazo, del dedo o de la muñeca.
En las personas de más de 50 años, la presión arterial medida en la parte superior del brazo es la más
precisa. A veces es necesaria una medición exacta de la presión arterial, por ejemplo, para una persona
hospitalizada en una unidad de cuidados intensivos. En estos casos, se introduce un catéter en una
arteria para medir directamente la presión arterial.
Se comercializan instrumentos para que las personas con hipertensión arterial puedan controlarse su
presión arterial en el propio domicilio.
Si todavía hay duda, se puede utilizar un monitor de la presión arterial durante 24 horas. Se trata de un
dispositivo portátil que funciona con pilas y se lleva sobre la cadera, conectado a un manguito para el
control de presión arterial, que se coloca en el brazo. Este monitor registra de forma continua la presión
arterial a lo largo del día y la noche durante un periodo de 24 o 48 horas. Las lecturas no solo indican la
presencia de hipertensión arterial, sino también su gravedad.
La seudohipertensión, la presión arterial que se mide como elevada cuando en realidad no lo es, ocurre en
personas con arterias muy rígidas (más comúnmente, en personas mayores). Se produce cuando la arteria
del brazo es demasiado rígida para que la comprima el manguito y, por consiguiente, no puede medirse con
precisión la presión arterial.
La hipertensión latente se produce cuando la medida de la presión arterial da un valor normal cuando en
realidad es elevada. La hipertensión latente afecta hasta el 10% de las personas con hipertensión arterial.
Detectar este tipo de hipertensión puede ser imposible a menos que se mida la presión arterial en el propio
domicilio o si se sospecha que la causa de una complicación (por ejemplo, la insuficiencia cardíaca) ha sido
la hipertensión arterial.
Cuando se ha diagnosticado hipertensión arterial, se suelen evaluar sus efectos sobre órganos vitales, en
especial los vasos sanguíneos, el corazón, el cerebro y los riñones. El médico también debe investigar la
causa de la hipertensión. El número y el tipo de pruebas que se practican para descubrir si hay lesiones en
los órganos y para determinar la causa de la hipertensión arterial varían de una persona a otra. En general,
la valoración rutinaria de un paciente supone la elaboración del historial clínico, una exploración física, una
electrocardiografía (ECG), un análisis de sangre (que incluya el nivel de hematócrito [el porcentaje de
glóbulos rojos en el volumen sanguíneo total], los niveles de potasio y sodio y pruebas de la función renal), y
análisis de orina.
La exploración física consiste en el examen de la zona abdominal por encima de los riñones para determinar
si hay dolor a la palpación (hipersensibilidad) y la colocación de un fonendoscopio sobre el abdomen para
auscultar la presencia de algún soplo periférico (ruido que produce el flujo sanguíneo turbulento en su paso
por una arteria estrechada) en la arteria que irriga cada riñón.
Con un oftalmoscopio se examina la retina de cada ojo. La retina es el único lugar del organismo donde los
médicos pueden observar directamente los efectos de la hipertensión arterial sobre las arteriolas. Se cree
que las alteraciones en las arteriolas de la retina son similares a las de las arteriolas y otros vasos
sanguíneos de cualquier otra parte del organismo, como los riñones. La determinación del grado de
deterioro de la retina (retinopatía hipertensiva) permite a los médicos clasificar la gravedad de la
hipertensión arterial.
Se utiliza un fonendoscopio para auscultar los tonos (o ruidos) cardíacos. La auscultación de un tono
cardíaco anómalo denominado cuarto tono cardíaco es una de las primeras alteraciones cardíacas
Medición de la presión arterial
JIM VARNEY/SCIENCE PHOTO LIBRARY
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cardíaco anómalo, denominado cuarto tono cardíaco,es una de las primeras alteraciones cardíacas
causadas por la hipertensión. Este tono se produce porque la aurícula izquierda del corazón tiene que
contraerse con más fuerza para llenar el ventrículo izquierdo agrandado y rígido, que bombea la sangre a
todo el organismo con excepción de los pulmones.
Suele realizarse una electrocardiografía (ECG) para detectar alteraciones cardíacas, en particular un
engrosamiento (hipertrofia) del músculo cardíaco o agrandamiento del corazón. Si se sospecha la presencia
de hipertrofia, la persona puede someterse a una ecocardiografía.
El daño renal puede detectarse mediante análisis de orina y sangre. En los análisis de orina se puede
detectar una lesión renal en su etapa inicial. La presencia de células sanguíneas y albúmina (la proteína más
abundante en la sangre) en la orina puede indicar tal daño. Los síntomas de lesión renal (como letargo, falta
de apetito y cansancio) no suelen aparecer hasta haberse perdido del 70 al 80% de la función renal.
Diagnóstico de la causa
Cuanto más elevada sea la presión arterial y más joven sea la persona, más amplia debe ser la investigación
de la posible causa, aun cuando esta se identifica en menos del 10% de las personas. Una valoración más
completa incluye radiografía, ecografía y gammagrafía de los riñones y de su irrigación sanguínea, así como
una radiografía de tórax. Los análisis de sangre y de orina se realizan para medir los niveles de ciertas
hormonas, como la epinefrina, la aldosterona y el cortisol.
Las observaciones o los síntomas anómalos de la exploración física pueden sugerir la causa. Por ejemplo, un
soplo periférico en la arteria que irriga uno de los riñones puede indicar estenosis (estrechamiento) de la
arteria renal. Diferentes combinaciones de síntomas pueden indicar concentraciones elevadas de las
hormonas epinefrina y norepinefrina, producidas por un feocromocitoma. La presencia de un
feocromocitoma se confirma cuando se detectan en la orina productos de la degradación de estas
hormonas. Otras causas poco frecuentes de hipertensión arterial se pueden detectar con ciertas pruebas
habituales. Por ejemplo, la medición de la concentración de potasio en sangre facilita la detección del
hiperaldosteronismo.
Tratamiento para la hipertensión arterial
Dieta y ejercicio
Medicamentos para reducir la presión arterial
La hipertensión primaria no tiene curación, pero se puede controlar para evitar las complicaciones. Todas
las personas con presión arterial elevada o cualquier etapa de la hipertensión deberían cambiar su estilo de
vida. La decisión de recetar medicamentos se basa en el nivel de presión arterial real y en si la persona
afectada sufre enfermedad cardiovascular ateroesclerótica (ECVAE) o tiene un riesgo superior al 10% de
desarrollarla en los próximos 10 años.
  
Medición de la presión arterial
en casa
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Los médicos recomiendan que las personas con hipertensión arterial se controlen ellas mismas la presión
en su domicilio. El hecho de autocontrolarse la presión arterial probablemente contribuye a que las
personas sigan las recomendaciones del médico respecto al tratamiento.
Objetivos del tratamiento
El objetivo de la terapia antihipertensiva, en la mayor parte de los casos, es disminuir la presión arterial por
debajo de 130/80 mm Hg. Sin embargo, si la disminución de la presión arterial a menos de 130/80 mm Hg
causa problemas, como desmayos, sensación de desvanecimiento, pérdida de memoria o mareos, el médico
puede recomendar una presión arterial objetivo más elevada, si bien no debe exceder los valores 140/90.
Para algunas personas, como por ejemplo las personas con riesgo elevado de sufrir enfermedades del
corazón, puede ser apropiado alcanzar una presión sistólica más baja.
Cambios en el estilo de vida
A las personas con sobrepeso que padecen hipertensión arterial se les aconseja perder peso. Con una
pérdida de apenas 4,5 kg de peso ya se puede disminuir la presión arterial. En las personas obesas,
diabéticas o con colesterol elevado, los cambios en la dieta (incorporando una dieta más rica en frutas,
verduras y productos lácteos descremados y con un bajo contenido total de grasas saturadas) son
importantes para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Los fumadores deben dejar de fumar.
Si se reduce la ingestión de alcohol y de sodio (manteniendo un consumo adecuado de calcio, magnesio y
potasio) es posible que no sea necesario el tratamiento farmacológico de la hipertensión arterial. Se debe
reducir la ingestión diaria de alcohol a no más de dos copas (un total diario de 1 L de cerveza, 240 mL de
vino o 60 mL de whisky u otros licores) en varones y una copa en mujeres. El consumo diario de sodio debe
reducirse a menos de 2,5 g, o la ingestión de cloruro de sodio (sal común), a 6 g.
El ejercicio aeróbico moderado es útil. Las personas con hipertensión primaria no tienen que restringir sus
actividades si su hipertensión arterial está controlada. La práctica regular de ejercicio físico contribuye a
reducir la presión arterial y el peso, y mejora el funcionamiento del corazón y la salud en general (véase
también Beneficios del ejercicio).
Terapia con fármacos
(Véase también Tratamiento farmacológico de la hipertensión arterial.)
Los fármacos que se emplean en el tratamiento de la hipertensión se denominan antihipertensores. Con la
amplia variedad de antihipertensores comercializados, casi siempre se puede controlar la hipertensión,
pero el tratamiento debe ajustarse a cada caso particular. El tratamiento es más eficaz cuando existe una
buena comunicación entre la persona y el médico y ambos colaboran en cuanto al programa de
tratamiento.
Los distintos tipos de antihipertensores disminuyen la presión arterial mediante mecanismos diferentes, de
modo que se pueden emplear distintas estrategias de tratamiento. En algunos casos, los médicos utilizan un
plan de tratamiento farmacológico escalonado: inicialmente administran un único tipo de antihipertensor y
añaden otros tipos solo si es necesario. En otros casos, los médicos prefieren una actuación secuencial:
prescriben un único antihipertensor y, si este es ineficaz, suspenden su uso y administran otro tipo de
fármaco. Para personas con presión arterial de 140/90 mm Hg o superior, suele iniciarse el tratamiento con
dos fármacos a la vez. A la hora de elegir un antihipertensor, los médicos toman en consideración factores
como los siguientes
Edad, sexo y ascendencia
IAN HOOTON/SCIENCE PHOTO LIBRARY
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Gravedad de la hipertensión arterial
Presencia de otros trastornos como diabetes o colesterol elevado
Posibles reacciones adversas, que varían entre unos fármacos y otros
Precio de los fármacos o las pruebas necesarias para detectar la posibilidad de determinadas
reacciones adversas
En la mayoría de casos (más del 74%) se acaban necesitando dos o más fármacos para conseguir reducir la
presión a niveles óptimos.
La mayoría de las personas tolera los fármacos antihipertensores que se les han prescrito sin problemas.
Sin embargo, cualquier fármaco antihipertensor puede provocar reacciones adversas. Así pues, cuando
aparecen, el paciente debe informar al médicopara que pueda ajustar la dosis o cambiar de fármaco. Por lo
general, para controlar la presión arterial, es preciso tomar un antihipertensor de por vida.
Tratamiento de la hipertensión secundaria
Si es posible, se debe tratar la causa de la hipertensión arterial. El tratamiento de la enfermedad renal a
veces puede normalizar la presión arterial o por lo menos reducirla, de modo que el tratamiento con
antihipertensores sea más eficaz. Una arteria renal estrechada se puede dilatar mediante la inserción de un
catéter con un balón en la punta, que luego se infla (angioplastia). También se puede practicar una
intervención quirúrgica de derivación (bypass) del segmento angosto de la arteria que irriga el riñón.
Frecuentemente este tipo de cirugía cura la hipertensión. Los tumores que causan hipertensión arterial,
como el feocromocitoma, por lo general se pueden extirpar quirúrgicamente.
Si el paciente todavía presenta hipertensión a pesar de tomar tres medicamentos diferentes, en algunas
ocasiones el médico inserta un catéter en cada arteria renal (en Europa). El catéter produce ondas de radio
que destruyen los nervios simpáticos a lo largo de las arterias renales. Los primeros estudios sobre este
procedimiento parecieron mostrar que reducía la presión arterial. Sin embargo, un estudio mucho más
grande y más completo no mostró que el procedimiento fuera eficaz. Este tratamiento no está disponible en
los Estados Unidos.
Otro tratamiento para la hipertensión arterial es lo que se conoce como terapia con marcapasos. Se
implanta un electrodo en el cuello, donde estimula ciertas terminaciones nerviosas que ayudan a regular la
presión arterial. Este tratamiento no está disponible en Estados Unidos, pero está disponible en Europa y
Canadá.
Tratamiento de las urgencias hipertensivas leves y
graves
En las urgencias hipertensivas graves, la presión arterial debe disminuirse rápidamente. Este tipo de
urgencias reciben tratamiento hospitalario en las unidades de cuidados intensivos. La mayoría de los
fármacos que se utilizan para disminuir la presión arterial de forma rápida, como el fenoldopam, el
nitroprusiato, la nicardipina o el labetalol, se administran por vía intravenosa.
Pronóstico de la hipertensión arterial
La hipertensión arterial no tratada aumenta el riesgo de que el paciente desarrolle una enfermedad
cardíaca (como insuficiencia cardíaca, infarto de miocardio o muerte súbita de origen cardíaco), insuficiencia
renal o un accidente cerebrovascular a una edad temprana. La hipertensión arterial es el factor de riesgo
más importante para desarrollar accidentes cerebrovasculares. También es uno de los tres factores de
riesgo modificables más importantes para los infartos de miocardio (los otros dos son el tabaquismo y los
niveles elevados de colesterol en sangre).
Los tratamientos que hacen descender la hipertensión arterial disminuyen de forma considerable el riesgo
de accidente cerebrovascular y de insuficiencia cardíaca. También disminuyen el riesgo de infarto de
miocardio, aunque no de una forma tan considerable.
Más información
El siguiente es un recurso en inglés que puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace
responsable del contenido de este recurso
  
  
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MManual
© 2022 Merck Sharp & Dohme Corp., una subsidiaria de Merck & Co., Inc., Kenilworth, NJ, EE. UU.
responsable del contenido de este recurso.
American Heart Association: hipertensión arterial: recurso completo para ayudar a las personas a
comprender las causas de la hipertensión arterial y gestionar los cambios de estilo de vida necesarios para
tratarla
https://www.heart.org/en/health-topics/high-blood-pressure