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15 Fisiopatias en el Cultivo de Citricos

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Fisiopatías en el Cultivo de 
Cítricos 
 
Conocidas también como desórdenes o alteraciones fisiológicas, se tratan de modificaciones en la cáscara 
del fruto, que en un inicio pueden ser meramente estéticas; pero que pueden evolucionar hasta alterar 
gravemente su desarrollo y vida de anaquel, perdiendo valor comercial. La causa de la mayoría de estas 
alteraciones no ha podido ser bien establecida, aunque se contempla que están asociados distintos 
factores como: clima, condiciones de los suelos, deficiencias nutricionales, manipulación pre y 
postcosecha, relaciones hídricas entre el fruto y la atmósfera o el fruto y el mismo árbol. 
 
Rajado de frutos 
Es un agrietamiento de la cáscara del 
fruto cuando aún está en el árbol, 
generalmente antes de la maduración, 
aunque existen variedades en las que 
se produce después de superar la 
maduración, como en las naranjas 
dulces `Navelate`. Este rajado inicia 
frecuentemente por la zona estilar, 
también conocido como ápice del 
fruto, y puede llegar hasta la zona 
ecuatorial del fruto, e incluso la base 
del mismo; sin embargo, algunas veces 
esta ruptura en la cascara puede 
suceder en la parte media. La pulpa no 
se ve afectada por el rajado, pero 
queda expuesta al ataque de hongos. 
Los factores que influyen en la aparición de esta alteración son déficits hídricos seguidos de períodos 
húmedos, los cuales ocasionan que se incremente el tamaño de los gajos de los cítricos de manera más 
rápida que la cáscara, la cual se adelgaza; esta última no aguanta la presión de este crecimiento y se 
rompe. Otro factor asociado a un mayor porcentaje de rajado es la deficiencia de potasio, dado que este 
elemento ayuda a incrementar la resistencia y grosor de la cáscara. Por otra parte, también se consideran 
que factores como condiciones de suelo y la incidencia de patógenos favorecen un mayor porcentaje de 
este desorden. Las aplicaciones de fitorreguladores como el ácido giberélico y/o el 2, 4-D, a razón de 20 
mg/L con dos aplicaciones, reducen el porcentaje de rajado en cítricos entre un 50 a 70%, dado que mejora 
la resistencia de la cáscara pero no altera su grosor. 
 
 
Figura 1. Rajado de frutos en mandarina `Nova`. 
Foto: Zaragoza 
 
 
 
 
 
Creasing o clareta 
Este desorden puede llegar a causar pérdidas del 5 % hasta el 80 % en la producción en los cítricos, 
volviéndose la alteración fisiológica que representa las mayores pérdidas en este cultivo. El Creasing se 
caracteriza por la presencia de pequeñas grietas y depresiones en la cáscara, en forma de lagunas que se 
alternan con zonas sanas dando un aspecto de abultamientos. Como consecuencia se deprecia su valor 
en el mercado de frutos y se vuelven frágiles para su manipulación en postcosecha. Esta alteración varía 
con los años en el mismo árbol, lo que deja en evidencia que influyen también factores ambientales para 
que se manifieste este desorden. Las condiciones de suelo y períodos secos alternados con períodos 
húmedos pueden incrementar la magnitud de esta fisiopatía. Además, la intensidad del Creasing también 
está asociado a la edad del fruto, donde a mayor retraso en la recolección de los frutos conlleva un mayor 
riesgo de incrementar la incidencia. Se ha encontrado a través de diversos estudios que aplicaciones de 
potasio ayudan a mitigar este problema en la producción. Otra estrategia es la aplicación de ácido 
giberélico a concentraciones de 12 a 20 mg/L combinado con nitrato de potasio al 2% o con fosfato 
amónico, lo cual reduce significativamente el Creasing en los cítricos. 
Bufado del fruto 
El bufado en los frutos de cítricos ocurre al separarse la cáscara 
y la pulpa o gajos de la fruta madura, aunque también el albedo 
(parte interior de la cascara de color blanco) se puede poner 
esponjoso y con grietas; además, el eje central se desintegra. 
Esta alteración provoca que la fruta sea poco consistente para 
las operaciones de postcosecha, perdiendo calidad comercial. El 
consumidor considera que estos frutos, al sentirse blandos al 
tacto, están sobremaduros y los rechazan. Esta fisiopatía ocurre 
principalmente cuando se dejan los frutos en el árbol después 
de que han madurado, ya que comienza una pérdida progresiva 
de zumo haciendo que la pulpa se contraiga. También puede 
ocurrir por un recrecimiento de la cáscara cuando los gajos han 
alcanzado su crecimiento máximo. La humedad asociada a altas 
temperaturas, sobre todo cuando existió un periodo seco 
previo, favorece el bufado de los frutos debido a que continúa 
el crecimiento de la corteza. La aplicación excesiva de nitrógeno 
y/o la carencia de fósforo favorecen la aparición de este desorden en los frutos. Aplicaciones de ácido 
giberélico (10 a 20 mg/L) cuando está por cambiar el color de la cáscara ayuda a reducir el bufado hasta 
en más de un 80 %. 
 
 
Figura 2. Fruto de mandarina 
Satsuma afectado de bufado. 
Foto: Agustí 
 
 
 
 
 
 
Picado del fruto 
Son pequeñas lesiones profundas, inicialmente aparecen aisladas, después se agrupan creando zonas 
amplias y de apariencia marrón oscuro, invadiendo al final casi la totalidad del fruto y reduciendo la 
calidad, lo cual lo vuelve inservible para su consumo en fresco. Este desorden esta generalmente asociado 
a las condiciones de almacenamiento en postcosecha, sobre todo a las bajas temperaturas; Sin embargo, 
esta alteración fisiológica puede darse antes de la cosecha, afectando hasta un 40 % de la producción. 
Esta afección en el fruto presenta una distribución irregular dentro de una misma parcela y hasta en un 
mismo árbol, pero se ha encontrado que los frutos más afectados son aquellos situados en la parte 
externa de la copa y orientados al norte, quienes presentan una cutícula más permeable al agua. Además 
la presencia de fuertes vientos, humedades bajas y 
temperaturas relativamente bajas son condiciones 
climáticas previas a la aparición del picado del fruto, ya que 
conducen a una alta evapotranspiración que aunado a la 
alta permeabilidad de la cutícula del fruto favorecen la 
aparición de la fisiopatía en pocos días. La aplicación de 
nitrato de calcio al 2 % o un antitranspirante como el 
pinolene antes de que el fruto cambie de color y/o se 
presenten las condiciones climáticas que lo favorecen, 
permite reducir este problema de un 10 a 70 %. La 
efectividad de los tratamientos dependerá de la 
localización de la parcela, condiciones climáticas, 
condiciones del tratamiento, entre otros factores. Los 
tratamientos citados anteriormente no afectan la calidad 
interna del fruto. 
Colapso de la corteza 
Dentro de los cítricos, las naranjas son las más afectadas por esta alteración, sobre todo las naranjas 
dulces tipo Navel, llegando a causar hasta un 80 % de pérdidas en huertos sensibles. El período en el que 
puede aparecer este desorden es desde el cambio de color del fruto hasta varias semanas después, 
dependiendo de las condiciones ambientales. La incidencia de la alteración en postcosecha aumenta 
conforme madura el fruto. La fisiopatía del colapso se caracteriza por ser inicialmente una depresión sobre 
la cáscara, que evoluciona posteriormente a zonas secas de color marrón rojizo, recubriendo gran parte 
de la cara externa del fruto. Su incidencia y magnitud varía entre huertos, ciclos de producción y dentro 
del mismo árbol. La mayor parte de frutos afectados se encuentran del lado noroeste de la copa; asimismo 
es mayor en los frutos situados al exterior de la copa y la incidencia aumenta en la cara expuesta del fruto 
respecto a la que mira hacia al interior del árbol. 
 
Figura 3. Fruto de pomelo `Marsh 
seedless´ afectado por picado. 
Foto: Agustí 
 
 
 
 
 
La aparición de los síntomas iniciales coincide 
con condiciones de alta temperatura, baja 
humedad relativa y alta evapotranspiración, 
seguidas de un cambio brusco con condiciones 
de baja temperatura, alta humedad relativay 
baja evapotranspiración. En postcosecha los 
cambios bruscos de humedad relativa 
desencadenan este problema en los frutos. La 
propuesta para el manejo consiste en la 
elección adecuada del patrón o portainjerto, 
ya que distintos estudios realizados con 
naranja `Navelate´ injertada sobre distintos 
portainjertos, muestran que cuando se injerta 
en naranjo amargo se presenta una menor 
incidencia de esta fisiopatía con 4 % de los 
frutos descartados para su comercialización, 
comparado con otros portainjertos como 
citrange Carrizo o mandarino Cleopatra, 
quienes presentan más del 20 % de frutos 
descartados. 
Granulación 
Ocurre cuando se “gelifican”, engrosan y las vesículas pierden zumo, teniendo una apariencia seca y casi 
incolora, principalmente en naranjas y mandarinas; es un problema que no se puede apreciar 
externamente. Este desorden puede afectar desde un 15 % hasta un 80 % la producción dependiendo de 
la sensibilidad del cultivar. Las toronjas y mandarinas son menos sensibles a esta alteración, comparadas 
con las naranjas. Esta alteración aparece en la base del fruto o la parte peduncular, asociada a un retraso 
en la recolección en las naranjas `Valencia´, mandarinas e híbridos; sin embargo, en naranjas `Navel´ la 
granulación avanza de la base hacia el centro del fruto a medida que madura. También este desorden 
aumenta su problema en postcosecha mientras más tiempo pase en almacenamiento. La granulación 
afecta propiedades organolépticas del fruto debido a que en las vesículas afectadas descienden los niveles 
de azúcares, ácidos orgánicos y carotenoides. Se ha correlacionado la incidencia de esta alteración con 
condiciones de suelos ligeros y temperaturas medias elevadas a lo largo del año. Por otro lado, se ha 
encontrado que el mayor porcentaje de frutos afectados son los que se encuentran en la parte norte del 
árbol, así como los que se encuentran en la parte superior. De igual forma frutos de gran tamaño 
desarrollan más intensamente la granulación. El mejor método para el manejo de esta fisiopatía es la 
adecuada elección del portainjerto o patrón. 
Figura 4. Fruto de naranja `Navelate´ afectado por 
colapso de corteza. 
Foto: Agustí 
 
 
 
 
 
Los portainjertos de citrumelo, citrange Carrizo o mandarino Cleopatra tienen una menor incidencia de 
esta alteración fisiológica en relación a los portainjertos trifoliados o de Citrus volkameriana. 
 
Oleocelosis 
Ocurre por la liberación del aceite esencial de las 
glándulas de la cáscara del fruto debido 
principalmente a causas mecánicas, pero también a 
una degeneración celular y colapso de las células. El 
aceite liberado es fitotóxico para las células de la 
epidermis de la misma cáscara, ocasionando lesiones 
en forma de manchas de color marrón-verdosas que 
pueden evolucionar a necrosis. La susceptibilidad a 
esta alteración está relacionada con el balance hídrico 
del árbol, disminuyendo el riesgo de incidencia cuanto 
menor es el contenido hídrico de la planta, es decir, se 
debe procurar no recolectar frutos turgentes tras un 
intenso rocío. El problema también puede presentarse 
en frutos turgentes de árboles sometidos a 
humedades elevadas que reciben repentinamente 
temperaturas bajas. La resistencia de la corteza juega 
un papel importante en la aparición de esta fisiopatía, 
ya que cuanto menor sea esta, menor es la incidencia. 
Una menor resistencia se asocia al cambio de color de la cáscara, por eso los frutos maduros son menos 
sensibles, incluso con la presencia de rocío. El mejor manejo es la prevención, mediante el manejo 
cuidadoso durante su cosecha, transporte y con tratamientos adecuados postcosecha; además de evitar 
recolectar los frutos cuando presentan una elevada turgencia en la cáscara. Por otra parte, el uso de ceras 
o atmosferas modificadas pueden reducir el problema. 
 
Fuentes consultadas: 
-Agustí, M.; Almela, V.; Juan, M.; Mesejo, C.; Martínez, F. A.; Reig, C. 2008. Desórdenes Fisiológicos 
Precosecha de los Frutos Cítricos y su Control. PHYTOMA. Nº 201. 
-Agustí, M. 2012. Citricultura. Ed. Mundi-Prensa. España. 423 p. 
Figura 5. Oleocelosis en pomelo con 
depresiones importantes en la corteza, 
disminuyendo su calidad. 
Foto: Lado y Rivas.

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