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La rubeola

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Dr. Armando Rentería Cárdenas
Rubeola
OBJETIVOS
Describir los factores de riesgo. Distinguir el cuadro clínico y 
diagnosticar en fase temprana la enfermedad. Fundamentar 
un tratamiento eficaz y detectar complicaciones en forma 
oportuna. Prevenir infección en la embarazada susceptible.
CONCEPTO
La rubeola es una enfermedad infecciosa aguda de etiología 
viral, caracterizada por fiebre, conjuntivitis, tos, linfadenopa-
tía y exantema maculopapular de tres días de duración, que 
se presenta sobre todo en niños y adultos jóvenes.
Reviste importancia epidemiológica cuando es adqui-
rida por la mujer embarazada durante el primer trimestre 
de gestación, por la posibilidad teratogénica al embrión-
feto. La enfermedad adquirida después del nacimiento es 
benigna de forma habitual. Su máxima incidencia se loca-
liza en la edad escolar y casi el 90% de los adultos tiene 
anticuerpos séricos que les confiere inmunidad.
Puntos sobresalientes
•	 La rubeola es una enfermedad infectocontagiosa que 
al ser prevenida por vacunación puede eliminarse. El 
mayor riesgo que representa el virus, su agente causal, 
es cuando infecta a la mujer embarazada, sobre todo 
en el primer trimestre de la gestación.
•	 Se debe documentar que la mujer en edad de pro-
crear niños haya presentado la infección o esté inmu-
nizada de manera adecuada. SI no es así, vacunarla.
•	 Evitar el síndrome de rubeola congénita que, al igual 
que otras infecciones en el embrión-feto o el RN 
como la varicela, la hepatitis B, el tétanos y la tos fe-
rina, debe prevenise por completo.
PERIODO PREPATOGÉNICO 
(FACTORES DE RIESGO)
Agente
Es causada por un virus RNA de la familia Togaviridae, 
género Rubivirus, que se ha descubierto en secreciones 
nasofaríngeas de los enfermos con infección aparente o 
no. Sin embargo, se pueden encontrar en excremento y 
orina, incluidos los niños con rubeola congénita, quie-
nes también pueden tener el virus en la faringe durante 
meses.
El virus es capaz de atravesar la placenta, infectar el 
producto y ser causa de aborto, mortinatos o RN vivos con 
muy diversas lesiones por infección durante el periodo de 
organogénesis.
El riesgo es mayor durante las primeras ocho semanas de 
gestación y un porcentaje variable de los productos de las 
madres infectadas sufre rubeola congénita.
Huésped
Es una enfermedad de la niñez con predominio en la edad 
escolar, aunque puede encontrarse desde el producto en ges-
tación hasta la edad adulta.
Ambiente
Tiene distribución universal. La mayor frecuencia se debe 
a hacinamiento y malas condiciones higiénicas en deter-
minadas poblaciones. Se ha informado una variación cícli-
ca de cada tres a cuatro años, predominando en otoño, 
invierno y primavera, pero con el empleo de la vacuna 
específica la incidencia de la enfermedad ha declinado de 
manera notable.
2 • Salud y enfermedad del niño y del adolescente 
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PREVENCIÓN PRIMARIA
Promoción de la salud
Orientación higiénica para evitar el contacto con el virus, me-
jorar condiciones socioeconómicas y culturales, saneamiento 
ambiental; convencer al familiar de la utilidad de las visitas 
periódicas al médico, sobre todo la mujer embarazada suscep-
tible, para poder adoptar medidas profilácticas cuando ella 
adquiera o esté en riesgo de adquirir la enfermedad durante 
el primer trimestre del embarazo.
Protección específica
Detectado el problema en el paciente, debe aislarse desde el 
inicio de los síntomas hasta ocho días después de la aparición 
del exantema. Si una mujer embarazada se pone en contacto 
con el virus de la rubeola, la conducta que se sigue es la si-
guiente: se toma muestra de sangre de inmediato para cuan-
tificar anticuerpos IgG antirrubeola; si se detectan, indican 
que la madre contrajo la enfermedad durante la niñez o bien 
fue vacunada, y por tanto no habrá riesgo y as se le comuni-
cará a la paciente. Si el título de anticuerpos es negativo, se 
cuantifican anticuerpos IgM 15 días más tarde; si es positiva 
se presume que la infección ha ocurrido y si resulta negativa 
se repite el mismo examen un mes después de la exposición; 
si éste es positivo, la infección ha ocurrido y si se registra ne-
gativo la madre no presentará rubeola.
Muchos laboratorios pueden detectar anticuerpos IgM 
contra la rubeola, cuya presencia es indicativa de infección 
posnatal reciente o infección congénita en un RN. El diagnós-
tico de rubeola congénita en niños mayores de un año es difí-
cil. La confirmación mediante el aislamiento del virus sólo es 
posible en una proporción muy pequeña en niños infectados 
mayores de un año de edad.
Las pruebas de laboratorio incluyen la aglutinación en 
látex, el inmunoensayo de fluorescencia, la hemaglutinación 
pasiva, la hemólisis en gel y las pruebas de inmunoensayo en-
zimático. No todas están disponibles en muchos laboratorios. 
Estas pruebas son más sensibles que las de inhibición de la 
hemaglutinación que era la prueba usada con más frecuencia.
La administración de IgG estándar sólo debe considerar-
se cuando no sea posible la interrupción del embarazo; aun-
que hay datos limitados, la inmunoglobulina a dosis de 0.55 
mL/kg puede prevenir o modificar la infección en una perso-
na susceptible expuesta.
Por otro lado, hay que tener certeza de si el supuesto 
contacto presenta rubeola y en él se puede afirmar o no con 
la titulación de anticuerpos. Es conveniente que a toda perso-
na que va a contraer matrimonio se le conozca su titulación 
de anticuerpos antirrubeola.
Inmunización activa
El hecho de que la infección de la rubeola durante el embarazo 
puede causar lesiones al feto, y la aparición de casos de malfor-
maciones congénitas después de una epidemia de rubeola, 
obligaron a desarrollar una vacuna contra dicho padecimiento.
Se dispone en la actualidad de varias vacunas de virus 
atenuados que confieren protección con mínimos efectos co-
laterales. Son vacunas preparadas en cultivos de tejidos y con 
su aplicación se puede obtener una respuesta de anticuerpos 
específicos, hasta el 95% de los susceptibles. Los títulos obte-
nidos son menores que los que se desarrollan en infección na-
tural, pero suficientes para proteger contra nuevas exposiciones.
El empleo de la vacuna de virus vivos atenuados de la 
rubeola se recomienda para niños y niñas de un año de edad 
hasta la pubertad. Se aconseja no administrarla antes del año 
de edad por la posibilidad de interferencia con los anticuer-
pos maternos.
La vacuna contra la rubeola no debe administrarse a las 
embarazadas. Si se aplica de forma inadvertida o si se embara-
za durante los tres meses siguientes a la vacunación, hay que 
informar a la paciente sobre riesgos potenciales para el feto.
El riesgo teórico de que se presente rubeola congénita 
con la vacuna es de 1.6%; alrededor del 2% de los RN presen-
ta infección asintomática, pero ninguna malformación congé-
nita. La aplicación de la vacuna durante el embarazo no 
constituye una indicación sistemática para su interrupción.
Exponer a una niña al contacto con rubeola no se en-
cuentra justificado dado que se cuenta con la vacuna para la 
enfermedad.
PERIODO PATOGÉNICO
Etapa subclínica: fisiopatogenia
Hay pocos estudios histopatológicos relativos a la rubeola ad-
quirida después del nacimiento, por evolucionar casi siempre 
en forma benigna; se presentan lesiones inflamatorias de mu-
cosa nasal y faringe, exantema con linfadenopatía generaliza-
da, edema e hiperplasia reticular. El periodo de incubación es 
de 14 a 21 días.
Etapa clínica
En el niño, la rubeola adquirida después del nacimiento se 
manifiesta con la aparición del exantema, de manera usual. 
En adolescentes y adultos, el exantema va precedido, por lo 
general, en un periodo de uno a cinco días, de fiebre poco 
elevada, cefalea,malestar general, conjuntivitis, tos moderada 
y linfadenopatía.
Estos síntomas ceden con rapidez, después del primer 
día del exantema, que consiste en la aparición de manchas 
rojizas maculopapulares del tamaño de la punta de un alfiler, 
que se inicia en cara y se generaliza con rapidez en un día a 
todo el cuerpo en una dirección cefalocaudal; dura no más de 
tres días y desaparecen en el orden en que apareció. No deja 
manchas y raras veces muestra descamación furfurácea 
mínima. Durante el periodo exantemático puede encontrar-
se enantema en paladar blando, constituido por pequeñas 
máculas multiformes.
La infección fetal transplacentaria puede ser causa de 
abortos, óbitos y prematurez; puede resultar un neonato con 
lesiones diversas o un niño normal. El riesgo de malformacio-
nes es de 100% en las primeras cuatro semanas, de 40% en el 
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segundo, de 10% en el tercero y del 4% en el segundo y tercer 
trimestres. Estas lesiones incluyen anomalías oculares como 
cataratas, glaucoma, retinopatía, microoftalmía, anomalías 
cardiovasculares como CIV, PCA y estenosis pulmonar; sor-
dera, alteraciones cerebrales como microcefalia, encefalitis, 
retraso psicomotor o parálisis; lesiones viscerales diversas 
como hepatitis, neumonitis, esplenitis y peso subnormal al 
nacimiento.
Otras manifestaciones generales incluyen púrpura trom-
bocitopénica, hernia inguinal, hipospadias, etc. Las alteracio-
nes cardiovasculares, la sordera, la microcefalia y las cataratas 
han integrado el llamado “síndrome de rubeola congénita”.
Otras complicaciones, aparte de las relacionadas con las 
anomalías que se han encontrado durante las epidemias, son 
artritis, encefalitis y púrpura trombocitopénica, pero son raras.
PREVENCIÓN SECUNDARIA
Diagnóstico y tratamiento
Los pocos o nulos síntomas prodrómicos, la rápida disemina-
ción del exantema y su desaparición, de manera usual al ter-
cer día, ayudan a distinguir la rubeola de otras enfermedades 
eruptivas como el sarampión. En el diagnóstico diferencial se 
incluye la fiebre escarlatina, roseola infantil, mononucleosis 
infecciosa, infecciones por enterovirus con exantema y erup-
ciones por fármacos.
La infección fetal incluye anomalías oculares como cata-
ratas, glaucoma, retinopatía, microoftalmía, anomalías cardio-
vasculares como CIV, PCA y estenosis pulmonar; la sordera, 
las alteraciones cerebrales como microcefalia y las cataratas 
conforman el denominado “síndrome de rubeola congénita”.
Algunas complicaciones incluyen artritis, encefalitis y púr-
pura trombocitopénica, pero son increcuentes. Hay pruebas 
diagnósticas que incluyen el aislamiento del virus de diferentes 
tejidos (secreción nasal, sangre, orina o líquido cefalorraquídeo) 
y pruebas serológicas como la neutralización, fijación de com-
plemento, inhibición de la hemaglutinación, anticuerpos fluo-
rescentes y determinación de IgM específica contra rubeola.
El tratamiento incluye medidas de mantenimiento y 
control de la fiebre con acetaminofeno (10 a 15 mg/kg de 
peso cada 4 a 6 h, vías oral o rectal).
Algunos autores recomiendan ibuprofeno (6 a 8 mg/kg 
de peso casa 6 a 8 h VO) y antihistamínicos para el prurito.
Limitación del daño
Deben tratarse las complicaciones de acuerdo con el proble-
ma que se presente.
PREVENCIÓN TERCIARIA
Rehabilitación
Se debe efectuar rehabilitación integral, sobre todo en los ca-
sos de rubeola congénita.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
Detectar rubeola en donde haya una gran concurrencia de niños 
o en el primer trimestre de gestación en mujeres susceptibles.
NIVELES DE ATENCIÓN
Primario. El médico general deberá valorar factores de riesgo, 
practicar prevención primaria, efectuar diagnóstico, y tratar 
de forma oportuna y adecuada a los pacientes con rubeola. 
En caso de complicaciones graves debe canalizarlos a otro ni-
vel de atención. Secundario. El pediatra deberá desarrollar las 
mismas funciones y sólo en casos seleccionados asesorarse 
con subespecialistas.
EVALUACIÓN
1.	 Las siguientes aseveraciones son correctas para rubeo-
la, excepto: 
a) las alteraciones cardiovasculares, sordera, microcefalia 
y cataratas integran el síndrome de rubeola congénita; 
b) la infección fetal transplacentaria origina malforma-
ciones en el producto en 100% en las primeras semanas, 
40% en el segundo mes, 10% en el tercer trimestre; c) en 
nuestro país contamos con vacuna específica contra la 
rubeola relacionada con vacuna contra sarampión y pa-
peras y se aplica al año de edad con revacunación a los 
seis años de edad; d) para evitar que la enfermedad sea 
de carácter epidémico se recomienda el empleo sistemá-
tico de IgG en los escolares, e) la duración del exantema 
de la rubeola es por lo general de tres días.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
American Academy of Pediatrics. Rubeola. En: Pickering LK, Baker 
C, Kiberlin DW, Long SS, eds. Red Book: Informe 2012 del Co-
mité sobre Enfermedades Infecciosas. Elk Grove Village, IL: 
American Academy of Pediatrics; 2013:629-634.
Guía de Práctica Clínica: Diagnóstico diferencial de los exantemas 
infecciosos en la infancia, México: Instituto Mexicano del Segu-
ro Social; 2011.
Guía de Práctica Clínica: Prevención, diagnóstico y tratamiento de 
la rubeola infantil en el primer nivel de atención. México: Secre-
taría de Salud; 2009 (actualización 2011).
Morayta-Ramírez A, Torales-Torales AN, Gómez-Altamirano CM, 
Flores-Hernández A, Melo FI. Rubeola. En: González Saldaña 
N, Torales-Torales A, Gómez-Barreto D, editores. Infectología 
clínica pediátrica. 7ª ed. México: McGraw-Hill; 2004:363-376.
Rentería-Cárdenas A. Rubeola. En: Martínez y Martínez R, editor. 
Martínez, La salud del niño y del adolescente. 7ª ed. México: El 
Manual Moderno; 2013:738-740.
Unda-Gómez J. Rubeola y Rubeola congénita. En: Rentería-Cárde-
nas A, editor. Rentería, Prontuario de infectología pediátrica. 
México: Editorial Universitaria Potosina; 2011:525-531.
RESPUESTA A LA EVALUACIÓN
1: d.