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Rhabdovirus filovirus y bornavirus

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533© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
58 Rhabdovirus, filovirus y bornavirus
Una niña de 15 años cogió un murciélago que le mordió en la mano. Un mes después presentó 
un cuadro de diplopía, náuseas y vómitos. En los siguientes cuatro días el cuadro neurológico 
evolucionó y presentó fiebre de 38,9° C. Se sospechó un cuadro de rabia y tanto en el suero 
como en el líquido cefalorraquídeo de la paciente se detectaron anticuerpos específicos frente 
a la rabia (título 1:32). La paciente fue sometida a un coma inducido farmacológicamente con soporte 
ventilatorio y fue tratada con ribavirina intravenosa durante 7 días, cuando los títulos de anticuerpos 
en el líquido cefalorraquídeo se elevaron a 1:2.048. A los 3 meses ya era capaz de caminar con ayuda; 
hacer ejercicio en una bicicleta estática durante 8 minutos y comer ella sola una dieta sólida blanda; 
resolver problemas de matemáticas; utilizar lenguaje de signos y estaba recuperando la capacidad 
de hablar. Éste es el único caso de un paciente que ha sobrevivido sin haber recibido la inmunización 
contra la rabia tras la exposición según la pauta recomendada*.
1. ¿Cómo se confirma la infección por el virus de la rabia?
2. ¿Cuál es la progresión habitual de la enfermedad tras la mordedura de un animal con rabia?
3. ¿Cuándo se detectan los anticuerpos antirrábicos en una presentación normal de un cuadro 
de rabia?
4. ¿Cómo se realiza la inmunización tras la exposición a la rabia? ¿Por qué funciona?
5. ¿Cómo inhibe la ribavirina la replicación del virus de la rabia y otros virus?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es
rHABdoVirus
Los miembros de la familia Rhabdoviridae (de la palabra 
griega rhabdos, que significa «bastón») contienen pató-
genos para gran diversidad de mamíferos, peces, aves y 
plantas. La familia incluye Vesiculovirus (virus de la es-
tomatitis vesicular), Lyssavirus (del griego «locura») (virus 
de la rabia y seudorrabia), un género sin denominar que 
constituye el grupo de los rhabdovirus vegetales y otros 
rhabdovirus sin agrupar que afectan a mamíferos, aves, 
peces y artrópodos.
El virus de la rabia es el patógeno más significativo de los 
rhabdovirus. Hasta que Louis Pasteur desarrolló la vacuna 
inactivada de la rabia, la mordedura de un perro «rabioso» 
siempre provocaba los síntomas característicos de la hidro-
fobia y una muerte segura.
Fisiología, estructura y replicación
Los rhabdovirus son virus simples que solamente codifican 
cinco proteínas en un virión con envoltura en forma de bala, 
de un diámetro de 50 a 95 nm y una longitud de 130 a 380 nm 
(cuadro 58-1; fig. 58-1). Una serie de puntas compuestas por 
un trímero de una glucoproteína (G) recubre la superficie del 
virus. La proteína de adhesión vírica, la proteína G, provoca 
la aparición de anticuerpos neutralizantes. La proteína G del 
virus de la estomatitis vesicular es una glucoproteína sencilla 
a la que se une un glucano por medio de un enlace N. Esta 
proteína G se ha utilizado como prototipo para el estudio del 
procesamiento de las glucoproteínas eucariotas.
Dentro de la envoltura, la nucleocápside helicoidal es-
tá enrollada de manera simétrica en una estructura cilín-
drica, lo que le confiere un aspecto estriado (v. fig. 58-1). 
La nucleocápside se compone de una molécula de ARN 
(ácido ribonucleico) monocatenario de sentido negativo de 
aproximadamente 12.000 bases, la nucleoproteína (N) y las 
proteínas grande (L) y no estructural (NS). La proteína de la 
matriz (M) se encuentra entre la envoltura y la nucleocápside. 
La proteína N es la principal proteína estructural del virus. 
Protege al ARN frente a la digestión por la ribonucleasa y 
mantiene la molécula de ARN en una configuración aceptable 
para la transcripción. Las proteínas L y NS constituyen la 
ARN polimerasa dependiente de ARN.
El ciclo de replicación del virus de la estomatitis vesicular 
es el prototipo de los rhabdovirus y otros virus ARN de ca-
dena negativa (v. cap. 44, fig. 44-14). La proteína vírica G se 
une a la célula hospedadora y se internaliza por endocitosis. 
El virus de la rabia se une al receptor de acetilcolina de tipo 
nicotínico (AChR), a la molécula de adhesión de células neu-
rales (NCAM) o a otras moléculas. La envoltura vírica se une a 
la membrana del endosoma tras la acidificación de la vesícula. 
Este proceso de pérdida de envoltura libera la nucleocápside 
en el citoplasma, donde tiene lugar el proceso de replicación. 
Las vesículas endosómicas pueden transportar viriones de la 
rabia completos a lo largo del axón hasta los cuerpos celulares 
neuronales, donde tiene lugar su replicación.
La ARN polimerasa dependiente de ARN unida a la nucleo-
cápside transcribe el ARN del genoma vírico, produciendo cin-
co ARN mensajeros individuales (ARNm). En el caso del virus 
de la rabia este proceso tiene lugar en los corpúsculos de Negri. 
Estos ARNm se traducen en cinco proteínas víricas. El ARN 
del genoma vírico también se transcribe en un molde de 
ARN de longitud completa y sentido positivo, que se utiliza 
*Adaptado de los Centros para el Control y la Prevención de Enferme-
dades (CDC): Recovery of a patient from clinical rabies—Wisconsin,
2004, MMWR Morb Mortal Wkly Rep 53:1171–1173, 2004.
534 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
para dar lugar a nuevos genomas. La proteína G es sintetizada 
por ribosomas unidos a la membrana y posteriormente es pro-
cesada por el aparato de Golgi y alcanza la superficie celular 
al ser transportada en vesículas de membrana. La proteí-
na M se asocia a las membranas modificadas por la proteína G.
El ensamblaje del virión se realiza en dos fases: 1) ensam-
blaje de la nucleocápside en el citoplasma y 2) envoltura y libe-
ración a través de la membrana plasmática celular. El genoma 
se une a la proteína N y después con las proteínas polimera-
sas L y NS para formar la nucleocápside. La asociación de la 
nucleocápside a la proteína M en la membrana plasmática hace 
que se enrolle para adquirir su forma condensada. A continua-
ción, el virus abandona la célula por gemación a través de la 
membrana plasmática y se desprende cuando la nucleocápside 
ha adquirido su envoltura completa. En la mayoría de los 
rhabdovirus, tras la infección tienen lugar procesos de muerte 
y lisis celulares, con la importante excepción del virus de la 
rabia, que produce poco daño celular apreciable.
Patogenia e inmunidad
Sólo se describirá la patogenia de la infección por el virus 
de la rabia (cuadro 58-2). La infección por el virus la rabia 
suele ser consecuencia de la mordedura de un animal rabioso. 
En el animal, la infección por el virus de la rabia provoca la 
secreción del virus a través de su saliva y un comportamiento 
agresivo (perro «rabioso»), lo que a su vez facilita la trans-
misión del virus. También se puede transmitir por inhalación 
de virus suspendido en el aire (como puede ocurrir en las 
cuevas), en tejidos trasplantados infectados (p. ej., córnea) 
y por inoculación a través de membranas mucosas intactas.
El virus se replica lentamente en el punto de inoculación 
durante días o meses (fig. 58-2), antes de progresar hasta 
alcanzar el sistema nervioso central (SNC). El virus de la 
rabia progresa por transporte axoplásmico retrógrado hacia 
los ganglios raquídeos dorsales y la médula espinal. Cuando 
el virus logra acceder a la médula espinal, el cerebro se infecta 
con rapidez. Las áreas afectadas son el hipocampo, el tronco 
encefálico, las células ganglionares de los núcleos de la protu-
berancia y las células de Purkinje del cerebelo. A continuación, 
el virus se disemina desde el SNC a través de las neuronas 
aferentes hacia lugares intensamente inervados, como la piel 
del cuello y la cabeza, las glándulas salivales, la retina, la 
córnea, la mucosa nasal, la médula suprarrenal, el parénquima 
renal y las células acinares pancreáticas. Después de que el 
virus haya invadido el cerebro y la médula espinal se produce 
una encefalitis y degeneraciónneuronal. A pesar de la intensa 
afectación del SNC y los trastornos de su funcionamiento, se 
pueden observar muy pocos cambios histológicos en el tejido 
afectado, con excepción de la presencia de corpúsculos de 
inclusión de Negri (v. apartado «Diagnóstico de laboratorio»).
Una vez que ha aparecido el cuadro clínico, la rabia es mor-
tal. La duración del período de incubación está determinada 
por 1) la concentración del virus en el inóculo, 2) la proximi-
dad de la herida al cerebro, 3) la gravedad de la herida, 4) la 
edad del hospedador y 5) el estado de su sistema inmunitario.
Al contrario que otros síndromes de encefalitis víricas, la 
rabia es mínimamente citolítica y rara vez origina lesiones 
inflamatorias. Las proteínas víricas inhiben la apoptosis y 
algunas acciones del interferón. Los anticuerpos neutrali-
zantes no aparecen hasta que el cuadro clínico ya está bien 
establecido. Se libera una cantidad muy pequeña de antígeno 
y es probable que la infección se mantenga oculta a la res-
puesta inmunitaria. La inmunidad celular parece desempeñar 
una función minoritaria o nula en la protección frente a la 
infección por el virus de la rabia.
Los anticuerpos pueden impedir la diseminación del virus 
hacia el SNC y el cerebro cuando se administran o se generan 
durante el período de incubación. Habitualmente el período 
de incubación es lo suficientemente largo para permitir la 
generación de una respuesta protectora y terapéutica de 
CUADRO 58-2
Mecanismos patogénicos del virus de la rabia
La rabia suele transmitirse con la saliva y se adquiere 
por mordedura de un animal rabioso.
El virus de la rabia no es muy citolítico y parece 
permanecer unido a la célula.
El virus se multiplica en la musculatura en el sitio 
de la mordedura, con una sintomatología mínima 
o inexistente (fase de incubación).
La duración de la fase de incubación está determinada 
por la dosis infecciosa y la proximidad del lugar de la 
infección al sistema nervioso central (SNC) y al cerebro.
Al cabo de semanas o meses, el virus infecta los nervios 
periféricos y asciende por el SNC hasta alcanzar 
el cerebro (fase prodrómica).
La infección del cerebro provoca unos síntomas 
característicos, coma y muerte (fase neurológica).
Durante la fase neurológica el virus se extiende hasta las 
glándulas, la piel y otras partes del organismo, incluidas 
las glándulas salivales, desde donde se transmite.
La infección de la rabia no provoca respuesta humoral 
hasta las fases finales de la enfermedad, cuando el virus 
ya se ha diseminado desde el SNC hacia otras partes.
La administración de anticuerpos puede inhibir 
la progresión del virus y la enfermedad si se administran 
precozmente.
El período de incubación prolongado permite 
una vacunación activa como tratamiento poscontagio.
Figura 58-1 Rhabdovirus observables al microscopio electrónico: virus 
de la rabia (izquierda) y virus de la estomatitis vesicular (derecha). (De Fields 
BN: Virology, Nueva York, 1985, Raven.)
CUADRO 58-1
Características propias de los rhabdovirus
Virus en forma de proyectil, con envoltura, con ARN 
monocatenario negativo que codifica cinco proteínas
Prototipo de la replicación de los virus de cadena negativa 
con envoltura
Replicación en el citoplasma
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anticuerpos si se aplica una inmunización activa con la vacuna 
inactivada de la rabia.
Epidemiología
La rabia es una zoonosis clásica, transmitida de los animales al 
ser humano (cuadro 58-3). Es endémica en diversos animales 
de todo el mundo, excepto en Australia. La rabia se mantiene y 
se transmite de dos formas: la rabia urbana, en la que el principal 
transmisor es el perro, y la rabia salvaje (de los bosques), trans-
mitida principalmente por varios animales salvajes. En EE.UU., 
la rabia es más frecuente en los gatos porque no están vacunados. 
Las partículas transportadas por el aire que contienen virus, las 
mordeduras y los arañazos provocados por murciélagos infecta-
dos también contribuyen a la diseminación de la enfermedad. 
Sin embargo, el principal reservorio de la rabia en todo el mundo 
es el perro. En Sudamérica y en Asia esta característica es un 
problema debido a la existencia de una población abundante de 
perros callejeros no vacunados y la ausencia de programas 
de control frente a la rabia. Estos dos factores son los responsa-
bles de miles de casos anuales de rabia en perros en esos países. 
Aunque son poco frecuentes, se describen casos de transmisión 
del virus de la rabia por trasplantes corneales o de órganos.
Gracias al excelente programa de vacunación introducido 
en EE.UU., en este país la mayoría de casos de rabia corres-
ponde a la rabia salvaje. Las estadísticas de rabia en los animales 
son recogidas por los Centros para el Control y la Prevención 
de Enfermedades, que en 1999 registraron más de 8.000 casos 
documentados de rabia en mapaches, mofetas, murciélagos y 
animales de granja, además de perros y gatos (fig. 58-3). Los 
tejones y los zorros también son importantes transmisores de 
la rabia en Europa Occidental. En Sudamérica, los murciélagos 
vampiros transmiten la rabia al ganado vacuno, lo que provoca 
pérdidas de millones de dólares cada año.
Aunque no todos los casos son notificados, se estima que 
en todo el planeta la rabia ocasiona 70.000 muertes anuales, 
principalmente en niños, y al menos 25.000 de ellas se pro-
ducen en India, donde el virus se transmite a través de perros 
infectados en el 96% de los casos. En Sudamérica, los casos 
de rabia humana son principalmente el resultado del contacto 
con perros rabiosos de zonas urbanas. En Indonesia, un brote 
de más de 200 casos de rabia humana registrado en el año 
1999 obligó a sacrificar más de 40.000 perros en las islas. La 
incidencia de la rabia humana en EE.UU. es aproximadamente 
de un caso al año gracias a la eficacia de los programas de 
vacunación de los perros y al limitado contacto del ser humano 
con mofetas, mapaches y murciélagos. Desde 1990, los casos 
de rabia en el ser humano en dicho país se han producido a 
través de murciélagos infectados por el virus. La Organización 
Mundial de la Salud estima que alrededor de 10 millones de 
personas reciben cada año un tratamiento tras la exposición a 
animales sospechosos de infección por este patógeno.
Enfermedades clínicas (cuadro 58-4)
La rabia es casi siempre mortal a menos que se trate me-
diante vacunas. Tras un período de incubación largo, aunque 
sumamente variable, sigue una fase prodrómica de rabia 
Figura 58-2 Patogenia de la infección por el virus de la rabia. Las fases 
numeradas describen la secuencia de los acontecimientos. (Modificado 
de Belshe RB: Textbook of human virology, 2.ª ed., St. Louis, 1991, Mosby.)
CUADRO 58-3
Epidemiología del virus de la rabia
Factores de la enfermedad/víricos
El virus provoca un comportamiento agresivo 
en los animales, lo que facilita su diseminación
La enfermedad tiene un período de incubación 
asintomático prolongado
Transmisión
Zoonosis:
Reservorio: animales salvajes
Vectores: animales salvajes y perros y gatos sin vacunar
Fuente del virus:
Principal: saliva en la mordedura de un animal rabioso
Secundaria: suspensión en el aire en cuevas en las que 
hay murciélagos rabiosos
¿Quién corre riesgos?
Veterinarios y cuidadores de animales
Personas mordidas por un animal rabioso
Habitantes de países sin programas de vacunación 
de animales domésticos
Geografía/estación
El virus se encuentra en todo el mundo excepto 
en ciertas islas
No hay incidencia estacional
Métodos de control
Existe un programa de vacunación disponible 
para animales domésticos
Existen vacunas para la población de riesgo
Se han realizado programas de vacunación para controlar 
la rabia en mamíferos de bosque
536 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
(tabla 58-1). El paciente presenta síntomas como fiebre, 
malestar, cefalea, dolor o parestesia(picores) en el lugar de 
la mordedura, síntomas gastrointestinales, fatiga y anorexia. 
El pródromo acostumbra a durar de 2 a 10 días, después de 
los cuales aparecen los síntomas neurológicos específicos de la 
rabia. El síntoma más característico de la rabia, la hidrofobia 
(miedo al agua), aparece en una proporción comprendida 
entre el 20% y el 50% de los pacientes. Está provocado por 
el dolor que se asocia a los intentos del paciente para tragar 
agua. Durante esta fase neurológica también son frecuentes 
las convulsiones generalizadas, la desorientación y las aluci-
naciones. Entre un 15% y un 60% de los pacientes presentan 
parálisis como único síntoma de rabia. La parálisis puede 
originar insuficiencia respiratoria.
El paciente entra en coma tras la fase neurológica, la cual 
se prolonga a lo largo de 2 a 10 días. Esta fase prácticamente 
siempre provoca la muerte como consecuencia de las com-
plicaciones neurológicas y pulmonares.
Diagnóstico de laboratorio
La aparición de síntomas neurológicos en un individuo que 
ha sido mordido por un animal acostumbra a confirmar el 
diagnóstico de rabia. Desafortunadamente, los indicios de 
la infección, incluidos los síntomas y la detección de los an­
ticuerpos, no aparecen hasta que es demasiado tarde para 
intervenir. Normalmente se efectúan análisis de laboratorio 
para confirmar el diagnóstico y determinar si un sujeto o 
animal sospechoso presenta rabia (post mórtem).
El diagnóstico de la rabia se realiza mediante la detección 
del antígeno vírico en el SNC o la piel, el aislamiento del 
virus, la detección del genoma y los resultados serológicos. 
El hallazgo diagnóstico distintivo han sido cuerpos de in-
clusión intracitoplásmicos consistentes en agregados de nu-
cleocápsides víricas (corpúsculos de Negri) en las neuronas 
afectadas (v. cap. 47, fig. 47-3). A pesar de que su detección 
confirma el diagnóstico de infección por el virus de la rabia, 
los corpúsculos de Negri solamente se observan en el 70-90% 
del tejido cerebral de individuos infectados.
La detección del antígeno utilizando técnicas de inmuno-
fluorescencia directa o la detección del genoma mediante la 
reacción en cadena de la polimerasa-transcriptasa inver-
sa (RT-PCR) es una prueba relativamente rápida y sensible y 
constituyen en la actualidad los métodos de elección para el 
diagnóstico de la rabia. Las muestras de saliva, suero, líquido 
raquídeo, material de biopsia cutánea de la nuca, material de 
Figura 58-3 Distribución de la rabia animal en EE.UU., 1999. Los porcen-
tajes se refieren al número total de casos de rabia animal. (Datos de Krebs 
JW, Rupprecht CE, Childs JE: Rabies surveillance in the United States during 
1999, J Am Vet Med Assoc 217:1799-1811, 2000.)
Tabla 58-1 Progresión de la enfermedad de la rabia
Fase de la enfermedad Síntomas Tiempo (días) Estado vírico Estado inmunológico
Fase de incubación Asintomática 60-365 días tras 
la mordedura
título bajo, virus en el 
músculo
—
Fase prodrómica Fiebre, náuseas, vómitos, pérdida de apetito, 
cefalea, letargia, dolor en el lugar de la 
mordedura
2-10 título bajo, virus en el SNC 
y el cerebro
—
Fase neurológica Hidrofobia, espasmos faríngeos, hiperactividad, 
ansiedad, depresión
Síntomas del SNC: descoordinación, parálisis, 
confusión, delirio
2-7 título elevado, virus en el 
cerebro y otros puntos
Anticuerpos detectables 
en suero y SNC
Coma Coma, hipotensión, hipoventilación, infecciones 
secundarias, paro cardíaco
0-14 título elevado, virus en el 
cerebro y otros puntos
—
Muerte — — — —
SNC, sistema nervioso central.
CUADRO 58-4
Resumen clínico
Rabia: se encontró un murciélago volando en el 
dormitorio de una niña de 3 años. Aparentemente, 
el murciélago había permanecido en la habitación durante 
toda la noche. No se observó ningún indicio de herida 
por mordedura ni de contacto, de modo que se capturó 
y liberó al animal. Tres semanas después, la niña presentó 
un cambio de comportamiento y se mostró irritada y 
agitada. En poco tiempo se mostró confusa e incontrolable, 
revolcándose y siendo incapaz de controlar sus secreciones. 
Finalmente entró en estado comatoso y falleció debido 
a una parada cardiorrespiratoria.
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biopsia cerebral o de autopsia y frotis de impresión de células 
epiteliales corneales son las muestras que suelen examinarse.
El virus de la rabia también se puede cultivar en cultivos 
celulares o en ratones lactantes, en los que se inocula en el 
cerebro. Los cultivos celulares o tejidos cerebrales inoculados 
se examinan posteriormente por inmunofluorescencia directa.
Los títulos de anticuerpos de rabia en el suero y en el lí-
quido cefalorraquídeo se determinan habitualmente mediante 
un análisis de inmunoadsorción ligada a enzimas (ELISA) 
o un análisis rápido de inhibición de la fluorescencia. Sin 
embargo, normalmente no se detectan anticuerpos hasta una 
fase avanzada de la enfermedad.
Tratamiento y profilaxis
La rabia clínica casi siempre es mortal a menos que se trate 
mediante inmunización tras el contagio. Una vez que han 
aparecido los síntomas, aparte de un tratamiento de apoyo 
poco más se puede hacer. Sólo existe un caso de interrupción 
exitosa de la progresión de la enfermedad tras la adminis-
tración de tratamiento con ribavirina tras la exposición 
(v. caso clínico al inicio del capítulo).
La profilaxis posterior a la exposición es la única medida 
posible para evitar un cuadro clínico manifiesto en el indivi-
duo afectado. A pesar de que los casos de rabia humana son 
infrecuentes, sólo en EE.UU. aproximadamente 20.000 indi-
viduos reciben cada año profilaxis antirrábica. Esta profilaxis 
se debe iniciar en cualquier individuo que se haya expuesto, 
por mordedura o por contaminación de una herida abierta o 
membrana mucosa, a la saliva o el tejido cerebral de un animal 
sospechoso de estar infectado con el virus, a menos que se 
analice al animal y se demuestre que no presenta la infección.
La primera medida protectora es el tratamiento local de 
la herida. La herida se debe lavar inmediatamente con agua 
y jabón o cualquier otra sustancia que inactive al virus. El 
comité de expertos sobre la rabia de la Organización Mundial 
de la Salud también recomienda instilar suero antirrábico 
alrededor de la herida.
A continuación se recomienda la inmunización mediante 
la administración de la vacuna, combinada con la adminis-
tración de una dosis de inmunoglobulina antirrábica huma-
na (IGARH) o suero antirrábico equino. La inmunización pasiva 
con IGARH solamente proporciona anticuerpos hasta que 
el paciente produce sus propios anticuerpos como respuesta a 
la vacuna. A continuación se administra una serie de cinco 
vacunas en el transcurso de un mes. El curso lento de la rabia 
permite que se origine una inmunidad activa a tiempo para 
proporcionar la protección necesaria.
La vacuna de la rabia contiene virus muertos y se prepara 
por inactivación química de tejido de células diploides huma-
nas infectadas por el virus de la rabia (VCDH) o células pul-
monares fetales de macaco de la India. Estas vacunas provocan 
menos reacciones negativas que las antiguas vacunas (Semple 
y Fermi), las cuales se preparaban a partir de cerebro de 
animales adultos o lactantes. La VCDH se administra por 
vía intramuscular el día del contacto y después los días 3, 
7, 14 y 28, o bien por vía intradérmica con una dosis menor 
de la vacuna en varias localizaciones los días 0, 3, 7, 28 y 90.
En los individuos que trabajan con animales o en laborato-
rios donde se manejan tejidos potencialmente infectados y los 
individuos que viajan a zonas donde hay rabia endémica, se 
debe aplicar una vacuna de manera previa a la exposición. Se 
recomienda la administración de la VCDH por vía intramus-
cular o intradérmica en tres dosis, lo que confiere protección 
a lo largo de un período de 2 años.
En definitiva, la prevenciónde la rabia humana depende 
del control eficaz de la rabia en los animales domésticos y 
salvajes. El control de los animales domésticos depende de 
la desaparición de los animales callejeros y abandonados, 
y de la vacunación de todos los perros y gatos. También se 
han utilizado con éxito diversas vacunas orales atenuadas 
para inmunizar a los zorros. En EE.UU. se está utilizando 
una vacuna con virus de la vaccinia recombinante vivo que 
expresa la proteína G del virus de la rabia. Esta vacuna se 
inyecta en un cebo y se lanza en paracaídas en zonas boscosas, 
lo que permite vacunar a mapaches, zorros y otros animales. 
La inyección accidental de una mujer con esta vacuna hí-
brida frente al virus de la rabia y el virus vacunal consiguió 
inmunizarla frente a la viruela y la rabia (v. bibliografía).
filoVirus
Inicialmente los virus de Marburg y Ébola (fig. 58-4) se clasi-
ficaron como miembros de la familia Rhabdoviridae, pero des-
pués se han clasificado de nuevo como filovirus (Filoviridae). 
Éstos son virus filamentosos de ARN de cadena negativa 
y dotados de envoltura. Estos microorganismos provocan 
fiebres hemorrágicas graves o mortales, y son endémicos 
de África. La notoriedad del virus Ébola aumentó en 1995 
tras un brote de la enfermedad en la República Democrática 
del Congo (antiguo Zaire), y en 1996 en Gabón, así como 
tras el estreno de la película Estallido, basada en un libro 
de Robin Cook, y la publicación del libro Zona caliente, de 
Richard Preston.
Estructura y replicación
Los filovirus poseen un genoma de ARN monocatenario 
(4,5 × 106 Da) que codifica siete proteínas. Los viriones 
forman filamentos con envoltura de un diámetro de 80 nm, 
aunque también pueden adoptar otras formas. Su longitud 
puede variar desde 80 nm hasta 1.400 nm. La nucleocápside 
es helicoidal y se halla en el interior de una envoltura que 
contiene una glucoproteína. El virus Ébola se une a la proteína 
Niemann-Pick C1 (NPC1), penetra en la célula y se replica 
en el citoplasma, de manera semejante a los rhabdovirus.
Patogenia
Los filovirus se multiplican con eficiencia, produciendo gran 
cantidad de virus en los monocitos, los macrófagos, las células 
dendríticas y otras células. La replicación en los monocitos 
induce una tormenta de citocinas proinflamatorias parecida 
a la tormenta de citocinas inducida por un superantígeno. La 
citopatogenia vírica origina una extensa necrosis tisular en 
las células parenquimatosas del hígado, el bazo, los ganglios 
Figura 58-4 Imagen de microscopio electrónico del virus Ébola. (Cortesía 
de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Atlanta.)
538 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
linfáticos y los pulmones. La rotura de las células endoteliales 
que provoca una lesión vascular se puede atribuir a la gluco-
proteína Ébola. Las cepas con mutaciones en esta proteína 
carecen del componente hemorrágico de la enfermedad. La 
extensa hemorragia que se produce en los pacientes afectados 
provoca edema y shock hipovolémico. Los virus pueden es-
capar también de las respuestas innatas e inmunitarias del 
hospedador. Se libera una pequeña glucoproteína soluble, 
puede inhibir la activación de los neutrófilos y bloquear la ac-
ción de los anticuerpos. Las proteínas víricas también pueden 
inhibir la producción y acción del interferón.
Epidemiología
La infección por el virus de Marburg se detectó por primera 
vez entre empleados de un laboratorio de Marburg, Alemania, 
que habían estado en contacto con tejidos de monos verdes 
africanos aparentemente sanos. Se han observado casos raros 
de infección por el virus de Marburg en Zimbabwe y Kenia.
El virus Ébola recibió su nombre del río de la República 
Democrática del Congo en que se descubrió. Se han producido 
brotes de la enfermedad por el virus Ébola en la República 
Democrática del Congo y en Sudán. Durante estos brotes, 
el virus Ébola presenta tal virulencia que elimina la población 
vulnerable antes de lograr diseminarse en grandes extensiones. 
Desde 1976, cuando el virus fue descubierto, se han producido 
aproximadamente 1.850 casos y más de 1.200 muertes. Sin 
embargo, hasta el 18% de la población de las zonas rurales de 
África Central presenta anticuerpos frente a este virus, lo que 
indica que también se producen infecciones subclínicas.
Estos virus pueden ser endémicos en los monos salvajes 
y pueden transmitirse de los monos al ser humano y en-
tre individuos. El contacto con el animal que actúa como 
reservorio o el contacto directo con sangre o secreciones 
infectadas pueden diseminar la enfermedad. Estos virus se 
han transmitido a través de inyecciones accidentales y el uso 
de jeringas contaminadas. Los profesionales sanitarios que 
atienden a los pacientes y los manipuladores de los monos son 
los que presentan un riesgo mayor de contraer la infección.
Enfermedades clínicas
Los virus de Marburg y Ébola son las causas más graves de las 
fiebres hemorrágicas (caso clínico 58-1). La enfermedad suele 
manifestarse con síntomas de tipo gripal como cefalea y mial-
gias. Al cabo de pocos días aparecen náuseas, vómitos y dia-
rreas; también puede formarse un exantema. Posteriormente 
se observan hemorragias en múltiples puntos, especialmen-
te en el tubo digestivo, y hasta el 90% de los pacientes con 
un cuadro clínico manifiesto fallece. El brote registrado en 
Kikwit, República Democrática del Congo, en el año 1995 
ocasionó la muerte de 245 personas.
Diagnóstico de laboratorio
Todas las muestras procedentes de pacientes en los que se 
sospeche una infección por filovirus se deben manipular con 
extremo cuidado con el fin de evitar una infección acciden-
tal. La manipulación de estos virus exige un nivel 4 de ais-
lamiento, del que no se dispone con frecuencia. El virus 
de Marburg puede crecer rápidamente en cultivos tisulares 
(células Vero), mientras que el aislamiento del virus Ébola 
exige la inoculación de animales (p. ej., cobaya).
Las células infectadas tienen grandes corpúsculos eosi-
nofílicos de inclusión citoplásmica. Los antígenos víricos se 
pueden detectar en los tejidos mediante análisis de inmuno-
fluorescencia directa, y en líquidos mediante técnica ELISA. 
Se puede recurrir a la amplificación RT-PCR, del genoma 
vírico en las secreciones, con el fin de confirmar el diagnóstico 
y minimizar la manipulación de las muestras.
La inmunoglobulina G (IgG) y los anticuerpos IgM frente 
a los antígenos se pueden detectar por inmunofluorescencia 
o ELISA.
Tratamiento, prevención y control
En pacientes con infecciones por filovirus se ha estudiado 
la administración de sueros que contenían anticuerpos y 
de interferón. Los pacientes infectados se deben someter a 
cuarentena, y los animales contaminados se deben sacrificar. 
La manipulación de los virus o material contaminado requiere 
procedimientos de aislamiento muy estrictos (nivel 4).
Virus de lA enfermedAd de BornA
El virus de la enfermedad de Borna (VB) constituye el único 
representante de una familia de virus de ARN de cadena nega-
tiva con envoltura. El VB se asoció inicialmente a la infección 
de caballos en Alemania. Ha sido objeto de una considerable 
atención en los últimos años debido a su relación con ciertas 
enfermedades neuropsiquiátricas, como la esquizofrenia.
Estructura y replicación
El genoma de 8.910 nucleótidos de longitud del VB codifica 
cinco proteínas detectables, entre las que figura una polimera- 
CASO CLÍNICO 58-1
Ébola
Emond y cols. describieron el siguiente caso de infección 
por Ébola (Br Med J 2:541-544, 1977). A los 6 días 
de pincharse con una aguja mientras manejaba material 
procedente de un animal infectado por virus Ébola, un 
científico presentó dolor abdominal y náuseas. Fue trasladado 
a una unidad de enfermedades infecciosas de alta seguridad e 
ingresado en una habitación de aislamiento. 
El día del ingreso (día 1) presentó anorexia, fatiga, náuseas, 
dolor abdominal y fiebre de 38 °C. Se le administró 
interferón dos veces al día y pareció mejorar, pero al día 
siguientepor la mañana reapareció la fiebre (39 °C). 
Se le administró suero convaleciente inactivado con calor 
sin efectos inmediatos. Al cuarto día presentó una sudoración 
profusa y la temperatura se normalizó, pero desarrolló 
un exantema en el tórax. A mediados del día 4 desarrolló 
una tiritona súbita y violenta, con fiebre de 40 °C, náuseas, 
vómitos y diarrea. Estos síntomas persistieron durante 3 días 
y el exantema se extendió por todo el cuerpo. 
Al sexto día, se le administró más suero de convalecientes 
y rehidratación. El paciente se fue recuperando de forma 
lenta en 10 semanas. Se reconocieron virus mediante 
microscopia electrónica e inoculación en cobayas en la sangre 
obtenida durante el primer día sintomático. (Actualmente 
los análisis se realizarían mediante reacción en cadena de la 
polimerasa-transcriptasa inversa, con un menor riesgo para 
el personal de laboratorio.) Los títulos de virus se redujeron 
1.000 veces tras el tratamiento con interferón y eran 
indetectables a partir del noveno día. El tratamiento del 
paciente y el manejo de las muestras se realizaron bajo 
las condiciones de aislamiento más estrictas existentes en 
aquel momento. Aunque el científico adoptó todas 
las precauciones y se lavó las manos en lejía en cuanto pudo, 
su destino estaba ya marcado. Por suerte, se disponía de suero 
de convalecientes y de interferón para limitar la progresión de 
la enfermedad, porque sin ellos hubiera fallecido 
por una enfermedad hemorrágica de progresión rápida.
RHABDOVIRUS, FILOVIRUS y BORNAVIRUS 539
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sa (L), una nucleoproteína (N), una fosfoproteína (P), una pro-
teína de matriz (M) y una glucoproteína de la envoltura (G). 
A diferencia de la mayoría de los virus de cadena negativa, la 
replicación del VB tiene lugar en el núcleo celular. Este rasgo 
lo acerca a los orthomixovirus, si bien el VB se diferencia de 
los miembros de este grupo en que su genoma no se encuentra 
segmentado. Otra característica poco frecuente en un virus de 
ARN es que una de las cadenas positivas de ARN transcritas a 
partir del genoma se somete a un proceso de procesamiento 
con el fin de eliminar los intrones y generar tres moléculas de 
ARNm que codifican tres proteínas diferentes.
Patogenia
El VB es un virus muy neurótropo capaz de diseminarse a través 
del SNC. También infecta las células parenquimatosas de dis-
tintos órganos y las células mononucleares de sangre periférica. 
La citotoxicidad del virus no es significativa y se establece una 
infección persistente en el hospedador infectado. Las respuestas 
inmunitarias mediadas por los linfocitos T son importantes en 
el control de las infecciones por este patógeno, aunque también 
pueden participar en el daño tisular que origina enfermedad.
Enfermedades clínicas
A pesar de los limitados datos relativos a la enfermedad 
por VB en el ser humano, la infección en animales puede 
originar pérdidas sutiles de la capacidad de aprendizaje y la 
memoria, así como una meningoencefalitis mortal de origen 
inmunitario. Muchos de los desenlaces de la infección por VB 
en animales de laboratorio remedan enfermedades neurop-
siquiátricas descritas en el ser humano, como la depresión, 
el trastorno bipolar, la esquizofrenia y el autismo. Los títulos 
de anticuerpos frente al virus y/o la concentración de células 
mononucleares de sangre periférica infectadas son más eleva-
dos de lo normal en los pacientes aquejados de esquizofrenia, 
autismo y otros trastornos neuropsiquiátricos, lo que indica 
que el VB causa o reagudiza estas enfermedades mentales.
Epidemiología
La enfermedad provocada por el VB es una zoonosis capaz de 
infectar a un amplio abanico de especies de mamífero, como 
caballos, ovejas y el ser humano. La mayoría de los brotes de es-
te virus se han localizado en Europa Central, aunque el virus se 
ha detectado igualmente en Norteamérica y Asia. Se desconoce 
cuáles son el reservorio y el mecanismo de transmisión de este 
patógeno vírico. Los brotes en caballos se han relacionado con 
un mayor nivel de la infección en el ser humano.
Diagnóstico de laboratorio
La infección se puede detectar mediante el análisis directo 
del genoma y ARNm víricos en células mononucleares de 
sangre periférica por RT-PCR. Los estudios serológicos 
de anticuerpos frente a proteínas víricas continúan em-
pleándose en la actualidad con el propósito de identificar 
una asociación del VB con la enfermedad del ser humano.
Tratamiento
Al igual que en el caso de muchos otros virus de ARN, el VB 
es sensible al tratamiento con ribavirina. Este tratamiento 
podría constituir un abordaje adecuado frente a algunos tras-
tornos neuropsiquiátricos si se lograrse demostrar la partici-
pación del VB como cofactor.
CASO CLÍNICO y PREGUNtAS
Un niño de 11 años es trasladado a un hospital de California 
por una caída; se trataron sus erosiones y se le dio de alta. Al 
día siguiente no quiso beber agua con la medicina y se volvió 
más inquieto. Esa noche empezó a estar muy irritable 
y sufrir alucinaciones. también producía gran cantidad 
de saliva y tenía dificultades para respirar. Dos días después 
presentaba fiebre de 40,8 °C, y sufrió dos episodios de paro 
cardíaco. A pesar de que se sospechó un caso de rabia, una 
tomografía computarizada del cerebro no reveló nada especial, 
como tampoco un análisis del líquido cefalorraquídeo. 
La biopsia cutánea de la nuca dio negativo al antígeno vírico 
el día 3, pero luego fue positivo para la rabia el día 7. 
La situación del paciente siguió deteriorándose y murió 11 días 
después. Cuando se les preguntó a los padres, se supo que 
durante un viaje a la India realizado 6 meses antes, el niño 
había sufrido una mordedura por un perro en un dedo.
1. ¿Qué características clínicas de este caso sugirieron la rabia?
2. ¿Por qué tiene la rabia un período de incubación tan largo?
3. ¿Qué tratamiento se debería haber administrado 
inmediatamente después de la mordedura del perro? 
¿Y en cuanto se sospechó el diagnóstico?
4. ¿En qué se diferencian los aspectos clínicos de la rabia 
de los de otras enfermedades víricas neurológicas?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en 
www.StudentConsult.es
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