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549© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 60 Togavirus y flavivirus Una niña indonesia de 5 años falleció por un shock hemorrágico. La presencia en su sangre del serotipo 3 del virus del dengue fue confirmada mediante la reacción en cadena de la polimerasa-transcriptasa inversa (Rt-PCR). 1. ¿Cómo fue infectada la niña por el virus del dengue? 2. ¿Qué enfermedades produce el virus del dengue? 3. ¿Qué tipo de respuestas inmunitarias son protectoras o potencialmente dañinas? 4. ¿Dónde es prevalente el dengue? ¿Por qué? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es Los miembros de las familias Togaviridae y Flaviviridaeson virus con ácido ribonucleico (ARN) monocatenario positivo dotados de envoltura (cuadro 60-1). Los alfavirus y los flavivirus se describen conjuntamente debido a las simili- tudes que presentan, tanto en cuanto a las enfermedades que provocan como en sus aspectos epidemiológicos. La mayoría se transmite a través de artrópodos y, por tanto, son arbovirus (virus transmitidos por artrópodos). Difieren en tamaño, morfología, secuencia genética y replicación. Los Togaviridae (togavirus) se pueden clasificar en los siguientes géneros principales (tabla 60-1): Alfavirus, Ru bivirus y Arterivirus. No se conoce ningún arterivirus que provoque enfermedades en el ser humano por lo que no se describe este género. El virus de la rubéola es el único re- presentante del grupo de los rubivirus; sin embargo, puesto que tanto el cuadro clínico que provoca (rubéola o sarampión alemán) como su forma de diseminación son distintas de las de los otros alfavirus, se tratará por separado. Los Flaviviridae incluyen los flavivirus, los pestivirus y los hepacivirus (virus de las hepatitis C y G). Las hepatitis C y G se comentan en el capítulo 63. AlfAVirus y flAViVirus Los alfavirus y los flavivirus se clasifican como arbovirus pues suelen transmitirse a través de vectores artrópodos. No obstante, estos virus tienen un amplio abanico de hos- pedadores, como organismos vertebrados (p. ej., mamíferos, aves, anfibios, reptiles) e invertebrados (p. ej., mosquitos, garrapatas). Las enfermedades transmitidas por los animales o que tienen un reservorio animal se denominan zoonosis. En la tabla 60-2 se citan algunos ejemplos de alfavirus y flavivirus patógenos. Estructura y replicación de los alfavirus Los alfavirus son similares a los picornavirus por la presencia de una cápside icosaédrica y un genoma de ARN monoca- tenario de sentido positivo que remeda el ARN mensaje- ro (ARNm). Se distinguen de los picornavirus en su tamaño ligeramente mayor (45 a 75 nm de diámetro) y la presencia de una envoltura (del latín toga, «capa») que los recubre. Además, el genoma de los togavirus codifica proteínas pre- coces y tardías. Los alfavirus tienen dos o tres glucoproteínas que se asocian para formar una única punta. El extremo carboxi (COOH) de las glucoproteínas está anclado en la cápside, lo que obliga a la envoltura a rodearla con fuerza («empaquetar en plástico») y adoptar la forma de la cápside (fig. 60-1). Las proteínas de la cápside de todos los alfavirus tienen una es- tructura similar, y presentan reacciones antigénicas cruzadas. Las glucoproteínas de la envoltura expresan determinantes antigénicos exclusivos que permiten distinguir a los distintos virus, y también expresan determinantes antigénicos compar- tidos por un grupo o «complejo» de virus. Los alfavirus se unen a receptores específicos expresados en numerosos tipos distintos de células de muchas especies (fig. 60-2). El espectro de hospedadores de estos virus incluye vertebrados, como el ser humano, los monos, los caballos, las aves, los reptiles y los mamíferos, e invertebrados, como los mosquitos y las garrapatas. Sin embargo, cada virus tiene un tropismo tisular diferente, lo que hasta cierto punto justifica los distintos cuadros clínicos. El virus penetra en la célula por endocitosis mediada por receptores (v. fig. 60-2). A continuación, la envoltura vírica se fusiona a la membrana del endosoma tras la acidificación de la vesícula con el fin de introducir la cápside y el genoma en el citoplasma celular. Una vez liberados en el citoplasma, los genomas de los alfavirus se unen a los ribosomas para sintetizar ARNm. El genoma de los alfavirus se traduce en una fase precoz y una tardía. Los dos tercios iniciales del ARN de los alfavirus se traducen y dan lugar a una poliproteína que posteriormente será escindida por las proteasas en cuatro proteínas precoces no estructurales (NSP 1 a 4). La proteasa es parte de la poliproteína y precede al sitio de degradación. Cada una de estas proteínas es una porción de la ARN polimerasa de- pendiente de ARN. Se sintetiza un ARN de 42S de sentido negativo de longitud completa como molde para replicar el genoma, y se producen nuevas moléculas de ARNm de 42S de sentido positivo. Además, a partir del molde también se transcribe un ARNm de 26S, correspondiente a un tercio del genoma. El ARN 26S codifica las proteínas de la cápside (C) y de la envoltura (E1 a E3). Más adelante, durante el ciclo de replicación, el ARN vírico puede representar hasta el 90% del ARNm de la célula infectada. La abundancia de ARNm tardío hace posible la producción de una gran cantidad de las 550 MICROBIOLOGÍA MÉDICA proteínas estructurales necesarias para el empaquetamiento del virus. Las proteínas estructurales se forman como consecuencia de la escisión por una proteasa de la poliproteína tardía sinte- tizada a partir del ARNm de 26S. La proteína C se traduce en primer lugar y se separa de la poliproteína. A continuación se elabora una secuencia señalizadora que asocia el polipéptido en formación al retículo endoplasmático. Se traducen las glucoproteínas de la envoltura, las cuales son glucosiladas y se- paradas de la porción restante de la poliproteína para producir las puntas glucoproteicas E1, E2 y E3. La E3 se desprende de la mayoría de las puntas glucoproteicas de los alfavirus. Las glucoproteínas son procesadas por la maquinaria celular normal en el interior del retículo endoplasmático y el aparato de Golgi, y también se acetilan y alquilan con ácidos grasos de cadena larga. Finalmente, las glucoproteínas de los alfavirus se transfieren de forma eficiente a la membrana plasmática. Las proteínas C se unen al ARN del genoma poco después de su síntesis para formar una cápside icosaédrica. Una vez se ha completado este paso, la cápside se une a fragmentos de la membrana que expresan las glucoproteínas víricas. La cápside de los alfavirus posee puntos de unión para el extremo C-terminal de la punta glucoproteica que tensan fuertemente la envoltura alrededor de la cápside, como si se empaque- tase en plástico (v. figs. 60-1 y 60-2). Después los alfavirus se liberan por gemación a través de la membrana plasmática. Es interesante recordar que el virus de la encefalitis equina occidental (EEOc) se creó mediante la recombinación de dos alfavirus, el virus de la encefalitis equina oriental (EEO) y el virus Sindbis. El comienzo del genoma de EEOc es casi idéntico al de la EEO con glucoproteínas y genes de virulencia parecidos, mientras que el final recuerda al genoma de Sindbis. Estructura y replicación de los flavivirus Los flavivirus tienen un genoma de ARN de cadena positiva, una cápside icosaédrica y una envoltura, pero son algo más pequeños que un alfavirus (40-65 nm de diámetro). La gluco- proteína vírica E se pliega, se empareja con otra glucoproteí- na E y atraviesa la superficie del virión para formar una capa de proteínas externas (v. fig. 60-1). La mayoría de los flavivirus están serológicamente interrelacionados y los anticuerpos frente a un virus pueden neutralizar a otro. La adhesión y penetración de los flavivirus se produce de la misma forma que se ha descrito para los alfavirus. Los flavivirus también penetran en los macrófagos, los monocitos y otras células que poseenreceptores Fc cuando el virus está revestido con un anticuerpo. De hecho el anticuerpo Tabla 60-2 Arbovirus Virus Vector Hospedador Distribución Enfermedad Alfavirus Sindbis* Aedes y otros mosquitos Aves África, Australia, India Subclínica Bosques de Semliki* Aedes y otros mosquitos Aves África Oriental y Occidental Subclínica Encefalitis equina de Venezuela Aedes, Culex Roedores, caballos América del Norte, del Sur y Central Sistémica moderada; encefalitis grave Encefalitis equina oriental Aedes, Culiseta Aves América del Norte y del Sur, Caribe Sistémica moderada; encefalitis Encefalitis equina occidental Culex, Culiseta Aves América del Norte y del Sur Sistémica moderada; encefalitis Chikungunya Aedes Ser humano, monos África, Asia Fiebre, artralgia, artritis Flavivirus Dengue* Aedes Ser humano, monos todo el mundo, especialmente los trópicos Sistémica moderada; fiebre rompehuesos, fiebre hemorrágica del dengue y síndrome del shock del dengue Fiebre amarilla* Aedes Ser humano, monos África, América del Sur Hepatitis, fiebre hemorrágica Encefalitis japonesa Culex Cerdos, aves Asia Encefalitis Encefalitis del Nilo Occidental Culex Aves África, Europa, Asia Central, América del Norte Fiebre, encefalitis, hepatitis Encefalitis de San Luis Culex Aves América del Norte Encefalitis Encefalitis rusa de primavera-verano Garrapatas Ixodes y Dermacentor Aves Rusia Encefalitis Encefalitis de Powassan Garrapatas Ixodes Pequeños mamíferos América del Norte Encefalitis *Virus prototipo. Tabla 60-1 togavirus y flavivirus Grupo de virus Patógenos humanos togavirus Alfavirus Arbovirus Rubivirus Virus de la rubéola Arterivirus Ninguno Flavivirus Arbovirus Hepaciviridae Virus de la hepatitis C Pestivirus Ninguno CUADRO 60-1 Características propias de los togavirus y los flavivirus Los virus tienen un ARN monocatenario con envoltura y de sentido positivo. La replicación de los togavirus incluye la síntesis de proteínas precoces (no estructurales) y tardías (estructurales). Los togavirus se replican en el citoplasma y salen por gemación de las membranas plasmáticas. Los flavivirus se replican en el citoplasma y salen por gemación de las membranas intracelulares. tOGAVIRUS y FLAVIVIRUS 551 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. aumenta la infectividad de estos virus proporcionándoles nuevos receptores y estimulando la absorción del virus por parte de estas células diana. Las principales diferencias entre los alfavirus y los flavivirus radican en la organización de sus genomas y sus mecanismos de síntesis proteica. Todo el genoma del flavivirus se traduce en una única poliproteína, en un proceso más parecido al de los picornavirus que al de los alfavirus (fig. 60-3). En consecuen- cia, no existe ninguna diferencia temporal en la traducción de las distintas proteínas víricas. La poliproteína producida por el genoma del virus de la fiebre amarilla contiene cinco pro- teínas no estructurales, entre las que cabe citar una proteasa y componentes de la ARN polimerasa dependiente de ARN, junto a proteínas estructurales de la cápside y de la envoltura. A diferencia del genoma de los alfavirus, los genes estruc- turales se hallan en el extremo 59 del genoma del flavivirus. El resultado es que las porciones de las poliproteínas que contienen las proteínas estructurales (no las catalíticas) se sintetizan en primer lugar y con mayor eficacia. Esta disposi- ción puede permitir la producción de un mayor número de proteínas estructurales, si bien reduce la eficacia de la síntesis de las proteínas no estructurales y el inicio de la replicación vírica. Esta característica de los flavivirus puede contribuir al retraso en la detección de su replicación. Toda la poliproteína de los flavivirus se asocia con la mem- brana del retículo endoplasmático y a continuación es es- cindida en sus componentes. A diferencia de los togavirus, los flavivirus adquieren su envoltura por gemación en el retículo endoplasmático en lugar de en la superficie celular. Des- pués el virus se libera por exocitosis o por mecanismos de lisis celular. Esta vía es menos eficaz y el virus puede quedar retenido dentro de la célula. Patogenia e inmunidad Puesto que los arbovirus se adquieren por picadura de un artrópodo como un mosquito, la comprensión de las enfer- medades hace necesario conocer la evolución de la infección tanto en el hospedador vertebrado como en el vector inver- tebrado. Estos virus pueden provocar infecciones líticas o persistentes tanto en vertebrados como en invertebrados (cuadro 60-2). Las infecciones de invertebrados acostum- bran a ser persistentes con una continua producción de virus. La destrucción de una célula infectada es el resultado de una combinación de agresiones inducidas por el virus. La gran cantidad de ARN vírico producido durante la re- plicación y transcripción del genoma comporta la inhibición del ARNm celular, lo que impide su unión a los ribosomas. El aumento de la permeabilidad de la membrana de la célula diana y los cambios en las concentraciones iónicas pueden alterar las actividades enzimáticas y favorecer la traducción del ARNm vírico antes que la del ARNm celular. El despla- zamiento del ARNm celular de la infraestructura de síntesis proteica impide la reconstrucción y el mantenimiento de la célula, y es la causa principal de la muerte de las células infectadas por el virus. Algunos alfavirus, como el virus de la EEOc, elaboran una nucleótido-trifosfatasa que degrada los Figura 60-1 Morfología del alfavirus. A, Morfología del virión de alfavirus obtenido mediante microscopia crioelectrónica y procesamiento de imagen de las microfotografías para demostrar que la envoltura se mantiene de forma tensa y se adapta a la forma icosaédrica y la simetría de la cápside. B, Corte transversal de los alfa-togavirus. C, Corte transversal del flavivirus. La proteína de la envoltura rodea a la envoltura de la membrana, que incorpora una nucleocápside icosaédrica. ARN, ácido ribonucleico. (A, de Fuller SD: The T = 4 envelope of Sindbis virus is organized by interactions with a complementary T = 3 capsid, Cell 48:923-934, 1987.) 552 MICROBIOLOGÍA MÉDICA desoxirribonucleótidos, eliminando incluso el sustrato para la producción de ácido desoxirribonucleico (ADN). Los mosquitos hembra adquieren los alfavirus y flavivirus al alimentarse de sangre de un hospedador vertebrado viré- mico. El hospedador vertebrado debe mantener una viremia suficiente para permitir que el mosquito pueda ingerir el virus. A continuación, el virus infecta las células epiteliales del intestino medio del mosquito, atraviesa la lámina basal del intestino para alcanzar el torrente circulatorio y desde allí infecta las glándulas salivales. El virus establece una infección persistente y se multiplica en estas células hasta alcanzar títu- los muy altos. Posteriormente, las glándulas salivales liberan el virus junto a la saliva. Sin embargo, no todas las especies de artrópodos toleran este tipo de infección. Por ejemplo, el vector normal del virus EEO es el mosquito Culex tarsalis, pero ciertas cepas de virus se limitan al intestino medio de este mosquito, no pueden infectar sus glándulas salivales y, por tanto, no se pueden transmitir al ser humano. CUADRO 60-2 Mecanismos patogénicos de los togavirus y los flavivirus Los virus son citolíticos, excepto el de la rubéola y el de la hepatitis C. Los virus provocan una infección sistémica y viremia. Los virus son buenos inductores de interferón, lo que puede contribuir a los síntomas gripales durante los pródromos. Son arbovirus, excepto el virus de la rubéola y el de la hepatitis C. Los flavivirus pueden infectar células de la estirpe monocitos-macrófagos. Los anticuerpos no neutralizantes pueden favorecer la infección por flavivirus a través de receptores Fc en las células. Síndrome gripal Encefalitis Hepatitis Hemorragia ShockDengue + + + + Fiebre amarilla + + + + Encefalitis de San Luis + + Encefalitis del Nilo Occidental + + Encefalitis de Venezuela + + Encefalitis equina occidental + + Encefalitis equina oriental + + Encefalitis japonesa + + Figura 60-2 Replicación de un togavirus. Virus del bosque de Semliki. 1, El virus del bosque de Semliki se une a los receptores celulares y es internalizado en una vacuola revestida. 2, Al acidificarse el endosoma, la envoltura vírica se fusiona a la membrana endosómica para liberar la nucleocápside en el citoplasma. 3, Los ribosomas se unen al genoma de ácido ribonucleico (ARN) de sentido positivo, y se sintetizan las poliproteí- nas precoces p230 y p270 (longitud total). 4, Las poliproteínas se dividen para producir proteínas no estructurales 1 a 4 (NSP1 a NSP4), entre las que se encuentra una polimerasa encargada de transcribir el genoma en un molde de ARN de sentido negativo. 5, El molde se utiliza para producir ARNm genómico de 42S de la longitud total de sentido positivo, y un ARNm tardío de 26S para las proteínas estructurales. 6, Lo primero que se traduce es la proteína de la cápside (C), la cual expone un punto de escisión para proteasas y, después, un péptido señalizador para la asociación con el retículo endoplasmático. 7, Luego se elaboran las glucoproteínas E, las cuales son glucosiladas, se procesan en el aparato de Golgi y se transfieren a la membrana plasmática. 8, Las proteínas de la cápside se ensamblan con el ARN del genoma de 42S y luego se asocian a las regiones de las membranas citoplásmica y plasmática que contienen las puntas proteínicas E1, E2 y E3. 9, El virus abandona la célula por gemación a través de la membrana plas- mática. AAA, poliadenilato; ARNm, ácido ribonucleico mensajero. Figura 60-3 Comparación entre los genomas de los togavirus (alfavirus) y los flavivirus. Alfavirus: las actividades enzimáticas se traducen a partir del extremo 59 del genoma, favoreciendo su traducción rápida y precoz. Las proteínas estructurales se traducen después a partir de un ácido ribonu- cleico mensajero (ARNm) más pequeño transcrito de un molde de genoma. Flavivirus: los genes de las proteínas estructurales de los flavivirus están en el extremo 59 del ARNm del genoma, y solamente se produce un tipo de poliproteína que representa todo el genoma. Poli A, poliadenilato. tOGAVIRUS y FLAVIVIRUS 553 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Cuando pica al hospedador, el mosquito hembra regurgita saliva que contiene virus en el torrente circulatorio de la víctima. El virus circula con libertad por el plasma del hos- pedador y entra en contacto con las células diana susceptibles, como las células endoteliales de los capilares, los monocitos, las células dendríticas y los macrófagos. La naturaleza de la enfermedad provocada por los alfavirus y los flavivirus está determinada principalmente por 1) el tropis- mo celular específico de cada tipo de virus, 2) la concentración del virus infectante y 3) la respuesta individual a la infección. Es- tos virus suelen provocar una enfermedad sistémica moderada, encefalitis, afectación artrogénica o enfermedad hemorrágica. La viremia inicial produce síntomas sistémicos como fiebre, escalofríos, cefalea, dolor de espalda y otros síntomas gripales a los 3-7 días del inicio de la infección. Algunos de estos sínto- mas se pueden atribuir a los efectos del interferón producido como respuesta a la viremia y la infección de las células del hospedador. La viremia se considera una enfermedad sistémica moderada, y la mayoría de infecciones víricas no progresa más allá de este punto. Una viremia puede generar una cantidad suficiente de virus para infectar órganos diana como el cere- bro, el hígado, la piel y los vasos sanguíneos, dependiendo del tropismo tisular del virus (fig. 60-4). El virus accede al cerebro mediante la infección de las células endoteliales que revisten los pequeños vasos del cerebro o el plexo coroideo. Las principales células diana de los flavivirus son las que derivan de la estirpe de monocitos-macrófagos. A pesar de que estas células se encuentran en todo el organismo y pueden tener distintas características, expresan receptores Fc para los anticuerpos y secretan citocinas tras la invasión. La infección por flavivirus se multiplica de 200 a 1.000 veces por efecto de los anticuerpos antivíricos no neutralizantes que estimulan la unión del virus a los receptores Fc y su introducción en la célula. Respuesta inmunitaria Se desencadena tanto una respuesta inmunitaria humoral como celular, y ambas son importantes para el control de la infección primaria y la prevención de futuras infecciones por alfavirus y flavivirus. La replicación de los alfavirus y los flavivirus produce una copia intermedia de ARN bicatenario que es un buen inductor del interferón a y del b. Ambos tipos de interferón aparecen en el torrente circulatorio y limitan la replicación del virus; esto también estimula las respuestas innatas e inmunitarias, aunque a la vez provoca la aparición de síntomas gripales característicos de la enfermedad sistémica moderada. La inmunoglobulina M (IgM) circulante se sintetiza a los 6 días del comienzo de la infección, seguida de la producción de IgG. Los anticuerpos bloquean la diseminación epidémica del virus y la infección subsiguiente de otros tejidos. La inmu- nidad frente a un flavivirus puede conferir un cierto grado de protección frente a la infección por otros flavivirus al reconocer los antígenos comunes de tipo expresados por todos los virus de la familia. La inmunidad celular también desempeña una notable función en el control de la infección primaria. La inmunidad frente a estos virus es un arma de doble filo. La inflamación derivada de la respuesta inmunitaria celular puede destruir los tejidos y contribuir significativamente a la patogenia de la encefalitis. También pueden darse reacciones de hipersen- sibilidad, iniciadas por la formación de inmunocomplejos con viriones y antígenos víricos, y la activación del complemento. Pueden debilitar la vasculatura y provocar roturas en ella, lo que dará lugar a síntomas hemorrágicos. Un anticuerpo no neu- tralizante puede favorecer la entrada de los flavivirus en los ma- crófagos y otras células que expresan receptores Fc. Este tipo de anticuerpos se puede generar frente a una cepa relacionada de virus en la que el epítopo neutralizante no se exprese o sea diferente. Las respuestas inmunitarias frente a una cepa relacionada del virus del dengue que no detengan la infección pueden estimular la inmunopatogenia, provocando una fiebre hemorrágica del dengue o un síndrome de shock del dengue. Epidemiología Los alfavirus y la mayoría de los flavivirus son arbovirus típicos (cuadro 60-3). Para ser un arbovirus, el virus ha de ser capaz de 1) infectar tanto a vertebrados como a invertebrados, 2) iniciar una viremia suficiente en un hospedador verte- brado durante un tiempo suficiente como para permitir que el vector invertebrado llegue a ingerir el virus y 3) iniciar una infección productiva persistente de las glándulas salivales del invertebrado que genere la cantidad de virus necesaria para infectar a otros hospedadores animales. El ser humano acos- tumbra a ser un hospedador «terminal», puesto que no puede transmitir de nuevo el virus al vector al no mantener una viremia persistente. Si el virus no se encuentra en la sangre, el Figura 60-4 Síndromes patológicos de los alfavirus y los flavivirus. La viremia primaria puede aparecer unida a una enfermedad sistémica leve. La mayoría de infecciones se limitan a esto. Si se produce una cantidad suficiente de virus durante la viremia secundaria para eludir la protección inmunitaria e innata y alcanzar los tejidos diana críticos, puede aparecer enfermedad sistémica grave o encefalitis. En caso de existir anticuerpos (X), la viremia es bloqueada. En el caso del virus del dengue,un nuevo con- tagio con otra cepa puede provocar la fiebre hemorrágica del dengue grave (FHD), que puede originar un síndrome de shock del dengue (SSD) debido a la pérdida de líquidos de la vasculatura. 554 MICROBIOLOGÍA MÉDICA mosquito no puede obtenerlo. Sin embargo, se puede producir un ciclo de infección completo cuando el vector artrópodo transmite el virus a un hospedador vulnerable inmunológi- camente virgen (reservorio) en el que se multiplica, lo que permite la reinfección de otros artrópodos (fig. 60-5). En la tabla 60-2 se indican los vectores, los hospedadores naturales y la distribución geográfica de los alfavirus y los flavivirus más representativos. Estos virus acostumbran a estar restringidos a un vector artrópodo específico, su hospedador vertebrado y su nicho ecológico. El vector más habitual es el mosquito, pero algunos arbovirus también se difunden a través de garrapatas y moscas de la arena. Incluso en una región tropical plagada de mosqui- tos, la diseminación de estos virus sigue estando restringida a un género específico de mosquitos. No todos los artrópodos pueden actuar como buenos vectores de todos los virus. Por ejemplo, Culex quinquefasciatus es resistente a la infección por el virus EEO (alfavirus) pero es un vector excelente del virus de la encefalitis de San Luis (flavivirus). Las aves y los pequeños mamíferos son los reservorios habi- tuales de los alfavirus y los flavivirus, aunque tanto los reptiles como los anfibios pueden actuar como hospedadores. Pueden aparecer grandes poblaciones de animales virémicos de estas especies que permiten continuar con el ciclo infeccioso del vi- rus. En 1999 se produjo una epidemia de encefalitis vírica del Nilo Occidental (VNO) en la ciudad de Nueva York (EE.UU) que se caracterizó por la muerte inusual de aves cautivas del zoo del Bronx. El análisis mediante reacción en cadena de la polimerasa-transcriptasa inversa (RT-PCR) identificó el virus como VNO. Este virus es transmitido por el mosquito Culex pipiens y los cuervos, arrendajos y otros pájaros salvajes son el reservorio. Los virus se diseminaron por todo EE.UU. y en 2006 se han descrito casos humanos y presencia de virus en casi todos los estados. Este virus establece una viremia suficiente en el ser humano como para constituir un factor de riesgo de trans- misión a través de transfusiones sanguíneas. La demostración de dos casos ha obligado a efectuar un cribado de la infección en los donantes de sangre y a rechazar a aquellos que presenten fiebre y cefalea durante la semana anterior a la donación. Las enfermedades por arbovirus aparecen durante los meses de verano y las estaciones lluviosas, cuando los artrópodos se reproducen y los arbovirus realizan su ciclo vital en los reservorios (aves), un artrópodo (p. ej., mosquitos) y el hos- pedador humano. Este ciclo mantiene e incrementa la canti- dad de virus presente en el entorno. En invierno no hay vec- tores para mantener el virus. El virus puede 1) persistir en las larvas o huevos del artrópodo, en los reptiles o en los anfibios locales, o 2) emigrar con las aves y volver durante el verano. Cuando los individuos viajan al nicho ecológico del mos- quito vector, corren el riesgo de infectarse con el virus. Las zonas de agua encharcada, las conducciones de alcantarillado CUADRO 60-3 Epidemiología de la infección por flavivirus y alfavirus Factores de la enfermedad/víricos Virus con envoltura que deben permanecer en ambientes húmedos y que se pueden inactivar por desecación, jabón y detergentes El virus puede infectar a mamíferos, aves, reptiles e insectos Puede provocar infecciones asintomáticas o inespecíficas (fiebre seudogripal o escalofríos), encefalitis, fiebre hemorrágica o artritis Transmisión Artrópodos específicos característicos de cada virus (zoonosis: arbovirus) ¿Quién corre riesgos? Los individuos que entran en el nicho ecológico de los artrópodos infectados por arbovirus Geografía/estación Las regiones endémicas de cada arbovirus están determinadas por el hábitat del mosquito u otros vectores El mosquito Aedes, portador del dengue y la fiebre amarilla, se encuentra en áreas urbanas y en zonas con agua estancada El mosquito Culex, portador de los virus de la encefalitis de San Luis y la encefalitis del Nilo Occidental, aparece en zonas forestales y urbanas La enfermedad es más frecuente en verano Métodos de control Se deben eliminar los mosquitos y los lugares donde se reproducen Existen vacunas vivas atenuadas frente al virus de la fiebre amarilla y vacunas vivas inactivadas frente al virus de la encefalitis japonesa Figura 60-5 Patrones de transmisión de los alfavirus y los flavivirus. Las aves y los mamíferos de pequeño tamaño actúan como hospedadores, de modo que mantienen y amplifican un arbovirus, el cual se disemina a través de un vector insecto tras alimentarse de su sangre. Las flechas dobles indican un ciclo de replicación en el hospedador (entre los que se encuentra el ser humano) y el vector. Las infecciones «terminales» sin transmisión retrógrada del virus hacia el vector están indicadas por una flecha sencilla. EEOc, encefalitis equina occidental; EEO, encefalitis equina oriental; EEV, encefalitis equina de Venezuela. tOGAVIRUS y FLAVIVIRUS 555 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. y los vertederos de basura de las ciudades también pueden constituir un lugar de proliferación de los mosquitos como Aedes aegypti, el vector de la fiebre amarilla, el dengue y el chikungunya. Por tanto, el aumento de la población de estos mosquitos hace que la población humana corra riesgo de infección. Los departamentos de salud de muchas zonas controlan las aves y los mosquitos que atrapan por si tienen arbovirus, y cuando es necesario aplican medidas de control, como pulverización de insecticidas. Los brotes urbanos de infecciones por arbovirus se pro- ducen cuando los reservorios de los virus son personas o ani- males urbanos. El ser humano puede constituir un reservorio de los virus de la fiebre amarilla, el dengue y el chikungunya (v. fig. 60-5). Estos virus se mantienen en los mosquitos Aedes en un ciclo selvático, en el que los monos constituyen el hospedador natural, así como en un ciclo urbano, en el que el hospedador es el ser humano. A. aegypti, vector de todos estos virus, es un mosquito doméstico. Se reproduce en pis- cinas, zonas donde hay agua acumulada y alcantarillas abiertas. Cuando se producen numerosas infecciones asintomáticas en poblaciones muy densas, se consiguen suficientes hospedadores humanos para el virus para que estos se diseminen de manera continua. El virus de las encefalitis de San Luis y el VNO se mantienen en el entorno urbano debido a que sus vectores, los mosquitos Culex, se reproducen en aguas estancadas, incluidas charcas y cloacas, y entre el grupo de reservorios se incluyen aves típicas de las ciudades, como las cornejas. Enfermedades clínicas El número de individuos infectados por alfavirus y flavivirus es más elevado que el de aquellos que presentan síntomas característicos significativos. La incidencia de la enfermedad por arbovirus es esporádica. La enfermedad provocada por los alfavirus suele caracterizarse por un cuadro leve y sínto- mas de tipo gripal (escalofríos, fiebre, exantema, dolores) que guardan relación con la infección sistémica durante la viremia inicial. La infección por los virus de la EEO, EEOc y de la encefalitis equina de Venezuela (EEV) puede pro- gresar hasta una encefalitis en el ser humano. Los virus de la encefalitis equina suelen constituir un problema para los animales domésticos con una frecuencia mayor que para el ser humano. Un individuo afectado puede padecer fiebre, cefalea y alteración de la conciencia entre 3 y 10 días después de la infección. A diferencia de la encefalitis provocada por el virus del herpes simple, la enfermedad acostumbra a curarse sindejar secuelas, aunque existe la posibilidad de padecer parálisis, discapacidad mental, convulsiones y muerte. El nombre de chikungunya (que en swahili significa «el que se dobla») hace referencia a la artritis paralizante que aparece en la enfermedad grave provocada por la infección por estos pa- tógenos. A pesar de ser prevalente sobre todo en Sudamérica y desde África Occidental hasta el sur de Asia y Filipinas, esta enfermedad puede extenderse a EE.UU. debido al retorno de su vector, el mosquito A. aegypti. La mayoría de infecciones por flavivirus son relativamente benignas, aunque pueden aparecer meningitis aséptica y una afectación de encefalitis o enfermedad hemorrágica graves. Los virus de la encefalitis son el virus de San Luis, el virus del Nilo Occidental, el virus de la encefalitis japonesa, el virus del valle de Murray y el virus de la encefalitis rusa de primavera-verano. Los síntomas y los cuadros son similares a los de las encefalitis provocadas por togavirus. Cada año en EE.UU. se detectan cientos o miles de casos de encefalitis de San Luis. Aproxima- damente el 20% de los sujetos infectados por el VNO pre- sentará fiebre del Nilo Occidental caracterizada por la presencia de fiebre, cefalea, cansancio y dolor corporal, en ocasiones acompañada de un exantema cutáneo en el tronco del organismo y adenopatía de unos pocos días de duración (caso clínico 60-1). Alrededor del 1% de los sujetos infectados por este virus padecerá encefalitis, meningitis o meningoencefalitis, y este riesgo es superior en pacientes de mayor edad. Los virus hemorrágicos son el del dengue y el de la fiebre amarilla. El virus del dengue es un problema mundial impor- tante, puesto que cada año se producen hasta 100 millones de casos de fiebre del dengue y 300.000 casos de fiebre hemorrá- gica del dengue (FHD). El virus y su vector están presentes en las regiones central y norte de Sudamérica y se han des- crito casos en Puerto Rico, Texas y Florida. La incidencia de la FHD más grave se ha cuadruplicado desde 1985. La fiebre del dengue también se conoce como fiebre rompehuesos; los síntomas y signos consisten en fiebre elevada, cefalea, eritema y dolor de espalda y de huesos que duran de 6 a 7 días. Cuando se produce un nuevo contacto con alguna de las otras cuatro cepas relacionadas con él, el dengue también puede provocar FHD y síndrome de shock del dengue (SSD). Los anticuerpos no neutralizantes estimulan la entrada de los virus en los macrófagos, lo que activa los linfocitos de memoria T, provoca la secreción de citocinas e inicia las reacciones in- flamatorias. Estas reacciones provocan debilidad y rotura de los vasos sanguíneos, hemorragia interna y pérdida de plasma, lo que da lugar a síntomas de shock y hemorragia interna. En Cuba, en 1981, el virus dengue-2 infectó a una población que previamente se había contagiado con virus dengue-1 entre 1977 y 1980, lo que provocó una epidemia con más de 100.000 casos de FHD/SSD y 168 muertes. Las infecciones de fiebre amarilla se caracterizan por una enfermedad sistémica grave con degeneración de hígado, riñones y corazón, así como hemorragias. La afectación he- pática provoca ictericia de la que se deriva el nombre de la enfermedad, aunque también pueden producirse hemo- rragias gastrointestinales masivas («vómito negro»). La tasa de mortalidad asociada a la fiebre amarilla durante una epidemia puede llegar a ser hasta del 50%. Diagnóstico de laboratorio Los alfavirus y flavivirus se pueden cultivar en estirpes celulares de vertebrados y de mosquito, pero la mayoría son difíciles de aislar. La infección se puede detectar por medio de estudios citopatológicos, inmunofluorescencia y hemadsorción de eritrocitos de ave. Para la detección y la caracterización se puede recurrir a la RT-PCR del ARN genómico o del ARN vírico en sangre u otro tipo de mues- tras. Tras el aislamiento, el ARN vírico también se puede distinguir identificando las «huellas» de ARN del genoma. Los anticuerpos monoclonales frente a cada tipo de virus se han convertido en una herramienta muy útil para distinguir cada una de las especies y cepas. Se puede utilizar una gran variedad de métodos serológicos para diagnosticar las infecciones, incluyendo la inhibición de la hemaglutinación, análisis de inmunoadsorción ligada a enzimas y aglutinación con látex. La presencia de IgM es- pecífica o un incremento del título al cuádruple entre el nivel del suero de la fase aguda y el de la fase convaleciente indican una infección reciente. En muchos casos la reactividad cruzada serológica entre los virus limita la posibilidad de dis- tinción de la especie vírica causante de la infección. Tratamiento, prevención y control Para las enfermedades provocadas por los arbovirus no existe otro tratamiento que no sea el complementario. La forma más fácil de prevenir la diseminación de cualquier arbovirus 556 MICROBIOLOGÍA MÉDICA consiste en la eliminación de sus vectores y sus zonas de repro ducción. Desde 1900, cuando Walter Reed y cols. descubrieron que la fiebre amarilla se transmitía por A. aegypti, el número de casos se redujo de 1.400 a ninguno en el plazo de 2 años sim- plemente con el control de la población del mosquito. Muchos servicios de salud pública controlan las poblaciones de aves y de mosquitos de cualquier región en la que existan arbovirus, y periódicamente aplican pulverizadores para reducir la po- blación de mosquitos. Una buena medida preventiva es evitar las zonas de reproducción del mosquito vector. Existen vacunas atenuadas frente al virus de la fiebre amarilla, y vacunas inactivadas frente a EEO, EEOc y los virus de la encefalitis japonesa y de la encefalitis rusa de primavera-verano. En China se utiliza una vacuna atenuada frente al virus de la encefalitis japonesa. Estas vacunas van dirigidas a las personas que trabajan con el virus o que tienen riesgo de entrar en contacto con él. Existe una vacuna atenua- da frente al virus EEV, pero sólo para animales domésticos. Se están desarrollando vacunas que contienen las cuatro cepas del virus del dengue para asegurar que no se produce estimulación inmunitaria de la enfermedad tras una exposición ulterior. La vacuna frente a la fiebre amarilla se prepara a partir de la cepa 17D aislada de un paciente en 1927 y cultivada durante períodos prolongados en cultivos tisulares de mono y mosquito, tejido embrionario y huevos embrionados. La vacu- na se administra por vía intradérmica y genera una inmunidad para toda la vida frente a la fiebre amarilla, y posiblemente frente a otros flavivirus que presentan reacción cruzada. Virus de lA ruBéolA El virus de la rubéola tiene las mismas propiedades estruc- turales y modo de replicación que los restantes togavirus. A diferencia de los otros togavirus, la rubéola es un virus res- piratorio y no provoca efectos citopatológicos identificables. La rubéola es uno de los cinco exantemas clásicos de la infancia, los otros cuatro son el sarampión, la roséola, el eri- tema infeccioso y la viruela. Los médicos alemanes fueron los primeros que distinguieron la rubéola, que en latín significa «rojo pequeño», del sarampión y otros exantemas; por eso el nombre común de la enfermedad es sarampión alemán. En 1941, un astuto oftalmólogo australiano, Norman McAlister Gregg, descubrió que la infección materna de la rubéola era la causa de las cataratas congénitas. Desde entonces la infección materna por rubéola se ha relacionado con otras anomalías congénitas graves. Este hallazgo estimuló el desarrollo de un programa único para vacunar a los niños e impedir la infección de las mujeres embarazadas y los recién nacidos. Patogenia e inmunidad El virus de la rubéola no es citolítico, pero tiene efectos citopa- tológicos limitados en determinadas estirpes celulares, como las Vero y RK13. La replicación de la rubéola impide la replicación de picornavirus superinfectantes (en un proceso conocido como interferencia heteróloga).Esta propiedad permitió los primeros aislamientos del virus de la rubéola en 1962. La rubéola infecta las vías respiratorias superiores y des- pués se extiende hasta los ganglios linfáticos locales, lo que coincide con un período de linfadenopatía (fig. 60-6). Esta fase va seguida por el establecimiento de una viremia que disemina el virus por todo el cuerpo. El resultado es la infec- ción de otros tejidos y un exantema moderado característico. El período prodrómico dura aproximadamente 2 semanas (fig. 60-7). La persona infectada puede transmitir el virus con las gotitas respiratorias durante el período prodrómico y hasta durante 2 semanas después del inicio del exantema. Respuesta inmunitaria Los anticuerpos se generan después de la viremia, y su formación está relacionada con la aparición de la erupción. Los anticuerpos limitan la diseminación virémica, pero la inmunidad mediada por células desempeña un importante papel para resolver la infección. Solamente existe un seroti- po de rubéola, y la infección natural genera una inmunidad protectora durante toda la vida. Lo más importante es que los anticuerpos en el suero de la mujer embarazada impiden la diseminación del virus al feto. Es muy probable que los inmunocomplejos provoquen la erupción y la artralgia que aparecen en la infección de la rubéola. CASO CLÍNICO 60-1 Virus de la encefalitis del Nilo Occidental (VNO) Hirsch y Warner (N Engl J Med 348:2239-2247, 2003) describieron el caso de una mujer de 38 años natural de Massachusetts, que consultó por una cefalea progresivamente más intensa, con fotofobia y fiebre. Como era agosto, la paciente estaba de vacaciones de verano y 10 días antes (−10) había viajado a San Luis, donde se quedó durante 8 días. Mientras estaba en esta ciudad, paseó por los bosques y visitó el zoológico. Un día antes de empezar con los síntomas (−1), pasó unos días de vacaciones en la costa del Atlántico y observó que le habían picado mosquitos y tuvo que quitar garrapatas a su perro. A los 4 días (+4) fue ingresada con fiebre (40 °C), escalofríos, taquicardia, confusión, mareo y obnubilación. Aunque parecía alerta y orientada y sólo parecía levemente enferma, mostraba rigidez de nuca y el signo de Kernig era positivo. Los signos de meningitis llevaron a realizar estudios del líquido cefalorraquídeo, en el que se reconoció inmunoglobulina M (IgM) frente al VNO y títulos bajos frente al virus de la encefalitis de San Luis (VESL). Los anticuerpos de la paciente neutralizaron el VNO, pero no el VESL en los cultivos celulares en tejido, lo que sugería que la actividad del VESL se debía a una reactividad cruzada entre los flavivirus. Las pruebas para detectar otros microorganismos fueron negativas. Recibió tratamiento empírico frente a la meningitis y para el virus del herpes simple (VHS) (aciclovir). Fue preciso administrar tratamiento frente a las bacterias y frente al VHS por la meningitis y la encefalitis hasta que se tuvieron los resultados del laboratorio. El quinto día del comienzo del cuadro, desarrolló una obnubilación más profunda con dificultad para responder a las preguntas. Una resonancia magnética (RM) indicaba cambios sutiles en el encéfalo. El sexto día no era capaz de distinguir la mano derecha de la izquierda, pero la cefalea había mejorado y podía responder a las órdenes. El séptimo día presentó temblor en el brazo derecho, pero el estado mental estaba mejorando y al octavo día estaba lúcida y alerta. La RM realizada el noveno día era normal, al décimo día estaba recuperada y al undécimo día recibió el alta hospitalaria. La estación del año, la exposición a insectos y los viajes de la paciente sugerían distintas enfermedades por arbovirus, además de la encefalitis del Nilo Occidental. Los virus que se deben incluir en el diagnóstico diferencial son la encefalitis equina oriental, la ESL, el virus de Powassan (flavivirus por picadura de garrapata), el VHS y el VNO. A diferencia de la encefalitis por VHS, la meningoencefalitis por flavivirus se suele resolver con secuelas limitadas. tOGAVIRUS y FLAVIVIRUS 557 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Infección congénita La infección por rubéola en una mujer embarazada puede provocar anomalías congénitas graves en su hijo. Si la madre no tiene anticuerpos, el virus se puede replicar en la placenta y transmitirse a la sangre fetal y, por tanto, a todo el feto. La rubéola se puede replicar en la mayor parte de tejidos del feto. Aunque el virus no sea citolítico, la proliferación, mitosis y estructura cromosómicas normales de las células del feto pueden alterarse como consecuencia de la infección. Las alteraciones pueden consistir en desarrollos inadecuados del feto, recién nacidos de pequeño tamaño y efectos teratógenos asociados a la rubéola congénita. La naturaleza de este tras- torno está determinada por 1) el tejido afectado y 2) la fase de desarrollo interrumpida. El virus puede persistir en ciertos tejidos como el cristalino del ojo, durante 3 o 4 años, y se puede difundir hasta 1 año después de nacer. La presencia del virus durante la maduración de la respuesta inmunitaria del recién nacido incluso puede tener un efecto de tolerancia sobre el sistema, impidiendo la eliminación eficaz del virus tras su nacimiento. En el recién nacido o lactante también pueden aparecer complejos inmu- nitarios que continúen provocando anomalías clínicas. Epidemiología El ser humano es el único hospedador de la rubéola (cuadro 60-4). El virus se transmite con las secreciones res- piratorias y generalmente se adquiere durante la infancia. La diseminación del virus antes de que aparezcan los síntomas o en ausencia de ellos en condiciones de elevada densidad de pobla- ción, como las que se dan en las guarderías, facilitan el contagio. Aproximadamente el 20% de las mujeres en edad repro- ductora escapan a la infección durante la infancia y son sus- ceptibles de padecerla a menos que se vacunen. En muchos estados de EE.UU. se hacen análisis a las futuras madres para comprobar si tienen anticuerpos frente a la rubéola. Antes del desarrollo y la aplicación de la vacuna de la rubéola, cada primavera se informaba de casos de rubéola en niños en edad escolar, y a intervalos regulares de 6-9 años se producían grandes epidemias. La gravedad de la epidemia de 1964 a 1965 en EE.UU. aparece claramente descrita en la tabla 60-3. Durante esa epidemia se produjeron casos de rubéola congénita hasta en el 1% de todos los niños nacidos en ciudades como Filadelfia. El programa de inmunización ha tenido éxito para eliminar la infección endémica por el virus de la rubéola en Estados Unidos. Enfermedades clínicas Normalmente la rubéola es una enfermedad benigna en los niños. Tras un período de incubación de 14 a 21 días, los Figura 60-6 Diseminación del virus de la rubéola en el interior del hos- pedador. La rubéola penetra e infecta la nasofaringe y los pulmones, y des- pués se disemina a los ganglios linfáticos y al sistema monocito-macrófago. La viremia resultante extiende el virus a otros tejidos y a la piel. Los anti- cuerpos circulantes pueden inhibir la transmisión del virus en los puntos indicados (X). En una mujer embarazada inmunodeficiente, el virus puede infectar la placenta y pasar al feto. Figura 60-7 Evolución cronológica de la rubéola. La producción de virus de rubéola en la faringe precede a la aparición de los síntomas y continúa durante toda la evolución de la enfermedad. El inicio de la linfadenopatía coincide con la viremia. Después aparecen fiebre y exantema. El individuo puede infectar mientras se produce el virus en la faringe. (Modificado de Plotkin SA: Rubella vaccine. En Plotkin SA, Mortimer EA, editores: Vaccines, Filadelfia, 1988, WB Saunders.) 558 MICROBIOLOGÍA MÉDICA síntomas que aparecen en los niños consisten en 3 días con un exantema maculopapuloso o maculoso con adenopatías (fig. 60-8).Sin embargo, en los adultos la enfermedad puede ser más grave con problemas como dolor óseo y articular (ar- tralgia y artritis) y (raramente) trombocitopenia o encefalopa- tía postinfección. Los efectos inmunopatológicos resultantes de la inmunidad mediada por células y las reacciones de hipersensibilidad pueden ser la causa principal de las formas más graves de rubéola en los adultos. La enfermedad congénita es el cuadro más grave de la in- fección de la rubéola. El feto corre un riesgo máximo hasta la vigésima semana de embarazo. La inmunidad materna frente al virus resultante de la exposición previa o de la vacunación impide la transmisión del virus al feto. Las manifestaciones más habituales de la infección congénita por rubéola son cataratas, retraso mental, alteraciones cardíacas y sordera (cuadros 60-5 y 60-6; v. tabla 60-3). En los niños afectados la mortalidad intraútero y durante el primer año tras el na- cimiento es elevada. Diagnóstico de laboratorio El aislamiento del virus de la rubéola es difícil y raramente se intenta. La presencia del virus se determina mediante la detección por RT-PCR del ARN vírico. Habitualmente el diagnóstico se confirma por la presencia de IgM específica antirrubéola. También se utiliza un incremento del cuádruple del título de anticuerpos IgG entre los sueros de la fase aguda y de la fase convaleciente para detectar una infección recien- te. Los anticuerpos frente a la rubéola se analizan al comienzo de la gestación para determinar el estado inmunitario de la mujer; en muchos estados este análisis es obliga-torio. Cuando es necesario el aislamiento del virus, acostumbra a obtenerse en la orina y se detecta mediante interferencia con la replicación del echovirus 11 en cultivos celulares primarios de riñón de mono verde africano. Tratamiento, prevención y control No se dispone de ningún tratamiento para la rubéola. La mejor forma de prevenirla es la vacunación con la cepa atenuada RA27/3 del virus, adaptada al frío (fig. 60-9). Normalmente la vacuna atenuada de la rubéola se administra junto a las vacunas de sarampión y parotiditis (vacuna SPR) a los 24 meses de edad. Esta vacuna triple se incluye en los programas de atención sanitaria sistemática de los lactantes. La vacunación estimula tanto la inmunidad humoral como la celular. El objetivo principal del programa de vacunación de rubéola es la prevención de la infección congénita redu- ciendo el número de personas sensibles en la población, es- pecialmente niños; en consecuencia, existen menos madres seronegativas y menos probabilidades de que se expongan al virus por contacto con los niños. Puesto que solamente existe Tabla 60-3 Morbilidad estimada relacionada con la epidemia de rubéola de EE.UU. de 1964-1965 Cuadros clínicos Número de afectados Casos de rubéola 12.500.000 Artritis-artralgia 159.375 Encefalitis 2.084 Muertes Muertes adicionales de neonatos 2.100 Otras muertes 60 Muertes totales 2.160 Muertes fetales adicionales 6.250 Síndrome de rubéola congénita Niños sordos 8.055 Niños sordos y ciegos 3.580 Niños con retraso mental 1.790 Otros síntomas de síndrome de rubéola congénita 6.575 total síndroMe rubéola congénita 20.000 Abortos terapéuticos 5.000 Del National Communicable Disease Center: Rubella surveillance, Report N°. 1, Washington, DC, junio de 1969, U.S. Department of Health, Education and Welfare. Figura 60-8 Imagen detallada del exantema de la rubéola. Se observan pequeñas máculas eritematosas. (De Hart CA, Broadwell RL: A color atlas of pediatric infectious disease, Londres, 1992, Wolfe.) CUADRO 60-5 Síntomas clínicos más prominentes del síndrome de rubéola congénita Cataratas y otros defectos oculares Lesiones cardíacas Sordera Retraso del crecimiento intrauterino Falta de maduración Mortalidad en el primer año Microcefalia Retraso mental CUADRO 60-4 Epidemiología del virus de la rubéola Factores de la enfermedad/víricos La rubéola solamente infecta al ser humano El virus puede producir una enfermedad asintomática Solamente existe un serotipo Transmisión Vía respiratoria ¿Quién corre riesgos? Niños: enfermedad exantemática moderada Adultos: enfermedad más grave con artritis o artralgia Recién nacidos de menos de 20 semanas: anomalías congénitas Métodos de control Una vacuna viva atenuada que se administra como parte de la vacuna de sarampión, parotiditis y rubéola tOGAVIRUS y FLAVIVIRUS 559 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. un serotipo de rubéola y el ser humano es el único reservorio, la vacunación de una gran proporción de la población puede reducir significativamente la probabilidad de exposición al virus. CASOS CLÍNICOS y PREGUNtAS Un hombre de negocios de 27 años presentó un cuadro de fiebre elevada, cefalea retroorbitaria grave e intenso dolor articular y de espalda 5 días después de regresar con su familia de un viaje a Malasia. Los síntomas duraron 4 días y después le salió un exantema en las palmas de las manos y las plantas de los pies que duró 2 días. Al mismo tiempo, su hijo de 5 años presentó síntomas gripales moderados y después sufrió un colapso a los 2-5 días. El niño tenía las manos frías y húmedas, la cara roja y el cuerpo caliente. tenía petequias en la frente y equimosis por todo el cuerpo. Se le hacían cardenales con mucha facilidad. Presentaba taquipnea y el pulso era rápido y débil. Después se recuperó rápidamente a las 24 horas. 1. ¿Qué características de estos casos apuntan al diagnóstico de infección por virus del dengue? 2. ¿Qué importancia tenía el viaje a Malasia? 3. ¿Cuál fue el origen de la infección del padre y del hijo? 4. ¿Cuál era la importancia y la base patógena de las petequias y las equimosis del niño? Dos semanas después de volver de un viaje a México, un hombre de 25 años presentó artralgia (dolores articulares) y un leve exantema que empezó en la cara y se extendió por todo el cuerpo. Comentó que unos días antes de la aparición del exantema se había sentido como si tuviera gripe. El exantema desapareció a los 4 días. 5. ¿Qué características de este caso apuntan al diagnóstico de infección por rubéola? 6. ¿Qué importancia tiene que los síntomas empezaran después de un viaje fuera de EE.UU.? 7. ¿Qué precauciones podía haber tomado este hombre para prevenir esta infección? 8. ¿Cómo se transmitió esta infección? 9. ¿Quién corría el riesgo de padecer un cuadro grave con esta infección? 10. Si esta enfermedad normalmente es leve en los niños, ¿por qué es tan importante su inmunización? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Chambers TJ, Monath TP: The flaviviruses: detection, diagnosis, and vaccine development, vol 61; The flaviviruses: pathogenesis and im- munity, vol 60. In Adv Virus Res, San Diego, 2003, Elsevier Academic, Cohen J, Powderly WG: Infectious diseases, ed 2, St Louis, 2004, Mosby. 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Su sobrina de 25 años, que vivía en la casa de al lado, refirió la aparición súbita de fiebre (39 °C), cefalea y mialgias, con náuseas y vómitos de 4 días de duración. (Véase la página web: www.postgradmed.com/issues/2003/07_03/gelfand.shtml.) Fiebre amarilla: un hombre de 42 años presentó fiebre (39,4 °C), cefalea, vómitos y lumbalgia. Los síntomas se iniciaron 3 días después de su regreso de un viaje a Sudamérica. Se encontró bien durante un breve período, pero pronto sus encías comenzaron a sangrar y presentó hematuria, hemoptisis, petequias, ictericia y una ralentización y debilitación del pulso. La sintomatología comenzó a mejorar 10 días después de la aparición del cuadro. Rubéola: una niña de 6 años de Rumania presentó un leve exantema en la cara que se acompañó de fiebre leve y linfadenopatía. A lo largo de los 3 días siguientes, el exantema se extendió a otras regiones corporales. Carecía de antecedentes de vacunación frente a la rubéola. Figura 60-9 Efecto de la vacuna frente al virus de la rubéola sobre la incidencia de la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita (SRC). (Modificado de Williams MN, Preblud SR: Current trends: Rubella and congenital rubella—United States, 1983, MMWR Morb Mortal Wkly Rep 33:237-247, 1984.)
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