Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Endocarditis infecciosa CONCEPTO La endocarditis infecciosa (EI) es una infección microbiana del endocar- dio, en la mayoría de los casos de origen bacteriano. La lesión caracterís- tica la constituyen las vegetaciones que suelen asentar en el endocardio valvular, aunque pueden también afectar a las cuerdas tendinosas, los músculos papilares o el endocardio mural. Puede producirse también la infección microbiana del endotelio extracardíaco, por ejemplo, en la coartación de aorta o en el conducto arterioso persistente, lo que origina un cuadro clínico totalmente superponible al de la EI que recibe el nombre de endarteritis. En la era preantibiótica la endocarditis se clasificaba en formas agudas y subagudas. En la actualidad, esta clasificación no se utiliza, ya que se considera que corresponde sólo a formas de presentación de la enfermedad que dependen básicamente del microorganismo responsable. En nuestros días se reconocen cuatro tipos de EI: la que afecta a válvulas nativas, la que asienta sobre prótesis valvulares biológicas, mecánicas u homoinjertos, la que acontece en los usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP) y las endocarditis derechas en pacientes portadores de marcapasos y desfibriladores. Por otra parte, el microorganismo causante define la enfermedad (p. ej., endocarditis estreptocócica sobre válvula mitral nativa). La endocarditis suele afectar más a los varones que a las mujeres y tiene una incidencia aproximada de 1 por cada 1.000 ingresos hospitalarios. En los últimos años, el espectro clínico de la enfermedad está variando: la población de portadores de prótesis (incluyendo TAVI), marcapasos y desfibriladores está en aumento, disminuye el número de casos que afectan a los UDVP, la enfermedad se diagnostica cada vez en personas de edad más avanzada, varía la cardiopatía de base dada la importante reducción en la cardiopatía reumática y cambian también los microor- ganismos; es especialmente notorio el aumento de las infecciones esta- filocócicas y la disminución de las estreptocócicas. Asimismo, están en aumento la endocarditis nosocomial (intrahospitalaria) y la relacionada con manipulaciones hospitalarias (catéteres, sondas), que suelen afectar a pacientes mayores, pluripatológicos y que tienen, por tanto, un pronós- tico especialmente grave, y la endocarditis relacionada con los cuidados sanitarios, la que se adquiere en las unidades de diálisis, los hospitales de día y el domicilio (tratamiento domiciliario), los centros sociosanitarios de drenaje hospitalario y los geriátricos. Esta endocarditis tiene una etiología y un pronóstico similares a los de la nosocomial. PATOGENIA Endocarditis sobre válvula nativa En la patogenia de la endocarditis sobre una válvula nativa existen dos hechos fundamentales: por un lado, el desarrollo de un trombo fibrinoplaquetario, generalmente como consecuencia de una lesión endotelial, y, por otro, su colonización, como consecuencia de una bacteriemia, que originará una vegetación séptica (fig. 61-1). El primer paso para el desarrollo de una endocarditis es la aparición de un trombo fibrinoplaquetario adherido al endotelio valvular, que recibe el nombre de endocarditis trombótica no bacteriana (ETNB). Este trombo se observa esencialmente cuando se lesiona el endotelio valvular, ya que la fibrina y las plaquetas se depositan sobre la zona de endotelio erosionado. El daño endotelial se puede producir como consecuencia de fenómenos hemodinámicos originados por el flujo sanguíneo en pacientes con cardiopatías predisponentes o por el trau- matismo directo del endotelio en la cirugía valvular o por el roce de un catéter o dispositivo similar. La posterior colonización bacteriana originará la enfermedad. La ETNB también puede formarse cuando existen inmunocom- plejos circulantes o estados de hipercoagulabilidad, con coagulopatía https://booksmedicos.org 553 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II intravascular diseminada (CID) o sin ella, como ocurre en pacientes con determinadas neoplasias, enfermedades crónicas caquectizantes o del tejido conectivo (lupus eritematoso sistémico). En estos casos, la ETNB recibe el nombre de endocarditis marasmática. Las vegetaciones son estériles y no producen destrucción valvular, pero pueden alcanzar un gran tamaño y, al desprenderse o fragmentarse, originar embolias sis- témicas, que constituyen la principal manifestación clínica de esta entidad. Las cardiopatías mencionadas a continuación predisponen al desa- rrollo de endocarditis: Cardiopatía reumática. La importancia de la cardiopatía reumática como causa de endocarditis ha disminuido notoriamente en las 2-3 últimas décadas. Actualmente, se observa en el 25%-30% de los casos de endocarditis. Cardiopatías congénitas. En particular predisponen el conducto arterioso, la comunicación interventricular, la coartación aórtica, la tetralogía de Fallot, la estenosis pulmonar y la aorta bicús- pide. En conjunto se identifican en el 4%-26% de los casos. Son especialmente difíciles los casos de EI que afectan a pacientes con cardiopatías congénitas complejas intervenidas con colocación de prótesis vasculares o valvulares. Cardiopatías degenerativas. La esclerosis y la calcificación de la vál- vula mitral o de las sigmoides aórticas son factores predisponentes cada vez más frecuentes en pacientes de edad avanzada. Prolapso de la válvula mitral. El riesgo de padecer una endocarditis es mayor cuando el prolapso origina insuficiencia valvular. Otras cardiopatías. La miocardiopatía hipertrófica obstructiva, el síndrome de Marfan y las valvulopatías de cualquier otra etiología son, asimismo, cardiopatías predisponentes. La existencia de un episodio previo de endocarditis, aunque no haya originado lesión valvular evidenciable, favorece la aparición de nuevos episodios de endocarditis, que se localizan en la misma válvula. En el 20%-40% de los pacientes con endocarditis no se encuentra una valvulopatía subyacente. Es probable que gérmenes virulentos como Staphylococcus aureus puedan implantarse en válvulas aparen- temente normales. Por otra parte, los drogadictos tienen una elevada incidencia de endocarditis derecha en ausencia de cardiopatía subya- cente. Probablemente, ello se debe a la lesión del endotelio tricúspide secundario a los adulterantes que se inyectan con la droga. Para que los gérmenes colonicen el trombo fibrinoplaquetario y se desarrolle una vegetación séptica es preciso que, en primer lugar, invadan el torrente circulatorio y, en segundo lugar, sean capaces de adherirse a él. La puerta de entrada de la bacteriemia suele ser un foco séptico (p. ej., infección urinaria, sepsis por catéter) en la endocarditis nosocomial o relacionada con los cuidados sanitarios o una maniobra cruenta que traumatice la piel o las mucosas en la endocarditis comu- nitaria, ya que permite el paso a la sangre de los microorganismos que los colonizan, aunque en ocasiones la colonización es espontánea. La mucosa oral y de la orofaringe es la puerta de entrada de estreptococos del grupo viridans, el aparato genitourinario y el tracto digestivo del enterococo, Streptococcus gallolyticus (denominado antiguamente S. bovis) y los bacilos gramnegativos y la piel de los estafilococos. El origen de la bacteriemia en los UDVP es variado; la piel de los drogadictos es el origen de las infecciones estafilocócicas, y la droga, el material de inyección o los disolventes contaminados que utilizan son el origen de las infecciones por enterococos, bacilos gramnegativos y hongos. No todos los microorganismos producen endocarditis. Para ello es necesario que posean capacidad de adherirse a los receptores del trombo fibrinoplaquetario. Cuanto mayor es el grado de adherencia, menor es el inóculo bacteriano que se necesita para producir una endocarditis. Los estreptococos, los enterococos y S. aureus son los microorganismos que se adhieren con mayor facilidad a la superficie del trombofibrinoplaquetario. Los mecanismos moleculares por los cuales los microorganismos se unen a la ETNB o al endotelio dañado (cirugía cardíaca, cambios degenerativos, enfermedad reumática entre otros) o activado (sepsis, drogadicción, disfunción endotelial, entre otros) pueden variar consi- derablemente. La unión se realiza mediante receptores de la superficie microbiana que reconocen moléculas de matriz adhesiva como la fibronectina, la laminina y el colágeno. También pueden unirse direc- tamente o ser internalizados por las células endoteliales activadas. Este Patogenia de la endocarditis infecciosa. SMF: sistema mononuclear fagocítico. https://booksmedicos.org 554 SECCIÓN II I Cardiología parece ser uno de los mecanismos por el cual S. aureus infecta las válvu- las cardíacas, aunque sean estructuralmente normales. La adhesión está mediada por proteínas de superficie específicas de S. aureus que se unen al fibrinógeno, como el clumping factor, la coagulasa y la fibronectina, uniéndose esta última a las defensinas de la superficie endotelial, cuya unión favorece la internalización de S. aureus. Factores de virulencia adicionales, como la α-toxina, juegan un papel en la persistencia y la proliferación de las bacterias en las vegetaciones maduras. Cuando el endotelio está dañado, S. aureus también se puede unir al factor de von Willebrand que expresan las células endoteliales y a la fibrina que se deposita, mediante adhesinas dependientes del gen sortasa A, como el clumping factor y la proteína de unión al factor de von Willebrand, y en este escenario las plaquetas no juegan un papel primordial. Por el contrario, cuando el endotelio está activado, se externalizan defensinas (que se unen a la fibrinonectina) y el factor de von Willebrand, que puede capturar directamente a S. aureus y unir grandes cantidades de plaquetas, originándose la vegetación valvular. Endocarditis sobre prótesis valvulares La infección de una válvula protésica durante los 12 meses que siguen a su implantación (endocarditis protésica precoz) se produce general- mente por colonización de la prótesis valvular durante la interven- ción quirúrgica o en el postoperatorio inmediato. Durante la inter- vención quirúrgica, los gérmenes proceden de la piel del paciente, del personal médico o de la contaminación de la bomba de circulación extracorpórea (Staphylococcus epidermidis, difteromorfos) y, con menor frecuencia, del aire ambiental (Aspergillus spp.). En el postoperatorio, los microorganismos alcanzan la prótesis en el curso de una bacteriemia cuya puerta de entrada puede ser la infección de un catéter, de la herida quirúrgica, del pulmón o de la vía urinaria. A partir de los 12 meses, la patogenia de la endocarditis protésica tardía y los microorganismos res- ponsables se parecen a los descritos en la infección de la válvula nativa, es decir, en estos casos la prótesis se contamina a partir de bacteriemias con puerta de entrada orofaríngea, genitourinaria o digestiva en la mayoría de los casos. La infección de la prótesis por S. epidermidis sólo se puede erradicar con la exéresis de la prótesis, ya que este microorga- nismo produce una biopelícula (biofilm) que lo adhiere a la prótesis y lo protege de la acción de los antibióticos o de los polimorfonucleares. Endocarditis sobre marcapasos y desfibriladores Estos sistemas están compuestos por un generador, que generalmente se implanta en el tejido subcutáneo en la región infraclavicular, y unos cables que por vía venosa alcanzan las cavidades derechas del corazón. La infección de la bolsa del generador o de los cables se origina durante la intervención quirúrgica o en el postoperatorio inmediato por estafilococos, principalmente coagulasa negativos, que proceden de la piel del propio paciente y en menor medida del personal médico. La infección de la bolsa del generador también puede desarrollarse meses o años después de su implantación si aparecen úlceras cutáneas o fístulas por el decúbito que puede originar la propia presión del generador sobre la piel del paciente. El cable puede infectarse a través de la infección de la bolsa del generador o directamente en el período peri- o postoperatorio precoz (2 meses), ya que su implantación origina una lesión endotelial directa, con infección del cable o el endotelio erosionado circundante si existe una contaminación peroperatoria o una bacteriemia en el postoperatorio. A partir de los 2-3 meses el cable está reendotelizado, pero puede originar pequeñas fracturas endoteliales que favorezcan el depósito de agregados fribrinoplaquetarios suscepti- bles de ser colonizados si existe una bacteriemia por gérmenes capaces de adherirse. Al igual que hemos dicho previamente, para curar las infecciones por estafilococos coagulasa negativos (ECN) debe realizarse una exéresis de todo el sistema implantado. ANATOMÍA PATOLÓGICA Una vez que el trombo fibrinoplaquetario es colonizado por un microorganismo, se constituye una vegetación séptica. El microorga- nismo se multiplica en su interior para formar colonias, y estas crecen por el depósito de nuevas capas de fibrina y plaquetas, y en unos días alcanza su tamaño definitivo. La vegetación es la lesión característica de la EI (fig. 61-2). Se trata de un agregado fibrinoplaquetario, no vascularizado, en cuya matriz existen colonias de microorganismos y escasos leucocitos polimorfonucleares y hematíes. La concentración de gérmenes en su interior es muy elevada, de aproximadamente 108- 1010 microorganismos por gramo de tejido. Su forma y tamaño son variables. Por lo general, se localizan en las válvulas izquierdas, aunque en los drogadictos predominan en la válvula tricúspide y se asientan en la superficie auricular de las válvulas auriculoventriculares (AV) o en la ventricular de las sigmoides. Las consecuencias de la infección se des- criben en la figura 61-1. En el corazón, los microorganismos pueden invadir y destruir las válvulas nativas, las cuerdas tendinosas o los mús- culos papilares y extenderse hacia el anillo de implantación valvular, el miocardio o la raíz de la aorta para dar lugar a abscesos, fístulas, pericarditis o aneurismas del seno de Valsalva. Los abscesos originados en el anillo aórtico pueden afectar al tejido específico de conducción y provocar distintos grados de bloqueo AV. En los pacientes con prótesis valvulares la infección asienta en la línea de sutura y puede causar una dehiscencia de la prótesis y abscesos paraprotésicos. En los marcapasos o desfibriladores la infección asienta sobre el cable y en ocasiones se afectan la válvula tricúspide y el endotelio mural de la aurícula o el ventrículo derechos. Las manifestaciones extracardíacas son consecuencia de las embolias y la bacteriemia persistente. Las vegetaciones pueden fragmentarse o desprenderse y provocar embolias pulmonares o sistémicas según su localización; estas últimas afectan principalmente a las arterias cerebrales, renales, esplénicas, coronarias y grandes arterias periféricas. La bacteriemia puede originar diversas manifestaciones clínicas. Si el germen es virulento (p. ej., S. aureus, neumococo o estreptococos del grupo A), puede producir metástasis sépticas en cualquier localización, sobre todo en el bazo, los riñones, los huesos o las articulaciones y el sistema nervioso central. Por el contrario, si la infección está producida por gérmenes poco virulentos (como estreptococos del grupo viridans, S. epidermidis, Coxiella burnetii), la endocarditis puede evolucionar durante períodos prolongados de tiempo. En estos casos, la bacteriemia persistente origina un estímulo constante del sistema inmunitario y de la actividad del sistema mononuclear fagocítico. El resultado es la aparición de hipergammaglobulinemia policlonal, inmunocomplejos circulantes, factor reumatoide, crioglobulinas, anticuerpos antinu- cleares y otros autoanticuerpos, que desaparecen con el tratamiento. El depósito renal de inmunocomplejos circulantes puede producirglome- rulonefritis focal o difusa con hipocomplementemia, histológicamente indiferenciable de la postestreptocócica. La participación del sistema mononuclear fagocítico en la eliminación de las bacterias circulantes origina hiperplasia de este con la consiguiente hepatoesplenomegalia y aparición de células mononucleares en sangre periférica. Las lesiones cutaneomucosas características de la endocarditis (pete- quias, nódulos de Osler, manchas de Janeway, hemorragias en astilla), las manchas de Roth y muchas manifestaciones musculoesqueléticas tienen una patogenia inmunológica o por embolias sépticas. Lo mismo ocurre con los aneurismas micóticos. Se originan por embolias sépticas o por depósito de inmunocomplejos circulantes en los vasa vasorum que irrigan la pared arterial. Su necrosis y reblandecimiento originan estas dilataciones aneurismáticas, que pueden llegar a romperse. Se Vegetaciones en la válvula mitral (flechas). https://booksmedicos.org 555 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II detectan durante la endocarditis o meses después de ella y se descubren en el 10%-15% de las autopsias. Por lo general, se localizan en las bifurcaciones arteriales, preferentemente en las ramas periféricas de la arteria cerebral media, aunque pueden afectar a cualquier arteria del organismo. ETIOLOGÍA Potencialmente, cualquier microorganismo puede causar una endo- carditis, aunque, en conjunto, los estreptococos y los estafilococos son responsables del 80% de los casos. En la tabla 61-1 se exponen los microorganismos aislados en casi 2.500 episodios de EI en adultos diagnosticados en 61 centros sanitarios de 27 países de la International Collaboration on Endocarditis (ICE) entre los años 2000 y 2006. Por lo general, la endocarditis es monomicrobiana, aunque en el 2% de los casos se aísla más de un microorganismo. Por otra parte, en menos del 10% de los casos la endocarditis cursa con hemocultivos negativos. Globalmente, S. aureus es el microorganismo más frecuente. Endocarditis sobre válvula nativa En la mayoría de los casos, la infección se adquiere en la comunidad. Los estreptococos, especialmente del grupo viridans, causan el 30%- 35% de las endocarditis, aunque su incidencia ha disminuido en los últimos años. El grupo viridans incluye diferentes grupos y especies de estreptococos, como los grupos: S. mutans (S. mutans, entre otras especies), S. salivarius (S. salivarius, entre otras), S. mitis (S. mitis, S. sanguinis, S. oralis y S. gordonii, entre otras), S. anguinosus/milleri (S. anguinosus, S. constellatus, S. intermedius) y S. gallolyticus (S. gallolyticus subesp. gallolyticus, entre otras). Los grupos de S. mitis, S. mutans y S. gallolyticus son los estreptococos del grupo viridans responsables de más del 80% de los casos. S. gallolyticus (denominado antiguamente S. bovis) se identifica en el 5%-10% de los casos. En más del 50% de los pacientes, la bacteriemia por este germen se origina a partir del tubo digestivo (adenomas, carcinoma de colon). Los estreptococos con deficiencias nutricionales, que antes se clasificaban dentro de los estrep- tococos del grupo viridans, ahora se han reclasificado en dos nuevos géneros, Abiotrophia (A. defectiva) y Granulicatella (G. adiacens y G. elegans, entre otras). Los estreptococos microaerófilos, los estreptococos de los grupos A, B, C o G y el neumococo son poco frecuentes. Los enterococos producen el 5%-15% de las endocarditis (E. faecalis, 90%, y E. faecium, 10%). Cuando la bacteriemia por E. faecalis es de origen desconocido, debe también descartarse que no haya una neoplasia de colon. La incidencia de endocarditis estafilocócica ha aumentado y es responsable del 20%-35% de los casos. S. aureus sensible a la meticilina causa más del 95% de los episodios. La endocarditis por ECN sobre válvula nativa en la comunidad es poco frecuente. Está causada por especies generalmente distintas a S. epidermidis como S. lugdunensis, S. haemolyticus, S. xylosus, S. hominis, S. capitis, S. warneri, S. cohnii, S. gallinarum, S. intermedius y S. schleiferi, entre otras especies; en los últimos años ha adquirido una especial relevancia S. lugdunensis. La endocarditis por este microorganismo puede afectar a válvulas nativas, TABLA 61-1 International Collaboration on Endocarditis ENDOCARDITIS INFECCIOSA VÁLVULA NATIVA VÁLVULA PROTÉSICAa Comunitaria Nosocomial (intrahospitalaria) Relacionada con los cuidados sanitariosb Drogadictos Precoz Precoz Marcapasos y desfibriladores Total de episodios 1.065 303 254 266 53 331 175 Estafilococos Staphylococcus aureusc 20% 47% 42% 68% 36% 18% 35% Coagulasa negativos 6% 12% 15% 3% 17% 20% 31% Estreptococos Grupo viridans 28% 11% 6% 10% 2% 10% 3% Streptococcus gallolyticus 10% 3% 3% 1% 2% 7% 1% Neumococo 2% — — — — 1% 1% Streptococcus agalactiae 3% — — — — 1% 1% Otros estreptococos 3% — — 1% — 3% 3% Enterococo 9% 14% 17% 4% 8% 13% 5% Grupo HACEKd 3% — — — — 2% — Otros gérmenes 3% 9% 8% 5% Hongos — 2% 2% 2% 9% 3% — Polimicrobiana — 1% 1% 2% — 2% 1% Cultivo negativo 11% 5% 6% 6% 17% 12% 14% aLa endocarditis protésica es precoz si se desarrolla antes de los 12 meses de la implantación de la prótesis y es tardía si aparece a partir de los 12 meses. bLa endocarditis asociada a cuidados sanitarios es la endocarditis que se adquiere en las unidades de hemodiálisis, hospitales de día, hospitalización a domicilio, centros sociosanitarios de drenaje hospitalario y geriátricos. cEl porcentaje global de casos de endocarditis por S. aureus resistente a meticilina (SARM) en no drogadictos fue del 33%, siendo las mayores tasas en la endocarditis sobre válvula nativa nosocomial, la relacionada con cuidados sanitarios y la endocarditis protésica precoz, que fueron del 57%, el 41% y el 53%, respectivamente. dMicroorganismos del grupo HACEK: Haemophilus parainfluenzae, H. aphrophilus, H. paraphrophilus, H. influenzae, Actinobacillus actinomycetemcomitans, Cardiobacterium hominis, Eikenella corrodens, Kingella kingae y K. denitrificans. https://booksmedicos.org 556 SECCIÓN II I Cardiología protésicas o marcapasos, tiene un curso muy agresivo y se acompaña de una elevada morbimortalidad. La incidencia de la endocarditis por bacilos gramnegativos es inferior al 10%. Suele tratarse de microor- ganismos del grupo HACEK (Haemophilus spp., Aggregatibacter spp., Cardiobacterium hominis, Eikenella corrodens y Kingella spp.), Pseu- domonas aeruginosa, Brucella spp. y enterobacterias. Otros gérmenes como los microorganismos anaerobios, Neisseria gonorrhoeae, Listeria spp., Legionella spp., C. burnetii (fiebre Q), Chlamydophila psittaci, Bartonella spp., Mycoplasma spp., Tropheryma whipplei (agente causal de la enfermedad de Whipple) y hongos son muy infrecuentes. La endocarditis por Bartonella spp. (B. henselae, B. quintana) se observa en pacientes con un nivel socioeconómico bajo (sin hogar o alcohólicos). Es una causa de endocarditis con hemocultivo negativo y la serología tiene una reacción cruzada con las infecciones por Chlamydophila. La incidencia de endocarditis nosocomial y la relacionada con cuidados sanitarios está aumentando. La puerta de entrada en estos casos suele ser la infección de un dispositivo intravascular o la infección de la herida quirúrgica. Los gérmenes responsables suelen ser S. aureus (que en hasta el 50% de los casos puede ser resistente a la meticilina) y S. epidermidis y, con menor frecuencia, Enterococcus spp., bacilos gramnegativos, entre ellos Enterobacter spp., Serratia spp., Pseudomonas spp. y Candida spp. Endocarditis en usuarios de drogas por vía parenteral En España, S. aureus sensible a la meticilina (> 95%) es el microorga- nismo responsable de la mayoría de los episodios. Cuando la endocar- ditis es derecha, la incidencia de infección por S. aureus es superior al 90%. La endocarditis por P. aeruginosa o por Candida spp. se observa con poca frecuencia y es casi exclusiva de los UDVP. La epidemia de la infecciónpor el HIV y los programas sustitutivos de metadona han reducido notablemente el número de casos de EI en UDVP desde principios de los años noventa y ha modificado su patrón clínico y microbiológico y su pronóstico, de modo que los UDVP infectados por el HIV tienen una mayor incidencia de endocarditis derecha esta- filocócica, mientras que en los UDVP que no están infectados por el HIV tienen más afección izquierda y la etiología estreptocócica. Endocarditis sobre prótesis valvulares Existe una clara diferencia entre los gérmenes aislados en la endocardi- tis precoz (< 12 meses) y en la tardía (> 12 meses). En la endocarditis precoz predominan los ECN y, prácticamente de forma exclusiva por S. epidermidis, que en más del 60%-70% de los casos es resistente a la meticilina. En menor medida puede estar causada por S. aureus y raramente por Corynebacterium spp. (difteromorfos), bacilos gram- negativos (entre ellos, Legionella pneumophila) y hongos (Aspergillus spp. y Candida albicans). En la endocarditis tardía la distribución de microorganismos es similar a la observada sobre válvula nativa. Endocarditis sobre marcapasos y desfibriladores La mayoría de las infecciones (85%) son estafilocócicas y, en particular, por ECN y S. aureus. CUADRO CLÍNICO La EI puede tener un curso agudo o subagudo y manifestarse por una amplia gama de síntomas y signos referidos a cualquier aparato o sis- tema del organismo. La expresividad clínica de la enfermedad depende básicamente de la bacteriemia persistente, del tipo de microorganis- mo responsable, de las complicaciones cardíacas secundarias a las alteraciones valvulares e invasión miocárdica, de las embolias y de la presencia de inmunocomplejos circulantes. Aproximadamente en el 30% de los casos existen antecedentes de la puerta de entrada de la infección. Los casos causados por microorganismos agresivos como los estafilococos suelen diagnosticarse rápidamente, ya que los pacientes presentan un cuadro agudo y séptico. Por el contrario, en las formas debidas a estreptococos u otros gérmenes poco virulentos el diagnós- tico suele demorarse hasta una media de 4-5 semanas tras el inicio de la sintomatología, probablemente porque los síntomas iniciales son inespecíficos. Endocarditis sobre válvula nativa La endocarditis sobre válvula nativa es la forma más frecuente de la enfermedad y asienta por lo general en las válvulas del corazón izquierdo, sobre todo en la válvula aórtica, seguida de la mitral o de la afección de ambas válvulas. Excepcionalmente, se afectan también las válvulas derechas. Clínicamente, la endocarditis puede presentarse en forma de un síndrome febril aislado o asociado a distintas manifes- taciones cardíacas, neurológicas, renales, osteoarticulares o secundarias a fenómenos embólicos. Síntomas generales El síntoma inicial de la endocarditis suele ser la fiebre, a veces precedida de un cuadro general consistente en astenia, anorexia, pérdida de peso y síntomas locomotores inespecíficos como lumbalgia, artromialgias o polialtralgias. La fiebre está presente en más del 90% de los casos de endocarditis, aunque puede faltar en los ancianos o en pacientes que han recibido tratamiento antibiótico previo o presentan insufi- ciencia cardíaca o renal avanzadas. En las formas más habituales de endocarditis, producidas por microorganismos poco virulentos como los estreptococos del grupo viridans, gérmenes del grupo HACEK o S. epidermidis, la fiebre o febrícula suele ser bien tolerada y se acompaña de un discreto síndrome tóxico (formas subagudas o lentas). Por el contrario, las endocarditis causadas por gérmenes más viru- lentos, como S. aureus, S. pneumoniae o estreptococos del grupo A, cursan con un cuadro agudo de fiebre elevada con escalofríos y muchas veces existen ya en el momento del diagnóstico metástasis sépticas y signos de insuficiencia cardíaca por destrucción valvular. Manifestaciones cardíacas El hallazgo de un soplo cardíaco de carácter regurgitante constituye un elemento básico del diagnóstico. La aparición de signos de insuficiencia cardíaca en el curso de una endocarditis es un signo de mal pronós- tico. La insuficiencia cardíaca puede deberse a la descompensación de la cardiopatía de base, como consecuencia de la anemia y de la fiebre, o bien a la sobrecarga hemodinámica aguda secundaria a la des- trucción valvular. Este segundo mecanismo afecta sobre todo a las EI que asientan en la válvula aórtica y ocurre aproximadamente en el 30% de los pacientes, lo que obliga a plantear el recambio valvular urgente. Otros síntomas cardiológicos menos frecuentes son la aparición de tras- tornos de conducción en el ECG o la pericarditis, presente en casos de abscesos perianulares aórticos, o la posibilidad de infarto de miocardio por embolia coronaria a partir de las vegetaciones. Manifestaciones extracardíacas Determinados signos cutáneos, como las petequias y las hemorragias subungueales, están presentes en el 20% de los casos y, aunque ines- pecíficos, son orientativos de la enfermedad. El panadizo de Osler es una manifestación clásica de la endocarditis que se observa en las formas de curso subagudo o lento. Consiste en un nódulo eritematoso y doloroso de aparición súbita en el pulpejo de un dedo. Las manchas de Janeway son maculopápulas eritematosas que aparecen en las palmas de las manos y las plantas de los pies y suelen verse en las endocarditis por S. aureus. En el 5% de los casos se observan en el fondo de ojo las manchas de Roth, lesiones con un núcleo ovalado pálido rodeadas de un halo eritematoso. La esplenomegalia era, en la época preantibiótica, un elemento básico del diagnóstico. En la actualidad, se observa con menor frecuencia y en casos de presentación lenta. Las embolias sistémicas constituyen la complicación más común de la enfermedad y ocurren en el 20%-30% de los casos. Las embolias más habituales son las cerebrales, seguidas de las esplénicas, las renales y de extremidades inferiores. En ocasiones, estas embolias sépticas pueden ser origen de abscesos viscerales que perpetúen el cuadro febril y tóxico de la enfermedad. https://booksmedicos.org 557 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II Los aneurismas micóticos constituyen una complicación temible, aunque afortunadamente poco frecuente (2%-5%). Pueden aparecer en muchos territorios arteriales, pero suelen hacerlo en arterias del cerebro y en general no dan manifestaciones clínicas antes de su rotura. En el 25% de los casos hay manifestaciones neurológicas. Pueden consistir en signos focales secundarios a embolias, abscesos o aneurismas micóticos, o bien en síndromes meníngeos o encefalopáticos en las fases sépticas iniciales de la enfermedad. La trombectomía mecánica puede ser de utilidad en las embolias cerebrales de gran vaso con el fin de reducir su morbilidad y mortalidad. Son frecuentes también los signos de afección renal, en forma de microhematuria. La nefropatía, de origen séptico o embólico, no suele tener trascendencia clínica. Raras veces puede aparecer una grave glomerulopatía aguda por depósito de inmunocomplejos que puede ser incluso la forma de presentación de la enfermedad. Endocarditis en usuarios de drogas por vía parenteral En estos pacientes, previamente sin valvulopatía en la inmensa mayoría de los casos, la forma más común de endocarditis es la que asienta sobre la válvula tricúspide, y el microorganismo responsable es S. aureus en la mayoría de los casos. El cuadro clínico consiste en fiebre y manifes- taciones respiratorias como dolor pleurítico, hemoptisis, disnea o tos secundarias a embolias pulmonares sépticas. La auscultación de soplo de insuficiencia tricuspídea es muy poco habitual, y la aparición de signos de insuficiencia cardíaca, excepcional. Otras veces los pacien- tes UDVP pueden presentar endocarditis que afecten a las válvulas izquierdas. En estos casos las endocarditis tienen un curso similar a la de los pacientes no adictos. Endocarditissobre prótesis valvulares La endocarditis es una de las complicaciones más graves que puede sufrir un paciente portador de una prótesis valvular. Se reconoce la existencia de dos tipos: endocarditis protésica precoz y endocarditis protésica tardía. La incidencia de endocarditis protésica precoz ha disminuido radicalmente con las medidas higiénicas y profilácticas antes de la cirugía de recambio valvular. Por el contrario, la incidencia de las formas tardías está en aumento al ser cada vez más numerosa la población de pacientes portadores de prótesis valvulares. El cuadro clínico de la endocarditis protésica consiste en fiebre, sín- drome tóxico y posibles fenómenos embólicos y signos de disfunción protésica. En las formas precoces el diagnóstico diferencial se plantea con cuadros sépticos secundarios a infección de la herida operatoria, de las vías de acceso vascular o de las sondas urinarias. La ecocardiografía transesofágica es muy útil en estos casos, ya que permite demostrar la existencia de vegetaciones en un alto porcentaje de pacientes y asegurar así el diagnóstico de endocarditis. Por otra parte, el tipo de microorga- nismo aislado en el hemocultivo también orienta el diagnóstico: si es un estafilococo, hay que pensar siempre en una endocarditis, mientras que si se trata de bacilos gramnegativos, se debe considerar siempre la sepsis como la primera posibilidad diagnóstica y exigir una demostración inequívoca de afección de la prótesis antes de aceptar el diagnóstico de endocarditis. Las formas de endocarditis protésicas tardías tienen un cuadro clínico superponible al de las endocarditis sobre válvula nativa, si bien la posibilidad de desinserción de la prótesis y la frecuente asociación con abscesos periprotésicos les confieren una gravedad mayor. En los últimos años se está describiendo una nueva modalidad de endocarditis sobre prótesis valvulares aórticas que se han implantado por vía transfemoral o transapical en pacientes no operables con estenosis aór- tica grave (válvulas transcatéter [TAVI, del inglés transcatheter aortic-valve implantation]). Aunque este tipo de endocarditis es similar a la endocarditis protésica, estos pacientes tienen una mayor edad, una mayor proporción de abscesos paravalvulares y de etiología enterocócica y una mortalidad muy elevada cuando no se pueden operar de forma convencional. Endocarditis sobre marcapasos y desfibriladores En estos pacientes se observa raramente la aparición de endocarditis, que en general está producida por ECN. El cuadro clínico es de fiebre o febrícula, por lo general poco aparente, y pueden darse fenómenos embólicos pulmonares que simulan una neumonía comunitaria. Por ello, el aislamiento de ECN en los hemocultivos no debe conside- rarse como contaminaciones. No suelen existir soplos cardíacos. La curación de esta infección exige administrar antibióticos y la exéresis de todo el sistema del marcapasos o desfibrilador (generador y cables intracavitarios). EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS Hemocultivo Junto con el cuadro clínico, el hemocultivo constituye la base del diagnóstico. En la endocarditis la bacteriemia es continua y de poca magnitud. Con dos hemocultivos se aísla el agente etiológico en más del 90% de los casos. Se recomienda obtener al menos tres hemocul- tivos no simultáneos y extraer como mínimo 10 mL de sangre por cultivo. La sangre se debe cultivar en medio aerobio y anaerobio y conservarse varias semanas para detectar la presencia de gérmenes de crecimiento lento. Existe aproximadamente un 10% de endocarditis con hemocultivo negativo. Estos casos se deben en su mayor parte a la administración previa de antibióticos (realizar hemocultivos en frascos con resinas), aunque en ocasiones corresponden a gérmenes de crecimiento lento e intracelular (Bartonella, Brucella, Chlamydophila, Coxiella burnetii, Legionella, Mycobacterium, Mycoplasma, Trophery- ma whipplei), a formas de infección no bacteriana como los hongos filamentosos (Aspergillus y Mucor). En todo caso de endocarditis con hemocultivo negativo hay que practicar exámenes serológicos para descartar estas posibilidades etiológicas (p. ej., brucelosis, fiebre Q, legionelosis, bartonelosis, Chlamydophila) y estudios de biología mole- cular (PCR, 16S, 18S) del material obtenido por cirugía cardíaca o de las embolectomías. Ecocardiograma La ecocardiografía proporciona un dato de gran valor diagnóstico al permitir demostrar la existencia de vegetaciones. Estas se observan en alrededor del 60% de los casos con la técnica transtorácica habitual (fig. 61-3) y en más del 90% con la técnica transesofágica. La eco- cardiografía es, pues, de gran ayuda diagnóstica, ya que sus hallazgos constituyen uno de los criterios diagnósticos de la enfermedad, y es especialmente importante en los casos con hemocultivos negativos. Si en el ecocardiograma transtorácico se observan imágenes claras de vegetaciones, no es imprescindible proceder a la técnica transesofágica para establecer el diagnóstico. Sin embargo, si los datos del ecocardio- grama transtorácico no son concluyentes o son negativos y la sospecha Ecocardiograma transesofágico. Endocarditis. Izquier- da: se observa la válvula mitral abierta con una gran vegetación en el extremo del velo anterior (flecha). Derecha: se observa perforación del velo mitral anterior y el flujo turbulento (flecha) correspondiente al chorro de regurgitación a través de la perforación. AI: aurícula izquierda; VI: ventrículo izquierdo. https://booksmedicos.org 558 SECCIÓN II I Cardiología clínica es fuerte, debe procederse a la práctica de un ecocardiograma transesofágico, ya que esta técnica tiene una mayor sensibilidad diag- nóstica. Por otra parte, si el ecocardiograma transesofágico no muestra vegetaciones, el diagnóstico de endocarditis debe cuestionarse, ya que un ecocardiograma transesofágico negativo tiene un valor predictivo negativo muy elevado. El ecocardiograma transesofágico debe prac- ticarse en todos los casos de sospecha de endocarditis sobre prótesis, ya que la técnica transtorácica es muy poco útil en este contexto. Es también la técnica de elección en el diagnóstico de vegetaciones en portadores de cables de marcapasos o desfibriladores (fig. 61-4). Por último, la ecocardiografía transesofágica es también la técnica más adecuada para el diagnóstico de los abscesos perivalvulares (fig. 61-5). Además de su papel en el diagnóstico de la enfermedad, el eco- cardiograma aporta otros datos pronósticos de gran utilidad: permite valorar la gravedad de las lesiones valvulares, el funcionalismo de las prótesis en casos de endocarditis protésica, el estado de la función cardíaca y la presencia de complicaciones sépticas como los abscesos perianulares o las fístulas entre cavidades. Por este motivo, debe repe- tirse un ecocardiograma cuando en el transcurso de la enfermedad aparece o se sospecha alguna complicación como la persistencia del síndrome febril o la aparición de nuevos soplos o de signos de insufi- ciencia cardíaca. Un problema creciente lo constituye la bacteriemia estafilocócica nosocomial o relacionada con los cuidados sanitarios. Un ecocardiograma muy precoz puede ser negativo. Por ello, se recomienda repetirlo a los 10-14 días si existe la sospecha de endocarditis. Otras técnicas de imagen Recientemente, la TC y las técnicas de medicina nuclear, en especial la PET/TC, han demostrado su utilidad en el diagnóstico de endo- carditis sobre prótesis valvulares o dispositivos de electroestimulación cardíaca, para lo que el ecocardiograma tiene limitaciones, y la PET/ TC y el TC se han incorporado con criterio diagnóstico mayor en la endocarditis protésica en las guías europeas del 2015 del diagnóstico de la endocarditis infecciosa. Análisis de laboratorio Es frecuente la anemia normocítica, la VSG suele estar elevada y en las formas agudas es común la leucocitosis con desviación a la izquierda. Son habituales las alteraciones del sedimentourinario, especialmente la microhematuria. En las formas subagudas o lentas puede haber hipergammaglobulinemia, factor reumatoide, disminución del com- plemento sérico e inmunocomplejos circulantes. La PCR puede ser una determinación muy útil en la endocarditis. Este reactante de fase aguda es una glucoproteína que se sintetiza en el hígado como respuesta a la IL-6 y aumenta en los procesos infecciosos agudos. La PCR se detecta a las 4-6 h, alcanza la concentración máxima a los 2-3 días y se normaliza a los 8-10 días de la resolución del proceso infeccioso. La PCR es mayor de 5 mg/dL en más del 85% de episodios, superior a 10 mg/dL en más del 50% de los casos. Una PCR normal va en contra del diagnóstico. Además, la PCR puede ser útil para monitorizar la respuesta al tratamiento antibiótico. La procalcitonina puede ser de mayor utilidad que la PCR para el diagnóstico de la EI. Unos niveles plasmáticos en el ingreso de 2,3 ng/mL tuvieron una sensibilidad, una especificidad y unos valores predictivos negativo y positivo del 81%, el 85%, el 92% y el 72%, respectivamente. Electrocardiograma Las alteraciones electrocardiográficas son las propias de la cardiopatía de base, si esta existe. Durante el curso de la endocarditis debe vigilarse la aparición de trastornos de conducción que suelen reflejar la existencia de abscesos perianulares aórticos. En algunos casos pueden aparecer imágenes de infarto de miocardio secundarios a embolias coronarias. Radiografía de tórax Al igual que ocurre con el ECG, la presencia o la ausencia de cardiopa- tía de base definirá el tipo de silueta cardíaca. Durante la enfermedad debe vigilarse periódicamente la aparición de signos de insuficiencia cardíaca. En las endocarditis derechas en drogadictos o portadores de marcapasos o desfibriladores son frecuentes los infiltrados pulmonares bilaterales. DIAGNÓSTICO El diagnóstico definitivo de la endocarditis sólo puede establecerse con absoluta certeza por medio del examen histológico y microbiológico de las vegetaciones obtenidas en el acto quirúrgico o en la necropsia. Desde el punto de vista clínico, no existe ningún hallazgo que permita esta- blecer el diagnóstico con absoluta seguridad, por lo que este se establece sobre la base de la presencia de determinadas características clínicas, resultado de los hemocultivos y hallazgos del ecocardiograma y de las técnicas de imagen, especialmente el ecocardiograma, pero también del TAC y del PET/TAC. Se han descrito unos criterios diagnósticos que han sido ampliamente validados y reconocidos y recientemente actualizados (cuadros 61-1 y 61-2). Se consideran criterios mayores la presencia de bacteriemia continua para microorganismos habitual- mente responsables de endocarditis y la presencia de claras alteraciones en las técnicas de imagen: presencia en el ecocardiograma Doppler de Ecocardiograma transesofágico. Se observa una masa de 2 cm de diámetro que engloba el cable del desfibrilador (flechas) en un paciente con una endocarditis por estafilococos coagulasa negativos. Ecocardiograma transesofágico. Endocarditis aórti- ca. Izquierda: válvula aórtica bicúspide en sístole (las flechas señalan las dos sigmoideas abiertas). Las flechas localizadas en la aurícula izquierda señalan absceso perianular que se extiende a la interfibrosa mitroaórtica, con fistulización entre tracto de salida y aurícula izquierda. Derecha: la turbulencia localizada en la aurícula izquierda correspon- de (flecha) a la comunicación del trayecto fistuloso con la aurícula. AD: aurícula derecha; AI: aurícula izquierda; VAB: válvula aórtica bicús- pide; VD: ventrículo derecho. https://booksmedicos.org 559 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II vegetaciones, abscesos o disfunciones protésicas, imágenes de captación positiva en el PET/TAC o SPECT/CT con leucocitos marcados y/o lesiones paravalvulares en la TAC. La fiebre, la presencia de cardiopatía predisponente o drogadicción, los fenómenos vasculares (incluidos los diagnosticados por técnicas de imagen) o inmunológicos y algún dato microbiológico (sin cumplir requisitos de criterio mayor) se consideran criterios menores. El diagnóstico se considera definitivo cuando existen dos criterios mayores, un criterio mayor y tres menores o cinco criterios menores. El diagnóstico se considera posible cuando existe un criterio mayor y otro menor o tres criterios menores. Las dificultades diagnósticas de la endocarditis derivan de la gran variedad de síntomas con que se puede presentar la enfermedad. Ello hace que en muchas ocasiones no se piense en la posibilidad de endocarditis hasta etapas avanzadas o ante la presencia de alguna com- plicación. Hay que pensar en ella no sólo ante cualquier cardiópata que presenta un síndrome febril, sino también en pacientes, con cardiopatía conocida o sin ella, que padecen accidentes embólicos, abscesos cere- brales, síntomas neurológicos, hematurias o glomerulonefritis asociados a fiebre inexplicada. En las formas de presentación aguda las manifes- taciones sépticas extracardíacas pueden hacer olvidar el diagnóstico de endocarditis. En el cuadro 61-3 se describe cómo debe efectuarse la evaluación diagnóstica inicial cuando se sospecha esta entidad. El diagnóstico diferencial de la enfermedad se plantea con todas las causas de síndrome febril prolongado, neoplasias, vasculitis, lupus eritematoso sistémico, síndrome antifosfolipídico, fiebre reumática o mixoma auricular, enfermedades todas que comparten rasgos clínicos similares. PRONÓSTICO Antes de la era antibiótica la mortalidad de la endocarditis era práctica- mente del 100% y la causa fundamental de muerte era la insuficiencia cardíaca. En nuestros días, la mortalidad global de la enfermedad se aproxima al 20%-25% y, además de la insuficiencia cardíaca, las causas más comunes de muerte son los accidentes vasculares cerebrales, las complicaciones sépticas y el postoperatorio de un recambio valvular practicado en la fase activa de la infección. En la endocarditis sobre válvula nativa las cifras de mortalidad son del 15%-20% y dependen sobre todo del microorganismo responsable. Así, la mortalidad en una endocarditis sobre válvula nativa por estrep- tococos del grupo viridans es inferior al 10%, en tanto que puede llegar a ser del 25%-30% en casos de infección estafilocócica, neumocócica o enterocócica. Otros factores que influyen negativamente en el pronós- tico son el retraso en establecer el diagnóstico, la edad avanzada, la afectación de la válvula aórtica, la bacteriemia persistente (> 7 días con hemocultivos positivos) y la aparición de complicaciones mayores (embolias, accidentes vasculares cerebrales, absceso paravalvular o insuficiencia cardíaca) en el curso de la enfermedad. Las endocarditis de adquisición nosocomial o relacionada con los cuidados sanitarios constituyen un grupo de especial mal pronóstico, ya que suelen afectar a pacientes pluripatológicos, están producidas por microorganismos virulentos y resistentes a los antibióticos y las características de los pacientes hacen que en muchos casos el tratamiento quirúrgico no pueda considerarse. Los que sobreviven tras un episodio de endocarditis tienen una supervivencia a los 10 años del 81%. Es destacable, sin embargo, que una proporción superior al 30% requiere recambio valvular en los primeros años de seguimiento, especialmente los que han padecido una endocarditis aórtica. Por otra parte, el riesgo de sufrir otra endocarditis al cabo de los años es superior en estos pacientes que en la población de pacientes cardiópatas en general. La endocarditis derecha del drogadicto es la forma más benigna de endocarditis y en más del 90%-95% de los casos se consigue la • CUADRO 61-1 Diagnóstico definitivo Criterios patológicos (vegetaciones, émbolos o abscesos) Presencia de microorganismos: mediante su demostración por cultivo o tinciones, o Lesiones histológicas de endocarditis activa en lasvegetaciones o abscesos intracardíacos Criterios clínicos Dos criterios mayores (hemocultivos y soplo/vegetaciones), o Un criterio mayor y tres criterios menores, o Cinco criterios menores Diagnóstico posible Un criterio mayor y uno menor Tres criterios menores Diagnóstico rechazado Cuando existe un diagnóstico alternativo evidente, o Resolución del síndrome endocardítico, con ≤ 4 días de tratamiento antibiótico, o Falta de evidencia patológica de endocarditis infecciosa en la intervención quirúrgica o autopsia después de un máximo de 4 días de tratamiento antibiótico Adaptado de las Guías de Endocarditis Infecciosa de la Sociedad Europea de Cardiología del año 2015. • CUADRO 61-2 Criterios mayores de endocarditis Hemocultivos positivos Microorganismo típico de EI (dos hemocultivos no simultáneos) Estreptococos del grupo viridans, S. bovis, microorganismos del grupo HACEK o Staphylococcus aureus o enterococo en ausencia de un foco primario, o Hemocultivos persistentemente positivos Hemocultivos positivos separados por 12 h o más, o Tres de tres hemocultivos o la mayoría de 4 o más hemocultivos no simultáneos positivos separados 1 h como mínimo entre el primero y el último Hemocultivo o serología positiva (IgG anti-fase I > 1/800) para Coxiella burnetti Técnicas de imagen Ecocardiograma positivo para endocarditis (ETT/ETE): Vegetación/masa intracardíaca oscilante sobre una válvula o estructura subyacente, o en la zona de un jet de regurgitación o sobre material implantado, en ausencia de una explicación anatómica alternativa, o Absceso, o Nueva dehiscencia parcial de una prótesis valvular Evidencia de lesión paravalvular en el TAC Captación patológica periprotésica en la PET/TC o SPECT/TC con leucocitos marcados Criterios menores de endocarditis Factores predisponentes: cardiopatía predisponente o drogadicción Fiebre mayor o igual a 38 °C Fenómenos vasculares (tanto clínicos como documentados por técnicas de imagen): embolias arteriales, infartos pulmonares sépticos, aneurismas micóticos, hemorragia intracraneal, hemorragias conjuntivales y lesiones de Janeway Fenómenos inmunológicos: glomerulonefritis, nódulos de Osler, manchas de Roth, factor reumatoideo Evidencia microbiológica: hemocultivos positivos, pero sin reunir los criterios mayores anteriormente definidos o evidencia serológica de infección activa por un microorganismo que pueda causar EI EI: endocarditis infecciosa; ETE: ecocardiografía transesofágica; ETT: ecocardiografía transtorácica. Adaptado de las Guías de Endocarditis Infecciosa de la Sociedad Europea de Cardiología del año 2015. https://booksmedicos.org 560 SECCIÓN II I Cardiología curación con tratamiento antibiótico. La presencia de grandes vege- taciones tricuspídeas (> 2 cm) y de distrés respiratorio del adulto se asocia de forma independiente a una mayor mortalidad. La infección por el HIV en los UDVP empeora el pronóstico, independiente- mente de la afección de las válvulas izquierdas, en aquellos pacientes gravemente inmunodeprimidos (linfocitos CD4 < 200/µL o con criterios de sida). La endocarditis sobre prótesis valvular es la forma más grave de endocarditis. En las formas precoces y en todos los casos debidos a estafilococos las cifras de mortalidad superan el 50%. La endocarditis sobre marcapasos y desfibriladores tiene una elevada morbilidad y una mortalidad de alrededor del 10%. TRATAMIENTO Normas generales El abordaje de la endocarditis es muy complejo y requiere de consulta con muchos especialistas. Las Unidades de Endocarditis (Endocar- ditis team), formadas por cardiólogos, especialistas en enfermedades infecciosas, microbiólogos, expertos en imagen y cirujanos cardíacos, se han mostrado muy útiles tanto para mejorar el diagnóstico como para tomar las decisiones terapéuticas más adecuadas. Actualmente, los buenos resultados obtenidos aconsejan que los pacientes con esta enfermedad sean atendidos en centros que dispongan de estas unidades. El tratamiento de la endocarditis se basa en la administración del anti- biótico más adecuado, en las dosis necesarias y durante el tiempo suficien- te para erradicar el germen responsable de las vegetaciones endocárdicas (tabla 61-2). Este tratamiento requiere, en algunos casos, complemento con la resección quirúrgica de las válvulas afectas. Los antibióticos han de ser bactericidas, ya que los bacteriostáticos pueden suprimir la bac- teriemia, pero no erradicar la infección. Los antibióticos más utilizados son los β-lactámicos, que pueden emplearse asociados a aminoglucósi- dos. Esta asociación ha demostrado sinergia en los estudios in vitro y clínicamente consigue una desaparición más rápida de la bacteriemia y de la fiebre. Además, esta asociación es imprescindible para lograr un efecto bactericida ante microorganismos tolerantes a los β-lactámicos, como los enterococos y algunas cepas de estreptococos. Sin embargo, en los últimos años ha habido cuatro cambios importantes en el trata- miento antibiótico de la EI: 1) las indicaciones y el patrón de uso de los aminoglucósidos han cambiado y ya no se recomiendan en endocarditis estafilocócica sobre válvula nativa, porque sus beneficios clínicos no se han demostrado y aumenta la toxicidad renal; cuando se indican en otras endocarditis (p. ej., la enterocócica), deben administrarse en una sola dosis diaria con el fin de reducir la nefrotoxicidad; 2) la rifampicina sólo debe utilizarse en las endocarditis protésicas después de 3-5 días de tratamiento antibiótico eficaz, una vez que se haya aclarado la bacterie- mia; el motivo es doble: por un lado, con el fin de evitar la selección de variantes resistentes y, por otro, debido al efecto antagonista de las combinaciones de antibióticos con rifampicina contra las bacterias planc- tónicas; por el contrario, existe sinergia contra las bacterias durmientes de las biocapas; 3) la daptomicina se ha incorporado al tratamiento de la endocarditis estafilocócica y enterocócica; cuando se administra, se debe dar en dosis altas (≥ 10 mg/kg una vez al día) y debe combinarse con un segundo antibiótico (β-lactámicos, fosfomicina) con el fin de aumentar su actividad y evitar el desarrollo de resistencias, y 4) la combinación de dos β-lactámicos (ampicilina y ceftriaxona) es eficaz y segura para el tratamiento de la endocarditis por E. faecalis, independientemente de si tiene o no alta resistencia a los aminoglucósidos. Los antibióticos han de utilizarse en dosis altas y por vía i.v. para conseguir un gradiente alto entre la concentración de antibiótico en el plasma y en el interior de la vegetación que asegure su penetración. Por último, el tratamiento debe ser prolongado (4-6 semanas en las TABLA 61-2 Vegetación séptica Tratamiento antibiótico Ausencia de leucocitos Antibióticos bactericidas Combinaciones sinérgicas Ausencia de vascularización Dosis altas de antibióticos i.v. para su difusión en el interior de la vegetación Tener en cuenta en los patrones de difusión de los antibióticos en el interior de la vegetacióna Inóculo elevado (109-1010 CFU/g) Potencial aparición de cepas resistentesb Administrar los antibióticos β-lactámicos y los glucopéptidos a intervalos adecuados para evitar el crecimiento bacterianoc Población bacteriana con metabolismo disminuido Tratamiento prolongado (4-6 semanas)d Riesgo de destrucción valvular, de extensión local y de metástasis Combinaciones sinérgicas de antibióticos con una actividad bactericida rápida aLos β-lactámicos difunden por gradiente, con concentraciones más altas en la periferia de la vegetación que en su interior; los aminoglucósidos, la rifampicina, la daptomicina y las quinolonas difunden de forma homogénea y los glucopéptidos se concentran sólo en la periferia de la vegetación. bAl existir un inóculo tan elevado puede haber algunas cepas resistentes (p. ej., quinolonas, rifampicina) que se seleccionen durante el tratamiento. Por otra parte, algunos antimicrobianospueden perder actividad (efecto inóculo). cLos antibióticos β-lactámicos y los glucopéptidos actúan sobre la pared celular de las bacterias y no tienen efecto postantibiótico (EPA). Por tanto, puede existir crecimiento bacteriano cuando las concentraciones plasmáticas son menores que la CIM de las bacterias. Los aminoglucósidos y quinolonas tienen un EPA prolongado, por lo que inhiben el crecimiento bacteriano durante períodos prolongados y ello puede permitir su administración una vez al día. dLos antibióticos β-lactámicos y los glucopéptidos sólo son activos cuando las bacterias se multiplican y sintetizan sobre la pared celular. Por tanto, no son activos sobre la población bacteriana metabólicamente latente. La daptomicina despolariza la membrana celular de las bacterias, tiene un efecto bactericida rápido y destruye las bacterias que están tanto en fase de crecimiento como en reposo. • CUADRO 61-3 Anamnesis y exploración física Identificar factores predisponentes y signos y síntomas de EI Analítica general Analítica general básica, VSG, PCR o procalcitonina y sedimento de orina Estudios microbiológicos Tres hemocultivos no simultáneos en 1 h. Si el paciente ha tomado antibióticos, efectuarlos con medios de cultivo con resinas. Si son negativos, considerar la realización de serologías para Brucella, Coxiella burnetii, Chlamydia, Bartonella, Legionella y hongos Tinción de Gram y cultivo del material obtenido de una metástasis séptica, émbolo o vegetación (extraídos por punción o mediante cirugía) Biología molecular (16S, 18S) del material obtenido mediante cirugía (vegetaciones, émbolos) Pruebas de imagen Radiografía de tórax Ecocardiografía (ETT/ETE) PET/TC, TC y/o gammagrafía con leucocitos marcados cardíaca y corporal Otras según sintomatología (ecografía, RM, TC, angio-RM cerebral) Otras pruebas ECG ETE: ecocardiografía transesofágica; ETT: ecocardiografía transtorácica; PCR: proteína C reactiva. CFU: unidad formadora de colonias. https://booksmedicos.org 561 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II formas más habituales) para evitar las recidivas y erradicar los posibles focos metastásicos. En ocasiones puede ser recomendable iniciar un tratamiento empírico, siempre tras la toma de al menos tres hemoculti- vos, pero antes de disponer de su resultado. Este tratamiento empírico está justificado cuando la sospecha diagnóstica es muy elevada (p. ej., cuadro clínico muy sugestivo e imágenes claras de vegetaciones en el ecocardiograma) y, sobre todo, cuando la forma de presentación es aguda, ya que en estos casos la aparición de complicaciones graves en las primeras horas o días no es infrecuente. Las pautas antibióticas que se han de utilizar en este contexto dependerán de cada caso: se empleará una pauta para estreptococos del grupo viridans y enterococos en casos de endocarditis sobre válvula nativa de presentación subaguda y se cubrirá la posibilidad de infección estafilocócica y enterocócica en todas las formas de presentación aguda, en las endocarditis protésicas, en los UDVP y en la endocarditis nosocomial o relacionada con los cuidados sanitarios. Por tanto, se recomienda como tratamiento empírico la combinación de ampicilina y gentamicina en la presentación suba- guda, añadiendo cloxacilina en las formas agudas, de la endocarditis nativa o protésica tardía de origen comunitario y la combinación de daptomicina con un β-lactámico en la endocarditis protésica precoz, nosocomial o relacionada con los cuidados sanitarios. Los criterios de buena respuesta al tratamiento antibiótico son la apirexia y la negativización de los hemocultivos. La persistencia del cuadro febril o la aparición de fiebre durante el tratamiento plantean varias posibilidades diagnósticas que deben descartarse en cada caso: fiebre medicamentosa, flebitis en relación con la vía de administración del antibiótico (catéter) y absceso extracardíaco o intracardíaco o de embolias sépticas. Deben efectuarse hemocultivos de control a los 3 días de iniciarse el tratamiento antibiótico y a los 7 días si a los 3 días son positivos. La persistencia de hemocultivos positivos más de 7 días con un tratamiento antibiótico apropiado es un factor de mal pronós- tico y estos pacientes deben ser considerados para cirugía cardíaca. Debe aprovecharse el ingreso hospitalario para efectuar la búsqueda y, en su caso, la erradicación de la puerta de entrada de la infección, como focos dentarios en casos de formas estreptocócicas o afección urológica o gastrointestinal en casos de infecciones por enterococo o S. bovis. Una vez finalizado el tratamiento antibiótico, deben efectuarse hemocultivos de control antes de asegurar la curación bacteriológica. Habitualmente se recomienda la práctica de hemocultivos a las 48 h de finalizado el tratamiento y posteriormente al mes. Si aparece una recidiva (generalmente durante el primer mes), se tratará de nuevo médicamente y se planteará el recambio valvular si se trata de gérmenes de tratamiento difícil o muy virulentos o si la endocarditis es protésica. El tratamiento anticoagulante no está indicado en la endocarditis. De todas formas, si la cardiopatía de base lo hace necesario, como ocurre en los pacientes portadores de prótesis valvulares, el tratamiento debe mantenerse. En estos casos es prudente sustituir los dicumarínicos por heparina las primeras semanas de tratamiento, ya que durante este período el riesgo embólico es el más alto y si aparecen embolias cere- brales podrá suspenderse con más rapidez la anticoagulación. Tratamiento domiciliario Las instituciones que dispongan de unidades de hospitalización a domicilio podrían incluir en sus programas de tratamiento antibiótico domiciliario a pacientes con endocarditis no complicada por estrep- tococos del grupo viridans, S. gallolyticus, enterococos, estafilococos o por microorganismos del grupo HACEK que reciban tratamiento antibiótico con una dosis única al día de antibióticos (p. ej., ceftriaxona, daptomicina, dalbavancina) o a través de bombas de infusión, tras haber sido evaluados exhaustivamente, considerados de bajo riesgo y tratados los primeros 10-14 días en el hospital. Recientemente se ha demostrado en un ensayo clínico aleatorizado que este mismo tipo de pacientes con endocarditis no complicadas pueden finalizar el tratamiento antibiótico por vía oral en el domicilio utilizando combi- naciones de dos antibióticos orales. Tratamiento antibiótico Una vez aislado el microorganismo y conocida su sensibilidad anti- biótica, debe adecuarse el tratamiento antibiótico. En la tabla 61-3 se especifica el tratamiento recomendado para las endocarditis por estreptococos del grupo viridans (incluido S. gallolyticuss), enterococos, estafilococos y microorganismos del grupo HACEK. Estreptococos del grupo viridans o Streptococcus bovis sensibles a la penicilina Más del 80% de las cepas de estreptococos del grupo viridans son sensibles a la penicilina (concentración inhibitoria mínima [CIM] ≤ 0,125 mg/mL). Los regímenes terapéuticos indicados en la tabla 61-3 tienen una eficacia similar y un índice de curaciones superior al 98%. El tratamiento de elección en la endocarditis sobre válvula nativa no complicada en pacientes con función renal normal y sin afección del par craneal VIII es la combinación de penicilina G o ceftriaxona y gentamicina durante 2 semanas, que además permite una hospitali- zación más corta. Las pautas de 4 semanas con penicilina o ceftriaxona evitan la nefrotoxicidad de los aminoglucósidos y, cuando se utiliza, la cef- triaxona puede permitir el tratamiento domiciliario al poder adminis- trarse una sola vez al día. La penicilina G sódica se puede administrar intermitentemente o en infusión continua (en 24 h). La vancomicina o la teicoplanina administradas durante 4 semanas son los antibióticos de elección en los pacientes que presentan hiper- sensibilidad de tipo inmediato a la penicilina o a otros β-lactámicos. La teicoplaninapuede administrarse una vez al día por vía i.v. en bolo (dosis inicial de 6 mg/kg/12 h durante 3 días, seguida de 6-10 mg/kg/ día), lo que puede facilitar su uso domiciliario. En pacientes que presentan una endocarditis nativa complicada, protésica o una infección de otro material protésico, la pauta reco- mendada es de 6 semanas de penicilina G o ceftriaxona asociada a gentamicina durante las 2 primeras semanas. Si el paciente es alérgico a los β-lactámicos, debe administrarse vancomicina o teicoplanina. La daptomicina en monoterapia no debería administrarse, ya que estos microorganismos desarrollan in vitro alto nivel de resistencia. Estreptococos del grupo viridans con concentración inhibidora mínima para la penicilina de 0,25-0,5 mg/mL, cepas tolerantes y variantes nutricionales (Abiotrophia spp., Granulicatella spp.) El tratamiento de las endocarditis en estos casos y en los causados por cepas tolerantes a la penicilina (relación concentración bactericida mínima [CBM]/CIM > 32) o con requerimientos nutricionales (Abio- trophia spp., Granulicatella spp.) consiste en penicilina G o ceftriaxona durante 4 semanas y gentamicina durante 2 semanas (v. tabla 61-3). En los casos de alergia a la penicilina, esta se sustituye por vancomicina o teicoplanina. Si el paciente es portador de una prótesis o la endocarditis sobre válvula nativa es complicada, debería prolongarse el tratamiento hasta 6 semanas. Streptococcus pneumoniae, Streptococcus pyogenes (grupo A) y estreptococos de los grupos B, C y G La endocarditis causada por estos gérmenes es relativamente poco fre- cuente, sin que existan largas series de casos mediante evaluación de dis- tintas pautas terapéuticas. En la endocarditis causada por neumococo debe conocerse la sensibilidad a la penicilina. En los últimos años se ha observado un aumento en el número de neumococos con sensibilidad intermedia a la penicilina (CIM de 0,125-2 mg/L) o con alta resistencia a la misma (CIM ≥ 4 mg/L). De la misma manera, también está en aumento la resistencia del neumococo a otros antibióticos como las cefalosporinas. En el caso de una endocarditis por neumococo sensible a la penicilina (CIM ≤ 0,06 mg/L), puede administrarse penicilina G (12-18 MU/día, i.v. repartidos en 6 dosis) o ceftriaxona (2 g/día). Si la resistencia es intermedia, pueden administrarse altas dosis de penicilina G (24 MU/día, i.v. repartidos en 6 dosis) si no existe afección meníngea o una cefalosporina de tercera generación (cefotaxima, 12 g/día, o ceftriaxona, 2 g/día). Si la resistencia es alta, la vancomicina (2 g/día) es el antibiótico de elección. Si existe meningitis concomitante, véase https://booksmedicos.org 562 SECCIÓN II I Cardiología TABLA 61-3 viridans S. bovis a Microorganismos Pautas de elección Duración (semanas) Pautas en alérgicos a la penicilina Duración (semanas) Estreptococos del grupo viridans o S. bovis sensibles a la penicilina G (CIM ≤ 0,12 µg/mL)b Penicilina G, 12-18 MU/día en 6 dosis i.v., o 4-6 Vancomicinac 30 mg/kg/24 h dividida en 2 dosis i.v., o 4-6 Ceftriaxonae, 2 g/día i.v./i.m. 4-6 Teicoplaninad, 6-10 mg/kg/12 h las 9 primeras dosis y cada 24 h a partir de la décima dosis por vía i.v./i.m. Penicilina G o ceftriaxona (mismas dosis) más gentamicina, 3 mg/kg cada 24 h i.m./i.v. 2 Estreptococos del grupo viridans o S. bovis con sensibilidad intermedia a la penicilina G (CIM > 0,12 y ≤ 0,5 µg/mL), cepas tolerantes y variantes nutricionalesb Penicilina G o ceftriaxona (misma dosis) 4-6 Vancomicina (misma dosis), o 4-6 más gentamicina (misma dosis) 2 Teicoplanina (misma dosis) Estreptococos del grupo viridans con resistencia a la penicilina (CIM > 0,5 µg/mL) Penicilina G, 24 MU/día i.v., o ampicilina, 12 g/día i.v. en 6 dosis, más gentamicinaf, 3 mg/kg cada 24 h i.m./i.v. 4-6 Vancomicina (misma dosis) más gentamicina (misma dosis) 6 Enterococcus faecalis sin alta resistencia a los aminoglucósidos (CIM gentamicina ≤ 500 mg/L)g Ampicilina, 12 g/día i.v. en 6 dosis 4-6 Vancomicina (misma dosis) más gentamicina (misma dosis) 6 más gentamicinaf, 3 mg/kg cada 24 h i.v., o 2 más ceftriaxona, 2 g/12 h i.v. 4-6 Enterococcus faecalis con alta resistencia a los aminoglucósidos (CIM gentamicina > 500 mg/L)g Ampicilina, 12 g/día i.v. en 6 dosis, más ceftriaxona, 2 g/12 h i.v. 4-6 Daptomicina 10 mg/kg/24 h i.v. más β-lactámicos o fosfomicina 2 g/6 h i.v. 6 Estafilococos (S. aureus) o ECN (S. epidermidis u otros) sobre válvula nativah,i Sensible a meticilina, endocarditis derecha (UDVP) no complicada: Cefazolina 6 g/día en 3 dosis i.v. 4 Cloxacilina, 12 g/día en 6 dosis i.v. 2 Ciprofloxacino, 750 mg/12 h p.o. más 4 rifampicina, 300 mg/12 h p.o. 4 Daptomicina (misma dosis) más β-lactámicos o 4 fosfomicina (misma dosis) 4 Sensible a meticilina, endocarditis izquierda: Cefazolina 6 g/día en 3 dosis i.v. 4-6 Cloxacilina, 12 g/día en 6 dosis i.v. 4-6 Daptomicina (misma dosis) 4-6 más fosfomicina (misma dosis) 4-6 Resistente a meticilina: CIM vancomicina ≤ 1 mg/L Daptomicina (misma dosis) 4-6 Vancomicina (ajustar dosis a Cmin 20 mg/L) o 4-6 más fosfomicina (misma dosis) 4-6 Daptomicina (misma dosis) más cloxacilina o ceftarolina (misma dosis) o fosfomicina (misma dosis) 4-6 CIM vancomicina > 1 mg/L 4-6 Daptomicina (misma dosis) más cloxacilina o ceftarolina (misma dosis) o fosfomicina (misma dosis) Estafilococos (S. aureus) o ECN (S. epidermidis u otros) sobre válvula protésica u otro cuerpo extrañoj Sensible a meticilina: Vancomicina (misma dosis) más ≥ 6 Cloxacilina, 12 g/día en 6 dosis ≥ 6 rifampicina, 300 mg/8 h p.o. más ≥ 6 i.v., más rifampicina, 300 mg/8 h ≥ 6 gentamicina (misma dosis) 2 i.v./p.o., más gentamicina (misma dosis) 2 Resistente a meticilina: Misma pauta Vancomicina (ajustar dosis a Cmin 20 mg/L) más rifampicina, ≥ 6 300 mg/8 h i.v./p.o., más ≥ 6 gentamicina (misma dosis) 2 https://booksmedicos.org 563 CAPÍTULO 61 Endocarditis infecciosa S E C C IÓ N I II el tratamiento antibiótico de la meningitis neumocócica (v. cap. 251, Infecciones meningocócicas). En las endocarditis por los estreptococos de los grupos A, B, C y G el tratamiento de elección es penicilina G o una cefalosporina (cefazolina o ceftriaxona) durante 4-6 semanas y algunos autores sugieren añadir gentamicina las 2 primeras semanas. Enterococos y estreptococos del grupo viridans resistentes a la penicilina (CIM > 0,5 mg/L) Aunque algunas guías clínicas consideran que los estreptococos del grupo viridans son resistentes a la penicilina cuando la CIM es superior a 0,5 mg/L, otras indican que cuando la CIM oscila entre 0,25 y 2 mg/L existe resistencia intermedia y que las cepas resistentes son aquellas que tienen una CIM superior o igual a 4 mg/L. En cualquier caso, entre el 15% y el 20% de las cepas de estreptococos del grupo viridans tienen valores de CIM a la penicilina superiores a 0,5 mg/L y estos casos deben tratarse como una endocarditis enterocócica. La endocarditis enterocócica está causada principalmente por Ente- rococcus faecalis (90% de los casos) y, más raramente, por Enterococcus faecium (5% de los casos) u otras especies. E. faecalis tiene valores de CIM a penicilina y ampicilina (1-8 mg/L) más elevados que los estreptococos del grupo viridans. E. faecium suele ser resistente a estos antibióticos (CIM > 8 mg/L). La endocarditis enterocócica plantea dos grandes problemas. En primer lugar, los enterococos son tolerantes a los antibióticos en monoterapia, y la erradicación requiere la adminis- tración prolongada (hasta 6 semanas) de combinaciones sinérgicas y bactericidas de ampicilina con aminoglucósidos (p. ej., gentamicina) o de dos β-lactámicos (p. ej., ampicilina más ceftriaxona, que originan una saturación complementaria de todas las proteínas de unión a la penicilina [PBP, del inglés peniciline binding proteines] en E. faecalis). En segundo lugar, hay cepas de Enterococcus spp. que pueden ser resis- tentesa múltiples antibióticos, incluyendo los aminoglucósidos (resis- tencia de alto nivel), los β-lactámicos (a través de la modificación de la PBP5 y a veces por producción de β-lactamasas), y a la vancomicina. La combinación de ampicilina o vancomicina con gentamicina o estreptomicina tiene un efecto sinérgico y bactericida frente a dicho microorganismo y constituye el tratamiento de elección de esta endo- carditis (v. tabla 61-3). Un gran avance ha sido demostrar que en la endocarditis por E. faecalis la gentamicina puede administrarse una sola vez al día y el tratamiento puede acortarse a las 2 semanas, con lo que se reduce notablemente la toxicidad renal. Sin embargo, este efecto bactericida sinérgico desaparece cuando los enterococos presentan resistencia de alto nivel a los aminoglucósidos (CIM > 500 µg/mL de gentamicina o > 1.000 µg/mL de estreptomicina), una situación clínica relativamente frecuente. Por ello, es muy importante conocer con detalle en cada aislado de endocarditis su patrón de sensibilidad antibiótica. Otro gran avance ha sido demostrar in vitro, en modelos animales y en ensayos clínicos y estudios de cohortes, que la combinación de ampicilina con cefalosporinas de tercera generación (p. ej., ceftriaxona) es sinérgica y bactericida en cepas de E. faecalis sin resistencia a las penicilinas con o sin alto nivel de resistencia a los aminoglucósidos. En la actualidad, esta combinación de ampicilina y ceftriaxona es tan eficaz y más segura que la combinación de ampicilina y gentamicina para el tratamiento de la endocarditis por E. faecalis sin alto nivel de resistencia a los amino- glucósidos y es el tratamiento de elección cuando existe alto nivel de resistencia a los aminoglucósidos (v. tabla 61-3). Esta combinación no es útil para el tratamiento de la endocarditis por E. faecium. En algunas áreas geográficas, una importante proporción de infecciones enterocócicas (sobre todo E. faecium) está producida por cepas con resistencia a la penicilina, a la vancomicina o a las dos. La resistencia intrínseca a la penicilina y a la ampicilina (por alteración de las proteínas fijadoras de penicilina) ha aumentado en frecuencia TABLA 61-3 viridans S. bovis (cont.) Microorganismos Pautas de elección Duración (semanas) Pautas en alérgicos a la penicilina Duración (semanas) HACEKk Ceftriaxona (misma dosis), o 4-6 Ciprofloxacino, 400 mg/8-12 h i.v. 4-6 Ampicilina, 12 g/día en 6 dosis i.v., más gentamicina (misma dosis) 4-6 aLas dosis recomendadas deben ajustarse en pacientes con alteración de la función renal. La dosificación de los aminoglucósidos o de los glucopéptidos en función del peso (dosis en mg/kg) produce concentraciones más elevadas en pacientes obesos, por lo que en estos casos la dosis debe administrarse en función del peso ideal. En caso de alergia a las penicilinas, no deben utilizarse cefalosporinas si existe antecedente de anafilaxis a la penicilina por la potencial alergia cruzada entre las cefalosporinas y las penicilinas. La ceftriaxona, la teicoplanina y la daptomicina, antibióticos que se administran una vez al día, se utilizan en los programas de hospitalización a domicilio. Microorganismos del grupo HACEK: Haemophilus spp., Aggregatibacter spp., Cardiobacterium hominis, Eikenella corrodens y Kingella spp. bLa duración del tratamiento antibiótico es de 6 semanas en la endocarditis protésica. El tratamiento durante 2 semanas sólo se puede realizar en la endocarditis sobre válvula nativa no complicada, en pacientes sin afectación renal ni del par craneal VIII ni endocarditis por Abiotrophia, Granulicatella o Gemella spp. cEn la endocarditis por estreptococos del grupo viridans, las concentraciones séricas de vancomicina obtenidas 1 h después de su infusión oscilan entre 30-45 mg/L y el valle es 10-15 mg/L. En la endocarditis estafilocócica, deben obtenerse niveles valle de 20 mg/L, por lo que la dosis administrada puede incrementarse a 45-60 mg/kg/día dividida en 2-3 dosis. La vancomicina debe administrarse lentamente por vía i.v. (1-2 h) para reducir el riesgo del «síndrome del hombre rojo» secundario a la liberación de histamina. dLas concentraciones séricas pico y valle de la teicoplanina son de 30-40 mg/L y 10-12 mg/L, respectivamente. La teicoplanina puede administrarse por vía i.v. en bolo o por vía i.m. Su posología una vez al día permite su uso en programas de hospitalización a domicilio. eSu posología una vez al día permite su uso en programas de hospitalización a domicilio. La administración i.m. es dolorosa. fLos niveles pico y valle de gentamicina cuando se administra cada 8 h son de 3-4 mg/L y < 1 mg/L, respectivamente. gHay algunas cepas con alta resistencia a la gentamicina que no la presentan a la estreptomicina, pudiéndose utilizar este aminoglucósido. Las pautas recomendadas para Enterococcus faecium son similares, a excepción de que la combinación de ampicilina más ceftriaxona no es eficaz. Para enterococos con resistencia a la vancomicina, la combinación de daptomicina con β-lactámicos (ceftarolina, ertapenem o ampicilina) o fosfomicina es la recomendada. La duración del tratamiento es de 6 semanas en la endocarditis sobre válvula nativa cuando la duración de los síntomas es de más de 3 meses o en casos de endocarditis protésica. hSi los estafilococos son sensibles a la penicilina (CIM ≤ 0,1 µg/mL), puede sustituirse la cloxacilina por penicilina G sódica (24 MU/día en 6 dosis) durante 4-6 semanas. En casos graves de endocarditis por S. aureus sensible a meticilina, algunos autores recomiendan añadir daptomicina a la cloxacilina. Cuando se utiliza la vancomicina para el tratamiento de una endocarditis por S. aureus resistente a meticilina, se recomienda que el cociente área bajo la curva (ABC)/CIM sea > 400. En estudios de bacteriemia, la daptomicina es superior a la vancomicina cuando la CIM a la vancomicina es > 1 mg/L. iLa duración del tratamiento puede ser de 4 semanas si la respuesta clínica y microbiológica (hemocultivos negativos a los 3 días) es buena, no existen complicaciones (abscesos cardíacos, afectación del sistema nervioso central o metástasis sépticas) ni prótesis valvulares. En caso contrario, el tratamiento antibiótico debe prolongarse 6 semanas. jExiste muy poca experiencia con daptomicina, aunque algunos autores prefieren utilizar este antibiótico en lugar de la vancomicina. La rifampicina es muy importante en las infecciones sobre cuerpos extraños y se recomienda administrarla 5 días más tarde que los otros dos antibióticos, una vez aclarada la bacteriemia. La gentamicina se utiliza para evitar el desarrollo de resistencia a la rifampicina. Su eficacia en infecciones por S. aureus es controvertida (v. texto). La rifampicina aumenta los requerimientos de dicumarínicos, metadona y anticonceptivos orales (inductor enzimático). kEl tratamiento de 6 semanas se reserva a los pacientes con prótesis valvulares. Las quinolonas (ciprofloxacino, levofloxacino o moxifloxacino) están sólo recomendadas en pacientes que no toleren los β-lactámicos. ECN: estafilococos coagulasa negativos; CIM: concentración inhibitoria mínima; Cmin: concentración en el valle; UDVP: usuarios de drogas por vía parenteral. https://booksmedicos.org 564 SECCIÓN II I Cardiología y desde 1983 se ha objetivado la producción de β-lactamasas en E. faecalis, aunque no se ha descrito en Europa. Esta forma de resistencia a la penicilina no se detecta con las CIM realizadas con los métodos estándar. La detección requiere utilizar la nitrocefina (una cefalos- porina cromógena). La vancomicina es el antibiótico de elección; mientras que si la resistencia a la penicilina depende de la producción de β-lactamasas, se puede utilizar la combinación de penicilinas con inhibidores de β-lactamasas (p. ej., ampicilina-sulbactam), imipenem (que resiste la hidrólisis) o vancomicina con gentamicina para conseguir un efecto sinérgico. Para los microorganismos resistentes a la penicilina y a la vancomicina debe conocerse la
Compartir