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Cuerpo calloso Tienda del cerebelo Cerebelo IV ventrículo Médula espinal Mesencéfalo Bulbo raquídeo Protuberancia Hipófisis Hipotálamo Tálamo Comisura gris intertalámica Cerebro Figura 7-14. Partes del sistema nervioso central en un corte anteroposterior. Según el nivel, se pueden encontrar en la médula (la mayoría), el mesencéfalo, la protuberancia, el bulbo raquí- deo o el diencéfalo. Según la respuesta clínica que provocan pueden ser: superficiales, si se exploran en la piel o en las mucosas (p. ej., el reflejo corneal, el anal o el faríngeo); profundos, si proporcionan información del estado de los músculos o articulaciones e indirectamente de los movimientos (p. ej., el reflejo rotuliano, el aquíleo o el bicipital); y viscerales, cuando suministran información de las vísceras (p. ej., el reflejo pupilar, el consensual, el cilioespinal y todos los que domina el sistema nervioso autónomo). Estos reflejos son muy útiles para verificar la correcta realización de las dife- rentes funciones del organismo, y conocer el lugar donde se localiza la lesión. 7.3. ENCÉFALO Junto con la médula espinal, forma el SNC (Fig. 7-14). Se encuentra en la cavidad craneal, protegido por los huesos del cráneo y recubierto por las meninges. Es uno de los órganos más grandes y está constituido por millones de neuronas. Pesa alrededor de los 1500 g, y algo menos en las mujeres y en los ancianos. 7.3.1. Embriología Procede del ectodermo, lámina del embrión que poste- riormente deriva en tres vesículas primitivas que dan lugar a los órganos definitivos (véase Fig. 20.12): a partir del pro- sencéfalo se forma el cerebro y el diencéfalo, a partir del mesencéfalo se forma la porción superior del tronco encefá- lico, que recibe el mismo nombre de mesencéfalo, y final- mente del rombencéfalo derivan el resto del tronco encefá- lico (protuberancia y bulbo raquídeo) y el cerebelo. Durante la etapa perinatal y en los primeros meses del nacimiento, hay una abundante mitosis con un gran aumento del número de neuronas. El encéfalo va aumentando de tamaño hasta los 18-20 años. 7.3.2. Vascularización del encéfalo Es un órgano muy irrigado. La vascularización (Fig. 7- 15) depende de las arterias carótidas internas y de las vertebrales. Estas últimas ascienden por los agujeros trans- versos de las vértebras y entran en el cráneo por el agujero magno del occipital. En el interior se juntan para formar el tronco basilar (sobre la unión de la protuberancia y el bulbo), que riega al tronco encefálico y el cerebelo. Las arterias carótidas ascienden por el cuello, entran en el crá- neo por el peñasco (del hueso temporal), y se colocan al lado de la silla turca, donde se dividen en tres ramas, la cerebral anterior, cerebral media y cerebral posterior. Cada una de ellas irriga una parte del cerebro: la anterior vasculariza la cara interna de los hemisferios cerebrales; la media, la cara externa; y la posterior, el lóbulo posterior. Entre las arterias cerebrales se establece un sistema de ra- mas comunicantes que constituye un mecanismo de protec- ción y seguridad, para que el aporte de sangre sea uniforme en todo el encéfalo. Así se constituye el polígono de Willis, que se encuentra en la base del cráneo rodeando el hipotála- mo. Las arterias que unen las ramas cerebrales anteriores se llaman comunicantes anteriores, mientras que las arterias comunicantes posteriores conectan las ramas cerebrales posteriores con las ramas cerebrales medias. Esta vasculari- 170 Estructura y función del cuerpo humano
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