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ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DEL CUERPO HUMANO (204)

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Cuadro 7-3. Distribución de los diferentes haces de la sustancia blanca en el tronco encefálico
Sustancia blanca Mesencéfalo Protuberancia Bulbo raquídeo
Haces descendentes Piramidales
Corticoespinal
Corticonuclear
Extrapiramidales
Rubroespinales
Tectoespinales
Piramidales
Corticoespinales
Corticonucleares
Extrapiramidales
Reticuloespinal anterior
Piramidales
Piramidal directo,
cruzado
Extrapiramidales
Olivoespinales
Vestibuloespinal
Haces ascendentes Espinotalámico
Espinocerebeloso
anterior y posterior
Lemnisco medial
Espinotalámico
Espinocerebeloso
anterior y posterior
Lemnisco medial
Espinotalámico anterior y lateral
Espinocerebeloso
anterior y posterior
Posterior o Goll
Posterior o Burdach
Haces de conexión Haz central dorsal (a todo lo largo del tronco)
Haz longitudinal dorsal (a todo lo largo del tronco)
La formación reticular está constituida por un conjunto de
fibras que forman una red, entre las cuales se encuentran los
núcleos grises que ocupan el tronco encefálico en toda su
parte posterior (Cuadro 7-2).
En la parte superior de la protuberancia se encuentra el
centro neumotáxico, cuya importancia es vital, ya que
regula la frecuencia de la respiración. Los núcleos del
puente son fragmentos irregulares de sustancia gris distri-
buidos entre las fibras motoras piramidales del puente.
Los núcleos de pares craneales que se localizan en el
puente son el del trigémino (V par), el del motor ocular
externo (VI par), el núcleo del facial (VII par), y los dos
núcleos del acústico (VIII par): el coclear y el vestibular.
En la formación reticular de la protuberancia destacan el
locus coeruleus, el núcleo caudal póntico y el núcleo
magno.
En la cara anterior del bulbo raquídeo se encuentra el
núcleo de la oliva, que recibe conexiones del cerebelo. En
su cara posterior se encuentran los núcleos de Goll y Bur-
dach (o delgado y cuneiforme, respectivamente).
Los núcleos de los pares craneales que se localizan en el
bulbo raquídeo son el del glosofaríngeo (IX par), el del
vago (X par) y el espinal (XI par), que se encuentran en la
zona media y descienden a lo largo del bulbo. Finalmente,
en la zona posterior se encuentra el hipogloso (XII par).
Entre la formación reticular destacan el núcleo reticular
lateral, el núcleo reticular paramediano, el núcleo pálido
y el núcleo oscuro.
7.7.4.2. Sustancia blanca del tronco encefálico
Está formada por el conjunto de haces o vías que trans-
portan los impulsos del cerebro a la médula o de los recep-
tores a la corteza cerebral. En su recorrido atraviesan el
tronco encefálico y establecen conexiones con alguno de los
núcleos descritos. Véase su distribución en el Cuadro 7-3.
Las vías motoras descendentes que recorren el neuroeje
son las fibras piramidales y las extrapiramidales.
La vía piramidal está formada por las fibras que atravie-
san el neuroeje procedentes del área motora de la corteza
cerebral. Entran en el mesencéfalo y se dividen en dos
haces, el haz geniculado o corticonuclear y el haz corti-
coespinal. Estas fibras se vuelven a agrupar, penetrando en
el bulbo raquídeo por su cara anterior, concretamente por
las prominencias denominadas pirámides bulbares. En su
descenso hacia la médula se dividen en dos haces, el haz
piramidal directo y el haz piramidal cruzado. El primero
desciende por la médula por el mismo lado, mientras que el
segundo cruza la línea media del bulbo para situarse en la
médula por el lado contrario. Este cruce, llamado decusa-
ción piramidal, es la razón de que las lesiones de la corteza
cerebral del hemisferio derecho produzcan parálisis o pérdi-
das del movimiento voluntario en el hemicuerpo izquierdo,
y viceversa. La vía piramidal que atraviesa el neuroeje lleva
impulsos motores voluntarios.
La vía extrapiramidal se origina a partir de fibras que
nacen en diversas áreas de la corteza cerebral, hacen cone-
xión con los núcleos grises de la base del cerebro y llegan al
mesencéfalo, concretamente al núcleo rojo y la sustancia
negra. De aquí salen los diferentes haces que forman la vía
extrapiramidal, entre los cuales destacan el haz rubroespi-
nal y el haz tectoespinal, que descienden atravesando la
protuberancia por su parte media y externa y se sitúan en la
cara lateral del bulbo, para posteriormente continuarse por la
médula. Del bulbo surgen otros haces que también forman
parte de la vía extrapiramidal y que reciben el nombre de haz
olivoespinal (nace en la oliva) y haz vestibuloespinal.
La vía extrapiramidal, con todo el conjunto de haces que
la componen, es la responsable de la coordinación y el
control de los movimientos, de la postura y del equilibrio.
Las vías sensitivas ascendentes llegan al tronco encefáli-
co procedentes de la médula y llevan los impulsos genera-
dos en los receptores. Éstos son transportados hacia las
áreas somestésicas de los lóbulos temporales y conducen los
diferentes tipos de sensibilidad hacia el cerebro. El haz
espinotalámico anterior conduce la sensación del tacto y
se encuentra próximo a la línea media. El haz espinotalá-
mico lateral conduce la sensibilidad termoalgésica y está
localizado en la zona centrolateral del bulbo. Ambos haces
se unen en la protuberancia formando un solo haz sensitivo.
En la zona posterior del bulbo se encuentran los haces
posteriores o de Goll y Burdach, que transmiten la sensi-
Parte II. Sistemas de relación 185

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