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Cuadro 7-3. Distribución de los diferentes haces de la sustancia blanca en el tronco encefálico Sustancia blanca Mesencéfalo Protuberancia Bulbo raquídeo Haces descendentes Piramidales Corticoespinal Corticonuclear Extrapiramidales Rubroespinales Tectoespinales Piramidales Corticoespinales Corticonucleares Extrapiramidales Reticuloespinal anterior Piramidales Piramidal directo, cruzado Extrapiramidales Olivoespinales Vestibuloespinal Haces ascendentes Espinotalámico Espinocerebeloso anterior y posterior Lemnisco medial Espinotalámico Espinocerebeloso anterior y posterior Lemnisco medial Espinotalámico anterior y lateral Espinocerebeloso anterior y posterior Posterior o Goll Posterior o Burdach Haces de conexión Haz central dorsal (a todo lo largo del tronco) Haz longitudinal dorsal (a todo lo largo del tronco) La formación reticular está constituida por un conjunto de fibras que forman una red, entre las cuales se encuentran los núcleos grises que ocupan el tronco encefálico en toda su parte posterior (Cuadro 7-2). En la parte superior de la protuberancia se encuentra el centro neumotáxico, cuya importancia es vital, ya que regula la frecuencia de la respiración. Los núcleos del puente son fragmentos irregulares de sustancia gris distri- buidos entre las fibras motoras piramidales del puente. Los núcleos de pares craneales que se localizan en el puente son el del trigémino (V par), el del motor ocular externo (VI par), el núcleo del facial (VII par), y los dos núcleos del acústico (VIII par): el coclear y el vestibular. En la formación reticular de la protuberancia destacan el locus coeruleus, el núcleo caudal póntico y el núcleo magno. En la cara anterior del bulbo raquídeo se encuentra el núcleo de la oliva, que recibe conexiones del cerebelo. En su cara posterior se encuentran los núcleos de Goll y Bur- dach (o delgado y cuneiforme, respectivamente). Los núcleos de los pares craneales que se localizan en el bulbo raquídeo son el del glosofaríngeo (IX par), el del vago (X par) y el espinal (XI par), que se encuentran en la zona media y descienden a lo largo del bulbo. Finalmente, en la zona posterior se encuentra el hipogloso (XII par). Entre la formación reticular destacan el núcleo reticular lateral, el núcleo reticular paramediano, el núcleo pálido y el núcleo oscuro. 7.7.4.2. Sustancia blanca del tronco encefálico Está formada por el conjunto de haces o vías que trans- portan los impulsos del cerebro a la médula o de los recep- tores a la corteza cerebral. En su recorrido atraviesan el tronco encefálico y establecen conexiones con alguno de los núcleos descritos. Véase su distribución en el Cuadro 7-3. Las vías motoras descendentes que recorren el neuroeje son las fibras piramidales y las extrapiramidales. La vía piramidal está formada por las fibras que atravie- san el neuroeje procedentes del área motora de la corteza cerebral. Entran en el mesencéfalo y se dividen en dos haces, el haz geniculado o corticonuclear y el haz corti- coespinal. Estas fibras se vuelven a agrupar, penetrando en el bulbo raquídeo por su cara anterior, concretamente por las prominencias denominadas pirámides bulbares. En su descenso hacia la médula se dividen en dos haces, el haz piramidal directo y el haz piramidal cruzado. El primero desciende por la médula por el mismo lado, mientras que el segundo cruza la línea media del bulbo para situarse en la médula por el lado contrario. Este cruce, llamado decusa- ción piramidal, es la razón de que las lesiones de la corteza cerebral del hemisferio derecho produzcan parálisis o pérdi- das del movimiento voluntario en el hemicuerpo izquierdo, y viceversa. La vía piramidal que atraviesa el neuroeje lleva impulsos motores voluntarios. La vía extrapiramidal se origina a partir de fibras que nacen en diversas áreas de la corteza cerebral, hacen cone- xión con los núcleos grises de la base del cerebro y llegan al mesencéfalo, concretamente al núcleo rojo y la sustancia negra. De aquí salen los diferentes haces que forman la vía extrapiramidal, entre los cuales destacan el haz rubroespi- nal y el haz tectoespinal, que descienden atravesando la protuberancia por su parte media y externa y se sitúan en la cara lateral del bulbo, para posteriormente continuarse por la médula. Del bulbo surgen otros haces que también forman parte de la vía extrapiramidal y que reciben el nombre de haz olivoespinal (nace en la oliva) y haz vestibuloespinal. La vía extrapiramidal, con todo el conjunto de haces que la componen, es la responsable de la coordinación y el control de los movimientos, de la postura y del equilibrio. Las vías sensitivas ascendentes llegan al tronco encefáli- co procedentes de la médula y llevan los impulsos genera- dos en los receptores. Éstos son transportados hacia las áreas somestésicas de los lóbulos temporales y conducen los diferentes tipos de sensibilidad hacia el cerebro. El haz espinotalámico anterior conduce la sensación del tacto y se encuentra próximo a la línea media. El haz espinotalá- mico lateral conduce la sensibilidad termoalgésica y está localizado en la zona centrolateral del bulbo. Ambos haces se unen en la protuberancia formando un solo haz sensitivo. En la zona posterior del bulbo se encuentran los haces posteriores o de Goll y Burdach, que transmiten la sensi- Parte II. Sistemas de relación 185
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