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El REBE
NAJMÁN
SOBRE
LA TORÁ 
 
 
IDEAS DE BRESLOV
SOBRE
LA LECTURA SEMANAL
DE LA TORÁ
 
 
 
COMPILADO POR
JAIM KRAMER
 
 
EDITADO POR
Y. HALL
 
 
TRADUCCIÓN AL
ESPAÑOL
GUILLERMO BEILINSON
 
 
 
BERESHIT -
GÉNESIS
 
 
 
 
Publicado por
BRESLOV RESEARCH
INSTITUTE
Jerusalem/New York
Copyright © 2012 Breslov
Research Institute
ISBN 978-1-928822-61-5
 
Ninguna parte de esta
publicación podrá ser
traducida,
reproducida o archivada en
ningún sistema o transmitida
de
ninguna forma y de ninguna
manera, electrónica,
mecánica,
fotocopiada o grabada o de
cualquier otra manera, sin el
consentimiento previo, por
escrito, del editor.
 
 
Título del original:
 
REBBE NACHMAN’S
TORAH
 
 
 
 
Para más información:
Breslov Research Institute
POB 5370
Jerusalem, Israel.
 
Breslov Research Institute
POB 587
Monsey, NY 10952-0587
Estados Unidos.
 
Breslov Research Institute
c\o G.Beilinson
calle 493 bis # 2548
Gonnet (1897)
Argentina.
e-mail: abei2ar@Yahoo.com.ar
 
Diseño de cubierta: Ben
Gasner
mailto:abei2ar@Yahoo.com.ar
Indice
 
 
Prefacio
Reconocimientos
Conceptos Generales
Comienzos
Desde el Comienzo hasta el
Final
 
Génesis/Bereshit
 
Parashat Bereshit
Parashat Noaj
Parashat Lej Lejá
Parashat Vaierá
Parashat Jaié Sara
Parashat Toldot
Parashat Vaietze
Parashat Vaishlaj
Parashat Vaieshev
Parashat Miketz
Parashat Vaigash
Parashat Vaiejí
 
 
Glosario
Prefacio
 
 
“Éste es el libro de las
generaciones del hombre” (Génesis
5:1).
 
Los Cinco Libros de Moisés,
conocidos como el JuMaSh (חומש, de la
palabra hebrea JaMeSh [5 ,חמש]),
abarcan un período de cerca de 2500
años. Los capítulos iniciales del Libro
del Génesis cubren los 2000 años desde
Adán hasta Abraham, con los siguientes
capítulos del Génesis abarcando cerca
de 300 años desde Abraham hasta el
fallecimiento de Iosef. Los primeros
capítulos del Libro del Éxodo tratan
sobre los 210 años de esclavitud en
Egipto y el resto del JuMaSh cubre los
cuarenta años desde el Éxodo hasta el
fallecimiento de Moisés.
 
Esto en cuanto a un libro de
“historia” que es mucho más que
historia.
 
Los Cinco Libros de Moisés
también son conocidos como la Torá. La
palabra Torá (תורה) proviene de la raíz
horá (הורה, enseñar o guiar), pues la
Torá es el maestro y la guía. En Su gran
amor por nosotros, Dios nos dio la Torá
como Su regalo, para que sea nuestra
guía en todo momento y en todas las
situaciones. A través de sus historias y
leyes la Torá tiene por objetivo definir
para nosotros lo que es recto y lo que es
incorrecto, lo que es bueno y lo que es
malo y cómo cultivar una constante
conciencia del Uno Que creó todo.
 
Pero, ¿cómo podemos aprender de
aquello que nos presenta la Torá?
¿Cómo podemos vivir al igual que los
Patriarcas y Moisés? ¿Estamos
condenados a las disputas familiares de
Ishmael e Itzjak, de Iaacov y de Esaú, de
Iosef y sus hermanos? ¿Cómo podemos
hacer propia la esclavitud en Egipto, el
Éxodo, la Apertura del Mar y las
tribulaciones del pueblo judío en su
viaje a través del “desierto”? ¿Qué es el
Tabernáculo? ¿Dónde está nuestro
maná? ¿Qué hay de las maldiciones de
Bilaam y quiénes son los “espías” entre
nosotros? Y ¿qué significan las
diferentes leyes de la Torá para nuestra
manera de pensar de este siglo XXI?
 
En verdad, la Torá es un libro
cerrado y su estructura lacónica revela
muy poco sobre aquello de lo que
realmente trata. Las historias sobre las
vidas de los fundadores del judaísmo no
nos dicen nada sobre cómo vivir
nuestras propias vidas. Por ello,
debemos volvernos hacia los Sabios,
cuyos extensos comentarios en la
Mishná, en el Talmud, en el Midrash y
en la Kabalá, al igual que en los escritos
de los comentaristas a lo largo de las
épocas, nos permiten alcanzar una mayor
sensibilidad ante el mensaje que guarda
la Torá para nosotros.
 
“¡Shema Israel - Oye, Israel! Dios
es nuestro Señor. Dios es Uno”
(Deuteronomio 6:4).
 
Quizá el mensaje más grande que
transmite la Torá esté encapsulado en el
Shema Israel, el versículo que expresa
nuestra fe en Dios y nuestra voluntad de
seguir Sus directivas. Cuando recitamos
Shema Israel, les anunciamos a todos
que Dios es Uno - el Dios Único Que
creó todo. A pesar de las muchas y
diversas partes de la Creación, todo
emanó del Dios Único. Por lo tanto todo
en el mundo -sí, todo- tiene algo de
Divinidad en sí. Esto significa que cada
uno y cada cosa tiene la capacidad de
conectarse con Dios, porque ya es parte
de Dios.
 
También significa que todo en la
vida puede reflejar a Dios. Cada
pensamiento, cada palabra y cada acto
puede ser el portador de un mensaje de
Dios, diciéndonos que debemos ser más
conscientes de nuestro Creador. En
ninguna otra parte este mensaje está más
claro que en la Torá, que proclama la
Unidad de Dios. Esto puede
comprenderse a través de lo siguiente.
 
Es bien conocido que la Torá
contiene 613 mitzvot (preceptos) (Makot
23b). La palabra miTzVá (מצוה) proviene
de la raíz TzeVet (צות, unir, amarrar).
Cuando llevamos a cabo una mitzvá, nos
unimos nosotros y el mundo con Dios.
 
Las 613 mitzvot están divididas en
248 preceptos positivos y 365
prohibiciones. Esos mandamientos
engloban todos los aspectos de nuestra
relación con Dios, con nuestros
congéneres humanos y con todo lo que
existe. Con esos preceptos Dios otorgó
todas las herramientas necesarias
mediante las cuales el hombre puede
conectarse con Él y llevar a toda la
creación hacia su perfección final. El
cuerpo humano también tiene 248
miembros (enumerados en Ohalot 1:8),
correspondientes a los preceptos
positivos de la Torá y 365 tejidos
conectivos, venas y tendones,
correspondientes a las 365
prohibiciones de la Torá (Zohar I, 170b).
Así, el hombre fue hecho sobre el patrón
de la Torá - no sólo su alma, sino
también su cuerpo. La Torá es el eslabón
que permite que el hombre experimente
y sienta la Divinidad investida en él.
 
Enseña el Zohar (III, 73a): “Dios, la
Torá e Israel son uno”. Cuando
recitamos Shema Israel, anunciamos la
Unidad de Dios. Cuando estudiamos la
Torá, hacemos lo mismo: proclamamos
que Dios y Su Torá son uno,
reconocemos la presencia de Dios en
nuestras vidas y comenzamos a
desarrollar una relación personal con
nuestro Creador.
 
»
 
Los mensajes que la Torá nos envía
y su importancia para una vida plena,
están explicados magistralmente en las
enseñanzas del Rebe Najmán de Breslov
(1772-1810) y de su discípulo más
importante, el rabí Natán (1780-1844).
La forma en que desarrollan sus
discursos, revelando la presencia de
Dios en cada aspecto de la vida, nos
ayuda a comprender y a aplicar el
mensaje de la Torá en nuestras propias
vidas. Luego de estudiar aunque sea un
poco de las enseñanzas de Breslov, uno
llega a tener la sensación de que Dios
está con uno en cada página, llamándolo,
“¡Ven! ¡Aquí estoy para ti!”. Ésta ha sido
mi experiencia personal y la de muchos
de mis amigos y colegas.
 
Tanto el Rebe Najmán como el rabí
Natán nos impregnan con el sentimiento
de que podemos ser partícipes activos
en la Creación y que cada uno de
nosotros, mediante nuestros
pensamientos, palabras y acciones,
puede hacer del mundo un lugar mejor.
Nos hacen sentir que somos Adán y Eva
en el Jardín del Edén, embarcándonos en
un nuevo comienzo. Como si
estuviésemos de pie frente al Árbol de
la Vida y al Árbol del Conocimiento del
Bien y del Mal, armados con la
posibilidad de elegir entre sucumbir a
los llamados de la Serpiente o nutrirnos
del Árbol de la Vida. Y que aquello que
elijamos impactará en el futuro de la
humanidad y del mundo.
 
»
 
Dado que la Torá contiene muchos
consejos para la vida, podremos
beneficiarnos más si la estudiamos bajo
la orientación de los Tzadikim, cuyas
lecciones proporcionan la mejor guía
(cf. Likutey Halajot, Birkot HaPeirot 5:17).
El rabí Natán hace notar que el
comentario de Rashi es el mejor y el
más importante para estudiar la Torá,
dado que se apega al significado simple
de los versículos dirigiéndonos hacia
las enseñanzas de los Sabios en lugar de
dedicarse a discusiones filosóficas(Likutey Halajot, Tefilá 4:7). Por este
motivo y en lugar de citar las fuentes
originales en el Talmud o en el Midrash,
la presente obra cita principalmente las
interpretaciones de los versículos
hechas por Rashi, las cuales agregan
profundidad y razón a los comentarios
de Breslov. Es sabido que las pocas
palabras utilizadas por Rashi en sus
ideas incluyen, en sí mismas, páginas
enteras de comentarios, y el Rebe
Najmán y el rabí Natán suelen citarlas y
desarrollarlas en la forma de notables
consejos.
 
Esta obra no tiene la intención de
ser una traducción “verdadera” del
Jumash. Es posible comprobar en las
traducciones y comentarios ya editados
las diferentes maneras en que puede
traducirse cada versículo, junto con
docenas de interpretaciones. Aquí
presentamos una traducción que se
ajusta al significado simple del
versículo pero que se presta al
comentario del Rebe Najmán y del rabí
Natán.
 
Es nuestro deseo que los lectores
lleguen a apreciar la relación personal
que es posible desarrollar con Dios y
los niveles que pueden alcanzarse
mediante estas elevadas enseñanzas.
Que Dios nos dé la sabiduría para
comprender Sus mensajes y aplicarlos
de la manera adecuada. Entonces
podremos ser merecedores de ver la
Venida del Mashíaj, la Reconstrucción
del Templo y el Retorno de los
Exilados, pronto y en nuestros días.
Amén.
 
Jaim Kramer
Iyar 5771
Mayo 2011
Reconocimientos
 
 
Enseñó el Rebe Najmán:
“Siempre debes estar agradecido
con la persona que te da algo” (El
Libro de los Atributos, Caridad A:13).
 
Comenzar el agradecimiento hacia
todas las personas que ayudaron para la
realización de este libro podría tomar
tantos años como llevó preparar el texto
mismo. En su lugar, pedimos perdón a
los muchos al limitar nuestro
reconocimiento a aquellos que han sido
los soportes primarios de El Rebe
Najmán sobre la Torá, desde sus
comienzos hasta el día de hoy.
 
Primero y ante todo nuestro
reconocimiento para Alvin y Elaine
Gordon quienes pusieron en marcha todo
este proyecto con la inocente pregunta,
“¿Existe algún comentario del Rebe
Najmán sobre la lectura semanal de la
Torá?”. Habíamos comenzado a
recolectar el material sobre la Biblia y
no estábamos seguros sobre qué hacer
con ello. Su pregunta nos llevó a
organizar el material y a presentarlo
parashá tras parashá, versículo por
versículo, dándoles a los lectores un
“manual” del pensamiento de Breslov
para realzar sus estudios semanales y
conversaciones en la mesa del Shabat.
 
A medida que se corrió la voz de
que estábamos preparando un proyecto
de Jumash, varias personas se sumaron
para ayudar con el financiamiento.
Además de los Gordons y de la
Lowenstein Foundation, fuimos
bendecidos con la ayuda de Steve y
Beryl Reich, Jay y Lisa Knof y David
Menaged. Otros más, de una larga lista
de dignos donantes, ofrecieron su
tiempo, trabajo y dinero para mantener
en marcha este esfuerzo. Entre todos
ellos se destacan Diana Korzenik y la
familia Steinberg de Toronto, quienes
han sido sólidos pilares para el sustento
de éste y de muchos otros proyectos del
Breslov Research Institute.
Considerando el tiempo y los costos
implícitos en este largo proyecto, fuimos
bendecidos más aún recientemente por
Ira Berkowitz, quien, como un caballero
de brillante armadura, se hizo presente
con una considerable contribución en
memoria de su querida madre, que
descanse en paz.
 
Nuestra más profunda apreciación
para R' Iaacov Dovid Shulman, quien les
dio sentido, en inglés, a las profundas
ideas del Likutey Moharán del Rebe
Najmán. Y “aunque todos los mares
fuesen tinta y todas las cañas plumas de
escribir”, no serían suficientes para
agradecer a Y. Hall por la excelente
traducción del Likutey Halajot del rabí
Natán, al volcarlo en un lenguaje
comprensible incluso para el lego.
También agradecemos a B. Aber por el
soberbio diseño gráfico.
 
Gracias también a todo nuestro
equipo, cuyas ideas ayudaron al fluir de
esta obra. Y a mi esposa por estar
conmigo. Compré un magneto para
nuestro refrigerador que lo dice todo:
“Yo no sufro de estrés, pero lo
produzco”. Y aun así ella estuvo
conmigo.
 
Quiera Dios ayudarnos a ver la
finalización de este proyecto y de
muchos otros y podamos todos ser
dignos de ver la Llegada del Mashíaj, la
Reconstrucción del Templo y el Retorno
de los Exilados, pronto y en nuestros
días. Amén.
 
J.K.
 
 
Agradecemos a Ediciones Sigal,
Buenos Aires, su amable permiso para
utilizar la traducción al español de La
Biblia.
Conceptos Generales
 
 
Aquellos familiarizados con las
lecciones del Rebe Najmán saben que
éstas suelen comenzar con una cierta
premisa que es luego desarrollada
utilizando textos de prueba tomados de
la Biblia, del Talmud, del Midrash, de la
Kabalá, del Zohar y de otras
enseñanzas. Construyendo y agregando
más ideas, el Rebe entreteje un tapiz
increíblemente hermoso englobando
toda la lección. El rabí Natán sigue el
mismo patrón en sus discursos. Para el
estudiante de Breslov, estas lecciones
combinan un profundo comentario de los
versículos bíblicos junto con una gran
riqueza de consejos para la vida. Pero
para el editor que busca aislar cada
enseñanza no es fácil discernir las
piedras preciosas de los consejos sobre
cada versículo. Es necesario profundizar
en los escritos del Rebe Najmán y del
rabí Natán para encontrar esas pepitas
de oro, pues están intrincadamente
bordadas en sus discursos, de una
manera exquisita.
 
Así, la compilación de esta obra
implicó extraer virtualmente cada
lección “fuera de contexto” y
desarrollarla como una unidad
autónoma. En su mayor parte, los
comentarios del Rebe Najmán y del rabí
Natán se sustentan por sí mismos, pero
muchos de ellos son mejor
comprendidos en el contexto original.
Por lo tanto presentamos este capítulo
como conceptos básicos de El Rebe
Najmán sobre la Torá.
 
Es posible encontrar varios temas
básicos y recurrentes a lo largo de las
enseñanzas de Breslov, entre ellos: la fe,
la verdad, la moral, el cuidado del pacto
de Abraham, el lugar central del Tzadik
en el judaísmo, dar caridad o actuar de
manera caritativa, alegría y felicidad,
guardar y/o cuidar los pensamientos y la
primacía del estudio de la Torá y de la
plegaria. Dado que estas ideas son
centrales al pensamiento judío, se
presentan una y otra vez en las
enseñanzas del Rebe Najmán y siempre
desde un punto de vista diferente. Hay
tres que se destacan más que las otras:
la fe, el pacto y el Tzadik.
 
La Fe 
 
Como explica el Rebe Najmán:
“Afortunados somos de que Moisés nos
diera la Torá que empieza con ‘En el
comienzo creó Dios los cielos y la
tierra’. Se nos ordena creer en Dios sólo
mediante la fe y no entrar en
especulaciones intelectuales” (Sabiduría
y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov
#5). Ello se debe a que la fe está
imbricada dentro del Acto mismo de la
Creación, como está escrito, “Todas Sus
obras están hechas con fe” (Salmos 33:4).
 
El rabí Natán explica además que
la fe es absolutamente necesaria en
cuatro áreas. Éstas son: la fe en Dios, la
fe en la Torá como un regalo de Dios, la
fe en los líderes rectos (e.g. Moisés, el
rey David y todos los verdaderos
Tzadikim y líderes de la nación judía a
lo largo de las épocas) y quizás la más
significativa de todas, la fe en uno
mismo – en el hecho de que uno es
importante a los ojos de Dios, que sin
importar cuán lejos se sienta de Dios
uno siempre puede volver a Él, que tiene
un propósito en la vida, que tiene la fe y
la confianza necesarias para tratar con
los demás y la fuerza interna para
cambiar los hábitos y mejorar su vida
(cf. Likutey Halajot, Masá u-Matán 3:6).
 
También incluidas en el concepto
de la fe se encuentran la verdad y la
honestidad, dado que la fe implica
fidelidad y la capacidad de confiar en
los demás, una situación que sólo es
posible mediante la honradez.
 
El Pacto
 
El tema de la moralidad y del
cuidado del pacto hace referencia al
Pacto de Abraham, el brit milá (el pacto
de la circuncisión). El brit milá no es
una ceremonia religiosa que es
celebrada un día y olvidadaal siguiente.
Es el pacto eterno entre Dios y el pueblo
judío. El retiro del prepucio del órgano
sexual simboliza el retiro de todo lo que
es impuro en la vida de la persona; con
pureza en la mente y en el corazón la
persona puede entonces utilizar el
órgano de procreación para ser un socio
de Dios en el proceso continuo de la
creación del mundo. Es impensable que
se pueda llegar al abuso de ese poder
procreador para propósitos lujuriosos,
pues ello envenena el mundo con deseos
cada vez mayores y degradantes. Cuando
la persona guarda el pacto y eleva sus
pensamientos e intenciones morales, se
eleva a sí misma y a muchos otros, hacia
una conciencia más exaltada de
honestidad, de decencia y de pureza. En
palabras del Rebe Najmán: “El
principal camino para acercarse a Dios
es el cuidado y la rectificación del
pacto” (Likutey Moharán I, 29:4).
 
El Tzadik
 
El Tzadik es quizás el tema más
recurrente en las enseñanzas del Rebe
Najmán pero es, probablemente, el
concepto menos comprendido. Este
concepto se menciona por primera vez
en una frase del Talmud:
 
Dice el rabí Elazar: El mundo
entero fue creado debido a un solo
Tzadik. Esto lo aprendemos del
versículo “Dios vio que la luz era
buena” (Génesis 1:4). “Bueno” no es
otra cosa que el Tzadik, como está
escrito, “Di del Tzadik que es
bueno” (Isaías 3:10). El rabí Jiá dijo
en nombre del rabí Iojanan: Pues el
mundo será mantenido en aras de un
solo Tzadik, como está escrito, “El
Tzadik es el cimiento del mundo”
(Proverbios 10:25) (Ioma 38b).
 
Es axiomático el que el Tzadik sea
una figura central del judaísmo. Su
tenacidad en el servicio a Dios pese a
todos los obstáculos -como atestigua el
ostracismo de Abraham debido a su
rechazo de la idolatría y de su enseñanza
en la creencia en Dios- y su completa
anulación delante de Dios al servir
como líder de la nación -como Moisés
que estuvo dispuesto a “borrarse” a sí
mismo si Dios no perdonaba la rebelión
del pueblo judío (Éxodo 32:32)- ha
salvado al pueblo judío una y otra vez a
lo largo de nuestra extensa historia. Ello
se debe a que el Tzadik trasciende este
mundo material y alcanza una
comprensión de lo espiritual incluso
mientras existe en el plano físico. Como
tal, es una especie de puente entre
nosotros y Dios. Por supuesto, ningún
judío necesita de un intermediario entre
él y Dios. Dios ciertamente no necesita
que nadie actúe como Su intermediario y
tampoco nosotros, porque siempre
podemos buscar a Dios y encontrarlo.
Pero el Tzadik ya ha encontrado a Dios
y, por lo tanto, para decirlo de una forma
más simple, conoce la manera eficaz de
hallarlo. Esto significa que es la persona
adecuada para enseñarnos aquello que
debemos saber para poder acercarnos a
Dios.
 
Aun así el Tzadik es mucho más
que un maestro que nos da una óptica
Divina. El Tzadik se encuentra en un
plano tan elevado que en verdad llega a
ser el emisario de Dios para hacernos
llegar Su mensaje. Sólo Moisés pudo
traernos la Torá tal cual la conocemos y
sólo los muy grandes Tzadikim de cada
generación -los profetas, los reyes
justos, los Sabios líderes, los Gaonim,
los Codificadores y demás- son capaces
de transmitirnos las instrucciones de
Dios, la Torá. (En su obra clásica, el
Mishne Torá, Maimónides presenta una
lista de los líderes de cada generación
desde Moisés hasta el final de la era
Talmúdica). Y los Tzadikim reciben
desde Arriba el poder para enseñar la
Torá tal cual lo consideren adecuado -
por ejemplo, los Sabios Talmúdicos
introdujeron muchas leyes y guías
nuevas para preservar la observancia de
la Torá. De la misma manera, en cada
generación, los Tzadikim ejercen un
“poder Divino” para dirigir a la nación
de acuerdo a su comprensión de la Torá
y en concordancia con la generación en
la cual viven.
 
Éste es un concepto muy audaz,
pero no es nuevo. De la Torá misma
aprendemos que el Tzadik tiene poder. A
lo largo de las Escrituras, encontramos
el versículo “Vaidaber IHVH el Moshé
lemor - Dios le habló a Moshé,
diciendo” (Éxodo 13:1; 14:1; 25:1; 30:11; et
al.). Vaidaber (וידבר, “Él habló”)
proviene de la misma raíz que DaBaR
Rashi sobre Deuteronomio) (líder ,רבר)
31:7; ver Sanedrín 8a). El rabí Natán
explica que cuando Dios le habló a
Moisés, no sólo le habló a él y le dio
directivas, sino que también le pasó esa
directiva y liderazgo al mismo Moisés.
Con cada Vaidaber, Dios le entregó el
liderazgo y la dirección a Moisés, para
que él implementase las enseñanzas tal
como lo considerase adecuado (Likutey
Halajot, Milá 2:8).
 
Entender la grandeza del Tzadik
es algo esencial para nuestra
comprensión de la Torá. El Talmud, el
Midrash, el Zohar, la Kabalá y
virtualmente todas las enseñanzas
jasídica están repletas de afirmaciones
sobre la grandeza del Tzadik y de su rol
central en el judaísmo. El Rebe Najmán
enfatiza en su enseñanza más importante
sobre el hitbodedut que cada persona
debe desarrollar su propia y directa
conexión con Dios (Likutey Moharán I, 52;
Ibid. II, 25). Pero el Tzadik es un Tzadik,
un líder que se entrega en aras de los
demás sin buscar remuneración alguna y
que continuamente dará de sí mismo
hasta el fin.
 
Todos comprenden la importancia
de tener líderes calificados - ¡no hace
falta más que ver la expresión de
emoción y determinación en un día
electoral cuando la gente corre a las
urnas para votar por el político más
mediocre! Pero el Rebe Najmán
considera el liderazgo desde un punto de
vista muy diferente. Su concepto del
liderazgo incluye personas tales como
Abraham, Moisés, el rey David y el rabí
Akiba, personas que entregaron sus
vidas por los demás sin ocuparse de sí
mismas. Por ese motivo, la Torá termina
con el fallecimiento de Moisés, pues una
vez que nos unimos a un Tzadik así,
estamos en el sendero correcto.
 
Pero en verdad la Torá no termina
sino que comienza una y otra vez. Y es
por eso que encontraremos muchas
enseñanzas en El Rebe Najmán sobre la
Torá que se explican al comprender el
papel del Tzadik en nuestras vidas.
Comienzos
Comienzos
 
Éste es el libro de las generaciones del
hombre (Génesis 5:1)
 
Cada año repetimos el ciclo de la
lectura semanal de la Torá. Cada lectura
se divide en siete porciones, una para
cada día de la semana. Aunque cada año
repetimos la Torá, ella es siempre un
libro nuevo, pues refleja las situaciones
únicas de cada persona y le otorga
comprensión e inspiración para
atravesar los desafíos y adversidades de
la vida. La Torá contiene alusiones
dirigidas a cada uno de nosotros; es la
historia de la vida de cada individuo.
Cada uno puede encontrarse a sí mismo
en la lectura de la Torá de ese día y de
esa semana e inspirarse con ello (Likutey
Halajot I, p. 196a-392).
 
La Torá
 
La Torá es llamada un
“testimonio” - es el testimonio de la
realidad y de la Unidad de Dios. La
Torá, con sus leyes y estatutos, los
Libros de los Profetas y los Escritos, al
igual que el Talmud, el Midrash, el
Zohar, la Kabalá y todos los
comentarios que acompañan a esas
obras encajan entre sí con una increíble
precisión y perfección. Incluso un
mínimo conocimiento de la Torá y de sus
contenidos demuestra que no es algo
producto de la obra del hombre, sino
testimonio de nuestro Creador Quien nos
dio la Torá. Así, está escrito, “Las
Tablas eran obra de Dios y la escritura
era la escritura de Dios” (Éxodo 32:16)
(Likutey Halajot VII, p. 30-16a).
 
La Torá fue dada luego de veintiséis
generaciones
 
Antes de que Dios diese la Torá
debía haber, por parte de la humanidad,
una manifestación del deseo por ella y
por la Divinidad. Así, la Entrega de la
Torá se retrasó por veinte generaciones
(de Adán a Noaj, diez generaciones; de
Noaj a Abraham, diez generaciones;
Itzjak, Iaacov, Leví, Kehot, Amran y
Moisés, seis generaciones [Jaguigá 13b]),
hasta que todas las buenas aspiraciones
y anhelos de los Tzadikim de esas
generaciones llenaron al mundo de
buenos deseos. Entonces fue dada la
Torá (Likutey Halajot VI, p. 74).
 
La lectura de la Haftará y el Maftir
 
El Maftir es el último pasaje de la
Torá leído durante los servicios del
Shabaty de las festividades; la Haftará
es la lectura de los escritos de los
Profetas, cuyo tema se relaciona con la
lectura de la Torá de esa semana. La
costumbre de leer el Maftir y la Haftará
fue instituida en épocas Talmúdicas
durante un período de decretos que
prohibieron la lectura pública de la
Torá. En esa época, los Sabios
instituyeron la costumbre de leer un
pasaje de los Libros de los Profetas en
lugar de la lectura de la Torá. Hoy en
día, esa Haftará se recita luego de la
lectura regular de la Torá.
 
Los profetas hablan generalmente
del consuelo de la nación judía al final
de los tiempos - así, la palabra maFTiR
,פטור) alude a PaTuR (מפטיר)
exceptuado) o al final del sufrimiento en
mérito por haber mantenido la Torá. La
haFTaRá (הפטרה) también representa un
comienzo, como en PeTeR jamor (פטר
un “asno primogénito” que PoTeR ,(חמור
al vientre de otro (que exceptúa ,פוטר)
nacimiento primogénito (ver Rashi sobre
Éxodo 13:2). Al comenzar nuevamente,
podemos renovarnos y renovar nuestra
actitud hacia el servicio a Dios,
mereciendo así ser testigos del fin de
todo sufrimiento (Likutey Halajot I, p. 452).
 
Estudiando con Rashi
 
Por mucho, el comentario de
Rashi es el mejor y el más importante
para estudiar la Torá, dado que se apega
al significado simple de los versículos
dirigiéndonos hacia las enseñanzas de
los Sabios en lugar de dedicarse a
discusiones filosóficas (Likutey Halajot I,
p. 348).
 
Cierta vez varias personas estaban
alabando los comentarios de Rashi en
presencia del Rebe Najmán. La esencia
de la conversación era el hecho de que
para una comprensión directa de la
Biblia sólo hacía falta el comentario de
Rashi, pues muchos de los otros
comentaristas se apoyaban en los
filósofos (Tzadik #410). El Rebe hizo
notar, “Es posible que ustedes no se den
cuenta, pero Rashi es como el hermano
de la Torá. Cada judío, desde su
infancia, estudia la Torá Escrita y la
Torá Oral con los comentarios de Rashi.
Piensen en ello y comprenderán la
grandeza única de Rashi” (Sabiduría y
Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov
#223).
 
Desde el Comienzo hasta el
Final
 
 
La festividad de Simjat Torá engloba la
idea de que la Torá no tiene un
comienzo, un medio y un final. En ese
día, cuando terminamos el ciclo de
lectura anual de la Torá con la última
sección del Deuteronomio, retornamos
inmediatamente al comienzo con la
lectura de la primera sección del
Génesis. Las siguientes enseñanzas
subrayan la unión entre el final del
Jumash y su comienzo.
 
Bereshit... ante los ojos de todo Israel
 
La Torá comienza con la letra Bet
y termina con (בראשית) de Bereshit (בת)
la letra Lamed (ל) de IsraeL (ישראל)
(Deuteronomio 34:12). Juntas estas letras
conforman la palabra LeV (לב, corazón).
El espíritu del hombre reside en su
corazón, motivándolo constantemente
hacia alturas cada vez más elevadas
(Likutey Moharán I, 10:7).
 
Más aún, la Torá representa el
corazón, el asiento del espíritu (Likutey
Moharán I, 10:7). Cuanto más nos
asociemos con la Torá, más plenamente
podremos desarrollar nuestro espíritu.
 
Así, vemos que el Santo Nombre
de Dios Elohim aparece treinta y dos
veces en el relato de la Creación,
correspondiente al valor numérico de la
palabra LeV (לב, corazón) (Likutey
Moharán I, 19:9). Esto enseña que cuando
sincronizamos nuestros corazones con
Dios, podemos percibirlo a través de
cada una de las facetas de la Creación.
 
Bereshit... ante los ojos de todo Israel
 
La Torá misma es el epítome de la
idea de lo que la Torá tiene por
objetivo. Comienza con Bereshit, la
“Expresión Oculta” - implicando que
Dios está oculto de nosotros y que no
tenemos idea alguna sobre Él. Concluye
con “lo que Moisés hizo ante los ojos de
todo Israel” (Deuteronomio 34:12) -
implicando que la Torá está ahora
revelada para todos. La Torá nos enseña
que, por un lado, Dios es inefable y que
nunca podremos llegar a conocerlo;
pero, al mismo tiempo, el mundo está
lleno de Su gloria y Su gloria se
encuentra constantemente ante nuestros
ojos (Likutey Halajot V, p. 60).
 
Bereshit... ante los ojos de todo Israel
 
La palabra BeREShIT (בראשית)
contiene las palabras RaShEi (ראשי) y
BaT (בת). Esto hace referencia a cuatro
niveles: los Rashei, que son tres
“líderes” o “cabezas” (Jesed, Guevurá,
Tiferet) y Bat (Maljut). Esos cuatro
niveles corresponden a los cuatro
colores del ojo (el blanco/esclerótica, el
rojo/músculo, el color/iris y el
negro/pupila). Así, la primera palabra
de la Torá habla sobre la visión - i.e., la
Providencia Divina (Likutey Halajot II, p. 4
a).
 
La Providencia Divina es atraída
desde el reshit, desde el comienzo
mismo de la Creación, directamente de
Dios Mismo. La persona debe atraer la
Providencia Divina hacia su propia
visión y “ante los ojos de todo Israel”,
para que todos puedan percibir
constantemente la presencia de Dios y la
Providencia Divina que dirige nuestras
vidas (Likutey Halajot II, p. 10).
 
Simjat Torá y Bereshit
 
La festividad de Sukot
corresponde a la sefirá de Biná
(Comprensión). Llevar a cabo la mitzvá
de la suká le permite a la persona
construir una casa. Esto es como está
escrito, “Con sabiduría se construye la
casa y con comprensión se la mantiene”
(Proverbios 24:3). Observar la festividad
de Sukot es también beneficioso para la
protección de los rebaños. Esto es
debido a que:
 
Biná corresponde al corazón. Los
seres humanos son únicos en el hecho de
que, siendo niños, se nutren de los
pechos que se encuentran cerca del
corazón de la madre - a diferencia del
ganado, que se nutre de la ubre que está
cerca de los órganos excretores. La
misma idea se aplica en el sentido
espiritual. Cuando la persona se
comporta de la manera apropiada,
recibe el sustento de Biná, el corazón.
De lo contrario, desciende al nivel de un
animal que toma el sustento de los
“deshechos”. En este último caso, se
nutre de aquello que les correspondería
a los animales, impidiendo que estos
reciban un sustento adecuado en un nivel
espiritual.
 
En Sukot, esa persona vuelve a
conectarse con Biná -el corazón-
permitiendo así que los animales
reciban el sustento apropiado. Más aún,
en Sukot (más precisamente en Simjat
Torá), completamos el ciclo de la
lectura de la Torá y la comenzamos
nuevamente. La Torá corresponde a Zeir
Anpin, que está enraizado en Biná. De
esa manera, comenzamos nuevamente
nuestra relación con la Torá al volver a
empezar su lectura inmediatamente
después de Sukot (Likutey Moharán I,
266).
Génesis Bereshit
Parashat Bereshit
 
1:1 
En
el
comienzo
creó
Dios
los
cielos
y
la
tierra
 
 
En el comienzo creó Dios los cielos y
la tierra
 
Moisés nos hizo un gran favor al
comenzar la Torá con las simples
palabras, “En el comienzo creó Dios los
cielos y la tierra”. De esta manera, nos
proveyó de un modelo de fe que no
implica ninguna sofisticación ni filosofía
(Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de
Breslov #219).
 
En el comienzo creó Dios los cielos y
la tierra
 
El mundo fue creado
principalmente con el objetivo de
probar la fe del hombre. Cierta vez, un
seguidor del Rebe Najmán estaba
teniendo dudas. El Rebe le dijo: “Está
escrito que toda la creación llegó a la
existencia sólo debido a gente como tú.
Dios vio que habría gente que se
aferraría a nuestra sagrada fe, sufriendo
en gran manera debido a la confusión y a
las dudas que constantemente la
atacarían. Él percibió que superarían
esas dudas y que se mantendrían firmes
en sus creencias. Fue debido a esto que
Dios trajo a la existencia toda la
creación” (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí
Najmán de Breslov #222).
 
En el comienzo
 
La Torá comienza específicamente
con el relato de la Creación para
infundir en nosotros la fe en que Dios
creó el mundo entero “a partir de la
nada”. Éste es el fundamento de la fe
(Likutey Halajot II, p. 250).
 
Bereshit-Creó Dios
 
La palabra BeREShIT (בראשית)
tiene las mismas letras que Bait REShIT
,(”primero es la casa“ ,בית ראשית)
haciendo referencia al hogar de la
persona. La persona misma refleja la
Torá, como en “Ésta es la Torá,un
hombre” (Números 19:14). Las paredes de
cada hogar lo demarcan como una
propiedad individual - esto hace
referencia al Individuo, al Dios Único, a
Quien pertenece realmente la casa
(Likutey Halajot III, p. 414). Así, el
comienzo de la Torá nos dice cómo
prepararnos para vivir una vida de Torá:
dedicándole nuestros hogares a Dios.
 
Bereshit
 
La palabra BeREShIT (בראשית)
puede ser escrita como Beit REShIT (בית
puede ser (בית) La palabra Beit .(ראשית
leída como la palabra BaIT (בית, hogar)
y la palabra reshit (comienzo) puede
comprenderse como haciendo referencia
a la Torá (Vaikrá Rabah 36:4). Así, la
palabra Bereshit -bait reshit- nos
enseña que la persona que construye su
vida sobre los principios de la Torá
beneficia a su hogar. Esto se refleja en
el hecho de que al retornar a nuestros
hogares después de la festividad de
Sukot, comenzamos nuevamente la
lectura de la Torá precisamente desde
Bereshit (Likutey Moharán I, 266).
 
Bereshit
 
Jalá (el diezmo de la masa de harina
entregada a los cohanim), los Bikurim
(los primeros frutos) y la Trumá (los
diezmos) son llamados “primero”. El
mundo fue creado en mérito al
cumplimiento de estas mitzvot
(Bereshit Rabah 1:4).
 
Este Midrash enseña que la
caridad es el pilar principal y
fundamental de la Creación. Antes de
llevar a cabo cualquier actividad
creativa es adecuado dar caridad
(Likutey Halajot III, p. 216 a).
 
Bereshit-El anteproyecto del mundo
 
Estaba con Él como una criatura (amon)
(Proverbios 8:30).
 
No leas AMoN (אמון, criatura), sino
UMaN (אומן, anteproyecto) (Bereshit
Rabah 1:1).
 
La Torá es el anteproyecto del
mundo. Todo se mantiene mediante las
combinaciones de letras de la Torá
(Likutey Moharán I, 33:3). Por lo tanto uno
siempre puede encontrar la Torá, que
provee de un sendero hacia Dios, en
todo lo que existe en la creación.
 
Bereshit
 
La palabra Bereshit también puede ser
traducida como “en aras de la cabeza”.
El mundo fue creado en aras de Israel,
que es su cabeza (Vaikrá Rabah 36:4).
 
Al crear el mundo, Dios anticipó
el orgullo y la alegría que sentiría por
las buenas acciones de Su nación, Israel.
De modo que creó todo en el mundo de
acuerdo a cómo reflejaría ese orgullo y
alegría (Likutey Moharán I, 17:1). Algunas
personas pueden reflejar la belleza de
las montañas; otras, la belleza de los
bosques o incluso de los desiertos. Cada
judío debe ser consciente de cuán
importante es a los ojos de Dios y saber
que de una manera u otra refleja la
belleza de la Creación
 
Bereshit
 
El comienzo de la sabiduría es el temor
a Dios (Salmos 111:10).
 
Las letras de la palabra BeREShIT
pueden ser transpuestas para (בראשית)
formar las frases IaRe BoSheT (ירא-בשת,
temor-humildad) y IaRe ShaBaT
(שבת) ShaBaT .(temor-Shabat ,ירא-שבת)
se asocia con el arrepentimiento, pues
contiene las mismas letras que TaShuV
.(”te arrepentirás“ ,תשב)
 
Así, con la palabra Bereshit, la
Torá indica la importancia de buscar el
temor a Dios. Con ese temor, la persona
puede alcanzar profundos niveles de
humildad delante de Dios, de modo que
aunque caiga, siempre podrá retornar a
Él (Likutey Moharán II, 72; Ibid., I, 38). Más
aún, IaRe BoSheT (temor-humildad)
indica que la humildad de la persona -
debida a su comprensión de la tremenda
grandeza de Dios- la inspira a temer a
Dios (Likutey Moharán I, 22:10).
 
Bereshit
 
Las letras de la palabra BeREShIT
pueden ser transpuestas para (בראשית)
formar la frase IaRe ShaBaT (ירא שבת,
“aquel que guarda el Shabat”). En
mérito a guardar el Shabat la persona
merecerá el temor a Dios (Likutey Halajot
III, p. 1a).
 
Bereshit
 
La palabra BeREShIT (בראשית) tiene las
mismas letras que IaRe ShaBaT (ירא
(”aquel que guarda el Shabat“ ,שבת
(Tikuney Zohar #9, p. 24b).
 
El Shabat equivale a toda la Torá
(Ierushalmi, Shabat 1:8).
 
La Torá precedió a la creación del
mundo en 2000 años (Bereshit Rabah 8:2).
Dado que el Shabat se compara con toda
la Torá, podemos decir que el Shabat
también precedió al mundo en 2000
años. Esos 2000 años están
representados por el límite de 2000
amot (codos) fuera de los límites de la
ciudad, en los cuales está permitido
caminar en el Shabat. Ese límite también
corresponde al límite de la mente, que
impone restricciones sobre aquello que
es posible comprender, sobre lo que se
encuentra más allá de nosotros y en
aquello donde debemos fortalecer
nuestra fe. Gracias a esos límites
podemos atraer los intelectos de la Torá
y la santidad del Shabat, para reconocer
que la Creación es obra de Dios (Likutey
Halajot III, p. 102).
 
Bereshit bará Elohim
 
Nuestros sabios enseñan que el rey
egipcio Ptolomeo les ordenó a los
setenta ancianos de Israel traducir la
Torá al griego. Al hacerlo, los ancianos
alteraron la traducción de varios
versículos para evitar una mala
interpretación. Cambiaron el versículo
“Bereshit bará Elohim - En el
comienzo creó Dios” y pusieron en su
lugar “Elohim bará bereshit - Dios creó
en el comienzo”. De otra manera,
Ptolomeo podría haber leído el
versículo como “[Una entidad llamada]
‘En El Comienzo’ creó a Dios”
(Meguilá 9a).
 
El Rebe Najmán enseña que los
ancianos tuvieron que alterar ese
versículo porque, en su forma pura, la
Torá es tan intensa que la persona que se
encuentre lejos de Dios no podrá
comprenderla apropiadamente. Es por
ello que la Torá, al igual que el Talmud
y el Midrash, contiene narraciones e
historias - estos son los vehículos a
través de los cuales la luz de la Torá
puede serles transmitida a personas
relativamente simples y carentes de
conocimiento. El Rebe agrega que ello
explica por qué muchos Tzadikim
conversan sobre temas mundanos con
sus seguidores. Con ello les transmiten
conceptos de Torá en un formato simple
que pueden aferrar (Likutey Moharán II,
91).
 
Bereshit-La Expresión Oculta
 
El mundo fue creado con Diez
Expresiones (“Dios dijo...”). Pero sólo
nueve veces la Torá registra la frase
“Dios dijo”. Esto enseña que Bereshit es
una Expresión Oculta (Rosh HaShaná
32a).
 
Así como Bereshit es una
Expresión Oculta, la presencia de Dios
está oculta en la Creación. Cuando la
Torá afirma: “La tierra estaba confusa
y desolada, con la oscuridad sobre la
faz del abismo, y el espíritu de Dios
sobrevolaba sobre la superficie de las
aguas” (Génesis 1:2), ello nos da
esperanzas. Pese a todo lo que puede
abrumar a la persona y desestabilizar
su vida, Dios está con ella y la puede
sacar de su confusión y caos (Likutey
Halajot III, p. 213a). Este punto se hace
más claro aún por el hecho de que la
Torá nunca menciona la creación de las
aguas, sólo que el espíritu de Dios
“sobrevolaba sobre la superficie de las
aguas”. Aunque ciertas cosas de la
Creación ocultan la Divinidad, siempre
debemos saber que Dios está presente
(Ibid., p. 430).
 
Bereshit-La Expresión Oculta
 
El arrepentimiento fue creado antes que
el mundo (Pesajim 54a).
 
La Expresión Oculta de Bereshit
alude a la Torá Oculta que sostuvo al
mundo antes de la Revelación en el
Sinaí. La Torá Oculta es la raíz de la
Creación y de ella provino todo lo
demás. Cada Expresión sucesiva reveló
más y más de la gloria de Dios, hasta
que el mundo entero estuvo lleno de Su
gloria.
 
La Expresión Oculta de Bereshit
es más elevada que la Torá. Cuando una
persona transgrede, la Torá demanda el
castigo por la mala acción que ha sido
cometida. Teóricamente, el
arrepentimiento no debería ayudar -
pero sí lo hace, pues el arrepentimiento
está enraizado en Bereshit, la Torá
Oculta. Esto también explica porqué el
recitado del Kadish puede darles
méritos a los padres fallecidos.
Ostensiblemente, todo lo que la persona
logra durante su vida queda en sus
registros como un crédito o un demérito.
¿Cómo es posible que los esfuerzos de
otra persona puedan cambiar ese
registro? Pero en la plegaria del Kadish
decimos, “Quien es exaltado más allá de
todas las bendiciones y alabanzas” -
esto hace referencia a la Expresión
Oculta, la raíz de todo, que conecta
directamente con el arrepentimiento y la
rectificación (Likutey Halajot V, p. 88-45a).
 
Bereshit-La ExpresiónOculta
 
¿Por qué debe estar oculta una de
los Diez Expresiones?
 
Existen tres formas de
manifestación de la voz de Dios:
mediante un sonido directo, a través un
sonido reflejo y mediante la mezcla de
ambos. El sonido directo es aquél de
Dios hablándonos -a nuestras almas-
enviándonos mensajes y dándonos
directivas para poder servirlo. Si
oyésemos esa voz de manera directa no
tendríamos libertad de elección. El
Midrash relata que los judíos en el Sinaí
abandonaron sus almas cada vez que
oyeron directamente la voz de Dios,
pues era demasiado intensa para ellos
(Shmot Rabah 29:4).
 
El sonido reflejo es similar a un
eco, es como si la voz de Dios golpease
el mundo material y se reflejase desde
allí. Esa voz es más fácil de oír, pero
está teñida del materialismo con el cual
está en contacto. Uno no debe cometer el
error de pensar que ella es sólo la voz
de Dios, no sea que el materialismo
implícito en el sonido reflejo lo abrume
y lo lleve al error e incluso al ateísmo.
 
La Expresión Oculta es una
mezcla que contiene el potencial del
sonido directo junto con el sonido
reflejo. Es este tercer tipo de sonido el
que debemos escuchar y el cual nos
permite reaccionar positivamente
(Likutey Halajot VI, p. 18a).
 
Bereshit
 
El mundo fue creado mediante Diez
Expresiones (Avot 5:1).
 
La primera de estas Expresiones
es la palabra Bereshit. Ésta es una
Expresión Oculta, en la que nada es
dicho - en contraste con las nueve
siguientes Expresiones reveladas, cada
una de las cuales es introducida por la
frase Vaiomer Elohim (Dios dijo).
 
Como un todo, esas Diez
Expresiones corresponden a los Diez
Mandamientos, indicando que el poder
de la Creación se encuentra en la Torá.
Las nueve Expresiones Reveladas
corresponden a la Torá Revelada. Con
sus ordenanzas, recompensas y castigos,
la Torá Revelada representa el ámbito
de la justicia, que es una manifestación
de la bondad de Dios en el hecho de que
nos muestra el sendero que Él desea que
sigamos. La Expresión Oculta, Bereshit,
corresponde a la Torá Oculta, que
contiene los misterios de la Kabalá y los
misterios de la Creación. Esa Torá
Oculta incluye elementos para un nivel
oculto de bondad, conocido como el
Tesoro de Dones Inmerecidos, que Dios
creó para retrasar la aplicación de la
justicia y darle a la persona la
posibilidad de arrepentirse (ver Likutey
Halajot VIII, p. 121b).
 
Bereshit
 
El rabí Eliezer afirma que el mundo fue
creado en el mes de Tishrei. El rabí
Ioshúa dice que fue creado en Nisán
(Rosh HaShaná 10b).
 
El arrepentimiento fue creado antes que
el mundo (Pesajim 54a).
 
La palabra BeREShiT (בראשית)
alude a estos dos puntos de vista. La
primera letra, Bet (ב), que tiene el valor
numérico de 2, está seguida por la
palabra REShiT (ראשית, comienzo). Bet
reshit indica “dos comienzos” - i.e.,
Tishrei y Nisán (Likutey Moharán I, 49:6).
Debido a que esos meses representan
nuevos comienzos, ambos son propicios
para el arrepentimiento
 
Bereshit 
 
Las letras de la palabra BeREShiT
pueden ser ordenadas para (בראשית)
formar la frase ROSh BaIT (ראש בית,
“cabeza de la casa”). La “cabeza” hace
referencia al Tzadik y la “casa” al
mundo. El primer paso en el
acercamiento a Dios debe ser buscar al
Tzadik (Likutey Moharán II, 67).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
Rashi pregunta por qué la Torá comienza
con el relato de la Creación en lugar de
hacerlo con los preceptos, que son su
raison d'être. Para responder a esta
cuestión, cita el versículo, “El poder de
Sus obras Él le relató a Su pueblo, para
darles la herencia de las naciones”
(Salmos 108:6). Rashi explica que
debido a que Dios creó el mundo
entero, éste le pertenece y Él puede
darle cualquier parte a quien considere
adecuado. Si las naciones del mundo
reclaman y cuestionan diciendo que los
judíos tomaron la Tierra de Israel de
manera ilegal, ellos pueden responder
afirmando que en el comienzo Dios se
las dio a los gentiles pero que luego Él
la tomó de ellos y se la dio a los judíos
(Rashi sobre Génesis 1:1).
 
En el versículo citado por Rashi,
“El poder de Sus obras Él le relató a Su
pueblo”, la palabra koaj (כח, poder)
tiene el valor numérico de 28. Esto
corresponde al número de letras en el
primer versículo del Génesis (Likutey
Moharán I, 44:1). De esa manera, la Torá
nos enseña que cuando reconocemos el
poder de Dios revelamos la santidad de
la Tierra Santa, que Dios le dio
específicamente a Su pueblo elegido
(Ibid., II, 78).
 
El rabí Natán presenta una
dificultad con respecto a la explicación
de Rashi: ¿Qué valor puede tener esa
respuesta para los gentiles? Afirma que
es posible que no sirva para ellos. Pero
cuando nosotros proclamamos nuestra fe
en Dios e invocamos Su poder, ello
fortalece nuestra propia fe en Dios y
refuerza nuestra creencia en nuestro
derecho para poseer la Tierra Santa (cf.
Likutey Halajot, Shomer Sajar 4:1).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
¿Por qué la Torá comienza con
Bereshit? Si las naciones dicen,
“Ustedes son ladrones, porque tomaron
por la fuerza la tierra que les pertenece
a las siete naciones cananeas”, debes
decirles, “El mundo entero le pertenece
a Dios, Quien lo creó. Él puede darle la
tierra a quien lo desee” (Rashi).
 
Y si tú les dices, ¿ellos te
escucharán? La verdad del tema es que
las klipot -y por extensión, las naciones-
siempre proclaman que todo es de ellas.
La cáscara siempre precede al fruto; por
lo tanto las naciones recibieron el
control de la Tierra Santa antes que los
judíos, y es por ello que afirman que
nosotros les robamos la Tierra. Sin
embargo cuando estudiamos y
observamos la Torá, revelamos la
voluntad de Dios en el mundo. Entonces
las naciones se ven forzadas a admitir la
verdad y a desistir de sus reclamos
(Likutey Halajot VIII, p. 155a).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
¿Por qué la Torá, que relata la historia
del pueblo judío, comienza con el Acto
de la Creación? Es un reproche para las
naciones del mundo, que podrían
reclamar que la Tierra de Israel les
pertenece a ellas. Podríamos indicar
este pasaje y responder, “Dios creó el
mundo entero y a Él le pertenece. Él les
dio la Tierra a ustedes. Pero luego se la
sacó y nos la dio a nosotros” (Rashi).
 
Dios nos dio la Tierra Santa para
observar la Torá, como en “Él te dio la
tierra de las naciones... para que
observes Sus leyes y Su Torá” (Salmos
105:44-45). Por lo tanto, cuando
observamos la Torá, la Tierra es nuestra.
Y al observar la Torá, todos llegarán a
ser dignos de ver la grandeza de Dios y
tendrán fe en que fue Él quien creó el
mundo entero. Llegarán entonces a
conocer a Dios y a reconocer nuestro
derecho a la Tierra. Si no observamos la
Torá le damos pie a los reclamos de las
otras naciones (Likutey Halajot I, p. 237a-
474).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
¿Por qué la Torá comienza con
Bereshit? Si las naciones dicen,
“Ustedes son ladrones, porque tomaron
por la fuerza la tierra que les pertenece
a las siete naciones cananeas”, debes
decirles, “El mundo entero le pertenece
a Dios, Quien lo creó. Él puede darle la
tierra a quien lo desee” (Rashi).
 
El poder para convencer al mundo
de que la Tierra Santa nos pertenece
yace en la Torá, que detalla la Creación
de Dios y Su propiedad. Sin la Torá, no
tenemos reclamo alguno de la Tierra.
¿Qué sostuvo al mundo hasta que fue
dada la Torá? Matnat Jinam - la bondad
de Dios, el Tesoro de Dones
Inmerecidos.
 
Para que podamos exponer la Torá
y reclamar la Tierra debemos traer una
Torá pura que debe ser hecha descender
apropiadamente desde Arriba. Mediante
la plegaria podemos acceder a esa Torá,
rogando a Dios y pidiéndole que haga
descender Su bondad sobre nosotros -
en lugar de pedir Su beneficencia
diciendo que esperamos que nuestras
plegarias sean respondidas debido a que
lo merecemos. El primer tipo de
plegaria es la ofrecida por los grandes
Tzadikim tales como Moisés (ver Rashi
sobre Deuteronomio 3:23). Tal plegaria es
respondida desde el Tesoro de Dones
Inmerecidos de Dios - el mismo Tesoro
que sostuvo al mundo hasta la entrega de
la Torá.
 
En cuanto al segundo tipo de
plegaria,que demanda resultados en
base a la recompensa por las acciones,
aquel que la articula es comparable a un
ladrón que demanda y toma lo que
desea. Orar de esa manera niega el
concepto del Tesoro de Dones
Inmerecidos de Dios y va en contra de
los ideales de una Torá pura recibida a
través de la Bondad. Más aún, dado que
el Tesoro de Dones Inmerecidos es
conceptualmente la Torá Oculta que
sostuvo al mundo, tal persona demuestra
que no se apoya en la Torá para su
sustento. Así, las naciones que dicen que
los judíos tomaron la tierra como
ladrones tienen una queja legítima. Pero
cuando Le oramos a Dios para que nos
otorgue de Su Tesoro de Dones
Inmerecidos, afirmamos que la Torá
sustenta al mundo, dándonos el derecho
a la Tierra (Likutey Halajot VIII, p. 221b).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
Dios creó el mundo para revelar
Su voluntad. Si encontramos y
revelamos Su voluntad, podremos
conquistar la Tierra Santa. Más aún,
cada lugar que conquistemos y
transformemos en un lugar de santidad,
tal como una sinagoga (cf. Meguilá 29a),
revelará la voluntad de Dios. Así,
construir una sinagoga o algún otro
elemento de santidad es equivalente a
conquistar la Tierra Santa (Likutey
Halajot I, p. 464).
 
Bereshit-La Tierra Santa
 
¿Por qué la Torá comienza con el
relato de la Creación en lugar de hacerlo
con la primera mitzvá dada a los judíos,
la declaración de la Luna Nueva? De
acuerdo a Rashi, el relato de la
Creación viene a enseñarnos que la
Tierra Santa nos pertenece. En realidad,
no podemos establecer y declarar la
Luna Nueva sin conocer los misterios de
la intercalación, que sólo pueden ser
adquiridos a través de la santidad de la
Tierra Santa y del ordenamiento de los
Sabios que pueden declarar la Luna
Nueva (Sanedrín 2a). De modo que la
Torá debía comenzar con el relato de la
Creación, para revelar la santidad de la
Tierra Santa y poder así tomar esa
santidad y esa capacidad de declarar la
Luna Nueva (Likutey Halajot III, p. 232).
 
Elohim
 
La tradición judía enseña que Dios
comenzó a crear el universo con el
atributo del juicio, como se evidencia
por la mención de su Santo Nombre
Elohim durante todo el relato de la
Creación. Pero una vez que comenzó a
hacerlo, lo “reconsideró”, si así pudiera
decirse, y unió el juicio con la
compasión (Rashi).
 
El juicio representa tzimtzum
(constricción o restricción). Ese
tzimtzum preparó el camino para la
creación de la mala inclinación (dado
que el atributo del juicio representa el
“lado izquierdo”, de donde toman su
sustento las fuerzas del Otro Lado).
 
Así, Dios creó primero el mundo
con el atributo del juicio, que
corresponde, si así pudiera decirse, a Su
“mala inclinación”. Entonces “quebró”
Su “mala inclinación” al incorporar en
la Creación el atributo de la compasión.
Ello fue para crear el poder de la
libertad de elección, mediante el cual
también el hombre puede quebrar su
mala inclinación (Likutey Moharán I, 72).
 
Bereshit-Juicio/Compasión
 
En el comienzo, se elevó en el Primer
Pensamiento de Dios el crear el mundo
mediante el atributo del juicio. Sin
embargo Dios vio que el hombre no
sería capaz de sobrevivir con el juicio
estricto, de modo que unió el atributo
de la compasión con el atributo del
juicio (Rashi).
 
Sabemos que Dios creó el mundo
para mostrar Su compasión (Etz Jaim 1:2;
ver Likutey Moharán I, 64:1). Si es así,
¿por qué comenzó la Creación utilizando
el atributo del juicio? ¿Dónde está la
compasión en el juicio?
 
La respuesta es que Dios quiso
que el mundo operase de acuerdo a un
sistema de justicia estricta. En tal
mundo, de transgredir y merecer el
castigo, la persona reconocería
inmediatamente a Dios como la Causa
de su sufrimiento y se volvería a Él para
el perdón. Al anularse delante de Dios,
se acercaría a su Creador, lo que
constituye la compasión más grande. Sin
embargo, Dios percibió que la vasta
mayoría de las personas sería incapaz
de existir en un sistema así. Después de
todo, ¿quién es verdaderamente capaz de
alcanzar tal nivel de anulación? Por lo
tanto unió la compasión al juicio y
utilizó ambos para crear el mundo.
 
Esto explica el significado de “la
luz original que le permitía a la persona
ver el mundo entero. Dios vio que los
malvados harían mal uso de ella y la
ocultó para los Tzadikim” (Jaguigá 12a).
Esa gran luz, la luz de la Divinidad, le
permite a aquel que se anula ante Dios
“ver” lo que el Infinito puede ver. Dios
ocultó esa luz para los Tzadikim,
quienes saben cómo anularse ante Dios
(Likutey Halajot II, p. 237a-474-238a).
 
Bereshit-Juicio/Compasión
 
Es sabido que Dios creó el mundo
para revelar Su compasión (ver Etz Jaim
1:2). Si es así, ¿por qué comenzó la
Creación utilizando el atributo del
juicio?
 
En verdad, Dios quiso que el
juicio gobernase debido a Su gran
compasión. Quería que el hombre
ganase su recompensa en lugar de
recibirla como un regalo. (Es decir, la
compasión de Dios se despierta debido
a los pecados de la persona, que Él
perdona. De esta manera la persona no
gana la recompensa debido a su propio
mérito). Los atributos de Dios se
encuentran en verdad más allá de toda
comprensión. Aun cuando Él aplica la
bondad, hay un elemento de justicia en
ello y al instituir los juicios, estos van
unidos a la compasión (Likutey Halajot
VIII, p. 20a).
 
Elohim
 
Inherente a cada nueva situación
se encuentra el atributo Divino del
juicio. Así como toda la Creación llegó
a la existencia después del Tzimtzum, de
la misma manera sólo podemos alcanzar
nuestros objetivos después de enfrentar
las restricciones de cada nueva instancia
de tzimtzum -con su caos, vacío y
oscuridad- hasta llegar a la luz (Likutey
Moharán I, 84).
 
Bereshit bará
 
Las dos primeras palabras de la
Torá son Bereshit bará (“En el
comienzo creó”). La palabra BaRÁ
puede ser vista como la primera (ברא)
mitad de la palabra BeREshit (בראשית).
Así, podemos ver a Bereshit como una
palabra entera y a bará como una media
palabra.
 
Bereshit está entera en el hecho de
que indica la realidad primaria antes de
la Creación, cuando sólo Dios existía.
Ese nivel está representado por la
plegaria, cuando la persona se une con
Su Creador. Bará es una media palabra,
en la medida en que representa la
realidad que sigue al Acto de la
Creación; esa realidad se presenta como
separada de Dios (aunque ello no es
así). Ese nivel está representado por la
Torá, donde la persona estudia sobre
Dios y aprende a orar y a quedar sumido
en su Creador (Likutey Moharán I, 22).
 
Bereshit bará Elohim
 
Las letras finales de las palabras
BereshiT barA ElohiM (בראשת ברא
pueden ordenarse para deletrear (אלהים
EMeT (אמת, verdad) (Tikuney Zohar,
final).
 
La verdad es el sello de Dios y el
mundo entero se sostiene sobre este
fundamento (Likutey Halajot I, p. 158).
 
Bereshit bará Elohim
 
Las primeras palabras de la Torá,
BereshiT barA ElohiM (בראשת ברא
forman un doble acróstico. Las ,(אלהים
letras iniciales de esas palabras
deletrean BaBA (בבא, arameo para
“portal”). Y las letras finales pueden
ordenarse para deletrear EMeT (אמת,
verdad) (Tikuney Zohar, final). BaBA es
una referencia a los tratados Talmúdicos
de BaBA Kama (בבא קמא, Primer
Portal), BaBA Metzía (בבא מציעא,
Segundo Portal), BaBA Batra (בבא
Tercer Portal), que tratan sobre ,בתרא
las leyes de los daños, de los negocios y
del intercambio, de la propiedad y de la
herencia, respectivamente.
 
Dios creó el mundo con intelecto,
como afirma el versículo: “Todo fue
hecho con sabiduría” (Salmos 104:19).
Para que la Creación pueda continuar el
hombre debe cuidar su propio intelecto.
Esto se logra adhiriéndose a la verdad,
que es una parte inherente de la
Creación. Si el hombre no cuida su
intelecto, cae presa de BaBA - de los
conflictos y daños también inherentes a
la Creación (Likutey Halajot VIII, p. 234b).
 
 
 
1:2 
La
tierra
estaba
confusa
y
desolada,
con
la
oscuridad
sobre
la
faz
del
abismo,
y
el
espíritu
de
Dios
sobrevolaba
sobre
la
superficie
de
las
aguas
 
 
 
La creación de
las aguas
 
Las aguas fueron lo primero
creadoen el mundo (ver Rashi sobre
Génesis 1:1), haciendo referencia al
jidush ha-olam (renovación del mundo).
Por ello el agua es el medio para
purificar de todas las impurezas, dado
que simboliza la renovación (Likutey
Halajot II, p. 22).
 
La tierra estaba confusa y desolada,
con la oscuridad... y el espíritu de Dios
sobrevolaba sobre la superficie de las
aguas
 
Dios creó el mundo en aras de los
judíos, que son llamados reshit
(primero) (Vaikrá Rabah 6:4).
 
Dios creó el mundo en la
anticipación del orgullo que sentiría por
el pueblo judío. Pero inmediatamente
después de la Creación, la tierra estaba
“confusa y desolada, con la oscuridad”,
dado que las acciones que tenían lugar
en ese mundo cubrían y ocultaban la
fuente de ese orgullo. Aun así, el
espíritu de Dios podía encontrarse en
las “aguas” - i.e., en los actos de
caridad. Al dedicarse a la caridad, el
hombre puede elevarse al nivel en que
Dios se enorgullece de él, revelando así
ese orgullo - i.e., el espíritu de Dios
(Likutey Halajot VII, p. 41a).
 
Confusa y desolada, con la oscuridad
sobre la faz del abismo... el espíritu de
Dios
 
“Confusa”, “desolada”, “oscuridad” y
“abismo” hacen referencia a los cuatro
exilios (Bereshit Rabah 2:4). El
“espíritu de Dios” es el espíritu del
Mashíaj (Zohar I, 192b).
 
Dios ve el final desde el mismo
principio. En el comienzo, Él previó que
habría exilios y sufrimiento. Pero
también en el comienzo creó la fuente
del consuelo para ese sufrimiento:
Mashíaj y la Redención. Más aún, el
espíritu de Dios “sobrevolaba” sobre
las profundidades. Incluso en medio del
sufrimiento, el “espíritu de Dios”
sobrevuela precisamente sobre la
persona (Likutey Halajot II, p. 236).
 
Confusa y desolada
 
Dios creó un vacío en el cual Su
Presencia no estaba manifiesta. Pero
también hizo accesible Su espíritu,
“sobrevolando sobre la superficie de las
aguas”. Esto significa que es posible
contrarrestar el vacío y encontrar a Dios
en este mundo.
 
“Agua” es una referencia a la Torá
(cf. Isaías 55:1) y el “espíritu de Dios”
alude al espíritu del Mashíaj (Zohar I,
192b), quien anulará en última instancia
las confusiones de este mundo. Es
posible despertar el espíritu de Mashíaj
al traducir en nuestras propias palabras
la Torá que estudiamos -
particularmente, en nuestra lengua
materna. Al repetir la Torá en nuestro
propio idioma, llevamos su santidad
hacia lo mundano y acercamos la era
mesiánica (Likutey Moharán I, 118).
 
 El “espíritu del Mashíaj” hace
referencia, en particular, al profundo
sentido de moralidad del Mashíaj.
Podremos unirnos a ese espíritu si nos
comportamos de manera pura - ello nos
permitirá “sobrevolar sobre la
superficie de las aguas” - i.e., estudiar
la Torá en profundidad (Ibid., II, 32).
 
Confusa y desolada
 
La tierra confusa y desolada
representa el mal que puede abrumar a
la persona. Para rectificar ese mal, uno
debe encontrar su contraparte de bien.
Esa capacidad se encuentra en el
“espíritu de Dios” - es decir, el espíritu
de Mashíaj, que siempre encuentra el
bien en todas las cosas. Así, la Torá
afirma inmediatamente: “Dios dijo,
‘Haya luz’” -que corresponde al bien-
“y Dios separó entre la luz y la
oscuridad” - dado que al buscar el bien
uno puede separar el bien del mal
(Likutey Halajot I, p. 3a).
 
El espíritu de Dios sobrevolaba sobre
la superficie de las aguas
 
Cuando hay tohu vavohu -
demasiada confusión- no se puede
percibir ni experimentar a Dios. Aun así
es posible ser conscientes de que Dios
siempre está cerca, “sobrevolando”. En
cualquier momento, la persona puede
unirse a Dios y traer una revelación de
la Divinidad (Likutey Halajot III, p. 306).
 
El espíritu de Dios
 
El “espíritu de Dios” puede
encontrarse en la Torá. Cuando
estudiamos la Torá y generamos nuevas
ideas de Torá, literalmente atraemos
hacia nosotros el espíritu de Dios
(Likutey Moharán II, 72; Ibid., I, 78).
 
El espíritu de Dios
 
Un arpa colgaba sobre la cama del rey
David. A medianoche el viento del norte
(rúaj tzafón) soplaba sobre ella y lo
despertaba para servir a Dios (Berajot
3a).
 
Rúaj (viento) también significa
“espíritu”. TzaFóN (צפון, “del norte”) es
similar a TzaFuN (צפון, oculto) - i.e.,
algo oculto en el corazón. El viento del
norte que despertaba al rey David para
servir a Dios es el “espíritu de Dios que
sobrevolaba sobre la superficie de las
aguas”. Ese espíritu está oculto dentro
del corazón de cada uno y lo despierta
para servir a Dios (Likutey Moharán I,
8:2).
 
La oscuridad sobre la faz del abismo...
Haya luz
 
¿Por qué los carneros preceden a las
ovejas en los rebaños? Es como en la
Creación: Primero fue la oscuridad y
luego la luz (Shabat 77b). (Los
carneros son generalmente más oscuros
que las ovejas).
 
La semilla de una planta medicinal
debe ser cuidada para que pueda
germinar apropiadamente y sus
cualidades terapéuticas tengan efecto.
De la misma manera, la fe debe ser
cuidada para que sus cualidades sean
efectivas. Más aún, la fe debe preceder
a la curación. ¿Por qué? “Es como en la
Creación: Primero fue la oscuridad y
luego la luz”. “Oscuridad” significa la
falta de consejo; “luz” representa un
consejo claro. La persona que está
rodeada por la “oscuridad” de la
indecisión debe buscar el consejo de
aquél que pueda revelarlo. Ése es el
Tzadik, de quien se dice “agua profunda
es el consejo en el corazón del hombre
mas el hombre sabio la extraerá”
(Proverbios 20:5). El “agua” -i.e., el
consejo- cuida a la “semilla” -la fe- que
germina en los vegetales y hierbas que
pueden curar. Así, primero viene la
“oscuridad”, que hace enfermar a la
persona. Entonces llega la “luz” - el
consejo, la fe y la curación (Likutey
Moharán II, 5:2-3; Likutey Halajot VIII, p.
86b).
 
 
1:3
 
Dios
dijo,
“Haya
luz”
y
hubo
luz.
 
 
Creación
 
En el Primer Día, todo fue creado en
estado potencial, para ser actualizado en
su propio día (Rashi).
 
La luz original creada en el Primer Día
fue considerada demasiado grande para
este mundo por lo que fue ocultada para
los Tzadikim en el Futuro (ver Bereshit
Rabah 12:6).
 
La creación demuestra el proceso
de poner en acto aquello que está en
potencia. Desde el comienzo mismo
existieron los obstáculos -el caos, la
desolación y la oscuridad-
representando los impedimentos que
cada persona debe enfrentar al tratar de
crearse una vida espiritual. Es necesario
perseverar. Entonces “Dios dijo, ‘Haya
luz’ y hubo luz” - significando que la luz
que se encuentra allí, en potencia,
llegará a la existencia. Depende de cada
persona buscar y revelarla (Likutey
Halajot IV, p. 149a-298).
 
La luz de la creación
 
“Luz” hace referencia a lo que
existe después de la Creación. Antes de
la Creación, todo es considerado
“oscuridad” - i.e., más allá de la
comprensión (Likutey Halajot II, p. 466).
 
Bereshit... tohu vavohu... haya luz
 
Reshit (“el comienzo”) representa
la verdadera sabiduría. Tohu vavohu
(“caos y desolación”) representa las
sabidurías seculares que intervienen
para alejar a la persona de Dios. Aun
así “el espíritu de Dios” está siempre
presente, “sobrevolando sobre la
superficie de las aguas”. Para revelarlo,
necesitamos la “luz” - las enseñanzas y
la guía de los Tzadikim (Likutey Halajot
VII, p. 282).
 
Dios dijo, “Haya luz” y hubo luz
 
“Haya luz” - ésta es la mano derecha. “Y
hubo luz” - ésta es la mano izquierda
(Tikuney Zohar #30, p. 74a).
 
Las dos manos representan todo
acto de creación, dado que son los
miembros mediante los cuales podemos
hacer, formar y construir lo que fuere, a
partir de los primeros pensamientos
hasta el producto final terminado. Por lo
tanto las manos representan la
“definición”. El espíritu de Dios es la
fuerza que efectúa la creación, pero al
comienzo de todo esfuerzo creativo ese
espíritu se encuentra oculto en la
oscuridad y la confusión. Cada vez que
queramos convertir nuestros
pensamientos e ideas en actos concretos,
deberemos primero “definir” qué es lo
que queremos hacer. Ello nos ayudará a
superar los desafíos y los obstáculos -la
oscuridad y la confusión-que se
levantan para cerrarnos el paso, y a
revelar el espíritu de Dios para que nos
ayude a lograr el objetivo (Likutey
Halajot II, p. 370).
 
 
 
1:4
 
Dios
vio
que
la
luz
era
buena.
Dios
separó
entre
la
luz
y
la
oscuridad.
 
 
Dios vio que la luz era buena
 
La luz original era tan brillante que
permitía ver de un extremo del mundo al
otro. Dios previó que los malvados
harían mal uso de ella y la ocultó para
los Tzadikim en el Futuro (Bereshit
Rabah 12:6).
 
Desde el comienzo mismo de la
creación, Dios previó todo lo que
sucedería, hasta el final de los tiempos.
De manera similar, debe ser nuestro
objetivo mirar hacia el fin del tiempo,
hacia el lugar más allá de nuestra vida
temporal y centrarnos en el Mundo que
Viene. Así, “Dios vio que la luz era
buena” - Él vio que no era para este
mundo y la ocultó para los Tzadikim
(Ibid., 12:6). La persona que desee ver
esa luz deberá por lo tanto unirse a los
Tzadikim, seguir sus sendas y centrarse
siempre en el objetivo final (Likutey
Halajot I, p. 284).
 
Dios vio que la luz era buena
 
“Dios vio que la luz era buena” - i.e., que
sería buena para ocultarla (Bereshit
Rabah 12:6).
 
La “luz” de la Torá hace
referencia a sus misterios. Es necesario
profundizar en la Torá para alcanzar esa
luz. También la luz del Tzadik está
igualmente oculta (Likutey Moharán I,
33:5).
 
La luz era buena
 
Dios ocultó la luz que creó en el
Primer Día de la Creación para que los
malvados no pudieran utilizarla. Esa luz
era tan tremenda que debió ser ocultada
pues de otra manera habría abrumado a
los indignos. Pero los Tzadikim merecen
ver esa luz, dado que aunque está oculta,
ilumina este mundo. La luz de los
Tzadikim también está oculta del mundo
y la gente no siempre merece percibir
quiénes son ellos. Aun así, su luz
también ilumina a este mundo y aquel
que los busque merecerá contemplarla
(Likutey Halajot I, p. 22).
 
La luz era buena
 
Dios quiso que Su luz brillase
para toda la humanidad. Pero esa luz era
tan grande que la gente no habría podido
recibirla de una forma mesurada, buena
y beneficiosa. Por lo tanto Dios la
ocultó para que cada persona la
contemplase dentro de los límites de su
capacidad y no más (Likutey Halajot II, p.
414).
 
Dios vio que la luz era buena... Dios
llamó a la luz “día” y a la oscuridad
llamó “noche”
 
La “luz” es el medio mediante el
cual podemos ver y comprender lo que
nos rodea. “Buena” hace referencia a la
Torá (Avot 6:3). Así, los términos “luz”,
“buena” y “día” corresponden a la
conciencia espiritual. La “oscuridad”,
por otro lado, representa la restricción
de esa conciencia (Likutey Moharán I, 74).
 
En el momento de la Creación, la
oscuridad precedió a la luz. De manera
similar, la persona tiene que comenzar
con la fe, que funciona durante la
oscuridad llamada “noche”, cuando la
visión y el conocimiento están limitados.
Entonces debe obtener el consejo, tal
cual se alude en el versículo “Él revela
las profundidades que estaban ocultas en
la oscuridad” (Job 12:22). “Las
profundidades” corresponden al
consejo, como en el versículo “Agua
profunda es el consejo en el corazón del
hombre” (Proverbios, 20:5) (Likutey
Moharán II, 5:2). Sólo después de
experimentar la “oscuridad” es posible
alcanzar la “luz” - i.e, la visión y la
comprensión apropiadas.
 
Haya luz... Dios separó... un día
 
La luz y la oscuridad no pueden servir
juntas. Por lo tanto “Dios [las] separó”
(Rashi).
 
La luz es daat (conocimiento). La
oscuridad es insensatez (Likutey Halajot I,
p. 7a). Al separarlas, Dios hizo que
fueran diferentes. Una vez que fueron
distintas, pudieron entonces unirse, dado
que cada una conocía su lugar. Así, “Fue
el anochecer y fue la mañana, un día”
(Likutey Halajot I, p. 100a).
 
 
1:5
 
Dios
llamó
a
la
luz
“día”
y
a
la
oscuridad
llamó
“noche”.
Fue
el
anochecer
y
fue
la
mañana,
un
día.
 
 
Dios llamó a la luz “día”
 
Todo buen arquitecto tratará de
diseñar siempre estructuras nuevas y
diferentes. El Arquitecto del mundo
ciertamente crea cosas nuevas cada día.
Cada día debe brillar mucho más, con
una luz adicional. Podemos emular a
Dios renovándonos constantemente y
encarando con frescura cada nuevo día,
agregando luz y bondad a nuestras vidas
(Likutey Halajot I, p. 123a-246).
 
Dios llamó a la luz “día”
 
La frase “Dios llamó a la luz
‘día’” implica que debemos infundir
intelecto y luz espiritual a cada uno de
nuestros días (Likutey Moharán II, 4:8). Es
decir, cada día tiene que iluminar más
que el anterior (Likutey Halajot IV, p. 171a).
La principal luz del día es la
Providencia Divina. Aquel que cree que
la naturaleza constituye un poder
independiente está hundido en la noche y
en la oscuridad (Ibid., I, p. 153a-306).
 
A la oscuridad llamó “noche”
 
“Oscuridad” hace referencia al Talmud
de Babilonia (ver Sanedrín 24a).
 
Los comentaristas explican que
ésta no es una descripción del Talmud
mismo, Dios no lo permita, sino de la
dificultad de estudiarlo y recordarlo.
 
Durante nuestro largo exilio, el
Talmud -que encarna la Ley Oral- nos ha
mantenido unidos como nación. De este
modo, puede ser comparado con la fe,
de la que también necesitamos en los
tiempos oscuros (Likutey Moharán I, 35:4).
 
Dado que el Talmud corresponde
a la “noche”, es particularmente
propicio estudiarlo (o estudiar la
Mishná, su fundamento) durante la noche
(Ibid., I, 3).
 
Dios separó entre la luz y la oscuridad
 
“Luz” hace referencia a las historias
sobre los Tzadikim. “Oscuridad” hace
referencia a las historias sobre los
malvados (Bereshit Rabah 3:8).
 
Sólo la persona que puede
percibir la diferencia entre la luz
espiritual y la oscuridad espiritual
puede diferenciar entre las historias
sobre Tzadikim y las historias sobre los
malvados.
 
El Midrash relata que Pinjas, el
Tzadik, era capaz de volar - pero
también el malvado Bilaam (ver Bamidbar
Rabah 22:5). El mal imita al bien. Si bien
es posible que se cuenten historias
similares sobre los Tzadikim y sobre los
malvados, uno debe aprender a
diferenciar entre la luz verdadera y su
pálida imitación (Likutey Moharán I, 234).
 
Muchas veces esas historias
parecen similares. Debemos aprender a
diferenciar entre lo que es la luz
verdadera y lo que es la oscuridad,
porque las historias sobre los Tzadikim
traen luz al mundo mientras que las
historias sobre los malvados traen
oscuridad (Likutey Halajot I, p. 106a).
 
Noche y día
 
Cada día de la vida de una
persona contiene una noche y un día -
tanto subidas como bajadas. Nuestra
principal misión en la vida es combinar
ambas, para comprender que incluso en
la oscuridad hay luz y que, por otro
lado, pese a la luz y a los buenos
momentos, también puede haber
situaciones difíciles. Con esa
comprensión alcanzaremos la verdadera
fe y llegaremos a reconocer a Dios
(Likutey Halajot II, p.202-102a).
 
Fue el anochecer y fue la mañana
 
Sólo es posible alcanzar la “luz
del día” y el intelecto si se reconoce que
existe la “noche” y las restricciones que
lo preceden (Likutey Halajot I, p. 208a).
 
Fue el anochecer y fue la mañana, un
día
 
El tiempo mismo es una creación
engendrada por la palabra Bereshit (ver
Jaguigá 12a).
 
Este mundo se encuentra
encuadrado en el tiempo y en el espacio.
Nuestra misión es trascender el tiempo y
el espacio y unir “antes de la Creación”
con “después de la Creación” (Likutey
Halajot I, p. 40a).
 
Iom Ejad
 
El versículo debería haber dicho “el
Primer Día”. En su lugar está escrito,
“Un Día”, para indicar que Dios es Uno
(Rashi).
 
El término “Un Día” indica que en
ese tiempo todo estaba incluido en la
Unidad de Dios (Likutey Halajot V, p. 97a).
 
La creación de los ángeles
 
Los ángeles fueron creados en el
Segundo Día, para que nadie pudiese
decir que el ángel Mijael extendió [los
cielos] hacia el sur mientras que el
ángel Gabriel los extendió hacia el norte
(Bereshit Rabah 3:8; ver Rashi).
 
Dios no necesitó de ayudantes
para crear el mundo. Sin embargo, creó
los ángeles para implantar en la
Creación la idea de lalibertad de
elección. Si Dios gobernara
abiertamente y de manera exclusiva,
nadie elegiría oponerse a Su voluntad.
Al ocultar Su autoridad y asignar
mensajeros para llevar a cabo Sus
deseos, Dios hizo que Su autoridad
fuese menos obvia, dándole a la
humanidad la libertad de decidir cómo
pensar y actuar.
 
Así, en el Primer Día de la
Creación, Dios creó el mundo y todo lo
que contiene. En el Segundo Día creó a
los ángeles para llevar a cabo las tareas
específicas de cada creación. El hombre
puede ahora decidir si acepta que todo
lo que le sucede -incluso si parece tener
lugar a través de un intermediario-
proviene sólo de Dios o no (Likutey
Halajot VII, p. 207a).
 
 
1:6 
Dios
dijo,
“Haya
un
firmamento
en
medio
de
las
aguas
que
separe
las
aguas
de
las
aguas”.
 
 
Haya un firmamento en medio de las
aguas
 
En el comienzo de la Creación
todo era una simple unidad. Pero en el
Segundo Día, Dios creó el firmamento
para separar las “aguas inferiores” de
las “aguas superiores”. Cada una de
esas “aguas” deseaba estar cerca de
Dios y clamaron y Le rogaron por ese
privilegio (Tikuney Zohar 5, p. 19b). Vemos
entonces que el firmamento mantiene a
las aguas inferiores lejos de Dios.
 
Cuanto más grande sea el valor de
nuestro objetivo, mayores serán los
obstáculos que debamos enfrentar. Y una
vez que hayamos alcanzado ese
objetivo, más grande será nuestra
satisfacción por haberlo hecho y por
haber superado los desafíos del camino.
 
Dios creó un “firmamento” que
nos separa de nuestro objetivo
espiritual. Si realmente deseamos la
Divinidad y la espiritualidad,
clamaremos a Dios y Le rogaremos que
nos acerque a Él. Pues los obstáculos
que enfrentamos en nuestra búsqueda
espiritual no tienen la intención de
mantenernos alejados sino de aumentar
nuestro deseo de alcanzar el
conocimiento de Dios (Likutey Moharán I,
66:4).
 
Que separe las aguas de las aguas
 
Cuando las aguas fueron separadas, las
aguas inferiores comenzaron a llorar.
Cada una de ellas decía: “¡Yo quiero
estar delante del Rey!”. [Por lo tanto]
Dios hizo un pacto con las aguas
asegurándoles que serían colocadas
sobre el Altar [en el Templo, durante la
festividad de Sukot] (Tikuney Zohar 5,
p. 19b).
 
Las aguas inferiores “lloraron”
porque no sabían que era posible
revelar Divinidad a través de ellas. El
firmamento representa al Tzadik, quien
les demuestra a aquellos que están
“debajo” que incluso ellos pueden
revelar Divinidad (Likutey Halajot II, p.
29a).
 
 
1:7 
Dios
hizo
el
firmamento
y
separó
las
aguas
que
estaban
debajo
del
firmamento
de
las
aguas
que
estaba
sobre
el
firmamento.
Y
así
fue.
 
 
Separó las aguas que estaban debajo
del firmamento de las aguas que
estaba sobre el firmamento... Que las
aguas debajo de los cielos se junten en
un lugar.
 
La separación de las aguas
representa una disputa para beneficio
del mundo (Bereshit Rabah 4:6). De
manera similar vemos que muchas
disputas en el Talmud son para beneficio
del mundo. Esto puede verse en el
versículo “Que las aguas debajo de los
cielos se junten (יקוו, iKaVu) en un
lugar” - es decir, que las aguas divididas
deben unirse. Una miKVe (מקוה, pileta
con agua utilizada para la purificación
ritual) tiene el mismo poder de crear
unidad a partir de la división. Así,
sumergirse en una mikve es propicio
para la paz y la unidad (Likutey Halajot
VI, p. 7a).
 
 
1:9
 
Dios
dijo,
“Que
las
aguas
debajo
de
los
cielos
se
junten
en
un
lugar
y
que
aparezca
la
tierra
seca”.
Y
así
fue.
 
 
Que las aguas debajo de los cielos se
junten en un lugar y que aparezca la
tierra seca
 
Las “aguas” representan daat
(conocimiento de Dios), como en “El
mundo estará lleno del conocimiento de
Dios, como las aguas cubren el fondo
del mar” (Isaías 11:9). Nuestra misión en
la vida es recolectar todo el daat que
podamos y juntarlo en “un” lugar - en
otras palabras, reconocer al Dios Único.
Como decimos en el Shemá, “Dios es
nuestro Señor, Dios es Uno”
(Deuteronomio 6:4). Entonces “se verá la
tierra seca”, pues la tierra corresponde a
la fe. Cuando la persona utiliza su
intelecto para buscar a Dios alcanza el
nivel de la fe en Dios (Likutey Halajot III,
p. 306).
 
 
1:11 
Dios
dijo,
“Produzca
la
tierra
planta
y
hierba
que
dé
simiente,
árbol
de
fruto
que
produzca
fruto
según
su
especie,
cuya
simiente
esté
en
él
sobre
la
tierra”.
Y
así
fue.
 
 
Árbol de fruto que produzca fruto
según su especie
 
Cuando Dios les ordenó a los árboles
reproducirse y dar frutos según su
propia especie, las hierbas hicieron
una inferencia con respecto a ellas: “Si
los árboles, que son grandes y no se
reproducen estando cerca, deben dar
frutos sólo de acuerdo a su propia
especie, entonces, ¿cuánto más esto se
aplica a nosotras, pues somos
pequeñas y nos reproducimos en
proximidad?”. Al oír esto los ángeles
proclamaron: “¡Que la gloria de Dios
sea por siempre!” (Julín 60a).
 
El Rebe Najmán aplica esta idea
a la unión marital. “Árboles”
corresponde a los Tzadikim, quienes son
grandes en estatura y cuyas relaciones
maritales no se llevan a cabo de manera
seguida, “en proximidad”, sino que están
limitadas al Shabat (cf. Ketuvot 62b).
“Hierbas” corresponde a la gente
común, que tiene relaciones maritales
seguido - i.e., durante la semana. El
hecho de que los ángeles proclamasen:
“¡Que la gloria de Dios sea por
siempre!”, nos enseña que todos deben
ser cuidadosos y mantener la santidad en
esa área de la vida - incluso los
Tzadikim más elevados. De esa manera
hacen la voluntad de Dios, al igual que
las plantas, que se reproducen sólo “de
acuerdo a su propia especie” (Likutey
Moharán I, 11:7).
 
Árbol de fruto que produzca fruto
 
La persona también debe
transformarse en un “árbol que da
frutos”. Mediante el estudio de la Torá
podrá encontrar el consejo para
acercarse a Dios (Likutey Halajot VIII, p.
149b). Realizar buenas acciones también
corresponde a “un árbol que da frutos”.
 
 
1:16 
Dios
hizo
las
dos
grandes
luminarias:
la
luminaria
mayor
para
regir
el
día
y
la
luminaria
menor
para
regir
la
noche,
y
las
estrellas.
 
 
Las dos grandes luminarias
 
Originalmente, Dios hizo al sol y a la
luna de igual tamaño. Pero la luna se
quejó, “¿Cómo pueden dos reyes utilizar
la misma corona?” (Julín 60b). En el
versículo, la palabra hebrea para
“luminarias” (מארות, MeORoT) está
deletreada de manera deficiente, sin la
letra vav (מאורות, MeOROT),
implicando que la disminución de la
luna fue una MeARá (מארה, maldición)
debido a ese tipo de habla (Rashi sobre
Génesis 1:14, 16).
 
Las “dos grandes luminarias”
debían ser el intelecto y la fe. Es decir,
tanto aquello que la persona puede
comprender utilizando el intelecto como
aquello que está más allá de su
capacidad intelectual deberían ser
iguales en la mente. Pero la luna (que
corresponde a la fe) se quejó, “¿Cómo
pueden dos reyes utilizar la misma
corona?”, indicando que quería ser la
luz más grande. (Pues mediante la fe uno
puede alcanzar niveles mucho más
elevados que los asequibles a través del
intelecto [dado que la fe puede alcanzar
el Infinito, mientras que el intelecto no])
(Likutey Halajot III, p. 214). Dios le dijo
entonces a la luna, “Ve y hazte pequeña”,
pues cuando la persona trata de alcanzar
niveles que están más allá de su
capacidad, debe ser refrenada. Aunque
Dios espera que uno busque aquello que
está más allá, es necesario cuidarse y no
traspasar las propias capacidades.
 
Las dos grandes luminarias
 
La creación tuvo por objetivo
exponer al hombre a la verdad. Dios es
verdad y Su sello es la verdad. La
persona que busque la verdad podrá
experimentar a Dios. Pero no siempre
percibimos la verdad; hay veces en que
necesitamos creer que existe y buscarla
a partir de esa fe.
 
El sol y la luna hacen referencia a
la verdad y a la fe, respectivamente.
Dios quiso que ambas fuesen iguales.
Sin embargo, en este mundo, la luz de la
verdad es demasiado intensa para que la
mayoría de las personas puedan
recibirla de manera directa.
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