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recubren internamente la pared arterial. El aumento de dichas fuerzas produce la liberación del óxido nítrico (NO) que, produce a su vez la dilatación de las arterias de con- ducción (véase Capítulo 38), facilitando de esta manera el aporte de sangre que se necesita en territorios distales a dichas arterias. De esta manera se asegura el flujo de san- gre requerido por la vasodilatación producida a nivel tisu- lar por los factores locales. Regulación extrínseca del flujo sanguíneo local Además de la regulación local del flujo, dependiente de la actividad metabólica del tejido, existe otra regulación que se superpone a la ésta: la regulación extrínseca de tipo nervioso o humoral, que tiene especial importancia en situaciones de estrés o demanda cardiovascular. Esta regu- lación tiene lugar mediante las acciones de los sistemas nerviosos central y periférico. Regulación nerviosa del flujo sanguíneo local El sistema nervioso regula el sistema circulatorio mediante el control de la actividad del corazón como bom- ba, el control rápido de las variaciones de la presión arte- rial y de la redistribución del flujo sanguíneo. Dicha función es ejercida por el sistema nervioso autónomo, principalmente a través del sistema nervioso simpático (SNS). La principal acción cardiovascular del sistema ner- vioso parasimpático (SPS) es la disminución de la fre- cuencia cardíaca. Sin embargo, tiene una participación secundaria en la regulación del sistema vascular, ejercien- do sus acciones más importantes sobre diversas arterias de la cabeza, las glándulas salivales, los genitales, la vejiga urinaria y el intestino grueso. En la Figura 41.4 se muestra un esquema de las vías y centros de regulación cardiovascular. Las fibras vasomoto- ras del SNS salen de la médula espinal a través de los ner- vios dorsales y los primeros lumbares, de donde pasan a las dos cadenas paravertebrales laterales simpáticas; de ahí, a través de nervios simpáticos específicos llegan a los vasos del corazón y las vísceras, o a través de los nervios raquídeos alcanzan los vasos periféricos (Fig. 41.5). Las fibras del SNS inervan todos los vasos (arteriales y veno- sos) excepto los capilares, los esfínteres precapilares y la mayoría de las metaarteriolas. La estimulación simpática tiene consecuencias diversas según los tipos de vasos. Así, la estimulación del SNS sobre las venas grandes produce una reducción de su capacitancia, aumentando el volumen de sangre que llega al corazón, el gasto cardíaco y el volu- men circulante periférico. Sobre las arterias grandes y medianas, la activación simpática produce una constric- ción que se traduce en una menor elasticidad, con dismi- nución de la función amortiguadora de la presión ventricular y aumento de la velocidad de la onda de pulso. Sobre las arterias pequeñas y arteriolas produce un aumen- to de la resistencia a la circulación, lo que hace que aumente la presión arterial y disminuya el flujo hacia los tejidos que perfunden dichas arterias. La estimulación simpática, como ya ha sido estudiado previamente (véase Capítulo 35), aumenta la actividad del corazón mediante el aumento de la frecuencia y de la fuerza de contracción. A continuación se detallan los tipos de vías simpáticas y parasimpáticas y sus acciones. Vías simpáticas Fibras vasoconstrictoras Todos los vasos del organismo, a excepción de los capilares y los vasos precapilares, están inervados por 550 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A C A R D I O VA S C U L A R MÉDULA ESPINAL Cervical Bulbar III Ojo Tracto gastrointestinal Hígado Páncreas Colon Órganos sexuales Riñón y vejiga X Vago CORAZÓN VASOS SANGUÍNEOS ABDOMINALES IX Glándulas salivalesV VII Glándulas lagrimales y nasales Torácica Lumbar Sacra Figura 41.4. Vías parasimpáticas hacia el corazón y la vasculatura.
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