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INTRODUCCIÓN Para realizar el intercambio gaseoso de O2 y CO2 entre el aire y la sangre, los vasos pulmonares se ramifican en una amplia red de capilares, que ponen la sangre en contacto con el aire a través de la interfase alveolocapilar, cuya superficie total en el adulto normal es de 140 m2 aproximadamente. Todo el gasto cardíaco circula cada minuto a través de los pulmones, con una presión en la arteria pulmonar que es solamente un sexto de la presión en la aorta. Es decir, la circulación pulmonar o “circula- ción menor” es un sistema de flujo alto y presión baja, y no se puede considerar parte de la circulación regional en el sentido que lo son las circulaciones renal, hepática o coronaria. Estas características tienen su correlación con la estructura de los vasos pulmonares y explican la marcada influencia de las presiones intratorácicas sobre la hemodi- námica pulmonar (véase Capítulo 45). Además de participar en el intercambio gaseoso, la circulación pulmonar tiene cuatro funciones secundarias no relacionadas con la respiración: sirve de reservorio de sangre, actúa como filtro de partículas en la sangre veno- sa, tiene actividades metabólicas, y participa en los meca- nismos de defensa celular y humoral pulmonar. El volumen total de sangre de toda la circulación pul- monar es aproximadamente de 500 mL, es decir, el 10% del volumen total de sangre circulante (5000 mL). La enorme elasticidad de los vasos sanguíneos pulmonares y el árbol vascular de las zonas superiores pulmonares (nor- malmente menos perfundido) permiten que el pulmón aumente su volumen sanguíneo con elevaciones relativa- mente pequeñas de las presiones arterial o venosa pulmo- nares, por ejemplo durante el ejercicio o al pasar de la posición ortostática a decúbito supino. Otra función del pulmón es filtrar la sangre. Los pequeños trombos sanguíneos o émbolos de grasa o aire son eliminados de la circulación antes de que puedan lle- gar al cerebro o a otros órganos vitales. Las células endo- teliales que tapizan los vasos pulmonares liberan sustancias fibrinolíticas y anticoagulantes que ayudan a disolver los trombos. El pulmón también participa en los mecanismos de defensa celular y humoral pulmonares a través de las inmunoglobulinas (IgA) y de los macrófagos pulmonares. Otra función importante de la circulación pulmonar es el metabolismo de hormonas vasoactivas. Una de estas sustancias es la angiotensina I, la cual se activa y se con- vierte en angiotensina II por la enzima de conversión de la angiotensina (ECA) localizada en la superficie de las célu- las endoteliales de los capilares pulmonares. La activación es extraordinariamente rápida, y el 80% de la angiotensina I puede convertirse en angiotensina II (potente vasocons- trictor) durante un único paso a través de los vasos pulmo- nares. El metabolismo de las hormonas vasoactivas por la circulación pulmonar parece ser bastante selectivo. Algu- nas hormonas vasoactivas, entre ellas la bradiquinina, la serotonina y las prostaglandinas E1, E2 y F2� son inactiva- das casi por completo por las células endoteliales pulmo- nares. Otras prostaglandinas, como la A1 y la A2, pasan a través del pulmón sin ser modificadas. La noradrenalina se inactiva en los pulmones, pero la adrenalina, la histamina y la vasopresina pasan a través de la circulación pulmonar sin ser modificadas. La circulación pulmonar participa aportando sustan- cias para la síntesis de varias sustancias esenciales para el funcionamiento pulmonar, tales como los fosfolípidos del surfactante, la elastina y el colágeno que forman el arma- zón estructural del pulmón, y los mucopolisacáridos del moco bronquial. LA CIRCULACIÓN PULMONAR Presiones vasculares pulmonares Las presiones en la circulación pulmonar son notable- mente bajas. La presión arterial pulmonar es aproximada- mente una quinta parte de la existente en la circulación periférica. En la Figura 48.1 se representa un diagrama esquemático de las circulaciones pulmonar y sistémica con los valores normales de las presiones intravasculares. La presión media de la arteria pulmonar (Pap) es de apenas unos 15 mm Hg (2 kPa), comparada con los 100 mm Hg (13.3 kPa) de la aorta. Las presiones sistólica y diastólica alcanzan 25 y 8 mm Hg (3.33 y 1.06 kPa), respectivamen- te, lo que indica que es una presión muy pulsátil. El gra- diente de presión para el flujo pulmonar es la pequeña diferencia (10 mm Hg; 1.33 kPa) entre la presión media en la arteria pulmonar (15 mm Hg; 2 kPa) y la presión en la aurícula izquierda (5 mm Hg; 0.67 kPa). Estas presiones pulmonares se miden utilizando un catéter flotante de Swan-Ganz, que consiste en un tubo delgado y flexible cuyo extremo distal se encuentra rodeado por un balón inflable. Este catéter, introducido a través de una vena periférica, se avanza con el balón hinchado siguiendo la circulación sanguínea hasta que queda enclavado en una pequeña rama de la arteria pulmonar. Cuando el flujo de sangre se interrumpe por el balón inflado, la punta del catéter mide la presión existente a partir de ese punto, es decir, la presión venosa pulmonar (Pvp), la cual refleja a su vez la presión en la aurícula izquierda (Fig. 48.2). La presión capilar se encuentra a mitad de camino entre la Pap y la Pvp, y hay trabajos que sugieren que gran parte de la caída de presión se produce dentro del lecho capilar. La posibilidad de acoplar la medida del gasto cardíaco por termodilución y la medición de las presiones de la circula- ción pulmonar en un mismo catéter ha permitido hoy en día realizar mediciones hemodinámicas de forma continua en seres humanos. El valor de las presiones expuestas se obtiene utili- zando como presión de referencia la atmosférica; sin embargo, los vasos pulmonares están sometidos a la influencia de las presiones circundantes, que cambian durante el ciclo respiratorio y que modifican de forma sus- tancial las presiones vasculares. Llamamos presión trans- 610 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A R E S P I R AT O R I O
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