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FISIOLOGÍA HUMANA-639

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INTRODUCCIÓN
Para realizar el intercambio gaseoso de O2 y CO2
entre el aire y la sangre, los vasos pulmonares se ramifican
en una amplia red de capilares, que ponen la sangre en
contacto con el aire a través de la interfase alveolocapilar,
cuya superficie total en el adulto normal es de 140 m2
aproximadamente. Todo el gasto cardíaco circula cada
minuto a través de los pulmones, con una presión en la
arteria pulmonar que es solamente un sexto de la presión
en la aorta. Es decir, la circulación pulmonar o “circula-
ción menor” es un sistema de flujo alto y presión baja, y
no se puede considerar parte de la circulación regional en
el sentido que lo son las circulaciones renal, hepática o
coronaria. Estas características tienen su correlación con la
estructura de los vasos pulmonares y explican la marcada
influencia de las presiones intratorácicas sobre la hemodi-
námica pulmonar (véase Capítulo 45).
Además de participar en el intercambio gaseoso, la
circulación pulmonar tiene cuatro funciones secundarias
no relacionadas con la respiración: sirve de reservorio de
sangre, actúa como filtro de partículas en la sangre veno-
sa, tiene actividades metabólicas, y participa en los meca-
nismos de defensa celular y humoral pulmonar.
El volumen total de sangre de toda la circulación pul-
monar es aproximadamente de 500 mL, es decir, el 10%
del volumen total de sangre circulante (5000 mL). La
enorme elasticidad de los vasos sanguíneos pulmonares y
el árbol vascular de las zonas superiores pulmonares (nor-
malmente menos perfundido) permiten que el pulmón
aumente su volumen sanguíneo con elevaciones relativa-
mente pequeñas de las presiones arterial o venosa pulmo-
nares, por ejemplo durante el ejercicio o al pasar de la
posición ortostática a decúbito supino.
Otra función del pulmón es filtrar la sangre. Los
pequeños trombos sanguíneos o émbolos de grasa o aire
son eliminados de la circulación antes de que puedan lle-
gar al cerebro o a otros órganos vitales. Las células endo-
teliales que tapizan los vasos pulmonares liberan
sustancias fibrinolíticas y anticoagulantes que ayudan a
disolver los trombos. 
El pulmón también participa en los mecanismos de
defensa celular y humoral pulmonares a través de las
inmunoglobulinas (IgA) y de los macrófagos pulmonares. 
Otra función importante de la circulación pulmonar es
el metabolismo de hormonas vasoactivas. Una de estas
sustancias es la angiotensina I, la cual se activa y se con-
vierte en angiotensina II por la enzima de conversión de la
angiotensina (ECA) localizada en la superficie de las célu-
las endoteliales de los capilares pulmonares. La activación
es extraordinariamente rápida, y el 80% de la angiotensina
I puede convertirse en angiotensina II (potente vasocons-
trictor) durante un único paso a través de los vasos pulmo-
nares. 
El metabolismo de las hormonas vasoactivas por la
circulación pulmonar parece ser bastante selectivo. Algu-
nas hormonas vasoactivas, entre ellas la bradiquinina, la
serotonina y las prostaglandinas E1, E2 y F2� son inactiva-
das casi por completo por las células endoteliales pulmo-
nares. Otras prostaglandinas, como la A1 y la A2, pasan a
través del pulmón sin ser modificadas. La noradrenalina se
inactiva en los pulmones, pero la adrenalina, la histamina
y la vasopresina pasan a través de la circulación pulmonar
sin ser modificadas. 
La circulación pulmonar participa aportando sustan-
cias para la síntesis de varias sustancias esenciales para el
funcionamiento pulmonar, tales como los fosfolípidos del
surfactante, la elastina y el colágeno que forman el arma-
zón estructural del pulmón, y los mucopolisacáridos del
moco bronquial. 
LA CIRCULACIÓN PULMONAR
Presiones vasculares pulmonares
Las presiones en la circulación pulmonar son notable-
mente bajas. La presión arterial pulmonar es aproximada-
mente una quinta parte de la existente en la circulación
periférica. En la Figura 48.1 se representa un diagrama
esquemático de las circulaciones pulmonar y sistémica con
los valores normales de las presiones intravasculares. La
presión media de la arteria pulmonar (Pap) es de apenas
unos 15 mm Hg (2 kPa), comparada con los 100 mm Hg
(13.3 kPa) de la aorta. Las presiones sistólica y diastólica
alcanzan 25 y 8 mm Hg (3.33 y 1.06 kPa), respectivamen-
te, lo que indica que es una presión muy pulsátil. El gra-
diente de presión para el flujo pulmonar es la pequeña
diferencia (10 mm Hg; 1.33 kPa) entre la presión media en
la arteria pulmonar (15 mm Hg; 2 kPa) y la presión en la
aurícula izquierda (5 mm Hg; 0.67 kPa). Estas presiones
pulmonares se miden utilizando un catéter flotante de
Swan-Ganz, que consiste en un tubo delgado y flexible
cuyo extremo distal se encuentra rodeado por un balón
inflable. Este catéter, introducido a través de una vena
periférica, se avanza con el balón hinchado siguiendo la
circulación sanguínea hasta que queda enclavado en una
pequeña rama de la arteria pulmonar. Cuando el flujo de
sangre se interrumpe por el balón inflado, la punta del
catéter mide la presión existente a partir de ese punto, es
decir, la presión venosa pulmonar (Pvp), la cual refleja a
su vez la presión en la aurícula izquierda (Fig. 48.2). La
presión capilar se encuentra a mitad de camino entre la
Pap y la Pvp, y hay trabajos que sugieren que gran parte de
la caída de presión se produce dentro del lecho capilar. La
posibilidad de acoplar la medida del gasto cardíaco por
termodilución y la medición de las presiones de la circula-
ción pulmonar en un mismo catéter ha permitido hoy en
día realizar mediciones hemodinámicas de forma continua
en seres humanos.
El valor de las presiones expuestas se obtiene utili-
zando como presión de referencia la atmosférica; sin
embargo, los vasos pulmonares están sometidos a la
influencia de las presiones circundantes, que cambian
durante el ciclo respiratorio y que modifican de forma sus-
tancial las presiones vasculares. Llamamos presión trans-
610 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A R E S P I R AT O R I O

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