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rio. Actúa disminuyendo la sensibilidad de las células (sobre todo musculares) a la insulina. Esto contribuye a un fenómeno que se observa en las personas obesas, que es la “resistencia a la insulina”. Este término alude al hecho de que en estos sujetos se precisa mayor cantidad de insulina para mantener los niveles fisiológicos de glucosa en san- gre. Por este motivo, los pacientes obesos con problemas en los niveles de glucosa experimentan una mejoría al per- der peso. La diabetes mellitus Cuando fallan la secreción de insulina o su efecto bio- lógico, los niveles de glucosa en sangre aumentan, y nos encontramos ante la enfermedad llamada diabetes mellitus o sacarina (diferente de la diabetes insípida). Las causas de esta enfermedad son variadas, desde la ausencia de secreción de insulina, pasando por formas anormales de la hormona (proinsulina, cambios de amino- ácidos en la cadena etc.), exceso de hormonas contrainsu- lares o fallos de receptor. Síntomas de la diabetes En cualquier caso, la glucemia aumenta, dato funda- mental de esta enfermedad. El exceso de glucosa hace que la sangre ejerza un efecto osmótico sobre los líquidos del organismo, que pasan al torrente circulatorio y se pierden por el riñón, dando lugar a uno de los síntomas capitales: la poliuria. Este volumen aumentado de orina tiene además la característica de que la orina eliminada tiene un alto contenido en glucosa, es decir, es dulce (así se diagnosti- caba antiguamente la diabetes sacarina) debido a que el transportador renal de glucosa se satura. La pérdida de un volumen importante de líquido cor- poral provoca la estimulación de los receptores de volu- men, que hacen que aparezca la sensación de sed, que produce una necesidad continua de ingerir agua, dando lugar a otro de los síntomas capitales de la diabetes: la polidipsia secundaria a la deshidratación. Por otro lado, las células no son capaces de hacer uso de la glucosa como combustible, y van consumiendo gra- sas, que por un lado llevan a la producción de cuerpos cetónicos, que produce acidosis metabólica. El exceso de cuerpos cetónicos se elimina por orina, donde se puede medir el grado de cetosis. También se eliminan por la res- piración, produciendo un característico olor a manzanas en el ambiente y dando lugar a hiperventilación, que se debe al metabolismo de los cuerpos cetónicos: Cuerpos cetónicos + bicarbonato = CO3H2 = H2O + CO2 El aumento de CO2 estimula como sabemos la respi- ración. El consumo de grasas no es suficiente para el meta- bolismo celular, que en general se lleva más a partir de hidratos de carbono, por lo que las células demandan energía, lo que se traduce como otro de los síntomas, que es el hambre o polifagia. Curiosamente, un individuo dia- bético sin tratar come mucho, pero aun así, presenta un evidente adelgazamiento por la intensa lipólisis y la pérdi- da de glucosa por orina. Si la situación sigue evolucionando sin ser tratada, la acidosis y otro cortejo de síntomas secundarios que se van desarrollando conducen al coma y a la muerte. Glucagón El glucagón es un péptido lineal de 29 aminoácidos cuya secuencia primaria está altamente conservada en todos los mamíferos. Se sintetiza inicialmente en forma de un precursor, el proglucagón. El proglucagón se expresa en diferentes tejidos (cerebro, páncreas, intestino) y es procesado proteolíticamente de forma tejido-dependiente, dando lugar a múltiples hormonas peptídicas. Por ejemplo, en el intestino, el proglucagón es procesado a GLP-1 y GLP-2 por acción de las convertasas PC1 y PC3, mientras que en el páncreas es procesado a glucagón por acción de la convertasa PC2 (Fig. 74.10). El glucagón es liberado al torrente sanguíneo por las células � de los islotes. Actúa como hormona contrarregu- ladora de la insulina, jugando un papel importante en el mantenimiento de la homeostasis de la glucosa. Su papel fisiológico más importante es aumentar los niveles de glu- cosa en sangre. Para aumentar los niveles de glucosa, el glucagón promueve la liberación de glucosa por el hígado aumentando la glucogenólisis y la gluconeogénesis, dis- minuyendo la glucogenogénesis y la glucólisis. La secre- ción de glucagón es pulsátil y puede ejercer sus efectos en pocos minutos y disiparse rápidamente. La secreción de glucagón es estimulada preferente- mente por las bajas concentraciones de glucosa o por las altas concentraciones de catecolaminas. El glucagón cir- cula en el plasma en forma libre, ya que no se asocia con ninguna proteína de transporte. Su vida media es corta (unos 5 minutos), y es inactivado en el hígado. En general, las acciones del glucagón son opuestas a las de la insulina. Mientras que la insulina promueve el almacenamiento de energía, estimulando la glugenogénesis, la lipogénesis y la síntesis de proteínas, el glucagón causa la rápida movili- zación de las fuentes potenciales de energía, estimulando la glucogenólisis y la lipólisis. El glucagón es también la más potente hormona gluconeogénica, y es cetogénico. Para ejercer sus acciones, el glucagón debe unirse a receptores específicos de membrana. El receptor de gluca- gón es una proteína plasmática de 63 kD, con siete domi- nios transmembrana, 5 residuos de cisterna en su extremo NH2-terminal y que está acoplado a proteínas G (Fig. 74.11). Tras la unión a su receptor, el glucagón inicia sus acciones activando proteínas G. Al menos dos clases de proteínas G pueden estar implicadas en el mecanismo de transducción de señales del glucagón, Gs� y Gq. La acti- vación de Gs� conduce a la activación del sistema adeni- lato ciclasa, incrementando los niveles de AMPc, y la subsiguiente activación de la proteína quinasa A (PKA). P Á N C R E A S E N D O C R I N O 939
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