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preservar el volumen del líquido extracelular, y por lo tan- to la volemia, para mantener el flujo sanguíneo en los órganos prioritarios. El aumento del tono simpático renal disminuye el flujo sanguíneo renal y por lo tanto disminu- ye la filtración glomerular. Por otro lado la activación de los receptores betaadrenérgicos estimula la secreción de renina y la producción de angiotensina II y aldosterona. A su vez, la angiotensina amplifica la respuesta presora y la aldosterona contribuye a la retención de sodio y a la expansión del volumen del líquido extracelular (Fig. 85.2). A la conservación del líquido extracelular también contri- buye el aumento de la secreción de ADH por la neurohi- pofisis y de la angiotensina II central, que está involucrada en los mecanismos centrales productores de la sensación de sed. El significado fisiológico de todas estas respuestas a nivel renal no está claro, puesto que estas respuestas son breves y no parecen modificar significativamente el equi- librio hidroelectrolítico. Se ha sugerido que el aumento de la secreción de cortisol podría en parte neutralizar estos cambios. El cortisol inhibe la secreción de ADH y aumen- ta la filtración glomerular, lo que de alguna manera contri- buiría a promover la excreción renal de agua. Durante el estrés deben activarse mecanismos hipo- tensores, puesto que los animales adrenalectomizados mueren al sufrir un estrés de gran intensidad manifestan- do, entre otros síntomas, hipotensión. Esto podría deberse en parte a la activación de los opioides endógenos. La administración de un antagonista opiáceo, la naloxona, en situación basal no tiene apenas ningún efecto sobre el sis- tema cardiovascular. Sin embargo, la administración de naloxona bloquea diversas respuestas al estrés. En las ratas estresadas se observa un aumento de la presión arterial, que retorna a los valores normales cuando el estímulo va desapareciendo. La administración de naloxona retarda considerablemente la restauración de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca. Los opioides, por lo tanto, pare- cen ser unos moduladores importantes de la función sim- pático-adrenomedular. Durante una situación basal sería un sistema quiescente, e intervendría en las situaciones de estrés, previniendo una respuesta de estrés desmesurada que podría ser contraproducente para el organismo. La activación simpático-adrenomedular, cuando se mantiene de manera crónica, puede producir hipertrofia cardíaca y acelerar la aterosclerosis, con el consiguiente riesgo de muerte por trastornos cardiovasculares. En los E S T R É S 1101 Estrés SNC Hipotálamo SN simpático Neurohipófisis ADH Defensa de la volemia y la tensión arterial Cortisol Adenohipófisis ACTH Aldosterona Angiotensina II Renina Ap. yuxtaglomerular Médula suprarrenal Adrenalina Figura 85.2. Respuesta cardiovascular y renal al estrés.
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