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Enfermedad Celíaca monografia

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Enfermedad Celíaca 
 
 
Autor: Gette Josefina 
 
Fecha: 5 de Junio del 2020 
 
Materia: Inmunología 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Índice: 
 
1. Introducción……………………………………………………………………...…3 
 
2. Desarrollo 
a. Capítulo 1: Autoinmunidad………………………………………………….....5 
b. Capítulo 2: Reacciones de hipersensibilidad……………………………….......7 
c. Capítulo 3: Causas de la enfermedad celíaca……………………………..…....9 
I. Genéticas…………………………………………………………..…...9 
II. Ambientales………………………………………………………...….10 
d. Capítulo 4: Inmunopatogenia……………………………………………….....10 
e. Capítulo 5: Discrepancias……………………………………………………...12 
 
3. Conclusión…………………………………………………………………………14 
 
4. Referencias bibliográficas……………….………………………………………...16 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Introducción: 
a enfermedad celíaca es una enfermedad inflamatoria, órgano-específica que altera 
la parte alta del intestino delgado, crónica y multifactorial, en la cual tanto agentes 
genéticos como ambientales conducen a la patología. La clínica se debe a la 
presencia de auto anticuerpos y células T efectoras (TCD4+ y TCD8+) que alteran la 
estructura y función de los enterocitos. Su anatomía patológica se caracteriza por la pérdida 
de las vellosidades digitiformes intestinales (atrofia vellosa), lo que puede generar 
fenómenos de malabsorción, acompañados de inflamación de la pared intestinal. La causa 
de esta patología es el reconocimiento de ciertas proteínas del gluten presentes en el trigo, 
la cebada y el centeno, por parte de linfocitos T que expresen mutaciones concretas del 
Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH) o sistema HLA. 
 Determinados factores exógenos, como el gluten, actúan como disparadores o “gatillos” 
de la enfermedad al romper la tolerancia e inducir la respuesta inmune innata. A su vez 
activan a las Células Dendríticas (CD), las cuales guiarán dicho antígeno hacia los órganos 
linfáticos secundarios donde se lo presentarán a los linfocitos T en el contexto de moléculas 
del CMH para activarlos. La continua exposición a los antígenos dietarios es 
imprescindible para sostener la inmunopatogenia, lo que hace notar la necesidad de la 
activación del sistema inmune adaptativo y la generación de auto anticuerpos contra estos 
antígenos. 
 Según la Asociación Celíaca Argentina, 1 de cada 100 habitantes puede ser celíaco, 
selectivamente aquellos individuos que expresen las moléculas HLA-DQ2 o HLA-DQ8. 
Dichas moléculas son las responsables del reconocimiento de los antígenos, y la posterior 
producción de auto anticuerpos específicos, por ejemplos contra la enzima 
Transglutaminasa 2 (TG2), cuya presencia elevada permite el diagnóstico de la 
enfermedad. 
 Si bien gran parte de los autores la clasifican como una enfermedad de tipo autoinmune 
debido a la presencia de auto-anticuerpos contra la TG2 y de linfocitos T específicos contra 
el gluten, hay otros que la incluyen en el grupo de las reacciones de hipersensibilidad ya 
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que ésta patología depende por completo de la exposición a un antígeno ambiental como lo 
es el gluten. 
 En la primer parte del siguiente trabajo se analizarán las características de las 
enfermedades autoinmunes y a su vez de las reacciones de hipersensibilidad. 
Posteriormente se describirán las causas de la Enfermedad Celiaca (EC) y por último se 
detallarán las discrepancias relacionadas a su clasificación. Dicha información fue 
recopilada de papers, reviews, y diferentes libros de inmunología. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Desarrollo 
Capítulo 1: Autoinmunidad 
 El autorreconocimiento es la capacidad del sistema inmune de reconocer antígenos 
propios, lo que le permite a nuestro organismo mantener la homeostasis al realizar un 
proceso denominado tolerancia. Durante la ontogenia de los linfocitos B y T se generan 
clones que son auto-reactivos, es decir se activan al reconocer péptidos propios. Sin 
embargo estos son silenciados tanto a nivel central como periférico. En el primer caso, ya 
sea en el timo o en el bazo, aquellos linfocitos que interaccionen con alta o nula avidez con 
los complejos péptido-CMH de las células presentadoras de antígenos (CPA), mueren por 
apoptosis. En cambio a nivel periférico estos clones no van a poder llevar a cabo sus 
acciones debido a la ausencia de las señales necesarias para su activación o a su deleción 
por distintos mecanismos como el que realizan las células T Reguladoras. 
 Por otro lado, la respuesta autoinmune es aquella generada por la formación de auto-
anticuerpos o linfocitos T auto-reactivos, que pueden ser detectables en el laboratorio. Este 
tipo de respuestas son frecuentes en la población humana, sin embargo un porcentaje 
mucho menor es el que sufre de enfermedades autoinmunes (entidad nosológica producida 
a partir de una respuesta auto-inmunitaria). Dichas patologías son consecuencia de 
reacciones de base inmunitaria, crónicas, en las que las dianas son moléculas propias 
denominadas “auto-antígenos”. Las células que presentan dichos antígenos, al ser 
destruidas por auto-anticuerpos o células T auto-reactivas, causan la clínica de la 
enfermedad. 
 Normalmente, gracias a los mecanismos de tolerancia, se eliminan las reacciones de tipo 
autoinmunes. No obstante, cuando dicha tolerancia se pierde, se genera la autoinmunidad. 
Esto puede ocurrir por la combinación de diferentes irregularidades: 
 Tolerancia o regulación defectuosa que permita la maduración de linfocitos auto-
reactivos. 
 Presentación anómala de antígenos propios, ya sea por cambios estructurales del 
antígeno debido a modificaciones enzimáticas o por estrés y lesión tisular. 
 
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 Inflamación o respuesta inmune innata inicial que puede ser desencadenada por 
procesos infecciosos, lo que podría activar a las CPA y éstas a los linfocitos de 
manera exagerada, generando la autoinmunidad. 
 Estas enfermedades son frecuentes entre un 4% y un 7% de la población mundial y se 
caracterizan por la tendencia a la agregación familiar, mayor incidencia en el sexo 
femenino, curso crónico remitente con exacerbaciones (debido a que los auto-antígenos no 
se pueden eliminar) y relativa indemnidad del sistema inmunitario. 
 Otro rasgo importante es que las enfermedades autoinmunes son multifactoriales, es 
decir tanto factores genéticos, que podrían romper la tolerancia, como ambientales, que 
podrían promover la llegada de linfocitos auto-reactivos al tejido en cuestión, inciden en su 
desarrollo. Dentro del componente genético, aquellos que confieren mayor susceptibilidad a 
la autoinmunidad son los genes del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de tipo 
II. Este sistema cumple con la función de presentar péptidos a los linfocitos T (CMH-I 
presenta péptidos a los linfocitos TCD8+ y CMH-II a los TCD4+), tanto endógenos como 
exógenos y a su vez, propios como extraños, con el objetivo de reconocer aquellas 
moléculas que pertenecen a nuestro organismo y de ese modo proteger a las células 
normales del ataque citotóxico mediado por las células Natural Killer (NK). La influencia 
del CMH en la respuesta inmunitaria sugiere que se pueda asociar la capacidad de ciertos 
alelos para presentar péptidos de antígenos propios a los linfocitos T con las patologías 
autoinmunes. 
 Los factores ambientales que pueden incidir en estos casos son: a) físicos, como la luz 
UV que puede lesionar selectivamente a las células presentadoras de antígenos o a los 
linfocitos T Reguladores; b) traumatismos que pueden inducir el reconocimiento de auto-
antígenos en sitios inmunológicamente privilegiados; c) químicos como ciertos fármacos 
que pueden romper la tolerancia; d) infecciones tanto bacterianas como virales. 
 Las enfermedades autoinmunes se pueden clasificar en: 
1. Primarias: producidas por una falla intrínseca del sistema inmunitario, cuya causa es 
una deficiencia o mutación en genesrelacionados con la selección tímica o con 
distintas fases de la respuesta inmune. 
 
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2. Secundarias: causadas por fármacos, infecciones o paraneoplasias. 
3. Idiopáticas: de etiología desconocida 
4. Autoinflamatorias: se desarrollan a causa de fallas en los mecanismos de regulación 
o control de la inmunidad innata. 
 Según la distribución de los tejidos afectados se clasifican en: 
1. Enfermedades órgano-específicas: afectan exclusivamente un órgano o tejido. 
2. Enfermedades no órgano-específicas o sistémicas: las dianas suelen ser ubicuas 
y pueden afectar múltiples órganos. 
 
Capítulo 2: Reacciones de hipersensibilidad 
 La hipersensibilidad es una reacción anómala en la cual en nuestro organismo se genera 
una reacción inmunitaria exagerada frente a algo que se percibe como extraño, ya sea un 
auto-antígeno, un antígeno microbiano o uno ambiental. Cuando estos desencadenan una 
respuesta Th2 con la consiguiente producción de anticuerpos IgE, se denominan 
“alérgenos”. Dichas partículas son proteínas de bajo peso molecular, con actividad 
enzimática, generalmente proteolítica (lo que favorece su ingreso a través de las mucosas), 
son altamente solubles por lo cual difunden fácilmente, su estabilidad es alta y algunos 
pueden actuar como haptenos al asociarse a proteínas del huésped a fin de adquirir 
inmunogenicidad. 
 Las reacciones de hipersensibilidad se clasifican según Gell y Coombs en 4 categorías: 
1. Tipo I: son reacciones inmediatas mediadas por anticuerpos de tipo IgE, cuya 
producción es inducida por las citoquinas IL-4 e IL-13, producidas por células Th2, 
en plasmocitos de las mucosas. Aquellos individuos que tienen predisposición a 
secretar anticuerpos IgE frente a alérgenos se denominan “atópicos”. Esta respuesta 
es efectuada por mastocitos y eosinófilos. Por ejemplo: rinitis alérgica, alergias a 
alimentos y asma alérgica. 
2. Tipo II: son reacciones inmediatas mediadas por anticuerpos IgG e IgM, los cuales 
reconocen antígenos particulados y estimulan la activación de la vía clásica del 
 
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Complemento (sistema de defensa del organismo frente a bacterias capsuladas, 
infecciones micóticas y parasitarias). Esto promueve el reclutamiento y la 
activación de neutrófilos, monocitos y macrófagos y la aparición de cuadros 
inflamatorios. A su vez los anticuerpos pueden opsonizar células circulantes 
promoviendo su fagocitosis por distintos tipos de macrófagos como las células de 
Kupffer en el hígado o los esplénicos en el bazo. Por ejemplo: eritroblastosis fetal, 
anemia hemolítica autoinmune, diabetes mellitus. 
3. Tipo III: se caracterizan por el depósito de Complejos Inmunes (CI: formados por 
la unión de un antígeno soluble, no particulado, a un anticuerpo) compuestos por 
IgG e IgM, en distintos tejidos, lo que desencadena una respuesta inflamatoria y 
conlleva a lesiones tisulares. Esto se da cuando hay una excesiva producción de CI 
o su depuración se encuentra comprometida. Los lugares más propensos a este tipo 
de reacciones son los pequeños vasos, los capilares glomerulares y sinoviales. La 
respuesta inflamatoria es mediada por la activación del sistema del complemento 
mediante la vía clásica que permite el reclutamiento de neutrófilos, y a su vez por 
mastocitos, monocitos y macrófagos. Por ejemplo: enfermedad del suero. 
4. Tipo IV: son reacciones de tipo tardío ya que son mediadas por linfocitos T, cuyo 
reclutamiento demora entre 18-72 horas, en la re exposición al antígeno. Abarcan un 
amplio espectro de patologías de etiología tanto infecciosa como autoinmune. Se 
pueden subdividir en 2 grupos según el mecanismo efector: 
 Daño por respuesta inflamatoria mediada por linfocitos Th1 y macrófagos 
activados productores de Interferón Gama (IFN-γ). Por ejemplo: 
Tuberculosis 
 Mediadas por la acción de linfocitos T CD8 citotóxicos. Por ejemplo: 
dermatitis de contacto. 
 
 
 
 
 
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Capítulo 3: Causas de la enfermedad celíaca 
1. Genéticas: 
 La Enfermedad Celiaca es un desorden poligénico cuyo factor más importante es aquel 
relacionado al Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH) o sistema HLA, el cual 
presenta determinada mutación en estos pacientes que resultan necesarias pero no 
suficientes para el desarrollo de la enfermedad. 
 La expresión de las moléculas HLA-DQ2 y HLA-DQ8 en las CPA permite el 
reconocimiento, a través del TCR (receptor específico de los linfocitos T) de las células 
TCD4+, de ciertas proteínas del gluten como la gliadina y glutenina, presentes en el trigo, 
la cebada y el centeno. Estas proteínas son ricas en residuos de glutamina y prolina, lo que 
los hace resistentes a la digestión gastrointestinal, y a su vez las convierte en sustratos de la 
enzima Transglutaminasa 2 (TG2). 
 Dicha enzima se encuentra en el citoplasma inactiva y unida a GTP; al pasar al 
compartimento extracelular se une a Calcio y recobra su actividad catalítica. Esta última 
forma, puede modificar residuos específicos de glutamina por un proceso denominado 
desaminación y transformarlos en ácido glutámico de carga negativa, lo cual aumenta aún 
más la afinidad por CMH-II. La misma regula su actividad en base a las condiciones del 
ambiente: en condiciones de oxidación disminuye su función, sin embargo por reducción 
puede recobrarla. Hay evidencias que sugieren que el microambiente generado en la 
enfermedad celíaca, el cual se caracteriza por inflamación, destrucción del tejido y un 
entorno reductor, favorece la actividad de la TG2. Las transformaciones estructurales que 
genera la enzima en los péptidos del gluten, hacen que éstos puedan unirse al complejo 
HLA-DQ2 y HLA-DQ8 de las CPA e interaccionar con los linfocitos T para activarlos. 
Estas células, ahora activas, especificas contra las proteínas del gluten, pueden destruir 
células epiteliales de la mucosa mediante el sistema FAS-FASL, el cual es llevado a cabo 
por los linfocitos que se diferenciaron hacia TCD8+ citotóxicos. FAS es un receptor que se 
expresa de manera constitutiva en las células y cuando su ligando (FASL), expresando en 
los linfocitos TCD8+, se une, éste se trimeriza y recluta caspasas 8, las cuales son proteínas 
involucradas en el proceso de apoptosis (muerte celular programada y regulada 
 
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genéticamente). A su vez los linfocitos que se diferencien hacia un perfil Th1 pueden 
generar inflamación por la secreción de IFN-γ el cual activa al epitelio estimulándolo a que 
exprese, entre otras cosas, IL-15 que promueve la supervivencia y funcionalidad de las 
células T. 
 Sin embargo los plasmocitos de aquellos pacientes que poseen esta mutación genética, 
producen auto anticuerpos contra la TG2 en las mucosas de tipo IgA principalmente, IgG e 
IgM, gracias a la colaboración por parte de algunos linfocitos T que se diferenciaron en un 
perfil TFH. 
2. Ambientales: 
 Para poder entender como el gluten adquiere la capacidad de activar al sistema inmune 
en ciertas personas y en otras no, hay que tener en cuenta la posibilidad de una 
“sensibilización” al mismo, es decir la exposición del individuo al antígeno ambiental que 
normalmente es inocuo, en un contexto genético predisponente y frente a determinados 
factores ambientales que favorezcan dicha reacción. Así es como se reconoce la necesidad 
de un desencadenante o gatillo ambiental que altere el microambiente intestinal para que el 
gluten sea reconocido como un antígeno extraño. Ejemplos de ello son las infecciones por 
enterovirus, como el rotavirus, los cuales al inducir la expresión de IFN-γ podrían activar al 
sistema inmune innato, alterar el perfil tolerogénico en el que se encuentran las CD y de 
esta manera promover la activación de la TG2 desencadenando la autoinmunidad. A su vez 
el IFN-γ puede ser inducido por infecciones de tipo bacterianas. 
 
Capítulo 4: Inmunopatogenia 
 Una característica distintiva de las enfermedades autoinmuneses la acumulación 
leucocitaria en los tejidos afectados por la patología. En la EC se encuentran linfocitos T 
citotóxicos intraepiteliales (LTC-IE) en el epitelio; células plasmáticas, linfocitos TCD4+ y 
Células Presentadoras de Antígenos (CPA) en la lámina propia. 
 
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 Los LT-IE (linfocitos T intra-epiteliales) se caracterizan por expresar la molécula αEβ7 
que les permite interaccionar con las moléculas de adhesión del epitelio, como la E-
cadherina, para adquirir esa localización. Más del 80% de las células de esta población 
comprenden LTCD8+, los cuales normalmente conforman la primera línea de defensa del 
intestino, contribuyen a mantener la integridad de la barrera epitelial y a su vez producen 
citoquinas inflamatorias que influyen en el desarrollo de la tolerancia frente a la flora 
comensal. Sin embargo, en la EC, la ausencia de dicha tolerancia conlleva a que estas 
células generan daño tisular. 
 Durante el curso de la enfermedad hay destrucción selectiva de las células del epitelio 
intestinal; sin embargo la lámina propia permanece intacta. Esto se debe a que los 
enterocitos expresan moléculas del CMH-I no clásicas, como MIC-A y HLA-E, que son 
reconocidas por receptores NKG2D y NKGDC, respectivamente, característicos de las 
células Natural Killer (NK) pero inducidos en los LTC-IE. Esta inducción se debe al 
aumento de la expresión de interleuquina 15 (IL-15) en el epitelio activado, la cual además 
actúa como co-estimulador para el TCR y los demás receptores de dichos LTC-IE. Esta 
citoquina es liberada como consecuencia de la presencia de péptidos derivados de la 
gliadina que activan al sistema inmune innato. Además tiene la capacidad de activar a las 
Células Dendríticas de la lámina propia e incrementar la expresión de MIC-A (molécula 
asociada al estrés tisular). 
 Las células T seleccionan los epítopes de las proteínas del gluten mediante 3 procesos: 
1. Estabilidad proteolítica: como se mencionó anteriormente, la presencia de 
residuos de prolina en el gluten lo hacen resistente a la digestión 
gastrointestinal, lo que aumenta su disponibilidad en la luz y la posibilidad de 
unión a HLA-DQ presente en la mucosa. 
2. Unión a HLA: las variaciones de este sistema expresadas en los individuos con 
EC, HLA-DQ2 y HLA-DQ8, tiene preferencia selectiva hacia los residuos del 
gluten cargados negativamente, ya que estos forman complejos péptido-CMH-II 
mucho más estables que aquellos que no lo son. 
3. Especificidad de la TG2: esta enzima es altamente selectiva para proteínas ricas 
en residuos de glutamina. 
 
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 Dadas dichas condiciones, los linfocitos T reconocen los péptidos derivados del gluten 
que fueron modificados por la TG2 y presentados en el contexto de CMH-II particulares, y 
al ser activados comienzan a producir IFN-γ e IL-21, particulares del perfil Th1. La primera 
de ambas moléculas genera el ambiente proinflamatorio necesario para el desarrollo de la 
enfermedad, mientras que la segunda orienta la diferenciación de las células T hacia un 
perfil TFH (T Folicular Helper) que colaborarán con las células B para que éstas puedan 
completar su maduración y producir anticuerpos específicos contra la enzima TG2. Los 
linfocitos B reconocen, a través de su BCR (receptor de linfocito B) complejos formados 
por péptidos del gluten unidos a dicha enzima, luego lo internalizan y procesan hasta lograr 
la escisión proteolítica del péptido el cual se unirá a las moléculas HLA. De esta forma 
podrán ser presentados a las células T y activarlas específicamente contra el gluten. 
 Se ha demostrado que cuando los pacientes comienzan una dieta libre de gluten, las 
células plasmáticas específicas para TG2 desaparecen una vez cumplida su vida media, así 
como disminuyen los niveles de expresión de MIC y de receptores NKG2D y NKGDC en 
los LTC-IE. 
 
Capítulo 5: Discrepancias 
 Como hemos descripto hasta el momento, la etiopatogenia de la Enfermedad Celíaca 
involucra mecanismos inmunológicos, desencadenados por un antígeno ambiental, el 
gluten. Es por esto que hay discrepancias a la hora de su clasificación ya que determinados 
autores la incluyen en el grupo de las enfermedades autoinmunes, como se demuestra en el 
siguiente ejemplo: 
“Aunque el antígeno causante de la enfermedad celíaca es extraño, argumentaremos que 
las observaciones de la enfermedad celíaca son relevantes para la autoinmunidad. El 
razonamiento se basa en observaciones genéticas que demuestran el intercambio de una 
gran cantidad de loci de susceptibilidad entre varios trastornos autoinmunes y la 
enfermedad celíaca. Además, las características clave de la patogénesis de la enfermedad 
celíaca se comparten con otros trastornos autoinmunes, en particular con la artritis 
reumatoide.” Jabri, B., y Sollid, L. M. (2.012). Celiac disease and transglutaminase 2: 
 
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Model for posttranslational modification of antigens and HLA association in the 
pathogenesis of autoimmune disorders. National Institutes of Health. Vol. 23 (6): 732-738. 
 Sin embargo otros la consideran una reacción de hipersensibilidad de tipo IV. 
“La enfermedad celíaca depende por completo de la presencia de un antígeno extraño 
(gluten) y no está relacionada con ninguna respuesta inmunitaria específica contra los 
antígenos en el tejido (el epitelio intestinal) que se lesiona durante la respuesta 
inmunitaria. Por lo tanto no se considera una enfermedad autoinmunitaria.”(Murphy, K., 
Travers, P., Walport M., (2.009). Inmunología de Janeway, México, Editorial Mc Graw 
Hill). 
 Si bien en ambos casos las lesiones se llevan a cabo mediante mecanismos inmunitarios, 
la principal diferencia se encuentra en el origen del antígeno. Cuando éste procede del 
medio ambiente, es decir es exógeno, hace referencia a una reacción de hipersensibilidad, 
en cambio cuando es endógeno se lo asocia a autoinmunidad. Como veremos a 
continuación, algunos investigadores concluyen que la enfermedad celíaca podría tener 
rasgos correspondientes a ambos grupos: 
 “La enfermedad celíaca tiene elementos que se encuentran tanto en la autoinmunidad 
como en la alergia. Es claramente un trastorno de hipersensibilidad provocado por la 
ingestión de proteínas de cereales pero, al mismo tiempo, se caracteriza por la presencia 
de anticuerpos altamente específicos contra TG2. La presencia de IEL capaces de matar 
enterocitos que han sido alterados por la exposición al gluten también puede verse como 
un fenómeno autoinmune.” Jabri, B., Sollid, L. M., (2.006). Mechanisms of Disease: 
immunopathogenesis of celiac disease. Revista Nature, vol. 3 (9): 516-525. 
 
 
 
 
 
 
 
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Conclusión: 
 La enfermedad celíaca es un desorden inflamatorio que afecta al intestino delgado, de 
carácter multifactorial y crónico, mediado por el sistema inmune. Los pacientes que poseen 
mutaciones en los genes del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (HLA-DQ2 y HLA-
DQ8) tienen mayor predisposición a desarrollar la enfermedad. Sin embargo para que esto 
ocurra se requiere la sensibilización del paciente gracias al contacto con un antígeno 
exógeno, como el gluten. 
 Cuando determinados factores ambientales, como infecciones virales, generan un 
ambiente proinflamatorio caracterizado por altos niveles de expresión de IFN-γ, provocan 
la pérdida de la tolerancia y lo tornan susceptible al desarrollo de la autoinmunidad 
permitiendo la activación de la enzima Transglutaminasa 2 (TG2). 
 En aquellas situaciones en las que estos individuos están en contacto con el gluten, este 
es modificado por TG2 activa presente en la mucosa intestinal, dando lugar a su unión con 
las moléculas HLA-DQ2 y HLA-DQ8 de las CPA de la lámina propia. De esta manera se 
forman complejos capaces de activar a los linfocitos T y orientarlos hacia un perfil TCD8+ 
citotóxicos que destruirán a los enterocitos. A su vez pueden distinguirse linfocitos Th1productores de IFN-γ e IL-21. Los altos niveles de esta citoquina podrán estimular la 
diferenciación en TFH, los cuales colaborarán con los linfocitos B para producir 
anticuerpos específicos contra la TG2, que aumentarán el nivel de daño al interaccionar con 
su antígeno (TG2) en las células del epitelio intestinal. 
 Tanto la inflamación como la producción de IFN-γ activan al endotelio y lo inducen a 
secretar IL-15, la cual incrementa los niveles de expresión de las moléculas MIC-A y HLA-
E que son reconocidas por receptores característicos de las células NK pero inducidos en 
los LTC-IE. Esto contribuye con la generación del daño tisular. 
 Se ha demostrado que con una dieta libre de gluten los niveles de anticuerpos 
específicos contra la TG2 disminuyen, al igual que la expresión de MIC-A y de sus 
receptores en los linfocitos intra-epiteliales. 
 Si bien hay autores que clasifican a esta enfermedad como una reacción de 
hipersensibilidad ya que depende exclusivamente de la presencia de un antígeno ambiental 
 
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(gluten), otros la incluyen en el grupo de las enfermedades autoinmunes debido a la 
presencia de anticuerpos específicos contra la TG2 y de linfocitos auto-reactivos. Quizás, 
sería conveniente replantearse esta manera de clasificar a las enfermedades cuya 
etiopatogenia involucra mecanismos inmunológicos, y comenzar a distinguirlas según el 
origen del antígeno. Así podríamos agruparlas en 3 categorías de acuerdo a si el antígeno es 
propio (autoantígeno), microbiano o ambiental no microbiano, y de esta manera se 
involucrarían todas en el grupo de las inmuopatologías. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Referencias bibliográficas: 
 
1. Abbas, A., Lichtman, A., Pillias, S. (2.015). Inmunología celular y molecular. 8ª ed. 
Editorial ELSEVIER. Cap. 15 y 19 
2. Fainboim, L., Geffner, J. (2.011). Introducción a la inmunología humana. 6ª ed. 
Editorial Panamericana. Cap. 21 y 22. 
3. Murphy, K., Travers, P., Walport, M. (2.009). Inmunología de Janeway. 7ª ed. 
Editorial Mc Graw Hill. 
4. Sollid, L. M., Jabri, B. (2.011). Celiac disease and transglutaminase 2: Model for 
posttranslational modification of antigens and HLA association in the pathogenesis 
of autoimmune disorders. National Institutes of Health. Vol. 23 (6): 732-738. 
5. Sollid, L. M., Jabri, B. (2.013). Triggers and drivers of autoimmunity: lessons from 
coeliac disease. National Institute of Health. Vol. 13 (4). 
6. Sollid, L. M., Jabri, B. (2.006). Mechanisms of Disease: immunopathogenesis of 
celiac disease. Nature: clinical practice. Vol. 3 (9): 516-525.

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