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Fenómeno de "El Niño" 
J. Rubén G. Cárdenas. 
Durante mucho tiempo, el mayor reto de las ciencias atmosféricas ha 
sido entender las variaciones climáticas que se producen año con año 
porque, entre otras cosas, los seres humanos sufrimos directamente sus 
consecuencias; los cambios bruscos en el clima pueden causar sequías, 
inundaciones, hambrunas, etc. 
En las últimas tres décadas se ha encontrado que la variabilidad 
interanual en el clima está relacionada en gran medida con el fenómeno 
de El Niño-Oscilación del Sur. Este fenómeno abarca dos procesos 
asombrosos que finalmente se pueden considerar como uno solo y que 
conforman un claro ejemplo de la interacción océano atmósfera a gran 
escala. 
Los primeros intentos por entender la variabilidad del clima se dieron en 
el siglo XIX. Sir Gilbert Walter, meteorólogo inglés, estudió en ese siglo 
el fenómeno conocido como monzón de la India, y en 1928 dio a 
conocer por fin sus observaciones. Éstas mostraron que en los años en 
que la presión en superficie de Australia (la medida al nivel del mar) era 
en promedio más baja que la normal, en el océano Pacífico central era 
más alta. A este sube y baja en la presión superficial, con periodos de 
dos a cuatro años, se le llamó Oscilación del Sur. 
Por otro lado, los pescadores de las costas de Perú encontraron que en 
ciertos años, las aguas donde pescaban estaban más calientes de lo 
normal y esto ocasionaba que la pesca fuera mala. En esos mismos 
años, había lluvias torrenciales en esa región. Como la anomalía en la 
temperatura del océano alcanzaba un máximo hacia finales de año, 
durante diciembre, los pescadores asociaron esta especie de corriente 
de agua caliente con la llegada del Niño Jesús, por estar próxima la 
Navidad. En realidad, esta anomalía en la temperatura superficial del 
océano se extiende en los trópicos, del océano Pacífico central a las 
costas de Sudamérica. Durante un episodio de El Niño, el índice de 
oscilación se transforma en un número negativo de presión; es decir, la 
presión baja, y se caracteriza por un calentamiento del océano Pacífico 
central y del este y la presencia de lluvias. 
 
 
 En los años cincuenta y sesenta, el meteorólogo Jacob Bjerknes 
estableció que la llamada Oscilación del Sur y la corriente de El Niño 
eran parte de un mismo fenómeno climático que implicaba interacciones 
entre la atmósfera y el océano Pacífico tropical ubicado en las latitudes 
de Indonesia, Malasia y Australia. Estas interacciones ocasionaban un 
cambio en la configuración climática de la zona que parecía desplazarse 
hacia la zona ecuatorial del continente americano. Más adelante se 
encontró que las señales de que ocurría el fenómeno no se limitaban a 
las regiones tropicales del océano Pacífico, sino que podían afectar a 
regiones tan distantes como los EU y Sudamérica. Este fenómeno es 
periódico y puede durar entre 2 y 4 años. 
Las campañas de observación, el uso de satélites y el aumento en las 
comunicaciones han contribuido al conocimiento de El Niño y ahora ya 
se sabe cuál es el patrón de anomalías en la superficie del mar que lo 
caracteriza. También se ha determinado en qué medida afecta al clima 
del planeta, incluso se habla de que este fenómeno puede llegar a ser 
pronosticado. En el océano Pacífico tropical, cerca de Australia e 
Indonesia, los vientos dominantes cerca de la superficie se presentan 
con dirección este-oeste y se denominan alisios. Estos vientos tienden a 
acumular el agua tropical más caliente en el lado oeste, es decir, en la 
región de Indonesia y norte de Australia. Como la temperatura de 
superficie en esta región (>28 °C) es más elevada, el aire es más ligero 
y se forma una atmósfera inestable con gran formación de nubes y 
lluvias intensas. Por otro lado, el Pacífico tropical del este, cerca de las 
costas de América del Sur, es en general más frío (<27 °C), pues se 
presentan surgencias (advenimientos de agua más fría proveniente de el 
fondo marino) debidas a que los vientos alisios empujan las corrientes 
oceánicas superficiales que fluyen hacia el oeste y provocan este 
afloramiento de aguas profundas cerca de las costas del este del 
Pacífico. Estas aguas tienen muchos nutrientes y por eso algunas de las 
pesquerías más ricas están frente a las costas de Perú. No obstante, la 
presencia de aguas relativamente frías inhibe la formación de nubes (en 
las costas de Perú y Chile éstas son bajas) y producen muy poca lluvia. 
Cuando no hay Niño, el nivel del mar está en promedio unos 40 cm más 
alto en el oeste y la termoclina (superficie por debajo de la cual el agua 
del mar se considera a una temperatura constante) está a unos 200 m 
de profundidad. Al mismo tiempo, en el este la termoclina está a unos 
50 m, lo que genera la zona mencionada de inestabilidad atmosférica en 
 
 
el Pacífico del oeste que ocasiona precipitaciones. Cuando comienza 
alguna de las situaciones que dan lugar a El Niño, los alisios se debilitan, 
cesa el afloramiento de aguas profundas y la temperatura del agua del 
mar puede aumentar en el este del Pacífico tropical, pues la termoclina 
aumenta ahí su profundidad hasta 200 m e iguala la termoclina que hay 
en condiciones normales en el Pacífico del oeste. Esta situación se 
extiende por todo el Pacifico y se crean las condiciones para que surja 
una zona de convección en el Pacífico del este. 
Que los alisios cedan en intensidad permite que las aguas más calientes 
del Pacífico tropical, generalmente confinadas a la región del Pacífico del 
oeste cercana a Australia, se esparzan a lo largo del ecuador y que las 
temperaturas de la superficie del mar del Pacífico central y del este que 
rodea las costas sudamericanas, se eleven uno o dos grados 
centígrados. Aunque esto no parece un gran aumento en la temperatura 
del océano, la cantidad de energía que involucra sí lo es. Así, la cantidad 
de agua que ahora cuenta con mayor temperatura y que abarca los 
mares ecuatoriales del Pacífico del este resulta mayor con respecto a la 
de la zona del océano Pacífico del oeste por lo que la zona de 
precipitaciones no se confina a ese lugar mientras dura El Niño y 
 avanza hacia las costas americanas. Esto significa que la formación 
de nubes y de precipitaciones va asociada (en los mares) entre otras 
cosas, a la temperatura superficial del mar. 
Imaginemos que en un recipiente separado por una barrera adiabática 
tenemos agua caliente del lado derecho y en el izquierdo tenemos agua 
un poquito mas fría (supongamos que ésta abarca mas espacio en el 
recipiente) Nuestra barrera adiabática aquí son los vientos alisios que 
mantienen el agua caliente confinada a la región asiática del sureste. 
Ambos lados en nuestra cubeta imaginaria están iluminados y 
calentados por el Sol; pensemos que súbitamente retiramos la barrera y 
permitimos que el agua caliente se esparza a lo largo de todo el 
recipiente; esto ocasionará que la zona donde las lluvias se forman no 
será ahora sólo en la parte donde originalmente se encontraba el agua 
caliente sino que ahora puede darse en todo el recipiente, en particular 
en el lado izquierdo; no porque el agua en esta parte sea ahora más 
caliente, sino porque es más el agua que ahora tiene las características 
para que la lluvia se forme, es decir, una temperatura mayor con 
respecto a la que tenía originalmente. 
 
 
 
Fig. 1 Condiciones climáticas normales en el océano Pacífico vs. 
condiciones de El Niño. 
La dirección del viento va en líneas azules. Con la aparición de una 
zona de agua caliente en el Pacífico central y del este, la región de 
mayor actividad convectiva en la atmósfera, es decir, la de mayor 
formación de nubes profundas y precipitaciones más intensas (que se 
encuentra regularmente en el Pacífico del oeste por Australia e 
Indonesia), se desplaza hacia el Pacífico central ocasionando fuertes 
lluvias. Tal corrimiento de la zona más lluviosa no se debe a unamayor 
evaporación in situ, es decir, a que la temperatura del mar en el Pacífico 
central se eleve un par de grados (lo cual implicaría mayor evaporación 
y condensación de agua y por ende mayor precipitación), sino a que la 
convergencia de humedad se da ahora en esa región. Con estos 
cambios, donde antes llovía poco (por ejemplo, en las islas del Pacífico 
central o frente a las costas de Perú), se producirán ahora lluvias 
 
 
intensas e incluso inundaciones. Y donde antes llovía mucho, lloverá 
menos, como en el Pacífico del oeste. Incluso los huracanes que afectan 
por lo regular a Filipinas, Taiwán, etc., comienzan a formarse cerca de 
Thaiti, Fiji, etc., causando graves daños a la población. 
En Perú, por ejemplo, la aparición de aguas más calientes provoca que 
especies de peces, como la anchoveta, emigren en busca de alimento a 
regiones donde la temperatura es más baja o a otros lugares, pues el 
debilitamiento de los vientos produce una reducción en la surgencia de 
aguas frías que impacta las costas peruanas. Pero no sólo los 
pescadores se ven afectados, las aves marinas de las Galápagos pierden 
su fuente de alimento y sus poblaciones decrecen. 
La influencia de El Niño se siente también en regiones alejadas del 
Pacífico tropical. En el noreste de Brasil, se producen sequías intensas 
con su consecuente impacto en la agricultura. En Australia, la 
agricultura y la ganadería también resultan afectadas por la sequía y lo 
mismo en California. Por ello se establecen planes de prevención de 
desastres ante las fuertes lluvias de invierno e inundaciones que 
aparecen durante el invierno del Niño. 
No debe verse al fenómeno de El Niño como una amenaza para la 
supervivencia de la vida en la Tierra. En realidad, este tipo de 
variabilidad en el clima ha existido desde siempre. Los seres humanos y 
los ecosistemas en general, se han adaptado a tales extremos. Quizá 
hoy en día estos fenómenos causen más preocupación por afectar a más 
personas. El aumento desmedido de la población ha obligado a 
establecer asentamientos en zonas que pueden ser afectadas por estos 
fenómenos naturales. 
Además del fenómeno de El Niño, existe su contraparte, La Niña, que 
(corresponde a anomalías negativas) implica un descenso en la 
temperatura superficial de las aguas del Pacífico tropical centro-oeste. Al 
parecer, este fenómeno provoca eventos climáticos contrarios a los 
experimentados con El Niño: disminución de la temperatura superficial 
del mar, cambios en la dirección del viento, variaciones en el clima 
regional. Sin embrago, no es completamente claro que los efectos en el 
clima en otras regiones del planeta sean simétricos durante El Niño y La 
Niña; es decir, que los fenómenos asociados con El Niño sean 
exactamente los contrarios a los que se dan cuando hay Niña. Incluso 
 
 
hoy, es más claro que aunque el clima durante los años de El Niño 
tiende a ser anómalo en cierta dirección, hay grandes variantes en las 
respuestas climáticas regionales de un año de El Niño a otro, por lo que 
se habla de la no linearidad del sistema océano-atmósfera. Por otra 
parte, a un evento de El Niño no siempre sigue uno de La Niña, 
mostrando la no periodicidad del sistema climático. 
Referencias 
http://ww2010.atmos.uiuc.edu 
http://www.cpc.ncep.noaa.gob 
http://www.iri.ldeo.columbia.edu/ 
http://www.iri.ldeo.columbia.edu

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