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Infectología Pediátrica para el día a día Claudia P. Beltrán-Arroyave - Pio López López Editores Comité de Infectología Pediátrica - ACIN 2020 Infectología Pediátrica para el día a día Claudia P. Beltrán-Arroyave - Pio López López Pediatra Especialista en Enfermedades Infecciosas. Docente del Departamento de Pediatría. U. Antioquia, Clínica del Prado Grupo Quirón Salud, Clínica El Rosario Medellín, Colombia Pediatra Infectólogo. Jefe Depto. de Pediatría. Director programa Infectología Pediátrica U. del Valle. Ex presidente de la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN) Presidente Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) Investigador Emérito de Colciencias Director del Centro de Estudios en Infectología Pediátrica (CEIP) Cali Colombia Editores Comité de Infectología Pediátrica - ACIN 2020 IMPORTANTE: a pesar de que los conceptos emitidos en este libro han sido cuidadosamente revisados y actualizados, la dinámica de la ciencia o un error humano involuntario pueden obligar a modificar alguna de las opiniones emitidas. La ciencia es muy dinámica y los lectores deben mantener al tanto de nuevas investigaciones. INFECTOLOGÍA PEDIÁTRICA PARA EL DÍA A DÍA © Claudia Beltrán - Pio López López Comité de Infectología Pediátrica - ACIN pio.lopez@ceiponline.org Primera Edición 2020 Diseño carátula: Marcela López - Trino Sánchez - Douglas Rey Arquint Colombia Bogotá, Colombia ISBN 978-958-8404-41-7 Arte y diseño CENTRO EDITORIAL catorse@yahoo.com Cali – Colombia COMITÉ EDITORIAL INSTITUCIONAL Camilo Torres Serna, MD. MSP. MSc. PhD. Esperanza Zúñiga, Ps. MSP. Prefacio La sección de infectología pediátrica de la Asociación Colombiana de Infectología, ha decidido trabajar en conjunto para desarrollar el presente texto que hemos denominado “Infectología pediátrica para el día a día”. La idea es que sea una referencia útil al estudiante de medicina, al médico general, al pediatra y al infectólogo pediatra. La medicina es una ciencia en cambio constante, a medida que se amplían los conocimientos y se descubren nuevas verdades, hay necesidad de cambios en los conceptos manejados hasta ese momento. En el presente libro se aborda en forma resumida las infecciones más frecuentes que afectan a la edad pediátrica, a la luz de los nuevos conceptos en farmacocinética y farmacodinámica de los antimicrobianos. Nuestros autores han estado muy atentos en resaltar el problema que representa la resistencia bacteriana en los diferentes cuadros clínicos pediátricos. Esperamos que el lector encuentre una revisión actualizada de las infecciones mas frecuentes a la cuales nos enfrentamos en el “día a día” en nuestros hospitales, y le sirva para tomar decisiones apropiadas, para beneficio de sus pequeños pacientes. Los editores agradecen a los autores de los diferentes temas, el interés y el compromiso para lograr un texto de alta calidad académica. vi – Infectología pediátrica para el día a día Autores Alejandro Díaz D. Pediatra, Especialista en enfermedades infecciosas, Universidad CES. Medellín, Colombia. Fellow de enfermedades infecciosas pediátricas Nationwide Children’s Hospital. Columbus, OH. Estados Unidos Alexandra Sierra García, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Centro Médico Imbanaco. Coordinadora de estudios clínicos CEIP. Cali, Colombia. Álvaro Hoyos Orrego, Pediatra, Enfermedades Infecciosas y Microbiología Médica. Clínica Universitaria Bolivariana. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, Colombia Ana Cristina Mariño D. Pediatra, Infectóloga pediatra, Hospital Militar Central, Bogotá, Colombia Ana María Eraso Díaz del Castillo, Pediatra, Cardióloga Pediatra, Hospital San José Infantil, Clínica Reina Sofía y Clínica Pediátrica de Colsanitas. Bogotá, Colombia Ana Milena Bravo Muñoz, Pediatra Infectóloga, Universidad del Valle, Cali, Colombia Andrea V. Restrepo Gouzy, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Profesora Universidad CES. Hospital Pablo Tobón Uribe, Medellín, Colombia Andrés Felipe Arias Sánchez, Fellow de infectología pediátrica - Universidad CES. Medellín, Colombia Andrés Felipe Romero Andrade, Departamento de Pediatría, Hospital Universitario de Neiva, Departamento de Pediatría. Clínica Medilaser. Neiva, Colombia Anteliz García Eliana, Pediatra, Especialista en infectología Pediátrica. Universidad de Buenos Aires, Argentina Carlos Alberto Pérez Yepes. Pediatra, Infectólogo Pediatra. Epidemiólogo Fundación del Área Andina, Docente Universidad del Sinú, seccional Cartagena. Infectólogo Pediatra Clínica IMAT-oncomédica. Montería, Colombia Carlos Garcés Samudio, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Profesor Universidad de Antioquia y Universidad CES. Clínica CardioVID. Medellín, Colombia. Carlos Mauricio Vergara Lobo, Pediatra, Especialista en Infectología Pediátrica Universidad de Buenos Aires-Argentina Carlos Torres Martínez, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Profesor Universidad El Bosque, Bogotá. Visiting Professor, Institute of Child Health, UCL, Londres Carolina Acosta Blanco, Pediatra, Especialista en Infectología Pediátrica. Universidad de Buenos Aires, Argentina viii – Infectología pediátrica para el día a día Catalina Arango Ferreira, Pediatra Infectóloga. Docente Universidad de Antioquia. Hospital Infantil San Vicente Fundación. Medellín, Colombia Claudia Patricia Beltrán-Arroyave, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Clínica del Prado. Docente de Pediatría. U. Antioquia, Medellín, Colombia Claudia M. Espinosa, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Universidad de Michigan, Ann Arbor Michigan. Profesora Asociada Universidad de Louisville, Kentucky, Estados Unidos Daniela Velásquez Marín, Residente de Pediatría. U. Antioquia, Medellín, Colombia Derly Carolina Hernández, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas, U. Valle, Cali, Colombia Diana Carolina Medina, Pediatra, Infectóloga Pediatra, U. El Bosque, Bogotá, Colombia Diana Carolina Vásquez Pino, Pediatra Universidad CES. Medellín, Colombia Diana Cristina Ortiz Marín, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Universidad CES, Medellín, Colombia Diego Mauricio Galvis Trujillo, Pediatra e Infectólogo. Fundación Hospital de la Misericordia. Clínica CAFAM. Clínica de Marly. Bogotá, Colombia Eduardo López-Medina, Pediatra, Departamento de Pediatría, U. Valle. Centro de Estudios en Infectología Pediátrica CEIP Elen Sofía Contreras Narváez, Pediatra Infectóloga, U. Buenos Aires, Argentina Germán Camacho Moreno, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Docente Departamento de Pediatría, U. Nacional de Colombia. Fundación Hospital de la Misericordia. Fundación Hospital Infantil Universitario de San José. Bogotá – Colombia Isabel Cristina Hurtado Palacios, Pediatra, U. Bolivariana, Especialista en Enfermedades Infecciosas en Pediatría. Maestría en Epidemiología. U. Valle, Cali, Colombia Isabel Cristina Sánchez Escobar, Pediatra, Residente de Pediatría, Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, Colombia. Iván Benavidez, Residente de Infectología Pediátrica. U. del Valle, Cali, Colombia Iván Felipe Gutiérrez Tobar, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Clínica Infantil Colsubsidio. Clínica Universitaria Colombia. Bogotá, Colombia Jaime Alberto Patiño Niño, Pediatra,Infectólogo Pediatra. Fundación Valle de Lili-Universidad ICESI, Cali, Colombia Autores - ix Jorge Pérez Matera, Pediatra, Infectólogo pediatra José A Mojica, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Hospital Meissen, Ministerio de Salud de Colombia José Antonio Vargas Soler, Pediatra Infectólogo. Fundación Cardiovascular de Colombia. Hospital Internacional de Colombia, Bucaramanga, Colombia Juan Camilo Villada Valencia, Pediatra Hemato-oncólogo. Hospital Infantil San Vicente Fundación. Medellín, Colombia Juan Francisco López Cubillos, Pediatra Infectólogo, Fundación Valle del Lili, Cali, Colombia Juan Gonzalo Mesa Monsalve, Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Universidad CES. Clínica Las Américas. Hospital General de Medellín, Colombia Juan Pablo Calle-Giraldo, Pediatra Infectólogo, Departamento de Pediatría, U. Quindío, Armenia, Colombia Juan Pablo Rojas Hernández, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Docente de Infectología Pediátrica U. Libre, seccional Cali. Docente Universidad Santiago de Cali Kelly Márquez Herrera, Pediatra, Universidad Nacional de Colombia, Infectóloga Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto Nacional de Pediatría, México Laura Mendoza Rosado, Pediatra Infectóloga, Hospital Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia. Luis Fernando Mejía R. Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas. Docente posgrado de Pediatría, U. Libre, seccional Cali. Infectólogo, Fundación Clínica Infantil Club Noel. Cali, Colombia Luis Gabriel Vinasco S. Pediatra, Especialista en Enfermedades Infecciosas, U. Valle Luis Miguel Sosa Ávila, Pediatra Infectólogo. Hospital Universitario de Santander. Clínica Materno Infantil San Luis. Profesor U.Industrial de Santander. Bucaramanga, Santander. Luz Angélica Rojas, Pediatra. Residente Infectología Pediátrica. Universidad El Bosque, Bogotá, Colombia María Alejandra Suárez Fuentes, Pediatra, Infectóloga Pediatra, Hospital Universitario San Ignacio, Hospital de San José. Bogotá, Colombia María Eugenia Cuastomail C. Residente posgrado de Pediatría, U. Libre, seccional Cali, Colombia María Laura Londoño Castro, Facultad de Ciencias para la Salud, U. Caldas, Manizales, Colombia Martha Isabel Álvarez-Olmos, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Jefe, Servicio de Infectología Pediátrica Fundación Cardioinfantil IC. Directora, Especialización Infectología Pediátrica, Universidad El Bosque. Docente Universidad El Rosario, Universidad de La Sabana, Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS), Bogotá, Colombia x – Infectología pediátrica para el día a día Miguel Ángel Luengas, Pediatra, Infectólogo Pediatra. Hospital Militar Central, Instituto Nacional de Cancerología, HOMI. Bogotá, Colombia Mónica Trujillo Honeysberg, Pediatra, Infectóloga Pediatra, Hospital Pablo Tobón Uribe. Clínica Universitaria Bolivariana. Fundación Antioqueña de Infectología(FAI). Docente UPB, Universidad Sinú. Coordinadora Programa Infectología Pediátrica CES. Medellín, Colombia Natalia Ardila Macías, Pediatra, Clínica del Country. Bogotá, Colombia Natalia González Leal, Pediatra, Infectóloga Pediatra, Docente U. Caldas, Manizales, Colombia Oskar Andrey Oliveros Andrade, Residente Pediatría, U. Libre, seccional Cali, Colombia Paola Marcela Pérez Camacho, Pediatra, Infectóloga Pediatra, Fundación Valle de Lili, Universidad ICESI, Cali, Colombia Patrik Eliana Sarmiento Wilches, Infectóloga Pediatra, Universidad Nacional Autónoma de México. Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga, Colombia Paula Andrea Araque Muñoz, Pediatra, Infectóloga Pediatra, U. El Bosque Pio López López, Pediatra, Infectólogo Pediatra, Profesor Titular y Jefe Departamento de Pediatría. Director programa de especialización en Infectología Pediátrica, U. Valle. Presidente Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica SLIPE. Director Centro de Estudios en Infectología Pediátrica CEIP y de la Clínica de VIH Pediátrico. Investigador Emérito de Colciencias. Cali, Colombia. Rocío Barrero, Pediatra U. Surcolombiana. Infectóloga U.Nacional Autónoma de México. Hospital Infantil Federico Gómez Rosalba Vivas Tróchez, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Servicio de Infectología Pediátrica Clínica Soma. Docente Adscrita Departamento de Pediatría, Universidad CES. Medellín, Colombia Sandra J. Bernal, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Clínica Pediátrica Colsanitas (Organización Keralty). Bogotá - Colombia Silvia Juliana Vásquez Lozano, Pediatra, Infectóloga Pediatra, U. El Bosque, Bogotá, Colombia Taineth Mercado Romero, Residente de Pediatría, Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia Yamile Karina Chaucanez Bastidas, Infectóloga Pediatra, U. Nacional Autónoma de México, México Yazmín Rodríguez Peña, Pediatra, Infectóloga Pediatra. Universidad Militar. Clínica del Country. Clínica la Colina. Bogotá, Colombia Tabla de contenido 1 Lectura interpretada del antibiograma 1 Alejandro Díaz D. 2 Absceso cerebral 11 Carolina Acosta Blanco, Carlos Mauricio Vergara Lobo 3 Absceso hepático en niños 15 Paula Andrea Araque Muñoz, Silvia Juliana Vásquez Lozano 4 Accidente ofídico 23 Luis Gabriel Vinasco S. 5 Artritis séptica en pediatría 33 Ana Milena Bravo Muñoz, Elen Sofía Contreras Narváez 6 Bronquiolitis 39 Alejandro Díaz D. 7 Candidemia en recién nacidos 45 Paola Marcela Pérez Camacho 8 Citomegalovirus congénito 51 Laura Mendoza Rosado, Taineth Mercado Romero 9 Coronavirus 2019, sars-cov2/covid-19 61 Eduardo López-Medina, Pío López López, Iván Benavidez 10 Dengue 85 Juan Pablo Rojas Hernández, Oskar Andrey Oliveros Andrade 11 Encefalitis 91 Andrés Felipe Romero Andrade, Eduardo López-Medina 12 Endocarditis infecciosa 97 Martha Isabel Álvarez-Olmos, Ana María Eraso Díaz Del Castillo 13 Enfermedad de Kawasaki. 107 Isabel Hurtado, Juan Francisco López Cubillos xii – Infectología pediátrica para el día a día 14 Enfermedad diarreica aguda 113 Claudia Beltrán-Arroyave, José A Mojica 15 Infecciones por Streptococcus del grupo B 125 María Eugenia Cuastomail C., Luis Fernando Mejía R. 16 Faringoamigdalitis 135 Ana Cristina Mariño D. Jorge Pérez Matera 17 Fiebre de origen desconocido 143 Iván Felipe Gutiérrez Tobar 18 Fiebre en el paciente pediátrico en cuidados intensivos 149 Jaime Patiño, Paola Marcela Pérez Camacho, Juan Francisco López Cubillos 19 Fiebre entérica 155 Juan Gonzalo Mesa Monsalve 20 Fiebre recurrente 159 Sandra J. Bernal 21 Fiebre y linfadenomegalias 167 Claudia Beltrán Arroyave, Andrés Felipe Arias Sánchez 22 Hepatitis en niños y adolescentes 173 Claudia M. Espinosa 23 Hepatitis B 181 Luz Angélica Rojas, Diana Carolina Medina 24 Herpes neonatal 189 Mónica Trujillo Honeysberg, Rosalba Vivas Tróchez, Diana Carolina Vásquez Pino 25 Infección de vías urinarias en pediatría 197 Carolina Acosta Blanco, Carlos Mauricio Vergara Lobo 26 Infecciones de piel y tejidos blandos 203 Isabel Cristina Sánchez Escobar, Mónica Trujillo Honeysberg, Luis Miguel Sosa Ávila Tabla de contenido - xiii 27 Infecciones periorbitarias 213 Luis Miguel Sosa Ávila 28 Influenza 221 Pío López López 29 Leptospirosis 229 Diego Mauricio Galvis Trujillo 30 Linfohistiocitosis hemofagocítica (LHH) 235 Carlos Torres Martínez 31 Malaria congénita 245 Carlos Alberto Pérez Yepes, Yazmín Rodríguez Peña32 Malaria en el paciente pediátrico 249 Diego Mauricio Galvis Trujillo 33 Meningitis y encefalitis 257 Juan Pablo Rojas Hernández, Oskar Andrey Oliveros Andrade 34 Microcefalia de origen infeccioso 267 Patrik Eliana Sarmiento Wilches 35 Miocarditis 275 José Antonio Vargas Soler 36 Mononucleosis infecciosa 281 Patrik Eliana Sarmiento Wilches, Yamile Karina Chaucanez Bastidas 37 Neumonia adquirida en la comunidad 287 Patrik Eliana Sarmiento Wilches 38 Neumonía complicada 297 Juan Francisco López Cubillos, Paola Marcela Pérez Camacho, Jaime Alberto Patiño Niño 39 Neutropenia febril en el paciente con cáncer 305 Alejandro Díaz D. xiv – Infectología pediátrica para el día a día 40 Osteomielitis en pediatría 313 Derly Carolina Hernández, Diana Cristina Ortiz Marín 41 Otitis media aguda 321 Daniela Velásquez Marín, Claudia Beltrán-Arroyave 42 Infecciones por parvovirus en pediatría 327 Iván Felipe Gutiérrez Tobar 43 Pericarditis 331 José Antonio Vargas Soler 44 Píoventriculitis 337 Anteliz García Eliana 45 Rotavirus 345 Pío López López 46 Rubéola congénita (SRC) 349 Yazmín Rodríguez Peña, Natalia Ardila Macías 47 Sarampión 355 Kelly Márquez Herrera 48 Sepsis en pediatría, adquirida en la comunidad 359 José Antonio Vargas Soler 49 Sepsis neonatal 367 María Alejandra Suárez Fuentes, Miguel Ángel Luengas 50 Manejo del recién nacido y lactante expuesto al VIH materno 379 Alexandra Sierra García, Pío López López 51 Sida pediátrico 391 Pío López López, Alexandra Sierra García, 52 Sífilis congénita 399 Álvaro Hoyos Orrego Tabla de contenido - xv 53 Síndrome hemofagocítico 409 Catalina Arango Ferreira, Juan Camilo Villada Valencia 54 Toxoplasmosis congénita 415 Álvaro Hoyos Orrego 55 Tuberculosis, infección latente 425 Isabel Hurtado 56 Tuberculosis congénita 431 Kelly Márquez Herrera, Rocío Barrero 57 Tuberculosis en niños 437 Isabel Cristina Hurtado Palacios 58 Tuberculosis meníngea 445 Andrea V. Restrepo Gouzy, Carlos Garcés Samudio 59 Varicela gestacional y neonatal 451 María Laura Londoño Castro, Natalia González Leal 60 Varicela en niños 465 Rosalba Vivas Tróchez, Martha Isabel Álvarez-Olmos 61 Virus linfotrópicos t humanos tipos 1 y 2 471 Carlos Alberto Pérez Yepes 62 Virus Zika 475 Juan Pablo Calle-Giraldo, Eduardo López-Medina 63 Vacunación del niño prematuro 481 Germán Camacho Moreno, Eliana Peña Hoyos. 64 El día a día en la vacunación en niños 487 Claudia Beltrán-Arroyave, Pío López López 65 Anexo 491 Síndromes autoinflamatorios en pediatría xvi – Infectología pediátrica para el día a día 1 LECTURA INTERPRETADA DEL ANTIBIOGRAMA Alejandro Díaz D. MD. Pediatra Especialista en enfermedades infecciosas Universidad CES. Medellín – Colombia Fellow de enfermedades infecciosas pediátricas Nationwide Children’s Hospital. Columbus, OH. Estados Unidos Generalidades La terapia antimicrobiana ha tenido un impacto significativo en la reducción de la morbimortalidad asociada con infecciones. Sin embargo, no está libre de problemas; el mal uso y abuso indiscriminado de los antibióticos ha llevado a la selección de cepas resistentes y a la formación/ dispersión de múltiples mecanismos de resistencia. El avance en los conocimientos sobre los mecanismos de resistencia a los antibióticos, se ha visto influenciado en parte por la inclusión de la lectura interpretada del antibiograma como primer escalón para reconocerlos, basándose en el uso de pruebas fenotípicas y moleculares para su identificación, y así poder brindar al clínico información oportuna para la toma de decisiones. Con su interpretación correcta, los programas de uso racional de antibióticos pueden desarrollar guías para determinar la mejor terapia antibiótica empírica para determinada infección bacteriana de acuerdo con la epidemiologia institucional y evitar un posible fracaso terapéutico, así como para diseñar programas de control y monitorización de la resistencia antimicrobiana. Algunas limitaciones de esta estrategia son el incremento en la complejidad de los mecanismos de resistencia, bacterias con múltiples mecanismos de resistencia expresados de forma simultánea, la información limitada sobre nuevos mecanismos de resistencia, la incapacidad para detectar resistencias de bajo nivel, la deducción errónea de un mecanismo de resistencia y la confusión que puede generar al médico en la toma de decisiones1. La interpretación del antibiograma tiene relevancia epidemiológica y académica. Incluirla entre las prácticas cotidianas repercutirá positivamente en la ecología local y evidentemente en los resultados de cada paciente. Por lo tanto, el principal objetivo de la lectura interpretada del antibiograma, es evitar el fracaso terapéutico. El médico debe tener conceptos básicos sobre como reconocer los fenotipos naturales de las bacterias más frecuentes, reconocer resultados que sean 2 – Infectología pediátrica para el día a día atípicos o imposibles, y saber interpretar los fenotipos resistentes para poder elegir los antibióticos empíricos o dirigidos más apropiados según el caso. La lectura interpretada requiere de la identificación bacteriana a nivel de especie. Deben identificarse resultados inusuales y utilizar antibióticos marcadores, usados para detectar la presencia de un mecanismo de resistencia que afecte a ese medicamento y al resto de su familia (por ejemplo, resistencia a oxacilina en S. aureus predice resistencia a la mayoría de los betalactámicos). Los pilares básicos de la lectura interpretada del antibiograma son: a) caracterizar el fenotipo de resistencia a partir del estudio de sensibilidad de un microorganismo previamente identificado frente a grupos de antibióticos pertenecientes a una misma familia o relacionados por mecanismos de resistencia comunes; b) deducir a partir del fenotipo de resistencia, el correspondiente mecanismo bioquímico implicado, y c) inferir la relevancia clínica, y modificar si es necesario, el fenotipo previamente establecido a partir del mecanismo de resistencia deducido. El previo conocimiento de los fenotipos naturales, los mecanismos de resistencia, los mecanismos de acción de los antibióticos y los parámetros de farmacocinética y farmacodinámica del antibiótico (PK/PD), le permite al laboratorio una mejor interpretación de los resultados obtenidos y modificar el reporte para que el clínico pueda tomar una decisión más acertada2. Tipos de antibiograma En un paciente con sospecha de infección bacteriana, deben tomarse los cultivos pertinentes e iniciar antibióticos de forma empírica, con base en la epidemiologia, el tipo de infección y los resultados de la tinción de Gram. El antibiograma individual representa un reporte de los resultados de las pruebas de sensibilidad antibiótica a la bacteria aislada. Éste es utilizado por el médico para determinar la mejor terapia dirigida, según el tipo de infección, agente causal, mecanismos de resistencia expresados, PK/PD y perfil de seguridad del antibiótico, y comorbilidades del paciente. El laboratorio se encarga de editar el resultado, con el fin de evitar que el clínico utilice el antibiótico activo con el menor espectro posible (Figura 1). En cambio, el antibiograma consolidado es un reporte generado por el laboratorio de microbiología que contiene la susceptibilidad antibiótica de todos los aislamientos bacterianos en un periodo determinado (usualmente un año). Es una herramienta útil no solo para el clínico sino también para el laboratorio de microbiología. Éste incluye: información verificada y consolidada de cultivos de diagnóstico (no de vigilancia), datosde al menos 30 aislamientos por especie, solo el primer aislamiento por paciente, y solo antibióticos usados rutinariamente. El Lectura interpretada del antibiograma - 3 reporte se informa como porcentaje de sensibilidad al antibiótico a cada bacteria, con reglas de interpretación previamente establecidas (Figura 2). Figura 1. Ejemplo de un reporte de susceptibilidad antibiótico Figura 2. Ejemplo de antibiograma institucional R=Resistencia intrínseca. A) Reporte original generado por el laboratorio B) Reporte editado para el personal clínico Cultivo Cultivo Tipo de muestra: orina Tipo de muestra: orina Resultado: >100.000 UFC de E.coli Resultado: >100.000 UFC de E.coli Susceptibilidad Susceptibilidad Antibiótico CIM(mcg/MI) Interpretación Antibiótico CIM(mcg/MI) Interpretación Amikacina <8 S Amikacina <8 S Amoxicilina >16 R Amoxicilina >16 R Amoxicilina/clavulonato <2 S Amoxicilina/clavulonato <2 S Aztreonam <2 S Cefotaxime <4 S Cefotaxime <2 S Gentamicina <1 S Ceftriaxona <2 S Cefazolina <4 S Cefepime <2 S Piperacilina/tazobactam <8 S Ciprofloxacina <0,25 S Gentamicina <1 S Imipenem <1 S Meropenem <1 S A m picilina A m picilina Sulbactam O xacilina C efazolina C eftriaxona Vancom icina C lindam icina Trim etoprim Sulfam etoxasol Linezolid G entam icina D oxiciclina R ifam picina SAMS 500 R 100 100 100 100 70 95 100 95 98 97 SAMR 450 R R R R 100 75 90 100 98 99 98 S.pneumoniae 100 90 90 100 100 90 80 100 80 E.faecalis 205 100 100 R R 100 R R 100 R A m picilina A m picilina S ulbactam P iperacilinaa tazobactam C efazolina C eftriaxona C efepim e M eropenem A ztreonam G entam icina A m icacina Trim etoprim S ulfam etoxasol C iprofloxacina E.coli 190 44 70 95 80 90 95 100 90 85 90 60 80 K.pneumoniae 130 R 50 92 70 85 95 95 90 86 99 75 90 E.cloacae 120 R R 80 R 75 90 100 85 80 95 90 95 Organismo #A islam ientos G ra m po si tiv os Organismo #A islam ientos G ra m po si tiv os Betalactámicos Otros Betalactámicos Amino/Glic Otros 4 – Infectología pediátrica para el día a día Consideraciones generales del reporte de sensibilidad antibiótica Pruebas de susceptibilidad El organismo es expuesto in-vitro a diferentes antibióticos en diferentes concentraciones. Los ensayos más comunes son la prueba de difusión con disco o Kirby Bauer, prueba de difusión con cintilla o E-test y la microdilución en caldo. Esta última se considera la prueba de referencia y es la base para los equipos automatizados utilizados actualmente. Concentración inhibitoria mínima (CIM) y puntos de corte (PC) CIM es la concentración más baja de antibiótico que es capaz de inhibir el crecimiento in-vitro de un organismo después de 18-24 horas de incubación. Los PC, son las CIM o tamaños del halo de inhibición, usados para diferenciar un resultado como sensible, intermedio o resistente. Estos PC son establecidos para cada antibiótico por los grupos European Committe of Antimicrobial Susceptibility Testing (EUCAST) y Clinical Laboratory Stardards Institute (CLSI) en los Estados Unidos según parámetros microbiológicos, farmacológicos y clínicos3-5. El laboratorio debe evaluar y reportar los antibióticos más apropiados según el organismo aislado, sitio de la infección, y disponibilidad institucional. Con base en esta información, el aislamiento bacteriano se clasifica como: - Sensible: CIM por debajo del PC de sensibilidad. La CIM puede ser alcanzada fácilmente con dosis estándar del antibiótico. Alta probabilidad de éxito terapéutico - Intermedio: CIM entre el PC de sensibilidad y resistencia. Se requieren dosis más altas del antibiótico o que éste alcance altas concentraciones en el sitio de infección para alcanzar la CIM. El efecto terapéutico es incierto. - Resistente: CIM por encima del PC de resistencia. La CIM no es alcanzada incluso con las dosis más altas del antibiótico. La presencia de mecanismos de resistencia es probable. Alta probabilidad de fracaso terapéutico. • Los valores de la CIM y de los PC son diferentes para cada antibiótico y para cada bacteria. Es importante que el reporte incluya los dos valores. • La relación CIM/PC puede ayudar a la elección del antibiótico. Por ejemplo, si un antibiótico X tiene una CIM de 0.5 ug/mL y un PC de 2 ug/mL, y un antibiótico Y tiene una CIM de 2 ug/mL y PC de 16 ug/mL, en este caso la opción más favorable sería el antibiótico Y. Lectura interpretada del antibiograma - 5 Correlación con el resultado clínico La correlación entre la información obtenida in-vitro, y la eficacia real del medicamento en el contexto clínico, depende de la combinación de muchos factores, entre ellos, el tipo y localización de la infección y la habilidad del medicamento para alcanzar concentraciones adecuadas en dicho sitio. También es importante conocer el mecanismo de acción y capacidad bactericida o bacteriostática de los antibióticos, no solo en general, sino también para bacterias específicas (por ejemplo, las penicilinas son betalactámicos bactericidas contra S. pneumoniae, pero bacteriostáticos contra Enterococcus spp). El riesgo de inducción o selección de resistencia al elegir un antibiótico inapropiado también tiene impacto en el desenlace clínico (Por ejemplo, el uso de clindamicina en infecciones por S. aureus con resistencia inducible, o el uso de cefalosporinas de tercera generación en infecciones por bacterias Gram-negativas productoras de betalactamasa tipo AmpC). El laboratorio debe alertar al clínico sobre escenarios específicos donde ciertos antibióticos no deberían ser utilizados, o donde la terapia combinada es preferible6. Recomendaciones prácticas para los agentes infecciosos más frecuentes en pediatría La lectura interpretada del antibiograma requiere del conocimiento de fenotipos comunes, inusuales e imposibles, de antibióticos marcadores y sus posibles asociaciones con mecanismos de resistencia específicos, el conocimiento de múltiples mecanismos de resistencia que afectan uno o varios antibióticos. Toda esta información está más allá del objeto de este capítulo. A continuación, se exponen normas básicas de interpretación para las bacterias más comunes a las que el pediatra se enfrenta diariamente. La interpretación del antibiograma se basa comúnmente en la susceptibilidad a betalactámicos, ya que son los antibióticos más utilizados en la práctica clínica. A su vez, los mecanismos de resistencia más frecuentes afectan a estos antibióticos, como lo son el cambio en su sitio de acción (modificación del blanco terapéutico – PBPs) y la inactivación enzimática (producción de betalactamasas)7. Es por esto que mientras estos antibióticos permanezcan susceptibles, el laboratorio limita o excluye otras familias de antimicrobianos del reporte final. Además, el laboratorio siempre ajustará el reporte para incluir los antibióticos activos con el menor espectro antimicrobiano posible, para evitar el uso indiscriminado de antibióticos de amplio espectro. 6 – Infectología pediátrica para el día a día Bacterias grampositivas Staphylococcus aureus a. >90% de los aislamientos son resistentes a penicilina debido a la producción de penicilinasa. b. El tamizaje de resistencia a oxacilina es mandatorio. c. S. aureus meticilino-sensible (SAMS). i. Las penicilinas “anti-estafilocócicas” (por ejemplo, oxacilina), son resistentes a esa penicilinasa, y son el tratamiento de elección. ii. La sensibilidad a oxacilina (CIM 4 mcg/mL) predice susceptibilidad a cefalosporinas de todas las generaciones. Sin embargo, solo las cefalosporinas de primera generación tienen eficacia clínica comparable. d. S. aureus meticilino-resistente (SAMR) i. La resistencia a oxacilinase produce por una mutación en el sitio de acción de los betalactámicos, por lo tanto, confiere resistencia a toda esta familia, excepto a cefalosporinas de quinta generación (ceftarolina). ii. El laboratorio debe reportar otros antibióticos: vancomicina, clindamicina, trimetoprim-sulfametoxasol, daptomicina, linezolid. iii. En infecciones graves, el tratamiento de elección es la vancomicina. Considerar terapia combinada u otras opciones cuando la CIM es 2 mcg/mL o superior. iv. La resistencia a vancomicina es muy rara. Si la CIM de vancomicina es 4 mcg/mL o superior, verifique con el laboratorio. v. Si considera usar clindamicina, verifique que el laboratorio haya realizado la prueba D-test para descartar resistencia inducible. Streptococcus pneumoniae a. Las penicilinas (penicilina G, ampicilina o amoxicilina) son el tratamiento de elección. La sensibilidad a penicilinas predice sensibilidad a cefalosporinas y carbapenémicos. b. La resistencia ocurre principalmente por mutaciones en el blanco terapéutico (PBPs). En infecciones no complicadas, aumentar la dosis y frecuencia del antibiótico es suficiente. S. pneumoniae no produce betalactamasas, por lo tanto, adicionar sulbactam o clavulanato no es estrategia efectiva. Lectura interpretada del antibiograma - 7 c. La resistencia a betalactámicos es elevada en algunos países y es particularmente importante para la meningitis, debido a la reducida penetración de los antibióticos al sistema nervioso central. Para meningitis, solo se considera S. pneumoniae sensible a la penicilina cuando la CIM es inferior a 0.06 mcg/mL, y a cefalosporinas de tercera generación cuando la CIM es inferior a 0.5 mcg/mL. d. En caso de resistencia a penicilinas y cefalosporinas, el laboratorio reportará otras opciones como vancomicina, rifampicina o fluoroquinolonas (levofloxacina y moxifloxacina). Enterococcus spp. a. Todas las especies son intrínsecamente resistentes a cefalosporinas, penicilinas antiestafilocócicas y clindamicina. b. El laboratorio debe reportar ampicilina como tratamiento de elección. En caso de resistencia, se consideran otras opciones como vancomicina y linezolid. c. La sensibilidad a ampicilina predice sensibilidad a amoxicilina, piperacilina e imipenem. d. La combinación de ampicilina o vancomicina con aminoglicósidos es sinérgica y bactericida y se recomienda en infecciones graves como la endocarditis. El laboratorio debe evaluar la actividad de los aminoglicósidos a bajas y altas concentraciones para determinar su potencial eficacia clínica. Bacterias gramnegativas Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis a. La producción de betalactamasas es frecuente en estas dos bacterias. Su búsqueda es mandatoria. b. En ausencia de betalactamasa, las penicilinas son el tratamiento de elección. En caso de estar presente, el laboratorio debe reportar la actividad de penicilinas con inhibidor de betalactamasa (sulbactam, clavulanato) y cefalosporinas de tercera generación. Enterobacterias y Pseudomonas aeruginosa a. Existen más de 900 tipos diferentes de betalactamasas. Las más relevantes desde el punto de vista terapéutico son las betalactamasas de espectro extendido (BLEE) y las betalactamasas tipo AmpC8,9. Existen reglas básicas y pruebas fenotípicas que pueden ayudar a diferenciar de forma acertada entre las dos (Tabla 1). El laboratorio debe notificar su presencia y guiar al clínico en la escogencia antibiótica. 8 – Infectología pediátrica para el día a día Tabla 1. Reglas básicas para diferenciar las betalactamasas más frecuentes b. Se debe sospechar resistencia de amplio espectro cuando al menos una cefalosporina de tercera generación está afectada. c. En infecciones causadas por bacterias productoras de BLEE, el tratamiento de elección es un carbapenémico o un antibiótico no betalactámico activo (por ejemplo, fluoroquinolona o aminoglicósido). En cuanto a bacterias con betalactamasa AmpC, además de las previamente mencionadas, podría usarse cefepime en casos con inoculo controlado debido a su estabilidad superior en comparación con otras cefalosporinas. d. La presencia de una CIM superior al punto de corte de sensibilidad en al menos un carbapenémico debe alertar sobre la presencia de carbapenemasas. El laboratorio debe establecer la realización de pruebas fenotípicas y/o moleculares para su caracterización, según la epidemiologia local, los recursos y necesidades de cada institución7 (Tabla 2). e. La afectación de diferentes familias de antibióticos, sugiere la presencia de múltiples mecanismos de resistencia de forma simultánea. Esto es común en bacterias como Pseudomonas aeruginosa10. BLEE AmpC Hidroliza cefalosporinas 3G Si Si Inhibición por clavulanato Si No Hidroliza cefoxitin No Si Inhibición por ácido borónico No Si Hidroliza carbapenem No No Especies más comunes E.Coli Enterobacter K. pneumoniae Serratia Citrobacter Lectura interpretada del antibiograma - 9 Tabla 2. Carbapenemasas más frecuentes y como identificarlas en el laboratorio REFERENCIAS 1. Canton R. [Interpretive reading of the antibiogram: a clinical necessity]. Enfermedades infecciosas y microbiologia clinica. 2010;28(6):375-85. 2. Canton Moreno R. [Interpretive reading of the antibiogram: Intellectual exercise or clinical need?]. Enfermedades infecciosas y microbiología clinica. 2002;20(4):176-85; quiz 86, 90. 3. Wolfensberger A, Sax H, Weber R, Zbinden R, Kuster SP, Hombach M. Change of antibiotic susceptibility testing guidelines from CLSI to EUCAST: influence on cumulative hospital antibiograms. PLoS One. 2013;8(11):e79130. 4. 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Clinical microbiology reviews. 2005;18(4):657-86. 10. Lister PD, Wolter DJ, Hanson ND. Antibacterial-resistant Pseudomonas aeruginosa: clinical impact and complex regulation of chromosomally encoded resistance mechanisms. Clinical microbiology reviews. 2009;22(4):582-610. Serina-carbapenemasas Metalo-betalactamasas Test de Hodge Si No Meropenem + ácido borónico Si No Método de inactivación de carbapenem modificado (mCIM) Si No Meropenem + EDTA (eCIM) No Si Detección molecular disponible Si Si Especies más comunes E.Coli K. pneumoniae K. pneumoniae Pseudomona Acinetobacter 10 – Infectología pediátrica para el día a día . 2 ABSCESO CEREBRAL Carolina Acosta Blanco. MD. Especialista en Infectología Pediátrica Universidad de Buenos Aires-Argentina Carlos Mauricio Vergara Lobo, MD. Especialista en Infectología Pediátrica Universidad de Buenos Aires-Argentina Generalidades El absceso cerebral es una entidad seria que se define como una infección focal en el parénquima cerebral, con inicio como un área localizada de cerebritis y luego continúa como una colección de pus dentro de una cápsula bien vascularizada,como resultado de la extensión de una infección que puede darse mediante contigüidad anatómica, siembras hematógenas y/o introducción directa por trauma, hasta el cerebro1-,3. Es una infección poco frecuente en pediatría. Aunque es la supuración intracraneana más común, se calcula que el padecimiento se presenta en 1/10 000 admisiones hospitalarias, aproximadamente el 25 % de los casos se presentan en < 15 años, siendo el grupo de 4 a 7 años el más afectado, extremadamente infrecuente antes de los 2 años de edad, con predominio en el sexo masculino y una tasa de mortalidad que ha disminuido en los últimos años del 5 a 10%, gracias al diagnóstico de la TAC (Tomografía axial Computarizada). En los niños, el principal foco de infección es el ótico, seguido del foco para nasal y los traumas1,2. En orden de importancia etiológica, los causantes de absceso cerebral en niños son estreptococos gramnegativos (60-70%), bacilos anaeróbicos (20-40%), S. aureus (0-15%) y hongos (5%). En recién nacidos se han encontrado gérmenes como Citrobacter koseri y Enterobacter sakasaki2,3, 5,6. 12 – Infectología pediátrica para el día a día Tabla 1. Etiología polimicrobiana de los abscesos cerebrales1,3,5. Origen Microbiología Localización en SNC Oídos y mastoides Enterobacterias, Proteus ,Streptococo, Bacteroides fragilis, Pseudomonas. Lóbulo temporal/ occipital Senos paranasales Sreptococus;Haemophilus,Staphylococcus Aureus,Bacteroides spp, Enterobacterias Lóbulo frontal Absceso dental Streptococus, Bacteroides, Fusobacterium,Actinomyces. Lóbulo frontal Trauma y post quirúrgicos neurológico S.aureus, Streptococcus,Pseudomonas,Enterobacter. Contiguos a la lesión Pulmón Fusobacterium,Anaerobios,Streptococcus Unión cortico- subcortical Múltiples Cardiopatía congénita Streptococcus viridans,Anaerobios , Haemophilis spp Inmunosupresión Hongos , Nocardia Parasito,Enterobacterias,Mucorales, Scedoporium Unión cortico- subcortical/lobares Múltiples /únicos VIH T.gondi, Listeria monocytogenes, Micobacnterium Diagnóstico Se basa en historia clínica detallada. Se apoya mucho en el cuadro clínico y estudios imagenologicos, entre los cuales es de elección un tac de cerebro con contraste (sensibilidad aproximada al 100 %). Otros estudios útiles son radiografía simple de cráneo, gammagrafía y RNM (ésta tiene mejor sensibilidad para diferenciar entre empiema y colecciones, visualizar pequeños abscesos y definir límites anatómicos de la infección y complicaciones4. Cuadro clínico. Fiebre y vómitos 55%, cefalea 75%, signos neurológicos focales 50%. Irritabilidad en lactantes, crisis convulsiva en 20 a 30% más generalizadas que focales. Irritación meníngea5,6. Laboratorios. Hemograma leucocitosis leve, PCR y VSG aumentada, Hemocultivos (+) solo en 10%. La punción lumbar no está indicada por HTE, cultivo del material purulento obtenido del drenaje del absceso brinda la mejor oportunidad para el diagnóstico microbiológico3,5. Absceso cerebral - 13 Algoritmo diagnóstico de absceso cerebral Tabla 2. Tratamiento inicial del absceso cerebral. Condición preexistente Localización del absceso Esquema de elección Sinusitis Lóbulo frontal Penicilina +metronidazol o Cefotaxima +metronidazol o Vancomicina +Cefotaxima +metronidazol Otitis media, Mastoiditis Lóbulo temporal cerebelo Penicilina +metronidazol +ceftazidime Infecciones dentarias Lóbulo frontal , múltiple Penicilina + metronidazol Traumatismo craneano o infección postquirúrgica Vancomicina + Cefotaxima 14 – Infectología pediátrica para el día a día Tratamiento Se debe realizar un manejo multidisciplinario médico o médico quirúrgico. Se debe iniciar tratamiento empírico según el origen del absceso y fisiopatología de éste. Los antibióticos usados de forma empírica son: • Vancomicina 60 mg/kg/día cada 6 horas, Metronidazol 30 mg/kg/día cada 6 horas, Ceftazidime 100 mg/kg/día a 220 mg/kg/día cada 8 horas. • Ceftriazona 100 mg/kg/día cada 12 horas o Cefotaxima 200 a 300 mg /kg /día cada 6 horas. En todos los casos, el esquema empírico será modificado hacia uno definitivo y especifico según los hallazgos en cultivos1,3,5. El tratamiento quirúrgico está indicado en: • Absceso > de 2.5 cm • Efecto de masa con HEC • Deterioro neurológico progresivo. • Aumento del absceso despuésde dos semanas de tratamiento antibacteriano. • Mismo tamaño del absceso luego de 4 semanas de antibioticoterapia5. Procedimientos quirúrgicos: Aspiración estereotaxica Exeresis completa: (Capsulectomia total) El seguimiento se hace por imágenes TAC de cerebro y clínica del paciente. La curación total del realce puede tardar 12 a 16 semanas y un área residual que capta el contraste puede persistir por 6 meses. REFERENCIAS 1. Cohen E, Rojas E. Absceso cerebral en niños actualización. Rev Fac Med 1999; 47 (4): 210-2016 2. Móscate L, Cabeza M, Alvis H. Absceso cerebral en pacientes pediátricos. Rev Chilena Neurocirugía 2015; 41:7-10 3. Mandell G, Bennett J. en Mandell. D. 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J Emerg Med. 2008; 35: 277-81 3 ABSCESO HEPÁTICO EN NIÑOS Paula Andrea Araque Muñoz, MD. Infectóloga Pediatra Universidad El Bosque Silvia Juliana Vásquez Lozano, MD. Infectóloga Pediatra Universidad El Bosque Bogotá-Colombia Generalidades El absceso hepático es una entidad clínica que representa un problema de salud pública con una alta incidencia en países en vías de desarrollo. Ha presentado un cambio en su demografía, etiología, diagnóstico y tratamiento en los últimos años2,3. Es un reto diagnóstico y terapéutico debido a las manifestaciones clínicas variables e inespecíficas, siendo importante tener una alta sospecha clínica para el inicio temprano en su manejo. Las modalidades diagnósticas disponibles y la evolución en los procedimientos mínimamente invasivos han permitido disminuir la morbimortalidad3. Entre 50 y 87% de los abscesos hepáticos en niños son piógenos, el porcentaje restante son de etiología principalmente amebiana, ya que los abscesos fúngicos son poco frecuentes y se observan principalmente en pacientes inmunosuprimidos4. Habitualmente son únicos y la localización más frecuente es el lóbulo derecho en 73,5%, seguido del lóbulo izquierdo en 17,5%3. El absceso hepático piógeno (AHP) es el resultado final de varios procesos patológicos que producen una colección localizada de material purulento en el hígado; el absceso amebiano es una complicación invasiva de la amebiasis intestinal que lleva a un acúmulo no purulento localizado5. El AHP continúa siendo una causa importante de morbilidad en la población pediátrica6. Estudios recientes han sugerido un aumentoen su incidencia, hecho que se ha atribuido al incremento de la sobrevida en pacientes con varias formas de inmunosupresión, incluyendo pacientes con cáncer, trasplantados, en quienes también se debe sospechar hongos y micobacterias3,6. La incidencia reportada de AHP en niños varía según la región geográfica, p.ej., 1 por cada 140 admisiones hospitalarias en Brasil y entre 10-25 por cada 100,000 admisiones en Taiwán, Sudáfrica y Estados Unidos. El promedio de edad de los niños se encuentra entre 3 16 – Infectología pediátrica para el día a día y 8 años, aunque también se ha descrito en niños mayores 6,7. La mortalidad por AHP ha disminuido del 36 al 5-15% en series recientes, siendo mayor en aquellos niños con múltiples abscesos6,7. La Entamoeba histolytica (Eh) afecta 10% de la población mundial; 5% manifiestan la enfermedad, 10% desarrollan absceso, siendo el hígado el sitio extra intestinal más comprometido7. El absceso hepático amebiano (AHA) ocurre en 1- 7% de los niños con amebiasis invasiva. Los niños menores de 3 años parecen ser los más afectados. Una o múltiples cavidades pueden estar presentes. Los factores de riesgo para desarrollar un AHP incluyen alteraciones del sistema inmunitario, p.ej., enfermedad granulomatosa crónica, anemia aplásica y de células falciformes, leucemia6.Otros factores predisponentes son la apendicitis perforada, pileflebitis, cateterización de vena umbilical, cirugía biliar e infección por VIH/SIDA3,7. Para el caso de los AHA, adicional a las condiciones sanitarias se han asociado factores causales de inmunosupresión en la formación del absceso como desnutrición, utilización de corticoides o drogas inmunosupresoras y factores hormonales7. Etiología Los AHP piógenos pueden ser monomicrobianos, especialmente cuando son causados en el contexto de bacteriemia; o polimicrobianos, en los que participan bacilos gramnegativos aerobios y anaerobios5. Se han aislado del AHP microorganismos como Staphylococcus aureus, Escherichia coli, Enterococcus faecalis, especies de Klebsiella, Enterobacter, Pseudomonas y Salmonella. En niños, se han conocido pocos casos de microorganismos anaerobios, particularmente Fusobacterium necrophorum. En niños no inmunocomprometidos, el Staphylococcus aureus es el patógeno más común, seguido por gramnegativos y anaerobios7. De los AHP múltiples se aíslan frecuentemente bacilos gramnegativos entéricos y organismos anaerobios asociados con enfermedades que comprometen el tracto biliar, o secundario a inflamación de órganos contiguos. En niños inmunocomprometidos neutropénicos existe el riesgo absceso hepático por hongos, especialmente por Candida albicans6. Otros casos raros descritos han sido por Haemophilus parainfluenzae y en el contexto de la enfermedad por arañazo de gato, que se ha asociado con múltiples microabscesos del hígado y bazo en niños sanos o con infección por VIH8. Además de la Entamoeba histolytica, otras infecciones parasitarias que pueden causar absceso hepático con menor frecuencia incluyen la ascariasis8. Absceso hepático en niños - 17 Fisiopatología Absceso hepático piógeno No representa una enfermedad hepática específica, sino que es el resultado final de varios procesos patológicos que causan una infección supurativa del parénquima hepático5. El hígado puede ser invadido por varias vías: 1. Embolismo, usualmente múltiple, de un foco en cualquier parte del cuerpo vía arteria hepática. 2. Infecciones intraabdominales (apendicitis, diverticulitis, perforación intestinal o infección pélvica). 3. Extensión directa en el neonato que presenta flebitis o cateterización de la vena umbilical (tromboflebitis séptica). 4. Obstrucción biliar extra hepática y colangitis. 5. Ocasionalmente por trauma hepático penetrante o contuso7. Absceso hepático amebiano Es la manifestación extraintestinal más común de la amebiasis. Desde el intestino grueso, sitio primario de la infección por E. histolityca, los parásitos son transportados al hígado, vía vena porta, produciendo como resultado diseminación de E. histolytica y absceso hepático amebiano. Se han postulado varias teorías para explicar la invasión de la E. histolytica al hígado, p. ej., actividad catalítica mediante enzimas lisosomales, trombosis portal intrahepática, digestión del hepatocito por los trofozoitos, y la teoría inmunológica de reacción antígeno-anticuerpo7. Cuadro clínico Hallazgos al examen físico: - Hepatomegalia dolorosa. - Masa en hipocondrio derecho dolorosa. - Ictericia, poco frecuente cuando hay compresión del tracto biliar o ascariasis. - Consolidación basal derecha. Los signos y síntomas más frecuentes son fiebre y dolor abdominal, manifestaciones inespecíficas que pueden corresponder a otras entidades nosológicas en los niños, lo que dificultad el diagnóstico3. 18 – Infectología pediátrica para el día a día En la tabla 1 se describen otras manifestaciones clínicas y en la tabla 2 los hallazgos en el examen físico. Tabla 1. Presentación clínica del absceso hepático en niños. Usual Fiebre, dolor abdominal difuso o localizado en cuadrante superior derecho, o epigastrio. Síntomas inespecíficos Pérdida de peso, fatiga, malestar general, vómito, náuseas, hiporexia, diarrea, distención abdominal, dolor en hombro derecho y/o tos. Asociado a complicaciones Sepsis fulminante, abdomen agudo por ruptura, o infección del líquido ascítico por transmigración de la infección. Curso Insidioso si es un único absceso. Agudo si son múltiples abscesos. Tabla 2. Hallazgos en el examen físico en el absceso hepático en niños. - Hepatomegalia dolorosa. - Masa en hipocondrio derecho dolorosa. - Ictericia: poco frecuente, cuando hay compresión del tracto biliar o ascariasis. - Consolidación basal derecha. Diagnóstico Sospechar en todos los pacientes con fiebre, leucocitosis, dolor abdominal y lesión hepática expansiva. Como pruebas complementarias deberá realizarse hemograma, reactantes de fase aguda, pruebas de función hepática y hemocultivos, los cuales pueden ser positivos e indispensables en el direccionamiento terapéutico, en caso de aislamiento5. La ecografía abdominal total es el estudio inicial para evaluar la localización, tamaño y número de abscesos3. Tiene una sensibilidad de 81-100%, considerando la condición de operador dependiente. La TAC muestra una sensibilidad superior al 95-100%, y podría detectar abscesos hasta de 1 cm de diámetro. La punción guiada por ecografía o TAC es una buena opción para precisar el diagnóstico y tratamiento10. Los estudios de resonancia magnética son necesarios en raras ocasiones, pueden ser útiles para diferenciar los abscesos de las lesiones hepáticas no infecciosas como neoplasias5. Absceso hepático en niños - 19 No es posible diferenciar los abscesos hepáticos amebianos y los piógenos utilizando exclusivamente criterios clínicos; se puede sospechar etiología amebiana en aquellos con serología positiva. La sensibilidad de la serología amebiana es cerca de 95 y es muy específica para infección por E. histolytica. Es positiva en el paciente con amebiasis invasora (absceso hepático o colitis amebiana). Sin embargo, puede ser negativa en presentaciones agudas de menos de 2 semanas, pero al repetir la serología suele ser positiva. Un resultado positivo solo confirma la infección presente o previa5. Entre las pruebas serológicos está el ensayo de hemaglutinación indirecta, inmunofluorescencia indirecta, fijación de complemento, aglutinación en látex, inmunoelectroforesis, con sensibilidades altas entre 95-99%2. El ensayo de hemaglutinación indirecta es altamente sensible y un reporte negativo excluye el diagnóstico; un título mayor de 1:512 está presente en casi todos los pacientescon enfermedad invasora; el resultado puede ser positivo por muchos años. Los títulos de precipitina por gel de difusión se vuelven negativos 6 meses después de la infección, por lo que este es el test de elección en zonas endémicas con exposición previa. La elección del test serológico depende de la disponibilidad de la prueba y las consideraciones epidemiológicas de cada región. En las zonas endémicas, 25% de las personas no infectadas tiene anticuerpos antiamebianos secundarios a infecciones previas por E. histolytica. La difusión en agar gel es menos sensible que la hemaglutinación indirecta, pero se mantiene positiva después de una infección por 6-12 meses, lo que podría ser útil en áreas endémicas2. Algoritmo diagnóstico del absceso hepático en niños 20 – Infectología pediátrica para el día a día En la tabla 3 se presentan hallazgos de laboratorio e imágenes más frecuentes. Tabla 3. Hallazgos de laboratorio en el absceso hepático en niños. Tratamiento La modalidad de tratamiento depende de la localización, tamaño, volumen y estado de licuefacción del absceso3. El manejo inicial consiste en antibiótico empírico que deberá incluir cubrimiento para S. aureus, bacilos gramnegativos, anaerobios y adicionalmente cubrimiento de E. histolytica, hasta que se cuente con un resultado negativo de los tests serológicos que estén disponibles para esta ameba8,9,11. Cuando se logra identificar el germen, se realizará un tratamiento dirigido. La terapia antimicrobiana dirigida debe garantizar un cubrimiento polimicrobiano (gramnegativos y anaerobios), incluso si solo un microorganismo es aislado. Sin embargo, en el caso de aislar S. aureus o Candida spp, se recomienda realizar un tratamiento dirigido únicamente a estos microorganismos, debido a que es poco probable que se trate de un absceso polimicrobiano12. Si se sospecha una fuente biliar de un absceso hepático piógeno se recomienda escoger un régimen con cubrimiento para enterococos, como piperacilina tazobactam o ampicilina + gentamicina + metronidazol12. Se recomienda mantener el tratamiento parenteral durante 2 a 3 semanas, seguido de antibióticos orales durante 4 a 6 semanas. En caso de no realizarse drenaje quirúrgico, algunos expertos recomiendan extender el tratamiento antibiótico hasta completar mínimo 6-8 semanas. El tiempo definitivo total de tratamiento dependerá de la evolución clínica, paraclínica y el seguimiento imagenológico. En caso de confirmarse el diagnóstico de absceso hepático amebiano, el fármaco de elección es el metronidazol IV o VO durante 10 días, seguido de un amebicida intraluminal por vía oral durante 10 días. El tratamiento médico exclusivo debe reservarse a los pacientes con abscesos pequeños, difíciles de drenar y a aquellos en los que el riesgo de drenaje resulta elevado5. - Anemia - Leucocitosis - Elevación de VSG y PCR. - Ligera elevación de enzimas hepáticas o normales. - Disminución de albúmina. - Aislamiento en hemocultivos o cultivo de secreción. - Pruebas serológicas (ELISA y hemaglutinación indirecta para E. histolytica. - Si se sospecha de enfermedad por arañazo de gato anticuerpos para Bartonella henselae. Absceso hepático en niños - 21 Esquemas de terapia antibiótica empírica - Clindamacina 40 mg/kg/día + Ceftaxime 150 mg/kg/día c/8 h (o ceftriaxona 100 mg/kg/día c/12 h) + metronidazol 30-50 mg/kg/día c/6h - Alternativas: a. Piperacilina tazobactam 300-400 mg/kg(día c/5-8 h, máximo 24 g/día b. Meropenem 60 mg/kg/día c/8 h + metronidazol 30-50 mg/kg/día c/6 h. c. Ampicilina + gentamicina + metronidazol Manejo quirúrgico Es un componente estándar de la terapia, asociada al manejo antimicrobiano, y siempre a realizarse cuando sea posible, ya que es diagnóstico y terapéutico. Las técnicas incluyen drenaje percutáneo guiado por tomografía o ecografía (aspiración con aguja solamente o con colocación de catéter), drenaje quirúrgico abierto, drenaje laparoscópico o drenaje por colangiopancreatografia endoscópica retrograda, (CPRE). El manejo de elección va a depender de la localización, tamaño y experiencia del equipo quirúrgico 2. Los procedimientos de drenaje guiados por imagen son el tratamiento de elección, y han reemplazado el drenaje quirúrgico. La intervención quirúrgica debe considerarse si el drenaje percutáneo fracasa o si es necesario tratar una enfermedad intraabdominal coexistente, y para algunos pacientes con abscesos múltiples grandes o loculados, y aquellos grandes con riesgo de ruptura. Siempre debe realizarse tinción de gram y cultivos para bacterias aerobias y anaerobias del material aspirado; si es posible obtener biopsia histopatológica5. Para abscesos pequeños menores de 3 cm o múltiples, el tratamiento puede basarse solo en terapia antimicrobiana. Algoritmo de manejo del absceso hepático 22 – Infectología pediátrica para el día a día Indicaciones de laparotomía o drenaje quirúrgico abierto en AHP - Absceso multiseptado o multiloculado. - Absceso con pus viscosa o múltiples abscesos, especialmente si son grandes y están localizados en el lóbulo hepático izquierdo. - Absceso hepático en pacientes con enfermedad granulosa crónica. - Absceso hepático en pacientes con patología abdominal concurrente, p.e. apendicitis. - Ruptura del absceso hepático - Cuando la respuesta a un drenaje percutáneo con colocación de catéter en la cavidad del absceso + terapia antibiótica no es favorable después de 4-7 días. REFERENCIAS 1. Mishra K, Basu S, Roychoudhury S, Kumar P. Liver abscess in children: an overview. World J Pediatr, Vol 6 No 3. August 15, 2010 2. Christopher D, Herrera H, et al. GI/ Liver Secrets plus, Fifth Edition, ed. Published by Elsevier. 2015. Liver Abscess. 30, 237-242 3. Mukta W, Hemanshi S, et al. 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Pediatra Especialista en Enfermedades Infecciosas Universidad del Valle Generalidades La serpiente es el símbolo de la medicina debido a su asociación con Asclepios, dios griego de la Medicina; sin embargo, también es la causante del accidente ofídico, una enfermedad potencialmente mortalque resulta de la inoculación de una mezcla de toxinas, posterior a la mordedura de una serpiente, que puede tener diferentes efectos deletéreos en la economía corporal2. Estos organismos provienen del reino Animalia, orden squamata (escamosos) suborden serpientes, pertenecientes a la clase Reptilia. En el mundo existen alrededor de 3000 especies, de las cuales cerca de 250 están incluidas en el listado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como de importancia médica, debido al potencial efecto deletéreo de su veneno. Las serpientes con importancia médica se encuentran en alrededor de 160 países y más del 95% de los casos de los accidentes ofídicos ocurren en países tropicales y/o en países en vía de desarrollo ubicados en África, Asia y América Latina, sobre todo en las poblaciones más vulnerables con peores condiciones sanitarias y de pobreza, como lo es la población rural, con viviendas mal construidas, con inadecuado acceso a educación y atención médica3. Su gran importancia a nivel global como causa de morbimortalidad en población económicamente productiva, llevó a que se incluyera como categoría A en las enfermedades tropicales olvidadas por la OMS en junio de 20171. En Colombia, debido a su biodiversidad se han identificado ocho familias, con 272 especies, de las cuales, solo 49 son venenosas y pertenecen a sólo dos familias. La primera o Viperidae, incluye serpientes de género Crotalus, Bothrops y Agkistrodon y la segunda o Elapidae, de la cual, Micrurus es la más representativa2. Sólo hay una especie venenosa marina, Hydrophis platurus, que se encuentra exclusivamente en el Océano Pacifico4. En 2017, la distribución de mordeduras por serpiente en nuestro país fue: 1. Aquellas del género Bothrops. 2. Seguida de Crotalus y Colúbridos. 24 – Infectología pediátrica para el día a día Sin embargo, en 25,7% de los casos no se logró identificar el género de la serpiente agresora. Para lograr una disminución en la carga de la enfermedad, el enfoque inicial de esta afección debe delimitar cuál es la incidencia real en cada uno de nuestros países, la distribución geográfica de los accidentes, la población que más está en riesgo, las circunstancias que rodean el hecho y la severidad del evento2. Lo anterior ha sido difícil por la falta de notificación, que hace que las estadísticas reales sean escasas. Sin embargo, la OMS estima que cerca de 5 millones de mordeduras ocurren por año resultando en 2,7 millones de envenenamientos, los cuales producen entre 81.000 y 138.000 muertes por año, 400.000 amputaciones y otras discapacidades permanentes3. En América, el estudio realizado por Jean-Philippe Chippaux2 mostró una incidencia total cercana a 57.500 eventos por año (6,34 por 100.000 habitantes) con 370 muertes al año (0,037 por 100.000 habitantes), una tasa de fatalidad de 0,6%, sin embargo, hay una amplia variación entre países2. Colombia, mostró 4.159 eventos por año entre 2010 y 2016, con una incidencia de 8,69/100.000 habitantes y 35 muertos por año, lo que daba una tasa da fatalidad de 0,84%. Colombia introdujo esta afección como de reporte obligatorio desde el 2007, a pesar de lo cual aún parece haber subregistro. Según el reporte nacional de Sivigila 2017, la mayor proporción de casos corresponden a los departamentos de Antioquia, Norte de Santander, Meta, Córdoba y Cesar. Según incidencia, las entidades de Vaupés, Guaviare, Arauca, Casanare y Chocó, presentan los mayores valores. La incidencia del país para ese año fue 10 por 100 000 habitantes, con una tasa de letalidad de 0,7%. Dicho estudio también identificó que la población de mayor riesgo es aquella entre 15 y 45 años, aquella que vive en áreas rurales y que se dedican a actividades relacionadas con agricultura y con un mayor riesgo de severidad en niños, debido a su menor superficie corporal2, lo cual es congruente con información disponible en la literatura sobre tasas más altas de letalidad en pacientes < 5 años10. Veneno y mecanismo del accidente El veneno está conformado por una mezcla de proteínas de diferentes complejidades que han evolucionado bajo la selección positiva Darwiniana, lo que les permite matar o lesionar a su presa o víctima accidental (en el caso de los humanos) y es usado por dichos animales para propósitos defensivos y predatorios10. Accidente ofídico - 25 La inyección de dichas sustancias se realiza mediante un sistema especializado que incluye una glándula productora de veneno, un conducto transportador y un conjunto de colmillos que cambian su localización según la familia a la que pertenezca la serpiente, ubicándose en la región frontal del maxilar en la familia viperidae y elapidae, a diferencia de una ubicación posterior en los colúbridos. El tamaño de los colmillos también es importante para entender esta afección, ya que dictamina que el veneno sea inyectado subcutánea o intramuscularmente. Una vez inyectado, las toxinas pueden efectuar su función a nivel de los tejidos circundantes o ser distribuidas por toda la ecología corporal por medio de vasos linfáticos y sanguíneos, permitiéndole actuar en varios órganos y sistemas a distancia10. Los diferentes componentes que hacen parte de la sustancia inoculada pueden tener efectos deletéreos variados: daño tisular local con mionecrosis, alteración dérmica con formación de ampollas y daño local de vasos sanguíneos y linfáticos, otras, por el contrario, inducen efectos sistémicos como manifestaciones neurotóxicas, sangrados (alteración de la cascada de coagulación a diferentes niveles y daño de la función endotelial), injuria renal aguda, rabdomiolosis, cardiotoxicidad, hiperactividad autonómica o trombosis. El envenenamiento por mordeduras de miembros de la familia viperidae causan efectos locales y sistémicos asociados con sangrado, coagulopatías y choque hipovolémico, mientras que el accidente con miembros de la familia elapidae usualmente inducen manifestaciones neurotóxicas tales como parálisis neuromuscular flácida descendente, que pueden involucrar músculos usados en el habla, la deglución y la respiración. Manifestaciones clínicas El paciente con mordedura de serpiente se puede presentar con síntomas locales y sistémicos como con ansiedad y síntomas asociados con el tratamiento tradicional de las comunidades recibido antes de llegar al hospital (aplicación de torniquetes, incisiones locales, ingestión de hierbas eméticas, aplicación local de sustancias como hierbas, hielo, calor, fuego o electrodos eléctricos). Es importante tener en cuenta que el miedo asociado con el evento puede sobredimensionar algunos síntomas como vómito, diaforesis, taquicardia, acroparestesias, espasmo carpopedal (calambres en manos, muñecas y pies), taquipnea e hiperventilación que desencadene síncope u otros síntomas neurológicos no necesariamente asociados con los efectos del veneno. 26 – Infectología pediátrica para el día a día Según la familia a la que pertenece el animal agresor, se pueden diferenciar los siguientes patrones de manifestaciones: Viperidae: Síntomas locales y sistémicos. Entre los síntomas locales encontramos dolor asociado con edema, con signos inflamatorios, los cuales se hacen evidentes dos horas postaccidente. Signos de linfangitis (líneas rojas en la piel que representan inflamación de vasos linfáticos), sangrados por el sitio de entrada de los colmillos, ampollas, equimosis, linfadenopatía regional, necrosis de tejidos blandos y músculo, además infección secundaria por absceso o celulitis. Entre los síntomas sistémicos están síncope, pérdida de visión y de conciencia de forma transitoria, hipotensión, shock, taqui o bradiarritmias, diátesis hemorrágica con sangrados espontáneos, ya sea nasal, genitourinario, respiratorio, gastrointestinal o de sistema nerviosocentral. Variantes al cuadro anterior que podrían encontrarse con algunas especies de serpientes de esta familia, son síntomas autonómicos como sudoración, urticaria, angioedema, diarrea, emesis, falla renal aguda, neuromiotoxicidad caracterizada por fasciculaciones, trombosis arterial (cerebro, riñón, pulmón, corazón), parálisis descendente con rabdomiolisis y falla renal en accidentes con Crotalus en América Latina y un síndrome causado por lachesis que produce síntomas autonómicos dramáticos asociado con síntomas vasovagales y alteraciones locales severas. Elapidae: Clásicamente, este accidente se relaciona con síndrome neurotóxico caracterizado por parálisis flácida que se puede manifestar como ptosis palpebral, oftalmoplejía externa asociado algunas veces con dilatación pupilar. En algunas ocasiones, puede haber somnolencia, la cual es difícil de explicar ya que el veneno parece no atravesar la barrera hematoencefálica. La parálisis descendente involucra los músculos inervados por los nervios craneales inferiores, así como músculos flexores del cuello y músculos respiratorios, del tronco y de las extremidades. Otros síntomas incluyen aumento de las secreciones faríngeas, pérdida de reflejo nauseoso, disminución de la capacidad ventilatoria, respiración abdominal paradójica con uso de músculos accesorios y cianosis. Accidente ofídico - 27 Los síntomas locales en este caso incluyen ausencia o presencia leve de dolor, parestesias o edema sin formación de ampollas o necrosis; sin embargo, pueden haber algunas variables del síndrome anterior consistente con dolor irradiado, edema rápidamente expansivo, formación de ampollas, necrosis de tejidos blandos asociado con infección sobreagregada, adenopatía regional dolorosa, fasciculaciones, dolor abdominal severo que simula cólico renal o biliar, falla renal aguda asociado con rabdomiolisis, hiponatremia, sangrados espontáneos y coagulopatía. Tratamiento El tratamiento inicial del accidente ofídico se basa sobre todo en la administración oportuna (un retraso en 6 horas entre la mordedura y la aplicación del suero antiofídico ha mostrado estar asociado con mayor severidad en el envenenamiento, como lo mostró el estudio realizado en Brasil por Yukari Figuero et al9) y suficiente de suero polivalente específico contra el veneno inoculado según el género de la serpiente y la severidad del evento. Estos últimos son determinados por factores tales como la edad de la víctima, el tamaño de la mordedura, sensibilidad al veneno, tiempo transcurrido desde el accidente hasta la atención médica, localización y profundidad de la mordedura, número de lesiones, tamaño de la serpiente y la cantidad del veneno inoculado8, así como la realización de unas medidas generales no menos importantes que la aplicación del suero15. Las medidas generales que se deben tener en cuenta son: inmovilizar el individuo o la extremidad afectada para evitar la diseminación del veneno mediante el sistema venoso o linfático, remover anillos u objetos ubicados alrededor de la extremidad, aplicación de almohadillas de presión sobre la herida. Además, el paciente debe ser transportado rápidamente y preferiblemente de manera pasiva en posición de recuperación al centro de atención médica más cercano. Se debe usar analgesia con acetaminofén u opioides, pero están contraindicados la aspirina y los AINE dado el riesgo de sangrado que estos suponen10,11,15. Se sugiere, además, evitar la práctica de algunas medidas tradicionales, las cuales son inefectivas, como incisión de la herida, succión, aplicación de presión mediante torniquetes. Si se sospecha que el envenenamiento puede ser ocasionado por serpientes con potencial neurotóxico como algunas serpientes corales (micrurus spp) y algunas elapidae, se podría aplicar atropina y neostigmina para mejorar la trasmisión neuromuscular como medida inicial. 28 – Infectología pediátrica para el día a día Cuando el paciente ingresa a un centro de atención médica, se debe tener en cuenta que aunque el paciente no presente signos de envenenamiento al ingreso se deberá observar por lo menos 24 horas y manejar de manera expectante, ya que estos pacientes se pueden deteriorar rápidamente, aunque luzcan bien inicialmente. Una vez admitido, se debe asegurar por lo menos una línea venosa de buen calibre para poder administrar adecuada resucitación hídrica de ser necesaria. Si el paciente tiene dificultad respiratoria o cianosis central, se debe asegurar la vía aérea y suministrar oxigeno de la manera que se disponga. La vigilancia clínica deberá tener en cuenta monitorización continua de signos vitales como son frecuencia cardíaca, presión arterial, además de otros parámetros como nivel de estado de consciencia, presencia o ausencia de ptosis palpebral, sangrados espontáneos, gasto urinario, tamaño/progresión de edema local y aparición de signos que hagan sospechar síndrome compartimental. La siguiente decisión a tomar será si el paciente requiere o no suero antiofídico, el cual está claramente indicado en pacientes con accidente moderado a severo. En este punto es importante tener en cuenta que éste es el antídoto específico para contrarrestar los efectos sistémicos del veneno del animal agresor. Esta sustancia está constituida por un concentrado de inmunoglobulinas (IgG) de ciertos animales que han sido hiperinmunizados con uno o más venenos. Los sueros pueden ser mono o polivalentes según si son desarrollados contra una o varias especies de serpientes en cierta área geográfica. Algunas de las indicaciones para aplicar el suero antiofídico son: - Paciente en shock, con o sin hipovolemia. - Sangrados espontáneos en sitio distante a la mordedura como son nariz, encías, tracto gastrointestinal o urogenital. - Alteraciones en pruebas de coagulación o sangrado persistente en sitio de trauma. - Neurotoxicidad dado por ptosis bilateral, oftalmoplejía, parálisis descendente. - Orina negra macroscópica o evidencia microscópica de hemoglobinuria o mioglobinuria - Alto riesgo de injuria renal, por oliguria o aumento de creatinina y BUN en sangre - Edema local extenso o alto riesgo de necrosis tisular Accidente ofídico - 29 A pesar de tener muchos beneficios, entre los que se encuentran reversar los efectos antihemostáticos, hipotensión, neurotoxicidad post y presináptica, rabdomiolisis y necrosis tisular local, no se puede perder de vista sus limitaciones, ya que, al ser altamente específico, neutralizan solo el veneno usado en su elaboración, junto con el de algunas especies relacionadas, por lo cual es muy importante la identificación de la serpiente agresora. Además, estos son costosos, escasos, pueden requerir cadena de frío para su almacenamiento, además de ser pobremente distribuidos en las zonas que más los necesitan10. La dosificación usualmente es la misma en adultos y niños, y debe ser aumentada según la severidad del accidente y debe ser repetida si hay deterioro neurológico o cardiovascular 1 a 2 horas después de aplicado o si persisten las alteraciones de coagulación 6 horas después. El suero antiofídico se debe administrar siempre de manera endovenosa con una velocidad de infusión entre 10 a 60 minutos con monitorización estrecha de aparición de reacciones anafilácticas o pirogénicas10. En Colombia se producen y comercializan sueros polivalentes para el tratamiento de accidentes provocados por géneros Bothrops (mapaná), Crotalus (cascabel), y en algunos casos por reacción cruzada por el Lachésis (verrugosa) y monovalentes antibotrópicos (mapaná, taya x, cuatro narices), no así el anticrotálico, ni el antilachésico, ni anticoral; por tanto, frente a un accidente ofídico ocasionado por estos