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Capítulo 6 Líquidos corporales y sistema renal 151 El túbulo proximal se encuentra a continuación del cor- púsculo renal, y en él se distinguen dos zonas: una cortical que presenta numerosos enrollamientos alrededor del glomérulo y otra medular, la porción recta. Las células tubulares de este segmento presentan las características propias de células con una gran actividad metabólica, como son abundantes lisosomas y mitocondrias en el citoplasma. Además contienen numerosas microvellosidades formando un borde en cepillo que amplía la superficie de la célula (Fig. 6.7). A continuación se encuentra el asa de Henle formada por la rama descendente delgada, cuyas células son aplanadas, presentan pocas microvellosidades y pocas mitocondrias (Fig. 6.7), la rama ascendente delgada y la rama ascedente gruesa, este último segmento está formado por células de forma cúbica similares a las que se encuentran en el túbulo proximal pero, a diferencia de éstas, tienen pocas microvellosi- dades pero contienen una cantidad importante de mitocondrias (Fig. 6.7). Como se observa en la Figura 6.5, la longitud de la rama descendente varía de unas nefronas a otras y depende de dónde se encuentre situado su glomérulo. Los glomérulos situa- dos en la parte mas profunda de la corteza, próximos a la médula, presentan un asa de Henle larga que se interna en la médula e incluso puede llegar a la papila. Este tipo de nefronas reciben el nombre de nefronas yuxtamedulares, que desempeñan un papel importante en la formación de una orina concentrada. Sin embar- go, las nefronas corticales, cuyos glomérulos se encuentran en la parte más externa de la corteza presentan un asa de Henle corta, éstas constituyen la mayor parte de las nefronas. El asa de Henle se continúa con el túbulo distal que es más corto y más delgado que el túbulo proximal. Está formado por células cúbicas con una estructura similar a la de la rama ascen- dente gruesa (Fig. 6.7). En su parte inicial presenta numerosos doblamientos similares a los del túbulo proximal con los cuales se puede entremezclar. Los túbulos distales de varias nefronas se unen por medio de los túbulos conectores para formar los túbulos colectores que están formados por dos tipos de células: las prin- cipales y las intercaladas. En cada túbulo colector cortical drenan de 8-10 nefronas, y se continúa en dirección de la médula, con el túbulo colector medular externo y posteriormente con el túbulo colector medular interno o papilar, que desembocan en los cáli- ces de la pelvis renal (Fig. 6.5). La circulación renal El flujo sanguíneo renal (FSR) de un individuo adulto es de aproximadamente 1200 mL/min, lo que representa alrededor de un 25% del gasto cardíaco. Este elevado aporte sanguíneo es necesario para que el riñón pueda llevar a cabo su función de mantenimiento de la homeostasis del medio interno. La sangre llega a los riñones a través de las arterias renales, que proceden de la aorta abdominal y se dividen en una rama ventral y otra dorsal, antes de entrar en el riñón por el hilio renal. Dentro del riñón, las arterias renales, que se dirigen hacia la perife- ria, forman las arterias segmentarias (cinco por cada riñón). Cada una de éstas, a su vez, se va dividiendo progresivamente en ramas cada vez más pequeñas (Fig. 6.8). Las primeras son las interlobulares que circulan entre las pirámides y las columnas renales irrigando, por tanto, cada lóbulo renal correspondiente. A continuación se curvan dando lugar a las arterias arcuatas que se disponen en un plano paralelo a la superficie del riñón, en el límite entre la corteza y la médula externa. A partir de ahí las arterias arcuatas se dividen en sentido radial en las arterias interlobulillares que se dirigen a la superficie del riñón. Las arterias interlobulillares se dirigen desde la unión corticomedu- lar hacia la superficie renal y durante este trayecto dan origen a las arteriolas aferentes que, una vez en el corpúsculo renal, se ramificarán en multitud de capilares glomerulares por toda la corteza renal. Los capilares glomerulares se reúnen para formar la arteriola eferente que abandona el glomérulo. Finalmente, las arteriolas eferentes se subdividen para dar lugar a una red de capilares peritubulares, que rodean la porción tubular de la nefrona. Los capilares peritubulares que irrigan el asa de Henle de las nefronas yuxtamedulares penetran en la médula renal for- mando los vasos rectos. El retorno venoso en el riñón corre paralelo a la circulación arterial, aunque en sentido contrario (Fig. 6.8). Las venas inter- lobulillares que descienden perpendicularmente a la superficie renal van a ir recibiendo las venas que recogen la sangre prece- dente de los capilares peritubulares y de los vasos rectos, aunque estos últimos también pueden drenar directamente en las venas arcuatas que son las que recogen la sangre procedente de las ve- nas interlobulillares. Las venas arcuatas continúan por las venas interlobulares para llegar finalmente a la vena renal que sale por el hilio renal y drena finalmente a la vena cava inferior. La inervación renal La inervación renal procede del plexo celíaco y consiste en fibras simpáticas, ya que la inervación parasimpática no existe. Las fibras nerviosas son adrenérgicas e inervan principalmente las paredes vasculares, el aparato yuxtaglomerular y los túbulos renales. Esta inervación modula la función renal, no sólo la hemodinámica sino también la función tubular. Arteria renal Vascularización de los glomérulos Arterias segmentarias Arterias interlobulares Arterias arcuatas Arterias interlobulillares Figura 6.8. Esquema de la vascularización renal. https://booksmedicos.org booksmedicos.org Push Button0:
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