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anatomia y fisiologia del cuerpo-166

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Capítulo 6 Líquidos corporales y sistema renal 151
El túbulo proximal se encuentra a continuación del cor-
púsculo renal, y en él se distinguen dos zonas: una cortical que 
presenta numerosos enrollamientos alrededor del glomérulo 
y otra medular, la porción recta. Las células tubulares de este 
segmento presentan las características propias de células con 
una gran actividad metabólica, como son abundantes lisosomas 
y mitocondrias en el citoplasma. Además contienen numerosas 
microvellosidades formando un borde en cepillo que amplía la 
superficie de la célula (Fig. 6.7). A continuación se encuentra el 
asa de Henle formada por la rama descendente delgada, cuyas 
células son aplanadas, presentan pocas microvellosidades y pocas 
mitocondrias (Fig. 6.7), la rama ascendente delgada y la rama 
ascedente gruesa, este último segmento está formado por células 
de forma cúbica similares a las que se encuentran en el túbulo 
proximal pero, a diferencia de éstas, tienen pocas microvellosi-
dades pero contienen una cantidad importante de mitocondrias 
(Fig. 6.7). Como se observa en la Figura 6.5, la longitud de la 
rama descendente varía de unas nefronas a otras y depende de 
dónde se encuentre situado su glomérulo. Los glomérulos situa-
dos en la parte mas profunda de la corteza, próximos a la médula, 
presentan un asa de Henle larga que se interna en la médula e 
incluso puede llegar a la papila. Este tipo de nefronas reciben el 
nombre de nefronas yuxtamedulares, que desempeñan un papel 
importante en la formación de una orina concentrada. Sin embar-
go, las nefronas corticales, cuyos glomérulos se encuentran en la 
parte más externa de la corteza presentan un asa de Henle corta, 
éstas constituyen la mayor parte de las nefronas.
El asa de Henle se continúa con el túbulo distal que es más 
corto y más delgado que el túbulo proximal. Está formado por 
células cúbicas con una estructura similar a la de la rama ascen-
dente gruesa (Fig. 6.7). En su parte inicial presenta numerosos 
doblamientos similares a los del túbulo proximal con los cuales 
se puede entremezclar. Los túbulos distales de varias nefronas se 
unen por medio de los túbulos conectores para formar los túbulos 
colectores que están formados por dos tipos de células: las prin-
cipales y las intercaladas. En cada túbulo colector cortical drenan 
de 8-10 nefronas, y se continúa en dirección de la médula, con el
túbulo colector medular externo y posteriormente con el túbulo 
colector medular interno o papilar, que desembocan en los cáli-
ces de la pelvis renal (Fig. 6.5).
La circulación renal
El flujo sanguíneo renal (FSR) de un individuo adulto es de 
aproximadamente 1200 mL/min, lo que representa alrededor 
de un 25% del gasto cardíaco. Este elevado aporte sanguíneo 
es necesario para que el riñón pueda llevar a cabo su función de 
mantenimiento de la homeostasis del medio interno. La sangre 
llega a los riñones a través de las arterias renales, que proceden 
de la aorta abdominal y se dividen en una rama ventral y otra 
dorsal, antes de entrar en el riñón por el hilio renal. Dentro 
del riñón, las arterias renales, que se dirigen hacia la perife-
ria, forman las arterias segmentarias (cinco por cada riñón). 
Cada una de éstas, a su vez, se va dividiendo progresivamente 
en ramas cada vez más pequeñas (Fig. 6.8). Las primeras son las 
interlobulares que circulan entre las pirámides y las columnas 
renales irrigando, por tanto, cada lóbulo renal correspondiente. 
A continuación se curvan dando lugar a las arterias arcuatas
que se disponen en un plano paralelo a la superficie del riñón, 
en el límite entre la corteza y la médula externa. A partir de ahí 
las arterias arcuatas se dividen en sentido radial en las arterias 
interlobulillares que se dirigen a la superficie del riñón. Las 
arterias interlobulillares se dirigen desde la unión corticomedu-
lar hacia la superficie renal y durante este trayecto dan origen a 
las arteriolas aferentes que, una vez en el corpúsculo renal, se 
ramificarán en multitud de capilares glomerulares por toda la 
corteza renal. Los capilares glomerulares se reúnen para formar 
la arteriola eferente que abandona el glomérulo. Finalmente, 
las arteriolas eferentes se subdividen para dar lugar a una red 
de capilares peritubulares, que rodean la porción tubular de la 
nefrona. Los capilares peritubulares que irrigan el asa de Henle 
de las nefronas yuxtamedulares penetran en la médula renal for-
mando los vasos rectos.
El retorno venoso en el riñón corre paralelo a la circulación 
arterial, aunque en sentido contrario (Fig. 6.8). Las venas inter-
lobulillares que descienden perpendicularmente a la superficie 
renal van a ir recibiendo las venas que recogen la sangre prece-
dente de los capilares peritubulares y de los vasos rectos, aunque 
estos últimos también pueden drenar directamente en las venas 
arcuatas que son las que recogen la sangre procedente de las ve-
nas interlobulillares. Las venas arcuatas continúan por las venas 
interlobulares para llegar finalmente a la vena renal que sale por 
el hilio renal y drena finalmente a la vena cava inferior. 
La inervación renal
La inervación renal procede del plexo celíaco y consiste en fibras 
simpáticas, ya que la inervación parasimpática no existe. Las fibras 
nerviosas son adrenérgicas e inervan principalmente las paredes 
vasculares, el aparato yuxtaglomerular y los túbulos renales. Esta 
inervación modula la función renal, no sólo la hemodinámica sino 
también la función tubular.
Arteria
renal
Vascularización
de los
glomérulos
Arterias
segmentarias
Arterias
interlobulares
Arterias
arcuatas
Arterias
interlobulillares
Figura 6.8. Esquema de la vascularización renal.
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