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y de resistencia para cada uno de los territorios principales. Lógicamente, la suma de los denominadores debe estar muy próxima a la unidad, de acuerdo con la fórmula general de la resistencia aplicada a la circulación sistémica. La figura 1-4 muestra dos hechos fundamentales para comprender la hemodinámica. En primer lugar, nótese cómo la presión se mantiene relativamente constante desde las arterias hasta alcanzar la zona capilar. En la zona capilar se produce un descenso considerable. Este hecho es de enorme rrascendencia. Apoyándose en la ecuación 2 es fácil compren- der el descenso del gradiente de presión. El descenso de la velocidad en el territorio capilar se compensa con la mayor área de esta zona. Parece natural pensar que en los capilares es donde la sangre deba ir más lenta, a fin de dar tiempo a que se pueda producir el fin último de la circulación: el intercam- bio. En segundo lugar, el área de la circulación capilar es mu- cho más elevada que el área de la aorta. Cuando se habla de circulación capilar se hace referencia, naturalmente, a todos los capilares del organismo, pues es obvio decir que el radio de un capilar es más pequeño que el de la aorta. • Efectos de la gravedad Un inconveniente de la aplicación de la ecuac10n de Poiseuille a la circulación sanguínea consiste en considerar la horizontalidad del flujo, cuestión que no sucede en el ser humano. En efecto, la presión hidrostática se debe sumar al- gebraicamente a la ecuación 1, según que la circulación se en- cuentre por arriba o por debajo de la línea horizontal del co- razón. De esta manera, el flujo queda expresado como sigue: [5] 20 cm/s ! Area Arterias Capilares Venas Figura 1-4. Representación de dos factores que permiten comprender la ecuación 2. En las arterias, la velocidad es máxima, mientras que el área es muy pequeña. Sin embargo, en el territorio capilar sucede lo contrario: la velocidad de circulación de la sangre es baja, pero el área muy grande. En la parte inferior se ilustra el área estimada de todos los capilare~ del organis- mo juntos, pues obviamente el diámetro de un capilar (aproximadamente 7 ¡.¡) es despreciable respecto al diámetro de la aorta (alrededor de 3 cm). Características generales del sistema cardiovascular • Efecto de la gravedad en bipedestación P¡ P1 =altura (h) x gravedad (g) x densidad (p) Efecto de la gravedad en decúbito supino lllllllllllJJJ ~ Figura 1-5. Efectos de la gravedad sobre la presión que deben soportar los vasos en función de la presión hidrostática. En posición de pie, P, es la presión hidrostática debida a la columna de fluido (sangre) desde el corazón a los pies; aproximadamente, para una altura desde el corazón a los pies de 130 cm, el valor es de unos 95 mm Hg. Desde la cabeza al corazón, la presión hidrostática es de alrededor de 37 mm Hg. En posición de decúbito, el efecto de la presión hidrostática se encuentra uniforme- mente repartido. donde p es la densidad del fluido; g, la aceleración de la gra- vedad, y h, la diferencia de altura entre la salida y la entrada del fluido. La figura 1-5 muestra el efecto de la gravedad en un modelo hidrodinámico. El efecto de la gravedad, sin embargo, afecta prácticamente sólo a la circulación sistémi- ca, ya que, al encontrarse el aparato respiratorio rodeando al corazón, la gravedad únicamente afecta al retorno venoso pulmonar en decúbito. En estas condiciones, los territorios si tuados por debajo de la aurícula derecha, principalmente el área esplácnica, desempeñan un papel fundamental en paliar el efecto de la gravedad. Como se ha señalado anteriormente, el sistema venoso de la circulación sistémica cumple una función de reservo- río, que es esencial para compensar los efectos de la grave- dad. Por lo tanto , si no fuera porque existen mecanismos de compensación o ajuste cardiovascular, los cambios de postura determinarían variaciones abruptas del retorno venoso, de manera que descendería el valor de presión in- cluso hasta un valor próximo a cero, dificultando la conti- nuidad del flujo. Por otra parte, la posición bípeda del ser humano con- diciona la circulación en muchos territorios. Cuando se permanece mucho tiempo de pie, la acción de la gravedad determina que la sangre tienda a estancarse en las zonas más bajas. Por el contrario, cuando repentinamente se pasa del de- cúbito a la posición de pie, la sangre, que ha estado homogé- neamente repartida (por lo cual el encéfalo ha estado abas- tecido de forma suficiente), tiende a descender bruscamente hacia las extremidades. Si los mecanismos de regulación no ajustaran las variables de forma adecuada, el encéfalo vería reducido su flujo, con el consiguiente peligro. Cuando los ajustes no se hacen de forma rápida, se produce lo que se denomina hipotensión ortostática.
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