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Resumen de lectura de casos

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Resumen de lectura de casos
Unidad 1. La dirección de la cura.
El método freudiano: asociación libre y atención parejamente flotante. La regla fundamental y el inconsciente como huella y camino. El analista en el banquillo: táctica- estrategia y política. La posición del analista y la conversión ética radical. No hay ser del analista, entonces ¿Cuál es el resorte de su operación? La abstinencia y la pregunta por la neutralidad analítica.
-Lacan, J. (1987). La dirección de la cura y los principios de su poder. Capítulo 1: puntos 2, 4, 5 y 6; Capítulo 5: punto 18. Buenos Aires: Siglo XXI.
2- El psicoanalista dirige la cura. El primer principio es que no debe dirigir al paciente; la dirección de conciencia queda excluida.
La dirección de la cura es otra cosa. Consiste en primer lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla analítica, o sea las directivas cuya presencia no podría desoncocerse en el principio de lo que se llama “la situación analítica”, bajo el pretexto de que el sujeto las aplicara en el mejor de los casos sin pensar en ellas.
Hacer olvidar alpaciente que se trata únicamente de palabras, pero que esto no justifica que el analista lo olvide a su vez.
3- El analista también debe pagar:
· Pagar con palabras sin duda, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación. 
 
· Pagar con su persona, en cuanto que, diga lo que diga, la presta como soporte a los fenómenos singulares que el análisis ha descubierto en la transferencia.
· Pagar con lo que hay de esencia en su juiciomas íntimo, para mexclarse en una acción que va al corazón del ser.
4- Poner al analista en el banquillo, para observar que está tanto menos seguro de su acción cuanto que en ella está más interesado en su ser.
 Intérprete de lo que me es presentado en afirmaciones o en actos, Yo decido sobre mi oráculo y lo articulo a mi capricho, lejos de poder medir todo el efecto de mis palabras, libre siempre del momento y del número, tanto como de la elección de mis intervenciones, hasta el punto de que parece que la regla haya sido ordenada toda ella para no estorbar en nada mi quehacer de ejecutante, a lo cual es correlativo el aspecto de “material”, bajo el cual mi acción aquí toma lo que ella misma ha producido.
5- El manejo de la transferencia, mi libertad en ella se encuentra por el contrario enajenada por el desdoblamiento que sufre allí mi persona, es allí dondde hay que buscar el secreto del análisis.
Todo analista experimenta siempre la transferencia en el asombro del efecto menos esperado de una relación entre dos que fuese como las otras. Se dice que tiene que componérselas allí ante un fenómeno del que no es responsable (espontaneidad en el paciente).
No se podría razonar a partir de lo que el analizado hace soportar de sus fantasías a la persona del analista.
El analista se adjudica la ayuda de lo que en ese juego se llama muerto, pero es para hacer surgir al cuarto que va a ser aquí la pareja del analizado, y cuyo juego el analista va a esforzarse, por medio de sus bazas, en hacerle adivinar la mano: tal es el vínculo, digamos de abnegación, que impone al analista la prenda de la partida en análisis.
Los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto; y que si se le reanima, el juego se prosigue sin que se sepa quién lo conduce.
El analista es menos libre en su estrategia que en su táctica.
6- El analista es aún menos libre en aquello que domina estrategia y táctica: su política, en la cual haría mejor en ubicarse por su carencia de ser que por su ser. Sua ccion sobre el paciente se le escapa junto con la idea que se hace de ella, si no vuelve a tomar su punto de partida en aquello por lo cual ésta es posible, si no retiene la paradoja en lo que se tiene de desmembrado, para revisar en el principio la estructura por donde toda acción interviene en la realidad.
18- Se trata de la verdad, de la única, de la verdad sobre los efectos de la verdad. Los medios de la dirección de la cura son la palabra.
· La palabra tiene en ella (la cura) todos los poderes, los poderes especiales de al cura;
 
· Estamos bien lejos por la regla (fundamental) de dirigir al sujeto hacia la palkabra plena, ni hacia el discurso coherente, pero lo dejamos libre de intentarlo;
· Esa libertad es lo que más cuesta soportar;
· La demanda es propiamente lo que se pone entre paréntesis en el análisis, puesto que está excluido que el analista satisfaga ninguna de ellas;
· Puesto que no se pone ningún obstáculo a la confesión del deseo, es hacia eso hacia donde el sujeto es dirigido e incluso canalizado;
· La resistencia a esa confesión (del deseo), en último análisis, no puede consisitir aquí en nada sino en la incompatibilidad del deseo con la palabra. (llevamos al sujeto a algo que es imposible decir, el deseo. El deseo es estructuralmente incompatible con la palabra)
-Freud, S. (1912). Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico Vol. XII. Buenos Aires: Amorrortu.
A- La técnica desautoriza todo recurso auxiliar, y consiste en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo en cuanto uno escucha la misma “atención parejamente flotante”. Uno fija un fragmento con particular relieve, elimina otro y en esa elección obedece a sus propias expectativas o inclinaciones. Si en la elección uno sigue sus expectativas, corre el riesgo de no hallar nunca mas de lo que sabe; falseara la percepción posible.
Fijarse en todo por igual es el correspondiente necesario de lo que se exige al analizado: que refiera todo cuanto se le ocurra, sin critica ni selección previa. 
La regla para el médico, “uno ebe alejar cualquier injerencia conciente sobre su capacidad de fijarse, y abandonarse por entero a sus “memorias inconcientes”; “uno debe escuchar y no hacer caso de si se fija en algo”.
B- No puedo recomendar se tomen notas algo extensas. Mientras uno toma apuntes practica una dañina selección en el material, y así liga un fragmento de su propia actividad espiritual que hallaría mejor empleo en la interpretación de lo escuchado.
C-
D-mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es bueno elaborarlo científicamente. Para el analista, la conducta correcta consistirá en pasar de una actitud psíquica a la otra al compás de sus necesidades; en no especular ni cavilar mientras analiza, y en someter el material adquirido al trabajo sintético del pensar sólo después de concluido el análisis.
E- La frialdad de sentimiento que cabe exigir al analista se justifica porque crea para ambas partes las condiciones más ventajosas: para el médico, el muy deseable cuidado de su propia vida afectiva; para el enfermo, el máximo grado de socorro que hoy nos es posible prestarle.
F- La regla analítica fundamental. El médico debe ponerse en estado de valorizar para los fines de la interpretación, del discernimiento de lo inconciente escondido, todo cuanto se le comunique, sin sustituir por una censura propia la selección que el enfermo resignó: debe volver hacia el inconciente emisor del enfermo de su propio inconciente como órgano receptor, acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda al micrófono. 
Lo inconciente del médico se habilita para reestablecer, desde los retoños a él comunicados de lo inconciente, esto inconciente mismo que ha determinado las ocurrencias del enfermo. 
Si el medico ha de estar en condiciones de servirse así de su inconciente como instrumento del análisis, él mismo tiene que llenar en vasta medidad una condición psicológica. No puede tolerar resistencias ningunas que aparten de su conciencia lo que su inconciente ha discernido. Se le debe exigir que se haya sometido a una purificación psicoanalítica, y tomado noticia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para aprehender lo que el analizado le ofrece.
G- el médico no debe ser transparente para el analizado, sino, mostrar sólo lo que le es mostrado. Es preciso ser sobre todo tolerante con las debilidades del enfermo, darse por contento si, aun no siendo éldel todo valioso, ha recuperado un poco de la capacidad de producir y de gozar.

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