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·,.. •'J .q:-IX:o1- Lo. D a.> UJ ~ E () ~~ <l.) en ~ "U Lo.r::.1 ~o:c VI -<e(~> III ::..,.tu 1-.~l t}« llJ-o o..U V1o cr.:V) tU O.Ví -<l( >-o VI:z ~U..I' __-, _1U "«u.¡ Za « -<1( ZtJ OHl -1-. UO UIlJ-1 _1c.o o-, u,o Los """"" extranos Sociología de la desviación Howard S. Bcckcr f'I\ \¡;;.I Editorial Tiempo Contemporáneo Los extraños' Todos los gr~lpos ,sociales crean reglas y, en ciertos momentos)' en detertliii¡;Hlas circunstancias, intentan imponerIas. Las reglas so· 'cj;¡Jcs dcfincll ciertas situacioIles )' los tipos de cOll1p'ortamicnto apropiados para las mismas, prescribiendo alglll1;¡S actuaciones 'C0l110 .correctas» y prohibiendo otras como .incorn:ctns». Cuando se impone !ll1,a Eegl~, la persona de quien se cree que la haya que,- brnIltado puede ser vista por los dem;ís como Un tipo especial de jlli11Vílflio, 'illguien de qllieu no se puede esperar qne viv;i de 'acuá· do con las reglas acordadas por el resto del grupo. Se lo considera u n marginal. Pero la J:ici~~,n<l,así catalogada como marginal puede tener una visiÓn diferente del asunto. Puede no ;¡ceptar la regla segÚn la cual esd siendo juzgado, y considerar que quienes lo juzgan no son ni competentes ni est;ín legítimamente autoriz;¡dos p;¡ra hacer, lo. En consecuencia, surge aquí un segundo significado del tér· no: cltr;¡nsgresor puede considerar que sus jueces son marginales. En bs"p;\ginas siguientes, trataré de esclarecer la situ;¡ción y el proceso sefíalados por este término ambiguo: las situaciones ue ruptura de regbs y de imposición de las mismas: y los procesos por los cuales ciertas personas llegan a <¡ucbrallt;ll' l;¡s reglas y otr:15 a imponerlas. Conviene haccr algunas tlistillciones prelimillares. Las rcglas pllC· den ser de muchos tipos. Pucden estar formalmcntc proTIlu]ga(!;¡s c:omo leyes, y en este caso puede usarse la fucrza policial dcl Estado para imponerIas. En otros casos, representan acuerdos informales, recientemente alcanzados o, por el contrario, sa Ilcionados por los ;dios y la tradición; las rcglas de este tipo son impuestas a través de diversas sanciones informales. De igual modo, tanto si una regla tiene la fuerza de ley o de tradi· ción, como si es simplemente el resultado del consenso general, puede haber un cuerpo especializado, tal como la policía o el comité dcontológlco' 'de 'una asociación profesional, cuya funci6n sea imponerla; por otra parte, la i~posición de la regla puede • ¡.]. concepto de 'olllsidcr,r. (liler;dll1enle .Ios de afuera.), lal como se lo define en eSle eapílulo, ha sido lraducido allernalivamenle COIllO .exlral,os' o .marginales •. (N. cid T.] 13 ,,(;f UCia incumÍJencia de todos, 0, al menos, de todos los miembros (5ci grupo para el cual se ha creado la regb. j\fuchas reglas no se imponen y no son, salvo en el aspecto 111;\.> formal, el tipo de reglas que nos interesan para este estudio. Un ejemplo de esto son las &l1/l: laws,· leyes que permanecen en los estatutos, aunque no han sido impuestas desde hace cien aiios. (E.) importante recordar, sin embargo, que una regla 110 impuesta puede ser reactivada por diversos motivos y retomar toda su íuerza original, tal como ha ocurrido recientemente con bs leyes que 'reglamelltan la apertura de establecimientos comerciale~ lo,) liias domingos en Missouri.) Las reglas informales pueden tamo bién morir por [alta de imposición. En este libro me dedicaré, principalmellte, a lo que podemos llamar las ~eg]as verdader;\· rr¡ente operan¡es de los grupos, que son aquellas que se mantienen vivas a traves de los intentos de imponerlas. Finalmente, el [l'ado exacto en el cual uno se encuentra cmargi- J~.ad(», en cualqlJlerao',(JeTos sentidos que ya he mencionado;"varía de CilSOa caso. Ante la personil que viola las leyes de tránsito o ante quien se emborrach" en una fiesta, solemos pensar que' al [in y al cabo, no es muy diferente del resto de nosotros, y tratamQs su infracción con tolerancÍ¡¡. En c"mbio, consideramos ¡¡l 'ladrón como a una persona m,ls diferente de nosotros y lo castigamos seve- ramente. Los crímenes tales como el asesinato, la violación o l;l traición, lJOS llevan a sentir al ~rallSgresor como a un verdadero extraíio. ' De la misma m;¡nera, no todos los transgresores piensan que han sido injust;¡mente juzgados. El infractor a las leyes de tránsito generalmente ;¡prueba las mismas reglas que ha quebrantado. Los alcohólicos son a menudo ambivalentes, sintiendo a veces fjue quienes los juzgan no los comprenden, y otras veces concordando con ellos en que el beber en forma compulsiva es algo malo. El! el otro extremo, algunos desviados (de los cuales son buenos ejem. " pIos los homosexuales y los adictos :1.bs drogas) desarrollan amo plias ideologías que explic;¡n por qué ellos tienen razón y por qué t aquellos que los critican y castigan están equivocados. • ¡.J t{:rmino .úlll~ I"TOJ. (lite:rallnl:lll<:, .leyes azules.) se: refiere a eierl;" leyes p"ritanas Wln:lIne:nte sevcras -especialmente a las existentcs en Nueva rn~late",a- por las cuales se imponía al pÚblico en general las normas purita· nas de conducta con respecto de la observancia del domingo. En sus formas m;\.\ sua"e~. se limitaban a prohibir el trabajo en día domingo, así como todo tipo de actividddes deportiVds o festivas; en los casos m;\s extremos llc¡¡aban a prohibir cual'juier viaje .que no fuera moti\'ado por ralones de fuena mayor o (Ic caridad. y a imponer multa,~ a quien no asistiera a la iglesia. Si biCI' estas leyes no se aplican desde hace cien alios (a pes:H de ciertos jnicios ais. Iado~ a fille~ del siglo pasado), siguen forlllando parte de los estatut03 (le muchos E.\lados dc los E.Hados Unidos. (N. dd T.] 14 DefiniciOHt:S d(~ la dcsviacion El margina! -;¡quel que se desvía de 1;1, regla, del grupo- ha sido objeto de muchas especulaciones, teorías y estudios científicos. Lo que los legos quieren saber sobre los desviados es: ¿por qué lo hacen? ¿cómo podemos explicar sus transgresiones? ¿qué hay el1 ellos (¡ue los lleva a hacer cosas prohibidas? La illvestigación eiell- lífiea ha tratado de hallar respuesta a estas preguntas, pero al hacerlo ha aceptado la premisa, dada por el sentido común, de que hay ~~o._~~í~~~1te desviad?_ (cualitativamcnte dife· rente) en los actos que' quebrantan (o parecen quebrantar) las reglas sociales. También ha aceptadocl supuesto (dado asimismo por el sentiJo conn'll1) de que el acto desviado acune porque la eers~1. que lo realiza pr~senta ciertas características ue hacen necesario o inevitable sl"í acci n. Los científicos no ponen habi- fll.·dmente en tela de iuicio el rótulo .desviado., cuando se lo aplica a ciertas acciones o personas en particular, sino que lo toman como algo dado. Al hacerla, est,ln aceptando los valores del grupo que actúa como juez. Resulta fácilmente observable que di ferentes gru pos considera n diferentes cosas como desviadas. Esto nos debiera poner sobre avi. so con respecto a la posibilidad de que la persona que jmga a un acto como desviado, el proceso por el cual se llega al juicio, )' la situación en la cual este juicio se realiza, puedan intervenir todos íntimamente en el fenómeno de la desviaciÓn. En tanto que b concepción de la desviación dada por el sentido comÚn y las teorías científicas que comienzan por sus premis;¡s presumen que los actos que quebrantan reglas son intrínsecamente desviado,~ y, en consecuencia, dan por supuestas las situ:1.c!ones y los procesos del juicio, pueden omitir una variable importante. Si los cientí· ficos ignoran el carácter vari;¡ble del proceso del juicio, pueden, a consecuencia de esta omisión, limitar los tipos de teorías que se pueden desarrollar y el grado de comprensión que puede lo· grarse.1 Nuestro primer probicma es, entonces, construir 1111:1.dcfinicic'1I1 de la desvi;¡ción. Pero ;¡ntes de ]¡;¡ccrlo, consideremos" ;¡lgll11<lSde Lls definiciones 1IS:I(!;¡Sacttla]l1lelltc por los científicos, tratando de ver Cj1lées lo lj1le se omite ~l tomarlos como punto de p<lrtid;¡ para el estud io de los marginales. La concepciónn1<Íssimple de la desviaciÓn es esencialmente est<l' dística, y define como desviado a todo lo fjlle se aleje c1em;¡s'iado' del promedio. Cuando un estadístico an;¡liza los rcs1l11;¡dos de 1111' 1. Cf. Donald R. Crcssey, .CriminologicaJ Research and lhe Definítíon (l[ Crimes., American ] 01lT11a í o{ Socio lo{!;Y, LVI (mayo, 1g::; 1), P~¡;s. S'lO·:,:, l. 15 cxpcrinlcnto en ;lgri('uluJf;1, (l~,:crib~ e! t:1!l:J d~ r::::lz C;{CC?(~C~ n~dmentc largo y el t:1110 cxcepcioDédmente corto COD10 desviacio- nes de J:¡ media aritmética o promedio. De igual forma, uno pue- de describir cualquier cosa que difiera de 10 más Común como desviación. Desde este punto de vista, el ser zurdo o pelirrojo es una desvia- ción, ya que Ja mayoría de la gente e~ diestra y morena. Al plantearla así, la concepción estadística parece ingenua, y aún trivizd. Sin embargo, simplifica el problema, al dejar de lado los numerosos problemas de valores que surgen habitualmente en las discusiones sobre la naturaleza de la desviación. Al evaluar un caso en particular, todo lo que tenemos que hacer es calcular la dis[;lrlci;¡ que hay entre la conducta a estudiar y la conducta pro- medio. Pero esta es una solución demasiado simple. Si salimos a h cna de uesviaciones con csta definición, volveremos con una redada al tamen te heterogénea: gente demasiado gorda o dema- siado flaca, asesinos, pelirrojos, homosexuales e infractores a las leyes de tránsito. Esta mezcla contiene algunos habitualmente con- siderados como desviados y otros que no han quebrantado regla alg-una. En resumen, la definición estadística de la desviación esd. dema$iado alejada de la preocupación por la tramgresic'm de regl ••s f11.1C impulsa el estudio cicntífico de los marginales. Un enfoque menos simple, pero mucho más común, de la desvia- ción, la identifica como algo esencialmente patológico, que revela la presencia de una «enTennedath. Este enfoque se apoya, eviden- tcmente, en una analogía médica'. Cuando el organismo humano funciona eficientemente y sin experimentar m ••lest ••r alguno, se dice quc est~í «s;¡no». Cu;¡ndo no funciona cficientemellte, es por- quc hay \lna enfermedad. r~a fUl1cic'm o el órgano que se ha trastornado e$ caJific;¡da de patológica. Desde luego, el desacuerdo con respecto a lo que cons- tituye el estado de salud de un organismo, es mínimo. Pero la coincidencia es mucho menor cuando utilizamos la noción de patología para describir, analógicamente, los tipos de conducta que se consider;¡n desviados! ya que la gente no coincide con res- pecto a íjué es una conducta sana. Resulta difícil hallar una defi- nición que satisfaga aún a un grupo t¡¡n selecto y limitado como los psir¡uiatr¡¡s, pero es imposible encontmr una que la genera- lidad de la gente ¡¡Certe en la misma forma en que acept;ll1 el critcrio de salud para el organismo.2 A veces la gente utiliza la analogía en una forma más estricta, ya 2. Vb~e el ;¡r¡;\li~i~ <le C. Wright Mi¡I~, ,The I'rokssional Jdeology of Social Palholo~isls., American JOUTIIOI of Sociology. XLIX (sclicrnbrc, 1!l12) , p;\g3. lG5-]80. 16 ~ n '1 11 !i I ; i ¡ , 1 ¡f, 1I r\. ~¡ ~\'.' ~ ! ! que consideran a l¡t desviación como un producto de la cnfcrrnc· dad mental. La conducta de un adicto ¡¡ ];¡s drogas o de un horno- .~cxl.lal se considera un síntoma de enfermedad mental en 1a misma forma en que las dificult;\des de cicatrll.:1ción en un diabético se considcran un síntoma de S\l enfermelh(l. Pero la enfermedad men- tal se asemeja a la enfermedad física sólo metafÓricamente: ,lIernos crcado la clasc "cnfcrmedad" a partír dc CO.';,1S talcs como la sífilis, la tubcrculosis, la ficbrc tifoidea, los carcinomas y las fracluras. Al principio, esla clase sc componía de unos pocos ltems, todos los cualcs compartían J:¡, c:uactcrística comÚn dc refcrirse a un estado de alteración de la cstrue· fllTa o la fllnción del cllerpo hnlll;lllo. ronsider;l<lo COIllO m~<]lIina ([sico- qllíllljC;l. A IlH'dicla qll(~ p:1!'ll el tiel11pO, Il\H'\'O~ !Il'Il\~ fueron ap;reg:Hlo:'t ~ cst:l cl:1sc. No se agregaroll, sin embargo. pon"¡uc fueran allcracíone, som;\lica, posteriormenle descubicrla~. La atención dd Il1cdico se había apartado dc estc crilcrio, y sc había ccntrado cn cambio cn la incapacidad y el sufri· miento <:onlO nueves critCrlC;; para la sdccdé·ii. A.:;{ fue corno, lcntaolcntc ;;.1 principio. fucron agregadas a la catcgorfa dc cnfcrmcdad cosas tales como J:¡ histeria. la hipocondrfa, la neurosis ouscsi\'o.complIl,i\':l y la dcprcsión. Dcs¡nlCs de esto, los rnédico3, )' espccialmentc los psi<]\liatras. comcnzaron, con cntlJ~iasmo crcciente. a llamar 'cnfcrmcdad' (es decir. desdc luego, 'cnfcrmedad mcntal') a cualquier cosa en la c\lal pudicran detcctar un sigo no dc mal funcionamicnto, sin importarlcs cn qué nonnas sc ua~aban para haccrlo. En consccucncia, la agorafobia cs \lna cnfcrmcdad porquc uno no dehiera tcncr miedo dc los cspacios abiertos. La homoscxualidad cs una cnfermedad porquc la hClcroscxualidad cs la norma social. El divorcio cs \lna cnfermcdad porqnc indica cl fracaso del malrimonio. El crimcn, el arll', el lideral.g-o político' il1dcscado, la participación cn problcmas sociales o d alejamknlo de dicha participación, lodas cstas cosas)' mllchas m~s l1;nl sido ("alifieadas como signos de enfcrmcdad ll1~ntal .• J La met,ifora médica limita l1ucstras posibilidades de visión tanto como la concepciÓn estadística. Acepta el juicio del profano de quc algo es una desviación y, a través de la analogía, localiza su origen en el individuo, impidiéndonos así ver que el juicio en sí es lIna parte crucial del fen6meno .• ', Algunos soci610~os también usan UI1modelo tic la desviaciÓn basa- do esencialmente en ];¡s nociones médicas de salud y enfermedad. 1\1 observar a la sociedad -o a una parte tle la sociedad- se pre· guntan si se est;ín desarrollando algunos procesos en la misma que ~. ThOlll;¡S $7.:1S7., Thr. M)'lh of MI."7I/,,1 TiIIl('.<J (NlIc,';¡ York: l';nll 1\. Hoel>er. lile., J%l). P;'Ig-S.·H·'l,'1; vl'a.>c también Erving- CO[[lIlan. <Tl1c Mcdical Model alld Mcnl;'¡ llosl'italil.;'li<lll', ell As)'lllI/I'<: ¡':SS(I)'S 011 ti,,: Soci,,1 Si/l/aliOli o{ f¡[clIlal l'"Iir.l1IJ 1l7ld Olhcr [)/I/mles (Cardcn Cit)": ..\llchor lloob, IOG1). P;'Íg,l. 321-386. 17 :~C~-¡(Ldl.d. redu(;~( su l..:staui1idac1, dis1ninuycndo así sus posilJ!! rda .. des de supervivencia, y edifican a estos procesos como desviaciones o como síntomas de desorganización social. btos sociÓlogos discri- minan· entre aCjuellas caracterIstícas de la sociedad que promue- ven la estabilidad (y son, en consecuencia, <funcionales,) yaqlle- llas otras qÚe desbaratan la estabiliuad (y son, en consecuencia, .dis[unciona!cs». Este punto de vista tiene la gr:ln virtud de se¡ialar las áreas de posibles perturbaciones en una sociedad, de l:iS cuales 1<1. gente puede no haberse dado cuenta.i Pero resulta mucho m;Ís Jifícil en la pdctica de lo que p;lrcce ser en 1<1. teorla, especificar qué es funcional y qué es disfuncionaI para una sociedad o gn1po social. La c,¡estión de cu;'d es el pro. pósito o meta (la función) de un grupo y, en consecuencia, <{lit: cosas·ayudar;\n o impedirán el logro de este propósito, es muy a .menudo de naturaleza politica. Las diversas facciones dentro del grupo disienten y maniobran para lograr la aceptación de Sll pro- pia definición de la función del grupo. La función del grupo u organización se decide, entonces, en la contienda política, y no está dada en la naturaleza misma de la organización. Si esto es cierto, entonces también es cierto que los problemas de od!cs reglas deben imponerse, qué conducta debe ser considerada des· viada, y cuáles personas deben calificarse de marginales, deben también considerarse cuestiones pOlíticas.1 Al ignorar el aspecto· político del fenómeno, la concepción funcional de la desviaciÓn limita nuestra comprensión del mismo. Otro punto de vista sociolÓgico es más rclativista. Iclentifica la desviación con la no observancia de las reglas grupales. Unavez r¡ue hemos descripto las rcgbs que 1111 grupo impone a sus miem- bros, poclemos decir con cierta precisión si unJ. persona las ha violado o no y si es, en consecuencia, un desviado, desde este punto de vista. Este punto de vista es el m:ís cercano <11mío propio, pero no tI;¡ .la suficiente importancia a las ambigiiedades que surgen al deci- dir cuides reglas deben tom<lrse como patrón para medir y juzgar Jesviada la conducta. Una sociedad tiene Jlluchos grupos, cada c\lal con su propio conjunto de regJas, y la gente pertenece a lllll· .1. Vbse Ro/¡ert K. Mcrlol1, .Social l'ro/¡lcms and Sociological Tcory., CIl Robert K. Mcrlon y Robert A. Nisbet, editores, ColtlcmjJOrary Social l'rolilcms (;--¡uel'a York: Hareourt, TIraee and WorId, lnc., 1961), p~gs. 697-737; y Taleolt l'arsom, T/¡c Sodal Syslcm (N11eva York: The Free Press of Glcncoe, 1%1), P,'¡gs. 217·325. [Traducción C1stellana: El sistema social (Madrid: Revista. de Occidente, 1966).] . 5. De manera similar, Howard TIrotz identifica la pregunta de qué fcnómenos son .funcionalcs. o .disfullcionales. como una preg-ul1ta polltic;¡, cn • FlInc- lionalism and Dynamic Analysis., EUTOjJC(/71 Jou1'11(/1 01 Sociolo.10', Ir (19Gl) • págs. 170-179. 18 .} ello:) grnpos .')ilTlult~ll1Canlcnt~. ~Jlla pC!"50na ppc(lc q\~cbr{lnt~r L.~:) regbs de un grupo por el ~o!o hecho de ;¡c;¡tar las reglas -de otro grupo. ¿Es d, entonces, ,in desviado? Quienes proponen esta defi· llici(')ll pueden aducir que, lllielltl';¡S "que la ;nnbiglietlad puede surgir con respecto ;J. las l'eRlns propias de uno u otro grupo de E, sociedad, existen ciertas norm;lS que son generalmente aceptadas por todos, en cuyo C1S0 110 surge la dificultad. Esto es, desde lue- go, tiIla cuestiÓn de hechos reales, que debe resolverse poI' medio de la investigación empírica, Personalmente, dudo que haya 11\U· chas ;\reas de consenso y pienso que e.'i m:ís prudente utilizar una definiciÓn que nos permita tr:llar tal1lo 1<1ssituaciones ambiguas como las <¡ lIe no lo SOIl. La desviación y las re.ljJllcslas de los olros La concepción sociolÓgica que acabo de analizar define la desvia- ción como la infracción de alguna regla previ;nDente acordada. ContinÚa entonces pregunt¡\ndose quiénes i11 [ri ngen las reglas e investigando los [actores en sus personalidades y en las situaciones de sus vidas que puJieran explicar sus infracciones, suponiendo así que quienes han qnebrantaclo una regla constituyen una cate- goría homogérica, por haber cometido el mismo acto desviado. Pienso que semejante suposición ignora el hecho fundamental de la desviación: que es creada por la sociedad. No estoy utilizando esta frase ell el sentido en que habitualmente se la entiende, es de- cir, que las causas de la desviación se encuentran en la situación socia! del desviado o en <[actores sociales» que impulsan su acci(·)l1. Lo que quiero decir, en cambio, es que los {!;J'w!JOS sociales crean. la dcsviación al hnrcl' I~glas cllya IíiTi7i'ccióll cOlls11Túyc'Tq.- r/csvíacidn, y al :lplir.ar dichas regl:1s a ciertas personas en pani: rular y cal1ficarlas de marginales. Desde este punto de vista, la desviación 110 es una cualid<ld del acto cometido por la persona, sino una consecuencia de la ;lplicación que los otros h:lcen de las reglas y las sanciones para un <orcllSor., El desviado es una persona a <¡lliell se ha podido :lplic;¡l" con éx'ito dich;¡ ·calificación; 1a- conducta desviada es 1;\ cunduct:¡ así llamada por la gente.o Ya qne la desviación es, entre otras cosas, UIla consecuencia de (l. Las m~s importantcs de ]a"~ primeras afirmaciones cn cstc scntido puedcn encontrarse en Frank Tanllcnb;¡um, Crime alld lhc COlllunily (Nueva York: McGraw·Hill Book Co" lne .• 1951), Y E. M. Lcmcrt, Social Palhology (Nucva York: McGraw-HilI TIook Co., Inc., 1951). Un articulo recicnte cn el cual ~e expone una posición muy similar a la mla, ••, el de John Kitsll~c .• Sodelal Rcaction to Devi;¡nce. Problems oi Thcory ano Metho<h, Social Problem.l, 9 (invierno de ]962) , págs. 247·256. 19 ~j 1;1srcspucst;¡S de lo~ otros a los actos de una persona, los estudiosos de la desviaciólllno,puedcn presumir, cuando estudian a aque]];) gellte que ha si(~ca1í[ic;¡d~ como Jesvi~l~.L.(l~_están tr;¡taJ1_Jo ~::Jn una G¡teg2!ía homog.éne;:t. Es decir, no pueden presumir que esta gente ha cometido realmente un acto desviado o quebrantado alguna regla, ya que el proceso de calificación puede no ser infa- lible; alguna gente puede ser cali[ic;¡da como desvi;¡d;¡ sin haller quebr;¡ntado realmente regla algun;¡. j\¡f;\saún, no pueden presumir que la categoría de las person;¡s cali[icaci;¡s como desviadas incluid a todos quienes realmente han quebrantado una regla, ya que l11uchos in[r;¡ctores pueden evit;¡r ser descubiertos y, en consecucn- cia, 110 ser incluiJos en la poblaciÓn de .desviados. ;¡ cstlldiar. En tanto que la categoria carece de homo~eneidad y no logra incluir todos los casos que corresponden a la misma, uno no puede razonablemente esperar encontrar (actores comunes, de persona- lidad o de situación de vida, que expliquen la supuesta desviaciór:.:-_ ¿QUCt!enen cn común, cñtOñCéS, las personas que~ll';1n iEra cali- " ricadas de desviadas? Por lo menos, compartcn b calificación y la expericncia de ser considerados marginales. Comenzaré mi análisis con esta semejanza b¡\sica y consideraré la desviación como una trans;¡cci<Ín que tiene lug;¡r entre un grupo social y un individuo que es considerado Jor dicho grupo como un trans esor a las reglas.;J\Je ( e( icaré menos a las características personales y SOClaes~ desviados que al proceso por el cu;¡l se llega a considerarlos marginales y a sus re;¡cciones ante cste juicio. lv[;l!inowski descubrió la utilidad de este PlllltO de vista para la comprensi¡'m de la desviación hace mnchos alias, en SlI estudio de las Islas Trobriand: Un día, un sÚbito coro de gemidos y ·una gran conmoción me hicieron com- prender que había ocurrido una l1Iuerte en algÚn lugar de la vecindad. )'.·fe informaron que Rima'i, un muchacho conocido mío, que debía tener unos dieciséis aejos, se había caído de un cocotero y había muerto ... De~c¡lbrí que. por una coincidencia misteriosa, otro muchacho había resultado herido de graved;HI. al mismo ticmpo que en el funeral se percibía claramente \In sentimiento fieneral de hostilidad entre el poblado dOlHlc el muchacho había muerto y aqllel donde se había trasladado el cad;ín:r para proceder a su en tierra. Sólo mucho IU;'!S tarde pude desCllbrir el \'erdadero significado de estm ;lcon- tecimi(:nlos: el mllchacho ~e había suicidado. La verdad era <]lIe h"bla C]ne· bralltado hs reglas de exogamia y 511 compariera de delito era s1l prima matcrnJ, la hija de una hermana de su madre. 1·:.'to era sabido desde ha· cia cierto tiempo y generalmente desaprobado, pero no se habran hecho nada hasta que un pretendiente d"preciado por Ja l1lnc]¡;ldla, )' que por 10 tanto se consideraba pCl'sonalmente agraviado, tomó la iniciativa. E.~te rival ha- bía amC'nal.ado con usar magia ne~ra contra el jO\'cn culpable. pero estn no 2IJ haiJía .<urliÓo ningÚn eiecto. Entonces, Ulla noci¡e iliSuító ai rival en pÚiJlico y lo acusó de incesto ante la colectividad, lallz;ímiole ciertos epitetos intole· rabIes para un nativo. Para el infortunado joven sólo hahla un remedio, un solo modo de escapar a la vergOema. A la mallana siguiente se atavió y adornó con sus galas de los dfas festivos, subió a un cocotero y se dirigió a la comunidad hablando desde las hojas del ~rhol, despidiéndose de ellos. Explicó las razones que le mnv{an II un ncto tan desesperado y lamó una acusaclón velada con- tra el homhre qlle le había empujado n su muerte, sobre el que ahora los miembros de stt clan ten{an el deber de ven~arle. Luego, seg\lI1 la costum· hre, se lal1l\:ntó rllidosamete, saliÓ del ('o(Otero, <]lIe tenIa \lIlOS veinte metros lIt: alto, y s<, lIlal.', ('n ('1 acto. ¡\ lodo eslo si~uib una Incha dentro del po· blado en la cllal Sil rival fue herido; la l'eka se repilib dnrallle sufUlleral . Si se interroga.~e a los nativos dc las Trobriand ~obrc este asnnto, se vería . que los nativos muestran hOlTor a la sola idea de violar las refilas de la exogamia y que creen firmemente que el incesto de clan pucde ir seguido de llaga.~, enfermedades e inclnso la muerte. Este es el ideal de la ley nativa y en cuestiones 1I10l'alcs es f~cil y hasta agradahle adherirse estrictamente al ideal, cuando se juzga la conducta de los otros o se expresa tina opinión sobre la conducta en general. No obstante, cuando se trata de aplicar la moralidad y los ideales a la vida real, las cos..s mllestran nn aspecto diferente. Eu el caso de~crilo es obvio que los hechos no concordaban con el idcal de conducta. La opinión pÚblica no se mostraba ultrajada en absoluto por el conocimiento del delito, ni t~mpoco reaccionó directarllente; tuvo qne .~er movilizada por la declaración pÚblica del crimen y por lo~ insullos que la parte interesada lamó pÚblicamente al culpable. Incluso entonces, t'l muchacho tuvo que castigarse a si mismo ... Adelllr;\ndome n1;\s en la materia y rcco~iendo información concreta, de~C1Ibrí que la violación de la exogamia -por lo que respecta al comercio sexual, no al matrimonio- no es un ca~o raro ni mucho menos, y que la opinión pÚblica se 11l1lestra ineh¡J~cnte aunqne decidida· mente hipócrita. Si el asunto se lleva a cabo ocultamente, con cierto decoro, y si nadie en particular suscila dificultades, la <opinión pÚblica. murmurar.l, pero no pedid un castigo severo. Si, por el contrario, ~c produce escándalo, todo el mundo se volverá contra la pareja culpable y, por el ostracismo y los insultos, uno de ellos o los dos podn\n ser inducidos al suicidio.' El quc un acto sea desviado depende, cntonccs, de ct'¡mo re;¡ccionan las otras pcrsonas [rente al misl1lo. Uno pl1ede cometer el incesto cUnico y no sufrir n;¡da 11l;Í.~<¡nc J11Ul1TIllraciones, rnientr;¡s Il;¡dic 7. nronis1aw Malinoll'ski, Crilllr. (Inri l,\lJlol1l in StIlmgr. Snrir.l)' (Nueva York: Humanitics Press, 19'26, págs. 77·80. Reproducido por autorización de I{uma· nitie~ Press y Routkdge Kegan Paul, LteL [Traducción castellana: Crilllr.n )' COJIIII1l/Jrr. en la Joei,.r/ar/ .\(I/l/(lje (Barcelo· lla: l~dicioncs A riel, Esplugues de Llobregat, 1969), p;\r;s. 93-97.] 21 ha,r.;:l un;1 acusación pt'¡/)]iGl, pero sed llcv:ldo ;¡ la m~ertc_~¡ b ;tctlsación se COllcret;1. El problema cClltral es que 1;1{rcacciÓrl,dc los uem;Ís resu1til impr·cdeciblc. E! solo hecho de (!Úc'-1:l·rró"ha cometido una infracción a una regla no implica que los demás reaccionafÚn como si esto hubiera ocurrido. (A la inversa, el solo ¡lecho de que uno no ha violado una regla no ~igni[ica que uno no pucda ser tratado, en ciertas circunstancias, como si lo hubiera hccho.) , El graJo en el cual las otras personas reaccionad n frente a un lClo dado, considenímlolo desviado, varia grandemente. Varia~ formas de est;t variaci('m merecen ser destacadas. En primer lugar, ,enemos la variación a lo largo del tiempQ., Una persona <.lequien 'e cree que ha cometido un acto «desviado>, puede recibir reac· , ciones mucho m;\s tolerantes en un momento dado que en otros. :Jn ejemplo claro de este fenÓmeno lo constituyen las «campañas> de rcpre"iÓn contra ciertos tipos de desviaciÓn. En diferentes mo- ,nentos, los encargados de la imposici<'lll de las reglas pueden decidir :ealizar un ataque masivo contra un cierto tipo de desviaciÓn en particular, tal como, por ejemplo, el juego, la adicción a las .rrogas o la homosexualidad, Resulta evidentemente mucho m;\.~ ')eligroso dedicarse a una (¡'e estas actividadcs durante cl curso de una campa¡ia reprcsiva que en cualquier otro momcnto. (En ,11\ estudio muy intercsantc sobre las noticias policialcs en los -Jeriódicos dc Colorado, Davis encontró Cjuc la cantiJau <.lecrímenes publicados en los mismos mostraba una muy escasa rclaci('J11 con 'os verdaderos cambios en la cantidad de crímenes qne ocurrían realmente en Color;¡do, J\Lís aÚn, la estimaciÓn que la gente hacía "obre el incremento de la crimin;¡lida(] en Colorado cstaba ;¡soci;¡da :on el incremento de las noticias policialcs, pero no con un incre- mento en la cantidad de crímcnes.) 8 a grado en el clla] un acto serÚ t1';\l.ado como desviado depende 'ambién de CjuiSJl_l.<?...comete y quién se ha~senticlo o[¡>ndido_ por CJ mismo. Las reglas tien(1en a ser :1plic:¡c];¡s m;ís a ciertas person;-¡s ¡ue a otr;¡s. Esto se ve muy cJ;¡rarnente en los estudios sobre la 'le1incuencia juvenil. Los chicos de los b;¡rrios de clase media no ileg;1ll t;lr1 lejos en el proc:r.~() kg;lI, al ser detenidos, COIllOlos de os barrios b;¡jos, Es menos prubalJJc que el chico de clase media, ,:uando es detenido por la policía, sea llevado a la comisaría; es menos probable, cuando sc lo lleva a la comisari;¡, que se registre ,u entr;¡<J;¡; y es extremadamente improbable que se lo enjuicie v condene.9 Esta di[erenci;1 se presenta incluso cu;¡nelo la infracciÓn 11, F. James Dav¡, .• Crime News in Colorado Newspapers., Alllerican ]ollrnlll l{ Sociolo!!,y, LVII (cncro, 1%2), ráp;~. 325·330. 9, V¿'ase ,\lbcl'( K. Cohcn y Jamcs f.. Short, Jr., <JlI\'(:nilc DclinC]\1cncy>, cn :>.fcrton y Nisbct, o/J. cil., r~g. Si. 22 -- original ;1. la regla era la mism.~cl1 ;-¡mbos casos. Dcllnislno nlodo, la ley se ;"!plica en fOr111<1.difc::rente a lJJ;-¡ncos y a negros. Es bien s;¡bido <¡\le un negro act1Sa·do de haber atacado a una mujer blanca tiene m;'¡s posibilidades de ser castigado <¡ue un blanco que cometa la misma OfeI1S<1.;es ",lgo apenas menos conocido que un negro r¡ue asesina a otro negro tiene muchas menos posibilidades de ser Glstigado quc un blanco que comete un asesinato.lo Este es, por supuesto, UI10 delos puntos fUl1(bmel1t<1.les del an;l!isis hccho por Sutherland del ,«crimen de cuello blanco» (whilC collar crime) .: los crímenes c91netidos por l;"!sgrandes compaíílas SOI1casi sicmpre procesados como Casos civiles, pero el 111i~l11ocrimen, cometido por un ín~llviduo, es habitualmente u";"!t;"!docomo una ofensa crimin;¡l.u,;; i\lgun;¡s reglas sólo se imponcn cuando traen aparejadas ciertas consecnencias. El caso de las madres solteras es un ejemplo muy C};¡ro. Vincent 1:;seiiala que raras veces Ja.~relaciones sexnales ilíci· tas determinan serios castigos o una cemura soci;¡l severa para los tr<1.nsgresores.. Sin embargo, si una mujer qued;"! embarazada como resultado de estas actividades, la reacciÚn de los otros ser<Í proba- blemente rigurosa. (Los emhar;"!zos ilícitos S011 t;unhiCI1 un inte· resante ejemplo de la imposici<JI1 diferencial de las mismas reglas para diferentes clases de person;¡s. Vinccnt seiíala que los padres solteros escapan a la severa censura sufrida por la madrc,) ¿Por qué repetimos estas obscrvaciones tan comunes? PorCjue, vistas en conjunto, apoyan el planteo de que la desviación no es una simple cualidad presente en algunos tipos de conducta y ausente en otros. Es, m;ís bien, el resultado de un proceso que implica las reacciones de las otras' personas frente a esta conduct;"!. )'[a misma conducta puede ser una infr;¡cciém a las reglas en un -momento y no en otro; puedc ser una infracción al ser cometido por Una person;"!, pero no cuando es otra quien lo hace; alg1.lllas reglas pueden quebr;¡ntarse impunemente, otr;"!s nSJEn resumen, el hecho de que un cierto :1cto sea desviado o no depende en p;¡rte tle la naturaleza del acto (es decir, de si quebranta o no :llgIlJl:t regla) y Cn parte de lo Cjlle los dem;\s h;¡Cell al respecto. Algunas person;"!,~ puedcn objetar qlle est;"! cs Ull;"!mera discusiÓn tcrminol(')gica; que, al fin y ;11cabo, uno puede definir los términos ] n. V('a~c }1a1'old Carfinkcl, <Rc~earch Notc~ on Intcr :mcl Intra-Racial Romi- cjdc~., Social Forces, 27 (mayo, 1919), p:ígs. 369·3S1. • El! inp;l';s, cl término <!Vilite collar> se u~a para calificar a cualqllicr rcr. ,ona ° actividad de oficina o profesional (por oposición ;¡ </Jllle collar., quc 'c rdierc a las actividadcs dc los obrcros). [N, del T.] ] 1. Edwin H.Suthcrland, <White Collar Criminality" AlIIcri~an Sociological Rr.uiew, V (febrcro, 1940), págs. 1·12. I~. Clark Vincent, UnmalTied MOI/¡ers (Nllcn York; Thc Frcc PrCS3 of Clcn. CO(', 19GI), p;íg~. 3-5. 23 a Sll gust.o j' que, si aíguíen quiere referirse al comport<1.m!CnLo de quien gueoranta rcglas comodcsviado, sin reíerencia a las reaccioncs de los Olros, es libre de hacerlo. Esto es, desde lucgo, cicrto. Sin embargo, valdría la pena rcíerirsc a dicha conducta como comportamiento transgresor y reservar el término desviado para quicnes han sido denominados desviados por algún sector de' I:Csociedad. No insisto en que se generalice este uso de 1:1 'pabbr;¡, pero debe ;¡c1ararse gue, en tanto que un cicntífico usc 1:1 palabra .desviado. p;¡ra rderir.~e a cllal(ll1i(:r comport;\nlicI110 tran.lgrcsor y tome como objeto de estudio sólo a aquellos que han sido denomi¡¡ados desviados, será obstaculizado por las dife· rcncias entre estas dos categorías. Si tomamos, en cambio, como objeto de nuestra atención, la conducta que ha sido denominada desviada, debemos reconocer que no podemos saber si un cierto acto va a ser catalogado como desviado hasta que se haya dado la respuesta de los dem;\s. La desvictción no es U11<1. cualidad presente en la conducta mió1ua, sino que surge de la interacción entre la persona gue comete el acto y aquellos que reaccionan ante el mismo. ¿De quién son las 1"cglas? He us;¡da h;¡Sla aCjuí el término «margin.l]es» p;¡ra rcferirme a aquellas personas jL17gadas por los dem;Íg como desvindas y, por lo tanto, (uera del círculo de los miembros .normales. de] grupo. Pero este término tiene un segundo significado, cuyo análisis nos lleva a otro importante conjunto de problem;¡s sociológicos: .los ~marginales. pueden ser, desde el punto de vista de la persona considerada desviada, aquellas personas c¡ue hacen las leyes de cu)'o quebralll;¡miento se la ha encontrado culpable. . Las regbs socinles son creación de grupos sociales específicos. Las sociedades modernas no son organizaciones simples en las cuales todos est:ín de acuerdo sobre cuáles son las reglas y cómo deben ser aplicadas en situnciones especííicas. Est;ln, en Glmbio, alt:l' mente difcrenci;H];¡s segÚn los límites entre clases sociales, grupos Únicos, ocupacionales)' culturales. Estos grupos no comparten 11·cce.~ariarnen(e -y, efectivamente, a menudo no comparten,- ]:lS mismas reglas. Los prolJlem;ts que los mismm cnrrcntan al tr:ltar con su metlio, la historia y las tradiciones que tr;¡en consigo, tOtl:1S llevan al desarrollo de diferentes conjuntos de reglas. En tanto que las reglas de los diferentes grupos entren en conflicto y se conl.ra(li¡.;nn cntre si, h;¡]ml desacuerdo sobre el tipo de conc!uC(;l que reslllta correcta en cualquier situación dada. , Los inmigrantes it;¡lianos que siguieron haciendo vino p;¡ra sí 2-1 mIsmos y para sus amigos uurante la Prohibición, actuaban correc- tamente, de acuerdo a sus propi;¡s normas, pero estaban quebran- tando la ley de su nuevo país (al igual, desde luego, que muchos de sus vecinos americ;¡nos). Los pacientes que andan constan te· mente buscando un médico mejor que el que los atiende, pueden estar haciendo, desde el pu nto de vista de su propio gru po lo necesario p;¡ra proteger su salud, nsegudndose de que obticnen lo que para ellos es el mejor médico que pue(lc encontrarse, pero, desde la perspecLiva del mé(lico, jo q\le ellos h;¡cen est;t mal, Y;1 que destruyen la confianza que el paÓeJlt.e debiera tener en S\l médico. El delincuente de clase baja Cjue pelea por su .botín> CSl;l haciendo sólo lo que considera juslo y necesario, pero los maestros, trabajadores sociales y la policía ven las cosas de otr;1 manera. Mientras que puede argumentarse que m\lchas de las regl;\s, o la mayoría de las mismas, son aceptadas en forma general por todos los miembros de una sociedad, h investigación empírica de ulla regla dada revela generalmente una varieda(l de actitudes dife· rentes. Las reglas formales, impuestas por algún grupo especi;-¡l. -mente constituido, pueden d i[eri r de ;¡quelIas consideradas ;¡pro- riadas en la práctica por la mayoría de In gente.1J Las diferentes facciones de Un grupo pueden diferir con respecto a lo que he llamado las reglas verdaderamente operantes. Pero 10 más impor. tante para el estudio de la conducta originalmelltc cat,ilognda COIllO (Iesviada, es que los puntos tIc vista de las personns Cjue particip;11l ..' en dicha conducta ser;Ín, con toda probabilidad, muy diferentes de los de quienes los condenan. En esta situación, una persona puede sentir que se la est;t juzgando de acuerdo con reglas en cuya crea· ción el no ha intervenido y las cuales no ;¡certa, regbs que le son impuestas por personas extrauas. ¿Hasta qué punto y en qué circunstancióls intenta ];¡ gente imponer sus reglas a otros que no las comparten? Debemos distinguir dos casos. En el primero, sólo aquel las personas que son real mcn tl~ miembros del grupo tienen interés en cre;¡r e imponer ciertas reglas. Si un judío ortodoxo desobedece J;¡S regbs del Iws/¡nllh ., esto sed considerado una trasgresión 5(\]0 por otros judíos ortodo- -----------------~---------------------- --- l:l. Al'I1old M. Rose y AI'tl11lr 10:. I'rcll .• O()r~ Ihe l'lIl1;ShIllClll Fir Ihe \.lhl1r/ . A SlIIdy in Social V;¡IUalion., AII/erican ¡ol/mal o[ S()r.inlo~y. LXI (llo\'icm- 1m, 1955). p.igs. 2'17-259. • El kashrulh es el rl'gimcn 'lllC rip;c la ob~el'\'anC;;¡ de las leyes diet{:IÍ<:as (k los jlldlos. ·La palahra Si~lIifir;1 .adcclIaciÚn. o ,propiedad,. La comida que ~c: ajusta a los rcqllcrilllicnlosde las 1cl'c~ die("licas se denomina "","a. [N. del '1".] 25 :-':05; los cristi;¡nO$ 0 los j11díos no ortodoxos no vC!"~1n ~:,-;t:t CG:D{.1ust:t corno desvi;¡d:l y no tenddn interés alguno en intervenir. En el segundo caso, los miembros de un grupo consideran import:mte para su bienestar que los miembros de otros grupos determinados obedezcan ciertas reg];¡s. As!, la gente comidera extrem;¡damente importante que aquellos que practican las artes de curar se sujeten a ciert;¡s regl;¡s; este es el motivo ]Xlr el Cllal Estado otorga licen- cias a los médicos, enfermeras y otros similares, y prohibe ;¡ cu;¡l- quier persona no licenciada el ejercicio de actividades curativas. En tanto que un grupo trata de imponer sus reglas a otros grupos de la sociedad, nos' enfrentamos' con un segundo problema: ¿quié- nes pueden, en la pTiÍctica, oblig;¡r a otros ;¡ ;¡ceptar sus reglas. y cuáles son las C"US;¡Sde SU éxito? Esta es, desde luego, un" cllesti(ín de poder polílico y económico. 1\'[;\5 ade];¡nte consider;¡remos el proceso político y econÓmico por el cu;¡l se crean e imponen reglas. Aquí hast;, con Sellal;¡r que la gente está siempre:. i17ljJo¡Úcn(/o sus _ reg];¡s a otrp:;" aplicíndolas mils o menos contra l;¡ voluntad de ·esos otros y sin su consentimiento. Son los adultos, por ejemplo,' quienes crean las reglas para los jóvenes. Aunque la juventud de este país ejerce una poderosa influencia cultural -los medios de comunic;¡ciÓn masiva, por ejemplo, son modelados ;¡ 1" medida de SllS intereses- muchos importantes tipos de reglas son hechos para nucstr;¡ juventud por los adultos. L;¡s reglas referentes a la asistencia escolar y al comportamiento sexu;¡l son creadas sin con- sideracic'Jn de los problemas de l;¡ adolescencia. Los adolescentes se encuentr;¡n, en cambio, rodeados de reglas sobre estos asuntos que han sido creadas por personas m;¡yores y m;\s sosegadas. Esto se considera lq!;ítimo, ya que se cree que los adolescentes no SOI1 lo .~uficientemenle sematos ni responsalJJcs para crear reglas :lde- Clladas p;¡r;¡ sí mismos. Del mismo modo, es cieno que, en muchos aspeclos, los 110mhres crean las reglas para las mujeres en nuestra sociedad (aunquc en :1'\orteamérica esto est;i cambiando dpidamente). Los negros se encuentran sometidos a reglas creadas para ellos por los blancos. Los extr;¡njeros y otros ¡!;rupos étnic;¡mente diferenciados a menudo deben ;¡c;¡t;¡r reglas creadas para ellos por la minoríaanglo- s;¡jona protesUl11tc. La clase media crea reg];¡s que las clases bajas deben obedecer: en las escuelas, en los tribunales y en lodas partes. Las diferencias en la capacidad de crear reglas y aplic:arlas a otras personas son esencialmenle diferencias de poder (ya se;¡ legal o cxtralega]). Aquellos grupos cllya posici(Jll social les da armas y poder son los CJue tienen mayores posibilidades de imponer sus reglas. Las distinciones de edad, sexo, grupo étnico y cl;¡se social, . cst:ln todas rcl;lcionadas con difcl'cnÓ;¡s de poder, lo que explica J;¡s diferencias en el grado en el ellal los grupos así distinguidos pueden crear reglas para otros. ~IÍ Atkm¡;s de reconocer <¡tle ia desvi;H:i,'Jl1es crc:\(h por las reacciones dc la gente frente ;¡ tipos particlll;tres de conducta al catalogar e~a c0J.l.~~~()mo desviad;¡, debemos t;¡mbién tener presente qlle J:1s(i~g.lEicrCadaL)! mantenidas por esta calific;¡ci('Jl1 no son univer- salmente aceptadas. Son, en cambio, motivo de conflicto)' des- :Icucrdo, parte del proceso político de ];¡ sociedad. 27