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NeuRociRugíA / Basso1008 N er vi os a igual gravedad de lesión, los resultados obtenidos con los injertos son superiores al desenlace clínico del tratamiento conservador. 26, 79, 80 No obstante, esta comparación fue efectuada con controles históricos 40; no se ha llevado a cabo ningún estudio aleatori- zado con este fin. 12, 38 La mejor forma de dilucidar este dilema quizá sea un ensayo comparativo entre el tratamiento quirúrgico y la recuperación espontá- nea, aunque, en vista de los parámetros terapéuticos actuales, al parecer resulta muy dificultoso realizar un ensayo clínico prospectivo aleatorizado de tales características. Selección de los pacientes para el tratamiento quirúrgico En el Centro Médico de la Universidad de Leiden, es poco frecuente que indiquemos cirugía a una parálisis obstétrica del plexo braquial antes de los tres meses de edad (debido a cuestiones relacionadas con el riesgo anestésico a esa edad) pero casi siempre la efectuamos antes de los siete meses. Cuando seleccionamos los posibles pacientes quirúrgicos, tenemos como objetivo detectar todos los casos de neurotmesis o avulsión. Son criterios de selección la postura paralizada de rotación externa del hombro y flexión del codo con supinación tras 3-4 meses de espera, para que se produzca la re- cuperación espontánea. La ausencia de movilidad de la mano es una indicación absoluta de intervención quirúrgica apenas el lactante cumple tres meses. 60 En caso de duda acerca de la calidad del movimiento de las articulaciones del hombro y el codo, se realiza una exploración quirúrgica aunque ello implique operar y no hallar neurotmesis ni avulsión, en lugar de dejar sin tratamiento ese tipo de lesiones. En todos los casos, se realizan estudios auxiliares de diagnóstico preoperatorios, que constan de ecografía del movimiento diafragmático para evaluar el nervio frénico y mielografía con TC previa anestesia general para detectar avulsiones radiculares. 16, 76 (Figura 97.2) Exposición quirúrgica La exploración quirúrgica de las lesiones obstétricas del plexo braquial siempre comienza en la región su- praclavicular a fin de localizar el sitio y la extensión de la lesión. En la gran mayoría de los casos, la exposi- ción supraclavicular sola basta para obtener suficiente campo operatorio y reconstruir los nervios. Si bien las publicaciones dan cuenta de un gran número de variantes anatómicas del plexo, la anatomía plexual suele ser la que se describe a continuación. En la región supraclavicular las raíces C5 y C6 se unen y forman el tronco primario superior, y las raíces C8 y D1 forman el tronco primario inferior. El nervio raquídeo C7 se continúa en el tronco primario medio. En la región retroclavicular, cada uno de estos tres troncos se des- dobla en una división anterior y una posterior. En la región infraclavicular, se unen la división anterior de los troncos primarios superior y medio y forman el tronco secundario externo, que da origen a la raíz ex- terna del nervio mediano y el nervio musculocutáneo. La división anterior del tronco primario inferior forma el tronco secundario interno, que da origen a la raíz interna del nervio mediano y el nervio cubital. Las divisiones posteriores de los tres troncos primarios se unen y forman el tronco secundario posterior, que da origen a los nervios radial y circunflejo. Tanto en la región supra como infraclavicular, hay nervios que inervan los distintos músculos del hombro. 45 La incisión supraclavicular es paralela y superior a la clavícula, en la base del triángulo cervical externo. Una vez abierta la fascia cervical profunda media, se halla el nervio frénico en su trayecto sobre la superficie anterior del músculo escaleno anterior. En todos los casos, el sitio donde el nervio frénico cruza el borde externo del músculo escaleno anterior es inmedia- tamente superior al nervio raquídeo C5, donde este último sale por el agujero de conjunción de C4-C5; por lo tanto, constituye un punto de referencia quirúrgica fiable. A continuación, se neuroliza el nervio fréni- co en su trayecto por delante del músculo escaleno anterior, a fin de poder trasponerlo medialmente sin lesionarlo. Es preciso efectuar una resección completa o parcial de los músculos escalenos a fin de inspeccio- nar de forma adecuada la porción proximal, es decir, intraforaminal, de los nervios raquídeos. Durante la exposición proximal mencionada, se corre el riesgo de abrir un pseudomeningocele que se extienda por fuera del agujero de conjunción, de modo que es preciso tener la precaución de identificarlo con anterioridad mediante mielografía con TC o RM. El músculo omo- hioideo se halla en el sector caudal de la exploración. No lo resecamos pero lo movilizamos y lo retraemos hacia la clavícula. En ocasiones, es preciso coagular y cortar la arteria y la vena cervicales transversas. El nervio supraescapular se origina en el lado externo del tronco primario superior y posee un tra- yecto algo oblicuo en sentido craneocaudal hacia la escotadura escapular. El desplazamiento caudal del tronco primario superior cambia este trayecto en una dirección más o menos horizontal. En ocasiones, la lesión llega hasta la porción in- fraclavicular del plexo braquial, para cuya exposición quirúrgica podemos emplear diversos abordajes. Los músculos pectorales mayor y menor cubren la por- ción del plexo braquial que es medial al músculo coracobraquial y el vasto interno del músculo bíceps braquial. Se efectúa una incisión recta superior al surco deltopectoral. El músculo pectoral mayor es retraído hacia abajo para exponer la porción infracla- vicular del plexo braquial. A veces, es preciso retraer hacia arriba y abajo el músculo pectoral menor para inspeccionar la totalidad del plexo infraclavicular. El
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