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Lecciones_de_introducción_a_la_Filosofía_del_Derecho_Olsen_A_Ghirardi

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OLSEN A. GHIRARDI 
Le~~ionet 
Je 
in'roJu~~ión 
a la . 
Iilofolía Jet Jere~lo 
LECCIONES 
DE 
INTHODUCCIÓN 
A LA 
FILOSOF1A DEL DERECHO 
Colección 
FILOSOFíA Y DERECHO 
7 
OLSEN A. GHIRARDI 
Profesor de Filosofía del Derecho 
en la Unhersidad Católica de Córdoba 
Lecciones 
de 
introducción 
a la 
filosofía del derecho 
0000 
EDITORIAL ASTREA 
DE ALFREDO y RICARDO DEPALMA 
m:nc:>os AIRES 
1980 
© EDITOl1IAL ASTREA 
DE ALFREDO y RICARDO DEPALMA S. R . L . 
LavalIe 1208 - Buenos Aires 
Queda hecho el depósito que previene 111 ley 11,723 
IMPRESO E)! LA ARGECi'TI)!A 
PRÓLOGO 
Dedico a mis abmnos estas muv breves leccio-
nes introductorias él la Filosofía del Derecho. Ellas 
tienen el modesto propósito de presentar en forma 
sencilla los problemas que salen al paso en un pri-
mer momento. 
El Capitulo Primero tiene por objeto asistir al 
nacimiento de la Filosofía del Derecho. El período 
sofístico es presentado en su contexto histórico. 
Cobran relieve, de manera somera pero relevante, 
las figuras de Protágoras y Sócrates. No desarro-
llamos el momento en que la disciplina iusfilosó-
fica se constituye como ciencia, ya que ello lleva-
ría una extensión no coincidente con nuestro pro-
grama de estudio. 
El Capítulo Segundo introduce al saber en 
general para mostrar luego la materia propia de la 
Filosofía del Derecho. La división del saber en 
especulativo y práctico nos permite poner de relieve 
la prioridad ontológica del primero. La raíz meta-
8 PRÓLOGO 
física de la aCClOn moral y la subordinación de la 
Filosofía del Derecho -que en nada disminuye su 
jerarquía- conducen, por último, a la especifi'cidad 
del saber jurídico. 
El Capítulo Tercero pretende ubicar a la Filo-
sofía del Derecho dentro del conjunto del saber. 
Hemos ubicado en notas fuera de texto de manera 
inusualmente extensa, algunos datos y reflexiones 
que pueden ser útiles a quien desee ampliar los tó-
picos tratados. 
Finalmente, agregamos un esquema gráfico que, 
esperamos, contribuya a hacer más inteligible algu-
nas cuestiones fundamentales. 
OLSEX A. GIIIRARDI 
íNDICE GENERAL 
C\f+rULO Fm!\u:nu 
LA SOFíSTICA Y EL ORIGEN 
DE LA FILOSOFíA DEL DERECHO 
:\) La Grecia de los oofisLl., ...... """".,.,'., 1:3 
l. El medio fbe(j " .... , ....... ,., .. . 
2. 
3, 
4. 
El medio temporal """""""" 
La Atenas de Perieks 
La vida en la ciudad 
B) La sofísliea 
1'.' ,) 
14 
16 
17 
18 
1 , Protágoras y el desplazamiento de los temas ] \) 
2, Los sofistas y el eam bio "."",."""", 21 
3, Protágoras, los sofistas y la educación, La 
justicia y el hombre "".,."".".,.,.,. 22 
ÍNDICE GENERAL 
Los sofistas y el derecho .................... 24 
l. La religión y la conducta humana ......... 24 
2. Protágoras, la religión y la cultura (Acerca 
de los dioses) ........................... 26 
3. El relativismo de Protágoras. Su máxima fun-
damental (Acerca de la ve;'dad) ......... 27 
4. El principio de la rcLtiviebd de la ley ... 29 
5. El advenimiento de la filo~~una del derecho 30 
Naturaleza y Derecho. La contrapusición de 
Physis y !\íónns ............................. 33 
l. La filosofía de la. cultura y la filosofía del 
derecho 33 
2. Pródico de Ccos ........................ 34 
3. Hippias de EHs ......................... 33 
4. Antifonte 36 
5. Conclusión .............................. 37 
Sócrates, L, sabiduría, la virtud y la justicia .. 38 
CAPÍTULO Ir 
EL SABER ESPECULA TlVO 
y EL SABER PRACTICO 
El saber .................................... 43 
l. Saber vulgar ............................ 44 
NDICE GENERAL 
B) 
e) 
2. 
3. 
Los 
1. 
2. 
3. 
4. 
5. 
6. 
El 
1. 
2. 
3. 
4. 
. 5. 
Saber científico 
Saber filosófico 
tipos de saber científico y filosófico ....... 
El pluralismo metodológico . . .... . ........ 
El saber especulativo; Sus grados ......... 
El saber práctico . . .. . .................. . 
I() ) La filosofía práctica en general, o fílos;}-
ría moral ........... .. . . ............ 
29 ) La ciencia práctica en general (o cien-
CJa moral) . . ......... . .. .. . ., . . ...... 
Las clases de saber práctico .............. 
F') El hacer humano . . ... . . , . . .. ........ 
20 ) El obrar humano . . .... . .. . ......... 
Las ciencias prúcticas en particular ........ 
La acción concreta y singular . . ..... . .. , . 
saber jurídico . . .. . . , . ..... . ........ . ..... 
La raíz metafísica eJe la acción moral . . ... 
La subordil'ación del sabcr jurídico a la fi-
losofía moral .. . ...... . .... . . , .. ., . .... . 
Saber jurídico y lllct:lfísica ....... . ....... 
Los grandes o~]jdivos del saber jurídico ., . 
La espccific:id:,d (:cI saber jurídico . . ...... 
II 
45 
46 
48 
48 
50 
5:3 
53 
55 
57 
57 
58 
.58 
59 
60 
60 
62 
64 
67 
69 
12 ÍXDICE GENERAL 
FILOSOFíA 
Y FILOSOFÍA DEL DERECHO 
A) Di Vj~iÓll de la Filosufía, Uhicación ele In Filo-
sofía del Derccll~) " .. , ....... , ........ " ... . 
l. Lógica 
2, Filosofía c'ipecl1lati\'a ......... , .... , .... . 
3. Filosofía práctica ., ..... . 
TI) La Filosofía y bs ('i("](']",. [l~lrt iCllLue'i 
77 
78 
78 
80 
1. Advertencia previa ... , ................ ,.. 80 
2. La ciencia y las C"'.U~as , ............... ", 8:3 
3, La filosofía y las CaUSYi 87 
C) La Filosofía del Derecho ............ , ..... " 89 
1 , La voz derecho: Sus significados """'" 89 
2, La Filosofía del Derecho y la Ciencia del 
Derecho 92 
Esquema gráfico ... ,............................ 102 
Apéndice primero ..... ,........................ lO.5 
Apéndice segundo ............................... 109 
Bibliografía general , ..... ,....................... 113 
Bibliografía consultada ... , ... , ..... , .. ,."....... 117 
GWÍTULO PRL\IERO 
LA SOFíSTICA Y EL ORIGEN 
DE LA FILOSOFíA DEL DERECHO 
A) La Grecia de los sofistas 
1. El medio físico 
La Grecia del período sofístico se ubica funda-
mentalmente en tres pellÍnsulas: la Grecia propia-
mente dicha, el occidente de] Asia \Ienor, y el sur 
de Italia. Y en la cercanía de las semi-isÍas, que 
son las penínsulas, una serie de islotes diseminados 
en el archipiélago que se extiende entre Grecia y 
Jonia, y otros, ciertamente mayores, como el de 
Creta, o la enorme isla de Sicilia dividiendo el mar 
Mediterráneo. Éste, en suma, es un mar griego en 
su cuenca oriental, aunque la occidental, pese a los 
cartagineses, tampoco es extraña. 
14 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGli\ 
En ese medio físico, donde el agua está ca~ 
siempre presente, la montafla no es un ausente 
Las ciudades griegas se habían desparramado el 
las costas o en los valles cerrados por agrestes ce. 
rros. En principio, pareciera que el aislamienb: 
debiera ser el sino fatal de la ciudad griega; l1e 
obstante, esto sirve de acicate para vencer tale~ 
obstáculos, porque las ciudades tenían muchas co. 
sas en común, que el ciudadano griego, sin impar. 
tar el lugar de su nacimiento, sentía consciente· 
mente en forma profunda: el origen, la lengua, ia 
religión, y, en definitiva, la forma de vivir 1. 
Atenas en el Ática, Abdera en el norte, Milete 
y Éfeso en el Asia Menor, Crotona y Elea en b 
ñlagna Grecia (sur de Italia), y Siracusa en Sicilia. 
eran ciudades que tenían singular importancia er: 
el momento en que los sofistas advienen al mundo 
griego 2 
2. El medio temporal 
El persa Daría, que había heredado el afán dE 
someter el mundo griego, y quizá repartírselo COll 
la fenicia Cartago, murió el año en que en AbderD 
había nacido Protágoras (ca. 485-415 a. J. C.), el 
1 F. Van del' !\Ieel', Panorama . .. , p. 11. 
2 Pausanias, Descripción... - R. ~Iénard y C. Sauvageot, Lo' 
pueblos . .. , ts. II y VIII. 
DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 
primer gran sofista. Antes de su muerte, Da: 
había tenido tiempo de destruir la múltiple MilE 
en el Asia Menor (49,1 a. J. C.), donde casi un si~ 
antes, Tales, el padre de la ciencia y de la filoso~ 
había hecho la predicción del primer eclipse q 
fuera descrito científicamente (58.5 a.J. C.), lo C! 
había llenado de admiración a los griegos y 
asombro a los egipcios, ya que este griego hal 
descubierto que podía calcular racionalmente 
altura de una pirámide sin medirla en forma direc 
Cuando nuestro Protágoras tenía cinco añ 
Jerjes, el nlWVO mandatario persa, aparece ante 
mundo heleno con más de dos millones de soldac 
y con un equipo auxiliar que hace ascender el te 
a más de cinco millones de uersonas, si ha de ere 
J.. 
se a Herodoto. La orgullosa Atenas es incendié 
y saqueada. 
Pero desde la batalla naval de Salamina, la cu: 
de la historia inicia el ascenso nolÍtico de la -.1. _ 
queña Atenas. La ciudad es reconstruida. So) 
las cenizas y la muerte, el mármol, el oro y la pI 
hacen un mundo nuevo en manos del genio grie 
Los persas son expulsados de Grecia y se 
tiran de Tracia cuando Protágoras llega a la ee 
de diez años. La victoria de la Europa nade 
es la victoria, por una parte, contra el Asid, y ] 
Ja otra, contra el África, ya que la fenicia Cart; 
deberá retirarse también, con el tiempo, de Sic1 
16 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
,'3. La Atenas de Pericles 
Atenas, a mediados del siglo v (a. J. C.) es ya 
la Atenas de Periclcs. Y Protúgoras, que también 
se había prestigiado en su ciudad natal, se encamina 
al centro político del mundo griego. Atenas lo ve 
llegar alrededor del aúo 444 a. J. c., y Pericles lo 
hace su amigo, encargándole la redacción de la 
constitución de la colonia griega de Turios ( sur 
de Italia). 
Con todo, dada la importancia de la inquietan-
te Atenas, ésta es todavía una ciudad peqneüa. 
Incluso, es poca la población total del Ática. Se-
gún parece, no tiene más de 315.000 habitantes, 
de los cuales, 43.000 son ciudadanos; 115.000, es-
clavos, y 28.000, metecos 3. Todo el trabajo físico 
-o casi todo- es realizado por esclavos 4. 
No existen máquinas importantes. No hay me-
canización propiamente dicha. Los esclavos son 
siempre el pilar fundamental en el trabajo. La in-
dustria no es sino incipiente, y apenas cuenta. Se 
citan como excepción la fábrica de escudos de Ce-
falo, con 120 obreros; la de calzado de Timarco, 
3 \'l. Durant, La vida ... - 1\1. Rostovtzeff, Historia ... 
4 \V. Durant, La vida .. . , p. 418 Y SS.; Jenofonte, Economía . .. , 
IV, 2. 
DE LA FILOSOFh DEL DEHECIIO 17 
con 10; la ebanistería de Demóstenes, con 30, y 
una fábrica de arneses, con 30 5. 
La moneda circula. La efigie de las lechuzas 
atenienses grabadas en la plata son famosas en ese 
período, aunque, en verdad, desde la época de 
Solón, se había acuüado una moneda de plata digna 
de confianza. Surgen los pequeños banqueros; qui-
zá, más que tales, cambistas. Y el templo de 
Apolo en Delfos atesora el capital metálico griego 6. 
Las minas de plata del Lamio -descubiertas 
en 483 a. J. c.- aportan su riqueza para hacer ele 
ésta la ciudad digna de ser visitada. La plata 
corre en la ciudad bulliciosa entre el mármol del 
Pentélico, haciendo agradable la viela del ciucla-
chmo, endulzada con la miel del Himeto, y bajo 
la sombra ele los olivares que se extienden por 
doquier. 
4. La rida en la ciudad 
Políticamente, la forma de vida oueda condicio-
.L 
nada por la ciudad. Ésta es el centro ele la vida 
humana, y sólo en ella el hombre puede realizarse 
plenamente como tal, según lo enseüaria Aristóteles 
en su Política. Por consiguiente, es menester ade-
5 \V. Durant, La Lida ... , p. 409 Y ss. (La fuente es la ohm 
de Glotz, Le trawil ... ) 
6 \V. Durant, La 1;:<10 .. . , p. 414 Y ss. 
2. Ghirard¡. Lecr. 
18 LA soFÍSTIC\ y EL OlUGE~ 
cuar toda la estructura de la vida política para con-
seguir ese objetivo, y éste será logrado cuando todos 
los homhres participen plenamente en la tarea. 
La dudnd antigua había descansado sobre dos 
vrandes sillares: ia vida fanlilia1' y las creencias 1'e-
o • 
ligiosas. La polis había sido, en primer lugar, un 
recinto fortificado con sus dos caras: la acrópolis, 
en su parte alta y sagrada, y el asty, la parte baja 
y profana, la plaza del mercado. El homhre libre 
era principalmente un soldado en la ciudad forti-
ficada. Por eso, es ante todo un soldado. La or-
ganización política deviene, en consecuencia, de la 
organización militar. La leyes, fundamentalmen-
te, el lazo sagrado que abreva en la fuente religiosa. 
Destruida la ciudad durante las guerras con 
medos y persas, los saqueos e incenuios la conmue-
ven hasta sus cÍmientos. No sólo ella fenece como 
dudad: concluve una forma de vida. La ciudad 
.' 
nueva, reconstruida, tendrá otros muros, y los mu-
ros serán levantados y sostenidos por otros hombres 
de espíritu más abierto. Todos los ciudadanos ha-
bían sufrido en carne propia la destrucción de lo 
antiguo; de ahí que todos, también, quieran parti-
cipar en la reconstrucción; es decir, en la forma 
de vida nueva, o, lo que es lo mismo, en el arte 
de gobernar. La ciudad tiene su crisis. Los per-
sas, al retirarse, dejaron en las cenizas un cahallo 
de Troya invisible, que, por tanto, no es de ma-
dera; pero tiene lados, ángulos, )' una forma, en fin, 
DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECRO 19 
que cada uno verá desde su particular punto de 
vista. 
La Asamblea o Ekklesia es ahora multitudina-
ria. A pesar de que no todos los ciudadanos con-
curren a ella, tiene en sus sesiones, de dos a tres 
mil ciudadanos. Y cuando la democracia adviene 
en sus sucesivas modalidades, la forma de designa-
ción de los jurados será el sorteo. Cualquier ciu-
dadano tiene acceso así a las magistraturas. El 
azar provee los recursos humanos de las nuevas ins-
tituciones 7. 
B) La sofística 
l. Protágoras y el desplazamiento de los temas 
El advenimiento del nuevo régimen planteaba 
el problema de su funcionamiento, ya que era me-
nester poseer ciertos conocimientos para ejercer los 
cargos. Los conocimientos debían ser positivos y 
pragmáticos, y debían ser adquiridos rápida y ur-
gentemente. El estudio de las leyes, por ejemplo, 
y el arte de la palabra hablada, merecen el primer 
lugar. La vida ciudadana exige una enseftal1za ra-
7 G. de Reynold, La fOlmación... Cfr., también, P. Jouguet, 
L'impéria/i¡,me . .. 
20 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
cional y metódica, en el centro de cuyas preocu-
paciones, al margen del nacimiento de una verda-
dera ciencia pedagógica, se yergue siempre la idea 
de la ciudad, que es una forma de vida. 
Así, el régimen necesitó un nuevo hombre, 
hombre que debía ser formado. Y aquí aparecen 
los maestros, formadores de este nuevo griego: esos 
maestros fueron llamados sofistas. El vocablo era 
muy antiguo. Ya lo había usado Homero en la 
[líada, cuando puso la palabra sofía en boca de un 
constructor de naves. Otras actividades también 
merecen la adjetivación de sofás. Lo común es el 
"dominio de una técnica y su aplicación" s. 
Los que fueron llamados sofistas, en general, 
eran extranjeros venidos de los confines del mun-
do griego. Viajeros sempiternos -con el espíritu 
sutil que da la vida sin ataduras y el afán de anali-
zarlo todo para mostrarlo en su entraüa-, no tenían 
arraigo ni compromisos. 
En la época en que Protágoras llegó por pri-
mera vez a Atenas (444 a. J. C.), la ciencia y la fi-
losofía de la ahora vieja Jonia eran casi desconoci-
das. Por eso, los sofistas, que, cobraban por sus 
enseñanzas, comienzan vulgarizando el conocimien-
to científico y filosófico. Pero los perspicaces so-
fistas se adaptan a la circunstancia. El centro de 
interés del pensamiento jónico -el problema cos-
2 W. Nestlé, Historia .. . , p. 23. 
DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 21 
mológico- es desplazado por el centro de interés 
de la nueva Atenas, que está siendo reconstruida 
(el problema antropológico). Y, así, la ley, el no-
mos) sustituye a la Physis o naturaleza. Lo que 
el hombre hace, interesa más ahora que lo que es 
producido por la naturaleza. 
En un notable estudio, Nestlé resume así un 
triple desplazamiento: 
19 ) El desplazamiento de los temas: de lo fí-
sico a lo espiritual, y de lo religioso y artístico a 10 
intelectual y racional; 
29 ) El desplazamientodel auditorio: la prolon-
gación de la educación en los jóvenes y adultos; 
39 ) El desplazamiento del método: de las es-
peculaciones deductivas a la inducción, con el con-
siguiente giro hacia un relativismo creciente. 
2 . Los sofistas y el cambio 
Los sofistas, como no podía ser de otra manera, 
reflejan con fidelidad el clima de su tiempo. La 
Grecia se trasforma cada vez más. Es la época del 
·cambio. En un período increíblemente breve, se 
producen acontecimientos verdaderamente catastró-
ficos. La ceniza y la sangre se encuentran dema-
siado cerca de la plata y del mármol. La aparición 
de abundante moneda, las Guerras Médicas, la caÍ-
da del régimen aristocrático y la lucha por instau-
22 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGE:S-
rar la democracia, con la consiguiente agitación 
popular, se dan velozmente. Y en medio de todo 
ello, el triunfante régimen de Pericles, con la eclo-
sión de la hegemonía ateniense, es una luz suma-
mente vívida, tanto que los sofistas de todos los 
confines se sienten atraíllos como las libélulas, v 
,¡ 
como ellas serán a.trapaJos por el resplandor de 
Atenas. 
La trasformación veloz, que es virtual revolu-
ción, al;Jerga dentro de sí la lucha de las dos co-
rrientes; la conservadora, aristocrática, partidaria 
del viejo régimen político, )' la renovadora, demo-
crática, abierta a los nuevos vientos. Y, en el cen-
tro del vórtice, los sofistas. 
3. Protágoras, los sofistas y la educación. 
La justicia y el homúre 
Cuando llega Protágoras a Atenas,' no obstante 
la connotación peyorativa que tendrá luego el vo-
cablo sofista, es un hombre apreciado y respetado. 
Lo respeta y distingue Pericles, y lo respeta el pro-
pio Sócrates. 
Pero Protágoras hace pública confesión de su 
arte sofístico. Después de afirmar que ese arte es 
tan antiguo como Homero o Hesíodo, dice : "Yo 
afirmo abiertamente que soy un sofista y un edu-
DE LA FILOSOFÍA DEL DET1ECHO 23 
cado/''' 9. Y luego, refiriéndose a los jóvenes, aiía-
de: "Junto a mí, el único objeto de estudio será lo 
que ellos vengan a buscar en mi. El objeto de la 
enseí'ianza es la prudencia que todos deben tener 
para la administración de su casa, y, en lo refe-
rente a las cosas de la ciudad, la capacidad de lle-
varlas a la perfección por medio de las obras y de 
las palabras" 10. Dicho de otra manera: A. los ¡ó-
venes se les debe ensc¡?ai' a pensar, a hablar y a 
obrar correctamente, y a cG1n{ucir los asuntos pri-
mdos !I públicos de la forma más correcta. 
Éste es el ohjetivo de un sofista como Prohí.-
goras: formar buenos ciudadanos, y educar a los 
jóvenes en la virtud, en la excelencia (([reté). Tan-
to es esto aSÍ, que desarrolla todo un mito para de-
mostrarle a Sócrates que el arte de la política, de 
la virtud ciudadana, de la excelencia de la vida de 
la ciudad, puede ser enseüac1o. La máxima de oro 
es ésta: Todo hOlnbre tiene parte en la justicia 
pOI' el solo hecho de ser hombre. 
La educación en el arte de la vida, el dominio 
de la vida, es un objetivo que no debe perderse 
de vista. Y la raíz democrática de Protágoras se 
encuentra en el hecho de que, en definitiva, acepta 
que la virtud se encuentra cuantitativamente, ad-
mitiendo la validez de la opinión mayoritaria en 
9 Cfl'. Platón, Protágoras, 317, c. 
10 Cfr. Platón, Protágoras, 319, a. 
24 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
la asamblea de la ciudad. Pero, por cierto, la 
cantidad que nos da la virtud, debe basarse en la 
suma de buenas cualidades de los ciudadanos. 
y cuando redacta la constitución para la colonia 
griega de Turios, no vacila en llevar a la práctica 
su enseñanza, haciendo que la propia ley estatuya 
su teoría en reglas imperativas: la enseñanza esco-
lar es obligatoria para los hijos de los ciudadanos, 
y los maestros deben ser pagados por el Estado. 
C) Los sofistas y el derecho 
l. La religión y la conducta huma1la 
Todo el orden ético y la religión eran una sola 
y misma cosa en la época de Homero. Las teogo-
nías griegas absorbieron dentro de la religión él la 
moral, a las costumbres y al derecho. Es decir, 
todo aquello que era conducta humana, de una 
manera u otra, estaba dominado y reglado por la 
religión. 
Es probable que la guerra de Troya deba ubi-
carse en el siglo XII a. J. c.; Homero, en el IX, Y 
Hesíodo, en el VIII. Pues hien: el orden social, 
para Homero, según surge ele la lHada y la Odisea, 
DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 2'5 
mana de Themis, esposa de Zeus y consejera de 
éste. La fuente es apenas distinta del omnipotente 
dios que ordena el cosmos todo, y, por extensión, la 
naturaleza y los actos de los hombres. 
La cuestión tiende a cambiar en Hesíodo. En 
La teogonía aparece Dike -siguiendo siempre la 
concepción antropomórfica- como portadora del 
derecho para difundirlo entre los hombres, junta-
mente con sus hermanas Eunomia (el buen orden) 
y Eirene (la paz). Pero su labor se ve obstacu-
lizada por Eris (la pendencia), Bía (la fuerza) e 
H!Jbris (1a incontinencia) 11. 
En Las obras y los días, Hesíodo nos muestra 
un mundo regido por leyes (nómoi) de origen di-
vino. Advertimos, es cierto, un notorio progreso 
en las distinciones) ya que la naturaleza irracional 
es regida por Bía (la fuerza), mientras que el hom-
bre -en su esencia racional- es gobernado por 
Dike (el derecho), que es descubierto al pasar a 
ser costumbre y legislación 12. 
y el proceso culmina, en esta primera etapa) 
con Solón, electo arconte de Atenas en el afio 594 
a. J. C. En sus Leyes trata de ganar un equilibrio, 
un orden legalequiliprado o Eunomia; pero, para 
que éste pueda perdúrar, el astuto Solón hace a 
11 Hesíodo, La teogonía. 
12 Hesíodo, Las obras y los días. 
26 LA SOFÍSTICA Y EL OInGE~ 
Bía aliada de Di!;e. En otras palahras, la ley, en 
cuanto es justa, debe recibir el apo)"o ele la fuerza 11. 
2, Protágoras, la ]'ciigióll y la cu{tura 
(Acerca de los dioses) 
Al influio ele sus arraigados sentimientos rcli-
<riosos v gl:acías también a la victoriosa lucha por 
j~ SUI;c~vh.encja durante las el/erraS ?\ lédicas,los 
atenienses se mostraron asradccidos a sus dioses. 
Durante la recons1.rucción de Atenas quisieron dar 
pruebas ele este agradecimiento, y, entre otros tem-
plos, construyeron el Partenón. Quizá esto sea fru-
to del azar; pero lo cierto es que el Partenón, co-
menzado el ailo ·H7 a. J. c., se concluye cuando 
estalla la fraterna Guerra del Pc]oponcso (4.31 
a. J. C.). 
Protágoras, por S1l parte -probablemente, con 
]JH;YCS intervalos-, segnía su ense¡-Ianza dc sofista. 
Si bien es verdad que mucho de 10 que afirma 
puede ser aceptado, tambit~n ]0 es que merece ser 
considerado el gran socavador de fundamenta-
les instituciones atenienses. A despecho del em-
peüo (lue ponen los arquií'ecto5 elel Partenón para 
construirlo en lo alto de la Acrópolis, Protágoras 
ataca sistemáticamente a la religión. 
En su libro Acerca de los dioses se revela como 
1:l :\. VeldlO"S, La filosofía" '. p, 14, 
DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECHO 2T 
un tenaz escéptico, al decir: "No puedo saber de 
los dioses ni si existen, ni cuál es su forma y natu-
raleza. Pues hay muchos obstáculos en esta inves-
tigación: tanto la oscuridad de la cosa cuanto la 
brevedad de la vida hmnana" ¡.\. No se detiene en 
esto solamente. La crítica se extiende también a 
las representaciones religiosas, al culto y a la li-
turgia. 
Se preocupa por estudiar el origen de la religión, 
y en su lahor, que se expande él otras áreas ele la 
cultura, funda illJtl \Trcladera filosOff(l de la cultura, 
basada en el examcn profundo ele todo lo que es 
producto del }¡('mhrc. No escapa a sus análisis un 
huceo en la naturalcza de las profecías, tan caras él 
los griegos, y su incursión las aniquila totalmente, 
cuando proclama que la razón :' la comprensión 
son las "mejoras profetisas". 
De~acraJi;,:a él la religióll v la concibe como un 
producto cultural, COI11~ obl:a del hombre, de la 
misma manera (lue el arte, el lenguaje y el derecho. 
:3. El rclaticisllIo de Protágoras. 
Sil máxima fU1ldamental (¡\cerca de la t~erdad)Sí Protágoras se hubiera limitado a atacar a la 
religión, hahrÍa construido solamente un Anti-par-
14 Fragmento citado por DíógenC's Laercío. Edición de textos. 
Ilotas y bil1]¡ografía por .\. Clpizzi. Le testirnoníanz.e . .. 
28 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
tenón en la conciencia de muchos atenienses, lo 
que, en definitiva, habría sido ya extremadamente 
peligroso. Pero también atacó a la Metafísica, 
que alrededor de medio siglo antes había fundado 
el gran Parménides de Elea, nacido ca. 540 a. J. C. 15 
Este filósofo, que escribía sus pensamientos en poe-
mas, enuncia una premisa fundamental, una verdad 
primera, de la cual se deducen las demás: "El 
ser, es; el no ser, no es". Esta premisa es el prin-
cipio de identidad (ontológico y lógico), y desde 
ahí deduce las otras verdades: que el verdadero ser 
es único, es inmóvil, es eterno y es infinito 16. 
Parménides había llegado a esa conclusión ana-
lizando las manifestaciones de Heráclito de Éfeso 
(Asia Menor), nacido ca. el año 544 a. J. C. Herá-
clito había sostenido que todo fluye, que todo cam-
bia permanentemente, hasta tal punto que no nos 
podemos bañar dos veces en un mismo río. El ser 
es dinámico, es un constante devenir. Las cosas 
no son; devienen. 
Protágoras toma este último partido. Influido 
por Heráclito -dice Platón-, en la obra Acerca 
de la verdad Protágoras afirma: "El hombre es la 
medida de todas las cosas (chrémata), de las que 
son en cuanto son, y de las que no son en cuanto 
15 G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filósofos .. . , dan la fecha de 
.515-510 a. J. C. 
16 CfL G. S. Kirk y J. E. Raven, Los filósofos . . " p, 377 Y ss. 
DE LA FILOSOFÍ.\ DEL DEHECHO 29 
no son". Con agudísima perspicacia, Nestlé inter-
preta este juicio en el sentido de ser, no un juicio 
existencial, sino un juicio de valor. No se refiere, 
pues, a las cosas concretas, sino a las cualidades 
de las cosas, a las instituciones y a las ordenaciones 
sociales 17. Las valoraciones humanas son simple-
mente impresiones, y éstas no tienen valor absoluto 
alguno, cualquiera sea el área que abarquen. 
4 . El principio de la relatividad 
de la ley 
Después de los prinCIpws formulados en las 
obras citadas, resultan obvias las consecuencias: si 
en materia de religión todo es invención humana, 
y en el terreno metafísico nada hay absoluto, las 
leyes y costumbres (nómoi) también son l'elatioas 
y a la medida de cada pueblo y de cada sociedad. 
El contacto frecuente de los griegos con pue-
blos diversos -sobre todo, a partir de las Guerras 
Médicas- apoya el argumento sobre base empírica. 
Jonios y lacedemonios, sicilianos y tracios, persas 
y egipcios, tienen entre sí gran disparidad de leyes 
y costumbres. Más aún: a veces las leyes y cos-
tumbres son contradictorias, cosa que hacía notar 
Eurípides cuando citaba en el Eolo el caso del mu-
17 W. Nestlé, HíMoria .. . , p. 118 y 's. 
:10 L\ S()ViSTI(.\ y r:I. ()i{iC,é:-' 
trimonio entre hermanos, perllli ¡ido por los egip-
cios, y prohibido como un crilnell cnlre Jos griegos. 
Las leves \" costumhres no devienen de la ll:,tn-. . 
raleza, sino de simples invcncimk'S (l de l'dIlVen-
dones entre las partes. Su \alideL deja ele ser abso-
luta, y queda limitada en el espacio ~i en el tielnpo. 
En otras palabras, en el C1mi)() del derecho, Protá-
goras funda el jJl'Íllci¡;io de la J'c!a!icir/ac! de 1(/ ley. 
La negadóll ele \ln absoluto meta físico entraJia 
como su legítima consecuencia, según el sofista. la 
afirmación de la relatividad del jnicio ele valor, y de 
ello se sigue la rebtividacl de la ley, la que quP<.la 
reducida a una silllple fllIlCi~;1l /,('f'ulado/"{/ ele la 
vida social. 
5 El adcc¡¡illlicilto de la filosofía 
del dereclw 
Como se advierte, Prot(lgoras asestó UlI golpe 
mortal a la cOllcepción de vida de los griegos, que 
estaban consm;tanciados CUlJ Homero \' Hesíodo. 
Aniquilado el sentimiento religioso, tanto la n:oral 
como el derecho se illdepclldizarcm, 
Lo moral y 10 jurídico aparecen COlllO lo con-
veniente o útil en un mOlnento dado. Cada puehlo 
tiene y crea Sil derecho. 0;0 existe un derecho na-
tural absoluto; existe solamente un derecho positivo 
yariable. Con esto había nacido la filosufía del 
DE L\ ¡:¡l.(l~()VJ.\ IlFI. IlL!;E( IJ(, 
derecho como tllW discipli:l:J (11!C" ell algl:1w medi-
da, <;1Jstituía a b lllctdí-;ica, en esta COlIL'ep' i(l,¡ Pll-
rarl1entc pr:~f~ll:~lL:(\:L 
Fl (¡rrll'}'" ,S()l,]','ll s,,' 1,·, "~o "\"';\)l~' ')()'l"'¡' ('l '1") '1 • ~ ... tc:.t" '- 1) ~.HI '-~ 1 1 j_l,,", ,'" L -
brc (Tl'~¡ ei St'l¡tillli~'l1t(J de }dondidad (ui:lris \ di-
ké). Este urden !lO ('s. Cl nnllcra ~~¡glln~l, antina-
turaL es un orden t,lil C0I1YC1!Íente como lo E'S el 
orden fí~ic() en Lt lla~ ,: r~llc·/a. El ilt; mm, tntal-
mente dcsp')jado de ~()cla e<lJmotación reli~i()sa, deja 
de scr ordeIl divillo, p¿lri! ser simplemente HU orden 
humano. 
Si (luis¡ér~llll()S feStllllir la:, {'(jll~l'Ct1e}l('ia:-; dc (";ta , 
1 . 1 1 ' postura, PO( namos n:lC~'r o ,1SI: 
1 l.') Orden religioso: l)l'(.'·clíc~l del ateísmo, Los 
dioses no admiten <,1/ eü~tcllcia desde d punto de 
vista racionaL 
2") OrdelJ lIalmal: pri·dica de la explicacióll r,)-
donal 111ediante el pri!lci;,io de c,ws,didad, ~o 
ohstante, la \'enbcl ~lparecc COlllO illalc~lll~ahle, :-
asoman por doquier 1m sl1hjdiyismo ,\ llll l'('h ti vi::-
1110 proclives al esceptidsl'lO 13: 
:3U ) Orden social: pn"di,,'a de U1I orden l'UtlW'lj-
donal que exagera la <H:tOI1Olilla del indidduo ('):1-
tra la sociedad. Por cOllsigllientc, la crítica ~;()(:i~d 
muerde en la ('ostlll,lhre \ el, la ley pa;'a relatiYi· 
larlas. Todo ello l)J'oduce un~t eOl1:·,t .. lllte \' DL'nlU-, , 
I 
32 L" SOFISTICA Y EL OiIICE" 
nente inconformidad en el individuo, que se tra-
duce en un aluvión de reforwas. Las instituciones 
políticas sufren así también las comccuencias 19. 
Como se ve, los soListas produjeron un cambio en 
las estructuras, como lo propugnan algunos hombres 
de nuestros días. Pero el proceso escapará de sus 
19 E. \\7o:f, El Oi'ige!l ... , t. 11, p. 131 )' ss. - Cfr. PmL',-
goras, Fragmentos .. . , con trad. del griego, inlroduccióll y noías el .. 
José B,urio Gutiérrez, que en b nota 62 (p. 85-86) dice: "En este 
texto Cicerón, como ha s:c1o demostrado por Untersteiner, se oponc 
a las tesis protagóricas sobre la naturaleza del derecho. Para el 
sofista no existe el derecho natural, y toda norma es producto del 
convencionalismo social. Por el contrario, Cicerón defiende la exis-
tencia ele un derecho y una moral natur<lles, y por bnto, inmutctbles. 
Se ha intcnt"do reconstruir cuál sería, siquiera de un modo aproxi-
mado, el texto de Prolágoras que dio lugar a la r¿'plica de Cicerón, 
y que aparecería incluido en el texto ciceroniano a que aludimos; 
y ésta ha sido la reconstrucción del texto del filósofo griego: 'EI 
derecho tiene S11 fundamento en el deseo ele los pueblos, ('11 los 
decretos de los gobernantes y en las Sé'ntencias de los jueces; es, 
en consecuencia, aprohado por los votos o los decretos de la mayoría. 
Tan gnmde es el poder de las sentenci'ls y de los desé'os, que Lt 
naturaleza de bs cosas es müc\jf¡cüda por el voto. La ley puedl' 
hacer justo lo que es injusto. Es la opinión la que dictamina lo 
que es moral y lo que es inmoral. La perfeccilJll de un itrbol o d" 
un caballo depende elc la opillión; si la perfección en gener,¡J de-
pende ele la opiniém, igualmente les sucederá a sus especies. Las 
cualidades nüturales, y las virtudes y los vicios de que elbs derivan, 
¿deberán ser juzgadas de modo distinto? Imludablemente, sí. La.; 
cualid'l.des naturales derivan cle la naturaleza misma; las virtudes \' 
los vicios deben juzgarse con olro criterio. Lo moral y lo im11or,~1 
no tienen que ser referidos a la naturaleza. El bien depende ele la 
Opll1lün. Existe pluralidad de opiniones y disensión entre los hombres; 
y, dado que no acontece lo mismo con relación a los sentidos, cree-
mos con razón que éstos son veraces por naturaleza. Por el contrario 
consideramos que aquéllasson producto dc la imaginaci~)n, ya que s~ 
manifiestan en unos de una manera, y en otros, de otra, pero nunc:a 
de un mismo modo. La madre, la nÜ1era, el maestro, el poeh\, el 
DE L\ FlLOSOFÍA DEL DEhECIIO 3:3 
manos y se volveú contra ellos. Y, corno ocurre 
siempr~ en estos cu:;os, todo acahar:l con un C011-
nl'Í ct'lC101' e,tl"ln;e"o '-1 l "-' i .... ~ ~-.,.,~ -J .1 • 
D) Naturaleza y Derecho. 
La conlraposid¿'n de Phy~is y Nómos 
1 La filosofía de la cu!iui'(/ 
7 j'" (/ 1 1 7 1 Y ¡(/ uoso¡ i([ (d!! {¡CI'CC!U 
En 10 que atmle al derecho, se ha dicho que la 
torna ele e:oncienda, la toma de razón y la hiper-
crítica conducen a una filosofía de la cultura, en 
detrimento del interés por la naturaleza. Y, para-o 
lelamente él esa filosofía de la cultura, se desarrolb 
-como parte de ella- una filosofía del derecho. 
Adern{ls de Protúgoras, muchos otros sofista" 
concurren a ese objetivo. No quiere decir que to-
dos hayan opinado lo mismo. Muy por el contra-
rio, obedeciendo a su ley disgregante, a veces las 
ideas son de lo 1m15 dispares 2a. 
teatro, lnfol n121l y 111odc1 .. l11 Lts a!nlas ln¡l~CablL'~ e inexpt'rtas (Iue h .. llJ 
recibido'''. El texto ele Cict-re'm: SulJrc 1118 leyes, 1, XVI-X\i!, ·13---'7. 
20 F. Elías de Tejada, Historia .. . , p. 72 y ss. 
3. Ghirarcli. Lecc. 
34 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
2. Pródico de Ceas 
Pródico, nacido probablemente entre los años 
470 a 460 a. J. C., en la isla de Ceos, perteneciente 
a la segunda generación de sofistas y discípulos de 
Protágoras, sostuvo que es falsa la oposición entre 
Physis y N ómos. La naturaleza y el derecho no 
son, necesariamente, opuestos. 
El pensamiento de Pródico acerca de la virtud 
es desarrollado en un famoso apólogo denominado 
"Hércules en la encrucijada". La virtud y el vicio 
se disputan a Hércules, y éste, finalmente, decide y 
lo hace por la virtud. 
El apólogo mencionado contiene la médula de 
la ética de Pródico. Algunas de sus sentencias son 
famosas: "Nada que sea bueno y hermoso conce-
den sin trabajo y esfuerzo los dioses a los hombres". 
"Ninguna acción bella, sea divina o humana, tiene 
lugar sin mi ayuda (virtud)". 
En 10 que nos interesa, José Barrio Gutiérrez 
nos resume, en su prólogo a los fragmentos, las 
ideas fundamentales, diciendo que "tanto la natu-
raleza como la ley -en Pródico- exigen la prác-
tica de la virtud" 21. Es decir, naturaleza y derecho 
no están en contraposición, sino en una misma línea 
continua. 
21 Cfr. Pródico e Hippias, Fragmentos .. . , con trad. del griego, 
prólogo y notas de José Barrio Gutiérrez, p. 23-24. 
DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO 35 
3. Hippias de Elis 
Por el contrario, Hippias de Elis, nacido en Elis 
hacia el año 443 a. J. c., perteneciente también a la 
segunda generación de sofistas, abraza 10 que fue 
una característica general de la sofística, contra-
poniendo la Physis y el Nómos, la naturaleza y la 
ley 22. 
Para Hippias, la ley positiva es una convención 
humana. Las verdaderas leyes son las leyes no 
escritas (ágmfoi nómoi); tienen validez en todos los 
países, porque derivan de la propia naturaleza del 
hombre. En consecuencia, el derecho positivo, que 
no se conforma con el derecho natural, es efímero 
en su contenido, pues las leyes son a menudo dero-
gadas y sustituidas por otras. En verdad, esta con-
tcaposición -acotamos nosotros- no hace sino re-
saltar la universalidad y la validez de la ley natu-
ral, pues si la ley positiva no se conforma con la 
natural, se torna meramente convencional y no ab-
solutamente válida. 
José Barrio Gutiérrez encuentra el fundamento 
de la distinción en el relativismo de Hippias, que 
22 ]enofonte, Memorias, IV, 4, 5 y ss., recogió, en diálogo entre 
Hippias y Sócrates, las ideas fundamentales que llegaron hasta nosotroS. 
La otra fuente, como se sabe, es Platón. 
36 L\ SOFÍST[CA y EL OlUGEl-< 
le hace destacar dos tipos de conoe imientas dis-
tintos: 
19 ) El conocimiento lIlaterr;hico, que es absolu-
to (necesario y universal); 
2(?) El conocimiento axiológico, con "matiz so-
ciológico", que es relativo, ya que "lo justo y lo in-
justo varían según los individuos y pueblos" n. 
Nestlé opina que liippias predica "en cierto sen-
tido la vuelta a la naturaleza". "Ya él contrapone 
un derecho natural al dominio violento del dere-
cho positivo y la costumbre" :'. Es decir, lo ideal 
sería una lev IJositiva equilibrada Dor la ley na-
.1 L. 
tura1. 
4. Antifonte 
I :r- . • 1 \ 01' • / 1 ilpplas es seguwo por: ntEornc \ segUI1( a ge-
neración)., autor de una obra titu]a(Lt La verdee!. 
Partiendo de la contraposición del ser v la anuriel1-
.1 .L 
. t b" 1 lJh' 1 ~7' '" cla, con rapone tam len a. ySiS y el n amos. Las 
leves de la naturaleza son necesarias v eSI)ontá-
.1 .1 
neas, mientras que el derecho positivo es obra de 
la convención, sus leyes son arbitrarias y artificia-
les, un encadenamiento de la naturaleza" 2~. Por 
23 Jenofonte, Memorias, cit., p. 40-41. 
24 W. Nestlé, Historia . .. , p. 129-31. 
25 W. Nestlé, Historia . .. , p. 139. 
DE LA FILOSOLl/Ic DEL DEHECHU 37 
eso, el derecho positivo, en c~:allto ~e OpC)HC al de-
recho natural, rner~ce ser viobdo. 
5. Conclusión 
Todo esto, en definitiva, nos hace pensar que 
1 t .. I t n 7 • ... 7 ' I a con TapoSlClOn en re 1 nys/s y ¡\ cmos ['fa Jn8.S 
bien una postura con raíces ]T]etaE~;~ca5. Dicho en-
frentamiento es adverticlo por el hombre cmilO fruto 
de la cultura, y se desarrolla con ella; pero, a la 
postre, se propugna que el homhre, para no per-
derse en esa misma cultura, no tlek~ olvidar el fin 
señalado por la naturaleza. En oi:ro.s palabras, si 
b- L , 1 len nos enCOl1lranlOS con que, a vece,>, r:axuralCza 
y ley se contraponen, deLelw.s equilibrar a ésta con 
1 fo ff °d n 1lX" e .. ln perse¿.,11F o por a'iL .... J8.. 
En conclusión, la contrapOSlCiOl1 no es real en 
el pensamierl to l~e estos sofistas. Es advertida en 
la realidad social y ansían corregirla 26. 
26 Cfr., también, el pensamiento de Gorgias y Critias. También 
han sido publicadas: Gorgias, F/agmentos ... , y Critias, Fragmen-
tos . .. (En ambos casos, con prólogo de José Barrio Glltiérr8z.) - El 
especialista \V. Jaegcr, en Los orígenes, dice que "el rasgo dominante 
del pensamiento jurídico griego, desde sus comienzos hasta las altas 
cumbres de la filosofía jurídica, consistió en referir la ley y el dere-
cho al ser; es decir, a la unidad objetiva del mundo en cuanto 
cosmos, en cuanto orden ontológico y permanente de cosas que al 
propio tiempo es el orden ided de todos les vabres, y el funda-
mento de la vida y de la libertad del nnr:ibte .. , Tecle\ una tradk;ól1 
occicJcr;tal dc~can~a sol)fE:' (";L'. cor:~·t:r(( i;' li :~':l. c~.·~sic_t elel n";untIo 
38 LA SOFÍSTICA Y EL ORIGEN 
E) Sócrates. 
La sabiduría, la virtud y la justicia 
Y, finalmente, en esta nave que navega al ga-
rete en el proceloso mar Jónico, aparecerá un hom-
bre que logrará echar el ancla primero, para volver 
a hacerla surgir airosa y triunfante más allá de su 
tiempo. Esa ancla será el concelJto, sobre cuya 
base podrán ser contenidos el relativismo de Pro-
tágoras y el escepticismo de Gorgias. La sabiduría 
y la virtud serán sus consecuencias. 
Quien forjó esa poderosa ancla fue Sócrates 
( 470-399 a. J. C.). Dice de él Giorgio del Vecchio 
que "fue más un sabio de la vida, que un filósofo 
teorético" 27. Para elaborar una teoría del concep-
to, distinguió aquello que es sólo impresión de los 
sentidos, de lo que es producto de la razón. El 
concepto, si bien tiene su punto de partida en la 
experiencia y en los sentidos, es una elaboración 
racional que alcanza universalidad, escapando a la 
relatividad de los datos sensoriales. Desde esta 
base se llega a la ciencia, y de ésta a la virtud, que 
no es sino la verdad en su aplicación al caso con-
creto, práctico. 
del derecho, que presupone un cosmos en el cual el individuo humano 
es referido a un orden divino". 
'}.7 G. del Vecchio, Filosofía .. . , t. 1, p. 85 Y ss. 
DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO39 
En una breve pero lúcida obra, Rodolfo Mon-
dolfo 28 ha expresado que la clave para llegar al 
espíritu de Sócrates es "su inspiración religiosa, que 
puede llamarse mística" 29. Por eso, luego de la 
caótica dispersión moral e intelectual que los so-
fistas dejaron en las mentes atenienses, cobra re-
lieve la pugna de Sócrates. Éste se propone re-
constituir los fundamentos de la filosofía (de la 
ciencia), y el camino que encuentra es la purifica-
ción del alma 30. El hombre debe primeramente 
conocerse a sí mismo, adquirir conciencia de su 
propia ignorancia, para ir después en pos de la 
sabiduría. 
Para llegar a la ciencia es preciso lograr cono-
cimientos que tengan carácter universal; es decir, 
que se presenten válidos para todos. Sobrepasan-
do el conocimiento sensible es como se alcanza el 
universal. Preferible es dejar las cosas de la natu-
raleza, y profundizar en el estudio del ser humano. 
"Acerca de las cosas humanas hallaba dentro de 
nuestra conciencia misma la existencia de princi-
pios universales (conceptos, leyes) alcanzables por 
el examen, la reflexión y la discusión. Por eso, dice 
Jenofonte: "Razonaba siempre sobre cosas huma-
nas, buscando qué es la piedad y la impiedad, qué 
28 R. ~.!ondolf(), Sócrates. 
29 R. ~I()ndolfo, Sócrates, p. 27. 
30 R. I .. Iondolfo, Sócrates, p. :30. 
L.\ ~()FÍSTlCA y EL OlilGEX 
es lo bello y qué es lo feo, qué es lo justo y qué lo 
injusto, qué es la sabiduría y qué la locura, qué 
es el valor y qué la cohardía, qué es el Est<J.do, 
qué el hombre de Estado, y a~í otras cosas C1::·0 
conocimiento juzgaba carJcL~rizar al hOIl}l,:q·e ca-
paz, y cuya ignorancia creía definirse justamente 
como condición de esclavitud cspidtucÚ" 31. 
Lo móvil, que tanto aparece ~n el mundo na-
tural, nos revela lo que sólo es digno de una sim-
1 .. , l' t '1 1 j 1 P e opUllon; o 111ll1U aOte puc(,e ser cnconmwo en 
el hombre mismo, en sus acciones, en las cosas 
morales, y liegar a una definición que nos revele 
]0 universal. Así, buceaba en las esencia, de las 
S· 't b 1 1 .¡ 1 J . , cosas. 1 se pum ea a e ]'HW!ema Cie 10 ¡us,o, 
trataba de llegar a su esencia, a eso que está 111ÚS 
allá de los caracteres singulares, a aquello que 
reúne los caracteres específicos, e involucra a toda 
la especie en una unidad. 
Así se perfila el camillO de la denc;a en el paso 
de la mllltinliciuad ele Jos P~i'·~iclllarc:) a la llllidad 
.1. ~ 
de lo universal, por ;a i,dvccián. y en la detcr¡llÍ-
nación exacta ele ('se "'1 i vr'rS'l.i')ür ]:> dr>fi"l;drh "- (.. .' -' (.A·" -". , ,../~ , ... i 1 _". ,/} ,,1 'lo- ./ 'o, { ) 
los dos elementos eh1 método ci~'ntlfico, C11)'0 mé-
rito Aristóte1c:.; (Metaf., XIII, !±, 1078) declara que 
corresponde a Sócratc~;. "Dos cosas pueden con 
derecho atribuirse a Sócratc,: los razonamientos in-
DE LA FILOSOFÍA DEL DEHECIIO 
ductivos y las definiciones de Jo l1niversal, pll:~S 
ambas conciernen al principio de la ciencia" 32. 
En lo que ataüe a la conducta humana, y, por 
consiguiente, al derecho, Sócrates hl1scaba también 
la universalidad. Por sobre las normas jurídica'l 
singulares, buscaba el concepto de justicia. Qu; 
es la justicia es, pues, para él, un tem.a fundamental. 
La virtud se encuentm en la cienda. Quien es 
sabio, es virtuoso, v auien es virtuoso, es necesa-. ... 
riamente justo. Los ({ne saben a conciencia -ctc-
era Sócrates- lo que hs leyes ordenan, hacen cosas 
jnstas. 
Platón v Aristóteles consolidarán el) el futuro in-
medbto esta postura so;:'rática. Pero Sócrates ha-
bía ya enseriado que de b concepción de la justic'h 
se puede derivar la consecuencia de nO:i'Jna~) s:!PC-
riGres a la" leves escritas, DOrCll:C la 'Illsdcla nos 
J L ~ . 
Heva al orden y a la m!nO:l;~'. nniversales\3. Por C~;:l, 
la norma deh; scr¡nsLl, v en cuanto es just:l, del/e 
<;(W cwrn1irh ',4 , .' ~ , '.1. .. \~ (" • 
32 R. MOlldoJfo, Sócrates, p. 41. 
33 J. Corts Gran, Historia ... , t. J, p, 85 Y ss. 
34 L. L,gaz y LacamLra, ¡hoto:!" ... , p. ·11:3. 
CAPÍTULO II 
EL SABER ESPECULATIVO 
Y EL SABER PRÁCTICO 
A) El saber 
El hombre, por el solo hecho de ser tal, sintió 
desde su aparición sobre la tierra la necesidad de 
saber. Lógicamente, en sus comienzos, todo el sa-
ber estaba reunido en un amasijo indiferenciado de 
conocimientos. Y esto aún permanecía así en la 
antigua Grecia, cuando Homero escribía sus libros. 
Con el andar del tiempo, una lenta labor de 
acumulación del saber condujo a diversas distin-
ciones, y a una mayor precisión en el uso de los 
vocablos. 
Si se quisiera hacer, en nuestra época, un es-
EL SABER ESPECULATIVO 
quema de los distintos tipos de saber, se podrían 
lograr los siguientes distingos: 
10\,., V 19 u .. ar; 
2',») Científico; 
3(,)) Filosófico. 
¡. Saber 1./11lgor 
Este saber tiene las características que se seña-
lan a continuación: 
l(J) En g;eneraI, es logrado por toda persona; 
20 ) Por lo común, es un amasijo de informa-
ciones sin mayor orden ni concierto; 
3(.') Tiene por objeto diversos conocimientos sin 
criterio determinado; 
40 ) No interesa, de manera primordial, la expli-
cación causal. 
El saber vulgar es el saber que se adquiere en 
h vida diaria por el simple hecho de vivir. Toda 
persona, aun la analfabeta, reúne, a lo largo de su 
vida, un cúmulo de experiencias que constituyen 
~;u saber, ya sea por desempeñarse en un oficio, 
por realizar trabajos o por simple necesidad de 
subsistir, cualquiera sea el medio que habite. Y, 
por otra parte, el sabio más grande -dejando de 
I 1 • l' 1 1 . ...' r· f"1' r· , iac:o su espeCla,luaa CIentiJl;:a o .1105011ca- reU1l8 
45 
también una serie de conocimientos que constitu-
yen -aparte del científico o filosófico- el saber 
vulgar. Es connatural en el hombre, porque se 
logra sin ser buscado. 
2 , Saber científico 
Pero cuando un día el hombre buscó, intencio-
nalmente, determinado saber, la ciencia germinaba. 
El conocimiento científico es el saber que es bus-
cado, y, en su virtud, nos preguntamos por las 
razones y por las causas de las cosas y de los fenó-
menos. Si bien es cierto que, en algunas ocasiones, 
el hombre de ciencia se conforma con saber cómo 
ocurre el fenómeno, las más de las veces inquiere 
también el porqué. 
Este saber puede ser caracterizado de esta ma-
nera: 
19 ) Es logrado solamente por ciertas personas; 
29 ) Consiste en una serie de informaciones y 
de datos clasificados y ordenados; 
:39 ) Para lograr este conocimiento se utiliza un 
método adecuado; 
49 ) Interesa, fundamentalmente, una explica-
ción del objeto o fenómeno estudiado, que, gene-
ralmente, es causal. 
46 EL SAllEn LSPECl;L\T1YO 
3. Saber filosófico 
En su origen, en la época de Hornero (siglo x 
a. J. C.) y, quizá, en la de Tales de .\Iíleto todavía 
(florece en el ailo 585 a. J. C.), el saber filosófico 
incluía también el saber que hoy denominamos 
científico. Pero con el aumento del caudal de co-
nocimielltos, las ciencias se fueron separando de la 
filosofía. 
Aquellas disciplinas que limitaron el ob¡eto de 
su estudio, se convirtieron en las primeras ciencias 
que se separaron de la filosofía. En tiempo de 
Pitágoras, la Aritmética queda consti tuida como 
ciencia de los números o de las relaciones cuanti-
tativas. La Biología -aunque no ignoramos Jos 
escritos de Aristóteles al respecto- se constituye 
como ciencia de los seres vivos o ciencia de la 
vida, virtualmente, en nuestra época, y podría de-
cirse que es tal desde J. B. Lamarck (aproximada-
mente, en el ailo 1800). Y, para no citar sino un 
tercer caso, la Sociología, como ciencia de la vida 
social, nace con Augusto Comte, a mediados del 
siglo XIX. 
Al separarse las que se llamaron ciencias parti-
culares, quedó la filosofía caracterizada como saber 
universal, que no limitó su objeto. Por consiguien-
te, el saber filosófico es un saber que: 
19 ) Pretende alcanzar las últimas causas de to-
das las cosas; 
47 
29 ) Es un saber de la totalidad de las cosas. 
La Filosofía es un saber fundamental que abar-
ca la totalidadde lo real. Pretende analizarlo todo, 
y trata de realizarse como saber sin supuestos. Por 
el contrario, el conocimiento científico es un siste-
ma de conocimientos limitados a un objeto que 
presupone la capacidad de la mente para conocer, 
la validez de las leyes lógicas, y los principios pri-
meros del ser en que éstas se basan. 
Si quisiéramos definir la Filosofía, podríamos 
decir que 
es 1m conocimiento mciollal, 
de todas las cosas, 
por SIlS causas y principios supremos. 
Las notas más destacahles ele este saber -valga 
la repetición- son las que anotamos: 
1 q) Abarca la universalidad de las cosas; 
29 ) Es un saber fundamental, ya que mtenta 
llegar hasta las raíces más profundas del ser, y 
trata de penetrar los primeros principios. 
"Filosofar será, pues, evadir los límites de la 
ignorancia, para arrojarse, no a la posesión actual, 
sino al anhelo y la esperanza de un saber total" l. 
1 El párrafo pertenc(;e a ~l. C. Casas (cfr. su Introdllccióll .. .. 
p. 11), quien añade, seguidamente: "La filosofín ya es P'U'c¡ los 
griegos, desde el primer momento, sinónimo de ciencia universal, y 
quiere decir dos cosas: el conocimiento propio de lo que llamamos 
EL S.\llEil ESPECUL\llVO 
B) Los tipos de saber 
científico y filosófico 
l. El pluJ'alísmometodológico 
De una manera muy general, contemplando la 
totalidad del saber, se ha dicho que existe un sa-
ber vulgar, un saber científico y un saber filosófico. 
Pero, de manera más estricta, nos interesan los dos 
últimos. 
A poco que analicemos el saber científico, ad-
vertimos que existen muchas ciencias, y que éstas 
han aparecido en diversos períodos de la historia. 
Al mismo tiempo, fácil es advertir de inmediato 
que cada ciencia tiene un método propio, y que 
éste debe ser adecuado a la especial naturaleza 
de cada saber. 
De ahí se explica que el principio fundamental 
de toda epistemología sea el pluralismo metodoló-
gico 2. 
La fundamentación del aserto precedente se en-
cuentra en la distinción entre objetos materiales y 
objetos formales. El objeto material es aquel "so-
bre el cual recae una actividad cualquiera -acti-
ciencia, el conocimiento de la realidad en lo qHC la re,¡]ichd es, e 
inclusive en ]0 que es su último fundamento". 
2 J. }'britain, Los grados .. . , caps. II y IV. 
y EL SABER PRÁCTICO 49 
vidad cognoscitiva, por cierto-, prescindiendo del 
modo en que se hace". El objeto formal "es el 
especial punto de vista, es el particular aspecto 
desde cuyo ángulo el ente es aprehendido" 3. Así, 
un mismo ente -Pedro, por ejemplo- puede ofre-
cerse como objeto material a la Biología, a la An-
tropología, a la Psicología, etcétera; ciencias que 
lo estudiarán desde su especial punto de vista u 
objeto formal. Maritain ha insistido en la no siem-
pre advertida importancia del tema 4. 
Quiere decir que cuando el ente individual in-
gresa al universo de los objetos científicos, puede 
ser alumbrado desde diversos puntos de vista. Se-
gún sea ello, será objeto de tal o cual ciencia, y 
según sea ésta, será el método utilizado para su 
estudio. 
Pero a nosotros, por ahora, nos interesa una 
nueva distinción, que abarca tanto el saber cientí-
fico como el filosófico. Así, es posible, desde cierto 
punto de vista, distinguir dos tipos de saber: un 
saber especulativo, y un saber práctico. El prime-
ro es fundamentalmente explicativo; es el saber que 
indaga por la cosa y el fenómeno, sin otro propó-
sito. El segundo es un saber para dirigir la con-
ducta y la acción del hombre. 
3 O. Derisi, "Actualidad ... " 
4 Su antecedente es Santo Tomás, Comentario .. . , V, 1. 
4. Ghirardi. Lecc. 
50 EL SABER ESPECULATIVO 
2. El sabef especulativo: Sus grados 
El saber especulativo da origen a las ciencias 
especulativas. Por medio de ellas, el hombre desea 
conocer, simplemente para conocer. El vocablo 
especulativo proviene de la palabra speculum (es-
pejo ); es decir, se aspira a la verdad, al logro del 
fiel reflejo de la realidad. 
En cuanto el hombre intenta conocer, el en-
tendimiento va en pos de lo inteligible. En el 
mundo de la realidad, de la existencia, se encuen-
tran los inteligibles, alimento natural de la inteli-
gencia humana. 
y en esa búsqueda, la inteligencia procede por 
abstracción, develando diversos niveles, en un lento 
aproximarse a la aprehensión de lo que la cosa es. 
Hay, pues, distintos niveles, distintos grados de 
abstracción. 
Los grados de abstracción comportan, por con-
siguiente, en su búsqueda de hondura, tres grados 
de "inmaterialidad o inmaterialización del objeto" s, 
que Jacques Maritain, en su Filosofía de la natu-
raleza, sintetiza así: 
"En el primer grado, el de la física (física en 
el sentido general, muy universal, que esta palabra 
tenía para Aristóteles, puesto que abarca tanto la 
filosofía de la naturaleza corno las ciencias de la 
5 Abstraer significa separar mentalmente. 
y EL SABER PRÁCTICO 51 
misma), el espíritu hace abstracción de la materia 
singular e individual, pero solamente de ésta: y el 
objeto que a sí mismo se presenta, no puede existir 
sin la materia sensible, ni ser concebido sin ella; su 
noción encierra constituyentes material-sensibles. 
Este objeto es el ser en cuanto sometido a muta-
ción, por lo que Aristóteles decía: 'Ignorar el movi-
miento es ignorar la naturaleza'. 
"En el segundo grado de abstracción tenemos 
el conocimiento matemático. Aquí el espíritu hace 
abstracción de la materia sensible -es decir, de la 
materia en cuanto revestida de cualidades activas 
que caen bajo el dominio de los sentidos-, y el 
objeto que se presenta a sí mismo es la cantidad 
abstracta que no puede existir sin la materia, pero 
que puede ser concebida sin la materia sensible; 
su acción no encierra la materia sensible. 
"En el tercer grado de abstracción llegamos al 
nivel metafísico. En éste el espíritu hace abstrac-
ción de toda materia, tanto de lo que los antiguos 
llamaban materia sensible, propia del primer orden 
de visualización, como de la materia inteligible -es 
decir, de la extensión, de la cantidad misma, propia 
del segundo orden de visualización abstractiva-, 
y el objeto al cual conduce el saber es entonces 
el ser en cuanto ser, que no sólo puede ser conce-
bido, sino que puede existir sin la materia" 6. 
6 J. Maritain, Filosofía .. . , p. 25. 
52 EL SABER ESPECULATIVO 
Quiere decir que, en el primer grado de abs-
tracción, el grado menos profundo de la intensidad 
abstractiva, la razón pone aparte únicamente la ma-
teria individual, y trata de penetrar la naturaleza 
del ser en cuanto móvil (del ser físico). Es el 
campo propio de las ciencias naturales y de la Filo-
sofía de la Naturaleza. 
En el segundo grado de abstracción, la razón 
penetra ya más intensamente, pone aparte también 
toda materia -no sólo lo individual-, y se queda 
únicamente con la cantidad, tratando de penetrar 
la naturaleza del ser en cuanto extenso. Es el cam-
po propio de las Ciencias Matemáticas. . 
En el tercer grado de abstracción, la razón llega 
a lo más profundo, y pone apmte absolutmnente 
todo, y se queda únicamente con el ser en cuanto 
ser. Es el campo propio de la Metafísica. 
Como fruto de este conjunto gradual y en vir-
tud de su inter-relación aparece una ciencia inter-
media, híbrida; una ciencia cuya materia es dada 
por la realidad física, por las medidas que se en-
cuentran en ella, pero cuyo objeto formal y proce-
dimientos son matemáticos. Se ha dicho que esta 
ciencia intermedia, o simplemente media, es mate-
rialmente física y formalmente matemática 7. 
7 Cfr. nuestra Hermenéutica . .. 
, 
y EL SABER PRACTICO 53 
3. El saber práctico 
19 ) La filosofía práctica en general, o filosofía 
moral. Habíamos dicho que el saber especulativo 
es fundamentalmente explicativo, que interesa a ese 
saber lo inteligible en toda su pureza, y que, por 
vía de la abstracción, la inteligencia se eleva desde 
la ciencia empírica hasta la metafísica, alcanzando 
niveles cada vez más alejados de la materia. 
Pero si la inteligenciaaspira a lo inteligible ale-
j:lnelose ele la materia, el hombre no es sólo espíritu, 
sino un compuesto del espíritu y materia. Logrado 
el saber especulativo, en algo así como una pará-
bola, se produce un movimiento de retorno al uni-
verso de la existencia humana. En este nuevo con-
tacto con lo real sensible, se da, entonces, un nuevo 
tipo de saber. Es el saber práctico. Y se denomi-
na así por cuanto no nos lleva fundamentalmente 
al saber en cuanto tal, sino al saber para obrar y 
para hacer 8. 
No debe entenderse, sin embargo, que el saber 
de tipo práctico tira por la borda los principios 
adquiridos por la vía del saber especulativo. Como 
el hombre es un ser que participa del orden natu-
ral y 10 conoce, no puede abdicar -a los fines del 
saber práctico- de las razones de ser y de las es-
tructuras inteligibles que le son propias. La filo-
J ¡ : - t 
8 J. ~Iaritain, Los grados . .. , t. II, p. J 09. 
54 EL SABER ESPECULATIVa 
sofía práctica es un saber que tiene por objeto la 
acción -y, por ende, la conducta-, y, como tal, no 
solamente prescriptiva. 
Diríamos de manera lapidaria: lo prioritario to-
davía es el saber; lo que le sigue es la prescripción 
en orden a ese saber. Y a esto tiende el saber 
práctico. 
De ahí que se diga que este saber de la filosofía 
práctica regula desde letos la acción, porque su 
"modo de discernimiento de lo verdadero es toda-
vía típicamente especulativo" 9. El juicio que for-
mula la filosofía práctica es siempre un juicio de 
conocimiento. Su verdad es formalmente cognos-
citiva, aunque, evidentemente, se trata ele un co-
nocer como fundamento de la acción. Es aún un 
juicio de conocimiento, pero para dirigir la acción. 
Si el propósito es conocer con ese fin, natural-
mente que ese conocimiento ha de influir sobre la 
voluntad. Desde lejos se opera este objetivo siem-
pre presente en todo el proceso, porque el cono-
cimiento vace v subyace en la conciencia de cada 
¡ ¡ • 
persona. 
Es legítimo aseverar, entonces, que desde el pri-
mer momento la filosofía práctica se dirige <'hacia 
lo operable en cuanto tal, y hacia la posición del 
acto en la existencia" JO. La filosofía moral pro-
9 J. Maritain, Los grados ... , p. llO. 
10 J. Maritain, Los grados . .. , p. 330. 
y EL SABER PRÁCTICO 55 
cede de modo especulativo en cuanto a los medios 
de aprehender y de juzgar, y de modo práctico en 
cuanto a las condiciones del objeto conocido y a 
la marcha del razonamiento 11. 
El fin de la filosofía práctica es la regulación 
de las acciones humanas mediante los principios 
supremos para lograr el bien absoluto del hombre 
(bien absoluto naturalmente cognoscible) 12. 
Coherentemente, una cuestión que se plantea la 
filosofía práctica o filosofía moral es ésta: ¿Cuál 
es el bien absoluto del hombre? Para ello debe 
indagar en qué consiste en el orden natural el fin 
último del hombre. De ahí que no pueda renun-
ciar jamás al estudio de la persona humana, al aná-
lisis de los actos humanos, su naturaleza y meca-
nismo, en miras a su dirección, distinguiendo lo 
bueno de lo malo. Por consiguiente, será preciso 
conocer la regla suprema de esos actos (o sea la 
ley eterna, la ley natural) y las reglas inmediatas 
(es decir, las cuestiones que conciernen a la con-
ciencia) 13. 
29 ) La ciencia práctica en general (o ciencia 
moral). Cuando después de haber remontado por 
la vía explicativa el conocimiento del ser, descen-
demos por la vía del conocimiento de la acción 
11 J. Maritain, Los grados . ... , p. 331. 
12 Cfr. J. Maritain, Introducción .. . , p. 124. 
13 J. Maritain, Introducción .. . , p. 232-33, 
56 EL SABER ESPECULATIVO 
hacia la experiencia diaria, tomamos contacto nue-
vamente con lo concreto y singular. Nuestra inte-
ligencia viene enriquecida, indudablemente, para 
tomar partido con las cosas en el universo de éstas, 
móvil y cambiante. Es un universo de acciones 
humanas en un mundo temporal. 
Hay todavía aquí un saber, no ya filosófico, sino 
estrictamente científico, en cuanto la inteligencia 
aspira a regular la acción. Mientras la filosofía 
práctica es aún explicativa, el saber es prioritario, 
en la ciencia práctica el saber de;a de ser priori-
tario, y pasa a equilibrarse con lo pl'escriptivo. 
Actúa la ciencia práctica como reguladora de la 
acción en lo singular y concreto. Es llamado por 
.\laritain saber pl'áctica1nente práctico; pero se vale 
todavía del "universal y de las razones de ser" 14. 
Aquí el modo de saber es práctico, pues "se trata 
de preparar la acción y de señalar sus reglas pró-
ximas" 15. 
Los conceptos y las nociones en las ciencias 
prácticas tienen un sentido muy distinto del que 
tienen en las ciencias especulativas. En éstas su 
valor es de pura inteligibilidad; en aquéllas los con-
ceptos no son de pura inteligibilidad, sino que tra-
tan de componer los medios para que la acción 
llegue a la existencia singular y concreta 16. 
14 J. Maritain, Introducción .. . , p. 114. 
15 ]. ~Jaritain, Introducción .. . , p. 114-15. 
16 J. ~li:ritain, Introducción .. . , p. 132, 
y EL SABER PRÁCTICO 57 
En las ciencias prácticas las nociones y defini-
ciones tienden a ser operativas. El modo según 
proceden es compositivo o reali;wcloT, y ello tiene 
prioridad sobre lo inteligible en cuanto tal. La 
verdad se orienta ahí según la dirección fundamen-
tada en el conocer. La verdad consiste en dirigir 
lo que debe hacerse 17. Y esta dirección se ejerce 
desde cerca, por oposición al nivel de la filosofía 
práctica, que la ejerce desde lejos. 
4. Las clases de saber nráctico 
I 
Existen dos clases de saber prc1ctico: 
hacer humano; 29 ) El obrar humano. 
l o \ r,1 . j ~1 
19 ) El hacer humano. E:c:te tipo de saber rc-
gula la obra que se va a producir; tiene por fin 
dar las normas que deben regular las acciones hu-
manas, en cuanto éstas nos conducen a una deter-
minada obra. Queda involucrada aquí toda accióll 
que produzca objetos artificiales, desde una obra 
de arte hasta una estación espacial, pasando por el 
refrigerador o el tenedor. Con estas acciones se 
crean entes artificiales, manipulando la materia. Es 
la filosofía o ciencia del hacer, simplemenlc del 
hacer. 
En este campo no se tiene presente el bien ab-
17 J. '\Iaritain, Illfrodllcchín . .. , p. 111, nota 9; p. :327. 
58 EL SABER ESPECULATIVO 
so luto del hombre, sino un bien particular (lo útil, 
lo agradable, la recuperación de la salud, la segu-
ridad y el orden de las relaciones humanas, etcé-
tera ) . Las nociones se orientan exclusivamente a 
dirigir la obra que se ha de hacer. Es el fruto de 
la acción humana el que monopoliza la atención, 
Todo el saber se dirige a un mejor logro del ente 
creado artificialmente. Prescindimos del uso del 
libre albedrío, y orientamos nuestras acciones a la 
ejecución de la obra, a lo factible 18. 
29 ) El obrar humano. El otro tipo de saber 
práctico es el del obrar humano. Procura el bien 
puro y simple; tiene como objeto "la perfección 
misma del hombre que opera, o bien el libre uso 
que hace de sus facultades"; ello "hace que sea 
propiamente la ciencia del obrar, la ciencia de los 
actos humanos (del agibile)". Ésta es la filosofía 
práctica propiamente dicha 19, 
5. Las ciencias prácticas en particular 
Nosotros nos hemos referido hasta aquí sola-
mente a la filosofía y a la ciencia práctica, en ge-
neral, sin hacer referencia a las ciencias prácticas 
18 J. Maritain, Introducción .. . , p. 230. - Cfr., también, J. de 
Finance, Ensayo . .. , e igualmente, M. G. Casas, Introducción ... 
19 J. Maritain, Introducción . .. , p. 227 y 230. 
y EL SABER PRÁCTICO 59 
en particular. No nos interesa dilucidar aquí si 
son verdaderas ciencias o no 2(); simplemente impor-
ta conocer su existencia, y admitir que constituyen 
un todo ordenado de conocimientos que también 
tienen por objeto los actos humanos. 
Pero si la ciencia práctica en general tiene por 
fin, en definitiva, el soberano bien del hombre, las 
demás ciencias prácticas (en particular) buscan un 
bien partículardel hombre. Por esa misma razón, 
éstas deben estar subordinadas a las ciencias espe-
culativas, en cuanto dependen de ellas, puesto que 
nos revelan la verdad v la naturaleza de las cosas, 
.' 
y, además, porque es preciso conocer el orden na-
tural, para revelar si el fin particular y práctico que 
se persigue es bueno o malo. En ese sentido, el 
derecho, la medicina, la ingeniería, etcétera, son 
ciencias prácticas 21. 
En definitiva, las ciencias prácticas en particu-
lar buscan un bien particular del hombre. 
6. La acción concreta y singular 
La acción humana singular y concreta se realiza 
en la existencia. Aquí el conocimiento práctico 
está en contacto con la acción misma. No hay ya 
20 J. }'Ir.ritain, Introducción . .. , p. 224. 
21 J. Maritain, introducción . .. , p. 226-27. 
60 EL SABER ESPECULATIYO 
ciencia, pues estamos en un nivel de acciones sin-
gulares, realizadas por seres humanos singulares, 
dirigidos por la voluntad que pertenece a una per-
sona determinada 22. 
La voluntad coloca bajo su dependencia a la 
inteligencia. De ahí que sea la virtud de la pJ'll-
dencia la que regule la acción singular y concreta. 
Todo juicio se formulará en aras de una dirección, 
de un obrar; la prudencia seiialará la rectitud en 
esa dirección, en ese obrar, v en cuanto ello sea así, 
<'Pl"~ \Tel'darl el'() () f.-,lc:o 2:1 -,'l .... / .. Ll. (. ... _ _' r..t w, • 
C) El sab~r .it'rídico 
l. La raí::. metafísica de fe acción mora! 
El fundamento y la raíi: mús profunda de la 
acción moral es ll1etafísica, porque el conocimien-
to del mundo natural es previo al conocimiento ele 
l' '.' 
la aCClon. 
22 J. I\laritain, Illiroduccíón . .. , p. 113. 
23 ~Iarit¡'¡n cita en Los grados. .. (p. 331-32) los antecedentes 
recogidos en Santo Tomús y en Juan de Santo Tom:\s, y califica de 
asaz delicada toda síntesis al respecto. 
y EL SABEH pnÁcnco 61 
Es preciso conocer la realidad de la naturaleza 
material del mundo y la realidad humana, para 
discernir los fines ínsitos en el cosmos. Por otra 
parte, es menester conocerse a sí mismo, en una 
reversión de la inteligencia hacia la interioridad, 
l)a1'a, desde ah1, intuir y nrohmdizar reflexivamente . , 
el destino humano y los fines perseguidos por la 
acción humana. 
Pero, al agotar el esludio del cosmos y al em-
pujar la cuestión hasta sus limites últimos, la razón 
humana se encuentra con cIue -salvo la caída en el 
panteísmo- existe un Primer Principio que no pue-
de ser aprehendido sino con la inteligencia 2~. 
El orden, pues, que la ciencia aprehende en la 
N aturaleza, obedece a leyes que están Ínsitas en 
la materia, y cuyo principio la trasciende. Ese or-
den natural rehasa la esfera de la naturaleza n1<l-
terial, y se proyecta sohre la naturaleza humana 
informándola. De ahí que la acción humana, que 
participa elel orden natural, se oriente según fines 
que la inteligencia discierne. Los fines persiguen 
la realización cada vez más perfecta del ser hu-
mano en el orden material y en el orden espiritual, 
en el plano individual y en el plano social. 
24 Aristóteles, Física, libro VIII. 
62 EL SABER ESPECULATIVa 
2 . La subordinación del saber jurídico 
a la filosofía moral 
Toda ley jurídica debe suponer, por consiguien-
te, el conocimiento de la realidad natural en sus 
leyes físicas, y la realidad humana en su vertiente 
moral. Así como el conocimiento del cosmos nos 
lleva a Dios en una parábola ascendente 25, desde 
ahí descendemos hacia el hombre, para delinear su 
conducta moral. Después de la ciencia empírica 
y teórica, la Filosofía de la Naturaleza, y después 
de ésta, la Metafísica; luego, podemos inferir una 
Ética que regule el obrar humano. 
El saber jurídico aparece, así, como una parte 
de la Filosofía Práctica que tiene como dirección 
darnos reglas naturalmente razonadas, con el fin 
de lograr el bien común de la sociedad. Y el saber 
jurídico es una ciencia práctica, porque ordena la 
verdad en cuanto se dirige hacia la operación como 
un fin. Evidentemente, la filosofía práctica en ge-
neral (o filosofía moral) y la ciencia práctica en 
general (o ciencia moral) son reguladoras del saber 
jurídico. Por eso, el derecho es parte de la Ética, 
aunque tiene su propio objeto formal. 
El saber jurídico es una ciencia práctica por su 
25 Cfr. la muy Significativa obra de C. Tresmontant, Comment ... 
Cfr., también, nuestra obrita Universo ... - Para la relación del co-
nocimiento jurídico con el teológico, puede leerse de J. M. Martínez 
Dorval, La estructura . .. , Cap. lB de la Parte IlI. 
y EL SABER PRÁCTICO 63 
objeto; pero su modo de conocer puede ser especu-
lativo o puede ser práctico. El modo es especula-
tivo, cuando nos preguntamos qué es el derecho; es 
práctico, cuando nos preguntamos, por ejemplo, 
cuál es la ley aplicable en un caso determinado. 
El fin del saber jurídico es la dirección de cier-
tas acciones o conductas humanas que se juzgan 
relevantes. Hay aquí un modo especial de dirigir 
la acción de los hombres. La materia propia del 
saber jurídico -sea Filosofía del Derecho, sea Cien-
cia del Derecho- es una cierta acción humana que 
se dirige o que es dirigida a un fin determinado; 
quiere decir que la acción dirigida es concebida 
en cuanto operable, según un modo determinado. 
Pero ello no excluye -antes bien, lo presupone-
que se considere la acción que es definida como 
jurídica, para conocer de ella en cuanto jurídica. 
Ello implica conocer qué es el derecho, cuál es su 
causa, su fundamento, mediante la definición, la 
división y la consideración de sus predicados uni-
versales. 
Los principios que rigen el saber iurídico -co-
mo los de todo saber práctico- "aplican la verdad 
y la ordenan para ponerla en la existencia, y así 
proceden de un modo compositivo" 26. Estos prin-
cipios pueden ser principios remotos del obrar, o 
bien principios pl'óxinws. Pero conviene tener siem-
26 Gfr. J. Maritain, Los grados .. . , t. JI, p. 337. 
64 EL SABER ESPECULATIVO 
pre presente una advertencia. A medida que nos 
aproximamos a lo singular, al caso concreto, el sa-
ber jurídico -como toda ciencia práctica- ve debi-
litarse su certeza, "ya en razón de la multiplicidad 
de los objetos que deben considerarse, por lo cual 
si algo se omite, con frecuencia se yerra; ya en ra-
zón de su variabilidad" 27. 
De más está decir que el juicio prudencial man-
tiene toda su vigencia cuando se trata de la COlÍ-
duda jurídica singular y concreta. En este nivel, 
si bien lo especulativo puede ser muy importante, 
en cuanto la prudencia es un hábito, no necesaria-
mente depende sólo del saber, sino también de la 
pureza de la persona. La prudencia sólo considera 
la conducta en el caso singular y concreto, y se 
hace manifiesta híc ct nunc, descendiendo hasta 
el imperium 28. 
3 Saber jurídico !I metafísica 
Decíamos que el fin del saber jurídico es la 
dirección de ciertas acciones humanas que se juz-
gan relevantes. Esa dirección se logra racionali-
zando un orden mediante una autoridad. Lógico 
es, por supuesto, que todo ello debe ser conducente 
al bien común de la sociedad en que el hombre 
27 }. Maritain, Los grados . .. , p. 340. 
28 J. Maritain, Los grados . .. , p. 341-42. 
I 
Y EL SABER PRACTICO 65 
vive. Es inconcebible un orden jurídico para un 
Robinson Crusoe; el derecho supone, por ende, la 
vida en sociedad, la racionalización de la vida en 
sociedad, y es, precisamente, esa racionalización la 
que pone de manifiesto qué conductas, qué accio-
nes humanas, son consideradas relevantes y dignas 
de ser dirigidas. 
Pero ese orden jurídico está subordinado a la 
ciencia y a la filosofía moral; y la ciencia y la filo-
sofía moral, a su vez, están subordinadas a la Me-
tafísica 29. 
Todo sistema que anatematice a la Metafísica, 
corre el grave riesgo de ser el más metafísico de 
los sistemas, y, lo que es más grave, sin proponér-
selo. Generalmente -en ese caso-, se es metafísico 
sin pensarlo, ya que se aceptan ciertas premisas 
con una extensión que llevan a extrapolaciones,y 
con ello se dogmatiza inconscientemente. Esa 
dogmatización implica ya una tvletafísica. En otras 
ocasiones, por vía metódica, al preconizarse un mé-
todo como el único válido para alcanzar el saber, 
la Metafísica también está implícita en los prin-
cipios metódicos, 10 cual equivale a axiomatizar el 
punto de partida. 
En otros lugares hemos insistido en la existen-
cia de sistemas filosóficos que pregonan una pos-
tura antimetafísica, sin advertir que la Metafísica 
29 Cfr. J. Maritain, Introducción . .. , p. 222-23. 
5. Ghirardi. Lecc. 
66 EL SABER ESPECULATIVO 
está implícita por vía de sus principios o de su 
método. Esto ocurre también en el saber jurídico. 
Tanto el empirismo como el normativismo ju-
rídico padecen de esa afección. Estimamos que el 
saber especulativo que se logra en esas posturas, 
es legítimo, pero a condición de no afirmar que 
ésa (cada una de ellas) es la única vía válida pará 
conocer el fenómeno jurídico. Y en cuanto al 
saber jurídico práctico, estimamos que el camino 
para el conocimiento del orden natural debe partir 
de la experiencia; pero no debe permanecer -ese 
saber- sumido en la experiencia (unilateralidad 
del empirismo). ~!luy por el contrario, la ciencia 
especulativa del orden natural, por vía de la abs-
tracción, debe alcanzar el nivel de la Filosofía de 
la Naturaleza, y luego el de la Metafísica. Es 
aquí donde se logra el máximo grado de abstrac-
ción; es éste el dominio del ser, el campo de la 
profundización en el estudio de las causas prime-
ras y de los primeros principios. Solamente en 
conocimiento del orden natural y en contacto pro-
fundo con la verdadera naturaleza del ser y de sus 
principios, puede fundarse un saber práctico, una 
filosofía moral legítima. 
Si, por el contrario, el saber especulativo se des-
vía sin alcanzar el nivel metafísico; si procede more 
geometl'ico; abandonando el estudio del ser, y se 
constituye en saber racionalista -de herencia car-
tesiana y kantiana-, estudiará meramente posibili-
y EL SABER PRÁCTICO 67 
dades de ser, puros seres de razón, que habrán 
abandonado su soporte real, y que jamás alcan-
zarán juicios de existencia. 
Entre un empirismo que no sale de los hechos, 
y un nonnativismo que analiza posibilidades fuera 
de la realidad, el tomismo, fiel a sus viejos princi-
pios acufíados en una larga tradición filosófica, se 
ubica en el justo medio. Sin abandonar la expe-
riencia, y asignando la debida importancia a Jos 
hechos; sin desechar totalmente los métodos racio-
nalistas, que propugnan un análisis desde un punto 
de vista normativista puro; axiomatizando, en de-
finitiva, formas de acción y deduciendo otras nor-
mas de menor jerarquía a partir de ellas, la posición 
en que nos ubicamos aspira a realizar una gran sÍn-
tesis de posturas que califica de parciales. 
4. Los grandes objetivos del saber jurídico 
Confcrme al esquema del saber, que a grandes 
rasgos hemos esbozado, el saber jurídico no debe 
perder de vista cuatro importantes hitos. 
En primer lugar, el estudio del ser. El ser es 
el ob¡eto formal de la inteligencia; es el "objeto 
que ante todo y por sí mismo (pel' se primo) es 
alcanzado por ella, y en razón del cual se ocupa 
todo lo demás", 
68 EL SABEn ESPECULATIVO 
En segundo lugar, se debe tratar de alcanzar la 
verdad> como uno de los trascendentales del ser. 
De ninguna manera se pretende negar 10 útil y 
conveniente para una sociedad históricamente de-
terminada, ni tampoco lo correcto en el razona-
miento desde el punto de vista lógico. Pero tanto 
lo útil v conveniente, como lo correcto, deben tener 
por fUl~clamento lo verdadero, y deben estar subor-
dinados a la verdad. 
En tercer lugar, la pe/'s01U¡ humana debe ser 
considerada como tal, y debe ser reconocida como 
una sustancia compuesta de espíritu y materia, y 
con fines inalienables. 
En cuarto lugar, la acción humana, como con-
ducta, debe merecer toda su jerarquía, en cuanto 
es dirigida al bien común. Ello implica, natural-
mente, el problema de la normatividad y de la 
justicia. 
Si se pierden de vista estos hitos, como es ló-
gico, se operará, por defecto o por exceso, un cuá-
druple desplazamiento: se sustituirá el ser por el 
hecho o por formas vacías; la verdad será despla-
zada por lo útil o conveniente, o bien por lo co-
rrecto desde el punto de vista exclusivamente for-
mal; la persona será una contingencia material, un 
ente de razón o un centro de imputación y nada 
más; y la acción humana, como corolario, no será 
sino un accidente en un mundo natural. 
y EL SABER PRÁCTICO 69 
Si negamos importancia al ser, a la verdad, a 
la persona y a la acción humanas, habremos qui-
tado lo más excelso que tiene la humanidad. 
Quedaría, no obstante, un punto común, en el 
saher jurídico, entre las posiciones filosóficas, que 
son tan dispares. Es un punto común que jerar-
quiza el saber como ciencia, aunque su valoración 
es muy distinta. Nos referimos a la predicción o 
predsibilidad. Por eso, en definitiva, pese a anti-
téticas posiciones en lucha, los juristas no cejan en 
mejorar el conocimiento, para predecir las couduc-
tas futuras de Jos seres humanos y, especialmente, 
las decisiones de los jueces. En otras palabras, los 
viejos augures y profetas aún se evidencian bajo 
nuevas formas. 
5. La especificidad del saber j1l1'ídico 
Por su típica forma de acercarse al objeto de 
conocimiento, las ciencias del homhre se distin-
guen de las ciencias naturales. Quizá, para de-
cirlo desde el primer instante, haya que subrayar 
que los objetos son de distinta naturaleza: en el 
mundo de las ciencias naturales, el objeto es un 
inteligible, y en el dc las ciencias humanas es un 
operable. 
Las ciencias jurídicas no escapan a esa ley ge-
neral. Vierten su atención hacia lo operable, hacia 
70 EL SABER ESPECULATIVO 
10 que se hace o es posible hacer o no hacer. Y 
esto tiñe todo el conocimiento con su particular 
luz humana. Se diría que las ciencias del hom-
bre, en nuestra época -como ha ocurrido otras 
veces en la historia, valga el ejemplo del período 
sofístico griego-, han hecho de las ciencias natu-
rales sus siervas. Dicho en otras palabras: el cen-
tro de gravedad ha pasado del cosmos al hombre. 
¿Qué influencia tiene esto en el mundo jurídi-
co? Creemos que enorme. En primer lugar, la 
verdad -como lógica consecuencia- ha perdido im-
portancia, incluso en las ciencias naturales. Pa-
reciera que, para el hombre, es primordial saber 
qué puede hacer con la materia, y no tanto saber 
qué es ella. Muchas definiciones físicas son hoy 
meramente operativas. Y si eso ocurre en este 
campo, ¿ qué no diremos de las ciencias humanas? 
En lo que ataüe a las ciencias jurídicas, es cier-
to que aún quedan recintos sagrados. Las facul-
tades del juez en un asunto penal, difjeren nota-
blemente de las del juez en lo civil que trata del 
mismo. En el proceso civil, el juez generalmente 
deja la iniciativa a las partes, aunque hay excep-
ciones muy importantes. Es decir, la verdad pro-
cesal queda casi totalmente en manos de las par-
tes. El proceso nos mostrará una sentencia cuyo 
resultado ha dependido en gran medida de la dili-
gencia y de la actividad de los auxiliares de la jus-
ticia. 
y EL SABER PRÁCTICO 71 
Todo esto significa que los jueces, los juristas 
y los abogados aparecen con un papel protagónico, 
porque son los artífices genuinos de aquello que 
es operable. Ellos contribuyen a hacer la verdad. 
En la naturaleza, la verdad está ahí; es la cosa mis-
ma; hay que descubrirla. En el mundo jurídico, 
la verdad es hecha por el hombre; y en el proceso 
es mostrada, para que ella se plasme en sentencia. 
Ésta existe porque -después- algo habrá de reali-
zarse. Es decir, el conocimiento de la verdad de-
viene importante en la ulterior acción que habrá 
de desplegarse. ~ 
De ahí que ciencia natural y ciencia humana 
deban guardar un equilibrio saludable. Si por la 
verdad alcanzamos el ser, en cuanto nos movemos 
en el mundo de la acción hume-ma, e<;a misma ver-
dad dehe

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