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SILVIA ELENA TuNDLAR.Z , ¿DE QUE SUFREN LOS NIÑOS? LA PSICOSIS EN LA INFANCIA Lugar Editorial Tgndlar~. Silvia E:lgna De que ~ufren 105 niño:>? : la psico6is en la infancia. - 2a ed. 1 a reimp. Quenos Aires : Lusar l;ditorial, 2007. 100 o. : ZOX14 cm. 1. P~icQlogí~ Infantil. l. Titulo CDD 155.4 Motivo d~ tapG! PtíjartJ con la mirada tranquila (1960) . Joan Miró, Colección Thompson, Pittsburgh. Queda prohibida la repro~ucción total o parcial de este libro, en form.a idénti- ~!l o modificada y por cualquif:~r medio o procedimiento. sea mecánico, infor- mático. ele grabaciún o fotocopia. sin autorización de los editores. I5BN: j76-350-63Z-13Z-5 ~ 1996 Lug'lr Editorial S.A. Ca.~tro RArros l 7f;4 (Cl2~7ABN) Buenos Aires, Argentina T@l/Far (54·11) 4921·5174 / (54·11) 4924-1555 ~-mili!; lugared~el~itio.net / info@lugareditorial.com. ar WU1U1Jugruo~ditorinLcom.ar Ou@d~ h~~ho ~I dé~ógito qu~ m~rca la ley 11 . 723 unpre~o en líl l\r~cntiníl - rrinted in J\.rgentina PRÓLOGO ) ESTHBLA SOLANO-SU AR.EZ El libro que tenemos en nuestras manos lleva ~orno tít"Ulo una pregunta: ¿De qué sufren los niños? Esta pregunta que interpela al futuro lector -quien puede reconocerla como suya- se encarna de manera diferente cada vez que un niño acude a la consulta de un psicoanali~ta _ Determinar las coordenadas estructurale~ de la preguntri, recortando sus incidencias de forma dominante al ámbito de la psicosis infantil y más particularmente al autismo, ~Qn~ti tuye la propuesta de la autora. Podemos entonces dejarnos llevar por los meandros del texto y seguir el atento recorrido que él nos propone sobr~ el análisis estructural del autismo infantil,. deductible de~de I~ respuestas que el Dr. Lacan propone en di~tintos mom{!nto~ de su enseñanza. Desde ahí se ordena una interpretación posible de IW> concepciones elaboradas sobre la cuestión del autismo infantil por los analistas posfreudianos. También podemos apreciar aquí, las consecuencias de la enseñanza de Lacan ~ nivel de los aportes que han realizado posteriormente loB anilli5taB que se reconocen como alumnos de su Escuela. De esta lectura será fácil deducir que el sólido andamiaje teórico que proporcionan las categorías forjadas por L9c!ln. asegura una orientación psicoanalítica, que erradic~ d~ IR clínica del autismo la errancia golidaria de la impoten~iA . .En consecuencia, el partido se juega en el tablero de to impo~iblé _ Este es presentificado al lector, cuando ~e . pre~entR ni autismo como una consecuencia de una falla en· la esrructura. Esta falla es equivalente a la no inscripción de lu función Simbólica del Nombre-del-Padre. En estos términos. la autora opta por inscribir estructuralmente el autismo en el campo de las psicosis infantiles. . No obstante, si el autismo se ubica como una consecuencia de una malformación simbólica fundamental, eso no implica que en este caso no se puedan ~onsiderar las incidencias del lenguaje, como incidencias negativas, puesto que éstas ponen en evidencia lo que de aquél retorna como lo real d~l verbo . De ahí se deduce que el sujeto auti sta es un sujeto que no se determina como falta en ser en el ejercicio de la palabra. Por lo tanto, el registro de la demanda está ausente. Encon- tramos aquí la paradoja de un sujeto que al est~r fuera del sentido, se realiza en su petrificación como equivalente del objeto plus-de-goce. . ~ En este sentido, el enigma del autismo puede ser leido como la revelación de la verdad de la estructura: el Otro no existe y como partenaire del goce, en el lugar d~ la inexistencia, sólo responde el objeto a, al cual se correlaciona un modo de gozar autístico . . . ~ . . ·Cómo operar entonces en la exper1enc1a analtt1ca, tenien- do ~n cuenta que el analista no será el partenai.re de un sujeto dividido que le dirige un pedido, y~ que quiere . develar el sentido del síntoma que le escapa, sino de un sujeto que se presenta como «soy» de goce, fuera de todo sentido Y desarticulado del «yo pienso»? . . Silvia Tendlarz nos expone una lectura m1nuc1osa de tratamientos que hacen de este volumen una .rica fuent~ de referencias clínicas . Por lo que podemos decir que su hbro es un estudio sobre la clínica del autismo, y como tal, interroga a cada analis ta, para que éste dé cuenta de la manera en que se confrontó con el imposible desde su acto. Al terminar su lectura podemos decirnos también, que la autora nos hace participar a un debate entre anal i.stas, s~b.re un problema crucial que concierne a la Etica del ps.1coanáh s1s. Este no es otro que el del «¿Qué hacer?» que interpela a1 ~ . analista cuando debe tratar el goce que esta en Juego , en un modo d~ respue!;ta extremo como e] que present~fi ca e.1 ,ni ñ~ autjsta . Seríamos consecuentes con nue stra o r1entac1on sL 8 consideráramos que esta respuesta silenciosa de l autista, condensa lo que queda de indecible en la relación inexistente entre los sexos, cuando la mediación semántica que asegura la función fálica queda excluida del registro de lo que se transmite como Saber inscribible, de una generación a otra . El debate se prosigue más allá de estas páginas. Al cerrar este libro nos quedará presente que cada vez que un anaHsta se confronta en la clínica con la psicosis infantil, renueva la apuesta de querer saber cómo operar desde lo Simbólico sobre lo Real. Esa es la apuesta ética del psicoanálisis. Si el analista opta por elaborar y declarar las razones de su praxis, estará contribuyendo al debate, para hacer avanzar el psicoa- nálisis. En cuanto al niño, como propone Silvia Tendlarz, se le estará brindando la oportunidad «de que tal vez un encuentro analítico cambie su destino». París, 7 de abril de 1996 ,,, INTRODUCCION · El sufrimiento no es una experiencia ajena a los niños, aunque muchas veces deban permanecer a solas con é1. Las tres fuentes de sufrimiento que indica Sigmund Freud en <<El malestar en la cultura>> 1 el propio cuerpo, la relación con los otros, el mundo exterior- no dependen de la edad. Después de todo, el concepto de <<niño>> es relativamente reciente (siglos XVI-XVII); es solidario de la preocupación educativa que modifica el lugar de ellos en el discurso2 y no depende de una cronología evolutiva. Debemos encontrar la manera de acercarnos a su intimidad. Los síntomas neuróticos, los estados de angustia difusos, los trastornos de conducta, las inhibiciones y dificultades en la adquisición del lenguaje dan cuenta que algo ocurre, aunque muchas veces los niños no puedan dirigir un pedido de ayuda. Cuando se le da oportunidad de una entrevista analítica, el niño rápidamente ofrece las razones de un sufrimiento con el cual el tratamiento analítico permite operar. Hablar de sufrimiento no nos impide interesarnos por los elementos particulares de Jas estructuras subjetivas. Intenta- remos examinar la psicosis en los niños, sin dejar por ello de lado el estudio de la neurosis en la infancia. ¿Existe una especificidad de la psicosis en los niños? Jacques Lacan señala una confusión que reinó durante décadas y que llevaba tanto a rehusar el término de psicosis para los niños como a indicar su naturaleza exclusivamente orgánica. Y a la vez no deja de señalar: <<Si en el caso del niño habiam.os legíti;11.amente de psicosis es porqire r;or110 1 S. Freud, «El rnalestar en I~ cultura» (J9~0) , (,¡,,.,Js Co 111ri1 1,cs , t. XX I.. 13 u~nos Aires: A nlorrort u , 1976. 2 P. Aries. I~ ·e n.fánt e l J,, \•ie .fun1ilia le .'it>lt.'i J'A1rcie.n Rig;JJir . farjs: Seui l. 1973 . 1 1 analistas podemos dar un paso más que lo otros en la concepción de la psicosis» .3 En el Se1ninario 111 Lacan establece el mecanismo de forclusión del Nombre-del-Padre4 propio de la psicosi s, que determina el «orden» particular de la estructura psicótica. Esta estructura es la misma en la niñez y la edad adulta, aunque su forma de presentación varíe. A diferencia de la neurosisinfantil, la psicosis infantil no existe como concepto. Este término nunca fue utilizado por Lacan: la estructura es atemporal. La psicosis en el niño traduce la misma estructura de la psicosis. Es por esto que no hay en Lacan una teoría específica de la psicosis infantil sino sobre la psicosis en general. La cuestión se desplaza de lo infantil al momento de desencadenamiento. En la niñez se tropieza muchas veces con la dificultad de encontrar el momento de desencadenamiento,~ ya sea por- que queda opaco o porque muchas veces falta - como en el caso de los niños autistas precoces-. A veces las entrevistas con los padres permiten localizarlo; otras veces es posible establecerlo a partir del discurso mismo del paciente. Nadia es una niña de 6 años que consulta porque escucha una vocecita que le dice que la maestra es un demonio. 6 3 J . Lacan, El Seminario, libro 11: «El yo en la teorf a de Freud y en la técnica psicoanalítica» ( 1954-55). Buenos Aires: Paidós, 1983, p. 160. 4 La fo rcluJi<Í11 es el concepto lacaniano que nombra la elCclusi ón de un s ignificante del conjunto de significante s que constituye el Otro . En la ps icosis recae sobre el Nombre-del-Padre : signifi cante que funciona como punto de capitón y produce retronctivamente la .rig11ijicació11 .fálica (matriz de las significaciones). Para el estudio de la teoría lacaniana de la psic osis véase J . Lacan, El Seminario, Libro /JI, «Las psicosis» ( l 955-56). Buenos Aires: Paidós, 1984; «De una cuestión pre 1 i minar a todo tratamiento posible de la psicosis» ( 1958), Escritos ( 1966). Buenos Aires : Siglo Veintiuno . 1988; y el Seminario XXIII, «Le Sinthome» (1975-76), Orrticti r? 6- lO (1976). • Una introducción gene ral a la teoría lacaniana puede encontrarse en D. Leader, w can para principiantes . Buenos Aires: Nueva E ra , 1996. 5 La psicosis no es una continuidad que progresiva1nente hac.:e eclosión, sino que en un momento se produce una ruptura t:n el fluir de la vida y se desencadena la psicosis. Lacan habló del nrome1110 .fe,:urido de la enfermedad para referirse a ellos. 6 Caso presentado por Alicia Díaz en el cu rso ..:¿Se puede c urar a un niño ps icótico?» dictado por 1n í en la E .O.L . ( I 995). 12 Cuando la analista le pregunta cuándo comenzó a escuchar las voces por primera vez, la niña relata que una vez el padre la castigó dejándola encerrada en su habitación, allí surgieron las voces diciendo que el padre era malo. En este caso po- demos señalar el momento de desencadenamiento de la psicosis a partir del discurso de la paciente. La coyuntura dramática de la que habla Lacan aquí aparece con precisión: la incidencia del padre en oposición simbólica frente al lazo imaginario, dual, que mantiene la niña con la madre, no encuentra la inscripción del Nombre-del-Padre en su psiquismo. El castigo no se instala como función simbólica y los pensa- mientos de enojo se vuelven xenopáticos. No es ella . quien piensa que el padre es malo por encerrarla: son las voces las que lo dicen. En el agujero producido en lo simbólico aparecen las voces alucinatorias. Las dificultades para operar con el lugar vacante dejado por la falla simbólica impulsan a un trabajo propio de la psicosis tanto en la infancia como en la adultez. Un niño esquizofrénico de 9 años, por ejemplo, tiene la certeza de que su padre. al mover la cabeza, desestabiliza la capa de ozono; se erige él mismo como garante del orden del universo a1 indicar que puede controlar ese desajuste por medio de un televisor que está en su cabeza.7 Este es el núcleo delirante desde donde intenta -sin lograrlo- construir una metáfora delirante que lo estabilice. Otro niño, analizado por Alicia Hartmann. comienza a construir su delirio de persecución a los 5 años (sin llegar a sistematizarlo): los camiones de basura se lo pueden comer. 8 Eric Laurent relata el caso de un niño de 1 l años con delirio parafrénico.9 Antes de la entrevista con Laurent, el niño había estado tres años sin decir nada en análisis . AJ interrumpir el tratamiento, le dice a su madre que ahora sí podía hablar: hasta entonces las voces se 10 prohibían . Más aún, encuentra 7 Caso presentado por Daniel Campos en el curso .c¿Se puede :ur<ir .. .'l>•- 8 A. Hartmann, «Un ni ño l:lei ni:u10: ·El camión de bas ur¡¡ me pu e<le co me r·» ( l 995), inédit o. 9 E. Laurent , «La psychosc chez l'enfant dans l'enseignement <le Ja( 11ues Lacan» ( 1982). Q 1111rJo 9 ( 1983). JJ cierta estabilización delirante a] proclamarse «Hijo natural» , porque con esa nominación Jogra ordenar los fenómenos elementales que lo acosaban desde sus cinco años. La neurosis infantil es parte de una temporalidad bifásica de la sexualidad, marcada por e] pasaje por Ja pubertad . AJ mismo tiempo, funciona de modo tal que hace que toda neurosis sea infantil. La neurosis infantil es para el adulto Jo que resta de la infancia. 'º Lo infantil constituye la matriz de la estructura del sujeto: los elementos de la estructura no varían, se remodelan en Jo imaginario según los mitos fami- 1 iares en los que se precipita. En cambio, en el niño se presenta un conjunto de fenómenos que permiten construirla. Eric Laurent señala: «la infancia es el periodo ele una elección del deseo, pero deja en suspenso, en el mejor de los casos, una elección del fantasnza o, 1nejor, de su uso»." ~J deseo debe ser ~eri ficado por el tratamiento del goce que irrumpe con eJ pasa3e por la pubertad y las posibilidades reales de procreación. Michel Silvestre 12 indica que la pregunta que se formula el niño es «¿Qué desea mi madre?», dado su lugar en relación al ~eseo mater.no. Luego se transforma y se convierte: «¿Qué quiere una mujer?», por lo que el sujeto se confronta a la falta de un significante en el Otro que pueda responder. Eric Laurent añade - en otro artículo- que la respuesta se encuentra a nivel del fantasma. n Se trata de un «desarrollo del sujeto en .•a estructura», en tanto que Jos diversos o bjetos (oral, anal , mirada, voz y nada) no tienen la misma incidencia de acuerdo a la edad del niño. La separación de] niño de] objeto de goce de la madre permite la constitución ·de una «posición de goce», una «construcción fantasmática» que responda a este en igma. 1 O C f. G . More), «Sur le concept de névrose infant ile». Qua no 39 ( 1990 ). 11 E. Laurcnt, «El ob.ieto en e l ps icoanáli sis con niños», El A11aliticrí 11 3 ( 1987). p. 100. 12 M. Silvestre, «La neuros is infantil según Frt! ud», M allu11tt el p si c:otJ- ncíU.~is. Buenos Aires : Mana nr ial. p. 157. f 3 E. La 11rent, «Hay un fi nal de an::íl isis para los niños», Uno ,,0 ,. Uno 39 ( 1994). p. 37. 14 En lo que respecta a la psicosis, aunque la forclusión del Nombre-del-Padre sea transfenomenal, el fenómeno psicótico permite captar la estructura. Y esto incluye la fenomenología de la psicosis en los niños. Sin duda, las construcciones delirantes de los niños también dejan pendientes la confron- tación con el otro sexo y su incidencia en la estabilización que logren alcanzar. Fran~ois Léguil analiza un niño paranoico de 7 años que logra, a través del tratamiento, una modificación de su posición en cuanto al saber que lo sostiene. Pero añade al final de su artículo: «La edad le per1nite dejar disperso lo que sin duda, sistematizado, se volvería más temible. Actual- niente es una «CLtración». La adolescencia, la confronta- ción con las experiencias del sexo y de la vida, a111enzan / • • , 14 con poner a ser1a1nente en cues/1011». No se trata de una retroacción de sentido, sino de nuevas coyunturas posibles de desencadenamiento de la psicosis. Por otra parte, es legítimo interrogarse acerca de las caracterís- ticas que presentan los niños con psicosis no desencadenadas en la infancia y que hacen eclosión en la adolescencia. Este trabajo es el resultado de los cursos «La psicosis infantil» y «¿Se puede curar a un niño psicótico?», dictados en 1994 y 1995, enla Escuela de Orientación Lacaniana (Buenos Aires) . La primera parte del libro examina las formas de presen- tac ión de la psicosis en los niños y en particular e l binomio psicosis-autismo. En la segunda estudiamos la temporalid ad lógica de la constitución del suj eto, la acción de Ja metáfora paterna y sus consecuencias clínicas. A continuación, reco- rreremos a lo largo de la enseñanza de Lacan, las indicacio nes relativas al tema que nos ocupa. Dejamos expresa mente de lado el estudio detallado de la teorfa lacani ana de la ps icosis. La cuarta parte estudia los trabajos psicoanal íticos q ue propusie ron una teoría y direcc ión de Ja cura para los niño s psicóticos; cada uno de ellos es estudiado a partir de histori ales clínic os. La cuestión de la direcc ión de la co1a 14 F. Léguil, «¿C ura <lt: un niño paranoico? •>, N iño\· r Jt pri.- ~uritiJiri.~. Buenos A ires: f\.1 unant ial , 1989. I S • desde la ?rien~ación lacaniana es la última parte. Este h bro tiene como eje teórico la enseñanza de J acques La- c~. Para ~l.lo, los cursos de Jacques-AJain Miller han sido esen- c1~les; quisiera entonces expresarle todo mi respeto . nuent N . . , y reconoc1- . o. . uest:a re~1s1on de los tratamientos propuestos ara el aut~smo in~~n~d, as1 como de las teorías que intentan dar ~uenta de el, se centra de manera casi exclusiva a la on·entac· , J • E d · . ton acanta- ~ª· n ca a cas? Justificaremos el interés especial que revisten os otros abordajes de los que nos hemos ocupado 'T'a b. , m 6 · · ... , m 1en per-anezco muy pr x1ma de lo que Eric Laurent ha transmitido a lo l~r~o de estos.~ltimos. ~ños acerca de la psicosis y del psicoaná- hs1s con los n1nos: qu1s1era manifestarle mi agradecimiento. Buenos Aires, marzo de 1996 /.- LACAN Y LA PSICOSIS EN LA INFANCIA J .• La clínica psiquiátrica del niño A diferencia de la del adulto, la clínica psiquiátrica infantil se desarrolló a partir de la influencia del psicoanálisis. Paul Bercherie' distingue tres grandes períodos en la clínica psi- quiátrica del niño. El primer período cubre los tres primeros cuartos del siglo XIX y se consagra exclusivamente a la discusión de la noción de retraso, considerado como el único trastorno mental in- fantil. Esquirol crea esta noción en 1820 con el nombre de idiocia. La define como un estado donde las facultades intelectuales no se manifiestan nunca. Por lo que respecta a la locura, distingue la locura propiamente dicha del adulto y una enfermedad congénita o adquirida tempranamente en la infancia (que es la idiocia). En este punto la discusión psiquiátrica gira alrededor del grado de irreversibilidad del retraso mental. Para Pinel y Esquirol, el déficit es global y definitivo. En cambio, para Séguin y Delasiauve, los educadores de idiotas, el déficit es parcial, lo que permite utilizar métodos educativos especia !i- zados . El punto de partida fueron las tentativas de Itard con Víctor, niño que fue conocido en su época como el ~<sa l vaje de Aveyron». Este niño vivió en un total aislam iento hasta su captura en 1799, y a pesar de su pronóstico negat ivo, [tiird logró algunos resul tados utilizando ~os métodüs educati vos para sordomudos. Los efectos de esta iniciativa fueron: la creac ión de una educación especial en Francia por Séguill ; María Montessori creó una nueva pedagogía; y Binet y S i 11LOl'I 1 P. B~rcherie , «L íl clíni1:a psiquiátrica del nii\u 1Est lldic1 hist\)rico)>.,, fi-f ctfenfendido 3 ( 1988 ) I T inventaron su conocido test para la selección y orientación de niños retrasados. El segundo período comienza haci a fines de los años 1880. Con la publicación de la primera generación de tratados de psiquiatría infantil se constituye una c línica psiquiátrica del niño que resulta un calco de la del adulto; es decir, no se vuelve un campo autónomo de investigación. Paul Moreau de Tours, por ejemplo, escribió «De la folie chez les enfants» ( 1888), donde afirmaba que la locura presenta en el niño las . , . mismas caracter1st1cas que en el adulto . Saute de Sanctis introdujo en 1906 el cuadro de dementia precocissima y lo diferenció de la demencia precoz del adulto. El propio Lacan utilizó esta nomenclatura en un caso presen- tado en la Société Médico-psychologique con Claude y Heuyer en 1933. 2 En la reseña describen el caso de un niño de 8 años y medio con un estado de indiferencia hacia el ent<?rno, mutismo e inexpresividad. El comienzo clínico fue delirante, con ideas hipocondríacas, insomnio, interpretaciones y crisis emotivas «histeriformes». Si bien se interrogan sobre una posible etiopatogenia orgánica (encefalitis), como causalidad psicológica señalan los trastornos familiares. El tercer período comienza en los años 1930 y funda la clínica psiquiátrica del niño que se desarrolla actualmente, caracterizado por la influencia dominante del psicoanálisis. Bercherie señala que la noción moderna de psicosis in- fantil proviene de la introducción de Bleuler del diagnóstico de esquizofrenia ( 1911 ), que substituye al de demencia precoz kraepeliniano. El caso Juanito publicado por Freud inaugura el tratamiento psicoanalítico de los niños. Los trabajos ana- líticos permitirán matizar y teorizar el abordaje clínico de los niños psicóticos. 2.- El «autismo infantil» de Kanner En 1943 Leo Kanner introdujo el término <<autis1no infantil 2 J. Lacan , H. Claude y G. Heuyt:r, «Un c as de d¿mence precocissime ». A 111utle.~ 1Widit·fl ·p.~yc/uilox ique.~ ( 1933) . 18 precoz» para nombrar los Cé\sos de retraimi ento en niños menores de un año3• Parte del ~studio de un grupo de 11 niños y de su historia en un período ~ue va de 1938 a 1943. A pesar del parecido con la esquizofrenia infantil , distingue este cuadro por su existencia desde el naci"1iento. El innatismo que postula no es orgánico sino que ~~nst ituye un déficit intelectual que no se confunde con la deb1l1daq mental~ por el contrario: tienen «una expresión facial asombr<:>samente inteligente». Y añade en 'ta causalidad la relación Pé\rticular con sus padres (padres obsesionados por detalle~ peto poco afectivos). Se caracterizan por su imposibilidad de establecer conexio- nes ordinarias con personas y situaciones desde el inicio mismo de la vida, y por su «i ticlinación a la soledad autista, alejando todo lo externo que se acerca al niño» . Actúan como si las personas de su entorn() no estuvieran. Kanner considera que el exterior es vivido desde un comienzo por estos niños corno una amenaza no localizable que se vuelve el estatuto pro~io de lo exterior. Esto produce que toda acción del otro sea Vivida como intrusión (inclusive la alimentación, los cu.idados corporales, e incluso la simple presencia) . Puede expltcars~ ~sta expresión utilizada por Leo Kanner desde una perspectiva lacaniana: sin un orden sim- bólico los cuidados no son vividos como tales sino que se vuelven una intrusión.4 En este cuadro, e1 défic~t s~ impone fenomenológicamente: los autistas no hablan , o bien balbucean un soliloquio ininte- ligibJe; manipulan objetos en forma estereotipada y rechazan cualquier intrusión en su «ju~go»; no entran en contacto con su entorno, o sólo lo hacen para cumplir el impulso de su «voluntad» . Las coordenadas espacio-temporales están alte- radas: se golpean, no tienen 11oción del peligro, actúan como si carecieran de cuerpo. Cualquier cambio introduc ido en su rutina, en la disposición de L(Js mueb1es, en las normas, e n el orden que rige su actividad cotidiana, los desespera. 3 L. Knnner. «Traducti on de l'<irticle original de l.é o Ka1111er: <~Allt ist ic djst urb:.i nc.:es of affective contac.: t»)¡ . e n G . Bc.:rqué1. . I , 'c111ti.1:nie i1¡fc11111( t . Jnrrad1tcritm ii une cl iniq ~tl! 1·e/trtit11r.,:e/I' .H'i tJll K<t1111t' 1·. 1-'aris : P.U. F., ICJ 8 .1. 4 O. Devroede, «Kanner re lu a Pnrtn Je L.acan». l''·" f i 111 i 1111i re .5 11 ~~) . 19 A pesar de esta descripción deficitaria, presentantambién fenómenos «positivos» que expresan su particular «ser-en-el- mundo». Por ejemplo, la memoria prodigiosa que los autistas guardan de series de objetos, poemas o plegarias. Con ella suplen la incapacidad para utilizar el lenguaje con otras funciones. J.. ¿Autismos? Desde la creación del «autismo» por B leuler5 en 191 l (para nombrar el retraimiento en el propio mundo imaginario de la esquizofrenia) - creado sobre el modelo freudiano del «autoerotismo», pero sin lo sexual- , el término adquirió distintos sentidos según fuera utilizado para nombrar una patología precoz o un estado secundario al desencadenamien- to de la enfermedad. La distinción emerge de los resultados terapéuticos . Se considera que en general los tratamientos que producen una salida del encierro autista ocurren en psicosis cuyo «autismo» nombraba más bien su desconexión con el mundo exterior, por lo que se trataría de un autismo secun- clario . A veces se asocia el autismo a distintas afecciones orgánicas: la esclerosis tuberculosa de Bourneuille, la rubéola congénita, el síndrome del x-frágil, encefalías, entre otras. A través de distintas perspectivas (estudios orgánicos, neurofisiológicos, neuro-bioquímicos, anatómicos y genéticos) se establecieron resultados positivos, por lo que se indicó el origen orgánico de este síndrome. Ahora bien, de acuerdo al tipo de definición de autismo que se utilice varían los resultados de la búsqueda de una etiología orgánica. 6 El DSM /JI ( 1981 ) abandona la noción de psicosis en la infancia dada la ra.reza de la evolución de las patologías precoces de la infancia hacia las formas de psicosis adultas. Crean en su lugar el término de <<Persuasive Developn1entaJ 5 E. Blculer, A11alytica 52 l«L' invention de l ' autis me))) . Paris: Nnvarin , 1988 . 6 C. Bursztej n. «C inquante ans d ' autis me : évol urion des concepts». l ·cr uri .<>m e c i nq11a11te a11s e1pres Klt1111er. Paris: Eres , 1992 . 20 [)isorders» («Trastornos generalizados del desarrollo») para nombrar las desviaciones del de.sarr~llo de numeros~s funciones psicológicas fundamentales tmphc~das en la a?qu1- sición de aptitudes sociales y del lenguaje. A partir de entonces predominan el ·criterio adaptativo ·y el enfoque terapéutico educacional. . En 1987 este esquema es revisado y se proponen dos tipos de TGD: el trastorno autista (según la ·descripción de Leo Kanner) y el TGD no específico que toma COTl_lO criterio diagnóstico el trastorno comportamenta~ . . El DSM /V establece 5 ítem para el TGD: trastorno autista, trastorno de Rett, trastorno desintegrativo infantil, trastorno d; Asperger y trastorno generalizado. del desarrollo no espec1- fico.7 El trastorno autista es explicado de acuerdo a la descrip- ción de Leo Kanner. Lo distinguen del trastorno de Rett por el perfil de su déficit y su proporci.6~ sexual car~cterística. Este último trastorno sólo se man1f1esta en muJerest y su patrón característico es el desacelerami~nto d~I crecimie~to craneal, pérdida de habilidades manuales 1ntenc1onales prev1~ mente adquiridas, y aparición de una marcha y unos movi- mientos del tronco pobremente coordinados. El trastorno desintegrativo infantil difiere del autismo infantil por su momento de comienzo: aparece luego de dos años de desa- rrollo normal. Este trastorno también fue denominado «sindrome de Heller>>, «dementia infantilis» o «psicosis desintegrativa». El trastorno de Asperger no presenta un retraso del desarrollo del lenguaje como en el autismo. El DSM IV lo distingue de la esquizofrenia aunque su descripción resulta similar. Todos los restantes casos que no se incluyen en estas descripciones son reunidos en el trastorno genera- lizado del desarrollo no especificado. En estas clasjficaciones la inmixión del autismo psicótico y las perturbaciones autísticas comportamentales va~ e~ el sentido de borrar la especificidad de la estructura ps t có tl~a,. para homogeneizar el tratamiento en busca de conduc tas 7 DSM-JV. Manual diagnlJ.rtico J' e.~wdr.~1ic'1 de los trtlSl(>rntJ .t 1it~rJr11l~.1. B orce lona: Mas son, J 995. 21 adaptativas y eficaces para el desempeño social. En este estudio nos ocuparemos exclusivamente del autismo psicógeno y no del secundario a una enfermedad orgánica. Dejaremos de lado la concepción que intenta generalizar la organicidad para todo trastorno auti sta, puesto que la organogénesis no coincide con nuestra perspectiva. El autismo puede tener una base orgánica. De hecho, en numerosas oportunidades Ja falta de un estudio exhaustivo impide llevar a cabo un diagnóstico adecuado. Eso no justi_fi ca su generalización. Teniendo en cuenta estas sal vedarles, nos abocaremos al autismo produ- cido por un trastorno psíquico, por la falla simbólica que produce la inclusión· del sujeto en la estructura psicótica. Sin duda, un trabajo analítico es posible tanto con niños que padecen el Síndrome de Down como con niños que presentan cualquier otro tipo de trastorno orgánico. Pero en estos casos el tratamiento se confronta con el límite real de la organicidad. Alicia Hartmann presenta el tratamiento analítico de Bárbara, una niña con trastornos neurológicos, y estudia cómo opera el límite del cuerpo.11 4.- Autismo y psicosis Cierto debate ocupa al medio analítico de orientación laca- niana: ¿el autismo es una forma de psjcosis o debe ser diferen- ciado? ¿Es un «estado» o pertenece a una estructura clínica? Rosine y Robert Lefort distinguen el autismo de la psicosis : dado el fracaso masivo de la metáfora paterna en el autismo no hay Otro ni objeto a" - lo que equivale a decir que no hay una inscripción de la falta-. El niño autista se encuentra 8 A. Hartmann, En busca def nilio en la e .<if r11 c 111rt1 . Buenos Aires: Manantia l, 1993, p. 209-211 . 9 El objeto l l es un concepto creado por La can para no1nbrar la falta estructural d e obje to . En el vacío central q ue organi za la estructu ra -q ue correspo nde a l concepto de castración fre udiano- se aloja una serie de objetos -oral, anal, mirada y voz- en relación a los c uales se constituye la pulsión . El ol~jero a. t!n realidad no es un objeto. s.e constituye a partir de la operación lógica de separ<1c iú11. Esla cues t ión será exan1inada en el próximo capítulo. El objeto a se caracte riza por constituirse a pa rtir de los b(Jn.ks dc::l c uerpo (zonas e rógcn as) como objc1 os se parables del cuerpo. 22 en relación a un Otro masivo y total , por lo que queda un lazo «cuerpo a cuerpo» sin división de un lado ni del otro. El Otro se reduce a una ausencia. También falta la in1.agen especu- lar. w El niño «está por entero en el sitio del objeto a en tanto que no especularizable». 11 El psicótico, en cambio, tiene un objeto y un Otro; pero ese objeto está incorporado en lo real como un objeto en más. En el autismo, es el sujeto que está en más, por lo que busca desaparecer.12 R. y R. Lefort distinguen el caso de Marie-Fran~oise, autista, de la psicosis de Roberto. En la primera el goce 13 se dirige al Otro, voluntad de goce 14 -con el modelo .sadeano- que apunta a dividir al Otro. Roberto, en cambio, manifiesta un goce masoquista 15 que intenta completar al Otro. Por otra parte, diferencian el lugar del niño para la madre del autista y la del psicótico. En la psicosis el niño ocupa un lugar en el fantasma materno; en el autismo no: el niño es un objeto autoerótico, fuera del fantasma, por lo que queda excluido el lugar del padre . La salida del autismo es por el lado de la paranoia o de la debilidad . En cambio, Pierre Bruno indica que en la enseñanza de Lacan sólo existe una polaridad entre la esquizofrenia y la 10 Co ncepto que corres ponde a l de l estadio del esptj(): el yo se conslit uye en for ma alienada por identifi cación a su i magen, n1atri z del registro in1aginario. 11 R . y R. lefort , Naciniiento del Otro ( 1980). Buenos Aires: Paidós, 1983, p. 261. Al nombrar el objeto a una fa lta en lo simbólico, dad o que es real, no tiene imagen en el espejo. En e l Se1ni11a rio X, «La Angust ia», Lac an le adjudica el lugar de «reserva libidinal»: el goce no es es peculari zable . 12 R. y R. Le fort, «Auti sme et psychose de ux signifianrs: «par1ie~> et «Cassé>»> ( 1992), l. 'aurisme .. . . , op. cit. , p. 23 3. l 3 E l concepto lacan ia no de jou is .~an ce (go..:e) reú ne. si guie11d o la indicación de J.-A . Miller, los freudianos de libido .. 'itttis/"ticx i'í" ':í p 11 /sidn de muen e; es real y aparece como una satisfacción que va miis -:i.llti .!el prir1 cipio deJ f'ltu:e1·. 14 Expresión util izada po r Lacan en su art ículo «Kant con Sao ci. f :tta nombrar la panicular posición del perverso en relación al goce: t:I c!e slllell- tído de la castración lo lleva a forzar los límites en la prosecusión ele s11 goce por lo que produce la divi sión subjet iva del partenoire . 15 E n el masoquismo el sujeto se vuelvl! el instrume nto d e gi>ce .l cl partenaire. 13 paranoia: en ningún momento distingue el autismo de la esquizofrenia, 16 lo que no se contrapone con la di stinción - que hacen R. y R . Lefort- entre el autismo (considerado como una forma de la esquizofrenia) y la paranoia. Esto no impide la existencia de «estados autistas» - añade P. Bruno- al estilo de las consideraciones de Tustin. El autismo infantil precoz es una esquizofrenia desencadenada tempranamente. Lo considera como una «forma extrema de la esquizofrenia». Dice: « ... forma extrema en el sentido de variante de la esquizofrenia, sin que se pueda hablar de una diferencia cualitativa de estructura entre esquizofrenia y autismo». 17 El punto .de vista de Colette Soler es que no existen autismos puros. Deben ser más bien considerados como un polo, «un rechazo de entrar en la alienación, deteniéndose en el borde», iN que hace que los autistas aparezcan como «significados del Otro» (hablan por ellos y buscan un sentido a su conducta). De este modo, la psicosis en el niño se manifiesta siempre como forma mixta. Pero, añade, tanto en el autismo - considerado como un polo- , como en la esquizofrenia y en la paranoia es legítimo hablar de forclusión del Nombre-del-Padre. Distingue a los niños autistas de los propiamente delirantes, y enumera cuatro tipos de fenómenos que les son propios. Primero, son niños que se sienten perseguidos por los signos de presencia del Otro, especialmente por los objetos voz y mirada ; de allí que viven la presencia del Otro como intrusiva. La segunda característica es la anulación del Otro: parecen sordos , presentan trastornos de la mirada. Indica que Margaret Mah1er habla incluso de alucinaciones negativas. El tercer rasgo es el rechazo de que el Otro pueda producir una intimación con la palabra. La ausencia de la dimensión de la llamada es el complemento del rechazo a ser llamado por el 16 P. Bruno. «Üuverture >~, L'autisme et la psychana!yse. Paris: Séries de la De co uverte Fre udi enne, 1992, p . 113 . 17 P. Bruno, «El dicho sobre la esquizofrenia», Freudiana 9 ( 1993). p. 109. 18 C . So ler, «Hors d iscours: autisrne et parano'ia», Préliminai1·e ( 1992). 24 Otro. Y por último indica los problemas de separación del Otro, su adhesividad. La posición de Eric Laurent consiste en plantear la acción de la forclusión del Nombre-del-Padre también en el autismo - lo que explica sus estados alucinatorios- , y la estabilización posible dentro del autismo, sin la necesidad de un pasaje hacia la paranoia - aunque no es excluyente- . Señala la aparente paradoja: si hay cura y el niño sale del estado autista entonces no era autista; lo que traduciría una paradoja propia a la cura analítica: alcanzaría con que sea posible para que se arruine a sí misma por la inexistencia del autismo. 19 En el autismo el significante del Nombre-del-Padre no solamente está forcluido, sino que todo lo simbólico se vuelve real. Sin embargo, en un cierto sentido incluye al autismo en la esquizofrenia, porque en ambos casos se pone en juego el retorno del goce en el cuerpo, que intenta añadir un órgano dado que el lenguaje no pudo hacer el órgano. 20 En otro artículo,21 Eric Laurent señala que en la infancia domina el campo de la esquizofrenia más que el de la paranoia, puesto que los fenómenos no se plantean tanto en una reconstrucción delirante sino en términos de «¿cómo hacer función del órgano?». De allí emergen los fenómenos de autismo diversos. El goce vuelve de distintas maneras en lo real para fabricar el cuerpo como condensador de ese goce . En tanto que el falo no está simbolizado, el «hacer función» del falo se vuelve «hacer función del órgano». El niño puede reducir su cuerpo a ser condensador de goce, a ser un obj eto para otro cuerpo. Lo que caracteriza al autismo es que el goce retoma sobre el borde; señala la importancia de llevar a cabo un estudio minucioso acerca de esta problemática. Podemos considerar que en cierta manera el autismo es una forma extrema de la esquizofrenia infantil. De allí la utilidad de plantearlo como un polo -según Colette Soler- en tanto que nombra un «estado» más que una posición en • 19 E. Laurenl, (<Lec1ure critique I I~>. L'auri.~1ne ... , op. c it., p. 134. 20 E. Laurenl, «Lec1ure critique 11», L ·auti .une . .. ., op. ci1 .• ¡>. l ~S. 2 1 E . Laurent , «Lo psychose chez J' enfant dans l' e11 sei gn en\e:nt el< Jacques Lncan» {1982), Quart'J (1983) . relación a la estructura. Eso expfica por qué estos niños, que están mudos o cuentan con pocas palabras estereotipadas al comienzo del tratamiento, pueden sal ir de su retracción autista y entrar en contacto con su analista. El trabajo clínico muestra evoluciones diferentes entre: a) niños cuyas psicosis se manifiestan nítidamente y tienen la posibilidad de alcanzar una estabilización delirante, y b) aquellos que padecen una retracción autista, cuyo horizonte de debilidad en la adultez está siempre presente. Las diferen- cias deben evaluarse caso por caso en función de los múltiples factores que intervienen en su destino futuro: tratamientos, entorno familiar, organicidad posible, etc. La complejidad clínica del problema merece que se siga trabajando las relaciones y diferencias de este binomio. 5.- Los fenómenos psicóticos en la infancia La descripción del fenómeno psicótico en niños con una ideación delirante se asemeja a la del adulto. A partir de la emergencia de fénomenos elementales22 y de alucinaciones se construye el delirio. Muchas veces las fabulaciones ideativas que no se organizan como un delirio dificultan el diagnóstico diferencial. ¿Se trata de un niño con mucha imaginación o de un delirio? ¿Qué relación guarda con lo que dice? ¿Es una certeza psicótica o una creencia dialectizable? La precisión diagnóstica a partir del lenguaje -de acuerdo a la indicación de Lacan- se impone tanto como en el adulto. El problema se agudiza cuando se intenta establecer un di agnós tico en niños aut_istas. ¿Son niños exces ivamente 22 Fe11 iJme110 eJementaJ es un concepto de la psiqu iatría para nombrar c iertas manifestaciones psicó ticas que aparecen con un sentido pleno. no son dialect izables. y vienen ac ompañados de la certeza de su veraci dad. Por ejemplo, <ceco del pensam iento». «lectura de pensamiento», «adivinación de pensa mie nto» , etc . ; e s tos fe nóm enos apare cen dentro del c uadro de l Automatismo Me ntal. Su conlrapartida son los fenómenos de si11 -.,·en1ido que también aparecen en la ps icosis. Ambos dan cuenta de la imposibilidad de establece r unu retroacción sign ifi cante como consecuencia de la falt::i del punto d e cap itó n (el Nombre-del-Padre). 26 tímidos, inhibidos, con dificultades neuróticas o se trata de un autismo precoz? Es por ello que - junto a las características enumeradas por Kanner para los autistas- hay que apuntar también a detectar los fenómenos elementales que presentan aunque no hablen , y que muchas veces escapan al observa- dor. 23 Juany también Marc, dos de mis pacientes, señalan al • vacío y dicen «Aquí está». Atendí a ambos niños en contextos diferentes; nunca se cruzaron, y sin embargo utilizan una misma frase holofrásica24 -compactación de la cadena significante-, que no remite a un efecto de sentido sino al vacío de significación. El orden monolítico de la cadena significante puede ma- nifestarse por el uso de frases fijas utilizadas para cualquier ocasión. Carla, otra paciente, dice «tía» cada vez que ve un auto de juguete y nombra al primo cuando encuentra un biberón; en ambos casos los objetos son nombrados holofrásicamente con los significantes que extrae del Otro. Las palabras no cobran una significación nueva al relacionar- se con otras palabras, sino que poseen un sentido originario , y un1voco. Las alucinaciones son más difíciles de captar dado el aislamiento que caracteriza a los niños autistas . No obstante. numerosas descripciones permiten suponer su existencia - como los de Alex, que se tapa abruptamente los oídos , o los de terror descritos por Emilio Rodrigué en un niño auti.sta-.25 Este último, de 3 años, presentaba, dos tipos de alucinaciones: visiones que lo atraían o que lo aterrorizaban. Rodrigué anota: «Coniprendf que estaba escuchando aJgo que venía de la dirección del techo; la ,,ia11era eJz qlte Tniraba hacia arriba y prestaba atención, era inequívoca. Tamb;én parecía estar viendo cosas proyectadas e1z ei techo, porque seguía con sus ojos Ja órbita in\lisibl~ de 23 S : Tendlnrz, c<Objeto e imagern em c rian~as all ti>t élS>•, Op p •u l.trct111ia11u 13 ( 1995). 24 Exnmin ar~mos el concepto de Ju,Jofl't1.re más udc lante . 25 E. Rodrigué, «El anális is de un esqui zofrénico de 3 ai'ios co11 m11ti>!Jl~ lt . O/Jra.~ Completa.~ de Mélaoie KJein, t. IV. Buenos Aires: Pnidós • 1 ~79. ?.7 b . 26 L . d un o 'jeto». a mira a de . miedo y sus gestos bruscos de observa~ a los costa~os lo lle_van al analista a plantear la presencia de perseguidores, pero el niño no delira en ningún momento. En u.n se~undo tiempo del tratamiento Raúl respon- de a estas aluc1nac1ones escondiéndose o tratando de desem- barazarse de ellas, como por ejemplo, haciendo gestos como para que algo se vaya por la ventana. · B~uno Bettleheim describe las alucinaciones que presenta Laur1e: «lo dedujimos de su manera de quedarse 1nirando al espacio, preferentemente al techo, concentrada total· m.ente en algo que ocurría en su mente, y absolutamente a1ena a todo lo que ocurría a su alrededor».21 ~¡ bi.en ambas .des~ripciones corresponden a la presen- tac16~ ~e.}ª aluc1nación ~~mo una percepción sin objeto -def1n1c1on que Lacan critica en «La cuestión preliminar» dado q~e es u~ e~ecto de l~ falla simbó~ica y no un problema perceptivo-, tienen el valor de ·senalar la presencia de fenómenos cuya causalidad se sitúa en el orden particular de la estructura psicótica. Lacan aborda en dos oportunidades el tema de las aluci- naciones en el autismo. La primera, el «Discurso de clausura de las Jornadas sobre las Psicosis en el niño» ( 1967); la segunda, la . «Conferencia en Ginebra sobre el síntoma» (1975). En las Jornadas organizadas por Maud Mannoni en 1967 Sami-Ali presenta un artículo titulado «Génesis de la palabr~ · en e) niño autista».29 A partir de un caso clínico intenta indicar una evolución de lo preverbal a lo -verbal por 1.a· acción de 26 Jdem, p. 162. 27 B. Bettclheim, La f ortaleza vacía (1967). Barcelona: Laia, 1987, p. 154. 28 Cf. J .-A. Miller, «Comentario sobre Maurice Merleau-Ponty» (1987). Nuera BiblioJeca Ps icoana lí1ica 1 ( 1995). En este artíc ulo Mille r explica cómo la estructura de los percepción e s simbólica -siguiendo la indicac ión ue Lo co.11 en la «Cues tión preliminar»-, por lo que no se trata de un fenómeno vi sual sino que el perceptum dad o por el lenguaje es anterior al r~ r·cipiens (ligado a la sensación). Lo falla e n lo simbólico produce el retorno alucinatorio e n lo real de aquello que fue e lid ido dejondo un agujero. 29 Sa rn i- Ali , Cuerpo real. cuerpo imaginürio, «Génesis de la palabra en el ri i iio a.utisla» ( 1967). Buenos Aires: Pa idós , 1979. 28 In mediación imaginaria de identificación con el otro . Entre Las curacterísticas que presenta Martínt indica que el niño huye tanto de los ruidos coro.o de las voces, tapándose los oídos con los pulgares. . . Lacan utiliza esta descripción para señalar que si el niño se tapa las orejas (como también es el caso de Alex) es porque se protege del verbo.30 Pone así de relieve la estructura de la alucinación: el hecho que el niño no hable no impide que esté sujeto a alucinaciones. En 1975 Lacan vuelve sobre esta cuestión: «Como el nombre lo indlca, los autistas se escuchan ellos mismos. Escuchan muchas cosas. Esto desemboca incluso normal- m.ente en la alucinación y la alucinación siempre tiene un carácter 1nás o menos vocal. Todos los autistas no escu- chan voces, pero articulan muchas cosas y. se trata de ver precisa1nente dónde escucharon lo que articulan>~. 31 . El muti smo o la dificultad para hablar que presentan no impide que estén incluidos en el lenguaje, aunque su estructura sea la de la holofrase. Los niños autistas utilizan los pronombres personales tal como oyeron que los empleaban en su entorno cuando se referían a ellos. En · realidad, como lo describe Lacan en su Seminario 111; «Las psicosis», la imposibilidad de que apa- rezca el yo en su discurso los lleva inevitablemente a hablar de sí en tercera persona. Carla repite su nombre llamándose a sí misma, hasta que finalmente concluye su monólogo solitario respondiéndose ¿qué? a su propia llamada -que no se dirige al Otro-. En su ser hablados resultan pequeñas «marionetas del Otro» por causa del funcionamiento automá· tico del lenguaje. Falta la dimensión de la demanda. La institución belga «L' Antenne 11 O" se ocupó reciente- mente de repertoriar los fenómenos que presentan es to s niños . Entre otras características, subrayan que manifieslan dos fenómenos opuestos: o un desinterés hacia la im1gen 30 J. Lacan, «Discurso de clausura de las Jornad as sob re lé! pi~i .:<> s is ef'l e l nirlo•, (1 967), El AnaJiricón 3 (1 987), p. 11. 31 J . Lacan, «Confe rencias e n Ginebra sob re el :s í11torna :t (1~15 ) ~ lnten ·e r1 ciones y ttxto .~ 2. Buenos Aires: Mananli ol, 1988 , p . l34 . correlativo con una atracción· por los agujeros y orificios, o bi~n una. imitación simétrica de Jos movimi~ntos del otro según secuencias ordenadas. Establecen una serte de fenómenos en tor~o a la relació_n con los objetos separables del cuerpo (mtra~a, voz, con:uda y excreme~tos) que presentan siempre las m~smas modalidades, pero vanan sus contenidos según sea el objeto de que se trate: evitación, falta de dirección hacia el otro, intercambios simétricos o reproducción de secuencias fijas. O bien el Otro queda completamente excluido o bien . ' cautivado en un orden inalterable. A veces la presencia de ciertos objetos se vuelve indispensable, pero en tales casos se les aplica una «palpitación», una ligera oscilación a la manera de un ritmo. Las descripciones del niño autista indican que se comporta en forma diferente si se lo observa con discreción o si se to hace en forma manifiesta y se intenta entrar en contacto con él. En el primer caso está más o menos inerte, eventualmente ocupado por la actividad que repite en forma estereotipada; en el segundo caso, puede presentar un estado súbito de agitación, incluso violento, contra sí mismo o contra el observador. ¿A qué tenemos que llamar goce? ¿A la concentración tranquila en la cual el sujeto parece autosuficiente 0 a la agitación hecha de pánico desenfrenado que lo invade cuando la presencia del otro lo solicita? El niño autista también pasa de la tranquilidad de su encierro a la agitación violenta ante el intento de captación de su posición como sujeto. ¿Quedará confinado al mundo posible que supo construir frentea su goce? A mi entender ' ambos estados son expresiones djferentes del goce del autista: varía su tratamiento ante la intrusión en su universo cerrado. 6.- Cuerpo y espacio en niños autistas Qué p asa con los niñqs autistas precoces en los que no se puede hab lar de desencadenamiento, de estabil ización ni de su plenc ia previa? ¿Qué dec ir con respecto a un cuerpo que pareciera no pertenecer les : go lpeado, ignorado 30 y sin aguj.eros? ¿Alcanza la inclusión en el lenguaje de todo sujeto para considerar que l'os autistas tienen cuerpo?. 32 El significante otorga un cuerpo, pero también lo frag- menta , resquebrajándolo en órganos y funciones. Hurta de vida al viviente que reconstituye en lo imaginario la integridad de su imagen velando su goce. La libido se vuelve incorpórea: un órgano fuera del cuerpo , que no es un significante, sino que expresa e l plus-de-goce exterior a la acción de lo simbólico. El cuerpo no es ya sólo la proyección de una superficie sino que tiene agujeros, y en esos huecos se aloja el sendero de goce que traza los bordes del cuerpo. Para tener cuerpo y hacer uso de él deben conjugarse las acciones de lo simbólico, lo real y lo imaginario. Pero sin la operación simbólica que permite la constitución de los bordes, del espacio y del tiempo, el sujeto queda sin cuerpo. La unificación del cuerpo sufre sus transformaciones con el derrumbe imaginario que produce el desencadena- miento de la psicosis..: fenómenos de doble, de despersonalización, de cuerpo despedazado. La imagen del cadáver leproso conduciendo a otro cadáver leproso de Schreber33 da cuenta tanto del desdoblamiento imaginar io como del rasgo de mortificación del objeto de goce -la carroña que es él mi smo- que se aloja en la imagen. Por el lado de la esquizofrenia, el cuerpo padece la acción del goce del órgano. 34 Esto marca el contrapunto clásico : goce del Otro en la paranoia, goce en el cuerpo (que se manifiesta como hipocondría) para la esquizofrenia. Lacan, después de establecer la polaridad entre el sujeto del goce y el sujeto que representa el significante para otro signific a.nte, 32 S. Tendlarz. «¿Por qué los niños autistas no tieoell c11erp<l ? ~ ( 1994), en Centro Pequeño Hans, Psicuanáli .~is cnn u;;io.-. . Buenos A l re s A tuel , 19 95. ~3 Cf. J. Lacan, «De una c uestión preliminar . .. ». op . c it. 34 Véanst: los artículos de V Palomera. «Freud y la esq1ii2o frenill [ ,.. , Uno por Uno 38 ( 1994} y «Freud y la esquizofren ia 11)& , U110 p1~r UAo 39 (1 9 9 4) . 3 1 i nd ica que La paranoia identifica el goce en el lugar del Otro. 35 Los dos ti pos clínicos de la psicosi s - con su tratamiento partic ula r del goce- mantienen la presencia de un cuerpo. No hay atribución de un cuerpo en los niños autis ta s. La féllt1 de extracción del objeto a impide que se estructure la consistencia corporal puesto que esta «pieza despegada del cuerpo)-> no logra alojarse en el punto de fa lta en el Otro. Estos niños se presentan como sujetos que no llegaron a constitujrse c omo un ego, en un e stado preespecular, sin tomar conciencia de sí mismos como cuerpo. La falla de simbolización produce que el Otro sea real --como lo señalan R. y R. Lefort- , de alJí las maniobras en lo real que apuntan a una producción de una discontinuidad simbólica para extraer el objeto a que el niño encarna para el Otro. Esta falla tiene su correlato en la falta de constitución especular y en los trastornos espacio-temporales. J ohn - uno de los pacientes de Kanner- cuando veía un grupo de gente en una fotografía :preguntaba cuándo iban a salir de allí e iban a entrar en la habitación. Las imágenes de una fotografía no son menos ciertas para este niño que aquellas con las que tropieza en el mundo: sin imagen los objetos son puramente reales, carecen de connotación ima- ginaria. Podemos decir que, más que «hombres-construidos- a-la-ligera» al estilo de Schreber, para John no hay diferencia entre los seres de dos dimensiones en la fotografía y los tridimensionales . Tal vez espere entrar él mismo en la foto- grafía. El tratamiento del espacio por parte de los autistas hace que el adentro y el afuera sean continuos, como si fueran una banda de Moebius -según la indicación de Eric Laurent-.36 Este sujeto, que es como la trayectoria de la banda sin agujeros de Moebius, se encuentra sumergido en un espacio que hace que el coche a 300 metros de distancia y el que el 3~ J . Lacan , «Presentación de la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber» ( 1966), lnter11enc:iones y textos 2. Buenos Aires: Manaruinl. 1988, p. 30. 36 E . Laurent, «Lecture cr itiqu e 11», L 'auti.~me et la psychanaly.1·e, S~rles de In Découverte freudienne, 1992. 32 niño tiene en la mano sean uno y el mismo. Por ello, el niño puede intentar agarrarlo a través de la ventana. Adrien, por ejemplo, es un niño de 12 años interesado casi excJusj vamente en el agua: e l río, las tormentas.37 Se queda peg ado contra el vidrio, mirando como si estuviera en trance. Las pocas palabras que p ronuncia aluden a estos temas. En cierta oportunidad se acerca a la cara de l analista y le dice: «Tus ojos están llenos de colores». El analista señala en su artículo que en realidad el arco iris que ve está tanto en los ojos del analista como a través de la ventana. El niño constituye una banda de Moebius en la equivalencia ojo- ventana. Esta falta de inmersión subjetiva en la tridimensionalidad es efecto de la ausencia de la significación fálica . Pero no se trata de una fall a de percepción del autista, sino de la ausencia del organizador simbólico que distribuye y ordena las percepc1 ones. Lacan se encarga de señalarlo en su crítica a Sami-Alí. No es lo especular lo que estructura el espacio, sino que la relación con el «aquí» y el «allí» (a los que alude Sarni-Alí e n su caso) implica el sistema de oposiciones de la estructura del lenguaje. «En una palabra --dice Lacan-, la construcción del espacio tiene algo de lingüístico».-~!! Cuando la medida fálica desaparece no hay agujeros que precedan a las clavijas; los objetos pierden su tamaño y se deslocalizan . Carla repetirá una y otra vez su pugna con objetos mucho más grandes que la pequeña valija de juguete donde quiere introducirlos. Se pega literalmente a los demás, hasta el punto de que por momentos tengo que sortearla para no tropezarme con e lla. Un niño autista puede temer que el avión que cruza los c ielos pase a su lado; otro pega su boca a la del terapeuta y muestra e l aplastamiento entre él y su imagen; otro puede, desde un tercer piso, dar un paso al vacío simplemente para alcanzar el suelo . Juan , otro niño autista, en cierta oportunidad sale, sorpren~entemente, de su indiferencia 3 7 M . Mesclier, «Adrien et les météoros>), L 'llutisme et la psyclu111uly.~e. op. cit. 38 J . Lacan, «Discurso ... », op. cit. , p. 12. 33 i" para ·acercarse a uno de mis ojos y mírar en su interior. ¿Qué mira? ¿Mi ojo, sus ojos reflejados o el vacío de representa- ción? Quedaba literalmente pegado a mí. En todos estos casos el vacío que se aloja entre los cuerpos no se constituye como un inte~valo: los objetos resultan así demasiado alejados o . , . excesivamente prox1mos. La falta de constitución especular no impide la emergencia de fenómenos calificados por .R. y R. Lefort como «pro- toespeculares». Aparecen así fenómenos de ecolalia y ecopra- xia; es decir, diferentes tipos de i1nitación verbal y motor. En reaiidad, la ecolalia de la cadena significante se repite en lo · imaginario.39 · · En una de las primeras sesiones, intento explorar la relación que establece Alex entre los números que repite y los objetos y le pregunto: «¿cuántos cubos hay?», y él repite: «¿cuántos jugos hay?» -cambiando la letra «C» por «j» y la «b» por «g»-. Cuento «uno, dos»; el niño toma en forma simétrica otros cubos y continúa metonímicamente «tres, cuatro». De la misma manera,repite palabras que escucha por televisión y las utiliza fuera de contexto en medio de su soliloquio. Juan, de dos años y medio, imitaba mis movimientos con las manos, y se esforzaba por que pusiera mis piernas en la misma posición que las suyas. Un día se sienta delante de mí y reproduce la búsqueda de que sus piernas y las mías concuerden en la misma postura. Más que volverme irnagen quedaba junto a él del mismo lado del espejo: los dos nos encontrábamos frente al vacío que impedía el diseño de una forma. A partir de esta presentación de los fenómenos psicóticos, examinaremos la particularidad de la constitución del sujeto y su «inclusión» en la estructura psicótica o neurótica. ~V B l.llllNhl, oel)\• qt1l·lqucs proh lemes de surtace dans la p!>ychose et I¡ 1Mlllmt111, (J lltl J.,,, 2 ( 1 'HI 1 ) . ••• !/.- LA CONSTITUCIÓN DEL .SUJETO La psicosis se caracteriza por la forclusión del Nombre- del-Padre y la falta de inscripción de la operación lógica de separación. Retomaremos la dialéctica propia entre aliena- ción y separación en la constitución subjetiva para indicar su particularidad en la psicosis. 1.- Necesidad, demanda y deseo · La oposición entre estos tres términos pertenece a Lacan; Freud nunca habló de demanda. Esta trilogía fue modificada en el curso de la enseñanza lacaniana: el término de necesidad cae y en su lugar se ocupa del tema del goce. No obstante, encontramos el punto de partida de esta distinción en Freud. En el «Proyecto de Psjcología para neurólogos» ( 1895), 1 Freud presenta un esquema que rige 1 a búsqueda de placer. A partir del llanto del bebé por una necesidad desconocida para el observador, y dado su desvalimiento inicial que le impide realizar el movimiento que elimine esa vivencia de displacer, interviene una acción específica exterior de un «Otro primordial» que permite que se constituya la primera «vivencia de satisfacción» y posibiliti que desaparezca esa necesidad indeterminada. A partir de entonces frente a la emergencia de un estímulo el niño esperll la reaparición de ese objeto primario de satisfacción que permita apaciguarlo. Pero entre la satisfacción obtenida Y. la anhelada existe siempre una diferencia que ~e denomina 1 S. Freud, <(Proyecto de psicología para neurólogos» ( 1 ~95), 0'1rn'i CompleJas. Buenos Aires : Amorrortu , 1976. 35 «deseo». Ante el displacer, el aparato psíquico pone en marcha al deseo. Así, paradójicamente, Freud indica en «La inte rpretación de los sueños» que el principio de displacer moviliza al deseo.2 Junto a esta impronta de goce dada por el objeto primordialmente perdido, se produce una inscripción significante que traza el sendero de la repetición. Lacan, en su Seminario Vil, «La ética del psicoanálisis» ,3 llama a este objeto das Ding, la Cosa, que como tal instaura un vacío y desencadena la repetición del imposible volver a enc.ontrar lo mismo. En realidad, indica Lacan, el objeto está perdido por estructura; es decir, el objeto está perdido desde siempre, esto permite poner en marcha el movimiento propio de la pulsión. Los términos necesidad, deseo y demanda, distinguidos por Lacan en «La dirección de la cura», permiten ordenar esta secuencia. Define a la demanda como «la significación de la necesidad ... que proviene del Otro en la medida en que de él depende que la demanda sea colmada» 4 • Por el hecho . de hablar, el hombre se vuelve un ser de demanda. El lenguaje antecede el nacimiento del niño. Al nacer, queda capturado en el lenguaje, distinguiéndose así del animal. El reino del instinto, de la necesidad, queda perdido para el hablante puesto que la necesidad se metaforiza en demanda. La demanda metaforiza. la necesidad, sin recubrirla por completo. El resto de esta operación es el deseo. Frente al grito del niño, ante la emergencia de la necesidad, se presenta la madre como el Otro primordial que tiene el poder discrecional de responder o no. La necesidad del niño queda confrontada a la discontinuidad significante de la · respuesta de la madre: es la estructura del mensaje invertido - el mensaje del Otro se le dirige como tú, pero e] niño lo recibe en forma invertida, en tanto yo-. Cuando la necesidad 2 S. Freud, «La interpretación de los sueños» ( 1900), Obras Compie- tus, op. cit. 3 J. Lacan, El Sem inaritJ. Librt1 Vfl. <<La ética del ps icoaná lisis» ( 1959-60). Buenos Aires : Paid5s , 1986. 4 J. Lacan, «L_a dirección de la cura», E.~critt1.~. Buenos Aíres: Siglo Ve intiu no, 1976, p. 61 8. 36 atra viesa e l código a través del sentido otorgado por la madre, se transforma en demanda. Este grito toca algo de lo real puesto que no está apresado por lo simbólico . El Otro introduce en el e l grito la dimens ión de la significación, puesto que, como Jo señala E. Solano, 5 el Otro debe suponer del lado del grito un sujeto, para suponer que ese grito es el signo de un sujeto que pide. El S2 de la respuesta le da retroactivamente el valor de un significante al grito con índice 1 y se vuelve el significante que representa al sujeto «supuesto-pedir». La demanda como tal es una articulación de la cadena significante. La necesidad queda apresada en la red significante como sentido del Otro, que traduce la incidencia de lo siinbólico sobre lo real. Su más allá es el deseo como metonimia for1nulado por la demanda: «El deseo se produce en el niás allá de la demanda».6 Lacan distingue dos valores de Ja demanda: articulación significante y demanda de amor. El énfasis puesto en la respuesta del Otro indica que antes que nada la demanda como tal es de presencia o ausencia del Otro, que se desliza entonces hacia la demanda de amor. «(el deseo) ... también se ahueca en su niás acá de la demanda» y lo enlaza a. «la de1nanda incondicional de la presencia y de la ausen- cia» 7. La demanda de amor busca los signos de presencia del Otro todopoderoso en forma incondicional. El Otro primordial~ representado eventualmente por la madre, al responder a e sta demanda lo reconoce como faltante en tanto que ella mismi es confrontada a la falta . Esta dialéctica no sutura la hi anci a sino que la presentifica. El más allá de la demanda remite a la metonimia del deseo en relación a la articulación significan te de Ja demanda ; sú más acá e voca la dependencia a) Otro primordjal en s ll demanda de amor. Por otra parte, lo que el niño demanda está del lado de líl necesidad o del amor, pero el deseo se sostiene en el Nomb re- .5 E. Solano. «Los niños del uno solo~>. El Annliti cón ) ( l Y~ 7l. p. 41. 6 J. Lacun , «La dirección de la curu>). op. ci t .. p . 609 . 7 ldent. del-Padre, en la medida que introduce una hiancia entre Ja madre y el niño. 2.- Los tres tiempos del Edipo En el Sen1inario V - «Las formac iones del inconscien- te»- Lacan distingue tres tie mpos lógicos del Edipo que luego se cristalizan en la fórmula de la metáfora paterna.x En el primer tiempo e l niño se identifica con el objeto de deseo de Ja tnadre, el falo. La madre, como ser-hablante, está sometida a la ley simbólica, por lo que e l niño recibe la acción de la ley a través de ella. Pero la ley en este tiempo lógico es incontrolada, on1nipote nte. La madre responde al grito del niño según su propia voluntad, su capricho. El niño se confronta así a un Otro absoluto que como tal es un Otro que también vehiculiza al lenguaje . La madre representa también al objeto primordial, Das Ding, goce perdido por la acción de lo simbólico. Por otra parte, el niño se ide ntifica con la imagen ideal que le ofrece la madre, y constituye su yo --en Jo que Lacan llamó el estadio del espejo- como primordialmente alienado. Se trata de «Ser o no ser» el objeto de deseo de la madre. En el segundo tiempo se produce la inaugurac ión de la simbolización . Lacan lo explica a través del juego del carretel descrito por Freud en «Más allá del principio del placer» .9 El niño juega a tirar el objeto y luego a hacerlo reaparecer,con la particularidad de pronunciar las palabras Fort-Da, que indican su ausenci a y presencia. Re pite activamente a t ravés de l juego un a experiencia que vivió pasivame nte : la partida de su madre . Se pueden seña1ar di stintos aspectos en esta observación: 10 1) El hecho de pronunciar una palabra para nombrar a la 8 J. Lacan. SeminaritJ V, «Las forn1aciones del incons ciente» (1 957- SK J, inéd i1 0. lJ S . Freud , «Nlás allá del princ ipi<> del place r» (!922 ), Obras Co111pl ecas , op . c it. 1 ll Jan.¡ues-·Alain ~lill er real izó un un1,Jisi5 detallado de la estruc;tura del F o r t · f>1J en su curso «Del síntoma a l íantasrna y retorno» (1982-lt°\). inédito . J8 madre indica que ya está s imbolizada. No es sólo un objeto primordial sino que se volvió un símbolo . 2) La s imbo lizac ión introduce una mediac ión del le nguaje en la relación madre-hijo. 3) Se trata de la oposición de dos fonemas, prototipo de la e ntrada en la estructura del lenguaje. 4) La observación de Freud termina con e l niño jugando frente al espejo y repitiendo F ort-Da. Esto permite ver el e nlace entre lo imaginario y lo s in1bólico . 5) Si bien e n la prime ra parte de su enseñanza Lacan toma esta oposición como el paradigma de la simbo lización primor- dial , en el .Sen1inario XI termina por indicar que e l objeto arrojado por e l niño lo representa a é1 mi smo. En este tiempo del Edipo se introduce un tercer elenzento, más allá de la ley materna, que interviene como una palabra interdictora: es la ley del padre, que no interviene con su presencia sino con su palabra. El No1nbre-del-Padre indica al niño que el deseo de la madre tiene relac ión con la ley del padre. La prohibición del incesto funciona del lado materno como la interdicción de re integrar su producto, y del lado del niño lo separa de su identificac ión con el objeto de deseo materno. La madre pasa de ser un Otro absoluto a un Otro tachado, que indica la castración del Otro -«castrac ión de la madre», según el té rmino empleado p or Freud y retomado por Lacan-, e incluye al niño en un orden simbólico. El padre interviene imaginariamente para el niño privando a la madre de su objeto . En lo si mbólico, la castraci ón hace que el falo como objeto imaginario del deseo materno aparez- ca en lo imaginario como · falta, y en lo s imbólico como s ignificante del deseo que permite dar sentido a todos los otros sign ificantes, como así también la ordenación de las posicione s sexuadas . Encontramos aquí las dos vertientes del falo en 1 íl enseñanza de Lacan: el falo metonímico (que sostiene l it ecuación niño- falo) y el falo metafórico, como significanle del deseo del Otro. 11 11 Véase e l c urso de J.- A . Miller «La orientací()n !ucaniatlo~) ( I Y~ l-82 ) . inéd ito . 39 E l. ter,:er tie111.po corresponde al dec live del Edipo: el niño _])asa de ser e] falo de la madre a la problemát ica de te nerlo. El padre real aparece como soporte de las identificac iones del Jdeal de l yo que permiten la nominación del deseo. El varó n encuentra un sentido a su órgano identif icándose al pad re c omo el que t iene el falo: recibe la promesa fálica de que, como el padre, también recibirá el falo; puede acceder sobre la base de aceptar no serlo. La niña se confronta al Penisn.eid y tramita de d istintas maneras su falta en tener: a través del parecer (mascarada), de la maternidad, y del llacerse amar correspondiente a la demanda de amor d irig ida al partenai re. 3.- La metáfora paterna y sus variaciones Lacan int roduce la fórmula de la metáfora paterna en la «Cuestión preliminar. .. ». Es la metáfora que substituye el Nombre-del-Padre «en el lugar pri1neran1ente silnbolizado por la operación de la ausencia de la madre» .12 Lo escribe de la sigui ente manera : Nombre-del-Padre Desee de la Madre Deseo de la fVládre ( A ) . . . = Nombre-del-Padre S1gn1ficado al sujeto Falo La escritura DM/x indica que no hay una relac ión directa entre el niño y el padre, si no que está metaforizada por el DM, que no es un deseo - cuya escritura en Lacan es «d»-, sino que nombra un goce sin ley. El niño responde al enigma del significado del sujeto a través de la incidencia del padre. La madre no es una función: introduce a lo simbólico a través de la inscripción de la alternancia presencia-ausencia, del Fo rt-Da. 13 E l Nombre-del-Padre es un signi ficante. El padre actúa por su nombre produciendo en el lugar del Otro 12 J l.~acan, «De una cuestión preliminar a todo 1ra1amicnto posible de la psi1.:osis» . Escritos, op. cit., p. 539. 13 Cf. A. Sh::vens . «Y-a-t-il une fonction maternelle ?n , Les feuil/ers du Co11rtil 5 ( 1992 ). 40 un efecto de significación fálica. La consecuencia que se desprende de la d istinción entre e l padre real y su función simbólica es que <~padre» e s un significante que se distingue de la paternidad biológica: todo padre es adoptado. El padre adopta a su hijo al reconocerlo como propio; el ni ño adopta a su padre al consentir a Ja acción de su ley. ~a metáfora paterna i~dica que si bien lo que pide el niño esta de l lado de la necesidad o del amor, el deseo se sostiene por el Nombre-del-Padre, en la medida que introduce un límite, un borde, entre la madre y el ni ño, cercenando la acc ión f~era de ley del Deseo Materno (DM). Pero esta operación · tiene un res to: toda metáfora paterna es fa llida - los síntomas dan prueba de ello- , de donde emerge el enigma del deseo del Otro. Lacan lo indica en el Sen1i11ario XI de la siguiente manera: «En los intervalos del discurso del Otro surge en la experiencia del n iño algo que se puede detectar en ellos radica ln1ente -me dice eso, pero ¿qué quiere?». 14 Los términos involucrados en esta metáfora no son exclusiva- mente los de la triangulación edfpica :_padre, madre, niño- . Hay un cuarto elemento, el falo, que se inscribe en el Otro. Eric Laurent establece una distinción entre las estructuras el ínicas a parti r de la articulación de la escritu ra DM/x : 1s se trata de las diferentes posiciones de l sujeto - en tanto x, significado del sujeto- e n relac ión al deseo del Otro. Las tres posibles significac iones que el niño toma en relación a la madre son : como síntoma (neurosis), como falo de la madre (perversión), o como objeto del fantasma materno (psicosis). En c~ntrapartida, Antonio Dí Ciaccia señala que el niño, en tanto objeto correlativo a la subjeti vidad de la madre, da cuerpo a fantasmas de acuerdo a la estructura: fantasma imaginado (neurosis), realizado (perversión) y real (psicosis)."' En la neurosis el niño cobra valo r de s íntoma; el Nombre- de l-Padre se inscribe limitando el goce materno. Lacan indica 14 J. Lacru1. El Senlinario, Libro XI. «Los cuatro conceptos fundan1en- 1alcs <lc l psicoanálisis». Buenos Aires: Paidós, 1993, p. 222. 15 E. Laurcnt, «El niño y su madre», El A11a!itic:ú11 1 ( 1986) . 16 A. Di Ciaccia , «Algunas notas sobre la psicosis en el niño en la enseñan?.a de Lacan», Clínica diferencial de las psico.~is. 41 que « ... el sínto1na del niño se encuentra en el luxar desde el que puede responcler a lo que hay de sin ton1ático en la estructura .f'aniiliar. .. puede representar la verdad de lo que es la pareja en la .farnilia». 17 El síntoma del niño no representa la verdad del discurso de la madre , sino sólo en su articulación al padre; es decir, incluye la acción de Ja n1etáfora paterna. En e l grafo del deseo este sínto111a se inscribe a ni vel del significado del Otro -en función del Nombre-del-Padre y de la significación fálica-. Está articu- lado al significante de la falla en e l Otro, a un Otro que padece la castració~, introduciéndose así e l resto de esta operación que es e l enigma del deseo del Otro. E l niño se sitúa con su propio síntoma en e l lugar de la falta de un significante en e l Otro. Es necesario distinguir el niño corno sínto111a del síntorna del niño. El primer caso da cuentadel poder de la palabra de los padres sobre e l niño; en e l segundo, nos encontramos con la subjetividad del niño, sujeto en tratamiento . . El síntoma de l niño se vuelve su «respuesta» frente al discurso conyugal. Lacan contrapone e l enfoque fam iliarista a la orientación psicoanalítica de la inclusión del sujeto en ta ~struct~ra. «Lo que (.leterm,ina la biograj/a i1~fantil, su tnstanc1a y su n7-otor no son n1ás que la rnanera en la que se han presentado en el padre y la nlallre el deseo, por consigu~ente esto inc ita a explorar no sola111ente Ja historia, sin.o el 1nodo de presencia bajo el que cada uno de estos tres tér1ninos: saber, goce y objeto causa de cleseo hun sido, o.freciclos efectivam,ente al sujeto n iiio». ii< Esta indicación de Lacan se opone a la teoría de Maud Mannoni del niño como síntoma de la madre. En su libro El niíio, ."lu «e1~fern,iedad» y los otro.~ ( J 963), e l sín toma es definido u partir de la estructura del lenguaje co1no una palahra que debe ser liberada (siguiendo las ind icaciones de J ,al:an en «Función y campo de la palabra y del lenguaje ... » ( llJ)3 ). Pero la palabra verdadera que aparece velada en el 17 J 1 .. ui.:an. IH J. Lm:an, ' la~1· dl.'I 21 de «Nota sobre el niño» ( 1969). El A11C1/i1i. ·rí11 3 ( l987) p. 17 . t:t Seminario. L1/1ro XVr, «D e un otro al ()tro», inédito, muyo de 1969. síntoma está puesta en inmixión discursiva con la madre, por lo que se desconoce quién es el sujeto de la consulta, y se pierde de vista la articulación padre-madre. El di scurso de los padres tiene una acción sobre el niño. Cuanto más pequeños son más claramente se vislumbra e l efecto de alienación en e l Otro de su propio discurso. Repiten lo que escuchan pero de una manera e lic tiva: siempre hay un sujeto que trama de manera particular su historia. Cuando en el transcurso del tratami ento e l verdadero lugar de enuncia- c ión de los padres es detectado, las frases que surgen parasitariamente en e l niño desaparecen . Ese es el caso de un niño que se despertaba cada mañana diciendo que «ya no tenía más ganas de vivir», 19 palabras que pertenecían al padre . Un vez situado e l contexto de donde extrae esa frase y remitida a la dialéctica asociativa, la pantomima depresiva del niño desapareció. Esos «islotes» en el discurso indican el lugar en el que se ubica el síntoma del niño. Más a llá de las buenas intenc iones de los padres, siempre hay un sujeto que se pos ic iona frente a lo que escucha. Un niño que tuve en tratam iento, fue gestado para reemplazar a un hermano muerto. Estaba muy angustiado por la muerte de alguien quien nunca conoció - esta inquietud era la de la propia madre-. Los padres le dijeron que su hermano estaba muy próximo a ellos y los miraba siempre desde e l cielo . Esta frase, to111ada en su literal idad, e ra peor aún: era insoportable ser mirado siempre.20 La consulta de los padres se produce cuando algo q ue sucede en e] niño los angustia, pero frecuentemente e nc on - trarnos cierta discordancia entre lo que dicen los padres y la consulta del niño . Un niño que atendí lloraba todas las noches. La madre trae a la consulta la historia del padre muerto de sida que murió ocultando su verdadera enfermed ad; el secreto es un peso terrible para el la. El niño también trae su secreto: está enamorado de una compañera de colegto y no es correspondido . Una vez alojado este secreto fu era del saber 19 C om unicación personal oc: un caso de A licia Hartrnu11fl. 20 S , Tendlari .. <<Salvar a la dama - salvar a la madre peligrosa:.. Lu lu, c1 <:omo 111;rudn , Culturo y psi(·ot11uílisi,~ . Buenos Aires: Atuet. l 99"i_ materno desaparece su angustia . La ind ignac ión f rente al secre to de la muerte permanece del lado de la madre. El niño tiene su padre : cada noche se dirige a él en sus plegarias para confiarle sus secretos. En Ja psicosis el niño ocupa el lugar de objeto en el fantasma materno --·según la indicación de Lacan- ; el Nombre-del-Padre está forcluido y e l ni ño que.da identificado a l objeto de goce de l fantasma de la madre. A nivel del g rafo queda inscrito en e l lugar del fantasma: $ <> a. Un ejemplo de el lo es e l caso presentado por Estela So lano21 (París). Un niño psicótico de 6 años, en tratamiento analítico, relata e l s i.guie nte sueño : «Soíié con un objeto que rne rniraba y nie volví una pieclra, no poc/ía hablar 111.ás ni n1overn1e. Soñé que era un objeto en el castillo de las sonz- bras. Man1á se clur1nió y en el sueño ele 111an1á ya no era un niño, nie tra1t~jor1n é en objeto y no estaba ya allí. Son pesadillas que rengo todo el tiernpo. Soiié que un objeto tenía una voz, o que tenía dos cabezas. ¡Qué pesadilla!». En este sueño se v isualiza cómo e l niño a lcanza a soñar con e l fantasma del Otro, su «ser objeto» de la madre, lugar en e l que queda petr.ificado y vaciado de vida. Tomemos o tro ejemplo que me fue comunicado personal- mente por Francesc Yllá (Barcelona). E l n iñ o en cuestión tiene 12-13 años en e l momento de la consul ta. Desenc adena su ps ic os is a los 3 años al estilo de una «dementia precoccis1ma». En ese momento, el niño pierde todas su s adquisiciones .evolut ivas: no juega más, no habla, se vuelve enurético, se masturba compul sivarnente . No para de comer y de beber hasta llegar al punto de vomitar; las únicas palabras que pronunc ia pe rtenecen a un menú de com ida , bastante sutil , al es ti lo de «c hamp ignons con crema de hierba'\». Aunque el tra tamiento anal ítico temperó sus episod ios de v iolencia, no podía parar de comer. [)urante las ent rev is tas, la m adre c uenta un sueño que tu vo re pet idas veces: « Va a contprar carne, kilos, rnucha ca rne., luu11h11 rguesas. va a Ja carn icería y contpra un peilazo ~ 1 E. So lano. (<L t! monstrL~ a deux letes» , .f. ' uu ri~11 1e . .. IJf.1. cit .. p. 10.::t . 44 entero de carne». Esta escena de comida s in límites es la pri1nera parte de l sueño. E n la segunda, aparece e l p ro pio pad re. muerto, cu idando al niño, pero e lla te me que le pueda suceder algo n1alo. E n e l fantasma esta muje r incorpora un objeto oral sin introducir ninguna discontinuidad con lo que come: es un fantasma. de devorac ión. El niño se sitúa frente a este fantasma com a una boca que co me, realiza e n lo rea~ lo que la m adre sueña angustiada: una boca que devora. De allí que las pa labras que pronuncia son una lista de una comida infinita, que só lo puede detenerse devorándose a sí mism o. El niño como «conde nsador de goce» hace presente un real no simbolizable. Y en la perversió11, e l niño es identificado por la madre con el falo , por lo que la falta queda obturada . El niño se vuelve instrumento del goce del O tro, no hay metáfora sino goce ligado al falo . L acan afirma e R la «Cuestión preliminar»: «Todo el problenia de las perversiones consiste en con- cebir córn.o el nilio .. . se identifica con el objeto i111aginario de ese deseo en cuanto que la 1nadre misma lo sünboliza en el falo». 21 Pero ex is te otra indicación de Lacan que apunta a esta cuestión : «¿Qué fue para ese n iño su madre, y esa voz por la que el a1nor se iclentijicaba con los 1nandatos de l deber ? Se sabe bien que para querer sobre111ane ra a un niño hay 111ás de un niodo, y también entre las n1adres de honiose.xuales» .~ 3 Jacques-Alain MilJer -en su comentario del artículo de Lacan «Juventud de Gide o la letra y e l deseo>->- e.xami11ó esta cuestión en la figura de las dos madres de André Gide . Indica la disyunción entre el amor y e l goce que se p roduce en las pervers iones como efecto de la mortificac ión del deseo. ~4 La mn.dre de Gide, re presentante de la madre idea] que se ocupa con ·devoción de su h ijo luego de la muer1e del marido y renunc ia a Ja sexual idad , provocó e n su n iño una repulsión de l deseo que hace que bu sque una sal ida poi e l ICJd o ' 22 J. Laca n. «Oc u 11a cu estión preliminar ... » , op. c
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