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De qué sufren los niños La psicosis en la infancia

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SILVIA ELENA TuNDLAR.Z 
, 
¿DE QUE SUFREN 
LOS NIÑOS? 
LA PSICOSIS EN LA INFANCIA 
Lugar 
Editorial 
Tgndlar~. Silvia E:lgna 
De que ~ufren 105 niño:>? : la psico6is en la infancia. - 2a ed. 1 a reimp. 
Quenos Aires : Lusar l;ditorial, 2007. 
100 o. : ZOX14 cm. 
1. P~icQlogí~ Infantil. l. Titulo 
CDD 155.4 
Motivo d~ tapG! PtíjartJ con la mirada tranquila (1960) . Joan Miró, Colección 
Thompson, Pittsburgh. 
Queda prohibida la repro~ucción total o parcial de este libro, en form.a idénti-
~!l o modificada y por cualquif:~r medio o procedimiento. sea mecánico, infor-
mático. ele grabaciún o fotocopia. sin autorización de los editores. 
I5BN: j76-350-63Z-13Z-5 
~ 1996 Lug'lr Editorial S.A. 
Ca.~tro RArros l 7f;4 (Cl2~7ABN) Buenos Aires, Argentina 
T@l/Far (54·11) 4921·5174 / (54·11) 4924-1555 
~-mili!; lugared~el~itio.net / info@lugareditorial.com. ar 
WU1U1Jugruo~ditorinLcom.ar 
Ou@d~ h~~ho ~I dé~ógito qu~ m~rca la ley 11 . 723 
unpre~o en líl l\r~cntiníl - rrinted in J\.rgentina 
PRÓLOGO 
) 
ESTHBLA SOLANO-SU AR.EZ 
El libro que tenemos en nuestras manos lleva ~orno tít"Ulo 
una pregunta: ¿De qué sufren los niños? 
Esta pregunta que interpela al futuro lector -quien puede 
reconocerla como suya- se encarna de manera diferente 
cada vez que un niño acude a la consulta de un psicoanali~ta _ 
Determinar las coordenadas estructurale~ de la preguntri, 
recortando sus incidencias de forma dominante al ámbito de 
la psicosis infantil y más particularmente al autismo, ~Qn~ti­
tuye la propuesta de la autora. 
Podemos entonces dejarnos llevar por los meandros del 
texto y seguir el atento recorrido que él nos propone sobr~ 
el análisis estructural del autismo infantil,. deductible de~de I~ 
respuestas que el Dr. Lacan propone en di~tintos mom{!nto~ 
de su enseñanza. 
Desde ahí se ordena una interpretación posible de IW> 
concepciones elaboradas sobre la cuestión del autismo infantil 
por los analistas posfreudianos. También podemos apreciar 
aquí, las consecuencias de la enseñanza de Lacan ~ nivel de 
los aportes que han realizado posteriormente loB anilli5taB que 
se reconocen como alumnos de su Escuela. 
De esta lectura será fácil deducir que el sólido andamiaje 
teórico que proporcionan las categorías forjadas por L9c!ln. 
asegura una orientación psicoanalítica, que erradic~ d~ IR 
clínica del autismo la errancia golidaria de la impoten~iA . .En 
consecuencia, el partido se juega en el tablero de to impo~iblé _ 
Este es presentificado al lector, cuando ~e . pre~entR ni 
autismo como una consecuencia de una falla en· la esrructura. 
Esta falla es equivalente a la no inscripción de lu función 
Simbólica del Nombre-del-Padre. En estos términos. la autora 
opta por inscribir estructuralmente el autismo en el campo de 
las psicosis infantiles. . 
No obstante, si el autismo se ubica como una consecuencia 
de una malformación simbólica fundamental, eso no implica 
que en este caso no se puedan ~onsiderar las incidencias del 
lenguaje, como incidencias negativas, puesto que éstas ponen 
en evidencia lo que de aquél retorna como lo real d~l verbo . 
De ahí se deduce que el sujeto auti sta es un sujeto que 
no se determina como falta en ser en el ejercicio de la palabra. 
Por lo tanto, el registro de la demanda está ausente. Encon-
tramos aquí la paradoja de un sujeto que al est~r fuera del 
sentido, se realiza en su petrificación como equivalente del 
objeto plus-de-goce. . ~ 
En este sentido, el enigma del autismo puede ser leido 
como la revelación de la verdad de la estructura: el Otro no 
existe y como partenaire del goce, en el lugar d~ la 
inexistencia, sólo responde el objeto a, al cual se correlaciona 
un modo de gozar autístico . . . ~ . . 
·Cómo operar entonces en la exper1enc1a analtt1ca, tenien-
do ~n cuenta que el analista no será el partenai.re de un sujeto 
dividido que le dirige un pedido, y~ que quiere . develar el 
sentido del síntoma que le escapa, sino de un sujeto que se 
presenta como «soy» de goce, fuera de todo sentido Y 
desarticulado del «yo pienso»? . . 
Silvia Tendlarz nos expone una lectura m1nuc1osa de 
tratamientos que hacen de este volumen una .rica fuent~ de 
referencias clínicas . Por lo que podemos decir que su hbro 
es un estudio sobre la clínica del autismo, y como tal, interroga 
a cada analis ta, para que éste dé cuenta de la manera en que 
se confrontó con el imposible desde su acto. 
Al terminar su lectura podemos decirnos también, que la 
autora nos hace participar a un debate entre anal i.stas, s~b.re 
un problema crucial que concierne a la Etica del ps.1coanáh s1s. 
Este no es otro que el del «¿Qué hacer?» que interpela a1 
~ . 
analista cuando debe tratar el goce que esta en Juego , en un 
modo d~ respue!;ta extremo como e] que present~fi ca e.1 ,ni ñ~ 
autjsta . Seríamos consecuentes con nue stra o r1entac1on sL 
8 
consideráramos que esta respuesta silenciosa de l autista, 
condensa lo que queda de indecible en la relación inexistente 
entre los sexos, cuando la mediación semántica que asegura 
la función fálica queda excluida del registro de lo que se 
transmite como Saber inscribible, de una generación a otra . 
El debate se prosigue más allá de estas páginas. Al cerrar 
este libro nos quedará presente que cada vez que un anaHsta 
se confronta en la clínica con la psicosis infantil, renueva la 
apuesta de querer saber cómo operar desde lo Simbólico 
sobre lo Real. Esa es la apuesta ética del psicoanálisis. Si el 
analista opta por elaborar y declarar las razones de su praxis, 
estará contribuyendo al debate, para hacer avanzar el psicoa-
nálisis. 
En cuanto al niño, como propone Silvia Tendlarz, se le 
estará brindando la oportunidad «de que tal vez un encuentro 
analítico cambie su destino». 
París, 7 de abril de 1996 
,,, 
INTRODUCCION · 
El sufrimiento no es una experiencia ajena a los niños, 
aunque muchas veces deban permanecer a solas con é1. Las 
tres fuentes de sufrimiento que indica Sigmund Freud en <<El 
malestar en la cultura>> 1 el propio cuerpo, la relación con los 
otros, el mundo exterior- no dependen de la edad. Después 
de todo, el concepto de <<niño>> es relativamente reciente 
(siglos XVI-XVII); es solidario de la preocupación educativa 
que modifica el lugar de ellos en el discurso2 y no depende 
de una cronología evolutiva. Debemos encontrar la manera de 
acercarnos a su intimidad. 
Los síntomas neuróticos, los estados de angustia difusos, 
los trastornos de conducta, las inhibiciones y dificultades en 
la adquisición del lenguaje dan cuenta que algo ocurre, aunque 
muchas veces los niños no puedan dirigir un pedido de ayuda. 
Cuando se le da oportunidad de una entrevista analítica, el 
niño rápidamente ofrece las razones de un sufrimiento con el 
cual el tratamiento analítico permite operar. 
Hablar de sufrimiento no nos impide interesarnos por los 
elementos particulares de Jas estructuras subjetivas. Intenta-
remos examinar la psicosis en los niños, sin dejar por ello de 
lado el estudio de la neurosis en la infancia. 
¿Existe una especificidad de la psicosis en los niños? 
Jacques Lacan señala una confusión que reinó durante 
décadas y que llevaba tanto a rehusar el término de psicosis 
para los niños como a indicar su naturaleza exclusivamente 
orgánica. Y a la vez no deja de señalar: <<Si en el caso del 
niño habiam.os legíti;11.amente de psicosis es porqire r;or110 
1 S. Freud, «El rnalestar en I~ cultura» (J9~0) , (,¡,,.,Js Co 111ri1 1,cs , t. XX I.. 
13 u~nos Aires: A nlorrort u , 1976. 
2 P. Aries. I~ ·e n.fánt e l J,, \•ie .fun1ilia le .'it>lt.'i J'A1rcie.n Rig;JJir . farjs: 
Seui l. 1973 . 
1 1 
analistas podemos dar un paso más que lo otros en la 
concepción de la psicosis» .3 
En el Se1ninario 111 Lacan establece el mecanismo de 
forclusión del Nombre-del-Padre4 propio de la psicosi s, que 
determina el «orden» particular de la estructura psicótica. 
Esta estructura es la misma en la niñez y la edad adulta, 
aunque su forma de presentación varíe. 
A diferencia de la neurosisinfantil, la psicosis infantil 
no existe como concepto. Este término nunca fue utilizado por 
Lacan: la estructura es atemporal. La psicosis en el niño 
traduce la misma estructura de la psicosis. Es por esto que 
no hay en Lacan una teoría específica de la psicosis infantil 
sino sobre la psicosis en general. La cuestión se desplaza de 
lo infantil al momento de desencadenamiento. 
En la niñez se tropieza muchas veces con la dificultad de 
encontrar el momento de desencadenamiento,~ ya sea por-
que queda opaco o porque muchas veces falta - como en el 
caso de los niños autistas precoces-. A veces las entrevistas 
con los padres permiten localizarlo; otras veces es posible 
establecerlo a partir del discurso mismo del paciente. 
Nadia es una niña de 6 años que consulta porque escucha 
una vocecita que le dice que la maestra es un demonio. 6 
3 J . Lacan, El Seminario, libro 11: «El yo en la teorf a de Freud y en 
la técnica psicoanalítica» ( 1954-55). Buenos Aires: Paidós, 1983, p. 160. 
4 La fo rcluJi<Í11 es el concepto lacaniano que nombra la elCclusi ón de un 
s ignificante del conjunto de significante s que constituye el Otro . En la 
ps icosis recae sobre el Nombre-del-Padre : signifi cante que funciona como 
punto de capitón y produce retronctivamente la .rig11ijicació11 .fálica (matriz 
de las significaciones). Para el estudio de la teoría lacaniana de la psic osis 
véase J . Lacan, El Seminario, Libro /JI, «Las psicosis» ( l 955-56). Buenos 
Aires: Paidós, 1984; «De una cuestión pre 1 i minar a todo tratamiento posible 
de la psicosis» ( 1958), Escritos ( 1966). Buenos Aires : Siglo Veintiuno . 1988; 
y el Seminario XXIII, «Le Sinthome» (1975-76), Orrticti r? 6- lO (1976). 
• 
Una introducción gene ral a la teoría lacaniana puede encontrarse en D. 
Leader, w can para principiantes . Buenos Aires: Nueva E ra , 1996. 
5 La psicosis no es una continuidad que progresiva1nente hac.:e eclosión, 
sino que en un momento se produce una ruptura t:n el fluir de la vida y se 
desencadena la psicosis. Lacan habló del nrome1110 .fe,:urido de la enfermedad 
para referirse a ellos. 
6 Caso presentado por Alicia Díaz en el cu rso ..:¿Se puede c urar a un niño 
ps icótico?» dictado por 1n í en la E .O.L . ( I 995). 
12 
Cuando la analista le pregunta cuándo comenzó a escuchar 
las voces por primera vez, la niña relata que una vez el padre 
la castigó dejándola encerrada en su habitación, allí surgieron 
las voces diciendo que el padre era malo. En este caso po-
demos señalar el momento de desencadenamiento de la 
psicosis a partir del discurso de la paciente. La coyuntura 
dramática de la que habla Lacan aquí aparece con precisión: 
la incidencia del padre en oposición simbólica frente al lazo 
imaginario, dual, que mantiene la niña con la madre, no 
encuentra la inscripción del Nombre-del-Padre en su psiquismo. 
El castigo no se instala como función simbólica y los pensa-
mientos de enojo se vuelven xenopáticos. No es ella . quien 
piensa que el padre es malo por encerrarla: son las voces las 
que lo dicen. En el agujero producido en lo simbólico aparecen 
las voces alucinatorias. 
Las dificultades para operar con el lugar vacante dejado 
por la falla simbólica impulsan a un trabajo propio de la 
psicosis tanto en la infancia como en la adultez. Un niño 
esquizofrénico de 9 años, por ejemplo, tiene la certeza de que 
su padre. al mover la cabeza, desestabiliza la capa de ozono; 
se erige él mismo como garante del orden del universo a1 
indicar que puede controlar ese desajuste por medio de un 
televisor que está en su cabeza.7 Este es el núcleo delirante 
desde donde intenta -sin lograrlo- construir una metáfora 
delirante que lo estabilice. Otro niño, analizado por Alicia 
Hartmann. comienza a construir su delirio de persecución a 
los 5 años (sin llegar a sistematizarlo): los camiones de basura 
se lo pueden comer. 8 
Eric Laurent relata el caso de un niño de 1 l años con delirio 
parafrénico.9 Antes de la entrevista con Laurent, el niño había 
estado tres años sin decir nada en análisis . AJ interrumpir el 
tratamiento, le dice a su madre que ahora sí podía hablar: 
hasta entonces las voces se 10 prohibían . Más aún, encuentra 
7 Caso presentado por Daniel Campos en el curso .c¿Se puede :ur<ir .. .'l>•-
8 A. Hartmann, «Un ni ño l:lei ni:u10: ·El camión de bas ur¡¡ me pu e<le 
co me r·» ( l 995), inédit o. 
9 E. Laurent , «La psychosc chez l'enfant dans l'enseignement <le Ja( 11ues 
Lacan» ( 1982). Q 1111rJo 9 ( 1983). 
JJ 
cierta estabilización delirante a] proclamarse «Hijo natural» , 
porque con esa nominación Jogra ordenar los fenómenos 
elementales que lo acosaban desde sus cinco años. 
La neurosis infantil es parte de una temporalidad bifásica 
de la sexualidad, marcada por e] pasaje por Ja pubertad . AJ 
mismo tiempo, funciona de modo tal que hace que toda 
neurosis sea infantil. La neurosis infantil es para el adulto Jo 
que resta de la infancia. 'º Lo infantil constituye la matriz de 
la estructura del sujeto: los elementos de la estructura no 
varían, se remodelan en Jo imaginario según los mitos fami-
1 iares en los que se precipita. En cambio, en el niño se 
presenta un conjunto de fenómenos que permiten construirla. 
Eric Laurent señala: «la infancia es el periodo ele una 
elección del deseo, pero deja en suspenso, en el mejor de 
los casos, una elección del fantasnza o, 1nejor, de su uso»." 
~J deseo debe ser ~eri ficado por el tratamiento del goce que 
irrumpe con eJ pasa3e por la pubertad y las posibilidades reales 
de procreación. 
Michel Silvestre 12 indica que la pregunta que se formula 
el niño es «¿Qué desea mi madre?», dado su lugar en relación 
al ~eseo mater.no. Luego se transforma y se convierte: «¿Qué 
quiere una mujer?», por lo que el sujeto se confronta a la falta 
de un significante en el Otro que pueda responder. Eric 
Laurent añade - en otro artículo- que la respuesta se 
encuentra a nivel del fantasma. n Se trata de un «desarrollo 
del sujeto en .•a estructura», en tanto que Jos diversos o bjetos 
(oral, anal , mirada, voz y nada) no tienen la misma incidencia 
de acuerdo a la edad del niño. La separación de] niño de] 
objeto de goce de la madre permite la constitución ·de una 
«posición de goce», una «construcción fantasmática» que 
responda a este en igma. 
1 O C f. G . More), «Sur le concept de névrose infant ile». Qua no 39 
( 1990 ). 
11 E. Laurcnt, «El ob.ieto en e l ps icoanáli sis con niños», El A11aliticrí 11 
3 ( 1987). p. 100. 
12 M. Silvestre, «La neuros is infantil según Frt! ud», M allu11tt el p si c:otJ-
ncíU.~is. Buenos Aires : Mana nr ial. p. 157. 
f 3 E. La 11rent, «Hay un fi nal de an::íl isis para los niños», Uno ,,0 ,. Uno 
39 ( 1994). p. 37. 
14 
En lo que respecta a la psicosis, aunque la forclusión del 
Nombre-del-Padre sea transfenomenal, el fenómeno psicótico 
permite captar la estructura. Y esto incluye la fenomenología 
de la psicosis en los niños. Sin duda, las construcciones 
delirantes de los niños también dejan pendientes la confron-
tación con el otro sexo y su incidencia en la estabilización que 
logren alcanzar. 
Fran~ois Léguil analiza un niño paranoico de 7 años que 
logra, a través del tratamiento, una modificación de su 
posición en cuanto al saber que lo sostiene. Pero añade al final 
de su artículo: «La edad le per1nite dejar disperso lo que 
sin duda, sistematizado, se volvería más temible. Actual-
niente es una «CLtración». La adolescencia, la confronta-
ción con las experiencias del sexo y de la vida, a111enzan 
/ 
• • , 14 con poner a ser1a1nente en cues/1011». 
No se trata de una retroacción de sentido, sino de nuevas 
coyunturas posibles de desencadenamiento de la psicosis. Por 
otra parte, es legítimo interrogarse acerca de las caracterís-
ticas que presentan los niños con psicosis no desencadenadas 
en la infancia y que hacen eclosión en la adolescencia. 
Este trabajo es el resultado de los cursos «La psicosis 
infantil» y «¿Se puede curar a un niño psicótico?», dictados 
en 1994 y 1995, enla Escuela de Orientación Lacaniana 
(Buenos Aires) . 
La primera parte del libro examina las formas de presen-
tac ión de la psicosis en los niños y en particular e l binomio 
psicosis-autismo. En la segunda estudiamos la temporalid ad 
lógica de la constitución del suj eto, la acción de Ja metáfora 
paterna y sus consecuencias clínicas. A continuación, reco-
rreremos a lo largo de la enseñanza de Lacan, las indicacio nes 
relativas al tema que nos ocupa. Dejamos expresa mente de 
lado el estudio detallado de la teorfa lacani ana de la ps icosis. 
La cuarta parte estudia los trabajos psicoanal íticos q ue 
propusie ron una teoría y direcc ión de Ja cura para los niño s 
psicóticos; cada uno de ellos es estudiado a partir de 
histori ales clínic os. La cuestión de la direcc ión de la co1a 
14 F. Léguil, «¿C ura <lt: un niño paranoico? •>, N iño\· r Jt pri.- ~uritiJiri.~. 
Buenos A ires: f\.1 unant ial , 1989. 
I S 
• 
desde la ?rien~ación lacaniana es la última parte. 
Este h bro tiene como eje teórico la enseñanza de J acques La-
c~. Para ~l.lo, los cursos de Jacques-AJain Miller han sido esen-
c1~les; quisiera entonces expresarle todo mi respeto . 
nuent N . . , y reconoc1-
. o. . uest:a re~1s1on de los tratamientos propuestos ara el 
aut~smo in~~n~d, as1 como de las teorías que intentan dar ~uenta 
de el, se centra de manera casi exclusiva a la on·entac· , J • E d · . ton acanta-
~ª· n ca a cas? Justificaremos el interés especial que revisten 
os otros abordajes de los que nos hemos ocupado 'T'a b. , m 6 · · ... , m 1en per-anezco muy pr x1ma de lo que Eric Laurent ha transmitido a lo 
l~r~o de estos.~ltimos. ~ños acerca de la psicosis y del psicoaná-
hs1s con los n1nos: qu1s1era manifestarle mi agradecimiento. 
Buenos Aires, marzo de 1996 
/.- LACAN Y LA PSICOSIS EN 
LA INFANCIA 
J .• La clínica psiquiátrica del niño 
A diferencia de la del adulto, la clínica psiquiátrica infantil 
se desarrolló a partir de la influencia del psicoanálisis. Paul 
Bercherie' distingue tres grandes períodos en la clínica psi-
quiátrica del niño. 
El primer período cubre los tres primeros cuartos del siglo 
XIX y se consagra exclusivamente a la discusión de la noción 
de retraso, considerado como el único trastorno mental in-
fantil. Esquirol crea esta noción en 1820 con el nombre de 
idiocia. La define como un estado donde las facultades 
intelectuales no se manifiestan nunca. Por lo que respecta a 
la locura, distingue la locura propiamente dicha del adulto y 
una enfermedad congénita o adquirida tempranamente en la 
infancia (que es la idiocia). 
En este punto la discusión psiquiátrica gira alrededor del 
grado de irreversibilidad del retraso mental. Para Pinel y 
Esquirol, el déficit es global y definitivo. En cambio, para 
Séguin y Delasiauve, los educadores de idiotas, el déficit es 
parcial, lo que permite utilizar métodos educativos especia !i-
zados . El punto de partida fueron las tentativas de Itard con 
Víctor, niño que fue conocido en su época como el ~<sa l vaje 
de Aveyron». Este niño vivió en un total aislam iento hasta su 
captura en 1799, y a pesar de su pronóstico negat ivo, [tiird 
logró algunos resul tados utilizando ~os métodüs educati vos 
para sordomudos. Los efectos de esta iniciativa fueron: la 
creac ión de una educación especial en Francia por Séguill ; 
María Montessori creó una nueva pedagogía; y Binet y S i 11LOl'I 
1 P. B~rcherie , «L íl clíni1:a psiquiátrica del nii\u 1Est lldic1 hist\)rico)>.,, 
fi-f ctfenfendido 3 ( 1988 ) 
I T 
inventaron su conocido test para la selección y orientación de 
niños retrasados. 
El segundo período comienza haci a fines de los años 
1880. Con la publicación de la primera generación de tratados 
de psiquiatría infantil se constituye una c línica psiquiátrica del 
niño que resulta un calco de la del adulto; es decir, no se 
vuelve un campo autónomo de investigación. Paul Moreau de 
Tours, por ejemplo, escribió «De la folie chez les enfants» 
( 1888), donde afirmaba que la locura presenta en el niño las . , . 
mismas caracter1st1cas que en el adulto . 
Saute de Sanctis introdujo en 1906 el cuadro de dementia 
precocissima y lo diferenció de la demencia precoz del adulto. 
El propio Lacan utilizó esta nomenclatura en un caso presen-
tado en la Société Médico-psychologique con Claude y 
Heuyer en 1933. 2 En la reseña describen el caso de un niño 
de 8 años y medio con un estado de indiferencia hacia el 
ent<?rno, mutismo e inexpresividad. El comienzo clínico fue 
delirante, con ideas hipocondríacas, insomnio, interpretaciones 
y crisis emotivas «histeriformes». Si bien se interrogan sobre 
una posible etiopatogenia orgánica (encefalitis), como 
causalidad psicológica señalan los trastornos familiares. 
El tercer período comienza en los años 1930 y funda la 
clínica psiquiátrica del niño que se desarrolla actualmente, 
caracterizado por la influencia dominante del psicoanálisis. 
Bercherie señala que la noción moderna de psicosis in-
fantil proviene de la introducción de Bleuler del diagnóstico 
de esquizofrenia ( 1911 ), que substituye al de demencia precoz 
kraepeliniano. El caso Juanito publicado por Freud inaugura 
el tratamiento psicoanalítico de los niños. Los trabajos ana-
líticos permitirán matizar y teorizar el abordaje clínico de los 
niños psicóticos. 
2.- El «autismo infantil» de Kanner 
En 1943 Leo Kanner introdujo el término <<autis1no infantil 
2 J. Lacan , H. Claude y G. Heuyt:r, «Un c as de d¿mence precocissime ». 
A 111utle.~ 1Widit·fl ·p.~yc/uilox ique.~ ( 1933) . 
18 
precoz» para nombrar los Cé\sos de retraimi ento en niños 
menores de un año3• Parte del ~studio de un grupo de 11 niños 
y de su historia en un período ~ue va de 1938 a 1943. A pesar 
del parecido con la esquizofrenia infantil , distingue este cuadro 
por su existencia desde el naci"1iento. El innatismo que postula 
no es orgánico sino que ~~nst ituye un déficit intelectual que 
no se confunde con la deb1l1daq mental~ por el contrario: tienen 
«una expresión facial asombr<:>samente inteligente». Y añade 
en 'ta causalidad la relación Pé\rticular con sus padres (padres 
obsesionados por detalle~ peto poco afectivos). 
Se caracterizan por su imposibilidad de establecer conexio-
nes ordinarias con personas y situaciones desde el inicio 
mismo de la vida, y por su «i ticlinación a la soledad autista, 
alejando todo lo externo que se acerca al niño» . Actúan como 
si las personas de su entorn() no estuvieran. 
Kanner considera que el exterior es vivido desde un 
comienzo por estos niños corno una amenaza no localizable 
que se vuelve el estatuto pro~io de lo exterior. Esto produce 
que toda acción del otro sea Vivida como intrusión (inclusive 
la alimentación, los cu.idados corporales, e incluso la simple 
presencia) . Puede expltcars~ ~sta expresión utilizada por Leo 
Kanner desde una perspectiva lacaniana: sin un orden sim-
bólico los cuidados no son vividos como tales sino que se 
vuelven una intrusión.4 
En este cuadro, e1 défic~t s~ impone fenomenológicamente: 
los autistas no hablan , o bien balbucean un soliloquio ininte-
ligibJe; manipulan objetos en forma estereotipada y rechazan 
cualquier intrusión en su «ju~go»; no entran en contacto con 
su entorno, o sólo lo hacen para cumplir el impulso de su 
«voluntad» . Las coordenadas espacio-temporales están alte-
radas: se golpean, no tienen 11oción del peligro, actúan como 
si carecieran de cuerpo. Cualquier cambio introduc ido en su 
rutina, en la disposición de L(Js mueb1es, en las normas, e n el 
orden que rige su actividad cotidiana, los desespera. 
3 L. Knnner. «Traducti on de l'<irticle original de l.é o Ka1111er: <~Allt ist ic 
djst urb:.i nc.:es of affective contac.: t»)¡ . e n G . Bc.:rqué1. . I , 'c111ti.1:nie i1¡fc11111( t . 
Jnrrad1tcritm ii une cl iniq ~tl! 1·e/trtit11r.,:e/I' .H'i tJll K<t1111t' 1·. 1-'aris : P.U. F., ICJ 8 .1. 
4 O. Devroede, «Kanner re lu a Pnrtn Je L.acan». l''·" f i 111 i 1111i re .5 11 ~~) . 
19 
A pesar de esta descripción deficitaria, presentantambién 
fenómenos «positivos» que expresan su particular «ser-en-el-
mundo». Por ejemplo, la memoria prodigiosa que los autistas 
guardan de series de objetos, poemas o plegarias. Con ella 
suplen la incapacidad para utilizar el lenguaje con otras 
funciones. 
J.. ¿Autismos? 
Desde la creación del «autismo» por B leuler5 en 191 l (para 
nombrar el retraimiento en el propio mundo imaginario de la 
esquizofrenia) - creado sobre el modelo freudiano del 
«autoerotismo», pero sin lo sexual- , el término adquirió 
distintos sentidos según fuera utilizado para nombrar una 
patología precoz o un estado secundario al desencadenamien-
to de la enfermedad. La distinción emerge de los resultados 
terapéuticos . Se considera que en general los tratamientos que 
producen una salida del encierro autista ocurren en psicosis 
cuyo «autismo» nombraba más bien su desconexión con el 
mundo exterior, por lo que se trataría de un autismo secun-
clario . 
A veces se asocia el autismo a distintas afecciones 
orgánicas: la esclerosis tuberculosa de Bourneuille, la rubéola 
congénita, el síndrome del x-frágil, encefalías, entre otras. A 
través de distintas perspectivas (estudios orgánicos, 
neurofisiológicos, neuro-bioquímicos, anatómicos y genéticos) 
se establecieron resultados positivos, por lo que se indicó el 
origen orgánico de este síndrome. Ahora bien, de acuerdo al 
tipo de definición de autismo que se utilice varían los 
resultados de la búsqueda de una etiología orgánica. 6 
El DSM /JI ( 1981 ) abandona la noción de psicosis en la 
infancia dada la ra.reza de la evolución de las patologías 
precoces de la infancia hacia las formas de psicosis adultas. 
Crean en su lugar el término de <<Persuasive Developn1entaJ 
5 E. Blculer, A11alytica 52 l«L' invention de l ' autis me))) . Paris: Nnvarin , 
1988 . 
6 C. Bursztej n. «C inquante ans d ' autis me : évol urion des concepts». 
l ·cr uri .<>m e c i nq11a11te a11s e1pres Klt1111er. Paris: Eres , 1992 . 
20 
[)isorders» («Trastornos generalizados del desarrollo») 
para nombrar las desviaciones del de.sarr~llo de numeros~s 
funciones psicológicas fundamentales tmphc~das en la a?qu1-
sición de aptitudes sociales y del lenguaje. A partir de 
entonces predominan el ·criterio adaptativo ·y el enfoque 
terapéutico educacional. . 
En 1987 este esquema es revisado y se proponen dos tipos 
de TGD: el trastorno autista (según la ·descripción de Leo 
Kanner) y el TGD no específico que toma COTl_lO criterio 
diagnóstico el trastorno comportamenta~ . . 
El DSM /V establece 5 ítem para el TGD: trastorno autista, 
trastorno de Rett, trastorno desintegrativo infantil, trastorno d; 
Asperger y trastorno generalizado. del desarrollo no espec1-
fico.7 
El trastorno autista es explicado de acuerdo a la descrip-
ción de Leo Kanner. Lo distinguen del trastorno de Rett por 
el perfil de su déficit y su proporci.6~ sexual car~cterística. 
Este último trastorno sólo se man1f1esta en muJerest y su 
patrón característico es el desacelerami~nto d~I crecimie~to 
craneal, pérdida de habilidades manuales 1ntenc1onales prev1~­
mente adquiridas, y aparición de una marcha y unos movi-
mientos del tronco pobremente coordinados. El trastorno 
desintegrativo infantil difiere del autismo infantil por su 
momento de comienzo: aparece luego de dos años de desa-
rrollo normal. Este trastorno también fue denominado 
«sindrome de Heller>>, «dementia infantilis» o «psicosis 
desintegrativa». El trastorno de Asperger no presenta un 
retraso del desarrollo del lenguaje como en el autismo. El 
DSM IV lo distingue de la esquizofrenia aunque su descripción 
resulta similar. Todos los restantes casos que no se incluyen 
en estas descripciones son reunidos en el trastorno genera-
lizado del desarrollo no especificado. 
En estas clasjficaciones la inmixión del autismo psicótico 
y las perturbaciones autísticas comportamentales va~ e~ el 
sentido de borrar la especificidad de la estructura ps t có tl~a,. 
para homogeneizar el tratamiento en busca de conduc tas 
7 DSM-JV. Manual diagnlJ.rtico J' e.~wdr.~1ic'1 de los trtlSl(>rntJ .t 1it~rJr11l~.1. 
B orce lona: Mas son, J 995. 
21 
adaptativas y eficaces para el desempeño social. En este 
estudio nos ocuparemos exclusivamente del autismo psicógeno 
y no del secundario a una enfermedad orgánica. Dejaremos 
de lado la concepción que intenta generalizar la organicidad 
para todo trastorno auti sta, puesto que la organogénesis no 
coincide con nuestra perspectiva. El autismo puede tener una 
base orgánica. De hecho, en numerosas oportunidades Ja falta 
de un estudio exhaustivo impide llevar a cabo un diagnóstico 
adecuado. Eso no justi_fi ca su generalización. Teniendo en 
cuenta estas sal vedarles, nos abocaremos al autismo produ-
cido por un trastorno psíquico, por la falla simbólica que 
produce la inclusión· del sujeto en la estructura psicótica. 
Sin duda, un trabajo analítico es posible tanto con niños que 
padecen el Síndrome de Down como con niños que presentan 
cualquier otro tipo de trastorno orgánico. Pero en estos casos 
el tratamiento se confronta con el límite real de la organicidad. 
Alicia Hartmann presenta el tratamiento analítico de Bárbara, 
una niña con trastornos neurológicos, y estudia cómo opera 
el límite del cuerpo.11 
4.- Autismo y psicosis 
Cierto debate ocupa al medio analítico de orientación laca-
niana: ¿el autismo es una forma de psjcosis o debe ser diferen-
ciado? ¿Es un «estado» o pertenece a una estructura clínica? 
Rosine y Robert Lefort distinguen el autismo de la psicosis : 
dado el fracaso masivo de la metáfora paterna en el autismo 
no hay Otro ni objeto a" - lo que equivale a decir que no 
hay una inscripción de la falta-. El niño autista se encuentra 
8 A. Hartmann, En busca def nilio en la e .<if r11 c 111rt1 . Buenos Aires: 
Manantia l, 1993, p. 209-211 . 
9 El objeto l l es un concepto creado por La can para no1nbrar la falta 
estructural d e obje to . En el vacío central q ue organi za la estructu ra -q ue 
correspo nde a l concepto de castración fre udiano- se aloja una serie de 
objetos -oral, anal, mirada y voz- en relación a los c uales se constituye la 
pulsión . El ol~jero a. t!n realidad no es un objeto. s.e constituye a partir de 
la operación lógica de separ<1c iú11. Esla cues t ión será exan1inada en el 
próximo capítulo. El objeto a se caracte riza por constituirse a pa rtir de los 
b(Jn.ks dc::l c uerpo (zonas e rógcn as) como objc1 os se parables del cuerpo. 
22 
en relación a un Otro masivo y total , por lo que queda un lazo 
«cuerpo a cuerpo» sin división de un lado ni del otro. El Otro 
se reduce a una ausencia. También falta la in1.agen especu-
lar. w El niño «está por entero en el sitio del objeto a en 
tanto que no especularizable». 11 El psicótico, en cambio, 
tiene un objeto y un Otro; pero ese objeto está incorporado 
en lo real como un objeto en más. En el autismo, es el sujeto 
que está en más, por lo que busca desaparecer.12 
R. y R. Lefort distinguen el caso de Marie-Fran~oise, 
autista, de la psicosis de Roberto. En la primera el goce 13 se 
dirige al Otro, voluntad de goce 14 -con el modelo .sadeano-
que apunta a dividir al Otro. Roberto, en cambio, manifiesta 
un goce masoquista 15 que intenta completar al Otro. 
Por otra parte, diferencian el lugar del niño para la madre 
del autista y la del psicótico. En la psicosis el niño ocupa un 
lugar en el fantasma materno; en el autismo no: el niño es un 
objeto autoerótico, fuera del fantasma, por lo que queda 
excluido el lugar del padre . La salida del autismo es por el 
lado de la paranoia o de la debilidad . 
En cambio, Pierre Bruno indica que en la enseñanza de 
Lacan sólo existe una polaridad entre la esquizofrenia y la 
10 Co ncepto que corres ponde a l de l estadio del esptj(): el yo se 
conslit uye en for ma alienada por identifi cación a su i magen, n1atri z del 
registro in1aginario. 
11 R . y R. lefort , Naciniiento del Otro ( 1980). Buenos Aires: Paidós, 
1983, p. 261. Al nombrar el objeto a una fa lta en lo simbólico, dad o que 
es real, no tiene imagen en el espejo. En e l Se1ni11a rio X, «La Angust ia», 
Lac an le adjudica el lugar de «reserva libidinal»: el goce no es es peculari zable . 
12 R. y R. Le fort, «Auti sme et psychose de ux signifianrs: «par1ie~> et 
«Cassé>»> ( 1992), l. 'aurisme .. . . , op. cit. , p. 23 3. 
l 3 E l concepto lacan ia no de jou is .~an ce (go..:e) reú ne. si guie11d o la 
indicación de J.-A . Miller, los freudianos de libido .. 'itttis/"ticx i'í" ':í p 11 /sidn 
de muen e; es real y aparece como una satisfacción que va miis -:i.llti .!el 
prir1 cipio deJ f'ltu:e1·. 
14 Expresión util izada po r Lacan en su art ículo «Kant con Sao ci. f :tta 
nombrar la panicular posición del perverso en relación al goce: t:I c!e slllell-
tído de la castración lo lleva a forzar los límites en la prosecusión ele s11 goce 
por lo que produce la divi sión subjet iva del partenoire . 
15 E n el masoquismo el sujeto se vuelvl! el instrume nto d e gi>ce .l cl 
partenaire. 
13 
paranoia: en ningún momento distingue el autismo de la 
esquizofrenia, 16 lo que no se contrapone con la di stinción 
- que hacen R. y R . Lefort- entre el autismo (considerado 
como una forma de la esquizofrenia) y la paranoia. Esto no 
impide la existencia de «estados autistas» - añade P. Bruno-
al estilo de las consideraciones de Tustin. El autismo infantil 
precoz es una esquizofrenia desencadenada tempranamente. 
Lo considera como una «forma extrema de la esquizofrenia». 
Dice: « ... forma extrema en el sentido de variante de la 
esquizofrenia, sin que se pueda hablar de una diferencia 
cualitativa de estructura entre esquizofrenia y autismo». 17 
El punto .de vista de Colette Soler es que no existen 
autismos puros. Deben ser más bien considerados como un 
polo, «un rechazo de entrar en la alienación, deteniéndose 
en el borde», iN que hace que los autistas aparezcan como 
«significados del Otro» (hablan por ellos y buscan un sentido 
a su conducta). De este modo, la psicosis en el niño se 
manifiesta siempre como forma mixta. Pero, añade, tanto en 
el autismo - considerado como un polo- , como en la 
esquizofrenia y en la paranoia es legítimo hablar de forclusión 
del Nombre-del-Padre. 
Distingue a los niños autistas de los propiamente delirantes, 
y enumera cuatro tipos de fenómenos que les son propios. 
Primero, son niños que se sienten perseguidos por los signos 
de presencia del Otro, especialmente por los objetos voz y 
mirada ; de allí que viven la presencia del Otro como intrusiva. 
La segunda característica es la anulación del Otro: parecen 
sordos , presentan trastornos de la mirada. Indica que Margaret 
Mah1er habla incluso de alucinaciones negativas. El tercer 
rasgo es el rechazo de que el Otro pueda producir una 
intimación con la palabra. La ausencia de la dimensión de la 
llamada es el complemento del rechazo a ser llamado por el 
16 P. Bruno. «Üuverture >~, L'autisme et la psychana!yse. Paris: Séries 
de la De co uverte Fre udi enne, 1992, p . 113 . 
17 P. Bruno, «El dicho sobre la esquizofrenia», Freudiana 9 ( 1993). 
p. 109. 
18 C . So ler, «Hors d iscours: autisrne et parano'ia», Préliminai1·e ( 1992). 
24 
Otro. Y por último indica los problemas de separación del 
Otro, su adhesividad. 
La posición de Eric Laurent consiste en plantear la acción 
de la forclusión del Nombre-del-Padre también en el autismo 
- lo que explica sus estados alucinatorios- , y la estabilización 
posible dentro del autismo, sin la necesidad de un pasaje hacia 
la paranoia - aunque no es excluyente- . Señala la aparente 
paradoja: si hay cura y el niño sale del estado autista entonces 
no era autista; lo que traduciría una paradoja propia a la cura 
analítica: alcanzaría con que sea posible para que se arruine 
a sí misma por la inexistencia del autismo. 19 
En el autismo el significante del Nombre-del-Padre no 
solamente está forcluido, sino que todo lo simbólico se vuelve 
real. Sin embargo, en un cierto sentido incluye al autismo en 
la esquizofrenia, porque en ambos casos se pone en juego el 
retorno del goce en el cuerpo, que intenta añadir un órgano 
dado que el lenguaje no pudo hacer el órgano. 20 
En otro artículo,21 Eric Laurent señala que en la infancia 
domina el campo de la esquizofrenia más que el de la paranoia, 
puesto que los fenómenos no se plantean tanto en una 
reconstrucción delirante sino en términos de «¿cómo hacer 
función del órgano?». De allí emergen los fenómenos de 
autismo diversos. El goce vuelve de distintas maneras en lo 
real para fabricar el cuerpo como condensador de ese goce . 
En tanto que el falo no está simbolizado, el «hacer función» 
del falo se vuelve «hacer función del órgano». El niño puede 
reducir su cuerpo a ser condensador de goce, a ser un obj eto 
para otro cuerpo. Lo que caracteriza al autismo es que el goce 
retoma sobre el borde; señala la importancia de llevar a cabo 
un estudio minucioso acerca de esta problemática. 
Podemos considerar que en cierta manera el autismo es 
una forma extrema de la esquizofrenia infantil. De allí la 
utilidad de plantearlo como un polo -según Colette Soler-
en tanto que nombra un «estado» más que una posición en 
• 
19 E. Laurenl, (<Lec1ure critique I I~>. L'auri.~1ne ... , op. c it., p. 134. 
20 E. Laurenl, «Lec1ure critique 11», L ·auti .une . .. ., op. ci1 .• ¡>. l ~S. 
2 1 E . Laurent , «Lo psychose chez J' enfant dans l' e11 sei gn en\e:nt el< 
Jacques Lncan» {1982), Quart'J (1983) . 
relación a la estructura. Eso expfica por qué estos niños, que 
están mudos o cuentan con pocas palabras estereotipadas al 
comienzo del tratamiento, pueden sal ir de su retracción autista 
y entrar en contacto con su analista. 
El trabajo clínico muestra evoluciones diferentes entre: a) 
niños cuyas psicosis se manifiestan nítidamente y tienen la 
posibilidad de alcanzar una estabilización delirante, y b) 
aquellos que padecen una retracción autista, cuyo horizonte 
de debilidad en la adultez está siempre presente. Las diferen-
cias deben evaluarse caso por caso en función de los múltiples 
factores que intervienen en su destino futuro: tratamientos, 
entorno familiar, organicidad posible, etc. La complejidad 
clínica del problema merece que se siga trabajando las 
relaciones y diferencias de este binomio. 
5.- Los fenómenos psicóticos en la infancia 
La descripción del fenómeno psicótico en niños con una 
ideación delirante se asemeja a la del adulto. A partir de la 
emergencia de fénomenos elementales22 y de alucinaciones 
se construye el delirio. Muchas veces las fabulaciones ideativas 
que no se organizan como un delirio dificultan el diagnóstico 
diferencial. ¿Se trata de un niño con mucha imaginación o de 
un delirio? ¿Qué relación guarda con lo que dice? ¿Es una 
certeza psicótica o una creencia dialectizable? La precisión 
diagnóstica a partir del lenguaje -de acuerdo a la indicación 
de Lacan- se impone tanto como en el adulto. 
El problema se agudiza cuando se intenta establecer un 
di agnós tico en niños aut_istas. ¿Son niños exces ivamente 
22 Fe11 iJme110 eJementaJ es un concepto de la psiqu iatría para nombrar 
c iertas manifestaciones psicó ticas que aparecen con un sentido pleno. no son 
dialect izables. y vienen ac ompañados de la certeza de su veraci dad. Por 
ejemplo, <ceco del pensam iento». «lectura de pensamiento», «adivinación de 
pensa mie nto» , etc . ; e s tos fe nóm enos apare cen dentro del c uadro de l 
Automatismo Me ntal. Su conlrapartida son los fenómenos de si11 -.,·en1ido que 
también aparecen en la ps icosis. Ambos dan cuenta de la imposibilidad de 
establece r unu retroacción sign ifi cante como consecuencia de la falt::i del 
punto d e cap itó n (el Nombre-del-Padre). 
26 
tímidos, inhibidos, con dificultades neuróticas o se trata de un 
autismo precoz? Es por ello que - junto a las características 
enumeradas por Kanner para los autistas- hay que apuntar 
también a detectar los fenómenos elementales que presentan 
aunque no hablen , y que muchas veces escapan al observa-
dor. 23 
Juany también Marc, dos de mis pacientes, señalan al 
• vacío y dicen «Aquí está». Atendí a ambos niños en contextos 
diferentes; nunca se cruzaron, y sin embargo utilizan una 
misma frase holofrásica24 -compactación de la cadena 
significante-, que no remite a un efecto de sentido sino al 
vacío de significación. 
El orden monolítico de la cadena significante puede ma-
nifestarse por el uso de frases fijas utilizadas para cualquier 
ocasión. Carla, otra paciente, dice «tía» cada vez que ve un 
auto de juguete y nombra al primo cuando encuentra un 
biberón; en ambos casos los objetos son nombrados 
holofrásicamente con los significantes que extrae del Otro. 
Las palabras no cobran una significación nueva al relacionar-
se con otras palabras, sino que poseen un sentido originario 
, 
y un1voco. 
Las alucinaciones son más difíciles de captar dado el 
aislamiento que caracteriza a los niños autistas . No obstante. 
numerosas descripciones permiten suponer su existencia 
- como los de Alex, que se tapa abruptamente los oídos , o 
los de terror descritos por Emilio Rodrigué en un niño 
auti.sta-.25 Este último, de 3 años, presentaba, dos tipos de 
alucinaciones: visiones que lo atraían o que lo aterrorizaban. 
Rodrigué anota: «Coniprendf que estaba escuchando aJgo 
que venía de la dirección del techo; la ,,ia11era eJz qlte 
Tniraba hacia arriba y prestaba atención, era inequívoca. 
Tamb;én parecía estar viendo cosas proyectadas e1z ei 
techo, porque seguía con sus ojos Ja órbita in\lisibl~ de 
23 S : Tendlnrz, c<Objeto e imagern em c rian~as all ti>t élS>•, Op p •u 
l.trct111ia11u 13 ( 1995). 
24 Exnmin ar~mos el concepto de Ju,Jofl't1.re más udc lante . 
25 E. Rodrigué, «El anális is de un esqui zofrénico de 3 ai'ios co11 m11ti>!Jl~ lt . 
O/Jra.~ Completa.~ de Mélaoie KJein, t. IV. Buenos Aires: Pnidós • 1 ~79. 
?.7 
b . 26 L . d un o 'jeto». a mira a de . miedo y sus gestos bruscos de 
observa~ a los costa~os lo lle_van al analista a plantear la 
presencia de perseguidores, pero el niño no delira en ningún 
momento. En u.n se~undo tiempo del tratamiento Raúl respon-
de a estas aluc1nac1ones escondiéndose o tratando de desem-
barazarse de ellas, como por ejemplo, haciendo gestos como 
para que algo se vaya por la ventana. · 
B~uno Bettleheim describe las alucinaciones que presenta 
Laur1e: «lo dedujimos de su manera de quedarse 1nirando 
al espacio, preferentemente al techo, concentrada total· 
m.ente en algo que ocurría en su mente, y absolutamente 
a1ena a todo lo que ocurría a su alrededor».21 
~¡ bi.en ambas .des~ripciones corresponden a la presen-
tac16~ ~e.}ª aluc1nación ~~mo una percepción sin objeto 
-def1n1c1on que Lacan critica en «La cuestión preliminar» 
dado q~e es u~ e~ecto de l~ falla simbó~ica y no un problema 
perceptivo-, tienen el valor de ·senalar la presencia de 
fenómenos cuya causalidad se sitúa en el orden particular de 
la estructura psicótica. 
Lacan aborda en dos oportunidades el tema de las aluci-
naciones en el autismo. La primera, el «Discurso de clausura 
de las Jornadas sobre las Psicosis en el niño» ( 1967); la 
segunda, la . «Conferencia en Ginebra sobre el síntoma» 
(1975). 
En las Jornadas organizadas por Maud Mannoni en 1967 
Sami-Ali presenta un artículo titulado «Génesis de la palabr~ · 
en e) niño autista».29 A partir de un caso clínico intenta indicar 
una evolución de lo preverbal a lo -verbal por 1.a· acción de 
26 Jdem, p. 162. 
27 B. Bettclheim, La f ortaleza vacía (1967). Barcelona: Laia, 1987, p. 154. 
28 Cf. J .-A. Miller, «Comentario sobre Maurice Merleau-Ponty» (1987). 
Nuera BiblioJeca Ps icoana lí1ica 1 ( 1995). En este artíc ulo Mille r explica 
cómo la estructura de los percepción e s simbólica -siguiendo la indicac ión 
ue Lo co.11 en la «Cues tión preliminar»-, por lo que no se trata de un 
fenómeno vi sual sino que el perceptum dad o por el lenguaje es anterior al 
r~ r·cipiens (ligado a la sensación). Lo falla e n lo simbólico produce el retorno 
alucinatorio e n lo real de aquello que fue e lid ido dejondo un agujero. 
29 Sa rn i- Ali , Cuerpo real. cuerpo imaginürio, «Génesis de la palabra en 
el ri i iio a.utisla» ( 1967). Buenos Aires: Pa idós , 1979. 
28 
In mediación imaginaria de identificación con el otro . Entre Las 
curacterísticas que presenta Martínt indica que el niño huye 
tanto de los ruidos coro.o de las voces, tapándose los oídos con 
los pulgares. . . 
Lacan utiliza esta descripción para señalar que si el niño 
se tapa las orejas (como también es el caso de Alex) es 
porque se protege del verbo.30 Pone así de relieve la 
estructura de la alucinación: el hecho que el niño no hable no 
impide que esté sujeto a alucinaciones. 
En 1975 Lacan vuelve sobre esta cuestión: «Como el 
nombre lo indlca, los autistas se escuchan ellos mismos. 
Escuchan muchas cosas. Esto desemboca incluso normal-
m.ente en la alucinación y la alucinación siempre tiene un 
carácter 1nás o menos vocal. Todos los autistas no escu-
chan voces, pero articulan muchas cosas y. se trata de ver 
precisa1nente dónde escucharon lo que articulan>~. 31 . El 
muti smo o la dificultad para hablar que presentan no impide 
que estén incluidos en el lenguaje, aunque su estructura sea 
la de la holofrase. 
Los niños autistas utilizan los pronombres personales tal 
como oyeron que los empleaban en su entorno cuando se 
referían a ellos. En · realidad, como lo describe Lacan en su 
Seminario 111; «Las psicosis», la imposibilidad de que apa-
rezca el yo en su discurso los lleva inevitablemente a hablar 
de sí en tercera persona. Carla repite su nombre llamándose 
a sí misma, hasta que finalmente concluye su monólogo 
solitario respondiéndose ¿qué? a su propia llamada -que no 
se dirige al Otro-. En su ser hablados resultan pequeñas 
«marionetas del Otro» por causa del funcionamiento automá· 
tico del lenguaje. Falta la dimensión de la demanda. 
La institución belga «L' Antenne 11 O" se ocupó reciente-
mente de repertoriar los fenómenos que presentan es to s 
niños . Entre otras características, subrayan que manifieslan 
dos fenómenos opuestos: o un desinterés hacia la im1gen 
30 J. Lacan, «Discurso de clausura de las Jornad as sob re lé! pi~i .:<> s is ef'l 
e l nirlo•, (1 967), El AnaJiricón 3 (1 987), p. 11. 
31 J . Lacan, «Confe rencias e n Ginebra sob re el :s í11torna :t (1~15 ) ~ 
lnten ·e r1 ciones y ttxto .~ 2. Buenos Aires: Mananli ol, 1988 , p . l34 . 
correlativo con una atracción· por los agujeros y orificios, o 
bi~n una. imitación simétrica de Jos movimi~ntos del otro según 
secuencias ordenadas. Establecen una serte de fenómenos en 
tor~o a la relació_n con los objetos separables del cuerpo 
(mtra~a, voz, con:uda y excreme~tos) que presentan siempre 
las m~smas modalidades, pero vanan sus contenidos según sea 
el objeto de que se trate: evitación, falta de dirección hacia 
el otro, intercambios simétricos o reproducción de secuencias 
fijas. O bien el Otro queda completamente excluido o bien . ' cautivado en un orden inalterable. A veces la presencia de 
ciertos objetos se vuelve indispensable, pero en tales casos 
se les aplica una «palpitación», una ligera oscilación a la 
manera de un ritmo. 
Las descripciones del niño autista indican que se comporta 
en forma diferente si se lo observa con discreción o si se to 
hace en forma manifiesta y se intenta entrar en contacto con 
él. En el primer caso está más o menos inerte, eventualmente 
ocupado por la actividad que repite en forma estereotipada; 
en el segundo caso, puede presentar un estado súbito de 
agitación, incluso violento, contra sí mismo o contra el 
observador. 
¿A qué tenemos que llamar goce? ¿A la concentración 
tranquila en la cual el sujeto parece autosuficiente 0 a la 
agitación hecha de pánico desenfrenado que lo invade cuando 
la presencia del otro lo solicita? 
El niño autista también pasa de la tranquilidad de su 
encierro a la agitación violenta ante el intento de captación 
de su posición como sujeto. ¿Quedará confinado al mundo 
posible que supo construir frentea su goce? A mi entender 
' ambos estados son expresiones djferentes del goce del autista: 
varía su tratamiento ante la intrusión en su universo cerrado. 
6.- Cuerpo y espacio en niños autistas 
Qué p asa con los niñqs autistas precoces en los que no 
se puede hab lar de desencadenamiento, de estabil ización 
ni de su plenc ia previa? ¿Qué dec ir con respecto a un 
cuerpo que pareciera no pertenecer les : go lpeado, ignorado 
30 
y sin aguj.eros? ¿Alcanza la inclusión en el lenguaje de todo 
sujeto para considerar que l'os autistas tienen cuerpo?. 32 
El significante otorga un cuerpo, pero también lo frag-
menta , resquebrajándolo en órganos y funciones. Hurta de 
vida al viviente que reconstituye en lo imaginario la 
integridad de su imagen velando su goce. La libido se 
vuelve incorpórea: un órgano fuera del cuerpo , que no es 
un significante, sino que expresa e l plus-de-goce exterior 
a la acción de lo simbólico. El cuerpo no es ya sólo la 
proyección de una superficie sino que tiene agujeros, y en 
esos huecos se aloja el sendero de goce que traza los 
bordes del cuerpo. 
Para tener cuerpo y hacer uso de él deben conjugarse 
las acciones de lo simbólico, lo real y lo imaginario. Pero 
sin la operación simbólica que permite la constitución de 
los bordes, del espacio y del tiempo, el sujeto queda sin 
cuerpo. 
La unificación del cuerpo sufre sus transformaciones 
con el derrumbe imaginario que produce el desencadena-
miento de la psicosis..: fenómenos de doble, de 
despersonalización, de cuerpo despedazado. La imagen del 
cadáver leproso conduciendo a otro cadáver leproso de 
Schreber33 da cuenta tanto del desdoblamiento imaginar io 
como del rasgo de mortificación del objeto de goce -la 
carroña que es él mi smo- que se aloja en la imagen. Por 
el lado de la esquizofrenia, el cuerpo padece la acción del 
goce del órgano. 34 Esto marca el contrapunto clásico : goce 
del Otro en la paranoia, goce en el cuerpo (que se 
manifiesta como hipocondría) para la esquizofrenia. Lacan, 
después de establecer la polaridad entre el sujeto del goce y 
el sujeto que representa el significante para otro signific a.nte, 
32 S. Tendlarz. «¿Por qué los niños autistas no tieoell c11erp<l ? ~ ( 1994), 
en Centro Pequeño Hans, Psicuanáli .~is cnn u;;io.-. . Buenos A l re s A tuel , 
19 95. 
~3 Cf. J. Lacan, «De una c uestión preliminar . .. ». op . c it. 
34 Véanst: los artículos de V Palomera. «Freud y la esq1ii2o frenill [ ,.. , 
Uno por Uno 38 ( 1994} y «Freud y la esquizofren ia 11)& , U110 p1~r UAo 39 
(1 9 9 4) . 
3 1 
i nd ica que La paranoia identifica el goce en el lugar del Otro. 35 
Los dos ti pos clínicos de la psicosi s - con su tratamiento 
partic ula r del goce- mantienen la presencia de un cuerpo. 
No hay atribución de un cuerpo en los niños autis ta s. La 
féllt1 de extracción del objeto a impide que se estructure la 
consistencia corporal puesto que esta «pieza despegada del 
cuerpo)-> no logra alojarse en el punto de fa lta en el Otro. Estos 
niños se presentan como sujetos que no llegaron a constitujrse 
c omo un ego, en un e stado preespecular, sin tomar conciencia 
de sí mismos como cuerpo. 
La falla de simbolización produce que el Otro sea real 
--como lo señalan R. y R. Lefort- , de alJí las maniobras en 
lo real que apuntan a una producción de una discontinuidad 
simbólica para extraer el objeto a que el niño encarna para 
el Otro. Esta falla tiene su correlato en la falta de constitución 
especular y en los trastornos espacio-temporales. 
J ohn - uno de los pacientes de Kanner- cuando veía un 
grupo de gente en una fotografía :preguntaba cuándo iban a 
salir de allí e iban a entrar en la habitación. Las imágenes de 
una fotografía no son menos ciertas para este niño que 
aquellas con las que tropieza en el mundo: sin imagen los 
objetos son puramente reales, carecen de connotación ima-
ginaria. Podemos decir que, más que «hombres-construidos-
a-la-ligera» al estilo de Schreber, para John no hay diferencia 
entre los seres de dos dimensiones en la fotografía y los 
tridimensionales . Tal vez espere entrar él mismo en la foto-
grafía. 
El tratamiento del espacio por parte de los autistas hace 
que el adentro y el afuera sean continuos, como si fueran una 
banda de Moebius -según la indicación de Eric Laurent-.36 
Este sujeto, que es como la trayectoria de la banda sin 
agujeros de Moebius, se encuentra sumergido en un espacio 
que hace que el coche a 300 metros de distancia y el que el 
3~ J . Lacan , «Presentación de la traducción francesa de las Memorias 
del Presidente Schreber» ( 1966), lnter11enc:iones y textos 2. Buenos Aires: 
Manaruinl. 1988, p. 30. 
36 E . Laurent, «Lecture cr itiqu e 11», L 'auti.~me et la psychanaly.1·e, 
S~rles de In Découverte freudienne, 1992. 
32 
niño tiene en la mano sean uno y el mismo. Por ello, el niño 
puede intentar agarrarlo a través de la ventana. 
Adrien, por ejemplo, es un niño de 12 años interesado casi 
excJusj vamente en el agua: e l río, las tormentas.37 Se queda 
peg ado contra el vidrio, mirando como si estuviera en trance. 
Las pocas palabras que p ronuncia aluden a estos temas. En 
cierta oportunidad se acerca a la cara de l analista y le dice: 
«Tus ojos están llenos de colores». El analista señala en su 
artículo que en realidad el arco iris que ve está tanto en los 
ojos del analista como a través de la ventana. El niño 
constituye una banda de Moebius en la equivalencia ojo-
ventana. 
Esta falta de inmersión subjetiva en la tridimensionalidad 
es efecto de la ausencia de la significación fálica . Pero no 
se trata de una fall a de percepción del autista, sino de la 
ausencia del organizador simbólico que distribuye y ordena las 
percepc1 ones. 
Lacan se encarga de señalarlo en su crítica a Sami-Alí. 
No es lo especular lo que estructura el espacio, sino que la 
relación con el «aquí» y el «allí» (a los que alude Sarni-Alí 
e n su caso) implica el sistema de oposiciones de la estructura 
del lenguaje. «En una palabra --dice Lacan-, la construcción 
del espacio tiene algo de lingüístico».-~!! 
Cuando la medida fálica desaparece no hay agujeros que 
precedan a las clavijas; los objetos pierden su tamaño y se 
deslocalizan . Carla repetirá una y otra vez su pugna con 
objetos mucho más grandes que la pequeña valija de juguete 
donde quiere introducirlos. Se pega literalmente a los demás, 
hasta el punto de que por momentos tengo que sortearla para 
no tropezarme con e lla. Un niño autista puede temer que el 
avión que cruza los c ielos pase a su lado; otro pega su boca 
a la del terapeuta y muestra e l aplastamiento entre él y su 
imagen; otro puede, desde un tercer piso, dar un paso al vacío 
simplemente para alcanzar el suelo . Juan , otro niño autista, en 
cierta oportunidad sale, sorpren~entemente, de su indiferencia 
3 7 M . Mesclier, «Adrien et les météoros>), L 'llutisme et la psyclu111uly.~e. 
op. cit. 
38 J . Lacan, «Discurso ... », op. cit. , p. 12. 
33 
i" 
para ·acercarse a uno de mis ojos y mírar en su interior. ¿Qué 
mira? ¿Mi ojo, sus ojos reflejados o el vacío de representa-
ción? Quedaba literalmente pegado a mí. En todos estos casos 
el vacío que se aloja entre los cuerpos no se constituye como 
un inte~valo: los objetos resultan así demasiado alejados o 
. , . 
excesivamente prox1mos. 
La falta de constitución especular no impide la emergencia 
de fenómenos calificados por .R. y R. Lefort como «pro-
toespeculares». Aparecen así fenómenos de ecolalia y ecopra-
xia; es decir, diferentes tipos de i1nitación verbal y motor. En 
reaiidad, la ecolalia de la cadena significante se repite en lo 
· imaginario.39 · 
· En una de las primeras sesiones, intento explorar la 
relación que establece Alex entre los números que repite y 
los objetos y le pregunto: «¿cuántos cubos hay?», y él repite: 
«¿cuántos jugos hay?» -cambiando la letra «C» por «j» y la 
«b» por «g»-. Cuento «uno, dos»; el niño toma en forma 
simétrica otros cubos y continúa metonímicamente «tres, 
cuatro». De la misma manera,repite palabras que escucha 
por televisión y las utiliza fuera de contexto en medio de su 
soliloquio. 
Juan, de dos años y medio, imitaba mis movimientos con 
las manos, y se esforzaba por que pusiera mis piernas en la 
misma posición que las suyas. Un día se sienta delante de mí 
y reproduce la búsqueda de que sus piernas y las mías 
concuerden en la misma postura. Más que volverme irnagen 
quedaba junto a él del mismo lado del espejo: los dos nos 
encontrábamos frente al vacío que impedía el diseño de una 
forma. 
A partir de esta presentación de los fenómenos psicóticos, 
examinaremos la particularidad de la constitución del sujeto 
y su «inclusión» en la estructura psicótica o neurótica. 
~V B l.llllNhl, oel)\• qt1l·lqucs proh lemes de surtace dans la p!>ychose et 
I¡ 1Mlllmt111, (J lltl J.,,, 2 ( 1 'HI 1 ) . 
••• 
!/.- LA CONSTITUCIÓN DEL 
.SUJETO 
La psicosis se caracteriza por la forclusión del Nombre-
del-Padre y la falta de inscripción de la operación lógica de 
separación. Retomaremos la dialéctica propia entre aliena-
ción y separación en la constitución subjetiva para indicar 
su particularidad en la psicosis. 
1.- Necesidad, demanda y deseo · 
La oposición entre estos tres términos pertenece a Lacan; 
Freud nunca habló de demanda. Esta trilogía fue modificada 
en el curso de la enseñanza lacaniana: el término de necesidad 
cae y en su lugar se ocupa del tema del goce. 
No obstante, encontramos el punto de partida de esta 
distinción en Freud. En el «Proyecto de Psjcología para 
neurólogos» ( 1895), 1 Freud presenta un esquema que rige 1 a 
búsqueda de placer. A partir del llanto del bebé por una 
necesidad desconocida para el observador, y dado su 
desvalimiento inicial que le impide realizar el movimiento que 
elimine esa vivencia de displacer, interviene una acción 
específica exterior de un «Otro primordial» que permite que 
se constituya la primera «vivencia de satisfacción» y posibiliti 
que desaparezca esa necesidad indeterminada. A partir de 
entonces frente a la emergencia de un estímulo el niño esperll 
la reaparición de ese objeto primario de satisfacción que 
permita apaciguarlo. Pero entre la satisfacción obtenida Y. la 
anhelada existe siempre una diferencia que ~e denomina 
1 S. Freud, <(Proyecto de psicología para neurólogos» ( 1 ~95), 0'1rn'i 
CompleJas. Buenos Aires : Amorrortu , 1976. 
35 
«deseo». Ante el displacer, el aparato psíquico pone en 
marcha al deseo. Así, paradójicamente, Freud indica en «La 
inte rpretación de los sueños» que el principio de displacer 
moviliza al deseo.2 Junto a esta impronta de goce dada por 
el objeto primordialmente perdido, se produce una inscripción 
significante que traza el sendero de la repetición. 
Lacan, en su Seminario Vil, «La ética del psicoanálisis» ,3 
llama a este objeto das Ding, la Cosa, que como tal instaura 
un vacío y desencadena la repetición del imposible volver a 
enc.ontrar lo mismo. En realidad, indica Lacan, el objeto está 
perdido por estructura; es decir, el objeto está perdido desde 
siempre, esto permite poner en marcha el movimiento propio 
de la pulsión. 
Los términos necesidad, deseo y demanda, distinguidos por 
Lacan en «La dirección de la cura», permiten ordenar esta 
secuencia. Define a la demanda como «la significación de 
la necesidad ... que proviene del Otro en la medida en que 
de él depende que la demanda sea colmada» 4 • 
Por el hecho . de hablar, el hombre se vuelve un ser de 
demanda. El lenguaje antecede el nacimiento del niño. Al 
nacer, queda capturado en el lenguaje, distinguiéndose así del 
animal. El reino del instinto, de la necesidad, queda perdido 
para el hablante puesto que la necesidad se metaforiza en 
demanda. La demanda metaforiza. la necesidad, sin recubrirla 
por completo. El resto de esta operación es el deseo. 
Frente al grito del niño, ante la emergencia de la necesidad, 
se presenta la madre como el Otro primordial que tiene el 
poder discrecional de responder o no. La necesidad del niño 
queda confrontada a la discontinuidad significante de la · 
respuesta de la madre: es la estructura del mensaje invertido 
- el mensaje del Otro se le dirige como tú, pero e] niño lo 
recibe en forma invertida, en tanto yo-. Cuando la necesidad 
2 S. Freud, «La interpretación de los sueños» ( 1900), Obras Compie-
tus, op. cit. 
3 J. Lacan, El Sem inaritJ. Librt1 Vfl. <<La ética del ps icoaná lisis» 
( 1959-60). Buenos Aires : Paid5s , 1986. 
4 J. Lacan, «L_a dirección de la cura», E.~critt1.~. Buenos Aíres: Siglo 
Ve intiu no, 1976, p. 61 8. 
36 
atra viesa e l código a través del sentido otorgado por la madre, 
se transforma en demanda. 
Este grito toca algo de lo real puesto que no está apresado 
por lo simbólico . El Otro introduce en el e l grito la dimens ión 
de la significación, puesto que, como Jo señala E. Solano, 5 el 
Otro debe suponer del lado del grito un sujeto, para suponer 
que ese grito es el signo de un sujeto que pide. El S2 de la 
respuesta le da retroactivamente el valor de un significante 
al grito con índice 1 y se vuelve el significante que representa 
al sujeto «supuesto-pedir». 
La demanda como tal es una articulación de la cadena 
significante. La necesidad queda apresada en la red significante 
como sentido del Otro, que traduce la incidencia de lo 
siinbólico sobre lo real. Su más allá es el deseo como 
metonimia for1nulado por la demanda: «El deseo se produce 
en el niás allá de la demanda».6 
Lacan distingue dos valores de Ja demanda: articulación 
significante y demanda de amor. El énfasis puesto en la 
respuesta del Otro indica que antes que nada la demanda 
como tal es de presencia o ausencia del Otro, que se desliza 
entonces hacia la demanda de amor. «(el deseo) ... también 
se ahueca en su niás acá de la demanda» y lo enlaza a. «la 
de1nanda incondicional de la presencia y de la ausen-
cia» 7. La demanda de amor busca los signos de presencia del 
Otro todopoderoso en forma incondicional. El Otro primordial~ 
representado eventualmente por la madre, al responder a e sta 
demanda lo reconoce como faltante en tanto que ella mismi 
es confrontada a la falta . Esta dialéctica no sutura la hi anci a 
sino que la presentifica. 
El más allá de la demanda remite a la metonimia del deseo 
en relación a la articulación significan te de Ja demanda ; sú 
más acá e voca la dependencia a) Otro primordjal en s ll 
demanda de amor. 
Por otra parte, lo que el niño demanda está del lado de líl 
necesidad o del amor, pero el deseo se sostiene en el Nomb re-
.5 E. Solano. «Los niños del uno solo~>. El Annliti cón ) ( l Y~ 7l. p. 41. 
6 J. Lacun , «La dirección de la curu>). op. ci t .. p . 609 . 
7 ldent. 
del-Padre, en la medida que introduce una hiancia entre Ja 
madre y el niño. 
2.- Los tres tiempos del Edipo 
En el Sen1inario V - «Las formac iones del inconscien-
te»- Lacan distingue tres tie mpos lógicos del Edipo que luego 
se cristalizan en la fórmula de la metáfora paterna.x 
En el primer tiempo e l niño se identifica con el objeto de 
deseo de Ja tnadre, el falo. La madre, como ser-hablante, está 
sometida a la ley simbólica, por lo que e l niño recibe la acción 
de la ley a través de ella. Pero la ley en este tiempo lógico 
es incontrolada, on1nipote nte. La madre responde al grito del 
niño según su propia voluntad, su capricho. El niño se 
confronta así a un Otro absoluto que como tal es un Otro que 
también vehiculiza al lenguaje . La madre representa también 
al objeto primordial, Das Ding, goce perdido por la acción de 
lo simbólico. 
Por otra parte, el niño se ide ntifica con la imagen ideal que 
le ofrece la madre, y constituye su yo --en Jo que Lacan llamó 
el estadio del espejo- como primordialmente alienado. Se 
trata de «Ser o no ser» el objeto de deseo de la madre. 
En el segundo tiempo se produce la inaugurac ión de la 
simbolización . Lacan lo explica a través del juego del carretel 
descrito por Freud en «Más allá del principio del placer» .9 El 
niño juega a tirar el objeto y luego a hacerlo reaparecer,con 
la particularidad de pronunciar las palabras Fort-Da, que 
indican su ausenci a y presencia. Re pite activamente a t ravés 
de l juego un a experiencia que vivió pasivame nte : la partida de 
su madre . 
Se pueden seña1ar di stintos aspectos en esta observación: 10 
1) El hecho de pronunciar una palabra para nombrar a la 
8 J. Lacan. SeminaritJ V, «Las forn1aciones del incons ciente» (1 957-
SK J, inéd i1 0. 
lJ S . Freud , «Nlás allá del princ ipi<> del place r» (!922 ), Obras 
Co111pl ecas , op . c it. 
1 ll Jan.¡ues-·Alain ~lill er real izó un un1,Jisi5 detallado de la estruc;tura del 
F o r t · f>1J en su curso «Del síntoma a l íantasrna y retorno» (1982-lt°\). inédito . 
J8 
madre indica que ya está s imbolizada. No es sólo un objeto 
primordial sino que se volvió un símbolo . 
2) La s imbo lizac ión introduce una mediac ión del le nguaje 
en la relación madre-hijo. 
3) Se trata de la oposición de dos fonemas, prototipo de 
la e ntrada en la estructura del lenguaje. 
4) La observación de Freud termina con e l niño jugando 
frente al espejo y repitiendo F ort-Da. Esto permite ver el 
e nlace entre lo imaginario y lo s in1bólico . 
5) Si bien e n la prime ra parte de su enseñanza Lacan toma 
esta oposición como el paradigma de la simbo lización primor-
dial , en el .Sen1inario XI termina por indicar que e l objeto 
arrojado por e l niño lo representa a é1 mi smo. 
En este tiempo del Edipo se introduce un tercer elenzento, 
más allá de la ley materna, que interviene como una palabra 
interdictora: es la ley del padre, que no interviene con su 
presencia sino con su palabra. El No1nbre-del-Padre indica al 
niño que el deseo de la madre tiene relac ión con la ley del 
padre. La prohibición del incesto funciona del lado materno 
como la interdicción de re integrar su producto, y del lado del 
niño lo separa de su identificac ión con el objeto de deseo 
materno. 
La madre pasa de ser un Otro absoluto a un Otro tachado, 
que indica la castración del Otro -«castrac ión de la madre», 
según el té rmino empleado p or Freud y retomado por 
Lacan-, e incluye al niño en un orden simbólico. 
El padre interviene imaginariamente para el niño privando 
a la madre de su objeto . En lo si mbólico, la castraci ón hace 
que el falo como objeto imaginario del deseo materno aparez-
ca en lo imaginario como · falta, y en lo s imbólico como 
s ignificante del deseo que permite dar sentido a todos los otros 
sign ificantes, como así también la ordenación de las posicione s 
sexuadas . Encontramos aquí las dos vertientes del falo en 1 íl 
enseñanza de Lacan: el falo metonímico (que sostiene l it 
ecuación niño- falo) y el falo metafórico, como significanle del 
deseo del Otro. 11 
11 Véase e l c urso de J.- A . Miller «La orientací()n !ucaniatlo~) ( I Y~ l-82 ) . 
inéd ito . 
39 
E l. ter,:er tie111.po corresponde al dec live del Edipo: el niño 
_])asa de ser e] falo de la madre a la problemát ica de te nerlo. 
El padre real aparece como soporte de las identificac iones 
del Jdeal de l yo que permiten la nominación del deseo. El 
varó n encuentra un sentido a su órgano identif icándose al 
pad re c omo el que t iene el falo: recibe la promesa fálica de 
que, como el padre, también recibirá el falo; puede acceder 
sobre la base de aceptar no serlo. La niña se confronta al 
Penisn.eid y tramita de d istintas maneras su falta en tener: 
a través del parecer (mascarada), de la maternidad, y del 
llacerse amar correspondiente a la demanda de amor d irig ida 
al partenai re. 
3.- La metáfora paterna y sus variaciones 
Lacan int roduce la fórmula de la metáfora paterna en la 
«Cuestión preliminar. .. ». Es la metáfora que substituye el 
Nombre-del-Padre «en el lugar pri1neran1ente silnbolizado 
por la operación de la ausencia de la madre» .12 Lo escribe 
de la sigui ente manera : 
Nombre-del-Padre 
Desee de la Madre 
Deseo de la fVládre ( A ) 
. . . = Nombre-del-Padre 
S1gn1ficado al sujeto Falo 
La escritura DM/x indica que no hay una relac ión directa 
entre el niño y el padre, si no que está metaforizada por el DM, 
que no es un deseo - cuya escritura en Lacan es «d»-, sino 
que nombra un goce sin ley. El niño responde al enigma del 
significado del sujeto a través de la incidencia del padre. 
La madre no es una función: introduce a lo simbólico a 
través de la inscripción de la alternancia presencia-ausencia, 
del Fo rt-Da. 13 E l Nombre-del-Padre es un signi ficante. El 
padre actúa por su nombre produciendo en el lugar del Otro 
12 J l.~acan, «De una cuestión preliminar a todo 1ra1amicnto posible de 
la psi1.:osis» . Escritos, op. cit., p. 539. 
13 Cf. A. Sh::vens . «Y-a-t-il une fonction maternelle ?n , Les feuil/ers du 
Co11rtil 5 ( 1992 ). 
40 
un efecto de significación fálica. La consecuencia que se 
desprende de la d istinción entre e l padre real y su función 
simbólica es que <~padre» e s un significante que se distingue 
de la paternidad biológica: todo padre es adoptado. El padre 
adopta a su hijo al reconocerlo como propio; el ni ño adopta 
a su padre al consentir a Ja acción de su ley. 
~a metáfora paterna i~dica que si bien lo que pide el niño 
esta de l lado de la necesidad o del amor, el deseo se sostiene 
por el Nombre-del-Padre, en la medida que introduce un 
límite, un borde, entre la madre y el ni ño, cercenando la acc ión 
f~era de ley del Deseo Materno (DM). Pero esta operación · 
tiene un res to: toda metáfora paterna es fa llida - los síntomas 
dan prueba de ello- , de donde emerge el enigma del deseo 
del Otro. Lacan lo indica en el Sen1i11ario XI de la siguiente 
manera: «En los intervalos del discurso del Otro surge en 
la experiencia del n iño algo que se puede detectar en 
ellos radica ln1ente -me dice eso, pero ¿qué quiere?». 14 
Los términos involucrados en esta metáfora no son exclusiva-
mente los de la triangulación edfpica :_padre, madre, niño- . 
Hay un cuarto elemento, el falo, que se inscribe en el Otro. 
Eric Laurent establece una distinción entre las estructuras 
el ínicas a parti r de la articulación de la escritu ra DM/x : 1s se 
trata de las diferentes posiciones de l sujeto - en tanto x, 
significado del sujeto- e n relac ión al deseo del Otro. Las tres 
posibles significac iones que el niño toma en relación a la 
madre son : como síntoma (neurosis), como falo de la madre 
(perversión), o como objeto del fantasma materno (psicosis). 
En c~ntrapartida, Antonio Dí Ciaccia señala que el niño, en 
tanto objeto correlativo a la subjeti vidad de la madre, da cuerpo 
a fantasmas de acuerdo a la estructura: fantasma imaginado 
(neurosis), realizado (perversión) y real (psicosis)."' 
En la neurosis el niño cobra valo r de s íntoma; el Nombre-
de l-Padre se inscribe limitando el goce materno. Lacan indica 
14 J. Lacru1. El Senlinario, Libro XI. «Los cuatro conceptos fundan1en-
1alcs <lc l psicoanálisis». Buenos Aires: Paidós, 1993, p. 222. 
15 E. Laurcnt, «El niño y su madre», El A11a!itic:ú11 1 ( 1986) . 
16 A. Di Ciaccia , «Algunas notas sobre la psicosis en el niño en la 
enseñan?.a de Lacan», Clínica diferencial de las psico.~is. 
41 
que « ... el sínto1na del niño se encuentra en el luxar desde 
el que puede responcler a lo que hay de sin ton1ático en 
la estructura .f'aniiliar. .. puede representar la verdad de lo 
que es la pareja en la .farnilia». 17 El síntoma del niño no 
representa la verdad del discurso de la madre , sino sólo en 
su articulación al padre; es decir, incluye la acción de Ja 
n1etáfora paterna. En e l grafo del deseo este sínto111a se 
inscribe a ni vel del significado del Otro -en función del 
Nombre-del-Padre y de la significación fálica-. Está articu-
lado al significante de la falla en e l Otro, a un Otro que padece 
la castració~, introduciéndose así e l resto de esta operación 
que es e l enigma del deseo del Otro. E l niño se sitúa con su 
propio síntoma en e l lugar de la falta de un significante en e l 
Otro. 
Es necesario distinguir el niño corno sínto111a del síntorna 
del niño. El primer caso da cuentadel poder de la palabra 
de los padres sobre e l niño; en e l segundo, nos encontramos 
con la subjetividad del niño, sujeto en tratamiento . 
. El síntoma de l niño se vuelve su «respuesta» frente al 
discurso conyugal. Lacan contrapone e l enfoque fam iliarista 
a la orientación psicoanalítica de la inclusión del sujeto en ta 
~struct~ra. «Lo que (.leterm,ina la biograj/a i1~fantil, su 
tnstanc1a y su n7-otor no son n1ás que la rnanera en la que 
se han presentado en el padre y la nlallre el deseo, por 
consigu~ente esto inc ita a explorar no sola111ente Ja 
historia, sin.o el 1nodo de presencia bajo el que cada uno 
de estos tres tér1ninos: saber, goce y objeto causa de cleseo 
hun sido, o.freciclos efectivam,ente al sujeto n iiio». ii< 
Esta indicación de Lacan se opone a la teoría de Maud 
Mannoni del niño como síntoma de la madre. En su libro El 
niíio, ."lu «e1~fern,iedad» y los otro.~ ( J 963), e l sín toma es 
definido u partir de la estructura del lenguaje co1no una 
palahra que debe ser liberada (siguiendo las ind icaciones de 
J ,al:an en «Función y campo de la palabra y del lenguaje ... » 
( llJ)3 ). Pero la palabra verdadera que aparece velada en el 
17 J 1 .. ui.:an. 
IH J. Lm:an, 
' la~1· dl.'I 21 de 
«Nota sobre el niño» ( 1969). El A11C1/i1i. ·rí11 3 ( l987) p. 17 . 
t:t Seminario. L1/1ro XVr, «D e un otro al ()tro», inédito, 
muyo de 1969. 
síntoma está puesta en inmixión discursiva con la madre, por 
lo que se desconoce quién es el sujeto de la consulta, y se 
pierde de vista la articulación padre-madre. 
El di scurso de los padres tiene una acción sobre el niño. 
Cuanto más pequeños son más claramente se vislumbra e l 
efecto de alienación en e l Otro de su propio discurso. Repiten 
lo que escuchan pero de una manera e lic tiva: siempre hay un 
sujeto que trama de manera particular su historia. Cuando en 
el transcurso del tratami ento e l verdadero lugar de enuncia-
c ión de los padres es detectado, las frases que surgen 
parasitariamente en e l niño desaparecen . Ese es el caso de 
un niño que se despertaba cada mañana diciendo que «ya no 
tenía más ganas de vivir», 19 palabras que pertenecían al padre . 
Un vez situado e l contexto de donde extrae esa frase y 
remitida a la dialéctica asociativa, la pantomima depresiva del 
niño desapareció. Esos «islotes» en el discurso indican el lugar 
en el que se ubica el síntoma del niño. 
Más a llá de las buenas intenc iones de los padres, siempre 
hay un sujeto que se pos ic iona frente a lo que escucha. Un 
niño que tuve en tratam iento, fue gestado para reemplazar a 
un hermano muerto. Estaba muy angustiado por la muerte de 
alguien quien nunca conoció - esta inquietud era la de la 
propia madre-. Los padres le dijeron que su hermano estaba 
muy próximo a ellos y los miraba siempre desde e l cielo . Esta 
frase, to111ada en su literal idad, e ra peor aún: era insoportable 
ser mirado siempre.20 
La consulta de los padres se produce cuando algo q ue 
sucede en e] niño los angustia, pero frecuentemente e nc on -
trarnos cierta discordancia entre lo que dicen los padres y la 
consulta del niño . Un niño que atendí lloraba todas las noches. 
La madre trae a la consulta la historia del padre muerto de 
sida que murió ocultando su verdadera enfermed ad; el secreto 
es un peso terrible para el la. El niño también trae su secreto: 
está enamorado de una compañera de colegto y no es 
correspondido . Una vez alojado este secreto fu era del saber 
19 C om unicación personal oc: un caso de A licia Hartrnu11fl. 
20 S , Tendlari .. <<Salvar a la dama - salvar a la madre peligrosa:.. Lu lu, c1 
<:omo 111;rudn , Culturo y psi(·ot11uílisi,~ . Buenos Aires: Atuet. l 99"i_ 
materno desaparece su angustia . La ind ignac ión f rente al 
secre to de la muerte permanece del lado de la madre. El niño 
tiene su padre : cada noche se dirige a él en sus plegarias para 
confiarle sus secretos. 
En Ja psicosis el niño ocupa el lugar de objeto en el 
fantasma materno --·según la indicación de Lacan- ; el 
Nombre-del-Padre está forcluido y e l ni ño que.da identificado 
a l objeto de goce de l fantasma de la madre. A nivel del g rafo 
queda inscrito en e l lugar del fantasma: $ <> a. 
Un ejemplo de el lo es e l caso presentado por Estela 
So lano21 (París). Un niño psicótico de 6 años, en tratamiento 
analítico, relata e l s i.guie nte sueño : «Soíié con un objeto que 
rne rniraba y nie volví una pieclra, no poc/ía hablar 111.ás 
ni n1overn1e. Soñé que era un objeto en el castillo de las sonz-
bras. Man1á se clur1nió y en el sueño ele 111an1á ya no era 
un niño, nie tra1t~jor1n é en objeto y no estaba ya allí. Son 
pesadillas que rengo todo el tiernpo. Soiié que un objeto 
tenía una voz, o que tenía dos cabezas. ¡Qué pesadilla!». 
En este sueño se v isualiza cómo e l niño a lcanza a soñar con 
e l fantasma del Otro, su «ser objeto» de la madre, lugar en 
e l que queda petr.ificado y vaciado de vida. 
Tomemos o tro ejemplo que me fue comunicado personal-
mente por Francesc Yllá (Barcelona). E l n iñ o en cuestión 
tiene 12-13 años en e l momento de la consul ta. Desenc adena 
su ps ic os is a los 3 años al estilo de una «dementia 
precoccis1ma». En ese momento, el niño pierde todas su s 
adquisiciones .evolut ivas: no juega más, no habla, se vuelve 
enurético, se masturba compul sivarnente . No para de comer 
y de beber hasta llegar al punto de vomitar; las únicas palabras 
que pronunc ia pe rtenecen a un menú de com ida , bastante sutil , 
al es ti lo de «c hamp ignons con crema de hierba'\». Aunque el 
tra tamiento anal ítico temperó sus episod ios de v iolencia, no 
podía parar de comer. 
[)urante las ent rev is tas, la m adre c uenta un sueño que tu vo 
re pet idas veces: « Va a contprar carne, kilos, rnucha ca rne., 
luu11h11 rguesas. va a Ja carn icería y contpra un peilazo 
~ 1 E. So lano. (<L t! monstrL~ a deux letes» , .f. ' uu ri~11 1e . .. IJf.1. cit .. p. 10.::t . 
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entero de carne». Esta escena de comida s in límites es la 
pri1nera parte de l sueño. E n la segunda, aparece e l p ro pio 
pad re. muerto, cu idando al niño, pero e lla te me que le pueda 
suceder algo n1alo. E n e l fantasma esta muje r incorpora un 
objeto oral sin introducir ninguna discontinuidad con lo que 
come: es un fantasma. de devorac ión. El niño se sitúa frente 
a este fantasma com a una boca que co me, realiza e n lo rea~ 
lo que la m adre sueña angustiada: una boca que devora. De 
allí que las pa labras que pronuncia son una lista de una comida 
infinita, que só lo puede detenerse devorándose a sí mism o. El 
niño como «conde nsador de goce» hace presente un real no 
simbolizable. 
Y en la perversió11, e l niño es identificado por la madre 
con el falo , por lo que la falta queda obturada . El niño se 
vuelve instrumento del goce del O tro, no hay metáfora sino 
goce ligado al falo . L acan afirma e R la «Cuestión preliminar»: 
«Todo el problenia de las perversiones consiste en con-
cebir córn.o el nilio .. . se identifica con el objeto i111aginario 
de ese deseo en cuanto que la 1nadre misma lo sünboliza 
en el falo». 21 Pero ex is te otra indicación de Lacan que apunta 
a esta cuestión : «¿Qué fue para ese n iño su madre, y esa 
voz por la que el a1nor se iclentijicaba con los 1nandatos 
de l deber ? Se sabe bien que para querer sobre111ane ra a 
un niño hay 111ás de un niodo, y también entre las n1adres 
de honiose.xuales» .~ 3 
Jacques-Alain MilJer -en su comentario del artículo de 
Lacan «Juventud de Gide o la letra y e l deseo>->- e.xami11ó 
esta cuestión en la figura de las dos madres de André Gide . 
Indica la disyunción entre el amor y e l goce que se p roduce 
en las pervers iones como efecto de la mortificac ión del 
deseo. ~4 La mn.dre de Gide, re presentante de la madre idea] 
que se ocupa con ·devoción de su h ijo luego de la muer1e del 
marido y renunc ia a Ja sexual idad , provocó e n su n iño una 
repulsión de l deseo que hace que bu sque una sal ida poi e l ICJd o 
' 
22 J. Laca n. «Oc u 11a cu estión preliminar ... » , op. c

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