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Economía - Fundamentos y Principios Apuntes

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ECONOMÍA
FUNDAMENTOS Y PRINCIPIOS
 
CÁTEDRA
PRINCIPIOS Y ESTRUCTURA DE LA ECONOMÍA
PRIMERA PARTE
(texto sujeto a revisión)
 
Autores: docentes miembros de la cátedra
 
Año 2020
INDICE 
 
 
Página 
CAPÍTULO 1 
La economía como conocimiento científico 
 
1 
CAPÍTULO 2 
Escuelas y Corrientes en la Historia del Pensamiento Económico 
 
23 
CAPÍTULO 3 
Posibilidades de producción de una economía y costo de oportunidad 
 
51 
CAPÍTULO 4 
Elección y conducta del consumidor: la demanda 
 
79 
CAPÍTULO 5 
El lado de la oferta de bienes y servicios. El papel de los productores 
 
99 
CAPÍTULO 6 
El Mercado 
 
117 
CAPÍTULO 7 
Medición de actividad económica 
 
165 
CAPÍTULO 8 
Índices de Precios 
 
187 
CAPÍTULO 9 
Estructura de la Economía Argentina 
 
223 
 
1 
 
CAPÍTULO 1 
 
La economía como conocimiento científico(1) 
Alberto José Figueras 
 
1. Introducción: conocimiento vulgar y conocimiento 
científico 
Vamos a abordar un tema tan complejo como los tipos o grados del conocimiento. 
Podemos decir, simplificando el panorama, que existe un conocimiento vulgar y un conocimiento 
científico. 
El conocimiento vulgar o ingenuo es nuestro conocimiento cotidiano. Aquél que se 
adquiere en la vida práctica, en la “experiencia” del mero vivir; y que resulta útil para 
desenvolvernos en la vida común “ de relaciones”. 
Este conocimiento tiene por fuente inmediata la propia experiencia, a la cual se le aplica el 
sentido común. Es decir, el criterio de realidad. 
Esta conformación tan particular del conocimiento vulgar, le da un carácter “aluvional”, 
desestructurado y asistemático. Lo cual implica que no constituye un cuerpo coherente, sino 
que, por el contrario, su característica es la de ser contradictorio. Esto es, el conocimiento 
vulgar al irse incorporando en nuestra matriz de ideas ya poseídas no es necesariamente integrado 
de manera coherente; de modo tal, que el nuevo conocimiento, recientemente adquirido, puede 
entrar en desacuerdo manifiesto (contradicción) con aquellos que le han precedido. 
Además, y como surge de lo anterior, el conocimiento vulgar, o del “hombre de la calle”, 
carece de método. No tiene un camino definido explícito, pautado, para abordar la realidad. Sólo 
está compuesto por una visión “ inmediata” del mundo, directamente aprehendida por los 
sentidos, o indirectamente por el filtro de transmisores (a menudo “ ideológicos” ) como los 
medios de comunicación masiva (los “ mass-media” ): la radio, la TV, el periodismo en general. 
El conocimiento científico, contrariamente al conocimiento vulgar, es sistemático (es decir, 
coherente) y metódico (posee un camino definido, “dando razón de cómo llega a sostener lo que 
afirma”). 
Es un conocimiento “de lo universal”, frente al conocimiento vulgar que sólo lo es “de lo 
individual”. Por ejemplo un campesino conoce las cualidades de su parcela..., un ingeniero 
agrónomo es capaz de conocer, a partir de la abstracción científica, las propiedades “de la tierra”. 
Además, la ciencia es un conocimiento de las cosas por sus causas. Es decir, procura 
establecer los “porqué”. Aquel campesino de marras puede saber, “por experiencia y sentido 
común”, que va a llover; pero el científico puede dar una explicación causal acerca de por qué va 
a llover. 
A los antedichos, es preciso adicionar otros conocimientos, tales como el filosófico, el 
técnico, el artístico, el teológico, etc.; que no son necesariamente menos acertados que el 
científico,... sólo distintos. Aquí únicamente agregaremos breves conceptos referidos a la técnica. 
 
1 Se agradecen los comentarios de todos los coautores de este libro. Los errores y deficiencias que 
persistan son absoluta responsabilidad del encargado de redactar el capítulo (Alberto José Figueras). 
Este capítulo reconoce como antecedente directo el Capítulo 1 de Díaz Cafferata, Figueras, Frediani, 
Recalde y Swoboda, 1999, “Principios de Economía”, Eudecor, Córdoba (pags. 15/35), titulado “La 
Economía como conocimiento científico”, que también estuviese a cargo de Alberto Figueras. 
 
2 
 
Se dice que la técnica es un conjunto de reglas aptas para dirigir una actividad cualquiera (Cfr. 
Benavídez, pág. 12). 
 
DIFERENCIA ENTRE CIENCIA Y TÉCNICA 
“La diferencia entre ciencia y técnica se resume en esto: mientras la primera se propone descubrir leyes a fin de 
comprender la realidad, la segundase proponecontrolar ciertos sectores de la realidad con ayuda de conocimientos de 
todo tipo, en particular científicos”. (Benavídez, pág. 12)2. 
Por tanto, la ciencia busca el conocimiento “puro”…, la técnica busca soluciones a problemas prácticos. Un 
científico es el físico que estudia la resistencia de los materiales. Un técnico es el ingeniero que aplica las 
conclusiones de aquel físico en la construcción de una obra concreta. 
 
Científico es el economista que, encerrado en su gabinete, desarrolla una teoría sobre los 
mercados. Técnico es el ministro de Economía que decide un curso de acción de política económica, a 
partir de las conclusiones de aquel economista. Puede, incluso, que la misma persona en distintos 
momentos asuma cada uno de estos roles. A veces científico, a veces técnico. 
 
2. ¿Qué es la ciencia? 
El hombre aspira, por su propia naturaleza, a conocer. A comprender la realidad. Para 
comprenderla es necesario explicarla. Tal explicación requiere la enunciación de leyes. 
Estas leyes se agrupan en conjuntos llamados teorías, encadenándose de un modo 
coherente y referidas a un sector concreto de la realidad y, de algún modo, posibles de ser 
contrastadas. Es decir, constituyen una unidad lógica y una unidad temática. Pero estas teorías (o 
conjuntos de enunciados) no emergen por accidente en la vida diaria, sino que exigen la 
aplicación de un esfuerzo (la investigación) dirigido de una manera particular (un método). A su vez, 
estos esfuerzos son expuestos de un modo y bajo un lenguaje singular y preciso, mediante el cual 
el conocimiento científico es comunicable a cualquier sujeto capacitado. 
Podemos decir, entonces, que el conocimiento científico es: 
a) un conocimiento objetivo. 
b) que se estructura en sistemas contrastables (es decir, que sus conclusiones son 
suceptibles de ser enfrentadas con la realidad). 
c) obtenido metódicamente. 
d) Y comunicado en un lenguaje específico, construido con reglas precisas y explícitas. 
 
3. Clasificación de las ciencias 
Desde que Aristóteles, en los tiempos de Alejandro Magno, realizó su clasificación de las 
ciencias, se han sucedido numerosos intentos. 
Hoy, la más aceptada de las divisiones, es aquélla realizada por Wilhelm Wundt (1832-
1920), que distingue entre ciencias formales y ciencias fácticas. Son ciencias fácticas aquéllas que 
se ocupan de hechos que están en el espacio y en el tiempo. De los enunciados de las ciencias 
fácticas se exige que sean corroborados en la experiencia. 
La lógica y la matemática, las dos ciencias formales, por el contrario, no tratan con 
hechos reales, ni con cosas, ni con procesos, sino con entes ideales: con formas. Formas en las que 
se puede verter un surtido ilimitado de contenidos empíricos. Esto es, se puede dar una 
 
2 Quizás para ser más precisos, menos ambiguos, deberíamos sustituir el verbo “descubrir” por 
“encontrar”, ya que un descubrimiento implica algo definitivo, pero las leyes científicas no son 
definitivas. 
3 
 
correspondencia entre esas formas y cosas o procesos pertenecientes a la realidad (M. Bunge 69, 
pág. 10), sean físicos, químicos o económicos. De allí la utilización extendida de las 
formalizaciones matemáticas en los más diversos campos. 
4. La lógica: la herramienta necesaria 
Lejos está de nuestros propósitos, y de nuestras posibilidades, presentar aquí un curso de 
lógica. Estas líneas sólo pretenden introducirnosa una herramienta de uso posterior. Además, tienen 
un objetivo, formativo-informativo acerca de un tópico que un alumno universitario no debe 
ignorar. 
Cuando hablamos de lenguajes formales, en mayor o menor medida, todos tenemos un 
concepto sobre la matemática... pero ¿qué es la lógica en sentido estricto? Siguiendo a Alfredo 
Deaño, diremos que es la ciencia de los principios de la inferencia formalmente válida. Es decir 
que estudia, en el fondo, las estructuras del pensamiento (Atención..., no de la génesis de las 
ideas, sino de su formación correcta). 
Estas estructuras son tres: concepto, juicio y razonamiento. 
• El concepto es una aprehensión simple. Una actividad por la cual el entendimiento se 
representa un objeto. Esto es una mesa... aquello un lápiz, etc. 
• El juicio, proposición o sentencia constituye una relación enunciativa entre conceptos. 
Aquí está lo importante: son los enunciados las estructuras pasibles de ser verdaderas o 
falsas. 
Si afirmamos “la parapsicología es una ciencia exacta”, nos encontramos con dos 
conceptos: “parapsicología” (sujeto del juicio) y “ciencia exacta” (predicado) vinculados por una 
cópula (que en rigor debe ser siempre el verbo ser, o reducirse por transformación a él). De aquí 
se desprende la tradicional simbología para los juicios afirmativos: S es P. 
Los juicios nos remiten al problema de la verdad, y a su asociado, de la verificabilidad (es 
decir, constatar su verdad al contrastar con la realidad). 
El problema de la verificabilidad resulta capital en lo que nos atañe: la ciencia fáctica. 
Solamente mencionaremos uno de los obstáculos que se yerguen contra la verificación. Es el 
problema de los llamados juicios universales que al referirse a un número infinito, o al menos 
innumerable de individuos, impide su verificación estricta. 
Si enunciamos: “ todos los gatos videntes ven en la oscuridad ” resulta incomprobable en 
toda su dimensión. Puede haber existido, o existir en el futuro, un sujeto (gato) que no cumpla con 
tal atributo. 
• Razonamiento: es una vinculación entre juicios. En él se produce siempre el paso de uno o 
más enunciados de partida (premisas) a otra proposición, que se infiere de aquellos, y que 
denominamos conclusión. 
Es importante tener presente que los razonamientos no son ni verdaderos ni falsos, sino 
que resultan ser válidos o no válidos. 
Un razonamiento deductivo es correcto, o válido. Esto es, decimos que cuando se han 
seguido las reglas del silogismo. 
El razonamiento será válido aun cuando lo afirmado en sus juicios sea completamente 
absurdo, siempre y cuando se hayan respetado las leyes de la inferencia. 
 
 
Por ejemplo: 
Retóricamente En símbolos 
Todos los africanos son rubios M es P 
Pelé es africano S es M 
—————————————— ———— 
Pelé es rubio S es P 
 
 
4 
 
Veamos el razonamiento del recuadro. Su conclusión no se condice con la realidad, aun 
cuando el razonamiento es válido. Con este ejemplo queda claro que la lógica tiene que ver con 
la coherencia, no con la verdad. 
La lógica estudia precisamente esto: la validez de los razonamientos. La verdad o falsedad de 
los juicios queda reservado a otras disciplinas. A la lógica sólo le importa la forma de razonar. Por 
eso lo de lógica formal. 
Hay razonamientos válidos que a partir de premisas verdaderas tienen necesariamente 
conclusión verdadera. Hay razonamientos válidos (como el del ejemplo), con premisas falsas y 
conclusión falsa. Y, atención, hay razonamientos válidos con premisas falsas y conclusión verdadera. 
Pero no hay razonamientos válidos que tengan premisas verdaderas y conclusión falsa. Esta 
última afirmación es de inestimable valor para la corroboración de las teorías científicas. 
Aristóteles fue quien primero estudió estos razonamientos deductivos (o silogismos), en sus 
obras los “Tópicos” y los “Primeros Analíticos” . 
El silogismo puede, incluso, reducirse a una regla única: “Lo que se predica del todo se 
predica de cada uno de sus elementos”. Lo cual es posible presentar bajo diagramas de conjuntos. 
Si recordamos, lo ya planteado  Lo que se dice de P (el todo) se dice de S (un 
subconjunto de ese todo). 
Observando la gráfica se entiende perfectamente por qué se llama a “S” el término 
“menor”; a “P” el término “ mayor ”, y a “ M ” el término medio (algo así como el puente lógico 
entre los otros dos) 
 
5. Los métodos: el camino que debe seguirse 
De acuerdo a lo antedicho, el conocimiento científico exige una actividad metódica. 
Es decir, un camino conveniente para llegar a él. Precisamente, método proviene de un vocablo 
griego que significaba “sendero”t 
 Todas las actividades humanas se valen de métodos. Incluso el conocimiento vulgar. La 
diferencia radica que en el saber vulgar, el método se basa en una mera aplicación “implícita“ del 
sentido común. En cambio, el método científico presenta reglas explícitas (que se exponen 
expresamente), fundadas en razonamientos que permiten conocer por qué se prefiere este camino y 
no otro alternativo. 
Muchos grandes teóricos, junto al desarrollo de sus concepciones, discutieron y construyeron 
métodos “particulares“: Marx elaboró el materialismo dialéctico, Weber el método comprensivo, 
Durkheim el positivismo, Parsons el método funcional, etc. 
 
OBJETO DEL MÉTODO CIENTÍFICO 
Pero ¿cuál es el objeto del método científico? Pues bien, su objeto es encontrar proposiciones que den 
razón fundada de los aspectos bajo estudio. Estos pueden ser reales o formales. La física estudia, 
por ejemplo, el movimiento de los cuerpos. Algo “real”. En cambio la matemática trabaja sobre 
construcciones formales, p.ej. los conjuntos. 
 
De las numerosas polémicas metodológicas que se han sucedido en la historia como un 
primer paso, aquí nos interesa la existente entre los dos grandes modalidades de razonamiento: la 
inducción y la deducción. 
Se llama “inductiva” una inferencia si de enunciados particulares (como las observaciones casuales 
o bien las de un experimento) se pada enunciados universales (como las teorías o las hipótesis). En 
definitiva, la inducción consiste en la enunciación de proposiciones universales del estudio de casos 
particulares. En la deducción, por su parte, acontece lo contrario. El antecedente es más universal que el 
consecuente. 
5 
 
La deducción es un proceso lógico por medio del cual, partiendo de una o más ideas no 
justificadas, a las que se denomina premisas, se infieren las conclusiones, las que son de menor nivel de 
generalidad 
La verdad de las conclusiones depende de la verdad de las premisas y del razonamiento 
válido: si son verdaderas, y el razonamiento es válido (es decir, no tiene errores) las conclusiones 
también lo son. 
Mientras la deducción va desde lo general a lo particular, la inducción, como se dijo, va de lo 
particular a lo general. De hecho singulares se enuncian proposiciones universales. 
Los inductivistas argumentan que con el método deductivo NO es posible descubrir nada nuevo 
(la conclusión ya está implícita en las premisas). Por lo tanto, es la inducción el método válido para 
alcanzar el conocimiento, y especialmente para ampliarlo. 
Por su parte, los críticos del inductivismo señalan –con razón– que no hay ninguna 
justificación que permita inferir con certeza, enunciados generales de una enumeración de casos 
particulares. Por lo tanto, el conocimiento así generado sería inseguro, eventual. 
Consideremos dos ejemplos, muy conocidos, para mayor claridad: 
 
MÉTODO DEDUCTIVO 
Todos los cuerpos tienen masa. 
A, B, C son cuerpos 
Luego, A, B, C poseen masa 
Nota: la conclusión se limita a los casos A, B, C. 
 
MÉTODO INDUCTIVO 
A posee masa; B posee masa; C posee masa. 
A, B, C son cuerpos 
Luego, todos los cuerpos poseen masa 
Nota: Aquí aparece un término universal “todos los cuerpos”; sin embargo, nada nos asegura que 
otro cuerpo, sea D o sea Z poseen masa 
 
EJEMPLOS DE INDUCCIÓN Y DEDUCCIÓN 
Paracomprender mejor veamos un ejemplo del ámbito de la economía. Supongamos que pretendemos 
estudiar los factores que inciden en la cantidad de hectáreas sembradas de soja en el Departamento San 
Justo de la provincia de Córdoba. Podríamos comenzar realizando una encuesta a distintos productores 
de esa zona en el año 2016, haciendo un listado de sus respuestas. Pero no nos quedaríamos con ese 
simple listado sino que intentaríamos encontrar elementos comunes en las respuestas. Digamos, 
generalizar a partir de unos pocos casos. Hasta aquí hemos ido desde los casos particulares (los 
productores) a un principio general. Este es el paso inductivo, o etapa inductiva del método científico. 
Esta generalización realizada (por inducción) será un visión simplificada de la realidad, y bien podemos 
denominarla “teoría”. A partir de esta “teoría” que pretende explicar las causas que llevaron en 2016 a 
sembrar soja en San Justo, podríamos realizar predicciones sobre el mismo suceso… pero en el año 2017 
y en un Departamento aledaño a San Justo. Ahora estamos yendo de una teoría (o sea, una 
generalización) a un caso particular que excede los casos empíricos estudiados (las encuestas). Estamos 
en la etapa deductiva. Hecha la predicción (p.ej. el año entrante se sembrarán tantas hectáreas de soja en 
el Departamento Marco Juárez), deberemos corroborarlo con los hechos (se acertará o se fallará en la 
predicción). Este ciclo completo: inducción, deducción y contrastación (con aceptación o rechazo), 
constituye el esquema arquetípico del método científico. 
 
6 
 
6. El método axiomático y el hipotético-deductivo 
LA DEDUCCIÓN 
La deducción es un método de demostración. Aristóteles fue quien la formulara primero de manera 
explícita, encontrando su expresión más acabada en la geometría de Euclides. La tradicional geometría, aquélla 
cuyos elementos vamos receptando desde los primeros años de la enseñanza elemental y media. 
El sistema axiomático consiste en desgranar un sinnúmero de conclusiones a partir de unos pocos conceptos 
iniciales. Euclides establece una serie de definiciones (inicialmente 23), siguen los cinco postulados y luego los 
axiomas. Más allá de una sutil diferencia entre postulados y axiomas, podemos llamar globalmente a ambos 
“supuestos”. Estos “supuestos” de partida, son proposiciones que se admiten sin demostración. Sobre su 
base se obtienen teoremas (o “predicciones“ ), que a su vez pueden ser cimientos de otros teoremas. 
 
 
Todavía hoy, a 2500 años, se discute el grado de verdad de esta geometría euclideana. Lo 
que sí podemos afirmar, sin asomo de duda, es la consistencia de sus deducciones. La coherencia 
interna, que debe ser la condición inexcusable de todo sistema de enunciados científicos. 
Como a esta altura ya se conoce, la geometría es una ciencia formal y a nosotros nos 
preocupa la economía, una ciencia fáctica. Sin embargo, el ejemplo geométrico cundió y todas las 
disciplinas, incluso las fácticas (o sea que trabajan con “hechos” y no con “formas ideales”) intentan 
axiomatizar sus sistemas. 
Así, Aristóteles consideraba la investigación científica como una progresión de las 
observaciones hasta los principios generales, para luego volver a las observaciones. Es decir, que 
existirían dos etapas: una etapa inductiva y una etapa deductiva. 
Sostenía que una ciencia particular es un conjunto deductivamente organizado de 
enunciados. Insistió, y es esto enormemente importante, que dentro de cada ciencia debe haber 
algunos principios que no puedan deducirse de otros principios anteriores. Estos principios (o 
supuestos) juegan como premisas para las deducciones. 
El método que acabamos de relatar es el llamado método hipotético-deductivo. Karl 
Popper, su sistematizador contemporáneo, afirmaba ya en 1934, que era necesario dejar de lado 
el método inductivo (que puede resultar un buen generador de hipótesis durante la l l a m a d a 
“etapa de descubrimiento ” ) y reemplazarlo por otro que centrara su atención sobre los 
procedimientos de corroboración de los enunciados ( o podríamos llamar “ teoremas” ) científicos. 
De acuerdo a este método propuesto, de principios generales se deducen enunciados 
particulares capaces de confrontar con la realidad, y si sus proposiciones concuerdan con esta 
realidad, aquellos principios generales son aceptados provisoriamente. Esto es lo relevante: 
provisoriamente. Desde el ángulo científico toda certeza es imposible. En palabras de Popper: “ de 
lo único que puede dar certeza la ciencia es de su propia ignorancia” . 
¿Por qué? pues, porque los casos que confrontamos con nuestro enunciado científico (“ ley ”) 
son finitos, un número limitado; e ignoramos si existieron, existen o existirán situaciones de la 
realidad observable que contradigan nuestra proposición científica, o sea “ que la refuten ” . 
El camino de la ciencia no es entonces, como el común de la gente cree, un sendero 
de certeza, tachonado de “verdades”. Por el contrario, no es ni más ni menos que un 
conjunto de “conjeturas y refutaciones de tales conjeturas”. 
Si el lector se retrotrae a la definición de ciencia que presentamos, observará que dentro de 
sus características no enumeramos la certeza, ni la verdad, ni siquiera la posibilidad. Sostener (o 
creer) que el conocimiento científico es un acopio de verdades, es caer en un nuevo fetichismo. Esta 
nueva idolatría resulta ser un lugar común en muchos de los llamados “comunicadores sociales”. 
Con lo cual en vez de informadores, resultan deformadores. 
Como aclaración muy relevante, por razones de simplicidad, hemos presentado solamente la 
perspectiva llamada “positivista” (que es la predominante entre los economistas). Pero ésta no es la 
7 
 
única ni mucho menos. Existen otras que se le oponen. Además hay otras miradas que entienden la 
ciencia como una mera construcción social (dependerá pues de su contexto histórico temporal) y que su 
aproximación a la realidad está muy lejos de ser “objetiva” (sería, en principio, “social”). 
PARA RECORDAR 
En este capítulo presentamos el problema del conocimiento, y brevemente su desarrollo histórico. Es 
nuestro propósito remarcar la preeminencia del conocimiento científico por sobre el conocimiento vulgar, 
pero teniendo presente tres aspectos fundamentales, que muy a menudo parecen ser olvidados: 
1) El conocimiento científico es uno entre otros muchos, que no son necesariamente menos 
acertados que el científico, sólo distintos (como el filosófico o el teológico). 
2) Las proposiciones científicas no son necesariamente verdaderas (y menos aún definitivas) sin 
o meramente provisorias. Por ende, no debe endiosarse a la ciencia, como de habitual sucede, 
identificándosela con “la Verdad ”. 
3) Evitar posiciones “cientificistas”, es decir, creer que “conocer es conocer científicamente” (V. 
Pareto) y sólo científicamente. Error, también, bastante común en nuestro tiempo. Casi todo 
lo importante del hombre, desde el amor hasta el sueño, desde la pasión hasta la esperanza, es 
irreductible a esas ideas “claras y distintas” de las cuales hablara René Descartes hace más de 350 
años. 
 
LA CIENCIA COMO CONSTRUCCIÓN SOCIAL 
 
El primer autor que consideró los aspectos sociales de la ciencia extendidamente fue Robert Merton, inicialmente 
en su tesis doctoral, de 1937, “Ciencia, tecnología y sociedad en la Inglaterra del siglo XVII” y luego en “Social 
Theory and Social Structure” (1949). Allí nos dice que los científicos han comenzado a reconocer su dependencia de 
la estructura social, particularmente considerando que la ciencia es también un “conjunto de valores y costumbres 
culturales que gobiernan las actividades científicas”. 
 
Luego, cronológicamente, llega el análisis conceptual de Thomas Kuhn. Este autor, en su obra de 1962, "La 
estructura de las revoluciones científicas", sostiene que los cambios en el conocimiento están determinados por 
factores históricos, y se modifica segúnel momento y el contexto de referencia cultural3. En realidad, Kuhn 
presenta una visión sociológica de la historia de la ciencia, y no una perspectiva metodológica del “buen hacer 
científico”, como pretende Popper. No critica la historia de la ciencia con la metodología sino que ha deducido su 
metodología de la historia. Los aspectos culturales en general e incluso psicológicos cobran importancia, hasta el 
punto que en su mirada, de alguna forma, se elimina la posibilidad de “objetividad” en el conocimiento. 
Otros destacados autores, en los años ´70 y ´80, como Bourdieu, Latour, Bloor, Mulkay y un largo etcétera, 
reflexionan sobre la construcción social de la ciencia.Todas ellos comparten, a pesar de sus disputas, que las ideas 
científicas no son “objetivas” a partir de hechos u observaciones sino que son sociales. De allí el relativismo del 
conocimiento científico generado. El cual no difiere sustancialmente de otros conocimientos, excepto por su 
mayor eficacia en la resolución de problemas prácticos (es decir, que solamente tendría una ventaja instrumental, 
pero no mucho más). Es la mirada del conocimiento científico como una práctica social más. Y algunos llegan a la 
conclusión de que la ciencia es, en definitiva, sólo una creencia entre otras creencias. 
 
Además de estas perspectivas, se yergue otra figura de gran peso. Un feroz juez de los métodos y 
resultados de lo que suele denominarse el Proyecto Científico de la Modernidad4: Paul Feyerabend. Si bien puede 
parecer un autor dentro de la tradición empirista anglosajona, llega a defender conceptos críticos que caen muy mal 
a los adoradores de la ciencia. Así sostiene, dentro de lo que se tilda de “anarquismo metodológico” (término que él 
nunca aceptó para sí) que existe una ideología científica, enquistada en el proceso educativo, que “no deja espacio 
para otras tradiciones”. Además, remarca que la racionalidad científica “no es un árbitro entre tradiciones sino una 
tradición más”. Y escribe terminantemente que: “La ciencia no es sacrosanta. El mero hecho de que exista, sea 
admirada y produzca resultados no basta para hacer de ella una norma de excelencia”(5). 
 
3 Los humanos somos seres sociable; y en ese vínculo interactivo creamos cultura (lenguaje, valores, 
costumbres y productos). Aristóteles decía que el hombre es un zoo politikon. En la mirada ingenua, se 
suele minusvalorar el enorme peso de la cultura (como ésta se define sociológicamente). Hablamos 
español y no sueco pues es nuestra cultura. No usamos toneletes o kimonos por que no es nuestra 
cultura. Hasta la mirada de la belleza en el arte es absolutamente cultural: la famosa estatua de la Venus 
de Milo (expuesta en el Museo del Louvre) se vio entronizada como modelo supremo de belleza y 
perfección corporal femenina por la sencilla razón que sus proporciones (casi de “matrona”) 
coincidieron con las que eran admiradas por la cultura europea cuando se descubrió la milenaria estatua 
en una isla del Egeo, en 1828. 
4 Su conceptualización estricta implicaría una presentación que supera largamente los alcances de este 
texto, y exige vastas lecturas. 
5 Cuestiona también los resultados, no sólo la metodología. En el horizonte surge el mito griego de Ícaro, 
8 
 
7. Dos temas particulares: objetividad y causalidad 
Cuando conceptualizamos la ciencia, dijimos que es un conocimiento objetivo. Pero ¿qué 
entendemos con ese término? 
Entendemos por “objetividad” lo atinente al objeto. Algo externo e independiente del 
sujeto cognoscente. Sin embargo, pensar en una independencia absoluta y total es caer en 
ingenuidad. 
El mismo entorno del científico es condicionante. La misma definición de las líneas de 
investigación indica que en el trabajo analítico influyen ciertas contingencias sociales. Esta carencia 
de objetividad (en el sentido de ausencia total de apreciaciones valorativas) es mucho mayor en el 
caso de las ciencias sociales, habida cuenta de que el investigador es al mismo tiempo “actor” (en 
el medio social a estudiar) y “ observador ” . 
El conjunto de estas señalizaciones acerca de la condicionalidad social del conocimiento 
científico es estudiado por la sociología del conocimiento. Esta disciplina teoriza acerca de la 
determinación social del conocimiento científico. Cuestionando, puede decirse, la objetividad de 
la ciencia. 
Karl Popper señala que esta afirmación cae en un paradojal relativismo dogmático, pues no 
se relativiza a sí misma; ya que sostiene que todo conocimiento está condicionado culturalmente, 
con excepción del conocimiento que genera a esta proposición. 
Por otra parte, sostiene Popper, la objetividad de la ciencia no se funda en la actitud 
avalorativa de sus practicantes sino en la posibilidad intersubjetiva de verificación empírica de sus 
proposiciones. 
No obstante, esto puede ser muy rebatido. Muchos autores han destacado que la ciencia es una 
construcción social, incluso una creencia más entre otras, y muy cuestionable como lo sostiene Paul 
Feyerabend (ver Apartado). 
Por otra parte, la explicación científica es una transición desde el conocimiento de un hecho 
hasta el conocimiento de las razones que generan el hecho. Aristóteles afirmaba que conocer 
(científicamente) es conocer por causas. La concepción científica clásica afirma que “las leyes son 
las relaciones forzosas que se derivan de la naturaleza misma de las cosas” (Montesquieu). 
Entre los requisitos extra-lógicos, ya sustentados por Aristóteles, como necesarios para las 
interpretaciones científicas se incluye la relación causal. Exigiendo que en la etapa deductiva, las 
premisas sean causa de la atribución hecha en la conclusión (con lo cual se pretende distinguir las 
conexiones causales de las meramente accidentales). 
Soslayaremos aquí, por razones de espacio, la polémica que enfrenta hoy la filosofía de 
la ciencia: ¿es la realidad un “universo abierto” o un “universo cerrado”? En otras palabras, 
¿acontece todo necesariamente de acuerdo a leyes ineludibles? o, por el contrario, ¿existe un 
indeterminismo por la presencia del azar? 
 
¿QUÉ ES LA ECONOMÍA? 
Existen múltiples definiciones de economía. La más convencional es la de Lionel Robbins, formulada en 1932, 
que dice: “Economía es la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos 
que tienen usos alternativos”. 
Como se aprecia, la definición resalta lo que entendemos constituye el aspecto central de la reflexión económica: la 
escasez (que emerge de la relación entre fines ilimitados y medios escasos). 
 
que desoyendo el consejo de su padre, Dédalo, de que no se aproximara demasiado al sol pues se 
derretirían sus alas y se precipitaría. Para los antiguos griegos, es la alegoría del hombre que persigue 
obsesivamente el “conocimiento”. 
9 
 
La economía sería, entonces, una disciplina que, como afirma el profesor Röpke (en un trabajo de 1955), “ no 
es, en el fondo, sino una teoría de las alternativas” . Tal concepción se confirma en la práctica de la 
investigación, ya que nuestra disciplina ha avanzado hacia áreas antes propias de otras “ciencias” . Famosos son 
los estudios de Gary Becker (Premio Nobel 1992) sobre las conductas familiares. ¿Pero cómo es posible realizar 
estas aplicaciones tan particulares? Pues, porque la vida humana no es sino un continuo elegir; y si la 
economía estudia cómo optar entre posibilidades diversas, la conclusión es obvia: su instrumental puede 
ser aplicado en un amplio universo. 
Es posible apuntar que la definición de Robbins puede verse como limitada, en cuanto mira a la economía 
sólo como “un estudio de la conducta humana”; sin embargo, como dijimos en el texto nuestra ciencia va 
más allá y “estudia un aspecto dela realidad social” o del sistema económico, dentro del cual se desarrollan 
las conductas humanas. No obstante esta limitación, seguimos considerando al concepto de Robbins como el 
más operativo y clarificador 
 
8. El caso particular de la ciencia económica 
La teoría económica estudia un aspecto de la realidad social, y sólo uno: el aspecto 
económico. Dicho de otro modo, estudia al hombre desde el ángulo de su actividad económica, en el 
marco de las relaciones interhumanas, que constituyen el tejido social (sistema social). 
Hemos utilizado un concepto primitivo: actividad económica. Ahora, para mejor 
comprendernos, diremos que la actividad económica en una sociedad abarca “ la producción, 
distribución y consumo ” de los bienes escasos (y capaces de satisfacer necesidades). 
Ahora bien, la economía es profundamente compleja, (como toda la realidad, “social” o “ 
natural ” ). Por lo tanto, el estudioso de esta intrincada realidad no tiene otro camino que desarrollar 
una estrategia de “aproximación” basada en la simplificación. 
Esta simplificación se basa en abstraer elementos, los cuales entiende como los más 
importantes determinantes del segmento de la realidad que pretende estudiar. Construye un 
esquema, no idéntico a la realidad, sino aproximado por simplificación. Se dice que ha 
construido un “modelo”. Para decirlo sencillo y como primera aproximación, una representación sencilla 
de la realidad (o de uno de sus aspectos). Los modelos son absolutamente necesarios para comprender 
el funcionamiento de la sociedad. 
 
PARA TENER PRESENTE 
El lector deberá tener siempre presente que estos esquemas, a menudo criticados por quienes desconocen 
las metodologías científicas (v. gr. el periodismo), no resultan un empobrecimiento de la realidad, sino una 
norma que pone arquitectura en un aparente caos. Pero no hay que confundir el modelo con la realidad 
misma. Sería como confundir nuestra ciudad con su plano a escala. Este último es sólo una guía 
aproximada... e inmensamente útil. 
 
Estos procesos de abstracción, estos modelos, se construyen sobre unos principios de 
partida, llamados “supuestos”. Tales supuestos cumplen el mismo rol que los postulados en 
geometría. Es decir que: 
a) no están sujetos a deducción de otros principios más básicos. 
b) son “razonablemente ” verdaderos pero no necesariamente comprobables. 
c) funcionan como premisas en la estructura lógica para deducir las conclusiones y 
correlaciones que se encuentren en los niveles más bajos de generalidad. 
d) Además, pueden utilizar conceptos que se refieren a elementos que no puedan ser observados 
directamente (p.ej. el concepto de utilidad marginal en la teoría microeconómica neoclásica de la 
demanda) 6. 
 
6 Dani Rodrik, entre otros, critica en su obra “Las Leyes de la Economía” que existan en las teorías 
10 
 
Si bien, otras ciencias no los explicitan con tanta insistencia como la economía, todas, 
absolutamente todas, poseen supuestos de partida. Es decir, hipótesis que permiten establecer 
relaciones entre hechos. Así, por ejemplo, en química en el siglo XVIII se suponía la presencia del 
“flogisto” para explicar la combustión. En física newtoniana, en otro ejemplo, se supone la existencia 
de una sustancia singular, el éter. Sin embargo, pese a conocerse hoy su inexistencia, no por ello 
se modifican las predicciones de tal teoría física. 
Podemos, entonces, decir que las explicaciones teóricas hacen referencia a “relaciones” 
invisibles, cuya existencia es propuesta por la teoría, y cuyas implicaciones son deducidas 
lógicamente, y luego corroboradas por observaciones. las explicaciones teóricas constan de: 
a) supuestos (p. ej. los sujetos quieren maximizar sus ganancias). 
b) variables relevantes (p. ej. el precio y la cantidad). 
c) hipótesis vinculante (por ej. cantidad demandada en función del precio). 
d) conclusiones o predicciones de hechos observables (p. ej. el precio subirá). 
 
La economía en particular, sostiene como supuesto básico el “principio de conducta 
racional”, que consiste en sostener que el hombre, ante cada decisión, enfrenta rendimientos 
y esfuerzos para valorar: fines vs. medios. Este patrón de conducta se concreta en el sujeto que, 
se supone, opera como agente de la actividad económica: el “homo economicus” (u hombre 
económico) . Un ejemplo de este accionar racional es la conducta que se propone para el 
consumidor, consistente en asignar sus recursos presupuestarios escasos de forma coherente con sus 
gustos. 
Incluso la misma línea heterodoxa, la línea crítica constituida por la vertiente del análisis 
marxista, sostiene implícitamente “ la conducta racional ” . En tal sentido Charles Wright Mills hace 
notar que el accionar de las clases según Marx, se producirá siempre y cuando sus miembros 
tengan un conocimiento racional de los intereses de su propia clase ( “conciencia de clase para sí” 
) y repitiendo a Veblen concluye: “Esta idea es tan racionalista en sus suposiciones psicológicas 
como el neoclasicismo ” . 
Podemos, pues, concluir que el supuesto de conducta racional (o sus sustitutos, como “la 
racionalidad limitada” de H. Simon, tan importante en los estudios administrativos) está presente 
en todas las teorías, entendiéndola como un “cálculo de ventaja”, en un intento del sujeto de 
definir el mejor curso de acción que le dejará en una posición más favorable de acuerdo a sus 
objetivos. 
¿QUÉ SON LOS MODELOS? 
Con modelo no se quiere significar, como en el lenguaje coloquial, una situación “ideal” a imitar sino 
una representación teórica simplificada a partir de una cierta mirada de “la realidad”7. No es “la 
realidad” misma sino una construcción. Se suele decir que es un constructo, La simplificación que da 
origen a estas construcciones se basa con frecuencia en un proceso de abstracción8 mediante el cual se 
aíslan ciertos elementos o propiedades fundamentales de un fenómeno, dejando de lado otros aspectos 
que se entienden como secundarios. 
 
económicas conceptos no observables, pero esta afirmación demuestra al menos un desconocimiento: 
lo que sucede en otras disciplinas no sociales, como la química. Evidentemente, Rodrik ignora, por 
ejemplo, que una de las teorías más potentes desde hace más de cien años, la teoría/modelo del átomo 
se basa en una serie de elementos inobservables (hasta ahora). Nadie nunca vio un protón o la órbita de 
un electrón, etc., y, tal vez, nunca se puedan observar. No es el único vacío epistemológico que Rodrik 
muestra en esa publicitada obra, v.gr. no parece conocer las grandes figuras de la epistemología y de la 
sociología de la ciencia del último medio siglo, ya que ni las menciona. 
7 Estrictamente, el tema es mucho más complejo pues filosóficamente el mismo concepto de “realidad” 
es discutible. Pero éste texto no es un curso de filosofía, por tanto no nos detenemos aquí. 
8 Pues se abstraen, se separan algunos elementos. 
 
11 
 
En Economía, es habitual que los modelos se expresen mediante una ecuación, o un sistema de 
ecuaciones que relacionan entre sí un conjunto de variables (o determinantes). Muchos modelos 
permiten una representación gráfica, diagramática, que resulta más intuitiva, accesible y clarificadora. A 
modo de ejemplo, imaginemos que un determinado fenómeno social depende de infinitas causas (dicho 
formalmente, “Y” es función de x, w, k, g,…z variables), pero tenemos una perspectiva teórica que 
señala que podríamos explicar este fenómeno a partir de una sola variable. Lo cual es mucho más 
sencillo de manejar (aunque no incluya todos los factores en juego). A partir de dicha idea teórica, 
construimos un modelo simplificado aislando esa causa y expresándola mediante una función:decimos 
que Y es función de x [de modo formal, Y= f(x)]. 
 
 
 
Las definiciones y el uso preciso del vocabulario 
Decía Kant que pensar es pensar por conceptos. Efectivamente, en nuestra mente realizamos 
elaboraciones por medio de “ ideas” ; o, como gustaba decirse en la Edad Media, por “ universales” . 
Para comprender mejor esto basta con asimilar conceptos a palabras. Es a través de ellas que 
efectuamos nuestros razonamientos y nos comunicamos. Así nos encontramos con dos elementos: 
el SIGNIFICANTE (el vocablo) y el SIGNIFICADO. Ambos elementos están íntimamente unidos, 
como las dos caras de un papel, y dominados por una relación de carácter absolutamente arbitrario. 
Nada hay, por ejemplo, en la combinación de sonidos que componen la palabra “ árbol ” que la 
una necesariamente con nuestra imagen (significado) de un árbol. Lo mismo podríamos decir si 
pensáramos en inglés (tree), o en francés (arbre), o en alemán (baum). 
Entramos, entonces, en el problema de la definición. Etimológicamente definir significa “delimitar ” 
, pues precisamente consiste en delimitar el término. Acotarlo. Señalar su alcance. 
El conocimiento científico exige un lenguaje preciso y especial, libre de toda ambigüedad. Es 
imposible avanzar en ciencia sin definir conceptos. Por ello se recurre, entonces, a las definiciones 
“operativas”, que resultan válidas (operan) en el marco exclusivo de la teoría (o modelo) de que se 
trate (Giner, 1974). 
Si bien esto es necesario en toda ciencia, resulta particularmente importante en las 
ciencias sociales, dada la vaguedad con que se usan muchos conceptos en la vida corriente. Por 
ejemplo, la noción de democracia posee acepciones diversas. Para trabajar, pues, una teoría 
política acudiríamos a una definición operativa en la cual puntualizaremos a qué cosa llamaremos 
democracia en ese marco teórico. Lo cual no necesariamente se corresponderá con una idea en 
la que estén todos previamente de acuerdo (Giner, pág. 36). 
 
9. Construcción y prueba de la teoría 
Veamos cómo opera el método hipotético-deductivo, que habíamos conceptualizado 
como el más publicitado y defendido (no sabemos si aplicado) en la teoría económica (y del 
cual habíamos presentado un ejemplo propio en nuestra disciplina). 
Pues bien, a partir del sencillo supuesto de la conducta racional, de la introducción 
sucesiva de hipótesis auxiliares (según cada caso particular a tratar), y la presencia de la cláusula 
protectora “ c e t e r i s p a r i b u s ” , se desgranan lógicamente todas las conclusiones de la 
teoría. El cursograma que acompañamos muestra claramente la secuencia, comenzando por los 
“procesos económicos” de la realidad social, abstrayendo por inducción ciertos elementos, ensayando 
una teoría o modelo, y deduciendo de allí enunciados (predicciones) observables. Estas predicciones 
se contrastan con la realidad. Dos posibilidades se presentarán: (a) si la predicción que nos brindó la 
teoría se corresponde con la realidad aceptamos provisoriamente la teoría. Aquí el adverbio es muy 
relevante: provisoriamente. La teoría no es una verdad definitiva, sino solamente una conjetura que se 
admite momentáneamente. ¿Hasta cuándo? Hasta que encontremos un caso concreto en que no se 
cumpla. (b) Por otro lado, si la predicción no corresponde a la realidad, diremos que la teoría “falla” (en 
palabras del mencionado Popper, se dice que está “falsada”), y en tal caso la reformularemos, 
reiniciando todo el proceso. 
 
12 
 
EL MÉTODO DE FORJAR LAS HIPÓTESIS 
Como aclaración, señalaremos que el método de forjar las hipótesis y modelos no está pautado 
científicamente, pero suele aceptarse que un camino conveniente es un proceso inductivo sobe la 
realidad observable. Abstrayendo los elementos esenciales para cada caso, y conformar a partir de ellos las 
hipótesis. 
A esta altura de la exposición surge la pregunta crucial, cuya polémica respuesta da lugar a 
más de un debate: ¿deben someterse a prueba los supuestos o meramente las conclusiones? La 
respuesta, a nuestro modo de ver concluyente, nos llega desde la epistemología positivista, de la 
práctica cotidiana de otras disciplinas: sólo las conclusiones. Los supuestos son testeados, en cierto 
modo, de manera indirecta por la capacidad predictiva de las conclusiones. Si éstas concuerdan con 
la realidad, se aceptarán los supuestos de partida como razonablemente verdaderos9 
Para clarificar la exposición, ejemplifiquemos la construcción de una proposición (o “ley”) 
económica, aplicando los rudimentos de lógica introducidos 
Si los sujetos económicos se comportan “racionalmente” (supuesto). 
Y el vínculo Precio y Cantidad, en la conducta del demandante es una relación inversa (teoría). 
 
 Entonces, debe observarse que: ante una baja en el P la cantidad demandada aumenta 
(predicción) 
 
Es este último enunciado el que se confronta con los hechos y, si concuerda, ¿queda 
verificada la teoría? En realidad, queda corroborada provisoriamente, en virtud de no haberse 
encontrado elementos suficientes para rechazarla. 
Veamos este otro ejemplo: 
 
Si los sujetos económicos se comportan “racionalmente” (hipótesis o supuesto). 
Y, en la conducta del trabajador, el vínculo entre salario y horas de trabajo es inverso (teoría). 
 
 Entonces, debe observarse que: ante una baja en el salario la gente querrá entregar (ofrecer) más 
horas de su vida al trabajo (predicción) 
 
 
Esta última proposición, bien sabemos, no se cumple. ¿Qué pasa entonces? Se sabe que 
cuando un razonamiento es válido si la conclusión es falsa, sólo puede provenir de (una o más) 
premisas falsas. Por tanto, si nuestra predicción no se cumple, una de las premisas, la “ley” o el 
“supuesto”, debe ser “rechazada” , reelaborando la teoría. Esto es lo que se llama “refutar una 
teoría”. En nuestro caso, la “ley” o teoría, “el vínculo entre salario y horas de trabajo es inverso” es 
incorrecto. En los hechos, este vínculo es directo y no inverso. Sube el salario, suben las horas de 
trabajo. 
 
RESUMIENDO 
En definitiva, resumiendo, sucesivas corroboraciones no bastan para establecer una proposición 
como “verdad científica”, aunque una sola refutación basta para desecharla. 
 
A falta de posibilidades de experimentación controlada, en economía se acude simplemente a 
observaciones. Las cuales se obtienen (y procesan) a través de las llamadas “series de tiempo” (en 
las cuales se siguen variables a través del tiempo: por ejemplo, la producción argentina de trigo 
desde 1930 hasta hoy), y las conocidas como “datos de corte transversal ” (en donde se estudia una 
variable en un momento del tiempo: por ej. la producción de trigo de 1991, en los distintos países 
de América. 
 
 
9 A esta posición la enfrenta la crítica del “realismo socialista”, vieja tradición que se remonta a los 
socialistas utópicos de la primera mitad del siglo XIX (para ver su ubicación histórica, consultar Cap. II, 
punto 8). 
13 
 
Retomemos la pregunta: ¿Deben someterse a prueba los supuestos o sólo las conclusiones? 
Hay quienes, desconocedores de la mecánica metodológica de las ciencias, abogan por una 
Economía “ más real ” , queriendo significar con esto que es necesario trabajar sin supuestos. 
Esto es literalmente imposible, toda teoría exige supuestos. Sin supuestos simplificadores no 
existiría la teoría. De esta disciplina o de cualesquiera de las que configuran nuestro saber. 
Pero estos supuestos condicionan las conclusiones, ¡ pues constituyen las premisas del 
razonamiento! Aquí surge inevitable –como dijimos– la polémica sobre “el realismo de los 
supuestos” . 
Suelen mencionarse dos prestigiosas y antagónicas posiciones. Milton Friedman, en su ensayo 
de 1953, defiende la tesis extendida en otras ciencias de que la única prueba para una teoría es 
su capacidad de predicción. Leontief, en un artículo de 1971, ex ge que la teoría se apoye en 
supuestos derivados empíricamente.Es evidente que la proposición de Leontief, resulta la más conveniente, pero a menudo 
supuestos “ irreales” resultan científicamente fecundos (recordemos el caso del éter en la física 
de Newton). Por otro lado, el grueso de las teorías económicas prevalecientes en el uso cotidiano 
han optado por la concepción positivista clásica: someter a prueba sólo las predicciones y no los 
supuestos de una teoría. Los supuestos se someterían a prueba indirectamente al corroborar las 
conclusiones. Digamos que quedarían justificados. Si éstas concuerdan con la realidad, entonces 
decimos que los supuestos son razonablemente aceptables (o al menos operativos). 
Además, entre dos teorías, con la misma capacidad de predicción, optaremos por aquélla 
que posea un menor número de supuestos. Aplicando el principio llamado “ la navaja de Occam 
” , (en recuerdo del famoso pensador inglés de la orden de los franciscanos, que viviera en el siglo 
XIV). A aquel modelo con menor número de supuestos se le considera “un modelo más sencillo ”. 
Un autor contemporáneo, Dani Rodrik, se concentra en discutir en los modelos solo aquellos 
supuestos que llama “críticos”, entendiendo por tales aquellos cuya “modificación en pos de un 
mayor realismo produce una diferencia significativa en la conclusión ofrecida por el modelo. En 
este sentido, muchos supuestos, por no decir la mayoría, no son críticos” (Rodrik, 2015, pag. 
39). De todos modos, cuando plantea los que a su entender deben ser los principios generales 
de selección de modelos (en donde desliza algún concepto epistemológico muy discutible) 
sostiene la necesidad de “verificar la validez de los supuestos críticos” para que “reflejen el 
entorno en cuestión” (Rodrik, op.cit.) 
 
10. Vinculación entre Economía y Ética 
Hemos hablado de la Economía pero no hemos puntualizado qué cosa específicamente 
estudia esta disciplina. Para clarificarlo utilizaremos la conocida conceptualización de Lionel 
Robbins, en su obra “Ensayo sobre la naturaleza y significación de la ciencia económica” (1932). 
Allí nos dice que la economía estudia la conducta humana como una relación entre los fines 
ilimitados (necesidades) y medios limitados de usos alternativos (los recursos). 
Ahora bien, hasta el mercantilismo, en el siglo XVI, las proposiciones económicas estaban 
enmarcadas y teñidas por contenidos éticos. A partir de entonces economía y ética desandarán 
caminos distintos. 
Podemos decir que la disciplina económica no es moral ni inmoral sino “amoral”. Esta es la 
tesis sostenida por G. Pirou y L. Robbins. Para comprender el porqué de esta afirmación basta 
con releer el concepto de economía, líneas más arriba. 
Allí habla de fines, y éstos pueden ser morales o inmorales. Sin embargo, al economista sólo le 
interesa que los medios para satisfacerlos resultan escasos, preocupándose por la asignación de los 
mismos. 
En resumen: las teorías económicas (la Economía) son enteramente neutrales respecto a 
los fines. El problema de la valoración (o juicio) sobre los fines pertenece a la Ética 
 
14 
 
11. Objeto de Estudio de la Economía 
Ya hemos adelantado que la economía estudia un aspecto de la realidad social: el aspecto 
económico; y en un apartado hemos presentado una de las definiciones mas extendidas y valoradas, 
la de Lionel Robbins, Ahora, más en concreto, vamos a señalar que la disciplina económica 
pretende aislar factores que determinan cosas tales como: por qué se mueve el tipo de cambio, 
qué cosa altera el precio del pan, qué origina el aumento de los alquileres de las casas de veraneo 
durante la temporada, etc. 
Es, entonces, su problemática la actividad económica que surge de la presencia de una 
escasez relativa (el principio de escasez) que exige una elección entre decisiones alternativas. La 
economía es entonces una disciplina que estudia decisiones alternativas en un ámbito de “carencias”, 
en un marco de escasez. Estos aspectos se profundizarán en el Capítulo 3. 
Ahora bien, el profesor Samuelson (Nobel 1970) nos dice que cualquier tipo de sociedad, 
e incluso el mismo Robinson Crusoe (personaje de la novela del siglo XVII de Daniel Defoe), deberá 
afrontar tres problemas económicos básicos, que pueden representarse sucintamente por tres 
preguntas: ¿Qué?; ¿Cómo?, y ¿Para Quién? 
a) Qué (y cuánto) producir: es decir cuáles serán los bienes y servicios a elaborar de los 
infinitos posibles; y en qué cantidad 
b) Cómo producirlos: esto es, con qué recursos y con qué técnica es conveniente enfrentar esa 
producción. 
c) Para quién se elaborarán esos bienes y servicios: lo que significa preguntarse cómo se va a 
distribuir el producto elaborado. 
La manera en que se resuelven estos problemas variará según el grado de complejidad de la 
sociedad; (sociedad primitiva, sociedad feudal, sociedad industrial, etc.) y el sistema de propiedad 
vigente (economía de mercado vs. economía central planificada o socialismo). 
Variables, Modelos y Teorías 
Es conveniente puntualizar algunos conceptos que se manejan con profusión. Así, a menudo 
utilizamos los términos “teoría” y “modelo” como sinónimos. 
Entendemos por modelo o teoría u n a representación teórica y simplificada (puesto 
que nunca podrá ser completa) de un aspecto de la realidad social o económica, mediante la 
determinación de un conjunto de relaciones (o funciones). 
La forma que asumen los modelos/teorías puede variar en el sentido de acudir o no a 
símbolos matemáticos; y se puede expresar en conceptos (o sea, palabras), gráficos, diagramas, 
ecuaciones o una mezcla de todos estos instrumentos. 
Dentro de los componentes de un modelo/teoría existen “relaciones funcionales”, 
condiciones dadas (o elementos exógenos) y elementos endógenos o variables (que a su vez, como 
el lector conoce por otras disciplinas, se distinguen en variables explicadas y variables explicativas, v. 
gr. y = (x, w,z)). Desde ya que, en cada modelo o teoría, con fines operativos se seleccionan 
solamente las variables consideradas relevantes para esa oportunidad. 
Es decir, que un modelo/teoría se concentra habitualmente en un estudio solamente de una 
fracción del total de posibilidades existentes. Por ejemplo, un modelo que estudia la expansión de 
la frontera agrícola en Argentina en los últimos años, desde la teoría neoclásica, se concentrará en 
los cambios favorables de precios de los commodities y en alguna otra variable coadyuvante (tal 
vez, las mayores lluvias), dejando fuera otras variables por razones de “sencillez” (quizás los 
procesos sociales, las condiciones de transporte, el nivel de urbanización, etc.) 
Si bien hemos señalado una sinonimia, si queremos ser sutiles podemos hablar por un 
lado de teorías y, por otro lado, modelos. En Wirth (2001), se brindan las siguientes 
diferencias: la teoría es un sistema sintáctico; y el modelo es una teoría interpretada (o 
sistema semántico). Dicho de otro modo, nosotros podríamos intentar establecer una 
conceptualización operativa diciendo que las teorías son generalizaciones más amplias, más 
15 
 
abarcadoras; y que los modelos son aplicaciones más concretas, menos generales, más 
puntuales de la realidad10. Es decir, que la elaboración de un modelo tiene por objeto entregar 
un instrumento de análisis puntual que permita contrastar una teoría. Esto es, enfrentarla con 
la realidad para “rechazarla o aceptarla provisoriamente”. 
12. Necesidades, Bienes y Utilidad 
Hemos visto ya la definición de economía de Robbins, como una relación existente 
entre los recursos (o bienes) y necesidades. Ahora profundizaremos esos conceptos. Por actividad 
económica se entiende la acción humana que tiene por fin obtener bienes y servicios para satisfacer 
necesidades 
Pero ¿qué son necesidades? Aunque todos poseemos un concepto primitivo (es decir, no 
analítico), lo puntualizaremos más precisamente diciendo que es una sensación de falta, de 
carencia, que el hombre pretende cubrir utilizando elementos, que se denominanbienes. Estos 
bienes satisfacen las necesidades. 
Tales carencias, o “necesidades”, poseen una serie de características: 
1) Son ilimitadas en su número: esto significa que cuando una sociedad consigue cubrir 
algunas, p. ej. el alimento, la vestimenta, surgen otras nuevas, v .gr. las PC, los teléfonos 
móviles de última generación, etc. La sociedad moderna tiene requerimientos que la sociedad 
feudal no conoció, aunque haya cubierto las carencias que aquejaban a aquélla. Es más, 
nuestra sociedad del siglo XXI se sustenta principalmente en la práctica del consumismo (en 
general, descontrolado). Las necesidades son creadas por el marketing. No son básicas sino 
sociales. Son externas, no nacen de una “naturalmente”11. 
2) Son concurrentes: es decir, los hombres sienten múltiples necesidades al mismo tiempo. 
Concurren (se presentan) a la vez en su escala de preferencias. 
3) Son limitadas en su capacidad de satisfacción, pues poseen un nivel de saturación; p.ej. mi 
sed queda satisfecha en el segundo vaso de agua 
4) Son complementarias, es decir la presencia de unas originan otras. Así el contar con un 
automóvil exige la presencia de nafta para su uso. 
 
El axioma de la conducta racional y el modelo del “homo economicus” 
Como hemos enfatizado en el texto, la economía sostiene como supuesto básico “el principio de la 
conducta racional” y su manifestación en una acción de “homo economicus” . Kennett Arrow (Premio 
Nobel de Economía), en un trabajo de 1951, sostiene que el concepto de racionalidad está en el corazón 
del análisis económico y es eminentemente intuitivo. 
Desde ya que el economista cuando construye sus modelos, y elabora sus análisis, conoce que 
dentro del obrar humano hay un cierto margen de “conducta irracional”, pero la teoría (que se funda en 
generalizaciones) sólo puede elaborarse a partir de una conducta previsible..., y ésta no es otra que la 
conducta racional. 
Ahora bien, cabe preguntarse en qué medida existen irracionalidades si la racionalidad operativa que 
estamos trabajando no significa un análisis estrictamente lógico sino sólo un obrar que distribuye 
elementos escasos para lograr fines importantes, sacrificando otros no tan valiosos. Así definido el 
concepto, creemos que pocos actos caerían en lo “irracional” . 
Por otra parte, el modelo del “homo economicus”, como manifestación del principio de la conducta 
 
10 Esta distinción es particularmente aplicable al caso de la Economía. 
11 Un ejemplo de una “necesidad” absolutamente social y en absoluta “natural” son los tatuajes. Tal vez, 
a nivel de hipótesis, podríamos decir que en una sociedad “líquida” (como la llama Z. Baumant), donde 
nada en estable, nada es duradero…, ni trabajo, ni afectos… nada, la gente, particularmente los jóvenes, 
ven surgir una necesidad social, tener algo que sea permanente, que se piensa que perdurará contra 
toda circunstancia (aunque también sabemos que es falso). 
16 
 
racional, ha sufrido duras críticas. Hay quienes atribuyen a su uso una connotación de recomendación 
filosófica o principio ético. 
Pero el modelo del “hombre económico” opera en el análisis solamente como un principio lógico 
que intenta explicar cómo “obran los hombres” y no cómo “deben obrar los hombres”. Es un 
esquema representativo del ser humano como sujeto de la actividad económica, y como todo esquema 
conceptual está sujeto a crítica y superación por un modelo más abarcativo. 
No obstante, no se puede dejar de señalar que lo criticable es que el principio hedónico (el homo 
economicus), que puede resultar un supuesto “válido” para comenzar a teorizar, haya sido 
elevado a un principio moral recomendable (lo cual estaba ya claramente presente en su 
creador Jeremy Bentham, aunque no necesariamente en otros economistas), y válido para 
dirigir éticamente nuestros actos personales ¡y esto, lamentablemente, es entronizar el 
egoísmo no como una realidad sino como una meta moral…, lo que es realmente grave! 
 
12.1 Los bienes económicos y el principio de escasez 
Los “ medios” que sirven para cubrir las necesidades se llaman bienes a secas (esto es, sin 
“calificación” alguna). Los cuales, desde el siglo XIX, se clasifican en bienes libres y bienes 
económicos. 
En primer lugar, se debe considerar como bien a “toda cosa apta para la satisfacción de una 
necesidad humana” y que, además, esté disponible para tal función. Esto implica que los objetos 
o recursos no disponibles no se consideran como bienes. 
Por otra parte, no todos los bienes son “bienes económicos”. Sólo lo son cuando resultan 
escasos. Esto es, cuando la cantidad disponible es insuficiente en relación con las necesidades. Lo 
cual significa en otras palabras, que los bienes cubren necesidades en mercados en los cuales rige 
“el principio de escasez”. Este principio de escasez, presente en la definición de Robbins, es el 
motor de la actividad económica y, desde ya, de la preocupación del hombre por los problemas de 
la economía. 
Aclaremos, finalmente, que aquellos bienes superabundantes respecto a los requerimientos 
son “bienes libres” y, como se podrá analizar luego con nuestro instrumental, su precio es cero. 
La Macroeconomía y la Microeconomía 
Los modelos y las teorías son múltiples. Aquí mencionaremos dos grandes áreas que, a su vez, 
incluyen diversas teorías (y modelos). 
Hablamos de la Microeconomía y la Macroeconomía. Ésta es una distinción reciente, 
introducida en 1933 por el noruego Ragnar Frisch, y que ha hecho escuela. Puede decirse que la 
microeconomía estudia el comportamiento de las unidades económicas individuales, 
mientras que la macroeconomía trabaja con magnitudes totales o globales. Así, la micro se 
interesa por la composición de la producción por empresas, por sectores de actividad. Mientras la macro 
se ocupa del nivel de producción conjunto (el llamado “agregado” en la jerga). 
Hoy, en e l lenguaje la jerga de nuestra disciplina se dice que la “ micro ” trata lo que hace a la 
teoría de los precios y sus problemas, tal como fueran presentados por Marshall hace más de cien 
años. A su vez, la “ macro ” trabaja las cuestiones tal como fueran señalados por Keynes, en la 
década de 1930 (aunque él no fuese su introductor en la disciplina). 
No es posible dejar de señalar que en el ámbito de la microeconomía el análisis es 
presentado en dos formas diferentes. Y he aquí un buen ejemplo del uso de dos vocablos ya 
introducidos: teoría y modelo. Nótese que hablamos de teoría microeconómica. Pues bien, 
como dijimos, ésta tiene dos formas de análisis: análisis de equilibrio parcial y análisis de 
equilibrio general. Y así hablamos de modelo de equilibrio parcial (o marshalliano) y modelo de 
equilibrio general (o walrasiano). Estos extraños nombre provienen de los apellidos de los 
economistas que los “crearon” en el siglo XIX. Aquí no profundizaremos más sobre esto, basta 
con puntualizar que el último será tratado en el capítulo 3, mientras que el análisis de equilibrio 
parcial es una cuestión propia de los capítulos 4, 5 y 6 
17 
 
12.2 Relación entre necesidades y bienes: la utilidad 
La utilidad es una cualidad que el hombre atribuye a los bienes que satisfacen sus necesidades. 
Es, por lo tanto, una relación entre bienes y necesidades. 
 
LA UTILIDAD DE QUE HABLA LA ECONOMÍA 
La utilidad de que habla la Economía es, entonces, subjetiva porque depende no sólo de las cualidades 
objetivas del bien, sino de la atribución que le otorga “el sujeto” en la satisfacción de sus necesidades. 
 
Digamos, finalmente, para no detenernos más en estos aspectos de la “ filosofía económica” , 
que nuestra disciplina supone la presencia de una utilidad (o rendimiento) decreciente en el 
grado de satisfacción a medida que se consumen mas unidades del bien. Este tema será aclarado 
a medida que se avance a lo largo de los Caps. 3 y 4. 
 
13. ¿Es la economía una ciencia? 
 
A cualesquierade nosotros le asalta la duda, ¿alcanza la economía el status de ciencia? Por 
supuesto, su respuesta dependerá de lo que entendamos por ciencia. Si aceptamos la 
conceptualización amplia con que comenzamos este artículo, la respuesta será afirmativa. Pero la 
conclusión no puede ser tan apresurada. Francois Perroux, el destacado economista francés, en un 
artículo de 1972, sostenía que no es una ciencia. 
Por su parte, el epistemólogo argentino, Mario Bunge, dio a imprenta en 1982 un polémico libro, 
“Economía y filosofía”. En este libro, el autor discurre sobre aspectos profundos y controvertidos de 
nuestra disciplina. Resulta de relevante interés sus apreciaciones del Capítulo 8: “Ciencia o 
Semiciencia”. Quizás porque hacen a su conocimiento más específico. 
Allí, presenta una definición de ciencia en sentido fuerte (pág. 97 y 98) y a partir de ella 
concluye, luego de un análisis específico de la economía (pág. 99 a 104), que nuestra disciplina 
constituye una “semiciencia” o “proto-ciencia”. Es decir, que satisface sólo parcialmente las 
condiciones de lo que él l lama ciencia en “sentido fuerte”, con sectores de ciencia madura y 
otros de seudo-ciencia. No podemos dejar de señalar que Bunge para esta caracterización se basa 
solamente en su análisis de las teorías de la Escuela Neoclásica…, pero una sola Escuela no basta para 
calificar (o descalificar) toda un área disciplinar. Sería como catalogar la medicina solamente por la 
Corriente Homeopática. 
Por otro lado, el profesor J. Fernández Pol (1983) nos dice, utilizando una definición anterior de 
Bunge (1969), que la economía es una ciencia en sentido débil. Esto es que “utiliza el método 
científico, para hallar leyes” . 
Aquí es preciso detenerse un instante para distinguir entre economía teórica y política 
económica. Mientras que la primera constituye una ciencia pura, la política económica (o 
economía normativa) es una técnica que usa (o puede usar) los desarrollos de aquella ciencia 
pura (economía teórica). 
Podríamos ensayar una definición de Política Económica diciendo que es la parte de la política 
pública que tiende a ordenar la actividad económica para alcanzar metas tales como: el pleno 
empleo, la eficiencia, el crecimiento y la distribución equitativa. 
Señalemos que la Política Económica puede estar basada en los principios “científicos” de la 
economía teórica; o, bien, fundarse “a-científicamente” en objetivos más o menos bien 
intencionados. 
No podríamos, ni debemos, finalizar este acápite sin mencionar la opinión de Popper: “La 
crítica es el único instrumento de control de una teoría económica”. A su vez, nos incita a 
multiplicar las experiencias capaces de demostrar que una teoría está equivocada. Este esfuerzo 
es mucho más importante en las ciencias sociales –nos dice– pues en ellas la experimentación 
nos está negada, ya que no es posible de realizar en la abrumadora mayoría de los casos. 
 
18 
 
DOS PALABRAS SOBRE LOS SISTEMAS ECONÓMICOS 
Si tomamos de referencia a Werner Sombart (1863/1941) podemos decir que un sistema 
económico se caracteriza por: (a) un encuadre jurídico; (b) medios técnicos disponibles; (c) un móvil 
dominante que anime a los agentes a asegurar la correspondencia entre producción y consumo, entre 
bienes (o recursos) y necesidades. 
Si buscamos una cierta conceptualización de un sistema económico podemos señalar utilizando los 
elementos anteriores, y siguiendo a Lajugie (1960), que: 
 Un sistema económico es un conjunto coherente de instituciones jurídicas (las cuales 
definen un “régimen de los bienes”, v.gr. propiedad privada o bien propiedad colectiva) 
 En el marco del cual son puestos en marcha los medios técnicos 
 Para satisfacer las necesidades (es decir, realizar el “equilibrio económico”) 
 
Una definición alternativa es brindada en Mochón (1992) diciendo: “Un sistema económico es el 
conjunto de relaciones básicas, técnicas e institucionales, que caracterizan la organización económica 
de una sociedad”. 
La cobertura de las necesidades puede buscarse en un grupo cerrado (la familia, una tribu, un 
señorío feudal). En ese caso, estaremos hablando de una economía de “necesidad”, que corresponde a 
sistemas en los cuales no se produce para el intercambio en un “mercado “, sino meramente para el 
“autoconsumo”, y la adaptación se produce vía autoridad (p.ej. es el señor feudal quien decide el “qué” y 
el “cuánto” se va a producir)(12). 
Pero también podemos decir que esa adaptación de recursos a necesidades, puede alcanzarse en 
una “economía de intercambio”. En cuyo caso, la adaptación puede operar por dos vías: 
 Por vía del mercado libre: en el cual la demanda, que presiona los precios, “orienta” la oferta. 
 Por vía de una intervención de la autoridad. Las necesidades son “estimadas” por una 
autoridad que establece autocráticamente una cierta jerarquía de fines que oriente la producción. 
Como el lector ya ha intuido, la primera situación, en el mundo moderno, se corresponde con una 
economía de mercado (“capitalista”), y la segunda alternativa responde a la llamada economía central 
planificada (o “comunista”), propia de la ex URSS o Cuba. 
El sistema de economía de mercado, como orden social, es la expresión de la convicción de que 
el crecimiento económico conduce a la libertad y a la igualdad, en una sociedad que por eso mismo será 
libre e igualitaria. El capitalismo espera que esa sociedad sea el resultado de la entronización del 
incentivo de la ganancia privada como regla o móvil dominante de acción. 
El marxismo, por el contrario, confía en que la sociedad “libre e igualitaria” emergerá de la 
abolición de la ganancia privada, siendo todo conducido por el poder político del Estado (Drucker, P.; 
“The essential Drucker. On Society”, Cap. 2). Sin embargo, también el marxismo considera que el 
motor de esa sociedad es el crecimiento, sólo que la propiedad privada trabaría ese crecimiento por el 
obstáculo que las relaciones de producción vigentes en el sistema capitalista ejercen en el desarrollo de 
las fuerzas productivas(13). 
 
En definitiva, todo sistema económico intenta dar respuesta a las tres preguntas que mencionamos 
en otro lugar de este capítulo: ¿què producir? ¿cómo producir? ¿para quién producir? Como señala 
Francisco Mochón (1992) para contestar esto existen los dos mecanismos o sistemas que mencionamos: 
el sistema de mercado y el sistema de planificación central. 
Cabe apuntar que el sistema de mercado presenta limitaciones para alcanzar óptimamente los 
objetivos socioeconómicos que la sociedad pretende. Por ejemplo, existen fallas en el operar del 
mercado que impiden alcanzar la eficiencia económica. Otro ejemplo, el ingreso no se distribuye de 
manera equitativa, en otras palabras, no se distribuye de acuerdo a la contribución de cada cual al 
 
12 En realidad, se trataba de una economía de “premercado” pero no en el sentido de que no hubiese 
comercio sino que los productos no eran uniformes ni se trocaban de manera organizada y sistemática 
(Ekelund & Hébert, Cap. 2). 
13 También hay posiciones críticas a ambos pareceres, por ejemplo, la llamada Doctrina Social de la 
Iglesia (Católica), que en cierto modo comparte los mismo objetivos de crecimiento, libertad e igualdad 
pero que propone otros caminos: el incentivo de un accionar personal pero con vistas al “bien común” 
(como diría Aristóteles, “administración privada de los negocios..., pero como entre amigos”). 
 
19 
 
“esfuerzo social” de producción. 
Por su parte, en las economías centralmente planificadas, se opera a través de medios de 
producción de propiedad estatal y las decisiones principales son tomadas por la/s agencia/s de 
planificación. (Mochón, 1992). En definitiva, la autoridad de planificación determina qué, cómo y para 
quién producir. En teoría, esta forma bien podría superar al operar del mercado, pero en la práctica 
presentaserios problemas. Entre ellos, problemas de información, de manejo de esa información y de 
índole burocrática (por el enorme aparato administrativo que exige). 
Es famoso el proceso de salida de la Economía Central Planificada en la antigua URSS, a causa de 
la gran crisis en que se encontraba. Este proceso es conocido como Perestroika, y fue “una reforma 
radical y de reestructuración de la sociedad, puesto en marcha por las autoridades soviéticas” (Mochòn 
1992, cap. 5). Tal reforma implicó el cambio de sistema de propiedad (de la propiedad estatal se pasó a 
la propiedad privada), el abandono del sistema de planificación y la vuelta al sistema de economía de 
mercado. El creador del intelectual de la Perestroika (o liberalización económica) fue Abel Aganbegyan, 
desde su cargo de Director del Instituto de Economía de Novosibirsk. 
 
 
 
TEORÍAS, VALORES Y POLÍTICAS 
 
La teoría y la política económica son dos conceptos a menudo cuestionados. John Neville Keynes 
(1852/1949, padre del famoso John Maynard Keynes), a fines del siglo XIX, separó conceptualmente de 
modo tajante la “ciencia positiva”, la “ciencia normativa” y el “arte”, diciéndonos que “el objetivo de 
la ciencia positiva es el establecimiento de uniformidades, el de la ciencia normativa es el 
establecimiento de ideales; y el del arte, la formulación de preceptos”. 
La economía positiva describe. Nos dice lo “que es”. Por ejemplo, dadas las condiciones 
institucionales (leyes vigentes, comportamientos culturales) decimos qué tiende a suceder con el precio 
de un bien cuando crece su demanda. Estamos pues en el campo de la teoría (la Political Economy, de 
los ingleses). La economía normativa trata con el “deber ser”.Con lo que queremos, como sociedad, 
que suceda (y esto es asunto de la Ética como disciplina). Incorpora entonces juicios de valor. No 
describe sino que prescribe. Lo que John Neville Keynes llama “la Ética de la Economía Política”. 
Por ejemplo, dado el caso anterior, ¿es conveniente dejar que el precio tienda a subir, o aplicar alguna 
medida intervencionista que lo impida, tal como un subsidio, una reducción de impuestos o un control de 
precios? La respuesta conlleva un juicio de valor…, sea por intervenir o por no intervenir. 
Por último, tenemos el “arte” de la acción, de la selección y aplicación de las medidas. Estamos en 
el campo de la Política Económica (Economic Policy) o Economía Aplicada (Applied Economy). En 
los hechos, hay un fuerte vínculo entre los aspectos éticos (los valores) y la política económica; siendo la 
política económica un conjunto de estrategias de intervención (o de abstención). Sobre ella no hay 
consensos, pues para definirla estaremos influenciados por creencias y valores; y nuestros análisis acerca 
de cómo funciona la economía. Sobre ambos aspectos hay discrepancias claras: en valores y modelos de 
funcionamiento. 
 
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Algunas preguntas de Revisión: 
 Diferencia ciencia y técnica 
 Distinga el conocimiento científico del conocimiento vulgar. 
 ¿Deben someterse a prueba los supuestos de una teoría? 
 ¿Cuáles son, según Samuelson, los tres grandes problemas económicos que debe 
afrontar una sociedad? 
 La macro no estudia las mismas cuestiones que la micro (Verdadero o Falso) 
 El único conocimiento válido es el científico (Verdadero o Falso) 
 ¿Qué se entiende por actividad económica? 
 Las necesidades no son concurrentes (Verdadero o Falso) 
 La utilidad, según la teoría, depende de las cualidades objetivas de los bienes 
(Verdadero o Falso) 
 ¿De qué cosa es manifestación el modelo del hombre económico? 
 Según Bunge, la economía es una “proto-ciencia”. (Verdadero o Falso) 
 Según Popper, ¿cuál es el instrumento de control de una teoría, y más si es una teoría 
económica o social? 
 
 
 
 
 
21 
 
ANEXO 1 
EL VIEJO ASUNTO: LA ECONOMÍA Y EL ASPECTO MORAL 
 
La Economía nació, en el Siglo de Oro de la Grecia clásica, como una rama que se 
desprendía de un árbol, cuyas raíces se hundían en el problema de la conducta moral (ver 
Capítulo 2, punto 2). Pero el Renacimiento (Siglo XVI), generó cambios en el pensamiento que la 
alejó de esa concepción (ver Capítulo 2, puntos 3 y 5). 
 
La visión hoy predominante se puede resumir en la opinión de Nassau William Senior 
(1790-1864), quizás el primer metodólogo específico del tema económico. En su reconocida obra, 
“An outline of the Science of Political Economy ” de 1836 (revisada en 1850), analiza el objeto y el 
método de la teoría económica con una profundidad inusual hasta entonces. Allí enfatiza que el 
estudio debe ser “ positivo ” (con lo cual podríamos concordar), y que “ la economía no busca la 
felicidad sino la riqueza” (lo que no hace sino reconocer una realidad que es desconsoladamente 
cierta; y que, en una descripción cruda, podríamos completar nosotros diciendo que los hombres 
buscan su propio bienestar, en el cual la riqueza personal tiene un enorme peso, y relegan a los 
demás a un juego de comparsas sin mayor importancia, pese a las declamaciones de pretendida 
solidaridad). 
 
La idea predominante hoy es que la Economía es una

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