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62 ALBERTO MARTÍN ARRIBAS c) Vasodilatación renal primaria e hipertensión glomerular: pueden ocurrir en la nefropatía diabética, la anemia de células falciformes, la enfermedad por depósito de glucógeno tipo I, la obesidad grave, la preeclampsia, el abuso de esteroides anabolizantes y el tratamiento con interferón. d) Curación de un daño inflamatorio previo: de- bido, por ejemplo, a la nefropatía Ig A, vascu- litis de pequeño vaso o nefropatía lúpica. La distinción entre la G.E.F.S. primaria y secundaria tiene importantes implicaciones te- rapéuticas, ya que mientras un 50-60 % de los pacientes con G.E.F.S. primaria responden a los agentes inmunosupresores como los glucocorti- coides, las formas secundarias se benefician sólo de los tratamientos dirigidos a disminuir la pre- sión intraglomerular, como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los anta- gonistas del receptor de angiotensina II. Para la distinción entre las formas primarias y secunda- rias nos basamos en los hallazgos clínicos e histo- lógicos [8]. Los pacientes con G.E.F.S. secundaria a me- nudo presentan una proteinuria que aumenta lentamente y una insuficiencia renal que se desa- rrolla al cabo de cierto tiempo. Los pacientes con G.E.F.S. primaria suelen debutar con un síndro- me nefrótico de presentación aguda o subaguda, y suelen asociar con más frecuencia hipoalbumi- nemia y edema periférico. En comparación, la proteinuria en las formas secundarias a menudo no alcanza el rango nefrótico, y tanto la hipoal- buminemia como el edema son raros incluso cuando la excreción de proteínas por la orina ex- cede de los 3-4 gr/día [8]. Los hallazgos histológicos también pueden te- ner ciertas diferencias entre las formas primarias y secundarias. Así, la G.E.F.S. primaria se asocia con una fusión difusa de los pies de los podoci- tos, mientras que esta fusión tiende a ser focal en las formas secundarias, quedando limitada a las áreas escleróticas [8]. Enfermedad genética: Se ha descrito un nú- mero de formas genéticas de G.E.F.S., y repre- sentan una proporción significativa de casos con enfermedad corticorresistente. Existen casos de herencia tanto autosómica dominante como au- tosómica recesiva. En general, los genes impli- cados codifican proteínas que participan en la formación de la membrana basal glomerular y en la función y diferenciación de los podocitos: NPHS1 (nefrina), NPHS2 (podocina), actinina alfa-4, canal iónico TRPC6, CD2AP (que inte- racciona en el diafragma tanto con la podocina como con la nefrina), y la familia de las proteí- nas reguladoras de actina (IFN2). Últimamente también se han descrito mutaciones en los ge- nes del colágeno tipo IV (COL4A3, COL4A4 y COL4A5). El incremento de la susceptibilidad de los pacientes de raza negra a padecer G.E.F.S. parece en parte debido a factores genéticos por polimorfismos en el gen de la apolipoproteína L1 (APOL1) [9]. 3.6. Tratamiento El tratamiento inmunosupresor está indicado en la mayoría de los pacientes con G.E.F.S. pri- maria, pero no en la G.E.F.S. secundaria. Los pa- cientes no tratados con síndrome nefrótico debido a una G.E.F.S. primaria tienen típicamente una evolución progresiva hacia el fracaso renal termi- nal. El tratamiento con glucocorticoides y otros inmunosupresores puede conducir a tasas de res- puesta parcial o completa de la proteinuria cerca- nas al 70 %. Los pacientes sin síndrome nefrótico tienen mayor probabilidad de remisión espontá- nea, o de tener un curso evolutivo más lento [6]. Se habla de respuesta completa cuando se pro- duce una reducción de la proteinuria a menos de 200-300 mg/día, y de respuesta parcial cuando la reducción de la proteinuria es igual o superior al 50 % respecto a la inicial y queda por debajo de los 3,5 gr/día [6]. La recaída consiste en un aumento de la pro- teinuria por encima de 3,5 gr/día en un paciente que ha logrado una remisión completa o parcial [6]. La corticodependencia consiste en una recaí- da mientras todavía se está bajo el tratamiento con esteroides o poco tiempo después de suspen- derlos, o bien en la necesidad de continuar con corticoides para mantener la remisión. La cor- ticorresistencia se refiere a una escasa o nula re- ducción de la proteinuria tras 12-16 semanas del tratamiento corticoideo adecuado, o a una ligera reducción de la proteinuria con un tratamiento más prolongado, que no cumple los criterios de la remisión parcial [6].
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