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Desde los antecedentes prehistóricos podemos ver que el rol del hombre era cazar para llevar alimento a su familia, mientras las mujeres eran encargadas de alimentar y proteger, proporcionando la estabilidad necesaria para perdurar en la humanidad. Más adelante, en los registros bíblicos, la mujer es vista como un apoyo al hombre, puesto que en la sagrada escritura se menciona que “la mujer sale de la costilla del hombre”, lo que significa que fue hecha para estar a su lado y que fueron hechos al mismo nivel. Por otro lado, para la época contemporánea diferentes movimientos ayudaron a posicionar a la mujer y obtener sus derechos, de esta manera, poder desempeñarse a nivel laboral. Cabe destacar que, en tiempos antiguos pero no muy lejanos, las mujeres se encargaban de labores domésticas y cuidado de los hijos pero no eran reconocidas como trabajadoras, puesto que, estas funciones no figuran a las estadísticas laborales. El inicio de la mujer en el mundo laboral se remonta históricamente al siglo XIX con la industrialización. El progresivo crecimiento de la industria impulsó a la mujer a realizar actividades domésticas con el empleo fuera de casa. Para el siglo XX con el inicio de la segunda guerra mundial, las mujeres pasaron a reemplazar completamente el papel laboral que ejercía el hombre en las fábricas, ya que, para el momento se necesitaba que la mayor cantidad posible de estos defendieran a su patria. De esta manera la figura femenina se incorporó al mercado laboral, en un principio ocupando puestos tradicionalmente femeninos, hasta la situación laboral actual donde conforma un papel indispensable en la sociedad ejerciendo en todos los sectores laborales demostrando eficacia y efectividad, convirtiéndose en una clave crucial para el desarrollo de la sociedad, siendo protagonista de incontables situaciones. En la primera mitad del siglo XX, la diferencia salarial entre hombres y mujeres se centró no en consideraciones de género sino en la dinámica del mercado. En los cincuenta, el interés residió en explicar el aumento en la participación de la mujer en el mercado de trabajo pese al aumento del ingreso familiar, situaciones que se veían como contradictorias pero que se explicaron en términos del costo de oportunidad que significaba permanecer en casa respecto a la remuneración monetaria en el mercado de trabajo. En ciertos ámbitos, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo era vista como favorecedora del desarrollo femenino y que se seguía requiriendo en la postguerra dada la etapa de industrialización del sistema capitalista. W. Arthur Lewis opinaba en 1955 que "las mujeres se benefician del crecimiento [de la economía] aún más que los hombres [;...] se ven emancipadas del tedio del trabajo doméstico, de estar atadas al hogar, y reciben finalmente la oportunidad de ser seres humanos completos ejercitando su mente y sus talentos en la misma forma que los hombres". La revolución industrial cambió la forma de encarar a la sociedad, las labores del hogar pasaron a ser remuneradas fuera de casa. Sin embargo, los movimientos liberales feministas del siglo XX, significaron el surgimiento del género como una perspectiva teórica nueva que cuestionaba la desvalorización de lo femenino. Un tema presente pero dejado de lado a lo largo de la historia como resultado de tal activismo, tanto intelectual como político, el reconocimiento de que ser mujer implica disfrutar de menores oportunidades de desarrollo ha sido incorporado a las agendas nacionales e internacionales de manera colectiva o individual. Aun cuando los procesos históricos de formación social dan cuenta de las fuentes de la inequidad de género, los procesos de globalización y reestructuración económica modernos han estimulado patrones de crecimiento y subdesarrollo que se reflejan en polarización social y económica. Pese a que estos efectos se ciernen sobre la población en general, sobre mujeres como grupo. El peso de las mujeres en el mercado laboral a lo largo del siglo XX ha sido bastante reducido y siempre inferior al de los hombres, por eso, a pesar de la creciente incorporación femenina al trabajo no se puede decir que la misma haya sido fácil, ya que ha estado afectada por numerosas dificultades y trabas. La idea de que toda persona, sea cual sea su condición, debe ser sujeto de derechos, unida a los importantes cambios demográficos del siglo XIX y principios del XX (prolongación de la vida, disminución de la mortalidad infantil, descenso de la natalidad), hicieron posible, por primera vez en la historia, que las mujeres se organizaran para luchar por sus derechos. El feminismo pretende ser mucho más que un conjunto de reivindicaciones concretas, puesto que aspira a conseguir un cambio profundo en las relaciones humanas, no sólo en el mundo de la producción (trabajo), sino también en el de la reproducción (familia). Por tal motivo En 1994, los países de América Latina y el Caribe aprobaron el Programa de Acción Regional para las Mujeres, cuyas directrices se mantienen vigentes y consolidaron así su compromiso de cumplir los objetivos establecidos en materia de participación equitativa de la mujer en las actividades económicas. Se definió una plataforma global de acción para la equidad de género y el empoderamiento de la mujer. En dicha oportunidad se reafirmó el compromiso de desarrollar plenamente el potencial femenino dentro de la sociedad. En las últimas décadas se registraron importantes cambios en cuanto a la participación de la mujer en el mundo público, en particular su incorporación al mercado laboral. Kanter (1977) lo define: “como la revolución social silenciosa más importante del siglo XX”. Esta incorporación trajo aparejadas profundas transformaciones en diferentes aspectos, incluidos cambios en el mercado laboral, logros educativos, la disminución de la tasa de fecundidad femenina, modificaciones en las relaciones familiares y avances en el acceso a la toma de decisiones. El liberalismo de los siglos XVIII y XIX postulaba que sólo las leyes del Estado podían regular las relaciones económicas. El capitalismo salvaje resultante de un orden económico y social injusto significó en el campo laboral, el predominio absoluto de la posición empresarial frente a la clase trabajadora. Las condiciones de trabajo y de vida que este régimen tiene ejemplos bien conocidos: Bajos salarios; largas y agotadoras jornadas de trabajo; precarias condiciones de seguridad e higiene; y alta mortandad de la mano de obra, en particular de los niños y mujeres. Por otro lado con la aprobación de la Constitución Española en el año 1978 se consiguió una igualdad jurídica absoluta entre hombres y mujeres, donde se reconoce el derecho de la mujer a acceder al trabajo en las mismas condiciones que los hombres, así como la igualdad salarial. Esto no siempre ha sido así, pues algunas de las leyes promulgadas durante el siglo XX establecían numerosas diferencias entre hombres y mujeres en muchos ámbitos, incluido el laboral. El Estado español comenzó a intervenir en el mercado laboral a finales del siglo XIX y principios del XX, con unas normas que pretendían regular el trabajo femenino de una forma segregada, es decir, estableciendo distintas condiciones y derechos laborales para ambos sexos, adoptándose medidas concretas para las mujeres. En teoría todas estas normas tenían por finalidad la protección de la mujer, por eso son conocidas con el nombre de “leyes protectoras”. Una de estas leyes “protectoras”, que además fue la primera norma de este tipo dictada en el siglo XX, es la Ley de 13 de marzo de 1900 fijando las condiciones del trabajo de las mujeres y de los niños. Esta norma recogía algunas limitaciones a las mujeres para acceder al trabajo, como la exigencia para poder llegar a puestos en establecimientos industriales o mercantiles, de estar vacunadas y no padecer enfermedad contagiosa alguna, cosa que no se requería en el caso de los hombres. También esta ley imponía el domingo como día de descanso obligatorio, así como laprohibición de trabajar en días festivos, pero sólo para mujeres y niños para más tarde incluir a los hombres también en esta normativa. Ésta establecía por primera vez, qué ocurría con las trabajadoras en los supuestos de maternidad, incluyendo una serie de derechos muy positivos, ya que intentaban proteger el puesto de trabajo de las mujeres en los casos de embarazo. Aun y con la estipulación de todas estas leyes la respuesta a la pregunta “¿Se encuentra la mujer en igualdad de condiciones con el hombre con respecto a la oportunidad laboral que se les ofrece en la sociedad?” es “NO”; aunque la posición de la mujer en este ámbito ha ido evolucionando con el transcurso del tiempo, en muchos países es evidente la desigualdad de esta inclusive cuando esta está en capacidad física y legal de ejercer los mismos trabajos que el hombre, puesto que recibe remuneraciones menores por el simple hecho de ser mujer. Esta compleja desigualdad la define la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) como “una batalla cuesta arriba”. Esto se puede ver reflejado en el manifiesto de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) donde se haya expresado el porcentaje en cuanto al aumento salarial de ambos sexos y se nota que mientras que el del hombre aumenta un 4,5% en relación a su anterior salario la mujer solo recibe un 0,7% de aumento. Sumando los datos anteriores a los expuestos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) Español con respecto a la brecha salarial entre ambos géneros, siendo que la mujer recibe un 22,9% menos en cuanto a la remuneración salarial que el hombre en condiciones normales y viéndose esta diferencia incluso más abrumadora cuando se evalúan los salarios de individuos mayores de edad, siendo así la diferencia de un 32,85%. Esto nos demuestra que al menos en el ámbito salarial es obvia la inexistencia de una equidad salarial. Además según un estudio de la ONU Mujeres solo 67 países en el mundo poseen leyes en contra de la discriminación por género y en 18 el hombre de la casa tiene la potestad de decidir si la mujer puede o no participar en el mercado laboral. En la ocupación laboral también vemos una disparidad entre ambos géneros ya que, no solo se les da una menor oportunidad a las mujeres (según CODESPA), siendo que en el mundo solo ½ de mujeres participa dentro del mercado laboral frente a los más de ¾ de hombres que participan en él; sino que además estas ocupan cargos de menor relevancia o responsabilidad dentro de su ocupación. En la educación también se denota una divergencia puesto que la aceptación y los criterios sociales hacen que la mayoría de las mujeres se decanten por estudiar ramas auxiliares como la enfermería o la administración, o carreras de menor esfuerzo físico como la educación. Haciendo casi nula e irrelevante su participación en labores como la arquitectura o los deportes. Todos estos puntos de distinción los definen el movimiento feminista como “techo de cristal”, siendo estos barreras invisibles que aunque existen la mayoría hace la vista gorda y prefieren no admitir su existencia. Para combatir estos existen 2 grandes pilares: Las naciones y las organizaciones; En Venezuela ya se restringe dicha desigualdad desde la máxima norma que es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en los artículos 21 y 87: ● Art. 21 Todas las personas son iguales ante la ley; en consecuencia: No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona. ● Art. 87 Toda persona tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. El Estado garantizará la adopción de las medidas necesarias a los fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el pleno ejercicio de este derecho. Es fin del Estado fomentar el empleo. La ley adoptará medidas tendentes a garantizar el ejercicio de los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras no dependientes. La libertad de trabajo no será sometida a otras restricciones que las que la ley establezca. A demás esta no es la única ley que aplica dentro del territorio nacional, siendo las que más resaltan: ● Ley de Igualdad de Oportunidades, cuyo objetivo es “garantizar y promover el ejercicio de los derechos de mujeres y hombres basado en la igualdad, justicia, no discriminación y corresponsabilidad consagrados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en los tratados y convenios internacionales suscritos por la República Bolivariana de Venezuela”. ● Ley orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, la cual tiene como misión “garantizar y promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, creando condiciones para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos, impulsando cambios en los patrones socioculturales que sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, para favorecer la construcción de una sociedad democrática, participativa, paritaria y protagónica”. ● Ley para Protección de las familias, la maternidad y la paternidad por ejemplo, establece “políticas para la protección integral a las familiar, la maternidad y la paternidad así como promover prácticas responsables ante las mismas, y determinar las medidas para prevenir los conflictos y violencia intrafamiliar, educando para la igualdad, la tolerancia y el respeto mutuo en el seno familiar, asegurándole a todas y todos sus integrantes una vida digna y su pleno desarrollo en el marco de una sociedad democrática, participativa, solidaria e igualitaria” ● LOPNA obliga en su artículo 44 al gobierno a “proteger la maternidad. A tal efecto, debe garantizar a todas las mujeres servicios y programas de atención, gratuitos y de la más alta calidad, durante el embarazo, el parto y la fase post natal. Adicionalmente, debe asegurar programas de atención dirigidos específicamente a la orientación y protección del vínculo materno-filial de todas las niñas y adolescentes embarazadas o madres”. Aparte de esto, aun esta presenta la mayor organización internacional que ampara la posición de la mujer en cualquier ámbito en el mundo; el departamento de mujeres de la Organización de las Naciones Unidas o ONU Mujeres, que surge de la fusión de 4 ONG internacionales (el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer o UNIFEM, la División para el Adelanto de la Mujer o DAM, la Oficina del Asesor Especial en Cuestiones de Género y el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer.) y nace para acelerar el progreso sobre la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer combatiendo cualquier injusticia impartida a la comunidad de mujeres alrededor del mundo. Ahora resta es analizar el futuro del papel de la mujer en el campo laboral, un futuro que puede estar orientado al respeto de los derechos alcanzados, en función de que se logre la igualdad de oportunidades y se respete todo el ordenamiento jurídico. Es necesario señalar que en el futuro va a existir una mayor inserción de la mujer en el campo laboral, porque ellas han decido profesionalizarse, prepararse cada vez más, en función de enfrentar los retos que le viene con más educación, por ello, va a ser partícipes de retos más comprometedores. A su vez, va a luchar contra la violencia de género, porque como al existir mayor inserción en el campo laboral, va a existir aún focos de discriminación y focos de patrones que ejercen la violencia psicológica sobre la mujer, propiciando en este sentido, que se desarrollen planes de acciones dirigidos a que los diversos Estados articulen planes para resguardar el derecho a la mujer libre de violencia. Por ende, el ordenamiento jurídico venezolanoestá contemplando una reforma a la ley que rige la materia en aras de ayudar a minimizar estos episodios que se presentan en las empresas y que afectan el desempeño de la mujer en el trabajo. De la misma manera, se observa con una inserción en el campo gerencial ocupando altos cargos empresariales, presidentas de empresas, presidentas de organismos internacionales de gran importancia para el mundo, jefes de gobierno en distintos países, que van a ayudar a consolidar el éxito de las luchas que han ejercido a lo largo de la historia, propiciando en este sentido, una mayor aceptación en el establecimiento de sus ideas que lograron su actuación de manera eficiente y efectiva, consolidando así a la mujer como un sujeto con altas capacidades que implementa acciones para la transformación en el campo laboral, pero que posee, una constancia y dedicación a la familia. Ciertamente, va a tener que direccionar acciones en función de mantener sus estatus en la sociedad, desempeñarse eficientemente en busca de un triunfo que va a servir de ejemplo en la transformación que requiere la sociedad, donde el hombre y la mujer poseen igualdad de condiciones y oportunidades y debe ejercer los roles en la familia en las mismas condiciones, lo que conlleva a entender que la familia es un grupo de personas que trabajan colectivamente en función de tener el mejor bienestar tanto personalmente como colectivamente. De esta manera, uno de los retos que se tiene que consolidar en proteger a la mujer hacia la responsabilidad que posee a la maternidad, tomando en cuenta, que este es uno de los aspectos que aún es limitante para la mujer, porque en el campo laboral se le limita a tener un embarazo, porque puede afectar el desempeño de la empresa; a lo cual, se debe propiciar acciones para contar con una mayor cobertura de la protección de la maternidad y la paternidad, dispositivos de trabajo flexible, mejor distribución de las responsabilidades familiares y atención infantil asequible; donde los empleados especialmente las mujeres puedan ser madres libremente y puedan desempeñarse adecuadamente en una empresa sin afectar el campo laboral y el campo familiar. Además, de ello se debe fortalecer la vida familiar porque la mujer es un ser que debe desarrollarse integralmente, en el aspecto psicológico, biológico, profesional y familiar para así poder ser una persona plena, de allí, que es fundamental que existan dispositivos legales orientados a proteger el derecho de la mujer a tener una familia, a tener hijos, a participar activamente en la crianza de ellos sin afectar el desempeño de la empresa y esto se puede lograr si existe mayor compromiso de todos en función de lograr estos derechos, que no solo van a beneficiar a la mujer, sino que van a desarrollar a la familia, a la empresa, a la educación y a la sociedad porque se va a contar con familias crecidas en el amor. En definitiva, ser mujer en el mundo de hoy, no resulta una tarea fácil; constituye un reto en cuanto a superar obstáculos que, en algunos casos, tienen que ver con la discriminación. En estos términos, la lucha de la mujer en materia de derechos humanos está orientada a seguir materializando logros como ser social, cultural, político y productor de riqueza, con voz y voto; todo lo cual permitirá su intervención en la construcción de un nuevo mundo, más humanizado, más equitativo y más justo. Igualmente, es necesario que el derecho al trabajo es un derecho fundamental que todos poseen, todos deben efectuar acciones dirigidas a que dicho derecho sea respetado, en igualdad de condiciones; por ello, las luchas deben continuar, la mujer tiene que demostrar que tiene altas capacidades para ejercer funciones en determinadas organizaciones y debe establecer las luchas en función de un trabajo libre de violencia, porque es un ser humano que merece respeto, que su vida debe ser respetada y que debe recibir un trato igualitario en aras de crear las mejores condiciones para su desarrollo personal, laboral y profesional. La mujer sigue caracterizándose por su ímpetu para transformar la sociedad y producir el éxito en las empresas modernas. De ahí, la importancia de que haya existido un cambio en la visión de ver a la mujer como un elemento importante en la organización para el desarrollo eficiente de la empresa u la organización que representa; consolidando así acciones dirigidas a la aceptación de la mujer como un individuo que posee altas capacidades y que puede desempeñar diversos puestos de trabajo eficientemente, en pro de lograr el desarrollo y crecimiento de la organización; es por ello, que la mujer ha escalado puestos en la academia, en la política y en el ámbito profesional y los seguirá escalando porque tiene todas las potencialidades para la transformación que la sociedad requiere.
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