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-Aranda Pérez, Gonzalo; Pérez Gondar, Diego, Libros poéticos y sapienciales, EUNSA 2017

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Manuales IsCR 
InstItuto supeRIoR de CIenCIas RelIgIosas
unIveRsIdad de navaRRa
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribu-
ción, comunicación pública y transformación, total o parcial, de esta obra sin contar con auto-
rización escrita de los titulares del Copyright. La infracción de los derechos mencionados puede 
ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Artículos 270 y ss. del Código Penal).
© 2017. Gonzalo Aranda Pérez (†) y Diego Pérez Gondar 
Ediciones Universidad de Navarra, S.A. (EUNSA) 
Campus Universitario • Universidad de Navarra • 31009 Pamplona • España 
+34 948 25 68 50 • www.eunsa.es • eunsa@eunsa.es 
ISBN: 978-84-313-3205-1 | Depósito legal: NA 1107-2017
Diseño cubierta: Pablo Cerezo Marín 
Imprime: Graphy Cems, Pol. Ind. San Miguel, 31132 Villatuerta (Navarra) 
Printed in Spain – Impreso en España
GONZALO ARANDA PÉREZ 
DIEGO PÉREZ GONDAR
LIBROS POÉTICOS 
Y SAPIENCIALES
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A.
PAMPLONA
44 Colección 
Manuales del InstItuto superIor de CIenCIas relIgIosas
1. Cada vez más personas se interesan por adquirir una formación filosó-
fica y teológica seria y profunda que enriquezca la propia vida cristia-
na y ayude a vivir con coherencia la fe. Esta formación es la base para 
desarrollar un apostolado intenso y una amplia labor de evangeliza-
ción en la cultura actual. Los intereses y motivaciones para estudiar la 
doctrina cristiana son variados:
• Padres y madres que quieren enriquecer su propia vida cristiana y la 
de su familia, cuidando la formación cristiana de sus hijos.
• Catequistas y formadores que quieren adquirir una buena prepara-
ción teológica para transmitirla a otros.
• Futuros profesores de religión en la enseñanza escolar.
• Profesionales de los más variados ámbitos (comunicación, economía, 
salud, empresa, educación, etc.) que necesitan una formación adecua-
da para dar respuesta cristiana a los problemas planteados en su pro-
pia vida laboral, social, familiar… o simplemente quienes sienten la 
necesidad de mejorar la propia formación cristiana con unos estudios 
profundos.
2. Existe una demanda cada vez mayor de material escrito para el estudio 
de disciplinas teológicas y filosóficas. En muchos casos la necesidad 
procede de personas que no pueden acudir a clases presenciales, y bus-
can un método de aprendizaje autónomo, o con la guía de un profesor. 
Estas personas requieren un material valioso por su contenido doc-
trinal y que, al mismo tiempo, esté bien preparado desde el punto de 
vista didáctico (en muchos casos para un estudio personal).
Con el respaldo académico de la Universidad de Navarra, especial-
mente de sus Facultades Eclesiásticas (Teología, Filosofía y Derecho 
Canónico), la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Educa-
ción y Psicología, esta colección de manuales de estudio pretende 
5
responder a esa necesidad de formación cristiana con alta calidad pro-
fesional.
3. Las características de esta colección son:
• Claridad doctrinal, siguiendo las enseñanzas del Magisterio de la Igle-
sia católica.
• Exposición sistemática y profesional de las materias teológicas, filosó-
ficas (y de otras ciencias).
• Formato didáctico tratando de hacer asequible el estudio, muchas ve-
ces por cuenta propia, de los contenidos fundamentales de las mate-
rias. En esta línea aparecen en los textos algunos elementos didácti-
cos tales como esquemas, introducciones, subrayados, clasificaciones, 
distinción entre contenidos fundamentales y ampliación, bibliografía 
adecuada, guía de estudio al final de cada tema, etc.
José Manuel FIdalgo alaIz
José luIs pastoR
Directores de la colección
6 Formato didáctico
Los manuales tienen un formato didáctico básico para facilitar tanto el 
eventual estudio del alumno por su cuenta, el autoestudio con preceptor / 
tutor, o la combinación de clases presenciales con profesor y estudio per-
sonal.
Estas características didácticas son:
1. Se ha procurado simplificar los contenidos de la materia sin perder la 
calidad académica de los mismos.
2. Se simplifican los modos de expresión, buscando la claridad y la senci-
llez, pero sin perder la terminología teológica. Nos parece importante, 
desde un punto de vista formativo, adquirir el uso adecuado de los 
términos teológicos principales.
3. En el cuerpo del texto aparecen dos tipos de letra en función de la rele-
vancia del contenido. Mientras que la letra grande significa contenidos 
básicos de la materia, la letra pequeña se aplica a un contenido más 
explicativo de las ideas principales, más particular o más técnico.
4. El texto contiene términos o expresiones en formato negrita. Se pre-
tende llamar la atención sobre un concepto clave a la hora del estudio 
personal.
5. Las enumeraciones y clasificaciones aparecen tipográficamente desta-
cadas para facilitar la visualización rápida de los conceptos, su estudio 
y memorización.
6. Al principio de cada tema, inmediatamente después del título, se in-
cluye una síntesis de la idea principal a modo de presentación.
7. En cada tema se presentan varios recursos didácticos:
• Un esquema o sumario de la lección (sirve de guion de estudio y 
memorización).
• Un vocabulario de palabras y expresiones usadas en el desarrollo 
del tema. Sirve para enriquecer el propio bagaje de términos aca-
7
démicos y sirve también de autoexamen de la comprensión de los 
textos.
• Una guía de estudio. Se trata de un conjunto de preguntas. El cono-
cimiento de las respuestas garantiza una asimilación válida de los 
principales contenidos.
• Textos para comentar. Pueden dar pie a lecturas formativas o a ejer-
cicios (guiados por un profesor).
8. Se dispone al final de una bibliografía básica y sencilla de los princi-
pales documentos que pueden servir para ampliar el contenido de la 
materia.
8
PRESENTACIÓN
En esta asignatura estudiaremos un grupo variado de libros sagrados. Algu-
nos libros son muy utilizados, como el de los Salmos y el libro de Job; otros, 
como Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría, ni siquiera son muy bien diferen-
ciados uno de otro aun por cristianos con cierta cultura religiosa. Además, el 
Cantar de los Cantares, o suena a algo místico, o se piensa en él como un texto 
curioso que sirve para las lecturas en la celebración del matrimonio.
En los libros Poéticos y Sapienciales no encontramos leyes o promesas hechas 
por Dios, ni oráculos de personas que hablen en su nombre. Todo en ellos es 
palabra humana: es el hombre piadoso el que reza y expone sus sentimientos 
ante Dios. En estos libros parece escucharse exclusivamente la voz de sus au-
tores; pero sus palabras, escritas bajo el carisma de la inspiración divina, son 
proclamadas en la Iglesia como Palabra de Dios. Este hecho, que puede pa-
recer paradójico, nos lleva a comprender mejor la verdadera naturaleza de la 
Escritura y de la inspiración de los libros sagrados. Todos ellos ofrecen direc-
tamente la palabra del hombre que es a su vez y de forma misteriosa Palabra 
de Dios.
Al estudiar estos libros lo más importante será, por tanto, descubrir cómo ha-
bla Dios a través de ellos. Una veces es la oración que brota del corazón de 
los autores de los Salmos, en otras ocasiones son los sentimientos de amor 
expresados en el Cantar, o los sabios mediante la búsqueda de sabiduría. En 
alguno de esos modos, Dios está llamando al lector creyente, y poniendo en 
su interior, oración, sentimientos de amor, o afán de búsqueda de la verdad.
9Como todos los libros del Antiguo Testamento, los que aquí vamos a estudiar, 
preparaban la Revelación plena de Dios en Jesucristo, consignada por escri-
to en el Nuevo Testamento. Al llegar a su plenitud esa relación del hombre 
con Dios en Cristo, el Verbo de Dios hecho hombre, tales libros adquieren su 
cumplimiento definitivo. Por eso señalaremos su orientación hacia el Nuevo 
Testamento, al tiempo que ayudarán al lector-estudiante a conocer mejor y a 
unirse más fuertemente aJesucristo recorriendo el camino marcado en ellos. 
Tras un tema introductorio (Tema 1), dedicado a presentar el conjunto, y a ha-
cer una primera aproximación a los libros, pasaremos al estudio del Libro de 
los Salmos que, por su importancia, ocupará cuatro temas (del Tema 2 al Tema 
5). A continuación dedicaremos un tema al Cantar de los Cantares (Tema 6). 
Para situar cada uno de los cinco libros sapienciales se ofrece el Tema 7 como 
una introducción al fenómeno sapiencial en Israel. Los cinco últimos temas se 
dedican a cada uno de esos libros siguiendo su orden cronológico de compo-
sición. 
El objetivo de la materia aquí expuesta es llegar a una lectura comprensiva 
de esta parte del Antiguo Testamento. Por ello es necesario en primer lugar 
que el estudio se realice teniendo al lado la Biblia, pasando constantemente 
sus páginas y leyendo los textos. En otro caso sólo se adquiriría una noción 
superficial y teórica del objeto a estudiar. Para facilitar esta tarea, se ofrecen 
ejemplos escogidos de textos bíblicos al hilo de las explicaciones que se van 
desarrollando.
La base del presente manual han sido algunos escritos didácticos del profe-
sor D. Gonzalo Aranda, fallecido en abril de 2016. Durante muchos años ha 
impartido esta asignatura en la Facultad de Teología y en el ISCR de la Uni-
versidad de Navarra. Muchos de sus alumnos nos hemos beneficiado de sus 
sugerentes clases. Este trabajo también se dedica así a honrar su memoria.
10
SUMARIO
1. LOS LIBROS A ESTUDIAR Y SU SITUACIÓN EN LA BIBLIA • Libros objeto de 
la asignatura • Lugar y orden en el canon bíblico • 2. RASGO FORMAL MÁS DES-
TACADO: EL LENGUAJE POÉTICO • La poesía en la Biblia • Peculiaridades del len-
guaje poético: belleza expresiva y condensación del pensamiento • Procedimientos 
poéticos: el paralelismo, los recursos fónicos y la estrofa • 3. LA REVELACIÓN DIVI-
NA TESTIMONIADA EN LOS LIBROS POÉTICOS Y SAPIENCIALES. 
La Biblia cristiana, tal como aparece en los códices más antiguos, pre-
senta los libros que la integran agrupados en tres grandes conjuntos: 
Libros históricos (incluyendo el Pentateuco); libros proféticos (los cuatro 
profetas mayores y los doce menores) y libros poéticos. Este último gru-
po incluye el libro de los Salmos, el del Cantar de los Cantares y los que 
llamamos libros sapienciales (Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y 
Sabiduría). Es este tercer grupo el que corresponde a la asignatura que 
vamos a estudiar. 
TEMA
1
LIBROS POÉTICOS 
Y SAPIENCIALES
111. Los libros a estudiar y su situación en la Biblia
1.1. Libros objeto de nuestra asignatura
En el presente curso vamos a estudiar los siguientes libros de la Sagrada Es-
critura:
• Un libro de oraciones: los Salmos de David. Se trata de una colección de 
ciento cincuenta poemas. Muchos salmos están atribuidos al rey David. 
Esta colección se acabó de formar hacia el siglo II a. C.
• Un libro de cantos de amor: el Cantar de los Cantares. Son cantos que 
dirige un amante a su amada y ésta a su amante, alternados a veces con la 
intervención de un coro. El amante se presenta como un rey, el rey Salo-
món; la amada es una muchacha llamada «la sulamita». Por eso este libro 
se ha atribuido tradicionalmente a Salomón. Pero por el lenguaje y la for-
ma poética se considera un libro de la época persa (siglos V-IV a. C.).
• Proverbios es una recopilación de sentencias en forma poética de distintas 
épocas sobre la sabiduría, su excelencia y sus ventajas. Las sentencias se 
atribuyen a diversos sabios, entre ellos a Salomón, por lo que también se le 
ha adjudicado el libro en general. En realidad está compuesto después del 
destierro, alrededor del siglo IV a. C.
• El libro de Job cuenta la historia de las desgracias sufridas por este sabio 
oriental y presenta una serie de diálogos entre Job y sus amigos sobre el 
sentido de su sufrimiento. Finalmente Dios habla a Job y le restituye la 
salud y todos sus bienes. El libro pudo haber sido compuesto hacia el si-
glo III a. C.
• Eclesiastés, llamado también Qohélet, contiene las reflexiones de un sabio 
sobre el sentido que tiene el esfuerzo humano en esta vida si va a acabar 
con la muerte. Ese sabio se presenta como rey e hijo de David, por lo que el 
libro se atribuyó también a Salomón. En realidad el libro pudo haber sido 
compuesto también en el siglo III a. C.
• Eclesiástico contiene fundamentalmente consejos en orden a vivir según 
la Ley del Señor. Por el prólogo del libro, escrito por un nieto del autor, 
sabemos que su autor fue Jesús ben Sirac (de ahí que el libro sea llamado 
también «Sirácida»), y que su época de composición sería alrededor del 
año 190 a. C.
• Sabiduría es una larga meditación sobre la sabiduría humana como par-
ticipación de la Sabiduría divina. Este libro fue escrito en griego y se nota 
12 en él el influjo de la filosofía griega. Aunque se presenta como un libro de 
Salomón, en realidad está escrito muy cerca ya de la era cristiana, quizá 
hacia el año 20 a. C.
1.2. Lugar y orden de estos libros en el canon bíblico
Estos libros están colocados después de los libros históricos del Antiguo Tes-
tamento y antes de los escritos de los Profetas. Este hecho no es casual y tiene 
una significación importante que se percibe comparando cómo se organizan 
los libros en la Biblia hebrea y en los antiguos códices cristianos que contienen 
el texto bíblico en griego y en latín.
En la Biblia hebrea los libros que vamos a estudiar están situados en último 
lugar, tras los libros de los Profetas, y agrupados con los de Rut, Lamentacio-
nes, Ester, Daniel, Esdras-Nehemías y Crónicas. Todo este bloque constituye 
el conjunto denominado Ketubim (Escritos). El judaísmo oficial posterior al 
s. I d.C. no consideró libros sagrados Eclesiástico y Sabiduría. Las Biblias 
protestantes normalmente omiten estos dos libros.
En el canon hebreo los libros proféticos se entienden como los que interpre-
tan la Ley y muestran su dinamismo; por eso van a continuación de la Ley. 
En el canon cristiano los libros de los Profetas se comprenden más bien como 
los que, anunciando al Mesías, apuntan directamente al Nuevo Testamento y 
por eso van colocados al final del Antiguo Testamento. En el canon hebreo los 
poetas y sabios son considerados como los que cantan y meditan la Ley. En 
el canon cristiano, además de eso, se les ve como los que preparan el adveni-
miento de Cristo, aunque no lo anuncien con la inmediatez de los profetas.
En la sección de «libros poéticos» de algunos antiguos códices griegos de la Bi-
blia aparecen otras dos obras: los Salmos de Salomón y las Odas y Oraciones 
(entre ellas la Oración del rey Manasés). También aparece un salmo más (el 
151). En algún momento estas obras fueron consideradas sagradas. Más tarde, 
sin embargo, la Iglesia no las aceptó como inspiradas por Dios, y dejaron de 
formar parte de la Sagrada Escritura. Son libros que pertenecen a los Apócri-
fos del Antiguo Testamento.
Los libros que la Iglesia aceptó, pero el judaísmo no (además del Eclesiástico y 
Sabiduría) son: el libro de Judit y el de Tobías, los dos libros de los Macabeos, las 
partes del libro de Daniel conservadas solamente en griego, la Carta de Jeremías y 
el libro de Baruc, así como amplios fragmentos de Ester. Estos libros son llamados 
deuterocanónicos por los católicos. Este término indica que sólo en un segundo 
momento fueron reconocidos unánimemente como libros inspirados. La Iglesia 
ha sido más abierta que el judaísmo en la recepción de libros sagrados de la tra-
13dición judía, porque lo ha hecho desde la perspectiva de la fe en Jesucristo, no 
desde una comprensión centrada en torno a la Ley. 
Los protestantes rechazan los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento y 
los suelen designar Libros Apócrifos. Entre ellos incluyen también los no canó-
nicos que aparecen en los antiguos códices griegos formando parte de los libros 
poéticos. Para distinguirlos de otras obras judías anteriores a la formación del 
canon del Antiguo Testamentoy que no entraron a formar parte de éste, llaman 
a estos últimos libros pseudoepigráficos. Los católicos, en cambio, llamamos 
apócrifos a todos los que no entraron en el canon, estuviesen o no contenidos en 
antiguos códices bíblicos. 
Los libros deuterocanónicos tienen un interés especial para ver la conexión 
entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
• Primero porque evidencian la continuidad temporal entre la realización de 
los planes de Dios con Israel y la aparición del Mesías. En efecto, los libros 
de los Macabeos sitúan al lector en la puerta del contexto histórico en que 
vivió Jesucristo y se formó la Iglesia. A la luz de estos libros entendemos 
el último desarrollo de la situación política de Israel según los planes de 
Dios, y el surgir de grupos, como los fariseos y saduceos que jugarán un 
papel importante en la vida de Jesús y de la Iglesia.
• Segundo porque muestran cómo continúa desarrollándose la revelación 
divina a su pueblo hasta su culminación en el Nuevo Testamento. Así se 
ve en el libro del Eclesiástico, en el de Daniel y, sobre todo, en el de la Sa-
biduría, compuesto pocos años antes de nacer Jesucristo. Con estos libros 
Dios preparaba a su pueblo para la aceptación de la revelación del Verbo 
encarnado. Por otra parte la antropología empleada en el libro de la Sabi-
duría prepara la que subyace en el Nuevo Testamento.
Los siete libros que vamos a estudiar están ordenados de manera diversa en la 
Biblia hebrea y cristiana. En la Biblia hebrea los libros aparecen en el siguiente 
orden:
• Salmos de David. Quizá fue el libro en torno al cual se comenzó a formar 
la colección de los Escritos (Ketubim).
• Job y Proverbios. 
• Los «cinco rollos» (megillot) que eran leídos en las principales fiestas ju-
días: Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, Lamentaciones de Jeremías 
y Ester.
• El libro de Daniel.
• Esdras-Nehemías y Crónicas. 
14 En la Biblia cristiana el orden en que son presentados los libros que estudia-
mos parece responder a la antigüedad de sus protagonistas o autores su-
puestos:
• El libro de Job es colocado el primero porque su protagonista es conside-
rado un patriarca de los tiempos antiguos.
• Los Salmos atribuidos a David.
• Los libros atribuidos a Salomón: Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Sa-
biduría.
• El Eclesiástico escrito por Jesús ben Sirac a comienzos del s. II a. C.
A pesar de lo indicado, muchos antiguos códices griegos colocan a Job detrás 
de Cantar de los Cantares. 
2. Rasgo formal más destacado: 
el lenguaje poético
2.1. La poesía en la Biblia 
Desde el punto de vista literario, los libros que vamos a estudiar utilizan fun-
damentalmente formas poéticas de expresión. Los salmos son piezas poéti-
cas compuestas para ser interpretadas musicalmente en su mayor parte en 
la liturgia del Templo. El Cantar de los Cantares contiene los cantos de amor 
cruzados entre un amante y su amada, cantos que evidentemente tienen estilo 
poético. Proverbios, Eclesiastés, Job, Eclesiástico y Sabiduría recogen pro-
verbios breves construidos en verso, o reflexiones más amplias sobre la vida 
y la sabiduría que mantienen asimismo la forma de poemas. Sólo en el libro 
de Job se distinguen claramente unas partes en prosa: la parte introductoria 
y la final.
El lenguaje poético está presente también en otras partes a lo largo de la Sa-
grada Escritura. Israel, como en general todos los pueblos, cultivó la poesía 
desde época muy temprana. Rastros de primitivos poemas, que constituyen 
quizás los estratos más antiguos de la Biblia, se conservan insertados dentro 
de los relatos en prosa de carácter más reciente. En general es fácil distin-
guir los tipos de poesía presentes en la Escritura atendiendo a los temas 
tratados:
• Épica: Cantos de liberación como el de Ex 15,1-18; el canto de venganza de 
Gen 4,23-24, propio de las tribus del desierto; cantos de victoria como el de 
15Jc 5; o de conquista como Nm 21,27-30. También la emplean los profetas 
para cantar las gestas divinas, por ejemplo Ha 3,2-19. 
• Lírica: El canto del pozo en Nm 21,17-18. El mayor desarrollo lo tendrá en 
el Cantar de los Cantares.
• Sapiencial: Un ejemplo es Gn 1,27-28. Este tipo se encuentra en algunos 
salmos (Sal 1, por ejemplo) y en los libros sapienciales.
• Oracional: Es el caso de Nm 10,35-36. Este tipo constituye el núcleo más 
importante de la poesía de los Salmos.
• Oracular: Expresa bendiciones y maldiciones, como en Gn 3,11-16. Este 
tipo de poesía fue cultivada especialmente por los profetas que se sirven 
de ella para presentar con fuerza y belleza su mensaje. Véase por ejemplo 
2 Re 19,2-28.32-34 (= Is 37,22-29.33-35), o los poemas de Is 5,1-7; 38,10-20.
• Elegíaca: Cantos de exaltación de personajes en su muerte, como el de 
David a la muerte de Saúl y Jonatán en 2 S 1. 
El espíritu poético pervivió a lo largo de la historia del pueblo de Israel y, 
en épocas más recientes, se considerará un arte introducir piezas poéticas en 
medio de los relatos en prosa, como sucede en 1 M 3,3-9; 14,4-15. Estas piezas 
generalmente han sido compuestas por el mismo autor del relato en prosa, 
aunque también es posible que existiesen previamente y el autor las acomode 
a su narración. En cualquier caso sirven para detener la trama, y, con frecuen-
cia, por tratarse de oraciones, para llevar al lector a elevar el corazón a Dios, y 
hacer que participe de los sentimientos del autor.
En el Nuevo Testamento se encuentra ese mismo fenómeno, especialmente en 
el Evangelio de San Lucas, donde aparecen los tres famosos cánticos: el Mag-
nificat (Lc 2,46-54), el Benedictus (Lc 1,68-79) y el Nunc dimittis (Lc 2,29-32). 
En el libro del Apocalipsis también se recurre a la poesía como forma de ex-
presión de alabanza (cf. Ap 15,3-4; etc.). Todo ello nos da una idea del talante 
poético del pueblo hebreo.
En los libros que ahora estudiamos se suele distinguir un tipo de poesía lírica 
que se encuentra en algunos salmos y en el Cantar de los Cantares y otro tipo 
que tiene más bien carácter sapiencial, propio para transmitir una enseñanza. 
De ahí de estos libros, unos se designen comúnmente como libros poéticos 
(Salmos y Cantar) y otros como sapienciales (Proverbios, Job, Eclesiastés, 
Eclesiástico y Sabiduría).
16 2.2. Peculiaridades del lenguaje poético: 
belleza expresiva y condensación del pensamiento
El lenguaje poético constituye una forma literaria particular por la que se 
comunica de manera bella un sentimiento interior. El lenguaje poético se ca-
racteriza por su fuerza expresiva; importan mucho las palabras por sí mis-
mas, tanto o más que las ideas expuestas o los acontecimientos narrados. La 
expresión poética provoca un impacto sensorial que despierta la imaginación 
del que escucha o del lector para que participe del sentimiento del poeta. Un 
buen lector recrea el poema hasta tal punto que se identifica con el poeta. 
De ahí que el poeta busque los puntos más impresionables del posible lector 
al que se dirige. Buscando ese efecto, el poeta combina ideas, sensaciones, 
imágenes y ritmo, haciendo que las palabras vayan cargadas de valores con-
comitantes. 
En ese sentido, cada tipo de poesía que vamos a encontrar tiene su propia 
peculiaridad:
• Los Salmos son, por una parte, la condensación expresiva del sentir de Is-
rael ante las experiencias de su relación con Dios a lo largo de la historia, 
y, por otra, el medio de revivir tales sentimientos en generaciones futuras. 
Quienes los recitan vuelven a «recrearlos» haciendo de ellos expresión de 
sus propias vivencias religiosas.
• El Cantar de los Cantares hace sentir al lector la atracción mutua expe-
rimentada por dos jóvenes enamorados y la ansiedad por el encuentro. 
Mediante el uso de metáforas, a veces atrevidas, expresa la belleza de am-
bos jóvenes de manera que impacta en el lector. El ritmo que imprime la 
intervención del coro hace que el lector se sienta invitado a participar de la 
admiración ante aquella belleza.
• Los libros sapienciales usan un procedimiento poéticoque sugiere una 
manera intuitiva y certera de adquirir conocimiento y sabiduría desde la 
observación de la realidad. A la vez, reflejan también un modo lingüístico 
de transmitir tal conocimiento de forma que sea impactante al lector y fá-
cil de recordar. Las expresiones breves y condensadas se desarrollan des-
pués en poemas más largos que llevan a la meditación sobre la conducta o 
a la contemplación de la sabiduría.
172.3. Procedimientos poéticos más importantes en la Biblia: 
el paralelismo, los recursos fónicos y la estrofa.
Una de las principales características de la poesía es el ritmo. Ritmo es la repe-
tición sucesiva de un elemento fónico que guía la frase. El ritmo hace que los 
sentidos presten atención y surja la representación de las ideas que se quieren 
comunicar. Hay un ritmo externo y un ritmo interno o conceptual. En la per-
fecta integración entre ambos ritmos está la calidad poética. 
La poesía hebrea adquiere su ritmo externo mediante los acentos, pero en 
ella lo realmente importante es el ritmo interno o conceptual. Los recursos 
estilísticos de la poesía hebrea son el paralelismo, la versificación y la estrofa. 
Un poema está construido por versos y éstos agrupados en estrofas. El verso 
corresponde por lo general a un versículo y se compone normalmente de dos 
hemistiquios, formando así un dístico. Hay excepciones, como Sal 111 y 112 
en los que cada hemistiquio aparece como un verso y otras veces en que los 
versos tienen tres miembros.
El paralelismo. El ritmo conceptual se expresa mediante el paralelismo. Éste 
consiste en la igualdad o semejanza entre las dos partes que integran el verso y 
en que los pensamientos (o palabras) de una parte se correspondan con los de 
la otra. Se llama interno cuando se da entre los hemistiquios de un versículo 
y externo cuando se encuentra en dos versículos consecutivos. El paralelismo 
tiene una importancia fundamental y es como un movimiento continuo, mu-
sical y reiterativo. El paralelismo se da también en otras literaturas vecinas de 
Israel. Esto responde quizá a la tendencia a la euritmia y al afán oriental de 
dar fuerza a la palabra. También puede deber su origen en la alternancia de 
los cantos corales en el culto. En cualquier caso la observación del paralelismo 
sirve para comprender mejor el ritmo de los sentimientos del poeta y dónde 
quiere poner el énfasis. 
El paralelismo aparece construido de tres formas:
• Sinonímico: Consiste en repetir con una expresión equivalente lo que se 
acaba de decir. Es el más frecuente. Ejemplos: «El perverso está atento al 
labio malicioso, / el mentiroso presta oídos a lengua maligna» (Pr 17,4); 
«Los cielos pregonan la gloria de Dios / y el firmamento anuncia la obra 
de sus manos» (Sal 19,2); «Señor, no me reprendas en tu enojo, / ni me cas-
tigues en tu cólera» (Sal 38,2). Si los términos se entrecruzan se denomina 
quiasmo (por la forma en que aparecen, similar a una ji griega). Supone 
una mayor perfección técnica: «Ahora, reyes: / sed juiciosos. / Escarmen-
tad / los que gobernáis la tierra» (Sal 2,10).
18 • Antitético (antonímico): Consiste en oponer a la primera parte la segun-
da. Así se dice lo positivo y lo negativo. Ejemplos: «La ciudad prospera 
con la bendición de los rectos, / se arruina con la boca de los malvados» 
(Pr 11,11); «Unos confían en los carros, y otros en los caballos; / nosotros 
invocamos el Nombre del Señor, nuestro Dios» (Sal 20,8); «Muchos son los 
dolores del impío, / pero la misericordia rodea al que espera en el Señor» 
(Sal 32,10); etc.
• Sintético (progresivo, constructivo, o formal): Consiste en completar el 
pensamiento de la primera parte mediante la segunda parte. Se realiza de 
distintos modos:
– Coordinando otra idea con la ya expuesta: «Elevo mi voz al Señor / y me 
responde desde su monte santo» (Sal 3,5).
– Introduciendo una pregunta: «El Señor está conmigo: no temo: / ¿qué 
puede hacerme el hombre?» (Sal 118,6).
– Proponiendo una comparación: «Mejor es refugiarse en el Señor / que 
confiar en el hombre» (Sal 118,8).
– Mostrando el contraste entre dos situaciones: «El Señor me ha castigado 
duramente, / pero no me ha entregado a la muerte» (Sal 118,18).
– Introduciendo una subordinada final: «El ángel del Señor se sitúa alre-
dedor de los que le temen / para librarlos» (Sal 34,8) o condicional: «Si el 
Señor no edifica la casa, / en vano se afanan los constructores. / Si el Señor 
no guarda la ciudad, / en vano vigilan los centinelas» (Sal 127,1). 
El verso a veces se complica con estructuras de 3 o 4 partes (versos trimembres 
y cuatrimembres):
• Cuando se reitera una parte de la frase y resultan tres miembros aparece 
el paralelismo trimembre, típico de la poesía antigua: «Las nubes descar-
garon sus aguas, / los cielos lanzaron su voz, / centellearon tus saetas» 
(Sal 77,18).
• Cuando se amplían cada una de las dos partes del verso, y resultan así 
cuatro miembros, aparece un paralelismo articulado (cuatrimembre): «Y 
no sean, como sus padres, / una generación rebelde y contumaz, / una 
generación de corazón voluble, / de espíritu infiel a Dios» (Sal 78,8). Otro 
ejemplo: «Que no hay verdad en sus bocas: / sus entrañas son malicia; / 
su garganta es sepulcro abierto, / aunque adulen con su lengua» (Sal 5,10).
A veces el paralelismo puede estar construido sobre una idea de lugar o mo-
vimiento, o de ambas cosas a la vez como encontramos en Sal 1,1: «Dichoso 
19el hombre que no sigue el consejo de impíos, / ni se detiene en el camino de 
los pecadores, / ni toma asiento con los farsantes, / sino que se complace en 
la Ley del Señor, / y noche y día medita en su Ley». La idea de lugar va aquí 
unida a un movimiento ascendente (consejo, camino, asiento / seguir, dete-
nerse y tomar asiento). 
El paralelismo también puede construirse sobre una palabra que se repite: 
«Pues, en verdad, tus enemigos, Señor, / en verdad, tus enemigos perecerán, / 
todos los malhechores desaparecerán» (Sal 92,10). También puede usarse la 
repetición de una forma gramatical: «El Señor está sentado sobre el diluvio, / el 
Señor está sentado como rey eterno» (Sal 29,10).
Cuando una parte del primer miembro se repite en el segundo nos encontra-
mos ante el llamado ritmo gradual: «Tienen boca, y no hablan; / tienen ojos, 
y no ven» (Sal 115,5); «Hijos de Dios, dad al Señor, / dad al Señor la gloria y el 
poder. / Dad al Señor la gloria de su Nombre, / postraos ante el Señor en su 
atrio santo» (Sal 29,1-2) o «Casa de Leví, bendecid al Señor. / Los que teméis 
al Señor, bendecid al Señor» (Sal 135,20). El ritmo gradual también puede estar 
basado en palabras sinónimas: «Te declaré mi pecado, / no te oculté mi delito. / 
Dije: “Confesaré mis culpas al Señor”. / Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado» 
(Sal 32,5); o utilizando atracciones sintácticas: «Bendigo al Señor en todo tiem-
po; / continuamente su alabanza está en mi boca» (Sal 34,2).
La sonoridad. El paralelismo contribuye a formar el verso atendiendo a los 
conceptos, pero la poesía hebrea utiliza al mismo tiempo otros recursos rela-
cionados con la sonoridad de las palabras. La sonoridad, que evidentemente 
sólo se percibe en la lengua original, se consigue con:
• La aliteración: coincidencia de sonidos al comienzo de las palabras o de 
las sílabas.
• La asonancia: coincidencia sonora en las vocales acentuadas.
• La paranomasia (juegos de palabras).
• La onomatopeya, es decir, uso de palabras cuyo sonido recuerde lo que se 
describe.
El verso a su vez viene marcado por el número y colocación de acentos tóni-
cos. A una sílaba tónica siguen las átonas en número indeterminado. Lo que 
cuenta en la poesía hebrea son las sílabas tónicas. Para percibir el efecto so-
noro debido a los acentos éstos han de oírse en hebreo con sumo detalle. Una 
estructura bien definida es la quiná (combinación de dos partes desiguales 
que tienen acentos en número de 3+2, 4+2 ó 4+3). Recibe ese nombre porque 
20 se emplea con mucha frecuencia en los cantos de lamentación (quiná). Es raro 
encontrarversos de cuatro acentos o tetrámetros (2+2). Son más frecuentes los 
de cinco acentos o pentámetros (2+3), y los de seis (hexámetros) en diversas 
combinaciones: 3+3, 2+2+2, 4+2, 2+4. En el verso de tres miembros las combi-
naciones de acentos pueden ser variadas: 2+2+2, 3+3+3, 4+4+4, 3+3+2, 3+2+3, 
4+4+3. La métrica ayuda a veces a reconstruir el texto cuando es oscuro. Pero 
en la poesía hebrea el sistema de versificación por acentos no se desarrolló con 
gran perfección.
La estrofa. Se entiende por estrofa la agrupación de varios versos. La delimi-
tación viene indicada por el sentido del texto o por alguna característica for-
mal, como las asonancias, el ritmo acentual, las letras iniciales, las alternancias 
y frases repetidas, etc. Con todo, no es claro que haya siempre una división 
estrófica bien determinada. Así lo muestra la diversidad de opciones en múl-
tiples ediciones de la Biblia. Habrá de tenerse en cuenta: 
• el sentido general de un grupo de versos que corresponda al de otro gru-
po (a veces en paralelismo de diverso tipo).
• los estribillos, como en el Sal 42, donde los vv. 6 y 12: «¿Por qué te abates, 
alma mía, y por qué te me turbas? Espera en Dios, que aún podré alabarlo, 
salvación de mi rostro y Dios mío» marcan la división del salmo.
• las letras del alfabeto con las que a veces se inicia un grupo de versos. Son 
los salmos llamados acrósticos (cf. Sal 25; 34; 37; 111; 112; 119; 145).
• la aparición de la palabra «selah» (cf. Sal 3,3.5.9). El significado de este 
término parecer ser el de intervalo (o pausa, según la traducción de los 
Setenta). Aparece 71 veces en los Salmos y 3 en Habacuc, ordinariamente 
al final de un verso, y no tiene nada que ver con el contenido. Podría ser 
una anotación litúrgica o musical. 
3. La revelación divina testimoniada 
en los libros poéticos y sapienciales
Desde el punto de vista teológico, todos esos libros, por ser parte del Antiguo 
Testamento, participan del mismo valor que la Iglesia atribuye a la Sagrada 
Escritura, y su importancia teológica está en que:
• Muestran la forma de actuar de Dios con los hombres (cf. Dei Verbum 15a). 
Esto aparece no tanto mediante la narración de los acontecimientos salví-
ficos, o con el anuncio de castigos, como sucede en los libros históricos o 
21proféticos; sino mediante la alabanza y la oración al Dios que se ha revela-
do a su pueblo, y mediante la reflexión sobre la excelencia de la Ley que le 
ha otorgado.
• Preparan el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo mediante la oración 
confiada pidiendo la ayuda de Dios, y mediante la contemplación antici-
pada del Verbo, es decir, de la Sabiduría divina actuando en el mundo y 
entre los hombres.
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• Paralelismo
• Canon
• Época persa
• Qohélet
• Apócrifo
• Deuterocanónico
• Pseudoepigrafía
• Sinonímico
• Trimembre
• Asonancia
• Aliteración
• Acróstico
• «selah»
• Paranomasia
• Antitético
• Sintético
Ejercicio 2. Guía de Estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
 1. Escriba de memoria los nombres de los libros de la Biblia que vamos a estudiar 
en esta asignatura.
 2. ¿Cuáles de los libros señalados faltan en la Biblia hebrea?
 3. ¿Con qué libros sagrados se cierra la Biblia hebrea?
 4. Escribe por orden según el tiempo en que vivieron sus protagonistas o autores 
ficticios los libros que se van a estudiar en este curso.
 5. Escribe los mismos libros por orden cronológico según la fecha de su compo-
sición o redacción final.
 6. ¿Cómo se llaman las tres formas de paralelismo que se dan en la poesía he-
brea?
 7. ¿Qué se entiende por estrofa?
22 8. ¿Cómo se expone generalmente en los Salmos la forma de actuar de Dios con 
los hombres?
 9. ¿Cómo preparan los libros sapienciales la venida de Jesucristo?
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal a la luz de los contenidos 
de la lección:
La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, 
anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor 
universal y la del Reino Mesiánico. Mas los libros del Antiguo Testamento manifiestan a 
todos el conocimiento de Dios y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y mi-
sericordioso con los hombres, según la condición del género humano en los tiempos 
que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan 
también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran, sin em-
bargo, la verdadera pedagogía divina. Por tanto, los cristianos han de recibir devota-
mente estos libros, que expresan el sentimiento vivo de Dios, y en los que se encierran 
sublimes doctrinas acerca de Dios y una sabiduría salvadora sobre la vida del hombre, 
y tesoros admirables de oración, y en los que, por fin, está latente el misterio de nuestra 
salvación.
(ConCilio VatiCano II, Dei Verbum 15)
23
SUMARIO
1. PRIMERA APROXIMACIÓN AL LIBRO DE LOS SALMOS • Nombre y lugar del li-
bro en la Biblia • El texto hebreo y el de las versiones antiguas: dos numeraciones 
y diferentes textos • Los títulos al comienzo de algunos salmos • 2. FORMACIÓN 
PROGRESIVA DEL LIBRO DE LOS SALMOS • Colecciones anteriores a la composi-
ción final • Etapas en la formación del libro • 3. EL LIBRO DE LOS SALMOS EN EL 
CONJUNTO DE LA BIBLIA • Valor religioso de los salmos en su origen y en su desa-
rrollo • Los salmos y la religiosidad de Israel • Los salmos en el Nuevo Testamento: 
enriquecimiento de sentido • 4. HISTORIA DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SAL-
MOS • Época Patrística • El renacimiento y el comienzo de la época crítica • El es-
tudio de los géneros literarios y el origen de los salmos.
Este tema ofrece una visión del libro de los Salmos en su conjunto y 
responde a cuestiones introductorias de carácter general como la es-
tructura que presenta el libro, la manera en que se ha transmitido, su 
formación progresiva, los resultados de su estudio a través de la historia, 
y la significación que tiene el libro en el conjunto de la Biblia.
TEMA
2
LOS SALMOS. CUESTIONES 
INTRODUCTORIAS
24 1. Primera aproximación al libro de los Salmos
1.1. Nombre y lugar del libro en la Biblia
Este libro recoge 150 piezas poéticas: oraciones de alabanza, oraciones de sú-
plica, imprecaciones contra los enemigos, meditaciones sobre la ley divina, 
etc. Es el único libro de la Biblia de este género. Al dirigirse a Dios desde su 
situación vital, los autores de los poemas contemplan las acciones divinas en 
la naturaleza, en la historia del pueblo y en la vida particular de cada persona. 
El nombre del libro (los Salmos) deriva de la tradición griega y latina. «Psal-
mos» significa en griego canción para instrumento de cuerda (el verbo «psa-
llein» significa pulsar las cuerdas de un «psalterion»). A la colección de «psa-
lmoi» se le dio el nombre de «psalterion» (de donde viene «salterio», nombre 
con el que se indica el libro de los Salmos). «Psalmos» viene a ser la traducción 
griega del hebreo «mizmor» que significa asimismo un canto acompañado de 
un instrumento de cuerda, y que aparece como título de 57 composiciones. En 
el Nuevo Testamento se le menciona como «biblos psalmon» (libro de los 
salmos) (cf. Lc 20,42; 24,44; Hch 1,20). Pero en realidad ese título no responde 
del todo a su contenido, ya que hay piezas que no son «mizmor».
 Entre los hebreos el libro se denomina «Sefer tehillim» (libro de los cantos de 
alabanza). «Tehillim» es un plural anómalo de «tehillah» (canto de alabanza, 
cf. Sal 145,1). Tampoco este título responde al contenido del conjunto, aunque 
sí muestra su intencionalidad final: la alabanza al Señor. A veces a los cantos 
se les califica de «tefillot», plural de «tefillah» (oración, cf. Sal 72,20).
1.2. El texto hebreo y el de las versiones antiguas: 
dos numeraciones y diferentes textos
Dos numeraciones. La numeración de los Salmos en la Biblia hebrea es distin-ta de la que presenta la traducción griega (a la que han seguido las versiones 
latinas y, en consecuencia, la liturgia de la Iglesia). En la Biblia griega aparecen 
reunidos en un solo salmo los Salmos 9 y 10 de la Biblia hebrea, de forma que, 
a partir del Salmo 11, divergen en la numeración. Al Salmo 11 y siguientes, en 
el texto masorético, corresponden el Salmo 10 y los siguientes en el texto grie-
go. Así sucede hasta el Salmo 113 del hebreo, que corresponde al Salmo 112 
del griego. Pero los Salmos 114 y 115 del texto hebreo vuelven a estar unidos 
en el texto griego en uno solo, el Salmo 113 del griego, mientras que Salmo 116 
del hebreo aparece dividido en los Salmos 114 y 115 del griego. De este modo 
25sigue existiendo la diferencia de un número por encima en la numeración he-
brea hasta que el Salmo 147 del texto hebreo es dividido a su vez en dos por el 
griego (Sal 146 y 147). Desde el Salmo 148 hasta el Salmo 150, la numeración 
vuelve a coincidir como al principio del salterio. 
Esquema de la numeración:
Hebreo Griego
0 1-8 1-8 0
0 9 9 A 0
+1 10 9 B -1
+1 11-113 10-112 -1
+1 114 113 A -1
+2 115 113 B -2
+2 116 A 114 -2
+1 116 B 115 -1
+1 117-146 116-145 -1
+1 147 A 146 -1
0 147 B 147 0
0 148-150 148-150 0
Es fácil recordar que, en la discrepancia, el hebreo representa siempre el número 
más alto. Aquí seguiremos la numeración del texto hebreo, puesto que las traduc-
ciones modernas, incluida la Neovulgata, adoptan generalmente la numeración 
hebrea. Estas ediciones suelen poner entre paréntesis la numeración correspon-
diente al texto griego y a la Liturgia. La numeración en los leccionarios litúrgicos 
y en la Liturgia de la Horas, así como en las traducciones antiguas al castellano, 
corresponde a la de los Setenta y la Vulgata.
Esa diversidad de numeración es un indicio de que los límites de un poema 
no siempre fueron evidentes, y de que antes de su inserción en el libro de los 
Salmos algunos poemas o partes de ellos circulaban de otra forma. Así, los Sal-
mos 9 y 10 debieron de ser originariamente un solo salmo, tal como muestra 
la secuencia del alfabeto hebreo que abarca a los dos; los Salmos 42 y 43 son 
en realidad una sola pieza poética a tenor del estribillo que se repite en ambos 
26 y el Salmo 117 es propiamente un estribillo más que un salmo independiente. 
Unidades independientes pudieron ser también algunos versos que aparecen 
repetidos en diferentes salmos: Sal 35,4; 40,15 y 71,13.
Diferencias textuales. Son frecuentes en los salmos discrepancias textuales de 
carácter puntual entre el texto hebreo y las versiones antiguas, ocasionadas 
muchas veces porque no es claro el sentido del texto hebreo. Las traduccio-
nes modernas corrigen a menudo el texto hebreo según las versiones. El texto 
hebreo mejor conservado es el que fijaron los masoretas (copistas judíos que 
vocalizaron el texto en los siglos VI-IX d.C.). La edición moderna que más 
garantía ofrece por el momento en la corrección del texto hebreo es la Biblia 
Hebraica Stuttgartensia. Esta edición como la anterior de R. Kittel toma como 
base el Códice de Leningrado (1.008 d.C.) de la familia Ben Aser. 
De los salmos existen muchos manuscritos griegos debido a su uso frecuente 
desde antiguo. Las versiones latinas, utilizadas en la liturgia de la Iglesia en 
occidente, siguen en general el texto griego; aunque también muestran di-
ferencias entre ellas. El Psalterium Romanum fue la revisión hecha por San 
Jerónimo del texto de la Vetus Latina y corresponde fundamentalmente a esta 
versión. En el año 386 el mismo san Jerónimo sacó a la luz el llamado Psalte-
rium Gallicanum que era una revisión de su versión anterior en base a algu-
nos códices de la versión de los Setenta. Esta versión latina fue la que pasó 
a la Vulgata. El mismo san Jerónimo hizo todavía otra edición de los salmos 
traduciendo directamente del hebreo: el Psalterium Iuxta Hebreos (que no 
pasó a formar parte de la Vulgata). Esa última versión de san Jerónimo fue 
editada en 1954 por una Comisión de monjes benedictinos para el estudio del 
«salterio». 
En la Iglesia se venía usando oficialmente la Vulgata, pero en 1945 Pío XII 
mandó hacer una nueva traducción latina de los salmos desde el hebreo: Psal-
terium Pianum, que pasó a ser el «salterio oficial» y aún hoy se considera una 
buena traducción. Pablo VI, por su parte, mandó hacer una nueva traducción 
latina de toda la Biblia que sirviese para el uso litúrgico oficial (Neovulgata). 
Esta versión contiene una nueva versión latina de los salmos que es la que se 
usa actualmente en la Iglesia. 
1.3. Los títulos al comienzo de algunos salmos
Muchos de los Salmos llevan una breve introducción a modo de título. Son 
añadidos posteriores a la composición del poema y aluden:
27• al tipo de composición de que se trata:
– «mizmor»: canción acompañada con instrumento de cuerda. Aparece en 
57 ocasiones (por ejemplo en Sal 3,1).
– «maskil»: poema didáctico o poema artístico. Aparece 13 veces (por ejem-
plo en Sal 32,1).
– «miktan»: parece ser un canto penitencial o una oración secreta. Aparece 6 
veces (por ejemplo en Sal 16,1).
– «sir hammalot»: «canto de las subidas» (cf. Sal 120-134). El significado de 
esta expresión puede ser:
 – canto del retorno de los desterrados cuando retornaban desde Babilo-
nia.
 – cantos interpretados por los levitas durante la subida de las quince gra-
das al atrio de los israelitas en el Templo.
 – cantos de peregrinación cuando los israelitas subían a Jerusalén para 
las fiestas (este último es el significado más probable).
– «sir»: canto, canto cultual acompañado de música (cf. Sal 45,1).
– «tehilláh»: alabanza, himno (cf. Sal 145,1).
– «tefilláh»: oración, súplica, lamento (cf. Sal 17,1).
– «shiggaión»: lamento (cf. Sal 7,1).
• al autor: Aparece David 73 veces, Asaf 12, los hijos de Coré 11. Además se 
cita a Hemán, Etán, Moisés y a Salomón en alguna ocasión.
• a la circunstancia en la que fue compuesto.
• a indicaciones de carácter musical para cantarlo.
Los datos no siempre van en el mismo orden ni se señalan para cada salmo.
La expresión «leDawid» (de David) en el título de un salmo puede significar 
«de David», «para David», «sobre David» o «perteneciente a David». La abun-
dancia de esa designación ha dado pie a atribuir a David los salmos que llevan 
tal título (y por extensión todos los que no llevan título). Cierto que David po-
seía cualidades musicales y poéticas (cf. 1 S 16,16-18; 2 S 1,19-27 y 2 S 3,33-34). 
En 2 S 22 se pone en boca de David un poema que es reproducido en recensión 
distinta en el Salmo 18. A la luz de los datos de los libros históricos se ha de 
considerar a David, en efecto, como uno de los iniciadores de la lírica en Israel, 
28 y, por tanto, autor de salmos de una forma u otra. Merece el título de «suave 
salmista de Israel» (2 S 23,1). 
Los títulos no pertenecen al texto de los salmos y cuando estos son recitados 
litúrgicamente en la Iglesia se prescinde de ellos.
2. Formación progresiva del libro de los Salmos
2.1. Colecciones anteriores a la composición final 
Una lectura atenta del libro de los salmos hace descubrir algunas repeticiones 
llamativas que apuntan a la existencia de colecciones parciales anteriores. En-
tre las repeticiones destacan:
– El Salmo 53 es prácticamente idéntico al Salmo 14.
– El Salmo 108 es igual a la fusión de Sal 57,8-12 y Sal 60, 6b-14.
– Sal 40,14-18 viene como pieza distinta en el Salmo 70. 
Atendiendo al modo diverso de referirse al nombre divino, a los autores a 
los que vienen atribuidos los salmos, y al contenido en el que coinciden va-
rios salmos contiguos, es posible detectar las siguientes colecciones de salmos, 
previas a la recopilación final:
• Una colección «yahwista» integrada por Sal 3-41. Los salmos de esta co-
lección están caracterizados por estar atribuidos a David, usar el nombre 
divino «YHWH» y tener una cierta lógica interna como veremos en Tema 
4. Además, son, en su mayoría, súplicas individuales llenasde confianza 
en el Señor, para ser recitadas en diversas circunstancias, sobre todo de 
aflicción, privadamente o en grupo en el Templo. También contiene him-
nos de alabanza a Dios creador y dueño de la naturaleza, así como oracio-
nes por el rey. Se considera la parte más antigua del salterio.
• Una colección «elohista» que integraba un grupo de salmos de los «hijos 
de Coré» (Sal 42-49), otro de «salmos de David» (Sal 51-72) y otro de «sal-
mos de Asaf» (Sal 73-83). Quizás esta colección se había formado a partir 
del grupo de salmos de David (Sal 51-72), al que se unieron los salmos de 
Asaf, pero poniendo uno de estos, el Salmo 50, como introducción a todo 
aquel conjunto. Después se habría antepuesto la serie de salmos de los 
hijos de Coré, resultando así el bloque completo (Sal 42-83). Se piensa que 
esta colección experimentó una revisión en la que se sustituyó el nombre 
divino de YHWH por el de Elohim. Los salmos que recogía esa colección 
son tan antiguos como los de la anterior.
29• Una colección de cantos a la realeza de Dios (Sal 93-100). Aparece bien 
definida por el tema de los poemas: Dios como rey. En general hunden sus 
raíces en la época de la monarquía, pero aparecen con retoques posterio-
res.
• El grupo Sal 101-110 (enmarcado por dos salmos reales) tiene como centro 
la proclamación del poder de Dios manifestado en la creación y en la his-
toria. Parecen ser de época postexílica.
• El grupo de los «cantos de las subidas» (Sal 120-134), determinado por-
que todos ellos llevan el mismo título. Reflejan el tiempo posterior a la 
vuelta del destierro.
• El Hallel (Sal 111-118). Todos ellos (excepto el Salmo 115) vienen introdu-
cidos con el término «Aleluya» y sirvieron para la alabanza divina en las 
grandes fiestas. También son postexílicos.
Todos estos conjuntos muestran la religiosidad del pueblo de Israel a lo largo 
de su historia. Una vez que pasaron a integrar el libro de los Salmos, quedaron 
fijados como medio de oración para todas las generaciones de creyentes. 
2.2. Etapas en la formación del libro
El proceso de formación del libro de los Salmos parece haber seguido una 
serie de etapas, cada una movida por una intencionalidad determinada. En 
cualquier caso es lógico suponer que el medio más importante en el que fue 
creciendo la colección fue el culto en el Templo y la oración sinagogal. 
Primera etapa: Unión de las colecciones yahwista y elohista. Al unirse estos 
bloques se habría puesto como introducción el Salmo 2 y como apéndice final 
unos salmos de Coré (Sal 84-88) y uno de Etán (Sal 89).
De esta forma, las oraciones davídicas, que abundaban en salmos en primera 
persona del singular, habrían pasado de oraciones de piedad personal a ora-
ciones litúrgicas de uso colectivo. 
Segunda etapa: Introducción de salmos sobre la Ley. Puesto que el Salmo 119 
tiene características especiales por su longitud (es el más largo del libro) y por 
tratar de un solo tema, la Ley, se puede pensar que sirvió en algún momento 
como punto final de una nueva reagrupación. Se piensa que se habrían inser-
tado los salmos de la realeza de Dios (Sal 93-100); y otros salmos de alabanza 
(Sal 101-110 y Sal 111-118). Al conjunto se le puso como introducción el Sal-
mo 1. Esta hipótesis se corrobora observando las semejanzas temáticas entre 
30 el Salmo 119 y el Salmo 1, por lo que se piensa en una fase en que los salmos 
se transmitieron como libro sapiencial. 
Tercera etapa: Nuevos salmos de alabanza. Finalmente se añadirían otras co-
lecciones de salmos (Sal 120-150), es decir, los «cantos de las subidas» (Sal 120-
134), otro grupo de «salmos de David» (Sal 138-145) y los «salmos aleluyá-
ticos» finales (Sal 146-150). De ese modo, la colección global en su conjunto 
volvería a presentarse con acentuados intereses litúrgicos, y sería entonces 
cuando se habrían introducido las indicaciones musicales. Se puede observar 
que los salmos finales (Sal 146-150) son «salmos de alabanza». Así quedaría 
fijado el sentido final deseado para todo el libro. De esta forma el libro de los 
Salmos queda configurado como el libro de la alabanza al Señor. 
En este momento o un tiempo después se produjo un fenómeno significati-
vo: la división de todo el libro en cinco partes. Esta división se llevó a cabo 
mediante la adición de una serie de doxologías. Este aspecto final del libro de 
los Salmos será objeto de estudio en el Tema 4. Todo hace pensar en que esta 
división artificiosa se realizó para establecer un vínculo entre el libro de los 
Salmos y la Ley. Podemos pensar que esta forma final cristalizó en tono a los 
siglos II-I a. C. En cualquier caso, esa división no tiene en cuenta los bloques 
de conjuntos anteriores. 
Del mismo tiempo que se detectan en el libro delos Salmos las colecciones 
parciales previas, o la división final en cinco partes o «libros», se percibe tam-
bién la unidad y la lógica que guarda la secuencia de un salmo tras otro. Esa 
unidad se mantiene incluso en la sucesión de salmos pertenecientes a distintas 
colecciones, y de ahí la dificultad a veces de precisar sus límites. Al lector del 
libro de los Salmos se le van ofreciendo los poemas en un orden determinado, 
que contribuye a captar el sentido de cada salmo en continuidad con el salmo 
precedente y posterior. De ese modo se produce un avance en su oración. Así 
es como aparece el libro (y no por colecciones previas ni por géneros literarios) 
y así es como los salmos son recibidos como Palabra de Dios. A esta secuencia 
se habrá de atender también para captar en su contexto el sentimiento trans-
mitido en cada salmo tal como aparece en la recopilación final.
3. El libro de los Salmos en el conjunto de la Biblia
Dentro de la Biblia, el libro de los Salmos es único en su género. Todo es ora-
ción y meditación. Tal como ha llegado a nosotros no refleja un único momen-
to concreto de la relación entre Dios y su pueblo. En los salmos se manifiestan 
31distintas situaciones del pueblo y de los individuos, e incluso un mismo salmo 
ha podido ser desarrollado en su contenido y adaptado en su interpretación 
según aquellas situaciones. La caída de la monarquía, la destrucción del Tem-
plo por Nabucodonosor, la permanencia en el destierro, el retorno y el so-
metimiento a poderes extranjeros dio nuevas connotaciones al sentido de los 
salmos. Por eso son como el centro del Antiguo Testamento. 
3.1. Valor religioso de los salmos en su origen y en su desarrollo
No es posible hoy saber con exactitud la fecha de composición de la mayor 
parte de los salmos, ya que al ser recitados en distintas situaciones de la his-
toria de Israel, y de la Iglesia, van adquiriendo nuevas connotaciones. Que el 
salterio se compuso tras el destierro aparece claro. Un ejemplo es el Salmo 137, 
que comienza diciendo: «Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y 
llorábamos…». 
El contexto vital originario de muchos salmos debió ser el culto en el Tem-
plo de Jerusalén. Por otro lado, la relación del rey con el Templo y el culto es 
manifiesta. No se ha de descartar, por tanto, que algunos salmos fueran com-
puestos para ser recitados por el rey. Pero esto no puede ampliarse de forma 
general a todo el salterio. Así, un salmo que puede responder originariamente 
a una situación histórica respecto a un rey o a un acto cultual, adquiere una 
resonancia nueva cuando los reyes ya no existen o se recita a nivel de piedad 
personal. 
Un salmo, como poesía que es, se actualiza sirviendo de molde para expresar 
los sentimientos de la fe en Dios en cualquier época y situación. Su texto sirve 
de vehículo para suscitar la confianza en Dios y la esperanza en Él en los lec-
tores de cualquier época. Por otra parte, hay que tener en cuenta que estamos 
ante un libro cuidadosamente compuesto y editado. El Salmo 1, que hace de 
introducción, da una clave de lectura: el hombre que medita la Ley del Señor. 
A esa misma clave se vuelve en el Salmo 19 diciendo que ese hombre es agra-
dable a Dios. Todo esto se desarrolla por extensoen el Salmo 119, en el que se 
meditan los mandamientos de Dios. Hay por tanto una proyección sapiencial 
del salterio, que induce a la meditación, además de su uso para la oración. A 
lo largo del libro parece establecerse por tanto un progreso que se inicia con 
la petición a Dios desde las tribulaciones personales o sociales, madura con la 
meditación, y que culmina en la contemplación de la grandeza de Dios y de 
sus obras, y en la alabanza. 
32 3.2. Los salmos y la religiosidad de Israel
Muchos salmos aparecen como súplicas o lamentaciones de un individuo que 
se dirige a Dios pidiendo que le escuche y le responda en tiempo de aflicción. 
En muchos de ellos escuchamos la voz de un individuo que clama al Señor 
porque está rodeado de enemigos que le acusan falsamente:
Ten misericordia de mí, Dios mío,
según tu bondad; según tu inmensa compasión
borra mi delito.
Lávame por completo de mi culpa,
y purifícame de mi pecado.
Pues yo reconozco mi delito,
y mi pecado está de continuo ante mí.
Contra Ti, contra Ti sólo he pecado,
y he hecho lo que es malo a tus ojos.
Por eso has de ser justo en tu sentencia,
has de tener razón en tu juicio (Sal 51,3-6).
¡Señor! ¡Cuántos son mis adversarios!
¡Cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que dicen de mí:
«Ya no tiene salvación de Dios»!
Pero Tú, Señor, eres mi escudo protector,
mi gloria, el que me hace erguir la cabeza.
Elevo mi voz al Señor
y me responde desde su monte santo.
Me acuesto y puedo dormir
y despertarme, porque el Señor me sostiene.
No temo al tropel de gente
que me ponen cerco (Sal 3,2-7).
Otras veces el salmista clama desde la enfermedad:
Señor, no me reprendas en tu enojo,
ni me castigues en tu cólera.
Que se me han clavado tus saetas
y tu mano ha caído sobre mí.
Por tu ira, no hay en mi carne parte sana;
por mi pecado, no hay salud en mis huesos;
pues mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son como un peso que me aplasta.
Por mi locura, mis llagas están podridas, ya hieden.
Estoy todo encorvado y encogido;
camino todo el día entristecido,
mis entrañas arden de fiebre
y no hay parte sana en mi carne.
Estoy agotado, abatido del todo;
el temblor de mi corazón es como un rugido.
Señor mío, todas mis ansias te son presentes,
no se te oculta mi gemido (Sal 38,2-10).
En ocasiones es desde la conciencia de pecado desde donde el salmista se di-
rige a Dios de manera personal.
A veces emplea la segunda persona «Tú» (cf. Sal 6,3), y de la misma forma 
personal habla el «yo», autor de salmo (cf. Sal 6,2), o se refiere a sus enemigos 
como «ellos» (cf. Sal 5,9). Otras veces es toda la comunidad la que pide ayuda, 
33como en Sal 12,8: «Tú, Señor, nos guardarás, nos protegerás para siempre de 
esta ralea».
También surgen salmos en las circunstancias favorables en que se encuentra 
un individuo tras experimentar una curación (cf. Sal 30,1-3) o al contemplar el 
mundo creado (cf. Sal 8). Algunos reflejan acontecimientos de la vida del rey 
(cf. Sal 45) o del orante. En 23 salmos se dan referencias históricas concretas. 
En bastantes salmos se hace referencia a elementos del culto del Templo: 
holocaustos (cf. Sal 20,4; 66,13-15), lavatorio de manos y rodear el altar (cf. 
Sal 26,6), sacrificios de aclamación (cf. Sal 27,6), toque de instrumentos (cf. 
Sal 81,3-4), sacrificios de acción de gracias (cf. Sal 107,22; 116,17), alzar las 
manos (cf. Sal 134,2) o servir en el Templo (cf. Sal 135,2). A veces la naturaleza 
exacta de los ritos se nos escapa. Otros salmos reflejan que son cantados en el 
Templo (cf. Sal 48). En ocasiones, se recogen en los títulos de los salmos indi-
caciones relacionan con días concretos (cf. Salmo 92 para el sábado; Salmo 30 
para la fiesta de la Dedicación; Salmo 39 para la fiesta de las Tiendas, según el 
griego; etc.). Lo más probable es que sólo se refieran al uso que posteriormente 
se hizo de esos salmos. Sin embargo, no hay duda que el contexto más propio 
de algunos salmos fue el culto.
Hay como unos 25 salmos que reflejan la experiencia del hombre ante la vida 
(cf. Sal 127 y 128), o reflexionan ante los problemas que conlleva la existen-
cia (cf. Sal 37 y 73) o invitan a comportarse según la Ley o a estudiarla (cf. 
Sal 1; 19 y 119). Muchos de estos salmos reflejan círculos sapienciales más que 
cultuales.
3.3. Los salmos en el Nuevo Testamento: enriquecimiento de sentido 
Los recopiladores y transmisores de los salmos los interpretaron de algún 
modo al señalar el autor, momento y tipo de composición de muchos de ellos, 
tal como lo consignaron en los títulos. 
Los autores del Nuevo Testamento citan los salmos para referirlos a Jesucristo 
(cf. Hch 2,14-26) o como un medio para dar autoridad a la exhortación (cf. 
Rm 13,10-18; 1 Pe 3,10). Siguen la pauta del uso que de ellos hizo el mismo 
Jesús según los evangelios, cuando los considera testimonio de su Persona 
(cf. Lc 24,44, junto a la Ley y los Profetas), y como palabra del Espíritu Santo 
(cf. Mt 22,43: «Como dice David en el Espíritu Santo…» y se introduce el Sal-
mo 110 que se atribuye en su título a David).
En el Nuevo Testamento se abre un horizonte nuevo de interpretación de los 
salmos al ser aplicados algunos de ellos a Cristo. En los escritos del Nuevo 
34 Testamento se citan literalmente 78 versículos de distintos salmos. Es una hue-
lla del uso que de ellos hicieron las comunidades cristianas desde el principio.
Cuando la Iglesia (o un cristiano) recita un salmo, lo hace suyo con el enri-
quecimiento de sentido que recibió de Jesucristo y los Apóstoles, dándole un 
sentido pleno. La Iglesia, en la Liturgia de las Horas, al poner la alabanza a la 
Santísima Trinidad al final de cada salmo, lo recita en la nueva economía en la 
que el amor de Dios hacia todos los pueblos y todos los hombres se ha reve-
lado en Jesucristo. Los viejos versos quedan así impregnados de la novedad 
cristiana.
4. Historia de la interpretación de los Salmos
4.1. Época patrística y medieval
Los primeros autores cristianos continuaron la línea de interpretación presen-
te en el Nuevo Testamento. Para ello echaron mano de la exégesis alegóri-
ca, sobre todo Orígenes de Alejandría, que dio la pauta a autores posteriores. 
Los comentaristas de la época patrística hicieron también una interpretación 
literal de aquellos salmos que se refieren directamente al Mesías (cf. Sal 2). 
Aquellos otros en los que no aparece el Mesías los interpretaron viendo en el 
autor al que se atribuía el salmo una figura o tipo anticipado de Jesucristo y 
de su vida (especialmente los autores de la escuela antioquena). También se 
dio a algunos salmos una interpretación que suele llamarse «prosopológica», 
en cuanto que entiende que es el mismo Cristo quien habla en el Salmo bajo la 
«máscara» (prósopon) del autor (cf. Sal 22). Además, con frecuencia, se aplica-
ron los salmos a la vida cristiana, entendiéndolos como exhortación.
Los comentarios más importantes de esa época son los de Orígenes, Eusebio de 
Cesarea, san Gregorio de Nisa, san Hilario de Poitiers, san Juan Crisóstomo 
(sobre todo en sentido moral) y san Agustín (con derivaciones de carácter doc-
trinal). Sus comentarios siguen el orden de los salmos que aparece en el salterio. 
4.2. El renacimiento y el comienzo de la época crítica
A partir del siglo XVI y durante el XVII se pone la atención en la crítica textual 
(Biblias Políglotas) y en el conocimiento de las lenguas semíticas. Luego, en el 
XVIII, se llevan a cabo amplias recopilaciones de términos, y se comentan las 
formas poéticas en la lengua hebrea. Pero la actitud crítica frente a la autoría 
davídica de los salmos y en general frente a lo que se expresa en los títulos co-
35mienza a plantearse sistemáticamente en el s. XIX. Sobre la base cierta de que 
el conjunto del libro de los Salmos refleja su composición tras el destierro, se 
llegó a considerar que eran de época reciente, algunos cercanos ya al tiempo 
del Nuevo Testamento. 
4.3. El estudio reciente de los géneros literarios y del origen de los salmos
El giro más importante en elestudio de los salmos en época moderna lo mar-
ca H. Gunkel con su obra sobre las formas literarias de los salmos publica-
da en 1933. Gunkel estudia propiamente la historia de la literatura israelita. 
Gunkel estudia cómo surge la literatura israelita en sus formas más elementa-
les y cómo se va desarrollando en géneros literarios. Este autor piensa que el 
contexto vital en que se formaron los distintos salmos se deducirá de las for-
mas literarias presentes en cada uno de ellos, ya que la situación en la que se 
compone un salmo se refleja en una forma determinada de lenguaje. Gunkel 
quiere superar una comprensión de carácter psicológico y devocional de los 
salmos ajena muchas veces a su naturaleza y su sentido literal. Un prejuicio de 
Gunkel, sin embargo, era pensar que las formas primitivas pierden su frescu-
ra y fuerza de expresión para convertirse en reelaboraciones convencionales 
según modelos establecidos.
Como géneros literarios mayores, Gunkel determina:
• himnos,
• salmos de entronización del Señor,
• lamentaciones colectivas e individuales,
• salmos reales,
• y salmos de acción de gracias individuales.
Como géneros menores:
• cantos de peregrinación,
• salmos de acción de gracias colectivas,
• salmos sapienciales
• y salmos litúrgicos.
Esta clasificación de Gunkel ha experimentado después numerosas correccio-
nes, y sobre todo se ha visto que son muy pocos los salmos que reflejan un 
género literario puro tal como los planteaba.
36 ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones:
• «mizmor»
• LXX (Septuaginta)
• TM (Texto Masorético)
• «Psalterium Gallicanum»
• Vulgata
• «maskil»
• «Psalterium Pianum»
• «tehillot»
• colección «yahwista»
• «hallel»
• interpretación «prosopológica»
• himno
• contexto vital
• «leDawid»
• «tefilláh»
• Asaf, Coré, Hemán y Etán
Ejercicio 2. Guía de Estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
 1. ¿Cuántos salmos hay en el libro de los Salmos?
 2. ¿Qué versión latina de los salmos tiene la Iglesia actualmente como oficial? 
 3. Diga cuatro personajes que aparecen como autores de los salmos en sus títu-
los.
 4. ¿Qué salmos abarca la primera colección davídica?
 5. ¿Cuándo fue configurado el libro de los Salmos con la forma que tiene actual-
mente? 
 6. ¿Cuál es el salmo más largo de la Biblia y de qué trata?
 7. ¿Quién fue el iniciador del estudio de los géneros literarios de los salmos?
 8. ¿Cómo se interpretan los salmos en el Nuevo Testamento?
Ejercicio 3. Comentario de texto
Lee el siguiente texto y haz un comentario personal, poniéndolo en relación 
con los contenidos de la lección:
Los santos Padres, con profunda penetración espiritual, supieron discernir y señalar 
que Cristo mismo, en la plenitud de su misterio, es la gran “clave” de lectura de los sal-
mos. Estaban plenamente convencidos de que en los salmos se habla de Cristo. Jesús 
37resucitado se aplicó a sí mismo los salmos, cuando dijo a los discípulos: «Es necesario 
que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Sal-
mos acerca de mí» (Lc 24, 44). Los Padres añaden que en los salmos se habla de Cristo, 
o incluso que es Cristo mismo quien habla. Al decir esto, no pensaban solamente en 
la persona individual de Jesús, sino en el Christus totus, en el Cristo total, formado por 
Cristo cabeza y por sus miembros. 
Así nace, para el cristiano, la posibilidad de leer el Salterio a la luz de todo el misterio de 
Cristo. Precisamente desde esta perspectiva se descubre también la dimensión ecle-
sial, particularmente puesta de relieve por el canto coral de los salmos. De este modo 
se comprende que los salmos hayan sido tomados, desde los primeros siglos, como 
oración del pueblo de Dios.
(San Juan Pablo II, Audiencia General, 
Miércoles 28 de marzo de 2001, n.3)
38
SUMARIO
1. DETERMINACIÓN DE LOS GÉNEROS LITERARIOS • 2. LOS HIMNOS O SALMOS 
DE ALABANZA • Motivos y expresión de la alabanza • Himnos al Dios creador y sal-
vador • Himnos a la realeza de Dios • Himnos al rey • Himnos a Sión • Himnos a 
la Ley • 3. LOS SALMOS DE SÚPLICA • Naturaleza y forma literaria • Contexto de 
las súplicas individuales y tribulaciones presentadas a Dios • Contexto y motivacio-
nes de las súplicas colectivas • Salmos de súplica con relieves más marcados • Los 
salmos de súplica a la luz del Nuevo Testamento • 4. LOS SALMOS DE ACCIÓN DE 
GRACIAS • Naturaleza y forma literaria • Contexto veterotestamentaria de los sal-
mos de acción de gracias • Las acciones de gracias en el Nuevo Testamento. La Euca-
ristía o acción de gracias en la Iglesia. Actualización de los salmos.
Este tema estudia los salmos según los géneros literarios en los que se 
pueden clasificar, exponiendo las características formales y el contexto 
histórico originario en el que surge y se desarrolla cada género. 
TEMA
3
LOS SALMOS. 
GÉNEROS LITERARIOS
391. Determinación de los géneros literarios 
Un género se determina, según Gunkel, por el lenguaje común que poseen va-
rios salmos, por reflejar estados de ánimo y sentimientos propios de una situa-
ción vital determinada, y por servir para la misma acción litúrgica. Aunque la 
catalogación de géneros literarios hecha por Gunkel se mantiene en sus líneas 
esenciales en la investigación posterior, ha sido discutida y modificada por 
cada estudioso según su particular punto de vista, sobre todo eliminando la 
distinción entre géneros mayores y menores, o proponiendo nuevos géneros, 
como el profético o los salmos de confianza. Por otra parte, hay que tener en 
cuenta que existen salmos que corresponden a varios géneros, y otros que no 
es posible clasificar de forma clara en ninguno (los llamados salmos «vagos»).
Por otro lado, debemos considerar que, con frecuencia, en un mismo salmo 
se entremezclan distintos géneros, pues la inspiración poética no puede en-
casillarse en moldes rígidos. A veces ocurre que un salmo de súplica termina 
con una acción de gracias, y que en medio de un salmo de acción de gracias 
se encuentran expresiones de tipo sapiencial. Se consideran entonces salmos 
de género «mixto».
En cualquier caso es evidente que las diversas formas literarias y los tipos de 
composición representados en los salmos sirven para expresar y desarrollar 
las actitudes fundamentales del hombre ante Dios en las distintas circunstan-
cias de la vida. Estas actitudes son, en definitiva:
• el reconocimiento de Dios, de su poder, de su amor, de sus obras o de las 
instituciones que ha suscitado.
• la petición de ayuda en las necesidades, presentándolas a Dios con rasgos 
a veces patéticos o aduciendo las causas de la desgracia.
• el agradecimiento por la salvación que Dios ha otorgado recordando la 
situación anterior de aflicción y alabándole por su intervención. Estas acti-
tudes adquieren ciertamente distintas modalidades según los motivos que 
las hacen brotar y las circunstancias en las que se expresan. 
De ahí que, simplificando, podamos determinar como géneros literarios fun-
damentales en los salmos:
• Himnos o alabanzas.
• Súplicas.
• Acciones de gracias.
40 He aquí un esquema atendiendo a los elementos predominantes en los salmos:
HiMnoS o SalMoS Con ElEMEntoS DE alabanZa
A Dios Creador y Salvador 8*; 19,1-6; 29; 33; 66,1-12; 67*; 95; 100; 103; 104; 105*; 111; 113; 
114; 117; 135*; 136*; 145; 146; 147; 148; 149; 150
A Dios como «rey» 47; 93; 95; 96; 97; 98; 99; 100; 144; 
Al Dios de la alianza 50*; 78; 81; 89*; 132
A Dios como «juez» 14; 50; 52; 53; 75; 81; 82; 94; 
Al rey, «ungido» de Dios 2; 18; 20; 21; 45; 72; 101; 110
A Sión ciudad de Dios 46; 48; 76; 84; 87; 122
Al Templo del Señor 15; 24; 68*; 82; 115; 134
A la Ley dada por Dios y sus efectos 1; 19,7-14; 36*; 37; 49; 73; 112; 119; 127; 128; 133
SALMOS DE SÚPLICA
Comunitarios 12; 44; 58; 60; 74; 79; 80; 83; 85; 89*; 90; 94; 123; 126; 129
Individuales 3; 4; 5; 7; 9-10; 13; 14; 17; 22; 25; 26; 27*; 28; 31; 36*; 39; 40,12-17; 
41; 42-43; 52*;53; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 64; 70; 71; 77; 86; 89*; 120; 
139; 141; 142
SalMoS ESPECialES DE SÚPliCa 
Penitenciales 6; 38; 51; 102; 130; 143
Imprecatorios 35; 69; 83; 88; 109; 137; 140
SalMoS DE aCCiÓn DE GRaCiaS
Comunitarios 65*; 67*; 75; 107; 124; 136*
Individuales 18; 21; 30; 32*; 34; 40,1-11; 66,13-20; 92; 108*; 116; 118; 138
SalMoS DE aCCiÓn DE GRaCiaS Con ConnotaCionES ESPECialES
Por la historia de la salvación 8*; 105-106; 135; 136
Especial expresión de confianza 11; 16; 23; 27*; 62; 63; 91; 121; 125; 131
(*) Difíciles de clasificar pues pueden formar parte de más de un grupo. 
412. Los himnos 
o salmos de alabanza
2.1. Motivos y expresión de la alabanza
Aproximadamente, la mitad de los salmos del salterio son salmos de alaban-
za. Los himnos son composiciones en las que se proclaman la grandeza y 
bondad divinas y se alaba al Señor. La alabanza presupone la admiración ante 
el carácter portentoso del actuar divino. Brota de esa admiración, de la que 
se pasa al reconocimiento de la grandeza y la bondad de Dios en sí mismo, 
es decir, a la contemplación, y de ahí a la proclamación con palabras. En esto 
consiste la alabanza. La alabanza va unida y surge de la alegría producida 
por la contemplación. La expresión «halleluia» («alabad al Señor») resume y 
sintetiza el espíritu de los himnos. Estos se caracterizan especialmente por su 
carácter teocéntrico.
A Dios se le puede alabar por muchos motivos: por su poder manifestado en 
sus grandes obras en la naturaleza y en la historia, o por el auxilio concedido 
en una circunstancia concreta, como una victoria frente a los enemigos, o la 
lluvia en tiempo de sequía. También se alaba a Dios cuando se cantan loas a la 
ciudad donde Él reside: Sión; o a quien Él ha establecido para regirla: el rey; 
o cuando se contempla el gran don otorgado a su pueblo: la Ley. Los aspectos 
formales de los salmos de alabanza se resumen en tres elementos:
• Invitación a la alabanza.
– mediante un imperativo
– dirigido a un grupo o a la comunidad. 
• Motivos por los que se alaba (cuerpo del salmo)
– introducidos con partícula causal «porque» o «por»
– introducidos por un participio referido a Dios
– narración de la salvación divina.
• Nueva invitación a la alabanza (como al comienzo) 
– mediante un imperativo
– dirigido a un grupo o la comunidad
– acompañado del deseo de bendición.
42 El contexto existencial en el que surgen y se recitan los salmos de alabanza 
era predominantemente el culto: la comunidad de Israel respondía así ante 
las grandes manifestaciones de Dios. Tal contexto cultual se refleja en las fre-
cuentes alusiones al lugar en que se recitan: los atrios del Templo, las puertas, 
el altar, etc. 
2.2. Himnos al Dios creador y salvador
Son aquellos que cantan la grandeza de Dios manifestada en la creación, en 
su providencia y en la historia de Israel. El contexto originario de estos salmos 
pudo ser diverso: fiestas con motivo del cambio de las estaciones (cf. Sal 29), o 
fiestas en las que se rememoraban los acontecimientos salvíficos (cf. Sal 105). 
Con el tiempo estas composiciones han podido despegarse de su contexto ori-
ginario y ser actualizadas a otras circunstancias. 
La estructura de estos salmos sigue en general la secuencia de los elementos 
formales de los himnos. La creación es contemplada sobre todo como algo 
que Dios mantiene en el presente. Acerca de la historia, destacan la elección 
de Israel, la liberación de Egipto, la providencia de Dios hacia su pueblo en el 
desierto, la donación de la Ley, la elección de Jerusalén como ciudad santa, etc.
2.3. Himnos a la realeza del Señor
Entre los himnos de alabanza forman un grupo especial los que alaban al Se-
ñor como Rey, llamados salmos de la realeza del Señor y también salmos de 
entronización (cf. Sal 47; 93; 95-100).
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con voces de júbilo.
Porque el Señor es el Altísimo, temible,
el gran Rey en toda la tierra.
Él nos somete los pueblos,
las naciones bajo nuestros pies.
Nos ha elegido una heredad,
la grandeza de Jacob, a quien ama.
Dios sube entre aclamaciones,
el Señor, al sonar de trompetas.
Cantad himnos a Dios, cantad,
cantad himnos a nuestro rey, cantad.
Que Dios es el rey de toda la tierra,
cantadle el himno más bello.
Dios reina sobre las naciones;
Dios está sentado en su santo trono (Sal 47,2-9).
43Estos salmos, por su forma literaria, son himnos, y tienen en común: 
• Utilizar la expresión «Dios reina» o «El Señor Dios es rey» (cf. 
Sal 47,8.9; 93,1; 96,10 y 99,1).
• Proclamar al Señor como Rey Universal de todos los pueblos y de toda la 
tierra (cf. Sal 47,3.8; 93,1-2; 96,10; 97,1.9 y 99,1-2).
• Aludir al trono de Dios (cf. Sal 47,9; 93,2.5; 97,2).
• Proyectar al futuro, o al final, el triunfo decisivo de Dios. Celebran su 
realeza, el triunfo sobre sus enemigos y su venida como Juez. 
El traslado del arca a Jerusalén y el culto en el Templo salomónico, o las fiestas 
en torno al rey son el contexto en que se proclamaría litúrgicamente que Dios 
reina sentado sobre querubines. Lo que realmente se desprende de estos sal-
mos es que se celebraba el día decisivo del triunfo de Dios, la renovación de 
la naturaleza y de la creación, la reafirmación de la Alianza y la venganza del 
pueblo sobre sus enemigos. Todo ello conecta con la esperanza (expresada en 
los profetas y en otros libros) del Día del Señor. 
En el Nuevo Testamento la expresión «Dios reina» de los salmos, no aparece 
expresamente; pero sí la expresión «Reino de Dios», que sería como su conse-
cuencia. De ese modo adquiere el valor de un símbolo que tiene detrás de sí 
el sentido de las narraciones veterotestamentarias acerca del señorío de Dios. 
Cuando Jesucristo inicia su predicación anunciando que «ha llegado el Reino 
de Dios» y explica la naturaleza y características de este reinado, asume y hace 
suyos estos salmos, purificándolos del nacionalismo judío con que los inter-
pretaba el pueblo de Israel.
2.4. Himnos al rey
En los Himnos al rey (Sal 2; 21; 45; 72 y 110) se proclama al rey como instru-
mento por el que Dios gobierna y auxilia a su pueblo. 
El origen de los himnos dedicados al rey hay que situarlo fundamentalmen-
te en las ceremonias de la coronación, o en acontecimientos extraordinarios 
de su reinado, como las bodas reales o una victoria sobre los enemigos. La 
unidad de estos salmos en un grupo peculiar responde más a su temática 
y contenido que a una estructura literaria formal. El contexto originario de 
estos salmos es la corte real y la vida del rey. Para comprenderlos es necesario 
recordar la relevancia que la monarquía davídica tiene en el Antiguo Testa-
mento.
44 Exhala mi corazón un discurso aderezado;
dedico mi poema al rey;
mi lengua es pluma de escriba veloz.
Eres el más hermoso de los hijos de Adán,
en tus labios se ha derramado la gracia,
pues Dios te ha bendecido para siempre.
Ciñe tu espada al costado, valiente:
tu gloria y tu honor.
Triunfa, sube al carro por la verdad,
la modestia y la justicia;
que tu diestra te enseñe a realizar hazañas.
Tus flechas son agudas,
los pueblos se te someten,
se clavan en el corazón de los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh Dios!, es por siempre, sin fin;
cetro de rectitud es el cetro de tu reino.
Amas la justicia y odias la impiedad;
por eso te ha ungido Dios, tu Dios,
con óleo de alegría, más que a tus compañeros.
Mirra, áloe y casia exhalan tus vestidos;
en palacios de marfil te deleitan las arpas.
Hijas de reyes están entre tus damas.
A tu diestra está la reina,
adornada con oro de Ofir.
Escucha, hija, y mira, presta tu oído,
olvida tu pueblo y la casa de tu padre:
y el rey se prendará de tu belleza;
él es tu señor, inclínate ante él.
La hija de Tiro viene con presentes,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Radiante de gloria, la hija del rey enjoyada
(de brocados de oro es su vestido,
con bordados de colores), es conducida ante el rey.
Vírgenes, sus damas, forman su séquito,
son conducidas ante ti;
son conducidas en medio de alegría y regocijo;

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