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Qué es la alegría

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¿Qué es la alegría?
La alegría es una de las emociones primarias del ser humano (y de ciertos animales superiores), descrita como una sensación fugaz y agradable, equiparable a menudo con la felicidad, el bienestar o el placer. “Estar alegre” o “estar contento” se entienden como sinónimos, y en general se interpretan como una emoción positiva y deseable, representada a través de figuras danzantes, íconos de abundancia y, sobre todo, la sonrisa.
De igual manera que otras emociones básicas, como el miedo o la rabia, la alegría constituye una respuesta adaptativa del ser humano a su entorno. Cuando estamos alegres, no sólo nuestro cuerpo reacciona a ese bienestar desencadenando reacciones bioquímicas y hormonales, sino que también sirve de refuerzo para conductas beneficiosas, o para transmitirle a los demás nuestro entusiasmo, reforzando así el vínculo social y emocional.
La palabra alegría proviene del latín alacer, alacris, que se puede traducir como “rápido”, “vivaz” o “animado”, y de donde proviene la palabra italiana allegro, empleada en la música para las melodías que exhiben dichas características. En parte ello responde a que tradicionalmente se asocia la alegría con ciertas conductas físicas energéticas, como correr, bailar, saltar, reír, etcétera.
En general, la alegría se manifiesta en el cuerpo y las facciones faciales por:
· Risas, sonrisas o inclinación a celebrar y a lo festivo. Elevado tono de voz.
· Elevación de los párpados y estrechamiento de su apertura (la “sonrisa” de los ojos).
· Presencia de energía en el cuerpo, que nos impide la quietud, y que por ende se expresa en bailes, saltos, aplausos, etcétera.
Sin embargo, la alegría puede tomar muchas formas, desde una explosión ruidosa de júbilo, hasta una felicidad sosegada y silenciosa.
Así, dependiendo del estímulo al cual responda, podremos experimentar alegrías más intensas o más controlables que, dependiendo de ello (y también de nuestra personalidad), podremos manifestar de un modo socialmente convencional, o no. Por eso a los estados de euforia incontrolable y persistente no se los considera alegres, sino síntoma de una manía o hipermanía.
Al mismo tiempo, la alegría no debe confundirse con la felicidad, la cual supone un estado de satisfacción más duradero y más vinculado con la evaluación racional de la propia vida y el propio desempeño; ni con el placer, que usualmente se describe como una sensación física de bienestar transitorio, como por ejemplo el placer sexual.

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