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Enfermedades transmitidas y causadas por ectoparásitos

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Enfermedades	transmitidas	y
causadas	por	ectoparásitos
David	Botero
Marcos	Restrepo
ENFERMEDADES	TRANSMITIDAS	POR	ARTRÓPODOS
Los	 artrópodos	 precedieron	 al	 hombre	 sobre	 la	 tierra	 por	 los	menos	 400	millones	 de	 años	 y	 los
microorganismos	 ya	 estaban	 presentes	 desde	 mucho	 antes.	 Es	 natural	 suponer	 que	 entre	 los
artrópodos	 y	 los	 microorganismos	 se	 establecieron	 variadas	 relaciones	 y	 que	 los	 antecesores	 del
hombre	fueron	después	involucrados	en	estos	sistemas.	Las	conexiones	claves	radican	probablemente
en	la	forma	como	los	artrópodos	desarrollaron	el	hábito	de	alimentarse	de	sangre	y	tejidos,	así	como
los	tipos	de	relaciones	hospedero-parásito	que	evolucionaron	entre	artrópodos	y	vertebrados.
Este	parasitismo	pudo	desarrollarse	a	través	de	artrópodos	que	se	alimentaban	de	los	desechos	o
detritus	 de	 las	 madrigueras	 (ácaros	 y	 piojos)	 o	 que	 depredaban	 en	 ellas	 a	 otros	 invertebrados
(reduvídeos).	Varias	adaptaciones	estructurales	de	los	artrópodos	existían	ya	o	se	desarrollaron	para
mejorar	la	existencia	parásita.	Estas	incluyen	partes	bucales	picadoras-succionadoras	para	nutrirse	de
sangre	u	otros	 fluidos	de	 los	 tejidos,	pérdida	de	 las	 alas	para	 el	 ectoparasitismo	y	 tallas	diminutas
para	 permitir	 la	 invasión	 en	 el	 cuerpo	 del	 vertebrado.	 La	 dependencia	 nutricional	 incluyó	 la
necesidad	de	 ingerir	un	alto	 contenido	de	proteínas,	 como	 las	disponibles	 en	 las	 tomas	de	 sangre,
necesarias	para	el	desarrollo	de	los	huevos	de	los	artrópodos	hembras.
Un	aspecto	importante	de	los	artrópodos	en	medicina	es	la	transmisión	de	enfermedades.	Existen
muchos	microorganismos	que	pueden	ser	transmitidos	por	ellos	de	hombre	a	hombre,	de	animal	a
hombre,	de	unos	animales	a	otros	y	del	ambiente	natural	a	 los	hospederos.	Los	agentes	etiológicos
involucrados	en	este	modo	de	infección	pertenecen	a	todos	los	grupos	conocidos,	desde	virus	hasta
helmintos.	Los	mecanismos	de	transmisión	son	de	dos	tipos:	mecánicos	y	biológicos.	La	transmisión
mecánica	consiste	en	el	 transporte	del	agente	etiológico,	que	no	sufre	 transformación	en	el	vector.
Este	modo	de	transmisión	puede	considerarse	accidental,	pues	ni	los	artrópodos	son	indispensables
para	el	microorganismo,	ni	son	el	único	medio	de	adquirir	esas	infecciones.
La	 transmisión	 biológica	 requiere	 artrópodos	 específicos	 con	 capacidad	 de	 alojar	 el	 agente
etiológico,	 permitir	 su	 crecimiento	 o	 multiplicación	 y	 poseer	 el	 mecanismo	 de	 transmisión	 al
hospedero;	 en	 este	 caso	 el	 artrópodo	 es	 indispensable	 para	 completar	 el	 ciclo	 biológico	 de	 los
microorganismos.
Se	 ha	 documentado	 ampliamente	 el	 efecto	 que	 tienen	 ciertas	 actividades	 humanas	 como
deforestación,	 construcción	 de	 carreteras	 y	 de	 embalses,	 etc.,	 sobre	 las	 poblaciones	 de	 artrópodos
vectores	 de	 enfermedades.[1]	 [4]	 Algunas	 especies	 de	 vectores	 se	 benefician	 de	 los	 cambios	 en	 el
hábitat	 modificado	 por	 el	 hombre,	 por	 ejemplo,	 la	 abundancia	 de	 vectores	 de	 malaria	 en	 los
ambientes	 de	 la	 Amazonia	 es	 cinco	 veces	mayor	 que	 en	 las	 zonas	 que	 permanecen	 en	 su	 estado
natural.[5]
Vectores	mecánicos
Los	 principales	 vectores	 mecánicos	 de	 infecciones	 humanas	 son	 las	 moscas	 y	 las	 cucarachas.	 Los
microorganismos	pueden	ser	 transportados	en	 la	parte	externa	del	 cuerpo	del	vector,	 como	partes
bucales,	pelos	y	almohadillas	de	 las	patas,	 también	pasan	con	 la	 saliva	 regurgitada,	vómito,	heces	o
líquidos	del	artrópodo.	Los	microorganismos	transportados	por	el	vector	pueden	ser	depositados	en
la	 piel	 o	 mucosas	 del	 hospedero	 o	 en	 alimentos	 o	 materiales	 que	 lleguen	 al	 hombre.	 Estos
microorganismos	incluyen	todos	los	grupos	patógenos	como	virus,	bacterias,	hongos	y	parásitos.
Vectores	biológicos
Los	vectores	biológicos	actúan	de	manera	más	compleja	que	los	mecánicos	y	se	asocian	a	una	gran
variedad	y	número	de	microorganismos	patógenos	que	existen	en	la	naturaleza,	mediante	ciclos	que
involucran	 hospederos	 vertebrados	 y	 artrópodos	 vectores,	 generalmente	 hematófagos.	 Los
microorganismos	 que	 utilizan	 a	 estos	 artrópodos	 como	 forma	 de	 pasar	 de	 un	 hospedero	 a	 otro
deben	tener	la	capacidad	de	infectar	al	vector,	desarrollarse	en	él	o	replicarse	y	luego	multiplicarse	en
el	hospedero	vertebrado.	Cuando	los	vectores	se	alimentan	de	sangre	para	poder	formar	los	huevos	o
para	 complementar	 otros	 requerimientos	 nutricionales,	 pueden	 ingerir	 material	 contaminado	 de
microorganismos	presentes	en	la	sangre	o	en	la	epidermis	del	vertebrado.	En	las	siguientes	comidas
de	sangre,	el	vector	puede	transmitir	estos	agentes	infecciosos	a	los	hospederos	nuevos	y	susceptibles.
El	agente	patógeno	generalmente	no	causa	daño	al	artrópodo,	mientras	que	sí	lo	hace	al	vertebrado
que	lo	recibe.	Los	principales	vectores	biológicos	son:	mosquitos,	jejenes,	moscas	picadoras,	tábanos,
chinches	(triatominos),	piojos,	pulgas	y	garrapatas.
Las	enfermedades	 transmitidas	por	vectores	biológicos	están	descritas	en	este	 libro	en	diferentes
secciones,	según	el	agente	etiológico.
Prurigo	y	alergia
Los	 artrópodos	 con	 sus	 picaduras	 causan	 lesiones	 que	 se	 denominan	 prurigo,	 un	 síndrome
caracterizado	 por	 pápulas	 o	 vesículas	 con	 prurito.	 La	 persona	 al	 rascarse	 puede	 producirse
excoriaciones	que	 se	 infectan	 secundariamente	y	 en	algunos	casos	 se	diseminan.	Las	 lesiones	 están
generalmente	 acompañadas	 de	 una	 reacción	 alérgica	 que	 intensifica	 las	 manifestaciones	 clínicas	 y
especialmente	el	prurito.
Los	pacientes	con	mayor	 sintomatología	 son	aquellos	con	hipersensibilidad	a	 los	artrópodos	o	a
diferentes	productos	de	estos.	En	algunos	casos	dan	manifestaciones	locales,	pero	en	otros	existe	una
reacción	generalizada	tanto	cutánea	como	sistémica.	Las	picaduras	a	repetición	a	lo	largo	del	tiempo
inducen	un	estado	de	 inmunidad,	en	el	 cual	 las	personas	presentan	menos	 reacción	o	ninguna.	Lo
anterior	explica	que	las	personas	que	entran	por	primera	vez	a	una	zona	endémica	con	artrópodos,
presentan	manifestaciones	más	intensas	que	los	habitantes	de	esas	regiones.	Los	cuadros	clínicos	más
importantes	 se	pueden	 agrupar	 según	 los	 agentes	 etiológicos.	Estos	 agentes	 son	 insectos	 y	 ácaros;
entre	 los	primeros	 los	principales	son:	mosquitos,	 jejenes,	piojos,	pulgas,	chinches,	abejas	y	avispas.
Entre	los	ácaros	los	principales	son:	Sarcoptes,	Trombicula	y	Demodex.
Pediculosis	(piojos)
Es	producida	por	tres	especies	de	piojos:	Pediculus	humanus	var	capitis	o	piojo	de	la	cabeza	(figura	214-
1),	Pediculus	humanus	var	corporis	o	piojo	del	cuerpo	y	de	 las	ropas	y	Phthirus	pubis	 (figura	214-2),	de
localización	preferentemente	en	la	región	pubiana.
Figura	 214-1.	 Pediculus	 humanus	 var.	 capitis.	 Adulto.	 (Cortesía,	 Gabriel	 Jaime	 Parra,	 Instituto	 Colombiano	 de
Medicina	Tropical,	CES,	Medellín.
Figura	214-2.	Phthirus	pubis.	Adulto.
El	piojo	de	la	cabeza	se	localiza	principalmente	en	la	región	occipital.	Las	lesiones	que	produce	son
máculo-pápulas	 muy	 pruriginosas;	 cuando	 hay	 rascado	 se	 producen	 excoriaciones,	 pequeñas
hemorragias	 que	 forman	 costras	 e	 infecciones	 secundarias	 exudativas	 y	 malolientes,	 que	 se
acompañan	de	adenopatías	regionales.
El	piojo	del	cuerpo	se	presenta	más	comúnmente	en	personas	que	están	hacinadas,	con	mal	aseo,
como	ocurre	en	cárceles,	ejércitos	en	épocas	de	guerra,	etc.	Los	piojos	se	mantienen	adheridos	a	las
ropas	sucias	y	deterioradas	de	esas	personas.	Las	lesiones	son	similares	a	las	descritas	en	la	cabeza.[7]
El	piojo	del	pubis	posee	un	par	de	garras	en	las	patas	con	las	cuales	se	aferra	firmemente	tanto	a
los	 vellos	 como	 a	 la	 piel.	 Produce	 un	 prurito	 intenso	 por	 la	 picadura	 y	 origina	 también	 lesiones
secundarias	por	el	rascado.	Se	conocen	otras	localizaciones	como	axilas,	bigote	y	pestañas.[8]	[9]
En	todas	las	especies	de	piojos	las	hembras	ponen	huevos	llamados	liendres,	que	se	adhieren	a	los
pelos	y	dan	origen	a	ninfas	que	setransforman	en	adultos.
El	 tratamiento	puede	hacerse	 con	medicamentos	 insecticidas	 o	 antiparasitarios	 por	 vía	 oral.	 Los
primeros	 se	 aplican	 directamente	 en	 el	 paciente	 o	 en	 sus	 ropas.	El	más	 empleado	 es	 el	 lindano	 o
gamexano	al	1%,	que	se	debe	repetir	entre	10	a	15	días.	Se	utiliza	también	el	benzoato	de	bencilo	en
loción	al	10%	o	25%,	para	aplicación	local	1	o	2	veces	por	día.	Algunos	autores	recomiendan	dejar
actuar	el	medicamento	durante	varios	días	sin	bañarse.	En	ciertos	casos	es	necesario	cortar	el	cabello
o	el	vello	pubiano	como	medida	complementaria,	especialmente	si	hay	lesiones	grandes.	Las	ropas	se
deben	 desinfectar	 por	 ebullición.	De	 todas	maneras	 se	 recomienda	 un	 buen	 aseo	 general	 y	 de	 las
ropas.[10]
El	 tratamiento	 con	 antiparasitarios	 orales	 consiste	 en	 la	 ivermectina	 para	 uso	 humano.	 Esta	 se
presenta	en	gotas	al	0,6%	para	administrar	en	dosis	única	de	una	gota	por	kg	de	peso,	dosis	que	se
debe	repetir	a	 los	8	a	10	días.[11]	[12]	 (Ver	descripción	del	producto	en	el	 tema	de	estrongiloidiasis	y
filariasis).
Pulicosis	(pulgas)
Las	pulgas	(figura	214-3)	son	ectoparásitos	temporales	que	pican	al	hombre	y	le	causan	dolor	y	una
mácula	 con	 punto	 central	 rojizo,	 lo	 cual	 es	 una	 petequia	 dejada	 por	 la	 penetración	 del	 aparato
picador.	 La	 lesión	 es	 muy	 pruriginosa	 y	 por	 acción	 del	 rascado	 se	 producen	 excoriaciones	 e
infecciones	secundarias.
Figura	214-3.	Pulga.
Las	 picaduras	 de	 la	 pulga	 generalmente	 no	 requieren	 tratamiento.	 Cuando	 existen	 picaduras
múltiples	y	mucho	prurito	se	recomienda	el	uso	de	aplicaciones	antipruriginosas.	En	el	ambiente	se
utilizan	 insecticidas,	 teniendo	 cuidado	de	 que	 penetren	 por	 los	 orificios	 y	 hendiduras	 del	 piso.	El
aseo	de	viviendas,	ropas,	muebles	y	animales	ayuda	a	controlar	estos	ectoparásitos.[13]
Tungiasis	(niguas)
Tunga	penetrans	o	nigua	es	un	insecto	similar	a	las	pulgas,	que	produce	lesiones	localizadas	en	la	piel,
en	la	cual	penetran	las	hembras	cuando	están	fecundadas	y	allí	residen	hasta	que	liberan	los	huevos.
La	 localización	más	 frecuente	 son	 los	 pies.	 Se	 inicia	 la	 lesión	por	 una	pápula	 con	un	orificio	 que
comunica	el	parásito	con	el	exterior.	La	lesión	es	muy	pruriginosa.	Cuando	la	nigua	está	grávida,	hay
distensión	del	abdomen	y	se	observa	un	nódulo	blanco	que	al	puncionarlo	deja	salir	los	huevos.	La
tungiasis	puede	ser	múltiple,	especialmente	en	personas	descalzas.	Las	lesiones	se	pueden	contaminar
y	dar	lugar	a	infecciones	secundarias	y	abscesos.	La	complicación	más	grave	de	esta	parasitosis	es	el
tétanos	debido	a	 la	 introducción	del	bacilo	 (Clostridium	tetani)	cuando	se	punciona	 la	 lesión	con	un
objeto	(aguja,	astilla,	etc.)	sucio	y	también	por	la	contaminación	de	la	herida	con	tierra.[14]
En	 la	 actualidad	 la	 tungiasis	 es	 rara,	 lo	 cual	 se	 explica	 por	 el	 frecuente	 uso	 de	 insecticidas
ambientales.	 Las	 personas	 descalzas	 y	 que	 viven	 en	 casas	 con	 pisos	 de	 tierra	 o	 entran	 a	 sitios
húmedos	 y	 oscuros,	 son	 los	 hospederos	 más	 expuestos.	 Los	 animales	 domésticos	 pueden	 ser
reservorios.
La	 extracción	 de	 las	 niguas	 es	 el	 tratamiento	 más	 común.	 Se	 aplican	 localmente	 antisépticos	 y
antibióticos	 si	 hay	 infección.	 La	 aplicación	 de	 insecticidas	 ambientales	 ayuda	 a	 controlar	 estos
artrópodos.
Cimicosis	(chinches)
Es	el	nombre	que	reciben	las	lesiones	causadas	por	las	chinches	de	la	cama	del	género	Cimex,	 cuya
picadura	da	lugar	a	pápulas	pruriginosas.	El	tratamiento,	como	en	los	casos	anteriores,	se	hace	con
medicamentos	antipruriginosos	y	con	insecticidas	ambientales	para	eliminar	los	insectos.[15]
Miasis	(larvas	de	moscas)
Las	miasis	son	producidas	por	larvas	de	moscas	(figura	214-4)	que	penetran	a	los	tejidos	del	hombre
y	de	los	animales.	Existen	tres	grupos	principales	de	estas	moscas:	las	obligatorias	que	tienen	una	fase
larvaria	en	los	tejidos,	como	Dermatobia,	las	que	se	reproducen	en	tejidos	muertos	y	ocasionalmente
invaden	úlceras	necróticas,	como	Sarcophaga,	y	las	que	forman	sus	larvas	en	excrementos	y	raramente
invaden	 tejidos	 de	 animales,	 como	Musca.[16]	 De	 acuerdo	 con	 la	 localización	 de	 las	 larvas	 y	 las
características	clínicas,	se	pueden	diferenciar	las	siguientes	formas:
Figura	214-4.	Larva	de	mosca.	(Cortesía,	James	Piggott,	Pathology	of	Tropical	and	Extraordinary	Diseases,	AFIP	70-
11632).
Cutánea.	La	forma	clínica	de	tipo	forunculoso	se	caracteriza	por	un	nódulo	rojizo,	inflamado,	con
un	 pequeño	 orificio,	 el	 cual	 permite	 la	 entrada	 de	 aire	 a	 los	 espiráculos	 de	 la	 larva.	 Este	 nódulo
puede	medir	 aproximadamente	 2	 cm	 y	 en	 algunos	 casos	 hay	 dolor.	 Se	 localiza	 principalmente	 en
partes	 expuestas	 como	 el	 cuero	 cabelludo	 y	 las	 extremidades.	 Al	 madurar,	 la	 larva	 sale
espontáneamente	 y	 la	 herida	 cicatriza.	 Clínicamente	 se	 puede	 asemejar	 a	 otras	 infecciones
forunculosas,	de	origen	bacteriano,	de	las	cuales	se	diferencian,	principalmente,	por	la	presencia	del
orificio,	 a	 través	 del	 cual	 se	 puede	 observar	 el	movimiento	 de	 la	 larva.	Otras	 larvas	 producen	 la
forma	 clínica	 denominada	 migrante	 o	 corrediza.	 En	 estos	 casos	 las	 larvas	 se	 trasladan
subcutáneamente	 produciendo	 un	 nódulo	 móvil	 y	 doloroso,	 seguido	 de	 una	 zona	 enrojecida.
Después	de	un	tiempo	el	nódulo	se	abre	al	exterior	para	permitir	la	salida	de	la	larva.[17]
Cavitaria.	 Se	 refiere	 a	 las	 localizaciones	 en	 las	 mucosas	 de	 las	 cavidades	 ocular.[18]	 nasal,	 oral,
urogenital.[19]	auricular,	etc.	El	cuadro	clínico	varía	de	acuerdo	con	la	localización	y	se	caracteriza	por
inflamación,	presencia	de	nódulos,	 tejido	necrótico	y	secreción.	A	esta	sintomatología	general	se	 le
agrega	 la	 correspondiente	 al	 órgano	 afectado.	 En	 algunos	 casos	 las	 larvas	 causan	 complicaciones,
como	 ocurre	 en	 la	 forma	 ocular	 que	 lleva	 a	 conjuntivitis,	 lesiones	 de	 la	 córnea	 o	 las	 glándulas
lacrimales.	En	la	forma	auricular	puede	haber	perforación	del	tímpano	y	otitis	media.[20]
De	las	heridas.	Las	 lesiones	necróticas	o	purulentas	pueden	albergar	 larvas	que	 se	 alimentan	del
tejido	necrótico	y	agravan	la	lesión.
Intestinal.	Cuando	se	ingieren	larvas	o	penetran	por	vía	anal,	pueden	llegar	a	establecerse	por	algún
tiempo	en	el	 intestino	y	causar	sintomatología	digestiva	 inespecífica.	En	otros	casos	 la	penetración
accidental	 de	 ciertas	 larvas	 es	 seguida	 de	 una	 rápida	 eliminación	 por	 las	 heces	 o	 el	 vómito,	 sin
localizarse	 como	verdadera	miasis.	También	 se	 debe	 tener	precaución	 con	un	 falso	diagnóstico	de
miasis	 intestinal	cuando	hay	contaminación	externa	por	 larvas	coprófagas	que	 llegan	a	 las	materias
fecales	emitidas.[21]
Diagnóstico.	El	diagnóstico	definitivo	se	basa	en	la	observación	de	las	larvas,	con	las	cuales	se	hace
la	clasificación	taxonómica.	Entre	 las	características	morfológicas	es	 indispensable	el	estudio	de	los
espiráculos	respiratorios,	que	varían	según	las	especies.
Tratamiento.	 Consiste	 en	 la	 extracción	 de	 las	 larvas	 por	 métodos	 manuales	 o	 quirúrgicos.	 Las
medidas	que	tienden	a	impedir	la	respiración	de	la	larva	son	útiles,	pues	facilitan	su	remoción.	Debe
recordarse	que	la	miasis	es	una	etapa	en	el	ciclo	de	vida	de	la	mosca	causante	y	por	lo	tanto	la	larva
debe	salir	espontáneamente	para	desarrollarse	a	la	forma	siguiente	de	evolución;	por	esta	razón	hay
cura	espontánea	de	las	miasis	en	el	hombre	y	en	los	animales.[22]
Picaduras	de	abejas,	avispas	y	hormigas
El	efecto	de	 la	picadura	de	himenópteros	como	abejas	y	avispas,	de	hormigas	y	otros	 insectos	que
introducen	sustancias	tóxicas	a	través	de	la	proboscis	o	de	un	aguijón,	da	lugar	a	diferentes	tipos	de
reacciones	que	se	clasifican	en	las	siguientes	categorías:	lesión	local	inmediata,	lesión	local	retardada
y	 reacciones	 generales	 de	 distinta	 intensidad.	 Las	 lesiones	 locales	 consisten	 en	 roncha,	 eritema,
vesícula	y	edema,	acompañados	de	sensación	de	quemadura,prurito	y	dolor.	Las	reacciones	generales
pueden	 variar	 desde	 urticaria	 hasta	 colapso	 vascular	 y	 edema	 laríngeo,	 cerebral	 y	 pulmonar,	 que
pueden	 llevar	 a	 la	muerte	 a	 pacientes	 hipersensibles.	 El	 diagnóstico	 se	 hace	 por	 los	 antecedentes
epidemiológicos	y	por	la	clínica.	El	estado	alérgico	hacia	estos	insectos	se	puede	detectar	por	medio
de	pruebas	intradérmicas	o	de	escarificación,	con	extractos	del	veneno.[23]	[25]
El	tratamiento	de	emergencia	en	casos	graves	consiste	en	la	extracción	del	aguijón,	aplicación	local
de	 hielo	 y	 torniquete,	 inyección	 local	 o	 sistémica	 de	 adrenalina	 al	 1:1.000,	 antihistamínicos	 y
corticosteroides	por	 vía	 oral	 o	parenteral	 y	 procedimientos	de	 resucitación	 en	 casos	 extremos.	En
algunos	casos	es	útil	el	tratamiento	por	medio	de	hiposensibilización.
Escabiosis	(sarna)
Esta	 enfermedad,	 llamada	 también	 sarna,	 es	 producida	 por	 un	 ácaro:	 Sarcoptes	 scabiei	 var	 hominis
(figura	214-5),	 cuyas	 hembras	 forman	 túneles	 debajo	 de	 la	 capa	 córnea.	 Las	 lesiones	 iniciales	 son
papulosas	y	producen	intenso	prurito,	especialmente	en	horas	nocturnas,	luego	aparecen	vesículas	y
posteriormente	descamación	(figura	214-6).	Están	localizadas	de	preferencia	en	los	pliegues	cutáneos
y	generalmente	no	comprometen	cuero	cabelludo,	cara,	palmas	y	plantas.	Las	lesiones	son	escasas	lo
que	 contrasta	 con	 el	 intenso	 prurito.	Una	 forma	 clínica	 con	mayor	 sintomatología	 se	 llama	 sarna
noruega,	en	la	cual	hay	abundante	descamación.[26]	[27]
Figura	214-5.	Sarcoptes,	adulto.	(Cortesía,	Pathology	of	Tropical	and	Extraordinary	Diseases,	AFIP	56-3934).
Figura	214-6.	Escabiosis,	lesiones	cutáneas..
El	 diagnóstico	 diferencial	 de	 la	 escabiosis	 debe	 hacerse	 con	psoriasis,	 hiperqueratosis	 folicular	 y
otras	 enfermedades	 que	 causen	 prurito	 y	 descamación.	 El	 diagnóstico	 etiológico	 se	 hace	 por	 la
identificación	microscópica	del	agente	causal,	lo	cual	no	siempre	es	posible.[28]
Las	características	epidemiológicas	son	 las	de	una	 infección	asociada	a	mala	higiene;	se	 transmite
principalmente	 de	 persona	 a	 persona	 y	 es	 frecuente	 por	 contacto	 sexual.	 En	 algunas	 ocasiones	 se
transmite	por	ropas	de	cama	y	prendas	de	vestir.[26]
Uno	de	 los	 tratamientos	 específicos	 utiliza	 agentes	 tópicos	 con	 uno	 de	 los	 siguientes	 acaricidas:
gamahexacloruro	 de	 benceno	 al	 1%	 (gamexano);	 benzoato	 de	 bencilo	 al	 25	 o	 30%;	 crotamitón	 al
10%;	estos	productos	se	aplican	a	la	piel	afectada	después	del	baño	durante	4	a	5	días	y	se	repiten	por
varias	semanas,	si	es	necesario.	Este	tratamiento	se	debe	hacer	en	el	paciente	y	en	 las	personas	que
convivan	 íntimamente	 con	 él.	 Siempre	 debe	 practicarse	 un	 buen	 aseo	 personal	 y	 cuidados	 de	 las
ropas	 para	 destruir	 los	 parásitos.	 El	 prurito	 puede	 tratarse	 con	 antihistamínicos	 y	 las	 infecciones
secundarias,	con	antibióticos.	También	se	emplea	ivermectina	con	la	misma	dosificación	mencionada
en	pediculosis.[29]
Otras	acarosis
Se	deben	a	la	invasión	de	la	piel	por	ácaros	de	los	géneros	Trombicula,	Dermanyssus,	Allodermanyssus	y
por	 garrapatas.	El	 primero	 es	 el	más	 frecuente	 y	 se	 adquiere	 por	 contacto	 de	 la	 piel	 con	 pasto	 o
vegetación,	en	donde	estos	artrópodos	realizan	su	ciclo	de	vida.
Las	ninfas	se	introducen	a	la	epidermis	y	secretan	una	sustancia	altamente	pruriginosa.	Las	lesiones
se	caracterizan	por	pápulas	eritematosas	que	aparecen	a	los	dos	o	tres	días	y	curan	espontáneamente
en	 4	 a	 5	 días.	 Los	 otros	 dos	 géneros	 son	parásitos	 de	 aves	 o	 roedores	 que	 pueden	 invadir	 la	 piel
humana	y	producir	lesiones	similares.
Los	insecticidas	aplicados	a	la	piel	tienen	utilidad,	principalmente	como	preventivos,	pues	después
de	formadas	las	lesiones	aceleran	muy	poco	su	curación.
Como	 un	 ácaro	 saprofito	 está	Demodex	 folliculorum	 (figura	 214-7),	 que	 se	 aloja	 en	 los	 folículos
pilosos	 de	 la	 piel,	 principalmente	 en	 la	 cara.	 Su	 proliferación	 excesiva	 puede	 producir	 prurito	 o
ardor.[30]	[31]
Figura	214-7.	Demodex	adulto.
Alergia	respiratoria
Puede	 ser	producida	por	 ácaros,	principalmente	de	 la	 familia	Pyrogliphidae,	 género	Dermatophagoides.
Estos	 artrópodos	 se	 encuentran	 en	 el	 polvo	 de	 las	 habitaciones	 y	 colchones,	 son	 inhalados	 y
desencadenan	 asma,	 rinitis	 y	 otras	 alergias	 del	 tracto	 respiratorio.	 Para	 determinar	 el	 grado	 de
sensibilidad	 a	 estos	 alergenos,	 se	 utilizan	 principalmente	 pruebas	 cutáneas	 de	 escarificación	 e
intradérmicas.	Para	la	hiposensibilización	se	fabrican	extractos	de	los	mismos	alérgenos.[32]
INTOXICACIONES	PRODUCIDAS	POR	ARTRÓPODOS
Existen	 tres	 grupos	 principales	 de	 artrópodos	 que	 inoculan	 sustancias	 tóxicas	 de	 acción	 local	 y
sistémica:	los	alacranes	o	escorpiones,	las	arañas	y	las	garrapatas.
Escorpionismo
El	veneno	de	los	escorpiones	es	neurotóxico,	produce	dolor	y	eritema	en	el	sitio	de	la	inoculación	y
en	 casos	 graves,	 principalmente	 en	 niños,	 se	 presentan	 síntomas	 generales	 como	 parestesias,
entumecimiento	de	la	lengua,	sudoración,	taquicardia	y	ocasionalmente	síntomas	de	parálisis.	Se	han
informado	casos	fatales	en	niños	pequeños	con	picaduras	múltiples.	El	tratamiento	local	consiste	en
la	aplicación	de	hielo	y	anestésicos	en	el	sitio	de	 la	 lesión;	 los	síntomas	generales	se	combaten	con
antihistamínicos	y	corticoides.	En	algunos	países	existen	sueros	específicos	de	utilidad	para	los	casos
graves.[33]	[34]
Aracnoidismo
Existen	dos	géneros	de	arañas	con	capacidad	tóxica	 importante:	Latrodectus	y	Loxosceles.	El	primero
corresponde	a	 la	araña	 llamada	viuda	negra	que	vive	en	el	campo	alrededor	de	 las	casas	y	causa	el
cuadro	 clínico	 llamado	 latrodectismo,	 con	 sintomatología	 neurotóxica	 caracterizada	 por	 rigidez
muscular,	temblores,	sudoración,	vómito	y	sialorrea.	Localmente	se	observan	edema,	eritema,	dolor	y
dos	 puntos	 equimóticos	 correspondientes	 a	 la	 picadura.	 El	 tratamiento	 específico	 se	 hace	 con
antisueros.
El	 loxoscelismo	 es	 causado	 por	 la	 picadura	 de	 arañas	 pequeñas	 con	 vellosidades	 y	 de	 hábitos
intradomiciliarios.	La	acción	del	veneno	es	hemolítica	y	necrosante,	los	síntomas	locales	son	edema,
hemorragia	y	ulceración	necrótica;	los	generales	son	hematuria,	ictericia,	anemia	y	fiebre;	en	los	casos
graves	 puede	haber	 insuficiencia	 renal,	 coma	 y	muerte.	El	 tratamiento	 se	 basa	 en	 la	 aplicación	de
sueros	específicos,	antihistamínicos	y	otras	medidas	generales.[35]	[36]
Parálisis	por	garrapatas
Se	 produce	 especialmente	 en	 niños	 y	 se	 caracteriza	 por	 parálisis	 flácida	 ascendente,	 que	 puede
simular	poliomielitis	u	otras	neuropatías.	En	casos	graves	puede	haber	ataxia	y	parálisis	respiratoria.
Además	del	tratamiento	médico	general,	se	deben	remover	las	garrapatas	(figura	214-8)	con	cuidado
de	no	romperlas.
Figura	214-8.	Garrapata.	(Cortesía,	Gustavo	López,	Instituto	Colombiano	de	Medicina	Tropical,	CES,	Medellín).
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