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Enfermedades transmitidas y causadas por ectoparásitos David Botero Marcos Restrepo ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR ARTRÓPODOS Los artrópodos precedieron al hombre sobre la tierra por los menos 400 millones de años y los microorganismos ya estaban presentes desde mucho antes. Es natural suponer que entre los artrópodos y los microorganismos se establecieron variadas relaciones y que los antecesores del hombre fueron después involucrados en estos sistemas. Las conexiones claves radican probablemente en la forma como los artrópodos desarrollaron el hábito de alimentarse de sangre y tejidos, así como los tipos de relaciones hospedero-parásito que evolucionaron entre artrópodos y vertebrados. Este parasitismo pudo desarrollarse a través de artrópodos que se alimentaban de los desechos o detritus de las madrigueras (ácaros y piojos) o que depredaban en ellas a otros invertebrados (reduvídeos). Varias adaptaciones estructurales de los artrópodos existían ya o se desarrollaron para mejorar la existencia parásita. Estas incluyen partes bucales picadoras-succionadoras para nutrirse de sangre u otros fluidos de los tejidos, pérdida de las alas para el ectoparasitismo y tallas diminutas para permitir la invasión en el cuerpo del vertebrado. La dependencia nutricional incluyó la necesidad de ingerir un alto contenido de proteínas, como las disponibles en las tomas de sangre, necesarias para el desarrollo de los huevos de los artrópodos hembras. Un aspecto importante de los artrópodos en medicina es la transmisión de enfermedades. Existen muchos microorganismos que pueden ser transmitidos por ellos de hombre a hombre, de animal a hombre, de unos animales a otros y del ambiente natural a los hospederos. Los agentes etiológicos involucrados en este modo de infección pertenecen a todos los grupos conocidos, desde virus hasta helmintos. Los mecanismos de transmisión son de dos tipos: mecánicos y biológicos. La transmisión mecánica consiste en el transporte del agente etiológico, que no sufre transformación en el vector. Este modo de transmisión puede considerarse accidental, pues ni los artrópodos son indispensables para el microorganismo, ni son el único medio de adquirir esas infecciones. La transmisión biológica requiere artrópodos específicos con capacidad de alojar el agente etiológico, permitir su crecimiento o multiplicación y poseer el mecanismo de transmisión al hospedero; en este caso el artrópodo es indispensable para completar el ciclo biológico de los microorganismos. Se ha documentado ampliamente el efecto que tienen ciertas actividades humanas como deforestación, construcción de carreteras y de embalses, etc., sobre las poblaciones de artrópodos vectores de enfermedades.[1] [4] Algunas especies de vectores se benefician de los cambios en el hábitat modificado por el hombre, por ejemplo, la abundancia de vectores de malaria en los ambientes de la Amazonia es cinco veces mayor que en las zonas que permanecen en su estado natural.[5] Vectores mecánicos Los principales vectores mecánicos de infecciones humanas son las moscas y las cucarachas. Los microorganismos pueden ser transportados en la parte externa del cuerpo del vector, como partes bucales, pelos y almohadillas de las patas, también pasan con la saliva regurgitada, vómito, heces o líquidos del artrópodo. Los microorganismos transportados por el vector pueden ser depositados en la piel o mucosas del hospedero o en alimentos o materiales que lleguen al hombre. Estos microorganismos incluyen todos los grupos patógenos como virus, bacterias, hongos y parásitos. Vectores biológicos Los vectores biológicos actúan de manera más compleja que los mecánicos y se asocian a una gran variedad y número de microorganismos patógenos que existen en la naturaleza, mediante ciclos que involucran hospederos vertebrados y artrópodos vectores, generalmente hematófagos. Los microorganismos que utilizan a estos artrópodos como forma de pasar de un hospedero a otro deben tener la capacidad de infectar al vector, desarrollarse en él o replicarse y luego multiplicarse en el hospedero vertebrado. Cuando los vectores se alimentan de sangre para poder formar los huevos o para complementar otros requerimientos nutricionales, pueden ingerir material contaminado de microorganismos presentes en la sangre o en la epidermis del vertebrado. En las siguientes comidas de sangre, el vector puede transmitir estos agentes infecciosos a los hospederos nuevos y susceptibles. El agente patógeno generalmente no causa daño al artrópodo, mientras que sí lo hace al vertebrado que lo recibe. Los principales vectores biológicos son: mosquitos, jejenes, moscas picadoras, tábanos, chinches (triatominos), piojos, pulgas y garrapatas. Las enfermedades transmitidas por vectores biológicos están descritas en este libro en diferentes secciones, según el agente etiológico. Prurigo y alergia Los artrópodos con sus picaduras causan lesiones que se denominan prurigo, un síndrome caracterizado por pápulas o vesículas con prurito. La persona al rascarse puede producirse excoriaciones que se infectan secundariamente y en algunos casos se diseminan. Las lesiones están generalmente acompañadas de una reacción alérgica que intensifica las manifestaciones clínicas y especialmente el prurito. Los pacientes con mayor sintomatología son aquellos con hipersensibilidad a los artrópodos o a diferentes productos de estos. En algunos casos dan manifestaciones locales, pero en otros existe una reacción generalizada tanto cutánea como sistémica. Las picaduras a repetición a lo largo del tiempo inducen un estado de inmunidad, en el cual las personas presentan menos reacción o ninguna. Lo anterior explica que las personas que entran por primera vez a una zona endémica con artrópodos, presentan manifestaciones más intensas que los habitantes de esas regiones. Los cuadros clínicos más importantes se pueden agrupar según los agentes etiológicos. Estos agentes son insectos y ácaros; entre los primeros los principales son: mosquitos, jejenes, piojos, pulgas, chinches, abejas y avispas. Entre los ácaros los principales son: Sarcoptes, Trombicula y Demodex. Pediculosis (piojos) Es producida por tres especies de piojos: Pediculus humanus var capitis o piojo de la cabeza (figura 214- 1), Pediculus humanus var corporis o piojo del cuerpo y de las ropas y Phthirus pubis (figura 214-2), de localización preferentemente en la región pubiana. Figura 214-1. Pediculus humanus var. capitis. Adulto. (Cortesía, Gabriel Jaime Parra, Instituto Colombiano de Medicina Tropical, CES, Medellín. Figura 214-2. Phthirus pubis. Adulto. El piojo de la cabeza se localiza principalmente en la región occipital. Las lesiones que produce son máculo-pápulas muy pruriginosas; cuando hay rascado se producen excoriaciones, pequeñas hemorragias que forman costras e infecciones secundarias exudativas y malolientes, que se acompañan de adenopatías regionales. El piojo del cuerpo se presenta más comúnmente en personas que están hacinadas, con mal aseo, como ocurre en cárceles, ejércitos en épocas de guerra, etc. Los piojos se mantienen adheridos a las ropas sucias y deterioradas de esas personas. Las lesiones son similares a las descritas en la cabeza.[7] El piojo del pubis posee un par de garras en las patas con las cuales se aferra firmemente tanto a los vellos como a la piel. Produce un prurito intenso por la picadura y origina también lesiones secundarias por el rascado. Se conocen otras localizaciones como axilas, bigote y pestañas.[8] [9] En todas las especies de piojos las hembras ponen huevos llamados liendres, que se adhieren a los pelos y dan origen a ninfas que setransforman en adultos. El tratamiento puede hacerse con medicamentos insecticidas o antiparasitarios por vía oral. Los primeros se aplican directamente en el paciente o en sus ropas. El más empleado es el lindano o gamexano al 1%, que se debe repetir entre 10 a 15 días. Se utiliza también el benzoato de bencilo en loción al 10% o 25%, para aplicación local 1 o 2 veces por día. Algunos autores recomiendan dejar actuar el medicamento durante varios días sin bañarse. En ciertos casos es necesario cortar el cabello o el vello pubiano como medida complementaria, especialmente si hay lesiones grandes. Las ropas se deben desinfectar por ebullición. De todas maneras se recomienda un buen aseo general y de las ropas.[10] El tratamiento con antiparasitarios orales consiste en la ivermectina para uso humano. Esta se presenta en gotas al 0,6% para administrar en dosis única de una gota por kg de peso, dosis que se debe repetir a los 8 a 10 días.[11] [12] (Ver descripción del producto en el tema de estrongiloidiasis y filariasis). Pulicosis (pulgas) Las pulgas (figura 214-3) son ectoparásitos temporales que pican al hombre y le causan dolor y una mácula con punto central rojizo, lo cual es una petequia dejada por la penetración del aparato picador. La lesión es muy pruriginosa y por acción del rascado se producen excoriaciones e infecciones secundarias. Figura 214-3. Pulga. Las picaduras de la pulga generalmente no requieren tratamiento. Cuando existen picaduras múltiples y mucho prurito se recomienda el uso de aplicaciones antipruriginosas. En el ambiente se utilizan insecticidas, teniendo cuidado de que penetren por los orificios y hendiduras del piso. El aseo de viviendas, ropas, muebles y animales ayuda a controlar estos ectoparásitos.[13] Tungiasis (niguas) Tunga penetrans o nigua es un insecto similar a las pulgas, que produce lesiones localizadas en la piel, en la cual penetran las hembras cuando están fecundadas y allí residen hasta que liberan los huevos. La localización más frecuente son los pies. Se inicia la lesión por una pápula con un orificio que comunica el parásito con el exterior. La lesión es muy pruriginosa. Cuando la nigua está grávida, hay distensión del abdomen y se observa un nódulo blanco que al puncionarlo deja salir los huevos. La tungiasis puede ser múltiple, especialmente en personas descalzas. Las lesiones se pueden contaminar y dar lugar a infecciones secundarias y abscesos. La complicación más grave de esta parasitosis es el tétanos debido a la introducción del bacilo (Clostridium tetani) cuando se punciona la lesión con un objeto (aguja, astilla, etc.) sucio y también por la contaminación de la herida con tierra.[14] En la actualidad la tungiasis es rara, lo cual se explica por el frecuente uso de insecticidas ambientales. Las personas descalzas y que viven en casas con pisos de tierra o entran a sitios húmedos y oscuros, son los hospederos más expuestos. Los animales domésticos pueden ser reservorios. La extracción de las niguas es el tratamiento más común. Se aplican localmente antisépticos y antibióticos si hay infección. La aplicación de insecticidas ambientales ayuda a controlar estos artrópodos. Cimicosis (chinches) Es el nombre que reciben las lesiones causadas por las chinches de la cama del género Cimex, cuya picadura da lugar a pápulas pruriginosas. El tratamiento, como en los casos anteriores, se hace con medicamentos antipruriginosos y con insecticidas ambientales para eliminar los insectos.[15] Miasis (larvas de moscas) Las miasis son producidas por larvas de moscas (figura 214-4) que penetran a los tejidos del hombre y de los animales. Existen tres grupos principales de estas moscas: las obligatorias que tienen una fase larvaria en los tejidos, como Dermatobia, las que se reproducen en tejidos muertos y ocasionalmente invaden úlceras necróticas, como Sarcophaga, y las que forman sus larvas en excrementos y raramente invaden tejidos de animales, como Musca.[16] De acuerdo con la localización de las larvas y las características clínicas, se pueden diferenciar las siguientes formas: Figura 214-4. Larva de mosca. (Cortesía, James Piggott, Pathology of Tropical and Extraordinary Diseases, AFIP 70- 11632). Cutánea. La forma clínica de tipo forunculoso se caracteriza por un nódulo rojizo, inflamado, con un pequeño orificio, el cual permite la entrada de aire a los espiráculos de la larva. Este nódulo puede medir aproximadamente 2 cm y en algunos casos hay dolor. Se localiza principalmente en partes expuestas como el cuero cabelludo y las extremidades. Al madurar, la larva sale espontáneamente y la herida cicatriza. Clínicamente se puede asemejar a otras infecciones forunculosas, de origen bacteriano, de las cuales se diferencian, principalmente, por la presencia del orificio, a través del cual se puede observar el movimiento de la larva. Otras larvas producen la forma clínica denominada migrante o corrediza. En estos casos las larvas se trasladan subcutáneamente produciendo un nódulo móvil y doloroso, seguido de una zona enrojecida. Después de un tiempo el nódulo se abre al exterior para permitir la salida de la larva.[17] Cavitaria. Se refiere a las localizaciones en las mucosas de las cavidades ocular.[18] nasal, oral, urogenital.[19] auricular, etc. El cuadro clínico varía de acuerdo con la localización y se caracteriza por inflamación, presencia de nódulos, tejido necrótico y secreción. A esta sintomatología general se le agrega la correspondiente al órgano afectado. En algunos casos las larvas causan complicaciones, como ocurre en la forma ocular que lleva a conjuntivitis, lesiones de la córnea o las glándulas lacrimales. En la forma auricular puede haber perforación del tímpano y otitis media.[20] De las heridas. Las lesiones necróticas o purulentas pueden albergar larvas que se alimentan del tejido necrótico y agravan la lesión. Intestinal. Cuando se ingieren larvas o penetran por vía anal, pueden llegar a establecerse por algún tiempo en el intestino y causar sintomatología digestiva inespecífica. En otros casos la penetración accidental de ciertas larvas es seguida de una rápida eliminación por las heces o el vómito, sin localizarse como verdadera miasis. También se debe tener precaución con un falso diagnóstico de miasis intestinal cuando hay contaminación externa por larvas coprófagas que llegan a las materias fecales emitidas.[21] Diagnóstico. El diagnóstico definitivo se basa en la observación de las larvas, con las cuales se hace la clasificación taxonómica. Entre las características morfológicas es indispensable el estudio de los espiráculos respiratorios, que varían según las especies. Tratamiento. Consiste en la extracción de las larvas por métodos manuales o quirúrgicos. Las medidas que tienden a impedir la respiración de la larva son útiles, pues facilitan su remoción. Debe recordarse que la miasis es una etapa en el ciclo de vida de la mosca causante y por lo tanto la larva debe salir espontáneamente para desarrollarse a la forma siguiente de evolución; por esta razón hay cura espontánea de las miasis en el hombre y en los animales.[22] Picaduras de abejas, avispas y hormigas El efecto de la picadura de himenópteros como abejas y avispas, de hormigas y otros insectos que introducen sustancias tóxicas a través de la proboscis o de un aguijón, da lugar a diferentes tipos de reacciones que se clasifican en las siguientes categorías: lesión local inmediata, lesión local retardada y reacciones generales de distinta intensidad. Las lesiones locales consisten en roncha, eritema, vesícula y edema, acompañados de sensación de quemadura,prurito y dolor. Las reacciones generales pueden variar desde urticaria hasta colapso vascular y edema laríngeo, cerebral y pulmonar, que pueden llevar a la muerte a pacientes hipersensibles. El diagnóstico se hace por los antecedentes epidemiológicos y por la clínica. El estado alérgico hacia estos insectos se puede detectar por medio de pruebas intradérmicas o de escarificación, con extractos del veneno.[23] [25] El tratamiento de emergencia en casos graves consiste en la extracción del aguijón, aplicación local de hielo y torniquete, inyección local o sistémica de adrenalina al 1:1.000, antihistamínicos y corticosteroides por vía oral o parenteral y procedimientos de resucitación en casos extremos. En algunos casos es útil el tratamiento por medio de hiposensibilización. Escabiosis (sarna) Esta enfermedad, llamada también sarna, es producida por un ácaro: Sarcoptes scabiei var hominis (figura 214-5), cuyas hembras forman túneles debajo de la capa córnea. Las lesiones iniciales son papulosas y producen intenso prurito, especialmente en horas nocturnas, luego aparecen vesículas y posteriormente descamación (figura 214-6). Están localizadas de preferencia en los pliegues cutáneos y generalmente no comprometen cuero cabelludo, cara, palmas y plantas. Las lesiones son escasas lo que contrasta con el intenso prurito. Una forma clínica con mayor sintomatología se llama sarna noruega, en la cual hay abundante descamación.[26] [27] Figura 214-5. Sarcoptes, adulto. (Cortesía, Pathology of Tropical and Extraordinary Diseases, AFIP 56-3934). Figura 214-6. Escabiosis, lesiones cutáneas.. El diagnóstico diferencial de la escabiosis debe hacerse con psoriasis, hiperqueratosis folicular y otras enfermedades que causen prurito y descamación. El diagnóstico etiológico se hace por la identificación microscópica del agente causal, lo cual no siempre es posible.[28] Las características epidemiológicas son las de una infección asociada a mala higiene; se transmite principalmente de persona a persona y es frecuente por contacto sexual. En algunas ocasiones se transmite por ropas de cama y prendas de vestir.[26] Uno de los tratamientos específicos utiliza agentes tópicos con uno de los siguientes acaricidas: gamahexacloruro de benceno al 1% (gamexano); benzoato de bencilo al 25 o 30%; crotamitón al 10%; estos productos se aplican a la piel afectada después del baño durante 4 a 5 días y se repiten por varias semanas, si es necesario. Este tratamiento se debe hacer en el paciente y en las personas que convivan íntimamente con él. Siempre debe practicarse un buen aseo personal y cuidados de las ropas para destruir los parásitos. El prurito puede tratarse con antihistamínicos y las infecciones secundarias, con antibióticos. También se emplea ivermectina con la misma dosificación mencionada en pediculosis.[29] Otras acarosis Se deben a la invasión de la piel por ácaros de los géneros Trombicula, Dermanyssus, Allodermanyssus y por garrapatas. El primero es el más frecuente y se adquiere por contacto de la piel con pasto o vegetación, en donde estos artrópodos realizan su ciclo de vida. Las ninfas se introducen a la epidermis y secretan una sustancia altamente pruriginosa. Las lesiones se caracterizan por pápulas eritematosas que aparecen a los dos o tres días y curan espontáneamente en 4 a 5 días. Los otros dos géneros son parásitos de aves o roedores que pueden invadir la piel humana y producir lesiones similares. Los insecticidas aplicados a la piel tienen utilidad, principalmente como preventivos, pues después de formadas las lesiones aceleran muy poco su curación. Como un ácaro saprofito está Demodex folliculorum (figura 214-7), que se aloja en los folículos pilosos de la piel, principalmente en la cara. Su proliferación excesiva puede producir prurito o ardor.[30] [31] Figura 214-7. Demodex adulto. Alergia respiratoria Puede ser producida por ácaros, principalmente de la familia Pyrogliphidae, género Dermatophagoides. Estos artrópodos se encuentran en el polvo de las habitaciones y colchones, son inhalados y desencadenan asma, rinitis y otras alergias del tracto respiratorio. Para determinar el grado de sensibilidad a estos alergenos, se utilizan principalmente pruebas cutáneas de escarificación e intradérmicas. Para la hiposensibilización se fabrican extractos de los mismos alérgenos.[32] INTOXICACIONES PRODUCIDAS POR ARTRÓPODOS Existen tres grupos principales de artrópodos que inoculan sustancias tóxicas de acción local y sistémica: los alacranes o escorpiones, las arañas y las garrapatas. Escorpionismo El veneno de los escorpiones es neurotóxico, produce dolor y eritema en el sitio de la inoculación y en casos graves, principalmente en niños, se presentan síntomas generales como parestesias, entumecimiento de la lengua, sudoración, taquicardia y ocasionalmente síntomas de parálisis. Se han informado casos fatales en niños pequeños con picaduras múltiples. El tratamiento local consiste en la aplicación de hielo y anestésicos en el sitio de la lesión; los síntomas generales se combaten con antihistamínicos y corticoides. En algunos países existen sueros específicos de utilidad para los casos graves.[33] [34] Aracnoidismo Existen dos géneros de arañas con capacidad tóxica importante: Latrodectus y Loxosceles. El primero corresponde a la araña llamada viuda negra que vive en el campo alrededor de las casas y causa el cuadro clínico llamado latrodectismo, con sintomatología neurotóxica caracterizada por rigidez muscular, temblores, sudoración, vómito y sialorrea. Localmente se observan edema, eritema, dolor y dos puntos equimóticos correspondientes a la picadura. El tratamiento específico se hace con antisueros. El loxoscelismo es causado por la picadura de arañas pequeñas con vellosidades y de hábitos intradomiciliarios. La acción del veneno es hemolítica y necrosante, los síntomas locales son edema, hemorragia y ulceración necrótica; los generales son hematuria, ictericia, anemia y fiebre; en los casos graves puede haber insuficiencia renal, coma y muerte. El tratamiento se basa en la aplicación de sueros específicos, antihistamínicos y otras medidas generales.[35] [36] Parálisis por garrapatas Se produce especialmente en niños y se caracteriza por parálisis flácida ascendente, que puede simular poliomielitis u otras neuropatías. En casos graves puede haber ataxia y parálisis respiratoria. Además del tratamiento médico general, se deben remover las garrapatas (figura 214-8) con cuidado de no romperlas. Figura 214-8. Garrapata. (Cortesía, Gustavo López, Instituto Colombiano de Medicina Tropical, CES, Medellín). BIBLIOGRAFÍA 1. Patz JA, Gracczyk TK, Geller N, Vittor AY. Effects of environmental change on emerging parasitic disease. Intern J Parasitol. 2000; 30(2-13): 1395-405. 2. 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