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Microsporidiosis

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Microsporidiosis
Jorge	H.	Botero
Martha	N.	Montoya
Esta	 enfermedad	 la	 produce	 un	 grupo	 de	 parásitos	 intracelulares	 obligados	 que	 se	 denominan
microsporidios;	 hasta	 hace	 poco	 fueron	 reconocidos	 como	 protozoos,	 pero	 recientemente	 se	 ha
demostrado	que	tienen	una	relación	más	estrecha	con	los	hongos.[1]	Son	organismos	atípicos,	dada	su
estructura	celular	y	su	mecanismo	de	infección,	el	cual	incluye	la	extrusión	de	un	túbulo	o	filamento
polar,	para	entrar	a	la	célula	hospedera.[2]	esto	y	el	hecho	de	que	solo	existen	como	esporas	por	fuera
de	dicha	 célula,	 son	 las	 características	 que	permiten	 clasificar	 a	 todos	 los	miembros	 en	 el	 phylum
Microsporidia.[1]	[2]
Las	esporas	están	ampliamente	distribuidas	en	la	naturaleza	y	causan	gran	variedad	de	infecciones
en	insectos,	peces	y	mamíferos,	incluido	el	ser	humano.	Debido	a	la	abundancia	de	microsporidios	en
el	ambiente,	es	 inevitable	 la	exposición	humana	y	es	probable	que	el	ser	humano	sea	su	hospedero
normal,	 pero	 que	 la	 inmunosupresión	 les	 ofrezca	 oportunidades	 especiales	 de	 causar	 daño;	 esto
explicaría	el	incremento	reciente	en	el	número	de	casos	de	microsporidiosis	en	pacientes	con	sida.[3]
Hasta	 la	 fecha	 se	 han	 reportado	 1.400	 especies,	 agrupadas	 en	 160	 géneros.[4]	 se	 sabe	 que	 los
microsporidios	infectan	a	muchos	hospederos	vertebrados	e	invertebrados	en	la	naturaleza,	pero	solo
se	 han	 informado	 unos	 pocos	 géneros	 como	 productores	 de	 enfermedad	 en	 los	 seres	 humanos:
Encephalitozoon,	 Enterocytozoon,	 Trachipleistophora,	 Pleistophora,	 Vittaforma,	 Microsporidium,	 Nosema	 y
Brachiola;	 se	 relacionan	principalmente	 con	hospederos	 inmunocomprometidos,	 aunque	 también	ha
habido	reportes	en	individuos	inmunocompetentes.[5]
Biología
Las	esporas	son	ovaladas,	grampositivas,	resistentes	por	largos	períodos	en	el	ambiente	y	representan
el	estado	maduro	e	infeccioso	de	los	microsporidios;	 las	especies	que	infectan	mamíferos	miden	en
promedio	 2	mm	a	 7	mm	por	 1,5	mm	 a	 4	mm.	 La	 espora	 está	 rodeada	 por	 dos	 capas,	 la	 externa	 o
exospora,	 electrodensa	 compuesta	 de	 glicoproteínas,	 y	 la	 interna,	 o	 endospora,	 electrolúcida
compuesta	por	quitina	y,	además,	por	una	membrana	plasmática	 interna	 trilaminar	que	envuelve	el
contenido	de	 la	 espora,	 el	 cual	 está	 constituido	por	 el	núcleo	que	puede	 ser	único	 (Enterocytozoon,
Encephalitozoon,	 Pleistophora,	 Trachipleistophora)	 o	 doble	 con	 una	 única	 función	 (Nosema,	 Brachiola,
Vittaforma).	Se	han	identificado	hasta	el	momento	tres	proteínas	del	túbulo	polar,	denominadas	PTP
1,	2	y	3,	que	posiblemente	le	sirven	para	adherirse	a	la	célula	epitelial	del	hospedero	y	posteriormente
invadirla.[3]	[6]
Los	microsporidios	poseen	tres	estructuras	relacionadas	con	la	infección:	vacuola	posterior,	disco
de	anclaje	y	aparato	de	Golgi	atípico	denominado	polaroplasto,	localizado	en	la	región	anterior,	y	un
filamento	o	 túbulo	polar	 característico	de	 este	 phylum	 (figura	213-1).	Aunque	 estos	 parásitos	 son
eucariotas,	 poseen	 ribosomas	de	 células	 procariotas,	 por	 lo	 cual	 se	 los	 considera	microorganismos
muy	primitivos	que	se	encuentran	en	un	brazo	temprano	en	la	evolución.[1]
Tomada	con	modificaciones	de	la	referencia	1.
Figura	213-1.	Espora	de	los	microsporidios.
Ciclo	de	vida
La	 transmisión	 es	 de	 tipo	 oro-fecal	 para	 el	 caso	 de	 los	 microsporidios	 intestinales	 como
Enterocytozoon	bieneusi	 y	Encephalitozoon	 intestinalis	 y	 por	 inhalación	 para	Encephalitozoon	 cuniculi	 y	E.
hellem.	Otras	 especies	 pueden	 ser	 transmitidas	 por	 las	 vías	 transplacentaria	 y	 transovárica.	El	 ciclo
comprende	tres	etapas	o	fases	(figura	213-2):
Tomado	de:	http://www.cdc.gov	y	traducido	por	Martha	Nelly	Montoya.
Figura	213-2.	La	forma	infectante	de	microsporidia	es	la	espora	resistente	y	puede	sobrevivir	por	largo	tiempo	en	el
ambiente	1.	Las	esporas	liberan	su	túbulo	polar	e	infecta	la	célula	del	hospedero	2.	La	espora	inyecta	el	esporoplasma
infectante	dentro	de	la	célula	eucariótica	del	hospedero	a	través	del	túbulo	polar	3.	Dentro	de	la	célula	el	esporoplasma
sufre	 extensa	multiplicación	 bien	 sea	 por	merogonia	 (fisión	 binaria)	 o	 esquizogonía	 (fisión	múltiple)	 4.	 El	 desarrollo
puede	ocurrir	ya	sea	en	contacto	directo	con	el	citoplasma	de	la	célula	hospedero	(ejemplo,	E.	Bieneusi)	o	dentro	de
una	vacuola	llamada	vacuola	parasitófora	(ejemplo,	E.	intestinalis).	Sea	 libre	en	el	citoplasma	o	dentro	de	 la	vacuola
parasitófora,	el	microsporidia	se	desarrolla	por	esporogonia	a	esporas	maduras	5.	Durante	la	esporogonia	se	forma	una
pared	gruesa	que	 rodea	 la	espora,	 la	 cual	proporciona	 resistencia	a	 las	condiciones	adversas	 del	medio	 ambiente.
Cuando	 las	 esporas	 se	 incrementan	 en	 número	 y	 llenan	 completamente	 el	 citoplasma	 de	 la	 célula	 hospedera,	 la
membrana	celular	se	 rompe	y	 libera	 las	esporas	alrededor	6.	Esas	esporas	 libres	maduras	pueden	 infectar	nuevas
células	y	así	continuar	el	ciclo.
Fase	infectiva.	La	espora	es	la	forma	infectante	y,	una	vez	que	entra,	los	cambios	de	pH	la	estimulan
para	evertir	el	 túbulo	polar,	el	 cual	penetra	en	 la	célula	hospedera	y	 le	 inyecta	en	el	citoplasma	su
esporoplasma.
Fase	 de	 merogonia	 o	 proliferativa.	 También	 denominada	 esquizogonia,	 comienza	 cuando	 en	 el
interior	de	una	célula	 apropiada	para	 su	desarrollo,	 el	 esporoplasma	se	divide	por	 fisión	binaria	o
múltiple	y	evoluciona	hasta	formar	merontes.
Esporogonia.	Durante	esta	etapa	se	forman	esporontes,	esporoblastos	y	esporas.	Las	variaciones	en
el	desarrollo	y	en	la	interfaz	hospedero-parásito	son	numerosas	y	determinan	el	grupo	taxonómico	al
cual	pertenecen	estos	parásitos.[7]
Fisiopatología	y	patogénesis
Las	esporas	de	los	microsporidios	invaden	los	enterocitos	del	duodeno	y	sobre	todo	los	del	yeyuno,
al	parecer	por	adherencia	del	túbulo	polar	mediante	sus	proteínas	(PTP)	y	su	posterior	penetración,
pero	 también	 se	ha	propuesto	que	 la	 espora	puede	 invadir	 las	 células	hospederas	por	mecanismos
endocíticos.	Estas	esporas	se	ubican	principalmente	en	la	región	supranuclear	o	en	la	parte	apical	de
la	célula.	Por	un	mecanismo,	aún	mal	entendido,	producen	atrofia	de	la	vellosidad,	desprendimiento
de	los	enterocitos	infectados,	fusión	e	hiperplasia	de	las	criptas.	Además,	ocasionan	disminución	de	la
actividad	 específica	 de	 las	 disacaridasas	 del	 borde	 en	 cepillo	 y	 aunque	 existe	 poca	 reacción
inflamatoria	se	observan	macrófagos	y	células	plasmáticas	en	la	lámina	propia	de	la	vellosidad.	Es	de
anotar	que	estos	cambios	persisten,	 incluso	varios	meses	después	de	 instaurado	el	 tratamiento.	Los
hallazgos	histopatológicos	varían	desde	la	arquitectura	normal	de	las	vellosidades	hasta	una	intensa
degeneración	epitelial.[2]
Epidemiología
La	 microsporidiosis	 se	 considera	 una	 parasitosis	 de	 distribución	 cosmopolita.	 A	 partir	 de	 la
descripción	de	estos	parásitos	como	agentes	de	infección	humana,	el	número	de	casos	informados	ha
aumentado	 notablemente,	 aunque	 no	 se	 conoce	 la	 verdadera	 incidencia,	 probablemente	 por
deficiencias	en	los	métodos	de	diagnóstico	parasitológico.	Se	han	documentado	casos	en	individuos
de	 los	 cinco	 continentes,	 la	 inmensa	 mayoría	 de	 ellos	 en	 enfermos	 de	 sida,	 pero	 los	 datos	 de
prevalencia	 varían	 ampliamente	 de	 uno	 a	 otro	 informe.	 Este	 hecho	 llevó	 a	 sugerir	 que	 los
microsporidios	 podrían	 ser	 parásitos	 naturales	 del	 ser	 humano	 que	 causan	 enfermedad	 solo	 en
situaciones	 de	 falla	 inmune.[8]	 Como	 ya	 se	 dijo,	 la	 microsporidiosis	 intestinal	 es	 la	 forma	 de
presentación	más	común.	Se	ha	detectado	el	parásito	en	7%	a	50%	de	 los	casos	en	 individuos	con
sida	 y	 diarrea	 crónica	 concomitante.	Estudios	 en	Europa	 y	Estados	Unidos	 han	 encontrado	 tasas
entre	6%	y	50%	en	pacientes	con	estas	características.[3]	[9]	[11]	En	Latinoamérica	se	han	hecho	pocos
estudios	sobre	la	prevalencia	de	la	infección	por	microsporidios.	En	una	investigación	llevadaa	cabo
en	México,	Gamboa	Domínguez	y	colaboradore.[12]	hallaron	una	prevalencia	de	microsporidios	del
31%	en	pacientes	con	sida	y	diarrea	crónica	concomitante.	Brasil	y	colaboradore.[13]	encontraron	una
prevalencia	del	27,5%	de	infección	intestinal	por	microsporidios	en	una	cohorte	de	40	pacientes	VIH
positivos.	En	Colombia	se	han	diagnosticado	casos	aislados,	pero	no	se	conoce	la	prevalencia	real	de
esta	enfermedad.	En	un	estudio	realizado	en	Bogotá	en	2003	por	Flórez	y	colaboradore.[14]	se	halló
una	 prevalencia	 del	 3,5%.	En	 una	 investigación	 sistemática	 hecha	 por	 el	Grupo	 Interdisciplinario
para	el	Estudio	de	las	Parasitosis	Intestinales,	GIEPI,	de	la	Facultad	de	Medicina	de	la	Universidad
de	 Antioquia,	 en	 2004,	 se	 estudió,	 durante	 un	 año,	 a	 103	 pacientes	 VIH	 positivos,	 con	 edades
comprendidas	entre	2	y	74	años;	se	halló	una	frecuencia	de	microsporidiosis	del	3,9%,	superada	solo
por	la	criptosporidiosis	y	la	amibiasis.[15]
Es	 importante	 aclarar	 que	 la	 infección	 por	 microsporidios	 no	 es	 exclusiva	 del	 hospedero	 con
deficiencia	 inmune	 grave;	 al	 parecer	 puede	 presentarse	 en	 pacientes	 sometidos	 a	 trasplantes	 de
órganos,	 VIH	 positivos	 asintomáticos	 e,	 inclusive,	 en	 individuos	 inmunocompetentes.	 Lo	 anterior
lleva	 a	 suponer	 que	 la	 microsporidiosis	 puede	 ser	 más	 frecuente	 de	 lo	 aceptado	 hasta	 la	 fecha	 y
refuerza	 la	 idea	 del	 escaso	 poder	 patógeno	 de	 este	 grupo	 de	 organismos	 en	 individuos
inmunocompetentes.[3]	[10]	[11]
Las	 vías	 de	 transmisión	 y	 fuentes	 de	 infección	 de	 la	 microsporidiosis	 han	 sido	 difíciles	 de
determinar.	Con	base	 en	 la	distribución	de	 las	 lesiones	 y	 las	diferentes	manifestaciones	 clínicas	de
esta	parasitosis,	se	pueden	considerar	como	posibles	vías	de	transmisión	 la	oral,	 la	respiratoria	y	 la
ocular,	 lo	 cual	ha	 sido	apoyado	por	 evidencias	obtenidas	 en	estudios	 en	conejos,	 ratones	 y	monos
infectados	con	las	esporas	del	parásito.[3]	[10][11]
Las	 esporas	 de	 microsporidios	 llegan	 al	 ambiente	 por	 medio	 de	 la	 materia	 fecal,	 la	 orina	 y	 las
secreciones	 respiratorias.	 Las	 personas	 o	 animales	 infectados	 con	microsporidios	 son	 una	 posible
fuente	de	infección.	Se	han	informado	infecciones	experimentales	de	varios	animales	con	esporas	del
género	Encephalitozoon	inoculadas	por	diferentes	vías,	como	la	oral,	la	traqueal	y	la	rectal.[3]	[10]	[11]
Aún	 no	 se	 ha	 confirmado	 la	 posibilidad	 de	 que	 la	microsporidiosis	 sea	 una	 zoonosis	 y	 no	 hay
evidencia	directa	que	pruebe	la	transmisión	desde	los	animales	al	ser	humano,	con	la	excepción	del
caso	de	una	niña	de	10	años	de	edad,	que	tuvo	seroconversión	después	de	un	contacto	estrecho	con
un	perro	infectado	con	E.	cuniculi.	Recientemente	se	han	confirmado	los	reservorios	animales	de	los
microsporidios	que	infectan	al	ser	humano:	E.	cuniculi	se	encuentra	comúnmente	en	varios	mamíferos
y	 ocasionalmente	 se	 han	 observado	 esporas	 de	 Encephalitozoon	 spp.,	 en	 pájaros.[3]	 [10]	 [11]	 Se	 han
detectado	E.	hellem	en	loros,	E.	intestinalis	en	diferentes	mamíferos	como	asnos,	perros,	cerdos,	vacas	y
cabras	 en	México,	 y	 en	 Suiza	 se	 identificó	E.	bieneusi	 en	muestras	 fecales	 de	 cerdos	 y	 perros	 y	 en
monos	 con	 enfermedad	 hepatobiliar	 o	 infectados	 experimentalmente	 con	 el	 virus	 de	 la
inmunodeficiencia	simiana.	Por	medio	de	análisis	moleculares	de	diferentes	aislamientos	de	E.	cuniculi
procedentes	 de	 seres	 humanos,	 conejos,	 perros,	 ratones	 y	 zorros	 se	 demostró	 que	 todos	 eran	 del
mismo	 subtipo,	 lo	 que	 apoya	 la	 hipótesis	 de	 que	 las	 infecciones	 con	E.	 cuniculi	 pueden	 ser	 una
zoonosis.	Los	artrópodos	son	los	hospederos	más	comunes	de	los	microsporidios	y	ha	sido	posible
establecer	 infecciones	 experimentales	 en	 ratones	 por	 el	 microsporidio	 de	 los	 mosquitos	 (Nosema
algerae).	Sin	embargo,	se	desconoce	si	estos	insectos	pueden	infectar	a	seres	humanos.[3]	[10]	[11]
Se	han	descrito	otras	 fuentes	de	contaminación.	Dos	estudios	han	confirmado	 la	presencia	en	el
agua	de	microsporidios	patógenos	para	humanos.	Sparfel	y	colaboradore.[16]	 informaron	en	1997	la
presencia	de	esporas	de	E.	bieneusi	en	agua	usando	la	reacción	en	cadena	de	la	polimerasa	(PCR);	y
Dow.[17]	en	1998	detectó	esporas	del	mismo	parásito	en	aguas	superficiales	como	también	las	de	E.
intestinalis	 y	 Vittaforma	 corneae	 con	 la	 misma	 técnica,	 lo	 que	 demostró	 que	 las	 esporas	 de
microsporidios	se	pueden	encontrar	en	muestras	de	agua;	entonces,	potencialmente,	el	agua	puede	ser
fuente	 de	 infección	 para	 seres	 humanos	 ya	 sea	 por	 ingestión	 o	 por	 contaminación	 de	 plantíos
irrigados	con	agua	contaminada;	también	por	el	uso	del	agua	en	actividades	recreativas.[4]	[5].
Los	 únicos	 factores	 de	 riesgo	 relacionados	 con	 la	 microsporidiosis	 fueron	 el	 uso	 de	 piscinas
públicas	 y	 la	 homosexualidad	 en	 hombres,	 lo	 que	 apoya	 la	 transmisión	 oro-fecal	 de	 los
microsporidios,	incluyendo	la	transmisión	por	el	agua	y	la	sexual.
De	 Pleistophora,	 muy	 conocida	 por	 las	 infecciones	 que	 causa	 en	 anfibios	 y	 peces,	 solo	 se	 ha
informado	 un	 caso	 humano,	 en	 una	 biopsia	 de	 músculo	 de	 un	 paciente	 con	 deficiencia	 inmune.
Trachipleitosphora	 hominis	 es	 una	 especie	 descrita	 en	 1996	 como	 agente	 causal	 de	 miositis	 en	 un
paciente	 con	 sida;	 desde	 entonces	 se	 han	 descrito	 dos	 casos	 de	 infección	 por	microsporidios	 que
parecen	 ser	 especies	 de	 Trachipleistophora	 en	 pacientes	 con	 síntomas	 neurológicos,	 cuya	 autopsia
demostró	 el	 carácter	 diseminado	 de	 la	 infección.	Vittaforma	 corneae,	 previamente	 denominada	N.
corneum,	es	la	única	especie	de	este	nuevo	género;	se	la	aisló	de	tejido	ocular.[3]	[6]	[18]
La	 microsporidiosis	 intestinal	 la	 producen	Enterocytozoon	 bieneusi	 y	Encephalitozoon	 intestinalis.	E.
bieneusi,	 la	especie	tipo	de	la	familia	Enterocytozoonidae	y	 la	más	frecuentemente	encontrada	en	el	ser
humano,	 ha	 sido	 informada	 en	 10%	 a	 27%	 de	 los	 pacientes	 con	 sida	 que	 presentan	 diarrea	 de
etiología	 no	 esclarecida.	 Tiene	 como	 hábitat	 el	 intestino	 delgado	 e	 infecta	 primariamente	 el
enterocito,	 en	 cuyo	 extremo	 apical	 se	 desarrolla;	 prefiere	 las	 células	 de	 absorción	 del	 yeyuno	 y	 el
duodeno.	E.	bieneusi	ha	emergido,	desde	1985,	como	un	patógeno	entérico	 importante	en	pacientes
con	sida,	en	quienes	es	la	especie	más	común;	su	frecuencia	en	el	mundo,	entre	pacientes	con	sida	que
tienen	manifestaciones	diarreicas,	fluctúa	entre	1,7%	y	50%.	Hasta	la	fecha	ha	afectado	únicamente	a
pacientes	con	 sida;	produce	en	ellos	diarrea	 líquida,	 trastornos	en	 la	 absorción	de	 los	nutrientes	 y
pérdida	de	peso,	así	como	un	síndrome	devastador.[3]	[19]	[20]
Se	lo	ha	encontrado	en	macacos	(Macaca	mulatta),	cerdos	domésticos,	perros,	conejos	y	gatos,	pero
hasta	la	fecha	no	se	ha	probado	el	potencial	de	estos	animales	como	fuentes	de	infección	humana.	Se
manifiesta	como	una	enteritis	indistinguible	de	la	criptosporidiosis	y	la	isosporiasis.[3]	[19]	[20]
Se	han	descrito	infecciones	por	especies	del	género	Encephalitozoon	en	pájaros	y	mamíferos,	en	los
que	afecta	el	riñón,	el	hígado	y	el	sistema	nervioso	central.	En	seres	humanos	se	lo	informó,	en	1959,
en	 el	 líquido	 cefalorraquídeo	 de	 un	 niño	 con	 cefalea	 y	 convulsiones,	 pero	 solo	 a	 partir	 de	 1987
empezaron	los	informes	en	pacientes	con	sida,	en	quienes	causa	hepatitis	y	queratitis.
En	 1993	 se	 describió	Encephalitozoon	 intestinalis,	 denominado	 anteriormente	Septata	 intestinalis,	 en
personas	 con	 sida	 y	 diarrea	 crónica.	Causa	 principalmente	 un	 cuadro	 intestinal	 similar	 al	 descrito
para	E.	bieneusi,	pero	en	ocasiones	afecta	el	colon.	El	parásito	se	desarrolla	dentro	de	una	vacuola
parasitófora,	en	la	que	secreta	un	material	fibrilar	que	forma	septos.	Infecta	no	solo	al	enterocito	sino
también	a	los	macrófagos,	fibroblastos	y	células	endoteliales	de	la	lámina	propia,	lo	que	favorece	la
diseminaciónpor	las	vías	linfática	y	hematógena	hacia	la	vesícula	biliar,	el	hígado,	los	riñones	y	los
pulmones.	Las	manifestaciones	 clínicas	más	 frecuentes	 son	diarreas	 intensas	 asociadas	 a	 colangitis,
pero	otras	infecciones	atribuibles	a	E.	intestinales	son	sinusitis,	bronquitis	y	conjuntivitis.[3]	[6]	[21]	[22]
El	 desarrollo	 de	 microsporidiosis	 intestinal	 persistente	 está	 asociado	 con	 el	 grado	 de
inmunodeficiencia	de	 estos	pacientes;	 estudios	preliminares	 indican	que	 la	 enfermedad	 se	presenta
cuando	el	recuento	de	linfocitos	CD4+	está	por	debajo	de	100/µL.[3]	[6]	[21]	[22]
Inmunidad
El	estudio	de	la	respuesta	inmune	innata	frente	a	los	microsporidios	se	ha	centrado	en	investigar	el
papel	de	 los	macrófagos.[23]	en	macrófagos	derivados	de	monocitos	humanos	se	ha	demostrado	un
aumento	en	la	producción	de	IL-10	y	no	de	óxido	nítrico	(NO)	en	respuesta	a	la	infección,	lo	cual
sugiere	que	estos	parásitos	inducen	una	respuesta	protectora	que	les	permite	sobrevivir	dentro	de	los
macrófago.[24]	y	de	esta	manera	migrar	desde	el	sitio	inicial	de	la	infección	a	otros	órganos.[23]	Fischer
y	 colaboradores	 encontraron	 en	 macrófagos	 derivados	 de	 monocitos	 infectados	 con	 especies	 de
Encephalitozoon,	 aumento	 en	 la	 expresión	 de	 varias	 quimiocinas	 y	 sus	 receptores,	 necesarios	 para
reclutar	monocitos	 y	 una	 variedad	de	 células	 efectoras	 al	 sitio	 de	 la	 infección,	 con	 la	 consecuente
producción	de	una	respuesta	inmune	exitosa.[25]	Además,	estos	mismos	 investigadores	demostraron
la	 producción	 y	 secreción	 de	 TNF-α	 e	 IL-8	 (potentes	 mediadores	 inflamatorios)	 por	 una	 vía	 de
señalización	dependiente	de	TLR2.[26]
Mucha	de	 la	 información	que	existe	actualmente	sobre	 la	respuesta	 inmune	adaptativa	contra	 los
microsporidios	proviene	de	estudios	con	Encephalitozoon	cuniculi.	La	 inmunidad	mediada	por	células
juega	 un	 papel	 muy	 importante	 en	 la	 defensa	 y	 resistencia	 del	 hospedero	 a	 la	 infección	 por
microsporidios;	es	así	como	los	LT	CD8+	citotóxicos	son	esenciales	en	la	resistencia	a	este	parásito,
La	 infección	 por	 E.	 cuniculi,	 induce	 una	 fuerte	 respuesta	 inmune	 celular	 caracterizada	 por	 alta
producción	de	IFN-γ	e	IL-12;	son	susceptibles	los	animales	incapaces	de	producir	estas	citocinas.[27]
Manifestaciones	clínicas
La	microsporidiosis	tiene	un	amplio	espectro	de	enfermedades;	las	más	frecuentes	son	las	infecciones
gastrointestinales,	 pero	 también	 se	 puede	 encontrar	 este	 parásito	 como	 agente	 de	 infecciones
pulmonares,	nasales,	oculares,	musculares,	cerebrales	y	sistémicas.[3]	[6]	[10]
Las	infecciones	intestinales	por	microsporidios	se	han	encontrado	principalmente	en	personas	VIH
positivas	 y	 con	 sida,	 aunque	 cada	 vez	 son	 más	 frecuentes	 en	 pacientes	 inmunocompetentes;
Enterocytozoon	bieneusi	es	el	principal	agente	asociado	con	estas	 infecciones	y	menos	frecuentemente
Encephalitozoon	 intestinalis.	 Las	 infecciones	 son	 más	 comunes	 en	 pacientes	 VIH	 positivos	 con
recuentos	de	LTCD4+	por	debajo	de	100/ml.[3]	[6]	[10]
Estos	 parásitos	 a	menudo	 causan	 una	 diarrea	 secretoria	 grave,	 no	 sanguinolenta,	 sin	moco,	 con
varias	 deposiciones	 diarias,	 pérdida	 progresiva	 de	 peso	 y,	 en	 muchos	 de	 los	 casos,	 síndrome	 de
malabsorción	de	grasas,	D-xilosa	y	vitamina	B12.	La	infección	intestinal	está	asociada	con	deficiencia
de	lactasa,	actividad	reducida	de	fosfatasa	alcalina	y	a-glucosidasa	en	la	parte	basal	de	la	vellosidad,
además	de	reducción	en	la	altura	y	superficie	de	las	vellosidades.	La	diarrea	aparece	gradualmente	y
puede	 continuar	 por	meses,	 aunque	 en	 algunos	 pacientes	 puede	 ser	 intermitente,	 debido	 al	 curso
natural	de	la	infección	o	modificado	por	automedicación	con	antidiarreicos.[3]	[6]	[10]
E.	 intestinalis	 tiene	 además	 la	 capacidad	 de	 diseminarse	 y,	 al	 igual	 que	 otras	 especies	 del	 género
Encephalitozoon,	 está	 asociado	 a	 un	 amplio	 espectro	 de	 enfermedades	 que	 incluyen
queratoconjuntivitis,	bronquiolitis,	neumonía,	sinusitis,	nefritis,	uretritis,	cistitis,	prostatitis,	hepatitis,
peritonitis,	gastroenteritis	y	colangitis,	pero	los	patrones	de	distribución	son	típicos	de	cada	especie.
E.	hellem	se	ubica	principalmente	en	la	conjuntiva,	el	tracto	urinario,	los	senos	paranasales	y	el	sistema
bronquial.	E.	 cuniculi	 causa	 infecciones	 diseminadas	 que	 afectan	 a	 casi	 todos	 los	 órganos,	 pero	 las
manifestaciones	 clínicas	 varían	 considerablemente	 desde	 la	 infección	 asintomática	 hasta	 la
enfermedad	grave.	E.	intestinalis	se	ubica	principalmente	en	el	tracto	gastrointestinal	y	el	árbol	biliar
con	diseminación	al	riñón,	los	ojos,	los	senos	paranasales	y	algunas	veces	el	tracto	respiratorio.[3]	 [6]
[10]
Diagnóstico
El	diagnóstico	ha	sido	difícil	debido	a	que	la	mayoría	de	los	clínicos,	bacteriólogos	y	patólogos	no
están	familiarizados	con	estos	parásitos	y	se	sabe	poco	de	la	sensibilidad	de	las	técnicas	para	hallarlos
en	 las	 diferentes	 muestras	 clínicas	 (materia	 fecal,	 orina,	 líquido	 duodenal,	 esputo,	 líquido
cefalorraquídeo,	etc.).	En	algunos	casos	el	diagnóstico	definitivo	requiere	biopsia	intestinal,	técnicas
histopatológicas,	coloraciones	especiales	y	microscopía	electrónica.[3]	[6]	[10]
En	 la	 actualidad	 el	 diagnóstico	 general	 de	 microsporidiosis	 se	 hace	 por	 medio	 de	 técnicas
específicas	 de	 coloración	 como	 la	 tricrómica	 modificada	 por	 Weber	 y	 la	 prueba	 rápida	 Gram-
cromotropo	(figura	213-3).	La	coloración	Quick-hot	Gram-cromotropo	ha	presentado	sensibilidad	y
especificidad	ligeramente	más	altas	que	las	de	otras	coloraciones,	además	de	ser	una	prueba	rápida,
económica	y	sencilla.[3]	[6]	[10]
Tomada	con	microscopio	de	 luz	Nikon	YS-T,	objetivo	100X.	Archivo	del	Grupo	de	Parasitología,	Departamento	de
Microbiología	y	Parasitología,	Facultad	de	Medicina,	Universidad	de	Antioquia.
Figura	 213-3.	Prueba	 rápida	 y	 caliente	 de	 la	 coloración	Gram-Cromotropo	 para	 el	 diagnóstico	 de	 microsporidiosis
intestinal.	 La	 flecha	 señala	 una	 espora	 de	microsporidio	 que	 es	 pequeña	 (1	 μm	 a	 3	 μm),	 de	 color	 fucsia	 (rosado
intenso),	se	observan	una	barra	morada	y	un	espacio	 vacuolar	 en	el	 interior	 de	 la	 espora.	Nótese	que	el	 resto	del
campo	toma	un	color	morado	intenso.
Sin	embargo,	con	estas	técnicas	no	es	posible	diferenciar	las	especies,	lo	cual	es	importante	para	un
adecuado	 tratamiento	 de	 los	 pacientes	 infectados	 por	 alguno	 de	 estos	 microorganismos.	 La
diferenciación	de	las	especies	solo	es	posible	por	métodos	de	inmunofluorescencia,	con	el	empleo	de
anticuerpos	policlonales	o	monoclonales	dirigidos	contra	cada	una	de	las	especies	de	microsporidios
o	por	 el	uso	de	 la	 reacción	en	cadena	de	 la	polimerasa	 (PCR)	que	es	 sensible,	 rápida	 y	 específica,
aunque	costosa.[28]	[31]
Tratamiento	y	prevención
El	 metronidazol	 ha	 sido	 relativamente	 eficaz;	 a	 la	 dosis	 de	 500	 mg	 3	 veces/día	 mejora	 la
sintomatología,	disminuye	la	pérdida	de	peso	y	la	diarrea	puede	desaparecer	o	al	menos	mermar	de
frecuencia;	pero	después	del	tratamiento	se	siguen	observando	los	parásitos	en	el	enterocito,	lo	cual
indica	 que	 no	 se	 erradica	 la	 infección;	 este	 medicamento	 es	 ligeramente	 más	 efectivo	 para	 las
infecciones	por	E.	bieneusi	que	para	las	debidas	a	E.	intestinalis;	para	estas	ha	resultado	ser	más	útil	el
albendazol	800	mg/día.	Por	lo	tanto,	es	importante	hacer	el	diagnóstico	general	de	microsporidiosis
por	medio	de	tinciones	y	luego	diferenciar	la	especie	usando	la	PCR.[3]	[32]
En	 pacientes	 con	 microsporidiosis	 intestinal,	 se	 recomienda,	 juntamente	 con	 el	 tratamiento
farmacológico,	suministrar	suplementación	nutricional	baja	en	grasas	y	con	carbohidratos	simples,	al
igual	 que	 administrar	 líquidos	para	hidratación	oral	o	parenteral	 según	 el	 caso;	 con	 estas	medidas
adicionales	 la	 mayoría	 de	 los	 pacientes	 con	 síndrome	 de	 malabsorción	 obtienen	 considerables
beneficios.[3]	[32]
Con	respecto	a	la	prevención,	son	importantes	el	usode	agua	potable	y	la	preparación	adecuada	de
los	 alimentos,	 además	de	 los	hábitos	higiénico-sanitarios	 apropiados,	 como	el	 lavado	de	 las	manos
antes	de	comer	y	después	de	usar	los	servicios	sanitarios;	también	lo	son	el	manejo	adecuado	de	los
animales	de	compañía	y,	por	otro	lado,	el	suministro	a	las	comunidades	de	acueducto	con	sistemas	de
filtración	 apropiados	 y	 alcantarillado,	 así	 como	 una	 buena	 eliminación	 y	 disposición	 final	 de	 las
basuras.[3]	[32]
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