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355www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 rEVISIÓN Introducción El ictus es una enfermedad devastadora que, ade- más de ser una de las principales causas de mor- talidad en países desarrollados, constituye la ma- yor causa de morbilidad. Los individuos que su- fren un ictus normalmente padecen serios déficits funcionales durante el resto de sus vidas. Este he- cho, además de suponer un drama personal tanto para el paciente como para sus allegados, repre- senta una carga considerable para la sociedad. Por ello la recuperación funcional tras el ictus debe ser uno de los objetivos fundamentales que se de- ben tener en cuenta a la hora de desarrollar nue- vas aproximaciones terapéuticas contra esta en- fermedad. En general, se barajan tres posibles escenarios para alcanzar una recuperación funcional efectiva tras el ictus. En primer lugar, se sabe que la recupe- ración funcional se puede conseguir de forma es- pontánea por el cerebro, sin intervención externa. Es importante tener esto en cuenta, con el fin de evitar interferencias de fenómenos espontáneos al interpretar los resultados de los estudios experi- mentales [1]. En segundo lugar, la recuperación funcional se puede promover a través de aproxima- ciones terapéuticas encaminadas, bien al restable- cimiento de tejidos y circuitos cerebrales dañados, bien a la activación de circuitos neuronales alterna- tivos (restauración funcional frente a reorganiza- ción plástica) [2]. Finalmente, es posible que el in- dividuo desarrolle mecanismos de compensación que no tienen como fin restaurar una función espe- cífica, sino compensar esta pérdida mediante el de- sarrollo de nuevas funciones alternativas. Este últi- mo escenario, que algunos autores consideran un mecanismo adaptativo pernicioso en respuesta a un daño cerebral, suele inhibir la recuperación de fun- ciones originales, pero parece la última alternativa que queda cuando el daño es demasiado grande como para ser reparado [3]. El conocimiento de cuáles de estos mecanismos intervienen en la recuperación funcional, cuándo ocurren y cuáles son las condiciones que favorecen unos frente a otros es fundamental para entender los procesos de recuperación funcional, y ayudar así al desarrollo de terapias efectivas que los pro- muevan. Las técnicas de imagen funcional forman, Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus: I. Aspectos metodológicos Pedro Ramos-Cabrer, Jesús Agulla, Bárbara Argibay, David Brea, Francisco Campos, José Castillo Resumen. Muchos pacientes que sobreviven a un ictus se enfrentan a serias discapacidades funcionales durante el resto de sus vidas, lo que supone un drama personal para sí mismos y para sus allegados, y un elevado coste para la sociedad. Por ello, la recuperación funcional del sujeto tras el ictus debería ser un objetivo esencial que se debería considerar en el desarrollo de nuevas aproximaciones terapéuticas. En esta serie de dos trabajos, revisamos las estrategias y herramientas disponibles hoy en día para la evaluación de múltiples aspectos relacionados con la función cerebral (tanto en humanos como en animales de experimentación), y que están ayudando a los neurocientíficos a entender mejor los procesos de restauración y reorganización de la función cerebral que se inician tras un ictus. Hemos puesto especial énfasis en las aplicaciones de la resonancia magnética, probablemente la técnica de neuroimagen más versátil disponible hoy en día, y que aún no ha dejado de evolucionar y proporcionar nuevas y excitantes aplicaciones. Pero también abordamos otras técnicas alternativas y complementarias, puesto que una aproximación multidisciplinar proporciona una perspectiva más completa de los mecanismos que subyacen bajo los mecanismos de reparación tisular, de reorganización plástica del ce- rebro, y de los compensatorios que se desencadenan tras un ictus. El primer trabajo de esta serie se centra en aspectos metodológicos que nos ayudarán a comprender cómo es posible caracterizar la función cerebral basándonos en diferen- tes principios físicos y fisiológicos. El segundo trabajo se centrará en técnicas complementarias y en diversos aspectos prácticos relacionados con la aplicación de las técnicas aquí comentadas. Palabras clave. Electrofisiología. Espectroscopia de resonancia magnética. Espectroscopia NIRS. Estimulación magnética transcraneal. Resonancia magnética. Resonancia magnética funcional. SPECT. Tomografía de emisión de positrones. Laboratorio de Investigación en Neurociencias Clínicas. Departamento de Neurología. Hospital Clínico Universitario de Santiago. Universidad de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, A Coruña, España. Correspondencia: Dr. José Castillo. Laboratorio de Investigación en Neurociencias Clínicas. Área de Neurociencias. Hospital Clínico Universitario de Santiago. Travesa da Choupana, s/n. E-15706 Santiago de Compostela (A Coruña). Fax: +34 981 951 098. E-mail: jose.castillo@usc.es Financiación: P.R.C. ha contado con un contrato de investigador del programa Isidro Parga Pondal (2006-2010) de la Xunta de Galicia y con un contrato de investigador del programa Miguel Servet (2010- ) del Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Sanidad). Aceptado tras revisión externa: 25.11.10. Cómo citar este artículo: Ramos-Cabrer P, Agulla J, Argibay B, Brea D, Campos F, Castillo J. Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus: I. Aspectos metodológicos. Rev Neurol 2011; 52: 355-65. © 2011 revista de Neurología 356 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 P. Ramos-Cabrer, et al en su conjunto, un aliado indiscutible para alcanzar dicho objetivo. Exploración del estado funcional del cerebro En la práctica clínica, la evaluación del estado neu- rológico en pacientes con ictus se realiza utilizando escalas neurológicas (como la escala de Rankin mo- dificada, la National Institute of Health Stroke Scale, el índice de Barthel, la escala de Glasgow, etc.), que son bastante objetivas y resultan muy valiosas cuan- do se llevan a cabo por profesionales debidamente entrenados [4]. Por el contrario, se ha demostrado que el tamaño de la lesión, por sí mismo, no es el mejor predictor de las secuelas funcionales del ic- tus a largo plazo [5,6]. La elaboración de tests de comportamiento tam- bién ha sido una forma tradicional de evaluar el es- tado funcional en el campo de la experimentación, existiendo numerosas escalas y tests neurológicos para evaluar el estatus funcional de animales de in- vestigación [7,8]. Sin embargo, y al contrario que en la clínica, no existen unos criterios de evaluación es- tandarizados y ampliamente aceptados por la comu- nidad científica en general, realizándose diferentes tipos de tests en distintos laboratorios, de tal mane- ra que los resultados obtenidos podrían no ser com- parables entre sí. Esto es consecuencia, en primer lugar, de la gran diversidad de especies animales uti- lizadas en investigación, con anatomías y capacida- des funcionales diferentes y, en segundo lugar, de la falta de cooperación por parte del animal, que nor- malmente presenta niveles de estrés elevados (a no ser que se le someta a largos y tediosos procesos de entrenamiento). Como resultado, el papel del obser- vador al evaluar los datos de los tests de comporta- miento es más activo de lo deseable, por lo que los resultados obtenidos son función del test elegido y del criterio del observador. Este aspecto es especial- mente crítico a la hora de realizar una evaluación de déficit cognitivo y déficit en funciones cerebrales su- periores, más que en el estudio de funciones soma- tosensoriales, que son más fáciles de evaluar. Como consecuencia de todo ello, es preferible recurrir a una metodología más imparcial a la hora de valorar el estatus funcional en modelos anima- les. El uso de técnicas de neuroimagen podría abor- dar estos aspectos de una maneramás objetiva, proporcionando un apoyo adicional al desarrollo de nuevas terapias efectivas para el tratamiento del ic- tus, enfocadas hacia la recuperación de la función cerebral más que hacia la preservación o la recupe- ración del tejido cerebral en sí. Bases físicas y fisiológicas de la exploración funcional del cerebro La transmisión de impulsos nerviosos a lo largo de las diferentes redes neuronales en el cerebro es la consecuencia de una serie de eventos que ocurren a tres niveles de actuación diferentes. Desde un punto de vista metabólico, las neuronas participan en la li- beración y captación de neurotransmisores en las sinapsis, lo que promueve la comunicación entre ellas. En segundo lugar, las células nerviosas condu- cen señales eléctricas a través de sus axones, que tie- nen lugar como consecuencia del establecimiento de gradientes iónicos entre diferentes partes de la propia célula, y entre las células y el ambiente que las rodea (nivel electrofisiológico). Finalmente, y en respuesta al incremento en la demanda energética que conlleva la elevación del metabolismo celular durante la neurotransmisión, el flujo sanguíneo ce- rebral y el volumen sanguíneo cerebral se incremen- tan localmente para proveer a estas células del oxí- geno y la glucosa que necesitan para mantener su estado de actividad (nivel hemodinámico) [9]. Cada uno de los eventos que tiene lugar en los diferentes niveles de la neurotransmisión es suscep- tible de ser detectado por una técnica experimen- tal, usando diferentes principios físicos. Por ello, los diferentes métodos para la detección de la actividad cerebral se dividen en tres grupos, según el nivel al que actúen: – Técnicas basadas en medidas hemodinámicas: re- sonancia magnética funcional (RMf), tomogra- fía por emisión de positrones (PET), espectros- copia de infrarrojo cercano (NIRS), etc. – Técnicas basadas en medidas electrofisiológicas: electroencefalografía (EEG), magnetoencefalogra- fía (MEG), estimulación magnética transcraneal (TMS), etc. – Técnicas basadas en medidas metabólicas: PET, tomografía simple por emisión de fotón único (SPECT), espectroscopia de RM, microscopia de escaneado láser bifotónico, etc. A continuación, analizamos con detalle cada uno de estos grupos de técnicas funcionales. Técnicas basadas en medidas hemodinámicas Éste es el grupo de técnicas que más atención está acaparando hoy en día para la detección de la acti- vidad cerebral, principalmente debido a que no son invasivas, a su capacidad de reflejar la actividad ce- rebral cubriendo no sólo regiones corticales, sino también áreas profundas del cerebro, y a que la gran 357www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus mayoría de estas técnicas ha sido clínicamente vali- dada, por lo que es fácilmente trasladable a la prác- tica clínica (investigación traslacional). La más versátil de estas técnicas es, sin duda, la imagen RMf, que se basa en el efecto BOLD (blood- oxygen dependent MRI), introducido por Oga wa en 1990. El efecto BOLD, básicamente, consiste en que la intensidad de la señal obtenida en las imágenes de RM depende del nivel de oxigenación de la san- gre que irriga dichos tejidos [10,11]. Para entender mejor este concepto, debemos sa- ber que en la RM, la señal es producida por proto- nes (núcleos de los átomos de hidrógeno presentes en el agua y la grasa del cuerpo) que son excitados mediante ondas de radio (o radiofrecuencias) cuan- do se encuentran bajo la influencia de un campo magnético externo (el escáner de RM). Esa señal, en el caso de los protones que hay en las moléculas de agua de la sangre, está influenciada por la presencia de desoxihemoglobina. Esta sustancia posee pro- piedades paramagnéticas que hacen que induzca microalteraciones en el campo magnético que ac- túan sobre los protones en la sangre, actuando así como agente ‘destructor’ de la señal en la RM. Por el contrario, la oxihemoglobina es una sustancia de propiedades dimagnéticas que no causa efecto al- guno sobre los protones de la sangre. Así, cualquier cambio en la hemodinámica del tejido cerebral (flu- jo cerebral sanguíneo, volumen cerebral sanguíneo, niveles de hematocrito, etc.) que afecte al nivel de oxigenación de la sangre (relación oxi/desoxihemo- globina), producirá una alteración en la señal de- tectada en la RM (más señal cuanta menos desoxi- hemoglobina esté presente). Cuando la actividad neuronal en una región ce- rebral concreta se vuelve intensa, las células inter- vinientes de esa región incrementan su actividad metabólica, lo que provoca, a su vez, un incremen- to en la demanda de energía por su parte. En res- puesta a esta demanda energética, se desencadena una respuesta hemodinámica para incrementar el aporte sanguíneo y lograr así un mayor aporte de glucosa y un incremento neto en el nivel de oxige- nación de la sangre (Fig. 1). Esto último, que ocurre de forma muy focalizada en el área de actividad, origina (por el efecto BOLD) un incremento detec- table en la señal de la RM, ya que la desoxihemog- lobina (que actúa como un agente destructor de la señal de la RM) es reducida. Aunque los cambios de este tipo son muy pequeños (normalmente me- nores que el 4%), la RM es lo suficientemente sensi- ble como para detectar la actividad cerebral de esta forma. Esta sensibilidad es mayor cuanto mayor es el campo magnético utilizado, por lo que los expe- rimentos de RM suelen realizarse en sistemas de RM de 3 T en la práctica clínica, aunque en princi- pio no hay nada que impida llevarlos a cabo en sis- temas de 1,5 T. En sistemas experimentales para pequeños animales de 7, 9,4 y 11,7 T (disponibles hoy día en diversos laboratorios en el mundo), este efecto se observa con mayor intensidad. A pesar de ser una técnica de gran versatilidad y efectividad, la RMf presenta también una serie de desventajas que analizamos a continuación. En pri- mer lugar, se trata de una técnica que proporciona una medida indirecta de la actividad cerebral, ya que mide una respuesta hemodinámica a la activi- dad eléctrica de las neuronas y no dicha actividad en sí. Por lo tanto, no se puede descartar que la au- sencia de señal BOLD en un estudio de RMf en su- jetos afectados por un ictus pueda tener su explica- ción no en la ausencia en sí de actividad neuronal, sino en un fallo en los mecanismos de respuesta he- modinámica a dicha actividad neuronal (falsos ne- gativos por fallo del acoplamiento neurovascular). Este asunto ha levantado cierta controversia, y exis- ten autores que apoyan la idea del mantenimiento del acoplamiento neurovascular en sujetos isqué- micos ([12] y referencias allí citadas), mientras que Figura 1. Representación gráfica del efecto BOLD. Cuando un área del cerebro se activa, se produce un incremento del metabolismo celular para proveer de energía extra a las células. Debido a ello, el consu- mo de glucosa y oxígeno se eleva, y la red microvascular reacciona para incrementar el flujo sanguíneo cerebral, el volumen sanguíneo y la relación oxi/desoxihemoglobina (O2-Hb/Hb) en esa zona. Estos cam- bios se reflejan en imágenes de resonancia magnética (RM), ya que la desoxihemoglobina es una sus- tancia paramagnética, que disminuye la señal de la RM. 358 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 P. Ramos-Cabrer, et al otros autores sugieren lo contrario ([13] y referen- cias allí citadas). Un aspecto crítico en la calidad de los datos de la RMf es la definición de la tarea que hay que realizar (o el estímulo aplicado) para generar el efecto BOLD. Puesto que los estudios BOLD se basan en investi- gar cómo cambia la intensidad de la señal de la RM cuando se activa una zona cerebral, el diseño expe- rimental implica que hay que definir un estado ‘de reposo’ y un estado ‘activado’ para poder comparar la señal de la RM entre ambos estados. Sólo las zo- nas de tejido cerebral activadas porla tarea o estí- mulo mostrarán diferencias significativas entre am- bos estados, permaneciendo inalterada la señal en el resto del cerebro (Fig. 2). En la RMf es crítico que la tarea diseñada active las áreas cerebrales relevantes que se pretenden es- tudiar, y no otras. También es importante que todos los sujetos estudiados desarrollen la tarea exacta- mente de la misma forma, de lo contrario se po- drían malinterpretar los resultados por un diseño experimental pobre. En este sentido, hay movimien- tos cinemáticos que pueden ser muy complicados o incluso imposibles de realizar por pacientes isqué- micos, y así, se ha demostrado que los movimientos cinemáticos del la mano pueden cambiar significa- tivamente tras un ictus (con un incremento en el uso de los músculos proximales), al igual que el control cognitivo de dichos movimientos. Por ello, si se diseña una tarea motora con la mano, la obser- vación de activación en áreas cerebrales distantes a la zona original de representación de la mano en el cerebro podría malinterpretarse como reorganiza- ción plástica del cerebro tras el ictus, cuando en realidad podría estar reflejando cambios compen- satorios en el desarrollo de la tarea motora [14]. Respecto a la definición de la tarea, en ocasiones es la condición de reposo la que es difícil de conseguir debido, simplemente, a que no podemos ‘desconec- tar’ el cerebro. En ocasiones, esta ‘actividad de fon- do’ complica la detección de la señal BOLD, enmas- carando zonas que estarían siendo activadas (falsos negativos). Sin embargo, hoy día se sabe que dicha actividad de fondo, hasta hace poco considerada como ruido basal en la RMf, contiene mucha más información de la que se pensaba. Así, en los últimos años se está empezando a utilizar una nueva variante de la RMf que usa la ‘señal de fondo’ en el estado de re- poso y no requiere un estado de estimulación o rea- lización de tarea para obtener mapas de las redes neuronales mediante RM. Se trata de la denomina- da RMf en estado de reposo (resting state fMRI) o RM de fluctuaciones de baja frecuencia (low fre- quency fluctuations fMRI). Esta técnica, introduci- da por Biswal et al en 1995 [15], se basa en estudiar las variaciones de la señal en imágenes de RM de sujetos en reposo, con una velocidad de muestreo elevada (cientos de milisegundos) durante un pe- ríodo adecuado (> 10 min). Del análisis matemático- estadístico de dicha señal se pueden obtener, píxel a píxel, mapas de correlación de la oscilación de la señal a baja frecuencia, de los que se obtienen ma- pas funcionales de las principales redes neuronales en el cerebro. Se trataría, hablando en un lenguaje llano, de analizar la línea base de un experimento de RMf convencional, sin necesidad de realizar ta- rea alguna, y que tradicionalmente se consideraba como ‘ruido de fondo’. Aunque se trata de una técni- ca novel, ya se ha aplicado en estudios de estado funcional tras el ictus tanto en modelos animales [16] como en humanos [17-19]. Precisamente por lo novedoso de esta técnica, aún no se conocen exactamente los mecanismos fisiológicos que sub- yacen debajo de ella, pero los resultados obtenidos hasta la fecha son prometedores y es una técnica que merece la pena seguir de cerca. Figura 2. Representación esquemática de un experimento de resonancia magnética (RM) funcional. Una serie de imágenes con alta resolución temporal son adquiridas de forma consecutiva, alternando blo- ques de imágenes adquiridas con el sujeto en estado de reposo, y bloques adquiridos con el sujeto reali- zando una tarea o recibiendo un estímulo. La intensidad de la señal de RM aumenta durante los períodos de actividad. Haciendo un análisis estadístico de las imágenes, píxel a píxel, se construyen mapas para- métricos en los que los píxeles en los que se ha encontrado una variación de señal significativa durante los períodos de actividad se colorean. 359www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus Un problema no menos importante a la defini- ción adecuada de la tarea o estímulo en la RMf es la posible mala interpretación de los datos de estudios BOLD. Debemos ser conscientes de que los mapas de activación cerebral son el resultado del análisis estadístico de una serie de imágenes de RM (Fig. 2). Dependiendo de la calidad y el rigor del análisis es- tadístico, los resultados pueden ser engañosos por la presencia de falsos positivos. Un claro ejemplo de este hecho se encuentra en una reciente publicación en la que se estudia la respuesta emocional de un salmón congelado (evidentemente muerto) ante di- ferentes estímulos visuales (presentación de fotogra- fías de personas en diferentes situaciones emociona- les), obteniéndose como resultado imágenes funcio- nales con la localización exacta del centro emocional en el cerebro del salmón. Este experimento, aparen- temente ridículo, pero llevado a cabo con rigor, si- guiendo la metodología típica de la RMf, pretende poner de manifiesto el peligro de obtener falsos po- sitivos si se ignora o pervierte la naturaleza estadísti- ca de los métodos de análisis de datos en la RMf [20]. Todos estos inconvenientes se agravan en el caso de la investigación experimental con animales de laboratorio, debido a la necesidad de utilizar anes- tesia durante la exploración de los sujetos, lo que reduce la ya de por sí baja señal en la RMf. Este he- cho ha sido discutido ampliamente por Weber et al, entre otros [12,21]. Una alternativa a la RMf para detectar cambios en la hemodinámica del cerebro es la técnica de la PET, si bien la variante de la PET más utilizada para la detección de actividad cerebral no se basa en la medida de flujo sanguíneo, que abordamos a conti- nuación, sino en la medida de los niveles de meta- bolismo de glucosa, como se menciona más adelante. La técnica de la PET se basa en la detección de la distribución en el cerebro de una molécula trazado- ra inyectada por vía sistémica. Los trazadores son moléculas marcadas con isótopos radiactivos de vida media o reducida (normalmente minutos-horas). Cuando el radioisótopo, que es un átomo inestable, pierde energía para caer a un estado de mayor esta- bilidad, lo hace emitiendo positrones que, al ser despedidos, colisionan con los electrones (sus anti- partículas) de los átomos de las moléculas del tejido donde se encuentren. Tras colisionar, ambas partí- culas (positrón y electrón) sufren un proceso de aniquilación del que resultan un par de fotones ga- mma que viajan en direcciones opuestas hasta al- canzar un par de centelleadores, que forman parte del sistema de detectores del sistema de la PET, dis- puestos en forma de arco alrededor del sujeto. Esta técnica se basa en la construcción (utilizando dife- rentes algoritmos matemáticos) de imágenes bi o tridimensionales a partir de la señal generada por la detección del par de fotones que alcanzan de forma simultánea (con un margen de error de unos pocos nanosegundos) dos detectores opuestos en el arco circular del sistema de la PET. Utilizando la PET, podemos detectar tantos me- tabolitos como trazadores radioactivos seamos ca- paces de sintetizar en un laboratorio de radioquí- mica. Para seguir los cambios en la hemodinámica cerebral, el trazador más utilizado es el agua dopa- da con el isótopo 15 del oxígeno (15O). La principal desventaja de este trazador es que su vida media es extremadamente corta, del orden de 2 minutos, por lo que la molécula contenedora de 15O (generalmen- te agua dopada) debe prepararse en la vecindad del escáner de la PET y utilizarse con mucha celeridad. Por otro lado, su corta vida media permite la reali- zación de estudios repetitivos, con períodos de re- poso entre sesiones del orden de los 10 minutos. En comparación con la RM, el uso de la PET presenta una serie de desventajas, entre las que des- taca su resolución espacial, considerablemente más baja (del orden demilímetros), y la necesidad del uso de radiotrazadores (técnica invasiva), aunque tam- bién presenta una serie de ventajas, como su sensibi- lidad, notablemente más elevada [22]. Estos aspec- tos se discutirán con mayor detalle más adelante, cuando hablemos del uso de la PET como técnica de detección de metabolismo celular. Junto con la RM y la PET, una tercera opción para medir cambios hemodinámicos en el cerebro es el uso de la NIRS [23-25]. Esta técnica, poco usada desde su introducción hace más de una década, pero de uso cada vez más frecuente hoy en día, está basada en el mismo prin- cipio que la oximetría de pulso, en la que se hace incidir luz infrarroja y luz en el infrarrojo cercano Figura 3. Imágenes de tomografía por emisión de positrones con 18fluorodesoxiglucosa que muestran el consumo de glucosa en el cerebro durante la realización de diferentes actividades cognitivas o respon- diendo a diferentes estímulos externos (reproducida de [38], con permiso). 360 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 P. Ramos-Cabrer, et al sobre el cráneo intacto. De la relación de la canti- dad de luz que es absorbida y de la que es dispersa- da por el tejido, con dos longitudes de onda dife- rentes, es posible estimar las concentraciones de oxihemoglobina, desoxihemoglobina y hemoglobi- na total en esa zona del tejido. De esta forma, la in- formación proporcionada por la NIRS es semejante a la proporcionada por la RMf [26]. Situando una serie de fuentes y detectores de luz sobre el cráneo para detectar la absorción y la dis- persión de la luz, y utilizando mapas de la localiza- ción exacta de dichos sensores sobre el cráneo, es posible construir mapas de activación cerebral ba- sados en la hemodinámica de la sangre. Las princi- pales ventajas de esta técnica sobre la RMf y la PET son su mayor resolución temporal, con una veloci- dad de muestreo del orden de 10 ms (recomenda- mos ver la figura 2 de [27] y la figura 2 de [28]). El hecho de que los equipos de detección presenten un tamaño mucho más compacto y que esta técnica sea relativamente insensible al movimiento del su- jeto bajo estudio hacen de la NRIS una técnica más barata de implementar y permiten su aplicación ‘al pie de cama’ en pacientes con ictus. Las principales desventajas de la NIRS sobre la RM y la PET se deben a la limitación de la luz infra- rroja cercana para penetrar de forma adecuada en zonas profundas del tejido cerebral (limitada a es- tudios de actividad en la corteza cerebral) y su po- bre resolución espacial (en torno a 3 cm). Para in- crementar la resolución espacial, existe una varian- te de la técnica NIRS, denominada tomografía ópti- ca difusa, en la que múltiples datos de la NIRS se adquieren y combinan mediante métodos tomográ- ficos o topográficos para generar imágenes cuya re- solución espacial está limitada únicamente por la difusión de la luz a través del tejido (5-10 mm en el tejido cerebral del adulto) [29,30]. Es un hecho que las técnicas funcionales basadas en medidas hemodinámicas pueden no resultar adecuadas para caracterizar la actividad cerebral en determinadas condiciones. En primer lugar, y como ya hemos mencionado, si los mecanismos de aco- plamiento neurovascular están deteriorados, la au- sencia de cambios en el flujo, en el volumen o en la oxigenación sanguíneos cerebrales no supone nece- sariamente la ausencia de actividad eléctrica o me- tabólica en las neuronas (falsos negativos). En se- gundo lugar, los mecanismos de acoplamiento neu- rovascular sólo se activan cuando la actividad eléc- trica de un grupo de neuronas alcanza un umbral mínimo determinado. Si dicho umbral no se alcan- za, el flujo sanguíneo cerebral permanece inaltera- do, dando lugar a falsos negativos en zonas de acti- vidad neuronal baja [12,31]. En tercer lugar, siempre que el objetivo del estudio sea un pequeño grupo de neuronas, o incluso una única célula, las técnicas hemodinámicas no tienen suficiente resolución es- pacial, mientras que sí es posible implantar peque- ños electrodos que detecten la actividad de unas pocas neuronas con otras técnicas [32]. En cuarto lugar, la resolución temporal de las técnicas hemo- dinámicas es del orden de las centenas de milise- gundos, mientras que otras técnicas (p. ej., las elec- trofisiológicas) alcanzan la resolución de microse- gundos. Finalmente, las medidas de flujo sanguíneo no proveen información que nos permita diferen- ciar transmisión aferente de eferente, así como el papel excitador o inhibidor de las señales eléctricas que se producen en el área cerebral bajo estudio, aspectos importantes para el estudio de los meca- nismos de plasticidad cerebral. Por ello, en ocasio- nes se debe recurrir a técnicas de medición basadas en aspectos fisiológicos de diferente naturaleza. Técnicas basadas en medidas electrofisiológicas El segundo nivel al que podemos recurrir para ca- racterizar la función cerebral es el electrofisiológi- co, estudiando los campos eléctricos y magnéticos Figura 4. Espectros de resonancia magnética (1H-MRS) en dos áreas del cerebro de una rata con una le- sión isquémica (24 h tras la isquemia) que muestran las diferencias en el estado metabólico entre tejido sano e isquémico obtenidos en el escáner de resonancia magnética experimental de 9,4 T del Laborato- rio de Investigación en Neurociencias Clínicas del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. 361www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus asociados a la transmisión eléctrica a través de las redes neuronales. Durante la actividad neuronal se generan corrien- tes eléctricas que circulan a lo largo de los axones. Estas corrientes eléctricas producen voltajes fluc- tuantes, que pueden ser detectados mediante el uso de electrodos colocados sobre la superficie del crá- neo o bien ser implantados intracranealmente, lo que nos permite detectar la actividad de pequeños grupos de neuronas. La EEG es la técnica que de- tecta e interpreta las corrientes eléctricas que via- jan a lo largo de las redes neuronales [33,34], mien- tras que la MEG mide los campos magnéticos osci- latorios perpendiculares al flujo de la corriente, ge- nerados por las señales eléctricas fluctuantes que circulan por los circuitos neuronales [35]. Una ventaja de la MEG sobre la EEG es que, en la primera, las señales no se ven influidas por las capas de tejido más externas que rodean el circuito que hay que estudiar, lo que nos permite localizar y medir la actividad eléctrica en zonas más profun- das del cerebro. Como ocurre con la NIRS, la EEG y la MEG no proporcionan información anatómica per se, y las imágenes deben reconstruirse utilizando mapas anatómicos del cerebro y modelos matemáticos (topográficos) que localicen el origen de esas seña- les detectadas por los electrodos en dichos mapas. Este hecho hace que tales técnicas presenten una resolución espacial pobre (aprox. 5-10 mm), lo que representa una clara desventaja respecto a la RMf. Sin embargo, tanto la EEG como la MEG pre- sentan una serie de ventajas al compararlas con téc- nicas basadas en medidas hemodinámicas: – La EEG y la MEG proporcionan una medida di- recta de la actividad eléctrica cerebral en lugar de una respuesta a ésta. Esto es particularmente im- portante al estudiar sujetos en los que los meca- nismos vasculares o metabólicos estén afectados. – Estas técnicas presentan una mayor resolución temporal, del orden de 1 ms. – La EEG y la MEG son insensibles al movimiento, y pueden aplicarse en sujetos en libre movimiento (p. ej., en pacientes durante una crisis epiléptica). Las propiedades de los campos magnéticos y eléc- tricos pueden utilizarse no sólo para medir la acti- vidad cerebral, sino también para influenciarla, lo que supone otro procedimiento alternativo para el estudio de la actividad cerebral. Esto es lo que se consigue con la TMS. La TMS se basa enel uso de bobinas situadas sobre el cráneo que producen campos magnéticos intensos y transitorios para in- fluir en la actividad cerebral subyacente mediante inducción electromagnética. Las corrientes magné- ticas inducidas sirven tanto para activar un circuito motor específico, produciendo un efecto sobre la contracción o extensión de los músculos, o para perturbar procesos mentales como la percepción visual o la habilidad del lenguaje. La diferencia resi- de en la modulación de la frecuencia de las corrien- tes eléctricas aplicadas. Una estimulación en fre- cuencias bajas (hasta 1 Hz) puede inhibir la activi- dad neuronal, mientras que frecuencias más altas pueden estimularla. Esto supone una de las princi- pales ventajas de esta técnica, puesto que las medi- das en la TMS no dependen de que el sujeto realice una tarea o movimiento específico. El movimiento o la tarea es inducido o inhibido mediante los im- pulsos electromagnéticos de la TMS. Este hecho hace de la TMS una herramienta apetecible para el estudio de la excitabilidad cortical motora en pa- cientes isquémicos, incluso en los que sufren algún tipo de paresia [36,37]. Normalmente, la medida de los efectos de la TMS se realiza registrando respues- tas electromiográficas (potenciales motores evoca- dos) en los músculos cuyas áreas de representación se encuentran en la zona estimulada/inhibida del cerebro. También se puede llevar a cabo el registro de cambios de comportamiento, como la reacción temporal o la precisión de la respuesta a una esti- mulación/inhibición inducida por la TMS. Como ocurre con la EEG, la TMS proporciona sólo mapas bidimensionales de la superficie cere- bral, y no puede obtenerse información anatómica mediante esta técnica, a no ser que se utilicen ma- pas anatómicos junto con modelos matemáticos para localizar el origen de estas señales en estos mapas. La TMS también destaca por el hecho de que per- mite aumentar el conocimiento acerca de la neuro- fisiología del sistema motor en aspectos inaborda- bles por técnicas como la RMf o la PET, como la velocidad de conducción, los potenciales motores evocados, e información acerca de la naturaleza ex- citadora o inhibidora de las señales nerviosas en el área cerebral estudiada. Técnicas basadas en medidas metabólicas La tercera de las aproximaciones que podemos se- guir para estudiar la actividad cerebral consiste en investigarla a su nivel más elemental, la actividad metabólica de las células cerebrales, que es la base de la subsecuente transmisión eléctrica y de los cambios en la hemodinámica de la sangre. La técnica de referencia para detectar variacio- nes en la actividad metabólica del cerebro in vivo es la PET. Como hemos mencionado, la técnica de la 362 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 P. Ramos-Cabrer, et al PET permite localizar metabolitos específicos den- tro del cuerpo mediante la inyección de moléculas marcadas radiactivamente. El radiotrazador más uti- lizado en la PET es la 18fluorodesoxiglucosa (FDG), una variante radioactiva de la glucosa. La glucosa es la ‘gasolina’ de las células, y su consumo por parte de las neuronas se incrementa en cantidades consi- derables durante la actividad cerebral en el desarro- llo de una tarea específica. Este fenómeno es regis- trable mediante PET (Fig. 3) [38]. La mayor ventaja que aporta la detección del consumo de glucosa mediante PET, respecto a las técnicas de detección de los niveles de oxigenación sanguínea cerebral, es la considerablemente mayor sensibilidad. Sin embargo, la PET presenta una se- rie de desventajas que hacen que esta técnica sea me- nos competitiva que la RM para la caracterización de la función cerebral: – La necesidad de un laboratorio de radioquímica y un ciclotrón próximo a la instalación donde se encuentra el equipo de PET (el átomo de 18F tie- ne una vida media del orden de los 110 minutos). – El carácter invasivo de la PET, lo que perjudica su uso para estudios seriados con el mismo suje- to, debido a la necesidad de inyectar trazadores radiactivos. – La complejidad y coste elevado de operación de los sistemas de la PET. – Su baja resolución espacial (del orden de varios milímetros). Por este motivo, es frecuente la adquisición de una imagen de RM de alta resolución para usarla como referencia anatómica, superponiendo sobre ella los mapas de activación adquiridos mediante PET. Aparte de la detección de FDG, la PET ofrece la oportunidad de seguir la actividad sináptica me- diante la inyección de neurotransmisores marcados radiactivamente, como la dopamina, la serotonina, el ácido γ-aminobutírico (GABA) o el glutamato. Así, es posible caracterizar de forma completa los procesos de comunicación sináptica neuronal. Una alternativa a la PET es la SPECT, donde, en lugar de detectar el par de fotones producidos tras un proceso de aniquilación de positrones, como en la PET, se mide directamente la radiación gamma emitida por un trazador radiactivo al pasar a su es- tado más estable, mediante detectores de rayos X. Al contrario de lo que ocurre en la PET, donde se utilizan generalmente radiotrazadores con elemen- tos de bajo peso molecular y vida media corta, como los basados en los isótopos 2H, 15O, 18F, etc., en la SPECT se utilizan generalmente metales pesa- dos y halógenos como 99Tc, 123I o 111In, que tienen vidas medias mucho más largas (de horas a días), lo que permite que las moléculas que los incorporan no deban sintetizarse necesariamente en la proxi- midad del sistema de la SPECT, haciendo que esta técnica sea más económica, accesible y fácil de em- plear que la PET. La principal desventaja de la SPECT respecto a la PET es que, debido a su vida media más larga, la dinámica de los estudios con trazadores de SPECT es más compleja y lleva más tiempo que con estudios de PET, ya que la señal del trazador persiste durante largo tiempo en el orga- nismo. Además, las cantidades de trazador que se deben inyectar en la SPECT son mayores que en la PET, ya que sólo un 20% del trazador de la SPECT que se inyecta en los sujetos logra alcanzar el cere- bro, mientras que, en el caso de los trazadores para la PET, ocurre lo contrario (cerca de un 80% alcan- za el cerebro). Esto hace que la PET sea más ade- cuada a la hora de evitar la sobreexposición de los sujetos bajo estudio a los trazadores radiactivos. La mayoría de las ventajas y desventajas de la PET so- bre la RMf puede considerarse también aplicable al caso de la técnica de SPECT. Alternativamente a la PET y la SPECT, y con el objetivo de evitar el uso de radioisótopos, la activi- dad metabólica del cerebro puede caracterizarse utilizando la espectroscopia de resonancia magné- tica (MRS), si bien la sensibilidad de esta técnica es inferior en varios órdenes de magnitud a la de la PET y la SPECT. Puesto que la MRS hace uso de radia- ción no ionizante, esta técnica puede utilizarse de forma segura repetidas veces con el mismo sujeto, lo que permite el seguimiento de cambios metabó- licos con una gran resolución temporal (del orden de minutos) y durante la fase aguda, subaguda y crónica del ictus [39]. La resolución espectral alcanzable mediante el uso de campos magnéticos muy intensos, característi- cos de sistemas de RM preclínicos (de hasta 21 T), permite la detección de múltiples metabolitos (prin- cipalmente aminoácidos y neurotransmisores) con concentraciones en la escala milimolar. De esta for- ma, la espectroscopia de RM de protón (1H-MRS) permite la determinación de metabolitos como N- acetilaspartato, lactato, colina, creatina, fosfocrea- tina, mioinositol, glutamato, glutamina o GABA, entre otros (Fig. 4). Con la MRS basada en fósforo (31P-MRS), es po- sible estudiar aspectos clave de la cadena de pro- ducción energética del cerebro, incluyendo el meta- bolismo del adenosín trifosfato, la fosfocreatina y el fosfato inorgánico. Moléculas que incluyen núcleos de 23Na o el pro- pio ion sodio, altamente involucradoen la fase agu- 363www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 Técnicas de imagen para el estudio de la recuperación funcional tras el ictus da del ictus, también pueden detectarse mediante MRS [39]. Con una buena resolución espacial, la MRS no puede competir en condiciones normales contra la PET o la SPECT en términos de sensibilidad. Sin embargo, con el desarrollo de sistemas de RM más avanzados y con campos magnéticos más elevados, el aumento tanto de la sensibilidad como de la reso- lución espectral puede incrementar las posibilida- des de esta técnica a límites insospechados. Para incrementar la sensibilidad de la MRS, y también el número de metabolitos que pueden de- tectarse, resulta posible utilizar trazadores marca- dos isotópicamente. Al contrario que en la PET y la SPECT, los trazadores utilizados en la RM utilizan isótopos estables, no radioactivos, lo que elimina los inconvenientes derivados de utilizar radiotra- zadores con vidas medias cortas, como los usados en la PET y la SPECT. Uno de los más usados es el 13C. En teoría, po- dríamos seguir tantos metabolitos como moléculas seamos capaces de enriquecer con 13C. Existen otros isótopos que pueden utilizarse en la MRS con una gran resolución espacio-temporal y una gran sensi- bilidad, aunque la 13C-MRS es la técnica con traza- dores más utilizada en RM [38]. Repetimos que la gran ventaja de la MRS es que sus trazadores no son radioactivos, sino moléculas estables. Finalmente, una estrategia diferente para seguir la actividad cerebral desde un punto de vista meta- bólico, con un nivel de resolución espacial celular, es la microscopia de fluorescencia de dos (o más) fo- tones –two(multi)-photon fluorescence microscopy–, aunque, por su carácter invasivo, sólo puede apli- carse en modelos animales [40]. Puesto que el tejido cerebral es opaco, no es po- sible realizar microscopia óptica convencional in vivo. La energía de un fotón visible no sirve para la potencial excitación de fluoróforos que pudieran estar presentes en el cerebro, por corresponder a una longitud de onda de baja capacidad de penetra- ción en el tejido. Alternativamente, esos mismos fluoróforos pueden ser excitados por la absorción simultánea de dos o más fotones de energía más baja, con longitudes de onda largas, que sí pueden penetrar a mayor profundidad en los tejidos. De esta forma, y usando la energía aditiva de dos o más fotones de longitud de onda elevada, es posible ad- quirir imágenes de fluorescencia de estructuras profundas dentro de especímenes vivos, alcanzan- do resoluciones microscópicas con una resolución temporal de milisegundos. Existen dos variantes de esta técnica que son interesantes para el estudio de la actividad cerebral. En primer lugar, se pueden adquirir imágenes de la actividad neuronal utilizan- do marcadores sensibles al calcio (como calcium green-1 dextrano u OGB-1), muy usado durante la neurotransmisión [41]. Opcionalmente, se pueden inyectar sistémicamente marcadores sensibles a cambios de voltaje, o bien conseguir animales gené- ticamente modificados que sobreexpresen estas moléculas, lo que permite obtener imágenes de la neurotransmisión, la plasticidad sináptica y patro- nes de conectividad regional [42,43]. La aplicación de estas técnicas para seguir el metabolismo cere- bral es relativamente nueva y su implementación se reduce a unos pocos laboratorios en todo el mun- do, pero, basándonos en sus prometedores resulta- dos, conviene hacerles un seguimiento cercano. Concluimos aquí esta descripción de las diferen- tes técnicas de imagen que permiten caracterizar la función cerebral. Nuestra intención ha sido la de exponer las ventajas y desventajas de cada una de ellas, sin tomar partido, y dejando al lector que juz- gue por sí mismo cuál o cuáles son las que más se ajustan a sus propias necesidades. Conclusiones En este trabajo hemos revisado los principios físi- cos y las bases fisiológicas de las técnicas más utili- zadas hoy en día para el estudio de la actividad ce- rebral. Algunas de estas técnicas se basan en la de- terminación de cambios metabólicos involucrados en la neurotransmisión celular. Otras técnicas mi- den la actividad eléctrica de las distintas redes neu- ronales. Finalmente, otro grupo de técnicas permi- te seguir los cambios hemodinámicos que desen- cadenan la actividad eléctrica y metabólica de las células de la unidad neurovascular. Todas estas aproximaciones experimentales presentan ventajas e inconvenientes, siendo imposible adquirir me- diante una única técnica la situación funcional glo- bal del cerebro. En condiciones ideales, se requeri- ría la combinación de técnicas complementarias que permitiesen seguir la mayor cantidad posible de aspectos involucrados en la remodelación cere- bral y la restauración funcional desde diferentes puntos de vista. Sólo a través del conocimiento de estos procesos se conseguirá el desarrollo de tera- pias efectivas para el ictus que, si bien no permitan alcanzar una regeneración anatómica del cerebro, al menos logren conseguir la promoción de su re- cuperación funcional [44]. Este trabajo se complementa con una segunda entrega, en la que abordaremos otras técnicas com- plementarias y algunos aspectos prácticos que se 364 www.neurologia.com Rev Neurol 2011; 52 (6): 355-365 P. Ramos-Cabrer, et al deben considerar a la hora de utilizar estas técnicas para la caracterización de la función cerebral en el ámbito de la isquemia cerebral [45]. Bibliografía 1. Cramer SC. Repairing the human brain after stroke: I. Mechanisms of spontaneous recovery. Ann Neurol 2008; 63: 272-87. 2. Cramer SC. Repairing the human brain after stroke. II. Restorative therapies. Ann Neurol 2008; 63: 549-60. 3. Young S, Kong KH. Emerging therapies in stroke rehabilitation. Ann Acad Med Singapore 2007; 36: 58-61. 4. Kasner SE. Clinical interpretation and use of stroke scales. Lancet Neurol 2006; 5: 603-12. 5. Johnston KC, Wagner DP, Haley EC Jr, Connors AF Jr. Combined clinical and imaging information as an early stroke outcome measure. Stroke 2002; 33: 466-72. 6. 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Methodological aspects Summary. Many patients that survive stroke have to face serious functional disabilities for the rest of their lives, which is a personal drama for themselves and their relatives, and an elevated charge for society. Thus functional recovery following stroke should be a key objective for the development of new therapeutic approaches. In this series of two works we review the strategies and tools available nowadays for the evaluation of multiple aspects related to brain function (both in humans and research animals), and how they are helping neuroscientist to better understand the processes of restoration and reorganization of brain function that are triggered following stroke. We have mainly focused on magnetic resonance applications, probably the most versatile neuroimaging technique available nowadays, and that everyday surprises us with new and exciting applications. But we tackle other alternative and complementary techniques, since a multidisciplinary approach allows a wider perspective over the underlying mechanisms behind tissue repair, plastic reorganization of the brain and compensatory mechanisms that are triggered after stroke. The first of the works of this series is focused on methodological aspects that will help us to understand how it is possible to assess brain function based on different physical and physiological principles. In the second work we will focus on different practical issues related to the application of the techniques here discussed. Key words. Electrophysiology. Functional magnetic resonance. Magnetic resonance. Magnetic resonance spectroscopy. NIRS spectroscopy. Positron emission tomography. SPECT. Transcranial magnetic stimulation. Cohen LB, et al. Wide-field and two-photon imaging of brain activity with voltage- and calcium-sensitive dyes. Philos Trans R Soc Lond B Biol Sci 2009; 364: 2453-67. 43. 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