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En las células perecederas o renovables prevale- cen los genes proapoptósicos, mientras que en las células cancerosas son los antiapoptósicos. Cuan- do los genes de uno u otro signo experimentan mutaciones o cambios cuantitativos en su expre- sión, tienen lugar distintas patologías como cánce- res, enfermedades autoinmunitarias, enfermedades degenerativas, etc. En el nematodo C. elegans se identificaron dos genes proapoptósicos o de muerte, denominados c. elegans death simbolizados por ced, los ced-3 y ced-4, que están contrarrestados por el ced-9, antiapoptósico. Paralelamente, en los mamíferos, en el linfoma de células B (B-cell lymphoma, Bcl) se encontró el gen Bcl-2, equivalente al ced-9, que al impedir la apoptosis favorece el desarrollo tumoral. Frente al gen Bcl-2, los mamíferos tie- nen el p-53 que expresa la proteína p-53, de 53 kilodaltons de peso molecular que, al igual que otras similares, es proapoptósica y además se enlaza al xenobiótico y defiende al ADN de la carcinogénesis. Se ha visto que cada región del sistema nervioso sigue un patrón temporal característico de muerte celular programada, que puede ser alterado por tóxicos, como el metilmercurio (CH3Hg), que incrementa la fragmentación del ADN. Los melanocitos (véase Capítulo 7) tienen nive- les altos de Bcl-2 para defender la piel de las agre- siones físicas y químicas, pero eso favorece el cán- cer llamado melanoma. Como ejemplos de inducción de apoptosis por xenobióticos podemos citar: — El trióxido de arsénico induce la expresión y la activación de las caspasas 1 y 3 en dis- tintos tipos de células cancerosas, proba- blemente a través de un efecto tóxico sobre la mitocondria. — El acetaminofeno provoca apoptosis por una acción directa sobre el ADN a través de la pérdida de regulación del calcio intrace- lular. Otras sustancias, como dicloroetileno, dimetilnitrosamina o tioacetamida partici- pan en un mecanismo similar, provocando muerte celular por oncosis o por apoptosis dependiendo de la concentración. — El plomo actúa de forma análoga a como lo hace una sobrecarga de Ca2+, ya que el Pb2+ se une a la proteina MTP que forma los poros de la membrana mitocondrial interna, con lo que sale al citosol el cito- cromo c y se inicia la cascada de activa- ción de caspasas. Algunas sustancias, como las microcistinas secretadas por microalgas verdeazuladas como las cianofíceas, son capaces de conducir tanto a apop- tosis como a tumores. Estas toxinas penetran en el hepatocito gracias a un transportador de sales biliares, donde inhiben tanto a las fosfatasas tipo 1 (PP-1) como a las tipo 2A (PP-2A); esta inhibi- ción da lugar a un aumento de proteínas fosforila- das (que no son hidrolizadas), lo que activa la cas- cada de las caspasas y consiguiente apoptosis (Hooser et al., 2000), pero al propio tiempo pue- den quedar fosforiladas proteínas supresoras de tumores (véase capítulo siguiente), lo que no impide la proliferación celular y el desarrollo de tumores (Carmichael, 1992). Aunque por su trascendencia fisiopatológica son importantes las afectaciones de las células nobles o parenquimatosas de los principales órga- nos (hepatocito, neumocito, neurona, nefrona), también presenta especial interés la alteración de las células que forman las paredes de los vasos sanguíneos, concretamente, del endotelio, por el extenso territorio anatómico que abarca. B) ALTERACIONES DE LA FUNCIÓN CELULAR Pueden resumirse en tres: b. 1. Modificaciones de la permeabilidad de la membrana, que no sólo afectarán la entrada y sali- da de nutrientes, fármacos y excretas, sino también las de los iones Na, K y Ca, responsables de los fenómenos de polarización y despolarización de la MECANISMOS DE TOXICIDAD 167 Factores antiapoptósicos equilibrio Factores proapoptósicos Tóxico Apoptosis 06 toxicologia alim 24/11/08 13:45 Página 167 Toxicología fundamental Contenido Capítulo 6 B) ALTERACIONES DE LA FUNCIÓN CELULAR
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