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Prof. Dr. Antonio López-Valverde Centeno Profesor Asociado. Universidad de Salamanca Prof. Dr. Clemente Muriel Villoria Catedrático de Anestesiología. Universidad de Salamanca Manejo y control del dolor en cirugía oral Reservados todos los derechos. Este libro o cualquiera de sus partes no podrán ser reproducidas ni archivadas en sistemas recuperables, ni transmitidos en ninguna forma o por ningún medio, ya sean mecánicos, electrónicos, fotocopiadoras, grabaciones o cualquier otro medio, sin el permiso previo de Ediciones Especializadas Europeas, SL. Titulo Manejo y control del dolor en cirugía oral Autores Antonio López-Valverde Centeno y Clemente Murial Villoria Copyright de esta edición © 2011. Ediciones Especializadas Europeas SL Proyecto gráfico STV Disseny Sicilia, 253, 5, 1ª 08025 Barcelona Tel: 93 459 30 70 www. Stvdisseny.com Maquetación Cuarto Cuarta Milà i Fontanals, 14-26, 4º, 4ª 08012 Barcelona Tel: 93 207 43 60 Fax: 93 207 43 60 hola@cuartocuarta.com www.cuartocuarta.com mailto:hola@cuartocuarta.com Impresión Ediciones Especializadas Europeas SL Milà i Fontanals, 14-26, 3º, 1ª 08012 Barcelona Tel: 93 458 72 07 Fax: 93 208 20 01 info@edicionesee.com www.edicionesee.com Depósito legal B-17.641-2012 ISBN 84-940-305-0-5 ÍNDICE Introducción Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Apéndice Introducción El tratamiento del dolor sigue siendo todavía un reto para los médicos hoy en día. Tanto la complejidad de los mecanismos involucrados en la génesis del dolor, como su aspecto multidimensional, hacen que difícilmente podamos obtener, en muchas circunstancias, un adecuado tratamiento de él mediante un solo fármaco, una sola estrategia terapéutica o desde la perspectiva de un solo médico. La definición del dolor como “experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a un daño tisular real o potencial”, indica que el apropiado tratamiento del dolor deba de reconocer y tratar diversos aspectos implicados en él, como el cognitivo, motivacional, afectivo, emocional, espiritual, nociceptivo y el de los fenómenos neuropáticos. Ceñirse a tratar tan solo un aspecto del dolor (el nociceptivo o neuropático) mediante la aplicación de un tratamiento farmacológico, va a suponer que otros aspectos sin tratar (afectivo, emocional etc.) consigan que la terapia antiálgica no sea lo efectiva que nosotros hubiéramos deseado. El tratamiento del dolor no es una labor sencilla, llana ó simple, sino que, en base a los distintos mecanismos que lo producen, deberemos emplear diferentes estrategias terapéuticas. A la hora de instaurar un tratamiento se deben de tener en cuenta las diferencias que existen entre tratar un síntoma, como es el dolor agudo, del de una enfermedad, como es el dolor crónico, así como las que aparecen entre el dolor “normal” o de tipo nociceptivo y el dolor neuropático. La distinción y conocimiento de ambas situaciones nos llevará a emplear esquemas y técnicas terapéuticas distintas con el fin de obtener los mejores resultados. Entre los distintos fármacos que se utilizan para el tratamiento del dolor aparece el paracetamol, los analgésicos no opiodes, y unas novedosas moléculas que compiten con las clásicas de los opioides, los anticonvulsivantes o los antidepresivos. La incorporación de nuevas vías de administración de fármacos como la transdérmica, la transmucosa oral, los sprays orales o la instilación intranasal entre otras, así como los actuales sistemas de liberación de fármacos, hace que actualmente dispongamos de un armamentario terapéutico que puede mejorar la calidad de vida y disminuir el dolor de los pacientes. Los mecanismos productores del dolor son múltiples y complejos. La supresión del dolor durante el proceso quirúrgico ha significado uno de los grandes logros de la humanidad pero, el dolor postcirugía, continúa siendo uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día, por lo que significa en cuanto a calidad de vida de nuestros pacientes y porque, en sí, avala los tratamientos que realizamos. Por nuestra parte, intentar reducir al máximo los síntomas secundarios a cualquier intervención de cirugía bucal, debe ser objetivo primordial para cualquier cirujano bucal u odontólogo generalista. Para conseguir este objetivo, disponemos hoy en día, de un enorme arsenal farmacológico, así como de numerosas medidas terapéuticas complementarias. Si que es verdad que no existen protocolos que nos ayuden a unificar criterios y que nos sirvan de guía a la hora de tratar a nuestros pacientes desde una perspectiva racional basada en la evidencia científica y en la experiencia clínica. La prueba de ello, es la gran cantidad de publicaciones científicas al respecto, buena parte de ellas contradictorias que generan una gran confusión al profesional, siendo común que cada profesional de la cirugía oral disponga de su propia pauta de tratamiento de la sintomatología postquirúrgica. El concepto sobre el control de los síntomas postquirúrgicos ha sufrido importantes modificaciones a lo largo de las últimas décadas a medida que se han ido conociendo las bases fisiopatológicas del dolor y de la inflamación, así como el mecanismo de acción y la farmacodinámica de los analgésicos y los antiinflamatorios. En la actualidad se le concede una mayor importancia a la prevención del dolor y de la inflamación, mediante la administración preoperatoria de fármacos que, junto con la medicación postoperatoria, permitirán combatir, de una manera mas eficaz, la sintomatología postquirúrgica. Sin embargo, esta práctica profiláctica del dolor e inflamación, no está extendida entre los profesionales de la odontología, siendo una práctica habitual, prescribir, tras la intervención, fármacos analgésicos a demanda del paciente, práctica que debe de ser abandonada a tenor de la información científica hoy día publicada. En la actualidad se acepta que la sintomatología postoperatoria depende, no solo del trauma quirúrgico, sino de una serie de factores asociados, muchos de los cuales pueden ser controlados antes y durante la intervención. El objetivo de este tratado, es analizar, de una manera racional, como hacer frente al dolor y a la inflamación postoperatoria sin olvidar que la infección puede ser la genesis del dolor, no solo de forma inmedita, sino por la trasformación del dolor agudo en dolor neuropático crónico, que aparece cada vez que actuamos quirúrgicamente sobre un paciente, desde una evidencia científica y enfocado eminentemente a la prevención de esas sintomatologías, describiendo, igualmente, las diferentes medidas a emplear, según el momento en que deben de ser aplicadas: antes, durante y después de la intervención. Capítulo 1 El concepto “dolor” Aunque existen puntos de coincidencia doctrinal entre los diversos tratadistas y estudiosos, no se ha encontrado una definición que recoja en toda su extensión la complejidad de tan inseparable e ineludible compañero del ser humano. En las antiguas escuelas filosóficas de Roma y Grecia se discutía largamente sobre el dolor, sobre si cabía distinguir el dolor y el mal. Los estoicos tomaron su merecida fama por su filosofía tendente al desprecio del dolor. El dolor es consustancial al ser humano y anejo a su debilidad corporal, ante las fuerzas negativas que le rodean y le oprimen. Desde la más remota antigüedad, desde la aparición del ser humano sobre la Tierra, éste se ha esforzado en su defensa contra tan terrible enemigo. Albert Schweitzer dijo en cierta ocasión: «El dolor es para la humanidad más terrible que la misma muerte» Ronald Melzack, gran estudioso de la neurofisiología del dolor, en un artículo titulado La tragedia del dolor innecesario, escribe: “El sufrimiento prolongado destruye la calidad de la vida y puede quitar las ganas de existir, llevando a algunas personas al suicidio. Sus efectos físicos son también muy destructores: un dolor fuerte y persistente puedeimpedir el sueño y quitar el apetito, produciendo con ello el agotamiento y reduciendo la disponibilidad de nutrientes para los órganos. El dolor podría así obstaculizar la recuperación de una enfermedad o de una lesión y en enfermos muy debilitados o de edad avanzada llegar, tal vez, a constituir la última diferencia entre la vida y la muerte”. La palabra dolor se usa para describir un conjunto amplísimo de sensaciones, desde la molestia de un pinchazo, golpe o pequeña quemadura, a las sensaciones anormales de los síndromes neuropáticos. Por su propia subjetividad, el dolor no tiene una fácil definición, incluso llegó a afirmarse que era indefinible. La primera definición moderna se debe a Merskey, quien, en 1964, al referirse al dolor, lo define como “una experiencia desagradable asociada, primariamente, a una lesión tisular o descrita como tal”. Años después el Subcomité de Taxonomía de la International Association for the Study of Pain (IASP) define el dolor como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión hística real o potencial, o que se describe como ocasionada por dicha lesión”. El adjetivo “desagradable” incluiría un conjunto de sentimientos entre los que se encuentran el sufrimiento, la ansiedad, la depresión y la desesperación, que podrían abocar incluso en el suicidio. El dolor, por tanto, no puede definirse exclusivamente como una experiencia nociceptiva sino que constituiría, en si, una experiencia subjetiva integrada por un conjunto de pensamientos, sensaciones y conductas que se integran formando el síntoma del dolor. En la definición moderna del dolor propuesta por la IASP se reconoce explícitamente la existencia de dos tipos de componentes: - Nociceptivo o sensorial. Constituye por si mismo la sensación dolorosa y se debe a la transmisión de los impulsos lesivos por las vías nerviosas hasta el córtex cerebral. - Afectivo o reactivo. Da lugar al sufrimiento asociado al dolor. Según la causa, el momento y la experiencia del enfermo, puede variar ampliamente dada su relación con numerosos factores psicológicos que pueden modificar la sensación del dolor. La percepción final del dolor sería, por tanto, la consecuencia de la integración de ambos componentes. La contribución relativa de uno u otro, va a variar según cada dolor y cada persona. En el dolor postoperatorio domina el elemento nociceptivo, mientras que en el neoplásico, por ejemplo, la base afectiva sería más importante. Desde hace aproximadamente unos cincuenta años, la práctica médica está asistiendo a un vertiginoso avance en el conocimiento de la etiología de las enfermedades, de nuevas y variadas técnicas diagnósticas, tratamientos cada vez más efectivos y menos tóxicos, y el desarrollo de sofisticadas metodologías de evaluación. Sin embargo, estos avances han ido acompañados durante casi todos estos años por el más absoluto olvido, por no usar la palabra desprecio, hacia esta desagradable “experiencia” universal que acompaña al ser humano desde sus orígenes. El tratamiento adecuado del dolor no ha sido, hasta hace pocos años, una de las preocupaciones primarias de los profesionales sanitarios. Su carácter subjetivo y los componentes psicológicos que presenta, han limitado de forma importante, la elección de una terapéutica útil en la mayoría de los enfermos. El dolor nociceptivo (se considera que es el dolor fisiológico, normal) es el mecanismo que alerta al organismo ante estímulos dañinos y tiene como objetivo prevenir un mayor daño (ej. retirar la mano tras tocar un objeto caliente). Dependiendo de que el origen del dolor sean estructuras somáticas (piel, músculos, tendones...) o viscerales, distinguimos el dolor nociceptivo somático (osteoartrosis) y el dolor nociceptivo visceral (pancreatitis). El dolor neuropático (dolor “anormal”) es el iniciado o causado por una lesión primaria o disfunción en el sistema nervioso. Es una respuesta anormal e implica cambios en la fisiología de la respuesta. Se han descrito muchos tipos de dolor neuropático y, hoy día, no existe una clasificación satisfactoria. La más frecuentemente utilizada es la que se basa en la localización del generador del dolor. El dolor postoperatorio puede originar un dolor neuropatico de origen periférico que con el tiempo puede desarrollar un componente central, lo cual se conoce como “centralización” y envuelve cambios plásticos en el asta posterior de la médula espinal. La distinción entre los dos es muy importante por las implicaciones terapéuticas. Ciertamente, el dolor de origen central es resistente a tratamiento, mientras que el periférico tiene una mejor respuesta y pronóstico. Aunque existen situaciones para las cuales no se dispone en la actualidad de alternativas terapéuticas válidas, el dolor innecesario, definido como el que persiste a consecuencia de un tratamiento inadecuado, o por la ausencia de cualquier tipo de medida terapéutica, a pesar de disponer de terapias eficaces, constituye en la actualidad un grave problema asistencial. Según Baños y Bosch, el dolor postoperatorio constituye una curiosa paradoja. Por un lado, sus características clínicas, le convierten en óptimo para tratarlo adecuadamente: es agudo, previsible, tiene duración limitada, no cumple función biológica alguna, aparece en enfermos bajo estricto control clínico, con frecuencia afecta a pacientes sin enfermedades importantes de base y los fármacos disponibles son eficaces en su tratamiento, particularmente los opiáceos, aunque también los AINEs lo alivian notablemente. Sin embargo, esta misma facilidad de tratamiento, se vuelve en su contra, ya que su limitada duración, despreocupa a los profesionales sanitarios y, con frecuencia, hace menos exigentes a los propios pacientes. M. A. Nalda, en el prólogo del libro Dolor postoperatorio. Estudio. Valoración y tratamiento ”, publicado en 1992, decía: “…abolir el dolor, en cualquiera de sus posibles tipos o formas de presentación, representa la asignatura pendiente de nuestra medicina actual, resulta obvio por cuanto de forma constante continúan publicándose trabajos científicos y libros dedicados a este noble empeño que parece entrar de lleno y con pleno derecho en lo taumatúrgico”. Por su parte, A. Urieta, cinco años después, en 1997, en el prólogo del libro Protocolos de analgesia postoperatoria del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, repetía: “Uno de los problemas con el que más frecuentemente nos encontramos en el postoperatorio y que más nos preocupa es la desidia entre todos los estamentos sanitarios al tratamiento del dolor”. Tabla 1. Deficiencias y actitudes de conocimiento o metodológicas que conllevan al tratamiento incorrecto del dolor Desconocimiento de los analgésicos más habituales Utilización incorrecta de tratamientos coadyuvantes Desconocimiento del efecto miedo-ansiedad sobre el dolor Utilización preferente de prescripciones a demanda Ausencia de criterio sobre los “nuevos analgésicos” Sobreestimación del riesgo asociado al uso de opiáceos Conceptos confusos de tolerancia, dependencia física y fármacológica. Falta de consideración del tratamiento del dolor como prioridad asistencial Desconsideración de la intensidad del dolor manifestada por el paciente Enseñanza inadecuada en licenciaturas, grados o postgrados/p> Excesiva tendencia a la especialización Bibliografía Baños JL, Bosch F. El dolor como problema asistencial. En: Baños JE, Carlos R, eds. El tratamiento del dolor: del laboratorio a la clínica. Barcelona: Doyma; 1994. p. 1-19. Nalda MA. Prólogo. En: Miranda A, ed. Dolor postoperatorio. Estudio, valoración y tratamiento; 1992, p. IX-X. Urieta A. Prólogo. En: Protocolos de analgesia postoperatoria del Hospital Miguel Servet de Zaragoza; 1997. p. V-VI. Baños JE, Bosh F. Conceptos generales en algología. En: Tratamiento del dolor. Teoría y práctica. Barcelona: MCR; 1995. p. 1-8. Melzack R. La tragedia del dolor innecesario. Investigación y Ciencia 1990;163:11-8. Merskey H. Pain terms: a list with definitionsand notes on usage. Recommended by IASP Subcomittee on Taxonomy. Pain 1979;6:249-52. Muriel C. Medicina del dolor. Eds. Masson, 1997. Madrid (Spain). Capítulo 2 Reseña histórica Hasta mitad del siglo XIX, no se usaban los analgésicos ni siquiera en el acto operatorio, cuanto menos en el postoperatorio. Desde la mitad del siglo XX se comienza a tratar sistemáticamente el dolor postoperatorio, una vez solucionado el intraoperatorio. Pero, el miedo a los mórficos y los prolongados efectos residuales de los anestésicos, hacen que el uso de analgésicos se reduzca al indispensable, a demanda del paciente, cuando ya no puede más... En 1961 el Prof. John Bonica crea en el Tacoma General Hospital, en la ciudad portuaria de Tacoma, en el estado de Washington, la primera unidad de dolor, surgiendo de esta manera la Algiología y comienza, de esta manera, a considerar al dolor crónico más como una enfermedad que como un síntoma. En los años setenta, se rechaza la analgesia a demanda (con resultados muy retardados, pues aún pervive) y se realizan encuestas en las que se demuestra que, sobre todo los mórficos, eran suministrados a dosis insuficientes y con periodos interdosis muy prolongados. En 1987, aparece un editorial en la Revista Española de Anestesiología y Reanimación, titulado “El dolor postoperatorio, ese gran olvidado” cuyo autor fue el Dr. Luis Aliaga, el cual, sirvió para tomar conciencia del problema y tres años después se creaban las primeras unidades de tratamiento del dolor agudo (UDA), atendidas por anestesiólogos valoran y tratan a los pacientes intervenidos en días anteriores, en sus habitaciones. Las implicaciones económicas del dolor deben contemplar entre sus variables los costes directos, los indirectos y los intangibles. Por costes directos se entiende el consumo de recursos relacionados con la atención sanitaria y tratamientos relacionados con el dolor como costes de hospitalización, por costes indirectos la productividad laboral perdida a consecuencia de la morbilidad provocada por el dolor, y por costes intangibles los derivados de la disminución de la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores. El dolor limita la actividad profesional de quienes lo padecen. Se estima que uno de cada cinco sujetos pierde su trabajo y un tercio presenta problemas en su actividad laboral a consecuencia del dolor crónico8. El promedio de días perdidos al año en Europa es de 15,6 y en España de 16,8. Un tratamiento y control adecuado del dolor aumentaría el bienestar de los pacientes y disminuiría el uso de recursos y por ello los costes totales. Los costes disminuirían principalmente asociados a la reducción de los costes indirectos (ausentismo y pérdida de productividad). Bibliografía Aliaga L, Baños J, Barutell C, y cols. Dolor postoperatorio. Permanyer Editorial. Barcelona 1.996 Bonica, J. J. The Management of Pain, (2ª Ed.) Filadelfia: Lea & Fabiger. 1.990. Multidisciplinary/interdisciplinary pain programs. En The Managements of Pain, ed. 2. Vol. 1. (pp. 197-208). Malvern Pa: Lea & Febiger. 1.990. Muriel C. Sobre el dolor neuropático. Un problema teórico y un desafío terapéutico. Discurso para la recepción como Académico Electo de la Real Academia de Medicina de Salamanca. Salamanca 2010 Palacios Sánchez JM. Aproximación al estudio histórico del dolor (I). El Farmacéutico 1998;214:76-8. CAPÍTULO 3 Consideraciones sobre el dolor postoperatorio El dolor postoperatorio es el síntoma más frecuente de los pacientes que han sufrido una intervención quirúrgica, siendo considerado como el máximo representante del dolor agudo y apareciendo como consecuencia de la estimulación nociceptiva resultante de la agresión directa o indirecta que se produce durante un acto quirúrgico, entendiendo como agresión indirecta aquella no debida propiamente a la aplicación de una determinada técnica quirúrgica, pero si a consecuencia de la misma. El dolor postoperatorio no es el resultado “obligado” de una intervención, sino de una insuficiente analgesia. En el siglo XXI disponemos de suficientes fármacos y técnicas para evitarlo, o, al menos, minimizarlo. Cualquier acto quirúrgico que realicemos en la cavidad bucal, desencadena un proceso inflamatorio que se manifiesta, fundamentalmente, con la aparición de una tumefacción y deformidad facial asociada a un trismus, pero, sobre todo, a un cuadro de dolor agudo postoperatorio. La agresión quirúrgica provocará una respuesta local y general. El dolor es el estímulo mas importante, pero no el único componente de la agresión. Su neutralización, por medio de la anestesia, sea del tipo que sea, reducirá la respuesta agresiva, pero, a pesar de ello, se producirán una serie de mediadores que llevarán a una situación post-strés. También diremos que el dolor provocará una serie de efectos nocivos sobre los distintos órganos y sistemas. Melzack clasifica el dolor provocado por distintas incisiones quirúrgicas, en una escala sobre 100. Al dolor provocado por la cirugía bucal, le asigna la cifra de 50. El dolor crónico, se establece una vez pasada la fase de dolor agudo (unos tres meses), perdiendo el carácter protector que caracteriza al dolor agudo y transformándose en una entidad nosológica propia. Tabla 2. Signos y síntomas propios del dolor crónico Alteraciones del sueño Disminución del apetito Disminución de la actividad psíquica Depresiones reactivas que aumentan su intensidad y percepción Este tipo de patologías asociadas al dolor crónico, se pueden encontrar, no obstante, en determinados casos de dolor agudo persistente. Bibliografía Melzack R, Wall P.W. Pain mechanism: a new Theory Science 1965; 150: 971- 979 Muriel C, Madrid-Arias J L. Estudio y tratamiento del dolor agudo y crónico. ELLA Editorial.Madrid 1.994: 77-141. CAPÍTULO 4 Mecanismos generadores del dolor postoperatorio Este dolor se genera tanto por mecanismos directos, por la sección de terminaciones nerviosas a nivel de las diferentes estructuras afectadas por la manipulación quirúrgica, como indirectos, por liberación de sustancias químicas con capacidad algogénica en el entorno inmediato de las terminaciones periféricas de los nociceptores. Figura 1 . Cascada fisiopatológica desencadenada por el dolor. (Tomado de J.A, Sastre et al, 2011). Para que se perciba la sensación dolorosa es necesaria la existencia de receptores (nociceptores) y de unas vías que permitan la transmisión hasta el sistema nervioso central. Los nociceptores pueden dividirse en dos grupos, los que responden a estímulos térmicos y mecánicos, que transmiten la señal a través de fibras mielínicas Aδ, y los receptores polimodales, que responden a la presión, temperatura, estímulos químicos u otro tipo de estímulos y transmiten la señal a través de fibras amielínicas C . Hasta el momento, se desconoce el mecanismo por el que los estímulos inducen la despolarización de las terminaciones sensitivas desnudas, pero se piensa que el receptor de la capsaicina (receptor vanilloide VR-1) puede estar implicado en éste proceso. Por otra parte, las sustancias químicas liberadas por el proceso inflamatorio como la bradicinina, histamina, prostaglandinas, leucotrienos, acetilcolina, serotonina y sustancia P, actúan sobre los nociceptores y modulan la transmisión del dolor. Las enzimas implicadas en la regulación de la síntesis de estas sustancias también desempeñan un papel indirecto en la regulación de la sensación dolorosa. Una vez activados, los nociceptores transmiten la información hasta las neuronas del asta posterior de la médula espinal, donde se liberan neurotransmisores, principalmente el glutamato, que actúa a nivel local sobre receptores de tipo AMPA y NMDA, y diferentes neuropéptidos que no sólo actúan a nivel local sino que pueden activar neuronas alejadas de su lugar de liberación. Además, otros neurotransmisores como la sustancia P, serotonina, catecolaminas y, sobre todo, los péptidos opioides endógenos, intervienen enla modulación de la señal a este nivel. El estímulo es transmitido desde la médula espinal a través de vías ascendentes a diferentes regiones del SNC, principalmente al tálamo a través de los haces espinotalámico, espinoreticular y cervicotalámico, al mesencéfalo, sustancia gris periacueductal y núcleos parabraquiales a través del haz espinomesencefálico, y al hipotálamo a través del haz espinohipotalámico. La estimulación de los núcleos parabraquiales se proyecta al núcleo amigdalino implicado en el control de las emociones y se piensa que interviene en el componente afectivo del dolor. Desde el tálamo la información nociceptiva es transmitida a la corteza cerebral, donde se produce el procesamiento definitivo de la sensación dolorosa. En el procesamiento de la señal dolorosa a través de todas estas vías desempeñan un papel fundamental los diferentes tipos de neuro- transmisores, sus receptores y, por extensión, las proteínas encargadas de regular su síntesis y transporte. Además, no debemos olvidar que en la regulación de la sensación dolorosa intervienen fibras aferentes no nociceptivas primarias, principalmente fibras de tipo Aβ de gran tamaño, y que la sustancia gris periacueductal inhibe neuronas nociceptivas de la médula espinal principalmente a través de conexiones excitatorias con neuronas de la parte rostroventral del bulbo raquídeo, sobre todo con neuronas serotoninérgicas del núcleo magno del rafe. Desde el locus coeruleus noradrenérgico y diferentes núcleos del bulbo y la protuberancia parten sistemas inhibidores descendentes que modulan la actividad de las neuronas nociceptoras del asta posterior de la médula. En estos sistemas desempeñan una función central el sistema opioide junto con otros neurotransmisores como el GABA, la noradrenalina, serotonina, acetilcolina, dopamina, somatostatina, calcitonina, etc. La importancia de un adecuado control del dolor postoperatorio radica en que la agresión quirúrgica y, por ende, el dolor que ésta ocasiona, va a desencadenar una cascada fisiopatológica con repercusión en múltiples órga nos y sistemas. Esta afectación se manifiesta de forma más evidente cuanto más agresivo sea el procedimiento quirúrgico y cuando el paciente presenta patología concomitante previa, de tal forma que puede llegar a ensombrecer el pronóstico vital del paciente Suprimir el dolor, durante el acto quirúrgico, ha significado uno de los grandes logros de la humanidad, pero, el dolor postcirugía, continúa siendo uno de los retos a los que nos enfrentamos día a día, por lo que significa en cuanto a calidad de vida de nuestros pacientes y porque, en sí, avala nuestros tratamientos. Tabla 3. Características del dolor agudo postoperatorio Se inicia como consecuencia de un daño tisular. Se le equipara a un signo de alerta por parte del organismo. Desaparece con la remisión del daño que lo provocó. Es proporcional a esa lesión provocadora. Responde a tratamientos restauradores del daño tisular. Altera los índices autonómicos, verbales y conductuales del individuo que lo sufre. No está afectado el sistema vegetativo. Va asociado a un estado de ansiedad. El individuo que lo padece, siempre lo describe en términos de sus cualidades sensoriales. En sí, se trata de un síntoma. Bibliografía GENOVÉ M, MIRALLES F, CATALÁ E, ALIAGA L. Dolor agudo y postoperatorio. En: Aliaga L, Baños JE, de Barutell C, Molet J, Rodríguez de la Serna A (eds). “Tratamiento del Dolor. Teoría y Práctica”, 2ª ed. Barcelona, Permanyer 2002; 151-82. International Association for the Study of Pain: IASP: www. Iasp-pain.org. LÓPEZ-VALVERDE A , GÓMEZ DE DIEGO R , MONTERO J, ALBALADEJO A. Neuropathic pain associated with mucocele in the maxillary sinus. J Clin Exp Dent. 2010;2(3):e142-5. SASTRE JA Influencia génetica en la respuesta analgesica a la buprenorfina transdermica en Cirugía Torácica. Tesis Doctoral. Universidad de Salamanca. 2011. Capítulo 5 Factores influyentes en el dolor postoperatorio El dolor postoperatorio, al igual que otros tipos de dolor, no depende de un solo factor, en este caso el propio acto quirúrgico, sino que va ligado a una serie de factores que, en conjunto, explicarían la variabilidad en la magnitud del dolor experimentado por cada individuo. Estos factores se pueden agrupar en dos grandes grupos: A. Dependientes del paciente. Se ha hablado de que, factores como la edad, el sexo o los factores socioculturales y étnicos pudieran influir sobre la percepción del dolor. En este momento, con los estudios disponibles, podemos afirmar que no existen diferencias en la percepción del dolor debidas a la edad y que los neonatos y los ancianos poseen, en contra de lo que se creía, la misma percepción dolorosa que el resto de la población. Sin embargo, a diferencia de otras etapas de la vida, lo que varía es la respuesta frente a los fármacos. En ambas edades está alterado el aclaramiento plasmático, en los neonatos por inmadurez del sistema microsomal hepático y en los ancianos por disminución generalizada de la actividad metabólica hepática y de los mecanismos de excreción renal. Por otra parte, tanto los neonatos como los ancianos presentan una sensibilidad aumentada frente a los efectos farmacológicos de los opiáceos. Esto propicia que los ancianos presenten un mayor y más prolongado alivio del dolor que el resto de la población frente al mismo tratamiento analgésico. La relación entre el sexo y el dolor sigue siendo controvertida. Los estudios sobre dolor en la población general, llevados a cabo recientemente en nuestro país encuentran una mayor prevalencia del dolor entre las mujeres. Aunque este hecho no demuestra una percepción dolorosa distinta, debida al sexo, frente a una misma situación desencadenante de dolor. De los estudios relativos al dolor postoperatorio llevados a cabo hasta la fecha, no se puede concluir que el sexo sea un factor determinante de la magnitud del dolor postoperatorio y, por tanto, el tratamiento no debe orientarse en función del mismo. Existen pocos estudios que recojan que la etnia, la condición socioeconómica, el nivel cultural o las creencias religiosas sean factores a tener en cuenta a la hora de valorar la respuesta del paciente a la estimulación nociceptiva. Según Alexander, los mediterráneos son más proclives a solicitar analgésicos en presencia de dolor que los pueblos del norte de Europa. A su vez, los pueblos escandinavos, solicitan menos analgesia que los anglosajones. Bernardo et al, encontraron diferencias significativas en el consumo de analgésicos entre pacientes blancos, negros e hispanos. Los pacientes hispanos recibieron aproximadamente el 60% de la dosis recibida por los pacientes blancos no hispanos y los negros, el 73% de la dosis de éstos. Otros hallazgos similares a los de Bernardo et al son los de Streltzer et al y los de Todd et al . No obstante, estos estudios no esclarecen si las diferencias en el consumo de analgésicos, reflejan diferencias en las conductas/actitudes de los pacientes, del personal sanitario o de ambos. En cuanto al estado emocional del paciente, tras la intervención quirúrgica, aquél puede ejercer una gran influencia en la valoración del dolor postoperatorio y la efectividad del tratamiento analgésico. Este estado emocional va a depender de varios factores: Factores predisponentes: tipo de personalidad, historia familiar, nivel de inteligencia. Sobre los enumerados, no se puede actuar. Factores ocasionales: nivel de estrés, incertidumbre, ansiedad frente a lo desconocido. Sobre éstos, probablemente, con una buena atención e información se podría actuar con éxito. Vivencias u otras experiencias dolorosas previas (extremadamente importantes en nuestro caso), que condicionan la respuesta de cada paciente, magnificando o minimizando la expresividad frente al nuevo dolor. B. Dependientes de la intervención y técnica quirúrgica empleada Mas adelante nos referiremos a este interesanteapartado al hablar de la medidas TERAPéuticas durante la intervención. Bibliografía Alexander JL, Hill RG. Postoperative pain control. Oxford: Ed. Blackwell Scintific Publications; 1987. Anand KJ.S, Hickey PR. Pain and its effects in the human neonate and fetus. N Eng Med 1987;3177: 1321-9. Beaussier M. Frequency, intensity, development and repercussions of postoperative pain as a function of type of surgery. Ann Fr Anesth Reanim 1998;17:471-93. Bernardo NG, Dimsdale JE, Shragg GP, Deutsch R. Ethnic differences in analgesic consumption for postoperative pain. Psychosom Med 1996;58:125-9. Catala E, Reig E. Estudio sobre la prevalencia del dolor en España. Encuesta SED 98. Sociedad Española del Dolor. Europharma, SA; 1998. p. 5. Cerveró F, Laird JMA. Fisiología del dolor. En: Tratamiento del dolor. Teoría y práctica. Barcelona: MCR; 1995. p. 9-25. Eledjam JJ, Ripart J, Viel E. Guidelines on postoperative analgesia. Conclusions of the french consensus conference. En: Highlights in Regional Anesthesia and Pain Therapy. VIII. Estambul; 1999. p. 115. Laglera S, Alagón M. Generalidades sobre el dolor agudo postoperatorio. En: Protocolos de analgesia postoperatoria. Zaragoza: Hospital Miguel Servet; 1997. p. 3-16. Miranda A. Dolor postoperatorio: definición y problemática. En: Miranda A, ed. Dolor posoperatorio. Estudio, valoración y tratamiento. Barcelona: Ed. Jims; 1992. p. 1-26. Muriel C. Aspectos socio-económicos del dolor. Ed Grünenthal 2007. Madrid. Spain. Navarro MJ, Velamazán. Factores que influyen en el dolor agudo postoperatorio. En: Protocolos de analgesia postoperatoria. Zaragoza: Hospital Miguel Servet; 1997. p. 17-22. Pflug AE, Bonica JJ. 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Capítulo 6 Métodos de valoración del dolor La medición del dolor presenta una gran complejidad, por ser una experiencia subjetiva sobre la que inciden factores psicológicos, sociales, ambientales, económicos y culturales. Para la evaluación del dolor la metodología más empleada consiste en el uso de instrumentos que intentan objetivar la percepción del individuo. Entre estos instrumentos destacan las escalas visuales cuantitativas, los cuestionarios que intentan captar la multidimensionalidad del dolor y los cuestionarios generales de evaluación del impacto del dolor a la calidad de vida. Métodos observacionales Se basan en la observación de la conducta del sujeto con dolor. El dolor se acompaña de cambios del comportamiento y de la conducta (llanto, agitación, muecas, etc.) que indican su padecimiento y puede ser medido por personas cercanas al paciente o por personal entrenado en el empleo de estas escalas de observación. Un ejemplo de ello es la escala de Andersen, que mide el dolor desde un punto de vista dinámico y relaciona su intensidad en relación con el reposo, el movimiento y la tos. Esta escala tiene muy buena correlación con otras escalas y es útil en la valoración del dolor agudo post-operatorio Métodos fisiológicos Se basan en medir las respuestas fisiológicas (frecuencia cardiaca, presión arterial, frecuencia respiratoria, dilatación pupilar, niveles de catecolaminas, etc.) como un índice de dolor. Estas escalas no son muy fiables puesto que el dolor es subjetivo y ninguna medición fisiológica puede considerarse como un indicador puro de dolor, además pueden modificarse en situaciones no relacionadas con el dolor. Actualmente se utilizan como valoración complementaria en el abordaje del dolor . Métodos subjetivos Consisten en conseguir información subjetiva por parte del paciente a través de manifestaciones verbales o escritas. Son los mejores indicadores de dolor. Dentro de los métodos subjetivos nos encontramos con dos tipos: los métodos unidimensionales o escalas cuantitativas y los métodos multidimensionales. Métodos unidimensionales Consideran el dolor como una dimensión única o simple, por lo que valoran solamente su intensidad. Son fáciles de aplicar y su fiabilidad es aceptable, aunque no contemplan la naturaleza multidimensional del dolor, por lo que su empleo se limita a la valoración del dolor agudo. Dentro de estos métodos tenemos : . Escala de valoración verbal. . Escala verbal simple. Contempla diez grados de intensidad: dolor ausente, muy débil, débil, muy moderado, moderado, moderadamente severo, severo, muy severo, extremadamente severo y máximo. . Escala descriptiva simple. . Escala numérica. Es una de las más empleadas, introducida por Downie en 1978. El paciente debe asignar un valor entre dos puntos extremos desde el 0, o no dolor, al 10 o dolor insoportable. Aunque debe instruirse previamente al paciente en su uso, es fácilmente comprensible por la mayoría de los pacientes. . Escala visual analógica (EVA) (Fig. 2). Fue ideada por Scout-Huskinsson en 1976. Se compone de una línea horizontal continua de 10 cm de longitud con los extremos marcados con dos líneas verticales donde figuran las expresiones no dolor y máximo dolor imaginable. Actualmente es de uso universal, ya que es un método relativamente simple, que ocupa poco tiempo, y aun cuando requiere de un cierto grado de comprensión y de colaboración por parte del paciente, tiene buena correlación con las escalas descriptivas, buena sensibilidad y buena confiabilidad, es decir, es fácilmente reproducible. Su principal ventaja es que no contiene números o palabras descriptivas; sin embargo, el 7-11 % de los enfermos son incapaces de completar la escala o la encuentran confusa Figura 2. . Escala de expresión facial de Wong- Baker (Fig. 3). Esta escala es útil en pacientes en los que la comunicación sea compleja o con incapacidad para describirlr o comprender las formas de valoración . Figura 3 . Escala luminosa de Nayman Los cuestionarios multidimensionales evalúan las características del dolor y su impacto funcional. Entre los más conocidos destacan el Mc Gill Melzack Pain Questionary, el Brief Pain Inventory (BPI) y el Memorial Pain Assesment Card. Por ejemplo, el Brief Pain Inventory (BPI) o Cuestionario Breve del Dolor (CBD), ha sido validado en España en pacientes con dolor de causa neoplásica, demostrando ser un cuestionario válido para su aplicación en la práctica clínica habitual. Esta compuesto de dos dimensiones (intensidad del dolor e impacto del dolor en las actividades de la vida del paciente) a diferencia del Mc Gill Melzack Pain Questionary que se centra en tres (sensitiva, afectiva y evolutiva). (*) Cuestionario de Salud EuroQol-5D Entre los cuestionarios para la evaluación de la calidad de vida relacionada con la salud utilizados en pacientes con dolor destacan el SF-36, el Health Assessment Questionnaire, el Nottingham Health Profile y el EuroQol- 5D (EQ- 5D) . Este último (*), es un instrumento sencillo y genérico que contiene cinco dimensiones de salud (movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas, dolor/malestar y ansiedad/depresión) y cada una de ellas presenta tres niveles de gravedad (sin problema, algunos problemas o problemas moderados y problemas graves) . Se han realizado diversos estudios a nivel poblacional con las anteriores herramientas con el objetivo de evaluar la prevalencia del dolor, la satisfacción conel tratamiento y la calidad de vida del paciente con dolor. En el estudio Pain in Europe (N= 46.394; 2006) se definió dolor crónico como aquel de duración igual o superior a 6 meses y de intensidad igual o superior a 5 en la Numeric Rating Scale (NRS). Bibliografía - Sastre Rincón J A, Influencia genética en la respuesta analgésica a la buprenorfina transdermica en cirugía toracica. Tesis doctoral. Universidad de Salamanca, 2011. - Asensio J, De Andrés J, Monsalve V, Moliner S, Villanueva V. Características del dolor postoperatorio. Evaluación clínica del dolor. Prevalencia. En: Aliaga L. Dolor agudo y postoperatorio. Teoría y práctica. Barcelona 2005, Caduceo Multimedia, Capítulo 7 Cuidados postoperatorios Tratamiento del dolor postoperatorio A diferencia de otros dolores agudos, las características e intensidad del DPO son siempre previsibles, debiéndonos de anticipar, siempre, a su aparición. El DPO, siempre será más fácil prevenirlo que tratarlo. Sus causas multifactoriales hace que el abordaje del DPO sea multiple , a traves de: A. Profilaxis preoperatoria Cualquier atisbo de dolor, tiene siempre un componente subjetivo importante, variando su percepción con arreglo a cada paciente y en función de determinados factores psicológicos. La ansiedad y el estrés que sufre el paciente, juegan un papel determinante en la percepción del dolor, pudiendo aumentar el grado de sensación dolorosa al reducir el umbral de tolerancia al dolor. Una buena medida es cultivar la relación cirujano-paciente y suministrar un grado de confianza dando una información adecuada sobre la futura intervención. Este tipo de información detallada tiene, generalmente, efectos positivos sobre la percepción del dolor, influyendo, sobre todo, en el grado de satisfacción del paciente. A. 1. Premededicación ansiolítica Antes de la intervención, casi en la gran mayoría de los casos, pero, sobre todo, en los individuos ansiosos, es conveniente recurrir a una terapéutica ansiolítica. Tabla 5. Benzodiacepinas de más frecuente uso. Diazepam 10 mgrs (para nosotros, el fármaco de elección) Midazolam 7,5 mgrs Alprazolam 0,25 mgrs Bromazepam 1,5 mgrs Generalmente las utilizamos la noche antes de la intervención y ½-1 hora antes de la cirugía. A. 2. Premedicación antiinflamatoria La profilaxis antiinflamatoria no acaba de ser aceptada por los diferentes autores. Parecen obtenerse resultados similares administrándola inmediatamente antes o justo después del acto quirúrgico. Lo ideal es suministrar el antiinflamatorio antes de la liberación de los mediadores implicados y antes de desaparecer el efecto anestésico local. En principio, cualquiera de los AINEs disponibles en la farmacopea puede sernos útil. Medidas farmacológicas Es éste el punto al que prestaremos una atención preferente, Prescribiendo la medicación de las formas siguientes: - Como pauta fija del fármaco o fármacos prescritos. - Como terapia de rescate (administración de un fármaco asociado al fármaco inicial). Esta terapia de rescate, igualmente, podrá ser pautada o a demanda del propio paciente. La elección del fármaco ideal, entre todo el arsenal disponible, puede resultar una tarea compleja sino difícil, por lo que habremos de recurrir, tanto a nuestra experiencia personal como a la evidencia científica a la hora de la elección. Principios generales y bases del tratamiento analgésico Como en otras áreas de la medicina, el correcto tratamiento médico siempre comienza tras la realización de la historia clínica en el periodo preoperatorio. Hay que considerar la posible intensidad del dolor y las variaciones a lo largo del día (si es mas intenso al levantarse o por el contrario tiene un patrón nocturno). Se debe tener una descripción de las características del dolor y su localización como ayuda para identificar los mecanismos fisiopatológicos implicados, pidiéndole al paciente que nos indique el tamaño, área y profundidad aparente. La exploración neurológica, estudios de laboratorio, un examen psicológico y determinadas pruebas psicométricas, pueden completar los hallazgos encontrados en la historia clínica y la exploración física. A este respecto se debe hacer especial mención a la exploración del sistema sensorial en busca de sensaciones espontáneas anormales, un aumento, disminución o distorsión de la sensibilidad, la pérdida de la capacidad para reconocer diferencias de grado en ella, o bien su pérdida completa. La utilización de analgésicos en el tratamiento del dolor debe de tener en cuenta diversos aspectos en relación con el tipo de paciente, patología que le lleva a la intervención y con los fármacos prescritos; el éxito o fracaso del tratamiento dependerá en la medida en que seamos capaces de mantener el equilibrio entre ellos. Las bases en las que se sustenta son: A. Seleccionar el fármaco y vía apropiada. La vía de administración de analgésicos va a depender de muchas circunstancias, entre ellas del tipo de dolor, de la intensidad (leve, moderado, severo), si se realiza en el domicilio o en el hospital, de la técnica empleada y de otros factores dependientes del paciente como puede ser su nivel cultural y de comprensión. Así por ejemplo, si queremos tratar un dolor agudo postquirúrgico en un marco hospitalario podremos recurrir a vías con un rápido comienzo de acción como la intravenosa, o bloqueos nerviosos, mientras que si el paciente está en su domicilio lo mas común es recurrir a la vía oral o la infusión de anestésicos locales. Clásicamente en relación al tratamiento del dolor se consideró a la vía oral como de elección. La vía rectal o parenteral es una opción cuando la oral no es posible. La vía intramuscular solo se debe utilizar esporádicamente. La vía sublingual y transmucosa oral están indicadas para tratar el dolor incidental. La vía subcutánea, intravenosa, deben entenderse dentro del marco hospitalario o de forma ambulatoria bajo estricto control médico. B. Realizar una adecuada titulación del fármaco. La dosis debe ser individualizada según la respuesta del paciente. En el dolor agudo se pueden emplear las dosis recomendadas en protocolos. Por lo general la primera dosis debe ser el doble de la dosis recomendada y posteriormente administrarla a intervalos regulares dependiendo de cada fármaco, pudiendo aumentar las dosis hasta el alivio del dolor o la aparición de efectos secundarios. C. Pautar el intervalo de dosis de acuerdo a la duración del medicamento. La administración del fármaco según el intervalo de duración de acción permite establecer unos adecuados niveles plasmáticos y evita la aparición de picos y valles analgésicos y efectos secundarios, consiguiendo un mejor control del dolor. D. Prevenir el dolor persistente, dejando indicadas las dosis de recate. Dejar siempre pautadas dosis de rescate para tratar el dolor incidental mediante formulaciones de acción rápida. Si el paciente precisa varias dosis de rescate diarias, pensar el subir la dosis diaria total, bien aumentando la posología de cada toma o disminuyendo el intervalo entre ellas. E. Anticipar, prevenir y tratar los efectos secundarios. Es especialmente importante informar al paciente de los posibles efectos secundarios que pueden aparecer con los fármacos (boca seca, mareo, estreñimiento...) para no generar en él desconfianza y el abandono terapéutico. Se deben emplear las dosis mas bajas posibles, aumentándolas hasta el control del dolor o la aparición de efectos adversos. Se deben conocer las posibles interacciones farmacológicas y tener especial cuidado con la gastropatía por AINE, el estreñimiento y náuseas/vómitos de los opioides. F. Usar fármacos adyuvantes adecuados cuando estén indicados. En muchas circunstancias como base del tratamiento (corticoides por su efecto antiinflamatorio o para control de náuseas/vómitos, laxantes cuando se pauten opioides), en otras para potenciar o disminuir la dosis de otros fármacos. G. Establecer larespuesta al tratamiento a intervalos regulares utilizando las escalas de medición del dolor. Ello nos permite conocer la eficacia del tratamiento y como consecuencia, al aumentar o disminuir la dosis de los fármacos, optimizar el tratamiento. Fármacos empleados de forma más frecuente en el tratamiento del dolor Actualmente, los grupos farmacológicos más utilizados en el tratamiento del dolor postoperatorio son: No opiaceos, AINEs, opioides menores, opioides mayores, y anestésicos locales. La utilización de cada uno de ellos dependerá en buena medida de la intensidad del dolor postoperatorio. Tabla 6. Clasificación de los fármacos analgésicos en función del tipo de dolor Fármacos para el tratamiento del dolor nociceptivo - inflamatorio - No-opioides: Paracetamol, AINE, A.L, otros - Glucocorticoides - Opioides (mayores y menores) - Combinaciones./p> Fármacos para el tratamiento del dolor neuropático. - Antidepresivos - Anticonvulsivantes - Opioides - Antagonistas de los receptores NMDA - Agonistas alfa-2 adrenérgicos - Antiarrítmicos - Capsaicina -Combinaciones Medicación concomitante -Tratamiento efectos adversos. 1. Fármacos no opiodes Se incluyen en este grupo los fármacos con acción analgesica (paracetamol y metamizol) , los que tienen potente acción antiinflamatoria y analgesica y un ultimo grupo con potente acción antiinflamatoria (coticosteroides ) Son considerados los fármacos de elección a la hora de controlar el dolor agudo postoperatorio tipo medio. Inhiben, de forma específica las cicloxigenasas 1 ,2 y 3 disminuyendo la síntesis de prostaglandinas y, por ende, la inflamación periférica. La COX-1 y la COX-2 producen los precursores de las prostaglandinas, la prostaglandina G2 y la prostaglandina H2 a partir del ácido araquidónico. Estos precursores son posteriormente transformados en las diferentes prostaglandinas biologicamente activas y en tromboxano. Entre éstas probablemente la E2 es una de las mas importantes para la sensibilidad al dolor, ya que facilita la nocicepción no solo en los tejidos periféricos inflamados sino también a nivel central, como es en el asta anterior de la médula espinal. La COX-1 existe en forma constitutiva en la mayoría de los tejidos, y que parece producir cantidades mas o menos constantes de eicosanoides, manteniendo la homeostasis en muchos órganos (estómago, pulmón, riñones...). En el tracto gastrointestinal la prostaglandina E2 y la prostaciclina mantienen la integridad de la mucosa por inhibición de la secreción ácida y estimulación de la secreción de bicarbonato. La supresión de esta función de citoprotección explica las complicaciones asociadas a estos fármacos. En el riñón las prostaglandinas incrementan el flujo plasmático renal, en consecuencia eleva la filtración glomerular y ayuda a regular la resorción tubular de sal y agua. En el sistema circulatorio las prostaglandinas mantienen el tono vascular. También tienen efectos antitrombogénicos. La COX-2 parece estar expresada (constitutivamente inducida) en el sistema nervioso central y en el tracto urogenital. Durante los estados inflamatorios. Comienza a expresarse en los macrófagos y en otras células del tejido inflamado. En los dos sistemas orgánicos y en el tejido inflamado la expresión de enzimas es suprimida por los glucocorticoides. La inhibición selectiva de la COX-2 sería suficiente para alcanzar los efectos analgésicos y antiinflamatorios, y puede respetar el tracto gastrointestinal y la mayoría de los órganos sistémicos . La COX-3 a diferencia de las anteriores no la codifica ningún gen individual. El paracetamol, fármaco antinociceptivo y antipirético, pero sin efecto antiinflamatorio, inhibe la COX-3 de manera mas eficiente que la COX-1 o la COX-2. Se postula que la inhibición de la COX-1 sería la responsable de los efectos adversos de los AINEs clásicos sobre la mucosa intestinal, mientras que sus beneficios terapéuticos dependerían de la inhibición de la COX-2. Ácido acetilsalicílico Se trata de un antitérmico-analgésico-antiinflamatorio, mucho mas potente y eficaz de lo que, habitualmente, nos pensamos. Es un fármaco muy conocido, que se introdujo en terapéutica en 1899. Es un fármaco de la familia de los salicilatos, usado frecuentemente como antiinflamatorio, analgésico, para el alivio del dolor leve y moderado, antipirético para reducir la fiebre y antiagregante plaquetario indicado para personas con alto riesgo de coagulación sanguínea, principalmente individuos que ya han tenido un infarto agudo de miocardio. Los efectos adversos del ácido acetilsalicílico son principalmente gastrointestinales, es decir, úlcera péptica gástrica y sangrado estomacal. El ácido acetilsalicílico se administra principalmente por vía oral, aunque también existe para uso rectal y como terapia intravenosa. Los comprimidos de aspirina para administración oral se hidrolizan con facilidad cuando se ven expuestos al agua o aire húmedo, de modo que deben permanecer almacenados en sus envoltorios hasta el momento de su administración. La aspirina que se ha hidrolizado así despide un olor a vinagre (en realidad es ácido acético) y no debe ingerirse. La aspirina también viene en preparados masticables para adultos. Los preparados efervescentes y saborizados son aptos para quienes prefieran la administración líquida del medicamento, La combinación de aspirina con oxicodona —una clase de analgésicos opiaceos — se usa para aliviar desde el dolor moderado al moderadamente intenso Las dosis óptimas para alcanzar los efectos analgésicos o antipiréticos de la aspirina son menores de 0,6 a 0,65 gramos por vía oral. Dosis más elevadas pueden prolongar el efecto. La dosis habitual suele ser repetida cada 4 horas. La dosis antiinflamatoria en niños es de 50–75 mg por cada kg de peso del niño cada día dividida en varias dosis durante el día. La dosis de entrada promedio para un adulto es de 45 mg/kg/día en dosis divididas. La dosis máxima es de 6-8 gr/día. Paracetamol El paracetamol o acetaminofén es un fármaco antitérmico-analgésico, carente de efecto antiinflamatorio. Actúa inhibiendo la síntesis de prostaglandinas, mediadores celulares responsables de la aparición del dolor.. Se presenta habitualmente en forma de cápsulas, comprimidos, supositorios o gotas de administración oral. y bastante bien tolerado por la mucosa gástrica. Se introdujo en terapéutica en 1893. Se le suele utilizar cuando están contraindicados los AINEs. Hoy día es uno de los analgésicos mas utilizados por su eficacia y por su carencia de efectos adversos cuando se toma por poco tiempo, como suele ocurrir en Odontología (a largo plazo es hepatotóxico). El paracetamol tiene un índice terapéutico muy ajustado. Esto significa que la dosis normal es cercana a la sobredosis, haciendo de él un compuesto peligroso. Una dosis única de paracetamol de 10 gramos o dosis continuadas de 5 g/día en un no consumidor de alcohol con buena salud, o 4 g/día en un consumidor habitual de alcohol. El paracetamol, a dosis de 1gr como terapia única o en combinación con 60 mg de codeína es eficaz para el tratamiento del dolor tras la cirugía oral . La codeína a dosis mayores de 60 mg produce un aumento de la incidencia de efectos adversos, sin mejorar el nivel de analgesia. Para dolores más intensos se recomienda la combinación de 1 gr de paracetamol con 10 mg de oxicodona (analgésico opioide, efectivo por vía oral, muy potente pero, potencialmente, adictivo). No se deben sobrepasar las dosis máximas y hay que tener cuidado en casos de hepatopatías y alcoholismo (tratamiento toxicidad: N-acetílcisteína VO: 140 mg/Kg seguido de 70 mg/Kg cada 4 h). VO (A): 325-650 mg/4-6 h ó 1 gr /6-8 h (máx 4 gr/día). VO y VR (N): 10 mg/Kg cada 4 h ó 15 mg/Kg cada 6 h. Lo recomendable es no sobrepasar los 4 gr/día. Ketorolaco Tratamiento a corto plazo de dolor postoperatorio y traumatismos musculoesqueléticos. VO (A): 10 mg/4-6 h sin pasar de 40 mg/día ni 7 días de tto. Vía parenteral: Inyecciónlenta, 10-30 mg/4-6 h, dosis máxima diaria 90 mg adulto, 60 mg anciano y duración de tto. máxima 2 días. Entre el 25-40% de los pacientes tienen efectos adversos; precaución en HTA, IC, IR, IH, historia de ulcus y de sangrado. Metamizol Es una pirazolona introducida en terapéutica en 1922. Su acción fundamental es analgésica, con débiles efectos antiinflamatorios, antitérmicos y antiagregante plaquetario. Indicado en el dolor agudo postoperatorio,. La acción analgésica se realiza por mecanismos a nivel periférico, medular y SNC. Contraindicado si hay antecedentes de agranulocitosis, porfiria, déficit glucosa 6 fosfato deshidrogenasa. Es uno de los medicamentos más utilizados en España para combatir el dolor. Sin embargo, este mismo fármaco, está prohibido en países como Estados Unidos, Australia y algunos países de la Unión Europea (entre ellos Reino Unido). Las dosis usuales son las siguientes: · vía oral: de 1 a 2 g cada 8 horas · vía parenteral: una ampolla de 2 g de metamizol por vía intramuscular profunda o intravenosa lenta (3 minutos) cada 8 horas, salvo criterio médico, sin sobrepasar las 3 ampollas por día. En la indicación de dolor oncológico se utilizará 1/2 -1 ampolla cada 6-8 horas por vía oral, disuelta en naranja, cola o cualquier otra bebida refrescante. Ibuprofeno Los derivados del ácido propiónico aquellos sobre los que existen más estudios serios publicados, especialmente el ibuprofeno que es quizás el fármaco más utilizado en la actualidad en Cirugía Bucal. Es uno de los AINEs mejor tolerados. Fue introducido en terapéutica en 1969, considerándose un antitérmico- analgésico-antiinflamatorio, siendo uno de los más utilizados en la actualidad por su alta eficacia en reducir el dolor, su baja cantidad de efectos adversos y por poderse utilizar en la población infantil. Sufre metabolismo hepático y se elimina casi en su totalidad por la orina. Las reacciones adversas que se producen con mayor frecuencia son las gastrointestinales y las neurológicas. Son analgésicos de eficacia moderada. Presenta un buen margen de seguridad. Estrecho margen dosis eficaz-dosis techo en su actividad analgésica. Posee, además otra serie de inconvenientes: - Múltiples efectos secundarios debidos a la inhibición de la ciclooxigenasa 1 (COX 1) : gastrointestinales, cutáneos, respiratorios, renales y del sistema hematopoyético. - Múltiples interacciones medicamentosas (antidiabéticos y anticoagulantes orales, diuréticos, antihipertensivos, metotrexato, litio…). - Contraindicaciones en pacientes con patología renal, hepática o respiratoria. Las dosis usuales son las siguientes: Administración Oral : - Procesos dolorosos de intensidad leve-moderada y cuadros febriles: 200-400 mg/4-6 h ó 400 mg/6-8 h; máx. 1.200 mg/día ó 600 mg/6-8 h; dosis máxima 2.400 mg/día Cáps. duras de liberación prolongada "300": 600 mg/ 2 veces al día, en fase aguda: 900 mg/ 2 veces al día; mantenimiento: 300-600 mg/2 veces al día. Comp. retard "600": 600 mg/12 h; mantenimiento: 600-1.200 mg/día. Comp. liberación prolongada "800": adultos. y niños a partir de 12 años: 1.600 mg/día (dosis única). En situaciones graves o agudas: 2.400 mg/día (800 mg/mañana y 1.600 mg/tarde). Niños: 20-30 mg/kg/día en 3-4 tomas. Rectal..: 500 mg/4 h. Niños: administrar a partir de 3 meses de edad (6.0 kg de p.c.). Máx. 20-30 mg/kg/día, máx. 3 días. En la I.R. leve-moderada y/o I.H. leve-moderada, reducir dosis. ketoprofeno Especialmente dolor asociado a inflamación (dental, traumático…), disminorrea primaria, cefalea tensional y oncológico. Potencia analgésica similar a la indometacina y 20 veces superior al ibuprofeno y AAS. VO (A) analgesia: 25-50 mg/6-12 h; retard 200 mg/24 h; antiinflamatorio 50 mg/8 h. VR e IM: 100 mg/12- 24 h. Los efectos secundarios principales son GI, cefalea y alteraciones hepatobiliares. El 5-15% precisa suspender el tratamiento. En tratamientos crónicos es conveniente monitorizar la función renal. Dexketoprofeno Dolor postoperatorio con componente inflamatorio. VO (A): 12,5 mg/4-6 h ó 25 mg/8h. IV ó IM: 50 mg/8h. Coxibs Son inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa-2 (COX-2), con propiedades antiinflamatorias similares a los otros AINE. Se utilizan como analgésicos, pero principalmente en el tratamiento de la artritis reumatoide y la osteoartritis. Debido a su especificidad hacia la COX-2, el riesgo de producir efectos adversos a nivel gastrointestinal es menor que con los AINES convencionales, sin embargo, también pueden producir hemorragia gastro- intestinales, úlceras perforaciones,desconociéndose además los efectos a largo plazo sobre el tracto digestivo. Al igual que con el resto de AINEs debe tenerse especial precaución en los pacientes ancianos, en los que tengan IH, IR, IC, HTA. No indicado en niños, embarazo o lactancia. Pueden producir cefalea, mareo, estreñimiento o diarrea y edemas en piernas. Celecoxib. VO (A): 100 mg/12 h ó 200 mg toma única. Rofecoxib. VO (A): 12,5 -25 mg/24 h Etoricoxib. VO (A): 30-60 mg/día. Maximo 120 mg/día . Utilización de los Coxib según la AEM: Contraindicados en pacientes con patología coronaria isquémica o cerebrovascular y en pacientes con arteriopatía periférica. Usarlos con precaución en pacientes con factores de riesgo de enfermedad coronaria (hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo). Etoricoxib está contraindicado en pacientes hipertensos. Prescribir la dosis mas baja durante el periodo de tiempo más breve posible. Alerta a las reacciones cutáneas; deben interrumpirse ante la primera manifestación de reacción cutánea adversa. Corticosteroides Son, sin duda, los fármacos con mayor potencia antiinflamatoria con los que contamos actualmente, aunque con el inconveniente de que pueden presentar numerosos efectos indeseables potenciales, que aparecen fundamentalmente cuando se administran a ciertas dosis pero durante un tiempo prolongado. Algunos autores los recomiendan en infiltración preoperatoria en la zona a intervenir o en irrigación tópica sobre la zona intervenida. La combinación con AINEs en las fases preoperatoria e intraoperatoria es beneficioso, igualmente en la reducción del dolor e hinchazón postquirúrgico. Se utiliza de forma de tratamiento local de forma tópica o como infiltraciones nerviosas, intraarticulares, iontoforesis Aunque minimizan la inflamación, dificultan la cicatrización por la acción antianabólica, debida a la pérdida de nitrógeno y formación de proteínas. Las dosis de los distintos corticoides depende de su empleo en un proceso agudo o crónico, de la vía de administración y por supuesto del fármaco y de la patología a tratar. Dexametasona im ó iv: 4-20 mg, oral: 8-24 mg, mantenimiento 4 mg/día y en tratamientos prolongados 0,5-1,5 mg/día. Las dosis de equivalencia de corticoides basadas en su efecto antiinflamatorio son: 0,75 mg dexametasona = 4 mg metilprednisolona = 5 mg prednisona = 20 mg hidrocortisona = 25 mg cortisona. Un reciente estudio publicado por investigadores chinos en el Journal of Dental Research, habla de los efectos beneficiosos de la DEXAMETASONA en el dolor neuropático. Recomendamos usar la Metilprednisolona, 125 mg/día, por vía sistémica, tres días máximo. Bibliografía SEYMOUR, R. A. HAWKESFORD, J. E. SYKES, J. STILLINGS, M AND HILL, C. An investigation into the comparative efficacy of soluble aspirin and solid paracetamol in postoperative pain after third molar surgery. British Dental Journal 2003; 194: 153-57. Reebye U. EFFICACYNOF ANTI-INFLAMATORY DRUGS IN THE REDUCTION OF IL-1 IN THIRD MOLAR SURGERY. Int J Oral Maxillofac Surg 2000;58:75-6. FILHO, J. MAURETTE, P. ALLAIS, M. FERNANDES, C. Clinical comparative study of the effectiveness of two dosages of Dexamethasone to control postoperative swelling, trismus and pain after the surgucal extraction of mandibular impacted third molars. Med. Oral Pat. Oral Cir. Bucal. Feb 1 .2008; 13(2). pp. 129-32. Han, S.P. Yeo, M.K. Lee,Y.C. Bae, and D.K. Ahn. Early Dexamethasone Relieves Trigeminal Neuropathic Pain . 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El término opioide es más amplio, pues se aplica a todos los agonistas y antagonistas con actividad del tipo de la morfina, lo mismo que a los péptidos opioides naturales y sintéticos. Todos los opioides son analgésicos, mientras que no todos los opiáceos lo son. La palabra endorfina es un término genérico que se refiere a las tres familias de péptidos opioides endógenos: encefalinas, endorfinas y dinorfinas. El término narcótico, deriva de la palabra griega que significa estupor; hoy se utiliza cada vez más con una connotación legal, para referirse a una gran variedad de sustancias que son motivo de abuso y que generan fármacodependencia. Los opioides son un grupo de fármacos que interactúan con receptores específicos acoplados a la proteína G y localizados en distintas zonas del sistema de transmisión nociceptiva ocasionando analgesia. Existen varios tipos de receptores opioides (μ, κ, δ, ς y ε) de los cuales los tres primeros tienen una función antinociceptiva y el ς actualmente se considera que constituye una parte del recep- tor NMDA. La Internacional Union of Pharmacology (IUPHAR) ha adoptado una nueva de- nominación para los receptores opioides tras su clonación: OP1 (δ), OP2 (κ), OP3 (μ) y OP4 (ORL1), cuyo único agonista conocido es la nociceptina. Los analgésicos opioides se clasifican según su origen químico en alcaloides naturales del opio, derivados semisintéticos de los alcaloides del opio y opioides sintéticos. Desde un punto de vista funcional y farmacológico se clasifican según su acción y efectos sobre receptores opioides en fármacos agonistas (morfina y algunos fármacos semisintéticos y sintéticos); agonistas parciales (buprenorfina); agonistas-antagonistas (butorfanol, nalbufina, pentazocina y dezocina); y antagonistas (naloxona y naltrexona). Tabla 7. Clasificación de los analgésicos opioides Alcaloides naturales del opio Derivados del fenantreno: Morfina, codeina. Derivados de la benzilisoquinolina: Papaverina, tebaína. Derivados semisintéticos de los alcaloides del opio Derivados de la morfina: Oximorfona, hidromorfona, heroína. Derivados de la tebaína: Buprenorfina, oxicodona. Derivados de la codeina: Tramadol Opioides sintéticos Morfinanos: Levorfanol, nalbufina, naltrexona, naloxona. Fenilheptilaminas: Metadona, propoxifeno. Fenilpiperidinas: Meperidina, fentanilo, sufentanil, alfentanilo, remifentanil. Una clasificación de utilidad clínica es la que les categoriza en analgésicos opioides“débiles ó menores”(codeína y propoxifeno), denominando al resto como“potentes mayores”. Morfina La morfina es uno de los alcaloides naturales que se extraen de la papaver somniferum. Continúa siendo el fármaco prototipo, el de referencia y comparador de con otros opioides y el que más se utiliza para fines terapéuticos. Se caracteriza por activar con gran afinidad y potencia los receptores mu, hecho que le confiere una buena eficacia analgésica y explica sus efectos secundarios. Es un fármaco hidrosoluble, que puede ser empleado por múltiples vías (VO, IM, IV, S/C,), si bien la mas empleada es la vía oral como formulaciones orales de liberación retardada o controlada, con las que se consiguen unos niveles máximos en 3-6 horas y unos niveles terapéuticos a lo largo de 8-12 h. En pacientes con función renal normal, la semivida plasmática de las formulaciones orales convencionales es de 2-3 horas. Tiene un metabolismo hepático (glucuronidación) que produce el glucorónido-3-morfina (sin actividad analgésica pero causante de los efectos desagradables de la morfina) y el glucorónido-6-morfina que tiene actividad analgésica y eliminación renal; en pacientes con IR, el fármaco tiende a acumularse con el consiguiente aumento de la toxicidad y efectos secundarios. La morfina tiende a producir sedación y estupor o bien síntomas de bienestar y euforia. Dosis crecientes pueden provocar sueño profundo y coma. Su propiedad terapéutica más importante es la analgesia y guarda estricta relación con la dosis. Sirve para aliviar o suprimir dolores de gran intensidad, cualquiera que sea su localización y principalmente de tipo nociceptivo. La analgesia es consecuencia de la acción de la morfina sobre los receptores mu situados en diversos puntos del SNC, tanto sobre el sistema aferente que vehicula la información nociceptiva como sobre el sistema eferente que la controla. Su actuación a nivel límbico y cortical, hace que no solo suprima o reduzca la sensibilidad dolorosa sino que también atenúa la percepción del tono desagradable o angustioso del dolor, sustituyéndolo incluso en ocasiones por una placentera situación. También actúa a nivel de los receptores opioides situados en terminaciones nerviosas periféricas (nociceptores), al menos en situaciones caracterizadas por la existencia de un componente inflamatorio crónico. Todo éste conjunto de acciones ejercidas sobre múltiples sistemas y a niveles tan diversos del neuroeje ejercen, sin duda, un efecto multiplicador y potenciador, y es la razón de que el efecto analgésico sea tan intenso y tan completo. La morfina deprime la respiración de manera dosis- dependiente, por su acción sobre los receptores mu y delta situados en las neuronas de los núcleos bulbo- protuberanciales que participan en la función del centro respiratorio. Disminuye el volumen minuto respiratorio afectando mas a la frecuencia que a la amplitud; Provoca una reducción de la sensibilidad del centro respiratorio al CO2 y a la hipoxia y eleva el umbral apneico. En determinadas enfermedades que requieren un mayor esfuerzo respiratorio de los músculos intercostales (enfisema, cifoscoliosis, obesidad y cor pulmonale), aumenta la respuesta depresora a la morfina e incrementa el riesgo de insuficiencia respiratoria grave. El grado de depresión no sólo depende de la dosis sino también de la vía de administración y de la velocidad de acceso al SNC; la depresión es máxima por vía IV e intraventricular y mínima por vía oral y epidural. El dolor es el antagonista fisiológico de la depresión respiratoria inducida por opioides, de tal manera que en pacientes que tienen dolor, estos efectos depresores o no aparecen o son de escasa importancia clínica. Produce miosis de gran intensidad por acción desinhibidora sobre el núcleo de Edinger-Westphal perteneciente al oculomotor. Estimula la zona quimiorreceptora del área postrema y provoca con frecuencia náuseas y vómitos, por lo que se recomienda la administración conjunta de antieméticos tales como metoclopramida, haloperidol, ondansetron. Tanto por mecanismos centrales (supraespinales y espinales) como periféricos (plexos mientéricos), la morfina provoca un aumento del tono miógeno en el tracto gastrointestinal y una inhibición de la actividad neurógena que se traduce en un retraso en el vaciamiento gástrico, estreñimiento y aumento de la presión en las vías biliares, con hipertonía del esfínter de Oddi. En ocasiones y dependiendo de la dosis puede producir hipertonía muscular de orígen central, bradicardia, hipotensión y retención urinaria de orígen tanto espinal comosupraespinal. Codeína La codeína es un derivado metilado y dihidrogenado de la morfina, respectivamente. Presenta mucha menor afinidad por los receptores mu, por lo que su potencia y eficacia analgésica es inferior a la de la morfina. Deprime menos el SNC y no ocasiona fármacodependencia. Presentan acción antitusígena y su principal efecto secundario es el estreñimiento. Se absorbe bien por vía oral con una biodisponibilidad del 50 % para la codeína . La Cmáx se alcanza a la 1 y 2 h respectivamente, eliminándose por desmetilación (que produce morfina) y conjugación. La excreción es renal con una semivida para ambos compuestos de 3-4 horas. Tramadol El clorhidrato de tramadol tiene acción central, que se utiliza en el tratamiento del dolor moderado a severo. El fármaco tiene una amplia gama de aplicaciones. El Tramadol posee débil acción agonista sobre el receptor μ-opioide , libera serotonina, e inhibe la recaptación de la norepinefrina. Siendo un análogo sintético de la fenantreno alcaloide de la codeína y, como tal, es un profármaco. Los opioides son compuestos químicos que actúan sobre uno o más de los receptores opiáceos humanos. La euforia y la depresión respiratoria son causadas principalmente por la μ 1 y μ 2 receptores, la naturaleza adictiva de la droga se debe a estos efectos, así como sus efectos serotoninérgicos / noradrenérgico . El efecto del tramadol y su metabolito principal son casi exclusivamente mediados por la acción de la sustancia en los receptores μ-opioides. Esta característica distingue a tramadol de muchas otras sustancias, tales como la morfina, de la clase de fármacos opioides, que generalmente no poseen un grado de selectividad de tramadol subtipo. Se trata de un analgésico de acción central que tiene la ventaja de producir una dependencia débil. Se introdujo en terapéutica en 1996 en USA. Tiene la ventaja sobre la codeína, de ser mas potente que ella como analgésico y tener un efecto poco relevante sobre el aparato cardiovascular y sobre la depresión respiratoria. Tramadol es clasificada como una droga del sistema nervioso central por lo general se comercializa como la sal de clorhidrato (clorhidrato de tramadol), el tartrato se ve en raras ocasiones, y rara vez (en los EE.UU. por lo menos) tramadol está disponible tanto para la inyección ( intravenosa o intramuscular ) y la administración oral. El más conocido es el comprimido de 50 mg. También esta disponible en combinación con APAP ( paracetamol , acetaminofeno) en la forma de una dosis de 37,5 mg de tramadol y 325 mg de APAP. Las soluciones adecuadas para la inyección se utilizan en las bombas de analgesia controlada por el paciente en determinadas circunstancias, ya sea como agente único o en combinación con otro agente como la morfina. El Tramadol viene en muchas formas, incluyendo: cápsulas (liberación regular y extendida) ,tabletas (liberación regular, extendida, masticables, baja en residuos y comprimidos sin recubrimiento que se pueden tomar por vía sublingual y bucal), supositorios , pastillas efervescentes y polvos ,ampollas de solución estéril para la SC, IM, y la inyección IV. El Tramadol ha sido utilizado en forma de un ingrediente en multi-agente geles tópicos, cremas y soluciones (parche transdérmico) muy similares a los utilizados con lidocaína. El Tramadol tiene un sabor característico y desagradable, ligeramente amargo, pero mucho menos que la morfina y la codeína. Las gotas por vía oral y sublingual y las preparaciones líquidas vienen con y sin adición de aromatizante. Su eficacia en relación a través de rutas transmucosa (es decir, sublingual, bucal, rectal) es similar al de la codeína, y, como la codeína, que también es metabolizada en el hígado . Los pacientes que tomaban ISRS (Prozac, Zoloft, etc), IRSN (Effexor, etc), antidepresivos tricíclicos, inhibidores de la MAO u otros opioides fuertes (oxicodona, metadona, fentanilo, morfina), así como las personas mayores (> 75 años), pediátricos (<18 años), y los que tienen muy reducida la función renal o hepática, se debe utilizar con precaución, ajustando la dosis. Se emplea como alternativa a los AINEs o asociado a ellos o a antitérmico- analgésicos como potenciador de su efecto analgésico. No se utiliza en niños. Tapentadol Tapentadol es una nueva entidad molecular que es estructuralmente similar a la de tramadol . Con acitividad opioides y no opioides en un solo compuesto. Posee con dos mecanismos de acción, combinando mu-opioide agonista de los receptores y la norepinefrina inhibición de la recaptación. Mientras que su acción refleja los aspectos de tramadol y la morfina su capacidad para resolver el dolor es más del orden de la hidrocodona y la oxicodona El Tapentadol es aprobado por la FDA para el tratamiento del dolor moderado a agudo severo. Debido a la doble mecanismo de acción como un agonista opioide y la norepinefrina recaptación de serotonina, hay un potencial para su uso fuera de etiqueta en el dolor crónico, con un perfil de efectos secundarios más tolerables. Náuseas, mareos, estreñimiento, y la sedación del SNC son los efectos secundarios comunes de los analgésicos opiáceos, proporciona un efecto de analgesico con una menor incidencia de efectos secundarios en comparación con oxicodona y la morfina La dosis puede ser de 50mg, 75mg o 100mg cada 4 – 6 horas. Puede darse una segunda dosis oral una hora después de la inicial, si fuera necesario en el Día 1 . La dosis máxima en 24h en el Día 1 es de 700mg ,los días posteriores de 600mg. Dosis más altas no se han estudiado y por tanto no se recomiendan. Por el momento sólo esta disponible como comprimidos de liberación inmediata. El Tapentadol está indicado en el manejo del dolor moderado a severo agudo o crónico en mayores de 18 años, y dolor postoperatorio. Oxicodona Es un derivado semisintético de la tebaína, agonista puro de receptores mu y kappa. El efecto terapéutico es principalmente analgésico, ansiolítico y sedante. Se ha demostrado que su combinación con morfina es sinérgica, con un perfil analgésico mejor y menor incidencia de emesis. Muestra una mayor biodisponibilidad que morfina, sin que se vea afectada por la ingesta de alimentos o la edad (ancianos): salvo en casos de insuficiencia hepática o renal grave, no es necesario reducir dosis. La metabolización hepática está mediada por el citocromo P450 2D6 (CYP2D6) y la eliminación es por vía renal. No es preciso reducir dosis en ancianos o IR leve. Es un opioide a tener en cuenta en el tratamiento del dolor neuropático. Recientemente se ha incorporado al mercado Español, la asociación oxicodona- naloxona para el tratamiento del dolor intenso en formulación oral de liberación prolongada. La asociación ha demostrado una eficacia analgésica similar a la naloxona, mientras contrarresta el estreñimiento inducido por los opioides Hidromorfona Derivado semisintético de la morfina y se comporta principalmente como un agonista de los receptores mu y también muestra una débil afinidad por los receptores kappa. La analgesia ocurre como consecuencia de su unión a los receptores mu del SNC. Su eficacia, seguridad y efectos secundarios son similares a los de la morfina y resto de los opioides. Bibliografía Benedetti C. Acute pain: a review of its effects and therapy with systemic opioids. En: Benedetti C, et al, eds. Advances in pain research and therapy, vol. 14. 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