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CAPÍTULO 38 Enfermedades virales transmitidas por artrópodos y roedores 547 de la encefalitis. Tras la inoculación subcutánea, la replicación del virus ocurre en los tejidos locales y en los ganglios linfáticos regionales. El virus entra luego en la circulación sanguínea y se disemina. Con base en el compuesto específi co, los diferen- tes tejidos respaldan más la replicación del virus, lo que com- prende monocitos-macrófagos, células endoteliales, pulmón, hígado y músculos. El virus cruza la barrera hematoencefálica por mecanismos desconocidos, que tal vez afectan neuronas olfativas o células vasculares del cerebro y se disemina. La degeneración neuronal dispersa ocurre en todas las encefalitis provocadas por arbovirus. En la mayor parte de las infecciones, el virus se controla antes que ocurra la invasión neurológica. La invasión depende de muchos factores, como el grado de viremia, los antecedentes genéticos y respuestas inmunitarias innatas y adaptativas del hospedador, así como de la virulencia de la cepa del virus. Los seres humanos muestran una susceptibilidad a las infecciones del SNC dependiente de la edad; los lactantes y los ancianos son los más susceptibles. Las encefalitis equinas en los caballos son difásicas. En la primera fase (enfermedad leve), el virus se multiplica en tejido no neural y está presente en la sangre varios días antes de los primeros signos de afectación del SNC. En la segunda fase (enfermedad mayor) el virus se multiplica en el cerebro, las células son lesionadas y destruidas y la encefalitis se vuelve clínicamente manifi esta. Se necesitan altas concentraciones de virus en el tejido cerebral antes que se dé tal manifestación. Manifestaciones clínicas Los periodos de incubación de las encefalitis fl uctúan entre cuatro y 21 días. Las infecciones no manifi estas son frecuentes. Algunas personas infectadas presentan una enfermedad seu- dogripal leve, en tanto que otras manifi estan encefalitis. Hay una instauración súbita con cefalea intensa, escalofríos y fi e- bre, náusea y vómito, dolores generalizados y malestar general. En las primeras 24 a 48 h, sobreviene una somnolencia intensa y el paciente puede presentar estupor. En los casos graves se presenta confusión mental, temblores, convulsiones y coma. La fi ebre persiste por cuatro a 10 días. La tasa de mortalidad en la encefalitis varía (cuadro 38-2). En la encefalitis B japonesa, la tasa de mortalidad en los grupos de edad más avanzada puede alcanzar 80%. Las secuelas pueden ser leves a graves y com- prenden deterioro mental, cambios de la personalidad, paráli- sis, afasia y signos cerebelosos. Diagnóstico de laboratorio A. Aislamiento del virus y detección directa Los intentos de aislamiento del virus exigen precauciones de bioseguridad apropiadas para evitar las infecciones en el labo- ratorio. El virus se encuentra en la sangre sólo en las prime- ras fases de la infección, por lo general antes que comiencen los síntomas. También se pueden encontrar virus en el líquido cefalorraquídeo (LCR) o en muestras de tejido, lo que depende del microorganismo. Los alfavirus y los fl avivirus por lo gene- ral pueden desarrollarse en linajes celulares comunes como Vero, BHK, HeLa y MRC-5. Los linajes de células de mosquito son útiles. La inoculación intracerebral de los ratones recién nacidos o cobayos también se utiliza para el aislamiento del virus. Se dispone de análisis de detección de antígeno y reac- ción en cadena de la polimerasa (PCR, polymerase chain reaction) para la detección directa de RNA o proteínas vira- les en especímenes clínicos para algunos arbovirus. El empleo de anticuerpos monoclonales específi cos de virus en análisis inmunofl uorescentes ha facilitado la identifi cación rápida del virus en muestras clínicas. B. Serología Los anticuerpos neutralizantes e inhibidores de la hemaglu- tinación son detectables pocos días después del inicio de la enfermedad. Los anticuerpos neutralizantes e inhibidores de la hemaglutinación perduran por años. La prueba HI es la prueba diagnóstica más sencilla, pero identifi ca el grupo más que el virus causante específi co. Los análisis serológicos más sensibles detectan IgG específi cos del virus en suero (IgM) o en el LCR mediante ELISA. Es necesario establecer un incremento de cuatro tantos o más de los anticuerpos específi cos durante la infección para confi rmar un diagnóstico. La primera muestra de suero debe obtenerse lo más pronto posible después del inicio y la segunda dos a tres semanas más tarde. Al establecer el diagnóstico se debe tomar en cuenta la reactividad cruzada dentro del grupo de alfavirus o fl avivirus. Después de una sola infección por un miembro del grupo, también pueden producirse anticuerpos en otros miembros. El diagnóstico serológico se vuelve difícil cuando ocurre una epidemia causada por un miembro del grupo serológico en una zona donde otro miembro del grupo es endémico. Inmunidad Se piensa que la inmunidad es permanente después de una infección simple. Se considera que las respuestas de anticuerpo humoral lo mismo que las inmunitarias celulares son impor- tantes en la protección y el restablecimiento tras la infección. En zonas endémicas, la población puede adquirir inmunidad como resultado de infecciones asintomáticas; la proporción de personas con anticuerpos contra el virus transmitido por el artrópodo local se incrementa con la edad. Debido a los antígenos comunes, la respuesta a la inmuni- zación o a la infección con uno de los virus de un grupo puede modifi carse por la exposición previa a otro miembro del mismo grupo. Este mecanismo es importante para conferir protección en una población contra una epidemia de un microorganismo relacionado (p. ej., no encefalitis japonesa B en zonas endémi- cas para la fi ebre del Nilo Occidental). Epidemiología En zonas muy endémicas, casi toda la población humana puede infectarse con un arbovirus y la mayor parte de las infecciones son asintomáticas. Existen cocientes de infección a casos eleva- dos en grupos de edad específi ca y para muchas infecciones por arbovirus (cuadro 38-2). Casi todos los casos ocurren en los meses de verano en el hemisferio norte cuando los artrópodos son más activos. 38 Chapter 38_Carroll_4R.indd 54738 Chapter 38_Carroll_4R.indd 547 15/04/16 12:1815/04/16 12:18
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