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1
Historia de la Anestesia en Uruguay1
ALFREDO PERNIN2 y DARDO E. VEGA 3
Introducción
Quien no conozca, al menos, lo elemental de la historia referente a una ciencia, arte u
oficio, corre el riesgo de repetir intentos ya anteriormente probados como ineficaces o
inconvenientes y, carentes de tales conocimientos, su experiencia acumulada le servirá,
a lo sumo, para la trasmisión tradicional del maestro a discípulo. Carecerá de
perspectivas capaz de analizar y reconstruir hechos pasados, admitiendo el relativismo
que entraña toda síntesis histórica.
En el tema concreto de la anestesiología, de origen tan reciente como integrante de la
práctica médico quirúrgica y especialidad más joven aún en su desarrollo vertiginoso de
las últimas décadas, el historiarla nos obliga a ser a la vez cronistas de sus etapas
cronológicas, investigadores de documentos, publicaciones, instrumentos y técnicas en
las secuencias analizadas y asaz memorialistas, sea por habernos tocado el papel de
actores o por haber sido autores de proyectos, disposiciones y reglamentos; intentado
culminar como lo dice Aníbal Barios Pintos, en su artículo "Caminos de la ciencia
histórica" (1) con la hermenéutica (arte de interpretar científicamente hechos y
documentos).
 
1 Editado por Laboratorios Roche, Montevideo, 1981, 33 páginas. Reproducido en Ses. Soc. Urug. Hist.
Med. 3: 118 y ss. 1987.
2 PERNIN, Alfredo: (1909-1993). Véase semblanza por Dardo E. Vega Olivera, en MAÑÉ GARZÓN,
Fernando y TURNES, Antonio L., editores: Médicos Uruguayos Ejemplares, Tomo III, Montevideo,
2006, pp 531-533. Véase: http://www.smu.org.uy/dpmc/hmed/historia/articulos/pernin.pdf (Consultada
el 31.05.2011).
3 VEGA OLIVERA, Dardo Edison: Fecha de nacimiento: 4/7/1919. Falleció en Montevideo el 4 de
setiembre de 2004. Obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía: 8 de octubre de 1947. Socio
fundador de la Sociedad de Anestesiología del Uruguay: enero de 1948. Socio titular de la Sociedad de
Anestesiología desde diciembre de 1969. Especialista en Anestesiología por competencia notoria: 2 de
abril de 1975. Diploma de título de socio correspondiente extranjero de la Asociación Argentina de
Anestesiología: junio de 1950. Broncoesofagoscopista desde el año 1945 en la Clínica del Prof. Raúl
Piaggio Blanco. Realizó curso de perfeccionamiento en Broncoesofagología del Prof. Chevalier Jackson:
julio de 1948. Tuvo asistencia activa a congresos de Anestesiología y Broncoesofagología nacionales e
internacionales, en Argentina, Brasil, Bolivia. Fue Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de
Anestesiología, Venezuela y México. Más de 27 trabajos presentados en endoscopía y otros tantos en
anestesiología. Actuación privada en las dos especialidades, también en el CASMU, Jefe del Dpto. de
Anestesiología de la Asociación Española Primera de Socorros Mutuos. Socio Honorario del Sindicato
Médico del Uruguay desde el 14.5.92. Miembro de la Sociedad Uruguaya de Historia de la Medicina.
Integrante durante 8 años de la Comisión Honoraria de Salud Pública. El Comité Ejecutivo del Sindicato
Médico del Uruguay le confiere en agosto de 2003 la Distinción Sindical al mérito científico, docente y
en el ejercicio profesional
2
Capítulo I
Prolegómenos. Etapa inicial
Han transcurrido 135 años desde la utilización de las propiedades narcóticas y
analgésicas del éter en intervenciones quirúrgicas y 134 años y medio, después de la
primera anestesia en Montevideo (2). En ese Montevideo en el que las preocupaciones y
dificultades del sitio de la Guerra Grande, no impidieron al espíritu avizor e inquieto, de
quienes captaron la trascedental noticia, llevar de inmediato a la práctica, esa
experiencia de avanzada.
Dejando de lado discusiones respecto a prioridades (3), podemos considerar las
experiencias de Boston, y la publicación subsiguiente por el doctor Bigelow de los
resultados obtenidos, como señalando la fecha del descubrimiento de la anestesia
general por inhalación (4). Las tentativas anteriores, si bien habían preparado el camino,
resultaron todas o infructuosas o inconvincentes y carentes de la necesaria divulgación
.
Es sólo a partir de la fecha mencionada que, con diferencias de meses debidas a las
distancias, el mundo civilizado recibió con alborozo la noticia de que había sido
vencido el dolor, hasta entonces huésped permanente y fantasma ingobernable de las
salas de operaciones. La anestesia, como la bautizara el médico y publicista de Boston,
Oliver Wendell Holmes (5). El 16 de octubre de 1846, Morton anestesia un paciente en
el Massachussets General Hospital, permitiendo al doctor Warren extirpar, sin dolor, un
pequeño tumor vascular del cuello. Unos días después, el 21 de Octubre el Boston
Medical and Surgical Journal (6) publicó el siguiente comentario: "Se relatan en los
periódicos de esta ciudad extrañas historias respecto a un preparado, administrando el
cual a un paciente, este se ve afectado durante el tiempo suficiente y en la medida
necesaria para poder, sin sufrir dolor alguno, ser sometido a una operación".
A finales de diciembre, Linton amputó una pierna, al llamado Federico Churchill, en el
Hospital del University College en Londres (7), bajo narcosis etérea. Un mes después,
en Enero de 1847, se realizaron anestesias en París, de cuyos éxitos da cuenta el
Profesor Malgaigne en los Boletines de la Academia de Medicina de Francia (8),
entonces, sin disputa, la institución científica médica de mayor prestigio mundial.
Los boletines mencionados llegan al Plata a principios de Abril de 1847 y, Florencio
Varela, el ilustrado director del "Comercio del Plata" comunica la noticia a varios
médicos y cirujanos amigos. Resuelven en seguida ensayar el método y, tan pronto
consiguen éter en el grado de pureza suficiente, en la Botica de Parodi y Lenoble, el
doctor Adolfo Brunel, médico de Montpellier en Montevideo prueba en sí mismo la
3
droga; unas pocas inhalaciones le aparejan un extraño estado de embriaguez e
insensibilidad transitorias.
Llegamos así al 2 de Mayo de 1847. La víspera, a raíz de una salva de cañón, un
artillero de la plaza sufre una extensa herida de la mano y brazo derechos; traído al
Hospital de Caridad se consideró indispensable amputar el miembro superior y
decidieron experimentar la anestesia. Para ello el doctor Patricio Ramos preparó un
dispositivo parecido al descrito por Morton (vejiga conectada a una boquilla de vidrio),
colocó en su interior una onza de éter sulfúrico, y aplicó la abertura a la boca del
paciente. Al cabo de dos minutos de profundas inhalaciones, mostró un estado de
agitación y rigidez de los miembros; suponiendo ese el momento favorable, el doctor
Brunel, practicó la amputación en cuatro minutos. El enfermo no llegó a estar dormido
totalmente, pero manifestó que no le había dolido. Presenciaban la operación, con el
natural interés que la tentativa suscitaba, los siguientes facultativos: Tomás Crawford,
cirujano del Hospital Naval Inglés; Juan Tenan, cirujano del vapor Harpy (H.M.S.);
Juan Pedro Leonard, cirujano de la Escuadra Francesa; Alfredo Harvey, cirujano de la
Escuadra Inglesa; y los cirujanos Bermejo y Lastra del Hospital de la Estación Naval de
su majestad Católica.
Al día siguiente, el médico genovés Bartolomé Odiccini, en el Hospital de la Legión
Italiana, operó un enfermo, de un absceso de la cara interna del muslo, usando el
método por insuflación, pasando una corriente de aire a través del éter contenido en un
frasco de Woolf. Poco después el doctor Martin de Moussy, de la Facultad de Medicina
de París, no consiguió, la insensibilidad requerida ni el esperado sueño, el fracaso fue
atribuido a imperfección de los aparatos; tampoco el éxito coronó otra tentativa de los
cirujanos Bermejo y Lastra.
En el curso el año 1847, el doctor Brunel asistido por el doctor Patricio Ramos, realizó
doce intervenciones bajo anestesia etérea; sin embargo siguieron presentándose fracasos
e incidentes, consistentes lo más en una excesiva secreciónde mucosidades, tos y
agitación, otros en la no obtención de la adecuada insensibilidad.
Fue entonces que, también, a través del "Comercio del Plata" (9), llegó la noticia que, el
Cirujano de Edimburgo, James Y. Simpson, había presentado a la Sociedad Médico
Quirúrgica de esa ciudad, el 10 de Noviembre de 1847, los resultados de la inhalación
de otra droga, el cloroformo. Mucho más potente que el éter sulfúrico y carente de
algunos de los inconvenientes de este.
Francisco Constantino Thiballier, farmacéutico francés, en la Botica de Lenoble y
Parodi, obtiene por destilación de alcohol etílico sobre cloruro de calcio una substancia
muy parecida al cloroformo; el 11 de Febrero de 1848, el cirujano mayor del ejército,
doctor Fermín Ferreira, opera en el Hospital de la Caridad a un joven moreno llamado
José Silva, de fimosis. La intervención, de poca importancia pero muy dolorosa. Según
palabras del propio Fermín Ferreira, entrevistado por don Florencio Varela y el doctor
Teodoro Vilardebó (9), se realizó bajo anestesia clorofórmica, manteniendo una esponja
4
empapada en la citada droga delante de la nariz y boca del paciente. El resultado fue
calificado de muy satisfactorio; presenciaban la operación los cirujanos del Bergantín
Español Volador, don Hipólito Almeida y don Bartolomé Bustamante.
El 17 de Febrero de ese año, Bartolomé Odiccini operó dos soldados de la Legión
Italiana, anestesiándolos con ese producto. El doctor Brunel, por su parte, pudo reducir
y operar por kelotomia, una hernia estrangulada, en un paciente de 52 años cuyo estado
era gravísimo; la narcosis se obtuvo en cuatro minutos y, evolucionando en buenas
condiciones. Decía al respecto el citado doctor Adolfo Brunel: " A juzgar por las
primeras veces que he empleado el cloroformo, este parece más ventajoso que el éter;
con la nueva preparación química, el enfermo no tose, no tiene contracciones
musculares y el efecto es más seguro y rápido" (9)
Al relatar estos episodios iniciales no podría dejarse de precisar el orden cronológico de
algunas anestesias posteriores a las del Hospital Maciel.
Leslie Curtis y Borges Monteiro, en el Hospital Militar de Corte en Río de Janeiro
(Morro de Castelo) el 16 de Julio de 1847, "Experiencia insensibilizante del éter" en
Anales de Medicina Brasilera. En Buenos Aires, el doctor Tuksbury, usando el éter
como anestésico (10), realiza una operación de estrabismo en un domicilio particular, el
4 de septiembre de 1847. El 8 de Febrero de 1848 se inicia la era de la anestesia en el
Canadá, Siwell, Hotel Dieu de Quebec; como dato curioso agreguemos que el trayecto
de Boston a Quebec lo cubría, en ese entonces, y en cuatro días, una diligencia (stage
coach).
Fuera de duda en "La Nueva Troya" (11) campeaba un espíritu de progreso e ilustración
fuera de los común; en lo respecta al periodismo, la literatura, la ciencia, la medicina. A
sólo seis meses y medio de la experiencia de Boston, a poco más de tres meses de la
publicación en los Boletines de la Academia de Medicina de Francia, a menos de un
mes del artículo del "Comercio del Plata, se realiza la primera anestesia en Montevideo,
indiscutiblemente la primera en el Río de la Plata y, muy posiblemente, en la América
del Sur.
Hagamos un paréntesis ahora para consignar, a la memoria del doctor Patricio Ramos,
nuestro primer anestesista, unos breves e incompletos perfiles biográficos.
La primera noticia que de él tenemos data de Marzo de 1837, cuando la Revolución
Constitucional pone sitio a Paysandú. Comandaban el ejército sitiador los Generales
Rivera, Aguiar y Núñez. Quien ejercía la jefatura de la plaza, el entonces Coronel
Eugenio Garzón, requirió los servicios del Licenciado Antonio Pereira y de su colega
argentino doctor Patricio Ramos para que habilitaran un Hospital de emergencia; se
atendieron allí unos 100 enfermos, incluyendo heridos (sic), según documento que
recomienda esas actuaciones, dirigido al Ministro de Guerra y Marina General Pedro
5
Lenguas, por el Jefe de la Guarnición. (12)
El doctor Patricio Ramos se trasladó luego a Montevideo, en 1838. El 16 de Enero de
1839, la Junta de Higiene Pública le expidió el siguiente certificado, que figura en el
Registro de Títulos y Reválidas de la División Técnica del Ministerio de Salud Pública,
en el Libro 1º., Folio 2, No. 5 (fig.1), que dice así: El Profesor en Medicina y Cirugía
don Patricio Ramos, natural de Buenos Aires, ha presentado ante la Junta de Higiene
Pública, dos títulos expedidos por el Tribunal de Medicina de la misma ciudad, en 21 de
enero de 1834, y que lo acreditan en la clase de Profesor de ambas facultades.
En 1856, ejerciendo su profesión en la ciudad de la colonia, presenta un trabajo, en una
reunión científica de la Junta Económica Administrativa Departamental, sobre
"Lamelibranquios y Gasterópodos del Río de la Plata". Poco después abandona nuestro
país y se radica en Gualeguaychú, en cuyo Cementerio descansan sus restos (13)
A principios de 1853, en una sesión de la Sociedad de Medicina Montevideana, el
estudiante de farmacia, Bachiller don Mario Isola, se ocupa de sus experimentos de
química y presenta, por primera vez en Montevideo, el cloroformo preparado de
acuerdo a las especificaciones del Codex Francés (14). Se somete a la acción del
anestésico para probar su inocuidad. En esa circunstancia el doctor Bartolomé Odiccini
deja constancia de su voto en los términos siguientes: "El descubridor de la anestesia,
que apacigua el dolor en las operaciones quirúrgicas, merece una estatua que lo
represente en todos los hospitales del mundo y, cada año venidero, un día destinado a
recordar tan magno acontecimiento en todos los países donde haya hombres
civilizados".(15)
La Sociedad de Medicina Montevideana fue fundada el 19 de Noviembre de 1852,
firman el Acta de constitución los Profesores de Medicina y Cirugía: don Fermín
Ferreira, don Gabriel Mendoza, don Enrique Muñoz, don Antonio Cándido, don Juan
Martin de Moussy, don Luis Michaelson, don Enrique Wachs, don Juan Leonard, don
Pedro Vavasseur, don Juan Nollet, don Carlos Neves, don Pedro García Diago, don
Santiago Bottini, don Patricio Ramos, don Francisco Vergara, y los profesores de
Química y Farmacia don Julio Lenoble, don Juan José Vizcaíno y don Domingo Parodi
(hijo) (16)
Creemos de interés hacer mención de un detalle farmacológico referente a esas primeras
instancias con el cloroformo. Después que lo empleara el fisiólogo francés Flourens, en
animales en 1837, demostrando sus propiedades anestésicas, y en el ser humano,
Simpson en 1847, se trató de asignarle una fórmula y un procedimiento de preparación
codificado. Se conocía de tiempo atrás el éter clorhídrico (17). Por la característica de
su preparación, como la describe el farmacéutico Thiballier, en Montevideo (destilación
de alcohol etílico sobre cloruro de calcio) se trataba de esa última droga, conocida
también con los nombres de percloruro de formilo, bicloruro de carbono y, según
grandes probabilidades era cloroformo diluido en seis partes de alcohol
(afortunadamente diríamos, para los osados experimentadores de tan peligroso fármaco)
(18)
6
Cuando Isola presentó la droga en la Sociedad de Medicina Montevideana, se hace
constar que se trata de cloroformo puro, preparado como lo establece el Codex
Medicamentorum Gallicus Edición de 1851. Con ese preparado el Bachiller Isola se
sometió a la experiencia "in anima vile" relatada en las minutas de la sociedad.
Paul Bert en un artículo de "La Nature" (19), en el que presenta su aparato dosimétrico,
distingue tres agentes anestésicos volátiles, a saber: el éter sulfúrico, el éter clorhídrico
(cloroformo diluido seis veces en aguardiente) y el cloroformo químicamente puro.
Comienza así el período en que el cloroformo representa por si sólo toda la anestesia;
esta situación ocurre entre nosotros y lo mismo en todo el mundo. Surgen los problemas
que habrán de alimentar, durante un siglo, las controversias entre panegiristas y
detractores de esta droga, se señalan accidentes del inicio de laanestesia, el sincope
blanco primario que súbita e inopinadamente provoca, la terminación fatal. No existen
estadísticas dignas de crédito, se habla de una muerte cada mil o dos mil
cloroformizaciones. También se registran algunos casos de atrofia aguda amarilla del
hígado pero, en la mayor parte de las pocas historias clínicas, se confunde esa
incidencia dentro de los frecuentemente, tormentosos post operatorios. Tanto es así que
en los años 1945-46, uno de nosotros, participó en una investigación y evaluación
sumamente rigurosa del cloroformo en el Departamento de Anestesiología del Hospital
Universitario de Wisconsin, que dirigía el Profesor Waters. (20)
Capítulo II
Primeros Quirófanos
En Montevideo, hasta fines del siglo XIX, muy pocas anestesias se realizaban
utilizando el éter. La Clínica Quirúrgica, con los Profesores José Pugnalin y José
Samarán a su frente, se mantuvo fiel al cloroformo. La cirugía privada se realizaba en
los domicilios de los pacientes y en las fondas (21); habilitábase para ello una
habitación desalojada de muebles, se utilizaba una mesa grande, en general la de la
cocina y, con la ayuda del pulverizador o spray de ácido fénico, se llevaba a cabo la
operación por el método de Lister; cuando las normas introducidas por Pasteur, se
llevan a cabo con mayor rigurosidad, comienza a emprenderse la asepsia (22). La
cirugía abdominal y otras osadas intervenciones dejan de ser una rareza; para obtener
7
anestesias que pudieran proporcionar el deseado y necesario silencio abdominal, el
cloroformo, evidentemente tenía prioridad. Al gota a gota sobre una compresa, que
continuó siendo el método de elección preferido por los hábiles cloroformistas, se
agregaron muchos nuevos aparatos, tendientes todos ellos a permitir la dosificación
precisa de tan potente droga. El aparato de Paul Bert, el de Fredet, el de Ricard; este
último continuaba usándose en la Sala Mateo Vidal del Hospital Maciel.
Cuando en 1896, el Profesor Alfonso Lamas se hace cargo de la Clínica Quirúrgica, en
la sala Jacinto Vera, entonces un anexo de crónicos de la Sala Cabrera, reinicia la
utilización del éter. También, lo prefería el doctor Fleury en la sala de Cirugía de
Hombres (Cabrera) que luego pasó a regentear el doctor Juan Francisco Canessa.
En su Sanatorio de la Calle Durazno, y luego en el de las Tres Cruces, primer sanatorio
construido especialmente para esa finalidad (23), los doctores Lamas y Mondino, el
binomio que había de ser inseparable, utilizaban para administrar las anestesias con éter
la máscara de Julliard, o su sustituto autóctono, la galerita redonda (del tipo llamado
bombín), a la que se eliminaba el ala y se le cosía un trozo de algodón en rama en su
concavidad; este, empapado en éter, oficiaba de rudimentario vaporizador. Se
comprende que, debido al forro de seda de la galera, bastante impermeable, se trataba
de un método semicerrado. Cuando el dispositivo en uso era la propia máscara de
Julliard, construida sobre armazón de alambre, con dimensiones aproximadas de 22
X15 X15 centímetros, y forrada con varios espesores de muselina, se le recubría con
una tela impermeable, al menos durante la inducción, para que se acumulara algo del
anhídrido carbónico de la exhalación del paciente.
También eran empleadas otras máscaras, la de Shimmelbush, la de Yankauer, que
servían indistintamente para éter, cloroformo, cloruro de etilo o las mezclas de uso
corriente.
Eran las más preconizadas:
La A.C.E. de los ingleses:
Alcohol 1
Cloroformo 2
Éter 3
La de Billroth:
Cloroformo 100
Éter 30
Alcohol
Cloruro de etilo, éter y cloroformo en partes iguales.
8
Otra mencionada por el Profesor Augusto Turenne (24)
Todas estas eran de preparación extemporánea; pero existían otras, el Somnoformo,
compuesto por los cloruros de etilo y metilo con el agregado de bromuro de metilo, la
cita Turenne, aconsejándolo para legrados; El balsoformo que añadía a una mezcla de
cloruro de etilo, éter y cloroformo 0`6% de gomenol, una esencia balsámica que
también se incluía en el Gometer de Robert et Carriére; el agregado de gomenol tenía
como fin prevenir las complicaciones pulmonares que se atribuían a la frialdad y acción
irritante del éter. Hoy está probado que las complicaciones pulmonares tienen otro
origen pero, ya en aquella época, Mickulicz (25) hacia notar que muchas neumonías
postoperatorias ocurrían después de anestesias locales y casi en las misma proporción
que como secuela de narcosis inhalatorias; entre nosotros el Profesor Horacio García
Lagos refería esa misma relación.
El Cloroformo, éter y cloruro de etilo se importaban; los principales fabricantes eran las
casas Merk de Alemania y Poulenc y Triollet de París, esta última proveía la clásica
ampolla gotero; el cloruro de etilo, de procedencia francesa, Kelene. Existió, bastante
después, una importante producción nacional de éter sulfúrico, comercial y para
anestesia, por parte del Instituto de Química Industrial, posteriormente incorporado a
ANCAP; también destiló éter el Laboratorio Bios, otras procedencias eran el éter
Squibb y otros de los Estados Unidos, y los fabricados por la industria farmacéutica de
la vecina orilla.
Vemos pues limitándonos al Hospital Maciel (26), que concentraba casi toda la
actividad quirúrgica de Montevideo, que en las Salas Maciel y Artigas, Clínica de los
Profesores Lamas y Mondino, el éter era el agente de elección; en la Sala Jacinto Vera,
Clínica del Profesor Navarro se prefería, sobre todo para las operaciones abdominales
importantes y cuando era requisito necesario el silencio abdominal (la relajación
muscular) el cloroformo.
En la Sala Francisco Cabrera, donde ya el doctor Canessa había sustituido al doctor
Fleury, el éter era preferido. En el sector de Cirugía de Mujeres, Salas Mateo Vidal y
Santa Filomena, en cambio se utilizaba el Cloroformo. Allí operaba Luis P. Lenguas,
jefe del Servicio y Manuel Nieto y José Iraola; una fotografía tomada en 1912 por el
doctor Alberto Mañé, nos muestra a la Hermana Calixta administrando una anestesia
clorofórmica, usando el aparato de Ricard. En la Sala Padre Ramón, a cargo del
Profesor Isabelino Bosch, Clínica Obstétrica de la Facultad de Medicina, para fórceps y
versiones, el cloroformo se consideraba preferible. El Profesor Pouey, en la Sala Santa
Rosa, no era tan categórico, veremos que fue él quien introdujo en nuestro país el
aparato de Ombredanne que llevó por años, al predominio casi total del éter.
Como puede notarse, en nuestro país el éter y el cloroformo, con algún empleo
esporádico del cloruro de etilo, dominaron todo el panorama de la anestesiología
inhalatoria. Es sólo en los primeros años del siglo XX que se utiliza, aunque en raros
9
casos, el protóxido de nitrógeno. En el viejo sanatorio de los doctores Luis P. Bottaro y
Américo Fossati, que luego pasaría a ser el Sanatorio Uruguay, se adquirió un aparato
de Roth Draéger; permitía este vaporizar éter o sus mezclas con cloroformo, en una
corriente de oxígeno y de protóxido de azoe. Fue utilizado por el entonces practicante
de medicina y luego Profesor Ernesto Quintela.
Bastantes años después, Pedro Cantonnet, José Luis Bado y Manuel Gallarza Herrera
administraron anestesias con ese gas; el último de los nombrados, en los servicios de
Julio Nin y Silva y de Arán, utilizó un aparato de Hewitt, compuesto esencialmente de
una bolsa de gutapercha separada en dos secciones por un tabique; una de esas
secciones, de unos nueve litros de capacidad estaba destinada al protóxido, la otra, de
un litro, se llenaba de oxígeno, la mezcla era al 10%, un cilindro de oxígeno y otro de
protóxido de azoe, alimentaban el sistema.
Fuera de la dedicación ocasional de algún médico a la anestesiología, no existían aquí,
ni en los países latinos (América del Sur, Francia, Italia) especialistas en anestesia. Las
narcosis generales por inhalación eran administradas por estudiantes de medicina y
practicantes, hermanas de caridad, enfermeros y "aficionados"; algunos de ellos dotados
de real vocación, habilidad y responsabilidad;varios hicieron de esta labor su principal
y aún única actividad.
Como verdadera excepción a este estado de cosas, y que debe ser citado incluso para
evitar su olvido, era la posición que adoptaba el Profesor Alfonso Lamas. Ordenaba que
las anestesias las realizaran los practicantes internos o los estudiantes de medicina; en
los casos más complejos esta función era asumida por Jefes de Clínica o Asistentes.
Lamas decía que "la anestesia es un acto médico y nuestros pacientes tienen el derecho
de ser atendidos por médicos".(27)
Capítulo III
10
El Aparato de Ombredanne
Hasta bien entrado el siglo XX, cuando aún el encargado de "hacer" la anestesia era un
practicante de medicina, una nurse, enfermera o enfermero o la hermana de caridad, se
repetía con frecuencia la escena de la búsqueda, por los corredores de un hospital, de
alguien para la anestesia. En la carrera de todo estudiante de medicina, apenas integrado
en tercero, al ambiente hospitalario, era condición indispensable la realización de
anestesias con el aparato de Ombredanne. Un compañero de promoción anterior, más o
menos experimentado le enseñaba a "dar anestesia", al tiempo que se hacía la mano
para puncionar venas y sacar sangre, poner inyecciones, cambiar curaciones y vendajes.
Las inducciones, en la técnica de éter por inhalación eran, en el mejor de los casos
tormentosas y, a veces, dramáticas. Las excitaciones motoras alcanzaban tal grado que,
mientras el anestesista se afanaba en sostener la máscara aplicada al rostro del paciente,
una o más personas lo sujetaban sobre la mesa de operaciones para controlar los
movimientos convulsivos del período de excitación. El establecimiento de una
respiración ruidosa y regular marcaba el momento de la estabilización de la anestesia y
el comienzo de la operación. El ronquido respiratorio era el signo característico que
permitía, por parte del cirujano, el control auditivo de la marcha de la narcosis, sus
modificaciones y, con mayor razón su interrupción, se interpretaban como una
desviación de la marcha de la anestesia; el cirujano era el "director responsable de la
anestesia", pedía que se aumentara o disminuyera la gradación del aparato que se
agregara carbógeno, para estimular la respiración, o que se retirara la máscara para que
el paciente respirara aire del ambiente. Era el tiempo de los "síncopes azules" y los
"síncopes blancos", clasificación precaria de las formas clínicas de los accidentes
respiratorios y cardiovasculares. El anestesista se aferraba a la máscara mientras
ejecutaba la maniobra de Sabrassez, elevando el maxilar para evitar que el paciente se
"tragara la lengua". Las primitivas cánulas faríngeas de alambre permitían la intubación
buco faríngea y, junto con la elevación del maxilar, que por sus inserciones del piso de
boca, levantaba la lengua separándola de la pared posterior de la faringe, representaban
los primeros intentos de desobstrucción de la vía de aire. También era frecuente que los
pacientes se "llenaran de secreciones", no obstante la premedicación que se utilizaba
con cierta frecuencia. Las posibilidades de dominio de la respiración eran
absolutamente precarias; se utilizaban los métodos de respiración artificial preconizados
para la resucitación de ahogados y electrocutados, las tradicionales maniobras de
Silvester y Shaffer; ambas tenían más de estimulantes respiratorios que de mecanismos
reales de ventilación; en forma muy similar operaba el método de Laborde, las
tracciones rítmicas de la lengua, que se efectuaba con las pinzas de lengua de Berger o
de Lucas Championnière.
Esta situación de anestesia, que ocurría en muchos países, y era compartida por
numerosas actividades paralelas a la medicina y cirugía generales, no solamente
convertía esas especialidades en técnicas rutinarias que se movían en moldes
estereotipados, sino que impedían casi totalmente el progreso de las mismas. Quienes
pudieran haber tenido los conocimientos básicos para perfeccionarse, no estaban
interesados (motivados diríamos hoy en día), y los que se convertían en meros
11
ejecutantes de la técnica, carecían de la preparación fundamental.
El Profesor Juan Carlos del Campo, que tanto hizo por el progreso de la anestesia
científica en la Clínica Quirúrgica a su cargo, en la Facultad y a través de la Escuela de
Graduados, acostumbraba repetir lo ocurrido en Francia en el campo de la Ortopedia.
Esta había llegado a un alto grado de progreso con Broca, Ombredanne, Kirmisson;
luego estos profesores pasaron a las cátedras de cirugía general. Las nuevas
generaciones dejaron de cumplir ese período en las especialidades colaterales, y los
profesores agregados que a ellas se dedicaron, no volvieron a ser, como antes, figuras
de primera línea. Tanto fue así que cuando los doctores Bado, Vázquez y Rolando
quisieron especializarse en Ortopedia y Traumatología, tuvieron que dirigirse a Italia y
Austria, con Putti en Rizzoli y Boheler en Viena; y quienes siguieron la senda de la
Anestesiología, hicieron lo propio en los Estados Unidos e Inglaterra.
Se pensó, en algún momento, como solución económica y expeditiva formar
anestesistas en una escuela de nivel práctico, lo cual nos habría conducido a ganar uno o
dos escalones y quedarnos de nuevo estancados.
Esa falsa antinomia entre prácticos y teóricos se resuelve en un simple axioma: "No hay
práctica que pueda progresar por sí misma, si no está apoyada sólidamente en
conocimientos profundos y completos. No existen atajos fáciles en materia
epistemológica; lo que puede parecer a un observador superficial un progreso, es
simplemente la cesión de algunos conocimientos limitados, no autogenerables, pagando
el precio de ese "Know how" en "royalties".
En 1910 el profesor Enrique Pouey trajo de París el aparato que habría de monopolizar
la administración de anestesias inhalatorias durante más de un cuarto de siglo tanto
entre nosotros como en toda la América Latina, Francia, Italia, etc. Se trataba del
aparato llamado de Ombredanne fabricado por la casa Collin. Por si solo merece una
página en esta crónica anestesiológica.
Se ha discutido bastante si fue inspirado por el conocido aparato de Clover, muy
difundido en los países de origen anglo sajón. De todos modos lo que si puede afirmarse
es que incorporó varios perfeccionamientos que lo hicieron versátil y eficiente.
Uno de ellos consistió en rellenar su interior con trozos de fieltro, que se embebían en el
éter, lo cual impedía que este líquido pudiera volcarse sobre la vía de aire del paciente.
La otra consistió en adoptar una vejiga como bolsa de reinhalación, en lugar de la más
rígida y pesada, de goma, que tenían otros aparatos de la época.
El método en que estaba basado era el semicerrado. El doctor Tison, preparó unas
instrucciones para el empleo del aparato que ideó (26) y que muestran, de parte de su
autor, un profundo dominio práctico y teórico de la anestesia general por inhalación
12
(28).
Tison había sido alumno de Paul Bert. El aparato se utilizaba en la Clínica Quirúrgica
del profesor Ombredanne, desde allí se difundió, y el nombre del doctor Tison quedó
poco menos que olvidado.
Se empleó al principio, por supuesto, en el Sanatorio del profesor Pouey sito en la
esquina Uruguay y Cuareim. Puede suponerse que los primeros en administrar
anestesias con él, fueron los entonces practicantes de ese sanatorio, los doctores Julio
Carrère y Diego Martínez Olascoaga. El aparato de Ombredanne estaba destinado
principalmente a utilizarse con éter, pero también se podían emplear algunas las
mezclas; esta última posibilidad no fue casi nunca adoptada aquí.
Capítulo IV
Las Anestesias Raquídeas
Nos aproximamos, cronológicamente a lo que podríamos llamar el renacimiento de la
especialidad, después de largos años de desempeño, en la mayoría de los casos, por
idóneos.
Puede decirse que hubo dos tendencias que caracterizaron la filosofía de la anestesia.
Una de ellas consistió en la búsqueda de una droga única, potente y a la vez poco
tóxica. Debe tenerse presente que mientrasse procedió a administrar las anestesias
conservando la respiración espontánea, casi solamente el éter y el cloroformo eran
capaces de brindar analgesia y relajación muscular, sin mayor interferencia con la
ventilación pulmonar.
La otra meta apuntaba a idear aparatos que permitieron una dosificación precisa y
estable del agente utilizado. Los dispositivos de Clover y de Paul Bert son un ejemplo
pretérito. Otros dispositivos que se utilizaron fueron el vaporizador de Oxford y la
llamada Metric Machine de Waters y Foregger. Pero luego, con el advenimiento de los
fluorianos volátiles se consiguieron vaporizadores calibrados efectivos (Fluotec, etc.)
El aparato de Ombredanne pudo incorporar, en su larga carrera, algunas conquistas.
Una de ellas, propuesta hacia 1930 por Cott (29) consistió en agregar anhídrido
carbónico o carbógeno a la mezcla respirada (sea bajo la máscara o por una tubuladura
lateral; el profesor Domingo Prat y, el entonces practicante interno Emilio Barberousse
13
fueron quienes difundieron la maniobra. Se comprende que el objeto era elevar el
umbral de la sensibilidad glótica y excitar el centro respiratorio, facilitando y
acelerando la inducción. Otra se basaba en, una vez estabilizado el mantenimiento,
destornillar la bolsa; de ese modo se convierte el método en abierto, sin acumulación de
anhídrido carbónico; algo similar al "procedimiento de la latita", tan conocido como de
Flagg.
Otras modificaciones y perfeccionamientos consistieron en el empleo cada vez más
generalizado de oxígeno, para enriquecer la mezcla respirada, utilizando los aparatos de
Roth-Draéger y de Henderson. También buscaba, niveles bajos de impregnación
narcótica, con una analgesia satisfactoria, la llamada asociación anóxica (anoxi-
association de Crile) (30).
Todos esos adelantos seguían los pasos de una cirugía en general prudente y rápida. Las
osadías quirúrgicas, que las hubieron también, terminaron en el descrédito.
No debemos olvidar que tan precarios procedimientos anestesiológicos, apoyados (o
carentes de apoyo) por rudimentarios conocimientos fisiopatológicos coincidan, para
hacer más sombrío el panorama con pasos aún más incipientes en lo que respecta a los
cuidados de enfermería, se ignoraba casi todo de la preparación preoperatoria y también
de medidas restaurativas y de reposición de fluidos y electrolitos. Por ejemplo, el único
tonicardíaco inyectable era el aceite alcanforado; el suero fisiológico se administraba
por vía subcutánea o intrarectal; el glucosado, debido a los chuchos que casi
inevitablemente producía, estaba proscripto; las transfusiones de sangre se realizaban
con jeringa, en dosis de 150 a 250 ml. Sólo en 1930 comenzó a inyectarse por vía
venosa el cloruro de sodio hipertónico; 20 a 30 cc. al 20% terminaron con las uremias
por hipocloremia y muchos vómitos incoercibles postoperatorios.
Hasta ahora nuestro tema se ha centrado en la anestesia general por inhalación; es
tiempo de dar entrada a otros procedimientos o vías de administración. La primera
referencia sobre anestesia raquídea en nuestro país aparece en un trabajo de José M.
Silva (31) mencionando una anestesia del profesor Alfredo Navarro realizada en su
servicio del Hospital Maciel en 1899. Se trataba de una gangrena de pierna a
consecuencia de una "pulmonía doble" practicando la amputación con 0.08 de cocaína
al ½%. No hubo ningún inconveniente y el paciente solo sintió "un tirón" en el
momento de cortar el ciático. Pocos años antes había comenzado la historia de la
anestesia raquídea en Europa. Si bien la tentativa del neuro-patólogo norteamericano L.
Corning de poner en 1885 la cocaína "lo más cerca posible de la médula" se considera
como el antecedente más lejano, es mérito de Augusto Bier la introducción y
realización de la raquianestesia en 1898 en Alemania (32). La divulgación de la
Raquianestesia en Francia es obra de T. Tuffier y posiblemente Alfredo Navarro haya
conocido la técnica durante su internado en los hospitales de París. Hasta la década del
20 no existen publicaciones sobre anestesias raquídeas en nuestro país. Es posible que
el gran predicamento de la anestesia inhalatoria por éter y por cloroformo según hemos
visto en páginas anteriores haya disminuido el interés por aquel tipo de anestesia
14
regional.
En 1922 se publicó en los Anales de la Facultad de Medicina un trabajo de Alberto
Roldán (33) sobre 165 casos llevados a cabo en el Hospital Galán y Rocha de Paysandú.
Se considera a sí mismo "uno de los primeros divulgadores". Afirma que el método está
al alcance de todo médico práctico. Utilizó la novocaína al 8% y su casuística incluye
un caso de cáncer de ampolla de Vater. Como detalle curioso de este trabajo anotamos
que se daba café a los pacientes antes de la operación y los hacían comer enseguida de
finalizada salvo en caso de operaciones abdominales. Es interesante leer la discusión en
la que el profesor Navarro y el doctor Pereyra apoyaban el método y su inocuidad,
mientras que Lamas y Stajano, que preferían el éter, hablaban de muertes por
Raquianestesia y la reservaban solo para casos especiales. Navarro solicitó que se
hicieran conocer todos los accidentes mortales "en beneficio de todos". Es un gran
mérito para la cirugía de un hospital del interior en una fecha tan alejada y la
personalidad de Roldán no solo tuvo relieves locales sino que trascendió al ámbito
nacional en mérito a su destacada actuación política. En el mismo año de 1922
Garibaldi Devicenzi (34) presentó a la Sociedad de Cirugía su trabajo "Observaciones
sobre Raquianestesia" donde mencionó que "a raíz de la guerra (1914-1918) se empezó
a señalar la frecuencia de los accidentes inmediatos y tardíos de la anestesia general por
éter" y que la aplicación extensiva "de la anestesia general sería el resultado de la
imposibilidad de aplicar la anestesia raquídea o local-regional". Otra mención curiosa
de este trabajo es la que refiere a "los enfermos que van preocupados a la mesa de
operaciones porque se los va a dormir". Esto quiere decir que los pacientes sentían
terror al sueño anestésico y que "bastaba simular la anestesia general con la careta de un
Ombredanne vacía o la máscara de Julliard sin éter, para obtener el silencio". Se
utilizaba este miedo para aquietar a pacientes temerosos durante una raquianestesia y
que confundían con "dolor la simple sensación de contacto o de tracción". Las
anestesias fueron hechas con Novocaína y la técnica es de Le Filliâtre.
Los accidentes y las muertes anestésicas siempre fueron motivo de grandes
preocupaciones pero, a pesar de las invocaciones en ese sentido, ni en esa época ni en
las posteriores, fue objeto de rigurosos estudios estadísticos de frecuencia. El punto de
vista médico-legal se planteó por primera vez en un trabajo de José May (35) sobre los
peligros de los anestésicos generales. Refiere dos casos de muerte en sala de
operaciones en pacientes intervenidos de urgencia por lesiones no mortales (una herida
de abdomen y un corte del cuero cabelludo en un niño atropellado por un auto) y el
estudio autópsico demostró muertes por obstrucción respiratoria con asfixia por pedazos
de carne. Es indudable que todavía no se conocía el peligro de los estómagos llenos y la
aspiración del vómito. May comentaba que "solo la omisión de un detalle en el acto
operatorio ha sido bastante para terminar con la vida de dos personas". No obstante no
hubo delito y los culpables fueron puestos en libertad porque las lesiones no eran
mortales. "Por eso traigo a colación el peligro de las anestesias generales y a ustedes,
los cirujanos, queda librada la manera de evitarlo".
Es interesante constatar que la primera referencia de la literatura nacional sobre
anestesia endovenosa aparezca en un Hospital del interior: Galán y Rocha en Paysandú.
15
En 1925 el doctor A.B. Langon publicó en los Anales de la Facultad su experiencia
sobre la utilización del Somnifeno por vía endovenosa en analgesia del parto (9 casos),
cesárea (1 caso) y cirugía (1 caso de hernia). La hipnosis duraban10 y más horas luego
de finalizado el procedimiento (36).
Casi diez años habrían de transcurrir hasta la reactivación del interés por la anestesia
endovenosa en nuestro medio provocado por la introducción del Evipan de Bayer. Si
consideramos que Emil Fisher y Joseh Von Merinf introdujeron en 1901 el Veronal
como primer miembro de la familia de los Barbitúricos y que en 1931 Hellmut Weese y
W. Schraff emplearon por primera vez el Evipan de Bayer, los trabajos presentados por
Manuel Rodríguez López (37), Américo Stabile (38) y Manuel Albo y P. Martinsich
(39) son altamente significativos en cuanto a inquietud científica y espíritu de
información por los adelantos de las grandes escuelas médicas de la época. Lejos estaba
todavía la aparición de la orientación anestesiológica y los autores revelan sus
experiencias en cirugía general y en pequeña cirugía ginecológica dando la impresión
de que actuaban como cirujanos y "directores de anestesia". El estilo científico se
caracterizaba por un profundo subjetivismo propio de la época y los trabajos carecían de
documentación bibliográfica, salvo una cita de la "Presse Médicale" de ese mismo año
aparece el trabajo de Rodríguez López que se refiere a la utilización del Evipan en la
gran cirugía ginecológica. Esta referencia contiene el detalle técnico de la dosis inicial
del barbitúrico y el agregado de nuevas y sucesivas dosis en "la luz de la goma" por
donde corre suero glucosado hipertónico gota a gota. Este es el antecedente más lejano
sobre anestesia endovenosa continua para procedimientos prolongados que existe en el
Uruguay. Siguiendo los detalles de la técnica todos insistían en la inyección lenta
advirtiendo sobre los peligros de la sobredosis y la insuficiencia de la relajación
muscular. Aunque ninguno hizo notar el inconveniente de las excitaciones
neuromusculares que podía desencadenar la droga, es interesante comprobar en el
trabajo de Albo y Martincich la preocupación por la "disminución del shock psíquico",
"la entrada en el sueño sin trastornos" y "la amnesia retrógrada casi constante". De esta
forma comienza el proceso de supresión de la angustia de la inducción anestésica que se
haría realidad años más tarde. Desde Langón hasta 1932 no hay referencias escritas
sobre Analgesia Obstétrica. Ese año aparece la tesis de doctorado de Luis Sacco Ferraro
(40) sobre el método de Gwathmey de introducción de éter y aceite por vía rectal.
Once años después de las publicaciones de Roldán y Devicenzi el tema de la anestesia
raquídea retoma actualidad con motivo de la aparición de un nuevo agente: la Percaína.
En 1932 el doctor Luis Bottaro (41) publica un trabajo sobre Percaína intraraquídea.
Durante su reciente viaje por Europa había visitado las clínicas del profesor Lastzko en
Viena y la del profesor Pauchet en París. Le entusiasmaron los resultados que se
obtenían en ambas clínicas con el nuevo agente y la Casa Ciba de Basilea le preparó la
sustancia. Su trabajo comprende 158 casos y señala que la Percaína es diez veces más
activa que la cocaína y veinte veces más que la novocaína pero su "toxicidad es mucho
más elevada". Utiliza la técnica de las dos agujas (Dotner) y hace notar que obtiene un
"excelente silencio abdominal". Esta curiosa expresión abunda en la literatura médica
de esa época. Seguramente de origen francés se refiere a la resolución muscular
abdominal en contraposición al empuje de las vísceras ritmado por el ruido de la
respiración obstruida por los anestésicos generales. El silencio abdominal es el primer
16
antecedente histórico de la relajación muscular que con la evolución de las técnicas se
transformó en una de las condiciones básicas de la moderna anestesia. Otro elemento
importante que señala Bottaro en su trabajo se refiere a la sedación. Dice textualmente
que "la tranquilidad de espíritu del operado es el primer factor para conseguir "una
buena anestesia". Se refería más a la tranquilización psicológica que a la farmacológica.
Al año siguiente en una reunión conjunta de la Sociedad de Cirugía y de Ginecología
Carlos Stajano (42) presentó una comunicación sobre la Percaína y "el fenómeno de la
hipotensión". Discute la afirmación de su maestro Bottaro de que la Percaína no es
hipotensora afirmando que lo es en forma extraordinaria. Reconoce que es un
medicamento anestésico admirable que no debe administrarse "sin el anestesista que
controle la hipotensión". Poco tiempo más tarde en 1935 Prudencio de Pena (43)
publicó en los Archivos Uruguayos de Medicina, Cirugía y Especialidades un trabajo
sobre Raquianestesia en el niño. Aunque carece de bibliografía el autor menciona la
experiencia que en el problema tienen una serie de autores extranjeros. Toma del libro
de Forgue y Basset (33) publicado en 1930 los datos históricos de la Raquianestesia.
Elogia el sentido clínico de Bier y transcribe sus conclusiones afirmando que nada se le
había escapado al cirujano alemán después de una serie tan corta de raquídeas de su
experiencia inicial. Utilizó la Novocaína al 4% en 240 casos con excelentes resultados.
En una parte del trabajo señala como ventaja "la supresión del ayudante de anestesia".
En 1935 el Boletín de la Sociedad de Cirugía publicó una colaboración de Fernando
Etchegorry (44) sobre una meningitis puriforme aséptica luego de una raquianestesia.
En 1938 Américo Stabile (45) vuelve sobre el tema de Raquianestesia con Percaína
insistiendo en "el silencio abdominal completo con relajación muscular". Por primera
vez aparecen juntos los dos términos. Stabile señala "el peligro bulbar de la
raquipercainización" y reconoce que se trata de una inhibición por anemia secundaria a
la hipotensión arterial
.
En una fecha tan posterior como 1947 Carlos Stajano, ahora con la colaboración de su
practicante Conrado Nin vuelve al tema de la raquianestesia (46) presentando su
experiencia en el asunto. Les preocupa el problema de la cefalea confesando que no lo
tienen resuelto y aconsejan que debe seguirse estudiando. En 1948 Luis Sacco Ferraro
(47) publicó un nuevo trabajo sobre raquianestesia con novocaína al 8% en cesáreas y
dice seguir las normas de Silva en el sanatorio España. Encuentra como inconveniente
que hay que quedar en silencio porque la paciente no está dormida y reproduce la frase
de J.L. Faure de que "la enferma no debe hallarse presente durante el acto operatorio".
El IV Congreso Uruguayo de Cirugía de 1953 dedica una seccional a la Anestesia
Raquídea y el relator del tema Juan Carlos Scasso (48) presentó una excelente y
completa puesta al día con abundantes datos técnicos y nutrida referencia bibliográfica.
Contribuyeron los doctores E. Tarigo y L. Bottaro (49) con una estadística sobre 4.031
raquianestesias realizadas en el servicio del "Prof. Luis Bottaro" con una mortalidad del
1.48%. En los comentarios la estadística fue considerada "de valor mundial" por el
Coordinador Alfredo Pernin.
17
Capítulo V
Etapa Moderna
La Historia de la Anestesia en nuestro país puede dividirse en varias etapas que se
suceden y también, por momentos coinciden; comprendemos lo arbitrario de toda
división en períodos pero, esencialmente se destacan; la etapa del descubrimiento,
señalado por la osadía y espíritu de avanzada de quienes iniciaron ese camino no trillado;
la segunda, caracterizada fundamentalmente por la estabilización de métodos y
procedimiento, la adopción de rutinas, y la entrega de la especialidad a los idóneos, la
búsqueda de drogas seguras, de fácil manejo, y de aparatos cuya manipulación pueda
confiarse aún, a aquellos carentes de conocimientos científicos. Pero las drogas y los
aparatos no lo son todo, ni en anestesiología ni en otras actividades médicas, y llegó
necesariamente a comprenderse que el éxito o el fracaso están condicionados en último
término, por la habilidad técnica y el juicio clínico.
Así llegamos al período que abre el resurgimiento, del espíritu de crítica y de
investigación; análisis y evaluación de lo anteriormente realizado, nuevos planteos,
adaptación a requerimientos que surgen. En esta etapa,la científica, aparece entre
nosotros una brillante personalidad, el entonces doctor Eduardo Palma, que habría de
18
llegar al Profesorado de Clínica Quirúrgica. Basta citar algunos de sus trabajos para
reconocer que no sólo marcan hitos en la especialidad, sino también despiertan
inquietudes, hacen nacer vocaciones (50). Por el año 1935, a raíz de la visita de profesor
Hug, de Toxicología, de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, al Instituto de
Medicina Experimental que dirigía el profesor Héctor Rosello, se le significó a Palma la
importancia creciente que la anestesiología tendría, necesariamente, si la cirugía había de
seguir progresando. Aún cuando no pensaba dedicarse a la especialidad, juzgó de alto
interés concurrir al Hospital San Carlos, de Casilda (Provincia de Santa Fe) donde
actuaba el doctor Teófilo Meana y el anestesista especializado era Owen Elder. Allí
Palma comienza a estudiar los problemas anestesiológicos, conjuntamente con R.
Rocatagliata y J.A. Sugasti de Buenos Aires y Rosario, respectivamente.
La historia de la anestesia, en este período está estrechamente vinculada en ambas
márgenes del Plata.
Al año siguiente Oscar Ivanissevich viajó a Norte América, se da cuenta de la
importancia que tiene la estrecha relación entre cirujanos y anestesistas de carrera y, por
consejo de Lundy, a la sazón jefe del Departamento de Anestesiología de la Mayo Clinic,
obtiene del profesor José Arce, la contratación del doctor Vollbrechthausen, para dictar
un cursillo de anestesia en el Instituto de Clínica Quirúrgica. A ese curso concurren,
entre otros Miguel Márquez Miranda (51), Roberto Goyenechea que continúan luego,
como anestesistas, en el Instituto citado. Allí concurre en 1938 el bachiller Ignacio
Villar, que inició la especialidad en la Clínica del profesor Domingo Prat; trajo a
Montevideo uno de los primeros aparatos de circuito cerrado para ciclopropano fabricado
en la Rep. Argentina, el ADELIC (52). Eduardo Palma luego de una actividad laboral
anestesiológica en diversos centros asistenciales públicos y privados, que abarca una
década aproximadamente, imparte enseñanza y trasmite instrumental a los bachilleres
Walter Fernández Oria, Antonio Cañellas y Juan Carlos Scasso a quienes se incorporará
más tarde Trilla.
Los bachilleres Antonio Cañellas y Walter Fernández Oria, fueron luego alumnos de
Owen Elder; el doctor Juan Carlos Scasso, de Juan A. Nesi; los doctores Osvaldo Lucas,
Helmut Kasdorf, Conrado Nin y Julio Marotta, en el Hospital Británico de Buenos Aires
de Leslie Cooper y Federico Wjustify; establecimiento donde también estuvo uno de los
autores de este trabajo y el bachiller Saúl Caviglia Staricco.
Alfredo Pernin a instancias del profesor de bacteriología Estenio Ormaeche, una de las
figuras de mayor relieve de la docencia médica de la época, viajó a Estados Unidos
durante los años 1945 y 1946 e hizo una residencia en el Wisconsin General Hospital de
Madison con el profesor Waters y allí adquirió una sólida formación anestesiológica. Allí
maduraron las ideas que con el andar el tiempo constituyeron el fundamento sobre el que
se estructuró la organización y la puesta en práctica de la Anestesiología en nuestro país.
De regreso al Uruguay y a la clínica de Juan Carlos del Campo dio comienzo a la
enseñanza teórico-práctica de la especialidad a nivel de la Facultad de Medicina.
Pasarán, todavía, ocho años para dar iniciación al primer curso para postgraduados según
veremos más adelante.
19
Se había producido, entonces, una gran innovación que comprendió, en primer término,
la aparición en nuestro medio del médico especialista en anestesia. Los practicantes de
medicina al alcanzar el título de médico prosiguieron en el ejercicio de la Anestesiología
o abrazaron otras especialidades. Además y al mismo tiempo se producía una importante
innovación tecnológica. Aparecieron los nuevos aparatos de anestesia con cilindros de
ciclopropano, protóxido de nitrógeno, anhídrido carbónico, etileno e incluso helio. Cada
gas tenía su correspondiente flujómetro y podían ser incorporados a un circuito cerrado
circular con absorción de anhídrido carbónico por cal sodada. A este circuito era posible
agregarle vapor de éter producido por un vaporizador o por un frasco gotero (Foregger).
Aparecieron como instrumentos de la anestesia, el laringoscopio y las sondas endo-
traqueales de goma. Se adoptó la técnica de la intubación laringo o naso-traqueal que
había precisado Magill en Inglaterra en el año 1928. ¿Qué significado tuvieron las
innovaciones? El circuito cerrado permitió el dominio manual de la respiración mediante
el manejo de la bolsa y la intubación permitió que la vía de aire se mantuviera libre y
permeable tornándose la anestesia de ruidosa en "silenciosa". Las inquietudes de los
anestesiólogos se extendieron a otros aspectos vinculados con la anestesia como el que se
refiere a la sistematización de la medicación preanestésica (53) y a los problemas de
limpieza de la vía de aire con estancación de secreciones (54) (56).
La bibliografía anestesiológica uruguaya es muy escasa en los otros tipos de anestesia
raquídea: peridural y caudal. En 1939, Eduardo Palma (56) presentó su experiencia en
anestesia peridural luego de visitar en Buenos Aires el Servicio de Alberto Gutiérrez que
en ese momento contaba con 4.600 casos realizados. Gutiérrez seguía la orientación de
Dogliotti y difundió en nuestro medio el "signo de la gota". Palma presentó 64 casos y
utilizó la Novocaína al 1%. Destacó la importancia de la anestesia peridural que "tomaría
las raíces y los nervios raquídeos, sin actuar sobre la médula, con lo que parecería tener
las ventajas de la anestesia subaracnoidea, sin sus inconvenientes".
Lamentablemente no hemos podido encontrar la documentación sobre anestesia caudal
de Samuel Rey Vercesi pero tenemos referencias verbales sobre la existencia de la
misma. En materia de anestesia local Enrique Pouey publicó en 1925 un trabajo sobre
Niketol (57) con una primera parte experimental escrita por Héctor Rosello y por el
bachiller Diamante Bennati en Cobayos. La experiencia de Pouey comprende 100 casos
y llega a las conclusiones de que se trata de un anestésico de acción inmediata, eficacia
notable, anestesia tejidos inflamados y no tienen toxicidad. Se continúa investigando en
procura de mejores drogas para las anestesias de conducción. Hacía muchos años la
cocaína, que tanto por vía raquídea como local provocaba, por sus efectos sistémicos,
delirios y accidentes respiratorios había sido abandonada. La Novocaína o procaína
aparecida en 1905 continuó hasta nuestros días. Hay que esperar hasta 1947 para que
aparezca otra contribución sobre anestesia local. Le corresponde a Enzo Mourigan
Canale (58) presentar a la Sociedad de Cirugía sus consideraciones sobre el método Bier
de anestesia local por vía venosa. Simplifica la técnica primitiva y expone el resumen
clínico de 55 casos de anestesia del miembro superior, usando Novocaína al 1/2% o al
1%. Es interesante reproducir el comentario del doctor Otero quien manifestó que no se
trataba de la simple reactualización de un tema como lo decía modestamente Mourigan;
"en cualquier medio, un procedimiento que haya sido inventado y estudiado en otro lado,
cualquier persona que se preocupa en aplicarlo, hacerlo práctico y realizarlo, tiene un
20
mérito que está por encima de una rectualización". En 1956 frente a la difusión de la
moderna anestesia "por gases", M. Walterskirchen (59) trata de reinvidicar la anestesia
local siguiendo las directivas generales de su narcosis de la época, habla de venenos
celulares, menciona los conceptos de Crile sobre "anoxiasociation" y de Stajano sobre
"rebelión del neurovegetativo " y "fluxiones reflejas" y se extiende en consideraciones
sobre psicología del dolor. Menciona como ejemplo de técnica: la gastrectomía, la
colecistectomía y el ileo por estrangulación. Las anestesias podían durar de 2 a 4 horas
empleando de 1 ½ a 3 grs. de novocaína al ¼ o ½%. Entre quienes comentaron el trabajoMourigan planteó dudas sobre la falta de accidentes mortales durante la anestesia,
recalcando que los enfermos mueren en el postoperatorio por fallas de suturas que no
pudieron hacerse bien durante la operación por limitaciones e insuficiencia de la
anestesia local.
El 28 de mayo de 1947 la Sociedad de Cirugía dedicó una sesión a celebrar el Centenario
de la primera anestesia realizada en el Uruguay. Transcurrían cien años desde la
anestesia de Patricio Ramos. El Boletín en su tomo XVIII contiene aportes
fundamentales que consolidan la especialidad y marcan el comienzo de su moderna
evolución. Alfredo Pernin (60) luego de su residencia en el Departamento de Anestesia
de Wisconsin General Hospital con Waters, se refiere a la existencia de la Cátedra de
Anestesiología y a la enseñanza impartida por el jefe del Departamento como asociado al
Profesor de Cirugía. Menciona la enseñanza de postgraduados que luego son controlados
por el "Board of Anesthesiology" que les otorga el título o diploma. También habla de
trabajos de investigación, cursos teórico-prácticos para estudiantes de medicina o nurses
e información general sobre Oxígeno-terapia, Nebulizaciones y Reanimación. Finaliza
mencionando la información bibliográfica y las reuniones periódicas de tipo científico
que realizaba el departamento dirigido por Waters.
Años antes se había asistido a la instalación de los barbitúricos como agentes de
inducción con la introducción en el mercado del Penthotal Sódico de Abbott. Ello
significó la eliminación de la sensación angustiosa del comienzo del sueño que
provocaban los agentes inhalatorios como el éter, el ciclopropano y el protóxido. No hay
documentación escrita en el Uruguay sobre el hecho pero debemos mencionar dos
contribuciones presentadas en la reunión del Centenario. Una pertenece a los bachilleres
Ignacio Villar y Atilio García Güelfi (61) sobre anestesias de larga duración con
Penthotal para neurocirugía de 3 horas y un caso de 6 horas. Utilizaban un aparato par
inyección intermitente del barbitúrico que había sido ideado por Italo Nunziatta de
Buenos Aires y que ellos "habían logrado con pequeños implementos". Aparece por
primera vez la técnica de intubación de los enfermos despiertos con anestesia tópica de
Tetracaína al 1% "para ahorrar anestésico, evitar espasmos y anestesias profundas
innecesarias". Las dosificaciones alcanzaban hasta 4 ½ grs. por operación. Al final
inyectaban analépticos y hacían aspiración de secreciones. El otro trabajo pertenece a los
también bachilleres Walter Fernández Oria y Antonio Cañellas (62) sobre enema de
Penthotal en niños. Se hace una recopilación histórica del método de las anestesias
rectales mencionando a Gwathemey sin citar la bibliografía nacional (Sacco Ferraro).
Presentan 16 casos y señalan que el procedimiento "evita la aprensión operatoria, tan
manifiesta en niños, en quienes el simple hecho de ser transportados a un sala de
operaciones o ser sometidos a una inyección produce, frecuentemente, una ansiedad o un
21
terror inmensos".
El trabajo de Larghero, Kasdorf, Cardeza y Lucas (63) sobre dos casos de resucitación
tiene una gran importancia porque por primera vez en la literatura médica nacional
aparecen los conceptos sobre lo que más tarde iba a transformarse en el otro gran aspecto
de la especialidad: la Reanimación. Presentan dos casos de detención cardíaca brusca
durante la anestesia tratados con masajes cardíacos, uno con muerte a las pocas horas y
otro con recuperación completa. Comenta la presentación Stajano trayendo a colación un
caso de masaje cardíaco que había practicado con éxito en 1919. Pero los comentarios
más significativos estuvieron a cargo de Ricardo Yannicelli. Era evidente que el
comienzo resultaba azaroso como ocurre, en general, con la instalación de nuevas
técnicas. Yannicelli afirmaba que "estaríamos frente al acrecentamiento de estos
accidentes con detención cardíaca…" y que " con el mejoramiento de la técnica de la
anestesia, asistimos a un mayor número de estos accidentes, sin que pueda imputársela a
ella". Se le contestó que ahora trascenderían más que antes los accidentes y que el
progreso de la anestesia había permitido una cirugía más compleja y de mayor riesgo.
Como se había generalizado el uso del laringoscopio y de los tubos oro-traqueales la
práctica de la intubación era exitosa luego de una impregnación anestésica abundante,
pero con relativa frecuencia ocurría el accidente del laringo-espasmo que creaba una
expectativa muy especial en la sala de operaciones. Yannicelli comentaba que "tenemos
un momento de suspenso, que no estamos acostumbrado del todo a pasar tranquilo,
mientras el anestesista hace la intubación". No obstante las vicisitudes del comienzo, la
evolución técnica de la anestesia se había puesto en marcha aquí como en todos los
países de la América Latina.
En la reunión del Centenario hubo dos nuevas contribuciones de gran interés.
Correspondió a Fernández Oria, Scasso y Cañellas (64) documentar por primera vez en
nuestro medio la introducción de los relajantes musculares en la técnica anestésica. La
experiencia inicial de Griffith y Johnson se había llevado a cabo en 1942 y constituyó en
la historia general de la anestesia un acontecimiento fundamental. Los autores presentan
89 casos utilizando la intocostrina. Hacia 1945 llegó el curare al Uruguay, Intocostrin
(d-tubocurarina Squibb). (extracto purificado de curare). Las observaciones de tipo
clínico comprendían "la posibilidad de obtener inmejorables condiciones del punto de
vista de la relajación y silencio abdominal y la posibilidad de ser sometido a un
procedimiento anestesiológico muy poco agresivo, por la superficialidad del plano, por la
gran cantidad de oxígeno que se administra…" Facilitó la intubación laringo-traqueal
eliminando los riesgosos espasmos, cambió la tensión muscular en la cirugía abdómino-
pelviana. En 1947 aparece el primer trabajo sobre curare y tórax abierto y otro en 1948
por Walter Fernández Oria, J.C. Scasso y A Cañellas, bajo los títulos de "Curare y tórax
abierto" y "Curare en cirugía general" (1)
Los mismos autores (65) introducen y documentan un nuevo concepto técnico de
importancia fundamental. En la anestesia para tórax abierto aparece el concepto de
respiración controlada. El circuito cerrado había permitido el dominio del anestesista
sobre la respiración. La aplicación del curare permitió la inmovilidad respiratoria con
alivio de los trastornos mecánicos que produce la apertura del tórax: respiración
paradojal y balanceo mediastinal.
22
Capítulo VI
Fundación de la Sociedad
En 1948 ocurre la fundación de la Sociedad de Anestesiología cuyos objetivos
fundamentales eran el desarrollo y perfeccionamiento de la Anestesiología, el
reconocimiento de la especialidad y la defensa de los intereses gremiales de sus
asociados. El acto de la fundación se llevó a cabo en la casa de la calle Colonia No.
1171.
El primer presidente fue el doctor Alfredo Pernin y como secretario actuó el doctor
Dardo Vega. Las primeras reuniones científicas se hicieron en el anfiteatro de la clínica
quirúrgica del profesor Domingo Prat en el Hospital Maciel, después en los consultorios
de la antigua calle Médanos y luego fue admitida como integrante del Club Médico y de
la agrupación Universitaria. En 1951 se logró la publicación del primer número de su
Boletín con un trabajo de Pernin y Vega (66) sobre Arritmias Respiratorias durante la
anestesia general. En el mismo año por intermedio del Consejo Británico se consiguió
contratar al profesor Randolf Woolmes quien dictó un curso sobre anestesia en la
Facultad de Medicina y actuó en diversos centros asistenciales impartiendo enseñanza.
1954 es un año muy importante en cuanto al desarrollo histórico de la anestesia
uruguaya. Ese año ocurrió un brote de poliomielitis en la ciudad de San José que se
extendió rápidamente a Montevideo. Se trataba de una epidemia con parálisis respiratoria
grave que produjo una gran mortalidad infantil. Para hacer frente a tal terrible
emergenciael cuerpo médico nacional carecía de experiencia en el tratamiento y los
niños morían con cuadros de asfixia desesperante. Existían en el país antiguos "pulmones
de acero" que por su complejidad e inoperancia resultaron completamente inútiles. Con
motivo de esa catástrofe se importaron una serie de aparatos de respiración mecánica
marca Engström de procedencia sueca. Años antes había ocurrido en los países
escandinavos una epidemia de parálisis infantil y allí se había utilizado la experiencia de
los anestesiólogos para tratar los pacientes en insuficiencia respiratoria. Aunque desde
1952 se conocía y utilizaba el Spiro-pulsator de AGA, correspondió a otros aparatos la
etapa de la respiración automática en anestesia mediante aparatos mecánicos. Por ser
aparatos grandes y estables no se generalizó su uso. Este mérito le correspondió al
aparato de Takaoka, pequeño y portátil que permitió la realización de la ventilación
controlada en cualquier lugar donde hubiera un cilindro de oxígeno y un manómetro
reductor. De este modo se completó una modificación substancial en la ventilación
23
durante la anestesia. Desde la respiración espontánea frecuentemente obstruida los
hechos fueron evolucionando hasta la respiración apoyada o asistida respetando la
iniciativa del paciente. Pero llegó el momento en que la utilización intensiva de los
relajantes musculares y la aplicación también intensiva de la intubación laringo traqueal,
abrieron el camino a la eliminación completa del ritmo respiratorio y la aplicación de
valores de ventilación que el propio anestesista selecciona y ajusta gracias al empleo de
los ventiladores automáticos.
1954 marca un hito en el proceso de reconocimiento de la especialidad. Durante ese año
se dictó el primer curso para anestesistas de postgrado. Junto a la Gastroenterología
(Profesor Varela Fuentes), la otorrinolaringología (Profesor Regules), la Tisiología
(Profesor Fernando Gómez), la Anestesiología con el doctor Pernin fueron las cuatro
primeras disciplinas que iniciaron la actividad de la reciente creada Escuela de Postgrado
de la Facultad de Medicina. Los primeros egresados fueron los doctores Luis Bengochea
y Luis Recine.
También en 1954 se produjo un acontecimiento importante en el aspecto científico de la
anestesia uruguaya, el profesor Henri Laborit visitó Montevideo y pronunció una
conferencia en la Sociedad de Anestesiología sobre el tema de la "Hibernación artificial".
Los conceptos de Laborit vinieron a dar un impulso nuevo a la anestesia endovenosa que
estaba relegada a la realización de lo que dio en llamarse "Penthotal-curare" siendo la
galamina el agente de mayor utilización; ya en 1961 Dardo Vega había presentado su
experiencia con "Toxiferina I" de Roche, Galamina.
El mismo Laborit había difundido sus conceptos sobre anestesia potencializada o
sinergia medicamentosa, Isidro Porta (67) publicó un trabajo sobre el tema donde
reprodujo las ideas de Hans Selye sobre el "stress" y preconizó la técnica anestésica con
Diparcol como gangliopléjico, Fenergán como anti-histamínico, la atropina como
vagolítico, la Petidina como analgésico y el Penthotal como "starter". Completaba con
"agentes inhalantes en concentraciones muy por debajo de las requeridas en condiciones
no potencializadas". Tal fue el entusiasmo por las técnicas preconocidas por Laborit que
parecía que en adelante la anestesia se iba a reducir a administrar drogas que
disminuyeran el metabolismo y la temperatura corporal. Poco tiempo duró el entusiasmo;
rápidamente se abandonaron las "mezclas líticas" y los conceptos de reposo del sistema
neurovegetativo y de lobotomías farmacológicas. Existía mucha imaginación y mucha
concepción literaria en las ideas de Laborit. Sin embargo la "hibernación artificial" dejó
una importante consecuencia. Dio una gran impulso a la realización de anestesias por vía
endovenosa y le abrió el camino a las modernas técnicas de Neuroleptoanalgesia. Los
circuitos rigurosamente cerrados fueron perdiendo la universalidad de su aplicación y se
inició la etapa de la apertura de los mismos. Al incorporarse las válvulas unidireccionales
empezó a eliminarse la cal sodada para la absorción del anhídrido carbónico. La fuente
de provisión de oxígeno pasó a ser el cilindro grande que se encontraba en todos lados y
los aparatos de anestesia más livianos y más portátiles se adaptaron a ellos. Se
abandonaron así los pequeños cilindros de oxígeno que se rellenaban mediante
transvasadores. La posibilidad de crear una presión positiva intratraqueal se facilitó
gracias al manguito insuflable de la sonda traqueal que en cierto modo vino a sustituir la
24
máscara facial cuya adaptabilidad a la cara creaba tantos problemas.
El primer evento de carácter internacional que realizó la Sociedad de Anestesiología
fueron las Jornadas Rioplatenses de 1956. Una numerosa delegación integrada por
anestesistas de Buenos Aires, Córdoba y Rosario concurrió a Montevideo presidida por
el Presidente de la Asociación Argentina, José Catterberg. La comisión organizadora
estuvo presidida por Antonio Cañellas actuando en la secretaría Dardo Vega. Tanto en el
aspecto científico como el social la reunión tuvo un éxito completo marcando un
verdadero jalón para la época en que se realizó. En una de las sesiones se presentó un
trabajo que lleva el título de "Anestesia General por procaína y Succinilcolina
Endovenosas" (68) que constituye la primera publicación sobre el tema. La exposición
desencadenó una ardorosa polémica científica. A partir de ese momento "la técnica del
PS" como dio en llamársele tuvo defensores entusiastas y enconados detractores. De
todos modos la experiencia se mantuvo y con el correr del tiempo ha constituido uno de
los rasgos más típicos y originales de la práctica anestésica uruguaya (69). En 1964
correspondió al Uruguay la organización del VII Congreso Latinoamericano de
Anestesia y con tal motivo el I Congreso Uruguayo. La presidencia fue ejercida por
Alfredo Pernin y la Secretaría por la doctora María Julia Salsamendi y por Homero Peri
Sosa.
Hay que anotar que Kempis Vidal Beretervide en los primeros años de la década de los
50s obtuvo la síntesis de la succinilcolina en el laboratorio de investigación que Galien
tenía montado en la calle Arroyo Grande de Montevideo y que salió al comercio con el
nombre de "Taquiflaxin". Publicó en 1955 en el British Journal of Pharmacology el
trabajo "Actions of Succinylcholine on Circulation". tres años antes con José Villar y
Atilio García Güelfi habían publicado en la revista uruguaya "Anestesia" un trabajo
intitulado "Estudio Farmacológico y Clínico de un nuevo curarizante: Succinilcolina" (1)
Paralelamente a la actividad científica la Sociedad de Anestesiología desarrolló una
intensa actividad gremial. Defendió los intereses profesionales de sus asociados en los
diversos Consejos de Salarios de la época y propició ante las autoridades nacionales el
reconocimiento y la reglamentación del ejercicio de la especialidad. Habiendo partido de
una situación de hecho en que la mayoría de los anestesistas eran estudiantes de
medicina, la Sociedad de Anestesiología se preocupó por cambiar esa situación
propiciando la enseñanza a médicos graduados y prohibiéndola a no graduados. En nota
dirigida al Decano de la Facultad de Medicina Julio C. García Otero y con la firma del
Presidente de la Sociedad, Antonio Cañellas y de su secretario, Julio Castiglioni, se
registró una documentada solicitud de "obligación, para toda persona que ejerza la
anestesiología, de inscribirse en las Oficinas del Ministerio de Salud Pública". Según
dicha nota se autorizaría a inscribirse en el Registro solo a médicos con actuación
reconocida o con cursos realizados. Simultáneamente se reconocería el derecho a
inscribirse a los estudiantes de medicina que hasta el momento venían ejerciendo la
especialidad. Ante las autoridades de la Sociedad estos estudiantes adquirieron el
compromiso de rendir exámenes y obtener el título de médico. En 1963 el Poder
Ejecutivo aprobó un decreto de Reglamentode ejercicio de la Anestesiología en que se
creó un Registro de Anestesistas. En 1965 el doctor Washington Beltrán presentó al
25
entonces Consejo de Gobierno un proyecto destinado a reglamentar el ejercicio de la
Anestesiología derogando el decreto de 1963. En los considerandos de dicho proyecto se
establecía que la Anestesiología es una especialidad médica y que el decreto de febrero
de 1963 es gravemente riesgoso porque permitía la actividad de un grupo que el mismo
decreto calificaba como "idóneos" y a los cuales no se controló nunca debidamente.
Reconocía, sin embargo, que ese decreto inició el camino hacia la reglamentación que
ahora continúa con el proyecto presentado por el Consejero Beltrán. El proyecto creaba
un nuevo registro que comprendía a los médicos con cursos o capacitación reconocida, a
los estudiantes de medicina que presentaran un certificado de un Tribunal de Admisión
integrado por un miembro de la Facultad de Medicina, otro de Ministerio y otro de la
Sociedad de Anestesiología. Este certificado debería ser renovado anualmente por ese
mismo tribunal. Se prohibía la realización de todo acto anestesiológico a toda persona
que no figurara en el Registro salvo el caso de aquellos sitios en que en un radio de 10
kilómetros no hubiere tal persona.
Por otra parte, dado el problema de la escasez de médicos anestesistas que afectaba no
solo al Uruguay sino al mundo entero, se propiciaba la solución de capacitar técnicos
anestesistas no médicos (nurses) a fin de que los anestesiólogos pudieran dirigir y
supervisar la administración de anestesias que no pudieran hacer personalmente. Se
obtuvo en un momento dado donaciones para establecer una Escuela de Anestesia por
parte de un profesor de cirugía de la Facultad. La Sociedad siempre se opuso a esa
política insistiendo en el desarrollo de la especialidad y en la justa remuneración de sus
tareas.
Probablemente no se cumpliera en todos sus términos las directivas y las inquietudes de
la Sociedad pero el hecho es que tras una evolución constante siguiendo los
requerimientos quirúrgicos y el perfeccionamiento que exige esfuerzos y sacrificios,
llega finalmente el momento de la consagración definitiva de la especialidad primero con
la incorporación de Profesores Agregados y luego la creación de la Cátedra de
Anestesiología de la Facultad de Medicina. El primer catedrático fue el doctor Antonio
Cañellas en 1984.
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Capítulo VII
Conclusión
Los anestesiólogos uruguayos recorrimos, con avances rápidos a veces, con sorteos
tediosos de dificultades otras, el camino cuya crónica presentamos. Siempre sostenidos
por la convicción de contribuir al bien de nuestra medicina, y la voluntad de mejorar la
suerte de los pacientes que confiaron en nosotros. Creemos firmemente que el balance
de ese largo período es netamente positivo.
Las etapas programadas se fueron cumpliendo. Primero obtener una básica instrucción
en la especialidad que se perfeccionó a través de cursos, reuniones científicas, ateneos,
jornadas y congresos, becas y viajes de perfeccionamiento. También, paralelamente,
hubo que actualizar los conocimientos y práctica de quienes ya estaban ejerciendo la
disciplina. Enseguida se comenzaron a formular presupuestos en reparticiones del
estado (Salud Pública, Hospital Militar, Facultad de Medicina) y en instituciones
privadas. El principio que sirvió de guía es que vale muy poco formar especialistas si
estos no encuentran campos remunerados donde desempeñarse y, mutandis, tener
cargos y no disponer de personal preparado para llenarlos.
Poco a poco se fueron formulando las características de los cargos y las funciones de la
especialidad en general. Hubo que convencer, en largos debates, a colegas y
autoridades, que la anestesiología desborda el cuadro del anestesista en la sala de
operaciones administrando una narcosis. Vigilancia de la pre y post anestesia;
evaluación de los pacientes, policlínica anestesiológica; salas de recuperación y
reanimación respiratoria; terapia del dolor; inhaloterapia. Todo lo cual concurre a
demostrar que son necesarios más anestesistas de los meramente indispensables para la
realización pura y simple de las anestesias. Como corolario lógico de esas premisas, se
llegó a la convicción que debían establecerse Departamentos de Anestesiología; se
comenzó en la órbita del Ministerio de Salud Pública, luego en el Hospital de Clínicas,
Hospital Central de las Fuerzas Armadas, en la Asociación Española, en el Casmu.
El desarrollo gradual de esos departamentos trajo escalafones jerárquicos, técnicos de
formación y experiencia más acabada y completa que pudieron convertirse,
paulatinamente, en los anestesiólogos consultantes, estos, como en las demás
especialidades, están disponibles para aconsejar y colaborar con sus colegas en la labor
que se desarrolla.
Puede establecerse como fórmula comprensiva de toda la actividad de la anestesia y la
reanimación que, un especialista, por más conocimientos que posea y más empeño que
ponga en desempeñar sus tareas, se ve limitado para brindar lo mejor de su habilidad a
la comunidad de pacientes y colegas. Lo que realmente cuenta es un grupo de
anestesiólogos, de formación lo más homogénea posible y estrechamente vinculados
27
para colaborar entre sí, sustituirse y apoyarse. De esa manera, por distintos derroteros,
llegamos al concepto del equipo de salud, que rodea al enfermo, diagnostica sus
dolencias y desviaciones patológicas, y trata o corrige unas y otras.
Hace menos de cuarenta años que ejercen en nuestro país médicos anestesistas, con
derecho a ostentar la condición de especialistas de dedicación integral. Para conservar el
alto grado de desarrollo alcanzado por nuestra especialidad, todos debemos
empeñarnos, siguiendo los pasos de las demás disciplinas para que, incorporando
armoniosamente la asistencia, la docencia y la investigación se alcance siempre la
formación plena, moral, científica y técnica de nuestros colegas.
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