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GINECOLOGIA (64)

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43Estudios de imagen utilizados en ginecología
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Datos de infección previa. Uno de los datos de PID crónica es 
el hidrosálpinx. Asimismo, como se describe en el capítulo 9 (pág. 
273), diversos hallazgos ecográfi cos como la forma de las trompas 
de Falopio y la presencia de tabiques incompletos y de nódulos 
murales hiperecoicos ayudan a distinguir al hidrosálpinx de otras 
lesiones quísticas anexiales (fi g. 9-26, pág. 273). Cuando se detecta 
fl ujo con el Doppler a color en un hidrosálpinx, éste tiende a ser 
menos abundante que el que se observa en la PID aguda. Molander 
et al. (2002) encontraron un mayor índice de pulsatilidad en las 
pacientes con hidrosálpinx crónico (1.5 ± 0.1) que en aquellas con 
PID aguda (0.84 ± 0.04).
Unas cuantas mujeres con PID previa manifi estan un quiste 
peritoneal de inclusión. Éste se forma cuando el líquido de un 
quiste ovárico roto es atrapado alrededor del ovario por las adhe-
rencias. Este diagnóstico se establece cuando el ovario se rodea de 
una acumulación compartimentalizada de líquido y con tabiques 
delgados (Horrow, 2002). 
Embarazo ectópico
La ecografía tiene una función primordial en la conducta diagnós-
tica y terapéutica de la sospecha de un embarazo ectópico. El emba-
razo uterino y ectópico simultáneo (embarazo heterotópico) es raro 
en pacientes sin tecnologías de reproducción asistida, de manera 
que el hallazgo aislado más importante para excluir un embarazo 
ectópico es la identifi cación de un embarazo intrauterino, el cual 
se corrobora al observar un saco gestacional, un doble contorno 
decidual o la presencia del embrión dentro de la cavidad endo-
metrial. Todos los embarazos inducen una reacción decidual en -
dometrial, pero el signo de doble contorno decidual (dos capas 
externas ecógenas alrededor del saco gestacional anecoico) se pro-
duce por las deciduas parietal y capsular de la placenta (fig. 2-19).
El embarazo ectópico se acompaña de una gran variedad de 
patrones y localizaciones ecográfi cos (fi g. 7-5) (Condous, 2007; 
Moschos, 2008; Valsky, 2008). Un saco gestacional extrauterino 
que contiene un embrión es un hallazgo inequívoco; sin embargo, 
con frecuencia se observan tumoraciones sólidas y complejas 
anexiales acompañadas de un útero vacío y una prueba de emba-
razo positiva. Los tumores complejos anexiales casi siempre son 
producidos por una hemorragia dentro del saco ectópico o por 
un embarazo ectópico que se ha roto hacia la trompa de Falopio. 
Con frecuencia se acompaña de líquido libre o coágulos sanguíneos 
(Filly, 1987; Fleischer, 1990; Nyberg, 1987). Con el Doppler a 
color transvaginal se puede observar la circulación placentaria en 
la periferia de un tumor complejo anexial (llamado anillo de fuego) 
(fi g. 7-7). Si bien este hallazgo es útil para el diagnóstico, este signo 
también se observa con los cuerpos lúteos del embarazo (Pellerito, 
1992b).
Líquido intraabdominal
Durante la valoración ecográfi ca habitual de la pelvis, a menudo 
se visualiza una pequeña cantidad de líquido, sólo 10 ml, en el 
fondo de saco posterior (Khalife, 1998). Si se encuentra líquido 
libre que se extiende al fondo del útero, se considera una cantidad 
moderada. La presencia de una cantidad moderada de líquido en 
el examen transvaginal obliga a realizar una valoración adicional 
de las correderas parietocólicas y el saco de Morison en el cua-
drante superior derecho para valorar la cantidad de líquido libre. 
El líquido intraperitoneal libre se observa en las estructuras antes 
mencionadas cuando el volumen es de 500 ml, por lo menos 
(Abrams, 1999; Branney, 1995; Rodgerson, 2001). Una cantidad 
de Falopio dilatadas y rara vez aparecen niveles hidroaéreos o bur-
bujas ecógenas de gas. El Doppler a color y el de alta resolución 
muestran aumento de la circulación por hiperemia en las paredes, 
así como tabiques incompletos de las trompas de Falopio infl ama-
das (Tinkanen, 1993).
Infección tuboovárica. Conforme la PID progresa, se extiende 
hasta los ovarios. Una vez que un ovario se adhiere a una trompa de 
Falopio, pero todavía se puede ver, se denomina complejo tuboová-
rico. Por el contrario, el diagnóstico de absceso tuboovárico se esta-
blece con la distorsión completa de la estructura ovárica y tubaria, 
de manera que ya no es posible identifi car dos componentes inde-
pendientes (fig. 2-18). Cuando la región contralateral no se afecta 
desde el principio, puede hacerlo más tarde. Una vez que ambas 
trompas de Falopio se infl aman y obstruyen, el complejo adquiere 
forma de “U” al ocupar el fondo de saco y se extiende desde una 
región anexial hasta la otra (Horrow, 2004). Los bordes uterinos 
externo y posterior se atenúan y no es posible distinguir las trom-
pas de Falopio y los ovarios en forma individual. En mujeres que 
no responden al tratamiento médico se puede utilizar la ecografía 
para guiar el drenaje transvaginal de estas lesiones (Kaakaji, 2000; 
Patten, 1990).
FIGURA 2-17. Ecografía transvaginal en corte transversal de una 
trompa de Falopio dilatada e inflamada que muestra paredes tubarias 
engrosadas, tabiques incompletos y un líquido ecógeno.
FIGURA 2-18. Signo de “collar de perlas”. Se cree que los nódulos 
murales ecógenos que se muestran (flechas) dentro de este absceso 
tuboovárico representan pliegues aplanados y fibróticos de la trompa 
de Falopio inflamada. 
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