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Cuadernos de Historia Contemporánea 155N: 0214-400-X
l998,número20, l9-27
Definición, métodoy prácticade la Historia
del TiempoPresente
FRANCOIS BÉDARIDA
Instituto de Historia del Tiempo Reciente.París
1. UN GRAN CAMBIO HISTORIOGRAFICO:
LA REHABILITACIÓN DEL PRESENTE
Cuandoyo comencémi carrerade historiador,hacecasi mediosiglo, lahis-
toria más cercana—la de lo muy contemporáneo— era mirada consuspicacia.
Las cosasseguíansiendotributariasde la líneade separacióntrazadaen elsiglo
xíx bajola influenciade laescuelapositivista,e institucionalizadadesdeen-
tonces,entrelahistoria del tiempo presente y lahistoria en sentido estricto,aún
cuando durantesigloshabíaprevalecidola continuidadentreunay otra.La cor-
poración de los historiadores, con sureglas,suscánonesy susmétodos detra-
bajo,permanecíafiel a lasenseñanzasde los maestrosdel siglo anterior, como
Taine y Fustel deCoulanges.
Según la divisióndel trabajo comúnmenteaceptada,se atribuía alhistoria-
dor la investigación erudita,pacientey profunda sobre el pasado, alperiodista
el campodel conocimientofluctuantede lainmediatez.Era propiode éste,re-
colectarinformación, prepararla,ordenarla,pero sin atribuirle las condiciones
para someter el encadenamientode loshechosaun verdaderoanálisiscrítico y
menos todavía aun esquemade interpretación como sabehaceraquel otro.
De esta desconfianzamuy extendidacon respectoal tiempo presentees
buen testimonio,porejemplo, la obraclásicade la colección ClioLa época
contemporánea(1871-1919) aparecida en1939que redactaronPierre Renou-
vin, EdmondPrécliny GeorgesHardy, en la quese afirmadesdela primeralí-
nea laimposibilidadde trazarun cuadroaceptabledel periodo —que, sinem-
bargo,se encuentra acuarenta, cincuentae inclusosesentaañosdedistancia—,
porque,escribenlos autores,«el trabajo de críticahistóricaestá apenasesbo-
zadoy las interpretaciones frecuentementedominadas por laspasionesparti-
distasy nacionales» . En laApologiade la Historia, cuentaMarc Bloch que
CitadoporE. Bédarida (dir.),L’Histoire eriemétierd’historíen en France1945-1995.Pa-
rIs, Ed. De laMaisondesSeicacesdelhomme,1995, p. 75
19
EranQois Bédarida Definición, métodoyprácticade la Historia delTiempoPresente
en el tnstituo deEnseñanzaMedia en el que élfue alumno,afines de siglo, uno
de susprofesoresteníala costumbrede decir: «Desde1830no hay Historia, hay
política»2 En estemismoespíritu,mediosiglo más tarde, apropósitode lade-
fensade unaTesisen laEcole de Chartesuna doctorandaque habíacreídobue-
na cosa deslizar algunas referencias alpresentehabía sido reprendidafuerte-
mentecon estafrasedefinitiva: «La Ecole deChartes,sépaloseñorita,es una
Escuela inactual»~.
Tuve la ocasión de vivir una experiencia similar cuando el Primer Ministro
y el CNRS decidieron conjuntamente en1978 crearel Institutode Historia del
Tiempo Reciente (IHTP).Se trataba, a lavez, de incitar a la investigación
históricafrancesa aenfrentarsea lo muy contemporáneo y de afirmar lalegiti-
midad científicade estefragmento oramadel pasado,demostrando a ciertos
miembros de la profesión, más o menos escépticos, que elreto era realmente
hacerhistoria yno periodismo. Ladesembocadurade estono era evidenteen
principio. Hoyse puedeconsiderarque la batallaestáganada puesto queeste
campo históricoes reconocido depleno derecho comoterritorio del historiador
y es admitidosu valorcognitivo y heurístico.
Obras recientes comoPassésrecomposésy Le Tempsréfléchíatestiguan
que hay unanuevahistoriografíade los años1980 y que ellaconstituyeunaeta-
pa significativaen lamarchade ladisciplina4. Estoes,porotra parte,lo quemehabía dichoErnestLabrousse, consu acostumbradocalor,en el momentode la
creacióndel IHTP: «estomarcaun hito enlahistoriografía francesa».(El había
sostenido ya esta misma causapublicandoen La Penséeun articulo titulado
«¿Puede hacerse la historia encaliente?».) Paralelamente,puedeverseen todo
estounapruebade las mutaciones que han afectado el estatutoy el trabajodel
historiader;-cuya-plaza-er¡ el-seno de-esta-república-sehaconvertidoencentral:
Como escribióFernand Braudel poco antes desu muerte«el oficio de histo-
riador ha cambiadotan profundamenteduranteeste medio siglo—1930-
1980—quelas imágenesy problemasdel pasadosehanmodificadopor símis-
masde arribaabajo.Ciertamente,sereplantean, pero de otra forma»~.
2. ¿QUÉ ES EL TIEMPO PRESENTE?
Antes derespondera estacuestiónconvendríaaclararun asuntotermino-
lógico. ¿Por quése ha adoptadoen los años70 la expresiónhistoria del tiempo
2 M. Bloch,Apologiepourl’Histoireoumétierdhisíorien.París,A. Colin, 1949,p. 10. (Exis-
te versión española.)
ElY. J.Hours, Valeurdeillistoire. Paris.PUF, 1954,p. 7.
PassésRecomposés:champs etchantiersde11-listoire,bajo ladirecciónde J.Boutier y D.
Julia. París,Autrement, l995,349 pp. Le TernpsRejIechisIhistoire au risque deshistoriens.Es-
paces-Temps.ni 59/60161,1995, 247 Pp.
F. Braudel,Lidentitéde la France. París,Arthaud-Flammñrion,1986, t. 1, Introduction,
p. II
c,4aáer,,os de Historio Contemporáneo
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Fran~,toisBédarida Definición, métodoyprácticade la Historia delTiempoPresente
presenteen el momento en queparecíaconsagrarsedefinitivamente laexpre-
siónhistoria inmediata?La razón hadebuscarse,a mi parecer,por una parteen
el déficit de contenido científicoquedenotaba ésta ultima, a pesar deunacier-
ta audienciaentre losuniversitarios,y porotra, sobretodo, en el valorheurístico
de la parejapasado/presentetotalmenteausente asimismo eneseconcepto de
inmediata.Estame parece amí la razón porlaquetal conceptono se ha colo-
cadoen el centrodel escenario.
En verdad, el término tradicional —y bien establecido— era el dehistoría
contemporánea,ligado además a losprogramasde estudiosen la enseñanzase-
cundariay superior. Pero,justamente, haciendo comenzarla historiacontem-
poráneamundial en laRevoluciónFrancesa, en nombre de laideologíademo-
crática y republicanay de la identidadnacional, el término perdía
progresivamentesusentidooriginal amedida que laduraciónde estahistoria se
alargabay se separaba yacasi dos siglosde 1789.¿Cómo sostener, pues, que
nosotroséramos loscontemporáneosdeRobespierreo de Napoleón? De ahí la
sustitucióndel término radicalmenteambiguode historia contemporáneapor la
expresióntiempopresentequese ha impuesto einstitucionalizado.
Sinembargo,encontramos unacuestiónde mayor calado: ¿cómo definir el
presente?¿No constituyeun espaciode tiempo minúsculo,un simpleespacio
pasajeroy fugitivo? Su característica,en efecto,es la dedesapareceren el
momento mismo en quecomienzaaexistir. En sentidoestrictono sepuedeha-
cer historia del presente,porquebasta con hablar de ello paraqueseestéya en
el pasado.Es obligado, pues,alargareste dato instantáneodel presentequese
escurre bajo nuestramiradaafin dedarlesentido ycontenido.
El asunto revierte alacuestióndel tiempo entodasu extensión, consu tri-
logía pasado, presente, futuro.Conocemosaquellacélebreinterrogaciónde
SanAgustínen lasConfesiones:Quid est tempus?Y el granafricanoresponde:
«si nadie melo preguntalo sé,perosi me lo preguntan yquiero explicarlono
lo sé».A travésde esta aproximación que echa mano de la psicología,se viene
a definir elpresente,enuna fórmulafamosa,como el lugar deunatemporalidad
extendidaque contiene la memoria delas cosaspasadasy la expectativa delas
cosas porvenir: «el presentedel pasadoes la memoria;el presentedel presen-
te es lavisión; elpresentedel futuroes la expectativa»~. De hecho,en su sen-
tido etimológico, lapalabravisio en latín puede sertraducidacomo mirada,
atención: la «visión» viene a ser así nuestro espaciode experiencia,nuestro
campo de observación y deinvestigación.En otros términos:no hay pasadoni
porvenir sino a travésdel presente.Observemosque ReinhartKosselleckse
pronuncia enestemismosentidocuando sitúa elacontecimientoen una tensión
entredos categoríastemporales:el espacio de experiencia y el horizonte deex-
pectativa~. Si el pasadono existeya, el porvenir permanece;si el futuro no
6 AugustinSaint,Confessions.livre Xl, XIV et XX. Trad. Garnier-Flammarion
R. Kosselleck,Le FuturPassé: contribution óla sémantiquedestempshistoriques.París,
Ed. deí’EHESS, 1990 (13 cd. alemana de1979). (Existe traducción española.)
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EranQoisBédarida Definición, métodoypráctica de la Historia del TiempoPresente
existe todavía, la expectativadel porvenir está presente. El presentees la tran-
sición entrelo quefue futuro y lo que deviene pasado.
Así la definicióndel presenteseextiendeentreun adelantey un atrás.El lí-
mite hacia atráses simple:es el pasodel presente a lo queestádeviniendopa-
sado,es decir,el hoy, lo inmediato.Perohaciaadelanteesdondese sitúael ver-
daderoproblema,porquelasdefinicionesy las fronterasno son tanclarasni tan
netas como podría pensarse. Nuestraprácticaen el IHTP ha sido lade consi-
derar como tiempopresenteel tiempode laexperienciavivida. Por ahí se llega
al verdaderosentido del término historia contemporánea,a saber, laexpe-
rienciade la contemporaneidad.
Se trata, verdaderamente,de un terreno movedizo, con periodizaciones
más o menoselásticas,con aproximacionesvariables,con adquisicionessuce-
stvas.Un campocaracterizadopor el hecho de queexistentestigos y uname-
moria vivade dondese desprende el papel especifico de lahistoria oral. No sa-
bríamosdecir, por supuesto,si el tiempo presentecomienza en1914 o en
1945o en 1989.Digamosque,en lugar deunatemporalidadlarga,designamás
bien el pasado próximo adiferenciadel pasadolejano.Lucien Febvre y Marc
Bloch insistieron siempre en lasolidaridadentre pasadoy presente:«organizar
el pasado en funcióndel presente,es lo quese podría llamarla función social
del historiador,escribíaFebvre;«comprenderel presentepor elpasadoy, sobre
todo, el pasado por el presente», aseguraBloch ~. Tal es la regla,y es por ello
por lo que conviene que loshistoriadoresno abandonenesepasado próximo en
manos deotras ciencias sociales, inclusosi resulta normal que los sociólogos,
loseconomistas,los politólogos,se interesenenestetrozodel pasadoy se con-
sagren trabajosaello desdedisciplinas distintas de la historia.
En el caminodel historiador el presente quenos acosa por todaspartestie-
neunatan significativapresenciaqueha hecho decir a Marc Eloch:» elerudi-
to queno muestragusto pormirara su alrededor,ni a loshombres,ni alas co-
sas, ni a los acontecimientos[...]se comportaríasabiamente renunciando al
nombre dehistoriador»~. En consecuencia, la dinámica de la historiadel tiem-
po presentetieneunadoblevirtud: deunaparte, la reapropiaciónde un campo
histórico, de unatradición antigua quehabíasido abandonadalO, de otra, laca-
pacidad deengendraruna dialécticao, más aún,unadialógica con el pasado
(de acuerdo con lafónnulabien conocida de BenedettoCroce «todahistoria es
contemporánea»).
En el plano científico ellolleva a volver adar su pleno sentido alaconteci-
miento hoy rehabilitado despuésdel descrédito al que lohabíaarrojadoduran-
te muchotiempo unahistoriallamada«¿vénementielle» (acontecimiental)( aún
cuandoni March Bloch ni Lucien Febvre fueron nunca hostiles alaconteci-
L. Febvre,Combatspourl’Jclistoire. París,A. Colin, 1953,p. 426 et438. M. Bloch,op., ciÉ,
pp. 11-16.
M. Blocb, ibid., p. 14
~ R. Rémond,«Plaidoyerpour une1-listoire délaissée».RevueErangaisedeSciencePolitiqite
VII, 2, 1957, pp. 253-270.
Cuadernos de Historia Contemporánea
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FranQoisBédarida Definición, métodoy prácticade la Historia del TiempoPresente
miento en sí mismo). Elacontecimiento—queen el tiempo cortose distingue
por su carácterimprevisible,frecuentementeirracional incluso, partede la co-
yuntura, término deeconomíaquese relaciona con los ciclos ylas crisis— ha
venido a ser de nuevo portador y progenitor. Como ha escrito EdgarMorin,
«todaexplicaciónque elimina lasorpresay la incongruenciadel aconteci-
mientoes una interpretación que elimina lainformaciónque debe darnosese
acontecimiento mismo»~. Testimoniosignificativo sobre elpeligrode devaluar
el acontecimiento:el historiador americano Robert Darnton, reconociendo que
había compartido durante mucho tiempo elpunto de vista de losAnnalesbrau-
delianossobrelahistoria «événementielle»2, anotaen su diario, despuésdeha-
ber asistido ala caídadel murodel Berlín en el otoño de 1989: «deboadmitir
que antesfui de los quemenospreciabanelacontecimiento.Pero cuandome he
visto inmerso en una ola de acontecimientos revolucionarios, me heencontra-
do a mimismoponiendoencuestiónmis certezasantiguas»-.
Concluyamosen estepunto.No solamenteuna cienciahistóricadel tiempo
serevelaposible, sinoquehay conello lugarpararespondera una «demanda
social».El deber del historiadores no dejarestainterpretacióndel mundo
contemporáneo a otros, bien sean losmediao los periodistas (porno hablar de
los propagandistas), o bienlas otras diversas cienciassociales.
3. OBJECIONES
Dos objeciones clásicashanreinadosin competenciaen la condenade
todatentativadelecturacientíficadel pasadopróximo. Primero, la sacrosanta
nociónde «distanciamiento»(recitO,que parecía comoel signo y la garantíain-
dispensablede laobjetividad.Comounatrampa,acechaba al temerarioquese
aventuraseen las arenasmovedizasdel presente:la implicacióndel historiador
en su trabajo—una implicacióncapazdehacerde él juguete deprejuicios,ape-
titos y pasiones—. Pero,¿estan necesariodisponerde ese distanciamiento
para sercapazde aprehender losfenómenos,calibrarsu mediday determinarsu
sentido?Si tomamosun caso antiguo, elde Edmund Burke, ¿quién mejorque
él hadiscernidodesde1790 los retos fundamentales delaRevoluciónFrance-
sa?¿Nonos muestraya su lucidez lade muchoshistoriadores posteriores? De
otra parte,si bienescierto que el historiador debeemprenderla lucha contra el
sentimientoy losprejuicios,¿cómoescaparatodasubjetividad?Peroes que en
esteasuntoel problemaes el mismopara aquellos periodos distanciados que
parael presente.¿No se ha vistoahora,a propósitodel bicentenario de laRe-
E. Morin,Cl. Lefort yC. Castoriadis,Mai 68: la bréche.Reed.Bruxelles,Ed. Complexe,
1988.p. 276.
2 A esterespecto,entantoquelosAnnalesdelos años30 habían estadoatentosal presente,
constantementependientesdeldevenirdelmundo y de lasevolucionesen curso, la indiferencia
hacialo contemporáneocaracterizó los años1950-1970.
‘~ R. Darnton.Berlin Journal1989-1990 NewYork, W.W. Norton,1991,p. 10.
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Cuadernos de Historia Conte,nporónea
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Fran~oisBédarida Definición, métodoyprácticade la Historia del TiempoPresente
volución Francesa,las controversiasy las pasiones florecer enlas interpreta-
ciones de 1789 y de 1793?Y ahora mismo las polémicas sobre Clodoveo,
¿no vienen aconvergercon las desarrolladas sobre Vichy? MarcBloch conta-
ba que siendoun jovenprofesordel Institutode Languedoc sudirector lehabía
advertido: «Aquí el siglo xixno es peligroso. Pero cuando toqueusted las
guerras de religiónseaprudente»...
Segunda objeción para la historiadel tiempo presente: la carencia defuen-
tes —aun cuandofrecuentementese enuncía el argumentoopuestosegúnel
cual la superabundanciaharíaimposible controlarlas . Evidentementees di-
fícil eludir estacuestión. El problema delaaccesibilidadalos documentoses
esencial.Comoes sabido,la tendenciageneralhoyen lamayor parte de lospaí-
seses hacia el recorte de los plazos de aperturade los fondos recientes de los
archivospúblicos,yaseaen Europa oen Américadel Norte.Pero,además,jun-
to a los archivos oficiales existen losarchivosprivados, los recuerdos,testi-
monios, entrevistas, historia oral, medios decomunicación,prensaconcreta-
mente,las múltiplespublicaciones de documentos oficiales o semioficiales. la
llamada«literaturagris>~, los trabajos de los periodistas de investigación, etc.
Antes deconcluir, dada laimposibilidadde la investigación quecarecede
fuentes,es precisoquesean agotadaslas masas de materiales disponibles.
En realidad, la verdadera objeción a ponerala historiadel tiempopresente
sería lade que debe analizar einterpretarun tiempodel cual no conoceni el re-
sultadoconcretoni el final. Henry Pirenne confesaba, porejemplo,que en su
Historia deBélgicael volumenque le habíadadomástrabajoera elúltimo que
trataba de la época contemporánea.En vistade queno debían tenerseen cuen-
ta más queaquellos hechosmásimportantes,es decir, los quehabíanacarreado
grandes consecuencias, ¿cómo determinarcuáleseran? ¿Cómo apreciar elim-
pacto deun acontecimientosi no seconocesu continuación?Pero, a pesar de
todo, lo inacabadoestálejos de constituirun obstáculoabsoluto,comomues-
tran el acierto de numerosas obras dedicadas a lo muycontemporáneo.Y ade-
másde todo esto,¿esque el historiadorno sabequelasconstruccioneshistóri-
cas,por documentadasy bien trabadasque se encuentren,no son sino
construccionesprovisionales?
Lo que,por el contrario, debe ser afirmado comounaexigenciaabsoluta
para todo trabajohistórico, pero más todavía cuandose tratadel tiempopre-
sente porque en él la amenazaes másdirecta,esla independencia científicadel
historiador.La libertades la condiciónsinegua nonde la validez de la obra en
historia. Se sabeaque despeñaderos puedenconduciren los regímenestotali-
tarioslos controlesy las presionesde lo alto: al bloqueo,a la sumisión dela
memoria, a lafalsificacióndel pasado,según la fórmula famosa deOrwell: «el
que controla el pasadocontrolael futuro, el quecontrolael presente controlael
pasado». Perolas amenazas sobre la libertaddel historiadorpueden revestirse
de formasmássutiles,incluso en losregímenesmenosautoritariosy aúnen las
sociedades liberales,tanto si ellas procedendel Estado,comodel mercado ode
la presiónsocial.
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Fran(oisBédarida Definición, métodoyprácticade laHistoria delTiempoPresente
4. HISTORIA Y TESTIMONIO
En historia contemporáneauna parteimportantedel trabajode investigación
se hacecon testigosvivientes.Estoha dadolugar desdehacetreinta añosa un
largo númerode Coloquios,convertidoscasi en liturgias,dondeloshistoriadores
de una partey los testigosde otrahan procedidoconcienzudamentea unacon-
frontaciónentrela investigacióny lamemoria.De ahí hasurgidounaespeciede
juegode roles,hechode solicitacionesy de desconfianzas,buscandolos testigos
la admisióny la legitimación, desvirtuandolaautoridadde loshistoriadores,de
su propia visióndel pasado,mientras loshistoriadoresintentabanhacercom-
prender a lostestigosque, inclusosi su memoriaconstituyeun fuentede hecho
apreciable—y frecuentemente irremplazable—,debe ser sometida a la crítica
clásicadel testimonioy no podría seraceptadasin más,tal cual, comoverdad
histórica.Así es preciso constatar los limitesde estemétodoen el terrenocten-
tífico, aun cuandosigasiendomuy útil seguirrecolectandolos testimonios.
Si sereflexiona sobre la noción detestigo, ladelimitacióndesu territorio y
la definiciónde su estatuto parecenya en principiocomobastanteborrosos.De
hecho,lapalabratestigotienetressentidosdistintos: uno empírico—ehistó-
rico——, otrojurídicoy otro filosófico.
Primersentido:un testigo, actoro espectador, informade lo que havisto u
oído deun acontecimientoo unaacción.De estaexperiencianaceun relatoy es
en ese sentidoen el quese hablade un testigo ocular o deun testigo que ha
oído. Pero, en realidad, el testimoniono es la percepción misma,es un relato,
unanarración que implicaun procesode transferenciadesdeel testigo hasta el
que recibe el testimonio.Un hecho por sísolo no testimonianada.Solo testi-
moniasi es interpretado.
En un segundo sentido, en eljurídico,el testigo que testificaun hechodel
que ha tenido conocimiento directosesitúaen un marcoinstitucional,lajusti-
cIa, y en un lugar, el tribunal.Es, por tanto, actor enun proceso,en un litigio o
en unaprotesta,derivadosde una violacióndel derecho quees la quese tratade
reparar.
En un tercer sentidode naturaleza filosófica y ética, el testigose erigeen
portavozde la verdad.Es esta lafunción que causafrecuentementemásdesa-
cuerdos y respuestas en la confrontacióntestigos/historiadores.Los primeros
afirman con todasinceridadque lo que ellos dicenes la verdad. Nosetrataen
modo alguno deponeren dudaesasinceridad,pero ¿lasinceridadde un testigo
quepresentala debida cautelaes laverdaddeun saber, la de una fe o ambas?
Se ve entonces de quemanerael testimonio puede zambullirse en el universo
de lo sagrado y loabsoluto.Estaesla razón por la que muchas veces lostesti-
gos sontan categóricosy tan violentoshacialos historiadores,aúnsi son, por lo
demás, personajes corteses, amables.
Vayamos máslejos. El testigo no cree solamentedecirla verdad, quiere
transmitirla aotro.Me refiero aquí alo que haescritosutilmenteShoshonaFel-
manapropósito de lapelículaShoah: «Dar testimonio es siempre, implícita-
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Eran~oisBédarida Definición, métodoyprácticade laHistoria del TiempoPresente
mente,comprometersea responderde la verdadHl Testimoniar —delante de
un tribunal o del Tribunal de la Historia ydel Porvenir,testimoniarigualmen-
te delantede un público delectoreso espectadores—es másquedarcuentade
un hecho,un acontecimiento, más quenarrar lo quese ha vivido, lo que hade-
jadounahuella, aquello quese recuerda. La memoriaes convocadaaquía re-
querir al otro, paraconmoveralqueescucha,parallamarle al senode unaco-
munidad[...] Testimoniarno es,pues,solamente,contarsino comprometerse y
comprometer la narracióndelantede losdemás,hacerseresponsable,por lapa-
labra, de la historia o de la verdadde un acontecimiento»4
A partir de aquípuedeestablecerseunatriple constatación.Primero, el
testimoniose inscribeen unared de discursos, en laencrucijadadel aconteci-
miento y de lapalabra.Existepuesuna ligazón entre la realidady el lenguaje.
Después,en materiadetemporalidad,desde el momento en que el testimonio
estécaracterizadopor la contemporaneidad, la distanciatemporal con loshe-
chosreferidoshaceque el testigoserefiera aun pasado.El testigo devieneen-
toncesun testimonianteportadordeun discursoque busca concederun sentido,
es decir, unainterpretación,a loshechosalos queasiste.Tercero,y lo másim-
portante: el testigono describesolamente lo que ha vistoy oído, sino que
queriendo establecerla verdad construyeun discurso portadorde unidad entre
el testimoniode los hechos y el testimonio desentido.
5. RESPONSABILIDAD DEL HISTORIADOR:
HISTORIA Y VERDAD
-Desde-elnacimiento-d& la-disciplina-histórica-se-estableció-unsólidocon-
trato entreel historiadory laverdad.Pero elacentopuesto al díasiguientede la
guerra sobre lasubjetividaddel historiadorbajola influenciade la fenomeno-
logía y delexistencialismoy másrecientementesobre la ficción y ladecons-
trucción bajo la influenciadel posestructuralismoy del posmodemismo,han
contribuidoa relegar aun segundoplano, o incluso a poner en cuestión, este
contratode verdad.
Hoy, ami modo de ver, es capitalreafirmarmuy altoestaexigenciade ver-
dad,particularmenteen materiade historiadel tiempopresente,en la medidaen
quecuandose tratadel pasado reciente, las certezasdel saber están menoses-
tablecidasy lasresponsabilidades vis-a-visde la sociedadestánmásextendidas.
Esto requiere a la vezunagran ambición yun granascetismoen elcaminar.
Como ha escrito pertinentemente Roger Chartier«el historiadortienecomota-
rea darun conocimientoapropiado,controlado,deesapoblaciónde muertos,
personajes, mentalidades,precios,queconstituyesu objeto. Abandonartal
pretensión, quizásdesmesuradapero absolutamentebásica,sería dejar elcam-
‘~ Sh. Felman,«A lágedu témoignage:Shoalide ClaudeLanzmann»in Aasujet de Shoah.
París,Berlin, 1990, pp. 55-56
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Eran~oisBédarida Definición, métodoyprácticade la Historia del TiempoPresente
po libre a todaslas falsificaciones, a todos losfalsarios»l5~ Yo he tenido que
ocuparmeno pocode los falsarios; oigoa los «negacionistas»,los quenieganel
genocidionazi. En este puntoes preciso restaurarla nociónde objetividad y
coincidocon PierreVidal-Naquet cuandosostiene que «en lugar demenos-
preciarlos hechoses precisollegar a sobrepasarlos>~.
Paul Ricoeut ha clarificadoestecomportamientodel historiador de cara al
objetohistórico:«Unaconvicciónrobustaanima aquí alhistoriador—escribe—aunquesehabledel carácterselectivode larecogida,de la conservacióny de la
consultade los documentos,de su ya previa relación conlascuestionesquelue-
go planteael historiador, inclusode las implicaciones ideológicasde todas
estamaniobras; el recurso a los documentos señala unadivisoriaentrehistoria
y ficción, a diferenciade la novela,las construccionesdel historiadorpretenden
ser reconstruccionesdel pasado.A travésdel documentoy por medio de la
pruebadocumental,el historiadorquedasujetoaaquello quefue un día». Y Ri-
coeur concluye con unamagníficaimagen:«hayunadeudaen cuanto alpasa-
do, unadeudade reconocimientohacia losmuertos,que hace de él [elhisto-
riador] un deudorinsolvente»ló.
Acerca deestalínea divisoria entrehistoria y ficción nuestra intransigencia
debe serabsoluta.Sinduda,seremosmuy conscientesdel lugar ocupado por el
mito y la gesta legendaria entodas las formas del conocimientohistórico, sea
ello en lahistoriadelpasadonacional,en historiaobrerao en cualquiervariedad
de historia militante. Pero lo quees capital es mantenerla resistenciade lo
realy no organizar elcampode lahistoria alrededor de laestrategiainterpreta-
tiva del posmodernismoquequerríaquelas cosasse movieranenun mundoan-
terioratodaretórica.Defendamosesteprincipio de basemuy simple: lahistoria
se basa sobre laideade que existe unarealidad exterioren elmundoquees sus-
ceptiblede ser convertidaen inteligible. Tal realidad detenta ungradodeauto-
tiomíaquees la basedel conocimiento delpasado.Estarealidades la quepre-
senta el signo de laalteridad.El historiadorno es un creadorde ilusiones.
En la repúblicadel saber hay tres nociones quees precisomantenercueste
lo quecueste:la exterioridaddelo real, laobjetividad, laverdad.Aún sabiendo
que laobjetividadabsolutanos es inaccesible.Reconociendotambiénqueno se
alcanzan sinoverdadesparciales ylimitadas, no la verdadglobal y absoluta.
Peroes atravésdeesteempeñodeobjetividad,de estaconquistade verdadesli -
mitadas, como hemos de ejercer nuestro oficio dehistoriador.Y he ahí por qué
escogíyo parailustrar la cubiertade laobrasobreLa historiay el oficio de his-
toriador enFrancia, 1945-1995,unabella pinturade Le Brun en el castillode
Vaux-le-Vicomte,en el Salón de las Musas,representandoa Clio flanqueada
por dos figuras alegóricas:laPrudenciay la Fidelidad.
[Traducción deJulio Aróstegui-NievesGarcía]
‘~ Le Monde,ISdemarzo de1993.
‘~ P. Ricocur,Temps er récit, t. III. París, Senil,1985, pp, 203-204.
27 Cuadernos de Historia Contemporáneal998, número 20, 19-27

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