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_Anatomia con Orientacion Clinica (1011)

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de la vagina con el arco tendinoso de la fascia de la pelvis es el paracolpio (fig. 6-13
A). Los paracolpios suspenden la vagina ente los arcos tendinosos, ayudando a la
vagina a sostener el peso del fondo de la vejiga.
FASCIA ENDOPELVIANA: LAXA Y CONDENSADA
En general, el abundante tejido conectivo que queda entre las capas membranosas
parietal y visceral se considera parte de la fascia visceral, aunque diversos autores
opinan que algunas partes son fascia parietal. Probablemente sea más realista
considerar que estos restos de fascia son sólo fascia endopelviana extraperitoneal o
subperitoneal (fig. 6-13 A y C), que se continúa con ambas fascias membranosas,
parietal y visceral. Esta fascia forma una matriz de tejido conectivo o «material de
embalaje» para las vísceras pélvicas (fig. 6-13 B y D). Su densidad y contenido
varían de forma notable. Parte de esta fascia es tejido areolar (adiposo)
extremadamente laxo, que tan sólo alberga algunos pequeños vasos linfáticos y
nutricios. En la disección, o durante una intervención quirúrgica, pueden introducirse
fácilmente los dedos en este tejido laxo, creando espacios reales por disección roma,
por ejemplo, entre el pubis y la vejiga anteriormente, y entre el sacro y el recto
posteriormente. Estos espacios potenciales, que normalmente consisten sólo en una
capa de tejido adiposo laxo, son los espacios retropúbico (o prevesical, que se
extiende posterolateralmente como paravesical) y retrorrectal (o presacro),
respectivamente. La presencia en ellos de tejido conectivo laxo permite acomodar la
expansión de la vejiga urinaria y de la ampolla rectal cuando se llenan.
Aunque los distintos tipos de fascia endopelviana no se diferencian mucho en su
aspecto macroscópico, otras porciones de la fascia endopelviana tienen una
consistencia mucho más fibrosa y contienen abundante colágeno y fibras elásticas
junto a fibras dispersas de músculo liso. A menudo, estas porciones se describen
como «condensaciones fasciales» o «ligamentos» pélvicos. Por ejemplo, si durante la
disección se insertan los dedos de una mano en el espacio retropúbico y los de la otra
en el espacio presacro y se intenta juntarlos a lo largo de la pared lateral de la pelvis,
se comprueba que no se encuentran ni pasan desde un espacio al otro. Los dedos
encontrarán la llamada vaina hipogástrica, una banda gruesa de fascia pélvica
condensada que no es simplemente una barrera física que separa esos dos espacios
potenciales, sino que deja paso sobre todo a todos los vasos y nervios que cruzan
desde la pared lateral de la pelvis hacia las vísceras pélvicas, junto con los uréteres y,
en el hombre, el conducto deferente.
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