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_Anatomia con Orientacion Clinica (1207)

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FIGURA C7-4.
Las fracturas transversas por sobrecarga del tercio inferior de la tibia (fig.
C7-4 B) son habituales en las personas que realizan grandes caminatas antes de
estar preparados para esta actividad. La sobrecarga puede fracturar la cortical
anterior de la tibia. La violencia indirecta aplicada sobre el cuerpo de la tibia
cuando el hueso gira con el pie fijo durante una caída puede producir una fractura
(p. ej., cuando una persona sufre un bloqueo en el rugby).
Además, una torsión importante durante la práctica del esquí puede causar
una fractura en diagonal (fig. C7-4 C) del cuerpo de la tibia, en la unión de los
tercios inferior y medio, así como una fractura de la fíbula. Las fracturas en
diagonal suelen asociarse a un acortamiento del miembro, por el encabalgamiento
de los fragmentos de fractura. Con frecuencia, durante la práctica del esquí se
produce una fractura por una caída hacia delante a gran velocidad, que angula la
pierna sobre la rígida bota de esquí, produciendo una fractura «por encima de la
bota» (fig. C7-4 D y E).
Fracturas que afectan a las láminas epifisarias
El centro de osificación primario del extremo superior de la tibia
aparece poco después del nacimiento, y une el cuerpo de la tibia
durante la adolescencia (generalmente a los 16-18 años). Las fracturas de la tibia
en los niños son más graves cuando afectan a las láminas epifisarias, porque
puede verse afectado el crecimiento normal continuo del hueso. La tuberosidad
de la tibia suele formarse por el crecimiento óseo inferior a partir del centro
epifisario superior, aproximadamente a la edad de 10 años, pero puede aparecer
un centro aparte para la tuberosidad de la tibia aproximadamente a los 12 años.
La rotura de la lámina epifisaria en la tuberosidad de la tibia puede causar
inflamación de esta y dolor crónico recidivante durante la adolescencia
(enfermedad de Osgood-Schlatter), en especial en los deportistas jóvenes (fig.
C7-5).
Fracturas de la fíbula
Las fracturas de la fíbula suelen producirse unos 2-6 cm proximales con
respecto al extremo distal del maléolo lateral, y a menudo se asocian a
fracturas-luxaciones de la articulación talocrural, que se combinan con fracturas
de la tibia (fig. C7-6 B). Cuando una persona resbala y fuerza el pie hacia una
posición invertida exagerada, los ligamentos del tobillo se desgarran, forzando al
talus a inclinarse contra el maléolo lateral, lo que provoca el cizallamiento de este
(fig. C7-6 C).
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