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86 Enfermedad tromboembólica venosa Orientación MIR Tema importante. Las preguntas adoptan con frecuencia la forma de caso clínico, que obliga a conocer bien los aspectos diagnósticos y terapéuticos. 15.1. Concepto La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) representa un espectro de enfermedades que engloban tanto la trombosis venosa profunda (TVP) como el tromboembolismo pulmonar (TEP), que comparten los mismos fac- tores predisponentes. El tromboembolismo pulmonar consiste en el encla- vamiento en la circulación pulmonar de un trombo que se ha formado en alguna parte de la circulación venosa. En un 90-95% de los casos, el trombo proviene de una TVP proximal de miembros inferiores, a menudo asinto- mática. Cuando una TVP proximal no es tratada, ocurre TEP clínicamente significativo en un tercio de los pacientes, mientras que otro tercio tienen embolismo subclínico. En el 70% de los pacientes con TEP se diagnostica una TVP si se emplean métodos sensibles. Otros orígenes de émbolos más infrecuentes son las venas pélvicas, las extremidades superiores y las cavi- dades cardíacas derechas. Se calcula que la ETV afecta a 1/1.000 pacientes, aunque se cree que la inci- dencia real es superior. En España, en el año 2010, se produjeron 22.250 casos de TEP, con una mortalidad del 8,9%. La recidiva es frecuente, tres veces más si el evento inicial fue un TEP comparado con TVP. Es la tercera causa de mortalidad vascular, después de la cardiopatía isquémica y del ictus. 15.2. Factores de riesgo Aunque la ETV puede aparecer en pacientes sin factores de riesgo, normal- mente es posible identificar más de uno. En un registro internacional reciente sólo el 20% de los casos se consideró TEP idiopático -sin factores de riesgo. Los factores de riesgo más frecuentes en el embolismo pulmonar son his- toria de ETV previa, inmovilización, antecedentes de cirugía en los últimos 3 meses, máxima en las 2 primeras semanas (cirugía abdominal, pélvica y fundamentalmente ortopédica mayor), accidente cerebrovascular reciente y neoplasias o tratamiento quimioterápico. Otros factores de riesgo serían obesidad, tabaquismo, anticonceptivos orales (causa más frecuente de ETV en las mujeres en edad fértil) o tratamiento hormonal sustitutivo, emba- razo, viajes en avión de largo recorrido, síndrome antifosfolípido (etiología adquirida más habitual), hiperhomocisteinemia y algunas enfermedades crónicas como policitemia vera, HTA o EPOC (MIR 15-16, 126). Dada la importancia que tienen los factores de riesgo a la hora de decidir la duración de la anticoagulación, actualmente se clasifican según el riesgo de recidiva de la ETV a largo plazo (Tabla 15.1). Riesgo estimado de recurrencia Categoría del factor de riesgo Ejemplos Bajo (< 3% anual) Factores transitorios o reversibles de alto riesgo trombótico Cirugía con anestesia >30 min Reposo en hospital por enfermedad aguda o crónica agudizada > 3 días Traumatismo con fracturas Intermedio (3-8% anual) Factores transitorios o reversibles de bajo riesgo trombótico Cirugía menor (anestesia < 30 min) Reposo en hospital por enfermedad aguda o crónica agudizada < 3 días Estrogenoterapia/anticoncepción Embarazo/puerperio Reposo domiciliario por enfermedad aguda > 3 días Traumatismo de miembros inferiores (sin fractura) con reposo > 3 días Viajes largos en avión Factores de riesgo persistentes no malignos Enfermedad autoinmune activa Enfermedad inflamatoria intestinal Sin factor de riesgo conocido Alto (> 8% anual) Cáncer activo ETV previa sin factor de riesgo conocido Síndrome antifosfolípido Tabla 15.1. Clasificación de factores de riesgo de enfermedad tromboembólica según el riesgo de recurrencia a largo plazo El factor V de Leiden, que condiciona resistencia a la proteína C activada, es el estado de hipercoagulabilidad hereditario más frecuente en el TEP, seguido de las mutaciones del gen de la protrombina; en estado hetero- cigoto estas alteraciones no suponen un aumento significativo del riesgo trombótico. Los factores genéticos sólo justifican una quinta parte de los casos de TEP, y la mayoría de los pacientes con factores genéticos nunca desarrollarán ETV. Está indicada su búsqueda en pacientes que presenten ETV sin factores de riesgo por debajo de los 50 años, sobre todo si existe historia familiar. La trombofilia es un término que se utiliza para las situa- ciones de hipercoagulabilidad, tanto hereditarios como adquiridos -funda- mentalmente el síndrome antifosfolípido-. Ante TEP sin factores de riesgo, o idiopático, también hay que pensar en cáncer oculto. Recuerda ➔ La resistencia a la proteína C activada (factor V de Leiden) es la trombofilia hereditaria más frecuente. 15 87 15. Enfermedad tromboembólica venosa. NM 15.3. Fisiopatología Cuando un trombo migra desde su lugar de formación alcanza la circula- ción pulmonar o, paradójicamente, la circulación sistémica a través de un foramen oval permeable. Aunque los trombos proximales son la causa más frecuente de TEP, los de la pantorrilla, que por su tamaño no suelen pro- vocar TEP significativos, son la causa más habitual de embolia paradójica pues, precisamente debido a su tamaño, es más fácil que atraviesen un pequeño defecto en el tabique interauricular. Los trombos de los miembros superiores son cada vez más frecuentes dado el creciente uso de catéteres venosos centrales para nutrición parenteral o quimioterapia, pero rara vez originan TEP. Durante el episodio agudo, se pueden apreciar las siguientes alteraciones fisiopatológicas: • Alteración del intercambio gaseoso por aumento del espacio muerto fisiológico (aparece una zona que está siendo ventilada, pero no perfundida), por desequilibrio V/Q en el pulmón no obs- truido (recibe más perfusión que ventilación) y por shunt derecha a izquierda, que puede ocurrir a nivel intrapulmonar o intracardiaco, en caso de foramen ovale permeable por aumento de la presión pulmonar. • Hiperventilación alveolar por estímulo reflejo nervioso. • Aumento de la resistencia al flujo aéreo por broncoconstricción de las vías aéreas distales al bronquio del vaso obstruido. • Disminución de la distensibilidad pulmonar por edema, hemorragia o pérdida de surfactante. • Incremento de la resistencia vascular pulmonar por obstrucción vascular o liberación de agentes neurohumorales como la serotonina o el tromboxano A2 por las plaquetas. • Disfunción ventricular derecha. El fracaso ventricular derecho es la causa de muerte más habitual tras un TEP (MIR 10-11, 12). A medida que aumenta la resistencia vascular pulmonar, crece la ten- sión en el ventrículo derecho, que lleva a dilatación y mayor disfun- ción ventricular. La dilatación del ventrículo derecho, por medio del abombamiento del septo interventricular, compromete el llenado ventricular izquierdo con aparición de síntomas de bajo gasto. Ade- más, la tensión sobre el ventrículo derecho puede dificultar el flujo en la arteria coronaria derecha y provocar isquemia o infarto de este ventrículo. Recuerda ➔ El aumento del espacio muerto fisiológico es el evento inicial que provoca finalmente desequilibrio V/Q. 15.4. Diagnóstico El diagnóstico es difícil debido a lo inespecífico de la clínica. El síntoma más frecuente de TVP es el dolor de pantorrilla, y de TEP lo es la disnea, gene- ralmente de inicio brusco con empeoramiento progresivo. Lo primero que se debe hacer es determinar la probabilidad clínica, pues de ello depende la actitud diagnóstica. En la Tabla 15.2 se muestra la escala más utilizada para evaluar la probabilidad clínica. Dada la gravedad del proceso, un grado de sospecha clínica medio o alto basta para indicar tratamiento anticoagu- lante (MIR 17-18, 18; MIR 09-10, 58). Sistema Wells Síntomas o signos de trombosis profunda Diagnóstico alternativo menos probable Frecuencia cardíaca > 100 lpm Cirugía o inmovilización en las 4 semanasprevias Episodio de tromboembolismo pulmonar o trombosis profunda previa Hemoptisis Cáncer 3 3 1,5 1,5 1,5 1 1 0-1 puntos: probabilidad baja 2-6 puntos: probabilidad intermedia ≥ 7 puntos: probabilidad alta Tabla 15.2. Sistema Wells de estimación de probabilidad clínica Clínica La TVP produce dolor en la pantorrilla de inicio insidioso que tiende a empeorar con el tiempo y se acompaña a la exploración de palpación dolo- rosa. La TVP masiva es más fácil de reconocer porque el paciente presenta edema de muslo con palpación dolorosa en la zona inguinal y sobre la vena femoral común. Si todo el miembro está edematoso, el diagnóstico de TVP es improbable y se debe sospechar agudización de síndrome posflebítico. La TVP de miembros superiores puede producir empastamiento de la fosa supraclavicular, aumento de diámetro del miembro o circulación colateral en la región anterior del tórax. El embolismo pulmonar debe considerarse ante la aparición de una disnea generalmente súbita, un síncope o una hipotensión brusca de causas no aclaradas (MIR 16-17, 25; MIR 14-15, 228; MIR 09-10, 9; MIR 09-10, 10). La disnea, en primer lugar, seguida del dolor pleurítico son los síntomas más frecuentes. Los síntomas menos habituales son la hemoptisis, la opre- sión torácica o el broncoespasmo. La taquicardia y la taquipnea son los signos más constantes. Generalmente, la presencia de disnea grave, hipotensión, síncope o cianosis indican un TEP con compromiso hemodinámico, en tanto que el dolor pleurítico, la tos o la hemoptisis sugieren un pequeño embolismo periférico que se acompaña de infarto pulmonar. Recuerda ➔ La disnea, generalmente súbita, es el síntoma de presentación más frecuente en el TEP. Según la gravedad de presentación se distinguen cuatro tipos de TEP con diferente riesgo de mortalidad (Tabla 15.3): • TEP de riesgo alto (mortalidad > 15%). Se presenta con hipotensión o shock. Suelen ser TEP de gran tamaño o difusos. • TEP de riesgo intermedio-alto (mortalidad 3-15%). Sin hipoten- sión ni shock, pero con signos ecocardiográficos de sobrecarga del ventrículo derecho y elevación de marcadores de daño miocárdico (troponina). • TEP de riesgo intermedio-bajo (mortalidad 1-3%). Sin hipotensión ni shock, con máximo de uno de estos datos: signos ecocardiográficos de sobrecarga del ventrículo derecho o elevación de marcadores de daño miocárdico (troponina). • TEP de riesgo bajo (mortalidad < 1%). Con presión arterial normal, escala pronóstica de bajo riesgo (PESI). 88 Manual CTO de Medicina y Cirugía, 12.ª edición El primer paso en la estratificación del riesgo de TEP en la fase aguda es la aplicación de escalas pronósticas validadas, la más uti- lizada es la escala PESI; se ha evaluado una escala PESI simplificada (PESIs) (Tabla 15.4). Los pacientes con puntuaciones de buen pro- nóstico (clase PESI I o II o clase PESIs 0) no precisan evaluaciones adicionales; no obstante, se ha documentado que hasta un tercio de los pacientes con puntuación de buen pronóstico pueden tener disfunción de VD, por lo que la decisión de solicitar ecocardiograma o troponina en estos pacientes debe ser individualizada; si se soli- citan, el ecocardiograma debe ser normal y la troponina negativa para ser considerado un TEP de bajo riesgo. A los pacientes con clase PESI III o superior o PESIs ≥ 1 se les debe solicitar siempre ecocardiograma y troponinas para definir mejor su riesgo. El otro aspecto fundamental en la valoración del riesgo es la situación hemodinámica. La estimación de la probabilidad clínica es el primer eslabón en la aproxi- mación diagnóstica del TEP (Tabla 15.2). El árbol de decisión diagnóstico y la interpretación de diferentes test dependen de ella. Si la probabilidad clí- nica es media o alta se debe iniciar tratamiento anticoagulante sin esperar el resultado de las pruebas diagnósticas. Riesgo de mortalidad precoz Indicador de riesgo Inestabilidad hemodinámica Escalas pronósticas: PESI III-V o PESIs ≥ 1 Disfunción de VD Elevación de troponinas Alto Sí Sí Sí Sí Intermedio- alto No Sí Sí Sí Intermedio- bajo No Sí Una (o ninguna) presente Bajo No No No* No* * Valoración opcional. Si se hace debe ser negativa. Si alguna está presente se clasificará como riesgo intermedio Tabla 15.3. Clasificación de la gravedad del TEP Radiografía simple de tórax Una placa normal o con escasas alteraciones aumenta la sospecha de TEP, aunque lo habitual es que existan anomalías. De éstas, las más frecuentes son elevación del hemidiafragma, atelectasias, anomalías parenquimatosas pulmonares y derrame pleural escaso y serohemático. Otros signos menos habituales son atelectasias laminares, signo de Wes- termack (oligohemia focal que produce una hipertransparencia pulmonar), signo de Palla (dilatación de la arteria lobar inferior derecha) y joroba de Hampton (condensación parenquimatosa triangular de base pleural). Este signo suele asociarse al TEP con infarto y presenta con frecuencia derrame pleural de pequeña cuantía (Figura 15.1). Electrocardiograma Las alteraciones más comunes son la taquicardia sinusal y las anomalías inespecíficas del ST-T de V1 a V4. A veces hay signos de sobrecarga dere- cha, como el patrón “SI, QIII, TIII” (S en la derivación I, Q y T invertida en la III), “p pulmonale”, desviación del eje a la derecha o bloqueo de rama derecha (MIR 19-20. 27). Amputación vascular Atelectasias Signo de Westermark Joroba de Hampton Figura 15.1. Posibles alteraciones radiográficas del TEP Analítica La elevación de marcadores de daño miocárdico (troponinas) aumenta el riesgo de complicaciones y de mortalidad en pacientes con TEP hemodi- námicamente estables. La distensión miocárdica puede elevar el péptido natriurético cerebral (BNP, del inglés brain natriuretic peptide) o el seg- mento N terminal del precursor del BNP (NT-proBNP). En la gasometría existe hipoxemia y aumento del gradiente alveoloarterial de oxígeno, aunque hay pacientes sin antecedentes de patología pulmonar con pO2 y D(A-a)O2 normales. La PaCO2 suele estar baja (hiperventilación refleja), pero puede ser normal e incluso elevarse en el TEP masivo. Recuerda ➔ El gradiente alveoloarterial de O2 está elevado en relación con el desequilibrio V/Q. No obstante, la normalidad del gradiente no descarta el diagnóstico de TEP. Dímero D Su elevación revela la presencia de fibrinólisis endógena, pero no es específico de TEP, pues puede verse aumentado en infarto de miocardio, neumonía, fallo derecho, carcinomas, cirugía, inmovilizaciones… La deter- minación mediante ELISA del dímero D tiene un alto valor predictivo nega- tivo, especialmente al combinar esta prueba con la probabilidad clínica, ya que ante pacientes con baja/intermedia probabilidad se puede descartar TEP cuando está por debajo de 500 ng/ml. No suelen ser muy útiles en pacientes con cáncer, cirugía reciente o embarazo, ya que la mayoría tiene cifras basales por encima de ese valor. También se eleva el valor normal con la edad, de manera que en pacientes mayores de 50 años se reco- mienda multiplicar la edad por 10 para obtener el límite superior de la normalidad. 89 15. Enfermedad tromboembólica venosa. NM Recuerda ➔ En pacientes con probabilidad clínica media/baja, un dímero D ne- gativo (< 500 mg/ml) excluye la ETV. TC espiral con contraste (angio-TC) La TC con contraste (angio-TC) es actualmente la técnica de elección ante la sospecha de TEP (MIR 10-11, 57; MIR 09-10, 10). Con las modernas TC multidetector tiene una sensibilidad mayor del 80% y una especificidad por encima del 90%. Alcanza a visualizar arterias de sexto orden. No se puede realizar si existe insuficiencia renal (aclaramiento de creatinina < 45 ml/ min) o alergia al contraste (MIR 13-14, 122). Ante una TC normal y sos- pecha clínica alta, se deben llevar a cabo otras pruebas de imagen, como eco-Doppler de miembros inferiores o angiografíapulmonar que también visualiza el árbol vascular distal. Otras ventajas de la TC son la valoración del tamaño del ventrículo derecho (valor pronóstico) y la posibilidad de obtener un diagnóstico alternativo (Figura 15.2). Figura 15.2. Angio TC pulmonar romboembolismo pulmonar. Émbolo en la bifurcación de la arteria principal derecha (flecha) Gammagrafía de perfusión pulmonar Es una prueba de segunda línea, indicada en casos en los que no es posible realizar una TC. Una gammagrafía de perfusión normal excluye el diagnós- tico de TEP. Si fuera anormal, habría que combinar el resultado con el de la gammagrafía de ventilación y así determinar la probabilidad gammagráfica de TEP. Una gammagrafía de alta probabilidad diagnóstica es la que pre- senta dos o más defectos de perfusión segmentarios con gammagrafía de ventilación (o radiografía de tórax) normal. El 90% de estas gammagrafías de alta probabilidad presentan TEP, lo que ofrece suficientes garantías para establecer el diagnóstico, especialmente si se combina con una probabili- dad clínica alta. Por desgracia, un número significativo de gammagrafías son interpretadas como de probabilidad intermedia o baja, lo que da como resultado gammagrafías no diagnósticas. Recuerda ➔ Una gammagrafía de perfusión normal descarta TEP; una gam- magrafía de ventilación/perfusión de alta probabilidad, lo confirma. Angiorresonancia magnética Utiliza gadolinio como contraste, que no es nefrotóxico. Puede detectar embo- lias centrales, pero su sensibilidad disminuye en los trombos segmentarios y subsegmentarios. Tiene la ventaja de que puede evaluar el sistema venoso profundo de los miembros inferiores y permite evaluar la función ventricular. Angiografía pulmonar Es la prueba de referencia y puede ser necesaria para el diagnóstico bien cuando hay una alta sospecha clínica, la gammagrafía o la TC helicoidal no son diagnósticas y la ecografía venosa y la ecocardiografía son normales, o bien si la sospecha clínica es baja, pero las otras pruebas indican la posi- bilidad de embolismo. En la actualidad se utiliza poco debido a los buenos resultados de la angio-TC. También se debe realizar en pacientes que se vayan a someter a algún tipo de intervención, como una embolectomía o una trombólisis dirigida por catéter. Se debe observar la interrupción brusca de un vaso, los defectos de llenado en dos proyecciones o un vaso en “cola de rata” (por la organi- zación del coágulo y retracción del mismo) (Figura 15.3). Figura 15.3. Arteriografía de un paciente con TEP bilateral Recuerda ➔ La arteriografía pulmonar es la prueba más sensible y específica para el diagnóstico de TEP. Ecocardiografía Tiene una baja sensibilidad para detectar TEP, pero es muy útil en pacientes con sospecha de TEP hemodinámicamente inestables, en los que se con- sidera en la actualidad la técnica diagnóstica de primera elección; valora la función ventricular derecha e incluso permite visualizar trombos importantes (especialmente mediante ecocardiografía transesofágica); además, ayuda en el diagnóstico diferencial de otros procesos (IAM, taponamiento cardíaco, disección aórtica, disfunción valvular aguda). En un paciente con inestabilidad 90 Manual CTO de Medicina y Cirugía, 12.ª edición hemodinámica, la presencia de un ventrículo derecho ecocardiográficamente normal descarta TEP. La detección de una disfunción ventricular derecha ayuda a estratificar el riesgo y plantear el manejo más adecuado. La hipocine- sia de las paredes libres con movilidad normal del ápex del ventricular derecho (signo de McConnell) es muy sugestivo de TEP. Sin embargo, no está conside- rada una técnica estándar en el diagnóstico del TEP por su baja sensibilidad, ya que la mayoría de los pacientes con TEP tienen una ecocardiografía normal. Ecografía venosa Es la técnica no invasiva de elección en la actualidad para valorar TVP (MIR 13-14, 142), y ha llevado al desuso a la pletismografía y la flebografía iso- tópica. Resulta muy fiable en pacientes sintomáticos ambulatorios con sos- pecha de TVP; en asintomáticos y hospitalizados, sin embargo, la tasa de detección de TVP es mucho más baja. Por ello, un eco-Doppler normal no debe concluir el estudio de TEP, especialmente si el paciente tiene una alta sospecha clínica. El signo más fiable de TVP es la ausencia de compresibilidad de la vena afectada. Aproximadamente el 50% de los pacientes con TEP tiene una TVP en el momento del diagnóstico, de las que sólo la mitad son sintomáticas. La ecografía de miembros inferiores es la prueba diagnóstica de elección de la ETV en el embarazo. Flebografía con contraste Es la técnica más eficaz para detectar TVP, pero es invasiva, incómoda para el paciente y no está exenta de complicaciones. Actualmente ha sido des- plazada por la ecografía venosa de miembros inferiores. Es obligada previa- mente a la interrupción de la vena cava. El manejo integral de estas pruebas se resume en el algoritmo de la Figura 15.4. No existe un consenso estricto sobre el algoritmo óptimo. En general, se suele combinar la probabilidad clínica con pruebas no invasivas, sobre todo dímero D, eco-Doppler o TC espiral, según el resultado de las mismas estará o no justificado concluir con una angiografía pulmonar. En los pacien- tes hemodinámicamente inestables el ecocardiograma debe realizarse de entrada, aunque siempre que sea posible debe confirmarse el diagnóstico con angioTC (Figura 15.5). Estimación de la probabilidad clínica Probabilidad media y baja Probabilidad alta o pacientes ingresados Dímero D Técnicas de imagenAltaNormal Observación No IR o alergia al contraste IR o alergia al contraste Angio-TC Gammagrafía No diagnóstica Ultrasonidos de extremidades Tratar TVP Normal o no diagnóstico Angiografía pulmonar Figura 15.4. Algoritmo diagnóstico de TEP Ecocardiograma a la cabeza del paciente No Sí Investigar diagnóstico alternativo AngioTC disponible y factible Tratamiento Disfunción de VD No Sí AngioTC Positivo Negativo Investigar diagnóstico alternativo Figura 15.5. Algoritmo diagnóstico en sospecha de TEP con inestabilidad hemodinámica Recuerda ➔ En pacientes con sospecha de TEP sin diagnóstico de certeza tras gammagrafía y TC, antes de la arteriografía, HAY QUE MIRAR LAS EXTRE- MIDADES INFERIORES (origen del 90% de los trombos): hacer eco-Doppler. 15.5. Tratamiento El tratamiento primario consiste en la disolución del coágulo, ya sea mediante trombólisis o por medio de embolectomía. La anticoagulación o el filtro de vena cava constituyen más bien una prevención secundaria de un nuevo episodio. El tratamiento anticoagulante constituye el elemento más importante de la terapéutica de la enfermedad tromboembólica venosa. Es similar en el caso de la TVP proximal y el TEP; sin embargo, el de la TVP de las pantorrillas es controvertido, pudiendo optarse por anticoagulación o seguimiento perió- dico con pruebas de imagen, sin necesidad de tratamiento si no progresa y es oligosintomático. Estratificación del riesgo Como se ha comentado al inicio del capítulo, los pacientes de bajo riesgo se identifican con escalas validadas que incluyen sólo variables clínicas y son sencillas de aplicar en la práctica clínica (Tabla 15.3), incluso sin necesidad de determinaciones analíticas o pruebas de imagen, aunque este aspecto no ha sido validado. El tratamiento dependerá del riesgo inicial (Tabla 15.2). • TEP de riesgo alto. El tratamiento inicial es la fibrinolisis sistémica, que sólo se administrará una vez esté confirmado el diagnóstico con al menos una prueba de imagen (Figura 15.5). Hasta la confirmación diagnóstica se administrará HNF en perfusión continua. 91 15. Enfermedad tromboembólica venosa. NM • TEP de riesgo intermedio-alto. El tratamiento de elección consiste en la administración de HNF y vigilancia estrecha, pasando a fibri- nolisis sistémica sólo si aparece inestabilidadhemodinámica. En un estudio en este grupo, la fibrinólisis redujo la proporción de pacientes con inestabilidad hemodinámica, sin modificar la mortalidad, y con una elevada incidencia de complicaciones hemorrágicas graves, por lo que la anticoagulación con HNF es el tratamiento preferido. No se descarta que en pacientes con varios datos de alto riesgo (no ines- tables) y bajo riesgo de sangrado la fibrinólisis no pueda emplearse (MIR 10-11, 11). • TEP de riesgo intermedio-bajo. La anticoagulación sola ofrece bue- nos resultados en este grupo • TEP de riesgo bajo. Como en el grupo anterior el tratamiento de elección es la anticoagulación Escalas pronósticas en pacientes con tromboembolia pulmonar aguda sintomática Variable Puntos Escala PESI Edad 1/año Sexo varón 10 Cáncer 30 Insuficiencia cardíaca 10 Enfermedad pulmonar crónica 10 Frecuencia cardíaca ≥ 110 lpm 20 Presión arterial sistólica < 100 mmHg 30 Frecuencia respiratoria ≥ 30 rpm 20 Temperatura < 36 ºC 20 Estado mental alterado 60 Saturación O2 < 90% 20 Estratificación del riesgo: • Clase I (riesgo muy bajo): < 65 puntos • Clase II (riesgo bajo): 66-85 puntos • Clase III (riesgo intermedio): 86-105 puntos • Clase IV (riesgo alto): 106-125 puntos • Clase V (riesgo muy alto): > 125 puntos Escala PESI simplificada Edad > 80 años 1 Cáncer 1 Enfermedad cardiopulmonar crónica 1 Frecuencia cardíaca ≥ 110 lpm 1 Presión arterial sistólica < 100 mmHg 1 Saturación O2 < 90% 1 Estratificación del riesgo: • Riesgo bajo: 0 puntos • Riesgo alto ≥ 1 punto(s) PESI: pulmonary embolism severity index Tabla 15.4. Estratificación de riesgo (escala PESI) Heparinas La heparina no fraccionada (HNF) acelera la acción de la antitrombina III e inactiva el factor Xa, por lo que previene la formación de un trombo adicional y permite que la fibrinólisis endógena disuelva algo del émbolo. Requiere monitorizar el TTPa, que debe duplicarse. Por lo general, en la enfermedad tromboembólica se administra por infusión continua intrave- nosa. Su acción puede revertirse con sulfato de protamina. Se utilizan fun- damentalmente en el TEP con compromiso hemodinámico o con alto riesgo de inestabilidad hemodinámica, en pacientes con insuficiencia renal grave (aclaramiento de creatinina < 30 ml/min) o en obesidad mórbida La heparina de bajo peso molecular (HBPM) se administra por vía subcu- tánea. Tiene una vida media plasmática más larga, pues interactúa menos con las plaquetas y proteínas. Apenas se une a la antitrombina III y ejerce su efecto fundamentalmente inactivando el factor Xa. Por esto y porque tiene una respuesta más previsible a la dosis, la monitorización del TTPa y el ajuste de dosis no suele ser necesario, salvo en la obesidad, el embarazo o en la insuficiencia renal grave (de hecho, en pacientes con insuficiencia renal grave su uso repetido debe evitarse). En pacientes hemodinámica- mente estables son tan eficaces y seguras como la HNF. Recuerda ➔ Las HBPM no pueden utilizarse en la insuficiencia renal. Recuerda ➔ La heparina es el tratamiento de elección en el TEP estable. Fondaparinux Es un inhibidor selectivo del factor Xa que se administra por vía subcutánea una sola vez al día y no necesita controles de coagulación. Se debe reducir la dosis en la insuficiencia renal. Antivitamina K Inhiben la activación de los factores de coagulación dependientes de la vita- mina K. Los más utilizados son la Warfarina y, en nuestro medio, el aceno- cumarol. Generalmente se administran desde el día siguiente del inicio de la heparina y se mantiene la administración simultánea durante al menos 5 días, hasta conseguir rango terapéutico al menos 2 días consecutivos. De esta forma, también se evita el efecto procoagulante de los antivitamina K en los primeros 2 días por la caída precoz de los niveles de proteína C y S. Su mantenimiento requiere un INR entre 2-3. Anticoagulantes de acción directa Están disponibles nuevos anticoagulantes orales, también llamados anti- coagulantes orales de acción directa, para la prevención y tratamiento de la ETV. El dabigatrán es un inhibidor directo de la trombina; el rivaroxabán, apixabán y edoxabán son inhibidores del factor Xa. Su eficacia es similar al tratamiento clásico y su seguridad mayor, por lo que actualmente son los fármacos de elección en el tratamiento de la ETV sin inestabilidad hemodi- námica. El rivaroxabán y el apixabán no requieren administración simultá- nea de heparina, pero sí dosis más altas en la fase aguda. A. Anticoagulación y embarazo Dada la teratogenia de los dicumarínicos y la falta de datos con los nuevos anticoagulantes orales, las heparinas son de elección en pacientes emba- razadas. Independientemente de la heparina empleada, inmediatamente antes del parto se debe utilizar la heparina no fraccionada y el acenocuma- 92 Manual CTO de Medicina y Cirugía, 12.ª edición rol debe iniciarse tras el parto. El tratamiento del TEP en embarazadas ha de mantenerse al menos 3 meses, incluyendo las 4-6 semanas posteriores al parto. Recuerda ➔ Los anticoagulantes orales están contraindicados en el embarazo. Trombolíticos Se consideran de elección en el TEP de alto riesgo, definido como aquél que provoca inestabilidad hemodinámica (MIR 18-19, 155; MIR 12-13, 95; MIR 11-12, 65). La trombólisis debe realizarse de forma precoz, aunque puede haber respuesta hasta 2 semanas tras el TEP. Su objetivo es la rápida lisis del trombo, acortando la fase de alto riesgo y reduciendo la mortalidad. Se emplean urocinasa, estreptocinasa y activador tisular del plasminógeno (r-TPA), siendo este último el más utilizado. Están contraindicados en la enfermedad intracraneal, en cirugía reciente y en traumatismos (hay con- troversia en la hipertensión arterial). Tratamiento invasivo Se dispone de dos técnicas invasivas: 1. La embolectomía, quirúrgica o por cateterismo, indicada si hay com- promiso hemodinámico grave que no responde a fibrinolíticos o éstos están contraindicados. La tromboendarterectomía está indicada en la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica con clínica grave, por tanto, no se emplea en el tratamiento del TEP en fase aguda. 2. La colocación de filtros en la cava inferior (Figura 15.6). Figura 15.6. Inserción de filtro en la vena cava inferior Las dos indicaciones del filtro de cava inferior ampliamente aceptadas son contraindicaciones o complicaciones de la anticoagulación (Tabla 15.5) en pacientes con ETV y TEP recurrente a pesar de anticoagulación ade- cuada. Otras posibles indicaciones para colocar un filtro de vena cava son la pre- sencia de un gran trombo flotante en la vena cava inferior, la realización simultánea de embolectomía o tromboendarterectomía y la profilaxis en los pacientes con riesgo extremo. Absolutas Relativas Diátesis y procesos hemorrágicos Hipertensión arterial grave Hemorragia y aneurisma intracraneales Embarazo (para anticoagulantes orales, no heparina) Cirugía retiniana, cerebral o de la médula espinal Hipocoagulabilidad congénita o adquirida (p. ej., hepatopatías, malabsorción…) Alcoholismo Deficiencia mental Historia de úlcera péptica o hemorragia digestiva Trombopenia Uso de fármacos que interaccionan con los ACO ACO: anticoagulantes orales Tabla 15.5. Contraindicaciones del tratamiento anticoagulante Los filtros evitan el TEP en la fase aguda, pero a largo plazo aumentan el riesgo de TVP. Siempre que sea posible, los pacientes con un filtro deben permanecer anticoagulados, y el filtro retirado si la contraindicación para anticoagular desaparece. Duración del tratamiento anticoagulante Dependerá de la existencia o no de factores de riesgo, y del riesgo de reci- diva de los mismos (Tabla 15.1). • Pacientes con factor de alto riesgo transitorio o reversible: duración de anticoagulación 3 meses. • Pacientes con ETV recurrente (dos o más episodios no asociados a factor de riesgo transitorio) ocon síndrome antifosfolípido se reco- mienda anticoagulación indefinida. En el caso de síndrome antifosfolí- pido el anticoagulante indicado debe ser un antivitamina K. • En el resto de pacientes (ausencia de factor de riesgo o factor de riesgo intermedio) el tratamiento se debe individualizar. En general la duración debe ser superior a 3 meses, valorando periódicamente el riesgo de sangrado. Se mantendrá la anticoagulación siempre que el riesgo de sangrado sea bajo, y se retirará si es alto. Los anticoagulan- tes de acción directa son más seguros que los antivitamina K, pero no están libres de riesgo. Con rivaroxabán y apixabán se ha demostrado que a partir del 6º mes de tratamiento se puede reducir la dosis a la mitad con la misma eficacia en la prevención secundaria de ETV. Los principales factores de riesgo hemorrágico son edad avanzada (> 75 años), hemorragia previa de causa incierta o no tratable, anemia, insu- ficiencia renal o hepática, tratamiento antiagregante , cáncer activo o historia de ictus. A. Enfermedad tromboembólica y cáncer El tratamiento de la ETV en pacientes oncológicos es complicado, pues el cáncer aumenta tanto el riesgo trombótico como hemorrágico. El trata- miento anticoagulante de elección en pacientes con cáncer es la HBPM durante los primeros 6 meses, y la duración de la anticoagulación se debe extender mientras el cáncer esté activo, lo que en ocasiones significa de por vida. El edoxabán y el rivaroxabán constituyen una alternativa a la HBPM en pacientes con cáncer activo, excepto en los cánceres del tracto digestivo. 93 15. Enfermedad tromboembólica venosa. NM Profilaxis primaria Existen varias opciones: movilización frecuente y precoz de MMII en pacientes encamados, medias de compresión gradual, compresión mecá- nica intermitente, heparina no fraccionada, HBPM, fondaparinux, anticoa- gulantes orales, filtros de la vena cava inferior y la combinación de varios de estos métodos. La profilaxis farmacológica, con o sin medidas mecánicas, se inicia cuando acontece una situación de alto riesgo y se continúa por lo menos durante 5-10 días. En algunos casos se mantiene más tiempo, como en pacientes de avanzada edad o tras cirugía que se sigue de un largo periodo de inmo- vilización (prótesis de cadera o de rodilla). Preguntas MIR ➔ MIR 19-20. 27 ➔ MIR 18-19, 155 ➔ MIR 17-18, 18 ➔ MIR 16-17, 25 ➔ MIR 15-16, 126 ➔ MIR 14-15, 228 ➔ MIR 13-14, 122, 142 ➔ MIR 12-13, 95 ➔ MIR 11-12, 65 ➔ MIR 10-11, 11, 12, 57 ➔ MIR 09-10, 9, 10, 58 ✔ El origen de los trombos es, en el 90% de los casos, el sistema venoso profundo de las extremidades inferiores. El factor de riesgo más fre- cuente es el antecedente de un episodio tromboembólico. ✔ La trombosis venosa profunda cursa de forma asintomática en la mitad de los casos. ✔ La disnea, habitualmente súbita, es el síntoma de presentación más frecuente. ✔ La probabilidad clínica condiciona la actitud diagnóstica. ✔ El dímero D es una prueba sensible pero muy poco específica, por tan- to, con un alto valor predictivo negativo. ✔ La heparina es el tratamiento de elección. Ante una alta sospecha clí- nica se debe iniciar la anticoagulación sin esperar a la confirmación diagnóstica. ✔ En caso de contraindicación absoluta de anticoagulación, el tratamien- to de elección es el filtro de cava. ✔ En caso de TEP masivo con inestabilidad hemodinámica, el tratamiento de elección es la trombólisis. Conceptos Clave
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