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Generalidades de la respuesta inmune

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Elaborada por los profesores de la asignatura 
 
TEMA 1 
PROPIEDADES GENERALES DE LA RESPUESTA INMUNE 
 
Las distintas especies vertebradas, incluyendo al hombre viven en un mundo potencialmente hostil, 
colmado por un número sorprendente de agentes infecciosos de formas, tamaños, composición y 
agresividad variable. Estos agentes infecciosos están constituidos por virus, bacterias, hongos y parásitos; 
se pueden encontrar en nuestra piel, en el aire que respiramos o en los alimentos que ingerimos. Debido a 
que las especies vertebradas están dotadas de un sistema que las defienden de estos agentes infecciosos, 
en la mayoría de los casos no les causan daño. Siempre y cuando este sistema esté funcionando en buenas 
condiciones, el organismo será capaz de evadir muchas enfermedades originadas por estos agentes. A este 
sistema constituido por células, tejidos, moléculas (por ej., los anticuerpos) y mediadores químicos 
(citocinas) se le ha denominado “Sistema inmunitario” y la defensa la hace a través de una serie de 
mecanismos que dan origen a una respuesta colectiva y coordinada frente a sustancias extrañas, conocida 
como “Respuesta inmunitaria”. Por lo tanto, la función fisiológica del sistema inmunitario es la defensa 
frente a microorganismos infecciosos. Sin embargo, hay sustancias extrañas de naturaleza no infecciosa 
(polvo, polen de las flores, entre otros) que también pueden provocar respuestas inmunitarias. Es más, los 
mecanismos que normalmente protegen a las personas de la infección y que eliminan a las sustancias 
extrañas son capaces, en algunas circunstancias, de provocar lesión tisular y enfermedad. Por consiguiente, 
una definición más concreta de la respuesta inmunitaria es la de una reacción a los componentes de los 
microbios, así como a macromoléculas, como proteínas, polisacáridos y pequeñas sustancias químicas, 
que son reconocidas como extrañas, independientemente de la consecuencia fisiológica o patológica de 
tal reacción. Así, se puede imaginar a la Respuesta Inmunitaria como a una moneda que tiene dos caras: 
por una cara la respuesta inmunitaria nos protege de los agentes infecciosos (consecuencia fisiológica), 
mientras que por la otra cara serían las consecuencias patológicas a macromoléculas como en el caso de 
las alergias. En ciertas situaciones, incluso moléculas propias pueden desencadenar respuestas 
inmunitarias (lo que se llama respuestas autoinmunitarias). 
 
En este primer tema, se van a estudiar una serie de conceptos que son fundamentales para poder 
comprender y entender los mecanismos por medio de los cuales se lleva a cabo la Respuesta Inmune y 
uno de los conceptos a estudiar es el de inmunología. 
 
Se puede definir inmunología, como la ciencia que se encarga del estudio de las respuestas inmunitarias, 
así como de los fenómenos celulares y moleculares que suceden después que un individuo se enfrenta con 
microorganismos y con otras macromoléculas ajenas o extrañas (Antígenos, Ags). La inmunología, en su 
forma moderna, es una ciencia experimental, en la que las explicaciones de los fenómenos inmunitarios 
se basan en observaciones experimentales y en las conclusiones extraídas de ellas. 
 
Otro concepto es el de inmunidad que deriva de la palabra latina inmunitas, término que se refiere a la 
protección frente a procesos legales que disfrutaban los senadores romanos mientras permanecían en sus 
cargos. Históricamente, el término inmunidad ha hecho referencia a la protección frente a la enfermedad 
y, de forma más específica, frente a las enfermedades infecciosas. 
Inmunidad Innata y Adaptativa 
 
La defensa contra los microbios está mediada por las reacciones tempranas de la inmunidad innata y las 
respuestas tardías de la inmunidad adaptativa (Figura 1.1). Aunque las respuestas de la inmunidad innata 
y la adquirida muestran diferencias en sus mecanismos de acción, la sinergia entre ambas es esencial para 
una respuesta inmune totalmente efectiva. Se puede definir a la inmunidad innata como la capacidad que 
tienen los individuos para combatir de manera espontánea microorganismos patógenos o potencialmente 
patógenos, con los cuales nunca había estado en contacto. 
 
 
Figura 1.1. Inmunidades innata y adquirida. Los mecanismos de la inmunidad innata proporcionan la defensa inicial contra 
las infecciones. Las respuestas inmunitarias adaptativas aparecen después y consisten en la activación de los linfocitos 
 
La inmunidad innata (también llamada natural) constituye la primera línea de defensa contra los 
microbios. Consta de mecanismos de defensa celulares y bioquímicos que existen antes de la infección y 
que pueden responder con rapidez a ella (actúa en segundos), aunque carece de memoria inmunológica. 
Estos mecanismos reaccionan contra los microbios y con los productos de las células dañadas, y responden 
de una forma prácticamente idéntica a infecciones repetidas. Los principales componentes de la inmunidad 
innata son: 1) barreras físicas y químicas, como los epitelios y las sustancias químicas antimicrobianas 
producidas en las superficies epiteliales; 2) células fagocíticas (neutrófilos, macrófagos), células 
dendríticas y linfocitos citolíticos naturales (células NK); 3) proteínas sanguíneas como los factores del 
sistema del complemento y otros mediadores de la inflamación, y 4) proteínas sanguíneas llamadas 
citocinas que regulan y coordinan muchas de las actividades de las células de la inmunidad innata y 
adaptativa. Los mecanismos de la inmunidad innata no distinguen diferencias ligeras entre 
microorganismos sino que reconocen estructuras que son comunes a grupos de microorganismos 
relacionados. Los mecanismos de la inmunidad innata se activan durante las primeras horas de infección. 
Ahora bien, si los componentes de la inmunidad innata no logran eliminar al microorganismo entra en 
juego los mecanismos de la inmunidad adaptativa. 
Se define a la inmunidad adaptativa o adquirida como aquel tipo de inmunidad que depende del desarrollo 
de mecanismos específicos contra un agente o sustancia extraña (Ag), los cuales aumentan por el contacto 
previo. El sistema inmune reconoce, procesa y emite una respuesta en contra del Ag. Esta es una forma 
de inmunidad que aumenta en magnitud y capacidad defensiva con cada exposición sucesiva a un microbio 
en particular. Debido a que esta forma de inmunidad aparece como respuesta a una infección y se adapta 
a ella, recibe entonces el nombre de inmunidad adaptativa. Esta inmunidad consiste en la activación de 
los linfocitos, después que han tenido contacto con los microorganismos, a través de sus receptores. Hay 
dos tipos de linfocitos: los linfocitos B y los linfocitos T y hay una diferencia importante entre ambos 
linfocitos. El linfocito B tiene la capacidad de unirse directamente al microorganismo completo a través 
de sus receptores, mientras que el linfocito T necesita de una célula que digiera al microorganismo (célula 
presentadora del antígeno), lo divida en trozos muy pequeños y se lo presente en su superficie. Después 
de esta activación los linfocitos tanto B como T proliferan (es decir, se multiplican) y una parte de estas 
células se guardan como células de memoria (en ambos casos) mientras que otra parte de las células dan 
origen a los anticuerpos, en el caso de los linfocitos B y a los linfocitos T efectores. La misión de estas 
dos respuestas es la eliminación del microorganismo. Entonces, aquí aparece otra característica importante 
de la inmunidad adaptativa que es la memoria inmunológica. Esta inmunidad tiene la capacidad de 
recordar si estuvo o no en contacto previo con el microorganismo. Las vacunas que recibimos ponen en 
acción las características del sistema inmunitario adaptativo, como son: la especificidad y la memoria 
inmunológica. A continuación se muestran las diferencias de estos dos tipos de inmunidades en el 
siguiente cuadro (Cuadro 1.1). 
 
Tipos derespuestas inmunitarias adaptativas 
 
Existen dos tipos de respuestas inmunitarias adaptativas, llamadas inmunidad humoral e inmunidad 
celular, en las que intervienen componentes diferentes del sistema inmunitario y que sirven para eliminar 
microorganismos de distinto tipos (Figura 1.2). 
La inmunidad humoral cuenta con unas moléculas presentes en la sangre y en las secreciones mucosas, 
que reciben el nombre de anticuerpos, producidos por las células plasmáticas (no mostradas en la figura), 
una vez que los linfocitos B (también llamados células B) se diferencian en estas células. Los anticuerpos 
reconocen los antígenos microbianos, neutralizan la infecciosidad de los microorganismos y al interactuar 
con ellos, éstos son eliminados por diversos mecanismos efectores. La inmunidad humoral es el principal 
mecanismo de defensa contra los microbios extracelulares y sus toxinas, debido a que los anticuerpos 
segregados pueden unirse a ellos y contribuir a su destrucción. Los propios anticuerpos están 
especializados, y cada tipo diferente puede activar unos mecanismos efectores distintos. Por ejemplo, hay 
algunas clases (IgG) que favorecen la ingestión de los microorganismos por las células fagocíticas. Hay 
otras clases (IgM e IgG) que se fijan a los microorganismos favoreciendo la activación del sistema del 
complemento y por consiguiente su destrucción y hay otras clases (IgG) que pueden ser transportadas a 
través de la placenta para proteger al recién nacido de las infecciones. 
La inmunidad celular está a cargo de los linfocitos T (también llamados células T). Estos linfocitos están 
encargados de eliminar los microbios intracelulares como los virus y algunas bacterias. 
 
Cuadro 1.1. Características de las inmunidades innata y adquirida 
Los microbios intracelulares logran sobrevivir y proliferar en el interior de los fagocitos y de otras células 
del individuo, donde los anticuerpos circulantes no los tienen a su alcance. La defensa contra este tipo de 
infecciones corresponde a la inmunidad celular, que promueve la destrucción de los microorganismos 
residentes en los fagocitos, a través de la producción de citocinas secretadas por los linfocitos T 
cooperadores (parte izquierda de la figura 1.2) o la destrucción de las células infectadas para suprimir los 
reservorios de la infección por medio de los linfocitos T citolìticos o citotóxicos (parte derecha de la figura 
1.2). 
Por otro lado, la inmunidad adquirida también se clasifica en inmunidad activa e inmunidad pasiva (Figura 
1.3). El tipo de inmunidad que se induce por la exposición a un antígeno extraño se denomina inmunidad 
adaptativa activa, porque la persona inmunizada cumple una función activa en la respuesta al antígeno. 
Los linfocitos que no han estado en contacto con un antígeno en concreto reciben el nombre de linfocitos 
vírgenes, lo que quiere decir que carecen de experiencia inmunitaria. En cambio, cuando ya han 
respondido a un antígeno microbiano y se encuentran protegidos frente a cualquier exposición posterior, 
se les califica de inmunes. 
Una persona también puede adquirir la inmunidad mediante el paso de suero o de linfocitos desde otra 
persona inmunizada previamente. El individuo receptor de esta transferencia se vuelve inmune al antígeno 
específico sin haber estado jamás expuesto a él ni haber respondido activamente. Por tanto, esta otra forma 
recibe el nombre de inmunidad adaptativa pasiva. 
La inmunidad adaptativa activa puede ser natural y artificial. En la inmunidad adaptativa natural, el 
individuo sufre la enfermedad en forma clínica o tiene contacto repetido con el agente infeccioso (por ej., 
las personas que sufren la infección o enfermedad con el virus del sarampión, virus de la hepatitis A). La 
inmunidad adaptativa artificial, es causada por la inoculación de microorganismos vivos, muertos o de 
sus extractos antigénicos (es el caso de la vacunas, por ej., vacuna contra la hepatitis B, B.C.G., Bacillus 
de Calmette-Guérin, que es la vacuna contra la tuberculosis). 
 
 
 Innata Adquirida 
CARACTERÍSTICAS 
Especificidad Frente a moléculas compartidas por 
grupos de microorganismos y 
moléculas relacionadas producidas 
por células dañadas 
Para los antígenos microbianos o no 
Diversidad Limitada: codificada en la línea 
germinal 
Muy amplia: los receptores se 
producen por recombinación somática 
de segmentos génicos 
Memoria Ninguna Si 
Falta de reactividad 
frente a lo propio 
Si Si 
COMPONENTES 
Barreras celulares y 
químicas 
Piel, epitelios mucosos; moléculas 
antimicrobianas 
Linfocitos presentes en los epitelios; 
anticuerpos secretados en las 
superficies epiteliales 
Proteínas sanguíneas Complemento Anticuerpos 
Células Fagocitos (neutrófilos, macrófagos), 
linfocitos NK 
Linfocitos B y T 
 
 
Figura 1.2. Tipos de inmunidad adaptativa. En la inmunidad humoral, los linfocitos B se transforman en células plasmáticas 
(no mostradas en la figura) secretoras de anticuerpos que evitan las infecciones y eliminan los microbios extracelulares. En la 
inmunidad celular, los linfocitos T cooperadores secretan citocinas que activan los macrófagos para que estas células maten a 
los microbios fagocitados, y los linfocitos T citolíticos o citotóxicos destruyan directamente a las células infectadas 
 
Por otro lado, la inmunidad adaptiva pasiva puede ser natural y artificial. Un ejemplo de inmunidad 
adaptiva pasiva natural se refiere al paso trasplacentario de anticuerpos de la madre al feto o anticuerpos 
transferidos de la madre al recién nacido a través de la leche y el calostro. La inmunidad adaptiva pasiva 
artificial es proporcionada por la transferencia de anticuerpos de un individuo previamente inmunizado a 
otro individuo que carece de ese tipo de inmunidad. Un ejemplo lo constituye la transferencia de suero 
antiofídico a personas mordidas por serpientes. Otro ejemplo, la transferencia de linfocitos T específicos 
a individuos que carecen de ese tipo de inmunidad. 
 
Características de las respuestas inmunitarias adaptativas 
Todas las respuestas inmunitarias humorales y celulares dirigidas contra antígenos extraños poseen una 
serie de propiedades que reflejan las características de los linfocitos encargados de su producción (Cuadro 
1.2). 
 
Figura 1.3. Inmunidad activa y pasiva. La inmunidad activa se adquiere mediante la respuesta de los linfocitos B y T a un 
microbio o antígeno microbiano, mientras que la inmunidad pasiva se adquiere mediante la transferencia de anticuerpos o 
linfocitos T específicos de un microbio proveniente de un individuo previamente inmunizado contra ese antígeno en particular. 
Ambas formas de inmunidad proporcionan resistencia a la infección y son específicas a antígenos microbianos, pero solo las 
respuestas inmunitarias activas generan memoria inmunológica. Las transferencias celulares pueden hacerse entre un donante 
y un receptor con una constitución génica idéntica (por ej., ratones endogámicos) para evitar el rechazo de las células 
transferidas 
 
Cuadro 1.2. Características principales de las repuestas inmunitarias adaptativas 
Característica Significado funcional 
Especificidad Asegura que la respuesta inmunitaria frente a un microbio (o antígeno no 
microbiano) se dirija a ese microbio (o antígeno) 
Diversidad Capacita al sistema inmunitario para responder a una gran variedad de antígenos 
Memoria Aumenta la capacidad de combatir infecciones repetidas por el mismo microbio 
Amplificación de 
la respuesta 
inmunitaria 
Se activan otros componentes de la respuesta inmunitaria como consecuencia de 
la reacción antígeno/anticuerpo (por ej., la fagocitosis y la activación del sistema 
del complemento) 
Expansión clonal Aumenta el número de linfocitos B y T específicos frente al antígeno capaces de 
controlar los microbiosEspecialización Genera respuestas que son óptimas para la defensa contra diferentes tipos de 
microbios 
Contención y 
homeostasis 
Permite al sistema inmunitario recuperarse de una respuesta de modo que puede 
responder de forma eficaz a los antígenos con los que se encuentre de nuevo 
Falta de reactividad 
frente a lo propio 
Impide dañar al anfitrión durante las respuestas a antígenos extraños 
 
Especifidad y diversidad. Las respuestas inmunitarias adaptativas son específicas frente a los distintos 
antígenos, esto se refiere a la capacidad que tienen las respuestas inmunitarias adaptativas de distinguir 
entre un antígeno y otro (Figura 1.4). De hecho, puede distinguir diversas porciones de un solo complejo 
proteínico, de un polisacárido o de cualquier otra macromolécula (Figura 1.5). Las porciones restringidas 
de tales antígenos que son reconocidos por los receptores de los linfocitos B o por los anticuerpos libres 
se denominan determinantes antigénicos o epítopes. Esta especificidad tan exquisita 
 
Figura1.4. Especificidad. El anticuerpo (respuesta inmunitaria humoral) sabe distinguir entre el antígeno A y el antígeno B 
 
 
 
 
Figura 1.5. Diversidad. Cada anticuerpo es capaz de reconocer porciones restringidas del antígeno. A estas porciones se les 
denomina determinante antigénico o epítope 
 
es debido a que cada linfocito B expresa receptores de membrana capaces de discernir entre diferencias 
sutiles en la estructura de dos epítopes distintos. En las personas sin inmunizar hay clones de linfocitos 
dotados de diversas especificidades, que son capaces de reconocer un antígeno extraño y de responder 
oportunamente. 
El número total de especificidades antigénicas que presentan los linfocitos de una persona es lo que recibe 
el nombre de repertorio linfocítico y éste es elevadísimo. Se calcula que el sistema inmunitario de cada 
individuo es capaz de distinguir entre 107 y 109 determinantes antigénicos diferentes. Esta propiedad que 
caracteriza al repertorio linfocítico de reconocer un número muy elevado de determinantes antigénicos es 
el resultado de la variabilidad de las estructuras de los lugares de unión al antígeno que tiene el linfocito, 
lo que se denomina diversidad. Existen muchos clones distintos de linfocitos que difieren en la estructura 
de sus receptores para el antígeno. La variación de receptores para el antígeno entre los diferentes clones 
de linfocitos B y T es la razón de que se diga que estos receptores muestran una “distribución clonal”. 
Memoria. La exposición del sistema inmunitario a un antígeno extraño favorece su capacidad para 
responder de nuevo a ese mismo antígeno (Figura 1.6). Las respuestas a esta segunda exposición y a 
 
 
 
Figura 1.6. Memoria. Cuando un individuo es vacunado, lo exponen a un antígeno por primera vez (respuesta primaria). 
Durante ese proceso se forman células de memoria. Luego el individuo adquiere la infección naturalmente. La segunda 
respuesta inmunitaria (respuesta secundaria) es cuantitativamente mayor. Ésta se produce en un tiempo menor que la primera 
 
las sucesivas, llamadas respuestas inmunitarias secundarias, suelen ser más rápidas y amplias que la 
primera respuesta inmunitaria a ese antígeno, o primaria, y a menudo son cualitativamente diferentes. La 
memoria inmunitaria se debe a que cada exposición a un antígeno genera células de memoria de vida larga 
específicas frente al antígeno, que son más numerosas que los linfocitos vírgenes específicos que había 
antes de la primera exposición al antígeno. Además, estas células de memoria tienen características 
especiales que las hacen más eficientes en la respuesta y eliminación del antígeno que los linfocitos 
vírgenes que no se habían expuesto al antígeno. Por ejemplo, los linfocitos B de memoria se transforman 
en células plasmáticas secretoras de anticuerpos que se unen a los antígenos con una afinidad superior que 
los producidos en las respuestas inmunitarias primarias, y los linfocitos T de memoria reaccionan de forma 
mucho más rápida y enérgica al estímulo antigénico que los linfocitos T vírgenes. 
Amplificación de la respuesta inmunitaria. Esta es la propiedad que tienen los anticuerpos de unirse a 
los antígenos y tras esa unión pueden generar otras respuestas como la fagocitosis y la activación del 
sistema del complemento (Figura 1.7). 
 
 
 
Figura 1.7. Amplificación de la respuesta inmunitaria. El anticuerpo reconoce específicamente al antígeno. El macrófago 
tiene receptores para el anticuerpo y de esta manera se induce la fagocitosis. Por otro lado, el anticuerpo al unirse al antígeno, 
esto es un estímulo para la activación del sistema del complemento 
 
Expansión clonal. Los linfocitos específicos frente a un antígeno experimentan una considerable 
proliferación tras exponerse a un antígeno. El termino expansión clonal designa un aumento de la cantidad 
de células que expresan receptores idénticos frente al mismo antígeno y, por tanto pertenecen a un clon. 
Especialización. El sistema inmunitario responde de manera distinta y especial a los diversos 
microorganismos, lo que aumenta al máximo la eficacia de los mecanismos de defensa antimicrobiana. 
Por lo tanto, son diferentes las clases de microbios que desencadenan la inmunidad humoral y celular, y 
cada tipo de respuesta inmunitaria protege al individuo contra esa clase concreta de microorganismo, 
incluso en la propia respuesta inmunitaria humoral o celular, puede variar la naturaleza de los anticuerpos 
o de los linfocitos T generados según la clase de microbio. 
Contención y homeostasis. Todas las respuestas inmunitarias normales declinan con el paso del tiempo 
después de su estimulación por el antígeno, con lo que el sistema inmunitario recupera su estado basal de 
reposo, situación llamada homeostasis. Esta contención de las respuestas inmunitarias tiene lugar 
básicamente porque las reacciones desencadenadas por los antígenos sirven para eliminarlos, y esto 
suprime así el estímulo esencial que permite la supervivencia y la activación de los linfocitos. Los 
linfocitos, diferentes a las células de memoria, privados de estos estímulos mueren por apoptosis. 
Falta de reactividad frente a lo propio. Una de las características más destacadas del sistema inmunitario 
normal es su capacidad para reconocer muchos antígenos extraños (ajenos), responder a ellos y eliminarlos 
sin reaccionar contra las sustancias antigénicas del mismo individuo (propias). La insensibilidad 
inmunitaria también se denomina tolerancia. La tolerancia frente a los antígenos propios, o autotolerancia, 
se conserva por diversos mecanismos. Entre ellos están la eliminación de clones de linfocitos que expresan 
receptores específicos para antígenos propios, la inactivación de linfocitos autorreactivos y la supresión 
de estas células por las acciones de otras células (reguladoras). 
 
Componentes celulares del sistema inmunitario adaptativo 
Las principales células del sistema inmunitario adaptativo son los linfocitos B y T, las células 
presentadoras de antígeno y las células efectoras. Los linfocitos B y T son las células que reconocen los 
antígenos extraños de manera específica a través de sus receptores de membrana y responden contra ellos, 
por lo que constituyen los mediadores de la inmunidad humoral y celular. Existen distintas subpoblaciones 
que difieren en la forma de reconocer los antígenos y en sus funciones (Figura 1.8). Los linfocitos B son 
las únicas células capaces de producir anticuerpos, una vez transformados en células plasmáticas. 
Reconocen los antígenos extracelulares (incluso sobre su propia superficie), por lo que actúan como 
mediadores de la inmunidad humoral. Los linfocitos T, las células de la inmunidad celular, reconocen los 
antígenos de los microorganismos intracelulares y sirven para destruir estos microbios o las células 
infectadas. Los linfocitos T no producen moléculas de anticuerpos.Sus receptores del antígeno son 
semejantes a los 
 
 
Figura 1.8. Componentes de sistema inmunitario adaptativo. Los linfocitos B reconocen antígenos solubles y se 
transforman en células plasmáticas secretoras de anticuerpos. Los linfocitos T cooperadores reconocen péptidos antigénicos 
situados en la superficie de las células presentadoras de antígeno asociados a moléculas del complejo principal de 
histocompatibilidad y secretan citocinas, que estimulan diferentes mecanismos de la inmunidad y la inflamación. Los linfocitos 
T citotóxicos reconocen péptidos antigénicos situados en la superficie de la célula infectada asociados a moléculas del complejo 
principal de histocompatibilidad y las destruyen. Los linfocitos T reguladores suprimen e impiden la respuesta inmunitaria (por 
ej., frente a antígenos propios) 
 
receptores de los linfocitos B pero no son iguales. Los linfocitos T presentan una especificidad restringida 
hacia los antígenos; reconocen péptidos derivados de proteínas extrañas que están unidos a proteínas 
propias llamadas moléculas del complejo principal de histocompatibilidad, que se expresan en las 
superficies de otras células (célula presentadora de antígeno). Los linfocitos T constan de subpoblaciones 
con funciones diferentes, entre los cuales las mejor definidas son las de los linfocitos T cooperadores y 
los linfocitos T citotóxicos o citolíticos. En respuesta a un estímulo antigénico, los linfocitos T 
cooperadores secretan proteínas llamadas citocinas, que son responsables de muchas respuestas celulares 
de las inmunidades innata y adquirida, y actúan así como “moléculas mensajeras” del sistema inmunitario. 
Las citocinas secretadas por los linfocitos T cooperadores estimulan la proliferación y diferenciación de 
los propios linfocitos T y linfocitos B, activan otras células como los macrófagos y otros leucocitos. Los 
linfocitos T citolíticos matan a las células que están infectadas, como las células infectadas por virus y 
otros microorganismos intracelulares. Algunos linfocitos T, que se denominan linfocitos T reguladores, 
actúan sobre todo, inhibiendo respuestas inmunitarias. 
 
Fases de la respuesta inmunitaria adaptativa 
Todas las respuestas inmunitarias adaptativas se desarrollan en fases, cada una correspondiente a 
reacciones particulares de los linfocitos (Figura 1.9). Todas las respuestas inmunitarias adaptativas se 
inician cuando se reconocen los antígenos extraños. Esto da como resultado la activación de los linfocitos 
que reconocen específicamente al antígeno y termina con el desarrollo de mecanismos que median la 
función fisiológica de la respuesta, es decir, la eliminación del antígeno. Así, la respuesta inmunitaria 
específica puede dividirse en: 1) Fase de reconocimiento, 2) Fase de activación, 3) Fase efectora y 4) 
Contención u homeostasis. 
 
Fase de reconocimiento 
Como el número de linfocitos vírgenes que son específicos de cualquier antígeno es muy pequeño (del 
orden de 1 por cada 105 o 106 linfocitos) y la cantidad de antígeno disponible también puede serlo, hace 
falta la existencia de unos mecanismos especiales para captar los microbios, concentrarlos en el lugar 
correcto y exponer sus antígenos a los linfocitos específicos. 
Las células dendríticas son las células presentadoras de antígeno (CPA) que muestran los péptidos 
microbianos a los linfocitos T CD4+ (linfocitos T cooperadores) y CD8+ (linfocitos T citotòxicos o 
citolìticos) vírgenes y ponen en marcha las respuestas inmunitarias adaptativas contra los antígenos 
proteínicos. Las células que se encuentran situadas en los epitelios y los tejidos conjuntivos atrapan los 
microorganismos, digieren sus proteínas en péptidos y los expresan en su superficie unidos a las moléculas 
del complejo principal de histocompatibilidad (CPH), que están especializadas en la presentación de 
péptidos. Las células dendríticas transportan su cargamento antigénico hasta los ganglios linfáticos de 
drenaje y fijan su residencia en las mismas regiones ganglionares por las que constantemente recirculan 
los linfocitos T vírgenes. Las células dendríticas también se encargan de exhibir en otros tejidos linfáticos 
los péptidos de los microbios que penetran, como en el bazo. 
 
 
 
Figura 1.9. Fases de las respuestas inmunitarias adaptativas. Las respuestas inmunitarias adaptativas constan de varias 
fases, y las tres primeras son el reconocimiento del antígeno, la activación de los linfocitos y la eliminación del antígeno (fase 
efectora). La respuesta se atenúa (decae) cuando los linfocitos estimulados por el antígeno mueren por apoptosis, lo que 
restablece la homeostasis, y las que hayan sobrevivido entre las células específicas de los antígenos son las responsables de la 
memoria 
 
Los microorganismos íntegros o los antígenos microbianos que llegan a los ganglios linfáticos y al bazo 
son reconocidos por linfocitos B específicos en su forma sin procesar (natural). 
 
Fase de activación 
La activación de linfocitos T vírgenes requiere el reconocimiento de complejos péptido-CPH presentados 
en las células dendríticas. La naturaleza del antígeno que activa los linfocitos T (es decir, péptidos unidos 
a moléculas del CPH) asegura que estos linfocitos puedan interactuar solo con otras células (porque las 
moléculas del CPH son proteínas de superficie) y no con el antígeno libre. Esta característica es necesaria, 
porque todas las funciones de los linfocitos T dependen de sus interacciones físicas con otras células. 
Los linfocitos B usan sus receptores para el antígeno (moléculas de anticuerpos unidas a la membrana) 
para reconocer antígenos de tipos químicos muy diferentes. La unión del antígeno a sus receptores y otras 
señales inducen la proliferación y diferenciación del linfocito. 
 
Fase efectora 
Los linfocitos T CD4+ cooperadores activados proliferan y se diferencian en células efectoras, cuyas 
funciones están mediadas en gran medida por las citocinas secretadas. Una de las primeras respuestas de 
los linfocitos T CD4+ cooperadores es la secreción de una citocina llamada interleuquina 2 (IL-2). La IL-
2 es un factor de crecimiento que actúa sobre los linfocitos activados por el antígeno y estimula su 
proliferación (expansión clonal). Parte de la progenie se diferencia en células efectoras que pueden 
secretar diferentes grupos de citocinas y así realizar diferentes funciones. 
Los linfocitos CD8+ activados proliferan y se diferencian en linfocitos T citolíticos (LTC) que matan a 
células que albergan microbios en su citoplasma. Al destruir a las células infectadas, los LTC eliminan los 
reservorios de la infección. 
Al activarse, los linfocitos B proliferan y se diferencian en células plasmáticas que secretan diferentes 
clases de anticuerpos con distintas funciones. 
 
Contención u homeostasis 
Una respuesta inmunitaria eficaz elimina los microbios que iniciaron la respuesta. A esto le sigue la fase 
de contención, en la que los clones expandidos de linfocitos mueren y se restaura la homeostasis. 
La activación inicial de los linfocitos genera células memoria longeva, que pueden sobrevivir durante años 
después de la infección. Las células de memoria combaten mejor los microbios que los linfocitos vírgenes, 
porque las células de memoria representan una reserva expandida de linfocitos específicos frente al 
antígeno (más numerosa que los linfocitos vírgenes específicos frente al antígeno) y las células de 
memoria responden con mayor rapidez y eficacia contra el antígeno que las células vírgenes. 
 
Hipótesis de selección clonal 
Hay linfocitos específicos frente a un gran número de antígenos antes de exponerse al antígeno y, cuando 
un antígeno entra, selecciona las células específicas y las activa (Figura 1.10). Este concepto fundamental 
se denomina hipótesis de selección clonal. La indicó por primera vez Niels Jerne en 1955 y fue enunciada 
de forma más clara por Macfarlane Burneten 1957, como una hipótesis que explica cómo puede responder 
el sistema inmunitario a un gran número y variedad de antígenos. Según esta hipótesis, se desarrollan 
clones de linfocitos específicos frente al antígeno antes de exponerse al antígeno e independientemente de 
él. Un “clon” se refiere a un linfocito de una especificidad y su progenie. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 1.10. Hipótesis de selección clonal. Cada antígeno (X) selecciona un clon preexistente de linfocitos específicos y 
estimula su proliferación y diferenciación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
15 
Elaborada por los profesores de la asignatura 
 
Glosario 
 
Antìgeno: Microorganismos u otras 
macromoléculas ajenas o extrañas a un individuo 
Anticuerpo: Molécula de origen proteico que se 
forma después que un antígeno tiene contacto 
con un individuo dotado de un sistema 
inmunitario. En el humano hay cinco clases de 
anticuerpos: IgA, IgG, IgM, IgD e IgE 
Citocina: Molécula de origen proteico que actúa 
como mensajero químico entre una célula y otra 
Sistema del complemento: Proteínas 
sanguíneas que se activan enzimáticamente tras 
estímulos originando el complejo de ataque de 
membrana en la superficie de los 
microorganismos creando poros o huecos por 
donde entra agua ocasionando la muerte del 
agente infeccioso 
Microbio extracelular: Tipo de 
microorganismo que puede multiplicarse fuera 
de las células de los tejidos y en varios espacios 
tisulares como las vías aéreas y la luz intestinal 
Microbio intracelular: Tipo de microorganismo 
que tiene la capacidad de sobrevivir y 
multiplicarse en el interior de los fagocitos. Son 
poco tóxicos y las células infectadas sobreviven 
Vacuna: Preparado artificial de antígenos 
derivados de patógenos, pero sin capacidad de 
infectarnos. Al exponerse a cada vacuna, que se 
parece al patógeno del que nos quiere proteger, 
se producen anticuerpos que impedirán en el 
futuro que el patógeno de verdad pueda 
infectarnos 
Toxina: Producto tóxico secretado por los 
patógenos que nos causan enfermedad 
Microbios extracelulares: Microorganismos 
que pueden multiplicarse fuera de las células, 
como por ejemplo en los tejidos 
 
Microbios intracelulares: Microorganismos 
que únicamente se multiplican dentro de las 
células, utilizando las organelas de la célula 
anfitriona, como por ejemplo los virus 
Célula presentadora de antígeno: Célula 
encargada de ingerir y dividir el antígeno en 
fragmentos pequeños para mostrarlos en su 
superficie asociados a moléculas del complejo 
mayor de histocompatibilidad a los linfocitos T 
Apoptosis: Es una forma de muerte celular 
programada (fisiológica) en la que el núcleo sufre 
un proceso de condensación y fragmentación, se 
produce la formación de vesículas y ampollas en 
la membrana plasmática que lleva a la fagocitosis 
de los fragmentos celulares sin inducir ninguna 
respuesta inflamatoria. Este proceso contrasta 
con el de necrosis, un tipo de muerte celular en 
el que las membranas nuclear y plasmática se 
rompen y el contenido celular a menudo sale al 
exterior, induciendo una reacción inflamatoria 
local

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