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La contaminación lumínica Una de las alteraciones del medio ambiente que crece más rápidamente son los niveles de iluminación en el medio nocturno provocado por la luz artificial. La contaminación lumínica, cuya manifestación más evidente es el aumento del brillo del cielo nocturno por reflexión y difusión de la luz en los gases y partículas del aire, provoca numerosos y perjudiciales efectos económicos, sociales, sanitarios, culturales y medioambientales de gran trascendencia: tales como el aumento del gasto energético y económico de forma superflua por parte de los municipìos, intrusión lumínica en los hogares, encandilamiento y alteraciones de la salud, inseguridad vial, daño a los ecosistemas nocturnos y degradación del cielo nocturno. Sin embargo, el problema de la contaminación lumínica no es la consecuencia inevitable del alumbrado público, logro incuestionable y necesario, ya que es posible darle solución iluminando de forma adecuada y eficiente, al evitar la emisión de luz directa a la atmósfera y emplear la cantidad de luz estrictamente necesaria, dirigiéndola allí donde necesitamos ver: hacia el suelo. El esfuerzo en busca de la eficiencia energética y la disminución de los gastos de electricidad, que recargan las redes de distribución, en época de escasez energética, pasa necesariamente por reducir y racionalizar el exceso de iluminación callejera, como ya se ha hecho en la Municipalidad de Las Condes, en Santiago. Este ahorro, permitirá reorientar recursos económicos hacia la educación y la salud, mejorando la calidad de vida de los vecinos y reduciendo la delincuencia de una forma más eficiente y permanente. El gasto innecesario de electricidad para iluminar calles y plazas a toda potencia en momentos en que nadie las utiliza, o monumentos y carteles publicitarios en horas donde nadie los observa, es un insulto ante la gravedad de los problemas que trae el calentamiento global a la humanidad y de los esfuerzos que se hacen para disminuir las emisiones de gases de invernadero. En Chile el 60% de la electricidad es generada por plantas termoeléctricas que funcionan quemando diesel o carbón, por lo que generan grandes cantidades de gases de invernadero y otros contaminantes. Un dramático efecto de la contaminación luminosa es la imposibilidad de observar los astros, salvo los más brillantes, ya que son opacados por la atmósfera iluminada por las luces artificiales de las ciudades. Esto está privando a varias generaciones de disfrutar y conocer el firmamento, quitando a los habitantes de las ciudades la posibilidad de contemplar el universo.
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