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Psicologia cognitiva y educaci6n Angel Riviere Universidad Aut6noma de Madn"d. Conferencia pronunciada en el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Madn·d. La educaci6n es una de las areas mas afectadas, al me nos en nuestro pats, de escasez de medios para investigar por un lado, y de incomunicaci6n a la hora de la practica con los avances que la ciencia y mas concretamente la ciencia psicol6gica puede ofrecerle, por otro. Este articulo es un valioso intento de aproximaci6n de la investigaci6n experimental en psicologia cognitiva ala situaci6n concreta del educador. In ten to que solo podra verse coronado por el exito si nose ponen trabas legales ala incorporaci6n de la psicologia al medio educativo. Cuando un profesor ensefia a sus alumnos a sumar fracciones, les pide que comenten un texto literario o trata de hacerles entender los condicionamientos socio-pollticos de Ia segunda guerra carlista, esta poniendo en juego procesos de elaboraci6n, codificaci6n, almacena- miento, organizaci6n y representaci6n de Ia informacion o recurriendo a funciones de decodificaci6n, recuperaci6n o generaci6n de informa- 6 cion nueva. Todas estas palabras -«codifica,cion~. «elaboracion~. «al- macenarniento~ ... etc:- pertenecen al tipo de terminologia que se utiliza en el paradigma que ha dominado los ultimos aiios de de- sarrollo de Ia psicologia cientifica: el paradigma o «enfoque cognitivo~. Podemos decir que Ia psicologia cognitiva es Ia parte de Ia psicologia teorico-experimental que se preocupa por los procesos de conocimien- to, las estrategias, planes o procedimientos efectivos con que se organi- zan dichos procesos, las formas ( o codigos) con arreglo a los cuales se representa Ia informacion y (en el caso de los investigadores de Ia Es- cuela de Ginebra) las estructuras de operaciones que posibilitan las funciones intelectuales de los sujetos. Naturalmente, los profesores ya saben estas cosas. Saben que al enseiiar a sumac, al pedir un comentario de texto, o al explicar un pro- ceso historico estan recurriendo a las funciones intelectuales de sus alumnos, a sus esquemas y procesos de memoria, a sus representa- ciones analiticas (como ellenguaje y el algebra) 0 analogicas (como en los dibujos y mapas). Sin embargo, intuyen solo vagamente que nivel estructural especifico (que competencia) estan exigiendo a sus alum- nos, cuales son las formas mas convenientes de representar el conoci- miento que quieren transmitirles, como actiian de forma precisa los procesos de conocimiento que intervienen en esa transmisi6n. Es de- cir, suelen saber que hay unas funciones mentales que actiian, pero no especifican como lo hacen. Ese desconocimiento de esas funciones «mentales~ («mentales~ es una palabra que ha dejado de avergonzar a los psicologos) que inter- vienen en los .procesos educativos es, quiza, una de las causas que mantienen al mundo de Ia educacion en un nivel mas cercano cal em- pirismo o Ia, tradicion~ (Piaget, 1965, p. 50) a Ia EfJ!ltlpla de que habla Aristoteles (es decir a un «saber~ encerrado en los limites del ha- bito y Ia familiaridad, que a Ia TtXV'l, Ia tecnica ya transmisible y orga- nizada en procedimientos. En definitiva, siguen vigentes las palabras de Piaget, en 1965, cuando deda: «Se hace mas inquietante cada dia el problema de comprender por que poseemos una medicina cientifica ... mientras que los ministerios de Educacion ( ... )no pueden, como los de Sanidad, recurrir a una disciplina imparcial y objetiva cuya autori- dad impondria los principios y datos de hecho, quedando entonces los problemas reducidos a determinar las aplicaciones. En una palabra, los ministerios de Sanidad no se inmiscuyen en el dominio del conoci- miento medico, porque existe una ciencia de Ia medicina cuyas inves- tigaciones son a Ia vez autonomas y ampliamente fomentadas por el Estado; por el contrario, los educadores publicos son funcionarios de- pendientes de un ministerio que decide tanto sobre los principios co- mo sobre sus aplicaciones, al no tener Ia posibilidad de apoyarse en una ciencia de Ia educacion suficientemente elaborada como para res- ponder a las innumerables cuestiones que se plantean cada dia y cuya solucion es abandonada al empirismo o a Ia tradicion» (op. cit. p.p. 10-11). Los quince aiios transcurridos desde este comentario no han modificado Ia gravedad del diagnostico. Y es que, en defmitiva, Ia constitucion de cuna ciencia de Ia educacion suficientemente elabora- 7 da» (como dice Piaget) ode una «teorla de Ia instrucci6n», en palabras de Bruner, exige como requisito previo una ciencia tam bien elaborada de los procesos de conocimiento, de su evoluci6n en los seres humanos y de las caracterlsticas de su transmisi6n. En otras palabras, para Ia constituci6n de una pedagogla cientifica es un requisito necesario -pero no suficiente- Ia constituci6n de una psicologla cientifica. Y el educador que sabe como sumac fracciones, comentar un texto litera- rio o explicar Ia guerra carlista deberta poder contar con un conoci- miento mas preciso de los procesos que intervienen en estas tareas y de Ia competencia estructural necesaria para realizarlas, porque ello le ayudarla a ensefiarlas mejor, programar sus objetivos de una forma mas realista y utilizar procedimientos mas eficaces y acordes con el pensamiento natural de los sujetos a los que se dirige. Sin embargo, el modelo de Ia «psicologla cientlfica» con que suelen contar los profesores, el que ha traspasado las paredes de los laborato- rios para tener alguna incidencia (no mucha) en las situaciones escola- res reales, es el modelo conductista: nociones sobre los efectos del re- forzamiento y el castigo, Ia necesidad de una programaci6n milimetra- da de objetivos educativo-conductuales definidos en terminos de «res- puestas», Ia «ensefianza programada» y las «maquinas de ensefiar», Ia importancia de Ia motivaci6n en el aprendizaje. Estas cosas y algunas imagenes de magnetofones, aparatos de diapositivas y medios audiovi- suales en general, suelen ser las que nos vienen a Ia cabeza a los profe- sores cuando nos hablan de «tecnologla educativa» y de Ia posibilidad de una «educaci6n cientlfica», de pasar de Ia £jln£lpla a Ia T£XVtl, de Ia experiencia intransmisible a Ia tecnica objetiva. Dios me libre de oponerme al magnetof6n, el refuerzo o Ia progra- maci6n cuidadosa de los objetivos didacticos. Hay que decir ante todo que, como sefiala Fernham Diggory (1976), lo menos que podemos decir de los modelos conductistas es que funcionan. El problema esta en que los modelos psicol6gicos del sujeto que aprende, y del propio proceso de aprendizaje, que se enraizan en los enfoques conductistas han sido, en general, de aplicabilidad limitada a las situaciones escola- res. Descritos de una forma muy sucinta e impresionista (y sin hacer justicia a sus complejidades, que no son asunto de este momento), es- tos enfoques se han caracterizado por: (1) el intento de reducir los aprendizajes simb6licos a aprendizajes simples (y en general, mas concretamente, a procesos de condicionamjento), (2) el fundamento en una concepcion asociativa, molecular y un tanto pasiva del sujeto que conoce, (3) Ia indefinici6n de Ia estructura del organismo que aprende, lo que impedir1a poner 11mites a su maleabilidad. Es decir: 11mites a su competencia de aprendizaje en unas condiciones defini- das, (4) Ia reducci6n de los objetivos del aprendizaje a respuestas, (5) el control motivacional riguroso y externo a traves de reforzadores no epistemicos (es decir: ajenos al propio proceso de conocimiento). Pro- bablemente, esta caracterizaci6n describe mas que nada el modelo Skinneriano en sus textos clasicos, fundamentado en el esquema te6ri- co-filos6fico delconductismo radical yen los datos emp1ricos del anali- sis experimental de Ia conducta. Nos referimos a el porque ha sido el 8 mas influyente en los ambientes escolares y el que mas se ha plasmado en prescripciones educativasconcretas. Desde el punto de vista del conductismo radical, los terminos cela- boracion~. «codificacion», calmacenamiento», «comprension», etc. a que nos refer'iamos al principio admiten una redefinicion en terminos de la relacion funcional entre las contingencias ambientales y las res- puestas del organismo que aprende: cpodemos definir los terminos co- mo "informacion", "conocirniento" y "capacidad verbal" por refe- rencia a la conducta a partir de la cual inferimos su presencia. Pode- mos ensenar Ia conducta directamente. En vez de «transmitir la infor- macion del alumno», podemos simplemente establecer la conducta que se toma como signo de que posee dicha informacion• (Skinner, 1964, p. 49). Desde luego, no tendrla mucho sentido seguir utilizan- do los terminos cmentalistas~ -en muchos casos- de la psicolog1a cognitiva, si estos admitiesen sin mas una reduccion a las variables mas precisas y directamente operables y observables dellaboratorio de ana- lisis experimental de la conducta. En este caso, el sano empirismo del sentido comun nos aconsejar1a echar mano de la navaja de Ockham y prescindir de los supuestos procesos de elaboracion, codificacion, al- macenamiento, organizacion y representacion de la informacion y de las estructuras, representaciones, codigos, estrategias, planes y demas «pajaritos de la mente», que no harlan mas que embrollar las cosas, mantenernos en la artesan1a educativa mas pedestre e impedir un control real y eficaz de las situaciones de aprendizaje. El problema esta en si no estaremos utilizando la navaja de Ockham para cortar cabezas, al prescindir de todo lo que pasa por elias. Los «procesos mentales• de que hablan los psicologos cognitivos estan ahl, y no parecen admitir una traduccion puntual a los terminos del analisis experimental de la conducta. Esto se demuestra, con bas- tame claridad, por ejemplo, en la cr'itica chomskiana al intento de Skinner de traducir -en Verbal Behavior-los fenomenos de signifi- cado a las variables dellaboratorio con que se estudia la conducta ope- rante. A. Newell, uno de los creadores de la psicolog1a cognitiva de enfoque procesual, dira mejor que yolo que estoy tratando de expre- sar: «Si una persona sabe multiplicar ipor que vamos a querer pregun- tarnos por los procesos que le permiten hacerlo? ... yo dir'ia que lara- zon por la que uno busca los mecanismos que subyacen a una regulari- dad es que normalmente esos mecanismos estan ahl, esperando a que uno los encuentre, y cuando los encuentra proporcionan, normalmen- te una teor'ia de generalidad muy vasta ... se puede encontrar un meca- nismo para producir la luz de las estrellas y de la fotosmtesis ... y uno puede esperar encontrar un mecanismo que permita al organismo se- guir reglas aprendidas complejas ... los mecanismos psicologicos estan ahl, son un reto para nosotros. Si somos lo suficientemente ingeniosos, nos brindaran sus secretos ... Creer que deber1amos quedarnos sin mas con las descripciones de las regularidades (conductuales) y evitar ver en elias el procesamiento que las produce, me parece casi un error de bul- to~ (1967, pp. 250-252). Noes este el momento, desde luego, de discutir en profundidad 9 las razones epistemologicas y de estrategia cientffica que han llevado al grueso de Ia psicolog'ia cientffica, en los ultimos afios, a pasar de cmo- delos de Ia caja negra» a «modelos de Ia caja trasliicida», que tratan de reconstruir Ia «maquinaria mental» (en terminos de procesos, procedi- mientos, estructuras, ... etc. que intervienen en las funciones cognosci- tivas de los sujetos), lo importante es que estos mismos enfoques han conducido a una concepcion, muy diferente de Ia asociacionista clasi- ca, del sujeto que conoce o aprende, concebido ahara como elaborador activo de Ia informacion, con arreglo a estrategias que van mas alia de los mecanismos asociativos, y configurando dicha informacion en representaciones simbolicas producidas par procesos cuyos l'imites establecer'ian Ia «competencia estructural» de los sujetos. Desde este punta de vista, «saber» noes adquirir respuestas, sino manejar un me- canismo activo de construccion de nociones o proposiciones significati- vas y asimilar estas a los propios esquemas de transformacion. Creo que, en un sentido am plio, Ia mayor parte de los psicologos experi- mentales de conocimiento estar'ian de acuerdo con el fonda de estas afirmaciones, aunque se hayan formulado aqu'i en un lenguaje piage- tiano. Pero hay que reconocer que Ia afirmacion de que el sujeto que co- noce no es un receptor pasivo de Ia informacion del media, sino un «elaborador activo» ... etc. etc. no le sirve de casi nada al educador sino se acompafia de propuestas o prescripciones mas especfficas y cercanas a Ia situacion en que se encuentra. El profesor dira, con toda razon: «Sl, ya se que mis aJumnos elaboran activamente el conocimiento, que tengo que enseiiarles a manejar un mecanismo activo de construccion de nociones, que deben asimilar estas a sus propios esquemas. Pero ~como lo hago? ~Como especificar mis objetivos? ~Que tengo que ha- cer para evitar los fracasos ?» Cuando hablamos de un sujeto activo, que elabora, construye ... etc. utilizamos «palabras grandes» pero muy lejanas a las situaciones reales en que se encuentran nuestros nifios y nuestros profesores. Se plantea pues, de nuevo, el problema de Ia lejan'ia entre elmo- delo del sujeto epistemico de Ia psicolog'ia experimental del conoci- miendo y el nino «recipiente» que predomina en las situaciones escola- res, de Ia distancia entre Ia psicolog'ia cognitiva y el mundo de Ia edu- cacion real. Las razones de esta distancia entre Ia psicolog'ia cognitiva y el mundo de Ia educacion son muy complejas y, para no alargarme, me limitare a seiialar algunas sin muchos comentarios: 1) Ia «falta de validez ecologica» de muchas de las investigaciones de Ia psicolog'ia cognitiva, mas centradas en tareas muy artificiales de laboratorio que en actividades semejantes a las que se realizan en las aulas. En este as- pecto, hay que senalar que en el per'iodo de constitucion de este nuevo paradigma en psicolog'ia Ia preocupacion de los investigadores ha sido mas justificar el caracter cientffico de sus modelos que referirlos a si- tuaciones reales; 2) Ia «relativa novedad» -veinticinco afios aproxima- damente- del enfoque cognitivo. Sus modelos no han trascendido, par lo general, mas alia de los laboratorios de investigacion del conoci- miento; 3) Ia relativa complejidad de estos modelos con respect a a los 10 enfoques reduccionistas anteriores. No ya entre los educadores, sino incluso entre los psicologos, es raro encontrar un conocimiento agil y preciso dellenguaje estructural de la escuela de Ginebra o del proce- sual de los diagramas de flujo, sistemas de producciones, etc.; 4) el descuido, por parte de los enfoques predominantes en el estudio expe- rimental de conocimiento, de la matriz social en que se insertan muchas funciones de conocimiento y, en concreto, las que sedan en situaciones educativas reales. Este descuido es caracter1stico del enfo- que procesual dominante en el mundo anglosajon y, en parte, del en- foque estructural de Ginebra, pero no de los seguidores de Vygotski en la Union Sovietica -Luria, Leontiev, Elkonin, Galperin ... etc.- que han permanecido mas cercanos a las situaciones y aplicaciones educativas; 5) la neu tralidad de la psicologia cognitiva con respecto a temas relacionados con la motivacion, que tienen evidente incidencia en el mundo escolar; 6) el caracter extremadamente nomotetico de la mayor parte de la investigacion cognitiva que reconstruye cmecanis- mos comunes» a todos los sujetos, estructuras o procesos generales, y as! no ha podido tener en cuenta suficientemente las diferencias indi- viduales que tambien intervienen en el aprendizaje escolar; 7) la falta de generalidad de muchos enfoques procesuales -que tienden a ser modelos muy concretos de una sola tarea- o la falta deespecificidad de los enfoques estructurales clasicos, que son modelos poco concretos, capaces de explicar muchas tareas; 8) la imposibilidad de extrapolar sin mas los datos de laboratorio a las situaciones educativas reales; 9) la poca aplicabilidad del grueso de las investigaciones cognitivas a la di- dactica de actividades con un componente heurlstico muy grande y dificilmente especificables en cprocedimientos efectivos» -en el senti- do de computables- como muchas de las que se realizan en clase de lengua, historia, etc. v.s. la mayor aplicabilidad ala ensefianza de la f1sica y las matematicas y 10) la propia pluralidad de enfoques en la psicologia experimental del conocimiento (hemos hablado por ejemplo del estructural de Ginebra, del procesual dominante en el mundo anglosajon, de la teorla sociocultural de los disdpulos de Vy- gotski en la Union Sovietica, etc.). Todos estos factores concluyen en un resultado comun; que el pro- fesor que ensefia a sumar o pide comentar un texto sigue sin saber del todo que es lo que ensefia o pi de, que procesos invoca, que represen- taciones exige, que procedimiento suscita, que estrategias favorece, que estructuras moviliza. Pero hay que reconocer que (por las razones antes apuntadas) tam poco lo sa be muy bien el psicologo experimental del conocimiento, y eso es mas grave. Hemos estado mas de veinte afios estudiando como adquieren los sujetos cconceptos artificiales» en ellaboratorio, como recuerdan palabras 0 sllabas, como procesan oraciones simples, como resuelven problemas limitados, como razonan sobre proposiciones verbales aisladas. Pero las situaciones escolares son mucho mas complejas que todo eso, y apenas sabemos lo que pasa en ellas. Este es un reto para los psicologos experimentales del conoci- miento en los proximos afios. Por eso los comentarios que siguen 11 tienen un caracter de sugerencia. Trato con ellos de provocar la refle- xion y no de proponer soluciones concretas. Ante todo hay que aclarar cuales podrian sec las relaciones a es- tablecer entre los datos descriptivos obtenidos a partir del estudio ex- perimental de las funciones de conocimiento y las prescripciones y nor- mas que exige la pedagogia cientffica. Es decir: es preciso aclarar el conjunto de relaciones posibles entre la psicologia experimental del conocimiento y la pedagogia cientffica evitando, desde un principio, cualquier tentacion de reducir la una ala otra. La imposibilidad de es- ta reduccion fue senalada ya por Claparede, hace mas de 30 anos, en su libro sobre Psicologia del nino y pedagogia experimental (1946). En el muestra que la pedagogia experimental solo se ocupa del resultado y desarrollo de los procesos educativos y no, como la psicologia, de los caracteres generales del nino y de sus funciones cognoscitivas o de otros tipos. Por otra parte, aunque el estudio cientffico de los procesos, estructuras y representaciones del conocimiento constituye un marco de referencia insoslayable para la pedagogia general, esta se funda- menta tambien en valores sociales, decisiones culturales ... etc., que van mas alia de los requisitos impuestos por las !eyes de «desarrollo na- tural» de las funciones de conocimiento. El paso del conocimiento descriptivo-explicativo del sujeto y sus funciones (que nos proporciona la psicologia experimental) a las nor- mas y estrategias educativas iitiles para el profesor exige el desarrollo de una ciencia del disefio, que establezca con claridad la relacion entre la descripcion de procesos, estructuras ... etc. y las prescripciones sobre como transmitirlos, construirlos o educarlos. Esta relacion noes simple y es necesario evitar el peligro de caer en una pedagogia excesivamente conservadora, al basar los metodos y objetivos educativos en la descrip- cion de como es el sujeto -en cuanto a sus procesos de conocimiento y las estmcturas que los sustentan- perdiendo de vista como podria o deberia sec. Con esto quiero decir que cualquier prescripcion pedago- gica (a menos que sea puramente acomodatoria) cuenta, implkita o explkitamente, con un «modelo final» del sujeto que se quiere produ- cir como resultado de la educacion, y ese modelo final no tiene por que ser el modelo real que encuentra el psicologo del conocimiento en unas coordenadas espacio-temporales, sociales y culturales concretas. La educacion es tambien un mecanismo de cambio social, y no tiene por que limitarse a reproducir los modelos adultos como objetivos iilti- mos. En la pedagogia estos objetivos iiltimos pueden -quiza de ben- tener un componente de utopia, en el buen sentido de la pa- labra. Pero la psicologia del conocimiento puede contribuir, a su vez, a establecer algunos de los l:imites de la utopia; l:imites basados en las propias limitaciones del sistema humano de procesamiento de la infor- macion. A pesar de estas salvedades, los metodos de analisis estructural, procesual y representacional elaborados en los iiltimos afios por los psi- cologos experimentales del conocimiento pueden contribuir mucho a mejorar los metodos y objetivos de la instrucci6n, y los resultados 12 emp1ricos de sus experimentos son importantes para comprender me- jor las funciones de conocimiento que se ponen en juego en las si- tuaciones escolares reales. En el primer aspecto, pensemos por ejemplo, en Ia posibilidad de establecer con mas claridad los objetivos de ensefi.anza de los saberes «procedurales» (es decir: que consisten en procedimientos, como ocurre con gran parte de los conocimientos ma- tematicos) en terminos de los analisis de procesos tan caracter1sticos de Ia psicolog1a anglosajona del conocimiento. Desde el punto de vista de una psicolog!a que «espera encontrar un mecanismo que permita al or- ganismo seguir reglas complejas aprendidas» (como deda Newell en el parrafo antes citado) los objetivos cognoscitivos de Ia educacion no consistiran solo en Ia especificacion de una serie de respuestas, sino tambien en Ia adquisicion, por parte del sujeto, de un mecanismo efectivo para producirlas. As!, el objetivo «saber sumar dos niimeros naturales» nose establecera solo en terminos como «realizar adecuada- mente las sumas a, b, c ... n», sino tambien en terminos de un sistema capaz de sumar dos niimeros, como por ejemplo el representado en el diagrama de flujo de Ia figura 1. (..J.l\Y <ALGU!\ HLSULTADO NO 1\LMl\CLNi\DO r:tl__.>--LA ~l.P.Z~ SI 9 RECODIFICA EL RESULTADO (A+B) DLJANDO EL WOE lCJlDl\DLS CO.~lO CIFRA Dll RJ,SULTADO Y EL U rH CrNAS COHO RLSTO l Fig. I. Diagrama de flujo que representa un procedimiento para el objetivo «sumar dos numeros naturales». Es- pecificaci6n de objetivos educativos en terminos de procedimientos efectivos o conjuntos ordenados de procesos. 13 Probablemente, el diagrama 1 constituye un esquema que resu- me, df forma ii.til, algunos de los procesos que llevan a cabo los niiios cuando alcanzan el objetivo de sumar dos niimeros naturales. El diagrama de flujo, como sistema de representacion acentiia el conjunto de decisiones que efectiia el sujeto para resolver su tarea con arreglo a una determinada estrategia. El grado de especifidad de la representacion -su «melecularismo», por asl decirlo- depende de la complejidad de la tarea y de la estrategia. El diagrama de la fig. 1 incluye, por ejemplo, la rutina de «COntar>> partiendo de A, B veces, que podria especificarse en otro diagrama de flujo simple, como el que se indica en la fig. 2 (Klahr y Wallace, 1972, p. 167, han realizado un analisis en terminos de sistema de procesamiento de esta actividad de contar). 1 IDENTIFICA EL NOHBRE DEL NU HERO DE PARTi DA l N (B-X)]- 2 SIGUE: IDENTIFICA EL NOHBRE (Y OBJETO) SIGUIENTE (N (D-Xl~D Y BORRA [N (B-X)] ANTERIO ~- Fig. 2. Diagrama de flujo que representa el procedimiento ccomar». 4 A su vez, el procedimiento de adicion de niimeros naturales se uti- lizara (se «encajari») en otros muchos procedimientos, por ejemplo en la adicionde fracciones, que ha sido analizada procesualmente por Ja- mes I. Greeno, en terminos del diagrama que se presenta en la fig. 3 como podra comprobar el lector, la «caja» 9 del diagram a 3, marcada con un asterisco, podria sustituirse por el diagrama 1. Esta ilustracion es importante porque muestra c6mo gran parte del aprendizaje escolar puede consistir en encajar procedimientos en otros progresivamente mas generales, lo que exige una cierta «rutinizacion» de los primeros que asi dejaran espacio de atenci6n para tamar decisiones de mas alto nivel y de memoria para almacenar informacion mas abarcadora (hacer «paquetes» o «chunks» de informacion cada vez mayores). Aunque los analisis procesuales pueden prestar un servicio valioso a Ia tecnologla de definicion de los objetivos didacticos, con ellos no esta todo resuelto, por varias razones: 1) en primer Iugar, su bsiste Ia cuesti6n de cual es Ia competencia necesaria para que el sujeto realice su tarea: sumar niimeros naturales o fracciones, contar. .. etc. La programacion educativa no consiste solo en una especificaci6n cuida- dosa de los objetivos educativos concretos e inmediatos, sino que, mas a largo plaza, implica tambien Ia organizacion, secuenciaci6n y selec- ci6n de esos objetivos: icuando debe aprender el nino a sumar niime- ros naturales? ... iY a sumar fracciones? ... ien 5. 0 de E.G.B., en 2. 0 14 de B. U. P. ? . . . Para responder a estas preguntas no nos basta con un analisis cuidadoso de los procedimientos efectivos para realizar estas tareas, sino que es preciso definir tambien cual es Ia competencia estructural necesaria para aplicar esos u otros procedimientos. Los diagramas 1 y 3 son analisis de algunos procesos que realizan -o pueden realizar-los sujetos cuando suman numeros naturales, cuen- tan o suman fracciones, pero en realidad estan aun muy cerca de las ta- reas (sumar numeros o fracciones, contar ... etc.) y no definen Ia estructura de los sujetos que las realizan. Tienen validez pragmatica (Cellerier, 1979), porque definen bien lo que hacen los sujetos en con- diciones muy espedficas y no tanto lo que son, desde el punto de vista cognitivo, esos sujetos que suman numeros, fracciones y hacen otras muchas cosas, pero no pueden hacer otras varias. La competencia de lqs sujetos (que es un factor crucial, aunque no unico, para Ia progra- maci6n de objetivos didacticos) se define precisamente por lo que pueden o no pueden hacer, por una estructura general capaz de gene- car procedimientos espedficos como los indicados en los diagramas 1, 2 y 3. NO sr~---------------------~ • 9 Fig. 3. Procedirniento para adici6n de fracciones (James). Greeno). Especificaci6n de objetivos educativos enter- rninos de cprocedirnientos efectivos• o conjuntos ordenados de procesos. 15 2. La cercan:ia entre los modelos procesuales y las tareas espec:ificas hace que aquellos sean extraordinariamente sensibles ape- quefias variaciones del contexto, el ambiente, las estrategias de los su- jetos ... etc. Es decir: los modelos procesuales, cuando no consisten en Ia vaga afirmaci6n de que «hay procesos», sino que se concretan en procedimientos efectivos y computables, son poco generales. Casi siempre es posible construir varios modelos procesuales de una misma tarea y los sujetos pueden emplear estrategias alternativas que se concretan en procedimientos distintos. Ellector habra notado que el procedimiento para sumar numeros naturales del diagrama 1, por ejemplo, no es el unico posible y que pueden utilizarse otras estrate- gias. Asi, en vez de seguir el procedimiento algoritmico de «contar» ( cuando el resultado de «A + B» no esta sobreaprendido y almacenado en Ia memoria a largo plazo) pueden emplearse procedimientos mas heuristicos e inteligentes como descomponer A y I o B en numeros cu- yas sumas s:i estan almacenadas. Por ejemplo: para hacer Ia operaci6n (3 7 + 25 ), el sujeto puede restar 12 de 3 7, con lo que tiene ahora (25 + 25) acudir a Ia M.L.P., recuperar el resultado almacenado (50) y volver a sumar a este resultado los 12 que habia restado de treinta y siete: (50+ 12) = 62. En este caso utilizaria un procedimiento seme- jante a! que se representa laxamente en el diagrama 4. Tambien DESCOMPON A EN Ca 1 + a 2 ) Y B EN (bl + b 2 ) DE FORMA ......_ NO QUE LOS RESULTADOS (al + bl) y/o Ca 2 + b 2 ) y (a 1 + b 1 ) + (a 2 + b 2 ) ESTEN ALMACENADOS EN LA L.M.P. SI~~---------------------J Fig. 4. Procedimiento mas «heuristico• para sumar numeros naturales. Comparar con Ia fig. 1. 16 podtian especificarse procedimientos diferentes al de Ia fig. 3 para su- mar fracciones ... etc. En general, cuanto mas complejo es un procedi- miento (cuanto mas alta es su jerarquia en el encaje de procesos a que antes nos referiamos) mas sensible resulta a las variaciones del context a externo o de Ia estrategia interna de los sujetos. 3. Desde el punta de vista de los procesos educativos, los mode- los procesuales estrictos suelen ser poco explicitos con respecto a los mecanismos de cambia de los procesos. ~Como se da el aprendizaje? ~Cambian los procedimientos par encajes sucesivos, como hemos co- mentado antes, par adicion de procesos nuevas o par cualquier otro sistema? Hay una cierta inflexibilidad «estatica» -aunque parezca sorprendente- en estos modelos, desde el momenta en que no se describen suficientemente los mecanismos de transicion de unos pro- cedimientos a otros. Esta dificultad Ia ha seiialado Ngvgen Xuan (1979) y creo que tiene razon. Hay algunas propuestas sabre el meca- nismo de transicion de los procesos pero aun no estan lo suficiente- mente desarrollados. Par ejemplo, Resnick (1976) y Resnick y Glaser (1976) piensan que los procedimientos se desarrollan en el sujeto par encajes sucesivos. A su vez, Klahr y Wallace (1976) piensan que se de- sarrollan con arreglo a dos principios, el de «eliminaci6n de Ia redun- dancia» y el de «biisqueda local de regularidades». Estos principios implicatian, como dijimos anteriormente, Ia «automatizacion» de pro- cedimientos parciales a medida que estos se encajan en otros mas ge- nerales. En cualquier caso, Ia falta de desarrollo de las ideas sabre Ia evolucion de los procedimientos en el sujeto constituye una grave difi- cultad a Ia hora de incorporar estos modelos procesuales a Ia tecnologia educativa y a nuestra comprension del proceso de educacion que es (par definicion y entre otras casas) un proceso de cambia y transforma- cion de procedimientos. 4. Una cuarta dificultad de los enfoques procesuales es que, a pesar de sus pro:nesas desde el articulo fundador de esta tendencia de Newell, Shaw y Simon ( 1958), aun no ha sido posible encontrar los procesos autenticamente elementales sabre Ia informacion, que llevan a cabo los sujetos. Es decir: aun nose han definido los procesos no ana- lizables, aquellos que ocupar1an el nivel mas bajo ( el que corresponde a Ia «Matruska» men or en las mufiecas rusas) en Ia jerarquia de encaja- mientos, aquellos que «ya no pueden reducirse mas» pero esta es una dificultad que debe preocupar al psicologo experimental del conoci- miento mas que al pedagogo. 5. Ademas, como ya hemos sefialado, los anal isis en terminos de procedimientos efectivos son mas aprovechables -y han sido mas aplicados- a los saberes con un fuerte componente «procedural» (gran parte de las matematicas, experimentaci6n fisica) que a los saberes mas «declarativos» (historia, geografia ... etc.) que, consisten mas bien, en conjuntos ordenados de proposiciones significativas. Si ellector «de letras» ha tenido Ia amabilidad y fortaleza de sopor- tar Ia explicaci6n basta aqui, se estari preguntando seguramente que tienen que ver estas casas con lo que el hace cuando pide comentar un texto literario o trata de explicar los condicionamientos de Ia segunda 17 guerra carlista. Naturalmente, en estas tareas y actividades tambien se dan «procesos sobre Ia informacion» pero es mas dificil especificarloen procedimientos efectivos. Ademas, las representaciones como los diagramas de flujo, sistemas de producciones ... etc., son, quiza, ina- decuadas para analizar los objetivos de la instruccion en esta clase de conocimientos. En este caso habra de recurrir, probablemente a las formas de analisis y representacion que se han desarrollado en los ulti- mos anos en el contexto del analisis formal del componente semantico dellenguaje, el analisis proposicional de textos, la representacion del componente declarativo de la memoria a largo plazo, la memoria se- mantica, etc. Pero de estas cosas hablaremos brevemente en otro mo- mento. 6. La reduccion rigida de los objetivos educativos especfficos a procedimientos efectivos, en forma de algoritmos, puede hacer pe- ligrar el componente heur!stico, constructivo y significativo del cmo- delo final» de la educacion. Si ensenamos rigidamente a aplicar el pro- cedimiento de la fig. 1 evitaremos que el nino utilice metodos mas creadores para sumar numeros naturales -como el de la fig. 4-. Pro- bablemente, casi todos los educadores tratan de lograr cprocesadores flexibles» y no mecanismos inflexibles de aplicacion de reglas sobre- aprendidas mas o menos complejas, pues en este ultimo caso Ia educa- cion volveria a ser un mecanismo puramente acomodatorio y repro- ductor no ya de los modelos adultos, sino de modelos adultos «auto- matizados». Al hacer este comentario no quiero concebir el objetivo fi- nal del proceso educativo como un «que salga lo que sea» sino de pre- caver contra una importacion inflexible y demasiado entusiasta qe los modelos procesuales «mas duros» a Ia tecnologia de construccion de objetivos didacticos. 7. Finalmente, los modelos de objetivos, en terminos de procedi- mientos son completamente neutrales con respecto a los metodos para ensenar esos procedimientos. Parece logico suponer que los procedi- mientos se ensenan haciendo que el sujeto proceda, es decir: por me- todos activos. Pero, hasta ahora, es pequena la aportacion que pueden hacer los modelos de este tipo al problema de los metodos educativos. Estas consideraciones -especialmente la primera ( 1) y la ultima (7)- hacen ver Ia necesidad de completar los modelos procesuales con enfoques estructurales, como el desarrollado por Jean Piaget y sus disdpulos. El enfoque estructural se refiere a Ia macrogenesis del conocimien- to mas que a su microgenesis (que es de lo que hablan los modelos procesuales analizados) (Cellerier, 1979), por lo que es mas relevante para Ia programacion educativa a largo plazo. Nos preguntabamos an- tes cuando puede aprender el nino a sumar niimeros naturales o frac- ciones y dedamos que, para responder a esta pregunta, es necesario definir cual es la competencia estructural necesaria para realizar estas tareas y conocer en que etapa de su desarrollo intelectual alcanza el ni- no esa competencia. Por eso, Ia concepcion piagetiana de Ia inteligen- cia, el establecer Ia genesis y el desarrollo de las estructuras de las ac- ciones y las operaciones del sujeto, ofrece sugerencias importantes al 18 educador sobre la secuenciacion a largo plazo de los objetivos de ense- nanza. Pero ocurre, ademas, que al concebir esas operaciones como un re- sultado de la interiorizacion y coordinacion progresiva de las acciones en esquemas cada vez mas reversibles y moviles, la concepcion piage- tiana tiene implicaciones importantes con respecto a los metodos de transmision del conocimiento. Piaget se ha referido al problema de los metodos educativos en uno de sus primeros libros (1932) yen varios art1culos (1928, 1930 a, 1930 b, 1931, 1934, 1935, 1951, 1965). La prescripcion general que se sigue del constructivismo genetico con res- pecto a los metodos es conocida: el nino tiene que comprometerse en una accion directa u operatoria (es decir: ya interiorizada y reversible) con respecto a los contenidos de la ensenanza. «Pensar es operar» para Piaget (Aebli, 1951) y el «aspecto figurativo» del conocimiento (mas en general: su aspecto «represen tacional-declarativo») se su bordina sis- tematicamente a su aspecto operatorio en el desarrollo de la inteligen- cia. En la pedagog'ia tambien deberan subordinarse los aspectos figu- rativos a los operativos. En este contexto se sin:ia la prescripcion de una pedagog'ia activa por parte de Piaget. Sin embargo, esta propuesta de una pedagog'ia activa suele crear algunos equ'ivocos que el propio Piaget se ha encargado de deshacer: no se trata de que la escuela activa sea una «escuela de trabajos ma- nuales», ya que «Si, en ciertos niveles, la actividad del nino supone una manipulacion de objetos e incluso un cierto numero de tanteos mate- riales, en la medida, por ejemplo, en que las nociones logico-matema- ticas elementales son sacadas no de estos objetos, sino de las acciones del sujeto y de sus coordinaciones, en otros niveles la actividad mas autentica de investigacion puede desplegarse en el plano de la refle- xion, de la abstraccion mas precisa y de manipulaciones verbales (con tal de que sean espontaneas y no impuestas a riesgo de seguir siendo parcialmente incomprendidas)» (Piaget, 1969, p. 80). El primer riesgo que hay que evitar es, por tanto, confundir pedagog'ia activa (o, en una expresion mas exacta, «pedagog'ia operatoria») con trabajos ma- nuales o hasta con gimnasia, cosa nada extrafia si tenemos en cuenta que la comprension superficial es el destino que suele acompafiar a la obra de Piaget. El otro riesgo es confundir la espontaneidad de esa actividad que nos propane la pedagog'ia operatoria con la falta de esfuerzo por parte del nino. No, «los metodos activos no conducen en absoluto a un indi- vidualismo anarquico» (ibidem). De lo que se trata es de que los es- fuerzos del nino no se estrellen contra l'imites insalvables de compe- tencia. Se trata de evitar que los ninos se dediquen ala adquisicion de designaciones superficiales y de algoritmos rutinarios ajenos a su fun- cionamiento intelectual. En este sentido, la concepcion piagetiana conduce a una critica bastante radical del modo de transmision verba- lista, por parte del profesor y del texto, y predominantemente recepti- vo-pasiva por la del alumno, que es moneda comun en nuestro sistema escolar. Tanto Piaget (1965) como Aebli (1973) han criticado, tambien, los 19 «metodos intuitivos» basados en concepciones emplristas y sensistas en que el conocimiento se explica como asociaci6n de datos que pro- vienen, en ultimo caso, de los sentidos y no como asimilaci6n del obje- to, comprendido (a traves de Ia aplicaci6n de los propios esquemas) en sus transformaciones virtuales o reales. Diecterweg expresa con bastan- te claridad el postulado esencial de tales metodos intuitivos: «partiras de la intuici6n y de ella pasariis al concepto, de lo particular a lo gene- ral, de lo concreto a lo abstracto» (1835, citado por Aebli, 1973, p. 10). As!, cuando el profesor trata de ensenar la idea de «fracci6n» tendra que comenzar par darla una referencia concreta y concentrara primero la atenci6n de sus alumnos en el estudio de superficies, llneas; objetos ... etc., divididos en partes, que el alumna debera describir, copiar, colocar, etc. (Aebli, op. cit.). Sin embargo, como senala Aebli (op. cit.) «es evidente que el maestro no puede limitarse a esperar que el esplritu del nino «saque una copia» de las superficies divididas que le presenta y de ella extraiga la noci6n general de la fracci6n» ... El maestro tiene que recurrir necesariamente a la acci6n del nino «Si quiere que el alumna asimile efectivamente la noci6n de que se trata, debe invitarle a aplicar al elemento presentado um actividad refleja: es preciso que el nino cuente el niimero de sectores contenidos en un clrculo, que los superponga (real o mentalmente) para verificar su igualdad; debe ordenar los clrculos de acuerdo con el niimero de sect o- res que los comprenden» ... etc. (Aebli, 1973, p.p. 13-14). Asila pri- mera critica que puede hacerseala didactica basada en el metoda in- tuitivo es, cuando menos, su inconsecuencia con los postulados episte- mol6gicos de que parte, su necesidad de apelar a las acciones y opera- ciones para transmitir el conocimiento. Ast, aunque Ia ensenanza in- tuitiva supone un paso adelante con respecto a los metodos verballsti- cos-medievales (ya que satisface una de las condiciones necesarias para una buena didactica que es Ia de procurar utilizar metodos adecuados de representaci6n para transmitir el conocimiento) se queda corta al no asumir, con todas sus implicaciones, la necesidad de la acci6n en Ia genesis de las operaciones, procedimientos y nociones del nino. La concepcion pedag6gica de Piaget conduce, par lo tanto, a la prescripci6n de una pedagogta activa. Lo que ya es mas difkil, sin em- bargo, es especificar esa propuesta general en metodos didacticos concretos. ~En que consiste, par ejemplo, la aplicaci6n de un metoda activo si el profesor tiene el objetivo espedfico de ensenar al nino un mecanisrr.::> para sumar fracciones, como el representado en el diagra- ma 3? Supongamos que queremos que el nino aprenda a realizar la si- guiente operaci6n: 113 + 114 = ? Si el lector tiene Ia amabilidad de volver al diagrama de flujo de Ia fig. 3 comprobara que, segiin el pro- cedimiento especificado en el, su alumna tendra que llevar a cabo el siguiente conjunto de decisiones y procesos: preguntarse si 4 = 3 (No), si 4 es miiltiplo de 3 (No), si 3 es multiplo de 4 (No) hallar el minima comun multiplo de 4 y 3 (12), encontrar una fracci6n equivalente a 113 con 12 como divisor (4112) y otra equivalente a 114 (3 I 12), realizar la suma (3 + 4 = 7 I 12), comprobar si esta es Ia 12 20 forma mas simple de Ia fracci6n (Si) y dar su respuesta (7 I 12). Seg(ln este procedimiento, sumar ( 113 + 1 I 4) es mas difkil que sumar ( 1 I 6 + 112) ya que, en este caso 6 es multiplo de 2 y el sujeto deberi realizar menos procesos. Los modelos procesuales sirven muy bien para predecir (cuando el sujeto emplea el modelo que supone el psicologo del conocimiento) pequefi.as variaciones entre tareas muy concretas co- mo estas. Muy bien. Pero ~como ensefi.aremos a sumar estas u otras frac- ciones siguiendo los metodos activos que propone Ia pedagogia opera- toria? Aebli (1973), por ejemplo, viene a proponer que para especifi- car nuestro objetivo didactico en este caso sigamos Ia direccion marca- da por el desarrollo natural de Ia inteligencia: primero Ia accion efecti- va (material), consistente en reunir fracciones y verificar a que fraccion corresponde el resultado, despues simbolizar graficamente las opera- ciones, finalmente Ia realizacion de operaciones interiorizadas pro- piamente dichas con arreglo a varios grados de dificultad: reconstruir Ia operacion de sumar fracciones con el resultado dado, anticiparlas sobre material concreto y, por ultimo, realizarla «prescindiendo de to- do auxilio intuitivo, es decir, solo en el plano de Ia representacion (op. cit. p. 129) con lo que «Ia interiorizacion de Ia operacion que- cia concluida y convertida en puro acto mental» (ibidem). Sin em- bargo esta propuesta -que quiza sea valida para esta operacion espedfica de sumar fracciones- parece un poco simplista. Entre otras cosas porque Ia concepcion estructuralista de la Escuela de Ginebra implica que las operaciones son solidarias en sistemas de conjunto (las estructuras) que hacen innecesaria una metodologia de accion -repre- sentacion intuitiva- operacion (siguiendo el camino de lo senso- riomotor a lo operacional, pasando por lo preoperatorio) para cons- truir en el nino cada nocion u operacion en particular. Lo que s! es cierto es que la existencia de «desfases verticales» (reconstruccion de un funcionamiento analogo por distintas estructuras) obliga a una consi- deracion cuidadosa de los medios de represemacion (accion, imagenes y cosas concretas, lenguaje) de que nos servimos en Ia accion educati- va. Los nifi.os que son capaces de realizar la inferencia transitiva de que si (A > B) y (B > C) entonces (A > C), con material concreto (vari- tas, etc.) a los 7-8 afi.os nolo son, sin embargo, de realizarla sobre pro- posiciones basta el comienzo de las operaciones formales. Tambien la capacidad de «reunir» -que es un ancestro senso-motor de la suma- es anterior a la de realizar la operacion de sumar con cosas concretas y, finalmente, a Ia posibilidad de efectuarla con s!mbolos abstractos. Ademas, una misma tarea, como la de sumar numeros naturales puede realizarse con procedimientos muy distintos que pueden exigir un diverso grado de «reversibilidad». Una idea central de Piaget es la de que las operaciones del sujeto se desarrollan siguiendo un vector de reversibilidad progresiva. Si ellector se fija en los diagramas de flujo de las figuras 1 y 4 vera que 1) ambos son mecanismos que realizan una misma funcion: sumar numeros naturales, 2) pero por un procedi- miento distinto, ya que en el segundo caso el sujeto utiliza su «con- 21 ciencia» (en un senti do lato) de que a la operacion de suma corresponde una de resta que la invierte (la suma es reversible) y realiza la resta pa- ra obtener numeros naturales cuya adicion esta previamente acumula- da en la memoria a largo plazo, para reconstruir despues el total sir- viendose de la propiedad asociativa de la suma. Dedamos en otro mo- mento que 4 era mas heurlstico e «inteligente» que el 1. En los termi- nos del estructuralismo genetico eso significa decir algo muy concreto: lomas inteligente y lomas heuristico es aquello que hace que las ope- raciones sean mas interiorizadas coordinadas, equilibradas y rever- stbles y, consiguientemente, mas poderosas y flexibles. Volviendo al ejemplo de los procedimientos 1 y 4 de suma vemos, entonces, que los requisitos estructurales para sumar con el primer procedimiento seran menores que los necesarios para realizar una adicion con el segundo. Y es que la prescripcion de un metodo activo de transmision, cuando se basa en el conocimiento de la genesis de las estructuras y operaciones de la inteligencia noes una afirmacion mas o menos senti- mental, como aun lo era en Rousseau. Noes nueva, ni resultado exclu- sivo del desarrollo de la psicolog1a evolutiva y de la epistemolog!a ge- netica la propuesta de los metodos activos. Piaget (1965) ha citado a varios precursores de ella en el campo de la pedagog1a y de la filosofla de la educacion: desde Socrates (cuyo recuerdo nos sirve para comprender la posibilidad de compaginar la transmision verbal con el descubrimiento activo) a Rousseau, Pestolazzi, Froebel, Dewey, Cla- parede, Decroly, Montessori y, naturalmente Freinet. Podr!amos afia- dir otros nombres como los de Lay y Kerschensteiner (vid. Aebli, op. cit.). Sin embargo, el estudio de la genesis de las operaciones llena de sustancia una propuesta que, sino parte de ese estudio, nova mucho mas alia de un deseo mas o menos vago y sentimental. Para realizar esa transmision activa el educador o el pedagogo deberan tratar de anali- zar los contenidos en terminos de las operaciones que exigen, conocer en lo posible los requisitos operacionales (y, por tanto, estructurales) de lo que quieren ensefiar, descomponer y recomponer en su analisis de los objetivos didacticos, las nociones y I o operaciones que desean transmi tir. El problema reside en que eso (el analisis estructural de los objeti- vos didacticos) noes facil. Exige no solo un conocimiento de Ia tarea, sino tambien de la genesis natural de las nociones y operaciones de la inteligencia y, por tanto, el recurso al trabajo emp1rico, a una pedagog1a operatoria de caracter experimental. iCuando podremos ensefiar a sumar numeros naturales por ejemplo? Dependera de que entendamos por «Sumar numeros naturales». Pero parece que esta operacion, para ser realizada en un plano realmente operacional y no como un simple algoritmo sobre-aprendido exige que las operaciones del nino se hayan organizado en las estructuras de «agrupamiento»que definen a las operaciones concretas, y tiene como requisitos estruc- turales las operaciones de inclusion de clases y ordenaci6n de rela- ciones, la posesi6n de Ia noci6n de «numero natural» como s!ntesis de las operaciones con clases y relaciones, las nociones de igualdad y desi- gualdad ... etc. A su vez, Ia noci6n de fraccion exige, como prerrequisi- 22 to estructural, la posesion de la operacion de division y se complemen- ta con las nociones de la razon y similaridad. Es cierto que las nociones y operaciones se transmiten a veces -o se intentan transmitir- antes de que el nino posea realmente la competencia operacional necesaria para asimilarlas, pero en esos casos, lo que se transmiten son mas bien «hibitos verbales» ajenos al pensamiento activo y natural del nino. Antes apelaba a la «paciencia y amabilidad» del lector de letras. Supongo que se estaran terminando. Hemos hablado de niimeros na- turales, fracciones, operaciones de suma, pero sigue en la oscuridad lo que ocurre con estos otros saberes menos «procedurales»: comentar textos, explicar condicionamientos historicos. Hay que reconocer que el «modelo final» del estructuralismo genetico y de la pedagog1a ope- ratoria es el f1sico y el matematico mas que el filologo o el historiador. Por ejemplo: en la obra mas importante para defmir las operaciones formales, De Ia logique de /'enfant li Ia logique de /'adolescent, Inhel- der y Piaget (1970) hacen experimentos en que los sujetos tratan de comprender situaciones de flotacion de cuerpos, oscilacion de un pen- dulo, conservacion de un movimiento en un plano horizontal, equilibrio de una balanza ... etc. Cuando definen las operaciones for- males, como «modelo final» de desarrollo de la inteligencia, Inhelder y Piag~"t nos hablan de capacidad de formulae y verificar hipotesis, de concebir lo real como parte de lo posible, de construir una combinato- ria: en definitiva de actividades que, sin ser en absoluto ajenas a las «ietras», son mfu; n1tidas en ellaboratoriu de f1sica experimental o en el pensamiemo matematico. En los ultimos anos, los psicologos experimentales del conocimien- to se han preocupado, cada vez mas, por un tema que (junto con los de los procesos y estructuras) constituye el tercer venice fundamental de las nociones cognitivas; me refiero al tema de la representaci6n. Creo que muchas de las nociones desarrolladas en el estudio de la representacion pueden ayudarnos a comprender cual es el objetivo fundamental de la transmision de los saberes mas declarativos: cons- truir en Ia memoria a largo plazo una red de proposiciones significati- vas sobre un material. Gracias a los estudios sobre como se recuerda la pros a o el discurso, como se comprende el lenguaje ... etc., sabemos que los sujetos almacenan Ia informacion, para utilizarla a largo plazo, con arreglo a un formato abstracto «supramodal» que no se identifica con las palabras o imagenes espedficas con las que se transmiti6 origi- nalmente Ia informacion (vid. por ej. Anderson y Bower 1970). Sabe- mos, en definitiva, que el c6digo en que se almacena el saber es un c6- digo «proposicionai», aunque ese saber proposicional deba concretar- se, cuando el sujeto necesita acudir a el, en palabras o representaciones figurativas. Para Bruner (1980), por ejemplo, el desarrollo cognitivo debe en- tenderse principalmente como un desarrollo de los c6digos de repre- sentaci6n que constituyen utensilios del pensamiento y cuyo origen es, en parte cultural. Por eso insiste en la necesidad de adecuar la repre- sentaci6n del saber que se transmite a las formas naturales de repre- sentacion del nino. Esta prescripci6n es, con frecuencia, olvidada en el 23 modo de transmision aiin excestvamente verbalista, frecuente en nuestro sistema escolar. El codigo de represel'.tacion del conocimiento noes solo una envol- tura de su contenido proposicional. Noes neutro con respecto al con- tenido. El codigo sieve para acentuar o disminuir Ia importancia deal- gunas relaciones o nodulos semanticos, para inferir mejor unas veces y peor otras ... etc. Olson, (1977), por ejemplo, ha sefialado que el tex- to, como modo de representacion, presenta diferencias muy importan- tes con respecto allenguaje verbal: en el texto «nose negocia el senti- do», se subordinan las funciones retoricas a las logicas, se emplea una expresion mas explkita y convencional, y todo ello dificulta, a veces, su com~rension por el nino, su asimilacion a los esquemas activos de Ia me mona. «Esquemas activos de Ia memoria»: con esta idea quisiera terminar. La memoria se ha convertido en Ia «cenicienta» de nuestras concep- ciones pedagogicas. El profesor activo suele huir de Ia «ensefianza memor1stica», dar mas importancia «al desarrollo de Ia inteligencia que al de Ia memoria». Tiene razon. Pero solo Ia tiene si olvidamos que esos desarrollos son solidarios, si nos referimos a una memoria reproductiva y rutinaria cuya imagen fue predominante hasta hace po- cos afios eri Ia Psicologia, como consecuencia del intento de mitigar o eliminar los efectos mnesicos del significado en Ia tradicion de Eb- binghaus. Hoy sabemos que Ia memoria es mas que eso: que depen- de, en gran parte, de Ia competencia estructural de los sujetos (Piaget e Inhelder, 1972), que asimila activamente Ia informacion a los pro- pios esquemas (Anderson, 1977), que su codigo principal es preposi- cional y en ella interviene decisivamente el significado (Anderson y Bower, op. cit.), que es constructiva y reconoce no solo materiales viejos presentados, sino nuevas inferidos (Barclay), que depende de Ia amplitud, elaboracion o profundidad con que se procesa el material aferente (Craik y Lockhart, 1972) ... etc. .. Claro que el profesor ya sabia que hay una memoria significativa, que depende del grado de elaboracion, que es activa y constructiva, pero su estudio experimental puede proporcionar, como en el caso de losprocesos y las estructuras, una herramienta valiosa para su labor di- dactica. La construccion y transmision activa del conocimiento se da en nuestras clases todos los dias. Mientras, vamos sabiendo mejor lo que pasa en elias: que procesos actiian sobre Ia informacion, que estructu- ras del sujeto posibilitan esos procesos, que codigos se utilizan para al- macenar el saber. Estos conocimientos pueden suponer una contribu- ci6n a una educacion mejor y al desarrollo de una pedagogia experi- mental del conocimiento. Queda aiin mucho por reflexionar e investi- gar. Es necesario que los psicologos pasemos del laboratorio a las si- tuaciones escolares reales y que los pedagogos y educadores se acer- quen a los enfoques y datos que proporciona este nuevo modo de con- cebir al sujeto que conoce. Con ello se perfilara mejor nuestra concep- cion del conocimiemo y se construira mejor uno de los resultados fina- 24 les que muchos queremos conseguir con la educaci6n: un sujeto mas activo, mas creador y mas flexibk. Referencias Bi bliograficas AEBLI, H.: Una didacticafundada en lapsicologia de jean Piaget. Buenos Aires, Kapelusz, 1973. ANDERSON,). R., y BOWER, G. H.: Memoria asociativa. Mexico. Limusa, 1977. ANDERSON, R. C.: The notion of chemata and the educational enterprise. General discussion of the conference. En ANDERSON, R. C, SPIRO, R. J. y MONTAGUE, W. E. (Eds.). Schooling and the acquisition a/Knowledge. Hillsdape: Lawrence, 1977. BARCLAY,). R.: The role of comprehension in remembering sentences. Cognitive Psychology. 1973-4, 229-254. BRUNER,). 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