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Pared torácica, pulmones, mediastino y pleura Tráquea Anatomía Lesión traqueal Tratamiento agudo Fístulas traqueales Fístula entre la arteria tronco braquiocefálica y la tráquea Fístula traqueoesofágica Neoplasias de la tráquea Tratamiento Pulmón Anatomía Anatomía segmentaria Drenaje linfático Tomografía computadorizada Técnicas de intervención quirúrgica torácica Intervención quirúrgica toracoscópica asistida por video Cuidados posoperatorios Uso de la sonda torácica Control del dolor Cuidados respiratorios Complicaciones posquirúrgicas Nódulo pulmonar solitario Diagnóstico diferencial Estudios de imagen Biopsia en comparación con resección Neoplasias pulmonares Epidemiología Histología pulmonar normal Lesiones preinvasivas Lesiones invasivas o malignas Manifestaciones clínicas Histopatología tumoral Localización tumoral Biología tumoral Síntomas por metástasis Síntomas inespecíficos Diagnóstico, valoración y estadificación Sistemas de estadificación del cáncer pulmonar Tratamiento Infecciones pulmonares Absceso pulmonar Bronquiectasias Infecciones por micobacterias Infecciones por actinomicetos Micosis pulmonares Hemoptisis masiva Anatomía Causas Tratamiento Neumopatía en fase terminal Disminución del volumen pulmonar mediante intervención quirúrgica Trasplante pulmonar Neumotórax espontáneo Pared torácica Masas de la pared torácica Enfoque clínico Valoración y tratamiento Tumores de la pared torácica Tumores benignos Tumores malignos primarios de la pared torácica Tumores óseos malignos de la pared torácica Sarcomas malignos de los tejidos blandos del tórax Reconstrucción de la pared torácica Mediastino Conceptos generales Anatomía y entidades patológicas Antecedentes y exploración física Valoración diagnóstica Estudios de imagen y marcadores séricos Biopsia diagnóstica de mediastino mediante técnicas no quirúrgicas Biopsias quirúrgicas y resección de masas mediastínicas 19Brunicardi(0513-0590).indd 51319Brunicardi(0513-0590).indd 513 15/7/10 12:39:1815/7/10 12:39:18 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura TRÁQUEA Anatomía Es primordial para todo cirujano conocer los aspectos más importantes de la anatomía de la tráquea (fig. 19-1).1 El cartílago cricoides es el primer ani- llo cartilaginoso completo de las vías respiratorias. Lo conforman un arco anterior y una placa de base ancha en la cara posterior. El cartílago aritenoi- des se articula con la placa posterior del cricoides. Las cuerdas vocales se originan en estos cartílagos para después unirse al cartílago tiroideo. El es- pacio subglótico inicia en la cara inferior de las cuerdas vocales y se extien- de hasta el primer anillo traqueal. Es la porción más estrecha de la tráquea, con un diámetro de 2 cm. La región distal de la tráquea mide entre 10 y 13 cm de largo y está constituida por 18 a 22 anillos de 2.3 cm de diámetro. Neoplasias 572 Timo 572 Tumores neurógenos 573 Linfoma 575 Tumores mediastínicos de células germinales 575 Quistes mediastínicos 576 Quiste primario del mediastino 576 Quiste pericárdico 576 Quiste broncógeno 576 Quiste entérico 576 Quiste del timo 576 Glándulas endocrinas ectópicas 576 Mediastinitis 576 Mediastinitis aguda 576 Mediastinitis crónica 577 Pleura y espacio pleural 577 Anatomía 577 Derrame pleural 577 Estudio diagnóstico 577 Derrame pleural maligno 579 Empiema 579 Fisiopatología 579 Tratamiento 580 Quilotórax 580 Fisiopatología 581 Tratamiento 582 Vías de acceso y drenaje de las acumulaciones de líquido pleural 582 Vías de acceso y técnicas 582 Complicaciones del drenaje pleural 582 Tumores de la pleura 582 Mesotelioma maligno 582 Tumores fibrosos de la pleura 585 Reconocimientos 585 Epiglotis Músculo aritenoepiglótico Músculos oblicuo aritenoides y transverso Músculo cricoaritenoideo lateral Músculo cricoaritenoideo posterior Faceta del cartílago tiroides Nervio laríngeo recurrente Nervio laríngeo interno Músculo tiroepiglótico Músculo tiroaritenoideo Músculo cricotiroideo (seccionado) Figura 19-1. Anatomía de la laringe y la porción proximal de la tráquea. 19Brunicardi(0513-0590).indd 51419Brunicardi(0513-0590).indd 514 15/7/10 12:39:1915/7/10 12:39:19 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura El riego sanguíneo de la tráquea penetra hacia las vías respiratorias cerca de la unión de las porciones membranosa y cartilaginosa (fig. 19-2). La perfusión es de tipo segmentario, esto es, cada pequeña rama arterial riega un segmento de 1 a 2 cm, lo cual limita su movilización circunfe- rencial a una distancia semejante. Las arterias que perfunden la tráquea incluyen la tiroidea inferior, la subclavia, la intercostal superior, la torá- cica interna, el tronco braquiocefálico, la bronquial media y la bronquial superior. Los vasos se encuentran interconectados a lo largo de la superficie la- teral de la tráquea mediante una anastomosis vascular longitudinal impor- tante que alimenta los vasos segmentarios transversales que van a los teji- dos blandos entre los cartílagos. 1. El cáncer pulmonar se mantiene como un cáncer extremadamente frecuente y con una alta tasa de letalidad, con supervivencia a cinco años de 15%. La incidencia del cáncer pulmonar ocupa el segundo lugar, sólo después del cáncer prostático en varones y del mamario en mujeres. El carcinoma epidermoide y el adenocarcinoma pulmonar son los subtipos más frecuentes y rara vez se encuentran sin el antecedente de tabaquismo. Los no fumadores que viven con fumadores tienen un riesgo 24% mayor de cáncer pulmonar en comparación con no fumadores que no viven con fumadores. 2. La ecografía endoscópica bronquial es un nuevo recurso valioso que puede aumentar la exactitud y la seguridad de las biopsias transbronquiales, tanto del tumor primario (cuando es adyacente a las vías respiratorias centrales) como de ganglios linfáticos mediastínicos, y debe convertirse en parte de los recursos del cirujano para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer pulmonar. 3. La valoración del riesgo del paciente antes de la resección torácica se basa en los datos y el criterio clínico. 4. El intercambio anómalo de monóxido de carbono se relaciona con aumento en el riesgo de complicaciones pulmonares posoperatorias, de manera independiente del antecedente de tabaquismo. En sujetos que son objeto de resección pulmonar, el riesgo de cualquier complicación pulmonar aumenta 42% por cada decremento de 10% en el porcentaje de la capacidad para la difusión del monóxido de carbono (%DLCO); esta medida puede ser un parámetro útil en la estratificación de riesgo quirúrgico. 5. Los valores del consumo máximo de oxígeno (V̇O2máx) aportan información adicional importante en pacientes con alteración grave de la DLCO y del FEV1. Los valores <10 ml/kg/ min casi siempre impiden cualquier resección pulmonar mayor, ya que la mortalidad en los pacientes con estas cifras es de 26%, en comparación con sólo 8.3% en las personas con V̇O2máx ≥10 ml/kg/min; los valores >15 ml/kg/min casi siempre indican la posibilidad del individuo para tolerar la neumonectomía. 6. Se han propuesto cambios importantes en el sistema de estadificación por tumor, ganglios y metástasis (TNM) para cáncer pulmonar. La etapa del tumor se subdividirá en T1a y T1b , T2a y T2b, T3 y T4. Los nódulos satélite en el mismo lóbulo se considerarán T3 y los derrames pleurales así como los pericárdicos malignos se considerarán anomalía metastásica, en lugar de enfermedad T4. 7. Cada vez hay más evidencia que sugiere una función importante de la enfermedad por reflujo gastroesofágico en la patogenia de los trastornos pulmonares crónicos, como bronquiectasias y fibrosis pulmonar idiopática, y es posible que también contribuya al síndrome de bronquiolitis obliterante en personas con trasplante pulmonar. 8. Hay MDRTB en cerca de 10% de los nuevos casos de tuberculosis y en 40% de los casos recurrentes. También se identificó otra variante inusual de la enfermedad denominadatuberculosis muy resistente a fármacos. Los microorganismos causales son resistentes no sólo a isoniazida y rifampicina, como los que causan MDRTB, sino también al menos a uno de los fármacos inyectables de segunda elección, como capreomicina, amikacina y kanamicina. 9. El tratamiento del aspergiloma pulmonar es individualizado. Los sujetos asintomáticos pueden mantenerse en observación sin tratamiento adicional. De igual manera, la hemoptisis leve, que no pone en peligro la vida, puede tratarse con fármacos, incluidos antimicóticos y supresores de la tos. La anfotericina B es el agente de elección, aunque en fechas recientes se ha usado voriconazol para el tratamiento de la aspergilosis, con menos efectos colaterales y eficacia equivalente. La hemoptisis masiva siempre ha sido indicación para intervención quirúrgica urgente o de urgencia. Sin embargo, con el avance de las técnicas intravasculares, la embolización de la arteria bronquial ha tenido éxito en algunos centros con experiencia en estas técnicas. 10. El tratamiento de la candidosis, como la de otras infecciones micóticas, ha cambiado mucho en los últimos 10 años. La disponibilidad de múltiples tratamientos eficaces permite un ajuste específico de las medidas terapéuticas, incluso con regímenes combinados, según la posibilidad del paciente para tolerar los efectos tóxicos, las características microbiológicas de la especie específica de Candida y la vía de administración. Aunque su eficacia demostrada es similar a la de otras clases de antimicóticos, los triazoles y las equinocandinas parecen tener menos efectos colaterales y son mejor tolerados que estas otras clases de fármacos. 11. En pacientes con derrame pleural maligno, la expansión pulmonar deficiente (por atrapamiento tumoral o de adherencias) casi siempre predice un mal resultado, con pleurodesis, y es la indicación principal para la colocación de catéteres pleurales permanentes. Estos últimos han cambiado mucho el tratamiento del cáncer en etapa terminal, ya que acortan mucho el tiempo que los enfermos pasan en el hospital durante sus últimas semanas de vida. PUNTOS CLAVE 19Brunicardi(0513-0590).indd 51519Brunicardi(0513-0590).indd 515 15/7/10 12:39:2015/7/10 12:39:20 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura Lesión traqueal La lesión consecutiva a intubación endotraqueal se debe con mayor fre- cuencia a la sobredistensión del globo de la cánula. Aunque hoy en día los dispositivos inflables de alto volumen y baja presión son adaptables, existe el riesgo de insuflarlos en exceso, lo cual eleva la presión hasta un nivel capaz de producir isquemia de la pared subyacente de la vía respiratoria. En algunos pacientes, lapsos de tan sólo 4 h pueden ser suficientes para generar una lesión que más adelante se observa como una zona de cicatri- zación y estenosis. La sobredistensión prolongada del globo y la destruc- ción de las capas que conforman las vías respiratorias propician la apa- rición de fístulas hacia la arteria tronco braquiocefálica o el esófago. Por estas razones, en todos los individuos intubados es conveniente que se procure insuflar el globo de la cánula sólo hasta el nivel mínimo necesario en que se evite la fuga de aire, incluso si la intubación es breve. Cuando se requiere apoyo ventilatorio prolongado o respiración asistida con presio- nes altas, es preciso vigilar la presión del globo de la cánula (y mantener una presión inferior a 20 mmHg). La estenosis de la tráquea es casi siempre yatrógena. Por lo general es consecutiva a intubación endotraqueal o traqueostomía. En conjunto, este tipo de lesiones se designa con el término de lesiones posintubación. La este- nosis traqueal de importancia clínica es frecuente después de la traqueosto- mía por cicatrización y la lesión local, y ocurre en 3 a 12% de los casos.2 Los factores que conllevan mayor riesgo de estenosis traqueal incluyen situa- ción incorrecta de la traqueostomía a través del primer anillo traqueal o la membrana cricoidea, donde la vía respiratoria es más angosta; uso de una cánula de traqueostomía grande e incisión transversal en la tráquea. Sin embargo, incluso una traqueostomía bien situada puede causar estenosis traqueal debida a la cicatrización y la lesión local, y a menudo se observan ulceración y estenosis ligeras después de retirar la traqueostomía. La tasa de estenosis del estoma puede minimizarse si se usa la cánula de traqueostomía más pequeña posible y se reduce su tamaño en cuanto el paciente lo tolere, además de utilizar una incisión traqueal vertical sin retirar cartílago. Desde el punto de vista clínico, los principales síntomas de estenosis traqueal son estridor y disnea durante el ejercicio. El tiempo que transcurre para el inicio de los síntomas después de la extubación o el retiro de la cá- nula de traqueostomía es variable, pero a menudo es de dos a 12 semanas; no obstante, los síntomas pueden aparecer de inmediato o luego de un pe- riodo de uno a dos años. Con frecuencia, los pacientes se diagnostican de manera errónea como portadores de asma o bronquitis e incluso reciben el tratamiento respectivo durante mucho tiempo antes de establecer el diag- nóstico correcto. Por lo regular, la intensidad de los síntomas se relaciona con el grado de estenosis y la presencia de afección pulmonar subyacente. Tratamiento agudo La terapéutica de la estenosis traqueal consiste en su resección y anasto- mosis primaria. En casi todos los casos de secuelas posintubación, la le- sión es transmural, con destrucción de porciones considerables de la es- tructura cartilaginosa de soporte (fig. 19-3). Las medidas terapéuticas, como la ablación con láser, sólo son útiles de manera temporal. Durante la valoración inicial es recomendable la dilatación con broncoscopio rígido, A B C D E Figura 19-3. Diagrama de las principales lesiones por intubación. A. Lesión que afecta toda la circunferencia en el sitio en que se coloca el globo después del uso de una sonda endotraqueal. B. Lesiones potenciales después de la utilización de sondas de traqueostomía. Se puede observar una estenosis anterolateral a nivel del estoma. Existe una estenosis en toda la circunferencia a nivel del globo (inferior en comparación con una sonda endotraqueal). Es habitual que el segmento intermedio se encuentre inflamado y adelgazado. C. Daño de la porción subglótica de la laringe. D. Fístula traqueoesofágica a nivel del globo de la sonda de traqueostomía; es frecuente encontrar daño en toda la circunferencia a este nivel. E. Fístula entre tráquea y arteria tronco braquiocefálica. (Adaptada con autorización de Grillo2.) Arteria tiroidea inferior Rama de la arteria torácica interna Arteria bronquial superior Arteria bronquial media 1 Anastomosis longitudinal lateral 3 2 Figura 19-2. Flujo sanguíneo arterial hacia laringe y porción proximal de la tráquea. 19Brunicardi(0513-0590).indd 51619Brunicardi(0513-0590).indd 516 15/7/10 12:39:2015/7/10 12:39:20 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura que tiene la ventaja de proporcionar alivio inmediato en caso de disnea y suministra, además, información sobre la lesión. Es importante registrar cuidadosamente la longitud y la posición de la estenosis, así como la ubi- cación en relación con las cuerdas vocales. Rara vez es necesario practicar una traqueostomía. En sujetos que no toleran la anestesia general por al- guna afección concomitante, es posible utilizar endoprótesis (stent) para dilatación, casi siempre cánulas de silicona con forma de T. Deben evitarse los dispositivos de dilatación de malla metálica dado que su uso conlleva el riesgo de erosionar la pared de las vías respiratorias. También se ha des- crito la utilización de dilatación con globo y traqueoplastia, aunque la efi- cacia es marginal. En el futuro, los esfuerzos enfocados en la ingeniería genética podrían aportar material adecuado para la sustitución traqueal en estenosis de segmentos largos.La mayoría de las lesiones por intubación se halla en el tercio superior de la tráquea, por lo cual la resección traqueal casi siempre se lleva a cabo a través de una incisión en collar. Por lo general, la resección afecta 2 a 4 cm de la tráquea para la estenosis benigna. Sin embargo, todavía es posible realizar una anastomosis primaria sin tensión excesiva, aun cuando es ne- cesario resecar hasta la mitad de la tráquea.2 Cuando se efectúa una resec- ción para lesión ulterior a intubación, es crucial extirpar todo el tejido inflamado y cicatrizado. No se requieren traqueostomía ni férulas posope- ratorias y el paciente a menudo se extuba en el quirófano o poco después. Fístulas traqueales Fístula entre la arteria tronco braquiocefálica y la tráquea Esta fístula tiene dos causas: colocación demasiado baja de una traqueos- tomía e hiperinflación del manguito traqueal. Cuando se realiza una tra- queostomía, el cirujano debe ser diligente para la identificación apropiada de los anillos traqueales. La traqueostomía ha de situarse a través del se- gundo a cuarto anillos traqueales, sin referencia a la localización de la hen- didura esternal. Cuando se coloca por debajo del cuarto anillo traqueal, la curva interna de la cánula para traqueostomía ejerce presión sobre la su- perficie superior del tronco braquiocefálico, lo cual genera erosión de esta arteria. De igual manera, si se infla demasiado el manguito traqueal, se origina lesión isquémica a la vía respiratoria con erosión ulterior hacia la arteria y aparición de fístula. La mayoría de las fístulas causadas por un manguito aparece en las dos semanas siguientes a la colocación de la tra- queostomía. La manifestación clínica inicial de la fístula entre la tráquea y el tronco braquiocefálico es la hemorragia. A menudo hay una hemorragia premo- nitoria y, aunque casi nunca es masiva, no debe ignorarse ni atribuirse a irritación general de la vía respiratoria o a sangrado de la herida. Si la he- morragia es abundante, puede intentarse insuflar al máximo el globo de seguridad con el objetivo de comprimir la lesión arterial. Si esto no es su- ficiente, se debe trazar una incisión amplia para traqueostomía y presionar la arteria contra el esternón con un dedo (fig. 19-4). A continuación, se lleva a cabo la intubación bucal y la aspiración de la sangre libre. Entonces se atiende la lesión arterial, que consiste en extirpar el segmento afectado, de manera habitual sin necesidad de plastia. Fístula traqueoesofágica Las fístulas traqueoesofágicas (TEF) se presentan sobre todo en indivi- duos con apoyo ventilatorio mecánico prolongado.3 La compresión del globo sobre la tráquea membranosa y contra la sonda nasogástrica ocasio- 1 Hiperinsuflación del manguito 2 Control digital 3 Compresión broncoscópica Sonda bucotraqueal en su lugar, si se requiere Sonda bucotraqueal que sustituye a la sonda de traqueostomía Aplicación de presión ventral con broncoscopio Figura 19-4. Pasos para la atención de urgencia de una fístula entre tráquea y arteria tronco braquiocefálica. 19Brunicardi(0513-0590).indd 51719Brunicardi(0513-0590).indd 517 15/7/10 12:39:2115/7/10 12:39:21 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura na lesión de las vías respiratorias y el esófago, que algunas veces evolucio- na hacia una fístula. Desde el punto de vista clínico puede encontrarse saliva, contenido gástrico y alimento administrado por la sonda en el ma- terial de aspiración que se extrae de las vías respiratorias. Tal vez surja también distensión del estómago en personas con ventilación con presión positiva. El diagnóstico de TEF se confirma mediante broncoscopia. El retiro de la sonda endotraqueal con el broncoscopio insertado hace posi- ble la observación de la fístula en el sitio del globo. Otro método es la esofagoscopia, en la cual se puede observar el globo de la cánula endotra- queal en el esófago. La primera y más importante medida para tratar una TEF es desconec- tar al paciente del respirador y extubarlo tan pronto como sea posible. Durante el periodo de desconexión, debe retirarse la sonda nasogástrica y asegurarse que el globo de la sonda endotraqueal se encuentre en un pun- to distal respecto de la fístula y sin sobredistensión. Más adelante ha de efectuarse gastrostomía para aspiración del contenido gástrico (y preven- ción del reflujo) y una yeyunostomía para alimentación. Si existe dificul- tad para la aspiración a pesar de las medidas señaladas, se puede llevar a cabo un procedimiento de derivación esofágica con esofagostomía. Una vez que el sujeto se retira del respirador, se lleva a cabo una intervención en un solo tiempo que consiste en resección traqueal y anastomosis pri- maria, en la cual se repara la anomalía esofágica y se interpone un colgajo muscular entre tráquea y esófago (fig. 19-5).4 Neoplasias de la tráquea Los tumores primarios de la tráquea tienen características poco habitua- les, pero aparecen con frecuencia. El tumor primario más habitual de la tráquea es el carcinoma epidermoide (originado por tabaquismo) y el car- cinoma adenoideo quístico. Las principales manifestaciones clínicas de los tumores traqueales son estridor, hemoptisis, disnea o síntomas de inva- sión a estructuras contiguas (como nervio laríngeo recurrente o esófago). El dato radiográfico más habitual de neoplasia maligna traqueal es la este- nosis, pero se observa sólo en 50% de los casos. En tumores distintos a los carcinomas epidermoides, los síntomas pueden persistir durante meses debido a que el ritmo de crecimiento de dichas neoplasias es lento. La etapa es avanzada desde el momento de la presentación, cerca de 50% de los sujetos se presenta con enfermedad en etapa IV. La supervivencia ge- neral a cinco años para personas con neoplasias traqueales es de 40%, pero se reduce a 15% en aquellas con enfermedad en etapa IV.5 A C B D Cricoides Músculo esternohioideo Esófago Figura 19-5. Procedimiento en un solo tiempo para el cierre de la fístula traqueoesofágica y resección traqueal. A. La fístula se secciona, al igual que la tráquea por abajo del nivel de la lesión. B. La fístula se cierra sobre el lado traqueal en un solo plano y el lado esofágico en dos planos. C. El segmento dañado en la tráquea se reseca. D. Aspecto de la anastomosis traqueal terminada. 19Brunicardi(0513-0590).indd 51819Brunicardi(0513-0590).indd 518 15/7/10 12:39:2315/7/10 12:39:23 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura Los carcinomas epidermoides suelen acompañarse de metástasis a ganglios linfáticos regionales y casi nunca pueden resecarse una vez que se establece el diagnóstico. Su ciclo biológico es similar al de los carcinomas epidermoides del pulmón. Los carcinomas adenoideos quísticos, que co- rresponden a un tipo de tumor de glándulas salivales, muestran por lo general un crecimiento lento; se diseminan a través de la submucosa y tienden a infiltrar las vainas nerviosas y la pared de la tráquea. Quizá tam- bién invadan los ganglios linfáticos regionales. Aunque su naturaleza es vaga, los carcinomas quísticos adenoideos son malignos y pueden disemi- narse a pulmones y huesos. Los carcinomas epidermoides y los carcino- mas quísticos adenoideos constituyen cerca de 65% de todas las neoplasias traqueales. El 35% restante se compone de carcinomas microcíticos, carci- nomas mucoepidermoides, adenocarcinomas, linfomas y otros.6 Tratamiento En la figura 19-6 se presenta un algoritmo terapéutico para neoplasias tra- queales. La valoración y las medidas terapéuticas en los individuos con este tipo de tumores debe incluir una tomografía computadorizada (CT) de cabeza y tórax, además de una broncoscopia con instrumento rígido. La broncoscopia rígida permite hacer una valoración general del estado de las vías respiratorias y el tumor; también ofrece la posibilidad de retirar tejido muerto o eliminar el tumor con láser y aliviar la disnea. Si se consi- dera posible extirpar la neoplasia, el tratamientode elección es la resec- ción primaria con anastomosis.7 La longitud máxima de la tráquea que se puede extirpar es la mitad del total. Para evitar la tensión excesiva sobre la anastomosis después de la intervención, es indispensable llevar a cabo maniobras especiales, como movilización anterolateral de la tráquea, sutura del mentón con el ester- nón para conservar la cabeza flexionada hasta por siete días, así como la liberación de la laringe y el hilio derecho. En la mayoría de los casos se utiliza de manera sistemática a la resección traqueal (que afecta mucho menos de la mitad de la vía respiratoria) con movilización anterolateral de la tráquea y sutura del mentón al esternón durante siete días. El uso de procedimientos de liberación laríngea e hiliar depende de la dura- ción de la intervención quirúrgica y el criterio del cirujano sobre el grado de tensión en la anastomosis. Debido a que son radiosensibles, es habitual administrar radioterapia luego de la resección de los carcinomas quísticos adenoideos y los epider- moides.8 Por lo general, se indican dosis posoperatorias de 50 Gy o más. En personas con tumores que no pueden extirparse, la principal medida terapéutica es la radiación con el fin de controlar de modo temporal el crecimiento local del tumor, si bien rara vez es curativa. Cuando existe alteración recurrente de las vías respiratorias se debe considerar la coloca- ción de endoprótesis o el láser como parte del algoritmo de tratamiento. PULMÓN Anatomía Anatomía segmentaria En la figura 19-7 se muestra la anatomía segmentaria de los pulmones y el árbol bronquial.9 Obsérvese la continuidad del parénquima pulmonar en- tre los segmentos adyacentes de cada lóbulo. En contraste, la separación que hay entre las estructuras bronquiales y vasculares permite llevar a cabo resecciones segmentarias y subsegmentarias si la situación clínica así lo amerita o con el objetivo de conservar tejido pulmonar. Drenaje linfático Hay una gran cantidad de vasos linfáticos bajo la pleura visceral de cada pulmón, ubicados en el tabique interlobular, la submucosa de los bron- Sospecha por alta probabilidad (tos, disnea, hemoptisis, estridor y ronquera) Estadificación completa: tomografía computadorizada/ PET/mediastinoscopia Broncoscopia flexible/rígida Tumor extirpable Estado de desempeño adecuado para intervención quirúrgica Desbridamiento y/o ablación con láser Principios de resección traqueal • Puede resecarse hasta 50% de la longitud total de la tráquea • Sólo movilización anterolateral • Suturar la cabeza en flexión anterior por 7 días • Liberación laríngea e hiliar según se requiera para liberar la tensión Radioterapia a razón de 50 Gy (± quimioterapia) (tratamiento primario o posoperatorio) Tumor imposible de extirpar 1) Probable margen de resección traqueal positivo a simple vista 2) Enfermedad metastásica 3) La duración de la extirpación impide la reconstrucción segura 4) Invasión imposible de resecar en órganos adyacentes Estado de desempeño malo Figura 19-6. Algoritmo para la valoración y el tratamiento de las neoplasias traqueales. PET, tomografía por emisión de positrones. 19Brunicardi(0513-0590).indd 51919Brunicardi(0513-0590).indd 519 15/7/10 12:39:2415/7/10 12:39:24 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura quios y el tejido conjuntivo perivascular y peribronquial. Los ganglios lin- fáticos que drenan los pulmones se dividen en dos grupos de acuerdo con el sistema de clasificación tumor-ganglios-metástasis (TNM) para el cán- cer pulmonar: ganglios linfáticos pulmonares (N1) y ganglios mediastíni- cos (N2) (fig. 19-8). Las siguientes estructuras integran los ganglios linfáticos N1: a) gan- glios intrapulmonares o segmentarios situados en los puntos de división de los segmentos bronquiales o la bifurcación de la arteria pulmonar; b) ganglios lobares distribuidos a lo largo de los bronquios de los lóbulos superior, medio e inferior; c) ganglios interlobares ubicados en los ángulos formados por la bifurcación de los bronquios principales del lóbulo co- rrespondiente, y d) ganglios hiliares situados a lo largo del bronquio prin- cipal. Los ganglios linfáticos interlobares se hallan en la región más pro- funda de la cisura interlobar de cada lado y forman un colector linfático para cada pulmón conocido como colector linfático de Borrie; el drenaje final de todos los lóbulos pulmonares se dirige hacia este grupo de gan- glios (fig. 19-9). En el lado derecho, los ganglios del colector linfático ro- dean al bronquio intermedio (que limitan arriba el bronquio del lóbulo superior derecho y abajo los bronquios segmentarios de los lóbulos medio y superior). En el lado izquierdo, el colector linfático está confinado a la cisura interlobar, de manera que los ganglios linfáticos se ubican en el án- gulo que forman los bronquios segmentarios de la língula y el bronquio inferior, en aposición a las ramas de la arteria pulmonar. Por su parte, cuatro grupos principales integran los ganglios linfáticos N2: a) mediastínicos anteriores; b) mediastínicos posteriores; c) traqueo- bronquiales, y d) paratraqueales. Los ganglios mediastínicos anteriores tienen relación con la cara superior del pericardio, los nervios frénicos, el ligamento arterioso y la vena innominada izquierda. Los ganglios linfáti- cos paraesofágicos se sitúan a cada lado de ligamento pulmonar inferior y pertenecen al grupo mediastínico posterior. Pueden encontrarse más gan- glios paraesofágicos más arriba, entre el esófago y la tráquea, en proximi- dad al arco de la vena ácigos. Los ganglios linfáticos traqueobronquiales se subdividen en tres grupos ubicados cerca de la bifurcación de la tráquea: ganglios subcarinales; ganglios en el ángulo obtuso formado entre la trá- quea y cada lado de los bronquios principales, y ganglios localizados en la cara anterior del extremo inferior de la tráquea. Los ganglios linfáticos paratraqueales se encuentran muy cerca de la tráquea dentro del medias- tino superior. Aquellos ubicados en el lado derecho forman una cadena con los ganglios traqueobronquiales que yacen más abajo y con algunos de los ganglios cervicales profundos situados arriba (ganglios linfáticos esca- lenos). El drenaje linfático del pulmón derecho es ipsolateral, excepto por algún drenaje ocasional bilateral hacia el mediastino superior. El drenaje del pulmón izquierdo es ipsolateral y contralateral hacia el mediastino su- perior en igual proporción. 3p 3a 6 Ao PA 5 1 2L Tronco braquiocefálico 2R 4R Ao 4L Vena ácigos 10R 7 11R 12,13,14R 8R 9R 9L 8L PA 11L 10L 12,13,14L Pulmón derecho y bronquios Pulmón izquierdo y bronquios 1 1 1 1 2 2 2 2 3 3 3 3 3 3 4 4 4 4 4 5 5 5 5 5 5 6 6 6 6 6 6 8 8 8 8 8 8 8 9 9 99 9 9 10 10 10 10 10 10 107 7 7 1+2 1+2 Segmentos 1. Apical 2. Posterior 3. Anterior 4. Lateral 5. Medial 6. Superior 7. Medial basal* 8. Anterior basal 9. Lateral basal 10. Posterior basal * El medial basal (7) no existe en el pulmón izquierdo Figura 19-7. Anatomía segmentaria de los pulmones y los bronquios. Figura 19-8. Localización de estaciones ganglionares linfáticas regionales para estadificación de cáncer pulmonar. Estación, descripción: 1, ganglios linfáticos mediastínicos más altos; 2, ganglios paratraqueales superiores; 3, ganglios prevasculares, precarinales y retrotraqueales; 4, ganglios paratraqueales posteriores; 5, ganglios aortopulmonares; 6, ganglios preaórticos; 7, ganglios subcarinales; 8, ganglios paraesofágicos; 9, ganglios del ligamento pulmonar; 10, ganglios traqueobronquiales; 11, ganglios interlobulillares; 12, ganglios bronquiales lobulares; 13, ganglios segmentarios; 14, ganglios subsegmentarios. Nota: las estaciones 12, 13 y 14 no se muestran completas. (Con autorización de Ferguson, MK: Thoracic Surgery Atlas. W.B. Saunders, Inc. Philadelphia, PA, 2007. Copyright Elsevier.) 19Brunicardi(0513-0590).indd 52019Brunicardi(0513-0590).indd520 15/7/10 12:39:2415/7/10 12:39:24 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura Tomografía computadorizada La tomografía computadorizada (CT) helicoidal permite el rastreo conti- nuo del paciente conforme se desplaza a través de un puente, de manera que un activador de rayos X puede trazar una curva helicoidal en relación con la posición del individuo. Se pueden obtener imágenes del tórax completo durante un solo movimiento de retención de aire inspirado, de tal manera que se eliminan las interferencias que produce el movimiento y se obtienen imágenes de calidad mayor (en comparación con la tomografía convencio- nal), que son en especial útiles para la identificación de ganglios pulmona- res y alteraciones de las porciones centrales del árbol respiratorio.10 Dada la mayor rapidez de la tomografía helicoidal es posible obtener imágenes más claras del llenado de los grandes vasos, lo cual resulta de mucha utilidad para la identificación de anomalías y variaciones anatómicas de estructuras vasculares. Además, la posibilidad de obtener imágenes tridimensionales con este tipo de tomografía hace posible reconstruir y visualizar de modo mucho más claro las relaciones anatómicas de una lesión.11 En general, el grosor de los cortes es proporcional a la resolución de la imagen. A medida que aumenta el grosor, lo hace la proporción de volu- men que se promedia y, por tanto, la resolución de la imagen obtenida es menor. El espesor de los cortes depende de la estructura anatómica en es- tudio y su indicación. Se utilizan cortes delgados (colimación de 1 a 2 mm) a intervalos de 1 cm para valorar el parénquima pulmonar y los bronquios periféricos. Para reconocer metástasis pulmonares, lo más conveniente es obtener cortes delgados a intervalos de 5 a 7 mm de colimación. Para va- lorar la tráquea y los bronquios centrales se recomienda una colimación de 3 a 5 mm. Casi sin excepción, los hospitales cuentan con protocolos propios para la tomografía helicoidal. Resulta de gran relevancia propor- cionar los antecedentes y las características clínicas del caso de una mane- ra precisa para obtener la imagen apropiada. Además, el clínico debe co- nocer muy bien la anatomía torácica para identificar las alteraciones y definir las medidas terapéuticas (fig. 19-10). A B C D Figura 19-10. Estudio de tomografía computadorizada helicoidal que muestra cortes transversales de la anatomía normal del tórax en cuatro niveles. A. A nivel de la bifurcación traqueal, es posible observar la ventana aortopulmonar (APW). B. El origen de la arteria pulmonar izquierda se puede reconocer 1 cm por abajo del corte A. C. El origen y el curso de la arteria pulmonar derecha (RPA) se pueden identificar en este corte y en un punto apenas cefálico respecto del anterior. Es posible visualizar el origen del bronquio lobular superior izquierdo a partir del bronquio principal izquierdo (LMB). D. En el tórax inferior se pueden detectar las cavidades cardiacas y las venas pulmonares. AA, aorta ascendente; DA, aorta descendente; LA, aurícula izquierda; LV, ventrículo izquierdo; MPA, tronco de la arteria pulmonar; RA, aurícula derecha; RV, ventrículo derecho; SVC, vena cava superior; T, tráquea. Figura 19-9. El colector linfático de Borrie incluye los grupos de ganglios linfáticos que reciben el drenaje de todos los lóbulos pulmonares del pulmón correspondiente. 19Brunicardi(0513-0590).indd 52119Brunicardi(0513-0590).indd 521 15/7/10 12:39:2515/7/10 12:39:25 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura Trastorno Ejemplos Afección pulmonar FEV1/DLCO deficiente, tabaquismo intenso, apnea durante el sueño, neumonía reciente Cardiopatía Insuficiencia cardiaca congestiva, cardiopatía coronaria grave, infarto miocárdico reciente, valvulopatía Tumor maligno extratorácico Metástasis cerebral solitaria de cáncer pulmonar, metástasis pulmonares profundas que requieren lobectomía Desempeño físico deficiente Estado de desempeño equivalente a una calificación Zubrod de 2 o 3, obesidad patológica Trastorno reumático u ortopédico Enfermedad espinal, artritis reumatoide grave, cifosis grave, lupus eritematoso, osteomielitis Edad avanzada Edad >70 años Problemas vasculares Aneurisma, enfermedad vascular periférica grave Intervención quirúrgica mayor reciente o inminente Intervención quirúrgica abdominal urgente, sustitución articular que requiere el uso de muletas, necesidad de toracotomía contralateral Trastornos psicológicos o psiquiátricos Toxicomanías, dificultad para cumplir órdenes, síndromes dolorosos Inmunosupresión o cicatrización alterada de heridas Trasplante reciente, diabetes DLCO, capacidad de difusión de monóxido de carbono; FEV1, volumen espiratorio forzado en 1 s. Fuente: con autorización de Demmy TL et al: Is video-assisted thoracic surgery lobectomy better? Quality of life considerations. Ann Thorac Surg 85:S719, 2008. Copyright © Elsevier. Técnicas de intervención quirúrgica torácica Estas técnicas han cambiado en los últimos años con el advenimiento de la intervención quirúrgica de mínima penetración. Un cirujano capacitado para efectuar estas intervenciones puede practicar simpatectomías, resec- ciones pulmonares segmentarias, lobectomías y resecciones mediastínicas a través de puertos toracoscópicos múltiples y pequeñas incisiones de ac- ceso sin requerir una incisión muy grande con separación costal. Aunque no hay un cambio documentado en la mortalidad con estas estrategias, las mediciones subjetivas de la calidad de vida después de la intervención qui- rúrgica torácica asistida con video (VATS), como la intensidad del dolor (fig. 19-11) y la recuperación funcional percibida, favorecen de manera constante y reproducible la VATS sobre la toracotomía. Las mediciones objetivas, como el estado funcional medido con la marcha por 6 min, re- greso al trabajo y habilidad para tolerar la quimioterapia, también favo- recen a la VATS sobre la toracotomía. Por último, la recuperación de la función respiratoria es más temprana en pacientes que son objeto de VATS. Estos datos son pronunciados en pacientes con enfermedad pulmo- nar obstructiva crónica (COPD) y en personas de edad avanzada, pobla- ciones cuya calidad de vida puede modificarse mucho con los cambios en los síntomas y la función respiratorios, el dolor torácico y el desempeño físico.12 En el cuadro 19-1 se presenta un resumen de las poblaciones que podrían beneficiarse con las técnicas de VATS. La mediastinoscopia se usa con frecuencia para diagnosticar casos de linfadenopatía mediastínica y estadificar el cáncer pulmonar. La mediasti- noscopia se lleva a cabo con dos incisiones transversales de 2 a 3 cm de largo, alrededor de 1 cm por arriba del hueco supraesternal. La incisión se traza a través del músculo cutáneo del cuello. Se identifica la línea media de los músculos que rodean a este último y se disecan en dirección lateral. Es indispensable tener precaución para no disecar las estructuras venosas que en ocasiones se hallan sobre estos músculos, cuya dimensión y ubica- ción es muy variable. A continuación se incide la fascia pretraqueal. Des- pués se efectúa una disección roma sobre la tráquea anterior hasta el nivel de la carina y se identifica con precisión el lugar en el cual se encuentra la arteria tronco braquiocefálica. Esta arteria suele ubicarse cerca del hueco supraesternal, sobre todo en mujeres; como consecuencia, debe evitarse el uso del electrocauterio a ciegas. El mediastinoscopio se inserta y se deter- mina la ubicación anatómica de tráquea, carina y cara lateral de ambos bronquios proximales mediante disección roma con un catéter largo para aspiración. Pueden introducirse pinzas largas para biopsia a través del dis- positivo endoscópico con el propósito de obtener muestras de tejido. El procedimiento habitual de estadificación del cáncer de pulmón incluye la recolección de biopsias de los ganglios paratraqueales (grupos 4R y 4L) y subcarinales(grupo 7). Antes del uso difundido de VATS y la biopsia guiada por CT se usaba un procedimiento de Chamberlain modificado para valorar los ganglios linfáticos de la ventana aortopulmonar. En este procedimiento, se hace una incisión de 4 a 5 cm sobre el segundo cartílago costal izquierdo, el cual a veces se extirpa. Los vasos mamarios internos se ligan o se conservan. La disección procede hacia el mediastino a lo largo del cayado aórtico. Enton- ces puede efectuarse la biopsia de los ganglios linfáticos de la ventana aor- topulmonar y de los linfomas mediastínicos anteriores, justo debajo del segundo y el tercer cartílagos costales. La mejoría en las técnicas de biop- sia guiada por CT, la tomografía por emisión de positrones (PET) y la VATS han disminuido mucho la necesidad de esta técnica quirúrgica. La incisión más frecuente en la intervención quirúrgica a tórax abierto es la toracotomía posterolateral, la cual se emplea en la mayoría de las re- secciones pulmonares y las operaciones esofágicas, así como para acceder al mediastino posterior y la columna vertebral (fig. 19-12). El paciente se coloca en decúbito lateral. Una limitación de las incisiones torácicas en esta posición es la posibilidad de lesión al plexo braquial y estructuras vasculares axilares a causa del desplazamiento del hombro. Por ende, debe ponerse mucha atención en la postura del sujeto en la mesa quirúrgica luego de inducir la anestesia. La incisión en la piel parte de la línea axilar anterior, por debajo del nivel del pezón, y se extiende hacia atrás por deba- jo de la punta del omóplato. A continuación, la incisión se extiende en dirección cefálica y divide por la mitad el espacio situado entre el borde vertebral del esternón y las apófisis espinosas de las vértebras. Se secciona el músculo dorsal mayor y se procede a retraer el serrato anterior. Antes de ingresar al espacio pleural, el cirujano confirma que el anestesiólogo haya excluido la ventilación del pulmón quirúrgico mediante el pinzamiento de la luz correcta de la cánula endotraqueal de doble luz. Luego se entra en el espacio pleural en el quinto espacio intercostal mediante la división de los músculos intercostales con electrocauterio, por arriba de la sexta costilla. Se coloca un separador costal en la cavidad torácica y se abre al míni- mo. Se continúa la división de los músculos intercostales en sentido ante- rior (al nivel de la arteria mamaria interna) y posterior (hasta el nivel de los tendones paraespinosos) desde el interior de la cavidad torácica, como en una toracotomía interna. La toracotomía interna previene la fractura costal durante la separación ulterior del separador. Si es necesario, puede retirarse una parte de la costilla en la parte posterior para mejorar la visi- bilidad y prevenir la lesión costal, lo cual aumentaría el dolor posoperato- CUADRO 19-1 Circunstancias especiales en las cuales sería preferible la intervención quirúrgica torácica asistida por video Abierta VATS Ninguno Leve Moderado Intenso p <0.001 Figura 19-11. Gráfica de pastel que compara el control del dolor tres semanas después de lobectomía por toracotomía estándar o intervención quirúrgica torácica asistida por video (VATS). Las gráficas de pastel muestran que los pacientes que son objeto de VATS tienen mucho menos dolor (p <0.001), medido por el analgésico más potente que aún requieren: intenso, narcótico moderado de esquema II, esquema III o narcótico leve; leve, AINE o paracetamol. AINE, antiinflamatorios no esteroideos. (Con autorización de Demmy TL, et al: Is video-assisted thoracic surgery lobectomy better? Quality of life considerations. Ann Thorac Surg 85:S719, 2008. Copyright © Elsevier.) 19Brunicardi(0513-0590).indd 52219Brunicardi(0513-0590).indd 522 15/7/10 12:39:2615/7/10 12:39:26 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura rio y prolongaría la restricción del movimiento de la caja torácica. En caso de fracturar una costilla se recomienda la resección de cualquier borde roto para ayudar a disminuir el dolor posoperatorio. La toracotomía anterolateral se utiliza en víctimas de traumatismo. Esta técnica posibilita ingresar con rapidez al tórax con el paciente en po- sición supina. Cuando hay inestabilidad hemodinámica, la posición de decúbito lateral altera de modo importante el control del sistema cardio- pulmonar del paciente y las maniobras de reanimación, mientras la posi- ción supina permite que el anestesiólogo tenga un acceso total al sujeto. En caso de inestabilidad hemodinámica, aquélla resulta más adecuada que la posición en decúbito lateral y permite al anestesiólogo el control más apropiado del sistema cardiopulmonar y las maniobras para reanimación. Se lleva a cabo una incisión submamaria a partir del borde esternal a nivel del cuarto espacio intercostal, que se extiende hasta la línea media axilar. A continuación se corta el músculo pectoral mayor y una porción del pec- toral menor y el corte se extiende sobre el serrato anterior. Los músculos Trapecio Incisión en el dorsal mayor Dorsal mayor A B C D Serrato anterior Incisión en la 5a costilla Incisión en la 6a costilla Romboide mayor Retracción del omóplato Incisión Trapecio Figura 19-12. Incisión para toracotomía posterolateral. A. Se traza una incisión en la piel desde la línea axilar anterior hasta el borde inferior del omóplato. B y C. Se cortan el músculo dorsal mayor y los músculos de la cintura escapular. D. Se ingresa a la cavidad pleural tras seccionar los músculos intercostales a lo largo del borde inferior del espacio intercostal, para evitar la lesión del paquete neurovascular que se halla bajo cada costilla. 19Brunicardi(0513-0590).indd 52319Brunicardi(0513-0590).indd 523 15/7/10 12:39:2715/7/10 12:39:27 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura intercostales se seccionan con el electrocauterio sobre el borde superior de la costilla subyacente. Cuando se requiere mayor exposición, es posible seccionar el esternón para extender el corte hacia la cavidad torácica con- tralateral (toracotomía en “hemiconcha”). La toracotomía bilateral ante- rior con esternotomía transversa (toracotomía en “hemiconcha”) consti- tuye la vía de acceso estándar al corazón y mediastino durante algunas intervenciones quirúrgicas electivas. Es el tipo de incisión preferido para el trasplante pulmonar bilateral. Una esternotomía media también se pue- de agregar a la toracotomía anterior (toracotomía en “puerta de ventila- ción”) para tener acceso a las estructuras mediastínicas. Una complicación común de esta técnica es la hipoestesia del pezón. La esternotomía media hace posible la exposición de las estructuras del mediastino anterior y se emplea sobre todo en la intervención quirúrgica cardiaca. El cirujano tiene acceso a ambas cavidades pleurales y puede evi- tar la incisión en la cavidad pleural, si no fuera necesaria. La incisión en la piel se extiende desde la hendidura supraesternal a la apófisis xifoides (fig. 19-13). Se usa una sierra esternal para dividir el esternón. Las ventajas de esta técnica incluyen menor dolor posoperatorio y menor afección de la función pulmonar en comparación con la toracotomía lateral. Las desven- tajas de dicha incisión incluyen aumento en el riesgo de infección en caso que se requiera una traqueostomía al mismo tiempo o antes de sanar por completo la esternotomía. Intervención quirúrgica toracoscópica asistida por video La VATS es una técnica aceptada para el diagnóstico y el tratamiento de derrames pleurales, neumotórax recurrente, biopsia pulmonar, lobecto- mía, resección de quistes broncógenos y mediastínicos, así como mioto- mía y movilización esofágica intratorácica para esofagectomía.13 La VATS se lleva a cabo mediante dos a cuatro incisiones de 0.5 a 1.2 cm de longi- tud, a través de las cuales se insertan el toracoscopio y los instrumentos. El sitio de las incisiones varía de acuerdo con el procedimiento. Para la lobec- tomía con VATS, lacolocación del puerto varía de acuerdo con el lóbulo por resecar y tiene alta variabilidad entre los cirujanos.14 El principio bási- co es el de instalar los puertos a una altura adecuada en la caja torácica para permitir el acceso a las estructuras hiliares (fig. 19-14). Con objeto de separar las principales estructuras vasculares y los bronquios, se utilizan engrapadoras endoscópicas. Una vez concluida la intervención torácica, es habitual la colocación de sonda(s) pleural(es) para drenar la cavidad pleu- ral. Cada una de las sondas sale a través de una incisión independiente en la pared torácica, por debajo del sitio de toracotomía o los puertos de en- trada para la VATS. Si la pleura se mantiene íntegra y no se espera que drene material alguno (como en el caso de simpatectomía mediante VATS) no es necesario colocar sonda alguna. En seguida se inicia la ventilación con presión positiva para ayudar a expandir los segmentos atelectásicos. Las incisiones torácicas deben cerrarse en planos: el espacio costal con tres a cuatro puntos separados, dos suturas continuas para el plano miofascial y dos puntos subcuticulares continuos o grapas para cerrar la piel. Cuidados posoperatorios Uso de la sonda torácica Las sondas torácicas se colocan siempre en el espacio pleural al final de todas las intervenciones quirúrgicas que impliquen resección o manipula- ción del tejido pulmonar. La razón para utilizar la sonda torácica es doble: primera, la sonda permite la evacuación de aire si existiera una fuga aérea. Segunda, pueden drenarse la sangre y el líquido pleural, lo cual previene la acumulación dentro del espacio pleural que afectaría el estado respiratorio del paciente. Las sondas se retiran cuando no hay fuga de aire y disminuye el volumen de material drenado a un nivel aceptable durante 24 h. No existe un criterio acerca del volumen idóneo del drenaje de material en 24 h con base en el cual se decida el retiro de una sonda torácica. El siste- ma linfático pleural tiene una capacidad muy significativa para resorber líquidos. En un individuo sano se pueden reabsorber hasta 0.40 ml/kg/h, lo cual significa que se absorberían hasta 500 ml de líquido en 24 h. La propiedad del espacio pleural para controlar y absorber líquidos es mucho mayor cuando la pleura y el sistema linfático se encuentran sanos. En el pasado, muchos cirujanos requerían una cantidad apropiada de drenaje para retirar una sonda torácica de 150 ml o menos en 24 h.15 No obstante, en fecha reciente se demostró que las sondas pleurales pueden retirarse después de lobectomía mediante VATS, sin que se forme derrame pleural posterior cuando tienen un gasto de hasta 400 ml en 24 h. Hoy en día, los autores retiran las sondas tras lobectomías o resecciones pulmona- res menores cuando el volumen drenado es de 400 ml o menor en 24 h. Si el espacio pleural está alterado (p. ej., en el caso de derrame pleural maligno, infección o inflamación y pleurodesis) se debe seguir de manera detallada la evolución del gasto por las sondas antes de intentar su retiro (por lo general 100 a 150 ml en 24 h). En dichas situaciones hay una mo- dificación funcional en la dinámica del líquido pleural. La aplicación de aspiración y el control de fugas de aire son variables. De manera sistemática se aplica una presión para aspiración de −20 cmH2O luego de la intervención quirúrgica pulmonar con el objetivo de extraer el aire residual y controlar las fugas de aire del parénquima duran- te el posoperatorio. En fecha reciente, se demostró que la utilización siste- mática del sello de agua (sin aspiración) acelera la cicatrización de áreas del parénquima que presentan fugas de aire.16 Los principales factores para el uso del sello de agua son la intensidad de la fuga aérea y el grado de expansión del tejido pulmonar residual. Si la intensidad de la fuga de aire es suficiente para inducir atelectasias o colapso pulmonar a pesar del uso del sello de agua sin aspiración, se debe aplicar esta última para reexpandir el pulmón. Es importante un acceso sistemático para la búsqueda de una fuga de aire y un neumotórax drenado de manera incompleta acompañado de co- lapso pulmonar. Han de examinarse la sonda torácica y la manguera unida a ésta para asegurar que dicha sonda permanezca permeable y que la man- guera conectada no esté torcida ni tenga obstrucciones mecánicas, como ocurre cuando el paciente está acostado sobre la sonda. Una vez que el ci- rujano confirma que la sonda torácica se encuentra permeable, se pide al individuo que tosa de manera voluntaria o que realice la maniobra de Val- A B Timo Orejuela derecha Ventrículo derecho Grasa preperitoneal Diafragma Orejuela izquierda Cayado aórtico Vena innominada Arteria pulmonar Figura 19-13. Incisión para esternotomía media. A. Se realiza una incisión desde el hueco supraesternal hasta la apófisis xifoides. B. Exposición del espacio pleural. 19Brunicardi(0513-0590).indd 52419Brunicardi(0513-0590).indd 524 15/7/10 12:39:2715/7/10 12:39:27 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura salva. Esta maniobra aumenta la presión intratorácica y expulsa el aire contenido en el hemitórax por la sonda torácica. Durante la tos, se observa el depósito del sello de agua. La formación de burbujas en el depósito de este último indica la existencia de una fuga. En ocasiones, quizá suceda que la sonda no esté fijada a la piel de modo apropiado, por lo cual permi- te la entrada de aire durante la respiración; de esta manera, existe una fuga, aunque no de origen pulmonar. Durante la tos voluntaria, el nivel del lí- quido en el sello de agua debe subir y bajar de modo sincrónico con la tos y la inspiración profunda, como reflejo de los cambios de la presión pleu- ral que suceden durante estas acciones. Si el líquido se conserva estático, es Disecar A B C D E Separar Separar Separar Separar Separar Observar Observar Observar Observar Sujetar Observar Disecar Figura 19-14. Maniobras de lobectomía por intervención quirúrgica torácica asistida por video. Todas las maniobras se muestran con el paciente en posición de decúbito lateral izquierdo. Las mismas maniobras pueden realizarse en la imagen en espejo para el trabajo del lado izquierdo. A. Vista medial y sujeción inferior del pulmón para permitir la disección por la incisión de acceso. El ejemplo muestra la disección del hilio apical. B. Vista y acceso mediales con sujeción del pulmón para permitir el engrapado de las estructuras hiliares desde abajo. El ejemplo muestra la división del tronco de la arteria pulmonar hacia el lóbulo derecho (la rama lobular superior de la vena se dividió y se reflejó). C. Visualización estándar y uso del puerto de trabajo para disecar y dividir estructuras mientras el pulmón se separa a través de la incisión de acceso. El ejemplo muestra el uso de la engrapadora para dividir la arteria pulmonar que va hacia el lóbulo inferior derecho. D. Visualización estándar, uso del puerto de trabajo para separar el pulmón y, de la incisión de acceso, para disecar estructuras. Este método se usa a menudo para disecar la arteria pulmonar en la fisura mayor. El ejemplo muestra la vena pulmonar después de dividir el ligamento pulmonar con esta maniobra. E. Visualización estándar y uso de la incisión de acceso para introducir la engrapadora y dividir las fisuras. El ejemplo muestra la división de la fisura posterior entre el lóbulo inferior derecho y el lóbulo superior. (Con autorización de Demmy et al.14 Copyright Elsevier.) 19Brunicardi(0513-0590).indd 52519Brunicardi(0513-0590).indd 525 15/7/10 12:39:2815/7/10 12:39:28 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura necesario pensar en la obstrucción mecánica por compresión del conduc- to externo o presencia de un coágulo o material de desecho en el interior de la sonda. Control del dolor Resulta de gran importancia el control adecuado del dolor después de una toracotomía posterolateral. Esto permite alsujeto participar de manera activa en las maniobras respiratorias indicadas para eliminar y controlar las secreciones, además de favorecer la ambulación y proporcionar una sensación de bienestar. Las dos técnicas más comunes para controlar el dolor son la epidural y la intravenosa. Para aumentar su eficacia, los caté- teres epidurales deben introducirse a nivel de T6, cerca del ángulo del omóplato. Instalarlo en una posición más baja supone el riesgo de control inadecuado del dolor, en tanto su colocación proximal puede conducir a entumecimiento de manos y brazos. De manera característica, se utilizan combinaciones de fentanilo a dosis de 0.3 μg/ml y bupivacaína (0.125%) o ropivacaína (0.1%). Esta última es menos cardiotóxica que la bupivacaína, por lo cual, en caso de administrarla por error por vía intravenosa, el ries- go de bloqueo cardiaco completo persistente que induce la bupivacaína es menor en grado notable. La anestesia espinal (paravertebral) puede ini- ciarse con el mismo estuche de catéter epidural, con aplicación a 2.5 cm lateral a la apófisis espinosa en T4 a T6. Luego se infunden combinaciones de narcóticos y analgésicos tópicos, como con los catéteres epidurales. Cuando se coloca de manera apropiada, el catéter epidural hace posible un buen control del dolor sin necesidad de sedación sistémica considera- ble.17 Un efecto adverso frecuente es la retención urinaria, sobre todo en varones que requieren una sonda vesical permanente. Además, el uso de anestésicos locales puede provocar un bloqueo simpático que causa vaso- dilatación e hipotensión, las cuales requieren con frecuencia la administra- ción intravenosa de vasoconstrictores (agonistas α, como la fenilefrina) o soluciones. Si éste es el caso, el suministro de soluciones para tratar la hi- potensión puede ser indeseable tras la intervención quirúrgica pulmonar, en especial después de neumonectomía. La anestesia paravertebral brinda un control del dolor equivalente con un menor efecto hemodinámico.18 Otra alternativa es la indicación de analgesia narcótica mediante apli- cación intravenosa controlada por el paciente, a menudo combinada con cetorolaco. Muchas veces es necesario ajustar la dosificación basal e inter- mitente para conseguir el equilibrio entre grado de alivio del dolor y seda- ción. La sobresedación o narcosis es una situación tan peligrosa como la falta de control del dolor debido a que conlleva un riesgo elevado de reten- ción de secreciones pulmonares y aparición de atelectasias o neumonía. El control apropiado del dolor con narcóticos por vía intravenosa (IV) se define como el equilibrio entre el alivio del dolor conseguido y el grado de sedación. Al margen de que el dolor se controle por vía epidural paravertebral o intravenosa, lo habitual es que el tratamiento analgésico se cambie a la vía oral el tercer o cuarto día posoperatorio. Durante las fases parenteral y oral de la analgesia es indispensable un esquema para ablandamiento de las heces y laxantes con el propósito de impedir la posibilidad de estreñimien- to grave. Cuidados respiratorios La atención respiratoria adecuada es resultado del trabajo conjunto del cirujano y los demás miembros del personal de salud. El equipo debe estar capacitado en relación con las técnicas más apropiadas para el cuidado respiratorio. Se comprueba la aplicación de una buena atención respirato- ria cuando el paciente es capaz de toser de manera eficaz para eliminar secreciones. En situaciones idóneas, el proceso debe comenzar durante el preoperatorio mediante indicaciones claras sobre la manera de usar coji- nes (u otras técnicas de soporte) sobre la herida y la aplicación de presión. En el posoperatorio, el control apropiado del dolor (como se menciona en una sección previa) resulta primordial, sin sobresedación. Muchos estu- dios muestran que es posible que diversas técnicas complementarias para cuidado respiratorio (p. ej., respiración con presión positiva intermitente y espirometría con estímulos) sean inútiles. Estos datos coinciden con la impresión de los autores respecto de que el cuidado respiratorio sistemáti- co es más eficaz cuando se cuenta con un equipo especial y se instruye a los enfermos de manera adecuada. En individuos cuya función pulmonar preoperatoria tiene deterioro notorio, resulta casi imposible generar un reflejo de tos eficaz. En estos casos, es necesaria la aspiración nasotraqueal sistemática, la cual resulta muy incómoda. Una mejor alternativa consiste en instalar un catéter de aspiración transtraqueal percutáneo durante la intervención. El uso de este catéter resulta más cómodo para el paciente y posibilita una aspira- ción regular más adecuada. Complicaciones posquirúrgicas El edema pulmonar posterior a neumonectomía se presenta en 1 a 5% de los casos sujetos a este tipo de procedimiento, con una incidencia ma- yor tras la neumonectomía derecha. Desde el punto de vista clínico, los síntomas de dificultad respiratoria se presentan horas o días después de la intervención quirúrgica. En el plano radiográfico puede observarse infil- tración intersticial difusa o evidente edema alveolar. Los factores fisiopa- tológicos que lo producen se desconocen, pero quizá se relacionan con sustancias que aumentan la permeabilidad y la presión de filtración, y que limitan el drenaje linfático desde el pulmón afectado. Este síndrome gene- ra una mortalidad cercana a 100% a pesar del tratamiento intensivo. La atención consiste en apoyo ventilatorio, restricción de líquidos y uso de diuréticos. Otras complicaciones posoperatorias incluyen fuga de aire y fístula broncopleural. Aunque estos dos son problemas muy distintos, a veces es difícil diferenciarlos. Las fugas de aire posoperatorias son frecuentes des- pués de la resección pulmonar, sobre todo en pacientes con cambios enfi- sematosos, ya que las alteraciones fibróticas y el riego sanguíneo destruido afectan la cicatrización de las lesiones superficiales. Las fugas de aire de evolución prolongada (aquellas que duran más de cinco días) pueden tra- tarse al disminuir o retirar la aspiración (si la hay) con drenaje continuo del tórax o la instilación de un agente pleurodésico, por lo general polvo de talco. Si la fuga es moderada a grave y es factible la presencia de una fístula broncopleural a partir del muñón del bronquio resecado, en particular si el paciente tiene inmunodeficiencia o si recibe quimioterapia de induc- ción o radioterapia, o ambas. Cuando se sospecha la presencia de una fís- tula broncopleural, se lleva a cabo una broncoscopia flexible. Entre las opciones terapéuticas figuran el mantenimiento del drenaje pleural por un periodo prolongado; intervención quirúrgica de segunda intención con nuevo cierre (que incluye refuerzo del muñón mediante músculos inter- costales o un colgajo pediculado del serrato); o aplicación de pegamento con base de fibrina a través de broncoscopia, en fístulas menores de 4 mm. Los pacientes generan a menudo empiemas de modo concomitante, razón por la cual es preciso el drenaje abierto algunas veces. Nódulo pulmonar solitario Por lo general, un nódulo pulmonar solitario se describe como una lesión única, esférica y bien circunscrita. Mide ≤3 cm de diámetro y está rodeada por completo de parénquima pulmonar normal aereado.19 No se acompa- ña de atelectasia, crecimiento hiliar ni derrame pleural. El American Colle- ge of Chest Physicians desalienta el uso del término “lesión en moneda” porque estas anomalías son esféricas. La mayoría se detecta de manera incidental en las radiografías torácicas o CT obtenidas para otros propósi- tos. Al principio definidos por los datos en las radiografías torácicas, los nódulos pulmonares solitarios se identificaron en 0.09 a 0.2% de todas las radiografías torácicas en grandes estudios de detección desde 1950.20,21 Sin embargo, con la creación de la CT de detección de dosis bajas, al final se encuentra que muchas de estas lesiones se acompañan de múltiples(uno a seis) nódulos adicionales, casi siempre menores de 1 cm. En el pro- yecto Early Lung Cancer Action, 23% (233/1 000), en los voluntarios sanos había entre uno y seis nódulos en la CT de detección. Algo importante es que 12% (27/233) de ellos tenía enfermedad maligna vinculada con el nó- dulo.22 Cada año se identifican cerca de 150 000 nódulos solitarios de ma- nera incidental. La importancia clínica de la lesión depende de que repre- sente o no un tumor maligno. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial de un nódulo pulmonar solitario puede reducir- se hasta la diferenciación entre una lesión maligna y muchos otros trastor- nos benignos. Lo ideal es que las estrategias diagnósticas proporcionen una distinción clara entre las dos, de manera que la resección quirúrgica benigna pueda utilizarse sólo en el nódulo maligno y se evite la resección 19Brunicardi(0513-0590).indd 52619Brunicardi(0513-0590).indd 526 15/7/10 12:39:3315/7/10 12:39:33 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura cuando la lesión es benigna. En poblaciones de pacientes no selecciona- dos, un nuevo nódulo pulmonar solitario observado en una radiografía torácica tiene una probabilidad de 20 a 40% de ser maligno, el riesgo es cercano a 50% o más en fumadores. Los factores que influyen en la proba- bilidad de cáncer en un nódulo pulmonar solitario incluyen evidencia de crecimiento con el tiempo, densidad de la lesión en una CT (40 a 50% de los nódulos sólidos parciales es canceroso, en comparación con sólo 15% de los nódulos sólidos <1 cm y los nódulos no sólidos), síntomas acom- pañantes, edad del paciente, género, antecedentes de tabaquismo, antece- dentes laborales y prevalencia de enfermedad granulomatosa endémica. Los granulomas infecciosos que surgen como respuesta a diversos mi- croorganismos comprenden 70 a 80% de este tipo de nódulos solitarios; los hamartomas ocupan el siguiente sitio como causa individual más fre- cuente y constituyen cerca de 10%. El diagnóstico diferencial de un nódu- lo pulmonar solitario debe incluir una gran variedad de trastornos congé- nitos, neoplásicos, inflamatorios, vasculares y traumáticos. Estudios de imagen La CT torácica de corte fino resulta fundamental para definir localización, tamaño, forma de los bordes, patrón de calcificación y velocidad de creci- miento de este tipo de alteraciones.23 Es habitual que la mayor sensibilidad de la CT (en comparación con la radiografía) para la identificación de nódulos pequeños, revele más de una lesión pulmonar; hasta en 50% de los casos en que se consideraba la presencia de lesión única mediante radiografía de tórax se puede demostrar la presencia de lesiones múltiples por medio de CT. Si sobrepasa cierto número, la aparición de nódulos múltiples es más indicativa de metástasis o enfermedad granulomatosa, por lo cual se altera el plan diagnóstico. Las anomalías >3 cm se conside- ran tumores y es más probable que sean de tipo maligno. Los bordes irre- gulares, lobulados o espinosos son muy indicativos de enfermedad malig- na. El signo de la “corona radiada” (el cual consiste en estrías lineales que se extienden 4 a 5 mm hacia afuera y en las radiografías se ven espinosas) es muy específico de cáncer (fig. 19-15). La calcificación dentro de un nódulo sugiere una lesión benigna. Hay cuatro patrones frecuentes de calcificación benigna: difusa, sólida, central y laminada o “en roseta de maíz”. Las infecciones granulomatosas, como la tuberculosis, pueden presentar los primeros tres patrones, mientras que el patrón en roseta de maíz es más frecuente en los hamartomas. La calcificación moteada, amorfa o excéntrica casi siempre se relaciona con cáncer. De manera característica, las neoplasias crecen y varios estu- dios confirman que los cánceres pulmonares tienen velocidades de dupli- cación del volumen de 20 a 400 días.24 Es más factible que anomalías con tiempos de duplicación de tamaño menores sean de origen infeccioso y que aquéllas con tiempos mayores sean de tipo benigno. De manera tradi- cional se considera que la estabilidad del tamaño tumoral durante dos años determinada mediante radiografía simple constituye un signo de en- fermedad benigna. Esta noción se ha objetado en investigaciones recientes que demostraron que las radiografías de tórax tienen sólo un valor predic- tivo positivo de 65%.25 Como consecuencia, la estabilidad del volumen de una masa pulmonar en la radiografía de tórax es un signo poco confiable de benignidad que debe interpretarse con mucha cautela. La tomografía por emisión de positrones (PET) tiene la ventaja de valorar otra característica biológica de las neoplasias: el aumento de la in- corporación de glucosa como consecuencia de una mayor actividad meta- bólica. La 18F-fluorodesoxiglucosa (FDG) se utiliza para valorar el me- tabolismo de la glucosa en células estudiadas por medio de PET. Casi todos los tumores pulmonares poseen una tasa de aprovechamiento de la glucosa mayor en comparación con el tejido sano. La PET se usa cada vez más para diferenciar los nódulos benignos de los malignos.26 En un meta- análisis se estableció que su sensibilidad para la identificación de tumores es de hasta 97%, con una especificidad de 78%.27 Pueden presentarse casos negativos falsos (en especial en carcinomas broncoalveolares, carcinoides y tumores <1 cm de diámetro), así como positivos falsos (dada la posibili- dad de confusión con otros procesos infecciosos o inflamatorios). Biopsia en comparación con resección El cirujano debe tener un algoritmo basado en evidencia para establecer el diagnóstico y el tratamiento de un nódulo pulmonar. Ya se crearon li- neamientos basados en una revisión sistemática de la bibliografía y el con- senso de expertos clínicos en el campo19 (fig. 19-16). Sólo con biopsia es posible establecer el diagnóstico definitivo de un nódulo pulmonar. La broncoscopia tiene una sensibilidad de 20 a 80% para el reconocimiento de procesos neoplásicos en un nódulo pulmonar solitario, según sean su tamaño, proximidad al árbol bronquial y prevalencia de cáncer en la po- blación de la que provenga el sujeto. La biopsia transtorácica por aspira- ción con aguja fina (FNA) permite diagnosticar con precisión las caracte- rísticas de las lesiones pulmonares periféricas hasta en 95% de los casos; la frecuencia de resultados negativos falsos varía de 3 a 29%.28 Tal vez surjan complicaciones con una frecuencia relativamente elevada (p. ej., neumo- A B C Figura 19-15. Imágenes de tomografía computadorizada de nódulos pulmonares solitarios. A. Se observa el signo de la corona radiada en un nódulo solitario. Se extienden líneas finas múltiples en dirección perpendicular a partir de la superficie del nódulo de manera semejante a los rayos de una rueda. B. Adenocarcinoma comprobado mediante biopsia en el que se observa espiculación. C. Lesión con borde festoneado, dato inespecífico que sugiere riesgo intermedio de enfermedad maligna. 19Brunicardi(0513-0590).indd 52719Brunicardi(0513-0590).indd 527 15/7/10 12:39:3315/7/10 12:39:33 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura tórax en 30% de los casos). En algunas circunstancias, resulta útil la inter- vención quirúrgica transtorácica asistida por video (VATS) para resecar y diagnosticar un nódulo pulmonar de origen indefinido. Las lesiones más fáciles de extirpar mediante esta técnica son aquellas que se ubican en el tercio externo del parénquima y las <3 cm de diámetro. Al extirpar lesio- nes potencialmente malignas con VATS es importante tomar en cuenta algunos principios básicos. El nódulo no debe manipularse de manera di- recta con el instrumental, la pleura visceral que recubre al nódulo debe mantenerse íntegra y el nódulo resecado ha de extraerse del tórax dentro de una bolsa para impedir que su material se disemine en el interior de la caja torácica. Algunos grupos recomiendan utilizar de modo directo la VATS desde el inicio del trabajo diagnóstico de un nódulopulmonar solitario si las condiciones clínicas lo permiten, en virtud de su mayor pre- cisión diagnóstica y bajo riesgo quirúrgico.29 Neoplasias pulmonares El cáncer pulmonar es la principal causa de muerte por cáncer en Estados Unidos. Cada año se atribuye a él 30% de todas las muertes por cáncer, por arriba de los cánceres de glándula mamaria, próstata y ovario en conjunto. En cuanto a la frecuencia, es la tercera causa de cáncer diagnosticada en dicho país, sólo superada por el cáncer de próstata en el varón y el de glán- dula mamaria en la mujer (fig. 19-17). En el informe anual a la nación sobre el estado del cáncer en 2007, se indicó que la incidencia de cáncer Pruebas negativas Pruebas positivas Sí No SPN nuevo (8-30 mm) identificado en CXR o CT ¿Presencia de calcificación benigna o estabilidad por 2 años demostrada? ¿Es aceptable el riesgo quirúrgico? Valorar probabilidad clínica de cáncer Baja probabilidad de cáncer (<5%) Probabilidad intermedia de cáncer (>5-60%) Alta probabilidad de cáncer (>60%) No Establecer diagnóstico por biopsia, cuando sea posible. Considerar XRT o vigilar aparición de síntomas y paliar en caso necesario CT de alta resolución en serie a los 3, 6, 12 y 24 meses Pruebas adicionales • PET, si está disponible • CT con contraste, según experiencia institucional • Biopsia por aspiración con aguja fina transtorácica, si el nódulo es periférico • Broncoscopia, si hay broncograma aéreo o si el operador tiene experiencia con las técnicas guiadas nuevas Intervención quirúrgica toracoscópica asistida por video: análisis de corte congelado, seguido de resección, si el nódulo es maligno Sí No se requiere más intervención, salvo en pacientes con opacidades puras en “vidrio pulido”, en quienes debe considerarse el seguimiento anual más prolongado Figura 19-16. Algoritmo recomendado para el tratamiento de pacientes con nódulos pulmonares solitarios (SPN) que miden 8 a 30 mm de diámetro. CT, tomografía computadorizada; CXR, radiografía torácica; PET, tomografía por emisión de positrones; XRT, radioterapia. (Con autorización de Gould.19) 19Brunicardi(0513-0590).indd 52819Brunicardi(0513-0590).indd 528 15/7/10 12:39:3315/7/10 12:39:33 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura pulmonar en varones había empezado a disminuir, mientras que en las mujeres se mantenía estable. Las tasas de mortalidad anual para varones también habían disminuido. Las tasas de mortalidad anual para muje- res continúan en aumento, aunque a un ritmo mucho menor del observa- do en informes previos.30 La mayoría de los casos se diagnostica en una etapa avanzada de la enfermedad, por lo cual resulta difícil el tratamiento. La supervivencia general a cinco años en todos los individuos con cáncer pulmonar es de 15%, lo cual lo hace uno de los tumores más letales (fig. 19-18). La supervivencia de los sujetos con cáncer pulmonar es variable, según sean los factores demográficos y sociales. Algunos factores positivos para una mayor supervivencia son género femenino (supervivencia a cinco años de 18.3% en las mujeres en comparación con 13.8% de los varones), edad menor (supervivencia a cinco años de 22.8% en menores de 45 años en comparación con 13.7% en mayores de 65 años de edad) y raza blanca (supervivencia a cinco años de 16.1% en individuos de raza blanca en comparación con 12.2% en personas de raza negra). Cuando no se limita el acceso a la atención médica avanzada, como en el caso de la población militar, la diferencia racial en la supervivencia desaparece, lo cual sugiere que estas discrepancias en aquélla se explican, al menos en parte, por el menor acceso a la atención médica avanzada y el diagnóstico más tardío entre las personas de raza negra.31 Epidemiología El tabaquismo es la principal causa de cáncer; en 2007, los tumores rela- cionados con tabaquismo comprendieron cerca de 75% de todos los cán- ceres pulmonares en el mundo. Los dos tipos celulares de cáncer pulmo- nar, el carcinoma epidermoide y el microcítico, son extraordinariamente inusuales en ausencia de tabaquismo. El riesgo de desarrollar cáncer pul- monar aumenta a la par que el número de cigarrillos consumidos, el tiem- po de evolución del tabaquismo y el consumo de cigarrillos sin filtro. Por el contrario, el riesgo de cáncer pulmonar disminuye al suspender el con- sumo de cigarrillos (cuadro 19-2).32 Sin embargo, aun después de dejar de fumar, el riesgo nunca es igual al de los individuos que nunca fumaron, sin importar cuál sea la duración de la abstinencia. Alrededor de 25% de to- dos los cánceres pulmonares en el mundo y 53% de los cánceres en muje- res no se relacionan con el tabaquismo; en la mayoría de estos casos (62%) se trata de adenocarcinomas. En el cuadro 19-3 se resumen los datos exis- tentes sobre la causa del cáncer pulmonar en no fumadores.33 La exposición indirecta al humo de tabaco o tabaquismo pasivo con- fiere un mayor riesgo de generar cáncer pulmonar hasta de 24% en perso- nas que conviven con un individuo que fuma.34 El antecedente de neumo- patía confiere un riesgo mayor de cáncer pulmonar (13%) en personas que nunca han fumado. Se piensa que este incremento del riesgo se debe a una capacidad menor para eliminar los carcinógenos inhalados o los efectos de la inflamación crónica. Otras causas de cáncer pulmonar abarcan la exposición a diversos compuestos industriales, incluidos el asbesto, el arsénico y los deriva- dos del cromo. Es importante mencionar el grave efecto de la combina- ción de la exposición a asbesto y tabaquismo, que multiplica el riesgo en vez de tener un efecto aditivo. Los pacientes con COPD poseen un riesgo muy alto de presentar cáncer pulmonar en comparación con el inferido a partir sólo del tabaquismo. El antecedente de tuberculosis con cicatriza- ción secundaria también conlleva un mayor riesgo de carcinoma primario de pulmón. Varones Mujeres Glándula mamaria Pulmones y bronquios Colon y recto Cuerpo uterino Linfoma no Hodgkin Tiroides Melanoma cutáneo Ovario Riñón y pelvis renal Leucemia Todos los sitios 182 460 100 330 71 560 40 100 30 670 28 410 27 530 21 650 21 260 19 090 692 000 26% 14% 10% 6% 4% 4% 4% 3% 3% 3% 100% Varones Mujeres Pulmones y bronquios Próstata Colon y recto Páncreas Hígado y aparato biliar intrahepático Leucemia Esófago Vejiga urinaria Linfoma no Hodgkin Riñón y pelvis renal Todos los sitios Pulmones y bronquios Glándula mamaria Colon y recto Páncreas Ovario Linfoma no Hodgkin Leucemia Cuerpo uterino Hígado y aparato biliar intrahepático Cerebro y otros del sistema nervioso Todos los sitios 71 030 40 480 25 700 16 790 15 520 9 370 9 250 7 470 5 840 5 650 271 530 26% 15% 9% 6% 6% 3% 3% 3% 2% 2% 100% 90 810 28 660 24 260 17 500 12 570 12 460 11 250 9 950 9 790 8 100 294 120 31% 10% 8% 6% 4% 4% 4% 3% 3% 3% 100% Próstata Pulmones y bronquios Colon y recto Vejiga urinaria Linfoma no Hodgkin Melanoma cutáneo Riñón y pelvis renal Cavidad oral y faringe Leucemia Páncreas Todos los sitios 186 320 114 690 77 250 51 230 35 450 34 950 33 130 25 310 25 180 18 770 745 180 25% 15% 10% 7% 5% 5% 4% 3% 3% 3% 100% Casos nuevos calculados* Muertes calculadas Figura 19-17. Diez principales tipos de cáncer con los cálculos de casos nuevos y muertes por género en Estados Unidos, 2008. *Excluye cáncer cutáneo de células basales y escamosas, así como carcinomas in situ, excepto los de vejiga urinaria. Los cálculos se redondearon a la decena más próxima. (Con autorización de Jemal A et al: Cancer Statistics, 2008. CA Cancer J Clin 58:71, 2008. © 2008 American Cancer Society.) 19Brunicardi(0513-0590).indd 52919Brunicardi(0513-0590).indd 529 15/7/10 12:39:3415/7/10 12:39:34 Pared torácica, pulm ones, m ediastino y pleura Categoría por consumo de tabaco Riesgo relativo Nunca fumaron 1.0 Fuman actualmente 15.8-16.3 Fumaron antes Años de abstinencia: