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Trasplantes Antecedentes Definiciones Historia Inmunobiología del trasplante Antígenos del trasplante Alorreconocimiento y destrucción Rechazo clínico Hiperagudo Agudo acelerado Agudo Crónico Inmunodepresión clínica Fármacos no biológicos Corticoesteroides Azatioprina Ciclosporina Tacrolimús Sirolimús Micofenolato mofetilo Agentes biológicos Anticuerpos policlonales Anticuerpos monoclonales Agentes nuevos Obtención y preservación de órganos Donadores muertos Donadores vivos Preservación Trasplante de riñón Historia Valoración preoperatoria Procedimiento quirúrgico en el receptor Cuidado posoperatorio inicial Complicaciones Hemorragia Complicaciones vasculares Complicaciones urológicas Linfocele Otras complicaciones Cuidado secundario después del trasplante Resultados Trasplante de páncreas Historia Valoración preoperatoria Procedimiento quirúrgico Cuidado posoperatorio Complicaciones Trombosis Hemorragia Pancreatitis Complicaciones urológicas Infecciones Resultados Trasplante de células de los islotes Trasplante de hígado Historia Valoración preoperatoria Enfermedades susceptibles de tratamiento con trasplante Indicaciones para trasplante Procedimiento quirúrgico Variaciones del procedimiento estándar Trasplante de hígado de donador vivo 11Brunicardi(0271-0312).indd 27111Brunicardi(0271-0312).indd 271 5/7/10 15:58:425/7/10 15:58:42 Trasplantes ANTECEDENTES Aunque en la literatura científica existen desde hace siglos referencias so- bre trasplantes, el campo del trasplante moderno no se inició sino hasta la última mitad del siglo XX. Por consiguiente, si se considera su corta histo- ria, es notable el adelanto de esta área de la medicina. De un procedimien- to experimental efectuado hace justo 50 años, el trasplante evolucionó hasta constituirse en el tratamiento de elección de la insuficiencia orgánica de etapa final consecutiva a una gran variedad de causas. En la actualidad, el trasplante de riñón, hígado, páncreas, intestino, corazón y pulmones es común en todo el mundo. Hoy en día el trasplante se acepta de modo muy amplio y tiene tal éxito que el principal problema que afronta este campo en la actualidad no es la técnica quirúrgica, el rechazo o el tratamiento de complicaciones, sino más bien el abastecimiento de órganos. Cada vez es mayor el número de enfermedades y pacientes que es posible tratar con trasplantes; empero, este incremento, además de la disminución de las contraindicaciones para trasplantes, significó un número cada vez mayor de enfermos que aguar- dan hoy en día para el tratamiento de reemplazo de un órgano. El número de trasplantes que se practican cada año aumentó durante la última déca- da, pero tal crecimiento no fue paralelo a la lista de espera, cada vez mayor en términos exponenciales. La diferencia entre el número de trasplantes realizados y la cifra de individuos en espera ha aumentado de forma cons- tante (fig. 11-1). Las estadísticas sobre trasplantes en Estados Unidos las registra la Uni- ted Network for Organ Sharing (UNOS). En el año 2007 esperaron por un trasplante 98 000 sujetos, en tanto que las cifras de los trasplantes que se llevaron a cabo en ese año fueron de 28 000. DEFINICIONES El trasplante es el acto de transferir un órgano, tejido o células de un sitio a otro. En un sentido amplio, los trasplantes se dividen en tres categorías con base en la similitud entre el donador y el receptor: autotrasplantes, alotrasplantes y xenotrasplantes. Los autotrasplantes comprenden la trans- Trasplantes de hígado dividido Cuidado posoperatorio Trasplantes de hígado pediátricos Resultados Trasplante de intestino Valoración preoperatoria Procedimiento quirúrgico Cuidado posoperatorio Trasplante de corazón y pulmón Valoración preoperatoria Procedimiento quirúrgico Selección del donador Operación en el receptor Cuidado posoperatorio Infección y neoplasia Infecciones Neoplasia Cánceres de la piel Trastorno linfoproliferativo después del trasplante Otras neoplasias Futuro de los trasplantes Xenotrasplante Otros tratamientos 90 000 80 000 70 000 60 000 50 000 N ú m e ro d e p a c ie n te s 40 000 30 000 20 000 10 000 0 To ta l Ri ñó n Pá nc re as y K P H íg ad o In te st in o C or az ón Pu lm on es C or az ón /p ul m on es # En espera # Trasplantado Figura 11-1. Pacientes en la lista de espera y número de trasplantes orgánicos en 2005. (Datos de EUA, de Organ Procurement and Transplantation Network/ Scientific Registry of Transplant Recipients Annual Report http://www.ustransplant. org.) KP, riñón y páncreas. 11Brunicardi(0271-0312).indd 27211Brunicardi(0271-0312).indd 272 5/7/10 15:58:425/7/10 15:58:42 Trasplantes ferencia de tejidos u órganos de una parte de una persona a otra del mismo individuo. Son el tipo más común de trasplantes e incluyen injertos de piel, injertos venosos para derivaciones, injertos óseos y de cartílago e in- jertos neurales. Dado que el donador y el receptor son la misma persona y no existe disparidad inmunitaria, no se requiere inmunodepresión. Los alotrasplantes incluyen la transferencia de órganos o tejidos de un indivi- duo a otro diferente de la misma especie, la circunstancia más común en la mayor parte de los trasplantes de órganos sólidos que se practican en la ac- tualidad. Los receptores de aloinjertos requieren inmunodepresión para evitar el rechazo. Por último, los xenotrasplantes consisten en la transfe- rencia a través de barreras de especie. Hoy en día, los xenotrasplantes se relegan en gran parte al laboratorio, si se toman en cuenta las barreras in- munitarias potentes y complejas para tener éxito. Este capítulo se refiere sobre todo al alotrasplante. En la primera parte se comentan la inmunobiología, los mecanismos del proceso de rechazo y los medicamentos que se utilizan en la actualidad para obtener inmuno- depresión. La segunda parte se enfoca en los diversos trasplantes: riñón, páncreas, células de los islotes, hígado, intestino, corazón y pulmones. Se describen las indicaciones clínicas, el cuidado quirúrgico y el segui- miento después del trasplante de estos receptores de órganos abdominales y torácicos. HISTORIA Los intentos de trasplantes se han documentado desde hace mucho tiem- po, pero en gran parte sólo tienen interés histórico. No tuvieron un efecto duradero en el campo de los trasplantes modernos, que surgieron hasta la segunda mitad del siglo xx. Los acontecimientos importantes en la pri- mera mitad de ese siglo incluyeron el desarrollo de técnicas quirúrgicas para anastomosis vasculares de Alexis Carrel, los primeros trasplantes de riñón de un ser humano a otro de Yu Yu Voronoy en el decenio de 1930 (que no tuvieron éxito porque no se abordaron las barreras inmunitarias) y los estudios de trasplantes de piel en modelos animales de sir Peter Me- dawar en el decenio de 1940.1-3 El trabajo de Medawar fue en especial cru- cial: proporcionó pruebas científicas de la función que tiene el sistema inmunitario en el fracaso de aloinjertos para funcionar por tiempo pro- longado, a través de un proceso que más adelante se denominó rechazo. Su trabajo y observaciones crearon la base de la inmunobiología de trasplan- tes moderna. El primer trasplante de riñón exitoso a largo plazo lo realizó Joseph Murray, en Boston, en 1954.4 Debido a que fue un trasplante de donador vivo entre hermanos gemelos idénticos, no fue necesaria la inmunodepre- sión en el receptor; vivió durante más de 20 años y al final murió de una coronariopatía. Poco después, otros centros efectuaron trasplantes simila- res, que a continuación condujeron a intentar trasplantes de riñón entre individuos no idénticos, mediante radiación total del cuerpo y medica- mentos como la 6-mercaptopurina para inmunodepresión. A finales de la década de 1950 y el inicio de la de 1960, la combinación de azatioprina con corticoesteroides permitió que los alotrasplantesde riñón ya no pertene- cieran al campo de la terapéutica experimental.5,6 Aunado a la azatioprina y los corticoesteroides, el desarrollo del suero antilinfocítico (anticuerpos contra tejido linfoide humano) proporcionó a los clínicos inmunodepresión adecuada, lo que permitió el nacimiento de trasplantes extrarrenales.7 En 1963, Thomas Starzl practicó en Denver el primer trasplante de hígado. El primer trasplante de páncreas lo realizaron William Kelly y Richard Lillehei en 1966, en Minneapolis. Christiaan Bar- nard practicó el primer trasplante de corazón en 1967 en Cape Town, Sud- áfrica. El decenio de 1970 fue testigo de otros primeros trasplantes de in- testino, pulmón e islotes. El trasplante de riñón prosperó durante la década de 1970, pero los trasplantes extrarrenales no dejaron de ser en buena medida experimenta- les; una razón importante fue que el rechazo aún era un obstáculo mayor para su éxito. Sin embargo, ocurrió un cambio notable con la introduc- ción de la ciclosporina al inicio de la década de 1980. En esa época, era el fármaco inmunodepresor más específico disponible. Mejoró la supervi- vencia de los injertos después de trasplantes de riñón en 30% y permitió el desarrollo de trasplantes extrarrenales como tratamientos viables. Desde esa época, y en especial en el decenio de 1990, se desarrollaron muchos fármacos nuevos y se aprobaron para uso en trasplantes clínicos; en la ac- tualidad se valoran en estudios clínicos los resultados finales con otros. Tales fármacos permitieron abordar de manera progresiva más sitios espe- cíficos de las vías del sistema inmunitario relacionadas con el proceso de rechazo. Como resultado, disminuyeron en grado sustancial las tasas de rechazo de todos los tipos de trasplantes y aumentaron las de superviven- cia de injertos. Una gran parte del éxito reciente en los trasplantes se debe a los adelan- tos en inmunodepresión clínica. Empero, también tuvieron una función otros descubrimientos. La inmunodepresión más potente con frecuencia significa mayor riesgo de infección por patógenos víricos, micóticos y bac- terianos oportunistas. Para el éxito de trasplantes de órganos sólidos, fue crucial el desarrollo de tratamientos antimicrobianos, antimicóticos y an- tivíricos potentes y eficaces (de forma paralela a los fármacos inmunode- presores). Después de los primeros intentos con éxito en diversos trasplantes continuaron las innovaciones quirúrgicas. A finales del decenio de 1980 e inicio del de 1990, el desarrollo de técnicas de trasplante de hígado dividi- do o de cadáver y los trasplantes de hígado de donador vivo incrementa- ron el fondo común de donadores y ayudaron a aliviar la escasez notoria de éstos. El desarrollo de la nefrectomía laparoscópica del donador permi- tió la recuperación más rápida de donadores vivos e incrementó en conse- cuencia su número. El decenio de 1990 anunció innovaciones en trasplan- tes torácicos, pancreáticos y celulares. INMUNOBIOLOGÍA DEL TRASPLANTE Los adelantos técnicos y los métodos que hicieron posible los trasplantes se describieron hace casi 100 años. No obstante, sólo hasta después de lo- grar el conocimiento básico de la inmunobiología del trasplante fue facti- ble superar el obstáculo del rechazo, lo que llevó así a la posibilidad de los trasplantes clínicos. El éxito actual de los trasplantes se debe en gran parte al control del proceso de rechazo, gracias al conocimiento cada vez mayor del proceso inmunitario que desencadena un trasplante.8 El sistema inmunitario no sólo es importante en el rechazo de un injer- to, sino también en el sistema de defensas del cuerpo contra virus, bacterias, hongos y otros agentes patógenos. Asimismo, ayuda a evitar el crecimiento de un tumor y favorece la respuesta corporal al choque y traumatismos. Al 1. El campo del trasplante ha tenido avances tremendos en los últimos 30 años, debido sobre todo a los refinamientos de la técnica quirúrgica y al desarrollo de medicamentos inmunode- presores efectivos. 2. Aunque los fármacos inmunodepresores son esenciales para el trasplante, causan morbilidad significativa a corto y largo plazos. 3. Ahora, el trasplante renal representa el tratamiento de elección para casi todos los pacientes con nefropatía en etapa terminal. 4. El trasplante hepático es la opción viable actual para pacientes con insuficiencia orgánica en fase terminal. 5. El trasplante pancreático, y en el futuro el trasplante de células del islote, representan la forma más confiable para alcanzar la normoglucemia en los pacientes diabéticos mal controlados. 6. Las infecciones oportunistas pueden reducirse en forma signi- ficativa con el uso apropiado de agentes profilácticos. PUNTOS CLAVE 11Brunicardi(0271-0312).indd 27311Brunicardi(0271-0312).indd 273 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes igual que la reacción del cuerpo a una infección, el rechazo de un injerto se desencadena cuando células específicas del receptor del trasplante, sobre todo linfocitos T y B, reconocen antígenos extraños. ANTÍGENOS DEL TRASPLANTE Un grupo de genes que se conocen como complejo mayor de histocompati- bilidad (MHC, major histocompatibility complex) codifica los principales antígenos relacionados con el desencadenamiento del rechazo. Tales antí- genos y en consecuencia los genes definen la naturaleza “extraña” de un individuo para otro de la misma especie. En el hombre, el MHC se conoce como sistema de antígenos de leucocitos humanos (HLA, human leukocyte antigen). Comprende una serie de genes que se localizan en el cromosoma 6. Los antígenos HLA se agrupan en dos clases, que difieren en su estruc- tura y distribución celular. Las moléculas de clase I (llamadas HLA-A, HLA-B y HLA-C) se encuentran en la membrana de todas las células nu- cleadas. Por lo general, las células presentadoras de antígeno (APC, anti- gen-presenting cells), como linfocitos B, monocitos y células dendríticas, expresan las moléculas de clase II (denominadas HLA-DR, HLA-DP y HLA-DQ). En pacientes sin trasplantes, la función del producto del gen HLA con- siste en presentar antígenos como fragmentos de proteínas extrañas que pueden reconocer los linfocitos T. En individuos con trasplantes, las mo- léculas de HLA pueden iniciar el rechazo y daño del injerto a través de mecanismos humorales o celulares. El rechazo humoral ocurre cuando el receptor tiene anticuerpos circulantes específicos para HLA del dona- dor por una exposición previa (es decir, transfusión sanguínea, trasplante previo o embarazo), o en los casos en que, después del trasplante, el recep- tor desarrolla anticuerpos específicos para HLA del donador. Los anti- cuerpos se unen a continuación a los antígenos extraños reconocidos del donador, activan la cascada del complemento y conducen a la lisis celular. El grupo de antígenos sanguíneos del sistema ABO, aunque no forma par- te del sistema de HLA, también puede desencadenar esta forma de recha- zo humoral. El rechazo celular es el tipo más común de rechazo después de los tras- plantes de órganos. Tiene la mediación de los linfocitos T y resulta de su activación y proliferación después de exponerse a moléculas MHC del do- nador. ALORRECONOCIMIENTO Y DESTRUCCIÓN El reconocimiento de antígenos HLA extraños por los linfocitos T del re- ceptor se conoce como alorreconocimiento.9 Este proceso puede ocurrir por una vía directa o indirecta. En la primera interactúan los linfocitos T del receptor con moléculas HLA del donador y dan origen a la genera- ción de linfocitos T citotóxicos activados. En la vía indirecta, las APC del receptor procesan primero los antígenos del donador (que pueden elimi- narse de las células parenquimatosas del injerto hacia la circulación del re- ceptor o, de manera alternativa, encontrar los APC del receptor en el injer- to mismo); a continuación, las APC del receptor presentan los antígenos del donador a los linfocitos T del receptor y ello conduce a la activación de estos últimos. Sin importarel método de presentación del MHC extraño, los pasos subsecuentes son similares. La unión del linfocito T a la molécula extraña ocurre en el complejo receptor del linfocito T (TCR, T-cell receptor) con CD3 en la superficie de los linfocitos. Esta unión conduce a la transduc- ción de una señal de la célula, denominada señal 1. Sin embargo, dicha señal no es suficiente por sí misma para suscitar la activación de la célu- la T. La activación plena requiere la transducción de una segunda señal que no depende del antígeno. La señal 2 la emite la unión de moléculas accesorias en el linfocito T a moléculas correspondientes (ligandos) en la célula presentadora de antígeno. Un ejemplo es CD25 en la unión de lin- focitos T con su ligando B7 en la superficie de la célula presentadora de antígeno. La transmisión de las señales 1 y 2 al núcleo de la célula conduce a la expresión del gen de interleucina 2 (IL-2) y la producción de esta cito- cina importante. A continuación, IL-2 permite que prosiga la activación de la cascada completa del linfocito T que conduce a su proliferación y diferenciación en células capaces de dañar el injerto. Al inicio del proceso de rechazo es fundamental la activación del linfo- cito T, pero también tienen una función la activación de células B y la producción de anticuerpos. Los antígenos extraños los adquieren recepto- res de inmunoglobulina en la superficie de las células B. A continuación, estos antígenos se procesan en forma similar a la manera en que las APC procesan los antígenos del donador. Las células B presentadoras de antíge- no pueden interactuar a continuación con células T colaboradoras activa- das. Esta interacción conduce a la proliferación y diferenciación de las cé- lulas B en células plasmáticas y la producción de anticuerpo. RECHAZO CLÍNICO El rechazo del injerto es un proceso complejo que comprende varios com- ponentes, entre ellos linfocitos T y B, macrófagos y citocinas, con lesión inflamatoria local y el daño consiguiente del injerto.10-12 El rechazo puede clasificarse en cuatro tipos, con base en el tiempo y la patogenia: hiperagu- do, agudo acelerado, agudo y crónico. Hiperagudo Este tipo de rechazo, que tiene lugar en el transcurso de minutos tras re- anudarse el riego en el órgano trasplantado, se debe a la presencia de anti- cuerpos preformados en el receptor, que son específicos para el donador. Estos anticuerpos pueden dirigirse contra los antígenos HLA del donador o bien pertenecer al grupo sanguíneo anti-ABO. De cualquier forma, se unen al endotelio vascular en el injerto y activan la cascada del comple- mento, que conduce a la activación de plaquetas y coagulación intravas- cular diseminada. El resultado es una hinchazón y oscurecimiento del in- jerto, que sufre necrosis isquémica. Este tipo de rechazo casi nunca es reversible, de tal manera que es fundamental prevenirlo. La prevención se logra mejor al comprobar que el injerto es compatible en ABO y llevar a cabo un estudio de compatibilidad cruzada antes del trasplante. Esta última es una prueba in vitro que consiste en mezclar célu- las del donador con suero del receptor para buscar pruebas de destrucción de las células del donador por anticuerpos del receptor. Una compatibili- dad cruzada positiva indica la presencia de anticuerpos preformados en el receptor específico para el donador y en consecuencia un gran riesgo de rechazo hiperagudo si se lleva a cabo el trasplante. Agudo acelerado Este tipo de rechazo se observa en el lapso de los primeros días tras el trasplante e incluye lesiones de mediación celular y por anticuerpos. Es factible cuando se sensibilizó un receptor por exposición previa a antíge- nos que se encuentran en el donador, lo que tiene como resultado una re- acción de memoria inmunitaria. Agudo Este tipo de rechazo era el más común, pero con la inmunodepresión mo- derna cada vez es menos frecuente. El rechazo agudo se observa en el transcurso de días a unos cuantos meses después del trasplante. Es de ma- nera predominante un proceso de mediación celular y los linfocitos son las principales células que participan. La biopsia del órgano afectado mues- tra un infiltrado celular, con daño de la membrana y apoptosis de las célu- las del injerto. El proceso puede acompañarse de síntomas sistémicos como fiebre, escalofrío, malestar y artralgias. Sin embargo, con los medi- camentos inmunodepresores actuales, casi todos los episodios de rechazo agudo son asintomáticos. Por lo general se manifiestan con valores de la- boratorio anormales (p. ej., creatinina elevada en receptores de trasplante de riñón y concentraciones altas de transaminasa en receptores de tras- plante de hígado). Los episodios de rechazo agudo también puede mediarlos una reac- ción inmunitaria humoral, en lugar de la celular. Las células B pueden ela- borar anticuerpos antidonador, que por lo general dañan al injerto. Con frecuencia es difícil establecer el diagnóstico, ya que es posible que una biopsia no demuestre un infiltrado celular de importancia; quizá se nece- siten tinciones inmunitarias especiales. Crónico Esta forma de rechazo ocurre meses a años después del trasplante. En la actualidad, cuando han mejorado de forma tan notable las tasas de supervi- 11Brunicardi(0271-0312).indd 27411Brunicardi(0271-0312).indd 274 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes Fijadores de inmunofilina Inhibidores de la calcineurina Ciclosporina Tacrolimús No inhibidores de la calcineurina Sirolimús Antimetabolitos Inhibidores de la síntesis de purinas Azatioprina Micofenolato de mofetilo Inhibidores de la síntesis de pirimidinas Leflunomida Inmunodepresión biológica Anticuerpos policlonales ATGAM Inmunoglobulina antitimocito Anticuerpos monoclonales Muromonab CD-3 IL-2R (humanizado) Belatacept Alemtuzumab Rituximab Otros Corticoesteroides Inhibidor de JAK-3 Inhibidor de la proteína cinasa ATGAM, globulina antitimocitos; IL-2R, receptor de interleucina-2. JAK-3, cinasa-3 de Janus. Fármaco Mecanismo de acción Efectos adversos Usos clínicos Dosis Ciclosporina (CSA) Se une a ciclofilina, inhibe la calcineurina y la síntesis de IL-2 Nefrotoxicidad, temblor, hipertensión, hirsutismo Mejor biodisponibilidad de la forma en microemulsión, se utiliza como medicamento fundamental en protocolos de mantenimiento Dosis oral de 8 a 10 mg/kg/día (administrados en dos dosis divididas) Tacrolimús (FK506) Se une a FKBP, inhibe la síntesis de calcineurina e IL-2 Nefrotoxicidad, hipertensión, neurotoxicidad, toxicidad digestiva (náusea, diarrea) Mejora la supervivencia del paciente y el injerto en los tratamientos (hígado) primario y de rescate, se utiliza como fármaco fundamental de sostén, igual a la CSA 0.05 a 0.1 mg/kg/día IV; 0.15 a 0.3 mg/kg/día VO (administrados cada 12 h) Micofenolato de mofetilo (MMF) Antimetabolito, inhibe la enzima necesaria para la síntesis nueva de purina Leucopenia, toxicidad digestiva Eficaz para el tratamiento primario y de rescate en trasplantes de riñón, puede reemplazar a la azatioprina 1.0 g dos veces al día VO (quizá se necesiten 1.5 g en receptores de raza negra) Sirolimús (rapamicina) Inhibe efectos de los linfocitos impulsados por el receptor IL-2 Trombocitopenia, aumento de colesterol/LDL séricos, vasculitis (estudios en animales) Puede permitir la supresión temprana de esteroides y disminuir las dosis de calcineurina 2 a 4 mg/día, ajustados a los valores mínimos del fármaco Corticoesteroides Múltiples acciones, antiinflamatorios, inhiben la producción de linfocina Estado cushingoide, intolerancia a la glucosa, osteoporosis Se utiliza en inducción, mantenimiento y tratamiento de rechazo agudo Varía de miligramos a varios gramos por día; dosis de sostén, 5 a 10 mg/día Azatioprina (AZA) Antimetabolito, interfiere la síntesis de DNA y RNA Trombocitopenia, neutropenia, disfunción hepática Se administra en protocolos de mantenimiento 1 a 3 mg/kg/día para mantenimientoFKBP, proteínas de unión de FK506; IL-2, interleucina 2; LDL, lipoproteínas de baja densidad. vencia de injertos a corto plazo, el rechazo crónico es un problema cada vez más común. Desde el punto de vista histológico, el proceso se caracteriza por atrofia, fibrosis y arterioesclerosis. Es probable que intervengan meca- nismos inmunitarios y no inmunitarios. Desde el punto de vista clínico, se deteriora con lentitud la función del injerto durante meses a años. INMUNODEPRESIÓN CLÍNICA El éxito de los trasplantes modernos se debe en gran parte al desarrollo de fármacos inmunodepresores eficaces. Sin estos medicamentos, sólo serían posibles trasplantes entre individuos genéticamente idénticos. En el dece- nio de 1960 se disponía sólo de dos agentes inmunodepresores, pero en la actualidad la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos ha aprobado más de 15 medicamentos para inmunodepresión clínica, con valoraciones de otros en varias etapas de estudios clínicos (cuadro 11-1). Por consiguiente, se amplió en grado notorio el armamento terapéutico para pacientes de trasplante, con una diversidad de combinaciones farma- cológicas y protocolos. En el cuadro 11-2 se muestran las características de algunos fármacos inmunodepresores comunes. Tales medicamentos se administran combinados con otros, no solos. La inmunodepresión de inducción se refiere a los fármacos que se adminis- tran inmediatamente después del trasplante para inducir inmunodepre- sión. La inmunodepresión de mantenimiento alude a los fármacos suminis- trados para conservar la inmunodepresión una vez que se recuperan los receptores del procedimiento quirúrgico. Los medicamentos individuales pueden clasificarse en biológicos o no biológicos. Los agentes biológicos consisten en preparados de anticuerpos dirigidos a diversas células o receptores relacionados con el proceso de rechazo; por lo regular se emplean en protocolos de inducción (en lugar de los de mantenimiento). Los agentes no biológicos forman la base funda- mental de los protocolos de mantenimiento. Fármacos no biológicos Corticoesteroides Desde el punto de vista histórico, los corticoesteroides representaron la primera familia de medicamentos utilizados en la inmunodepresión clíni- ca. En la actualidad, los esteroides son un componente integral de la ma- yor parte de los protocolos de inmunodepresión y con frecuencia los fár- macos de primera línea en el tratamiento del rechazo agudo. A pesar de su beneficio comprobado, los esteroides se acompañan de efectos secunda- rios de consideración, en especial con su uso por tiempo prolongado. Por tales razones, en fecha reciente surgió un gran interés por suprimir estos fármacos de los protocolos de mantenimiento a largo plazo. Quizá los me- dicamentos inmunodepresores más recientes lo hagan posible. Los esteroides tienen propiedades antiinflamatorias e inmunodepreso- ras, dado que ambas se relacionan de modo estrecho. Sus efectos en el sistema inmunitario son complejos. Aunque se utilizan en clínica desde CUADRO 11-2 Características de los agentes inmunodepresores comunes CUADRO 11-1 Fármacos inmunodepresores por clasificación 11Brunicardi(0271-0312).indd 27511Brunicardi(0271-0312).indd 275 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes hace muchos años, aún no se comprende por completo su mecanismo de acción exacto. Inhiben sobre todo la producción de linfocinas por los lin- focitos T, que se requieren para amplificar las respuestas de macrófagos y linfocitos. Los esteroides también tienen otros efectos inmunodepresores que no son específicos. Por ejemplo, causan linfopenia secundaria a la re- distribución de linfocitos del compartimiento vascular de nueva cuenta al tejido linfoide, inhiben la migración de monocitos y actúan como fárma- cos antiinflamatorios al bloquear varios agentes que incrementan la per- meabilidad y vasodilatadores. Los esteroides en dosis altas son la primera línea de elección de mu- chos clínicos para el tratamiento inicial del rechazo celular agudo. Tam- bién son una parte integral de casi todos de los regímenes inmunodepre- sores de mantenimiento. Por lo general se administran dosis altas de esteroides intravenosas (IV) inmediatamente después del trasplante como tratamiento de inducción, seguido de esteroides orales en dosis relativa- mente altas (p. ej., 30 mg/día de prednisona en adultos), que se disminu- yen hasta la dosis de mantenimiento de 5 a 15 mg/día durante tres a seis meses. Los efectos adversos del régimen con esteroides son múltiples y contri- buyen de forma significativa a la morbilidad en receptores de trasplante.13 Las respuestas de los individuos varían con amplitud, pero muchos de los efectos secundarios dependen de la dosis; éstos incluyen facies y hábito cushingoides ligeros, acné, aumento del apetito, cambios en el estado de ánimo, hipertensión, debilidad de músculos proximales, intolerancia a la glucosa y deterioro de la cicatrización de heridas; con menor frecuencia se observan cataratas subcapsulares posteriores, glaucoma y necrosis asépti- ca de las cabezas femorales. El uso de dosis altas de esteroides, en trata- mientos en bolo para el tratamiento del rechazo agudo, incrementa el ries- go de infecciones oportunistas, osteoporosis y retraso del crecimiento en niños. Estos efectos secundarios de importancia estimularon el interés ac- tual por suprimir los esteroides de los pacientes en el transcurso de unos cuantos meses tras un trasplante o evitarlos en lo absoluto. Varios centros publicaron resultados alentadores con la interrupción en la administra- ción de esteroides con protocolos de supresión y evitación en diferentes órganos.14,15 La mayor parte de los estudios se ha concentrado en la intrrupción por completo en la administración de esteroides o la suspensión pronta de los mismos (casi siempre una semana después del trasplante), en lugar de sus- pender los esteroides luego de tres a seis meses después de éste. En general, el índice de éxito medido por las tasas de rechazo agudo ha sido mejor con las primeras estrategias. Además, muchos efectos secundarios relaciona- dos con esteroides ocurren temprano, por lo que gran parte del beneficio de los regímenes sin esteroides podría perderse con un régimen de retiro. La suspensión rápida o la evitación completa de los esteroides se acompa- ña de resultados equivalentes o mejores en tasas de rechazo agudo, com- paradas con las obtenidas en grupos con mantenimiento de esteroides, pero con muchas menos complicaciones relacionadas con esteroides e in- fecciosas. Azatioprina La azatioprina (AZA), un antimetabolito, es un derivado de la 6-mer- captopurina, el fármaco activo. Se introdujo por primera vez para inmu- nodepresión clínica en 1962; combinada con los corticoesteroides, se constituyó en el medicamento estándar en todo el mundo durante las dos siguientes décadas. Hasta la introducción de la ciclosporina, era el fárma- co inmunodepresor utilizado de modo más extenso, pero en la actualidad constituye un componente coadyuvante de los regímenes inmunodepre- sores farmacológicos. Con la introducción de agentes nuevos, como mico- fenolato mofetilo (MMF), el uso de azatioprina disminuyó en forma signi- ficativa y es probable que en el futuro próximo se elimine por completo. Este medicamento actúa de manera tardía en el proceso inmunitario, afecta el ciclo celular al interferir con la síntesis de DNA y suprime en consecuencia la proliferación de linfocitos B y T activados. La AZA es valiosa en la prevención el inicio del rechazo agudo, pero no es eficaz en el tratamiento de los episodios de rechazo. El efecto secundario más importante de la AZA es la supresión de la médula ósea. Pueden afectarse las tres líneas celulares hematopoyéticas y conducir a leucopenia, trombocitopenia y anemia. Muchas veces la supre- sión se relaciona con la dosis; a menudo es reversible cuando se reduce la dosificación o se suprime de forma temporal el agente. Otros efectosse- cundarios importantes son hepatotoxicidad, alteraciones gastrointestina- les (náusea y vómito), pancreatitis y alopecia. Ciclosporina La introducción de la ciclosporina al inicio del decenio de 1980 modificó de manera notable el campo de los trasplantes.16-18 Mejoró en grado signi- ficativo los resultados después de trasplantes de riñón, pero su mayor efec- to se observó en trasplantes extrarrenales. Al inicio, éste era el fármaco inmunodepresor más específico disponible. En comparación con los este- roides o la AZA, inhibe con mucha mayor selectividad la reacción inmu- nitaria. En la actualidad, la ciclosporina tiene una función central en la inmunodepresión de mantenimiento en casi todos los tipos de trasplante de órganos. La ciclosporina se une con su proteína citoplásmica receptora, ciclofi- lina, que inhibe de modo subsecuente la actividad de la calcineurina. Este último efecto deteriora la expresión de varios genes críticos que activan linfocitos T, de los cuales el más importante es el de IL-2. Como resultado, se suprime la activación de linfocitos T. La ciclosporina se metaboliza a través del sistema de citocromo P-450 y por consiguiente son posibles va- rias interacciones farmacológicas. Los inductores de P-450, por ejemplo, la fenitoína, disminuyen las concentraciones sanguíneas; los fármacos como eritromicina, cimetidina, cetoconazol y fluconazol las incrementan. Los efectos adversos de la ciclosporina pueden clasificarse en renales o no renales. El efecto adverso más importante y problemático es la nefro- toxicidad. La ciclosporina tiene un efecto vasoconstrictor en la vasculatura renal. Esta acción (tal vez un fenómeno transitorio, reversible y depen- diente de la dosis) puede causar disfunción temprana del injerto después del trasplante o exagerar la función deficiente existente del injerto. Asimis- mo, el uso de ciclosporina por tiempo prolongado puede ocasionar fibrosis intersticial del parénquima renal, además de lesiones arteriolares. Se des- conoce el mecanismo exacto, pero al final se presenta insuficiencia renal. También se observan varios efectos secundarios no renales. Las com- plicaciones estéticas, sobre todo hirsutismo e hiperplasia gingival, pueden causar una gran angustia, que conduce quizá a una conducta de falta de adaptabilidad. Se han publicado asimismo varias complicaciones neuroló- gicas que incluyen cefaleas, temblores y convulsiones. Otros efectos se- cundarios extrarrenales comprenden hiperlipidemia, hepatotoxicidad e hiperuricemia. Tacrolimús El tacrolimús (FK506) es un metabolito del hongo del suelo Streptomyces tsukubaensis que se encontró en Japón. Se aprobó en Estados Unidos para uso en trasplantes hepáticos en abril de 1994 y en la actualidad se utiliza en forma similar a la ciclosporina. Al igual que esta última, el tacrolimús inhibe a la calcineurina y tiene un mecanismo de acción muy similar. La ciclosporina actúa al unir ciclofilinas, en tanto que el tacrolimús lo hace al enlazar proteínas de unión de FK506 (FKBP). El complejo tacrolimús- FKBP inhibe la enzima calcineurina, que es esencial para activar factores de transcripción en respuesta al incremento del calcio intracelular que se observa con la estimulación del receptor de la célula T (TCR). El efecto neto del tacrolimús consiste en inhibir la función de los linfocitos T tras prevenir la síntesis de IL-2 y otras citocinas importantes. La principal dife- rencia entre el tacrolimús y la ciclosporina, además de la inmunofilina real a la que se une cada uno, es su potencia relativa: el tacrolimús es 100 veces más potente que la ciclosporina en una base molar. En forma similar a esta última, el tacrolimús lo metaboliza sobre todo el sistema enzimático P-450 del hígado; en consecuencia, ocurren interacciones farmacológicas similares. Los efectos adversos del tacrolimús y la ciclosporina son semejantes. Los problemas más comunes incluyen nefrotoxicidad, neurotoxicidad, de- terioro del metabolismo de la glucosa, hipertensión, infección y molestias gastrointestinales. La nefrotoxicidad se relaciona con la dosis y es reversi- ble cuando se reduce. La neurotoxicidad que se observa con el tacrolimús varía de síntomas leves (temblores, insomnio y cefaleas) a alteraciones más graves (convulsiones y coma); se relaciona con concentraciones altas y se resuelve al reducir la dosis. Estos efectos secundarios son más comu- nes en el periodo temprano después del trasplante y su incidencia tiende a disminuir de modo subsecuente. Al parecer, el efecto hiperglucemiante del tacrolimús no se vincula con la dosis. Se desconoce su causa. Sin embargo, en casi todos los estudios su incidencia es mayor con tacrolimús y menor con ciclosporina. Otros efec- tos secundarios comunes incluyen los digestivos y varían de cólicos leves a diarrea grave. Con el tacrolimús se observan con la misma frecuencia hi- pertensión, hipercolesterolemia e hipomagnesiemia. Del mismo modo 11Brunicardi(0271-0312).indd 27611Brunicardi(0271-0312).indd 276 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes que otros medicamentos inmunodepresores, la infección y las afecciones malignas son aún los efectos adversos más importantes a largo plazo. Sirolimús Este medicamento (que se conocía antes como rapamicina) es un antibió- tico macrólido derivado de un actinomiceto del suelo que se encontró en Isla de Pascua; desde el punto de vista estructural es similar al tacrolimús y se une a la misma inmunofilina (FKBP). A diferencia del tacrolimús, no afecta la actividad de la calcineurina y por tanto no bloquea la activación de los genes de citocina dependientes del calcio. Por el contrario, el com- plejo activo une las llamadas proteínas blanco de rapamicina (fig. 11-2), lo que causa inhibición de la cinasa P7056 (una enzima relacionada con la división celular). El resultado neto es la prevención de la progresión G1 a la fase S del ciclo celular, lo que detiene la división de las células. Hasta la fecha, el sirolimús se utiliza en diversas combinaciones y si- tuaciones. Se puede emplear junto con uno de los inhibidores de la calci- neurina. En estas combinaciones se administra el sirolimús para ayudar a suspender o evitar del todo el uso de esteroides en los regímenes de inmu- nodepresión de mantenimiento. También se emplea como una alternativa del tacrolimús o la ciclosporina, como parte de un protocolo de ahorro de la calcineurina.19 La ventaja de este tipo de protocolo es que no se acom- paña de nefrotoxicidad a largo plazo (como se observa con los agentes de calcineurina). Por lo tanto, esto puede dar por resultado que el sirolimús sea mejor para preservar la función renal a largo plazo en receptores de trasplante. Los principales efectos secundarios del sirolimús incluyen neutrope- nia, trombocitopenia y un aumento notorio de las concentraciones séricas de triglicéridos y colesterol. Se acompaña asimismo de deterioro de la ci- catrización de heridas, que conduce a una incidencia más alta de compli- caciones relacionadas con la herida. Micofenolato mofetilo El micofenolato mofetilo (MMF) lo aprobó la FDA en mayo de 1995 para la prevención del rechazo agudo después de trasplantes de riñón. Desde esa época, muchos centros lo incorporaron en poco tiempo a la práctica clínica como parte de regímenes de mantenimiento.20 Se aisló del moho Penicillium glaucum, un derivado semisintético de ácido micofenolato. Su- prime la deshidrogenasa de monofosfato de inosina, que es una enzima crucial limitante del ritmo en la síntesis nueva de purinas. De manera es- pecífica, esta enzima cataliza la formación de nucleótidos de guanosina a partir de la inosina. Muchas células tienen una vía de salvamento y por consiguiente pueden evitar la necesidad de esta síntesis de nucleótido de guanosina por la vía nueva. Sin embargo, los linfocitos activados no po- seen esta vía de salvamento y requieren la síntesis nueva para expansión clonal. El resultado neto es un efecto antiproliferativo reversibley selectivo en linfocitos T y B. El MMF difiere de la ciclosporina, el tacrolimús y el sirolimús porque no afecta la producción de citocinas ni los sucesos inmediatamente poste- riores al reconocimiento de antígeno. Por el contrario, actúa de modo más distal en la cadena de fenómenos de activación tras prevenir la prolifera- ción de linfocitos T estimulados (fig. 11-2). Al igual que la AZA, es un antimetabolito y, a diferencia de ésta, su efecto es selectivo; sólo afecta linfocitos, no neutrófilos ni plaquetas. En varios estudios clínicos se com- probó que es más eficaz que la AZA y la reemplazó en buena medida. OKT3 IL-2 y otras citocinas Receptor IL-2 CTLA4-Ig Clase II + Péptido TCR CD28B7-1,2 Célula TH Transcripción génica Calcineurina dependiente de Ca Tacrolimús Ciclosporina APC Anti-IL-2R MAb mTOR MMF Azatioprina Síntesis de DNA y proliferación celular Sirolimús Célula T citotóxica Figura 11-2. Sitios de acción de fármacos inmunodepresores. APC, célula presentadora de antígeno; CTLA4-Ig, inmunoglobulina contra proteína 4 relacionada con linfocito T citotóxico; IL, interleucina; MMF, mofetilo de micofenolato; mTOR, blanco de rapamicina en mamíferos; célula TH, célula T cooperadora. 11Brunicardi(0271-0312).indd 27711Brunicardi(0271-0312).indd 277 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes Efectos secundarios frecuentes Otros medicamentos que aumentan la concentración sanguínea Otros medicamentos que disminuyen la concentración sanguínea Otros medicamentos que potencian la toxicidad Ciclosporina (CSA) Hipertensión, nefrotoxicidad, hirsutismo, neurotoxicidad, hiperplasia gingival Verapamilo, claritromicina, doxiciclina, azitromicina, eritromicina, fluconazol, itraconazol, cetoconazol Isoniazida, carbamazepina, fenobarbital, fenitoína, rifampicina Nefrotoxicidad: aciclovir, ganciclovir, aminoglucósidos, NSAID Tacrolimús (FK506) Hipertensión, nefrotoxicidad, hiperglucemia, neurotoxicidad Verapamilo, claritromicina, doxiciclina, azitromicina, eritromicina, fluconazol, itraconazol, cetoconazol Isoniazida, carbamazepina, fenobarbital, fenitoína, rifampicina Nefrotoxicidad: aciclovir, gangiclovir, aminoglucósidos, NSAID Sirolimús Trombocitopenia y neutropenia, aumento de colesterol, edema de extremidad, cicatrización alterada de heridas — — — Micofenolato de mofetilo Leucopenia, trombocitopenia, molestias GI — Colestiramina, antiácidos — Corticoesteroides Hiperglucemia, osteoporosis, cataratas, miopatía, aumento de peso — — — Azatioprina Leucopenia, anemia, trombocitopenia, molestias GI — — Supresión medular; alopurinol, sulfonamidas La incidencia y tipos de fenómenos adversos con MMF son similares a los que se observan con azatioprina (AZA). Las excepciones notables son los efectos secundarios digestivos (diarrea, gastritis y vómito), que son más comunes con el micofenolato mofetilo. Desde el punto de vista clínico es más común la leucopenia significativa y afecta alrededor de un tercio de los receptores; se trata con la disminución o suspensión temporal del me- dicamento (cuadro 11-3). Agentes biológicos Desde el decenio de 1960, en trasplantes clínicos se utilizan anticuerpos monoclonales dirigidos contra linfocitos. Las técnicas de anticuerpo mo- noclonal (mAb), que se desarrollaron con posterioridad, permitieron ob- tener agentes biológicos como muromonab-CD3 (OKT3) dirigidos a subgrupos específicos de células. En la actualidad, se encuentran en desa- rrollo o han entrado en la fase de prueba clínica diferentes anticuerpos monoclonales para uso en trasplantes. Muchos se dirigen contra molécu- las funcionales secretadas del sistema inmunitario o sus receptores y no contra grupos reales de células. Anticuerpos policlonales Los anticuerpos policlonales se preparan al inmunizar a animales (como caballos, cabras o conejos) con tejido linfoide humano; después que apare- ce una reacción inmunitaria, se extraen y purifican los sueros inmunita- rios resultantes con el propósito de eliminar anticuerpos indeseables. Es- tos anticuerpos eliminadores de linfocitos son supresores potentes de la respuesta inmunitaria mediada por linfocitos T y previenen en forma se- lectiva la activación de las células B a través de diversos estímulos. Los anticuerpos policlonales se han utilizado con éxito como agentes de in- ducción a fin de evitar el rechazo y tratar episodios de rechazo agudo. Globulina antitimocito. La globulina antitimocito (ATGAM) es una so- lución de globulina-γ obtenida por inmunización de caballos con timocitos humanos. Contiene anticuerpos contra una gran variedad de antígenos de la superficie de linfocitos T humanos, incluidos los antígenos MHC. Por lo general, la ATGAM debe infundirse por una vena central porque a través de una periférica a menudo causa tromboflebitis. Los pacientes deben reci- bir antes metilprednisolona y clorhidrato de difenhidramina a fin de evitar las reacciones alérgicas. Aun así, los efectos secundarios pueden ser signifi- cativos por la gran cantidad de proteína ajena. Los síntomas del síndrome por liberación de citocina incluyen fiebre, escalofrío, artralgias, trombo- citopenia, leucopenia y un cuadro similar a la enfermedad del suero. Timoglobulina. La inmunoglobulina antitimocito es un anticuerpo poli- clonal obtenido mediante la inmunización de conejos con timocitos hu- manos. La FDA la aprobó para prevenir y tratar el rechazo en receptores de trasplante de órganos sólidos. Los estudios multicéntricos con distribu- ción al azar que comparan inmunoglobulina antitimocito con ATGAM como tratamiento de inducción mostraron que un año después del tras- plante, la incidencia y gravedad del rechazo fueron menores en pacien- tes tratados con inmunoglobulina antitimocito.21 Los estudios de segui- miento por cinco años mostraron que este efecto se sostiene a largo plazo. La comparación del perfil de seguridad muestra una mayor incidencia de leucopenia con inmunoglobulina antitimocito, aunque la incidencia de infección por citomegalovirus (CMV) parece ser menor. Algunos datos sugieren que esta inmunoglobulina se relaciona con mayor riesgo de tras- torno linfoproliferativo posterior al trasplante (PTLD, posttransplant lym- phoproliferative disorder) en comparación con la ausencia de inducción, pero se requieren más estudios para confirmar esto.22 Los estudios de comparación con muromonab-CD3 mostraron que éste revirtió unos cuantos episodios de rechazo más que la inmunoglobulina antitimocito en receptores de trasplante renal, pero ambos fueron tratamientos eficientes; el uso por primera vez de la inmunoglobulina antitimocito se acompaña de menos efectos secundarios que el de muromonab-CD3. Anticuerpos monoclonales Los anticuerpos monoclonales (mAb) surgieron como una nueva clase de agentes inmunodepresores, que parece eficaz para el tratamiento y pre- vención del rechazo agudo, y son tolerables en receptores de trasplante renal.23 Los mAb se producen por hibridación de linfocitos B secretores de anticuerpos murinos con una línea celular de mieloma no secretora. La naturaleza tan específica de estos fármacos los hace menos tóxicos que los agentes orales para mantenimiento a largo plazo, como los corticoesteroi- des e inhibidores de calcineurina. El muromonab-CD3 se mantiene como mAb de empleo frecuente, pero ya se confirmó la eficacia de algunos mAb nuevos en estudios clínicos fase III y son parte de regímenes inmunode- presores bien establecidos. Éstos incluyen mAb anti-CD25 (basiliximab y daclizumab). Otros mAb desarrollados hace poco, como el mAb anti- CD52 humanizado alemtuzumab, anti-CD20 (rituximab), anti-antígeno-1 relacionado con la función de linfocitos (anti-LFA-1), anti-molécula-1 de adhesión intercelular (anti-ICAM-1) y anti-factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) (infliximab), están en proceso de evaluación, con potencial in- munodepresor alentador. Muromonab-CD3. Este mAb se dirige contra el complejo antigénicoCD3 que se encuentra en todos los linfocitos T humanos maduros. El complejo CD3 es parte integral del TCR. La desactivación de CD3 por acción de muromonab-CD3 induce la pérdida de TCR de la superficie celular. Por consiguiente, los linfocitos T no son eficaces y se eliminan pronto de la circulación y se depositan en el sistema reticuloendotelial. CUADRO 11-3 Efectos secundarios e interacciones farmacológicas de los principales inmunodepresores 11Brunicardi(0271-0312).indd 27811Brunicardi(0271-0312).indd 278 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes La dosis estándar es 5 mg al día por vía intravenosa (IV). Las dosis más pequeñas pueden ser igual de efectivas. La eficacia se evalúa mediante la vigilancia de células CD3� en la circulación. Si el fármaco es eficaz, el porcentaje de células CD3� debe disminuir y mantenerse por debajo de 5%. La falta de logro de este nivel indica que la dosis es inadecuada o que existen anticuerpos dirigidos contra muromonab-CD3. Muromonab-CD3 es muy eficaz y versátil. Por lo común se usa en el tratamiento de episodios de rechazo agudo graves (o sea, los resistentes a esteroides); también se utiliza como profilaxis contra el rechazo, como tra- tamiento de inducción y como tratamiento para rechazo primario. El uso de este fármaco puede acompañarse de efectos adversos consi- derables, incluso algunos que podrían poner en peligro la vida; lo más frecuente es que aparezcan con las primeras dosis. Como muromonab- CD3 es un mitógeno de linfocitos T, se cree que la mayor parte de estos síntomas está mediada por la liberación de citocinas desde los linfocitos T mediante la unión con CD3. Los síntomas más frecuentes son fiebre, esca- lofrío y cefalea. El efecto secundario más grave de este fármaco es edema pulmonar no cardiógeno de desarrollo rápido. El riesgo de este efecto au- menta en forma significativa si el paciente se sobrecarga de líquido antes de iniciar el tratamiento con muromonab-CD3. Otros efectos secundarios graves incluyen encefalopatía, meningitis aséptica y nefrotoxicidad. El uso de muromonab-CD3, sobre todo en cursos múltiples, aumenta en forma significativa el riesgo de infección (p. ej., CMV) y neoplasias (p. ej., PTLD). Para reducir los efectos secundarios y la antigenicidad de muromonab- CD3 murino, se desarrolló una variante “humanizada”. Los estudios in vi- tro e in vivo encontraron que la variante humanizada de este compuesto no activa los linfocitos T humanos, pero conserva propiedades inmunode- presoras significativas. El fármaco fue bien tolerado, con reacciones míni- mas después de la primera dosis (incluida falta de liberación de IL-2); no se observó inducción de anticuerpos contra muromonab-CD3. Como tie- ne menor capacidad inmunógena, su semivida es mucho más prolongada que la de muromonab-CD3 convencional. Anticuerpos monoclonales anti-CD25 (basiliximab y daclizumab). La subunidad α del receptor IL-2, también conocida como Tac o CD25 se encuentra sólo en linfocitos T activados. El bloqueo de este componente por mAb previene en forma selectiva la activación de linfocitos T inducida por IL-2. Esta selectividad hace que los mAb anti-CD25 sean más potentes contra el rechazo, sin riesgos adicionales significativos de infección, neo- plasia maligna u otros efectos secundarios importantes. Hay dos tipos de mAb anti-CD25: quiméricos (cerca de 75% de la proteína es humana y 25% es murina) y humanizados (casi 90% de proteína humana y 10% mu- rina). Basiliximab y daclizumab son los dos mAb anti-CD25 aprobados por ahora para uso clínico. Se usan como parte de la inducción de inmu- nodepresión en el trasplante renal, combinados con inhibidores de calci- neurina, corticoesteroides y MMF. Se hizo un estudio fase III con distribu- ción al azar, doble ciego, controlado con placebo que comparó daclizumab con la ausencia de inducción en nefrópatas que se sometieron al primer trasplante renal cadavérico y recibieron inmunodepresión triple con ci- closporina, AZA y prednisolona.24 En el grupo con daclizumab, un núme- ro menor de pacientes desarrollaron rechazo durante los primeros seis meses después del trasplante, el tiempo hasta el rechazo fue más prolonga- do y el número de episodios de éste fue menor. Además, la infusión de anticuerpo no se acompañó de reacciones adversas. Tampoco hubo dife- rencia en la incidencia de infección o cáncer entre los dos grupos. Se pu- blicó un estudio comparativo que usa basiliximab en el trasplante renal.25 Anticuerpos monoclonales anti-CD52 (alemtuzumab). Alemtuzumab es un mAb de rata humanizado (Ig G2b de rata) dirigido contra el antíge- no CD52. Es un agente citolítico potente que se ha usado como tratamien- to en el trasplante de médula ósea, varias enfermedades autoinmunitarias y trasplante de órganos.26 El antígeno CD52 se expresa en los linfocitos T y B, monocitos, macrófagos y eosinófilos, así como en el recubrimiento del aparato reproductivo masculino. Es uno de los antígenos más abundantes en la superficie de los linfocitos y representa cerca de 5% de los antígenos superficiales. Es probable que esto explique en parte la linfopenia profun- da y duradera después de la administración de una o dos dosis del anti- cuerpo; estos niveles bajos de linfocitos podrían tardar meses o años en regresar a la normalidad. Por ejemplo, dos dosis de alemtuzumab, con 40 mg en total, administradas durante dos días a receptores de trasplante re- nal producen linfopenia profunda. Aunque la cifra de linfocitos B regresa a niveles normales en tres a 12 meses, las cifras de linfocitos CD4� y CD8� permanecen muy bajas hasta por tres años. Después de unirse con su blan- co, alemtuzumab produce muerte celular a través de varios mecanismos, incluidos citólisis mediada por complemento, citotoxicidad mediada por anticuerpos y apoptosis. La experiencia más amplia del uso de alemtuzumab en trasplante de órganos sólidos se tiene en trasplantes renales. Se ha usado en la inducción y tratamiento de mantenimiento, así como en rechazo agudo. Los estudios con distribución al azar que compararon alemtuzumab con inmunoglobu- lina antitimocito encontraron que no había diferencia en la supervivencia de pacientes o injerto, incidencia de rechazo agudo o función renal; tam- poco había diferencias en infecciones ni en la incidencia de diabetes o hi- perlipidemia. Como ocurre en todos los tratamientos con anticuerpos, la administración de alemtuzumab causa una reacción inicial. Sin embargo, es relativamente modesta y se suprime con una inyección en bolo IV de 1 g de metilprednisolona antes de administrar el anticuerpo. A causa de la reducción prolongada de linfocitos T, todavía existe preocupación sobre el riesgo de infección. Una observación interesante es la ocurrencia de tras- tornos autoinmunitarios en forma de hipotiroidismo autoinmunitario y anemia hemolítica autoinmunitaria en algunos pacientes raros tratados con alemtuzumab. Se requieren estudios de control grandes, prospecti- vos, con distribución al azar y seguimiento prolongado para establecer la función real de alemtuzumab, sobre todo con respecto a la seguridad. Anticuerpos anti-CD20 (rituximab). El CD20 (antígeno humano de di- ferenciación limitado a linfocitos B, Bp35) es una proteína que se localiza sobre los linfocitos pre-B y B maduros. El antígeno se expresa en la mayor parte de los linfomas no Hodgkin, pero no se encuentra en las células pro- genitoras, células pro-B, células plasmáticas normales ni otros tejidos nor- males. Regula un paso temprano en el proceso de activación para la inicia- ción y diferenciación del ciclo celular, y tal vez funcione como conducto para iones calcio. El rituximab, un mAb quimérico murino/humano, está aprobado en Estados Unidos sólo para el tratamiento de linfomas de célu- las B resistentes al tratamiento o recidivantes; reacciona con el antígeno CD20.27 En receptores de trasplante se usa como tratamiento de enferme- dad linfoproliferativa posterior al trasplante; hay informesanecdóticos de que redujo anticuerpos ya formados contra HLA y contra ABO, y también se usa en la prevención y tratamiento del rechazo humoral agudo. Está claro que se requieren estudios clínicos controlados para conocer mejor las indicaciones clínicas para el uso de este agente. Anticuerpos monoclonales contra moléculas de adhesión. Las molé- culas de adhesión tienen una función doble en la lesión del injerto poste- rior al trasplante. La lesión por reperfusión isquémica inicial se caracteriza por infiltrado celular en el injerto. Esta migración celular al injerto está regulada por el endotelio, el cual atrae a las células infiltrativas mediante la expresión de moléculas de adhesión en su superficie. Las moléculas de adhesión, como el par receptor ligando LFA-1:ICAM-1 también partici- pan en la activación de linfocitos T dependientes de antígeno. Cuando el TCR entra en contacto con su antígeno blanco, LFA-1 se une con ICAM-1 en la superficie de la célula presentadora de antígeno (APC, antigen-pre- senting cell). Esta unión potencia luego la activación de linfocitos T me- diante la estabilización de la unión de TCR con su blanco y la transmisión de señales de amplificación al citoplasma. Por lo tanto, los mAb dirigidos contra moléculas de adhesión podrían interrumpir al mismo tiempo el efecto de la lesión isquémica y la alorrespuesta. Este efecto doble potencial se encuentra en valoración en estudios de laboratorio y clínicos. Las comparaciones del mAb dirigido contra la cadena α de LFA-1 (odulimomab) con la inmunoglobulina antitimocito como tratamiento de inducción encontraron que tres y 12 meses después del trasplante, el índice y gravedad de episodios de rechazo, así como la incidencia de in- fección eran similares. Se identificó un mAb anti-LFA-1 (efalizumab) ca- paz de inhibir la adhesión, circulación y activación de los linfocitos. Otro beneficio potencial de los mAb anti-LFA observado en modelos animales y en humanos es que pueden disminuir la lesión por isquemia-reperfu- sión relacionada con la función tardía del injerto. Ya se demostró el po- tencial inmunodepresor del mAb anti-CD4 (priliximab) en algunos estu- 11Brunicardi(0271-0312).indd 27911Brunicardi(0271-0312).indd 279 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantes dios piloto terapéuticos. Sin embargo, aunque en otro estudio clínico este mAb fue bien tolerado, se acompañó de un alto índice de rechazo agudo (50% de los pacientes desarrolló un episodio de rechazo agudo en los pri- meros tres meses), tal vez por la baja biodisponibilidad del fármaco o por el desarrollo de anticuerpos antimurinos. Debido a estos resultados contradictorios, por el momento no se recomienda el uso clínico de los mAb anti-CD4. El bloqueo estimulante concurrente con mAb anti-CD154 prolonga la sobrevida del aloinjerto en primates no humanos, pero en el trasplante clínico, el índice de rechazo ha sido inaceptable y puede te- ner efectos secundarios adversos, sobre todo tromboembolia, que tal vez esté mediada por activación plaquetaria que deriva en aumento de la agregación. Belatacept. La vía mejor caracterizada de coestimulación de linfoci- tos T incluye CD28, su homólogo proteína 4 relacionada con linfocitos T citotóxicos (CTLA4) y sus ligandos CD80 y CD86. El CTLA4-Ig (aba- tacept) es una proteína de fusión consistente en el dominio extracelular de CTLA4 y el dominio Fc de IgG. La sustitución de dos aminoácidos en esta proteína condujo al desarrollo de LEA29Y o belatacept, una molécu- la de gran avidez con menor velocidad de disociación.28,29 Se llevó a cabo un estudio fase II multicéntrico con distribución al azar basado en el blo- queo de coestimulación con belatacept en trasplante renal. Los receptores de riñón se asignaron al azar para recibir un régimen intensivo o menos intensivo de belatacept o ciclosporina. Todos los pacientes recibieron tra- tamiento de inducción con basiliximab, MMF y corticoesteroides. El es- tudio mostró que el índice de rechazo agudo era similar entre los grupos: 6% para el grupo con belatacept intensivo, 6% para aquel con belatacept menos intensivo y 8% con ciclosporina. El rechazo subclínico en una biopsia de rutina a los seis meses fue más frecuente con belatacept menos intensivo (20%) que con belatacept intensivo (9%) o ciclosporina (11%). A los 12 meses, el índice de filtración glomerular fue mucho más alto con belatacept, tanto en régimen intensivo como en el menos intensivo, que en pacientes tratados con ciclosporina (66.3, 62.1 y 53.5 ml/min por 1.73 m2, respectivamente), y la nefropatía crónica en el aloinjerto fue menos frecuente con ambos regímenes de belatacept que con ciclosporina (29, 20 y 44%, respectivamente). Las concentraciones de lípidos y las cifras de presión sanguínea fueron similares o un poco menores en los grupos con belatacept. La frecuencia de infección fue similar en los tres grupos, cer- cana a 75%. Dos pacientes del grupo con régimen intensivo de belatacept desarrollaron cáncer (un cáncer mamario y un PTLD), al igual que dos pacientes tratados con ciclosporina (uno con cáncer de piel y uno con cáncer tiroideo). Sin embargo, dos receptores más del régimen intensi- vo con belatacept desarrollaron PTLD dos y 13 meses después de la sus- titución de belatacept por agentes inmunodepresores convencionales. Como belatacept interactúa con la vía de CD28, no hubo reportes de las complicaciones trombóticas que se observan con la intervención en la vía CD40:CD154. El belatacept no parece afectar el número o actividad de los linfocitos T reguladores y la vigilancia clínica de los linfocitos no re- veló efectos de disminución. Tales datos sugieren que belatacept actúa por eliminación de la activación inicial de linfocitos T, en lugar de dismi- nución selectiva o lisis mediada por complemento. Aunque estos resulta- dos son alentadores, son preliminares y las implicaciones a largo plazo sólo pueden conocerse con estudios más grandes y observación más pro- longada. Agentes nuevos 1. AEB. Éste es un compuesto oral nuevo que bloquea la activación temprana de los linfocitos T por inhibición selectiva de la proteína cinasa C. Por lo tanto, tiene un mecanismo de acción distinto al de los inhibidores de la calcineurina, y los estudios iniciales sugieren que no se acompaña de la nefrotoxicidad que causan los inhibidores de la calcineurina. Por ahora, este agente está en pruebas fase II. 2. ISA247. Éste es un nuevo análogo semisintético de la ciclosporina que tiene similitudes estructurales con ésta, salvo por una modifica- ción en un grupo funcional. Este agente causa la nefrotoxicidad que produce la ciclosporina y por ahora está en pruebas fase II. 3. Inhibidores de cinasa-3 Janus (JAK-3). Las JAK son tirosina cinasas citoplásmicas que participan en la señalización de una gran variedad de receptores en la superficie celular, en especial miembros de la su- perfamilia de receptor para citocina. JAK-3 se encuentra sobre todo en las células hemopoyéticas y su bloqueo podría tener un grado sig- nificativo de selectividad para la inmunodepresión. En este momen- to se encuentra en estudios fase II. OBTENCIÓN Y PRESERVACIÓN DE ÓRGANOS El mayor problema que afrontan los centros para trasplante en la actuali- dad es la escasez de donadores de órganos. Los mecanismos que pueden aumentar el número de órganos disponibles incluyen: a) optimización del fondo común actual de donadores (p. ej., uso de donadores de múltiples órganos o donadores marginales); b) incremento del número de trasplan- tes de donador vivo (como el empleo de donadores vivos no relacionados); c) uso de fuentes de donadores no convencionales y controversiales (p. ej., donadores muertos sin actividad cardiaca o donadores anencefálicos), y d) práctica de xenotrasplantes. El posible incremento en el número de órga- nos disponibles resultaría de una mejoría de las tasas de donación de do- nadores fallecidos adecuados. Según estimaciones actuales, en Estados Unidos puede disponerse cadaaño de más de 10 000 donadores con muer- te cerebral. Sin embargo, hoy en día se utiliza sólo la mitad de ellos. La razón aislada más importante para recuperar órganos de donadores falle- cidos es la imposibilidad para obtener el consentimiento del familiar so- breviviente más cercano. Es crucial la necesidad de educación pública, por ejemplo, campañas de enseñanza más eficaces para incrementar el recono- cimiento de la importancia del trasplante de órganos. Donadores muertos Casi todos los trasplantes extrarrenales que se llevan a cabo en la actuali- dad, y alrededor de la mitad de todos los trasplantes renales, se obtienen de donadores muertos. Estos donadores son individuos muertos que satis- facen los criterios de muerte cerebral, pero sus órganos reciben riego por medidas de apoyo para la vida, lo cual concede el tiempo adecuado para referirlos a una institución de recuperación de órganos. A continuación, un miembro de esa organización puede precisar si es factible la donación y, de ser así, dirigirse a la familia del donador potencial a fin de obtener el consentimiento para recuperar los órganos adecuados. Un hecho crucial para la donación de órganos de donadores muertos es el concepto de muerte cerebral que significa que cesó de modo irrever- sible toda función cerebral y del tallo encefálico, mientras se conservan de manera temporal las funciones circulatoria y ventilatoria. El diagnóstico clínico de muerte cerebral se basa en tres criterios: a) irreversibilidad de la lesión neurológica; b) ausencia de pruebas clínicas de función cerebral y, lo más importante, c) ausencia de pruebas clínicas de función del tallo encefálico. Cuando se valora la muerte cerebral es necesario excluir hipo- termia, efectos secundarios de medicamentos, sobredosis de fármacos e intoxicación. La muerte cerebral se diagnostica mediante exámenes neu- rológicos sistemáticos (que incluyen pruebas calóricas y apnea en dos ocasiones distintas cuando menos con 6 h de diferencia), además del es- tablecimiento previo del diagnóstico subyacente. Las pruebas confirma- doras deben verificar la ausencia de flujo sanguíneo intracraneal en estu- dios de flujo cerebral o la presencia de un trazo del electroencefalograma isoeléctrico. Una vez que se establece el diagnóstico de muerte cerebral, puede ini- ciarse el proceso de donación de órganos.30,31 El enfoque cambia entonces del tratamiento de la presión intracraneal (ICP, intracranial pressure) ele- vada al de preservar la función de órganos y optimizar el aporte periférico de oxígeno.32 Es importante recordar que la atención del donador de órga- nos muerto es un proceso activo, que requiere vigilancia e intervención intensivas para asegurar que no se altera la perfusión de los órganos de interés. En todos los donadores de órganos es necesario determinar en forma sistemática y con frecuencia la temperatura central, presión arterial sistémica, saturación arterial de oxígeno y diuresis. También es necesario vigilar con regularidad los gases en sangre arterial, electrólitos séricos, ni- trógeno ureico sanguíneo, creatinina sérica, enzimas hepáticas, hemoglo- bina y pruebas de coagulación. Después de la muerte cerebral puede ser notable la inestabilidad hemodinámica con cambios amplios entre los ex- tremos de hipotensión e hipertensión. La hipotensión se debe casi siempre a hipovolemia, por una combinación de colapso vasomotor después de la muerte cerebral y los efectos de los protocolos de tratamiento para dismi- 11Brunicardi(0271-0312).indd 28011Brunicardi(0271-0312).indd 280 5/7/10 15:58:435/7/10 15:58:43 Trasplantesnuir la ICP. También puede observarse hipertensión, muchas veces secun- daria a elevación de la ICP. Puede tratarse con vasodilatadores de acción corta o bloqueadores β que se revierten con rapidez. Otros factores clave en el tratamiento del donador incluyen manteni- miento respiratorio, buena perfusión renal con gasto urinario enérgico y prevención de hipotermia. Técnica quirúrgica. En 1984, Starzl et al. fueron los primeros en des- cribir la técnica para recuperación de múltiples órganos (riñones, hígado, páncreas, intestino delgado).33 Ahora, la mayoría de los centros agregaron ya sus propias modificaciones a estas técnicas pioneras, que difieren sobre todo en el grado de disección in vivo. Algunos centros realizan la disección extensa de los órganos a recuperar antes de irrigarlos con solución conser- vadora. Otros centros prefieren irrigar los órganos antes, retirar el conte- nido abdominal “en bloque” y realizar la separación y disección de los ór- ganos individuales en la mesa auxiliar.34 Ambas técnicas tienen ventajas y desventajas potenciales. Sin importar la técnica y preferencia personales, es primordial que el cirujano de trasplante desarrolle una estrategia siste- mática para obtener en forma segura el hígado, páncreas y riñones, incluso de un donador inestable. Los pasos básicos incluyen una incisión grande que permita la exposi- ción amplia de todos los órganos torácicos y abdominales (fig. 11-3). Se realiza la movilización completa de la parte distal del intestino delgado, hemicolon derecho y duodeno a fin de identificar la parte distal de la aor- ta, la bifurcación iliaca y la porción distal de la vena cava inferior (IVC, inferior vena cava). El segmento infrarrenal de la aorta servirá como sitio de inserción para la cánula que permitirá la irrigación de los órganos con solución conservadora fría (fig. 11-4). Se rodea la parte supraceliaca de la aorta, luego se realiza disección limitada del hilio hepático y el páncreas. Se puede canalizar el sistema portal a través de la vena mesentérica infe- rior, así es posible irrigar los órganos con solución conservadora y enfriar- los en forma tópica con líquido helado. Luego se retiran los órganos torá- cicos, hígado, páncreas y riñones en forma individual. Donación después de muerte cardiaca. El donador sin corazón latente (NHBD, non-heart-beating donor), también conocido como donador des- pués de muerte cardiaca, es un tipo de donador con criterios ampliados que se usa cada vez más a menudo en los centros de trasplante para au- mentar el número de donadores cadavéricos y disminuir la enorme esca- sez de órganos trasplantables.35 La muerte del NHBD se caracteriza por ausencia irreversible de circulación, a diferencia de la muerte del donador con corazón latente, definida por el cese irreversible de todas las funcio- nes cerebrales. La isquemia orgánica se disminuye en el donador con muerte cerebral porque el paro circulatorio casi siempre ocurre al mismo tiempo que la perfusión con solución conservadora y el enfriamiento cen- tral rápido. Los NHBD son menos ideales porque los órganos sufren is- quemia durante periodos prolongados entre la disfunción circulatoria, paro circulatorio, y la perfusión y enfriamiento subsiguientes. Además, el procedimiento quirúrgico para la recuperación de órganos del NHBD es demandante y apresurado. IVC Aorta A B Figura 11-4. A y B. Con el intestino delgado y el hemicolon derecho movilizados por completo, es posible aislar la aorta infrarrenal para la inserción de la cánula que permitirá la irrigación de los órganos con la solución conservadora fría. Flecha negra, aorta; flecha azul, vena cava inferior (IVC); flecha amarilla, sitio de inserción de la cánula. Figura 11-3. Incisión para procuración de múltiples órganos abdominales con exposición amplia de todos los órganos abdominales. 11Brunicardi(0271-0312).indd 28111Brunicardi(0271-0312).indd 281 5/7/10 15:58:445/7/10 15:58:44 Trasplantes Es importante diferenciar los NHBD controlados de los no controla- dos. Los no controlados experimentan paro circulatorio y ausencia de res- puesta a la reanimación cardiopulmonar o son declarados muertos al lle- gar al hospital. La muerte de un NHBD no controlado no es planeada, por lo que los órganos sufren isquemia prolongada antes de la recuperación. Aunque los riñones toleran un periodo cortode la isquemia tibia resultan- te, el trasplante de órganos distintos a los riñones de NHBD no controla- dos conlleva un riesgo mucho mayor. En cambio, los NHBD controlados sufren paro circulatorio después del retiro del soporte vital, casi siempre en el quirófano, con un equipo quirúrgico para donador disponible. Los NHBD controlados sufren alguna enfermedad terminal, por lo común al- guna lesión neurológica grave sin la posibilidad de recuperación significa- tiva o supervivencia. Los NHBD controlados proporcionan órganos que se exponen a daño isquémico mucho menor que los NHBD no controlados y en general, ofrecen mejor función posterior al trasplante que los NHBD no controlados. Donadores vivos El trasplante de donadores vivos es singular porque el cirujano opera a una persona sana (es decir, un donador vivo) sin trastornos médicos y no ame- rita una intervención. El uso de donadores vivos es una parte integral e importante del campo de los trasplantes hoy en día. Los primeros tras- plantes efectuados fueron de donadores vivos. En la actualidad se usan con frecuencia donadores vivos para cada tipo de trasplante, excepto el de corazón. La cifra de estos trasplantes continúa en aumento cada año. No obstante, los trasplantes de donador vivo se acompañan de un grupo único de problemas médicos, éticos, económicos y psicosociales que debe abor- dar el grupo de trasplantes. El uso de donadores vivos ofrece múltiples ventajas. La principal es la disponibilidad de un órgano que salva la vida. Un cierto porcentaje de candidatos a trasplante mueren en espera de un órgano de donador muer- to como resultado directo de una complicación o la progresión de su en- fermedad subyacente. En estos candidatos enfermos es obvia la ventaja de un donador vivo. En ciertas partes del mundo, como el Lejano Oriente, donde la población no acepta trasplantes de donadores cadavéricos, son evidentes la ventaja y necesidad del donador vivo. Incluso en países en los que se acepta el trasplante de donador cadavérico, el trasplante de un do- nador vivo podría acortar mucho el tiempo de espera para los receptores potenciales. Por lo general, un menor tiempo de espera implica un candi- dato más saludable, cuyo cuerpo no está deteriorado por la falla orgánica terminal prolongada. Además, los trasplantes con donador vivo son pro- cedimientos planificados (no urgentes), lo que permite una mejor prepa- ración preoperatoria del receptor potencial. La recepción de un órgano de un familiar compatible también tiene beneficios inmunitarios. Por último, los resultados a largo plazo pueden ser mejores con trasplantes de donador vivo, como ocurre con los trasplantes renales. Las desventajas del trasplante de donador vivo para el posible receptor son mínimas. En algunos trasplantes de órganos (p. ej., hígado o pulmón de donador vivo), el procedimiento puede ser más complejo desde el pun- to de vista técnico y tiene como resultado una incidencia mayor de com- plicaciones quirúrgicas. Sin embargo, esta desventaja la superan múltiples ventajas. La principal desventaja de los trasplantes de donador vivo es para el donador. En términos médicos, no hay posibilidad de beneficio para él, sólo la posibilidad de daño. El riesgo de muerte relacionada con la do- nación depende del órgano que se extrae. Se estima que el riesgo de mor- talidad en una nefrectomía es menor de 0.05%. Sin embargo, en la hepa- tectomía parcial, es alrededor de 0.5%. Los riesgos de complicaciones quirúrgicas y médicas dependen asimismo del procedimiento que se prac- tica. Además, las complicaciones o problemas a largo plazo pueden rela- cionarse con la pérdida parcial de la función del órgano por la donación. Los principios que guían todos los trasplantes de donador vivo deben ser reducir al mínimo el riesgo para el donador. Es necesario explicar de for- ma cuidadosa al posible donador cualquier riesgo que exista y obtenerse por escrito el consentimiento informado. En la actualidad, el tipo más común de órgano cedido por donadores vivos es el riñón, que fue el primer órgano que se utilizó para trasplantes de donador vivo. Los trasplantes de hígado de donador vivo se practican desde hace 15 años. Al inicio, incluyeron a donadores adultos y receptores pediátricos, pero ahora es más común que tanto el donador como el receptor sean adultos. Los trasplantes de donador vivo con órganos diferentes al riñón e hígado se realizan con poca frecuencia, pero se practican en diversos cen- tros. Los trasplantes de páncreas de donador vivo incluyen una pancrea- tectomía distal y el injerto consiste en el cuerpo y la cola del páncreas; los flujos vasculares de entrada y salida se obtienen a través de la arteria y vena esplénicas. Los trasplantes intestinales de donador vivo suponen la extirpación de unos 200 cm de íleon del donador, con flujo de entrada y salida a través de los vasos ileocólicos. Los trasplantes de pulmón de dona- dor vivo incluyen la extirpación de un lóbulo de un pulmón de cada uno de dos donadores; a continuación se trasplantan ambos injertos en el re- ceptor. Preservación Los métodos de preservación de órganos tienen una función relevante en el éxito de los trasplantes de donadores cadavéricos. El resultado fue una mejoría de la función del injerto inmediatamente después del trasplante y se redujo la incidencia de falta de función primaria de los órganos. La prolongación de los tiempos de isquemia tolerables permitió asimismo una distribución más adecuada de órganos y trasplantes más seguros.36,37 Los métodos más comunes incluyen el uso de hipotermia e inhibición farmacológica para retardar los procesos metabólicos en el órgano una vez que se extrae del donador fallecido. La hipotermia retarda con gran efecti- vidad reacciones enzimáticas y la actividad metabólica y permite que duren mucho más tiempo las reservas de energía limitadas de las células. Una disminución de la temperatura de 37 a 4�C (98.6 a 39.2°F (la temperatura de la mayor parte de las soluciones para preservación) reduce el metabolis- mo alrededor de 12 veces. Sin embargo, cuando no existe ningún ingreso energético en la célula, las reacciones de degradación comienzan a propor- cionarle una fuente de energía. El resultado puede ser la destrucción de elementos estructurales importantes y, al final, daño estructural a las célu- las y los órganos. En consecuencia, si bien la hipotermia retarda en grado considerable las reacciones enzimáticas, éstas continúan y conducen a una acumulación de posibles productos finales perjudiciales dentro de la célula. La hipotermia contribuye también al desarrollo de hinchazón celular por- que se retarda el funcionamiento de las bombas iónicas de la membrana. Se desarrollaron soluciones para almacenamiento en frío con objeto de mejorar la preservación de los órganos y disminuir algunos de los efectos perjudiciales de la hipotermia aislada. En esencia, estas soluciones supri- men el edema celular inducido por la hipotermia y reducen al mínimo la pérdida de potasio de la célula. Se utilizan agentes que no atraviesan con facilidad la membrana celular y que tienen una composición electrolítica similar a la del ambiente intracelular (sodio bajo, potasio alto), lo que pre- viene en consecuencia la pérdida de potasio celular. El líquido que se utiliza más a menudo en el mundo es la solución de la University of Wisconsin (UW).38 Éste contiene lactobionato, rafinosa y al- midón hidroxietilado. El lactobionato es impermeable e impide el edema intracelular; asimismo, disminuye la concentración de calcineurina y hie- rro libre intracelulares, que puede ser beneficioso para reducir la lesión por reperfusión. El almidón hidroxietilado, un coloide sintético, ayuda a atenuar el edema celular inducido por la hipotermia de células endotelia- les y reduce el edema intersticial. Otra solución que se usa en la actualidad es la de histidina-triptófano-cetoglutarato.39 Aunque la preservación con frío mejoró los resultados del