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Filantropía corporativa a la 
mexicana 
 
 
• Patricia Carrillo Collard 
• Michael D. Layton 
• Mónica Tapia Álvarez 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
alternativas y
capacidades a.c. 
 
 
 
 
 
Filantropía corporativa a la Mexicana 
Patricia Carrillo Collard, Michael D. Layton y Mónica Tapia Álvarez 
 1
 
Filantropia Corporativa “a la Mexicana”1 
 
Patricia Carrillo Collard, Michael D. Layton y Mónica Tapia Álvarez2 
 
 
Resumen: La falta de claridad sobre el concepto de responsabilidad social empresarial es un 
obstáculo para alcanzarlo. Mientras Schwab ofrece una definición más clara del termino 
“ciudadanía corporativa global”, ofrecemos un estudio de las practicas de las empresas 
mexicanas en una de sus áreas, filantropía corporativa. Los avances se han hecho de una 
manera particular, definidos por el contexto nacional; es decir, a la mexicana. 
 
 
En su ensayo “Ciudadanía Corporativa Global: Trabajando con Gobiernos y Sociedad Civil”, 
Klaus Schwab plantea dos objetivos principales. El primero es clarificar el concepto de 
responsabilidad social empresarial, que se ha convertido en una frase desprovista de un 
significado concreto debido a la multiplicidad de conceptos que la engloban, y reemplazarla con 
la noción de ciudadanía corporativa global, una idea que posee cuatro elementos claramente 
distinguibles: gobernabilidad corporativa (corporate governance), filantropía corporativa 
(corporate philanthropy), responsabilidad social corporativa (corporate social responsibility), y ser 
emprendedor social corporativo (corporate social entrepreneurship). En segundo lugar, Schwab 
busca exhortar o motivar a las empresas, principalmente a los “líderes empresariales 
internacionales” a cumplir con los requisitos necesarios para convertirse en buenos ciudadanos. 
 
La falta de claridad conceptual que presenta este término tiene importantes consecuencias en la 
práctica. En su ensayo “The Responsibility Paradox”, presentado en el Stanford Social Innovation 
Review, Gerald F. Davis, Marina V.N. Whitman y Mayer N. Zald de la Universidad de Michigan, 
señalan que por una parte, las empresas enfrentan más exigencias para ser “socialmente 
responsables”. Sin embargo, no existe certeza sobre cómo lograrlo. Por otra parte, la 
globalización de las empresas complica más el escenario, pues el número y diversidad de 
actores (stakeholders) se multiplican, entretanto que las expectativas y modelos varían entre 
regiones. 
 
El ensayo de Schwab ofrece un avance importante en cuanto a la obtención de una definición 
más acotada de la responsabilidad social empresarial. No obstante, también es necesario un 
avance significativo en el terreno práctico. En este ensayo nuestro propósito es tomar uno de los 
conceptos de Schwab –filantropía corporativa – y ofrecer un análisis empírico de su estatus en el 
contexto de un país de América Latina: México. 
 
La información presentada en este ensayo demuestra la dificultad para acuñar el concepto y 
cumplir con los requisitos para adquirir una ciudadanía corporativa global en el contexto de 
México. Por ello, los avances logrados en el tema de filantropía corporativa se han hecho de una 
manera muy particular, definidos por el contexto nacional; es decir, a la mexicana. 
 
 
1 Articulo publicado en Foreign Affairs en español, vol. 8, num. 2, mayo 2008. 
2 Patricia Carrillo Collard y Mónica Tapia Álvarez trabajan en ASPEA, el brazo consultor de Alternativas y 
Capacidades, A.C., una organización sin fines de lucro dedicada al mejoramiento de la política social 
(www.alternativasociales.org). Michael D. Layton es Director del Proyecto sobre Filantropía y Sociedad Civil 
(www.filantropia.itam.mx) y profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). 
Filantropía corporativa a la Mexicana 
Patricia Carrillo Collard, Michael D. Layton y Mónica Tapia Álvarez 
 2
El estudio presentado en este artículo fue comisionado por United Way International, con el fin 
de apoyar a su afiliado local, Fondo Unido México. La intención fue conocer las actividades de 
filantropía corporativa que se llevan a cabo en México e identificar la manera de ofrecer mejores 
servicios a las empresas en este campo. Con este objetivo se realizaron tanto entrevistas a 
profundidad a un grupo de 21 empresas, como una encuesta electrónica con la participación de 
48 compañías entre los meses de junio y agosto de 2006. 
 
Cada vez hay más compañías en México que invierten una cantidad considerable de recursos 
financieros y en especie para apoyar una variedad de causas sociales. Las cifras se estiman 
cerca de los $140 millones de dólares para las 21 empresas entrevistadas para este estudio. Sin 
embargo, existe muy poca información confiable y representativa de todo el sector empresarial, y 
aún menos se conoce sobre la manera en que las empresas asignan estos recursos y el impacto 
que tienen sobre la sociedad. 
 
El crecimiento y desarrollo de las organizaciones de la sociedad civil depende, en gran medida, 
de las donaciones que reciben y de los recursos públicos que están a su alcance. Así, la 
filantropía es la otra cara de la moneda de una sociedad civil fuerte y profesional, al proporcionar 
fondos privados para fines públicos o sociales. A partir de los años noventa, en América Latina 
sobresale una variedad de instituciones e iniciativas filantrópicas, resaltando como uno de los 
cambios más importantes, la expansión de la filantropía corporativa y su rápido crecimiento. En 
Brasil, uno de los países que posee mayor información, el gasto de empresas en proyectos 
sociales representó en 2002 $2,300 millones de dólares y 4% del PIB. En el caso de Estados 
Unidos, el Foundation Center reporta cifras para 2004 en las que se estima que los recursos de 
filantropía corporativa ascienden a los $12,000 millones de dólares. 
 
El contexto de la filantropía 
 
En América Latina la palabra “filantropía” tiene un significado muy diferente al de Estados Unidos 
o Europa. En esta región, el término se ha usado históricamente para describir las actividades 
caritativas de la Iglesia católica, así como las donaciones de “los ricos” hacia “los pobres”, las 
cuales atienden algunos síntomas de la desigualdad, pero no suelen tener un componente en 
términos de justicia social. Posteriormente, esta palabra se ha usado para indicar la movilización 
de recursos a favor de organizaciones no-lucrativas, con la implicación de que esto se hace de 
manera profesional. La intención aquí no es solo atender los síntomas de la pobreza, pero 
atender a las causas para reducir la pobreza.. Es en este sentido, que la palabra “filantropía” es 
usada por Klaus Schwab en su ensayo. 
 
 
La filantropía, entendida como las donaciones de dinero y tiempo por parte de individuos, 
empresas e instituciones donantes, tiene sus propias características en México. A partir de 
estudios comparativos conducidos por la Universidad Johns Hopkins entre un grupo de 35 
países (como puede verse en el Cuadro 1), en México la filantropía contribuye con el menor 
porcentaje a los ingresos del Tercer Sector. De hecho, las organizaciones mexicanas reciben la 
mayor parte – 85 por ciento - de sus ingresos a través de cuotas de recuperación por servicios. 
 
 
 
 
 
 
Filantropía corporativa a la Mexicana 
Patricia Carrillo Collard, Michael D. Layton y Mónica Tapia Álvarez 
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Cuadro 1. Fuentes de Fondos (%) 
País Ingresos de 
Filantropía 
Recursos 
Públicos 
Ingresos por 
Cuotas y 
Autogenerados 
España 19 32 49 
Colombia 15 15 70 
Estados Unidos 13 31 57 
Perú 12 18 70 
Brasil 11 15 74 
Argentina 7 19 73 
México 6 8 85 
Fuente: Universidad Johns Hopkins, Comparative Nonprofit Sector Project. 
 
El menor arraigo de la cultura de donación y voluntariado en nuestro país se demuestra también 
en la Encuesta Nacional sobre Filantropía y Sociedad Civil (ENAFI), realizada en 2005 por el 
ITAM. Según esta encuesta, 42% de los mexicanos contribuyen varias veces alaño en efectivo o 
en especie a personas u organizaciones necesitadas, mientras que el 26% sólo da una vez al 
año. En cambio, en Estados Unidos, la encuesta Giving and Volunteering in the United States, 
levantada en 2001, muestra que el 89% de los hogares hicieron donaciones en ese año. Por su 
parte, en Canadá, el 91% de las personas donaron, según los resultados del Canada Survey of 
Giving, Volunteering and Participating (2000). Uno de los datos más sorprendentes de la ENAFI 
es que 79% de las personas prefieren dar su aportación o ayudar directamente a la persona que 
lo necesita, y sólo 13% prefiere hacerlo por medio de alguna organización o institución. Otro dato 
sorprendente es que tres cuartas partes de las personas que dieron dinero (77%) lo hicieron a 
manera de limosna en la calle. 
 
El contraste es claro: mientras que en Estados Unidos y Canadá la gente dona por medio de un 
cheque y en cantidades más significativas a instituciones; en México la tendencia es entregar 
unas cuantas monedas en la calle a individuos necesitados. A nivel individual, la cultura de la 
donación es sumamente informal, y en nuestro estudio hemos encontrado que las prácticas 
filantrópicas que llevan a cabo las empresas son bastante similares. En nuestro país y en toda 
América Latina, paralelamente al papel que han desempeñado la Iglesia y el Estado en la 
atención a las necesidades sociales, siempre ha existido un modelo de filantropía altamente 
personalizado. . 
 
¿Qué es la filantropía corporativa en México y en América Latina? 
 
La filantropía corporativa se refiere a la forma como la empresa utiliza su gasto o sus utilidades, 
es decir, a los recursos que las empresas donan o “invierten socialmente”, como la nueva 
terminología sugiere. Asimismo, es posible identificar dos significados para este término. El 
experto Felipe Agüero desarrolla el contraste entre la filantropía tradicional y el nuevo concepto 
de “inversión social”. En América Latina es más fácil encontrar actividades que corresponden al 
primer tipo, mientras que la práctica de inversión social es más reconocida y desarrollada en 
Estados Unidos y Europa. 
 
El contraste que señala Agüero es útil para analizar las prácticas de muchas empresas, donde 
las actividades filantrópicas suelen estar mediadas por las preferencias y relaciones personales 
de sus dueños y orientadas en gran parte a realizar obras de caridad, con una visión más 
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asistencialista que de desarrollo o cambio social. Bajo esta tradición, el comportamiento de la 
empresa, incluyendo sus impactos sociales y ambientales y sus apoyos filantrópicos, se 
enmarcan en la esfera privada y por ello se considera que le competen solamente a la empresa y 
a sus dueños. En un caso extremo, aunque muy frecuente, el empresario se convierte en un 
donante anónimo, y amenaza con retirar los apoyos en caso de que los donatarios revelen la 
procedencia de sus recursos. Probablemente, esta estrategia no se deba sólo a la caridad 
piadosa y humilde del empresario, sino también a su deseo de prevenir más peticiones de ayuda 
financiera. 
 
Concebir a la filantropía como un asunto corporativo puede llevarla a un mayor nivel de 
profesionalización, con presupuestos predecibles, planeación y decisiones estratégicas sobre el 
destino de los recursos, con diseño de procedimientos para seleccionar y rechazar solicitudes y 
con procesos de seguimiento, evaluación y comunicación de los resultados. Obviamente, esto 
redunda en una mejor imagen y publicidad de la empresa frente a sus consumidores, mejores 
relaciones con la comunidad (cuando los proyectos realmente responden a las necesidades de la 
comunidad), mayor lealtad de trabajadores y proveedores, mayor credibilidad y mejor reputación 
frente a las autoridades y sus reguladores y, como consecuencia, mayor legitimidad para 
intervenir en asuntos públicos. 
 
Estamos de acuerdo con la distinción que hace Schwab sobre la ciudadanía empresarial y la 
filantropía corporativa. Es importante afirmar que la ciudadanía empresarial no reemplaza a la 
filantropía corporativa, sino que la filantropía corporativa puede ser entendida como uno de los 
componentes del buen ciudadano corporativo. La primera trata sobre todo de modificaciones a la 
gestión empresarial de recursos y producción para mejorar tanto la competitividad y los impactos 
sociales, como la preservación de los recursos ambientales. La segunda se enfoca en la 
aportación de recursos adicionales a los obligatorios por ley (impuestos y prestaciones 
laborales). Un comportamiento más responsable de las empresas tiene varias implicaciones, 
como lo son: su cumplimiento con el estado de derecho y sus obligaciones hacia el gobierno, el 
respeto a los derechos de sus empleados y a la dignidad de sus proveedores, y por ende, los 
efectos positivos sobre el medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, todo esto no sustituye a 
mayores recursos privados dirigidos a causas y procesos sociales valiosos, como tampoco la 
donación de recursos puede sustituir o compensar la contaminación y la degradación ambiental, 
la corrupción o la violación de derechos humanos por parte de las empresas. Con estas 
consideraciones fue que se llevó a cabo el estudio para conocer las prácticas filantrópicas de las 
empresas en México. 
 
La filantropía que practican las empresas mexicanas 
 
La filantropía corporativa no es ninguna novedad en México. De las 21 empresas entrevistadas 
para el estudio, 12 reportaron una historia de actividades filantrópicas de más de 20 años, 
mientras que 83% de las empresas encuestadas dijeron haber iniciado sus actividades en este 
campo hace más de 5 años. Como motivaciones principales mencionaron “retribuir a la 
sociedad”, “ser buenos ciudadanos corporativos”, seguir las tradiciones filantrópicas de sus 
dueños o fundadores, y atender las necesidades básicas de las comunidades donde operan. 
 
No obstante, detrás de este interés por “hacer el bien”, encontramos que la mayoría de estas 
empresas no consideran a la filantropía como una actividad estratégica para su negocio. En su 
discurso, muchas hacen referencia a su responsabilidad ante la sociedad y reconocen las 
condiciones persistentes de desigualdad y pobreza, viéndose motivadas a actuar como 
respuesta a su propia situación privilegiada. Sin embargo, generalmente no consideran sus 
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acciones como inversiones, ni las ubican en un contexto más amplio que incluya el papel del 
sector privado en el desarrollo social del país. Estas empresas conciben sus acciones 
filantrópicas como parte de la esfera privada, entendiéndolas más como la filantropía “de los 
ricos” que como actividades de la empresa orientadas a promover el desarrollo social, más allá 
de la generación de empleos y el pago de impuestos. 
 
Estas tendencias se reflejan en el tipo de programas y proyectos apoyados bajo las principales 
áreas de inversión social: educación, salud, niños, medio ambiente y desastres, los cuales están 
más orientados a la asistencia que al cambio social. Mientras tanto, como puede verse en el 
Cuadro 2, áreas como derechos humanos, adicciones, VIH/SIDA y micro-créditos son poco 
apoyados. 
 
Cuadro 2. Áreas de Inversión Social 
Áreas de Inversión Social 
Porcentaje de 
Participantes (%) 
1. Educación 76 
2. Niños 61 
3. Salud 52 
4. Desastres 52 
5. Medio ambiente 48 
6. Discapacitados 38 
7. Arte y cultura 38 
8. Adultos mayores 32 
9. Nutrición 30 
10. Indígenas 26 
11. Mujeres 21 
12. Vivienda 20 
13. Desarrollo rural 18 
14. Adicciones 17 
15.Micro-créditos/proyectos 
productivos 17 
16. VIH/SIDA 14 
17. Derechos humanos 11 
18. Ciencia y tecnología 11 
 
Esta tendencia es consistente con el resto de América Latina, donde la educación aparece como 
uno de los programas prioritarios. Tal es el ejemplode Brasil, en donde la educación concentra 
el 81% de la filantropía corporativa. En México y el resto de América Latina, muy pocos donantes 
nacionales se encargan de promover la democracia, los derechos humanos, la igualdad de 
oportunidades para mujeres y la defensa de derechos indígenas. Otros temas, como las 
adicciones y el VIH/SIDA son más controvertidos o menos conocidos por los donantes. Por su 
parte, donaciones para la educación de niños y adolescentes, la salud y los desastres naturales, 
son bastante bien aceptadas por el público. 
 
Una elección básica para las empresas radica en establecer organizaciones independientes y/o 
fundaciones corporativas (instituciones donantes) para llevar a cabo sus actividades, o bien, 
mantener sus actividades filantrópicas a nivel de programa o solamente como una actividad más 
a cargo de un departamento de la empresa. En cuanto al manejo de sus actividades 
filantrópicas, sólo una tercera parte de los participantes en el estudio (32%) dijo haber formado 
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fundaciones empresariales. Por lo general, estas fundaciones se constituyeron para hacer sus 
acciones más coherentes y darles mayor visibilidad y enfoque. Un aspecto interesante es que 
tres de las compañías participantes dijeron tener fundaciones en Estados Unidos, pero no en 
México, lo cual denota que el marco legal mexicano no incentiva la constitución de fundaciones, 
pues los trámites involucrados son onerosos comparados con los beneficios fiscales, según 
muestran los estudios del Proyecto de Filantropía y Sociedad Civil del ITAM y de Alternativas y 
Capacidades. Por otra parte, las empresas que tienen sus propias fundaciones no 
necesariamente las operan de manera independiente. En algunos casos, la compañía paga parte 
o el total de los costos de operación de su fundación; en otros, la compañía y la fundación 
comparten personal. 
 
Otros factores clave son el enfoque de los encargados de las actividades de filantropía y su nivel 
de experiencia y preparación. Como un indicador de profesionalización puede observarse que 
sólo una cuarta parte de las empresas (23%) dijo que el personal que opera sus actividades 
filantrópicas está dedicado únicamente a este trabajo. En poco más de la tercera parte (37%), los 
departamentos de Recursos Humanos y Relaciones Públicas/Comunicación están a cargo de 
estas actividades. Entre el resto de los participantes, estas actividades se llevan a cabo mediante 
las áreas de Finanzas, Dirección Ejecutiva u otras. En general, las actividades filantrópicas se 
operan con pocos recursos humanos y con un perfil poco especializado: 38% de los participantes 
dijo tener sólo una persona o sólo voluntarios, y 26% dijo tener 2 ó 3 personas encargadas. Más 
aún, sólo 15% de los participantes dijo tener personal con experiencia en el campo de la 
filantropía, la sociedad civil o en asuntos relacionados. 
 
¿Cuánto dinero aportan y cómo lo asignan? 
 
Los montos que las empresas dedican a sus actividades filantrópicas son muy variados, como 
puede verse en el Cuadro 3. Mientras que una tercera parte (30%) dijo tener presupuestos para 
filantropía de $65,000 dólares o menos, otra tercera parte (32%) reportó presupuestos por arriba 
de un millón. La proporción de empresas que no pudo dar cifras al respecto (12%), representa 
en sí un indicador de la poca seriedad y la informalidad del sector en México. 
 
Cuadro 3. Presupuestos Anuales de Filantropía (USD) 
Presupuestos Anuales de 
Filantropía (incluyen recursos 
económicos y en especie, en 
dólares) 
Porcentaje de 
Participantes 
$18,500 o menos 15% 
$18,501 a $65,000 15% 
$65,0001 a $138,500 6% 
$138,501 a $462,000 8% 
$462,0001 a $924,000 12% 
Más de $924,000 32% 
Sin datos 12% 
 
Para el caso de las compañías participantes en la encuesta electrónica, parece haber una 
relación positiva entre su ingreso anual y sus presupuestos dedicado a la filantropía. Sin 
embargo, las compañías más grandes tienen presupuestos de filantropía de todos los tamaños, 
incluyendo presupuestos de $65,000 o menos, mencionados por una tercera parte (32%) de las 
compañías con el nivel de ingresos más alto. Otro factor que parece tener una relación positiva 
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con el tamaño de estos presupuestos es la existencia de una fundación empresarial: la mitad de 
las empresas que no tienen fundaciones (52%) mencionaron presupuestos de $65,000 o menos, 
y sólo una quinta parte (20%) mencionó montos por arriba de los $462,000. En el caso de las 
empresas que sí tienen fundaciones empresariales, sólo una cuarta parte (28%) mencionó 
presupuestos de $65,000 o menos, mientras que casi la mitad (43%) dijeron que sus 
presupuestos son mayores a los $462,000. 
 
Por otra parte, la concepción de la filantropía como caridad se refleja claramente en el monto 
promedio de los apoyos dados por las empresas. Además, esta característica muestra la 
informalidad con que se toman las decisiones, pues el número de empresas que pudo 
proporcionar información fue todavía menor (48%), y muchas reportaron que los montos reales 
pueden alejarse por mucho de los promedios. Como se muestra en el Cuadro 4, una tercera 
parte (35%) reportó montos promedio de $2,800 o menos, mientras que solamente 17% dijo dar 
montos promedio de más de $28,000. 
 
Cuadro 4. Montos Promedio de Apoyo Anuales (USD) 
Montos Promedio de Apoyo Porcentaje de 
Participantes 
Compañías que dieron datos 48 
Menos de $460 4% 
$461 a $2,800 31% 
$2,801 a $9,250 27% 
$9,251 a $27, 750 21% 
$27, 7501 a $92,500 15% 
Más de $92,500 2% 
 
Entre las compañías que participaron en la encuesta electrónica, los montos promedio de apoyo 
más altos se asocian por lo general con mayores ingresos anuales. Sin embargo, entre las 
compañías en el grupo de ingresos más alto (más de $460 millones), se encontraron 6 
compañías que mencionaron montos promedio entre $460 y $2,800. 
 
En cuanto a los criterios y procedimientos que las empresas usan para seleccionar a las 
organizaciones y proyectos que apoyan, este estudio arrojó resultados interesantes. Una de las 
características más sobresalientes fue tanto la manera reactiva en que las compañías otorgan 
sus apoyos, como la presencia de subjetividad en sus procesos de toma de decisiones. Sólo dos 
de las empresas entrevistadas dijeron usar convocatorias públicas para la selección de 
proyectos y una más mencionó un proceso similar para seleccionar a individuos a fin de 
concederles becas educativas. Por el contrario, siete hablaron de procesos de solicitud cerrados, 
es decir, operados por medio de convenios, invitaciones directas de la empresa a las 
organizaciones, o mediante organizaciones que a la vez fungen como implementadoras de los 
programas. En el caso de las compañías encuestadas, dos terceras partes (68%) mencionaron 
pedir a las organizaciones que presentaran una solicitud, aunque ésta puede ir desde una carta 
sencilla hasta completar un formato específico de solicitud de fondos. 
 
Los requisitos que se piden a las organizaciones con mayor frecuencia son estar legalmente 
constituidas (68%) y ser donatarias autorizadas para emitir recibos deducibles de impuestos 
(56%). Esto implica que las compañías no necesariamente buscan los beneficios fiscales de sus 
acciones, pues un número importante no requiere que sus donativos sean deducibles. 
Solamente una tercera parte de las empresas entrevistadas mencionó criterios de selección 
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específicos. Tres empresas más mencionaron que para poder trabajar con una organización, 
ésta debe ser “conocida como sólida y transparente”, “muy reconocida, con un récord 
impecable”, o “muy acreditada”. Entre las compañías encuestadas, la mitad escogió también el 
“conocimientoprevio y confianza en el solicitante de apoyos” como uno de los criterios utilizados, 
mientras que dos terceras partes (69%) seleccionaron la sustentabilidad del proyecto como 
respuesta y la mitad (50%), su viabilidad económica. Estas respuestas evidencian la falta de 
procedimientos claros y abiertos para la selección de donatarias por parte de las empresas. De 
esta manera, la informalidad y discrecionalidad son en parte consecuencia de la falta de 
profesionalización de las actividades filantrópicas y de la ausencia de objetivos y estrategias 
predefinidas para otorgar apoyos. 
 
Finalmente, se analizó el seguimiento que las empresas dan a sus recursos. En este caso, el 
estudio reveló que las compañías entienden ésto como la comprobación de gastos, y que muy 
pocas tratan de verificar el impacto que tienen en los problemas que tratan de atender. Los tipos 
de seguimiento mencionados más comúnmente fueron las visitas (72%) que frecuentemente se 
hacen como muestra de agradecimiento y hospitalidad de la institución donataria, los reportes 
escritos (36%) y la comprobación de gastos (34%). La décima parte de los participantes (10%) 
dijo no contar con ningún tipo de monitoreo o evaluación de los recursos otorgados. 
 
¿Cuánto contribuyen los empleados? 
 
Un aspecto importante de la filantropía corporativa radica en verificar si la empresa busca 
fomentar la participación de sus empleados. La movilización de estas contribuciones, así como la 
promoción del voluntariado, no sólo puede acrecentar el impacto de las donaciones de la 
empresa y brindar un beneficio mucho más amplio a la comunidad, sino que además, puede 
mejorar el ambiente laboral al interior de la empresa. 
 
El estudio muestra que dos terceras partes de las empresas participantes (67%) reportaron tener 
donaciones de empleados o estar en proceso de implementarlas. De éstas, tres cuartas partes 
(76%) dijeron empatar las donaciones que hacen sus empleados. Frecuentemente, este tipo de 
donaciones son estructuradas por los mismos empleados; es decir, son ad hoc, respondiendo a 
necesidades urgentes e inmediatas como los desastres naturales o a las distintas épocas del 
año (invierno, regreso a clases, Navidad, Día del Niño). 
 
En cuanto al voluntariado, más de las dos terceras partes de las empresas participantes (70%) 
dijo tener actividades de este tipo o estar en proceso de implementarlas. La mayoría de ellas 
restringen las actividades voluntarias a los propios programas filantrópicos que lleva a cabo la 
empresa. Por lo general, el voluntariado participa en la organización de colectas, en la operación 
de comités de donativos, en la entrega de donativos en efectivo o en especie, y en visitas a 
organizaciones y/o personas beneficiadas para verificar datos o dar seguimiento a los apoyos. 
En otros casos, los voluntarios participan en jornadas de construcción de infraestructura o 
vivienda. 
 
Con la excepción de un caso, no se mencionó voluntariado en el desempeño de sus funciones 
profesionales (finanzas, tecnología, mercadotecnia, por ejemplo): ésto habla de la falta de 
integración del voluntariado al tronco común de la empresa, es decir, que estas actividades 
continúan teniendo un papel marginal para sus objetivos y su enfoque. Asimismo, los 
participantes tampoco mencionaron canalizar a sus empleados hacia oportunidades de 
voluntariado, más allá de las disponibles dentro de la propia empresa. 
 
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Algunas compañías dijeron permitir que sus empleados realizaran trabajo voluntario durante la 
jornada laboral (6 de las 21 empresas entrevistadas), mientras que otras lo permiten solamente 
en su tiempo libre (4 empresas). Esta particularidad resulta interesante, pues en aquellos casos 
en que los empleados se dedican a las actividades filantrópicas de la empresa, esto equivale a 
apoyar a la empresa en su tiempo libre sin tener derecho a alguna remuneración económica; en 
los demás casos, implica que la empresa presume como propias las contribuciones que los 
empleados hacen en su propio tiempo. Sólo una empresa mencionó tener una estructura bien 
definida en la cual los empleados pueden disponer de un día laboral para hacer servicio social en 
la organización de su elección, y dos mencionaron hacer donativos a organizaciones que sus 
empleados apoyan como voluntarios. 
 
¿Cuál es el panorama general? 
 
Uno de los resultados más importantes del estudio fue que las empresas trabajan sobre todo con 
otras empresas y con el gobierno, mientras que sus lazos con las organizaciones de la sociedad 
civil son escasos. Así pues, 70% de las empresas entrevistadas forman alianzas con el gobierno 
para otorgar donativos o implementar proyectos, mientras que 66% de las 48 empresas 
encuestadas forman alianzas con el gobierno o con otras empresas. En comparación, sólo 25% 
de las empresas entrevistadas dijo tener alianzas con organizaciones, contundente reflejo de la 
falta de conocimiento y las brechas existentes entres sectores. Este dato revela, además, el bajo 
perfil de las organizaciones de la sociedad civil y la poca importancia que se le da a la 
construcción de alianzas entre estos dos sectores. 
 
En resumen, la filantropía corporativa mexicana está iniciando el camino hacia la 
profesionalización. Algunas empresas ya cuentan con personal dedicado a las actividades de 
filantropía, a promover el voluntariado y las donaciones entre los empleados, han constituido 
legalmente sus fundaciones empresariales, y manejan montos considerables para el desarrollo 
de programas con impacto social. Sin embargo, las prácticas predominantes presentan muchas 
de las características asociadas con la caridad, atendiendo los síntomas de los problemas en 
lugar de concentrarse en sus causas y fomentar la construcción de capacidades entre 
comunidades, organizaciones y personas. La falta de especialización del personal a cargo de 
estas actividades, aunado a la tendencia de apoyar organizaciones que las empresas ya 
conocen y con las que tienen alguna relación previa, demuestran que los donativos se usan más 
como una herramienta de mercadotecnia o relaciones públicas que como una manera de 
promover el cambio social. 
 
Hoy en día, la filantropía corporativa es parte del discurso del sector privado en México, pero su 
compromiso real se demuestra en los reducidos montos que contribuyen algunas de las 
compañías con los mayores ingresos. El hecho de que vean su papel como promotores del 
desarrollo social del país sólo en términos de creación de empleos, manifiesta el estatus 
marginal que exhiben las actividades filantrópicas dentro de la empresa, pues incluso en algunos 
casos, se revela una falta de interés por conocer el impacto logrado con sus recursos. Los lazos 
que existen entre las organizaciones civiles y el sector privado son pocos, y los que existen se 
dan principalmente por medio de relaciones y redes personales. 
 
Conclusiones 
 
Las tendencias actuales nos dicen que la filantropía corporativa mexicana se concibe aún como 
una decisión privada para compensar una posición de privilegio, y que muchas compañías aún 
se encuentran lejos de convertirse en promotores del cambio social. 
Filantropía corporativa a la Mexicana 
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 10
 
México es el país del hombre más rico del mundo, Carlos Slim, y de otros nueve miembros de la 
lista de los más acaudalados de Forbes. Sin embargo, la mitad de su población vive en la 
pobreza. El país cuenta con empresas líderes a nivel mundial, como Cemex y América Móvil; 
mientras tanto, existen campesinos dedicados a la agricultura de subsistencia, con la cual nunca 
podrán salir de su pobreza. De esta misma manera, México se encuentra lleno de 
contradicciones en el campo de la filantropía corporativa. Por ello, el llamamiento a las empresas 
mexicanas a convertirse en “buenos ciudadanos globales” aún pareceutópico, pues al igual que 
sucede en otras áreas, la filantropía corporativa en este país se lleva a cabo por un lado, con un 
fuerte espíritu de solidaridad y con elementos de prácticas avanzadas en el tema, y por otro, de 
manera aislada y a la sombra de la informalidad. Es decir, es una filantropía corporativa “a la 
mexicana”.

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